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Autoras:
Silvina Rivas silvinarivas@hotmail.com Licenciada en Psicología
Gabriela Lía Roitstein. Gabrielaroitstein@gmail.com. Licenciada de Psicología.
Facultad de Trabajo Social. Universidad Nacional de La Plata. Calle 9 y 63. Ciudad
de La Plata. Pcia de Buenos Aires.
Resumen
Desarrollo
La Adopción como categoría social
Sin duda a partir de las recientes modificaciones introducidas en código civil y con la
sanción de ley 14.528 de la provincia de Bs As se ha promovido la ampliación de
derecho hacia todos aquellos niños, niñas y adolescentes sin cuidados parentales y en
estado de abandono. Tal reforma viene a dar respuesta a una situación que en otros
momentos obstaculizaba el derecho, el acceso y la inclusión de muchos NNyA a una
familia
La forma de entender a la adopción ha ido cambiando según las realidades y
complejidades socio-históricas. En un tiempo de resignificación de viejas categorías y
concepciones estamos obligados a pensar desde otras perspectivas y enfoques; no es
sólo lo legal lo que hace al proceso de adopción, desde la psicología y el trabajo social
se introducen aportes necesarios que además invitan a revisar ya a tener una
elucidación crítica con dicha práctica
La orientación de los derechos del niño permite poner en perspectiva los alcances y
efectos de la adopción a efectos de garantizar la formación y constitución de la
subjetividad desde la Salud Mental. Pero la experiencia nos muestra que debemos
estar advertidos porque ciertos obstáculos o posicionamiento pueden impedir dicha
perspectiva de derecho, violentando, revulnerabilizando y desubjetivando a los niños y
niñas.
Esos impedimentos los pensamos desde dos aristas que interviene en el proceso de
adopción. Una con relación a los tiempos subjetivos es decir tensiones que se
producen muchas veces entre los tiempos subjetivos y los tiempos jurídicos, el otro
con relación a los momentos previos, es decir a los criterios que se establecen para
decretar el abandono y estado de adoptabilidad.
Un poco de historia
En la Argentina, según lo investigado por Elias, Felicita (2004), la primera ley de
adopción data del año 1948. Anteriormente la asistencia a niños huérfanos y niños que
ingresaban en la categoría de niñez abandonada- delincuente (asimilando ambos
términos), era gestionada por grupos de beneficencia bajo un discurso moral
disciplinador.
Recordemos que es a partir de disciplinar a las clases bajas, moralmente cuestionadas
y que promovían conflictos sociales que se aprueba la primera ley de patronato de
menores, en el año 1919 de la mano del Dr. Agote (Garcia Mendez, E (1992)). Desde
esa misma lógica en el año 30 comienzan las primeras discusiones referidas a aprobar
una ley de adopción.
Así bajo la dupla niñez desprotegida/estado protector se dio origen al rol
patronato/patrón/patronazgo que caracterizaron las prácticas de adopción de la época y
que se desarrollaban con una lógica de apropiación/menor patronado.(Elias, F 2004)
La primer ley de adopción N° 13.252 sancionada en 1948 durante el gobierno de Juan
Domingo Perón y de la mano de Evita, se sostiene en la una concepción asistencial a
cargo del Estado, regulando así desde el Estado las prácticas de crianza y poniendo fin
algunas acciones ilegales como las inscripciones fraudulentas de niños.
En esta ley, solo se concebía la adopción simple, a efectos de no romper con los lazos
de sangre, manteniéndose además la práctica del “criado” como una forma de
contención social afectiva.
El concepto de adopción Plena se incorpora en las modificatorias del año 1971,
durante gobierno de facto, brindando también una amnistía a todos aquellos que
habían realizado inscripciones fraudulentas, anotando como propios a niños que eran
adoptados-apropiados. (Elias, F 2004)
Así vemos como la lógica de adopción como un derecho y las prácticas de
apropiación sobre un supuesto moral atraviesan la temática.
Luego, en los gobiernos democráticos, se fueron realizando otras modificatorias a las
leyes de adopción, incorporando conceptos como derecho a la identidad, derecho a ser
escuchado, a limitar los requisitos para los pretensos adoptantes y procurando que los
tiempos de los trámites de adopción sean cada vez más cortos, como las
modificaciones que se realizaron en la Pcia de Buenos Aires en el año 2013 plasmada
en ley 14528.
A partir de esto se conjugan los principios rectores del sistema de protección integral a
través de las medidas excepcionales o abrigo y los procedimientos emanados de la ley
de adopción
Pero Nuevas contradicciones atraviesan el tema. Al discurso moralista/disciplinador
que presume que todos de los niños que viven en instituciones estatales con
características iatrogénicas, son huérfanos y necesitan familias continentes se opone
aquellas enunciados que dan cuenta de parejas que desean ser padres y no pueden
adoptar por un supuesto burocrático de tiempos legales,
Por otro lado avances tecnológicos científicos de tratamientos de fertilidad que
refuerzan el deseo de la paternidad/junto a lógicas sociales capitalistas en los cuales
los tiempos de espera imaginarios se limitan.
Y la máxima contradicción entre la agenda política de apurar los tiempos de adopción,
con la incorporación constitucional de los tratados internacionales que regulan
derechos del niño, debiendo pasar a ser una prioridad de las políticas de Estado. Así,
los derechos del niño pasan a ser la guía y prioridad ante las políticas
En este sentido la modificatoria al Código Civil en materia de adopción promueve
como significativo para el presente desarrollo, el derecho del niño a ser activo en el
proceso, su derecho a la identidad, al agotamiento de las posibilidades para
permanecer en su familia de origen ampliada y la preservación de vínculos fraternos.
La situación de adoptabilidad, según la ley 14528 se dicta ante:
Ausencia ó habiendo agotado la búsqueda de familia de origen en un plazo de 30
días (prorrogables por 30 días más)
Si los padres tomaron la decisión libre de que el niño sea adoptado, dentro de los de
45 días de producido el nacimiento
Si se agotaron las medidas excepcionales para que un niño permanezca con su
familia de origen ó ampliada, no habiendo dado resultado en un plazo máximo de 180
días, el órgano administrativo dictaminará sobre la situación de adoptabilidad,
debiendo ser comunicada al juez dentro del plazo de 24 hs luego, el juez debe resolver
la situación de adoptabilidad en el plazo máximo de 90 días.
La sentencia debe disponer que se remita al juez interviniente en un plazo no mayor
de 10 días el ó los legajos seleccionados por el registro de adoptantes a efectos de dar
inicio de forma inmediata el proceso de guarda con fines de adopción,
Resulta equivalente la sentencia de privación de responsabilidad parental a la
declaración judicial en situación de adoptabilidad.
La selección de los pretensos adoptante se realizará de acuerdo a los fines de
asegurar de un modo permanente y satisfactorio el desarrollo pleno del niño, niña ó
adolescente tomando en cuenta las condiciones personales, edad y aptitudes, su
idoneidad para cumplir con las condiciones de cuidado, educación, sus motivaciones y
expectativas frente a la adopción, el respeto asumido frente al derecho a la identidad y
origen.
La adopción es una institución que remite al derecho y al deseo de familia, tanto para
los niños que detentan un lugar de hijo como para los adultos que quieren ser padres.
En “Familias en Jaque” ( ficha de catedra Psicología II, 2010)se plantea que “ Desde
una mirada centrada en la construcción de lo social, Bourdieu (El espíritu de la
familia, 1994) sostiene que la definición dominante de la familia se apoya en una
constelación de palabras que bajo la apariencia de describirla, la construyen como
realidad social. Según estas definiciones consensuadas colectivamente, familia sería
un conjunto de individuos emparentados ligados entre sí ya sea por la alianza
(matrimonio), por filiación, por adopción (parentesco) y que viven bajo un mismo
techo (cohabitación). Pero el autor advierte que lo que tomamos por realidad es una
ficción construida a través del léxico que recibimos de lo social a efectos de
nombrarla”. De modo que lo que podríamos considerar como natural, porque se nos
presenta con esa apariencia, es una invención reciente tal como la conocemos y que
más bien la familia nuclear es en la mayoría de las sociedades modernas.
Lacan también menciona esta transformación: ¿Pero qué entender por familia
conyugal?se pregunta en La familia (1938) y aclara que se trata de un modo de
nominarlo acuñado por Durkheim : “Se comprende la profunda reestructuración que
condujo a la institución familiar a su forma actual; se reconoce también que es
necesario atribuirla a la influencia predominante que asume en ese caso el matrimonio,
institución que se debe distinguir de la familia. Es así que podemos calificar como
excelente el término de «familia conyugal» con el que la designa Durkheim”.
Años más tarde en “Dos notas sobre el niño”(1968) dirá “ La función de residuo que
sostiene (y a un tiempo mantiene) la familia conyugal en la evolución de las
sociedades, resalta lo irreductible de una transmisión - perteneciente a un orden
distinto al de la vida adecuada a la satisfacción de las necesidades – que es el de una
constitución subjetiva, que implica la relación con un deseo que no sea anónimo”
Entiende Lacan que la función materna quedará definida entonces a partir de un
cuidado que no es sin efectos dejando marca que están signados por un interés y un
deseo singular y particular, la función paterna se plantea en relación a la transmisión
de un deseo que no sea anónimo, y de una legalidad que considera la prohibición y la
prescripción de lugares posibles. Tanto la maternidad como la paternidad y la de
familia no son hechos de la naturaleza, no hay naturalidad posible, por el contrario
ahijar, hacer lugar para un hijo supone siempre una adopción, en tanto se trata del
orden simbólico, de una donación libidinal
Por su parte Silvia Bleichmar (2008) explica que lo que define a la familia no es la
existencia de padre, madre e hijos sino que se trata de: “Una asimetría que determina la
responsabilidad del adulto con respecto al niño. En la medida que haya dos generaciones,
hay una familia; con la asimetría correspondiente que orienta a la obligatoriedad de la
transmisión y de la producción de sujetos en el interior de algún tipo de comunidad
humana, que básicamente se estructura con dos personas como base” . Lo fundamental y
definitorio para la autora no está en quienes sean los adultos responsables de la crianza del
niño, sino que sostengan su función de amparo, protección y deseo atravesados ellos
mismos por las legalidades del lazo social.
La obligatoriedad que le plantea la ley al juez, sobre escuchar al niño y que su opinión
sea tenida en cuenta, especialmente a partir de los 10 años, resulta un avance en la
protección de los derechos del niño. Pero la misma puede ser vulnerada si esto se
considera sólo un procedimiento administrativo y si además no se toman en cuenta las
características evolutivas, las particularidades subjetivas y sociales de cada NNyA, y
especialmente si no se problematiza que se entiende por “escuchar a un niño”. Cuál es
el valor de la palabra del niño, y quién se atribuye su interpretación? Desde que
posición ética escuchamos e interpretamos, bajo que paradigma sostenemos tal
escucha? La experiencia nos muestra que desde el mundo adulto y desde las
disciplinas que en sus prácticas incluyen niños, se arrogan la interpretación de lo que
supone es la palabra del niño o lo que representa el bien para él, pero sin haberlo
escuchado o suponiendo de antemano cuáles son sus necesidades, conveniencias,
como si estos fueran valores universales para todos por igual.
En el caso de los padres adoptivos, por el contrario una vasta mayoría de las
acciones de agenda pública se dirigen hacia ellos, se les supone sufrimiento por la
imposibilidad de lograr la concepción biológica, se valora que posean recursos y que
deseen adoptar. Dice Giberti (2010) que en la clínica se escucha la expresión “tengo tanto
amor para dar”, frase que no es garante de la distinción entre la responsabilidad de una
adopción y el trabajo psíquico de modificar las significaciones imaginarias respecto a el
deseo de un hijo/niño. Muchas veces esa necesidad tiene que ver con poder hacer algo con
ese amor y la posterior devolución que, se podría pensar, se espera del niño adoptado.
En la decisión de adoptar se observa un conflicto inicial que reside en la identidad de
ser padre adoptivo, debiendo realizar un trabajo psíquico de modificación de creencias
e imaginarios respecto de ser mujer, madre; padre, proveedor y la problemática de la
imposibilidad. Duelo necesario a elaborar a efectos de poder ahijar a otro niñ@,
diferente a lo imaginado inicialmente. También de trabajar la pregnancia que tiene lo
biológico sobre la filiación homologando esta con la procreación
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