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COMISION DIOCESANA DE LITURGIA

RIO IV

CELEBRACIONES
Ministros extraordinarios de la Comunión

1
ESQUEMA DE UNA CELEBRACION DE LA PALABRA
PARA UN MINISTRO EXTRAORDINARIO DE LA COMUNION

RITOS INICIALES

Saludo inicial
Una vez congregados los fieles, se comienza con un canto de entrada y luego el
ministro se santigua:

M: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

R: Amén

Acto penitencial
El ministro invita a realizar una oración penitencial.

M: Hermanos, humildemente, con el corazón arrepentido,


reconozcamos nuestros pecados
Se puede rezar en este momento el Pésame, Yo confieso, alguna otra oración o
canto penitencial adecuado. También se puede utilizar la siguiente fórmula:

M: Tú que has destruido el pecado y la muerte con tu resurrección:


Señor, ten piedad
R: Señor, ten piedad

M: Tú que has renovado la creación entera con tu resurrección: Cristo


ten piedad.
R: Cristo, ten piedad

M: Tú que das alegría a los vivos y a la vida de los muertos con tu


resurrección: Señor, ten piedad
R: Señor, ten piedad

M: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone


nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R: Amén
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LITURGIA DE LA PALABRA

Las lecturas se tomaran del Leccionario según el día que corresponda

- Primera Lectura

- Salmo responsorial

- Evangelio según san N.


Luego proclama el Evangelio y al terminar la lectura dice:

M: Palabra del Señor

Todos aclaman:

R: Gloria a ti, Señor Jesús

Oración de los fieles


A las peticiones que se encuentran en el esquema se pueden añadir otras que se
adapten a las necesidades especiales de la comunidad o al tiempo litúrgico que se
estuviere transitando.

El ministro dice:

A cada intención respondemos: “Jesús, escúchanos”

- Por toda tu Iglesia, pastores y fieles para que venciendo los


obstáculos cotidianos puedan salir presurosos a anunciarte al mundo,
oremos...

- Por los gobernantes del mundo, especialmente, por los de nuestro


país, para que la fuerza de tu misericordia ilumine las decisiones a
tomar a favor del pueblo más necesitado, oremos…

- Por los más pobres e indefensos de nuestra sociedad, para que


encuentren lo que necesitan en personas comprometidas con tu amor,
oremos…

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El ministro termina la plegaria común con una oración conclusiva

M: Señor que no dejas de alimentar a tu Iglesia con el Misterio del


Cuerpo y la Sangre preciosa, concédenos encontrar siempre nuestra
alegría en la abundancia de tus Dones. Por el mismo Jesucristo
nuestro Señor.
R: Amén

LA SAGRADA COMUNION

Concluida la oración de los fieles, el ministro extiende el corporal sobre


el altar y se acerca al lugar donde está reservada la Eucaristía, toma el
copón y lo coloca sobre el corporal en el altar y hace genuflexión.
Luego introduce la oración del Padre Nuestro con las siguientes
palabras:
M: Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina
enseñanza, nos atrevemos a decir:

Padre nuestro, que estas en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga


a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como
también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes
caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén

RITO DE LA PAZ

Se invita a los fieles con estas palabras a darse la paz

M: Hermanos, démonos fraternalmente la paz


El ministro hace una reverencia profunda, toma el pan consagrado y,
sosteniéndolo lo muestra al pueblo, diciendo:

M: Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.


Dichosos los invitados a la cena del Señor.

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R: Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra
tuya bastará para sanarme.
Se distribuye la comunión mientras se canta. Acabada la comunión, el ministro
purifica la patena. Si se juzga oportuno, se pueden guardar un sagrado silencio o
cantar un salmo o cántico de alabanza.

Después el ministro dice una oración conclusiva:

M: Oremos

Señor Dios, derrama con abundancia la gracia del sacramento pascual


en nuestras almas, para que nos hagas dignos de tus dones a quienes
has llevado por el camino de la salvación eterna. Por Jesucristo
Nuestro Señor.

R: Amén

RITO DE CONCLUSION

El ministro se santigua junto a los demás fieles mientras dice:

M: Que el Señor todopoderoso nos bendiga, nos libre de todo mal y


nos lleve a la vida eterna.

R: Amén.

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CELEBRACION PARA LA COMUNION DE LOS ENFERMOS

POR UN MINISTRO EXTRAORDINARIO

RITO DE ENTRADA
SALUDO

Llegado junto al que va a comulgar, el ministro, vestido de modo acorde a su


ministerio, saluda cordialmente al enfermo y a los presentes, utilizando si es
oportuno, la formula:

Paz a esta casa y a todos sus moradores.


Luego, colocado el Sacramento sobre la mesa, lo adora junto con los presentes,
invitándolos a que respondan a una aclamación eucarística que podría ser:

Ministro:

Adoremos a Jesús presente en este Sacramento.


Todos:

Adoremos a Jesús, presente en este Sacramento.


O bien:

Ministro:

Este es el misterio de la fe
Todos:

Anunciamos tu muerte,

Proclamamos tu resurrección.

Ven, Señor Jesús


O bien:

Ministro:

Bendito y alabado sea el santísimo Sacramento del altar

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Todos:

Sea por siempre bendito y alabado.


ACTO PENITENCIAL

El ministro exhorta a los presentes a hacer el acto penitencial, diciendo:

Renovemos nuestra conversión a Dios,

Renunciando a los pecados

Con que lo hemos ofendido.


O bien:

Siempre ofendemos a Dios

Y necesitamos su perdón;

Recordemos ahora nuestras faltas

Y manifestemos nuestro arrepentimiento.


Después de una breve pausa de silencio, se continúa con el acto penitencial con
una de las formulas siguientes:

1° fórmula

Yo confieso ante Dios todopoderoso

Y ante ustedes, hermanos,

Que he pecado mucho

De pensamiento, palabra, obra y omisión


Y golpeándose el pecho, dicen:

Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa


Luego prosiguen:

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,

A los ángeles, a los santos

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Y a ustedes, hermanos,

Que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.


El ministro concluye:

Dios todopoderoso

Tenga misericordia de nosotros,

Perdone nuestros pecados

Y nos lleve a la vida eterna.


El pueblo responde:

Amén.
2° fórmula

El ministro invita a los fieles al acto penitencial:

Hermanos, reconozcamos nuestros pecados,

Para que seamos dignos

De participar de esta sagrada celebración.


Se hace una breve pausa en silencio. Después, el ministro dice:

Señor,

Ten misericordia de nosotros.


El pueblo responde:

Porque hemos pecado contra ti.


Luego prosigue:

Muéstranos, Señor,

Tu misericordia.
El pueblo responde:

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Y danos tu salvación.
El ministro concluye:

Dios todopoderoso

Tenga misericordia de nosotros,

Perdone nuestros pecados

Y nos lleve a la vida eterna.


El pueblo responde:

Amén.
3° fórmula

El ministro invita a los fieles al acto penitencial:

Hermanos, reconozcamos nuestros pecados,

Para que seamos dignos

De participar de esta sagrada celebración.


Y hace una breve pausa de silencio.

Luego, el ministro o uno de los presentes dice:

Tú, que nos conseguiste la salvación

Por medio de tu Misterio Pascual.

Señor, ten piedad.

R. Señor ten piedad.

Tú, que no cesas de renovar las maravillas de tu Pasión.

Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú, que por la recepción de tu Cuerpo

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Nos haces partícipes del Sacrificio Pascual.

Señor, ten piedad

R. Señor, ten piedad


El ministro concluye:

Dios todopoderoso

Tenga misericordia de nosotros,

Perdone nuestros pecados

Y nos lleve a la Vida eterna

R. Amén.
LITURGIA DE LA PALABRA

Luego, algunos de los presentes o el mismo ministro, según las circunstancias,


puede leer un texto de la Sagrada Escritura. Se recomienda, vivamente, leerle a la
persona enferma el Evangelio del día para estar en consonancia el tiempo litúrgico
correspondiente y en comunión con la oración de toda la Iglesia. Se exponen
textos bíblicos eucarísticos que también pueden usarse:

Jn 6, 54-55

El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y Yo


lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera
comida y mi sangre, la verdadera bebida.
II

Jn 6, 54-58

El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y Yo


en él. Así como Yo, que he sido enviado por el Padre que tiene
Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come
vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que
comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá
eternamente.
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III

Jn 14, 6

Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino


por mí.
IV

Jn 14,23

El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; e


iremos a él.
V

Jn 14, 27

Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo.


¡No se inquieten ni teman!
VI

Jn 15, 4

Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como


el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid,
tampoco ustedes, si no permanecen en mí.
VII

Jn 15,5

Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí,


y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden
hacer.
VIII

1 Cor 11,26

Siempre que coman este pan y beban esta copa, proclamarán la


muerte del Señor hasta que El vuelva.

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IX

1 Jn 4, 16

Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos


creído en él. Dios es amor, y el que permanece en el amor
permanece en Dios, y Dios permanece en él.

LITURGIA DE LA COMUNION

El ministro introduce la recitación del Padre nuestro con estas palabras u otras
semejantes.

Ahora, hermanos, oremos junto a Dios, nuestro Padre, con la


oración que nuestro Señor Jesucristo nos enseñó:
Y todos juntos continúan:

Padre nuestro, que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre;

venga a nosotros tu reino;

hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;

perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden;

no nos dejes caer en la tentación,

y líbranos del mal.


Luego, el ministro muestra el santísimo Sacramento, diciendo:

Este es el Cordero de Dios

Que quita el pecado del mundo.

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Felices los invitados al banquete celestial.
El enfermo y los presentes dicen:

Señor, no soy digno

de que entres en mi casa,

pero una palabra tuya

bastará para sanarme.


Acercándose el ministro al enfermo y teniendo la hostia un tanto levantada, dice:

El Cuerpo de Cristo.

(La Sangre de Cristo)


El enfermo responde:

Amén.
Y recibe la comunión

Los que van a comulgar lo hacen en la forma acostumbrada.

Terminada la distribución de la comunión, el ministro purifica como de costumbre.


Si pareciera oportuno, se guarda un momento de silencio. Luego el ministro reza
la oración conclusiva.

Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno.

Te suplicamos con viva fe,

Que el santísimo Cuerpo de tu Hijo Jesucristo

(la preciosísima Sangre de tu hijo Jesucristo)

Que nuestro (a) hermano (a) ha recibido,

Le sirva para bien de su alma y de su cuerpo,

Y como remedio para alcanzar la Vida eterna.

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Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos responden:

Amén.
II

Oremos.

Dios nuestro,

que has realizado la redención humana

por el misterio pascual de tu Hijo unigénito,

concédenos, en tu bondad,

que cuantos anunciamos con fe

la Muerte y Resurrección de Cristo

bajo los signos sacramentales,

podamos experimentar, cada vez más,

los efectos de tu salvación.

Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén
III

Oremos.

Infunde en nosotros Padre,

Tu espíritu de amor

Para que, saciados con el único Pan de vida,

Permanezcamos unidos en la misma fe.

Por Jesucristo nuestro Señor.

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R. Amén.
IV

Oremos.

Padre y Señor nuestro, que la participación

en esta mesa celestial nos santifique

para que, por el Cuerpo y la Sangre de Cristo,

se realice en nosotros la unión fraterna.

Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén
V

Oremos.

Saciados con el alimento espiritual,

te rogamos , Padre,

que por la participación en este santo misterio,

nos enseñes a valorar sabiamente

las realidades terrenas,

con el corazón puesto en las celestiales.

Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén
VI

Oremos.

Después de haber recibido estos gloriosos misterios,

Padre, te damos gracias porque,

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aún viviendo en la tierra,

ya nos haces partícipes de los bienes del cielo.

Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén
VII

Oremos.

Dios todopoderoso, concede a quienes has alimentado

con tus sacramentos,

servirte con una vida santa.

Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén
VIII

Oremos.

Señor, que nos hiciste compartir el mismo Pan

Y el mismo Cáliz,

concédenos vivir de tal manera que, unidos a Cristo

demos frutos con alegría para la salvación del mundo.

Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén.

IX

Oremos.

Saciados con el pan de la mesa celestial,

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te suplicamos, Padre,

que este alimento de nuestra caridad

nos fortalezca y nos impulse a servirte en los hermanos.

Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén
X

Oremos.

Te damos gracias, Padre, por la Eucaristía

que nos ha alimentado;

imploramos tu misericordia para que,

por el Espíritu Santo,

quienes recibimos la fuerza de lo alto

perseveremos fielmente.

Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén
XI

Oremos.

Señor, alimentados con el pan de la Vida.

te pedimos humildemente

que nos confirmes siempre en tu amor

y que podamos llevar una vida nueva.

Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén

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Tiempo pascual

XII

Oremos.

Infunde en nosotros Padre, tú espíritu de amor,

para que, saciados con los sacramentos pascuales

permanezcamos unidos en la misma fe.

Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén
XIII

Oremos.

Padre, los sacramentos de tu Hijo, que hemos recibido,

Nos renueven espiritualmente

Y nos conviertan en nuevas creaturas.

Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén
XIV

Oremos.

Dios todopoderoso,

que nos haces renacer a la vida eterna;

por la Resurrección de Cristo,

concédenos que los sacramentos pascuales

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den fruto abundante en nosotros,

e infunde en nuestro corazones

la fuerza de este alimento de salvación.

Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén
El ministro se signa a sí mismo, diciendo una de las invocaciones siguientes:

Ministro:

El Señor nos bendiga, nos defienda de todo mal

Y nos lleve a la Vida eterna.


Y todos responden:

Amén

II

Que nos bendiga y nos custodie

El Señor omnipotente y misericordioso,

El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.


Y todos responden:

Amén.

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RITUAL DE LAS EXEQUIAS EN LA SALA VELATORIA
Comienza la celebración con la señal de la cruz

E n el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo

1. Salmo 129

Se invita a las persona presentes a realizar la siguiente oración

Rezamos juntos respondiendo: “Mi alma espera en el Señor”

Desde lo más profundo te invoco, Señor, ¡Señor, oye mi voz!


Estén tus oídos atentos al clamor de mi plegaria. R.

Si tienes en cuente las culpas, Señor, ¿Quién podrá subsistir?


Pero en ti se encuentra el perdón, para que seas temido. Mi alma
espera en el Señor, y yo confío en su palabra. R.

Mi alma espera al Señor, más que el centinela la aurora. Como el


centinela espera la aurora, espere Israel al Señor, porque en él se
encuentra la misericordia y la redención en abundancia: él
redimirá a Israel de todos sus pecados. R.

2. Oración

El ministro continua con la siguiente oración:

Oremos.

Señor, escucha la súplica que te hacemos,

Implorando tu misericordia por tu servidor (a) N.

a quien has llamado de este mundo a tu presencia.

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Concédele la luz y la paz que no tienen fin

Y permítele participar

De la asamblea de tus santos.

Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén.

3. Lectura bíblica

El ministro invita a escuchar la lectura de un texto bíblico

Escuchamos la Palabra de Dios

Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los cristianos de


Filipos (Cap. 3, 20-21)

Nosotros somos ciudadanos del cielo, y esperamos


ardientemente que venga de allí como Salvador el Señor
Jesucristo. El transformará nuestro pobre cuerpo mortal,
haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso, con el poder que
tiene para poner todas las cosas bajo su dominio.

Palabra de Dios

R. te alabamos Señor

4. Oración de los fieles

El ministro invita a las personas reunidas a ofrecer su suplicas al Señor

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Hermanos invoquemos confiadamente a Dios todopoderoso, que
resucitó de entre los muertos a su Hijo Jesús para salvar a vivos
y difuntos. Respondemos: “Escúchanos Señor”

 Por N., que recibió en el bautismo el germen de la vida


eterna, para que el Señor le conceda ser compañero(a) de
los Santos. Oremos…

 Por este(a) hermano(a) nuestro(a) que se alimento con el


cuerpo de Cristo, Pan de vida eterna, para que el Señor lo(a)
resucite en el día final. Oremos…

 Para que el Señor olvide los pecados de este(a) hijo(a)


suyo(a) y lo (a) aceptes junto a Él en el lugar de la luz y de la
paz. Oremos…

 Para que el Señor reconforte con la fe y la esperanza de la


Vida eterna a los que lloramos entristecidos la partida de
este(a) hermano(a) nuestro(a). Oremos….

5. Padre Nuestro ( mientras se reza el Padre Nuestro, el


ministro rocía el cuerpo con agua bendita)

El ministro invita a todos los presentes a continuar rezando

Rezamos juntos la oración que Jesús nos enseñó: Padre


Nuestro…
Se realiza la oración final

Concédele, Señor, el descanso eterno.

R. Y brille para él la luz que no tiene fin.

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Que el alma de N. y de todos nuestros queridos difuntos, por la
misericordia de Dios, descansen en paz.

R. Amén
La celebración concluye con la señal de la cruz

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

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RITUAL DE EXEQUIAS PARA SEPULTURA
(en el cementerio)

1. Recepción del Féretro en el cementerio

Comienza la celebración con la señal de la Cruz


En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén
Se rocía con agua bendita el féretro y comienza la procesión hacia el sepulcro.

2. Procesión hacia el sepulcro

Durante la procesión se puede ir rezando Padre Nuestro, Ave María y Gloria o


recitando algún salmo, como éste, por ejemplo (Sal. 23)
El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.
El me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas; me guía por el recto sendero,
por amor de su Nombre.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos; unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo.

3. En el sepulcro
Al llegar al sepulcro se lee la siguiente lectura
Escuchamos la Palabra de Dios:
Lectura de la Carta del Apóstol San Pablo a los cristianos de Roma:
Hermanos: Si hemos muerto con Cristo, creemos que también
viviremos con Él. Sabemos que Cristo, después de resucitar, no muere
más, porque la muerte ya no tiene poder sobre Él.
Palabra de Dios.
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Luego se realiza la siguiente oración
Señor, que estás atento a las súplicas de tus fieles
y conoces sus buenos deseos, concede a tu hijo/a N.,
a quien hoy sepultamos, cumpliendo este deber de misericordia
que consiga la felicidad eterna junto con tus santos y elegidos.
Por Jesucristo, Nuestro Señor.
R. Amén.
Y se rocía el sepulcro con agua bendita mientras se reza Padre Nuestro y Ave
María.
Concédele, Señor, el descanso eterno.
R. Y brille para él, la luz que no tiene fin.
Que descanse en paz
R. Amén
Que el alma de N. y de todos nuestros queridos difuntos, por la
misericordia de Dios, descansen en paz.
R. Amén.

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ADORACIÓN EUCARÍSTICA.

Tema: VIRGEN MARÍA

“Con María contemplamos a Jesús Eucaristía”

(Texto base: La anunciación. Lc. 1, 26-38).

Se expone el Santísimo Sacramento mientras se canta.

GUÍA: Hoy queremos encontrarnos con Jesús presente en la


Eucaristía de la mano de María. Ella fue elegida por Dios para ser su
Madre, pero también aprendió a ser discípula del Señor durante toda
su vida, teniendo siempre una actitud de adoración.

GUÍA: Escuchemos y meditemos la Palabra de Dios.

LECTOR 1:

En el sexto mes, el Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad
de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida
con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El
nombre de la virgen era María. El Ángel entró en su casa y la saludó,
diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo". Al oír
estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía
significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: "No temas, María, porque
Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás
por nombre Jesús; María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor,
que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Ángel se alejó”.

Palabra del Señor.

GUÍA: En un momento de silencio, dejemos resonar en nuestro


corazón la Palabra de Dios que hemos escuchado. Escuchemos y
meditemos la Palabra de Dios.
Breve Silencio

LECTOR 1: El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo:


"¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo".

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Cuando el Señor nos habla, lo reconocemos por un signo indudable: la
alegría. Toda palabra que el Señor nos dirige va acompañada por esa
profunda alegría que proviene del Amor de Dios que quiere colmar
nuestras vidas con su gracia.

ORANTE 1: Te pedimos María, que siempre tengamos, como vos,


nuestro corazón abierto a la gracia de Dios para que lo llene con su
amor y podamos contagiar alegría al mundo entero.

LECTOR 2: “Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se


preguntaba qué podía significar ese saludo.”

El corazón atento al Señor que habla, siempre se sorprende. Su Amor


nos supera en todo sentido. Tanto amor, tanta gratuidad, nos deja sin
palabras. ¿Cómo comprender que Dios quiera que seamos
instrumentos de su amor en el mundo? ¿Cómo comprender que Dios
quiera llenar nuestros corazones de tanta alegría?

ORANTE 2: Te pedimos María, que nunca perdamos la capacidad de


asombro ante el misterio del infinito amor misericordioso de Dios.
Se puede hacer un canto sobre María.

LECTOR 1:

“El Ángel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido


.Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús... El
Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá
con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de
Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez,
y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes,
porque no hay nada imposible para Dios.”

¿Cómo no va a surgir en nuestro corazón un poco de temor cuando el


Señor nos pide que depositemos toda nuestra confianza sólo en Él? Y
Dios lo sabe, conoce nuestro corazón mejor que nosotros mismos. Y
por eso muchas veces nos muestra su Amor a través de signos
concretos que debemos aprender a verlos y a descubrir en ellos ese
Amor.
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LECTOR 1: María, te pedimos un corazón atento a Dios que nos
habla, que nos invita a confiar sólo en Él. Que llevemos siempre
grabado en nuestros corazones el recuerdo de que “nada es imposible
para Dios”, y este nos impulse a “saltar a sus brazos” de Padre.

LECTOR 2:

“María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en
mí lo que has dicho". Y el Ángel se alejó.”

ORANTE 2: Como María queremos responder a Dios diciéndole sí a


su proyecto de amor y de vida. Por eso los invitamos a responder a
cada oración: “Enséñanos a decir sí”

- A Jesús que manifiesta su ternura y misericordia entregándose por


entero en la Eucaristía…

- A Jesús que nos invita a adorarlo…

- Al Espíritu Santo que nos impulsa a ser seguidores de Jesús y


mensajeros de su buena noticia…

- Al Espíritu Santo que nos envía a llevar la Buena Noticia a los


pobres…

- A María, que con su ejemplo me invita al servicio de los demás...


Se pueden agregar algunas más espontáneamente, según las circunstancias de la
comunidad y luego se puede realizar otro canto a la Virgen.

ORANTE 2: Te pedimos María, Madre nuestra, que nos ayudes a


estar siempre atentos y disponibles para escuchar la voz del Señor
que nos quiere hablar e invitar a seguirlo. Que sepamos escucharlo en
cada momento de nuestra vida cotidiana y responderle “sí”.
Breve silencio

LECTOR 1: El Papa Francisco nos dice acerca de la Virgen María:

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“…María es la mujer de fe, que vive y camina en la fe, y «su
excepcional peregrinación de la fe representa un punto de referencia
constante para la Iglesia». Ella se dejó conducir por el Espíritu, en un
itinerario de fe, hacia un destino de servicio y fecundidad. Nosotros
hoy fijamos en ella la mirada, para que nos ayude a anunciar a todos
el mensaje de salvación, y para que los nuevos discípulos se
conviertan en agentes evangelizadores. En esta peregrinación
evangelizadora no faltan las etapas de aridez, ocultamiento, y hasta
cierta fatiga, como la que vivió María en los años de Nazaret, mientras
Jesús crecía: «Éste es el comienzo del Evangelio, o sea de la buena y
agradable nueva. No es difícil notar en este inicio una particular fatiga
del corazón, unida a una especie de “noche de la fe” –usando una
expresión de san Juan de la Cruz–, como un “velo” a través del cual
hay que acercarse al Invisible y vivir en intimidad con el misterio. Pues
de este modo María, durante muchos años, permaneció en intimidad
con el misterio de su Hijo, y avanzaba en su itinerario de fe” (Nº 287).

ORANTE 1: A María, la mujer de fe que vive y camina en la fe le


decimos juntos repitiendo:

- Bendita sea la excelsa Madre de Dios María Santísima.

- Bendita sea su santa e inmaculada concepción.

- Bendita sea su gloriosa Asunción.

- Bendito sea el nombre de María, Virgen y Madre.

Dios te Salve María…


Se puede realizar otro canto.

LECTOR 2: Rezamos ahora con la oración del Papa Francisco a la


Virgen:

Virgen y Madre María,


tú que, movida por el Espíritu, acogiste al Verbo de la vida
en la profundidad de tu humilde fe,
totalmente entregada al Eterno, ayúdanos a decir nuestro «sí»
ante la urgencia, más imperiosa que nunca,
de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús.
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Tú, llena de la presencia de Cristo,
llevaste la alegría a Juan el Bautista,
haciéndolo exultar en el seno de su madre.
Tú, estremecida de gozo,
cantaste las maravillas del Señor.
Tú, que estuviste plantada ante la cruz
con una fe inquebrantable
y recibiste el alegre consuelo de la resurrección,
recogiste a los discípulos en la espera del Espíritu
para que naciera la Iglesia evangelizadora.
Consíguenos ahora un nuevo ardor de resucitados
para llevar a todos el Evangelio de la vida
que vence a la muerte.
Danos la santa audacia de buscar nuevos caminos
para que llegue a todos
el don de la belleza que no se apaga.
Tú, Virgen de la escucha y la contemplación,
madre del amor, esposa de las bodas eternas,
intercede por la Iglesia, de la cual eres el icono purísimo,
para que ella nunca se encierre ni se detenga
en su pasión por instaurar el Reino.
Estrella de la nueva evangelización,
ayúdanos a resplandecer en el testimonio
de la comunión, del servicio, de la fe ardiente y generosa,
de la justicia y el amor a los pobres,
para que la alegría del Evangelio
llegue hasta los confines de la tierra
y ninguna periferia se prive de su luz.
Madre del Evangelio viviente,
manantial de alegría para los pequeños,
ruega por nosotros.
Amén. Aleluya.
El Sacerdote o diácono realiza la bendición con el Santísimo Sacramento. Se
reserva el Santísimo mientras se entona un canto.

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ADORACIÓN EUCARÍSTICA.

Tema: VIRGEN MARÍA

“Con María vamos deprisa al encuentro del hermano”

(Texto base: La Visita de María a su prima Isabel. Lc. 1, 39-45)

Se expone el Santísimo Sacramento mientras se canta.

GUÍA: Queremos comenzar esta adoración a Jesús presente en el


Santísimo Sacramento del Altar de la mano de la Virgen María, la
“mujer eucarística” como la llamaba San Juan Pablo II, porque ella por
su relación profunda con Jesús, nos lleva a su presencia.

ORANTE 1: Te adoramos Jesús, que nacido de María, te hiciste


nuestro hermano, te adoramos presente en la Eucaristía. En unión con
tu madre María te ofrecemos la alabanza, la acción de gracias y
nuestras súplicas.

GUÍA: Queremos dejarnos iluminar por la Palabra de Dios. Por eso


invocamos al Espíritu Santo para descubrir el mensaje que Dios tiene
preparado para decirnos.
Se pueden hacer oraciones espontáneas invocando al Espíritu Santo o cantos.

LECTOR 1:

En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la


montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su
seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, apenas ésta oyó el saludo de
María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu
Santo, exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es
el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor

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venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi
seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue
anunciado de parte del Señor".

Palabra del Señor.

GUÍA: En un momento de silencio, dejemos resonar en nuestro


corazón la Palabra de Dios que hemos escuchado. Escuchemos y
meditemos la Palabra de Dios.
Breve Silencio

Se puede hacer un canto.

LECTOR 1: María va rápido a ver a su prima Isabel, va de prisa para


ayudarla en sus necesidades. María no se queda dando vueltas en
sus cosas sino que piensa en servir y ayudar. Nosotros también como
ella queremos ir deprisa al encuentro del hermano para anunciarle a
Cristo y ayudarlo en sus necesidades.

ORANTE 1: Por eso vamos a rezar a Jesús para que nos enseñe a
estar siempre dispuestos a ser servidores. Vamos a responder todos a
cada oración: “Que seamos, como María, tus servidores, Señor”

LECTOR 2: Que seamos humildes como María, no queriendo más


que ser tus servidores, sabiendo que contribuimos a la salvación del
mundo no con una obra nuestra sino sólo poniéndonos plenamente a
tu disposición. Oremos…

LECTOR 1: Que seamos, como María, hombres y mujeres de


esperanza: sólo si creemos en tus promesas y en la salvación que
esperamos de Vos, podrás llamarnos a tu servicio. Oremos…

LECTOR 2: Que seamos, como María, hombres y mujeres de fe,


creyendo en tu Palabra, sostenidos por tu Amor. Oremos…

LECTOR 1: Que seamos, como María, hombres y mujeres de tu


Palabra: que tu Palabra sea nuestra casa, que hablemos y pensemos
con tu Palabra, que tu Palabra se convierta en la nuestra, y así,

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nuestros pensamientos estarán en sintonía con los tuyos, y nuestro
querer con tu querer. Oremos…

LECTOR 2: Que seamos, como María, hombres y mujeres de amor, y


que podamos transmitir ese amor en gestos concretos y en nuestra
atención para con los más pobres, afligidos y alejados. Oremos…

ORANTE 2: Enséñanos María a ser como Tú, siempre atenta a las


necesidades de nuestros hermanos, enséñanos a estar siempre
dispuestos a servir a Jesús en los más pobres y enfermos.
Se pueden agregar espontáneamente intenciones y luego hacer un canto referido
al servicio.

LECTOR 1: Decía San Juan Pablo II: “María ha anticipado también en


el misterio de la Encarnación la fe eucarística de la Iglesia. Cuando, en
la Visitación, lleva en su seno el Verbo hecho carne, se convierte de
algún modo en «sagrario» –el primer «sagrario» de la historia– donde
el Hijo de Dios, todavía invisible a los ojos de los hombres, se ofrece a
la adoración de Isabel, como «irradiando» su luz a través de los ojos y
la voz de María.” .
Se puede hacer un canto referido al servicio.

ORANTE 1: Hacemos nuestras las palabras de Martín Descalzo para


dar gracias a María:

Te damos gracias, María, por ser una mujer. Gracias por haber sido
una mujer como mi madre y por haberlo sido en un tiempo en el que la
mujer era como no ser nada. Gracias por haber sido una mujer libre y
liberada de la historia, porque fuiste la única no atada al pecado, a la
mediocridad. Sos la única verdaderamente llena de gracia y de vida.
Gracias por que fuiste valiente, gracias por no tener miedo, gracias por
fiarte del Dios que te estaba llenando del Dios que venía, no a quitarte
nada, sino a hacerte más mujer. Gracias por que entendiste la
maternidad como un servicio a la vida ¡y qué Vida! Gracias por seguir
siendo madre y mujer en el cielo, por no cansarte de amamantar a tus
hijos de ahora. Amén

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Dios te salve María…

GUIA: Queremos terminar esta adoración con el propósito de ser


como María: atentos a las necesidades de los hermanos y yendo
deprisa a servirlos. Con este propósito nos disponemos a recibir la
bendición.
El Sacerdote o diácono realiza la bendición con el Santísimo Sacramento. Se
reserva el Santísimo mientras se entona un canto.

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COMISION DIOCESANA DE LITURGIA

EMAIL: liturgia.diocesisrioivcba@gmail.com

FACEBOOK: Liturgia Rio Cuarto

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