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ENTRENAMIENTO
EN HABILIDADES
PRELABORALES
Y LABORALES
Técnicas de Intervención
en Habilidades Laborales
y Prelaborales
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En este capítulo expondremos las diferentes técnicas destinadas a mejorar habilidades relacionadas
con la conducta prelaboral y laboral, si bien, pueden ser empleadas para el entrenamiento de cual-
quier otro tipo de habilidades en personas con retraso mental. Comenzaremos por presentar estra-
tegias susceptibles de ser empleadas ante la existencia de déficits conductuales más o menos sig-
nificativos (es decir, cuando el usuario no pone en marcha unas conductas porque no sabe cómo o
cuándo llevarlas a cabo); continuaremos presentando estrategias tendentes a mejorar la probabili-
dad de aparición de una conducta, así como su mantenimiento, tras la intervención. Finalizaremos
presentando las principales características de entrenamientos destinados a mejorar tres grupos de
habilidades, como son la solución de problemas, el autocontrol y las habilidades académicas fun-
cionales.
Todas estas estrategias van destinadas a intervenir en habilidades deficitarias en los usuarios de los
centros residenciales de la Gerencia de Servicios Sociales de Castilla y León, en lo que se refiere a
conductas prelaborales y laborales como son la persistencia, las actividades en grupo, la sociali-
zación con compañeros, la independencia y la orientación a la actividad o tarea (véase capítulo 1
del presente Manual). Deseamos además subrayar la importancia, antes de poner en marcha un
programa de intervención, de analizar mediante evaluaciones y discusiones en grupo entre profe-
sionales, las posibles causas por las que un usuario presenta limitaciones en la emisión de una con-
ducta adecuada. Para ello puede ser útil seguir el esquema planteado en la Figura 17. Dicho esque-
ma pretende servir de guía para la toma de decisiones sobre áreas a entrenar y estrategias a
emplear, que ha de utilizarse como complemento a las evaluaciones realizadas con los Perfiles.
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En los apartados siguientes profundizaremos en cada uno de los elementos expuestos en este esquema.
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mente motivado para modificar su conducta, a que desconoce cuáles son los momentos y situacio-
nes adecuadas para mostrar la conducta o a que desconoce parte de los pasos, o incluso todos ellos,
requeridos para ejecutar con éxito una conducta. Para superar estas limitaciones es posible utilizar
un grupo de técnicas denominadas operantes, y que han sido empleadas con éxito por los miembros
del GRTHML, como expondremos en el siguiente capítulo. Su empleo ha permitido modificar conduc-
tas muy variadas relacionadas, por ejemplo, con el manejo del tiempo –manejo del reloj–, la elimi-
nación de conductas relacionadas con el abandono injustificado del centro, el incremento de la tole-
rancia al tiempo de trabajo, el mantenimiento de la velocidad de trabajo a lo largo del tiempo o la
solicitud de material adicional para poder seguir trabajando, cuando se termina la materia prima.
Comenzaremos exponiendo los aspectos más relevantes de las diferentes estrategias de intervención.
MODELADO
El modelado es un proceso de aprendizaje basado en la observación en el que la conducta de un
modelo (individuo o grupo) sirve de estímulo para generar o modificar conductas en las personas
que observan la actuación de aquel (Bandura, 1967; Cruzado, 1997). Una conducta se puede modi-
ficar en cualquiera de sus componentes:
El modelado supone los siguientes subprocesos (Cruzado, 1997): a) la atención a las conductas del
modelo; b) la retención en la memoria de las acciones observadas; c) la reproducción para mejorar
la calidad de la actuación, y d) la motivación y habilidades para emitir los comportamientos adqui-
ridos en las situaciones apropiadas así como para reproducirlos y aplicarlos en situaciones no entre-
nadas, de un modo lo más independiente posible. A continuación expondremos las características
que mejoran la adquisición, retención, ejecución y la transferencia y generalización de las habili-
dades aprendidas.
a) El proceso de atención
Para favorecer la atención se han de diseñar situaciones de aprendizaje en las que:
• La conducta deseada aparezca de forma visible y clara.
• El nivel de complejidad se ajuste al nivel de comprensión del usuario, por ejemplo divi-
diendo la conducta y procediendo de los pasos más sencillos a los más difíciles.
• Se den instrucciones específicas de los aspectos básicos en que se ha de fijar el usuario.
• Se subraye la utilidad funcional para la persona de la conducta que está siendo entrenada.
• El usuario realice una observación activa.
• Las presentaciones del modelo sean cortas (de uno a diez minutos) y se repitan varias veces.
4) Transferencia y generalización
El entrenamiento mediante modelado debe incluir estrategias para aumentar la probabilidad de
que los aprendizajes adquiridos en el contexto ocupacional, educativo o residencial se transfieran
y persistan en otros ambientes. Para ello se pueden emplear los métodos siguientes:
• Explicar principios generales que gobiernan la actuación correcta o eficaz tanto en el con-
texto de entrenamiento como en otros contextos (p.e., cómo saludar al entrar a un taller,
ya sea en un centro ocupacional o en un centro especial de empleo).
• Llevar a cabo un sobreaprendizaje, pues ello hace que las habilidades se automaticen y
sean más accesibles en la jerarquía de respuestas posibles.
• Ofrecer elementos comunes a diferentes contextos.
• Emplear variabilidad estimular, esto es, utilizar estrategias consistentes en utilizar varios
modelos, rotar a los usuarios en diferentes grupos, cambiar los contextos, modificar la difi-
cultad, etc.
5) Procedimiento general
Los pasos a seguir en la aplicación de esta técnica son los siguientes:
• Explicar la conducta o habilidad que va a ser entrenada. Se deberá decir en qué consiste,
su utilidad y los efectos que tiene en un contexto determinado (“hoy vamos a aprender
cómo...”).
• Indicar los elementos a los que ha de atender el usuario: los aspectos relevantes de la con-
ducta del modelo y las consecuencias de la misma (“fijaos en...”).
Técnicas de intervención ...
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• Exponer el modelo. Demostrar las acciones deseadas y describir verbalmente lo que se está
haciendo y sus consecuencias (“podéis ver cómo... está haciendo... de este modo logra...”).
• De forma inmediata a la presentación de la secuencia modelada, se debe pedir al observa-
dor que describa la conducta del modelo y resuma las características o reglas fundamenta-
les que sigue el modelo (“ahora decidme cómo ha hecho ... para...”).
• El usuario lleva a cabo la práctica de lo observado en la sesión. En los primeros ensayos
puede ser conveniente ofrecer ayudas que han de desvanecerse posteriormente.
• Tras el ensayo se debe dar feedback positivo.
• Se deben llevar a cabo varios ensayos para que la habilidad quede sobreaprendida, utili-
zando si es posible modelos múltiples.
• Se pueden diseñar tareas para desarrollar fuera del aula o taller.
TÉCNICAS OPERANTES
Introducción
Las técnicas operantes tienen como objetivo introducir cambios (aumento o disminución) en la pro-
babilidad de emisión de una conducta, así como ayudar a la instauración en el repertorio de habi-
lidades del sujeto de nuevas conductas (Karoly, 1975; Pérez, 1997).
Los programas de modificación de la conducta en situaciones aplicadas, se basan fundamen-
talmente en los principios del condicionamiento operante. Estos describen la relación entre los
eventos conductuales y ambientales (antecedentes y consecuentes), que influyen en la conducta.
Generalmente se hace hincapié en las consecuencias que siguen a la conducta o contingencias.
Una contingencia hace referencia a la relación entre una conducta y los eventos que la siguen. Esta
noción es importante porque las técnicas de modificación conductual alteran la conducta median-
te la manipulación de las contingencias que controlan (o fallan en controlar) la conducta. Una con-
secuencia es contingente sólo cuando se da dependientemente de lo que haga el sujeto y no en otras
situaciones.
Existen diferentes clases de relaciones entre la conducta y los eventos que la siguen. Los cuatro fun-
damentales son: el reforzamiento positivo y negativo, el castigo y la extinción. El reforzamiento
consiste en el aumento en la frecuencia de una respuesta y el castigo y extinción en su reducción.
Si bien en este capítulo nos centraremos especialmente en el reforzamiento, creemos importante al
menos definir los otros tipos de contingencias.
Así, la extinción consiste en la eliminación o retirada del reforzador de una conducta que estaba
siendo reforzada. Supone ignorar una conducta inadecuada para así eliminar el refuerzo –p.e. con-
sistente en la atención proporcionada– y por tanto, su probabilidad de emisión (Hall y Hall, 1980;
Walker y Shea, 1984).
Por su parte, el castigo consiste en la adición de un estímulo aversivo o en la eliminación de un estí-
mulo agradable tras la emisión de una conducta, con objeto de eliminar dicha conducta inadecua-
da (Walker y Shea, 1984). Su uso es objeto de discusión pues se aduce, entre otras razones (Clarizio
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y Yelon, 1967; Wood y Lakin, 1978), que esta intervención no elimina sino que únicamente suprime
el comportamiento, y que además no proporciona un modelo de conducta adecuada, entre otras
desventajas.
Por lo que se refiere al reforzamiento, existen dos modalidades, siendo el primero el más habitual
para aumentar una conducta deseada: 1) reforzamiento positivo: consiste en el aumento en la fre-
cuencia de una respuesta que es seguida por un evento favorable (reforzador positivo o, en el
lenguaje cotidiano, recompensas); y 2) reforzamiento negativo: consiste en el incremento en la
frecuencia de una respuesta por medio de la eliminación de un evento aversivo (refuerzo negativo)
inmediatamente después de que se ejecuta la respuesta (p.e. el alivio de ansiedad que se experi-
menta tras escapar de una situación aversiva desagradable).
a) Reforzadores
Así pues, los “eventos” que se ofrecen se denominan reforzadores. Veamos sus variantes, teniendo
en cuenta que pueden consistir en estímulos o en respuestas.
Estímulos: o eventos específicos positivos o negativos (el elogio, las sonrisas, la comida o el
dinero,, una mirada) que se otorgan o presentan a un individuo después de que emite una
respuesta. Podemos distinguir tres tipos:
1) Reforzadores primarios –o incondicionados–: no dependen de un entrenamiento
especial para adquirir su valor reforzante (p.e. comida para una persona con ham-
bre). Su valor es automático (es decir, no aprendido) y no depende de una asociación
previa con otros reforzadores. Por otro lado, es posible que los reforzadores primarios
no refuercen siempre (p.e. la comida no reforzará a alguien que acaba de comer y se
encuentra saciado). Los tipos de reforzadores primarios más comunes consisten en
alimentos y otros consumibles, que son de gran utilidad para personas con trastor-
nos profundos del desarrollo (Gardner, 1971b). De entre sus ventajas destacan el hecho
de que cuando refuerzan son muy potentes. Por contra, sus limitaciones se relacio-
nan con el hecho de que su eficacia está condicionada al estado de deprivación del
sujeto, así como con la posibilidad de llegar a la saciedad, de interrumpir una con-
ducta adecuada al ofrecer el refuerzo o de, si éste se demora, reforzar una conducta
inadecuada. Para evitar los problemas asociados con su empleo se recomienda ofre-
cerlo junto con un refuerzo secundario (p.e. refuerzo social).
Respuestas: Permitir que un individuo desarrolle ciertas respuestas, puede usarse como reforza-
dor de otras respuestas inicialmente menos frecuentes (p.e. si realizan la tarea, pueden elegir
otra tarea preferida para realizar en el tiempo restante).
En cuanto al manejo de la magnitud y calidad del reforzador hay que tener en cuenta dos reglas;
por un lado a mayor cantidad mayor será también la frecuencia de aparición de la respuesta, si bien
se ha de evitar que se produzca la saciedad; por otro, en cuanto al tipo es importante pasar de refor-
zadores primarios a secundarios y de éstos a generalizados.
Existen casos en que no podemos reforzar la aparición de una respuesta, debido a que simplemen-
te, ésta no se emite nunca. En estos casos debemos poner en marcha técnicas o procedimientos para
“preparar la respuesta”. Dichos métodos aluden a cualquier procedimiento que se utilice con el fin
de iniciar los primeros pasos (en una secuencia de respuestas) que llevan a una conducta objetivo.
Ante la no emisión de una respuesta por parte de un sujeto puede haber tres razones (véase Figura 17):
a) el sujeto no ejecuta la conducta-objetivo, aunque se encuentra dentro de su repertorio de
habilidades (es decir, aunque sabe hacerlo, no lo hace nunca),
b) el sujeto no ejecuta conducta-objetivo porque tiene un déficit conductual (es decir, no la
hace porque no sabe cómo hacerlo),
c) puede ser que la conducta sea tan compleja que los elementos que forman la respuesta no
estén dentro del repertorio del individuo (p.e. para comunicarse verbalmente se requiere,
entre otras cosas, el uso de sonido, de sílabas y de sus combinaciones).
Para unos u otros casos se pueden utilizar diferentes técnicas de intervención que expondremos a
continuación.
Instigadores
Son eventos que ayudan a iniciar una respuesta (p.e. instrucciones, imágenes impresas, gestos). Se
emplean cuando el sujeto no sabe cómo o cuándo poner en marcha una conducta. Tienen una fun-
ción de preparación de respuesta, puesto que inician la ejecución.
Los instigadores tienen un papel importante en el moldeamiento y en el encadenamiento, que vere-
mos posteriormente, pues conseguir una conducta objetivo (es decir, respuesta terminal) usando
únicamente el reforzamiento puede ser tedioso y largo. En cambio, de este modo se pueden hacer
aproximaciones más rápidas a la respuesta final. Existen diversos tipos (Schloss, 1986; Walker y
Shea, 1984):
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Es importante tener en cuenta además que generalmente el objetivo final es obtener la respuesta en
ausencia de instigadores, por ello es importante retirarlos gradualmente, esto es, programar su des-
vanecimiento según progresa el entrenamiento.
Otros métodos de preparación de la respuesta consisten en:
• Mostrar el reforzador: para aumentar su poder reforzador, útil cuando existe poca motiva-
ción, o poca familiaridad con éste. Esta estrategia se emplea por ejemplo en la economía de
fichas que será comentada posteriormente.
• Modelado: hacer que el usuario observe las consecuencias que siguen a la ejecución de una
conducta o a la emisión de una respuesta. De este modo, aprende que si emite una res-
puesta obtendría un determinado reforzador.
• Contingencias de grupo, éstas se utilizan, por ejemplo, en un programa de economía de
fichas, en el que se establece que el grupo es reforzado en función de cómo se comporte
cada uno de los componentes.
Encadenamiento
Tanto esta técnica como el moldeamiento son aconsejables cuando el sujeto no pone en marcha una
conducta porque no sabe cómo hacerlo (ya sea total o parcialmente o en el orden adecuado). El
encadenamiento consiste en la formación de una conducta compuesta, a partir de otras más senci-
llas que ya figuran en el repertorio del individuo, mediante el reforzamiento de sus combinaciones
(Pérez, 1997). Supone un encadenamiento entre estímulos discriminativos (ed) que se convierten a
su vez en respuestas, y respuestas (r) que, además de ser estímulos reforzantes para las anteriores,
son también “ed“ para la siguiente. De modo esquemático sería:
{ed1—> r1}—>{ed2—> r2}—>{ed3—> r3}—> {ed4—> r4}
Técnicas de intervención ...
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El primer componente de la cadena puede ser una instrucción o una regla que diga cómo se empie-
za (Por ejemplo: Tabla sin cortar-coger sierra//Sierra cogida-serrar Tabla, etc.). El procedimiento
implica los pasos siguientes:
1º. Especificar resultado (conducta objetivo) y sub-operaciones (subconductas) que condu-
cen a él o, lo que es lo mismo, hacer un análisis de la tarea. El nivel de especificidad
dependerá (además del tipo de tarea) de los repertorios con que cuente el sujeto.
2º. Entrenar, empezando por uno de los extremos. Puede hacerse de dos formas: a) Encadena-
miento hacia adelante: se atiene al orden de operaciones, de principio al final. (p.e.
ponerse los pantalones); o b) encadenamiento en retroceso: consistente en empezar por el
final e ir instaurando los pasos inmediatamente anteriores.
Esta técnicas se puede conjugar con las otras expuestas en este capítulo, es decir: a) instigadores:
verbales, escritos, gestuales, señales; b) modelos: mostrar cómo se hace la tarea que se trata de ense-
ñar. Puede mostrarse todas las operaciones en conjunto o sólo aspectos parciales, en calidad de ayu-
das puntuales; c) moldeamiento de ciertos “eslabones”, cuando nuevas operaciones no figuren en el
repertorio del individuo o sean insuficientes; y d) reforzamiento, para aumentar su probabilidad.
Moldeamiento
Mediante esta técnica la conducta terminal se logra reforzando pasos pequeños o aproximaciones
hacia la respuesta final (Panyan, 1980; Pérez, 1997; Shea y Bauer, 1987; Walker y Shea, 1984). Se
refuerzan las respuestas que se parezcan a la respuesta final o que incluyan componentes de ésta.
Por medio del reforzamiento de las aproximaciones sucesivas a la respuesta terminal, y de la extin-
ción de aquéllas que son desiguales, se logra gradualmente dicha respuesta. Para que el reforza-
miento tenga lugar es necesaria la ocurrencia de alguna conducta previa. Como no existe aún la
conducta-final, se empieza por fortalecer aquellas conductas que más se asemejen topográfica y
funcionalmente a la que se pretende conseguir. Progresivamente, el reforzamiento se hará más exi-
gente. De este modo, el moldeamiento es un proceso dinámico en el que se va transformando (mol-
deando) la conducta y sus consecuencias. El procedimiento requiere de tres elementos:
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a) especificación de una meta, o conducta terminal: Esto nos proporcionará también un cri-
terio sobre el que estimar la efectividad y el éxito.
b) establecimiento de un punto de partida. Si bien, el establecimiento de una línea-base es
un criterio general en las técnicas conductuales, en el moldeamiento es una tarea inheren-
te al procedimiento. Es decir, es necesario e imprescindible encontrar un punto de partida,
no sólo para calibrar la meta sino para empezar la construcción de la nueva conducta. Para
ello es necesario conocer (mediante técnicas de evaluación conductual) el repertorio del
sujeto en relación al desarrollo que se trata de promover. Ello puede realizarse observan-
do en el ambiente natural, pero es también altamente recomendable, si no imprescindi-
ble, la realización de un test conductual, que debe cumplir dos requisitos mínimos: a) la
muestra de conducta ha de ser representativa de la población comportamental posible (es
decir, del repertorio existente); y b) debe determinar el límite máximo al que funciona el
sujeto. En este sentido, es importante determinarlo, no sólo por servir de línea base sino
también porque es indicador del “potencial de aprendizaje” o de la “zona de desarrollo
próximo”(Vygotsky, 1991). Es también muy importante determinar los reforzadores que se
puedan utilizar (primarios, sociales, secundarios).
c) planificación de aproximaciones sucesivas. o procedimiento de moldeamiento propia-
mente dicho. Es decir, cómo ir del punto de partida al punto final?, ¿Qué tamaño habrá
de tener cada paso?, ¿Cuánto tiempo requerirá? Para estas preguntas decisivas no hay una
respuesta previa, si bien, contamos ya con unos medios que nos sirven como referencia: la
observación y los tests conductuales. En cualquier caso, siempre sometido a la posibilidad
de revisión o reajuste. También es importante tener en cuenta que los primeros pasos suelen
ser más lentos y requieren más práctica que los siguientes, quizás porque el aprendizaje
previo facilita el posterior.
El criterio general ha de ser garantizar el éxito del sujeto, es decir, disponer las aproximaciones de
modo que sea posible emitir la conducta adecuada y por tanto obtener el reforzador. Al inicio el
reforzamiento será más frecuente y el nivel de exigencia será más bajo (por supuesto, el programa
de reforzamiento debe ir cambiando, de modo que se vaya exigiendo más ejecución para recibir un
reforzador).
Además, y al igual que en el caso anterior, es posible servirse de técnicas adicionales para fomen-
tar la eficacia de este procedimiento, como son:
a) utilización de estímulos discriminativos visuales: si bien, éstos no van a dar lugar a la
aparición de la conducta (puesto que no figura en el repertorio del sujeto), son conve-
nientes para ocasionar aproximaciones que apunten a la conducta final según el plan
establecido. Una vez conseguido el “apoyo” que proporcionan, es conveniente prescin-
dir de ellos (mediante un procedimiento de desvanecimiento del estímulo).
b) la imitación o “modelado”
c) la guía física, que se usa principalmente en el desarrollo de habilidades motoras (finas o
gruesas). Consiste en “moldear”, mediante constricciones físicas, los movimientos consti-
tutivos de una función motora. También pueden consistir en dispositivos físicos (moldes y
aparatos ortopédicos) que guíen el movimiento.
Técnicas de intervención ...
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d) técnicas formales de reforzamiento: puesto que el hecho de que una conducta sea posible
no implica que sea probable (la nueva conducta adquirida puede tener” poca fuerza de
hábito”). Por ello, será necesario un procedimiento formal de reforzamiento tal como
algún sistema de fichas o un contrato de contingencias, si fuera necesario.
e) Instrucciones verbales.
ENTRENAMIENTO PARA
EL MANTENIMIENTO DE HABILIDADES:
ORGANIZACIÓN DE CONTINGENCIAS
INTRODUCCIÓN
Otro grupo de estrategias que permiten optimizar el desempeño prelaboral y laboral, tienen en
común el estar basadas en la organización de contingencias. Éstas pueden ser empleadas para con-
ductas frecuentemente deficitarias en los usuarios de los centros residenciales de Castilla y León,
como son: dirigirse con corrección al maestro, al educador o a los compañeros, emplear un tono de
voz adecuado, incrementar la tolerancia al tiempo de trabajo, no salir al servicio durante el tiempo
de trabajo en el taller o en el aula, no ausentarse del centro de modo injustificado, promover la acti-
vidad física o evitar la auto-agresión. Todas estas conductas han sido objeto de intervención por
parte de los miembros del GRTHML. Así pues, en este apartado revisaremos dos tipos de programas
de organización de contingencias aplicables en entornos educativos y laborales: la economía de
fichas y los contratos conductuales.
IMPORTANCIA
La importancia de estas estrategias de intervención se fundamenta en su empleo generalizado con
personas con y sin discapacidad, así como en la numerosa evidencia existente sobre su utilidad.
Concretamente, los programas de economía de fichas han demostrado su eficacia para intervenir en
conductas tan variadas como el incremento de las habilidades lectoras (Kolic-Vehovec, 2002), las
habilidades sociales (Macdonald y Sherman, 1987), la reducción de la conducta de fumar (Barmann,
Burnett, Malde y Zinik, 1980) o la reducción de conductas delictivas (Wood y Flynn, 1978).
Por su parte, los contratos conductuales se han empleado con éxito en áreas tan diversas como la
mejora de la conducta laboral (Azrin y Pye, 1989) y la eliminación de conductas disruptivas en
dichos entornos laborales (Smith y Coleman, 1986), la intervención en problemas de ajuste (Fletcher
y Presland, 1990), el incremento del tiempo empleado en la realización de actividad o ejercicio físi-
co (Neale, Singleton, Dupuis y Hess,1990), así como para potenciar el autocontrol de la glucosa en
enfermos de diabetes (Wysocki, Green y Huxtable, 1989), en programas dietéticos (Singleton, Neale,
Scott y Hess,1988), para incrementar la asistencia a la escuela (Murphy, 1987) o en la conducta de
estudio (Haislett, 1981) y el rendimiento académico (Wells, 1980), en trastornos de la alimentación
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(Lane y Kern, 1987) y en la reducción de conductas antisociales (Snyder, 1987) y conductas disrup-
tivas (Gladden, 1983).
En cuanto a las características de las fichas, pueden ser fichas de plástico, estrellitas de papel, pun-
tos en un cuaderno, cartulinas de colores, etc., objetos diversos que puedan posteriormente canje-
arse por el reforzador natural. En los programas dirigidos a adultos se suelen utilizar puntos, billetes
de papel, fichas de algunos juegos, botones especiales y, en general, cualquier objeto que, además
de unas características físicas determinadas, cumpla el requisito de no ser fácilmente falseable u
obtenible por otros métodos. Las fichas, deben ser fácilmente manipulables, permitiendo que pueda
estar en contacto con ellas desde que se le entregan hasta que se cambian por los reforzadores dese-
ados. En todo caso, la ficha debe ser apropiada a la población con quien se va a intervenir.
Las fichas son un tipo de reforzador generalizado cuyo valor, como el de todos los reforzadores
generalizados, dependerá de la variedad, frecuencia y magnitud de los estímulos reforzadores con
los que se han asociado. Para que adquieran este valor, por tanto, es necesario asociarlas repetida-
mente a un variado conjunto de estímulos reforzadores. Por otra parte, los reforzadores por los que
pueden cambiarse las fichas o los bonos deben estar expuestos a la vista de los sujetos, no han de
ser un secreto. En general, cuanto mas variados sean los sucesos reforzantes por los que puedan
canjearse las fichas mas difícil será que se produzcan efectos de saciación.
c) Entrega de fichas
El programa de entrega de las fichas en los primeros momentos ha de ser continuo, cada con-
ducta señalada ha de ir seguida de manera contingente por las fichas correspondientes. A
medida que el programa haya avanzado, se pasará de índices de refuerzo continuo a índices
de refuerzo intermitente. Así a la vez que se introduce un retraso entre la emisión de la con-
ducta y la entrega de fichas, también se debe modificar el criterio en la obtención de fichas:
si al principio se exigía una escasa emisión de conductas para obtener fichas (y el reforza-
miento consiguiente), posteriormente cada vez será necesario emitir mas conductas para
conseguir las fichas y también serán necesarias mas fichas para lograr el mismo reforzador.
Por lo que respecta a dónde deben entregarse las fichas, inicialmente deben entregarse en
cualquier ambiente o situación en el que pueda llevarse a cabo la conducta o conductas que
deseamos desarrollar. Posteriormente es conveniente establecer un lugar único en el que se
puedan recoger, en periodos igualmente fijos, las fichas ganadas.
Aunque en general la economía de fichas da más importancia al entrenamiento positivo, es
decir, a aumentar la tasa de conductas adecuadas, en ocasiones es necesario incluir procedi-
mientos de control de conductas desadaptativas. Por esta razón se pueden incluir en algunos
casos procedimientos de coste de respuesta para la ejecución de las conductas no deseadas.
Hay que tener en cuenta, en especial con personas con déficits intelectuales, que si se alarga
mucho el tiempo entre la ganancia de las fichas y el intercambio por reforzadores, pueden
producirse efectos de abulia, es decir, que dejen de emitir las conductas dado que no consi-
guen rápidamente los reforzadores deseados. Por ultimo, es conveniente el establecer un
lugar único para el intercambio de las fichas.
CONTRATOS CONDUCTUALES
Constituyen una alternativa a los programas de economía de fichas cuando se trata de reorganizar
las contingencias ambientales y no se tiene un control tan extenso del medio como en el caso ante-
rior o se desean modificar solamente algunas conductas concretas. También aquí se trata de con-
trolar las consecuencias de las conductas a fin de que no se produzcan refuerzos inadecuados para
conductas incorrectas o falta de refuerzo para las deseadas.
Un contrato conductual o contrato de contingencias consiste en un documento escrito que explici-
ta las acciones que el usuario está de acuerdo en realizar y establece las consecuencias del cumpli-
miento y del no cumplimiento de tal acuerdo. Los contratos son especialmente útiles para personas
con escasa capacidad de autorreforzamiento.
Técnicas de intervención ...
105
Otras características adicionales que han de cumplir los contratos son las siguientes:
1. Deben buscar y recompensar pequeñas aproximaciones al rendimiento deseado. Pedir
demasiado puede llevar a malos resultados. Esto implica que se deben potenciar las posi-
bilidades de éxito del contrato inicial, de modo que ambas partes se animen a intensificar
sus exigencias en contratos futuros.
2. Deben hacer especial hincapié en las consecuencias positivas frente a las aversivas.
3. En los primeros momentos el contrato proveerá de contingencias mas positivas a la persona
implicada que las que obtendría de no implicarse en él. El objetivo es lograr que le interese
participar.
4. Tanto las conductas objetivo de intervención como las contingencias positivas y negativas
deben establecerse por acuerdo entre las distintas partes implicadas.
5. El contrato se ha de plasmar físicamente.
6. Al igual que con la economía de fichas, una vez que se han corregido las conductas es
importante ir retirando los contratos, pues el objetivo es que la persona se adapte de
forma completa a las condiciones habituales del medio.
En el capítulo siguiente ofreceremos diversos ejemplos de contratos conductuales elaborados por los
miembros del GRTHML.
ENTRENAMIENTO EN HABILIDADES DE
SOLUCIÓN DE PROBLEMAS
IMPORTANCIA
Seguramente en nuestros centros nos hemos encontrado con los casos siguientes: Luis, durante una
actividad pre-ocupacional, detiene su labor debido a que el material se ha agotado; Ana no sabe
cómo responder ante frecuentes interrupciones de un compañero de taller; Javier se queda parado
al cometer un error o al estropear una herramienta de trabajo; Eduardo pregunta demasiado, aun-
que sabe cómo realizar la tarea; María pregunta demasiado dado que no sabe o no recuerda los
pasos a seguir, porque la tarea es compleja o amplia o porque no comprende las instrucciones.
Estos ejemplos, u otros relacionados con la resolución inadecuada de tareas, con la petición de
ayuda de modo inadecuado o a personas inadecuadas, o con el abandono de las tareas pueden ser
trabajados o mejorados mediante un entrenamiento en solución de problemas. Ello se debe a que
las personas con discapacidades intelectuales han de hacer frente a problemas relacionados con la
transferencia de habilidades de unos contextos a otros o con los cambios de un trabajo a otro, debido
a que a menudo carecen de habilidades académicas básicas, habilidades para el establecimiento de
metas, habilidades sociales (Sturomski, 1996) y habilidades de solución de problemas (Gumpel,
Tappe y Araki, 2000).
Técnicas de intervención ...
107
CONCEPTO
El entrenamiento en Solución de Problemas parte de la idea de que un usuario se enfrenta a una
situación problemática porque no dispone de una respuesta alternativa y efectiva con la que afron-
tar la situación. La falta de alternativas se puede deber:
a) al surgimiento de aspectos nuevos en la situación que no se saben afrontar,
b) a su complejidad o ambigüedad,
c) a que supone exigencias que superan los recursos intelectuales de la persona;
d) a fallos en el pensamiento lógico, en la secuenciación, categorización y generalización.
Todo ello conduce a la puesta en marcha de conductas inapropiadas ante las situaciones proble-
máticas.
Para ayudar a la adquisición de estas habilidades, es importante seguir los pasos siguientes, que
constituyen los elementos de un entrenamiento en solución de problemas y que abordaremos
seguidamente: 1) orientación general hacia el problema; 2) definición y formulación de metas de
actuación; 3) generación de soluciones alternativas; 4) toma de decisiones; y, 5) puesta en práctica
y verificación de la solución.
Ficha 1
Comenta este dibujo:
¿Qué diferencias ves entre estas personas?
¿Cuáles te parecen que están más aseadas
y limpias?
¿Por qué el primero no ofrece buen aspecto?
¿Está peinado?; ¿Fuma?; ¿Tiene la ropa limpia?;
¿Está aseado?; ¿Cómo olerá?
¿Cuál de estas personas no te gustaría que fuese
tu compañero?; ¿Por qué?; ¿Qué diferencias ves?
¿A quién te pareces tú más?
¿Te fijas en si vas aseado o no?
¿Te preocupas de peinarte, afeitarte, echarte
colonia y lavarte?
Colorea con un color que te guste las personas
que más te agradan y con un color que no te
guste las que no.
Figura 30. Ejemplo de formulario para ayudar a la orientación general hacia un problema de higiene
Así y en primer lugar, es importante que el problema se perciba de forma positiva, esto es, como
susceptible de poder ser resuelto. Para ello es importante ayudar al usuario a analizar el problema
dentro de la situación en que se produce y no centrarse en el problema en abstracto. Por ejemplo,
si queremos trabajar con Pepe un problema relativo a su impuntualidad reiterada al entrar a las
aulas y talleres, deberemos centrarnos en hechos o datos concretos, como los derivados de un regis-
tro semanal en el que se observe el número de días de la semana en que ha habido retrasos. Así, el
maestro de taller con el registro semanal aborda el tema con el usuario ya sea de modo individual
o mediante ejercicios grupales, dejando constancia de que aunque existe un problema, también es
posible eliminarlo.
En segundo lugar, es muy importante la atribución, esto es, la percepción por parte del usuario del
problema como resoluble y controlable. Siguiendo con el ejemplo anterior, es posible enseñar a
Pepe a controlar la hora de ingreso a aulas y talleres de manera que perciba que es él quien con-
trola la situación y quien puede por tanto solucionar los retrasos.
En tercer lugar, el problema se ha de percibir como un reto o como algo cuya resolución será bene-
ficioso, pues le ayudará a aprender algo nuevo sobre la tarea o sobre sí mismo. Así, Pepe por ejem-
plo podría aprender que si no llega tarde tendrá tiempo para preparar materiales y herramientas,
terminará antes, tendrá más tiempo para resolver posibles dificultades que aparezcan durante la
realización de la tarea, aumentará su producción, incrementará su beca estímulo, etc.
Por último, para resolver un problema la persona debe estimar adecuadamente el tiempo que le lle-
varía solucionar un problema; y debemos ayudarle a comprender por qué merece la pena dedicar
tiempo y esfuerzo para solucionar el problema. Así, podemos enseñar a Pepe a comprender que el
cambio se irá dando poco a poco hasta que la puntualidad sea un hábito adquirido.
Técnicas de intervención ...
109
4) Toma de decisiones
El objetivo de esta fase es evaluar (comparar y juzgar) las alternativas de solución disponibles y
seleccionar la mejor para ponerla en práctica en la situación problemática. Para ello se pueden
emplear estrategias como ayudar a Pepe a puntuar en una escala de 0 a 10 el grado de satisfacción
asociado a cada posible solución. De este modo se pueden obtener puntuaciones que le permitan
seleccionar con mayor objetividad una alternativa. Para ayudar a este análisis también es útil esti-
mar los pros y contra de cada una de las alternativas, por ejemplo, se puede animar a Pepe a que
indique las ventajas e inconvenientes de las distintas alternativas, por ejemplo, la alternativa de
solución referida a no desayunar podría ayudarle pero presenta varias desventajas como son: sen-
tirse débil durante la mañana, no poder concentrarse debido a la necesidad de comer, etc.
Una vez hecho este análisis se ha de ayudar a la persona a responder a estas tres cuestiones: 1) ¿se
soluciona así el problema?, 2) ¿tengo ya la información necesaria para optar por una alternativa?,
3) ¿qué solución o combinación de soluciones pondré en práctica?. Si la respuesta a todas estas pre-
guntas es afirmativa, es posible avanzar en el proceso, hacia el quinto y último paso. En caso con-
trario será necesario retroceder a fases previas del proceso.
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de Atención a Personas con Discapacidad
de la Junta de Castilla y León
110
ENTRENAMIENTO EN HABILIDADES
DE AUTOCONTROL
IMPORTANCIA
Al igual que en el caso anterior, seguramente muchos de nosotros nos encontramos con usuarios
que abandonan las actividades antes de tiempo y sin autorización, tratan de modo inadecuado a
sus compañeros, ocupan el lugar de los demás y toman sus materiales de trabajo, no terminan las
actividades que inician, requieren supervisión constante, necesita pistas o indicaciones para desa-
rrollar las tareas, no se dan cuenta de cuándo comenten un error, tienen dificultades para controlar
el tiempo, y no acaban las tareas en el momento indicado, o presentan limitaciones para resolver
los problemas relacionados con la ejecución de una tarea. Esta lista recoge algunos de los problemas
más comunes en que nos encontramos en los talleres y aulas y que pueden ser abordados con téc-
nicas de autocontrol.
Así pues, para alcanzar el máximo nivel de independencia posible en actividades prelaborales y
laborales existe una serie de requisitos cognitivos básicos relacionados con el empleo de técnicas de
control personal. Si en el apartado anterior veíamos el entrenamiento en solución de problemas, en
éste nos detendremos en las técnicas de autocontrol.
El autocontrol constituye una técnica de probada eficacia para enseñar a una persona a regular su
propia conducta. La autorregulación permite superar una de las barreras para la inclusión en la
comunidad de personas con discapacidad moderada y severa, como es su dependencia de otros
para completar las tareas de un modo adecuado. Es decir, estas personas requieren instrucciones
continuadas paso a paso, así como instigadores para terminar una tarea. El entrenamiento en el uso
de estrategias de autocontrol, por ejemplo, mediante el uso de sistemas de instigación auditivos, ha
sido un procedimiento de probada eficacia para mejorar el rendimiento laboral, el mantenimiento,
la generalización a otras situaciones y la independencia (Post y Storey, 2002) en personas con dis-
capacidades intelectuales severas y profundas (Calabria, 1994; Lagomarcino, Hughes y Rusch, 1989;
Lagomarcino y Rusch, 1989). Concretamente mejoran aspectos como el porcentaje de tiempo traba-
jando, la adecuación de las tareas laborales y el tiempo total trabajando (Grossi, 1998; Mank, 1986;
Rae, Martin y Smyk, 1990). Además, estas estrategias pueden ser retiradas cuando se alcanzan los
objetivos deseados (Lancioni y O’Reilly, 2001).
Otras investigaciones demuestran que las personas que emplean estrategias de autorregulación
para establecer sus metas laborales muestran también más satisfacción con el empleo, y que estas
estrategias son también útiles ante la ausencia de apoyos directos (Murphy y Ensher, 2001). Así
pues, el entrenamiento en estrategias de autorregulación permite entrenar a usuarios con discapa-
cidad intelectual y sin habilidades lectoras a utilizar señales (es decir, listas de chequeo, autoins-
trucciones, palabras, imágenes) para iniciar independientemente tareas en entornos laborales
Manuales de Trabajo en Centros
de Atención a Personas con Discapacidad
de la Junta de Castilla y León
112
(Browder y Minarovic, 2000; Sowers, Verdi, Bourbeau y Sheehan, 1985) y para mejorar la transfe-
rencia de habilidades aprendidas en un aula a un taller laboral (Richman, 1999).
En definitiva, la combinación del control externo mediante instigadores, junto con el establecimien-
to de autocontrol mediante instigadores autoproducidos, es un medio excelente para el manteni-
miento a largo plazo de una gran variedad de habilidades complejas en adultos con discapacidad
intelectual (Rusch, Martin y White, 1985). Por ejemplo, habilidades sociales y de emplazamiento
laboral (Brigham, Contreras, Handel y Castillo, 1983), reducción de conductas agresivas (Jackson y
Altman, 1996). problemas relacionados con la higiene de personas con discapacidades intelectuales
en contextos laborales (Garff y Storey, 1998), o déficits de solución de problemas y de habilidades
sociales relacionadas con el trabajo (Shapiro, 1989).
ASEO PERSONAL
PENSAMOS Y DIALOGAMOS
¿Qué es el aseo personal?
Ducharse Peinarse
¿Cuándo nos aseamos?
¿Por qué es bueno que estemos limpios
y aseados?
¿Qué te gusta más, estar al lado de una Lavarse los dientes Afeitarse
persona limpia y aseada o de un compa-
ñero que huela mal y haga guarrerías?
¿Qué puedes hacer tú para estar bien
aseado y que tus compañeros estén a Echarse colonia Cortarse las uñas
gusto a tu lado?
Para estar limpio y aseado debemos:
Lavarse las manos Lavarse el pelo
a) Existen determinadas conductas (p.e. pensamientos, fantasías, imágenes) que sólo resul-
tan accesibles al propio sujeto y por tanto no son susceptibles de observación directa.
b) Dada la dificultad para modificar patrones de comportamiento, es necesario plantear
intervenciones que presenten el cambio como positivo y factible para el propio sujeto, de
modo que aumente su motivación.
c) La intervención no debe tan sólo acabar con los conflictos (p.e. prelaborales o laborales)
presentes, sino enseñar al usuario a manejar posibles retrocesos o nuevos problemas que
se vayan presentando.
CONCEPTO
Autocontrol no es sinónimo de restricción o de no hacer determinadas cosas. Las estrategias de
autocontrol –en la mayor parte de los casos– requieren poner en marcha conductas que alteren la
frecuencia de ocurrencia de otras, en unos casos disminuyéndola (p.e. tomar descansos breves cada
cierto tiempo para evitar que el cansancio nos haga cometer errores durante la actividad), en otros
aumentándola (p.e. colocar el listado de tareas relativas a la limpieza del lugar de trabajo, para
incrementar conductas de aseo) (Díaz, Comeneche y Vallejo, 1997).
Al hablar de autocontrol siempre habrá una conducta controladora y una conducta controlada; la
primera es una respuesta –o conducta– que va a afectar a la probabilidad de ocurrencia de la
segunda –la controlada o problema–, por ejemplo: marcar las tareas realizadas de una lista de che-
queo (conducta controladora) para no olvidar tareas (conducta controlada). El requisito impres-
cindible que debe cumplir una conducta para que podamos hablar de autocontrol es que ésta se
ponga en marcha sin ninguna instigación exterior, física o social.
El autocontrol es una habilidad entrenable que conforma un continuo, a lo largo del cual puede
situarse cualquier persona. Requiere además que la persona sea consciente de las circunstancias
que controlan su comportamiento.
Un principio fundamental a enseñar a los usuarios son las consecuencias aversivas que a corto o
largo plazo tienen las respuestas objeto de control –o conductas-problema–, a pesar de sus inme-
diatos efectos positivos. Por ejemplo: el usuario que agrede a sus compañeros durante la actividad,
se libera momentáneamente de la tarea pero genera unas relaciones interpersonales tensas, que
pueden desembocar en la pérdida de amigos y sentimientos de soledad. Dicho de otra manera, la
idea es que el usuario inicie una conducta controladora que altere la probabilidad de ocurrencia de
una conducta conflictiva (o conducta controlada).
Para desarrollar este entrenamiento es importante capacitar al usuario para que sepa: a) observar y
registrar objetivamente su propia conducta; b) establecer normas o criterios específicos a los que
pueda ajustarse en el futuro; c) buscar un medio favorable que le permita seguir dichas normas; d)
discriminar correctamente cuándo su conducta se ajusta o se aparta de las normas establecidas, y
e) programar consecuencias reforzantes para aplicarlas a la nueva conducta.
Así pues, el profesional habrá de formar al usuario en estas habilidades, ayudándole a establecer las
condiciones óptimas para llevar a cabo las técnicas y proporcionándole el refuerzo adecuado al
principio del proceso con el fin de empezar a organizar el cambio y conforme el sujeto avance en la
instrucción. En el apartado siguiente expondremos los pasos del proceso de entrenamiento en estas
habilidades.
Manuales de Trabajo en Centros
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114
Así, el primer paso consiste en la autoobservación. Para poder intervenir sobre una conducta con-
flictiva en el aula o lugar de trabajo, lo primero que debe saber hacer el usuario es detectarla, darse
cuenta de su ocurrencia. Así en un primer momento habrá que enseñar al usuario a detectar dónde,
cuándo y con quién(es) tiene lugar esa conducta.
El segundo paso supone el establecimiento de objetivos. El usuario, asesorado por el profesional,
decidirá –o acordará– qué nivel de control quiere alcanzar sobre el comportamiento conflictivo
(p.e. quiero dejar de chillar y decir palabrotas a mis compañeros en determinados espacios como
pueden ser el taller, los periodos de descanso, o el aula; o sólo quiero reducir el número de veces
que les interpelo).
El tercer paso alude al entrenamiento en técnicas concretas y el establecimiento de criterios de ejecu-
ción. En esta fase, en función de los objetivos establecidos y de los datos obtenidos por medio de la
autoobservación, el profesional decidirá las técnicas concretas de autocontrol en las que se entrenará
al usuario. A su vez deberá establecer qué se compromete a hacer el usuario y en qué momentos con-
cretos. Todo ello se negociará con el usuario. Es importante que el entrenamiento tenga lugar en
situaciones reales, para facilitar la generalización y el mantenimiento, aunque la enseñanza pueda
requerir unos minutos previos o posteriores al trabajo propiamente dicho.
Técnicas de intervención ...
115
El cuarto paso requiere la aplicación de las técnicas en el contexto real. Consiste en la puesta en
práctica de lo aprendido en el contexto de trabajo real: aula, taller o puesto de trabajo. Los pasos
que el usuario ha de seguir son los siguientes:
• Autoobservación. Identificación de la situación problemática.
• Aplicación de la técnica adecuada.
• Autoevaluación. Comparación de la ejecución en esta situación con los criterios conductua-
les que previamente se habían establecido.
• Autorrefuerzo o autocastigo en función de la adecuación de la conducta a los criterios de
ejecución.
• Autocorrección. En caso de que la conducta no haya alcanzado los criterios establecidos
habrá que identificar si el problema ha estado en la autoobservación –es decir, no ha iden-
tificado a tiempo la conducta problema–, en la aplicación de la técnica –es decir, falta de
aprendizaje en la respuesta adaptativa– o en la autoevaluación –es decir, no es capaz de
realizar una comparación objetiva entre su conducta y los criterios–.
El quinto y último paso implica la revisión de los resultados con el educador o entrenador. Una vez
que el usuario empieza a afrontar situaciones reales, la tarea en las sesiones con el entrenador con-
sistirá en revisar las aplicaciones concretas realizadas, analizando las dificultades y problemas sur-
gidos para su solución. Esto puede realizarse semanalmente, diariamente, etc.
Como vemos, el esquema de trabajo de un entrenamiento en estrategias de autocontrol es el mismo
que en otro tipo de intervenciones para incrementar la independencia (p.e. solución de problemas);
la diferencia radica en que el objetivo final de los programas de autocontrol no es la eliminación del
problema puntual sino que el usuario interiorice unas técnicas y una metodología para el manejo
de situaciones que le permitan abordar otros aspectos problemáticos que pudiesen surgir en su vida
diaria. Se trata de que al final el usuario se haya convertido en su propio guía.
Autorregistro o autoobservación
Consiste en enseñar al usuario a atender a la conducta deliberadamente, y:
- Registrarla con algún método preestablecido.
- Trasladar ese registro a gráficas.
- Analizar e interpretar esos registros.
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116
En función de las características del usuario se suelen pedir tres cosas cuando registre su conducta:
- Que identifique qué se va a registrar: Esto es, algún parámetro de la conducta, p.e. su fre-
cuencia o su intensidad.
- En qué situaciones se suele presentar: antecedentes de la conducta.
- Qué se espera: consecuentes de la conducta.
Es importante subrayar que el objetivo del autorregistro es traducir expresiones de forma general o
de forma abstracta a conductas concretas que ocurren en situaciones concretas.
Además, el educador debe enseñar al usuario el método adecuado para registrar. A los usuarios que
no están convencidos de su utilidad es importante transmitirles que la memoria no es buena y que
lo mejor es registrarlo en el momento en que ocurre. Una vez convencido el usuario para que se
autorregistre, debe llevarse a cabo una autoobservación que cumpla unas condiciones mínimas,
esto es, registrar la frecuencia, o la duración o la intensidad de una conducta. Si pese a nuestros
esfuerzos por comunicar la importancia de registrar la conducta, el usuario no se muestra conven-
cido de ello nos hemos de preguntar qué está ocurriendo. Así, puede suceder que:
- no hayamos sido suficientemente explícitos sobre lo que tiene que observar;
- el sistema de registro sea muy complejo;
- la conducta esté tan establecida en el repertorio conductual que se lleve a cabo incluso sin
ser consciente de ello (“automáticamente”).
Técnicas de intervención ...
117
Esto sólo se resuelve con la práctica: cuantas más veces se le pida que se autorregistre, mejor.
También nos podemos preguntar si el hecho de registrarse le resulta desagradable. En tal caso es
importante analizar las causas que pueden hacer que un autorregistro sea aversivo. Por otro lado,
si las limitaciones del usuario hacen que el sistema de registro sea difícil de emplear, se deberán
crear sistemas alternativos de registro e incluso prever el apoyo de otras personas.
a) Autorreforzamiento
Hablamos de autorreforzamiento cuando es el propio individuo quien aplica, exclusiva y
contigentemente, las consecuencias reforzantes a una conducta. Los refuerzos a utilizar en
este caso son del mismo tipo que en condiciones de refuerzo externo ya vistos en otros aparta-
dos: material (comida, dinero, prenda de vestir), actividades gratificantes (ver una película)
reforzamiento simbólico (expresiones positivas, dinero) o retirada de estímulos aversivos.
b) Autocastigo
El autocastigo consiste en la autoadministración de consecuencias aversivas contingente-
mente a la realización de la conducta a eliminar. Por ejemplo, el usuario que, por haber agre-
dido a un compañero, no participa de una actividad de ocio en esa misma semana. Es con-
veniente que las consecuencias aversivas sean recibidas de manera próxima en el tiempo a la
presentación de la conducta a eliminar o reducir.
c) Métodos encubiertos
Los métodos encubiertos se caracterizan por utilizar la imaginación del sujeto para la repre-
sentación de estímulos, respuestas y consecuencias, tanto reforzantes como aversivas. Por
ejemplo, podemos enseñar al usuario a que se imagine las consecuencias positivas de terminar
una tarea a tiempo, de tratar adecuadamente a sus compañeros, etc. Esto se puede llevar a
cabo en los momentos de entrada a un taller o aula, aprovechando el tiempo destinado a la
relajación y combinando ambas estrategias mediante instrucciones ofrecidas por el supervisor.
Para finalizar este capítulo, a continuación nos centraremos en la intervención sobre habi-
lidades académicas funcionales para favorecer la conducta relacionada con actividades
prelaborales y laborales.
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120
ENTRENAMIENTO EN
HABILIDADES ACADÉMICAS FUNCIONALES
CONCEPTO
Cuando hablamos de habilidades académicas nos referimos a aquellas tales como la lectura, mate-
máticas, geografía o historia, que complementan las habilidades profesionales o técnicas. Sin
embargo, cuando hablamos de habilidades académicas funcionales estamos refiriéndonos única-
mente a aquéllas directamente relacionadas con la vida en la comunidad, el trabajo y el tiempo
libre. Se parte así de que es importante enseñar habilidades académicas utilizando contenidos de la
vida diaria y de otros contextos inmediatos y futuros donde la persona con discapacidad se va a
desenvolver, para fomentar de este modo el aprendizaje y la generalización de habilidades adquiri-
das. Y ello porque uno de los problemas que caracterizan a las personas con discapacidad psíquica
está relacionado con las dificultades para transferir los conocimientos adquiridos en un contexto a
otra situación.
IMPORTANCIA
Gran parte de la jornada laboral de los profesionales de los centros residenciales, especialmente de
aquéllos que se dedican a actividades formativas, tiene como misión precisamente el entrenamiento
o mejora de este tipo de habilidades. Mediante el empleo de las estrategias expuestas a continuación
es posible abordar la enseñanza de habilidades relacionadas con: 1) la lectura funcional, como son
la identificación de símbolos y señales correspondientes a distintos recintos del centro, la identifi-
cación y denominación de materiales, herramientas y objetos cotidianos, o la puesta en marcha de
conductas de seguridad e higiene; 2) el cálculo y la discriminación, ya sea para la realización de
tareas en talleres (p.e. elegir diámetro de circunferencias y seleccionar brocas adecuadas, cortar lis-
tones iguales a una muestra, cortar hebras de una longitud determinada para confeccionar alfombras
de nudo, pintar piezas de cerámica de determinados colores), para la realización de actividades en
otras estancias del centro como el comedor (p.e. servir, recoger e identificar dietas), o para la realiza-
ción de actividades dentro y fuera del centro (p.e. identificación de monedas y billetes, o manejo del
horario e identificación de tiempos relevantes). Todas estas habilidades han sido trabajadas con
usuarios de los centros residenciales de la Comunidad, por parte de los miembros del GRTHML. Todo
ello será expuesto en el capítulo siguiente.
Además, es importante tener en cuenta que uno de los problemas a los que se enfrentan los ins-
tructores a la hora de llevar a cabo intervenciones con personas con discapacidad, se relaciona con el
mantenimiento y generalización de las habilidades aprendidas. Por ello, en este apartado expondre-
mos estrategias para fomentar dicha transferencia de habilidades. Estas estrategias han permitido
Técnicas de intervención ...
121
intervenir con éxito en los centros residenciales, por parte de los miembros del grupo de trabajo, en
áreas tan diversas como la elección de actividades de ocio y tiempo libre de interior, la generalización
en el manejo del dinero, en actividades de comedor y en el manejo del horario, la generalización de
la puntualidad y la permanencia en el puesto de trabajo, así como la generalización de la disminución
de conductas disruptivas, como las consistentes en desarrollar tareas diferentes a las asignadas
durante las horas de taller.
Además de todo lo expuesto, la importancia del entrenamiento en estas habilidades ha sido amplia-
mente documentada en la investigación sobre discapacidad. Ello hace que, por ejemplo, en los
currículos para favorecer la transición a la vida adulta se haga hincapié en el entrenamiento en
habilidades ocupacionales específicas, habilidades de empleabilidad y habilidades académicas
(Jenaro, 1999a, 1999b; Ohler, Levinson y Sanders, 1995; Phelps y Hanley, 1997; Verdugo y Jenaro,
1994a, 1994b, 1995; Verdugo, Jenaro y Arias, 1998). Y ello porque estas habilidades son uno de los
mejores predictores del empleo en personas con discapacidad (Heal y Rusch, 1995). Además, las
limitaciones en estas habilidades, por ejemplo, en lectura funcional, afectan no sólo a otras habili-
dades académicas y a las oportunidades formativas y laborales, sino también al comportamiento
social, emocional y laboral (Reynolds, Elksnin y Brown, 1996).
Varios estudios indican que para lograr un ajuste laboral en personas con discapacidad es necesa-
rio ofrecer a los usuarios entrenamiento en habilidades académicas relacionadas con el trabajo
(Okolo y Sitlington, 1988). Y ello porque la carencia de estas habilidades conduce a la no obtención
de un empleo, más que a la pérdida posterior del mismo. Es decir, así como para mantener un
empleo es clave la existencia de unas adecuadas habilidades interpersonales, u otras relacionadas
con la supervivencia laboral (Bolton y Roessler, 1986; Burton y Bero, 1984; Farley, Bolton y Little,
1990; Meyer, Cole, McQuarter y Reichle, 1990), para la obtención del mismo es preciso cumplir con
requisitos básicos en los que las habilidades académicas funcionales desempeñan un papel esencial
(Ohler, 1995; Stanzione, 1999).
El objetivo del entrenamiento en estas habilidades en los centros residenciales ha de ser dotar al
usuario de herramientas básicas que faciliten su realización en actividades de la vida diaria, ocio y
tiempo libre y trabajo. En este caso hablamos de trabajo en un sentido más amplio, y no sólo como
actividad remunerada en entornos ordinarios, si bien no cabe duda de que este entrenamiento faci-
litará en gran medida el logro de una mayor independencia así como de unas mayores posibilida-
des de transición a la vida adulta y productiva (Jenaro, 1999a; 1999b).
fono, del reloj). Abundantes pruebas demuestran la posibilidad de emplear estos enfoques para
enseñar habilidades lectoras u otras, a usuarios con diferentes grados y etiquetas de discapacidad
(Conners, 1992; Cuvo y Klatt, 1992; Erickson, et al., 1994; Farmer et al., 1991; Lalli y Browderm, 1993;
Schloss, et al, 1993; Van-Kraayenoord, 1994 ).
A la hora de optar por uno de estos cuatro enfoques en la instrucción de un usuario en particular,
es necesario analizar cuidadosamente los pros y contras. A continuación ofrecemos algunas orien-
taciones para ayudar a tomar una decisión en este sentido.
nales son elegidos de “abajo-arriba”. Es decir, en este caso se parte de un enfoque de “arriba-
abajo” para construir habilidades, comenzando por los requisitos para un funcionamiento adulto
independiente en las cuatro áreas más importantes de la vida: doméstica, ocio-tiempo libre, comu-
nidad, y profesional.
Para llevar a cabo una evaluación correcta de las habilidades que le permitan al usuario funcionar
adecuadamente en esos contextos específicos el educador debe recoger información de los padres,
tutores, cuidadores, personal de la residencia o institución, así como de otras personas pertene-
cientes a los ambientes en los que dicha persona se deberá desenvolver en un futuro. Esto puede
realizarse mediante un Inventario ecológico.
Las fases a seguir para la construcción de este inventario son las siguientes:
1. Identificar las áreas curriculares.
2. Identificar y analizar los ambientes actuales y futuros.
2. Dividir los ambientes relevantes en sub-ambientes.
4. Hacer un inventario de esos sub-ambientes en función de las actividades más importantes
que se realizan en cada uno de ellos.
5. Analizar las actividades para aislar las habilidades que se han de poner en marcha.
Algunos de los aspectos que deben ser considerados a la hora de seleccionar la prioridad de las
habilidades a enseñar:
1. ¿Alguno de los informantes ha considerado esa habilidad crítica para entrar en un progra-
ma futuro o para la seguridad de la persona?
2. ¿Dicha habilidad aparece más de una vez en el inventario (p.e. ha sido indicada por más
de un informante o utilizada en más de un subcomponente?)
3. ¿Se requiere en el ambiente futuro?
4. ¿Es apropiada para la edad cronológica del usuario?
5. ¿Tiene el educador el tiempo, materiales, y lugar apropiados para enseñar y mantener esa
habilidad?
Después de sopesar cuidadosamente cada uno de esos criterios, un educador puede decidir si la ins-
trucción académica generalizada es apropiada para un determinado usuario. A menudo es conve-
niente seleccionar una combinación de enfoques. Por ejemplo, supongamos que un usuario de un
centro ocupacional con 17 años, recibe entrenamiento de cara a convertirse en ayudante de cama-
rero del comedor del Centro. El reconocimiento de las horas específicas es una habilidad importan-
te para él. En cuatro años, no ha sido posible enseñarle la hora, sin embargo, ya que el usuario sólo
necesita identificar la hora para una actividad limitada (hora de inicio de la comida), el maestro
considera más conveniente combinar el segundo y el tercer enfoque académicos. Así, le está ense-
ñando a leer horas concretas utilizando un reloj digital y un dibujo de un reloj. En el área del mane-
jo del dinero, tanto el usuario como sus padres consideraron la utilización del dinero como una
habilidad importante y motivadora a adquirir; por tanto, el educador diseñó un programa para
enseñarle la utilización generalizada de una cantidad limitada de dinero (5, 10 y 20 €) y de mone-
das (0,50, 1, 2 €). La secuencia se ha divido en pasos para adquirirla a lo largo del curso. Cobrar el
cheque mensual y realizar pequeñas compras serán actividades utilizadas para la instrucción.
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124
Supongamos que deseamos enseñar una habilidad académica funcional relacionada con la
lectura, como es el reconocimiento del propio nombre. En este caso, podríamos utilizar la
siguiente estrategia expuesta en la Tabla 21.
Técnicas de intervención ...
125
Este enfoque puede ser utilizado para una habilidad académica funcional, como es el reco-
nocimiento de tiempos clave, tal y como se muestra en la Tabla 22.
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126
Tabla 22. Entrenamiento en manejo del tiempo, según la estrategia de ejemplo prototípico
Habilidad: Decir la hora aproximada al cuarto de hora más cercano (habilidad académica limitada)
Clase de estímulo: todas las formas de relojes con doce números, una manecilla de las horas y otra
de los minutos. Todas las posibles posiciones de las agujas del reloj.
Clase de respuestas: “Esto es ———y cuarto”, “esto es ———y media; “esto es ———en punto”, esto
es ———menos cuarto”.
Factores relevantes de los estímulos: el número de la hora más cercana a; discriminar si la mane-
cilla del minuto está más cercana a 12, 3, 6, ó 9.
Excepciones: relojes digitales, relojes que no incluyen todos los números de las horas.
Conjunto de pruebas: 2:55; 5:05; 9:04 (son casi las ———en punto); 1:11; 7:17; 4;13; 9:21 (son alre-
dedor de ———y cuarto); 1:37; 8:29; 10:27; 3:32 (son alrededor de las ———y media); 11:41; 2:50;
7:43; 9:47 (son alrededor de las ———menos cuarto)
Después de que se domine: Entrenar con un tipo de reloj. Probar la generalización con los siguien-
tes. Continuar el proceso y, finalmente, introducir relojes a los que les falten indicaciones de las
horas.
Instigadores no desvanecidos
El modo más sencillo de enseñar a una persona a leer un símbolo es modelar la palabra
varias veces y eliminar entonces el modelo. El instigador es simplemente eliminado (sin
desvanecimiento gradual) después de varios ensayos. El modelado verbal se ha utilizado
para enseñar la lectura oral de una palabra impresa en personas con deficiencia mental
(moderada y grave) y necesidades limitadas y extensas para aprender a leer sustantivos,
adjetivos, y preposiciones.
Instigadores demorados
Un método ampliamente utilizado para desvanecer un instigador como el modelado
verbal o físico es la demora del tiempo. Este procedimiento es útil para enseñar pala-
bras claves que se encuentran en folletos de instrucciones de la vida diaria. Por
ejemplo, en instrucciones para cocinar, poner la lavadora o usar el teléfono. Este
procedimiento implica los siguientes pasos:
- No demora. Todas las palabras o símbolos son presentados inicialmente con un
modelado inmediato de la respuesta (“Mira la palabra. Lee la palabra “delicado”).
El usuario es reforzado por imitar el modelo correctamente.
- Demora progresiva. Se introduce un programa de demora para cada palabra o
símbolo. Si la palabra es leída correctamente después de la instigación durante
dos ensayos de entrenamiento consecutivos, el educador introduce una demora
de dos segundos. Después de dos ensayos más de imitación correcta en la lectura
de la palabra, la instigación se ofrece con una demora de cuatro segundos. Este
patrón (dos ensayos consecutivos de respuestas correctas, retardando el modelado
2 segundos cada vez) continúa hasta llegar a una demora de ocho segundos.
Entonces, se le da la instigación a los ocho segundos en todos los ensayos siguien-
tes hasta que el aprendiz lea la palabra o identifique el símbolo antes de que
tenga lugar la instigación. En esta fase se ofrece refuerzo por la correcta imitación
del modelo.
- Alternativa si lee sin instigadores. Si la palabra se lee correctamente en dos ensa-
yos consecutivos antes de que tenga lugar la instigación en cualquier momento
Técnicas de intervención ...
129
Instigadores desvanecidos
O desvanecimiento de estímulos. Otro enfoque para diseñar estrategias para transferir
el control de estímulos implica la adición de instigadores en forma de estímulos visuales
(dibujos) seguidos del posterior desvanecimiento gráfico –eliminando componentes de
la instigación o haciéndola progresivamente menor–.
Manuales de Trabajo en Centros
de Atención a Personas con Discapacidad
de la Junta de Castilla y León
130
Otra área susceptible de ser entrenada se relaciona con las destrezas matemáticas, dentro de las
cuales podemos incluir el cálculo, la utilización del dinero, el manejo del tiempo: Conocimiento de
horas y tiempos relevantes, el empleo del teléfono, o la adquisición de habilidades de medición (de
longitud, volumen, peso).
En definitiva, el entrenamiento en estas destrezas permite potenciar habilidades de independencia
y de capacidad de solicitar ayuda, como son:
Técnicas de intervención ...
131
Tras la exposición, en este capítulo, de las estrategias de intervención para mejorar las habilidades
prelaborales y laborales en usuarios con discapacidad intelectual de los centros residenciales de la
Gerencia de Servicios Sociales de la Junta de Castilla y León, procederemos en el siguiente capítulo
a exponer casos concretos de intervenciones realizadas en estos centros, por parte del GRTHM.
Entrenamiento en
Habilidades Prelaborales
y Laborales
135
PRESENTACIÓN
En este capítulo pretendemos mostrar ejemplos de intervenciones destinadas a mejorar los puntos
débiles encontrados en los usuarios de los centros residenciales. Como se recordará, éstos se relacio-
naban con la persistencia laboral, actividades en grupo o trabajo en equipo, socialización con com-
pañeros e independencia. En cuanto a los factores del perfil, los puntos más débiles se relacionaban
con la orientación a la actividad o tarea (f1), tanto en la versión diferenciada para usuarios de CAMP
y de CO, como en la versión unificada. Además, requerían mejorar las habilidades sociales (f2). Así,
centrándonos en primer lugar en las habilidades, es posible definir cada una de ellas como sigue:
Persistencia Laboral: Es la capacidad para mantener el ritmo, el esfuerzo y la calidad en el trabajo a lo
largo del tiempo. Un trabajador persistente demuestra un apropiado nivel de atención, una velocidad
constante y por lo tanto los resultados obtenidos se mantienen durante la jornada de trabajo inde-
pendientemente de condicionantes intrínsecos (p.e. cambios en el estado de ánimo) o variaciones
externas (p.e. presencia de personas ajenas al entorno de trabajo, ruido en el ambiente, etc.). La
persistencia incluye la capacidad para trabajar en tareas repetitivas sin resistencia.
Puede entonces hablarse de dos grupos de habilidades laborales que requieren intervención, por un
lado, las específicamente relacionadas con el desempeño de una tarea laboral, donde se han evi-
denciado déficits relativos a la persistencia, a la independencia, al seguimiento de instrucciones, al
ajuste a los cambios y a la capacidad para solicitar ayuda. Por otro lado, se evidencian limitaciones
relacionadas con las habilidades sociales, cuyos componentes más deficitarios parecen estar rela-
cionadas con las habilidades para trabajar en grupo y en equipo y con la socialización con compa-
ñeros, además de con limitaciones en habilidades de comunicación social.
Estos déficits son comunes a los usuarios de los centros residenciales, independientemente de la
severidad de su discapacidad o del tipo de centro en el que se encuentren y sirven entonces como
criterios para priorizar las intervenciones. No obstante, y como hemos expuesto previamente, las
decisiones sobre el tipo de intervención más adecuado a emplear con un determinado usuario ha de
venir precedido por el análisis de cuáles son las posibles causas para la no emisión de la conducta
deseada. La Figura 17 expuesta en el capítulo 4 nos ayudará a construir posibles hipótesis o expli-
caciones tentativas sobre las causas de los déficits conductuales.
A estas estrategias se pueden unir el empleo de la observación directa y la “entrevista” para detec-
tar posibles razones de un determinado desempeño. Para ello se pueden emplear guías o formula-
rios ad hoc (véase Figura 41).
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de la Junta de Castilla y León
138
PLANIFICACIÓN DE UN
PROGRAMA DE INTERVENCIÓN
Existe una serie de pasos comunes o elementos clave, independientemente del tipo de problema de
que se trate, que se han de emplear para la planificación de la intervención. Dichos elementos apa-
recen en la Tabla 28.
• Así, en el primer paso (identificación de conductas que requieren intervención en los dife-
rentes usuarios) como hemos indicado en capítulos previos, es posible adoptar un enfoque
de arriba-abajo en función de las necesidades o prioridades detectadas en un determinado
centro, aula o taller. El empleo de los perfiles determinará en esos casos cuáles son los ámbi-
tos prioritarios de intervención. Éstos se pueden emplear también para el análisis de cada
uno de los usuarios con quienes estamos trabajando. Además, la utilización de sistemas de
registro uniformes (p.e. los empleados en la sistematización de las becas estímulo, que se
expondrán con más detalle en páginas posteriores) posibilitará el establecimiento de prio-
ridades para la intervención.
• El segundo paso, consistente en la identificación de las posibles causas por las que el sujeto
muestra un déficit conductual, alude a dos estrategias que también hemos mencionado en
capítulos previos. Por un lado, atañe a aspectos organizativos o estructurales que pueden
Manuales de Trabajo en Centros
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de la Junta de Castilla y León
140
ser analizados en grupo y que se relacionan con posibles cambios ambientales o en el sujeto,
que puedan explicar la aparición de un déficit conductual. Para dar respuesta a estos pro-
blemas se ha de emplear una hoja de registro, como la hoja de análisis de rotaciones u otras
similares. En cualquier caso, debe emplearse un sistema estructurado de análisis de las posi-
bles funciones que está cumpliendo una determinada conducta. Por otro lado, el profesio-
nal de atención directa puede emplear el diagrama de construcción de hipótesis expuesto
en la Figura 17 en el anterior capítulo, para tratar de determinar qué problemas subyacen a
la presencia de un déficit conductual.
• La tercera fase, consistente en la especificación de los objetivos de intervención, requiere
identificar la meta a lograr con un determinado usuario. Estos objetivos pueden plantearse
a corto, medio o largo plazo. Aunque no es posible establecer de antemano una única
norma para la subdivisión de objetivos, sí que es recomendable que las evaluaciones de los
progresos se realicen de modo diario y como mínimo, una vez a la semana. Dependiendo
también de la amplitud del objetivo a conseguir o de su molaridad (por ejemplo, emplear
una lijadora) o molecularidad (saber agarrar una lijadora), los objetivos podrán ser incre-
mentados en dificultad o modificados de acuerdo con cada caso concreto. Del mismo modo,
las pruebas de evaluación para determinar los progresos (p.e. cuántas veces vamos a pedir-
le que emplee la lijadora para asegurarnos de que sabe utilizarla, o cuántas veces le vamos
a pedir que agarre este aparato para confirmar que lo ha aprendido) dependerán de lo con-
creta o genérica que sea dicha meta. Otro criterio importante es el de peligrosidad; así,
determinadas conductas requerirán una precisión del 100% es decir, de error cero (p.e.
empleo de una sierra); mientras que otras podrán permitir establecer criterios menos exi-
gentes (p.e. lijar un listón sin dejar rebabas).
• La cuarta fase supone especificar la estrategia de intervención principal: de adquisición de
conductas, de modificación de conducta o de eliminación de variables que interfieren con
la puesta en marcha de una determinada conducta (véase Figura 17).
• El quinto paso, alude a la previsión de materiales, estrategias o técnicas de intervención
auxiliares a una estrategia principal. Como vimos en el capítulo pasado, estrategias como
los instigadores y el reforzamiento ayudan a una adquisición más rápida de una conducta,
es decir, son estrategias auxiliares a las técnicas de adquisición de conductas. Por otro lado,
el empleo de estos instigadores o reforzadores puede hacer más atractivo para el sujeto el
entrenamiento en habilidades académicas funcionales. Es importante tener en cuenta los
criterios expuestos en el apartado anterior, a la hora de elegir los reforzadores, instigado-
res o cualquier otro elemento adicional.
• El sexto paso consiste en la identificación de los momentos en que se va a llevar a cabo la
intervención. Tampoco en este caso es posible identificar un único momento adecuado para
toda intervención. Elementos expuestos en el anterior capítulo y relacionados con criterios
para fomentar la adquisición de comportamientos, así como criterios para la correcta apli-
cación de cada una de las estrategias de enseñanza, determinarán los mejores momentos
para cada caso concreto. A estos criterios “teóricos” se han de añadir los criterios “prácti-
cos” o de viabilidad, es decir, todos esos aspectos organizativos (horarios, ratio
profesor/alumno; etc.) que en muchos casos determinan el momento más adecuado para
intervenir con un sujeto (o un grupo).
• El séptimo paso, requiere especificar los procedimientos a emplear para garantizar que se
está yendo en la dirección deseada o, si ello no fuera así, para poner en marcha estrategias
Entrenamiento en Habilidades...
141
El lector habrá reparado en que no hemos presentado intervenciones destinadas a fomentar la apa-
rición de una conducta que pueda estar inhibida por una excesiva activación fisiológica o por
determinados pensamientos. Ello se debe a que consideramos que si el problema es lo suficiente-
mente severo como para requerir una intervención específica (p.e. terapia para el tratamiento de
una fobia), es responsabilidad fundamental del psicólogo la realización de dichas intervenciones.
Por otro lado, si el problema no es severo, puede verse mejorado con intervenciones como las aquí
expuestas (p.e. mediante modelado se puede hacer ver al usuario que no tiene por qué tener miedo
al ruido de la lijadora orbital).
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142
INTERVENCIONES DESTINADAS A
INCREMENTAR LA MOTIVACIÓN:
MANEJO DE CONTINGENCIAS
En este apartado expondremos en primer lugar una propuesta de intervención para el manejo de
una de las contingencias más habituales o naturales en los centros laborales (o prelaborales), como
es el “salario”. Traducido a nuestros centros, se suele denominar beca-estímulo. En segundo lugar,
expondremos ejemplos de intervenciones individuales o grupales para mejorar destrezas laborales
o sociales.
a) Fundamentación
Como ejemplo de construcción de un sistema estructurado de planificación de contingencias que
permita mejorar la conducta prelaboral y laboral en los centros residenciales dependientes de la
Junta de Castilla y León, se ofrece en este apartado la propuesta de un sistema denominado de
“beca-estímulo” (en el Anexo 5 se puede acceder al sistema completo). Este sistema es acorde con
los principios expuestos en los capítulos previos; a saber:
1. Todos los usuarios son evaluados con los mismos items, independientemente de la severi-
dad de su discapacidad o de sus dificultades; así, entendemos que es importante evaluar
desde etapas tempranas hábitos como el rendimiento y la calidad, incluso en las tareas más
básicas. La evolución vendrá dada por el tipo de tareas/ procesos laborales que ejecute el
usuario.
2. Es importante tener en cuenta la variabilidad interindividual. Así, es preciso definir crite-
rios para asignar a cada uno de los usuarios a un nivel o grupo. Estos criterios suponen una
combinación de factores personales (habilidades manipulativas, nivel intelectual, destre-
zas sociales y ocupacionales, etc.) y de factores de la tarea (p.e. grado de complejidad),
en coherencia con la comprensión interactiva actual del retraso mental (Luckasson y cols.,
2002, en prensa) (véase Figura 42).
Entrenamiento en Habilidades...
143
PRIMER NIVEL: Comprenderá a aquellas personas en las que se observen mayoritariamente las
características siguientes:
A. Destrezas personales y sociales:
- No han adquirido habilidades de la vida diaria.
- Habiendo adquirido las habilidades de la vida diaria, en la mayoría de los casos no las tie-
nen consolidadas en hábitos, por lo que necesitan supervisión.
- Tienen dificultades en la comunicación, expresión y comprensión.
- Necesitan que se les den instrucciones repetidas, sencillas y dadas de una en una.
- Se relacionan escasamente con sus compañeros y/o con los profesionales o su relación es
inadecuada.
- Sin iniciativa para las actividades de ocio y tiempo libre.
B. Destrezas Ocupacionales:
- Sólo tienen habilidades manipulativas básicas.
- Son de ritmo lento o hiperactivos.
- Son inconstantes.
- Hay que repetirles las instrucciones de manera continuada.
- Prestan atención escasa o dispersa.
- Son propensos al cansancio.
- Carecen de iniciativa.
- Necesitan de supervisión continua en las actividades manipulativas.
C. Aspectos funcionales:
- Tienen un retraso mental severo o moderado.
- Tienen graves problemas de visión o audición que limitan la realización de actividades.
- Tienen ataques epilépticos muy frecuentes e incontrolados.
- Su salud limita mucho y significativamente las actividades diarias.
- Tienen graves limitaciones en los miembros superiores e inferiores que condicionan la rea-
lización de actividades.
- Tienen conductas inadaptadas.
- El pronóstico de aprendizaje se prevé que será muy lento y a largo plazo.
- Con dificultades en la adquisición de conocimientos básicos: colores, formas, dimensio-
nes, seriaciones, etc.
Precisan de atención de manera continuada y de apoyo generalizado para realizar sus actividades.
3. Se han de especificar los criterios para posibilitar la promoción de un nivel a otro más ele-
vado, teniendo en cuenta la importancia de trabajar para mejorar las habilidades de los
usuarios.
Manuales de Trabajo en Centros
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de la Junta de Castilla y León
144
4. Es importante contar con una definición operativa de los aspectos a evaluar, ya que ello
contribuye a incrementar la fiabilidad de la evaluación. Además, la definición operativa
de habilidades resulta útil para personal nuevo que no esté familiarizado con el sistema de
calificación y para objetivar las valoraciones emitidas por diferentes evaluadores (p.e.
diferentes maestros de taller) (véase Figura 43).
7. Para que la beca estímulo cumpla con sus objetivos, el sistema de pagos ha de ser regular
y accesible al usuario, esto es, contingente. Ha de guiarse entonces por los principios
expuestos en capítulos previos de este manual.
b) Concepto de beca-estímulo
Por beca estímulo se alude a una cantidad económica que se asigna a cada usuario con el fin de
motivarle y mejorar su desempeño en el taller en función de tres aspectos: 1) aspectos ocupaciona-
les (habilidades manipulativas); 2) comportamiento en el taller (cumplimiento de reglas y normas)
y 3) habilidades sociales en el puesto de trabajo.
c) Objetivos
Son dos: 1) creación de hábitos y habilidades laborales básicos y 2) perfeccionamiento de los hábi-
tos y habilidades adquiridos.
La equivalencia entre la puntuación y la cantidad recibida se expone en la Tabla 29. En ella se puede
observar cómo la puntuación máxima es igual en todos los casos; también lo son las habilidades
evaluadas; lo que varía es el grado de complejidad que comportan los distintos niveles (y por tanto
su retribución) en función del tipo de tareas que desempeña el usuario en cada nivel.
Tabla 29. Recompensa máxima en función del nivel al que pertenece cada usuario
Nivel Puntuación Máxima Equivalencia En Euros
1 100 60
2 100 48
3 100 36
a) Objetivo:
Lograr la adquisición de la conducta “Dirigirse a la maestra con corrección”.
c) Procedimiento:
1. Realización de contrato verbal.
2. Descripción de la conducta problema con el usuario.
3. Al menos dos veces al día dirigirse a la maestra con corrección.
4. Si se cumplen los requisitos señalados consigue 4 puntos diarios.
5. Al final de cada semana se analiza el desempeño, teniendo en cuenta las fichas obtenidas. Si se
han obtenido 20 fichas, se entrega un vale intercambiable por un estuche escolar.
e) Evaluación
a) Objetivo:
“Dirigirse y contestar correctamente a sus compañeros”.
c) Procedimiento:
1. Realización de contrato verbal.
2. Descripción de la conducta problema con el usuario.
3. Observación del cumplimiento o no de la conducta: “dirigirse a los compañeros con corrección”.
4. Si se cumplen los requisitos señalados se obtienen 4 puntos diarios.
5. La obtención de un número suficiente de puntos (20 puntos a la semana o lo que es lo mismo,
cuatro puntos diarios) da lugar a la obtención de un vale por un puzzle.
Entrenamiento en Habilidades...
151
e) Evaluación
Observaciones: “El usuario durante las dos semanas que ha durado este programa, ha modi-
ficado su conducta. Ha controlado sus impulsos, ha contestado a sus compañeros de manera
adecuada, con tranquilidad, ha pedido las herramientas con educación, no se ha enfadado
cuando los compañeros la corregían en algún error en la tarea que estaba realizando, ha
trabajado en equipo y no ha discutido. Su relación con el resto del grupo ha cambiado sus-
tancialmente, así lo reconocieron estos, cuando la maestra les preguntó en una reunión que
se hizo en el taller”.
En este caso (Tabla 31) se puede observar cómo la intervención ha sido eficaz. El usuario ha obteni-
do los reforzadores, ha mejorado su conducta y ha sido consciente de las consecuencias de la emi-
sión o no de la conducta adecuada. Ha adquirido además una mayor capacidad para controlar su
propia conducta.
a) Procedimiento
Antes de empezar se pone en conocimiento del Jefe de Area, de los Educadores y de los Maestros de
Taller, la intención de llevar a cabo un programa de economía de fichas. Consideramos necesario
establecer dos sistemas diferentes, según el ámbito de aplicación y el tipo de usuarios al que se apli-
cará. Para realizar el primer programa, contamos con la colaboración del educador. Elegimos un
grupo de cuatro usuarios de aulas, dos para cada Educador, trabajando con cada uno de ellos un
único objetivo. En cada caso el objetivo específico a lograr es distinto, tal y como se indica en la
Tabla 32.
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de la Junta de Castilla y León
152
Para realizar el trabajo, se confeccionan dos tipos de fichas para cada uno de ellos. En una se pone un
sello al final de la jornada si se ha conseguido el objetivo, en la otra se pegan las cartulinas, una por
cada sello, que se cambiarán por regalos, cada uno de un valor. Al final, si se consigue rellenar la ficha,
consigue un regalo mayor. Durante la jornada, si va bien, se les dan reforzadores gratuitos (Tabla 33).
Como aspectos facilitadores, se les procura poner con compañeros que no les alteren o distraigan y
que el ambiente sea relajado, a ser posible con buena música. Para el otro programa, al contar con
la colaboración de la maestra de taller, se hace extensivo a todos los usuarios de los dos talleres,
siendo un total de diecisiete usuarios. Para cada usuario se fijan los objetivos a conseguir, de acuer-
do con la programación realizada en cada taller y para cada usuario (Tabla 34).
El sistema de economía de fichas lleva asociado un sistema de coste de respuesta, si bien, para evi-
tar los “números rojos” se cuenta con pre-avisos (a modo de tarjetas), que tratan de convertirse en
estímulos discriminativos –instigadores– elicitadores de una conducta adecuada (véase Tabla 37).
En este sentido y en cuanto a la penalización, si durante una semana solo se tiene una tarjeta roja,
se considera como un aviso, si se acumula más de una tarjeta roja, se entra en penalización con-
sistente en la retirada de una tarjeta verde por cada tarjeta roja adicional. Por su parte, la tarjeta
amarilla es el acumulador de los puntos semanales para la obtención de reforzadores “caros” por lo
que su valor es el que figure escrito en ella.
Manuales de Trabajo en Centros
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de la Junta de Castilla y León
154
Para potenciar la eficacia del programa se cuenta con una serie de aspectos facilitadores. En este
sentido se ha de distinguir entre colectivos e individuales. Respecto a los primeros, estrategias de
eficacia probada son el refuerzo verbal-social, la verbalización de los refuerzos a conseguir, la
cuantificación de los refuerzos y la visualización de los mismos en un panel del taller. en cuanto a
los individuales, en la Tabla 38 se exponen dichos reforzadores para los distintos usuarios.
b) Evaluación
Para llevar a cabo el registro de los progresos de cada usuario se cuenta con una variedad de hojas
de registro o fichas resumen.
En primer lugar, con una ficha para cada usuario en la que se plasma la consecución o no de la con-
ducta objetivo para cada uno de los días lectivos del mes (véase parte inferior de Figura 50). Esta
ficha es individual para cada usuario (véase Figura 51). En segundo lugar, se cuenta con una ficha
para trasladar el registro diario a registros semanales y mensuales con la indicación de la conducta
lograda y los reforzadores obtenidos, así como cualquier comentario a destacar (véase Figura 52).
Usuario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Mes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Conductas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Observaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
En tercer lugar, se cuenta con una ficha resumen que permite verificar la conducta del usuario en
cada semana y día de la misma, así como los reforzadores obtenidos y su conducta en función del
taller al que asiste (véase Figura 53). Esta hoja de registro permite también analizar posibles fun-
ciones que cumple la conducta y puede ser un complemento útil a la hoja de análisis de las rota-
ciones incluida en el anexo 1 de este manual. En cuarto lugar, y como complemento a la anterior, se
emplea una ficha resumen que permite analizar conjuntamente la evolución de todos los usuarios,
en lo que se refiere a su conducta en los diferentes talleres a los que asiste, a los refuerzos obtenidos,
acumulados, costes de respuesta, etc., (véase Figura 54).
Manuales de Trabajo en Centros
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Usuario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Mes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Conductas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Observaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
no 1
no 2
no 3
no 4
no 5
no 6
no 7
no 8
no 9
no 10
no 11
no 12
no 13
no 14
no 15
no 16
no 17
Observaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Figura 54. Ejemplo de hoja de registro de conducta semanal y según taller, de un grupo de usuarios
Entrenamiento en Habilidades...
157
En quinto lugar, esta ficha resumen que acabamos de exponer se traslada a un formato de análisis
mensual, que permite valorar el rendimiento de cada usuario en el mismo sentido previamente indi-
cado, con una periodicidad mayor (véase Figura 55). En sexto lugar, es posible emplear una ficha
resumen para indicar la conducta del usuario en la puesta en marcha de los procesos o tareas, acti-
vidades y habilidades requeridas en los distintos talleres (véanse Figuras 56 y 57).
no 1
no 2
no 3
no 4
no 5
no 6
no 7
no 8
no 9
no 10
no 11
no 12
no 13
no 14
no 15
no 16
no 17
Observaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Figura 55. Ejemplo de hoja de registro de conducta mensual y según taller, de un grupo de usuarios
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no 2
no 3
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no 6
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no 8
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no 13
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no 16
no 17
Observaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Figura 56. Ejemplo de hoja de registro de conducta de un grupo de usuarios, en función de los pro-
cesos, actividades y habilidades requeridas
Figura 57. Imagen de hoja de registro de conducta de un grupo de usuarios, en función de los pro-
cesos, actividades y habilidades requeridas
Entrenamiento en Habilidades...
159
d) Resultados
Tras llevar a cabo cuatro evaluaciones semanales, de los 16 casos que fueron objeto de intervención
en las siguientes conductas: pedir ayuda, orden y limpieza, no interferir en momentos inapropiados
y puntualidad, quince de los 16 usuarios mostraron mejorías (tal y como evidenciaron las evalua-
ciones) y uno de los usuarios no mostró cambios en su conducta. Estos resultados atestiguan la
utilidad de la intervención basada en economía de fichas.
Manuales de Trabajo en Centros
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160
INTERVENCIONES DESTINADAS
A INCREMENTAR LA DISCRIMINACIÓN:
EMPLEO DE INSTIGADORES
Incluimos aquí ejemplos relacionados con el uso de estímulos discriminativos para mejorar habili-
dades laborales o prelaborales en talleres, aulas, salas comunes, etc. En todos los casos se trata de
emplear imágenes, fotografías, símbolos, etc., que ayuden a la puesta en marcha de una conducta.
Como hemos venido exponiendo a lo largo de este manual, en muchos casos los instigadores son
empleados como técnicas adicionales en intervenciones destinadas tanto a mejorar la motivación
como a la adquisición de conductas. De ahí que aunque en este apartado nos centremos únicamente
en intervenciones basadas en el empleo de instigadores, esta estrategia es recomendable para faci-
litar cualquier tipo de aprendizaje.
Procedimiento
1. Existen diferentes plantillas; (tantas como distintas ruedas haya). Estas plantillas están
ordenadas en un lugar determinado. En todos los casos el maestro reclama la atención del
usuario para que se fije en la planilla, de modo que ésta acabe ejerciendo una función de
estímulo discriminativo (véanse Figuras 58 y 59).
2. El maestro ordena al usuario que haga un agujero para poner un eje a una rueda de coche,
tren, tractor,etc. El usuario tiene que colocar dicha plantilla en la base del taladro para
sujetar la rueda.
3. Para utilizar la broca el usuario cogerá la plantilla con los diferentes diámetros e irá pro-
bando las brocas hasta dar con la adecuada
4. Seguidamente el usuario cogerá una plantilla de ruedas e irá probando a introducir la
rueda, hasta que de con la plantilla correspondiente.
5. A continuación el usuario colocará dicha plantilla, con una rueda dentro, en la base del
taladro y la sujetará lo más centrada posible, para realizar el agujero.
6. Por último, se realizan todos los taladros seguidos de las ruedas correspondientes a coche,
tren, tractor, etc.
La habilidad se considerará adquirida, cuando el usuario tenga la suficiente capacidad para utilizar
una plantilla determinada por sí solo y realice la actividad sin errores. Una vez adquirida esta habi-
lidad se tratará de ir retirando o desvaneciendo –en aquellos casos en que sea posible– los instiga-
dores visuales, de modo que la conducta se realice cada vez con la mayor independencia posible.
Figura 61. Instigadores para servir e identificar dietas en las mesas y a los usuarios correspondientes
Otro aspecto importante de las habilidades para trabajar como camarero (o para entrenar a un
usuario en la adquisición de estas habilidades que a su vez mejoran las destrezas de vida en el
hogar, de independencia en la alimentación, etc.) es reconocer los cubiertos adecuados para cada
uno de los alimentos a consumir. En este caso se emplean también instigadores visuales a través de
diversas modalidades de lenguaje (escrito, pictórico) para ayudar a iniciar la acción relacionada
con la preparación de la mesa (Figura 62).
Figura 62. Instigadores para poner los cubiertos en la mesa, dependiendo del menú
Para que dichas señales adquieran poder como estímulos discriminativos, y se conviertan por tanto
en elicitadores de una conducta objetivo (en este caso, los desplazamientos independientes) es fun-
damental que el maestro de taller, educador o entrenador en general anime al usuario a prestar aten-
ción a los distintos carteles señalizadores y a reconocer sus características diferenciales. Es también
fundamental que todos los miembros del centro compartan la importancia de este entrenamiento y
animen y refuercen en el mismo sentido al usuario por cada uno de sus logros relacionados, en este
caso, con los desplazamientos independientes (Figura 64).
Los instigadores han de ser realistas y adecuados a la edad. Han de ser además informativos y siem-
pre que sea posible han de combinar diferentes medios de comunicación (escrita, visual, etc.) de
modo que favorezcan el uso progresivo de medios cada vez más simbólicos (lenguaje escrito o
capacidad de reconocer espacios por su nombre) en todos los usuarios. La colocación de símbolos
convencionales dentro del centro no sólo favorece el reconocimiento de espacios sino que potencia
las posibilidades de generalización de lo aprendido a contextos externos al centro (Figura 65).
Entrenamiento en Habilidades...
165
INTERVENCIONES DESTINADAS
A ADQUIRIR CONDUCTAS
En este apartado se presentan programas centrados en intervenciones para la adquisición de con-
ductas motoras (a través de técnicas como el modelado o el encadenamiento), de habilidades de
solución de problemas y de autocontrol, que revierten a su vez en un gran número de conductas
prelaborales y laborales, y de habilidades académicas funcionales relacionadas con el manejo del
tiempo, dinero, o lectura funcional.
Evaluación
La evaluación se realiza de modo diario por el maestro de taller (Tabla 40). El registro es mostrado
al usuario, así como la valoración otorgada por el maestro. Se pretende así fomentar el autocontrol
así como reforzar las mejoras observadas. La evaluación realizada evidencia mejoras, así como la
necesidad de continuar con el entrenamiento hasta lograr una postura adecuada.
Entrenamiento en Habilidades...
167
análisis de tareas realizado en la primera fase, según el cual, los pasos que hay que
seguir son: 1) localizar el primer agujero libre; 2) introducir el ganchillo en el agujero;
3) seleccionar la hebra de lana; 4) doblar la lana correctamente (igualar); 5) bajar el
ganchillo introduciendo la lana en la lengüeta; 6) subir el ganchillo y pasarlo por
delante; 7) igualar y apretar el nudo; 8) realizar el siguiente nudo; 9) colocar nudos
de colores según diseño.
4. Con cada usuario se trata de lograr la realización de esta tarea del modo más inde-
pendiente posible. Con algunos usuarios la tarea termina aquí y con otros se pasa a
las fases más generales (hasta la preparación de la alfombra para su venta o almace-
naje). Para facilitar el aprendizaje se emplean instigadores así como refuerzos secun-
darios.
5º. Además de la adquisición de las habilidades motrices o manipulativas requeridas
para la confección de la alfombra, se trabaja simultáneamente la adquisición de
palabras clave relacionadas con la tarea. En nuestro caso estas palabras son: diseño;
agujero libre; doblar; hebra; delante; igualar; apretar; siguiente; orden; revisar;
corregir; rematar. Además, se enseña al usuario a denominar y a reconocer los mate-
riales empleados en la tarea: arpillera, ganchillo, lana (fagots o vara de medir y tije-
ras), gatos de sujeción, protectores de madera, diseños, tijeras y aguja. Se puede
emplear el enfoque de equivalencia, mencionando el nombre y asociándolo a la
palabra escrita y a la demostración de su uso.
Por otro lado, dado que se va a emplear una estrategia consistente en el entrenamiento en habili-
dades de solución de problemas, para mejorar esa conducta de dependencia, se procede al empleo
del formulario que detalle los pasos clave de este proceso, y que se expusieron en el capítulo 4. Éstos
aparecen resumidos en la Tabla 42.
Todo ello se puede aplicar a los distintos usuarios con déficits en habilidades para la solución de
problemas. A modo de ilustración, seguidamente exponemos la aplicación de estos pasos a un pro-
blema concreto (los nombres y otros factores se han modificado para evitar la identificación de
usuarios, profesionales y centros, como hemos venido haciendo).
• Primer Paso: Identificación de las conductas que requieren intervención: En el caso de
Antonio, el problema es que durante las actividades del taller de barro tiende a tomar los
materiales y herramientas a sus compañeros de trabajo y a interrumpir su actividad.
Pregunta todo el tiempo al maestro y si éste no le presta atención de inmediato le grita y
se enfada.
• Segundo Paso: Identificación de las posibles causas por las que el sujeto muestra un déficit
conductual. Para ello, se ha empleado por el maestro de taller la hoja de análisis de las rota-
ciones (que es susceptible de ser empleada para este análisis concreto). Los resultados más
relevantes obtenidos son los siguientes (Tabla 43):
Entrenamiento en Habilidades...
171
Además, de la observación del usuario, se deduce que las personas que interactúan con éste son sus
compañeros y la maestra de taller. Estas interacciones consisten en recibir instrucciones, comentar
actividades, trabajar en cadenas productivas. Ante las demandas de atención excesivas por parte
del usuario, algunos compañeros reaccionan agrediéndole, otros se quedan parados, se genera
malestar en el taller. Por otro lado, del análisis realizado con otros profesionales del centro, se dedu-
ce lo siguiente: Esta conducta aparece también en otros talleres cuando no se le presta atención. Por
otro lado, la conducta reduce su frecuencia en las aulas y otros talleres donde hay menos usuarios.
También se reduce cuando se le dan trabajos individuales y la maestra observa su trabajo perma-
nentemente. Por contra, la conducta incrementa su frecuencia cuando trabaja en cadena y la maestra
da instrucciones a otros usuarios.
Del análisis se deriva también que el refuerzo ante la conducta alternativa es escaso, pues general-
mente se le atiende cuando pone en marcha la conducta inadecuada. Por otro lado, y en cuanto al
análisis de la relación entre los factores: Después de rellenar los diferentes apartados y de discutir-
los con los compañeros, se llega a la conclusión de que es la primera vez que el alumno participa
de trabajos en grupo, en otros talleres siempre había desempeñado tareas individuales y había
estado con menos usuarios. Cuando hay más alumnos en el taller y cuando la maestra da instruc-
ciones a otros se incrementa la conducta. El usuario tiene las conductas necesarias para la realiza-
ción de la tarea por sí mismo, pero carece de habilidades adecuadas para solucionar por sí mismo
los problemas, y acude a la maestra como modo de obtener atención y supervisión del proceso.
• Tercer Paso: Especificar objetivos de intervención: Producir mejoras continuas en las conductas
relacionadas con la independencia y capacidad de solicitar ayuda (véase Perfil).
• Cuarto Paso: Identificación de la estrategia de intervención principal: entrenamiento en
solución de problemas.
Manuales de Trabajo en Centros
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172
Las situaciones problemáticas que se plantean entonces durante el trabajo en grupo con los usua-
rios son las siguientes: 1) chico que pregunta demasiado aún conociendo la tarea, lo que denota una
gran dependencia respecto al maestro de taller; 2) chico que pregunta demasiado dado que no sabe
no recuerda los pasos a seguir, bien por que la tarea es compleja o amplia o por que no comprende
las instrucciones; 3) chicos que al no saber cómo continuar con la realización de una tarea, llevan a
cabo conductas como: distraerse, abandonar la tarea, quitar los materiales a sus compañeros; que-
darse parado sin preguntar; hablar y molestar a los demás, preguntar de modo inadecuado.
• Segundo Paso: Definición y formulación del problema: Se delimita el problema de este
usuario y con la ayuda de sus compañeros del taller se establecen las consecuencias de la
presentación de la conducta inadecuada: “se crea un mal ambiente, todos tardan más en
terminar sus trabajos, la calidad del producto no es la misma, los compañeros no van a
querer trabajar con este usuario”. Se establece una meta concreta: “que el usuario trabaje
durante la hora de taller sin distraer a sus compañeros y sin llamar todo el rato a la maestra”.
Manuales de Trabajo en Centros
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174
En una segunda fase de intervención, llevada a cabo entre mayo y junio de 2001, como continua-
ción de la iniciada en el mes de abril, se trabajó con 11 casos distribuidos entre tres centros. En cada
uno de éstos se realizaron entre 2 y 5 evaluaciones semanales, tal como refleja la Tabla 49. Por otro
lado, en la Tabla 50 se especifican los resultados de la intervención en cada uno de los items y para
los 11 usuarios. Se observa un incremento en las puntuaciones totales a lo largo de las semanas de
intervención para 10 de los 11 usuarios. Los ítems en que se observan mayores cambios son: pide
ayuda o cosas con educación, pregunta cuando la tarea no ha quedado clara, pide ayuda cuando
la tarea es muy difícil, sabe cuándo se ha equivocado y lo corrige, trabaja sin necesidad de muchas
ayudas, cada vez pide menos ayuda.
Entrenamiento en Habilidades...
177
El tiempo de intervención empleado fluctuó entre cuatro y 10 semanas, de los cinco centros donde
se trabajaron estos aspectos.
Las Figuras 66 y 67 muestran las evaluaciones pre- y post tratamiento. Se ofrecen las puntuaciones
obtenidas en los items del PACG y del Perfil, en ambos momentos de la evaluación. Se puede obser-
var la existencia de mejoras en todos los casos, más llamativas en el caso del primer centro, donde
se llevó a cabo la intervención mas prolongada (10 semanas, frente a las cuatro o cinco de los otros
centros).
Manuales de Trabajo en Centros
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de la Junta de Castilla y León
178
Figura 66. Promedio de puntuaciones en independencia, pre-post intervención, medidas con el PACG
Figura 67. Promedio de puntuaciones en independencia, pre-post intervención, medidas con el PACG
Entrenamiento en Habilidades...
179
Concretamente, los problemas trabajados en esta área se relacionan con conductas como: pedir
ayuda cuando no es necesario, pedir las cosas inadecuadamente, no seguir el horario, no solucio-
nar problemas por uno mismo y trabajar con muchas ayudas. Los pasos de la planificación de la
intervención se resumen en la Tabla 51.
Manuales de Trabajo en Centros
de Atención a Personas con Discapacidad
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180
Dependiendo de las conductas objeto de intervención, los formularios pueden cambiar su formato.
Así mismo, las mayores o menores habilidades del usuario permitirán el empleo de diferentes for-
matos de registro. Así por ejemplo, existen formatos más complejos como el que presentamos a con-
tinuación.
En la Figura 70 se pueden observar las habilidades objeto de intervención, en este caso relaciona-
das con el comportamiento laboral y con el rendimiento. Se observa además cómo la calificación es
susceptible de ser valorada desde “mal” hasta “excelente”.
Entrenamiento en Habilidades...
183
Así mismo, teniendo en cuenta la clasificación previa existente de los usuarios en niveles, en fun-
ción de sus habilidades, se utiliza un criterio de ponderación que permita: 1) que todos los usuarios
reciban puntuaciones por la mejora de sus conductas; 2) que aquellos usuarios que tienen mayor
nivel deban realizar las conductas con más precisión pero se puedan beneficiar de mayores refuer-
zos, y a la inversa (Figura 71). Este aspecto se observa con mayor claridad en la Figura 72, en la que
se especifica también la puntuación máxima semanal y mensual. Estas puntuaciones van asociadas
a un listado de reforzadores, que han sido previamente escogidos por el sujeto, esto es, se ha con-
trastado su poder como reforzador.
Puntuaciones Ponderadas según Nivel – NIVELES 1 - 2 - 3
Concepto Calificación Puntuación
1. Puntualidad E 5
B 4
R 2
M 0
2. Seguimiento de Instrucciones E 10
B 8
R 5
M 0
3. Estado Emocional E 5
B 4
R 2
M 0
4. Adaptación al grupo E 10
B 8
R 5
M 0
5. Aseo E 5
B 4
R 2
M 0
6. Interés E 15
B 10
R 5
M 0
7. Aceptación de Críticas E 10
B 8
R 5
M 0
14. Cuidado Materiales E 5
B 4
R 2
M 0
15. Conservación y limpieza E 5
B 4
R 2
M 0
Figura 71. Criterios para puntuar las diferentes conductas
Entrenamiento en Habilidades...
185
3) Resultados de la intervención
La intervención mediante estrategias de autocontrol se llevó a cabo entre los meses de mayo y julio
de 2002, si bien, se sigue empleando en la actualidad en muchos casos. Se intervino en cinco cen-
tros residenciales, con 23 usuarios, que fueron evaluados entre 1 y 6 veces, con una periodicidad de
una vez a la semana. Los aspectos que recibieron entrenamiento se relacionan con la capacidad
para solicitar ayuda y con la independencia, tal y como se ha expuesto previamente.
En la Tabla 52 se exponen los resultados de la intervención. Centrándonos únicamente en los 16
usuarios que se autoevaluaron en más de una oportunidad, puede observarse cómo: nueve han pre-
sentado mejoras en su habilidad para solicitar ayuda, cuatro han seguido igual, dos han presentado
retrocesos1, uno ha presentado un desempeño variable consistente en un aumento y posterior des-
censo –no significativo– en la puntuación semanal. Además, las evaluaciones de los usuarios evi-
denciaron que: (1) el autorregistro es una actividad motivadora para la mayoría de los usuarios; y
que (2) a mayor tiempo de intervención con esta técnica, mejores resultados.
Manuales de Trabajo en Centros
de Atención a Personas con Discapacidad
de la Junta de Castilla y León
186
Por último es importante destacar cómo en todos los ítems se registraron mejoras, concretamente
en los referidos a: “pido ayuda al maestro cuando es necesario” (en 8 casos), “pido ayuda o cosas
con educación” (5 casos), “sigo el horario previsto” (5 casos), “soluciono problemas por mi
mismo” (2 casos) y “trabajo sin necesidad de muchas ayudas” (2 casos). Los items que evidenciaron
mayores incrementos fueron: “pido ayuda al maestro cuando es necesario” y “trabajo sin necesidad
de muchas ayudas”.
2) Evaluación
Para la evaluación de los progresos del entrenamiento se cuenta con una hora de registro que es
cumplimentada por el responsable del entrenamiento, tras finalizar cada una de las sesiones, así
como una vez finalizada la intervención, para contrastar el mantenimiento y transferencia o gene-
ralización de habilidades a otros contextos no entrenados (Figura 73).
• Objetivos generales: 1) conocer y cumplir normas para lograr el orden y la limpieza tanto
personal como de los lugares de trabajo, para lograr que sean estancias agradables donde
todos se encuentren a gusto; 2) habituar a los usuarios a cumplir unas normas generales
básicas de comportamiento para prevenir situaciones problemáticas; 3) reconocer las señales
de peligro y situaciones peligrosas en los lugares de trabajo (aulas y talleres) para evitar
accidentes; 4) desarrollar el sentimiento de responsabilidad mediante la distribución de
tareas.
• Objetivos específicos: 1) saber qué es el aseo personal y cómo puede influir en nosotros mismos
y en los demás; 2) atender aquellos aspectos de nuestro cuerpo importantes para sentirnos
bien y parecer agradables ante los demás; 3) conocer y aplicar distintas normas generales
de orden y limpieza en los lugares donde normalmente se trabaja; 4) cumplir consejos gene-
rales para prevenir accidentes, lesiones o situaciones problemáticas; y 5) reconocer y respetar
señales de peligro y seguridad.
• Materiales: fichas, pinturas, papel adhesivo, cartulinas, tijeras, reglas, revistas, vídeo,
televisión.
• Conceptos: El entrenamiento consiste en la adquisición de nociones relacionadas con el aseo
y apariencia personal, el orden y la limpieza, las señales de peligro y seguridad y las nor-
mas de prevención de accidentes. Es decir, se entrena el reconocimiento de símbolos escri-
tos, pictóricos, etc., relacionados con estos conceptos. Es por tanto un entrenamiento en
“lectura funcional”
• Metodología: En un principio se lleva a cabo un aprendizaje mas teórico en el aula, por
medio de fichas, realización de carteles y comentarios y ejemplos reales y próximos a ellos,
Entrenamiento en Habilidades...
189
Después de esta primera fase, que a la vez sirve de motivación, se ponen en práctica las normas y
hábitos de seguridad e higiene, repitiendo siempre que sea necesario (para fomentar el recuerdo
mediante el sobreaprendizaje) y utilizando el refuerzo ante cualquier actuación o actitud positiva
en este sentido. Cada usuario que sigue este programa es “responsable” de tareas, fijadas previamente
(asignación de tareas simples), tanto individuales como colectivas, (trabajo en equipo - reparto de
tareas). Por ejemplo: se encarga de recoger y limpiar su lugar de trabajo después de llevar a cabo
alguna tarea (limpieza de mesa, recogida de materiales...). Semanalmente, cada uno puede ser el
“encargado” de colocar algún aspecto del aula o taller (barrer el taller, ordenar los materiales,
preparar los útiles o herramientas...).
En el entrenamiento se presta especial atención a los siguientes aspectos:
• utilización de un lenguaje sencillo, asegurándonos de su comprensión y atención. Se hará
uso de los sistemas de comunicación alternativos o aumentativos que cada persona necesi-
te. Se debe también respetar el tiempo de asimilación y aprendizaje, repitiendo las veces
necesarias, buscando la forma de que llegue el mensaje al usuario;
• entrenamiento en habilidades de reconocimiento de símbolos, signos, etc., a modo de “lec-
tura funcional”, trabajando cada aspecto en particular, hasta asegurarnos de que se ha
producido la comprensión de los mismos antes de pasar a los siguientes;
• instrucción sistemática y diaria en situaciones naturales, esto es, en el aula o taller, con el
fin de desarrollar actitudes y aptitudes positivas mediante la adquisición de rutinas; y
• entrenamiento por parte de diferentes profesionales (educadores, encargados de taller...),
siendo fundamental la coordinación entre todos ellos y óptimamente la programación
conjunta.
Para favorecer el entrenamiento nos servimos de estrategias de apoyo como son: 1) Utilización de
todo tipo de apoyos individuales tanto verbales como físicos; 2) Utilización de reforzamientos inter-
mitentes; 3) Utilización de estímulos naturales y de contingencias naturales; 4) Utilización de insti-
gadores (verbales, etiquetas, carteles) Progresivamente la instigación debe minimizarse hasta
lograr que ellos mismos y de forma independiente lleven a cabo las tareas y estas se conviertan en
hábitos que formen parte de su rutina diaria. El material se procurará que sea lo más gráfico posi-
ble. Una de las actividades de apoyo se relaciona con la realización de fichas (Figura 74).
Manuales de Trabajo en Centros
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de la Junta de Castilla y León
190
Ficha 1
Comenta este dibujo:
¿Qué diferencias ves entre estas personas?
¿Cuáles te parecen que están más aseadas
y limpias?
¿Por qué el primero no ofrece buen aspecto?
¿Está peinado?; ¿Fuma?; ¿Tiene la ropa limpia?;
¿Está aseado?; ¿Cómo olerá?
¿Cuál de estas personas no te gustaría que fuese
tu compañero?; ¿Por qué?; ¿Qué diferencias ves?
¿A quién te pareces tú más?
¿Te fijas en si vas aseado o no?
¿Te preocupas de peinarte, afeitarte, echarte
colonia y lavarte?
Colorea con un color que te guste las personas
que más te agradan y con un color que no te
guste las que no.
ASEO PERSONAL
PENSAMOS Y DIALOGAMOS
¿Qué es el aseo personal?
Ducharse Peinarse
¿Cuándo nos aseamos?
¿Por qué es bueno que estemos limpios
y aseados?
¿Qué te gusta más, estar al lado de una Lavarse los dientes Afeitarse
persona limpia y aseada o de un compa-
ñero que huela mal y haga guarrerías?
¿Qué puedes hacer tú para estar bien
aseado y que tus compañeros estén a Echarse colonia Cortarse las uñas
gusto a tu lado?
Para estar limpio y aseado debemos:
Lavarse las manos Lavarse el pelo
Estas serán las habilidades a desarrollar de forma progresiva. Se emplean además técnicas adicio-
nales como son:
• I∑ nstigadores visuales: consistentes en: a) carteles recordatorios atractivos, que ayuden a la
adquisición de hábitos; así como en b) etiquetas adhesivas colocadas en los distintos pro-
ductos, materiales y lugares destinados para cada uno de ellos, que señalen dónde deben
ser colocados y ordenados; y en c) señales de prohibición y peligro ubicadas donde sean
necesarias en el aula o taller.
• M
∑ odelado: con diferentes variantes, a saber: a) modelado en vivo y en situaciones reales,
realizado por los profesionales quienes mostrarán un grado de exigencia en cuanto a la
apariencia, normas de comportamiento, cuidado de materiales etc., y dedicarán el tiempo
del horario que sea necesario e insistirán y recodarán que después de cada sesión se debe-
rán llevar a cabo tareas de limpieza y orden (personal y del espacio); 2) en vivo y en situa-
ciones simuladas o rol – play de situaciones problemáticas por falta de orden y limpieza
(p.e. tropezar con algo, resbalar por estar el suelo mojado, no atender a una orden del res-
ponsable, cortarse con objetos punzantes o cortantes por no estar en su sitio, que los demás
muestren rechazo por falta de aseo personal); 3) en situaciones grabadas: consistentes en
ver videos sobre el tema (p.e. se pueden conseguir en la Consejería de Trabajo, Departa-
mento de Seguridad e Higiene de la Junta de Castilla y León).
2) Evaluación
Se lleva a cabo una evaluación inicial individual para determinar los niveles de habilidad ya exis-
tentes (línea base) y los puntos más flojos en los que tendremos que insistir (Tabla 53). Luego la
evaluación debe ser continua, cada cierto periodo de tiempo, dependiendo del ritmo y el tiempo
que se dedique al desarrollo de cada habilidad. Debemos basarnos en la observación sistemática,
registrando las observaciones que nos parezcan oportunas. Por ej: estado anímico del usuario,
grado de motivación, si necesita recordárselo siempre, tipos de apoyo verbal o físico, refuerzos que
se utilizan y los de más éxito etc. El seguimiento se realizará por parte de los profesionales por sepa-
rado y se contrastarán resultados.
Figura 75. Objetivos operativos y normas de los juegos de que se compone el Eurotrivial
En la Figura 77 se pueden ver ejemplos de preguntas “blancas” y “de color” de acuerdo con las casi-
llas respectivas en las que puede “caer” un usuario (léanse normas del juego en Figura 76). Se puede
observar cómo las preguntas blancas requieren habilidades de discriminación o reconocimiento,
memorización o recuerdo, cálculo, comparación, etc. Todo ello suponen habilidades matemáticas
funcionales. Las preguntas de color combinan actividades lúdicas –que potencian habilidades
motrices, entre otras– con actividades de lectura funcional y de matemáticas funcionales.
El juego requiere además el registro del rendimiento o conducta de los participantes. Permite ade-
más la comparación de rendimiento entre centros (Figura 78). Estas hojas pueden ser empleadas
como sistemas de evaluación para comparar rendimientos intrasujeto (p.e. ante distintos tipos de
tareas) entre talleres, centros, etc.
Manuales de Trabajo en Centros
de Atención a Personas con Discapacidad
de la Junta de Castilla y León
196
Tabla 56. Centros en los que se ha intervenido en habilidades académicas funcionales y resultados
obtenidos
CENTRO Casos No Evaluaciones Aspectos trabajados Progreso
Semanales
1 5 4 - Conocimiento del horario de aulas y talleres Usuario 1 +
- Manejo de la cabina de esmaltar Usuario 2 +
- Amasar barro reciclado Usuario 3 +
Usuario 4 +
Usuario 5 +
2 11 4 - Reconocimiento de espacios Usuario 1 +
- Poner, servir y quitar mesa Usuario 2 +
identificando tipo de dieta Usuario 3 =
Usuario 4 +
Usuario 5 =
Usuario 6 +
Usuario 7 +
Usuario 8 +
Usuario 9 +
Usuario 10 +
Usuario 11 +
3 1 4 - Seguir instrucciones de montaje Usuario 1 +
en el taller de madera
4 4 - Confección de alfombra de nudo
- Manejo del tiempo
- Diferenciación de materiales
- Identificación de espacios
5 4 4 - Aseo Personal Usuario 1 +
- Orden y seguridad en el puesto de trabajo Usuario 2 +
Usuario 3 +
Usuario 4 +
6 1 - Aprendizaje de nombres de objetos comunes
7 4 - Regar un seto
- Cortar listones igual a una muestra
- Rematar medio punto / Punto de cruz
- Cortar hebras de igual longitud
8 4 - Identificación de moneda
Total 34