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Sacerdote Martín Lutero

EL SANTÍSSIMO SANTORAL
CATÓLICVS, VIDAS Y EXEMPLOS
QUE AVRIRÁN LAS MENTES Y LAS
ALMAS DE LOS QUE VIVEN EN LA
OSBCVRIDAD

Año 1520
El verdadero santuario católico 3

No ha muchos días atrás, di en visitar nuestra Biblioteca Popular Bernardino


Rivadavia, y huroneando entre sus libros encontré uno muy antiguo que
estaba caído y olvidado detrás de un armario, donde entre polvos y telarañas
quizá estuviera desde hace una centuria, y viendo que en su raída tapa estaba
impreso su título y el nombre de su autor, por conocerlo de la Historia
medieval, me interesó grandemente, y pedí permiso para llevármelo a mi casa
al bibliotecario, que me lo regaló porque nunca estuvo inventariado y ya le
faltaban muchas de sus hojas, y en la quietud de mi escritorio lo leí
detenidamente desde la primera, que decía así:

Padre Martín Lutero

EL SANTÍSSIMO SANTORAL
CATÓLICVS, VIDAS Y EXEMPLOS
QUE AVRIRÁN LAS MENTES Y LAS
ALMAS DE LOS QUE VIVEN EN LA
OSBCURIDAD

Año 1520

A manera de prólogo aclaratorio:

“No me mueve otro motivo al escribir éste Santísimo Santuario


católico, hecho de burlas y deshecho de veras, que el ofender,
insultar y desenmascarar a través del ridículo y la ironía las tonterías
y fábulas que enseña la santa iglesia católica a la que pertenezco o
pertenecía, que a años, más desengaños me causa, supuesta heredera
de los apóstoles, única y verdadera, cuyos papas y prelados
parecieran trabajar para el mismísimo demonio, o serlo, pues
constantemente crean e inventan devociones y vidas de santos tan
fantasiosas e ilusas, que me cuesta creer que alguien las crea.
Esto llevará al catolicismo a su propia destrucción, pues no se debe
reemplazar al Señor Jesús por María ni por santo alguno al que se le
brinde veneración o idolatría, y traerá un cisma tan grave en Roma
que papas y elevados dignatarios, de confusos y desorientados,
abandonarán su magisterio y se volverán a las iglesias en las que el
Señor sea el único y suficiente Salvador.
4 El verdadero santuario católico

Por esta traición del catolicismo, de abandonar a Jesús y reemplazarlo


por su madre o por hombres santos, las sectas cristianas, protestantes
y evangélicas se multiplican esparciendo la Palabra simple y llana de
la Biblia, sin fábulas ni cuentitos píos que tratan de simples
hombres, y predicando al Señor Jesús, lejos de las fantasías y
apariciones del demonio, con tal énfasis que llegará el tiempo en que
Dios solo estará presente en los templos de las infinitas sectas
cristianas, palpable y milagroso por sentirse a gusto, lejos de las
fastuosas iglesias del catolicismo donde nunca lo tuvieron en cuenta.
Pareciera ser que las sectas ofrecen algo más valioso que las hostias,
como es el ser salvos por la fe puesta en Cristo Nuestro Señor, antes
que recurrir a las bendiciones del papa o al confesionario de un
sacerdote tan pecador como el reo. Dentro de estas fantasías y
quimeras, hechas para desmerecer el poder salvífico de la fe puesta
en Jesús, hay santos salvadores para todos los gustos católicos,
marianos y papales: hay quienes vuelan como pájaros, otros que
flotan sobre cúpulas de iglesias, otros que muertos despiden
perfumes de flores por un milenio, quienes decapitados y muertos
sus cuerpos, vivieron por tres días sus cabezas cercenadas; santas que
no fornicaron jamás por noventa años continuos, verdadero milagro,
y que viajando a pie por valles y campiñas durmiendo en graneros,
moteles y lupanares, murieron por la fe romana tan vírgenes como
sus madres las parieran; otros, la mayoría, santos que sangran manos
y pies a imitación del Señor por opacar su grandeza; santas arábigas
que por abrazar al papa y al catolicismo, abandonaron al Alá
musulmán, y por ello fueron decapitadas por su propio progenitor,
castigo bien merecido por cierto; otros que con una simple cruz, o con
sus mantos o sandalias detuvieron erupciones de volcanes o grandes
inundaciones; quienes domesticaron leones o lobos hambrientos con
solo hablarles de la autoridad del papa sobre la tierra y darles una
estúpida hostia que no es ni pan ni sangre; o de vírgenes que reinan
en el cielo; santos para la música, para el dolor de muelas, sanadores
de orzuelos o diarreas, de los horneritos, de los toreros, de los ciegos
y hasta patronos protectores de los ladrones. Hay santos que de tan
flacos parecen esqueletos transparentes y uno de ellos es San La
Muerte, y su versión femenina es la Santa Muerte, el primero muy
venerado en el Chaco argentino y la segunda en México, donde a un
esqueleto se lo viste de blanco o de negro, adornado con infinitas
cruces, pelucas, guantes y guadañas, y va por delante de una larga
procesión católica. ¡Tan repulsivo es para Dios y para el buen
cristiano la veneración a esqueletos y huesos putrefactos! Créase o
no, a eso lleva la veneración de los malditos santos, agregada a la
El verdadero santuario católico 5

ignorancia supina del vulgo que no lee ni le interesa lo ordenado en


la Biblia, y andan a ciegas entre ellos sin distinguir quién es bueno o
malo, porque unos y otros otorgan verdaderos milagros.
Por ir detrás de éstas estupideces, el vulgo abandona la correcta
adoración a Dios y la fe que debe poner en Jesús.
Y verdaderamente creen más en éstas tonterías que en los Evangelios,
y curiosamente no les parece que Jonás viviera tres días en el vientre
de una ballena, y tienen por más cierto y verdadero que una estatua
de madera de la virgen lagrimee gotas de sangre sobre sus mejillas,
vil engaño al que recurren los sacerdotes para llenar sus templos de
tontos fieles y de los dineros que les quitan.
Estos millones de santos inverosímiles y estúpidos del Vaticano
llevan al católico a inventar por su propia cuenta otros santos
milagrosos locales, -gauchos matreros como Gil y Lega, niños
abusados, jovencitas violadas y muertas después de salir de un
boliche drogadas y borrachas, perros y gatos, y cantantes bailanteros
de moda- tan efectivos y salvadores como el Único, ya que hasta una
piedra, con solo adorarla, da al idólatra tantos milagros como una
estatua de yeso.
Heme pues aquí con las sana intención de burlarme de tantas
sandeces y soserías juntas, con otras aún mayores de mi cosecha,
impelido por Dios que desde niño me ocupa para éstas cosas, alejar
al hombre de las estupideces, agregándole de mi capital a cada santo
una vela, es decir, una broma, una burla, un sarcasmo, una utopía
para hacerla entretenida y ofensiva quitándole su condición de
santísima o religiosa, siempre con la intención de desenmascarar a
quienes -papas, sacerdotes y laicos- traicionan al Señor enseñando
teorías, doctrinas, leyendas y tradiciones falsas por fuera de los
Evangelios, ya que sabiendo que Dios desprecia la idolatría a
personas, estatuas e imágenes, promueven como tal cosa estas
aberraciones que apartan al católico de la presencia salvadora y única
de su Hijo Jesús.”

Martín Lutero, (1483-1546)


Sacerdote católico del medioevo, escrito en 1520.
6 El verdadero santuario católico

Dime cuenta de inmediato que el autor no era el que figuraba en la tapa, por la
sencilla razón que nombra superficialmente a San la Muerte que es una
creencia religiosa muy arraigada en el Chaco en su versión masculina y en
México con la versión femenina de Santa Muerte, como menciona también al
Gauchito Gil de Corrientes, y que son fábulas nacidas trescientos años después
de su época, y por lo tanto él no podía tener conocimiento alguno de ello.
Muy posiblemente, un vil enemigo del catolicismo escudóse tras su nombre, de
gran fama por reformar la religión católica, usurpando su nombre y
escondiéndose en el anonimato detrás de su pluma diciendo, lo que él nunca
dijo, ni por pienso pasó por su cabeza.
Seguí pues acomodando y compaginando el rotoso libro por los números de
hojas y de capítulos, y de ciento treinta y seis mil semblanzas de santos que
escribiera el supuesto autor, solo pude recopilar una veintena, los que leí
ávidamente por estar redactados en un estilo gracioso y maleducado, con
mucha sorna y picardía.
Ruégote que tu también los leas, no para abandonar la idolatría que sientes
siendo católico, sino porque veas que el autor no le va en zaga a cuanto concilio
o canonización decretan las veneraciones a las que eres tan afecto.
Ahí te enterarás, como yo, quien era verdaderamente San Valentín, San
Francisco de Asís, San Fermín del Toro (que precisamente está en primer
lugar), Santa Inés, San Antonio Gil (que está segundo), Santa Cecilia, Santa
Casilda, el indio San Diego correo de Nuestra Señora de Guadalupe, San Jorge
y su batalla con el Dragón, Santa Teresa de Jesús, Santa Lucía protectora de la
vista, Santa Engracia y otros cientos de santos y santas que yo recopilara con
gran trabajo y esfuerzo, lamentando ser solamente una pequeña parte de tan
prolífica e ingeniosa obra.
Pero la que a mí más me gustara es la biografía que hace de San Valentín, el
santo de los enamorados, donde explica que al terminar una última carta a su
amante, la hija ciega del carcelero o el verdugo que le decapitó con filosa hacha,
puso la frase “De tu Valentín”, lo que con el correr de los años se transformó
en “Día de San Valentín” que festeja la iglesia católica el 14 de febrero de
cada año hasta éstos actuales tiempos con besos y regalitos a la persona que
uno quiere.
Por otro lado, amado lector, te cuento que ya terminé “El Viaje
Extraordinario” y “El Gran Circo Infantil”, que son muy entretenidos
pero extensos, y no hay otro modo de hacértelos llegar que en libros que ya se
están imprimiendo.
Arturo Beresi
El Recopilador
El verdadero santuario católico 7

San Fermín del Toro:


(Santo de Cornamentas)

San Fermín del Toro (siglo IV), santo, mártir y evangelizador hispano,
fue primer obispo de la ciudad gala de Amiens y patrono de la
española de Pamplona (Navarra).
La festividad en honor al santo, se celebra el 7 de julio, fecha en que
también comienzan los famosos sanfermines, fiesta taurina que se
inicia en la mañana del 7 hasta el 14 de julio, cuando los pamplonicas se
reúnen poco antes de las doce del mediodía en las puertas del
Ayuntamiento, o sea la Intendencia para nosotros.
Los sanfermines nacieron en la época medieval como feria comercial y
fiesta secular, usando para ello las fechas de fiestas religiosas cristianas,
que a su vez usaban fechas festivas de orígenes más anteriores, como
las del paganismo vasco y latino.
Como las ferias eran lugares de encuentro de mercaderes, ganaderos y
aldeanos, no tenían otro fin que mercar diversos productos entre ellos,
pero con el tiempo se convirtieron en pretexto para festejar
onomásticos de santos y comenzaron a organizarse corridas de toros
como parte de la tradición, coincidiendo también con las festividades
religiosas católicas. Estas ferias y fiestas religiosas, se unificaron en
1592 para aprovechar mejor el tiempo, comenzando el día séptimo del
séptimo mes: el 7 de julio, aprovechando el fluido arribo a Pamplona
de turistas, mercaderes y ganaderos.
En la tarde del día 6, las autoridades locales y todo el pueblo se dirigen
a la iglesia de san Fermín para rezar las Vísperas en honor a su patrón.
Van rodeados por la multitud, la música de los txistus, tamboriles y
gaitas, los gigantes y cabezudos, y los zaldik (hombres a caballo).
La fiesta continúa en las calles, plazas y bares, en espera del primer
encierro y corrida taurina, que se celebran los siete días en que dura el
evento. Todos ellos, hombres y toros, aguardan que suene el estallido
del “chupinazo”, un gran cohete que provoca el júbilo y la alegría entre
los asistentes.
A las ocho de la mañana del día 7 se escucha el primer cohete que
anuncia la salida de los bravos toros del corral.
Cientos de nerviosos pamplonicas comienzan a correr por las calles
cercadas de Pamplona, un recorrido que tiene casi nueve cuadras hasta
la plaza de toros.
Los mozos, ataviados con camisas y pantalones blancos y pañuelos
rojos en la cintura y el cuello, corren y conducen por delante a los toros,
a primera hora de la mañana, desde el Corral del Gas a la plaza, donde
se lidiarán por la tarde.
8 El verdadero santuario católico

Es una carrera frenética que suele durar entre cuatro y ocho minutos y
en la que, a veces, se producen momentos escalofriantes debido a las
caídas de los mozos, con el consiguiente riesgo de cornadas y pisadas
de los toros. Con suerte, cada año muere solamente un pamplonica, o
dos. Hasta la actualidad, la suelta de los toros produjo más de treinta
muertes, siendo la primera registrada en 1924, cuando un joven fue
atravesado en el estómago por las astas de un toro que sacóle las tripas
al aire, y que el escritor Ernest Hemingway relata el hecho en su libro
“Fiesta”:

«Más tarde supimos que el hombre muerto por el toro se


llamaba Vicente Girones y que venía de cerca de Tafalla. Al
día siguiente en el periódico leímos que tenía 28 años y que
tenía una granja, una esposa y dos hijos. Después de
casarse había seguido viniendo a las fiestas cada año».

Es de suma importancia resaltar que, a diferencia de la libertad que


tienen los toros de cornear y pisotear, en los sanfermines les está
prohibido terminantemente a los pamplonicas maltratar a los animales,
propinar patadas, subirse encima, cogerlas del rabo o similar.
El trasgresor de esta norma suele ser reprendido de forma contundente
por la multitud y además se arriesga a una fuerte multa.
Los puntos de mayor riesgo son la esquina muy marcada de la calle
Mercaderes con Estafeta y la entrada a la plaza, por ser un cuello de
embudo que recibe a todos los que se han ido sumando a lo largo del
encierro.
Los “mozos” se suceden y alternan, algunos llegan hasta el final,
produciéndose caídas, revolcones, cornadas, algunas veces gravísimas
e incluso mortales. Por la tarde tiene lugar la corrida de toros, en la que
participan grandes figuras del toreo.
Antes se ofrece un culto en la iglesia a la Virgen de la Macarena, que es
la patrona de los criminales toreros, para que los proteja y los guarde.
Pero, ¿cómo nace esta tradición católica? ¿Qué bases bíblicas tiene esta
fiesta? Para saberlo, nada hay mejor que conocer la vida y obra de san
Fermín, y las vicisitudes por las que atravesara durante su santa vida.
La historia de san Fermín es bastante extraña.
Desde niño le interesaban las vergas de los toros a las que miraba
entretenido mientras éstos montaban a las vacas.
A la edad de doce años, se le dio por torear, y siendo pobre, no tenía
aún traje de luces, lo que practicaba con un vestido rojo de su hermana,
o sea, vestido de mujer, cosa que le agradaba grandemente por tener
marcadas inclinaciones homosexuales.
El verdadero santuario católico 9

El toro pasaba y pasaba por su lado como una centella y él lo esquivaba


atléticamente, y la gente vaticinaba que de grande sería un famoso
torero como Manuel Benítez “El Cordobés” o Paquirrí, el esposo de
Paloma San Basilio que murió ensartado por los cuernos de un toro y
alguno que otro de su angelical mujer.
A los veinte años ingresó al Convento de Santa Elida, en Paso de los
Toros, España, estudiando teología, filosofía, dinámica de la teocracia,
lavado, planchado, corte y confección y tejido en crochet.
Su vida santa hizo que sus primeros milagros fueran dentro del mismo
convento, como ser el que no le rompieran el trasero cientos de
sacerdotes degenerados que volaban de calientes, gracias a su
innegable habilidad que aprendiera en las arenas del ruedo de hacerse
a un costado y esquivar vergas similares a cuernos de toros.
Se decía de él que en el convento esquivó más vergas que cornadas de
toros en la arena.
La habilidad siempre va acompañada de la sabiduría que se adquiere al
esquivar las adversidades que se viven en el trayecto de la vida.
Se desconocen con exactitud las fechas de su vida, pero se sabe que su
padre fue Firmo, senador y personaje de gran autoridad en la ciudad
de Pamplona.
Según la tradición, que es como decir ¡vaya uno a saber!, san Saturnino
le convirtió al cristianismo y a los quince años de edad fue bautizado
por san Honesto, con quien viajó a la Galia en pos de la conversión de
los gentiles.
Teniendo unas cortas vacaciones retornó a su terruño, y por
entretenerse, volvió a tomar el vestido rojo de su hermana, para
meterse después en los corrales a torear a un ejemplar miura de
quinientos quilos, cuya verga de larga arrastraba por el suelo dejando
una gruesa raya marcada en la arena.
En una desgraciada embestida Fermín tropezó cayendo de cuatro en la
arena del ruedo, con tanta mala suerte, que el toro en la primera pasada
pasó por encima llevándose su sotana y el vestido de su hermana entre
los cuernos, y bramando furioso volvió contra el santo que estaba culo
al aire porque se le había rajado de punta a punta los fundillos del
calzoncillo.
El toro ciego de furia, cubierto sus ojos con la sotana del santo y el
vestido rojo, enfiló derecho hacia el culo del hombre de Dios que se
hallaba en cuatro patas, y en un soberbio topetazo embocó su larga
mandioca en el agujero expuesto, alzándolo por los aires mientras el
pobre Fermín gritaba “¡suelta, toro!”, “¡suelta, toro”! con la verga del
animal asomando entre sus dientes.
10 El verdadero santuario católico

Las muchas vergas de sacerdotes y de aspirantes a serlo que esquivó en


el convento vinieron a rematar en una sola larga como una mandioca
en la arena de los corrales taurinos de su familia.
Un peón, medio pelotudo y algo sordo, entendió que san Fermín decía
“suelta de toros”, “suelta de toros” y abrió de par en par una tranquera
en donde estaban guardados doscientos de ellos, que frenéticos
enfilaron hacia la ciudad de Pamplona, en cuyas calles hicieron un
desparramo de gente entre risas y algarabía bulliciosa cuando alguno
salía destripado por las filosas cornamentas de los furiosos animales.
Desde aquél día, 7 de julio del año 487, la fiesta se hizo popular
repitiéndose año tras año con el nombre de Fiesta o Suelta de Toros de
San Fermín.
El santo desapareció por muchos años, pues el toro huyó llevándoselo
encajado en su verga.
San Fermín es el santo de los cornudos y engañados, y sus estampitas
lo muestran acariciando al enorme toro miura, con el cual se fue a vivir
en matrimonio a una gruta hasta su muerte y la del toro, sin que se
sepa quién de los dos se fue al reino de Dios primero, aunque hay
versiones no confirmadas que el toro murió antes y el santo fue
decapitado años después en la ciudad de Amiens por el sádico
gobernador Riccio Varo.
Vaya uno a saber. O dos.
Hoy la gruta donde el santo conviviera con el toro es visitada por
millones de fieles por considerarla milagrosa y otorgadora de los más
increíbles deseos y pedidos.
Por el toro, que es el que más favores otorga.
San Fermín es también el santo patrono de los horneros, sin que se sepa
ni remotamente el porqué, aunque algunos quieren insinuar que fue
por la forma en que quedó su culo al ser ensartado por la verga del
toro, muy similar a la puertita ovalada y retorcida que fabrica éste
pajarito para su casita de barro.
Los ocho días que duran los Sanfermines convierten a la ciudad en una
fiesta total, en la que pamplonicas y extranjeros participan noche y día
de los encierros y corridas, desfiles y representaciones folclóricas,
pasacalles y fuegos artificiales, todo ello acompañado de la bebida
tradicional: la sangría, un compuesto de agua, vino, azúcar y limón.
El famoso escritor estadounidense Hernest Hemingway, premio nobel
en 1946, conocido borracho y camorrero, autor de “El viejo y el mar”,
gustaba de asistir a las celebraciones de san Fermín, lo que le inspiró a
escribir “Sangre y Arena”, cuyo argumento se llevó al cine interpretado
por el actor Tyrone Power, ocupando aquéllos famosos escenarios
naturales de los ruedos españoles.
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El 14 de julio, después de la corrida, los mozos se dirigen al


Ayuntamiento para anudar en su reja el pañuelo rojo que han lucido en
el cuello durante todos los días de la fiesta.
Cansados y tristes cantan: “Pobre de mí, pobre de mí, se han acabao las
fiestas de san Fermí…”1

***********************

1 Base Bíblica: Salmos 22; l2: “Me han rodeado muchos toros; fuertes toros de Basán me han cercado”
12 El verdadero santuario católico

Santa Conchita Del Buen Palo


(Mártir)

Nació en Alcalá de Henares, España, y desde niña fue muy peluda.


Sus padres no le ofrecieron mucho amor durante su infancia, ya que el
matrimonio peleaba constantemente frente a ella, y la ponían como
causa de una antigua infidelidad que cometiera su madre con un
orangután. Su padre se arrepentía una y mil veces de haber llevado
años antes a su esposa de luna de miel a un safari al Congo africano,
donde una manada de gorilas la secuestrara por un mes, y de donde
viniera preñada de Conchita, y con un avanzado sida.
A la edad de 8 años, la santa tuvo la visión beatífica de que su vida
terminaría a palazos en una prisión con barrotes de hierros, y que sería
violada y traspasada treinta y tres veces por amor a la Cruz de Palo, de
donde tomó su sobrenombre.
En aquélla época, desde el año 1300 en adelante, la devoción a la Cruz
de Palo estaba en todo su auge, aunque con el devenir de los años se
fue perdiendo completamente ante otras nuevas que inventaban los
monjes desocupados que se rascaban las pelotas en los conventos o en
los palacios del Vaticano. Ingresó al convento de las Carmelitas
Descalzas y de los Carmelitos Bien Calzados que funcionaba en un
mismo edificio, donde aprendió a hacer y remendar zapatos,
especializándose en media suela y tacos. Su vida se transformó en una
infernal monotonía, pues solo clavaba y clavaba, ganándose la fama de
ser la monja más clavadora del convento.
A la edad de veinte años le seguían saliendo pelos, tantos que andando
un día por la ciudad la confundieron con una mona vestida de monja, y
la Inquisición la encerró en la jaula de los gorilas de un zoológico, los
que se aprovecharon de ella y la pasaron reiteradamente por el palo,
muriendo después de ser violada treinta y tres veces seguidas, la edad
del Señor, como le anticipara la visión beatífica.
Sus últimas palabras fueron: “¡Bendito sea el Señor, que no murió a los
noventa y nueve años de edad, que me cogerían estos monos noventa y
nueve veces”!
Su fiesta se celebra el mismo día de los peluqueros, siendo su patrona y
protectora sin que nadie sepa porqué, que «fere libenter homines, id quod
volunt, credunt»2

2 "La gente casi siempre cree de buena gana lo que quiere" (Julio César).
Por más que la mona se vista de seda, mona se queda (Encíclica de Pío XII Monun in Orbit)
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Santa Catalina de Siena


(Mística)

Santa Catalina de Siena (1347-1380), religiosa dominica (terciaria),


mística y Doctora de la Iglesia, participó de forma muy activa en los
asuntos públicos de su tiempo.
Nadie sabe, ni lo sabrá nunca, en qué asuntos públicos se concentraba,
pero la frase queda bien en cualquier biografía, así sea la del hombre de
las cavernas, y se usa para resaltar su gran amor al prójimo, lo que
tampoco se sabe con certeza si lo tenía, y se tiene especial cuidado de
ocupar la palabra público para generalizar y expandir su supuesto y
constante consuelo para con los pobres.
Se llamaba Catalina Benincasa, (su nombre significa "Pura") y era la
menor del prolífico hogar de Diego Benincasa.
Allí crecía la niña en entendimiento, virtud y santidad.
Pertenecía a una familia de escasos recursos económicos que vivía en
medio de una gran austeridad, compuesta básicamente por fontaneros
y notarios, conocida como "la fiesta de los 12", quienes entre una
revolución y otra, gobernaron en la república de Siena desde 1355 hasta
1368. Esto no lo entiende ni Magoya.
Catalina fue hija de Jacobo Benincasa, tintorero, y de Lapa di Puccio di
Piagente, hija que fuera de un poeta local.
Siendo todavía una niña afirmó tener visiones y vivió con gran
austeridad ya que su familia era de escasos recursos y por lógica no
podría vivir en la opulencia, lo que reduce la frase a que solo afirmaba
tener visiones, y que vivía con gran austeridad.
Lo de las visiones sí está comprobado, ya que el hambre que acuciaba a
su hogar hacía que tuviese visiones de chanchos asados a la parrilla,
pollos con papas al horno, helados de chocolate, pescados fritos y
homelettes de queso, y no solo ella las tenía, sino toda su hambrienta
familia.
Sus hermanos la apodaron como Eufrosina sin que hasta ahora se sepa
el motivo, aunque en la historia jamás la llamaran así.
A la edad de cinco o seis años tuvo la primera visión, que la inclinó
definitivamente a la vida virtuosa.
Cruzaba una calle con su hermano Esteban, cuando vio al Señor
rodeado de ángeles, que le sonreía, impartiéndole la bendición.
Sus padres formaron una familia numerosa: Catalina era la hija número
veintitrés de un total de veinticinco partos, lo cual confirma que sus
padres, no habiendo cines, ni “La Casa del Gran Hermano” en
televisión, se acostaban muy temprano, junto con el sol.
Su hermana gemela Giovanna murió recién nacida.
14 El verdadero santuario católico

Ese dato, junto al que sus hermanos le llamaban Eufrosina, son muy
importantes, importantísimos, para la redacción de su biografía, pero
nadie sabría ni remotamente el porqué.
Al año siguiente, durante la epidemia de peste negra que asoló Europa,
su madre tuvo el último parto que no prosperó. Otro dato vital.
Catalina no tuvo una educación formal; desde temprana edad mostró
su gusto por la soledad y la oración, y siendo niña todavía, a la edad de
siete años, se consagró a la mortificación e hizo voto de castidad.
A los doce años sus inadvertidos padres comenzaron a hacer planes de
matrimonio para Catalina, pero ella reaccionó rapándose la cabeza y
vendiendo todo su cabello al peluquero, cuyos dineros repartió entre
los pobres para después encerrarse en su cuarto con un velo sobre su
cabeza.
Con el objetivo de persuadirla, sus padres la obligaron a realizar
fatigosas tareas domésticas, sin embargo Catalina se encerró más en sí
misma, aún más convencida, que antes de lavar platos debía seguir al
Señor.
Sólo un evento inusual, una paloma que se posó en la cabeza de
Catalina mientras oraba, convenció a Jacobo de la sincera vocación de
su hija.
Sin duda fue un milagro portentoso, tomado del mismo Jesús, cuando
fuera bautizado en el Jordán por el bautista.
A los dieciocho años tomó el hábito de la Orden Tercera de los
dominicos.
Se sometía al cilicio y a prolongados períodos de ayuno, sólo
alimentada por la Eucaristía.
Parece que fue santa Catalina de Siena la que difundió y comenzó a
usar el cilicio en la versión actual, cuyo uso no produce grandes
molestias y es llevadero, como confirma la experiencia de siglos por
todo tipo de personas.
Se llama así porque la materia provenía especialmente de Cilicia: un
vestido de piel de cabra o de camello que, al contacto con la piel, era un
instrumento de penitencia.
Un ejemplo entre muchos es el del Canciller de Inglaterra, santo Tomás
Moro, que usó el cilicio hasta su muerte.
En esta primera fase de su vida, estas prácticas eran llevadas a cabo en
solitario, sin que nadie lo supiera, y de hecho nadie lo sabe hasta ahora.
Lo que se afirma sin pruebas, puede ser negado sin ellas.
Aunque analfabeta, como gran parte de las mujeres y muchos hombres
de su tiempo, dictó un maravilloso libro titulado Diálogo de la Divina
Providencia, donde recoge las experiencias místicas por ella vividas y
donde se enseñan los caminos para hallar la salvación.
El verdadero santuario católico 15

Sus trescientas setenta y cinco cartas son consideradas una obra clásica,
de gran profundidad teológica.
Expresa los pensamientos con vigorosas y originales imágenes.
Se la considera una de las mujeres más ilustres de la edad media,
maestra también en el uso de la lengua italiana.
Es probable que aprendiera a leer a temprana edad, aunque no pudo
escribir hasta que llegó a ser adulta, o quizá escribiera sin saber leer de
niña o de adulta, porque en estas historias de santas o santos, nada es
confiable pero si factible.
A los 16 años ingresó en la Tercera Orden de Santo Domingo en su
ciudad natal, o sea la Orden de Predicadores, donde se destacó por su
disposición a la contemplación y por su entrega a los pobres.
Siendo algo fea, se contemplaba todo el santo día frente a un espejo y
pobre con el que se encontraba, pobre al que se entregaba de alma y
cuerpo.
Muy pronto comenzó a dictar cartas sobre temas espirituales que le
proporcionaron todavía más admiración ya que no sabía escribir,
siendo una prueba evidente que eran inspiradas por Dios, por
semejarla a los profetas bíblicos, o quizá era tan haragana que no
gustaba ni siquiera levantar una lapicera, lo que también podría ser.
No en balde se puso en su biografía que sabía leer, pero no escribir, o al
revés.
Lo que sí o no se sabe que ella dictaba sus escritos a un amanuense.
O quizá quiso asemejar a Juan Milton, el celebrado autor inglés de “El
Paraíso Perdido” que siendo ciego de nacimiento, dicto su obra a una
secretaria de punta a rabo en varios años de trabajo conjunto.
En 1366, Santa Catalina experimentó lo que se denominaba un
“matrimonio místico” con Jesús.
Cuando ella estaba orando en su habitación, se le apareció una visión
de Cristo, acompañado por su madre y un cortejo celestial.
Tomando la mano de Santa Catalina, Nuestra Señora la llevó hasta
Cristo, quien le colocó un anillo y la desposó consigo, manifestando
que en ese momento ella estaba sustentada por una fe que podría
superar todas las tentaciones.
Para Catalina, el anillo estaba siempre visible, aunque era invisible para
los demás.
¡Oh, si las mentiras fueran visibles, de cuantos males nos libraríamos!
Esta hermosa y dulce visión da una idea cabal del embrollo que tenía
en su cabeza, y que aun los sicólogos más refutados del mundo no
pueden desentrañar en concordancia, pues unos dicen que estaba
totalmente loca y otros medio rayada.
16 El verdadero santuario católico

En 1374 Raymond de Capua, futuro rector general de la orden


domínica, se calentó por ella y se convirtió en su director espiritual y
amante, y quedó desde entonces asociado de forma estrecha a todas sus
actividades.
O sea, cogían todos los días estrechamente, con mucha actividad.
El iluso matrimonio con Jesús duró muy poco por culpa del maldito
adulterio real y palpable.
En 1376 viajó a Aviñón para intervenir ante el papa Gregorio XI en
nombre de Florencia, ciudad entonces en guerra con el pontificado.
Por aquélla época los pueblos católicos no sabían bien si el papa era
superior a Dios o Dios mismo, igual que ahora, ya que tenía las
facultades de ser infalible y lavador de los pecados de los hombres a
cambio de dineros, y algunos aceptaban la teoría de la infabilidad
papal que ni por asomo existe en la Biblia, y otros lo rechazaban
violentamente aun yendo a parar a la hoguera de la Santísima
Inquisición de su propia iglesia.
Hoy sí ya se sabe que el papa es superior a Dios, y más lame el pueblo
su culo antes que las sandalias del Pescador de almas.
Antes que existieran los protestantes la iglesia católica se dividió
violentamente en papistas y antipapistas, como también más tarde
vendrían los trinitarios y los anti-trinitarios, y luego los que creyeron
en la fábula de la ascensión de la virgen a los cielos y los que se reían
de tamaña tontería.
¿Y Jesús?
Por ahí anda, acarreando su cruz…
En la actualidad, muchos católicos continúan ignorando al papa,
reemplazándola por María señora del cielo y de la tierra, sin tener la
fuerza y la voluntad para desechar de cuajo tamañas estupideces y
elegir y aceptar al Único y Suficiente Salvador Jesús el Hijo de Dios.
Catalina, muy preocupada por aquél cisma de Occidente que estalló en
1378, viajó a Roma en noviembre para promover el apoyo hacia el papa
Urbano VI y buscar la unidad católica.
Si hoy viviera, aún la estaría buscando entre los viejos sacerdotes y los
jóvenes carismáticos que independientes del yugo del papa están
llevando a la iglesia católica al borde del precipicio, por las fantasiosas
modernidades que introducen por cuenta propia en los cultos de la
misa y en sus dogmas.
La ruptura entre Florencia y Roma se produjo por diferencias
doctrinales y, sobre todo, porque los obispos de iglesias ortodoxas se
negaron a aceptar al obispo de Roma, es decir al papa, como suprema
autoridad de todos los cristianos.
El verdadero santuario católico 17

Estalló pues una sangrienta guerra entre romanos y ortodoxos, y


empezaron a circular las bulas y promesas para quien se alistara a los
ejércitos de uno u otro bando, con la promesa que inmediatamente
ganaba el cielo al morir en el combate. Hasta ahora no se sabe si los
soldados muertos ganaron el cielo, pero sí que murieron por miles en
una guerra que duró más de quinientos años, continuando hasta el día
de hoy, si no con armas, con los mismos retorcidos argumentos y
doctrinas. Nadie sintió por la guerra más acerba pena que la joven y
humilde religiosa, como un ángel de todos los pobres de cuerpo y
espíritu, como una heroica enfermera en tiempo de peste, y como eficaz
predicadora de la penitencia, y que ejerció en los corazones de sus
contemporáneos un influjo incalculable, que la gran Catalina de Siena.
Con penetrante mirada reconoció aquella humilde doncella (“que ha de
ser considerada como uno de los más admirables prodigios de la Historia del
mundo”) las culpas que se cometían por una y otra parte, y animada por
una incomparable libertad de espíritu, manifestó su persuasión a todos,
aun a los más encumbrados, con una elocuencia que conmovía y
ganaba los corazones. Como verdadera esposa de Aquél que vino al
mundo para traer la paz y amor, y de su amante Raymond de Capua,
predicaba ella incesantemente a los contendientes la reconciliación
entre hermanos.
- ¿Qué cosa hay más dulce que la paz y el dulce de leche? -
escribía, sin saber hacerlo, a Niccolo Soderini, uno de los ciudadanos
más influyentes de Florencia- No fue otro el testamento y la última
exhortación que dejó Jesucristo á sus discípulos, cuando les dijo: “No se
conocerá que sois discípulos míos por los milagros que hiciereis, o si
descubriereis las cosas futuras, o si alardeareis en vuestras acciones de
una gran santidad; sino por el amor y la paz que os tengáis los unos
con los otros.” Mi dolor sobre esta guerra, que a tantos de vosotros
arruina los cuerpos y las almas, es tan grande que de buena gana para
detenerla, si fuera posible, sacrificaría mil veces mi vida.-
Si bien fracasó en su misión de detener una guerra que se cobraba cada
día miles de muertos católicos, en cambio convenció al papa para que
regresara a Roma y concluyera el exilio de los Padres Santos en
Aviñón. ¡Ah, qué bueno! Algo es algo y tan importante.
Catalina volvió a la contemplación y las obras de misericordia en Siena,
porque ya extrañaba a su amante y concejero, y no podía estar lejos de
su asesor espiritual, el obispo Raymond de Capua, o Rayman como ella
le llamaba íntimamente. Al mismo tiempo que se encamaba con él,
intentó promover la paz en Italia y organizar una cruzada para
recuperar Tierra Santa, uno de sus proyectos más queridos, no
logrando ni lo uno ni lo otro.
18 El verdadero santuario católico

Mientras trabajaba afanosamente para extender la obediencia al


verdadero papa, la salud de santa Catalina comenzó a deteriorarse.
Santa Catalina de Siena, murió en Roma a consecuencia de un ataque
de apoplejía, a la temprana edad de treinta y tres años, el 29 de abril de
1380, y fue la gran mística del siglo XIV.
¿No murió también Cristo a esa edad? ¡A fe que copió a santa Catalina!
Los habitantes de Siena deseaban conservar la cabeza de la santa, o un
pulgar, cosa a la que Roma se negó terminantemente.
Pero hubo un milagro increíble, con el cual tuvieron un éxito parcial.
Sabiendo que ellos no podían llevar a escondidas todo su cuerpo fuera
de Roma, decidieron robar solo su cabeza y el pulgar de su mano
derecha, los cuales colocaron en un bolso.
Cuando fueron detenidos por los guardias romanos, a la salida de la
ciudad, oraron para que santa Catalina los ayudara.
Cuando los guardias abrieron el bolso, parecía que ya no contenía su
cabeza sino que todo el bolso estaba lleno de pétalos de rosas.
Una vez que regresaron a Siena, volvieron a abrir el bolso y su cabeza
estaba visible nuevamente, con una amplia sonrisa en el rostro y el
pulgar levantado. ¡Cuanta magia hay en nuestras santas católicas!
Debido a este relato, Santa Catalina a menudo es pintada sosteniendo
una rosa, o haciendo “Ok” con el pulgar, costumbre que perdura hasta
ahora. La cabeza incorruptible y el dedo pulgar fueron sepultados en la
Basílica de Santo Domingo, donde se conservan en la actualidad.
El cuerpo de santa Catalina esta enterrado en la basílica de Santa María
sopra Minerva en Roma, que se encuentra cerca del Panteón.
Los romanos se quedaron con su cuerpo descabezado y los de Siena
con su cabeza destroncada.
Fue canonizada por el papa Pío II en 1461, nombrada Doctora de la
Iglesia en 1970 por Pablo VI, y proclamada co-patrona de Europa (junto
con santa Brígida de Suecia y santa Teresa Benedicta de la Cruz) en
1999 por Juan Pablo II. Su festividad se celebra el día 29 de abril.
Si hoy viviera, sería recompensada con el premio Nobel de la Paz como
Pérez Esquivel, sin que por ello sea santa ni merezca el cielo, porque de
nada valen las buenas obras sin la fe puesta únicamente en el Señor
Jesús.

El cual es mi único Señor de mi alma y Doctor de mi cuerpo.

******************
El verdadero santuario católico 19

Papa Formoso:
(Santo y mártir)

Nada mejor ni más relevante hay entre los santos católicos como éste
papa Formoso para comprender perfectamente cómo nuestra santísima
iglesia católica tuvo sus épocas de oscurantismo, indecisiones,
descalabros y estupideces con que ha tratado de mejorar y superarse a
través de los siglos sin conseguirlo, hasta llegar a ser hoy peor de lo que
antes era.
Hoy el ambiente eclesiástico se llenó de intercesores fútiles e inútiles, y
Dios, que odia a los ídolos y nos pide que seamos santos en el
comportamiento y fieles en la fe, más odia y rechaza a quienes hacen y
veneran santos inventados como éste papa Formoso.
Nos prohíbe el Señor que el hombre adore o venere, idolatre o rinda
culto a otros hombres.
Puterío no es con el Señor.
Según la tradición, el papa Formoso (papado 891-896) probablemente
nació en Roma, ¿quién puede saberlo si todo se puede achacar a según
la tradición que usan los curas?, y que en el año 864 fue nombrado
obispo de Porto, distinguiéndose con posterioridad en calidad de
legado pontificio en los territorios franceses, germanos y búlgaros.
Más tarde, acusado de conspirar contra la Santa Sede y de abandonar
su diócesis, sufrió destierro por orden del papa Juan VIII, andando por
el mundo fugitivo de sus propios congéneres, hasta que a la muerte de
Juan lo sucedió Marino I quien lo volvió a recibir en la iglesia con
pompas y honores en el año 883, hasta que fue elegido papa en el 891.
Enfrentado con la nobleza italiana, que no quería pagar las pesadas
ofrendas y donaciones que el prelado les exigía, solicitó ayuda al rey
germano Arnulfo de Baviera, a quien coronó emperador del Sacro
Imperio Romano Germánico en el año 896 (afrentando al otro
pretendiente, Lamberto de Espoleto de Italia).
Esto produjo en la Germanía cruentas batallas que dieron muchas
almas al cielo y cuerpos a los cementerios, hasta que finalmente
Lamberto derrotó a Arnulfo, y se dispuso ir a Roma a decapitar al papa
en venganza de haber favorecido a su enemigo.
Por suerte, Formoso falleció el 4 de abril de ese mismo año.
Tras recobrar el control de Italia, Lamberto obligó al papa sucesor
Esteban VII a exhumar el cadáver de Formoso, que fue juzgado en el
denominado Concilio Cadavérico, en enero de 897.
A Esteban VII lo había precedido Bonifacio VI, un hijo de obispo que
reinó doce días y murió de gota.
20 El verdadero santuario católico

Este papa Esteban, hijo de un sacerdote (en aquélla época los clérigos
podían casarse), tenía un odio ancestral contra el finado papa Formoso
por haber cambiado el obispado de Porto por el de Roma.
En represalia, lo primero que hizo fue anular todas las disposiciones
efectuadas durante su pontificado y ordenó que su cuerpo fuera
exhumado aunque ya llevaba nueve meses muerto, para ser juzgado en
el famoso “sínodo del cadáver” en el que lo revistió de sus ornamentos
pontificios, lo sentó en la silla de Pedro, lo juzgó por tres días y lo
condenó por "ambición desmedida de papado".
Le arrancaron las vestiduras papales, aunque se le dejo el cilicio que
llevaba puesto (un instrumento de auto martirio, como un látigo con
pinchos), lo vistieron con harapos, le cortaron tres dedos de la mano
derecha para que se curara del vicio de bendecir, lo arrastraron por las
calles entre risotadas y burlas, lo volvieron a enterrar (ahora en una
cueva), lo volvieron a desenterrar, lo desnudaron, y así, desnudo,
mutilado, vejado y putrefacto lo tiraron al Tíber para alegría de todos
los hambrientos pececillos, aunque ya poco de carne quedaba del Santo
Padre.
El Papa Esteban, además, acabó el concilio enfurecido, porque mientras
gritaba e insultaba al fétido cadáver, este no hacia nada para
defenderse, sino que sabiamente se quedaba callado escuchando, que si
llegara hablar se morirían de susto todos los que lo juzgaban.
No puede haber justicia para el vencido, si el que lo juzga es su
vencedor.
Su cuerpo fue enterrado en la fosa común de extranjeros, pero, no
contento con ello, Esteban ordenó sacarlo de ahí y arrojar sus restos al
rio Tíber. Se hundieron los restos de Formoso en las aguas del Tíber
para que desapareciesen de la faz de la tierra, pero se enredaron en las
redes de un pescador, que lo extrajo de las aguas y lo escondió.
El pueblo romano al conocer los hechos prendió a Esteban VI en el
palacio Laterano, y en el mismo día fue depuesto y asesinado por
estrangulamiento, el 14 de agosto de 897. Y lo sucedió el papa Romano,
hermano del papa Marino I y ambos hijos de cura.
No hay entre los hombres ni entre los animales, ni aún en los santos, la
abstinencia sexual de la que hace gala el catolicismo, y ya en aquéllos
tiempos a los clérigos les gustaba fornicar en los ratos libres, igual que
ahora, y eran muy dados a las relaciones carnales más palpables y
positivas que las idílicas que supuestamente guardan con María.
Este desmedido amor fantasioso visible que llevan en el corazón hacia
la “madre de Dios”, sin provecho para ganar el cielo, sin agregar ni
quitar nada para ser salvos, los lleva en la actualidad a ser pajeros u
homosexuales, y en la mayoría de los casos violadores o abusadores.
El verdadero santuario católico 21

A Romano, que reinó tres meses y murió en forma sospechosa, lo


sucedió Teodoro II, que murió igual, a los veinte días de su pontificado;
sin embargo, Romano alcanzó a recuperar el cadáver de Formoso y a
enterrarlo por tercera vez revestido de nuevo de sus galas pontificias y
vuelto a ser beatificado por su iglesia católica.
Así, entre vestido y desvestido, entre alabanzas y condenas, entre
armarlo y desarmarlo, entre componerlo y mutilarlo, este papa
Formoso pasó su vida y gran parte de su muerte entre idas y venidas,
entierros y desentierros, entre respetos y burlas, siendo demonio para
unos y santo para otros, hasta que finalmente los papas Teodoro II y
Juan IX rehabilitaron su figura, siendo elevado a la categoría de santo y
mártir.
Ahora bien, ¿puede Dios manejar tan ineficientemente a través de sus
infalibles papas a su iglesia única y verdadera?
¿O más bien ésta se halla desde el principio de los tiempos en tamañas
oscuridades e interminables zozobras por adorar y venerar a santas y
santos, desde el papa Formoso hasta la angelical y divina madre de
Dios?
Si ésta es la iglesia que los cristianos heredaron de los apóstoles, única,
santa y verdadera, regida por un papa más infalible que Dios mismo, la
iglesia, los apóstoles, los sacerdotes y el mismísimo papa, se pueden ir
todos a la deposición natural de hombres y animales, o sea, a la mierda.
Elijamos pues, solamente a la Biblia y a sus Mandamientos antes que
estar bajo el yugo de las mentiras y las fábulas que usa la iglesia
católica para recaudar fondos con éstas tonterías y actitudes que
denigran la inteligencia humana y opacan la infinita de Dios.

******************
22 El verdadero santuario católico

Santa Inés:
(Virgen hasta donde se sabe)

Santa Inés, virgen y mártir cristiana del siglo IV, venerada tanto en la
Iglesia oriental como en la occidental, tenía sólo 12 o 13 años cuando
fue ejecutada. ¡A la puta, aquí la imaginación y fantasía clerical ya
traspasó todos los límites de la racionalidad!
Varios relatos afirman que fue decapitada, violada, ultrajada, quemada
viva, estrangulada, acuchillada, descuartizada o de cosquillas que le
hacían con una pluma en la planta de sus santísimos pies, pero no en
ese orden específico.
Cada uno puede elegir la forma que más le cuadre en cuanto a su
muerte.
La Sagrada Tradición católica siempre deja en libertad la imaginación
del que lee la vida de los santos, dándoles tres o cuatro posibilidades
para elegir, total todo es mentira, y ni siquiera se puede comprobar que
lo sea.
Inés era una bella joven proveniente de una noble familia romana.
Tuvo varios pretendientes, a los que rechazó por declararse fiel amante
de Cristo.
¡Cómo! ¿A los doce años ya tuvo varios pretendientes?
Entonces no era muy santa que digamos.
Entre ellos se contaba el hijo del prefecto de Roma, quien la denunció a
su padre por ser cristiana, hijo de la gran puta.
En aquellos tiempos, los cristianos se encontraban bajo la persecución
de Diocleciano y se les condenaba con la muerte si se negaban a
sacrificar a los dioses romanos.
¡Otra vez este hijo de puta de Diocleciano matando santos!
Según la leyenda, ya que nada verdadero se puede probar
fehacientemente en éstas cuestiones santorales, después de rechazar a
numerosos pretendientes, fue denunciada como cristiana por el que te
dije y enviada a una casa de prostitución como castigo.
Prestad atención, por favor, a estos muchos pretendientes que tenía la
mina, los cuales siempre son rechazados, lo que da pie a que uno de
ellos, despechado y furioso, la denuncie ante las autoridades.
En las santas, siempre la misma historia: primero un rechazo y después
una denuncia.
Los herejes enemigos de Cristo, o sea la Santísima Inquisición, como
quien duerme sobre un angosto muro, no se andaban con vueltas en
esos días, y tenían los más dolorosos castigos para los que eran
acusados de cristianos, y que se negaran adorar al papa.
Ella tenía sólo doce o trece años cuando fue martirizada.
El verdadero santuario católico 23

¡Cómo! ¿Siendo menor de edad ya era imputable?


No se desanimó cuando oyó arrastrar con estrépito las pesadas cadenas
atadas a sus santas manos y pies.
Llevada contra su voluntad ante el altar de los ídolos, la tiraron al pozo
de los sacrificios donde llamas satánicas le aguardaban, y ella levantó
sus manos puras hacia Jesucristo orando, y desde el fondo de la
hoguera hizo el signo de la cruz, señal de la victoria de Jesucristo.
Las llamas se retiraron sin tocar su piel.
Ya que las llamas no le quemaban, la mandaron a trabajar como castigo
a una casa de prostitución o lupanar, donde el ambiente era tan caliente
como el pozo de los sacrificios, pero más acogedor.
Calentura por calentura, vale tanto un castigo como otro.
¡Oh, ingrato destino el de castigar a una adolescente pura e inocente a
trabajar de puta sin goce de sueldos, ni vacaciones, ni feriados!
Eso no es castigo, -dirán muchos- sino un premio, una bendición,
porque ella con doce años ya andaba medio caliente deseando ser
penetrada, con lo cual solucionaba a mares su acuciante necesidad
sexual.
Allí la pobre Inés sufrió mucho más que si la hubieran mandado a las
ardientes hogueras de la santísima inquisición católica, cuyas llamas
rápidamente quemaban la carne de los herejes que rechazaban al papa
y se aferraban a la frescura de nuestro Señor Jesús.
En el quincho, Inés sufría las calenturas de los rijosos clientes, unos
trescientos cada noche, que entraban a su pieza con las vergas enhiestas
como espadas al rojo vivo en las manos, las que le atravesaban el
cuerpo una y otra vez durante la noche toda, porque el lupanar abría
sus puertas solamente al ocultarse el sol, ya que las rondas de la policía
se retiraban a dormir cuando más se las necesitan, cobrando sueldos al
divino botón.
La que regenteaba el quincho, una negra llamada Misia Peca, mucho
cuidaba su local de la requisa de los policías, ya que siempre tenía dos
o tres menores secuestradas que ejercían la prostitución sin el permiso
ni el consentimiento de sus padres, o castigadas como Inés.
Llevada al prostíbulo, fue protegida por ángeles y señales celestes.
Según las Actas de su martirio, aunque andaba por el quilombo
totalmente desnuda, los cabellos le crecían de manera que tapaban su
cuerpo. Las tiendas que vendían ropa, iban al muere con ella.
Poco faltó para convertirse en una peluda mona.
Sucedió que cierta noche, más bien de madrugada, llegó al quincho un
joven muy caliente y afrechado que quería coger a toda costa, ya que
siendo pastor de ovejas estuvo perdido en los montes por más de tres
meses con dichos animales, y ya anhelaba coger otra cosa que vaginas
24 El verdadero santuario católico

lanudas, y aún pagando al contado, santa Inés no quiso satisfacerlo por


estar un poco cansada, ya que eran las cinco de la mañana y ya habían
pasado trescientos noventa y dos clientes antes que él.
Como el joven tenía el ticket 393, serie A, y ya había gastado todo su
sueldo en beber vinos y cañas en la barra, no quiso conformarse con
venir mañana que le proponía la regente, asegurándole que se
respetaría su número y al día siguiente entraría en primer lugar.
El joven, ciego de furia y medio borracho, penetró por la fuerza al
cuarto de Inés y la abrazó impúdicamente y acarició sus partes íntimas
sin el permiso de la santa, y ¡oh, milagro!, justo cuando le acariciaba las
tetas para calentarla, en el mismo instante perdió la visión quedando
más ciego que un murciélago.
-¿Quién apagó la luz?- gritaba el joven atropellando los muebles del
miserable cuartucho, yendo a meter el pie en una palangana con agua
sucia que santa Inés ocupaba para lavarse la concha después de cada
polvo, por no encargar hijos santos, ya que aún no se habían inventado
los actuales preservativos.
Dice la tradición que el joven ciego al ser de pié grande, quedó éste
trancado y atascado dentro de la palangana sin que hubiera plomero ni
deshollinador que pudiera quitárselo,
Tres días después, internado aún en el hospital junto con la palangana,
recuperó nuevamente la vista gracias a las oraciones de santa Inés que
en el quincho, arrodillada en el suelo y en éxtasis espiritual, mientras
mamaba las vergas de otros clientes, elevaba oraciones piadosamente a
Dios pidiéndole fervientemente por la salud del que había dejado ciego
y empalanganado.
Pregunto yo: ¿para qué se internó el joven en un hospital si estaba
solamente ciego y no herido? ¿No le hubiera sido mejor comprar un
bastón blanco o un perro lazarillo que lo guiara? ¡Milagro! Ella lo dejó
ciego y ella lo sanó.
Los santos y santas católicos a veces son tan díscolos como los
demonios, ya que hoy pueden darte un ramo de rosas y mañana una
ceguera total o una patada en el culo.
Son tan díscolos que pueden darte hoy una de cal y mañana otra de
cemento sin decirte ¡agua va!
Más tarde, Inés fue condenada a muerte, y, cuando iba a ser
decapitada, el verdugo intentó que abjurase, a lo que ella respondió:

“Injuria sería para mi Esposo que yo pretendiera agradar a


otro. Me entregaré sólo a Aquél que primero me eligió.
¿Qué esperas, verdugo? Perezca este cuerpo que puede ser
amado por ojos que detesto.”
El verdadero santuario católico 25

Fue entonces puesta en una hoguera que no la quemó pues las llamas
se apagaban antes de tocar su cuerpo, que ya relaté antes, y luego
decapitada en año 304 A.D., y enterrada luego en la Vía Nomentana, en
una catacumba a la que se le puso su nombre, aunque podría ser en la
vía Appia, en la vía Láctea, o bajo las vías de un tren, y raro sería
además que le pusieran a la tumba el nombre de otra santa. Hoy en día
hay infinitas tumbas de santa Inés dispersas por el mundo, todas
verdaderas y originales, que recaudan cuantiosas donaciones y objetos
de oro y plata por los milagros concedidos.
Milagro sería más bien que estas fortunas fueran a parar a los pobres
antes que al riquísimo Vaticano.
Todo es posible viniendo de la Sagrada Tradición Católica.
Dicen que el verdugo lloraba cuando tuvo que decapitarla con su filosa
hacha al ver la pureza y la fidelidad de la santa para con su esposo el
señor papa.
Reza. Inclina la cabeza. Acomoda sus cabellos a un costado para
preservarlos de la filosa hacha. Se arregla el vestido planchándolo con
las manos, acomoda sus ultrajados corpiños por el ciego curado.
Hubierais visto temblar el verdugo lleno de miedo, como si fuera él
quien estuviera condenado a muerte. Su mano tiembla. Palidece ante el
horror que va a ejecutar, en tanto que la jovencita mira sin temor la
llegada de su propia muerte. He aquí dos triunfos a un mismo tiempo
para una misma niña: la pureza y el martirio. Pocos días después de su
muerte, su mejor amiga y hermana de leche, una chica de su edad
llamada Emerenciana, rezando junto a la tumba de Inés, fue sacada a
patadas por los soldados de guardia.
Furiosa, Emerenciana los mandó a la puta que los parió e increpó a los
soldados romanos por matar a su amiga, y fue muerta a pedradas,
pasando a ser una nueva santa católica con la calidad de mártir.
Hacia el año 350 se construyó una iglesia sobre la tumba de Inés.
En el arte, se la suele representar con un cordero blanco mamando de
su teta símbolo de inocencia y de las mamadas de infinitas guascas por
las que tuvo que pasar estando en el lupanar.
El 21 de enero, el día tradicional de su fiesta, se bendicen dos corderos
en su iglesia de Roma, y con la lana se tejen unas bandas blancas, que el
papa coloca sobre los hombros a los arzobispos como un símbolo de su
potestad.
Con las finas tripas del animal, rosáceas y transparentes, se hacen
infinitos condones que el santo vicario hasta hoy reparte en un
sobrecito entre los más cojudos sacerdotes de la grey, cansado ya de
pagar juicios perdidos por culpa de las violaciones que éstos cometen a
jovencitas dejándolas embarazadas en sus respectivas diócesis.
26 El verdadero santuario católico

La iglesia católica, gracias a María y a santa Inés, se moderniza día a


día para evitar los juicios de sus degenerados sacerdotes.
Santo, santo es el Demonio, que puso en manos de los ingeniosos curas
estas fábulas estúpidas que disuelven y ennegrecen los divinos
Evangelios de la Palabra, para que todos se pierdan, y ninguno se
salve.

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El verdadero santuario católico 27

San Antonio Gil


(Santo Matrero)

San Antonio Gil, “el gauchito milagroso” como se lo conoce entre los
católicos, nació en Mercedes, Ctes., y de niño fue callado, tímido y muy
introvertido, a tal punto que sus padres temían que Antonito saliera
con el tiempo un trolo remachado. Le encantaba jugar a las muñecas y
hacer tortitas de barro, aparte de usar pulseritas y aritos, y pintarse de
rojo las uñas y los labios, color al que fue muy inclinado ya que desde
la cuna tenía preferencia por el Partido Autonomista. Sus maestras de
la primaria lo recuerdan como un niño muy educado, respetuoso y
gentil, tanto que al llegar a séptimo grado llevó la bandera como
recuerdo de su paso por escuela de Varones Nº 1 Gral. San Martín, sin
que la devolviera hasta el día de la fecha. Sin embargo, a los quince
años destripó con un facón de medio metro de largo a un policía que lo
quiso detener por estar escuchando chamamés con su radio portátil a
todo volumen en la esquina de la plaza, frente a la Intendencia.
A los veinte, ya había eviscerado con su filoso cuchillo a una docena de
personas, doctores, comerciantes, maestros y obreros, pero se salvó de
ir a la cárcel al salir electo concejal por el Partido Autonomista por
corrimiento de lista, siendo candidato en el puesto número trece del
voto de dicho partido.
Los doce candidatos que estaban en la lista antes que él fueron los
destripados misteriosamente, lo que llevó a la Junta Electoral a
designarlo concejal sin que nadie sospechara tan criminal fraude.
Es más, por procurar inmunidad, al terminar su mandato, entró a
trabajar en la Intendencia Municipal como Secretario de Relaciones
Exteriores, puesto al que debió renunciar seis meses después por falta
de voluntad, y ser de carácter demasiado bueno, reemplazándolo en
ésa oportunidad el famoso catedrático y licenciado en Literatura don
Eduardo Buera. Antonito Gil se dio cuenta que la política no era para
él, que dentro de ella se escondía la maldad, el engaño, la mentira, la
falsedad, la envidia y el robo de los dineros públicos, y su vida dio un
vuelco profundo en procura de labrarse un porvenir y un futuro
promisorio, basado y acorde con su siempre rectitud moral y honradez.
Pasó entonces a integrar la banda de forajidos liderada por Mate
Cocido y el Samacola, que asaltaban estancias y countrys de ricos,
asesinando y violando a todos sus dueños, peones y animales.
A las mujeres degollaban despiadadamente y a los hombres los
violaban amorosamente porque había tal salvajismo en Corrientes en
aquélla época, que todavía no se sabía muy bien para qué servían las
mujeres, igual que ahora.
28 El verdadero santuario católico

Tampoco se salvaban patos, ovejas, gallinas ni perros.


El gobierno puso precio a su cabeza, veinte patacones con olor a queso,
con la aclaración que si traían su cuerpo entero, no aumentaría ni un
peso el dinero ofrecido de recompensa, ya que solo su cabeza era la
requerida.
Pero… ¿Cuáles fueron las causas por las cuales este milagroso santo
hiciera esta vida disoluta y feliz? ¿Cómo se metió de lleno al atrapante
mundo del crimen y de los robos?
Hay tres versiones de su santa inclinación de destripar a personas para
justificarlo fehacientemente.
La primera dice que el Gauchito andaba por el pueblo cogiendo a una
viuda rica y adinerada que lo mantenía, sin regresar a la estancia de sus
patrones donde estaba conchabado con esperanza de jubilarse según
pasaran los años.
Esto, el ser mantenido por la viuda, hizo que ganara el odio de sus
hermanos, los de ella, y del comisario don Frutos Gómez, que también
la requería de amores, quienes lo buscaban para matarlo.
Su espíritu de paz y sosiego, por no ver correr la sangre de sus
enemigos o la suya propia, infló camisa y se fue pelear a en la Guerra
de la Triple Alianza (1864-1870).
Desertó y volvió a su terruño. Ahí lo cazaron y lo colgaron de los pies
para luego ser degollado amablemente, que era el castigo que
correspondía al delito de deserción.
La segunda versión dice que Gil era un abigeo que se congració con los
pobres. O sea, robaba vacas y ovejas para repartirlas entre los
hambrientos y necesitados de ollas.
Reclutado para combatir en la Guerra de la Triple Alianza, desertó y
fue perseguido. Cuando lo atraparon pidió clemencia prometiendo
portarse bien de allí en adelante, diciendo que era inocente de las casi
un centenar de muertes que infringió con su filoso cuchillo cuando era
ladrón de ganado. Pero el sargento hizo oídos sordos a sus súplicas y lo
degolló salvajemente.
La tercera versión dice que El Gauchito Gil dirigía un grupo de
matones autonomistas que iban de pueblo en pueblo saqueando,
robando a los ricos para dárselo a los pobres y matando a todo liberal
que se cruzara en su camino.
Era devoto de San La Muerte y se decía que era imposible de matarlo a
balazos. No le entraba balas en el cuerpo, ni su mente razonaba en nada
que no fuera delinquir. Las tres versiones terminan diciendo que su
sangre inocente sanó al hijo del sargento que lo degollara que estaba
por estirar la pata con apenas ocho años, su primer milagro.
El verdadero santuario católico 29

Si se sabe de su captura que está asentada en el libro de guardias de la


Comisaría Primera de Mercedes, y cuyo suceso fue más o menos así:
Una noche que el Gauchito Gil estaba en una taberna, fue rodeado por
una pequeña partida, cuya formación la componían un sargento,
doscientos sesenta soldados con bayonetas y dos cañones, y un
voluntario con el cargo de furrier, los que sigilosamente se acercaron
por detrás para sorprenderlo, pues mucho temían que los matara a
todos con su filoso facón, cosa que no sucedió porque el gauchito
dormía plácidamente el pedo que tenía con la cabeza sobre el
mostrador, por tomar un vasito de vino que su médico personal le
aconsejara después de cada comida.
La partida lo atrapó sin derramar una gota de sangre, y el sargento
decidió colgarlo de un árbol cabeza abajo en un descampado, de los
pies, ya que sus bolas pesaban demasiado, y si lo hacían de otra forma,
del cuello por ejemplo, corría el riesgo de ahorcarse por su propio peso,
por boludo.
El reo pidió clemencia en medio de un río de lágrimas, suplicó y lloró
prometiendo portarse bien de allí en adelante si le perdonaban la vida,
y hasta amenazó al sargento contar del atropello a los hermanos Tato y
Pocho Romero Feris de Corrientes, jefes del pacto Autonomista Liberal,
gobernador uno y presidente de la Cámara de Diputados el otro.
El sargento, que era radical y odiaba a ambos políticos porque hacía
treinta años no firmaban su ascenso a sargento primero,
despreciativamente sacó su verga al aire y le orinó en la boca, teniendo
cuidado de no acercarse mucho por no perderla en los salvajes
mordiscos y dentelladas que le proponía el reo colgado de sus patas.
-¡Encontrarás tu casa de mierda cuando llegues enfermo y morirá
por derramada de sangre inocente, hijo de puta!- maldijo el santo
gauchito al sargento, que como estaba boca abajo sus palabras también
lo estaban, y lo que quiso decir fue:
-¡Cuando llegues a tu casa encontrarás a tu hijo enfermo por la
sangre inocente derramada, y morirá, puto de mierda!
El sargento, que entendió la indirecta, sacó su facón y de un certero
tajo degolló al reo, cuya sangre regó el suelo mercedeño como si fuese
una ofrenda a la madre tierra, mezclándose con las otras anteriores que
derramó el gaucho con la punta de su cuchillo, para alegría y alimento
de las lombrices de ésos suelos haciéndolas muy codiciadas para la
pesca, por lo gordas y rosadas de su aspecto.
Cuando el sargento regresó a su casa, efectivamente, su hijo ardía de
fiebre y estaba a punto de estirar la pata, con solo ocho años de edad,
viendo lo cual regresó corriendo hasta donde estaba colgado el reo.
30 El verdadero santuario católico

Con infinitas oraciones y novenas se hincó ante el degollado, cuidando


no manchar su uniforme con su sangre, y le pidió que intercediera ante
Dios para que su hijo se salvara.
Cualquiera, para los católicos, puede ser el Sagrado Intercesor.
Créase o no, sus ruegos fueron escuchados por el santo matrero en el
cielo, que encarándose como único intercesor mercedeño frente a Dios,
le dijo:
-Padre, concede el deseo que solicita el que me degolló, y a
cambio, gracias a la idolatría de los católicos a quienes les encantan
éstas pelotudeces, me harán santo milagroso y me levantarán un altar
donde hasta los obispos me ofrecerán misas, hostias, novenas, décimas
y cuantas otras boludeces se les ocurran inventar y llenaremos las arcas
de la iglesia con las ofrendas y las ventas de estampitas, discos,
medallitas, pulseritas y calcomanías para autos e infinitos camiones
que llevarán mi devoción por todo el país.-
-Así sea-le dijo el Padre- Pero trata que no se levanten altares para
ti a cada medio metro de las rutas correntinas, porque muchos son los
boludos que habitan esas tierras, y que fácilmente abandonan a mi Hijo
Jesús por cualquier pelotudez que inventan los curas y los
historiadores. Odio la idolatría de los católicos, pero más me dan por
las pelotas los altares con banderas y sillas coloradas, porque desde el
principio de los tiempos yo soy de Rácing, con cuyos colores creé el
cielo y las nubes, los mares y la nieve, no del rojo de Independiente ni
del Autonomismo de los Romero-Feris, y la concha de tu madre…-
Dios es más dado al peligroso y violento futbol antes que a los
inocentes y amorosos partidos políticos.
Ese fue el primer milagro concedido por el Gauchito Gil, pero aún
mayor es el que muchos giles crean semejantes tonterías, y cada 8 de
enero en que se recuerda su fiesta, paguen pasajes en colectivos que
parten temprano desde la iglesia católica de pueblos vecinos y gasten
sus dineros para ir a visitar su rojo altar en la ciudad de Mercedes, de
donde vienen gratificados y sin una moneda, pero llenas las alforjas de
vinchitas, pulseritas, estampitas, tijeritas, dos docenas de cidis
diferentes de chamamés en su honor, cuadritos y calcomanías del
guevón gauchito milagroso católico.
Se toma la tradición de envolver con banderas rojas o pintar de rojo los
santuarios de veneración al Gauchito Gil, dado que es el color que
caracteriza al Partido Autonomista en la provincia de Corrientes, del
cual él fue uno de los primeros afiliados. ¡Tomá para vos!

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El verdadero santuario católico 31

Santa Cecilia
(Mártir cristiana, patrona de los músicos)

Según la leyenda, Santa Cecilia (¿-230?), mártir cristiana, desde niña


gustaba tocar los instrumentos musicales de la época, haciéndose
experta en el manejo del clarinete, oboe, flauta y saxofón, para los
cuales tenía gran facilidad por tener los labios gruesos y carecer de
dientes superiores.
Tocaba el clarinete con tanto amor y dedicación que fue famosa entre
los músicos de las muchas bandas villeras que integró desde joven y a
las cuales acompañaba en sus giras con la única y expresa misión de
limpiar los instrumentos de los músicos sin derramar una gota, y a
cambio de tales favores, la dejaban participar en la consola de sonidos
como operadora sin ganar un mango.
A los quince años, fue desposada por un joven de la banda llamado
Valeriano, al que ella le estiraba su instrumento por largas horas en la
mayor.
En la mayor verga que ella había visto en toda su vida, y al que
convirtió al cristianismo.
La concreción del matrimonio fue extraña y atípica: sus padres la
dieron en matrimonio a éste noble joven pagano, Valerius (Valeriano)
siendo ellos católicos, aparentemente solo por la fortuna que poseía.
Pero he aquí que tras la celebración del matrimonio, la pareja se había
retirado a la cámara nupcial, supuestamente a coger, (¿y si no para qué
se iban a retirar?), y estando solos Cecilia dijo a su flamante esposo
Valeriano que ella había entregado su virginidad a Dios y que un ángel
celosamente guardaba su cuerpo; por consiguiente, debía tener el
cuidado de no violar su concha por nada del mundo.
Según la leyenda, el diálogo entre ambos cónyuges fue así:

Cecilia: Tengo que comunicarte un secreto. Has de saber


que un ángel del Señor vela por mí. Si me tocas como si
fuera yo tu esposa, el ángel se enfurecerá y tú sufrirás las
consecuencias; en cambio, si me respetas, el ángel te amará
como me ama a mí.
Valeriano: Muéstramelo. Si es realmente un ángel de Dios,
haré lo que me pides.
Cecilia: Si crees en el Dios vivo y verdadero, en el Papa y
en María aún más vivos, y recibes el agua del bautismo,
verás al ángel.
32 El verdadero santuario católico

Valeriano vio a un ángel totalmente desnudo, con la verga arrastrando


por el suelo, que le sonreía pícaramente y sintió grande celo, e infinitas
sospechas de ser guampudo desde antes, pero creyó en ella, después de
lo cual Cecilia lo envió junto a la tercera piedra miliaria de la vía Apia,
donde debía encontrarse con el papa Urbano I.
Yo quiero saber, a fuerza de ser meticuloso, quién escuchó y escribió el
anterior diálogo entre Cecilia y Valeriano, donde ella le dice que un
ángel guardaba su virginidad.
¿Tenían un apuntador o un escriba al lado? ¿Existían los grabadores?
En fin, ella quedó a solas con el pijudo ángel, que dijo: “por fin solos,
mi amada Cecilia”.
Valeriano obedeció de mala gana y fue al encuentro de Urbano, el papa
lo bautizó y Valeriano regresó como cristiano ante Cecilia.
Entonces el ángel pijudo los coronó como esposos con rosas y azucenas.
Cuando Tiburcio, el hermano de Valeriano, se acercó a ellos, también
fue convertido al cristianismo y a partir de entonces vivió con ellos en
la misma casa, en completa pureza.
Algunos quieren insinuar malignamente que Cecilia tenía tres esposos
o amantes en la misma cama, a saber: Valeriano, Tiburcio y el ángel
pijudo, pero eran simples habladurías.
¡Cómo murmuraba la gente de aquélla época!
Pero, no todo fue felicidad para Cecilia.
Vendrían días de angustias y desgracias en su futuro.
En una gira por Europa, llegando a una gran ciudad pagana llamada
Roma para cantar ante el papa, por negarse a inclinar el cuerpo ante los
dioses de la música san Rodrigo y santa Gilda, cantantes fallecidos en
accidentes de tránsito, fueron martirizados ambos esposos con las más
crueles torturas.
A su amado esposo, con cruel saña, le cortaron su descomunal picho
con un cuchillo Tramontina desafilado y herrumbrado, que todavía se
conserva intacto en los Museos del Vaticano.
Digo el cuchillo, porque el picho sus verdugos dieron a una jauría
hambrienta compuesta de veintiséis perros que salieron hartos y
satisfechos con un pedazo de diez centímetros de tripa cada uno.
Valeriano, en su celda, muy deprimido rogó a su santo personal el
Gauchito Gil por la pérdida de su guasca, que le consoló desde el cielo
diciéndole que para coger aún le quedaba la lengua.
Al día siguiente, le cortaron la lengua.
Volvió a pedir consuelo, y el santo milagroso volvió a consolarlo
diciéndole que para coger, ocupara los dedos.
Al día siguiente, le cortaron las dos manos.
El verdadero santuario católico 33

Sin atreverse a volver a pedir consuelos al Gauchito Gil, a quien lo tuvo


de ahí en adelante por el más falluto santo milagroso que batía a sus
torturadores qué partes de su cuerpo debían cercenarle, pasó a ser
devoto de otro gaucho milagroso, el Gaucho Lega, pero apenas por
pocas horas, ya que viendo que mejor vida es morir que vivir muerto, a
causa de un fuerte resfrío que se complicó con una brutal pulmonía sin
que pudiera sonarse las narices con un pañuelo al carecer de ambas
manos, se dejó morir deprimido y decepcionado.
Después le tocó el turno a su hermano Tiburcio a quien dicen que
decapitaron o empalaron, no se sabe muy bien.
El funcionario del prefecto, Máximo, fue designado para ejecutar la
sentencia. Pero se convirtió al cristianismo y sufrió el martirio con los
dos hermanos.
El ángel que los acompañaba, huyó con sus alas desplegadas hacia el
cielo, salvándose de ser violado por una legión de soldados a cargo del
prefecto Turcio Alamaquio, quien ordenó la muerte de todos.
Cecilia enterró los restos de su esposo, su cuñado y los de Máximo en
una tumba cristiana.
Luego la propia Cecilia fue buscada por los funcionarios del prefecto.
Fue condenada a morir ahogada en su propia casa, dentro de una
palangana con agua hirviente sobre una cocina Eslabón de Lujo.
Pero salió ilesa porque el agua no le quemaba ni le hacía mella por
estar apenas tibia, ya que sus verdugos no se dieron cuenta que
posiblemente se había terminado el gas de las hornallas.
Otras versiones indican que en realidad el agua estaba natural, ni fría
ni caliente, y que por ayudarla, un antiguo sacerdote de la santa
Inquisición al que de niña ella le limpiaba la flauta, sin que nadie lo
viera, arrojó al agua varios sobrecitos de polvos digestivos Alka-Seltzer
que produjeron burbujas como si estuviese hirviendo, engañando a sus
verdugos que tuvieron al hecho por un milagro.
Por eso el prefecto decidió que la decapitaran allí mismo.
El ejecutor dejó caer su espada tres veces pero no pudo separar la
cabeza del tronco. Cambió la espada por un hacha.
El verdugo volvió a intentar otras tres veces cortarle la cabeza, pero no
lo consiguió, pues el hacha milagrosamente se desafilaba o rompía
sobre su cuello.
Santa Cecilia, que era santa pero no boluda, tenía disimulado en el
cogote un grueso cilindro de acero como collar, color carne, el cual se lo
regalaran cuando su conjunto fue a tocar ante la tribu de los vergotus en
el África, cuyos forzudos y enormes nativos la acompañaban en su
canto tocando tambores y timbales sin usar los tradicionales palillos,
solamente golpeando los parches con sus descomunales vergas.
34 El verdadero santuario católico

De ahí el nombre de la tribu, a cuyos miembros se los conoce con el


nombre de vergotudos.
De tantos golpes que el verdugo le diera en el cuello, el hacha se partió
en dos, lo que obligó a mandar a un gurisito corriendo a comprar en la
ferretería Lavalle otra flamante ya afilada, cuya fría hoja atravesó su
cuello como si fuese una manteca, junto con el collar de acero.
Aún vivió tres días más, no el cuerpo, sino su cabeza, puesta sobre una
mesa, que hablaba y pedía agua y qué comer, pues decía que la sed y el
hambre le arañaban el estómago.
El verdugo huyo asustado, dejando a la virgen bañada en su propia
sangre, sin regresar al pueblo nunca más.
La cabeza de Cecilia vivió los tres días siguientes, lo que aprovechó
para dar limosnas a los pobres y disponer por testamento que después
de su muerte su casa se transformara en un templo.
¡Epa! ¿Cómo su cabeza falta del cuerpo y sin brazos daba dineros a los
pobres?
Dictar su testamento puede ser, pero nunca dar dinero a los pobres, a
menos que escupa las monedas por la boca.
Sin embargo, cuando ya se estaba curando y recuperando el color
rosado de sus mejillas, murió de inanición, pues por más comida que le
dieran por la boca, siempre tenía un feroz hambre que no se saciaba, ya
que el resto de su cuerpo estaba enterrado lejos de donde estaba su
cabeza, y darle de comer era como echar todo a un saco roto, o como
acarrear agua en una cesta de mimbre, como quien dice.
Ningún alimento le aprovechaba.
Su cuerpo murió decapitado y su cabeza murió de hambre, o sea que
bien puede decirse que la santa tuvo dos horribles muertes.
En el año 821 sus restos fueron enterrados en una cripta de la iglesia de
Santa Cecilia en Roma, que si la enterraran en otra cripta de otra santa,
sería un despropósito y una boludez inadmisible.
Pero, ¿cómo supieron que era el cuerpo de ella después de seiscientos
años?
¿Le hicieron el ADN? ¿Reconstruyeron su perfil sicológico?
Muy simple, papanatas: porque el cuerpo no tenía cabeza, lo que sí
había a montones.
Años más tarde, ya que la tradición y la leyenda dicen que su canto
hablaba de Dios en su corazón, se hizo conocida como la patrona de la
música.
Los poetas ingleses Geoffrey Chaucer, John Dryden y Alexander Pope
la han celebrado en su literatura, y ha sido tema de numerosas obras
pictóricas, desde Schedel, Francesco Francia, Ambrosio Benson hasta
Artemisa Gentleschi, grandes pintores del medioevo.
El verdadero santuario católico 35

El conjunto “Penas y Olvido” del paraje Pancho Cué de Santo Tomé,


Ctes., que dirigió Doldre Lemos cuando era joven, antes que le diera el
derrame que lo dejó medio ladeado, compuso un chamamé en honor a
la santa, con la colaboración de Carlos Talavera, que si Dios quiere y el
Diablo lo permite, llevarán a sus autores a pudrirse eternamente en el
infierno.
Su fiesta se conmemora el 22 de noviembre, Día de la Música.
El papa Urbano I la enterró en la catacumba del papa Calixto I (155-
222), donde se sepultaban a los obispos y los confesores.
No se sabe porqué.
En realidad no se sabe nada de santa Cecilia, pero la fábula creada en
torno a ella es sin duda amorosa y tierna.

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36 El verdadero santuario católico

Santa Casilda
(Santa y virgen española de origen musulmán)

Esta Casilda era hija del soberano del reino taifa de Toledo, Almanerín
Al Manerado, que reinó entre 1038 y 1075 y fue famoso por ser medio
puto como su nombre lo indica, y por el gran número de cautivos
cristianos que hizo.
Que hizo pomada en las hogueras, por ser acérrimo enemigo de la
virgen María, de la cual no soportaba ni siquiera escuchar su nombre.
Sobre su condición, unos lo describen como un sanguinario
perseguidor de los cristianos, mientras que otros lo presentan como
apacible y bondadoso, que repartía caramelos y juguetes a los niños.
No se sabe a ciencia cierta cuándo nació Casilda, pero se cree que
murió en el 1050, en 1051, en 1052, en 1053, en 1054 o en 1055, que por
ahí no más andaba la cosa.
Aunque bien podría ser en 1049, en 1048 o en 1047 o mucho antes o
mucho después.
En realidad no se sabe ni lo uno ni lo otro, pero la vida de los santos
comienzan siempre cuando muere, pues sería ilógico que se supiera
con exactitud cuando nace un bebé qué destino tendrá dentro de
ochenta o noventa años, cuando ya sea consagrado santa o santo.
En las fábulas católicas el nacer es indiferente, pero es muy importante
la fecha de su muerte para poder celebrar su onomástico con
procesiones y bombas de estruendo cuando son patronos de un pueblo
o en épocas de fiestas de guardar. Su propio nombre -Casilda en árabe
significa cantar- es como un verso con alas de canción.
Casilda se dedicó desde joven a auxiliar a los cautivos que su padre
hacía, prisioneros en un gran patio cercado de altas paredes pegado al
palacio.
Estos cautivos eran rescatados por sus parientes a través del pago de
una exorbitante suma de dineros, oro o plata, o bien cambiados por
cautivos musulmanes en poder de los ejércitos españoles.
Miguel de Cervantes, el celebrado padre de las letras castellanas,
siendo prisionero de los moros después de la famosa batalla de
Lepanto donde perdiera un brazo, pasó cuatro años prisionero hasta
que sus parientes juntaran los dineros para su rescate, en éstas mismas
condiciones.
Por una ventanita del palacio, desde su habitación, Casilda hacía bajar
con una cesta atada a una piola, los restos de comida que sobraban en
los banquetes diarios que hacía su padre.
El verdadero santuario católico 37

Algunos cortesanos que la vieron, ante esto, acudieron al Emir


denunciando a su hija por su desvelo hacia los cristianos presos, a fin
de que la reprendiera.
El Emir entonces quiso comprobar si aquellas acusaciones eran ciertas
y persiguió disimuladamente a su hija hasta sorprenderla portando en
su regazo algo que despertaba sospechas.
Un día, después de cenar, como era su costumbre, Casilda juntó en su
cesto y a escondidas los restos que desecharon los comensales en la
mesa, y lo llenó de chinchulines, tripas y mondongos que los árabes
gustan comer como aperitivo, y que los hace pedar estrepitosamente en
la mesa, lo cual hizo que su padre sospechara y la inquiriera
preguntándole qué llevaba en el cesto tapado con una servilleta.
Ella le contestó que rosas y, según la tradición, cuando el padre miró
debajo de la servilleta, segundos antes las achuras que llevaba para
alimento de los presos se convirtieron en coloridas flores, o sea, ésta es
la versión femenina de la tontería del indio San Diego, en la que en su
capa aparecieron ramos de rosas y la imagen de nuestra señora de
Guadalupe, cuya vida viene a continuación en esta interesante Vida de
los Santos Católicos.
Este verdadero e incomprobable milagro de Casilda es para los
católicos superior y más creíble que el de la resurrección de Lázaro por
Jesús, descripto en la Biblia. ¿Cómo puede ser que un católico, a quien
Dios le dio sobrada inteligencia para distinguir lo negro de lo blanco y
la fábula de lo real, se empecine en creer y tener por ciertas estas
mentiras que lo desvían de la Palabra de Dios, solo porque a través de
los siglos a cientos de papas desocupados y aburridos se les ocurrió
inventar éstas tonterías que embrutecen y ciegan de idolatría al iluso
que en su última hora será irremediablemente condenado? ¿Tan fácil es
llegar a ser santos con solo transformar unos resecos chinchulines en
fragantes rosas? Eso más es de magia de demonios que de santidad
venida de Dios.
Días después para Casilda comienza una grave dolencia.
Un incontenible flujo de sangre se apodera de ella, que aumenta día
tras día y que la ciencia médica del palacio es incapaz de curarla. La
pobre sangraba hasta por el culo.
Una visión del cielo le revela que encontrará remedio en las aguas
milagrosas de San Vicente, allá por la Castilla cristiana.
Almanerín prepara el viaje de su hija con una comitiva real, pero él no
fue porque tenía un harén de cincuenta esposas a quienes debía
mantener y cuidar que nadie entrase en sus aposentos en su ausencia.
En Burgos recibe Casilda el bautismo y marcha luego a los lagos de San
Vicente, junto al Buezo, cerca de Briviesca.
38 El verdadero santuario católico

Recuperada la salud según se le dijo, decide consagrar a Cristo la


virginidad de su cuerpo milagrosamente curado y resuelve pasar el
resto de sus días en la soledad, dedicada a la oración y a la penitencia.
Murió de muy avanzada edad, siendo sepultada en la misma ermita
que ella mandó construir. Pronto se convirtió en lugar de
peregrinación.
Sin embargo, otros historiadores afirman que su padre mandó
doscientos soldados que del forro del culo la trajeron nuevamente al
palacio, donde su excelencia la martirizó y la decapitó frente a los
mismos cautivos a los que ella alimentaba a escondidas.
Cuentan que los caminantes sintieron desde entonces su especial
protección y las mujeres la invocan contra el flujo de sangre, y hasta
dicen que basta que una mujer pruebe las aguas y eche una piedra al
lago san Vicente para tener asegurada la descendencia.
Su festividad se celebra el 9 de mayo sin que nadie remotamente sepa
el porqué, ya que si no se sabe cuándo nació o cuándo murió, menos se
podrá saber el día de su onomástico.
Que alguien explique con pecho más valiente y certero que el mío,
¿porqué razón es hoy Casilda una santa?
¿Por los restos de chinchulines que sobraban de las comidas de su
padre y que repartía entre los cautivos?
¿Por la transformación de las achuras en fragantes rosas?
¿Por su imparable menstruación que el río San Vicente detuviera?

Todo es posible en las viñas del Señor.

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El verdadero santuario católico 39

El indio Juan Diego


(Beato y mandadero)

“Apenas habían transcurrido diez años de la conquista de México por


Hernán Cortéz (1521) –cuenta un historiador- cuando un pobre indio
con un olor a pata que mataba, llamado Cuatitletoatzen, (se pronuncia
como se lee, o como uno quiera, tratando de acentuar la partícula tle, y
quiere decir en lengua nativa “el águila que habla”) cuyo nombre
después traería muchos problemas a la iglesia católica para beatificarlo,
ya que nadie sería devoto de tan intrincado apodo, por lo cual en vez
de san Cuatitletoatzen, le ensartó uno más simple y angelical, san Juan
Diego, al cual le apareció la virgen María con rostro de india y de tez
negra en la cima de la colina de Tepeyac, la que le dijo que fuera a ver
al obispo de México y le anunciara que era su voluntad que se
construyera una basílica en su honor en aquél preciso lugar.”
El historiador mejicano escribió la anterior frase tan intrincada y
enmarañada que véome en la necesidad de esclarecer sus términos para
una mejor comprensión de los hechos del indio Juan Diego y para que
éste Tratado de la Vida de Santos, sea leído sin confusiones ni dobles
lecturas, es decir, sea tirado o quemado después de la primera.
El indio Juan Diego había nacido el 5 o 6 de abril o mayo, o junio, o
quizá agosto de 1474, aunque bien podría ser enero o diciembre de
1473 o 1475, en Cuautitlán, en el barrio de Tlayácac, región que
pertenecía al reino de Texcoco. La fecha poco importa, lo que importa
es que nació. Vaya uno a saber como se logró conocer precisa y
certeramente el barrio y la región en que naciera, antes que la fecha de
su nacimiento. Fue bautizado por los primeros misioneros franciscanos
en torno al año de 1524, lo que quiere decir que no se tiene
reputísimamente ni la menor noción de cuándo lo fuera con certeza.
De acuerdo con la tradición, el sábado 9 de diciembre de 1531, (a sus ya
57 años de edad, que también es incierta porque se ignora el año de su
nacimiento) muy de mañana en el cerro del Tepeyac escuchó el cantar
del pájaro mexicano tzinitzcan, que vendría a ser un canario o un
cardenal entre nosotros, anunciándole la aparición de la Virgen de
Guadalupe.
Si el pájaro no le anunciara con bellos y melodiosos trinos, seguro que
el indio pasaría de largo.
Digo que en la cima de la colina Tepeyac la Virgen María, en aspecto de
virgen negra con rostro aborigen, se le aparece a Juan Diego, y
hablándole en náhuatl, la lengua nativa de la región, le encarga que
vaya a pedir al obispo Juan de Zumárraga que levante para ella una
basílica en la cual la gente de esos lugares la pudiera adorar.
40 El verdadero santuario católico

¿Se imaginan Uds. a la virgen hablando en idioma indígena, ella que


era auténtica judía y solo conocía el arameo que enseñara a Jesús?
¿Se la imaginan hablando en quichua, toba o guaraní?
¿No le fuera más fácil, siendo una diosa milagrosa, hacer que el indio
entendiera el arameo o el castellano para hacer su pedido?
Va pues el indio con la misión encomendada corriendo y desesperado
como fraile franciscano invitado a comer un asado, hasta el pueblo que
quedaba a unos diez kilómetros de distancia, pero el obispo lo echó a
patadas de su iglesia sin creer en nada de lo que manifestaba,
diciéndole que trajese alguna prueba de la aparición, ya sea una foto o
un papel firmado por la virgen detallando su pedido.
Vuelve el indio pelotudo a donde encontrara a la virgen y se repite el
mismo diálogo y pedido, y por segunda vez retorna con su mandado
ante el obispo pajero que no creyó mucho en su palabra, y vuelve a ser
echado a patadas por el prelado, que quería dormir la siesta.
A la tercera ocasión, ya que no hay dos sin tres como quien dice, vio el
rotoso indio que la colina estaba florecida de rosas, aunque hasta ayer
era un lugar inhóspito y lleno de yuyos, y siendo mediados de
diciembre, es decir invierno por aquéllas zonas donde se mueren hasta
las gramíneas de frío, recogió por orden de Nuestra Señora unas
cuantas de ellas, y las envolvió en su capa de maguey, que son ésos
mantos colorinches que los mexicanos se atan con un gran nudo sobre
uno de los hombros. La Señora le dijo:
-Lleva estas rosas al obispo y dile de parte mía que no sea tan
pajero, si no quiere ser olvidado para siempre sin figurar como santo o
beato en los almanaques.-
Fue el indio a toda puta por tercera vez hasta la iglesia del pueblo para
concretar el mandado, y cuando abrió la tilma o manto a los pies del
obispo para mostrarle las rosas, ¡milagro! apareció en ella la imagen
estampada de la virgen con cara de india, cual si fuera una firma que
atestiguaba la legitimidad del pedido de una basílica en su honor en la
colina.
La imagen inmaculada de la virgen estaba impresa en la roñosa prenda
del indio san Juan Diego. La tradición católica, más creíble que la
Biblia, dice sin dudar que cuando Juan Diego quiso mostrar al obispo
las hermosas flores envueltas en su capa durante aquél helado invierno
se apareció pintada milagrosamente la imagen de la virgen de nuestra
señora de Guadalupe, llamada así más tarde por los españoles,.
En realidad, ella se le apareció al indio san Juan Diego cuatro veces,
entre el 9 y el 12 de diciembre de 1531, en diferentes lugares sobre el
cerro Tepeyac, los días que hiciera el mandado y el de su regreso
triunfal para avisarle que el obispo Zumárraga accedía a su pedido.
El verdadero santuario católico 41

El obispo se convenció de la legitimidad del pedido, y sin que en sus


escritos dejara constancia alguna del iluso milagro, ordenó la
construcción de cuatro ermitas donde sucedieron las apariciones, y una
choza donde Juan Diego Cuauhtlatoatzen viviría por el resto de sus
días custodiando todas las capillas, cobrando la entrada a los turistas
que las visitaban.
En esas ermitas que parecían los actuales santuarios del Gauchito Gil
por lo sucio y desordenado, se adoraba constantemente a la Virgen
Morena de Guadalupe.
El obispo no pudo cumplir con el deseo de la virgen, y se excusó que
por faltar plata suficiente para hacer una basílica lujosa y esplendorosa,
que la gente pedía a gritos para idolatrar a la madre antes que al Hijo, e
hizo con unas pocas monedas las miserables y rotosas ermitas o
capillas que cuidaba el indio, por darle un trabajo para que se rebusque
su alimento diario.
De tantos peregrinos que concurrían, el indio San Diego se hizo
inmensamente rico con las ofrendas en dinero que dejaban los devotos.
En menos de un año, cambió sus viejas ojotas de cuero toda descocida y
en hilachas, por una moderna motocicleta de 110 cilindradas marca
Honda de dos tiempos.
Años después de una constante promoción de milagros concedidos en
cualquiera de las cuatro ermitas, los fieles comenzaron a dar grandes
ofrendas y cuantiosas donaciones, los curas confeccionaron un contrato
de trabajo con el indio Juan Diego, donde se estableció que toda
moneda entrante sería de él, y los billetes, oros y joyas de propiedad de
la iglesia, y se juntó tanto dinero de los bobos promeseros, que
inmediatamente se levantó la majestuosa basílica de Nuestra Señora de
Guadalupe, construcción hecha entre los años 1695 y 1709, y como el
lugar se llenó de comerciantes y chantapufis que vendían estampitas,
vinchas, anillos y pulseritas de la madre de Dios, junto con choripanes,
vinos y gaseosas, se fundó un pueblo a su alrededor llamado
Guadalupe Hidalgo, pero desde 1931 el pueblo cambió el nombre por
Ciudad Madero, en honor al destacado político y presidente de México
Francisco Madero, que lo fuera desde 1910 al 1913.
Comprobado y reconocido el milagro de la imagen por la Iglesia
católica, sin que nadie sepa cómo lo comprobara ni reconociera, la
Virgen de Guadalupe fue sucesivamente proclamada patrona de la
ciudad de México (1737), coronada como reina de México (1895),
declarada celestial patrona de América Latina por el papa san Pío X
(1910) y citada por Pío XII como “Emperatriz de las Américas” (1945).
El papa Pío XII dijo de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe:
-Pinceles de este mundo no han pintado este dulcísimo ícono. -
42 El verdadero santuario católico

¡Qué sabias palabras! ¡Que aseveración innegable!


Esto dijo ocultando la firma del autor y la fecha que está estampada en
una de sus esquinas, ahora recubierta y oculta con pinturas modernas,
aunque a trasluz de rayos laser se las puede ver perfectamente.
El indio fue beatificado en 1990 y canonizado en 2002, en ambos casos
por el papa Juan Pablo II en visitas que hiciera a la basílica mexicana.
Claro, no se podía dejar fuera de una iglesia tan mentirosa, a un pícaro
indio tan mentiroso como ella, mientras que el bellaco obispo Juan de
Zumárraga, que no dejara nada escrito de estos milagros verdaderos, y
por pelotudo al no creer desde un principio tamaña fábula, no figura en
el canon católico ni por las patas, perdón, tapas.

********************
El verdadero santuario católico 43

Santa Bárbara
(Mártir Explosiva)

Santa Bárbara (¿235?), mártir y santa de la Iglesia católica que fuera


martirizada en la ciudad de Nicomedia (Turquía).
Fue hija de un sátrapa de nombre Dióscoro, quien la encerró en un
castillo para evitar que se casara tan joven y se fuera de casa, evitando
el proselitismo cristiano.
Según la leyenda, su padre era muy celoso y para proteger a su hija de
las perversiones del mundo hizo construir una alta torre donde ella
pasó solitaria y aburrida por algún tiempo, digamos, sus primeros
cincuenta años para ser precisos, cosiendo, tejiendo o leyendo novelitas
de amor de Corín Tellado.
Tuvo, sin embargo, mejor destino que su madre, a quien por los
mismos motivos, sus infantiles celos, su padre la enterró viva a dos
metros bajo tierra.
A veces, la tierra echa buenas raíces y suele dar buenos frutos.
Su progenitor tenía celos de cualquier cosa, así sea de una cucaracha
que se arrimara a cualquiera de ellas, sin saber que Dios ya le tenía
preparado un terrible castigo por su pueril defecto.
Pero he aquí que santa Bárbara durante su retiro y encierro tenía
frecuentes visiones donde se le aparecía la virgen y le hacía compañía
dándole consuelos y fortaleza.
Consuelos más que nada, porque la torre de su encierro era una
verdadera fortaleza inexpugnable más que suficiente a la que no podía
entrar ni una mosca, y por ende no necesitaba que la virgen le diera
más fortaleza todavía.
Durante este retiro se convirtió al cristianismo contra la voluntad de su
padre, quien más tarde la entregó al poder romano.
Yo siempre creí que los padres deberían amar a sus hijas,
perdonándolas de todos sus defectos e inclinaciones, aunque sea una
puta remachada, pero éste tipo, el sátrapa, la entregó sin empacho
alguno a las autoridades romanas, sin miramientos ni compasión
alguna.
Ella, en tanto, después de su bautizo, ordenó construir una tercera
ventana en su pieza, simbolizando la Santísima Trinidad, aunque bien
pudiera ser que las otras dos estuviesen mal direccionadas y sufriera
terribles calores al no entrar fresco viento por ellas.
Al llegar su padre ella se declaró cristiana y se opuso al matrimonio
que le propuso con un magnate industrial de la leche, para lo cual
pasaba cientos de vacas por un rayador hasta hacerlas polvo, leche en
polvo, diciendo que elegía a Cristo como su único esposo.
44 El verdadero santuario católico

Ante tamaña respuesta su padre se enfadó un poco, queriendo matarla


en honor a sus dioses paganos.
Por eso, Bárbara huyó y se refugió en una cueva que milagrosamente se
abrió en una peña para ella.
Mientras Santa Bárbara huía perseguida, supuestamente corrió a través
de un campo de trigo recién sembrado, que creció al instante detrás de
ella para cubrir, como por arte de magia, las huellas que iba dejando.
El trigo creció unos dos metros ocultándola de sus perseguidores.
Actualmente este milagro se recrea simbólicamente sembrando
semillas de trigo (o garbanzos, granos de cebada, habas, lentejas, etc.)
en un vaso de vidrio con algodón en la festividad de Santa Bárbara.
Las semillas germinan usando los brotes para adornar el pesebre, que
generalmente se coloca debajo del árbol de Navidad y crecen hasta
cerca de 15 centímetros, a tiempo para las fiestas de fin de año.
Esto, el milagro del germinador, lo hacía yo cuando iba al primer año
de la secundaria, en las clases de botánica.
Atrapada pese al milagro del trigo, no del germinador, sino del
crecimiento de las plantas, fue capturada y llevada encadenada ante el
gobernador.
Su martirio fue el mismo que el de San Vicente: fue atada a un potro,
flagelada, desgarrada con rastrillos de hierro, colocada en un lecho de
trozos de vidrios y cerámica cortantes y quemada con hierros
candentes.
Nada de éstas tonterías infantiles pudieron hacerla retractar de ser
ferviente mariana y acérrima católica.
-¡Viva el papa, y la puta que los parió!- gritaba a sus verdugos.
Finalmente, el mismo rey Dióscoro la envió al tribunal, donde el juez
dictó la pena capital por decapitación.
Su mismo padre fue quien la decapitó en la cima de una montaña, tras
lo cual un rayo le cayó en la cabeza, dándole muerte también.
¡Qué tal las cosas que hacen creer los curas a los tontos fieles católicos!
Antes de perder la suya, el padre, sin una pizca de piedad, decapitó a
su hija, y una vez cumplida la terrible sentencia, cayó fulminado por un
rayo, saliéndole fuegos y olorosos pedos, relámpagos y truenos por el
ojete, aún y a pesar de que era un día de radiante sol y alegría para el
pueblo.
Este es el motivo por el que se asocia a santa Bárbara con los rayos y se
le adora y reza durante las tormentas.
Por los tonantes pedos que su padre exhalara, Bárbara es la patrona de
la artillería, y su imagen en otros tiempos presidía con frecuencia
arsenales y polvorines.
El verdadero santuario católico 45

Aún hoy el depósito de pólvora de un barco de guerra se sigue


llamando santabárbara, en recuerdo a los bombazos y fuegos que
largara el padre por el culo.
En el ejército, en los almacenes de pólvoras y cartuchos, siempre se
estila colgar detrás de la puerta una imagen de Santa Bárbara para
protección, con un cartelito que dice “prohibido fumar”, porque
bárbara sería la explosión si todo eso reventara por un boludo que
entrara fumando.
En la iglesia de San Jaime de Moncada (Valencia), se encuentra una
falange del dedo gordo de la mano derecha de Santa Bárbara, el cual
fue traído desde Roma a Moncada, aunque algunos fieles devotos están
convencidos que vino a dedo. El medallón que usó durante su martirio
y su encierro se encuentra perdido. Entonces, sería mejor decir que no
se encuentra.
La última vez que fue visto fue en octubre 1961 enterrado en la
parroquia Riochico del cantón Portoviejo en Ecuador, donde
actualmente se levanta el templo parroquial con el mismo nombre de la
santa.
El medallón desapareció después de que fuera colocado en la imagen
de Santa Bárbara. Se piensa que alguien lo robó, (lo más seguro) o que
por voluntad divina desapareció, para que, tal vez, después reaparezca
en otro lugar para así propagar la fe. Si sentado esperaras, seguro te
cansaras.
Se la suele representar joven, bien con la palma del martirio, bien con
plumas de pavo real, pues este animal es símbolo de la resurrección o
la inmortalidad, o de la magnificencia de los corsos, y aparece ya en las
más antiguas representaciones conocidas, que datan del siglo VIII.
Suele llevar corona, que admite variaciones: en algunas es la de una
princesa y en otras es una corona completa formada de varias torres.
También suele aparecer con su mejor atributo: una torre con tres
ventanas, apareciendo unas veces encerrada en la misma y en otras la
torre aparece a su lado o en miniatura sobre una de sus manos.
El significado de esta torre con tres ventanas es el refugio de la fe en la
Santísima Trinidad, aunque también pudiera representar las altas
torres desde donde los protestantes cristianos eran arrojados al suelo
por los marianos católicos en la edad media. Todo es según el cristal
con que se mire.
Yo mismo, sacerdote Martín Lutero, antes de abandonar el catolicismo,
arrojé desde las altas torres de mi iglesia, cientos de infelices
protestantes que se hacían papillas en el suelo.
Dios me perdone.
46 El verdadero santuario católico

El Señor me ordenó salir de tan despótica iglesia, y ahora lucho y me


esfuerzo para proclamarlo como único y suficiente Salvador de todo
aquél que deposite su fe solamente en él.
La imagen de santa Bárbara también aparece a veces asociada a
tonterías imposibles de creer:

Con la espada con la cual fue decapitada, lo que ha


contribuido a que sea asociada con la guerra, pero dicha
espada representa un símbolo de fe inquebrantable. O
estar esperando que pase por la calle el afilador de
cuchillos tocando su flauta de plástico.

Con un cáliz, que significa su conversión al catolicismo o


las inmundicias de la mujer escarlata del apocalipsis.

Con el rayo que cayó en su martirio y que fulminara a su


padre, lo que la relacionó con los explosivos, y así es
patrona del arma de artillería, cuyo escudo son dos
cañones cruzados y la torre es la heráldica de los
ingenieros y zapadores.

Con una granada en sus manos, que representa el poder


de los explosivos que en Hiroshima dejara 160 mil
muertos en segundos, y de los cuales ella es su santa
protectora. De los explosivos digo, no de los muertos.

Con una rama de olivo entre sus manos, que representa


su martirio. En la antigüedad era una rama de ortiga para
expresar su dolor, pero hoy se la reemplazó por el olivo.

Con un manto rojo, que representa la sangre de Cristo, o


de la camiseta de Independiente, del cual es fanático el
demonio.

Junto a bloques de piedra por su patronazgo de la


cantería, haciendo alusión a la mujer adúltera que iba a
ser condenada a pedradas y que Jesús salvó con su gran
misericordia.

¡La puta, cómo se pueden enhebrar infinitas fantasías desde una


imagen!
Cualquier cosa representa cualquier cosa.
El verdadero santuario católico 47

Su festividad se conmemora el 4 de diciembre.


Ahora bien, ¿son dignas de crédito todas estas tonterías?
¿Puede haber un padre tan estúpido que para proteger a su hija de la
mala junta mande a construir una cárcel para guardarla tan pura y tan
virgen como su madre la pariera?
Los sacerdotes, cuando se cansan de masturbarse por las noches, para
lavar sus conciencias, pergeñan estas tontas e infantiles historias
durante el día, y la dan a conocer con bombos y platillos al estúpido
pueblo católico, y si logran colocar en el crédulo vulgo una devoción al
que después siguen miles de devotos, es para ellos como ganar la
lotería, más o menos, de contentos que sus egos quedan.
Se sienten ufanos y halagados cuando estas tonterías prenden en el
vulgo y se recogen infinitas donaciones de los estúpidos devotos que
acrecientan la vida fácil, opulenta y satisfecha de los prelados del
Vaticano.
Pero detrás, oculto entre bastidores, está el demonio para enredarnos
en fábulas que nos quitan al Jesús Salvador bueno y palpable por una
ilusa e improductiva santa Bárbara muy femenina y milagrosa.

************
48 El verdadero santuario católico

San Roque
(Patrono de los perros)

No existe acuerdo entre los historiadores, ni existirá nunca, a la hora de


señalar cuál fue el año de su nacimiento, ni su pueblo, ni su madre, ni
su padre, ni el nombre de su niñera, ni el de su abuela, ni la escuela a la
que concurriera, por la sencilla razón de que las fábulas católicas deben
construirse sin datos comprobativos que hagan posible
desenmascararlas.
¿Cómo puede el iluso católico comprobar la veracidad de éstas fábulas
tan alejadas de la Biblia, y del tiempo, si solamente le dan tradiciones
que vienen de mil años atrás a través de huesos de santos, sepulcros
sagrados, zapatillas y mantos, flores y perfumes, carnes incorruptas y
cabezas que hablan tres días seguidos después de ser cercenadas?
Este santo, según la tradición, nació en Montpellier, Francia, sin que
haya un dato seguro que tal cosa fuese cierta, en el año 1295, mientras
que otras versiones lo trasladan al siglo XIV, entre los años 1348 o 1350,
pero sí se sabe con seguridad el día de su cumpleaños: el 16 de agosto,
y el número que calzaban sus pies: el 45.
Roque es el santo protector de las pestes y de la epidemias, y sus
milagros eran solicitados por muchos pueblos, en donde sanaba de
ellas a muchos infectados, lo que daba lugar a que fuese nombrado
santo patrono de la ciudad cuando se marchaba.
Es además protector de peregrinos y solteros, de las enfermedades de
la piel de ganados y de hombres, contra las acusaciones falsas, de
dolores de rodillas, de adoquinadores, pedreros y marmolistas,
enfermeros, cirujanos y/o perros, entre otros.
Esto último no se entiende muy bien: si era protector de perros cirujas o
de cirujanos perros. ¡Dios mío, cuantas tonterías hace creer la iglesia
católica a sus ilusos creyentes!
Su historia, aunque falsa de cabo a rabo, es romántica y candorosa,
como si fuese un cuento de niños o de hadas.
Roque significa fuerte como una roca o sabio como una piedra.
San Roque es muy popular en todo el mundo con sus intercesiones a
favor de los enfermos y de los pobres.
O sea, de los pobres enfermos, aunque éste fuese rico.
Su familia era inmensamente rica, que si no lo fuera sería imposible
continuar con su historia, pues dice que cuando murieron sus padres
repartió todas sus riquezas entre los pobres y se fue como un boludo a
visitar Roma y todo santuario que encontrara en su camino.
¿Siempre los santos reparten su fortuna heredada entre los pobres para
ir a visitar Roma? ¿Con qué plata se fue si ya no le quedaba ninguna?
El verdadero santuario católico 49

Te diré sucintamente porqué todos los santos tienen la manía de


repartir sus bienes entre los pobres: por la sencilla razón que los
sacerdotes que inventaron sus historias pretenden hacerte creer que el
camino para entrar a los cielos es donar todos tus dineros a los más
necesitados. ¿Y quienes son los que más necesitan tus dineros?
¡La pobre iglesia católica!
Hecho esto, la venta y el regalo de sus bienes, San Roque emprende su
largo viaje en medio de una epidemia que asolaba a Europa, la maldita
tifus.
Los caminos por los que pasaba estaban sembrados de muertos, lo que
demoró diez años su viaje, pues Roque los iba enterrando a su vera a
medida que tropezaba con ellos. Y a los enfermos de cada pueblo los
curaba con solo hacerles la señal de la cruz en su frente, aunque hay
historiadores que afirman que hacía la señal del as de espada, no se
sabe bien.
Aún así muchos morían, digamos todos porque el decir que los sanaba
era una sanata, y como nadie se atrevía a tocarlos por miedo al
contagio, Roque los enterraba con sus propias manos.
Así llegó a Roma y de entrada no más curó a un millar de personas,
quienes cuando lo veían pasar por la calle decían: “allí va el santo”.
Un día, su suerte cambió diametralmente: se contagió de la terrible
enfermedad y su cuerpo se llenó de manchas negras y úlceras
apestosas, y por no molestar a nadie, y quizá por un poco de
vergüenza, se retiró a un bosque solitario, lejos del mundanal ruido.
He aquí que al día siguiente de instalarse en una choza que él mismo
fabricara, a un costado apareció un hermoso aljibe de cristalinas aguas
con las cuales se refrescaba y lavaba sus ropas y sus heridas.
Al otro día, del otro costado, apareció un hermoso excusado con puerta
de lona, inodoro y bidet, pileta con canilla, sin que tampoco faltara
papel higiénico.
Solamente falló la usina que no mandó la camioneta a conectar el
medidor de luz que también apareció asentado en un murito con caño
galvanizado y pipeta de porcelana.
Para mentir, hay que mentir en grande.
Mientras, en la casa de un rico de la ciudad que estaba degustando un
opíparo almuerzo, había un perro flaco y mugriento bajo su mesa que
lo miraba con cara de hambre, y en un descuido el animal arrebató de
la mesa un pan entero y salió disparando de la casa.
Al día siguiente, el perro repitió la misma acción: se llevó otro pan
entero y se metió al cercano bosque.
Después de varios días de igual tenor, el rico se extrañó de los robos
del perro y su huida vertiginosa al bosque con el pan en la boca.
50 El verdadero santuario católico

Al siguiente almuerzo, lo siguió sigilosamente y encontró al pobre


llaguiento san Roque tirado en su cama comiendo el pan que el sarnoso
perro le trajera en la boca.
El rico se compadeció de Roque y lo llevó a su casa para curarlo de sus
llagas y úlceras, bañarlo y darle de comer, aunque no en ése orden.
Apenas se hubo curado, el santo regresó a Montpellier que estaba en
guerra con otros pueblos, y los militares lo confundieron con un espía,
metiéndole en la cárcel por cinco años, donde consolaba a los demás y
ofreciendo sus humillaciones para salvar el alma de sus prójimos.
El día de la virgen de 1378, amaneció muerto en su camastro de preso,
y al desnudarlo para su entierro descubrieron una cruz tallada en su
pecho que le había hecho su padre con un cuchillo cuando niño y
comprendieron que era el hijo de quien en otros tiempos fuera
gobernador de Montpellier.
¡Cómo! ¿Solo por la cruz tallada en su pecho se dieron cuenta que era el
hijo del gobernador? ¿Los gobernadores marcaban a sus hijos con una
cruz como si fuesen ganados? ¡A fe que nadie querría ser hijo del
gobernador!
Las imágenes que circulan de él lo pintan con su sombrero de
peregrino, señalando con un dedo las llagas de su pierna, su bastón de
caminante y un perro raquítico que a pesar de estar hambriento, ofrece
un pan flauta al santo.
Y es opinión generalizada que su alma está descansando en el cielo por
el gran amor y caridad que demostró en todos los días de su perra vida.
Perros como ése no se encuentran fácilmente en estos tiempos.
Las estatuas de San Roque dentro de las iglesias siempre lo representan
con un perrito tendido a sus pies, pues es además de santo, patrono de
los perros a quien todos obedecen.
Así, si un perrito de morondanga, esos que las mujeres ricas llevan en
sus brazos, te ataca y te ladra, debes decir:
-San Roque, San Roque, que éste perrito no me toque.-
Y santo remedio.
Eso si, la fórmula no funciona ni te da tiempo a decirla cuando un
poderoso mastín Pitbull o Rodwailer se te echa encima con los
colmillos al aire y a dentelladas te arranca un brazo o una pierna.
En esos casos, lo mejor que puedes hacer es treparte como puedas a un
árbol y llamar a gritos al dueño del perro para que se lo lleve.
De cada diez ataques de perros a personas, cinco son la mitad.

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El verdadero santuario católico 51

La virgen de Coromoto
(Leyenda de fantasía)

Había una vez, niños bobos que tomaréis en breve la comunión, hace
muchos años, una tribu de indios patas sucias que habitaban la región
de Venezuela, llamados los Cospes por haber inventado los cospeles
actuales para viajar en tren, trescientos años antes de que éstos
existieran.
Estos indios rotosos vivían de la caza y de la pesca.
Siempre estaban a la pesca de los viajeros que pasaban cerca para
cazarlos y robarles hasta el último centavo o cospel.
He aquí que en el año 1591, la legión de los capuchinos españoles
fundó un pueblo de marianos muy cerca de la tribu, llamado Guanare,
o Guanaco, y que levantaron estatuas e ídolos a troche y moche en sus
repulsivas iglesias.
Siendo los capuchinos los más grandes bellacos y asesinos que diera la
iglesia católica, quisieron bautizar y hacer creer sus estúpidas leyendas
de vírgenes y santos a todos los que encontraran a mano, ya sea
hablándoles suavemente o haciéndolos cenizas en las hogueras.
-¡Minga que vamos a ser idólatras como ellos!- dijo el cacique
Arturo Sorete Duro, hijo del anterior cacique Sorete Duro, quien fuera
hijo del cacique Duro, descendientes todos del Rey David y parientes
de Abraham, Jacob y de Leví.
A Leví nunca lo vieron, pero se ufanaban de ser sus descendientes.
Los indios, que eran monoteístas desde la cuna de esterillas y lianas, no
querían ser politeístas como los invasores marianos.
No querían cambiar a Dios por su madre.
Querían seguir siendo fieles a Yavéh, al Elhoím de los ejércitos.
Huyeron todos en tropel a la selva llevando sus camas, sus cocinas, sus
heladeras y sus baños químicos.
Los capuchinos ardieron de furia porque esto dificultaba la
evangelización sangrienta y terrorífica que los curas y sacerdotes
habían emprendido trayendo a la Santísima Inquisición a éstas tierras.
En realidad lo que querían era esclavizarlos pagándole sueldos
elevadísimos, los que debían donar por entero en concepto de diezmos
para el Vaticano, sin los cuales el papa no podría vivir, y hacerlos
trabajar como burros en la construcción de sus iglesias y basílicas
marianas, donde había tantos ídolos de yeso que casi no se podía
caminar por falta de espacio entre ellos.
Además querían que rindieran homenaje a la madre de Dios, cosa
incomprensible porque Dios no tiene madre, ni género, ni barbas ni
pelos en el culo. Ni culo siquiera.
52 El verdadero santuario católico

Dios está muy por encima de las cosas mundanas y lo creado no puede
crearlo a El.
No sabían estos indios de mierda que pronto, en el siguiente renglón,
ocurriría un milagro transcendental que cambiaría sus vidas y sus
maneras de pensar.
El 8 de septiembre de 1652, se le apareció al cacique Arturo Soreteduro,
la mismísima virgen María en la puerta de su choza. En realidad no era
puerta, sino una loneta mugrienta colgada de una piola.
-Indio pajero y la puta madre que te parió– le dijo la sin pecado
concebida- ¿Porqué huyes de mí que soy tu madre y tu reina en el cielo
y en la tierra? - al revés de lo que Nuestro Señor le dijo a Pablo: Saulo,
Saulo, ¿por qué me persigues?
El cacique Arturo Soreteduro, que estaba armado y protegido con las
armas del Señor, tensó su arco y disparó una filosa flecha contra la
Soberana del Cielo, la que al salir salió tan dura como el picho de un
novio que está con su amada en la oscuridad de un cine, pero a medio
camino, se volvió flácida y torcida como la de un viejo choto, y cayó a
los pies de la virgen sin dañarla, como si fuese una flecha de plastilina.
La virgen huyó echando culo. Se borró, desapareció.
Según la tradición oral, que es mejor que la carnal, el cacique Arturo
contó lo sucedido a dos o tres fanáticos de la virgen, hipócritas que
abandonaron al Señor por fantasías, cuyos nombres están anotados en
los infiernos y son: el cura, no padre, Héctor Pernía, Esther Valderrama
que fuera la madre del Pibe Valderrama, Richard Rojas, Wilfred
Laouhd, Sigreth Belisbeht, Omaña Marcheña, y una tal Conchita
Martínez Del Buen Olor, cuyo corazón estaba lleno de amor por los
marianos y papistas solamente y vacío de Jesucristo para con los fieles
al Señor, llamándolos de engendros, quienes le pidieron
respetuosamente que en ocho días estuviese lista y preparada la tribu
toda para ser bautizada, bañados y perfumados, caso contrario les
cortarían las bolas a todos los hombres, excusando a las mujeres.
Muchos nativos de la tribu se bautizaron y se convirtieron en marianos
en el nombre del papa Berboglio, Santa María y la Puta Madre que los
Parió, y brotó cercano un manantial donde los gurises, hijos de los
conversos, iban a mear y a buscar agua para beber en baldes, a los que
se les aparecía una señora muy hermosa.
Como no podía ser menos, el agua curaba de todo, sífilis, sida, tos
convulsa, insomnio, caries, y si se la mezclaba con jabón, los malos
olores de los sobacos y las bolas.
Pero el cacique Arturo no se dejaba bautizar, pues sentía gran temor de
Dios, que es el principio de toda sabiduría, el que volvió a huir
adentrándose en la selva.
El verdadero santuario católico 53

Pero he aquí que la virgen lo persiguió como un perro de presa, o sea


como una perra de presa, y volvió a enfrentarse con el cacique Arturo
Soreteduro, el que no quería ser sumiso ni lameculos de los curas,
quien le volvió a arrojar ahora una puntiaguda lanza, que a mitad de
camino se torció y emblandeció como si fuese un sorete empujado por
un chicle laxante. Salió dura, pero en el trayecto se emblandeció como
si fuese una diarrea.
Flácida la lanza cayó a los pies de la virgen, quien se materializó en una
estampita hecha de fibra de árbol, la que trescientos años después se
encontró intacta a pesar de ser de 2x2 cm, como si fuese hecha ayer
mismo, la que se idolatra y rinde culto en el Santuario Nacional de
Nuestra Señora de Coromoto, o Culoroto.
Pero la historia no termina ahí.
Falta un milagro que trascienda la leyenda y quede en el corazón de
todos los marianos, para escarmiento y advertencia.
El cacique Arturo, en medio de la selva, fue mordido por una serpiente
venenosa y a punto de morir lo llevan en camilla a la villa de Guanare
o Guanaco, a la iglesia de Nuestra Señora del Culoroto, donde a gritos
pide que lo bauticen ya mismo, lo que fue hecho, y de inmediato se
curara y convirtiera en apóstol, inculcando a otros indios salvajes que
siguieran su mismo camino de perdición tras María y el papa.
Después de esto, el indio Arturo Soreteduro, siendo ya acérrimo
católico, cambió su nombre porque le daba vergüenza tener uno tan feo
y oloroso, ya que sus amigos le hacían bromas y lo cargaban
constantemente, por otro más cristiano y angelical.
Pasó a llamarse en adelante Ángel Soreteduro y murió en buena vejez.
En 1950 el Papa Pío XII declaró a Nuestra Señora de Coromoto o
Culoroto Patrona de Venezuela; el papa Juan Pablo II la coronó en su
visita al Santuario mariano en Guanare y el Papa Benedicto XVI elevó
en 2006 al Santuario Nacional de Nuestra Señora de Coromoto o
Culoroto a la categoría de Basílica Menor, todas cosas importantísimas
e imprescindibles para la salvación del alma.
Su fiesta idolátrica se festejan tres días en el año, por falta de uno, el 2
de febrero, el 8 y el 11 de septiembre de cada año. Amén…
A mentiras estúpidas, leyendas estúpidas.

****************
54 El verdadero santuario católico

San Sergio III:


(Papa santo 904-911)

Nacido en Roma en el seno de una familia de noble estirpe, desde su


juventud se vio implicado en la lucha de facciones que hizo de este
periodo uno de los más turbulentos y escandalosos de la historia del
papado.
La fecha de su nacimiento es desconocida.
Fue consagrado el 29 de enero de 904 y falleció el 14 de abril de 911.
El papa Sergio III, es el protagonista de uno de los capítulos más negro
en la historia de los papas romanos.
A pesar de su tenebroso papado, Sergio III figura como uno más de la
lista infalible de los sucesores de San Pedro, y la iglesia católica lo
defiende contra viento y marea, diciendo que es falso lo que de él se
cuenta.
Con Sergio III comenzó el período conocido como “el reinado papal de los
fornicarios” (904-963).
Fue un ardiente defensor del partido que se oponía al papa Formoso,
grupo que no tuvo un éxito final y por tanto los escritos en su defensa
de los suyos, si existieron, no nos han llegado.
El quilombo político y eclesiástico venía de la siguiente manera: resulta
que el papa Formoso, enfrentado con la nobleza italiana que no quería
pagar las pesadas ofrendas y donaciones que el prelado les exigía,
solicitó ayuda al rey germano Arnulfo de Baviera, a quien coronó
emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en el año 896,
afrentando al otro pretendiente, Lamberto de Espoleto, de Italia.
Se armó tal despelote entre los alemanes partidarios de Arnulfo y los
italianos de Espoleto, que ríos de sangre corrieron por todo Europa por
ésta boludez de pretender ambos bandos llevar a la supremacía del
Imperio Germánico a su respectivo candidato. Desafortunadamente,
todo nuestro conocimiento de Sergio proviene de sus adversarios, dice
el vaticano, y lo malo que de él se cuenta, no es digno de crédito, sino
de débito.
Años antes, Sergio fue nombrado obispo de Cervetieri por el papa
Formoso, y a la muerte de éste (896) fue declarado hereje por su sucesor
Esteban VI.
Anduvo vagabundo y errante perseguido por sus propios congéneres,
disfrazado de titiritero, afilador de tijeras y vendedor de tónicos para el
cabello, hasta que diez años después, en el 898 Sergio resultó nombrado
papa por una facción de espoletos y baverianos disidentes que se
desafiliaron y alejaron del partido, pero no pudo asumir porque otro
infalible papa ya estaba ocupando el sillón de Cristo.
El verdadero santuario católico 55

En efecto, Juan IX le había ganado de mano sentándose en la silla de


Pedro por su propia voluntad, y desde allí emitió la bula “Bolum
Cortarum Siverum Cercarum Romanus” en la que mandaba a cortar las
bolas de Sergio si era visto y se atrevía asomar sus narices por la ciudad
santa de Roma.
Si bien Sergio era un mariano acérrimo, también gustaba de coger a sus
feligresas y catequistas, vírgenes más reales y al alcance de la mano que
una celestial María, por lo que no queriendo quedar eunuco logró huir
sin que pudiera ser apresado en las mismas puertas del Vaticano.
Se llamaba Sergio de Caere y desde muy joven esperaba la oportunidad
de convertirse en “papa de Roma” y respaldado por el pequeño ejército
de un señor feudal y tras algunas matanzas logró asumir el poder
papal con el nombre de Sergio III el 29 de enero del 904 al 14 de abril al
911.
Fue el papa No. 119 de la Iglesia Católica.
Reemplazó al papa Cristóbal quien se había nombrado a sí mismo
Vicario de Dios, y por tal osadía fue puesto en prisión a pan y agua, y
los romanos invitaron a Sergio a ocupar su lugar.
Sergio declaró inmediatamente que las ordenaciones de Formoso eran
nulas.
Estas informaciones son aportadas sólo por sus enemigos mal
informados y no tiene sentido comparado con lo que dicen de él
respetables contemporáneos.
Protegió al arzobispo Juan de Rávena contra el conde de Istria y
confirmó el establecimiento de un número de nuevas sedes en
Inglaterra.
Como se opuso a los errores de los griegos, borraron su nombre de los
dípticos.
Mostró su buen sentido al declarar válido el cuarto matrimonio del
emperador griego, León IV.
Sergio restauró completamente la basílica Luterana, pero fue enterrado
en san Pedro.
Las afirmaciones de su obrar durante su reinado, son unas contrarias y
otras disímiles, sin que nada concuerde, a tal punto que unos lo tienen
por santo y otros por monstruo.
Así por ejemplo, fue descrito por César Baronius, cardenal historiador
católico-romano, como “monstruo” y por Gregorio y otros escritores
eclesiásticos, como un “criminal aterrorizante”, lascivo, maligno y feroz.
La elección de Sergio III, Conde de Túsculo, supone el inicio de un
período de la historia del papado conocido como "pornocracia", debido
a la influencia que en las decisiones papales jugaron las amantes de los
pontífices.- dicen los historiadores.
56 El verdadero santuario católico

El odio y la maldad de este hombre hecho papa y reconocido como tal,


ha sido patente hasta nuestros días y merece una especial mención.
Durante un lustro Sergio buscó la ayuda de otros nobles hasta que, en
el 904, consiguió entrar triunfante a Roma con la ayuda de los duques
de Spoleto, de Alberico I y del senador Teofilacto (que era amante de su
propia hija y con la cual tuvo un hijo, el futuro papa Juan XI, y futuro
papa él también).
La ciudad de Roma se hallaba dividida por la lucha entre el papa León
V y el antipapa Cristóbal, que le había depuesto y encarcelado, para
después ir él también a la cárcel.
Sergio III reemplazó a ambos y los hizo estrangular acusados de
ambición desmedida de papado.
La infalibilidad de Sergio era muy superior a la de los otros dos papas,
y en la famosa lista de vicarios de Dios que dice tener la iglesia desde
Pedro hasta Benedicto XVI, se saca a todos los malos y sanguinarios
que ocuparon el sillón considerándolos antipapas, y quedan solamente
los que hicieron buenas obras y fueron píos, como sostiene que fue
Sergio III.
Durante su pontificado, el papado fue monopolizado por una de las
familias romanas, la del senador Teofilacto y su mujer Teodora.
Sergio III estaba subyugado a ellos.
Además, mantuvo relaciones sexuales ilícitas con Marozia, hija de esos
patricios, de la cual nacería el que luego sería papa Juan XI.
Este Teofilacto, natural de Tusculum, hizo fortuna en Roma gracias a
los servicios sexuales que prestaban su mujer Teodora y su hija
Marozia que sabían cómo conseguir beneficios políticos a cambio de
favores amorosos.
En ese tiempo, se hablaba de la “monarquía de Teodora”, ya que era ella
la que verdaderamente ejercía el control sobre Roma, que había caído
bajo la influencia de dos prostitutas, Marozia y Teodora, que se
fundaba en sus bellezas y sus intrigas políticas y amorosas.
A los más vigorosos de sus amantes los recompensaban con la mitra
romana. “El hijo, el nieto y el biznieto, bastardos de Marozia, se
sentaron en la Silla de San Pedro por divina voluntad de Dios”- dicen
los historiadores.
Sin duda Teodora contaba con un instrumento esencial para ejercer su
dominio en Roma y dominar a Sergio III, a Marozia su hija, que casi sin
haber tenido tiempo de abandonar la pubertad, daba un hijo al
pontífice.
Esto está anotado en el “Líber Pontificalis” (Libro de los papas)”.
El verdadero santuario católico 57

Teodora, junto con Marozia, la prostituta del papa, llenaron la silla


papal con sus hijos bastardos y convirtieron su palacio en un laberinto
de ladrones.
Por espacio de siete años, Sergio III ocupó la silla de San Pedro,
mientras que su concubina, imitando a Semiramis3 madre, reinaba en la
corte con tanta pompa y lujuria, que traía a la mente los peores días del
viejo Imperio.
Desde entonces Sergio, ya en el sillón de Cristo desde 904, gobernó
Roma como un señor feudal, favoreciendo especialmente a sus
partidarios, los espoletanos.
Condenó la memoria de todos sus antecesores desde Esteban VI,
considerándolos antipapas e hijos de puta.
Quemó y destruyó todas las estampitas de los anteriores papas de su
época, aún y a pesar que hacía poco tiempo fueran canonizados por los
papas que les sucedieran.
Esto de canonizar al anterior por el posterior, es una costumbre que se
sigue practicando hasta hoy, siempre que no surja un papa envidioso,
recto y ortodoxo como Benedicto XVI que se empecina como mula terca
en no canonizar a Juan Pablo II en pleno 2011, a cinco años ya de su
feliz muerte para nosotros los cristianos, con la excusa que éste protegía
en el Vaticano a cientos de sacerdotes y obispos pederastas del mundo
entero y cuyos respectivos países querían aprehenderlos.
Dime, tonto católico, ¿a ésta endemoniada iglesia entregas y confías la
salvación de tu alma, antes que poner la fe solamente en el Señor Jesús?
¡Ay, hermano devoto de Sergio III, qué lejos estás de ser cristiano!

*********************

3
En el año 3000 AC., en Babilonia existía una mujer a la cual se la conoce como Semiramis. La
Biblia se refiere a ella como Astoret y Astarté, quien llegó a ser reina del imperio. Semiramis
adopto un niño a quien llamó Nimrod, pero después se convirtió en su esposa. Los babilónicos
llegaron a considerar a Semiramis como una diosa. Todos los que querían tener acercamiento a
Semiramis, y gozar de sus atributos sexuales o ganar privilegios, tenían que traer un niño recién
nacido, que era desbarrancado o tirado en la hoguera, en un culto diabólico en honor a su esposo
Nimrod. Muerto Nimrod, para continuar en el poder, se embarazó de un sacerdote he hizo creer al
pueblo que el niño nacido era hijo del Sol, al que llamó Tamuz. Ella dejó correr la voz de que el
bebé no tenía un padre humano, sino que le había sido dado el ser mediante un mágico haz de luz
del gran dios Sol. Hay en la historia de Semiramis gran similitud con la virgen María y Jesús, y es
ella la que instituye el 25 de diciembre como día del nacimiento del Sol, o nuestras Navidades. Y
es ella la que impone a la T del nombre de su hijo Tamuz la actual cruz católica, que por su orden,
todos debían colgar del cuello con una cadena.
58 El verdadero santuario católico

Benedicto IX
(Papa-caliente)

Benedicto IX (1012?-1055), papa que ocupó en tres ocasiones el solio


pontificio, en los períodos 1032-1044, 1045 - ?, 1047-1048.
En la segunda ocasión, vendió el pontificado a su padrino, ya que Dios,
a través del Espíritu Santo, pone y saca a su placer a los vicarios que lo
representaban tan certeramente.
Nacido con el nombre de Teofiláctico era sobrino de sus dos
inmediatos predecesores, los papas Benedicto VIII y Juan XIX (papas
entre 1024-1032) y el último de los pontífices tusculanos (naturales de la
ciudad italiana de Túsculo).
Su conducta inmoral, ya que era amante de su propia hija con la cual
tuviera un hijo que sería el futuro papa Juan XI, y de otras infinitas
feligresas que iban a pedir su bendición con su sagrado semen, lo que
provocó una indignación general dentro de la curia y en 1044 una
facción romana le apartó de su cargo por pecaminoso e incompetente
para gobernar, cosa que se dieron cuenta después de doce años de
sufrirlo.
En realidad era por degenerado, pero quedaba mejor el término
pecaminoso, o sea pecador, indecente, inmoral, e incompetencia para
gobernar, así como hoy se dice de un funcionario que roba o cobra
coimas, que fue apartado de su cargo por mal desempeño de sus
funciones, por no tildarlo de ladrón y coimero.
La historia de éste papa es más o menos así: su padre, Alberico III, que
era un conde y la autoridad civil de Roma, decidió imponerlo como
papa cuando contaba con apenas ¡diez años! y le llamó Benedicto IX.
Elegido sumo pontífice con tan poca edad parece una leyenda o un
error histórico suponer que tenía 10 o 12 años al empezar su mandato,
cuando quizá contaba ya con 20 o 25 años, afirma la iglesia católica.
Se le conoce como el Mozart o el Rimbaud de los papas
Pero cuando el pequeñín alcanzó su plenitud sexual, se convirtió en un
vicioso amante de la prostitución, el libertinaje sexual y los ritos
satánicos.
Este fue el Papa que más practicó la simonía, que es la venta de objetos
sagrados y cargos eclesiásticos para el enriquecimiento personal.
Se dice que este tipo vendió el cáliz de la primera eucaristía que san
Pedro ofreció como papa, lo cual es una absurda mentira por cuanto ni
Pedro fue jamás papa, ni la eucaristía existía en sus tiempos, sino que
data de más recientes épocas.
El verdadero santuario católico 59

A Benedicto IX, la población de Roma, harta de que los principales


focos de enfermedades venéreas salieran del Vaticano, se le rebeló y le
depuso.
Estaba muy bien relacionado y, debido a corruptelas y a un pequeño
ejército que lo defendía, volvió a ser Papa en 1045.
Abdicó a los sesenta días, a cambio de dos bolsas de oro, en favor de su
padrino el arcipreste de Letrán, Giovanni Graziano, que tomó el
nombre de Gregorio VI (papa entre 1045-1046).
Al parecer, Benedicto solo le había alquilado el trono de San Pedro por
seis meses, y venciéndose el contrato Graziano no quería saber nada de
devolver la silla. Graziano, conocido por su honestidad y piedad, había
confiado en liberar al papado de la depravada conducta de Benedicto y
limpiar los excrementos dejados a su paso, pero fue depuesto, ya que
por medio de las armas de su guardia personal Benedicto recuperó el
trono papal en 1047, del que fuera expulso un año después, debiendo
huir de Roma para salvar su pellejo.
Esto sucedió a los pocos meses, porque se enamoró de una joven de
quince años y decidió casarse con ella.
Pocos años después, quiso recuperar el papado y para ello intentó
debilitar el poder de Gregorio IV en Roma.
Subvencionó a miles de delincuentes para crear un estado de caos en la
ciudad y, en el tumulto, recuperar la tiara papal.
La jugada le salió mal porque otro noble de la familia de los Crescencio,
tenía una milicia mayor y le venció, poniendo como papa a un primo
suyo (Dámaso II).
El rijoso papa Benedicto IX murió de viejo, retirado en una abadía.
Esto de la elección de un cardenal para ser papa, y el puesto mismo del
papado, es un invento católico hecho para dominar a un pueblo
crédulo en hombres santos y papas píos que quitan la gloria del
Salvador, y está tomado a imitación de la elección que hicieron los
apóstoles para reemplazar al Judas traidor.
¿Qué mejor que una interpretación torcida de la Biblia y las ayudas de
las Sagradas Tradiciones para quitar al hombre de los caminos rectos
del Señor Jesús?
¿Qué mejor que un papa traidor a los Evangelios del Señor en
reemplazo de un Judas ávido de dineros?
Es tal el descalabro de papas y antipapas en la historia del catolicismo
que hacer una lista cronológica seria y cierta es imposible, ya que hubo
en ocasiones tres papas en ejercicio a la vez, o largos periodos donde no
había ninguno, o bien pasaban desapercibidos, o no servían por muy
viejos o por muy jóvenes, sin que dejaran recuerdos por
intrascendentes.
60 El verdadero santuario católico

Así por ejemplo, Inocencio VIII fue elegido a los 37 años, a la misma
edad de Giovanni de Médicis: pocos comparados con los 78 con que se
encaramó al trono de Pedro nuestro Benedicto XVI, ahora papa
suplente de Francisco, pero muchos frente a los 20 a que fue elegido
Juan XI, o los 16 a que fue elegido Juan XII, y ni se diga de los 11 a que
fue elegido Benedicto IX, llamado como dijimos el Mozart o Rimbaud
de los papas.
Cuatro de los primeros papas eran hijos de curas, y el número 40, San
Inocencio, era hijo del 39, San Anastasio; y San Silverio, el 58, era hijo
de San Hormisdas, el 52.
Nadie que tenga hijos puede ser papa, porque tiene la lengua sucia.
El papa que tenga hijos es un criminal, pues bendice a los fieles con sus
atrevidos dedos que antes reconfortaron vaginas.
Para un papa, tener hijos es tan fácil como tocar el piano: basta pulsar
la nota justa en el momento justo y con la intensidad justa.
Así, aviesamente tomado de la Biblia, la iglesia católica romana busca
apartarnos de Jesús para que vayamos tras un santo padre infalible
sentado en un sillón de oro sobre almohadones de pana granate bajo el
culo.
Huid de éstas tonterías católicas y seguid solamente al Padre de los
cielos y a su hijo Jesús, aquel que anduvo caminando sobre la mar.
Para Dios, lo que importa es tu fe puesta sobre su Hijo, y no tu
esclavitud sumisa en papas y santos.

********************
El verdadero santuario católico 61

Santa Teresa de Jesús


(Santa soñadora)

Santa Teresa de Jesús (1515-1582), religiosa, Doctora de la Iglesia,


mística y escritora española, fundadora de las Carmelitas Descalzas,
rama de la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo, o Carmelitas.
También es conocida por el nombre de santa Teresa de Ávila.
Según relata la propia Teresa en los escritos destinados a su confesor y
reunidos en el libro Vida de Santa Teresa de Jesús, desde sus primeros
años mostró Teresa una imaginación vehemente y apasionada.
Su padre, aficionado a la lectura, tenía algunos romanceros; esta lectura
y las prácticas piadosas comenzaron a despertar el corazón y la
inteligencia de la pequeña Teresa cuando contaba con apenas con seis o
siete años de edad.
De niña, en una huerta que había en su casa, hacía infinitas ermitas con
piedras, y en vez de muñecas o jugar al papá y a la mamá, o al doctor
que pone inyecciones, jugaba con otras niñas hacer monasterios como
que eran monjas, y se llamaban unas a otras de hermanas.
Por ésa misma época se apasionó, como don Quijote, a los libros de
caballerías.
Teresa de Cepeda y Ahumada, su verdadero nombre, nació el 28 de
marzo de 1515 en Ávila.
¡Por fin una santa con fecha de nacimiento conocida!
Estudió en el convento de las agustinas y en 1535 ingresó en el
convento de la Sagrada Encarnación.
En 1555, después de muchos años de sufrir una grave enfermedad y
someterse a ejercicios religiosos cada vez más rigurosos, experimentó
un profundo despertar en el que vio a Jesús, el infierno, los ángeles y
los demonios.
Esto da una idea cabal del matute o despelote que tenía dentro de la
cabeza.
En ocasiones sentía agudos dolores vaginales que, según sus palabras,
estaban provocados por la punta de una corta espada, o a veces por
una larga lanza ardiente de un ángel alado y desnudo que entraba en
su celda todas las noches y se la clavaba en el corazón, decía ella.
Disgustada a causa de la indisciplina de las carmelitas, decidió
emprender la reforma de la orden y se convirtió, con el apoyo del Papa,
en una dura oponente para sus inmediatos superiores religiosos.
En 1562 consiguió fundar en Ávila el convento de San José, la primera
comunidad de monjas carmelitas descalzas, en el que reforzó el
cumplimiento estricto de las primitivas y severas reglas de la orden.
62 El verdadero santuario católico

Estas normas de las carmelitas eran crueles y sanguinarias pues tenían


como objetivo ganar el cielo a través del dolor infringido por propia
voluntad, a imitación de los sufrimientos de Cristo por el pecado de
todos los hombres, pero en ellas al pedo, y así, andaban descalzas entre
piedras y espinas, sedientas sin tomar agua varios días seguidos,
durmiendo sobre camas de piedras o clavos, soportando el frío
desnudas, e infinitas tonterías más que hoy darían risa pero que
antiguamente eran una puerta abierta para el perdón de los pecados,
porque el castigo por voluntad se tomaba como una buena obra que
desechaba el sacrificio del Señor y la fe puesta solo en El, muy de
acuerdo con las fantasías católicas.
Ellas cambiaban la fe en el Hijo de Dios para ser salvos por plantas
callosas, espaldas sangrantes por latigazos, hambrunas y bocas
sedientas, vigilias, pobrezas, votos de silencio, oraciones e infinitas
tonterías más como si el sacrificio único y suficiente de Jesús fuese un
cuento o una fantasía más, o insuficiente.
Sus reformas fueron aprobadas por el director de la orden y en 1567 se
le permitió fundar otros conventos similares para religiosos.
Con la ayuda de san Juan de la Cruz, santa Teresa organizó una nueva
rama del Carmelo, pero para hombres. Contó también con el apoyo del
padre Antonio de Heredia, que era su asesor espiritual.
Todas las santas, sin excepción, cuando jóvenes y hermosas siempre se
ponen bajo el miembro de un obispo o del papa, que hacen de asesores
espirituales y con quienes convive íntimamente, y cuando viejas y
chotas van a encerrarse en un convento con dolorosas enfermedades y
padecimientos porque ya nadie se interesa por sus vetustos cuerpos.
Los curas no son boludos, y tienen buenos gustos, y novicias y monjas
nuevas cada año. Aunque siempre acosada por poderosos y hostiles
funcionarios eclesiásticos, logró fundar 16 casas religiosas para mujeres
y 14 para hombres.
Esto es de sospechar, que sean 30 las casas religiosas fundadas, porque
bien podrían ser 29 o 31, pero en las fábulas se estila mentir siempre en
números redondos.
Dos años antes de morir, en 1580 la Congregación de las Carmelitas
Descalzas recibió el reconocimiento del Papa como orden monástica
independiente.
Murió el 4 de octubre de 1582 en Alba de Tormes y fue enterrada en el
convento de la Anunciación de este municipio salmantino.
Hasta exhalar el último suspiro Teresa gozó la dicha de conversar con
personas divinas, o ángeles que la consolaban o revelaban ciertos
secretos del cielo; la de ser transportada al infierno o al purgatorio, y
aun la de presentir y vaticinar lo venidero, cosa repudiada por Dios.
El verdadero santuario católico 63

Como anécdota y dato curioso cabe decir que en la celda del


monasterio que ocupó Santa Teresa hay una imagen suya sentada
escribiendo en una pequeña mesa y que sólo se expone una vez cada
100 años en esa iglesia.
¿Por qué cien y no noventa y nueve, o doce, o cinco?
El que la ve una vez, no puede verla dos.
Actualmente, en el monasterio viven carmelitas de clausura.
Además de una mística de extraordinaria profundidad espiritual, santa
Teresa fue una organizadora muy capaz, dotada de sentido común,
tacto, inteligencia, coraje y humor.
Purificó la vida religiosa española de principios del siglo XVI y
contribuyó a fortalecer las reformas de la Iglesia católica desde dentro,
en un periodo en que el protestantismo se extendía por toda Europa.
Sus escritos, publicados después de su muerte, están considerados
como una contribución única a la literatura mística y devocional y
constituyen una obra maestra de la prosa española.
Destacan: su autobiografía espiritual, Camino de perfección (1583), libro
de consejos para las monjas de su orden; Castillo interior (1577),
volumen más conocido por el título Las Moradas, que contiene una
descripción elocuente de su vida contemplativa, y El libro de las
fundaciones (1573-1582), un documento sobre los orígenes de las
carmelitas descalzas.
Canonizada en 1622, su festividad se celebra el 15 de octubre, aunque
por diferentes controversias fue retirada y restituida varias veces del
santuario católico romano por largos períodos y a través de los siglos.
Esta historia es bastante coherente y creíble, pues sin duda fundó
congregaciones y escribió libros que están a la vista, pero lo que oculta
la iglesia católica es que era una mística delirante a la cual le patinaba
la cabeza, cayendo constantemente en profundos ensueños y visiones
en los cuales veía dragones, agudas espadas o lanzas rojas, demonios e
infiernos que le llevaban a delirar semanas enteras.
Este padre Antonio de Heredia nombrado anteriormente, con la ayuda
de san Juan de la Cruz, viendo que santa Teresa tenía lindo cuerpo y
lindo culo, que divagaba y vivía en una nube de pedos con sus
fantasías místicas, se propusieron curarla a través del amor sexual, y
combinaron disfrazarse de ángeles para entrar a su celda y penetrarla.
-Está tan rayada que ni cuenta se dará que somos nosotros cuando
entremos a su celda- se dijeron los dos pícaros sacerdotes.
Juntaron pues un montón de plumas blancas de gallinas que se criaban
en el convento, con las cuales se disfrazarían de ángeles para fingir una
aparición celestial ante la monja soñadora.
64 El verdadero santuario católico

Como las plumas blancas eran escasas por no tener el gallinero muchas
aves de ése color, las mismas solo alcanzaron para hacer un único
disfraz de ángel que se ocuparía alternadamente uno después del otro.
Se pegaron pues con cola una por una las plumas en los brazos,
quedando como dos enormes alas del Espíritu Santo y como blancas
palomas, y de los dos pícaros curas solo uno entraba cada noche, para
que la hermosa y joven monja no junara el engaño si el otro entrara sin
disfraz, el que esperaba afuera hasta la siguiente noche su turno de
ocupar las plumas y coger, para continuar la tarea dejada por el
anterior. Era un trabajo de locos el despegar las plumas del uno para
pegárselas al otro.
Como los ángeles que veía santa Teresa aparecían desnudos sin tener
un miembro a la vista, ya que son híbridos y carecen de ellos al no
haber casamientos en el cielo, y que solo portaban una corta espada o a
veces una larga lanza resplandeciente en la mano derecha, los
atorrantes sacerdotes entraban al cuarto de Teresa de la misma forma,
desnudos con los brazos cubiertos de plumas, y a falta de armas
portaban solamente sus ardientes vergas en la mano derecha.
Según la tradición, el primero en entrar fue el padre Juan de Heredia, y
la noche siguiente lo hizo su compinche Antonio, y así por largos años,
sin jamás cambiar los lugares y los turnos, porque eran hombres justos
y piadosos, y ninguno quería ser más que el otro, ni menos tampoco.
Santa Teresa, pobrecita, cayó en la trampa, y sus alucinaciones le
hicieron ver a un ángel alado antes que a los peludos curas en bolas
que la visitaban noche tras noche, uno por vez sosteniendo su verga
como una ardiente espada o roja lanza.
Y la confusión de ella en creer que unas veces le atravesaba una corta
espada y otras una larga lanza, se debe seguramente a que fray
Antonio era garchudo y bien dotado sexualmente, con una poronga tan
larga como una lanza, de veintitrés centímetros de largor, mientras que
fray Juan tenía una verga normal y corriente de no más de diez
centímetros, como una espada cortita de juguete.
La pobre santa afirmaba que los ángeles la visitaban en sueños, por lo
cual fue santificada y canonizada como la primera Doctora de la
Iglesia, y aunque tenía acólitos que la endiosaban, tenía también
obispos y cardenales enemigos que la defenestraban diciendo que era
la más puta mujer que madre echara al mundo, lo que hizo que su
devoción se diluyera en sus principios.
Se la quitó del santuario católico por dos siglos.
En 1970 volvió a entrar en la lista de santas (junto con santa Catalina de
Siena) gracias al papa Pablo VI, como la primera mujer elevada por la
Iglesia católica a la condición de Doctora de la Iglesia.
El verdadero santuario católico 65

Dentro de la iglesia, Santa Teresa aún tiene críticos que la defenestran


diciendo que su encuentro con el ángel de la larga lanza o corta espada,
(ya vimos que eran dos pícaros curas los que entraban a su celda) debía
de haber sido más sexual que espiritual,
Una cita conocida, las propias palabras de Santa Teresa en su libro “Las
Moradas”, dejaban poco a la imaginación:

“... su gran lanza dorada... henchida de fuego... me penetró


varias veces... hasta mis entrañas... una dulzura tan
extrema que nadie habría podido desear que se
detuviera.”4

Ay, hermanos católicos, pedid a vuestros obispos que os cuenten bien


la historia de vuestros santos, pues si os enseñan estas mentiras y
fábulas, y las creéis, te alejarán cada día más de los Evangelios y de
Nuestro Señor Jesucristo.

**********************

4 “Vi a un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo en forma corporal... No era grande, sino pequeño,
hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos, que parece
todos se abrasan... Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener
un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las
entrañas: al sacarle me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de
Dios. Su gran lanza dorada... henchida de fuego... me penetró varias veces... hasta mis entrañas...
una dulzura tan extrema que nadie habría podido desear que se detuviera. Era tan grande el dolor
que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor
que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal,
sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave
que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que
miento... Los días que duraba esto andaba como embobada, no quisiera ver ni hablar, sino
abrasarme con mi pena, que para mí era mayor gloria, que cuantas hayan tomado lo criado.”
Palabras de santa Teresa de Jesús en el libro “Las Moradas”
66 El verdadero santuario católico

Santa Flora
(Virgen y mártir hispana)

Como casi todos los santos católicos, no se sabe en qué año nació Santa
Flora, virgen y mártir hispana, pero sí que murió el 24 de noviembre
del año 851. Esto está muy de acuerdo con éstas fábulas pues sería
ilógico que cuando naciera una niña, sin prever que treinta años
después sería una santa y mártir, alguien se tomara el trabajo de anotar
la fecha de su nacimiento para recordarla. Para ello solo basta la fecha
de su supuesto martirio.
En algunas de estas fantasías, se cometen graves errores, pues hay
santas que pasaron a mejor vida en el año tal o cual, y luego se agrega
que “murió a los treinta y cinco años después de sufrir horrorosas torturas,”
cuando al principio se puso que se desconocía la fecha en que viniera al
mundo.
¿Cómo saben los historiadores su cierta edad si no saben el año de su
nacimiento?
¿No saben restar o solo están entretenidos en restar la gloria al Señor?
Sí se sabe aunque no con certeza que era hija de padre musulmán y
madre cristiana, y que nació en Sevilla durante el reinado de Abd al-
Rahman II que estuvo en el trono más de ochenta años, lo que hace por
lo largo que ningún mago o astrólogo pueda fijar la fecha de su
nacimiento, y el nombrar a éste personaje de la historia, persigue
solamente el dar un tizne verídico al cuento.
Santa Flora se aferró a la religión de su madre, siendo devota católica a
escondidas de la gente, lo cual trajo la envidia de su hermano cuyo
nombre se desconoce, porque él quería ser pastor evangelista y no
católico, y llevado por los celos la denunció ante su padre de ser
acérrima papista y mariana, cosa muy rechazada y prohibida por la
Biblia.
Alrededor del año 1324, la santa ingresó al convento de las monjas
"hospitalarias" de la orden de San Juan de Jerusalén. Desde su ingreso
Flora tuvo que hacer frente a toda clase de pruebas espirituales.
En una época le asaltó el deseo insidioso de volver al mundo.
A consecuencia de esto sufrió una depresión nerviosa, y la tristeza que
se revelaba en su rostro enfadaba a sus compañeras, las cuales insistían
en tratarla como demente. Sin embargo, bajo la ayuda de un confesor
que sí creyó en ella, la santa hizo grandes progresos en la vida
espiritual, y Dios le concedió al fin las más extraordinarias gracias
místicas. Tal vez, la más curiosa de estas experiencias fue la sensación
que tenía la santa de que llevaba dentro de su cuerpo una cruz de
madera donde pendía el cuerpo del Salvador.
El verdadero santuario católico 67

Los brazos de la cruz le perforaban las axilas y le producían


hemorragias. Unas veces eran bucales y otras, la sangre manaba de una
herida que tenía en el costado.
Otras veces andaba con los brazos extendidos como si fuese un
espantapájaros, ya que decía llevar dentro de su cuerpo la sagrada cruz
del martirio de Jesús, en tamaño original.
Cuando se escribe la biografía de una santa, el historiador no debe
reírse de las vicisitudes que pasa la misma en su vida, pero yo no
aguanto la risa que me causan estas fábulas tan estúpidas e
irracionales… ¡ja, ja, ja!, y me río.
¡Una cruz de madera dentro del cuerpo! ¿Qué era esta mina: una santa
por fuera o un espantapájaros de madera por dentro?
El padre, cuando se enteró que ingresó a un convento ayudada por su
madre, la volvió a traer a casa y encerrarla bajo llave en un cuarto. Fue
peor el remedio que la enfermedad: ardió de furia porque encima que
tenía que soportar las estampitas, crucecitas, velitas y estatuas de su
esposa, ahora tenía que sufrir los rosarios y avemarías en los que su
hija se enfrascaba por días en su cuarto, y que repercutían en toda la
casa durante toda la noche.
El padre y su musulmán hermano que la denunciara, la someten
entonces a crueles torturas para que renegara a santos y papas y
siguiera solamente al divino Alá y a Jesús el Salvador. Allí es azotada
cruelmente para hacerla abdicar de sus creencias, pero se mantiene
firme en la fe.
Soporta todas las vejaciones y ultrajes a que la someten su padre y
hermano siempre con la intención de pervertirla. A consecuencia de
ello, Santa Flora tardó varios años en recuperarse en un lugar llamado
Ossaria, en Jaén, de las heridas superficiales que con un látigo o cinto
su padre le curtiera el lomo, y de paso para que le soldaran y
enderezaran ambas piernas que su queridísimo hermano musulmán se
las quebró con una maza a la altura del fémur.
De vuelta a Córdoba, fue llevada de nuevo ante el cadí (juez
musulmán) acompañada de otra virgen de nombre María
(posteriormente también santificada como santa María de Córdoba),
religiosa del convento de Guteclara. Esta María era hija de cristianos
que habían puesto a su hijo Walabonso bajo la custodia de un sacerdote
con el encargo de educarlo en un monasterio; mientras, ella entraba en
el cenobio de Guteclara.
Muerto mártir su hermano, María se dirige ahora a la iglesia de san
Acisclo después de haber tomado una firme resolución de ser fiel al
papa y a la puta madre que lo parió. Las dos jóvenes se conocen y
coinciden a los pies de san Acisclo. Se hacen amigas entrañables.
68 El verdadero santuario católico

El saludo de la paz les ha facilitado abrirse mutuamente las almas y se


encuentran en comunión de sentimientos, deseos y resoluciones. Se
juran amistad para siempre, una caridad que dura hasta el Cielo. Como
no querían entrar en razones y abandonar al Santo Padre, o sea al papa,
ambas fueron encarceladas junto con prostitutas y gente de mal vivir, y
luego condenadas por los jueces a morir decapitadas, no sin el
consuelo, ánimo y bendición de san Eulogio que las conoció a ambas
personalmente.
Hecha la señal de la cruz, primero será la cabeza de Flora la cortada por
el alfanje; después rueda la de María. Corría el día 24 de noviembre del
año 851.
Sus cuerpos quedan expuestos, para disuasión de cristianos y
demostración de poder musulmán, a las aves y los perros.
Al día siguiente los arrojaron al Guadalquivir.
Detrás de sus cuerpos arrojados al río, se hundieron también sus
cabezas decapitadas, las que fueron recogidas días después por los
cristianos devotos y las trasladaron a la iglesia de San Acisclo.
Dícese que sus cabezas que aún se conservan intactas, incorruptibles y
fragantes puestas en una vitrina, son otorgadoras de numerosos
milagros.
Como ven, sí se sabe con certeza las fechas del fallecimiento de todos
los santos, ya que de otra forma no podrían entrar en los almanaques
para que sus fieles recordaran su onomástico.
Ahora bien, cualquiera sabe que la cabeza de una persona es lo más
pesado del cuerpo, y se hunde en el agua como una piedra, de lo cual
se deduce que el río Guadalquivir tendría por ésos años veinte o treinta
centímetros de profundidad, que si fuera de más hondura jamás se las
podría encontrar.
Algunos historiadores católicos afirman que por esos años ya había
buzos y hombres ranas, a los cuales les introducían una manguera
gruesa en el ano, por la que, cuando estaban bajo el agua, le
suministraban oxígeno con un inflador de bicicletas, los que
seguramente rescataron con éxito las reliquias de las dos santas
decapitadas.
La festividad de ambas santas, Flora y María, se celebra el 24 de
noviembre, y se cumple en ambas lo que suele decirse comúnmente
cuando dos trabajos se simplifican con victoria en uno solo: que el
amado padre musulmán mató a dos pájaros de un tiro. Lo que no
concuerda con lo lógico es lo siguiente, ¿cómo se sabe que la madre de
Flora era mariana católica?
El verdadero santuario católico 69

¿Ese musulmán marido era tan pelotudo que perdonó a la vieja chota
de su esposa y decapitó a su joven y hermosa hija? ¡Yo lo haría al
revés!
¿Tan idiota era el hermano que quería ser pastor dando la vida por los
fieles y sin embargo denunciar a su propia hermana quitándosela?
¿Quién se metió al fondo del río para recuperar las cabezas?
¿No había en su ciudad yesos y hueseros para enderezar las piernas
quebradas de la santa, castigo bien merecido por cierto, para lo cual la
llevaron a Jaén?
¿Cómo santa Flora se trasladó a Jaén si tenía las piernas quebradas?
Ay, hermanos marianos, tened por seguro que si tus sacerdotes te
enseñan éstas patrañas y fantasías y no los Santos Evangelios, tarde o
temprano el Señor destruirá esta iglesia de demonios porque sus
cimientos están asentados sobre las arenas de las fábulas, y antes que
caiga el edificio, debes huir de allí para ser libre conociendo solamente
la verdad que emana de la Palabra de Dios.
Debes esperar un poco más para que el Señor te saque de la telaraña en
que estás atrapado, pero si puedes y confías en Jesús... huye lejos de tan
detestable iglesia antes que venga el Señor a destruirla y te encuentres
dentro de ella con tus imágenes y estampitas, pues arderás junto con
sus estúpidas fábulas. Quedas debidamente notificado.

*****************
70 El verdadero santuario católico

Santa Quiteria
(Virgen y mártir hispana)

Santa Quiteria fue hermana de santa Librada y se cree que anduvieron


por el mundo en los finales del siglo IV, por lo cual poco se sabe sobre
las dos, excepto que procedían de familia noble gallega.
Casi todas las santas católicas son de origen noble o de buena cuna
aunque fueran tan pobres como ratas y cogieran por dinero sobre las
alfalfas de una caballeriza, y siempre la madre es católica y el padre
musulmán, de manera que los hijos católicos son decapitados y los
partidarios de Alá viven en grandes palacios en medio de la opulencia.
¿Cómo saben todos éstos datos si realmente no se sabe a ciencia cierta
en qué época precisa anduvieron por el mundo?
Lo que se afirma sin pruebas, fácilmente puede ser negado sin ellas.
¿Para qué entonces se casan una católica y un musulmán?
¿Este es el método que usa Dios, los casamientos disímiles en creencias
religiosas, para crear santas católicas?
La leyenda habla de Quiteria como una de las nueve hijas que de un
solo parto tuvo Calsia, la esposa del entonces gobernador romano en
Braga, Lucio Castelio Severo.
Calsia quedo preñada, preñadísima, y de un día para otro echó nueve
hijas al mundo ayudada por una vieja partera del pueblo llamada Sila.
Fijaos que en la historia se sabe hasta el nombre de la partera pero poco
se sabe de la santa Quiteria.
Avergonzada de tal evento, por considerar diabólico parir nueve
mujeres al hilo, decide no comunicárselo a su esposo por temor de que
la acuse de infidelidad con ocho o nueve amantes que ella tenía
siempre escondidos bajo la cama o dentro del ropero.
Después del parto, ella quedó muy dolorida y le dijo a la partera, muy
suelta de cuerpo y sin remordimiento alguno:
-Cuando regreses a tu casa, hazme el favor de comprarme de la
farmacia de turno una docena de curitas y tintura yodo para cerrar y
curar mi cajeta, que me quedó dolorida y ardiente por el parto. Ah, y
de paso lleva a todas las niñas dentro de una bolsa de residuos,
tratando que no se lastimen entre ellas en el acarreo, y ahógalas en el
cercano río, y que en paz descansen, pobrecitas.-
La vieja Sila, para que no muera esta fábula junto con las nueve
infantes, siendo cristiana, evitó la muerte de las niñas que entregó a
otras mujeres cristianas que aún cogiendo a cada rato no podían
quedar embarazadas, quienes las criaron y las bautizaron.
Así se salvaron de morir ahogadas Quiteria y sus ocho hermanas,
gracias a la partera Sila.
El verdadero santuario católico 71

Sí se saben los nombres de las ocho hermanas de Quiteria: Ginevera,


Librada (que también fue santa), Victoria, Gema (también mártir),
Germana, Basilia, Marsia, y Eumelia la más chica y más puta de todas,
que desgraciadamente no fue santa. Ni ahí.
A Quiteria, en cambio, que no salía más allá de la puerta de su casa, su
padre quería ensartarle un riquísimo pretendiente, industrial de la
carne que hacía matambres y embutidos a pedido y por encargue, a lo
que ella se negó rotundamente.
Hay indicios que el enojo del padre fue tremendo, furioso y salvaje,
porque se le escapó de las manos la jugosa dote con que el rico
pretendiente quería comprarla, ya que era un jugador empedernido de
cartas y estaba endeudado hasta las pelotas, y necesitaba de esos
dineros para saldarlas. Es muy probable que su padre fuera además un
necio, pues teniendo a su hija Eumelia vaga y puta que volvía borracha
y recogida por las madrugadas, siendo ambas parecidas como dos
gotas de agua, si la cambiara en lugar de Quiteria para contraer
matrimonio y cobrar la dote, pasaría desapercibida por el pretendiente.
Pero no, hizo decapitar a Quiteria por negarse a casarse.
Antes, el padre la encierra en un cuarto bajo llave, donde la virgen
María se aparece a Quiteria en una visión y la libera para que huya.
Escapa a través del campo, y en su huida se encuentra con un
pastorcito hijo de puta que la esconde en un hueco de un árbol,
prometiendo a la santa, que si alguien pregunta por ella, jamás la
delataría. Su padre ordena al general romano llamado Germano, que la
persiga, y éste encontrándose con el hijo de puta del pastorcito, le
pregunta si por allí pasó Quiteria, que le daría unas monedas de plata
si le dijera. El pastorcito, al mismo tiempo que negaba con la cabeza, le
señaló con el dedo donde estaba escondida la fugitiva.
¡Hijo de puta y la puta madre que lo parió!
Todos los pastores son unos hijos de putas, que más ambicionan la lana
antes que las almas de sus ovejas.
La sacan de su escondite y Germano la decapita con su filosa espada
puesta al servicio del orden y de las buenas costumbres y que jamás
derramara sangre inocente.
Tras ser degollada, Quiteria se puso en pie y tomó su cabeza con ambas
manos y caminó hasta el pueblo de Aufragia, distante a unos cincuenta
kilómetros de allí, llegando muy cansada y exhausta con los pies
doloridos y ensangrentados, donde paró y fue sepultada por cristianos.
Me gustaría saber cómo la cabeza estando desprendida del cuerpo
ordenaba a los pies ir por el camino a Aufragia sin volcarse a la derecha
o a la izquierda.
¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! Este remate es excelente para dar fin a la fábula de Quiteria.
72 El verdadero santuario católico

Imaginad que su historia siguiera, y la santa recorriera el mundo


haciendo milagros con la degollada cabeza en las manos, sería una
historia sin fin que duraría hasta nuestros días.
Los restos de la santa jamás fueron encontrados, por suerte, ya que la
historia se ubica muy lejana en el tiempo, en el año 391.
Ay, hermano católico, ¡cómo me asustan estas crueldades que ocupan
los fantasiosos curas para obligarte a que seas mariano y santulario en
vez de cristiano simple y creyente!
Ahora bien, ¿dónde está la virtud de ésta santa para ser venerada e
intercesora entre Dios y los hombres?
¿No fueron suficientes los martirios de Jesús?
¿Por cuál cruz pasó esta sufrida mujer sino es la de tener un padre
jugador y loco que mandara a decapitarla por rebelde al casamiento?
¿Esta es la Mesías que esperaron los católicos para ser limpios de
pecados?
¿Solo por no querer coger con el pretendiente se llega a la santidad?
Si es así esperad a que me muera que seré vuestro santo e intercesor, ya
que, aún queriendo, estoy sin coger desde la muerte del Papa Pío XII,
allá por 1958, y no porque no quiera, sino que siendo viejo, pobre y feo,
ni las putas quieren hacerlo conmigo en la actualidad, en el 2014.
¡Sesenta y seis años de virginidad y pureza, que es mi edad, bien
merecen mi beatificación! Pero, sigamos con la fábula.
El primer milagro de la santa fue la curación del pastorcito que la
delatara, ya que los perros que cuidaban las ovejas lamieron la sangre
de la santa, rabiaron y lo mordieron.
Produjo esto heridas cortantes y sangrantes, que al lavárselas con el
agua de una fuente salida por milagro para calmar la sed de Quiteria
en su huida, le sanaron. ¡Qué portentoso milagro!
Quizá por ello es invocada como virgen y mártir de Galicia, venerada
como patrona y auxiliadora por los atacados de rabia y de los perros
rabiosos, sin que se tenga la más repútisima idea de si esto es
verdadero y factible.
Se dice también que los perros rabiosos, aunque echaban espumas por
la boca, se calmaban y movían la cola de contentos ante la angelical
presencia de Quiteria. ¿Quién puede probarlo?
Rabia siente el Señor cuando los traidores de su Evangelio inventan
estas tonterías estúpidas e infantiles.
Todas sus hermanas, menos Eumelia que siguió mejor en el alegre y
dichoso camino de la prostitución, fueron perseguidas, capturadas y
finalmente decapitadas unas, otras ahorcadas y algunas muertas en la
hoguera, que la iglesia católica tiene gran imaginación para terminar
sus fábulas de santas y santos.
El verdadero santuario católico 73

Santo, Santo es el Señor.


En la historia de Quiteria hay un gravísimo error que no se explica y es:
¿cómo el padre recuperó y trajo de vuelta a su casa a las nueve hijas
que pariera su esposa Calsia?
¿No se notaba la extrema grandeza de la panza de Calsia portando
nueve hijas en su vientre? ¿La partera Sila no las había regalado a
mujeres estériles del barrio que no embarazaban ni de casualidad?
¿Cómo las recuperaron? Misterio y milagro.
La festividad de Quiteria se conmemora el 22 de mayo.
Hermano, muy necesario es que salgas de éstas fantasías y quimeras, y
que tomaras con gran devoción e interés las Sagradas Escrituras, donde
infinitas veces dice que no hay santos bajo los cielos y que solamente el
Señor Jesús es nuestro intermediario para con Dios.
Huye de ésta asquerosa Babilonia, que los tiempos se acortan

*****************
74 El verdadero santuario católico

San Francisco de Asís


Místico (1182-1226)

Místico italiano y predicador, fundador de la orden de los Primeros


Franciscanos, Giovanni Francesco Bernardone nació en Asís, en el seno
de una acaudalada familia, aunque al parecer no recibió una gran
formación intelectual.
Era un burro con dos patas y más cuadrado que una sandía y durante
su juventud llevó una vida mundana y despreocupada, dilapidando los
dineros de su padre.
Aunque era un joven mundano de cierto renombre, dado al juego y a la
bebida, a veces ayudaba a su padre en el comercio de paños, telas y
alfombras que tenía la familia en el centro de la ciudad.
Se vestía y empilchaba bien, lucía lujosas joyas en el cuello y en los
dedos, llevado por su afición a la elegancia y a la pulcritud.
También se dedicaba a la caballería, paseando con hermosos ejemplares
por las calles.
Las niñas con edad de merecer se meaban al verlo pasar enhiesto sobre
su montura, hermoso, bien peinado, oliendo a perfumes, con la silla y
las riendas recubiertas de oro, y las joyas brillando fulgurosas al sol.
Era lindo y atractivo, eso sí, virtudes morales no tenía ninguna, pero
era completo en defectos: borracho, mujeriego, fumaba como un sapo y
bebía hasta caerse al suelo, volvía de los boliches sucio y rotoso sin un
peso y dormía toda la mañana para despertarse al mediodía para
comer y luego dormir la siesta.
Otros defectos que resaltaban en su personalidad era su atracción por
la música, ya que coleccionaba todos los discos de los Rolling Stone y
los del famosísimo chamamecero Edgar Duarte.
Su padre estaba repodrido de su comportamiento y quería que
cumpliese los diez y ocho años para hacerlo ingresar en gendarmería o
prefectura, o por lo menos que hiciese el servicio militar.
En 1202 fue encarcelado a causa de su participación en un altercado
entre las ciudades de Asís y Perugia.
Tras este lance, en la soledad del cautiverio y luego durante la
convalecencia de la enfermedad que sufrió una vez vuelto a su tierra,
sintió hondamente la insatisfacción respecto al tipo de vida que llevaba
y se inició su maduración espiritual.
Mientras estuvo prisionero, sufrió una grave enfermedad que le hizo
reflexionar, y decidió cambiar su forma de vida.
El encarcelamiento y lo de la enfermedad, están puesto exprofeso para
darle forma a su vida de santo, tejiendo lentamente la telaraña con que
se envuelven estas tradiciones para hacerlas creíbles y verdaderas.
El verdadero santuario católico 75

En 1205, al regresar a su ciudad natal, realizó obras de caridad entre los


leprosos y comenzó a trabajar en la restauración de iglesias en ruinas,
en respuesta, según se dice, a una visión en la que el crucifijo de la
iglesia de San Damián en Asís le pedía que reparara su casa.
La cruz del pequeño templo de San Damián, medio abandonado y
destruido, a través de Cristo, le habló en el silencio de su muda y
amorosa contemplación: "Ve, Francisco, repara mi iglesia. Ya lo ves: está
hecha pelota".
Sí señor, el crucifijo colocado en lo alto de la iglesia le habló y ordenó
con voz pausada que reparara su cuerpo que se derrumbaba de viejo y
abandonado, ya sin puertas, techos ni ventanas.
El joven Francisco no vaciló: corrió a su casa paterna, tomó unos
cuantos rollos de paño del almacén y fue a venderlos a Feligno; luego
entregó el dinero así obtenido al sacerdote de San Damián para la
restauración del templo.
Este Feligno está descolgado en la historia, pues no se sabe, ni nunca se
sabrá, quién era ni para qué carajos compró tantos rollos de paño.
El templo de san Damián era un edificio en ruinas, rajadas sus paredes,
descascarado y a punto de derrumbarse, que Francisco reparó con la
venta de los paños dejándola más lujosa que el Vaticano.
El cambio de vida de Francisco y sus gastos en obras de caridad
enfurecieron a su padre, que era medio amarrete y cuidaba su dinero
ganado con el sudor de su culo como para gastarlo en pelotudeces, y lo
desheredó legalmente.
Francisco renunció a sus lujosas ropas a cambio de una humilde túnica
y dedicó los tres años siguientes al cuidado de los leprosos y de los
proscritos en los bosques del monte Subasio.
Para sus oraciones, Francisco también restauró la ruinosa capilla de
Santa María de los Ángeles. No podía quedar María fuera de la fábula.
En el año 1208, durante una misa, escuchó una llamada diciéndole que
saliera al mundo y, siguiendo el texto de Mateo 10, 5-14, “no poseyera
nada pero hiciera el bien en todas partes”.
Cuando regresó a Asís ese mismo año, Francisco empezó a predicar, y
se convirtió en el fundador del movimiento de renovación de la
espiritualidad cristiana del siglo XIII. Reunió a los 12 discípulos que se
convertirían en los hermanos originales de su orden, más tarde llamada
la Primera Orden, y que le eligieron su superior.
En 1212 recibió en la comunidad franciscana a una joven monja de Asís
de buena cuna, llamada Clara, de la cual se enamoró perdidamente y
ambos se enamoraron perdidamente, se hicieron carne y uña, es decir
hacían el amor con tanta fogosidad que se arrancaban las carnes con las
uñas.
76 El verdadero santuario católico

A través de ella se fundó la orden de las Damas Pobres (las clarisas,


más tarde Segunda Orden franciscana), pues tenía la misma locura de
su amante: cosechar legionarios que predicasen los evangelios de
María.
Probablemente ese mismo año Francisco emprendió camino hacia
Tierra Santa, a Palestina, pero una tempestad le obligó a volver.
¡Cómo! ¿Una sola tempestad lo hizo regresar? ¿Cuánto tiempo dura
una tempestad? Seguramente, mientras volvía a Asís, la tormenta ya
desapareciera. En medio de grandes dificultades para cumplir su labor
misionera de predicar al Santo Padre, o sea al papa, viajó y llegó a
España para evangelizar a los musulmanes.
En 1219 se encontraba en Egipto, donde ejerció su labor misionera pero
no consiguió convertir al sultán Al Fatad Faneyín, que no sé que
andaría haciendo por esas tierras lejos de Arabia, en tierra de faraones.
Francisco viajó después a Tierra Santa permaneciendo allí hasta el año
1220.
Quería ser martirizado y se alegró mucho al saber que cinco monjes
franciscanos habían muerto decapitados en Marruecos mientras
cumplían sus obligaciones, lo cual demuestra patente su gran
compasión y bondad.
A su regreso, encontró oposición entre los frailes y renunció como
superior. Dedicó los años siguientes a planear lo que sería la Tercera
Orden franciscana, la orden terciaria.
En septiembre de 1224, tras cuarenta días de ayuno, mientras rezaba en
el monte Averno sintió un dolor mezclado con placer; y en su cuerpo
aparecieron las marcas de la crucifixión de Cristo, los estigmas.
Los relatos sobre la aparición de estas marcas difieren, pero parece
probable que fueran protuberancias nudosas de carne, parecidas a la
cabeza de un clavo de techo, o a la cabeza de la verga de un burro, no
se sabe con exactitud. Francisco fue llevado de regreso a Asís, donde
pasó los años que le quedaban marcado por el sufrimiento físico y por
una ceguera casi total.
Sus padecimientos no hicieron disminuir su amor a Dios y a la
Creación, como queda de manifiesto en su Cantico delle creature (Cántico
de las criaturas), que se cree fue escrito en Asís en 1225, en el que el sol y
el resto de la naturaleza son alabados como hermanos y hermanas, y el
célebre episodio en el que Francisco predica a los gorriones.
También es famosa su predicación a los peces de un lago, en el que
miles de ellos asomaban el pico fuera del agua sin que se asfixiaran
para escuchar mejor la oratoria del santo, o quizá esperando que les
diera algo de comer.
El verdadero santuario católico 77

Un lobo sanguinario entraba por las noches a un pueblito de mala


muerte y mataba gallinas, perros, chanchos y hasta personas para
comer, lo que hacía que los turistas norteamericanos desaparecieran de
sus comercios produciendo grandes pérdidas en dólares, viendo lo cual
el intendente, encerrado en su casa, pidió a San Francisco por teléfono
que hablara al lobo y le propusiera el siguiente trato: que el pueblo le
daría las sobras de todas las mesas a cambio de que en adelante no
matara a nadie.
Así lo hizo Francisco y subyugado por su predicación, allí mismo el
lobo se convirtió al catolicismo, se confesó y tomó la hostia de las
propias manos del santo.
Por ésta acción, fue canonizado en 1228.
El lobo, no Francisco.
En 1980 el papa Juan Pablo II proclamó a Francisco patrón de los
ecologistas y santo protector de Greenpeace, de los pececitos y
gorrioncitos.
En arte, los emblemas de san Francisco son el lobo, el cordero, los
peces, los pájaros y los estigmas.
San Francisco de Asís falleció el 4 de octubre de 1226, día su festividad.
En 1228, apenas dos años después, fue canonizado por el papa
Gregorio IX, que colocó la primera piedra de la iglesia de Asís dedicada
al santo.
Sin que exista una mácula de maldad ni pecado en éste hombre santo,
(si no se cuenta su noviazgo y concubinato con santa Clara, cosa
prohibida por el papa), cuyos trabajos y esfuerzos hacia los pobres y
leprosos serían difíciles de imitar por el común de las personas…
¿dónde está una mayor virtud que encontramos en el Hijo de Dios que
vino a dar su sangre para remisión de nuestros pecados?
¡El Señor ya pagó con su sangre y sacrificio la remisión de nuestros
pecados!
¿El hablar con animales borra el sacrificio del Salvador para que más se
venere e idolatre a Francisco o a un lobo?
Todos estos santos, buenos o malos están hechos a medida para
minimizar la gloria de Dios y exaltar la de los hombres.
Huye de ellos que ninguno santo hay ni hubo sobre la tierra, solo el
Señor.

*******************
78 El verdadero santuario católico

Santa Engracia
(Santa en desgracia)

En tiempos del emperador Diocleciano (285-305) se produjo una de las


más crueles y violentas persecuciones a los cristianos.
Justo en ésa época vino a nacer santa Engracia en Braga, y era hija de
un noble cristiano, pero no se sabe exactamente en qué año naciera.
El emperador Diocleciano envió como prefecto a la ciudad al cruel
Daciano, quien hizo mártires a muchos cristianos que no renegaron de
su fe. Engracia murió en el 303 en sus manos, y fue una mártir hispana
de origen luso.
Como sé que no tienes ni idea de lo que significa la palabra luso, te lo
digo: se dice de un pueblo pre-romano que habitaba la Lusitania,
región de la antigua Hispania que comprendía todo el actual territorio
portugués situado al sur del Duero y parte de la Extremadura
española. Como estaba dada en matrimonio con un príncipe de la
ciudad gala de Narbona, emprendió viaje hacia esa, con un séquito de
dieciocho caballeros que la escoltaban. Al pasar por Zaragoza, fue
detenida por su fe. No cuenta la historia cómo los inspectores de
tránsito al detener su carreta y pedirle el carnet de conductor, se
enteraron de la religión que profesaba, o de su fe mariana y papal, y
que ella sería más tarde una santa católica.
Diocleciano quería conseguir la unidad religiosa detrás del Vaticano y
de María, pero los protestantes se resistían con un arma imbatible, al
Jesús de sus amores, por lo que se empecinó hacer sucumbir la religión
de Cristo.
Habían proliferado los cristianos protestantes en el Imperio al amparo
de la menor presión de las leyes en tiempo de Galieno, y Diocleciano
quería exterminarlos sin compasión alguna.
Nombra entonces a Daciano quien será quien siembre el territorio de
España, bajando desde el noreste hasta el centro, con semillas de
cristianos regadas y abonadas con la sangre de muchos mártires.
Los evangelistas se multiplicaban imparablemente, los había en el
campo y más en las ciudades, se les conoce en el foro, se les ve entre los
esclavos, en el ejército y en los mercados.
Los protestantes desparramaban la fe única en Cristo y cada día tenían
más fieles que rajaban de la iglesia católica por el aburrimiento que les
causaban el culto a las vanas estatuas de dioses y santos paganos.
A esto había que agregarle el testimonio que daban los mártires antes
de morir y que muchos vieron, la transmisión boca a boca de los
creyentes y la fidelidad a Dios que profesaban.
El verdadero santuario católico 79

Valiente y guiada sin duda alguna por el Espíritu Santo, santa Engracia
se presentó -junto con su séquito- ante Daciano y le reprochó su cruel
conducta y actitud.
El gobernador, desoyendo los reproches de la santa, intentó, con
halagos y promesas, que renegase de su fe, recibiendo de ella la más
firme negativa, pues santa Engracia permaneció firme en su amor al
papa y a María.
Engracia volvió a protestar contra las injusticias que sufrían los
cristianos, y fue condenada a ser arrastrada alrededor de la ciudad
atada a la cola de dos caballos, aunque algunos historiadores afirman
que lo fuera de los dos guevos de un burro, que esto tampoco se sabe
bien. Pero no murió.
Después los verdugos desgarraron su carne con garfios, le sacaron el
hígado y le arrancaron un pecho, le cortaron tres dedos, le aplastaron
un ojo, hasta que Daciano, gobernador en Hispania del emperador
Diocleciano, ordenara que la dejaran desangrarse hasta que muriera.
Pero tampoco murió.
Ella se reía de todas estas infantiles torturas mientras decía en voz alta:
“Quod non me necat, fortior me facit”5
Ordeno entonces el gobernador que se le atravesase la cabeza con un
clavo de cinco pulgadas, y sí, ahí murió irremediablemente el 16 de
abril del año 303.
Esto de Daciano y Diocleciano son personajes reales, o quizá no, que los
sacerdotes toman al azar, por hacer el relato verídico y ubicarlo en la
historia y hacer creer al imbécil católico la fábula, pero muy
posiblemente ellos no tuvieron el menor conocimiento ni trato con la
santa, y en su putas vidas la vieron.
O sea, para hacer santas, la iglesia católica hace demonios a los santos.
Los dieciocho pelotudos que le acompañaban, también fueron
decapitados sin piedad, y se los conoce como los Mártires de Zaragoza.
Analicemos la condena: fue arrastrada por caballos o por burros por
toda la ciudad y no murió, lo cual hace conjeturar que la ciudad tendría
menos de media cuadra, o que los animales eran de madera.
Aún viva, sus verdugos le arrancaron las carnes con filosos garfios, y
quedando hecho un esqueleto, le arrancaron un ojo y tres dedos,
además de sacarle el hígado para que muriera, aunque lo lógico sería
que le sacaran el corazón para lograrlo.
Y para rematar, le cortaron una teta con un cuchillo, cosa innecesaria
porque ya antes le habían arrancado las carnes con los garfios.
¿O las tetas no son buenas carnes?

5 "Lo que no me mata, me hace más fuerte"


80 El verdadero santuario católico

Viendo que aun así no moría, el gobernador ordenó que la dejaran


desangrarse sin que nadie le diese ni siquiera un apósito, una gaza ni
una gota de tintura yodo, ni hilo ni aguja para remendar sus heridas.
La mina se va en sangre pancha y contenta por varias horas, sin
espichar definitivamente, mientras el pueblo se cansa de esperar su
prolongado deceso. El gobernador entonces, por quitar la impaciencia
del pueblo y la suya propia, ordena que le atraviesen la frente con un
clavo, y ahí sí muere instantáneamente.
Hermanos sacerdotes, hubiéramos empezado por ahí para matarla, y
no tendríamos que soportar tantas imbecilidades encimadas ni hacer
sufrir tan despiadadamente a tan empecinada mujer.
¡Mirad en qué terminó su malogrado casamiento solo por pasar por
Zaragoza, siendo que fácilmente para ir a la ciudad de Narbona podría
desviarse por caminos laterales sin tocar ni entrar por tan despiadada
ciudad! Digo yo, ¿no hubiera sido más lógico y natural que el novio
que vivía en la ciudad gala de Narbona, se hubiese trasladado a Braga
para casarse con su novia? ¿Tan haragán era el novio, o tan ocupado,
que dejó que su novia atravesase media Europa para que en vez de caer
rendida a sus pies cayera muerta a los pies de Daciano? ¿Cómo se
conocieron los novios tan alejados uno del otro? ¿Por Facebook, por
Email? Y si era noble y rico, ¿no se le ocurrió mandarle un carruaje con
soldados y sirvientes para trasladarla sin peligro? ¿Y qué era esta
inmortal mujer: una santa o la Mujer Maravilla que no había tortura
que la matara? ¿Pueden en ésta época ser tenidas por ciertas éstas
fábulas imbéciles y a toda vista fantasiosas sin haber el más mínimo
documento histórico que las acrediten, si no se cuentan las redactadas
por los sacerdotes desocupados, soñadores y místicos que se rascan las
pelotas dentro del Vaticano? ¡Cuán grande es la imaginación del
hombre y cuán grande es su credibilidad para tener por cierta cualquier
descocada fantasía católica!
Su festividad se celebra, junto a la de los dieciocho mártires llamados
los Innumerables Mártires de Zaragoza, el 3 de noviembre.
Así dice el Señor:
Hermanos santularios, creed firmemente en éstas fábulas de santas
inmortales y conseguid sus estampitas que mucho te ayudarán como
intercesoras ante Dios y a darte paz y tranquilidad cuando ardas en los
infiernos.

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El verdadero santuario católico 81

San Valentín
(Santo de los Enamorados)

La tradición de celebrar el día de San Valentín, o fiesta de los


Enamorados que celebra la iglesia católica el 14 de febrero, se remonta
desde más o menos al año 270 cuando gobernaba Roma el emperador
Claudio II, que era un loco de la guerra.
El pequeño Claudio desde niño no tenía otro pensamiento que inventar
armas mortales, y se dice que fue el creador de la honda o gomera con
horqueta de palo, la cerbatana y los bodoques de barro cocido secados
al sol.
Ya grande, siendo emperador, redactó un edicto en el cual prohibió que
los jóvenes soldados de sus huestes se casaran, y guay del que tenía
novia o se masturbara, porque quería que constantemente se dedicaran
en cuerpo y alma al duro entrenamiento para los combates.
¡Mirad que peregrina idea!
Pese al edicto, tomó bien en el culo, porque los soldados, a fuerza de
cogerse entre ellos, se hicieron putos, que buenas son las tortas cuando
no hay pan, y dentro de las filas, empezaron a surgir matrimonios gay
en el anonimato, ya que aún no se había promulgado la ley de
matrimonios igualitarios o casamientos del mismo sexo.
El caso es que en todos los combates, los soldados de Claudio salían
con el culo roto, vencidos, vejados, ultrajados y violados. Echaban culo
ante cualquier garrote.
Las tropas enemigas constantemente les tendían emboscadas y los
atacaban por retaguardia, a fin de cogerlos desprevenidos.
Viendo tal desatino del gobernador y que cada día la población
disminuía al no haber nuevos nacimientos, san Valentín, un joven
obispo romano, que también era médico, empezó a llamar a su iglesia,
por supuesto siempre en secreto, a las parejas de novios para unirlos en
matrimonio, sin tener remilgos en casar lesbianas u homosexuales entre
sí, como hace hoy el catolicismo, porque Dios es Amor, decía Valentín,
mientras que la Biblia dice: “Si dos hombres yacen juntos, ambos
perecerán”.
El emperador Claudio “El Gótico”, que no quería ni a la madre que lo
parió, se enteró de las andanzas del obispo y mandó a decapitarlo el 24
de febrero de 270.
La tradición, ya que no existe ni un papelito que lo confirme, dice que
estando en su celda esperando el día en que un verdugo llamado
Asterius cortaría su cabeza, y que no creía en Dios, retó a Valentín para
que curara a una de sus hijas, que sufría ceguera.
82 El verdadero santuario católico

Valentín dijo que haría el milagro investido con el poder del Señor y lo
intentó, pero las cosas dieron un giro inesperado, ya que a fuerza de
haber visto a tantos enamorados ante el altar, por imitarlos, se enamoró
perdidamente de la hija ciega del carcelero, que tendría no más de doce
años y que ya andaba calienta.
Este Asterius es otro nombre inventado por la iglesia, ya que bien
podría ser Aslaurius, Asaurus, o Vinagrus que todos quedan bien para
que la historia sea creíble, siempre que termine en us, por darle un
toque latino.
Créase o no, en su fe Valentín devolvió la vista a la ciega, pero le quitó
la virginidad en un tempestuoso romance entre barrotes.
Los fríos hierros de la celda no impidieron el amor de los dos
enamorados, cogiendo parados mientras el verdugo, padre de la chica,
dormía en la celda contigua.
Viendo el milagro de Valentín a los ojos de su hija, y la felicidad en la
que estaba inmersa, Asterius se hizo cristiano y renunció a sus
funciones de verdugo, perdiendo su antigüedad y su próxima
jubilación que estaba ya a un paso de concretarse.
Cuando el verdugo que lo reemplazara, vino a buscar la cabeza de
Valentín con su afilada hacha, él le pidió un tiempito de retraso para
escribir una famosa carta de amor a su amada, la hija de Asterius, una
de las más sublimes que viera el mundo, la cual terminó con la frase
“De tu Valentín”, lo que con el tiempo se transformó en “Día de San
Valentín”
Por supuesto, como es una patraña inventada por los sacerdotes
encargados de desviar al pueblo hacia la adoración de un santo antes
que a Dios, no se encontrará ni la más mínima pizca de la carta.
El suceso se hizo tan popular que de ahí en adelante se fue celebrando
año tras año el Día de los Enamorados o Día de los Novios.
Pero la verdad es otra diferente a la que creen los católicos.
En la historia hay tres Valentines, pero no hay datos fehacientes que
protagonizaran ésta amorosa fábula, ni que vivieran en tiempos de
Claudio II y que huele a invento de sacerdotes imaginativos, por lo pía
y bondadosa.
Un amor idílico entre barrotes donde la ciega recupera la vista y el
sacerdote enamorado coge parado hasta perder la cabeza, o sea, no por
ella, sino por el hacha del verdugo.
Tampoco existe la carta que ella nunca leyó, porque siendo ciega, era
analfabeta, maldición peor que no ver, y tampoco se sabe que supiera
leer en Braille ni que Valentín escribiera en ese sistema.
El verdadero santuario católico 83

En definitiva, se puede decir igual que escribió una carta o un libro,


porque no hay la más mínima prueba de que cualquiera de las dos
cosas fuera cierta.
La realidad es que unos días antes de la celebración de San Valentín, se
celebraba la fiesta pagana y romana de las Lupercales en que se
veneraba a Luperco, dios ítalo de los pastores que representaba la
fertilidad de los campos y de los rebaños, y por extensión, la
fecundidad de las pastoras que cogían con los pastores entre los yuyos
del monte mientras las ovejas balaban de hambre y sed.
Durante esta fiesta las mujeres esperaban ser golpeadas con látigos
hechos de piel de cabras y perros, mojados en la misma sangre de estos
animales, ya que creían que este ritual les otorgaba fertilidad.
Siglos más tarde, en el año 496, el Papa Gelasius I prohibió la
celebración de Lupercalia e instauró el 14 de febrero como día de la
fiesta de San Valentín.
Viendo la gran cantidad de idólatras que tenía el dios Luperco, tantos
como hoy tiene el santo Gauchito Gil, los curas que no son bobos, lo
fueron reemplazando por Valentín, santo tan imaginario como el otro,
y promovieron y difundieron las referidas patrañas que inventaron en
una historia pía y amorosa, obligando al crédulo pueblo católico a la
costumbre de enviar tarjetas de felicitación u ofrecer algún regalo a la
pareja elegida en prueba de amor.
La festividad de san Valentín era celebrada por la Iglesia católica cada
14 de febrero porque es el tiempo en que los pajaritos comienzan a
aparearse a cada ratito, principalmente los gorriones que en segundos
saltan de una hembra a otra y cuyas cópulas no duran siquiera un
segundo, visto lo cual, la iglesia católica, con el papa Gelasio I, santificó
a Valentín como un santo que se veneraría para el culto a la fertilidad.
Pero en 1969, la propia institución dejó de celebrar al ex sacerdote, por
considerar que no había pruebas para demostrar su existencia, y se lo
borró del mapa litúrgico.
En 2014, el papa Francisco decidió participar en la celebración de San
Valentín, en un intento por devolverle el sentido religioso a esta
festividad surgida en principio para contrarrestar a las paganas
lupercales.
Un cráneo atribuido a "San Valentín Mártir" se conserva dentro de una
urna de cristal, a la vista de los fieles, en la Basílica de Santa María in
Cosmedin en Roma.
Los católicos le tienen mucha devoción y es invocado para curar la
epilepsia.
A partir del siglo XV se le representa con un niño tendido a sus pies.
84 El verdadero santuario católico

En América, hacia 1842, Esther Ángel Howland comenzó a vender las


primeras tarjetas postales masivas de san Valentín, conocidas como
«valentines», con símbolos como la forma del corazón o de Cupido.
También desde ése día es común la tradición de regalar rosas a aquellas
personas a las que se tiene un afecto especial.
Ahora bien, ¿están éstas tonterías mencionadas o permitidas por la
Biblia?
La Biblia confirma que los antiguos cristianos intercambiaban regalos
en señal de amistad y hermandad entre los que difundían los
Evangelios, siguiendo aquello de hacer al prójimo lo que gustarían que
hagan con uno.
¿Se puede catolizar una patraña pagana que no teniendo una base
cierta ni fehaciente se la da por verdadera por el solo hecho de atraer a
los adeptos al santuario católico?
Y sobre todo, ¿qué importancia o relevancia puede tener una fábula por
amorosa que sea, para la salvación del hombre?
¿Por qué dice entonces el Señor: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”?

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El verdadero santuario católico 85

Santísima Virgen de Itatí


(Diosa romana y correntina)

Esta imagen de la virgen y toda su leyenda misma, infinitamente


venerada e idolatrada con más fuerza que al Jesús Salvador, tiene una
historia muy particular y tremendamente estúpida, y tan arraigada en
el ignorante pueblo correntino, que pareciera no haber bruto alguno
que no la crea a pie juntillas.
Tal es la fuerza de las mentiras predicadas por los sacerdotes para
atraer tontos a la santísima obra de quitarles sus dineros y sus bienes,
en ofrendas y donaciones, y desviarlos de la salvación gratuita que
viene del creer solamente en el Hijo de Dios.
El Santuario o Basílica de Itatí, ha dado más ganancias al Vaticano, que
cien campos correntinos al Estado.
Resulta que hace muchos años, dicen, unos sacerdotes españoles que
buscaban por la zona de Itatí un buen lugar para fundar un pueblo con
dicho nombre, arrastraban una gran imagen de la virgen María hecha
en dura madera de nogal la cabeza y timbó el cuerpo, tan pesada e
incómoda que en su traslado, los hacía sudar hasta por el culo.
La tal imagen de la virgen era de un metro y medio de altura, y de tal
peso, que parecían arrastrar una piedra de varias toneladas de las
mismísimas pirámides egipcias.
Estos curas idólatras, venían bajando el río desde Asunción, buscando
un lugar adecuado y propicio para la fundación de una nueva ciudad.
Los padres jesuitas debieron ir bajando hacia el sur debido a los
constantes ataques de los aborígenes rebeldes, llevando siempre
consigo esa preciada imagen, llegando con muchos esfuerzos a la zona
del Yaguarí, que estaba a cargo de Fray Luis Gámez, y sería esa la
primera imagen de María Madre de Dios que conocerían y venerarían
los nativos.
Hallado un lugar adecuado, en lo que es hoy Toba Cué, se le construyó
un humilde oratorio con las piedras que abundan en el Paraná.
Una noche en que todos descansaban de tan ardua labor, la imagen fue
robada por los indios que eran más inteligentes que los curas, ya que
no creían en la ilusa virgen y adoraban más bien al Gauchito Gil, dios
real y palpable.
Pensaban los indios que era una soberana y tamaña tontería desechar al
Gauchito Milagroso para seguir a una mujer que solo prodigaba
ternura pero no milagros, y para terminar con ésta tontería, la arrojaron
de cabeza al río donde se hundió lentamente porque era de madera que
no flotaba ni sostenía.
Fue a parar al fondo del río.
86 El verdadero santuario católico

Sobrevivía por la zona un indio pelotudo llamado José que tenía dos
docenas de hijos a los que alimentaba con lo que sacaban del río, o sea
de la pesca, y en una ocasión en que el río bajó, sus hambrientos niños
se fueron a jugar hasta el recodo del profundo cauce del río, frente a la
llamada Isla Verde.
Cuál sería el asombro de los niños al ver sobre una piedra, parada, con
su misma indumentaria tallada y el mismo noble y piadoso porte de
súplica, la imagen arrebatada de la iglesia de la reducción, rodeada de
una luz brillante y de una música celestial interpretada con
instrumentos de cuerdas.
Sí, señores, parecía que la Sinfónica de Londres la arrullaba con
violines y contrabajos.
Para mentir, hay que mentir en grande.
El padre doctrinero fray Luis Gámez fue informado enseguida y
organizó el traslado de la imagen de Yaguarí.
Los curas se pusieron alegres y contentos cuando recuperaron su ídolo
tan preciado, e hicieron un gran asado con chupandina incluida.
Libaron vino como locos, hasta quedar dormidos, y he aquí que los
indios entraron nuevamente al campamento, y en vez de degollarlos a
todos, resolvieron darle un castigo peor que derramar sangre:
volvieron a robar el ídolo de pesada y dura madera.
Quítale al idólatra su ídolo y lo dejaras desnudo de amor.
Con la virgen a cuestas, huyeron sin que los sacerdotes despertaran de
la borrachera que tenían, y sin darse cuenta del peligro que pasaron
estando dormidos.
Los indios en medio de risas y olorosos pedos de burlas a la imagen la
volvieron a tirar al río para que fuera alimento de los peces y de la
pudrición.
Pero he aquí que tres días después la volvieron a encontrar en el mismo
sitio anterior, parada sobre una piedra, con lo que el padre doctrinario
comprendió que la virgen quería quedarse allí para que se la venerara.
Los sacerdotes locos de contentos la volvieron a abrazar y adorar
dándoles besitos y lamidas al ídolo hasta por el trasero.
Era para ellos el regreso del hijo pródigo, el José hallado en la
abundancia de Egipto, el Sansón que los vengara de los filisteos, y
volvieron a festejar con otro gran asado y nuevas borracheras.
Cuando se les pasó el efecto alcohólico comprendieron que la virgen
quería quedarse en ése lugar, quizá para ser nuevamente raptada y
bañada por los indígenas, vaya uno a saber.
En consecuencia, el padre Gámez resolvió trasladar la población a las
inmediaciones del lugar del hallazgo.
El verdadero santuario católico 87

Por otra parte, Yaguarí debía forzosamente trasladarse, ya qué su


situación se prestaba a los atropellos, mientras que el lugar del
hallazgo, por lo alto y abrupto, era más se favorable para la defensa
contra las irrupciones de los salvajes.
Así se fundó la ciudad de Itatí, con el nombre "Pueblo de Indios de la
Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatí".
Con el tiempo, el lugar comenzó a conocerse simplemente como Itatí,
porque era más largo pronunciar su nombre que el camino para llegar
a él, que viene de la lengua guaraní "ita", roca, y "tí ", blanca, o sea,
“piedra blanca”, por los yacimientos de cal que estaban junto al arroyo
Calería.
Muchísimos milagros realizó esta diosa en el transcurso de los años,
pero el más portentoso que se recuerde es el de 1748 (no se sabe el día
porque las mentiras no tienen fecha cierta): un gran malón de indios
abipones atacó al poblado, pero metros antes se abrió una gran zanja en
el suelo, como una profunda grieta que llegaba a los infiernos, y ante el
cagazo de caer dentro, los indios echaron culo para el lado contrario.
Otras versiones dicen que no era la tierra que se abrió, sino que las
aguas del arroyo Yaguarí se abrieron por la mitad (similar a lo
sucedido en el relato bíblico de Moisés) y los rebeldes emprendieron la
retirada y se dispersaron, quedando el pueblo de Itatí a salvo, gracias a
la intervención de la Virgen.
El pueblo, que jamás supo qué es lo que se abriera, si tierra o agua, al
ser testigo del hecho acudió a la Virgen en acción de gracias.
Ahora bien, ¿pueden estas estupideces ser más creídas que la Palabra
de Dios que ordena más de ochocientas veces no seguir a ídolos de
yeso, metal, madera o barro?
Ved ahí con vuestros ojos la forma maliciosa en que el Maligno desvía a
los hombres de los caminos del Señor, dándonos milagros estúpidos y
de poca valía para la salvación del alma.

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88 El verdadero santuario católico

Santa Rita de Cassia


(Santa Ilusa)
Parece ser que desde el primer momento de su nacimiento Dios tenía
designios especiales para santa Rita. Según una tradición, o dos, cuando
que era bebé, mientras dormía en una cesta, infinitas abejas blancas se
agrupaban sobre su boca, depositando en ella dulce y sabrosa miel sin
hacerle daño y sin que la niña llorara para alertar a sus padres.
¿Dónde hay abejas blancas y tan buenas? Uno de los campesinos, que
tratando de enderezar un clavo con un martillo se aplastó los dedos,
viendo lo que ocurría, trató de dispersar las abejas con su brazo herido,
y ¡oh milagro! su dedo aplastado se sanó inmediatamente.
Qué bueno! ¡Por fin sé que existen abejas buenas, que sanan sin picar!
Cuando cumplió quince años, en vez de estudiar y terminar la
secundaria, Rita manifestó el deseo de consagrarse a la vida religiosa.
También quería ser actriz de cine, pornostar, trapecista de circo, famosa
deportista o gran matemática, o sea, andaba dubitativa por emprender
una carrera en la que triunfara ante el mundo.
Fue un poco de todo, sin que su anhelo de ser monja fuese oído por los
cielos. Como era costumbre en aquel tiempo, los padres disponían el
futuro de sus hijos, y así la casaron a los dieciséis años con un rico
comerciante, que ningún padre que desea lo mejor para su hija la
casaría con un pobre comerciante, o con un desocupado, o con un plan
trabajar que es lo mismo, pues sería un despropósito inadmisible.
De manera que sus sueños de consagrarse a Dios vinieron a estrellarse
en ama de casa, lavando platos, ropas y pisos, y los pañales cagados de
sus dos hijos, con lo que vino a saber que el hombre propone, pero Dios
dispone. Transcurrieron dieciocho años de matrimonio aburrido y
cansador que para ella fueron años de paciencia y resignación.
Amar es tiempo perdido, si no se es correspondido.
La verdad sea dicha: estaba repodrida de la monótona vida familiar
donde de día solo limpiaba la casa y de noche fornicaba con su marido
sin muchas ganas ni ánimos en el lecho conyugal.
Es más que imposible que una santa, o futura santa, hiciese el amor con
entusiasmo y dedicación, pues más adelante arruinaría su currículum y
su reputación de inmaculada.
A consecuencia de ello, nacieron dos hijos díscolos y rebeldes por los
polvos apresurados y repetitivos hasta el cansancio que largaba su
marido, y para colmo de males, todavía no se habían inventado los
condones, y se usaban en su reemplazo las bolsitas de helados picolé
que generalmente se abrían de largo a largo, por la costura, preñando
los espermatozoides a todo óvulo que encontrara a su paso.
El verdadero santuario católico 89

Para su desgracia, su esposo era rudo e iracundo, y de carácter


cambiante, bipolar, que a veces la llenaba de besos y caricias por todo
el cuerpo y al rato le curtía las espaldas a palos, que el que bien te
quiere, mal te hace. Sin embargo, con el tiempo, la actitud piadosa de
Rita fue modificando el temperamento de su compañero, amoldando
su corazón a la piedad, el que poco a poco dejó de cubrirla de besos y
caricias para dedicarse más y mejor a las palizas que le propinaba, ni
una más ni una menos, lo que la tornó contenta y esperanzada, porque
bien sabía que el eliminar la ocasional ternura del marido, ya era todo
un progreso para cambiar su podrido carácter. Si su sumisión hizo que
su esposo dejara de lado los besos y caricias, ¿por qué no dejaría, en
años venideros, también los palos? El amor hace cosas que al hombre le
es imposible hacerlas. La aguardaba, empero, la peor de las pruebas.
Su marido murió en manos de un timbero y asesino, que le ensartó
treinta y cuatro puñaladas porque perdiera una partida de truco contra
una flor servida y el as de espada, cosa que mucho lo enojó, y los dos
hijos de Rita, que ya rondaban en los veinte años, juraron que tomarían
sangrienta venganza por mano propia. Atribulada, Rita elevó al cielo
un pedido heroico. Debía evitarse un nuevo asesinato, y entonces habló
con Dios: "Señor, llévate a mis dos hijos con una buena muerte, antes que
verlos caer en el crimen" -imploró.
Su pedido fue escuchado y la atribulada madre acompañó los restos de
sus dos hijos al camposanto, que murieron con una buena muerte, pero
muerte al fin, sin que se sepa hasta ahora las causas que la provocaron.
Esto no se entiende bien: ¿una madre pedir la muerte de sus hijos?
¿Qué clase de santa es ésta? ¿Tan fría y despiadada era?
El caso es que Dios escuchó sus plegarias, y llevó sus hijos al cielo.
Quizá, si hubiese pedido solo la muerte de uno de sus hijos, el otro,
solo, no tendría la valentía de enfrentar al asesino y se hubiese salvado.
Esto es muy raro, inadmisible, ya que para evitar un nuevo crimen bien
mejor hubiera sido que pidiera la muerte, la mala muerte, del asesino y
no la buena de sus dos amados hijos. Sola y feliz, ya sin la carga de un
golpeador marido y de sus vengativos hijos, que ya descansaban los
tres en el camposanto, vendió cuanto poseía y lo distribuyó entre los
pobres, y en 1413 se retiró al monasterio de las Angustias, en la misma
ciudad de Cascia. Angustia me da a mí al ver la estúpida decisión
tomada, en vez de salir a putear por el mundo disfrutando del dinero
de la venta de sus bienes y de su reciente y preciosa libertad.
Sin embargo, se sentía feliz y satisfecha con la decisión tomada, sin
importarle ceder sus bienes a los pobres, y encerrarse en una solitaria
celda, y con ese cambio de actividad se renovaron sus energías de
volver a respirar y vivir la vida.
90 El verdadero santuario católico

Pero veamos cómo sigue esta interesante historia que me hace poner
los pelos de punta presintiendo que terminará con un milagro
extraordinario.
Transcurrió el tiempo, digamos, diez años de continuos rezos y
avemarías, todos al pedo.
Arrodillada ante el altar, meditaba un día la pasión de Cristo, cuando
vio desprenderse de un gran crucifico de madera una de las espinas de
la corona del Salvador, que fue a clavarse en su frente.
¡A la puta! ¿Eso pasó? ¿No te dije que presentía un cercano milagro
para transformarla en una santa después de coger con su marido y
pedir la muerte, la buena muerte, de sus dos hijos?
Muéstrenme la corona con la espina faltante, por favor, y creo en Santa
Rita siendo su más fiel devoto.
Y esa herida, la de la espina en su frente, no se cerró jamás.
No dice la fábula tampoco si la espina quedó clavada para siempre en
su frente, aunque la historia da entender que la llevó hasta su muerte,
que si no fuera así, no sería creíble, pues bien pudiera ser que algún
turista que visitara el lugar, la arrancara de la imagen para llevarla de
recuerdo, sin que Rita tuviera arte ni parte.
Envejecida, Rita recordaba con deleite su infancia, la casa grande y el
jardín donde naciera, y las rosas tan vistosas y perfumadas que su
madre regaba amorosamente todas las tardes al caer el sol, salvo los
días nublados o de lluvia.
Deseaba tener ante su vista una de aquellas rosas de pétalos alilados,
orgullo y creación de la paciente labor de su padre, que era jardinero.
Poco después enfermó gravemente.
Te apuesto, iluso católico, que en seguida viene otro milagro nunca
visto para hacer bien morir a santa Rita, ya que la frase “enfermó
gravemente” está puesta exprofeso para hacerla viajar a la estratósfera
en una muerte calma y apacible.
Ese año de 1457, enero fue castigado con tormentas de nieve,
aguaceros, lluvias y tornados, grandes inundaciones y un frío glacial.
¿Cómo se puede saber las inclemencias del tiempo de la edad media?
¿Ya había Infobae o Infoclima?
Lo que sí se sabe es que la santa no quería irse de este mundo sin tener
una rosa de pétalos alilados entre sus manos, para regalar a la virgen
María allá en el cielo, que estaba sentada a la derecha del Padre.
-¿Dó encontrar una rosa para la monja moribunda, siendo un
invierno de fríos y nieves? -se preguntaban vecinos y otras monjas del
convento. En el mercado de flores, escépticos respondieron:
- ¿Rosas en el mes de enero? Nunca.
El verdadero santuario católico 91

En los comercios de Todo por 2 Pesos había, pero de origen chino, y


solamente de tela y papel crepé, y de tan mala industria que quien las
compraba llegaba a su casa solamente con el alambre del medio
forrado de verde, ya que sus coloridos pétalos, flores y hojas fáciles se
desprendían por el camino.
Imaginad si la santa llevara al cielo tamaña porquería china, de seguro
no llegara ni el alambre del tallo.
Escribieron a otros países, excepto a países de América, continente que
aún no había sido descubierto, pidiéndola sin lograr obtenerla.
¡Miren los esfuerzos que se hicieron para conseguir una rosa alilada
para que la santa bien muriera!
Esta historia de buscar una rosa sin conseguirla por todas las comarcas
vecinas y otros continentes, me hace acordar de un antiguo cuento en el
que un conde que deseaba fumar antes de acostarse, mandó en plena
noche de tormenta y lluvia a su lacayo a comprar fósforos al pueblo, y
no consiguiéndolos por estar cerrado el comercio, decidió mandarlo a
otro pueblo cercano, y luego a otro sin conseguir su objetivo.
El lacayo iba en bicicleta cubriéndose de la lluvia con un paraguas que
se daba vuelta a cada rato por el fuerte viento, por caminos de tierra
lodosos y pantanosos, embarrándose y empapándose hasta los guevos.
Pero no consiguió ni el más mínimo fósforo que permitiera encender el
pucho de su amo, por estar cerradas todas las puertas de los comercios
donde golpeara. Visto el fracaso, ya despuntando el nuevo día, el amo
le dijo al criado:
-Bueno, mala suerte. Apaga las velas y echémonos a dormir que
mañana será otro día.-
No me digas que no entendiste el cuento ni descubriste el chiste: las
velas estaban encendidas en la casa del conde y éste pelotudo mandó al
criado a comprar fósforos para poder fumar. Dejemos en paz al conde y
al lacayo, pobrecitos, que nada tienen que ver con la vida de santa Rita.
Una mañana se halló en su casa natal de Roccaporena, una rosa, una
sola, que acababa de florecer por milagro, ya que era invierno por
aquéllas tierras europeas y hacía un frío a cagarse.
Y la rosa parecía ofrecerse aromática, perfumada, con sus extraños
pétalos de suave color lila, solo para Rita.
¡Qué bien! ¡Qué suerte!
Urgente se la llevaron a la santa, que al verla pareció revivir de alegría.
Pero no, fue una efímera ilusión, ya que minutos después Rita expiró el
22 de mayo de 1457 en su pueblo natal de Cascia, con la referida rosa
entre sus santas manos.
Pudo, por fin, morir en paz, con su anhelo cumplido, llevándose la rosa
a los cielos para ofrecerla a María su salvadora.
92 El verdadero santuario católico

Se dice que la rosa alilada ascendió con el alma de la santa, pues por
más que se la buscara en la mesita de luz o bajo la cama, jamás
apareció. ¡Qué bien! ¡Qué suerte que se cumpliera su deseo!
De ahí en adelante, numerosos fieles acuden a ella, pues santa Rita es la
patrona de las cosas desesperadas, o como también se dice, de los
imposibles. Cuando se te pierde algo y lo buscas desesperado, así sean
las llaves de tu casa o el papel higiénico del baño, debes implorar a
santa Rita de la siguiente manera:
-Santa Rita, santa Rita, lo que se da no se quita- (pedir luego treinta
y tres veces, la edad de Cristo, lo que se haya perdido o el deseo, que
por su santa intercesión será cumplido)
O también orar de la siguiente manera:

“Oh Dios, que en tu infinita ternura has sido bondadoso


para escuchar la plegaria de Tu sierva Santa Rita, y otorgas
a su súplica lo que es imposible a la vista, conocimiento y
esfuerzos, en recompensa de su apasionado amor y firme
confianza en Tu promesa, ten piedad en nuestra adversidad
y socórrenos en nuestras calamidades, para que el no
creyente pueda saber que Tu eres la recompensa del
humilde, la defensa de los sin esperanza, la fuerza de
aquellos que confían en Ti, a través de Jesucristo, nuestro
Señor. Ruega por nosotros, sagrada Santa Rita, para que
seamos dignos de las promesas de Cristo”

Dime, tonto lector, a ti te digo, ¿te gustó la historia de santa Rita?


¿No es fina? ¿No es creíble?
Pues a fe te digo que si juntas diez estampitas de ella, y las guardas
debajo de tu almohada constantemente, no serás salvo ni ahora ni
nunca por cambiarla por Jesús, pero tu ídola estará siempre bien
planchada y lisa por el peso de tu pesada conciencia de idólatra...
Oh, no hagas esto, lo de guardar sus estampitas bajo la almohada, ni de
ella ni de nadie, que estas historias son fantasías para perderte, y que
solo las adorné con estas pavadas de devociones y cábalas para que
veas que tengo más imaginación que los putos curas que te las hacen
creer, indignas de tu inteligencia de marmota.
(Del libro “El Verdadero Santoral Católico)

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El verdadero santuario católico 93

El Gaucho Lega
(Santo Autonomista)

Algún día que ande al pedo como quien dice, visite Ud. el cementerio
de Saladas en la provincia de Corrientes por un rato, no eternamente
quiero decir, y quedará admirado y sorprendido al ver una fastuosa
tumba colorada bien en su entrada.
La tumba es un mamarracho, y voto a Satanás que jamás le aconsejaría
yo a visitarla, pero como tengo que describir la vida y muerte del santo
Lega, allí enterrado, le aconsejo conocerla, para que vea Ud. ser verdad
lo que digo.
Toda pintada de rojo, con grandes banderas del mismo color, e infinitas
velas consumidas por doquier que semejan escupidas de borrachos, o
flemas de tos convulsa, jarrones rotos con restos de flores, cintitas
coloradas, herraduras con siete agujeros, cagadas de gatos y perros,
repulsivas cruces de madera y metal, vómitos y orines nauseabundos,
mantas, escapularios y mantillas religiosas, etc.
Si dije fastuosa tumba fue porque no se me vino otro término para
describir la pudrición y asquerosidad en la que se levanta, y la idolatría
que genera en el pueblo correntino el santo que ocupa semejante y
asqueroso mausoleo, descansando entre ésas inmundicias profanas.
Es la tumba del gaucho Olegario Álvarez, conocido con el nombre de
"Gaucho Lega", que nació en Saladas en 1871 y murió acribillado por la
policía el 23 de mayo de 1906.
Pasó doce años en la cárcel de la Penitenciaria de la capital de
Corrientes condenado por asesinato hasta que logra fugarse en 1904,
gracias a que los pelotudos policías salieron a la vereda a mirar los
corsos en una noche de carnaval que se realizaba en una amplia calle
de tierra que después se llamaría 3 de abril, y que actualmente termina
en el puente que une Corrientes y Resistencia.
Se le unen otros gauchos perseguidos o alzados y forman una banda
muy famosa en la región que se escondía en los montes y esteros de los
departamentos de Saladas, Concepción, San Roque y Mburucuyá.
Lega era un bandido rural, uno de esos que robaban a los ricos para
repartir entre la gente pobre, dicen los viejos.
Así, entre sus botines podían encontrarse dinero, monedas y lingotes
de oro.
Vivía en las entrañas de la tierra, y dormía bajo lo recovecos de un
tremendo ombú.
A partir de allí, integró una gavilla de matreros de la región, junto al
mentado Aparicio Altamirano (otro "santo profano y extrapartidario
católico"), junto con Adolfito Silva.
94 El verdadero santuario católico

Se cuenta que la policía de los pueblos circundantes tenía tanto miedo a


éstos tres asesinos que llegando el atardecer todos se encerraban en las
celdas de la comisaría para protegerse, y no abrían la puerta de calle ni
atendían a nadie que viniera con alguna queja hasta que amaneciera el
nuevo día. No había por las noches certificados de supervivencia ni de
buena conducta, y menos permisos para realizar bailantas.
Y lo que más enfurecía al comisario era que la gente del pobrerío
ayudaba incondicionalmente al Gaucho Lega, por su condición de
paria, fugitivo de la justicia, desposeído de todo, que destripaba con su
facón a políticos corruptos, jueces injustos y curas degenerados, pero
que sin embargo demostraba hondos sentimientos solidarios hacia los
sectores humildes y el rancherío.
Se decía que robaba dineros a los ricos y se los daba a los pobres, lo que
al revés no podría ser jamás, ya que los pobres nada tienen que puedan
servir a los ricos, si no es mugre y piojos.
Comentaban que era invulnerable e inmortal, por cuanto portaba en el
cuello una extraña reliquia que lo protegía de todo peligro.
Era un amuleto de las antiguas tribus guaraníes, confeccionado por el
"abá payé" (padre hechicero).
Este fetiche, amuleto o "curundú" consistía en una pequeña cruz hecha
con un pedazo de una campana "cué" (vieja) de una iglesia católica,
especie de talismán milagroso que preservaba de la muerte a quien la
portara.
Hubo tal aceptación de ésta tontería que gauchos incultos hubieron que
para mayor efectividad del hechizo, robaron de las iglesias las enormes
campanas de sus torres y se las colgaban del cuello arrastrándolas
pesadamente para no morir nunca.
Una siesta en que el gaucho Lega dormía plácidamente bajo un
umbroso sicomoro, fue rodeado por una pequeña partida de doscientos
policías, cincuenta cabos, treinta sargentos y el comisario, los cuales,
ante la negativa del reo de rendirse buenamente y en paz, lo
acribillaron con ciento noventa y nueve certeros balazos de la tropa, y
un bodoque duro de arcilla que le arrojó con una onda un agente
medio chambón al que se le trabara el fusil.
Fue asesinado y colgado de un árbol.
Los soldados, por burlarse, tenían que pasar y cortarle una parte de su
cuerpo.
Sin embargo, el santo milagroso no moría, como todos los santos.
De acuerdo con la leyenda, esto pasó el 13 de mayo de 1906, pero como
Lega "no podía morir a pesar de tener ciento noventa y nueve chumbos en el
pecho y el bodoque de barro inserto en la frente", debió pedir a sus captores
que le desprendieran la cruz sujeta al cuello, lo que se hizo.
El verdadero santuario católico 95

Murió en santa paz y con una santísima tranquilidad de conciencia, y


hoy está en el cielo, a la derecha del Padre, intercediendo por todos
aquéllos buenos católicos correntinos que son sus fieles devotos.
Su cadáver fue sepultado con muchas pompas y honras en el actual
cementerio de Saladas, cuya tumba está totalmente pintada de color
rojo, con abundantes placas de agradecimiento por sus milagros
otorgados, y banderas rojas sostenidas por largas tacuaras.
Como contrapartida a su desdichada muerte, su fama se agigantó hasta
los cielos, renació como mártir asesinado injustamente y como gaucho
legendario y milagroso.
La imaginación pueblerina, que nunca duerme, y la estupidez e
ignorancia siempre despierta del correntino, acrecentó en pocos años
su fama de milagroso.
La creencia popular dice que su ánima vaga por los ranchos ayudando
a los necesitados y a todos aquellos que se acuerdan de él, le rezan y le
encienden una vela colorada.
Cuando la Policía bajó el cadáver atado al caballo, el cuerpo emitió
unos quejidos, tal vez por el aire que aún tenía en los pulmones y
expulsara por la boca, o tal vez porque así estaba escrito.
Algunos historiadores quieren afirmar que su último suspiro fue en
realidad un soberano pedo del caballo que lo transportaba, al verse
libre de semejante peso.
Se dijo entonces que aún estaba vivo.
En el patio de la comisaría, sólo después del largo traslado de su
cuerpo a lomo de caballo, le quitaron el “curundú” del cuello, un
amuleto con forma de campana confeccionado por el abá payé
(hechicero).
Según cuenta la leyenda guaraní, gracias al payé y pese a haber sufrido
heridas de gravedad en muchas ocasiones, Lega no moriría hasta que
se lo quitaran.
Él mismo, dicen, aún muerto, pidió a sus captores que se lo sacaran
para poder descansar en paz.
La tumba tiene frente al cementerio un pequeño oratorio, para elevar
oraciones al cielo y depositar dineros para el milagroso gaucho Lega.
La gente visita su tumba llevándole velas, flores, paños colorados, y
toallas coloradas para que el alma del santo seque sus lágrimas.
También dejan sus dineros, relojes y anillos que los curas santamente
hacen ingresar a sus arcas para su bien vivir, y cautivados por su
condición de santo milagroso, llegan sus muchísimos fieles enfermos,
tuertos o cojos, con sus ofrendas de oraciones, misas y novenas,
confundiendo ritos paganos y satánicos con manifestaciones de cultos
católicos.
96 El verdadero santuario católico

Hay infinitos documentos que confirman la existencia de altares


erigidos en memoria del Gaucho Lega en diferentes puntos de la
provincia de Corrientes.
El más importante de ellos se encuentra en la casa que perteneció a
Claudelina Fernández ubicada en la ciudad de Empedrado donde
existe un altar que conserva como reliquia una falange del gaucho
dentro de un capillita de latón sobre una mesa rodeada de flores, velas,
cintas, estolas y todo tipo de ofrendas siempre rojas.
El rojo predomina porque se dice que Lega perteneció al partido
Colorado.
Se dice que en éste altar al gaucho Lega el viajero puede comprar cintas
rojas previamente bendecidas por un sacerdote, pasándola sobre la
falange del santo, la cual se cose en pequeños trozos en el interior de la
ropa como protección firme y verdadera, y si se tiene algún
inconveniente en el diario vivir, debe decir en voz alta "Santo, santo
gaucho Lega, ayúdeme en mi camino".
Las cintas pueden ser compradas siempre que se las reponga con otras
nuevas y vírgenes: tienen poder para curar enfermedades y aliviar
dolores.
En sus extremos llevan bordadas las iniciales "O.A."
El rancho es constantemente visitado por aquellos que le atribuyen
poderes sobrenaturales a la falange del santo.
Dicen que, aparte de curar enfermedades y dolores, otorga suerte en los
juegos de azar y poder en las peleas.
¡Qué hermosa historia!
Rápido, rápido, hay que beatificar a este asesino, que liquidó sin
piedad a una rica familia de estancieros sin perdonar a mujeres ni a
niños porque se negaron a darle un avío de carne, pan y vino que
pidiera para continuar huyendo de la policía.

****************
El verdadero santuario católico 97

Santa Lucía
(Santa de la buena vista)

Se estima que Lucía nació en Siracusa, Italia, en el 281 de nuestra era,


aunque nadie tiene la menor noción, indicio ni prueba de que esto sea
cierto, ya que lo que se quiere inculcar no es el lugar de su nacimiento,
ni su cumpleaños, sino las vicisitudes y trabajos por los cuales pasara
para ser santa, y el día de su muerte para adorarla.
Siracusa era una importante ciudad griega que fue tomada por los
romanos en el 212 y era considerada una de las más progresistas de la
provincia de Sicilia, y de acuerdo con la tradición Lucía era de padres
nobles y ricos, hija de Eutiquia.
Del padre se dice que murió cuando Lucía era joven.
Probablemente se llamaba Lucio, dada la costumbre romana de poner a
las hijas el nombre del padre.
Según algunos, su nombre está inspirado en el texto paulino, «los hijos
de la luz». Lucía ciertamente significa "Luz para el mundo".
Fue educada en la fe católica y consagró su vida a Dios e hizo un voto
de virginidad.
Su madre, que estaba enferma, la comprometió a casarse con un joven
pagano y rico, y ella, para librarse de ese compromiso, la persuadió
para que fuese a rezar a la tumba de Águeda de Catania a fin de curar
su enfermedad.
Como su madre sanó, Lucía le pidió que la liberara del compromiso, le
dejara consagrar su vida a Dios y donara su fortuna a los más pobres.
Su madre accedió.
Pero su pretendiente la acusó ante el procónsul Pascasio de ser
empedernida cristiana, en tiempos del emperador Diocleciano.
El cristianismo había llegado a través del obispo Marciano, enviado por
San Pedro. Y San Pablo estuvo allí tres días de paso hacia Roma.
Hasta aquí, este paso de san Pablo hacia Roma es lo único cierto de la
historia, ya que está asentado en la Biblia.6
Cuando nació Lucía, la comunidad cristiana era numerosa y había en el
lugar muchos templos y catacumbas.
Lucía pertenecía a una familia que provenía de la nobleza terrateniente.
Un historiador dice que el padre murió cuando tenía cinco años, y lo
que quiso decir es que ella tenía cinco años cuando murió su padre, y
no el padre cuando tenía ésa edad.

6
98 El verdadero santuario católico

Los idólatras del lugar peregrinaban todos los años a la ciudad de


Catania, para venerar los restos de Santa Águeda, que había muerto en
el 251, durante le persecución de Dedo.
Vaya uno a saber quién era éste Dedo.
Águeda era venerada por los cristianos, pero sobretodo era muy
conocida por los numerosos milagros que había operado en sus
devotos.
Donde haya un milagro, sea blanco o negro, venga del aire o del sol,
del vino o de la cerveza, ahí estará el católico postrado adorando a
cualquier cosa, animal o gente que se le presente.
El 5 de febrero de 301, fiesta de la santa, Lucía y su madre peregrinaron
hasta Catania para rogar por la curación de Eutiquia que sufría de
hemorragias desde hacia cuarenta años.
Esto de las hemorragias de las mujeres es una enfermedad repetitiva en
los relatos de santas y vírgenes, sacado de uno de los milagros de Jesús,
y hay tantas sanaciones y curaciones en éstas fábulas, que a veces,
cuando estoy mirando las góndolas de los supermercados, pienso que
las toallitas higiénicas y tampones femeninos se inventaron al divino
cohete, o sea al pedo, que con solo pedir su cura a santa Ägueda, santo
remedio.
En el templo, Lucía se durmió de aburrida y en sueños se le apareció
Águeda diciéndole:
-Lucía, ¿por qué me pides lo que tú misma puedes conceder? Tu fe
ha alcanzado gracia y tu madre está curada.-
Si no durmiera en el templo, jamás se le aparecía la santa en sueños, y
si estaba durmiendo, ¿cómo pidió la curación de su madre?
Al despertarse, Lucía le contó a su madre el sueño y Eutiquia descubrió
que estaba completamente curada.
¡Cómo! ¿Enseguida descubrió que estaba sana?
Entonces no tendría una minúscula pérdida de sangre, sino una canilla
de verter sangre. Tendría una hemorragia tempestuosa, imparable, que
al curarse se detuviera instantáneamente para darse cuenta del
milagro. El suceso sirvió para que madre e hija iniciaran una relación
más estrecha, y esto da a entender que la relación entre madre e hija era
más bien muy distendida, distanciada. Lucía le confió que había
decidido consagrarle su vida al Señor y Eutiquia le anticipó que había
decidido dejar en sus manos su cuantiosa fortuna. A su regreso, Lucía
comenzó a vender sus bienes y a repartirlo entre los pobres, para mal
de sus males. Dejó, sin embargo, su computadora a pedal, con la que
abrió una página en Facebook y todos los días miraba los infantiles
dichos y concejos del papa Francisco Berboglio, y las pelotudas
oraciones a María.
El verdadero santuario católico 99

El hecho fue interpretado por las autoridades como un claro indicio de


que Lucía se había hecho mariana y papista.
El joven con el que su madre la comprometiera, dolido de la decisión
de la santa de huir del matrimonio y consagrarse a Dios, al no ser
correspondido, se dejó llevar por su resentimiento y la denunció ante el
prefecto. ¡Hijo de puta!
Este joven, de quien no podrás saber jamás cómo se llamaba, si era alto
o flaco, ni en qué trabajaba, es un personaje ficticio elegido y muy
repetitivo para enamorarse de toda santa y ser luego vilmente
rechazado, y como consecuencia del despecho denunciarla ante las
autoridades, que así se escribe la historia de los santos.
Pascasio era quien gobernaba Siracusa.
Pascasio, Pascasio, me suena.
Cuando Lucía fue arrestada bajo la acusación de ser una cristiana,
Pascasio le ordenó que hiciera sacrificios a los dioses.
Entonces Lucía dijo:
-Sacrificio puro delante de Dios es visitar a las viudas, los
huérfanos y los peregrinos que pagan en la angustia y en la necesidad,
y ya es el tercer año que me ofrecen sacrificios a Dios en Jesucristo
entregando todos mis bienes.-
¡Qué sabias palabras para dejar bien sentado su objetivo de agradar
solamente a Dios!
Irritado Pascasio por lo que dijo Lucía, ordenó a sus soldados a que la
llevaran a un prostíbulo para que la violaran y luego se dirigió a Lucía
diciéndole:
-Te llevaré a un lugar de perdición así se alejará de tí el Espíritu
Santo. Irás a parar a un lupanar donde, aparte de matemática y filosofía
durante el día, aprenderás el sabio arte de la prostitución por las
noches.-
Esto de mandar a las santas rebeldes a los lupanares era un castigo
muy común de la época, aunque para muchas más era una bendición y
un placer venido de Dios.
Los soldados la tomaron de los brazos para llevársela, pero por más
que se esforzaban, no podían con ella, ni siquiera moverla un
centímetro, como si estuviese clavada en la tierra, probaron también
arrastrarla con cuerdas y cadenas atadas a sus manos y pies, pero por
más que se esforzaban, no podían moverla.
Las cuerdas y cadenas reventaban estrepitosamente.
Inexplicablemente la muchacha permanecía rígida como una gran
piedra.
100 El verdadero santuario católico

Pascasio hizo llamar a diez forzudos soldados para que llevaran a


rastras a Lucía, pero tampoco pudieron pues sus pies estaban como
clavados en el suelo.
Luego hizo traer veinte bueyes, y tampoco lo logró.
Trajo entonces cuarenta elefantes y no la pudieron mover un
centímetro del suelo.
Uno de los elefantes se descaderó y a otro se le herniaron las dos bolas,
que le quedaron como dos pelotas de fútbol.
Al enterarse de lo sucedido, Pascasio acusó a Lucía de brujería y por
esa razón fue llevada a la hoguera, pero el fuego no le hizo ningún
daño.
¡Epa! ¿Cómo la llevaron a la hoguera si era inamovible?
No, no y no, trajeron junto a ella las leñas y los troncos para quemarla.
Ah, ahora sí entiendo.
Al ver que no se cocinaba ni ardía, ordenó que le sacaran los ojos, pero
a pesar de estar ciega siguió viendo, con los ojos del alma.
Pascasio, enfurecido, la condenó a ser decapitada.
Pascasio dispuso que primero la atormentaran a lo cual le dijo Lucía:
-Dios ha dicho: cuando los conduzcan ante los reyes y antes los
tribunales de los príncipes no se preocupen de qué dirán o cómo se
habrán de defender, porque entonces no hablarán ustedes; será el
Espíritu Santo el que hablará por boca de ustedes.-
Ahí no más le aplastaron la lengua y le rompieron la boca con un
martillo.
Como Lucía quedara callada y muda para retractarse de sus creencias
religiosas, y por su boca no hablaba el Espíritu Santo, ni ella misma por
carecer ya de lengua y dientes, Pascasio se enfureció diciendo:
-¡Serás decapitada, hija de puta!
Este Pascasio gobernador sí que merece ser santo, por su gran tesón y
empecinamiento en sus convicciones y en la efectividad y perfección de
su trabajo de eliminar santas.
Antes de la sentencia, Lucía se dirigió a la muchedumbre y les anticipó
que la persecución contra los cristianos estaba llegando a su fin y que
llegaría la paz para la Iglesia.
Esto lo hizo por señas, porque ya vimos que le rompieron la boca y
aplastaron su lengua.
El 13 de diciembre de 304 Lucía sintió que su martirio estaba llegando a
su fin.
Ella se arrodilló preparada para el golpe mortal del verdugo.
Pero primero pidió hablar con la multitud que se había reunido a su
alrededor, a la cual dijo:
El verdadero santuario católico 101

-La persecución de los cristianos está terminando y la paz para la


Iglesia es inminente, así como la caída del emperador Diocleciano.-
Les recordó que en Siracusa ella siempre sería honrada, así como
también la veneración a Águeda de Catania sería imparable.
Cuando hubo terminado de hablar, por señas por supuesto, le cortaron
la cabeza para que no lo siguiera haciendo.
Fue sepultada en el mismo lugar donde, en el año 313, fue construido
un Santuario dedicado a ella.
Según la tradición, su historia se divulgó por toda Sicilia como la santa
que consagró su virginidad y su martirio a Dios, siendo agradables y
propicios para su salvación, su pureza y santidad.
Y les profetizó que su memoria iba ser venerada en Siracusa y en
Catania.
Fue decapitada el 13 de diciembre de 304.
Hoy el nombre de Lucía y Águeda se mencionan unidos en la liturgia
cristiana.
El cuerpo de Santa Lucía fue depositado en las catacumbas que reciben
su nombre y es considerada la santa de los siracusanos.
Su culto se extendió a otros lugares de Europa y llegó también a
América y África.
Su nombre se incluyó en la misa a partir del año 604.
Desde antiguo se la considera la protectora de la vista por los prodigios
que se le atribuyen.
La fórmula aprobada por el Vaticano dice que si a alguien le entra una
basurita en el ojo, que molesta y le hace lagrimear, debe decir:
-¡Santa Lucía, santa Lucía quítame esta porquería!-
Y las dos profecías que hizo antes de morir, no se cumplieron
correctamente.
Diocleciano murió en paz en su cama hasta el último día de su reinado.
No tiene santa Lucía mucha veneración sino en las ópticas, ni la iglesia
católica nunca tuvo paz como ella vaticinara, ni la tendrá, pues la
maraña de tonterías en que envuelve a sus fieles, las intrigas internas
de poder, la avaricia de dineros, sus tontas y estúpidas ceremonias sin
sentido, su celibato y sus idolatrías a santas y santos, más le traen
guerra antes que la paz bendita que logran solamente los que siguen al
Señor Jesús.

*********************
102 El verdadero santuario católico

Papa Juan XII


(Papa cojudo)

Este papa Juan XII es el papa más hijo de puta que la iglesia católica
recuerde con amor y beatitud, conocido en la historia como “El papa
fornicario”, que fuera hijo bastardo de Alberico II y por tanto nieto de
Marozia (amante de Sergio III) y bisnieto de Teodora que fuera la
esposa del senador romano Teofilacto I, todos personajes muy
influyentes de aquéllos tiempos.
Esta Marozia, junto con su madre Teodora, fueron conocidas como las
más famosas prostitutas de la época, que a través de sus fornicaciones,
intrigas y asesinatos, consiguieron poner y deponer papas a su antojo.
Marozia fue amante de Sergio III, al cual impuso como papa a través
del senador Teofilacto su esposo.
Teodora su hija, que no tendría más de trece años, fue amante de dos
clérigos y después de la muerte de Sergio III, consiguió hacerlos papas
a ambos: Anastasio III (911-913) y a un tal Landón (913-14), de los que
mucho no se sabe porque se carecen de documentos sobre ellos.
Roma tiene la maldita costumbre de quemar todo papel o expediente
de los papas malignos a su historia pontificia pía y benigna.
La influencia de las dos prostitutas Marozia y Teodora, estaba fundada
en su riqueza y hermosura, y en sus intrigas políticas y amorosas.
El más esforzado de sus amantes era recompensado con la mitra
romana.... El hijo bastardo de Marozia, su nieto, y su bisnieto, (una rara
genealogía) se sentaron en la silla de san Pedro.
Juan XII fue impuesto por su padre antes de morir en 954, y elegido
papa tras la muerte de Agapito II.
De nombre Octaviano, tenía en el momento de su elección menos de
dieciocho años y una nula formación, tanto mundana como religiosa.
Informes de su tiempo concuerdan con su desinterés por lo espiritual,
su afición a placeres groseros y su vida disoluta sin inhibiciones.
Al acceder al pontificado tomó el nombre de Juan XII.
Durante su pontificado, considerado como uno de los más nefastos de
la historia de la Iglesia por la catadura moral del pontífice, el rey
Berengario II de Italia intentó extender su soberanía sobre territorios de
la Iglesia lo que impulsó a Juan XII, en 960 a solicitar la ayuda del rey
alemán Otón I, ofreciéndole como recompensa la corona imperial.
Otón penetra en Italia y toma Pavía, ciudad que ya había tomado
durante el pontificado de Agapito II, pero en esta ocasión se dirige
inmediatamente a Roma donde es coronado emperador el 2 de febrero
de 962, haciendo que tanto el papa como el pueblo romano les
prestaran juramento de fidelidad.
El verdadero santuario católico 103

Con esta coronación nacía el Sacro Imperio Romano Germánico.


Juan XII y Otón I rubricaron una alianza que establecía que ningún
papa sería consagrado hasta que su elección hubiera sido aprobada por
el emperador de Occidente, quien ejercía el más alto poder judicial
sobre Roma y donde se prestaba juramento de lealtad entre Roma y el
Imperio.
Este pacto se mantuvo sólo durante el tiempo que Otón permaneció en
Roma, ya que cuando el emperador abandonó Italia, Juan XII,
rompiendo su juramento de fidelidad, buscó alianzas con los
bizantinos, los húngaros y los príncipes italianos para desembarazarse
del flamante emperador. Otón reacciona con una nueva marcha militar
sobre Roma que obliga a Juan XII a huir de la ciudad.
El emperador convocó un concilio en San Pedro en el que, en
noviembre de 963, depone al papa acusándolo de vicios, pecados y
delitos tan graves como el incesto, el perjurio, el homicidio y el
sacrilegio.
Estas imputaciones han sido objeto de debate por historiadores
eclesiásticos, por parecer más intereses de partido a favor del
emperador que acusaciones reales, durante la estancia de Otón en
Roma, y ni él ni ningún otro funcionario acusaron de nada al papa.
Inmediatamente después eligieron para sustituirlo al secretario del
emperador, León, un seglar que recibió las órdenes sagradas ese mismo
día y que tomó el nombre de León VIII.
Juan XII que, en su huida, se había llevado los tesoros de la Iglesia,
organizó un ejército con el que regresó a Roma en febrero de 964, una
vez que Otón hubo regresado a Alemania, y convocó un concilio que
depuso al huido León VIII, dedicando los últimos días de su existencia
a vengarse de sus opositores, lo que motivó que Otón regresara
nuevamente a Roma, aunque cuando llegó, el Papa ya había fallecido.
En efecto, Juan XII murió el 14 de mayo de 964 según parece asesinado
de un martillazo en la cabeza por un marido que había sorprendido al
papa con su mujer en su propia cama. In flagrante delito.
Otra versión dice que murió de apoplejía en pleno acto sexual.
Al papa Juan XII, que como ya hemos mencionado fue nieto de
Marozia se le atribuyen los siguientes hechos para terminar de adornar
su currículo: Juan XII cometió incesto con su madre, con su hermana y
con su sobrina.
Y por si esto fuera poco; mantenía un harem en el palacio Laterano.
El tipo era tan fornicario que a las mujeres de ese entonces se les
prevenía que no fuesen a la iglesia de san Juan Laterano, ya que
podrían ser violadas por su "santidad" el papa.
104 El verdadero santuario católico

Las mujeres temían ir a misa a la iglesia de los santos apóstoles pues


corría el rumor que hacía poco Juan llevó por la fuerza a varias mujeres
peregrinas a su cama, casadas, viudas y vírgenes indistintamente.
¡Cómo murmura la gente!
Siendo un hombre pervertido estaba obsesionado con el sexo ilícito,
incluso más que con el poder, y estaba tan ciegamente enamorado de
una amante a la que hizo gobernadora de varias ciudades e incluso le
regaló las cruces de oro y los cálices del mismo San Pedro.
Era una especie de Calígula cristiano, cuyos crímenes resultaban
particularmente horrendos por el cargo que ocupaba.
Le sacó los ojos a su director espiritual; sodomizó y castró a un
cardenal en una reunión pontificia, delante de un montón de obispos.
Fue acusado de que había convertido el palacio Laterano en un burdel;
de que él y sus bandas violaban a las peregrinas en la misma basílica de
San Pedro.
Tuvo muchas concubinas, pero no las suficientes.
¡No había seguridad para ninguna mujer que entrara en la Sede
romana!
Pagaba a esas mujeres por sus servicios sexuales, no con oro solamente,
sino con tierras. Juan XII también llegó a tener cerca de 200 caballos; y a
sus equinos preferidos solía alimentarlos con almendras e higos
empapados en vino, mientras el pueblo moría de hambre.
En una ocasión, cuando jugaba a los dados, le pidió ayuda al diablo
para ganar y brindó por él ante el altar mayor de la basílica de san
Pedro, por haberlo ayudado en el juego.
Pero ahí no termina la cosa.
Las acusaciones consintieron, entre muchas otras, que el papa había
ordenado a un diácono en un establo, a su director espiritual Benedicto
lo había dejado ciego quemándole los ojos, y a un cardenal de nombre
Juan lo había castrado y sodomizado ocasionándole la muerte.
Todos, incluyendo clérigos así como laicos, lo acusaron de homicidio y
como un pagano a Júpiter, Venus y otros demonios.
Fue hallado culpable y antes de que el emperador Otón, que ya estaba
en camino de Alemania a Roma para ejecutar justicia sobre Juan, el
papa fue muerto de un martillazo en la cabeza por un marido celoso
que lo encontró en la cama con su esposa.
El martillo quedó clavado dentro de su cráneo, incluso se puso de pie
para tratar de quitarlo, pero dio unos pasos desordenados y cayó
muerto al piso con un profundo dolor de cabeza.
Lo curioso del caso, es que a este papa, el Vaticano lo tiene en su lista
oficial de papas y es reconocido como "su santidad" y también como
"vicario de Cristo".
El verdadero santuario católico 105

Aún y a pesar de todo lo relatado de su desordenada vida, aparece en


la lista de los papas con los títulos de “Su Santidad, Santo Padre,
Vicario de Cristo”, etc.
E incluso, a fin de cubrir la vergonzosa muerte de este personaje, la
siempre deformada y falsa historia católica romana registra su
fallecimiento como "una muerte misteriosa".
La iglesia hace oídos sordos a su despreciable y repulsiva historia y
ordena a sus fieles y devotos llamar “su santidad” a tan nefasto y
santísimo personaje.

*************
106 El verdadero santuario católico

San Jorge y el Dragón


San Jorge nació hacia el año 275 o 280 (Siglo III d.C.) en Capadocia,
perteneciente a la región de Anatolia (Capadocia que antes era
Armenia y ahora pertenece a Turquía) en tiempos del Imperio Romano;
era hijo de una familia romana de nobles acomodados de religión
cristiana.
Siendo un niño perdió a su padre Geroncio y viajó con su madre
Policromía (de origen griega) a la región de Palestina, al pueblo de
Lydda o Diospolis, donde ella naciera y lugar donde se criara.
En Palestina recibirá el tratamiento de caballero, siendo tribuno militar,
aún con menos de 30 años, una condición muy importante por aquel
entonces.
Fue nombrado jefe de la guardia personal del emperador Diocleciano
(285-305), que perseguía sin piedad a todos los cristianos de su imperio.
¡La puta madre que lo parió! ¡Otra vez Diocleciano rompiendo las
pelotas en el argumento de ésta nueva fábula!
Fue enviado a la ciudad de Silca o Silene, una zona minada de fieros
dragones, de los cuales uno mantenía a la ciudad aterrorizada, por
pedido del gobernador de la ciudad.
El dragón era muy voraz y degenerado pues exigía al pueblo una vez
por mes que arrojaran al lago donde vivía en sus profundidades, una
joven virgen cero kilómetro y diez ovejas de blanca lana, también
vírgenes, para alimentarse y tener sexo, ya que además de hambriento
también era cojudo.
Así las cosas, el pueblo se iba quedando sin vírgenes de quince años y
sin ovejas de blancas lanas.
La elección de las vírgenes se hacía por bolillero público ante escribano,
como así también las de las ovejas, y un buen día sale agraciada la
bolilla con el nombre de la hermosa princesa hija del rey, a quien más
amaba.
El monarca horrorizado ofreció al dragón todas las bellas pertenencias
que tenía a cambio de la vida de su hija, o cambiarla por otra virgen
que no sea pariente suyo.
El pueblo se indignó de aquellas palabras y exigió al rey que entregara
a su hija ya que ellos habían perdido a las suyas durante los anteriores
sacrificios al dragón.
Pero el rey no quería aquella muerte horrible e incestuosa para su hija.
Para apaciguar los deseos del pueblo, el monarca aceptó entregar a la
princesa, pero a su vez envió al gobernador Diocleciano un gmail que
decía:
El verdadero santuario católico 107

-Mándamelo urgente al capitán Jorge con su blanco caballo, su


filosa espada y su invencible lanza, que tengo un trabajo para él.-´
Lamentablemente, Jorge llegó un día después de que el dragón se
llevara al fondo del lago a la princesa y a las diez ovejas de lanas
blancas, para saciar su terrible apetito carnal y sexual.
Pero era el dragón tan boludo y estúpido que devoraba enteras y vivas
a las vírgenes y cogía sin piedad a las blancas ovejas agarrándolas de
sus luengas lanas blancas de detrás del cogote.
La princesa fue a parar en la panza del dragón y las ovejas balaban de
dolor al ser penetradas bajo el agua por aquél monstruo insaciable.
Jorge encontró al rey llorando desconsoladamente, y lleno de furia por
haber llegado tarde, se dirigió a las orillas del lago a esperar la salida
del fiero endriago asesino y violador.
En ése momento salía del agua el dragón enfurecido, con hambre y
nueva calentura sexual. Rápidamente san Jorge sacó su espada y con
mucho coraje enfrentó al monstruo con su larga lanza.
El caballero se dirigió hacia el dragón y se trenzaron en una brava
lucha: el dragón se retorcía tratando de enredarse en las patas del
caballo para hacerlo caer y dejar indefenso al caballero.
Mientras san Jorge luchaba se encomendó a Dios ofreciéndole aquella
bestia del mal a cambio de la victoria.
En su peto de sólido acero lucía una cruz blanca brillante y refulgente y
mientras sostenía su lucha y enfrentamiento con el animal, san Jorge
seguía abogándose al Todopoderoso.
Al no conseguir hacer caer al caballo, el dragón se levanto, se irguió y
fijó su mirada en los ojos del caballero.
Era de esta manera que hipnotizaba a sus victimas, para luego darles
muerte. Pero san Jorge pudo más que él, y tomando más fuerza
propinó con la lanza un furibundo golpe en la cabeza del dragón, que
se partió en dos.
La lanza, digo.
Entonces fuego viene de la boca del dragón y lanzazos van de la mano
de Jorge, y al fin el monstruo cae desmayado a sus pies, cerrando las
llamaradas de fuego que salían por su boca y nariz.
Se le terminó el gas de una garrafa que posiblemente escondía en su
estómago.
San Jorge ató su cinto al cuello del monstruo y lo arrastró tirando con
su caballo hasta la entrada del pueblo.
Los villanos (la gente del pueblo) que siguieron el combate desde
detrás de las murallas, salieron a ver al inconsciente dragón.
108 El verdadero santuario católico

Cargaron en carro a la bestia mitológica todavía viva, adormecida a


causa del impacto que le diera el caballero cristiano con su lanza, sobre
su cabeza.
Una vez en el centro de la ciudad, ante toda la población y del rey, san
Jorge les dijo:
-El monstruo está dormido, no despertará, pero Dios quiere que le
honréis recibiendo el sacramento del bautismo. Dejad vuestras
creencias y entregaros al Dios de los cristianos y a cambio yo mataré al
dragón con mi espada.-
Enseguida que el dragón parecía que iba despertando, la gente se
horrorizó y se dejaron bautizar por el santo.
Tres mil quinientas diez y siete personas, fueron bautizadas aquél día.
En cuando el dragón despertó, San Jorge montó en su caballo y con su
espada atravesó la panza del dragón, cayendo éste desplomado al
suelo.
Su sangre se esparció por todos lados, y de rodillas, san Jorge entregó a
Dios su victoria.
Al abrirle un fiero tajo en la panza del dragón, ¡oh sorpresa!, salió
vivita y coleando la princesita más amada del rey, sana y salva, con
quien se abrazó estrechamente en medio de una total felicidad, llantos
y risas de alegría.
En el mismo momento, salieron del lago balando de dolor y con los
culos rotos, las últimas diez ovejas de blancas lanas que fueron
ultrajadas.
Cuenta la leyenda que después de restituirle a su hija amada, exigió al
mismísimo rey cuatro cosas: levantar una iglesia para honrar al Dios
cristiano; ayudar a sus sacerdotes; asistir a misa todos los domingos y
feriados, y proteger a los pobres y necesitados.
El rey le ofreció en matrimonio como agradecimiento a la princesa y
dicen que con ella se casó.
Pero esto es una burda mentira, ya que regresó junto al emperador
Diocleciano, portando una carta cerrada del rey del pueblo del dragón,
donde denunciaba a san Jorge de ser un acérrimo cristiano.
¡Oh, traidor, hijo de puta! ¡Mas valiera matarlo a él que al dragón!
Cuando el emperador Diocleciano conoció este dato, no dudó muy
enfadado ordenar ejecutar al joven tribuno.
San Jorge protestó y criticó la política persecutoria del emperador.
Días después de su tortura por parte del ejército romano, San Jorge fue
decapitado, muriendo así el 23 de abril del 303.
Su tortura tuvo como escena las murallas de Nicomedia (Turquía),
donde estaba destinado.
El verdadero santuario católico 109

De siempre la iglesia católica ha interpretado la figura de San Jorge


como el arma de Dios en la Tierra.
Su caballo blanco en el que iba montado, representaba a la iglesia.
La lanza, el arma otorgada por Dios para acabar con la blasfemia, el
mal, la tentación y la maldición sobre el ángel caído, que en este caso,
es la figura del Dragón.
Su cuerpo fue sepultado en la población de su madre: Lydda, también
conocida como “Hagio Georgiopolis”.
Su tumba todavía es venerada por los cristianos, principalmente por los
cristianos ortodoxos griegos.
En la inscripción de su sepulcro se lee en griego:

“San Jorge, portador del estandarte de Dios”

Uno de los primeros Papas de la Iglesia lo canonizó en el año 494 y fue


el papa Gelasio I, señalando como fiesta de San Jorge el día que murió
degollado, el 23 de abril e inscrito en el santoral católico.
Y colorín colorado, el cuentito ha terminado, y el libro “Los verdaderos
santos católicos” del celebérrimo Martín Lutero, sacerdote traidor
huido de las filas de la verdadera y cierta religión católica.

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110 El verdadero santuario católico

Despedida del Recopilador

Y esto es todo lo que pude rescatar del rotoso libro encontrado en la Biblioteca
Rivadavia de Santo Tomé, Corrientes, titulado “La Verdadera Vida de los
Santos”, escrito supuestamente por Martín Lutero, aquél que con absurdas
mentiras hendió a la religión católica en dos; por un lado dejó infinitas sectas
cristianas fanáticas de Jesús y por otro a la verdadera iglesia católica romana
fanática de María siempre virgen.
Mucho me lamenté que fueran tan pocos los santos rescatados, apenas una
veintena, de miles que tiene nuestra Santa Iglesia Católica, aunque no ha
muchos días el bibliotecario, encontrándome en la calle, me anotició que halló
en diferentes anaqueles innumerables hojas sueltas del referido libro, y que las
fuese a buscar cuando quisiera, para que continuara yo con la recopilación de
tan importantísima obra literaria.
Me dijo además que mucho le gustara la biografía de Teresa de Jesús, y que
estaba buscando en “Las Moradas” la frase en la que ella cuenta que los
ángeles la penetraban todas las noches con una corta espada o una larga lanza,
“ambas henchidas de fuego”, porque no lo cree. Que también le gustara la
fábula de san Jorge y el Dragón, aunque era, dijo, muy infantil.
Me dijo además que le parecía muy fantasioso que a todas las santas le dieran
tan horribles torturas y muertes, ya que eran decapitadas, arrancadas sus
carnes con garfios, cortadas sus lenguas, quitados sus dientes, quemadas,
quebradas sus piernas, dejadas ciegas con hierros candentes, escindidos sus
dedos, y sobretodo destinadas como prostitutas a lupanares, cosa que mucho le
apenaba que la Santísima Inquisición hubiera hecho algo tan inhumano y
maléfico.
Díjele que no penara por eso, que el autor mentía descaradamente para
ennegrecer a la santísima iglesia católica.
Que esto lo haría seguramente por envidia, ya que los evangelistas y luteranos
no tienen como los católicos una madre a quien adorar ni un papa a quien
idolatrar, y transitan por el mundo como parias abandonados llamándose de
hermanos unos a otros, sin tener una gran familia de santos y santas como
tendrían si viniesen a integrarse al catolicismo.
Y con esto doy por finalizado la recopilación, y prometo Dios mediante, que
mañana mismo, ya que hoy es domingo y está cerrada, llegarme hasta la
Biblioteca Popular Rivadavia a buscar las viejas hojas sueltas encontradas, y si
al acomodarlas y ordenarlas surgieran nuevas vidas de santos, siendo
entendibles, te las haré llegar a tu casa ya que para mí no es molestia ninguna.

Arturo Beresi
Recopilador

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