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subjetiva
http://www.psiquentelequia.com/horkheimer-razon-subjetiva/
Individualismo y utilitarismo
Horkheimer sostiene que la naturaleza ya no es fuente de valores
morales. El principio de conducta son los dictados del yo libre, es el
egoísmo. En principio el interés egoísta ya estaba presente en doctrinas
hedonistas clásicas, pero siempre con base en las intelecciones de la
realidad. Es con la modernidad cuando adopta el papel hegemónico de
rector, mostrando la contradicción entre la idea de nación y el egoísmo:
alternativa que se concreta políticamente entre anarquismo y nacionalismo
irracionalista romántico. El egoísmo se convierte en el principio
imperialista espiritual, en el principio básico de la ideología
liberal. Los liberales no sólo no perciben la contradicción de este principio
con la comunidad, sino que ven ésta como su resultado.
La comunidad es una suma de yoes, autónomos e independientes; es el
principio de la mayoría. Si bien los primeros modernos fundaban este
principio en un orden superior (Locke, Rousseau, Thomas Reid), ahora es
mera tautología. Desposeído de su elemento racional, el principio
democrático pasa a depender sólo de los llamados intereses del
pueblo, que en el fondo son funciones de los poderes económicos.
La prueba de esto es que los derechos humanos han sido utilizados por
muchos sistemas de libre mercado para controlar y preservar la paz, pero
cuando han sido un obstáculo no han tenido reparos en suprimidos.
Los hombres del pasado alababan aquellas ideas porque creían en
su verdad, bien porque la ponían en relación con el Logos, Dios o la
Naturaleza. Incluso las ocupaciones e inclinaciones más modestas
dependían de lo objetivamente deseable, de fines con valor intrínseco.
Hoy, la persona que se dedica a un hobby no piensa que guarde alguna
relación con la verdad. Para la razón subjetiva la verdad es un hábito.
Esto se muestra en el arte, que se convierte en piezas de museo. En un
acontecimiento social al que hay que acudir por formar parte de
determinado grupo social, en un esparcimiento. No tiene ningún significado
objetivo, ninguna verdad. La razón subjetiva transmuta las obras de
arte en mercancías culturales y su consumo en una serie de
sentimientos casuales que están separados de nuestras intenciones
y aspiraciones reales.
El criterio de verdad para la razón subjetiva es la satisfacción
subjetiva, es la utilidad. El empirismo escéptico deviene pragmatismo
con Dewey, James y Pierce. La idea es un plan para la acción; la verdad
no es otra cosa que el éxito de la idea. Su significado es un plan o
esquema. Las ideas no son exitosas porque sean verdaderas sino al
revés, son verdaderas porque son exitosas. Pasamos de la verdad a
la probabilidad: expectativa de que el plan pueda cumplirse. El
pensamiento (conocimiento) de un objeto se reduce a los efectos prácticos
que puede producir el objeto, las percepciones que podemos esperar de
él y las reacciones que debemos preparar. Ahí radica el subjetivismo del
pragmatismo: el papel que nuestras prácticas, acciones e interesas jugar
en teoría del conocimiento; la verdad por sí misma no interesa. Lo que
no tiene efectos, reacción, no existe. Toda comprensión es mera
conducta. El pragmatismo, como la tecnocracia, lleva al desprestigio
de la contemplación estática. Así, en las sociedades actuales el
trabajo productivo, la utilidad, es glorificado. Hacer una marcha a pie
para conducir a alguien se ve como idiota, irracional. Es un empleo necio,
destructivo, del tiempo. Sólo sería racional si sirviera a otro objetivo, por
ejemplo a la salud o esparcimiento para poder rendir mejor. La actividad
es un mero medio.
Esto es asumido plenamente por el positivismo, para el que todo
lenguaje que no tenga sentido práctico no tiene significado. El
significado de una palabra son sus efectos empíricos concebibles. Para el
positivismo sólo cuenta una clase de experiencia, la del experimento de
las ciencias naturales. Las proposiciones morales no son verificables. El
positivismo se enorgullece de pensarlo todo al modo del laboratorio. Pero
ese experimentar propio de la ciencia, el experimentar activo, no es
neutro, es una pregunta dirigida para generar respuestas muy concretas,
tal como son planteadas por los intereses de individuos, grupos o la
comunidad. La ciencia no es una actividad al margen de la sociedad.
Referencias:
Horkheimer, M., Crítica de la razón instrumental, Trotta, Madrid, 2002