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Evidencia de aprendizaje 2
Por otro lado la Sustentabilidad es algo que se puede sustentar o defender a base de razones.
También suele utilizarse como sinónimo de sostenible en ecología. Un proceso sustentable o
sostenible es aquel que puede mantenerse a través del tiempo por sí mismo, sin ayuda exterior
y sin que se desarrolle una escasez de los recursos existentes.
Por lo tanto, el desarrollo sustentable permite satisfacer las necesidades actuales sin arriesgar
las posibilidades de las generaciones futuras; un ejemplo podría ser la explotación del
petróleo, ya que esta actividad no es sustentable debido a que el petróleo es un recurso no
renovable que se acabará tarde o temprano y trae daños al medio ambiente.
El desarrollo sustentable debe considerar los siguientes aspectos:
La banca sustentable
Los bancos, y las instituciones financieras en general, no son ajenos a las crecientes
demandas de un mayor compromiso social que la sociedad ha exigido a todo el sector
empresarial, traducido en una gestión empresarial responsable y comprometida con el
desarrollo sustentable de la economía (PNUMA, 2012). Sin embargo, esta visión de la
responsabilidad social es muy limitada para el sector financiero, ya que evaluar el desarrollo
de la actividad bancaria desde una postura meramente económica no abarca la totalidad de
los impactos de sus operaciones (CISL & UNEP FI, 2014). Particularmente, existe un
impacto adicional que es exclusivo del sector financiero y que es pertinente atender, al cual
se le llama huella financiera (PNUMA, 2012). Esta huella financiera implica que, para que
una entidad financiera se considere responsable con el medio ambiente y con la sociedad,
debe estar consciente de que sus productos tienen efectos particulares, de manera que estos
deberían estar diseñados de tal forma que tengan un impacto positivo. El crecimiento
económico tiene que ser compatible con el bienestar humano, pero también con un ambiente
saludable; lo que requiere una responsabilidad compartida de gobiernos, negocios e
individuos en tres aspectos fundamentales: el compromiso con un desarrollo sustentable, una
gestión empresarial responsable y la consciencia y comunicación pública. Sobre este tema,
es importante precisar dos conceptos. El primero es el de finanzas sustentables, el cual es
definido por Grigoryeva et al. (2007) como "la provisión de capital y productos de
administración de riesgos a los proyectos y negocios que promuevan, o no dañen, la
prosperidad económica, la protección ambiental y la justicia social" (p. 7). El segundo
concepto es el de banca sustentable, el cual se define como "la decisión de los bancos de
brindar productos y servicios sólo a clientes que tomen en consideración los impactos
sociales y ambientales de sus actividades" (Grigoryeva et al., 2007, p.7). Aunque los términos
finanzas sustentables y banca sustentable parecen utópicos, el sector financiero internacional
ha mostrado evidencias de que es realista aspirar a un sector sustentable, según las mejores
prácticas internacionales. Concretamente, se ha observado que un adecuado control de los
riesgos ambientales contribuye a mejorar la calidad del portafolio de los bancos, así como a
reducir los costos por pasivos de seguros y reclamaciones; lo que impacta directamente a la
generación de utilidades, facilita el acceso a nuevos mercados y revalora la marca de la
institución (Grigoryeva et al., 2007).
Otro de los retos más importantes para la banca sustentable se encuentra precisamente en el
área de financiamiento de proyectos, particularmente los relacionados con industrias con
elevadas huellas de carbono. Algunas razones para ello son la misma complejidad de los
proyectos, la regulación inadecuada y el poco interés del sector público por promover la
energía limpia (PwC & The Climate Group, 2011).
Por su parte, Lamb, Hair & McDaniel (2013) afirman que la responsabilidad social se
manifiesta en la preocupación de las corporaciones por satisfacer, o no perjudicar, el bienestar
social. Esta definición no contradice el fin económico empresarial, ya que es admisible
suponer que las empresas socialmente responsables pueden obtener una ventaja en el
mercado al identificar oportunidades de negocio en los mismos problemas sociales. De
hecho, estos autores revelaron en un estudio que un pequeño incremento en los niveles de
responsabilidad social dio lugar a un aumento de $17 millones en las utilidades de una
empresa. De tal forma, que el concepto de responsabilidad social también suele ser
equiparado al de sustentabilidad, el cual considera la viabilidad de la empresa en lo ambiental
y social, pero también en lo económico.
Derecho Ambiental
Se entiende por medio ambiente al entorno que afecta y condiciona especialmente las
circunstancias de vida de las personas o la sociedad en su vida. Comprende el conjunto de
valores naturales, sociales y culturales existentes en un lugar y un momento determinado,
que influyen en la vida del ser humano y en las generaciones venideras. Es decir, no se trata
sólo del espacio en el que se desarrolla la vida sino que también abarca seres vivos, objetos,
agua, suelo, aire y las relaciones entre ellos, así como elementos tan intangibles como la
cultura. El derecho a un medio ambiente sano es un derecho humano reconocido en la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y en el Protocolo adicional a la
Convención Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales. Asimismo, ha sido ampliamente reconocido en diversas declaraciones
y planes de acción de Naciones Unidas y de la Organización de Estados Americanos.
El derecho ambiental es una de las bases para la sostenibilidad ambiental y la plena
realización de sus objetivos es cada vez más urgente debido a las crecientes presiones
ambientales. Las violaciones del derecho ambiental obstaculizan el logro de todas las
dimensiones del desarrollo sostenible y la sostenibilidad ambiental.
La legislación local contempla la protección ambiental desde el Constituyente de 1917, en su
artículo 27. De hecho, a medida en que pasa el tiempo se crean nuevas ordenanzas que
permiten ampliar el marco jurídico local en torno al ambiente.
De acuerdo a tratados firmados por el país, los estados locales deben comprometerse
apreservar, proteger y mejorar el medio ambiente, por tratarse este de un bien público.
De acuerdo a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos de México, en 2018 los
niveles de ozono alcanzaron un 80% más de los parámetros normales, causando así cerca de
20.000 muertes por motivos de contaminación.
La calidad del aire, la mala gestión de los residuos, los problemas con la organización
del transporte y un uso poco consciente de los recursos naturales locales han llevado a
México a posicionarse en un estado de crisis ambiental. A tal punto, que diversos ránkings
lo califican como uno de los países más contaminados de Latinoamérica.
Como especialidad y opción formativa, el Derecho Ambiental cuenta con las herramientas
necesarias para revertir esta situación. Para ello, se hace necesario que los profesionales del
Derecho opten por especializarse en el área y así constituir una fuerza profesional cualificada
para tomar en sus manos el futuro ambiental del país.
Conclusión