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Must Love Fangs

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Sinopsis
Marie Bellevance ha sabido por años que va a morir del mismo mal
incurable que tenía su madre. Es por eso que nunca ha tenido citas y
no permite a nadie acercarse demasiado a ella. Pero ahora, como
empleada de una agencia de citas paranormal, Midnight Liaisons, tiene
una oportunidad: Si puede encontrar a alguien que la convierta en una
criatura sobrenatural, ¡estará curada!

Un coqueto hombre puma, Joshua Russell, ha solicitado a la distante


Marie para él, pero ella está fuera de todos los límites por ser humana.
Cuando la atrapa escabulléndose de una cita con un vampiro que salió
mal, él entra y ofrece sus propios servicios. Como escolta contra
vampiros, es capaz de decirle qué hombres serían los perfectos para
citarse. Pero secretamente tiene un mejor plan en mente: Si ella quiere
citarse con alguien sobrenatural, un apuesto hombre puma sería la
mejor elección.
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Índice
Sinopsis Capítulo 11
Capítulo 1 Capítulo 12
Capítulo 2 Capítulo 13
Capítulo 3 Capítulo 14
Capítulo 4 Capítulo 15
Capítulo 5 Capítulo 16
Capítulo 6 Capítulo 17
Capítulo 7 Epílogo
Capítulo 8 Wanted: Wild Thing
Capítulo 9 Jessica Sims
Capítulo 10 Agradecimientos
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Para Ilona

Quien siempre ofreció un comentario acerca de cómo arreglar mis


argumentos… y nunca se enfadó cuando ignore sus siempre excelentes
sugerencias. ¡Esa es amistad verdadera!

Gracias por ser mi caja de resonancia para cada libro.


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Capítulo 1
Traducido por Mari NC y BookLover:3

Corregido por Nony_mo

C
uando yo era niña, mi padre solía dejar que me quedara hasta
tarde para ver películas con él en las noches de sábado. Mi papá
tenía increíblemente mal gusto en las películas. ¿Su favorita?
Mothra vs. Godzilla. Recordaba estar aterrorizada por las enormes y
furiosas criaturas que gritaban y bramaban mientras destrozaban
Tokio.

Esos gruñidos furiosos y chillidos indignados sonaban un poco como lo


que estaba pasando en este momento en la sala de conferencias de
Midnight Liaisons. Sin rayos láser disparándose desde los ojos, pero
había suficientes gruñidos para hacer que cualquier humano se sintiera
en el límite.

Mi jefa, Bathsheba Russell, estaba sentada en la esquina de mi


escritorio, retorciéndose las manos y mirando a la puerta principal.

Eso hizo imposible el trabajar, y empujé mi bloc de notas bajo una pila
de papeles.

—¿Algo con lo que pueda ayudar, Bath?

Me miró, sorprendida, luego sacudió la cabeza. Otra ronda de gruñidos


furiosos provino de la sala de conferencias, y ella hizo una mueca
cuando los gruñidos se convirtieron en gritos.

—No, estoy segura de que estarán aquí pronto.

Bueno, eso era frustrante, y no presagiaba nada bueno para mis


propios planes. Eché una mirada oblicua sobre mi compañera de
trabajo, Ryder. Ella abrió mucho los ojos y me dio un encogimiento de
hombros impotente, como diciendo: ¿Qué se puede hacer?

Claro, a Ryder no le importaba si la jefa se quedaba por ahí una hora o


dos. No descarrilaría su noche como descarrilaría la mía.

Y yo necesitaba esta noche.


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Necesitaba cada día que me quedaba. Cuando te estás muriendo,
tiendes a estar un poco irritado sobre perder tiempo.

La puerta principal se abrió, y justo así, la sala de conferencias se


tranquilizó. Prácticamente podía escuchar sus oídos de cambiante
esforzándose por descubrir quién acababa de llegar. Entró un joven
larguirucho con cara de pocos amigos, de la mano con una bonita, pero
asustada, pelirroja. La chica me miró con miedo, y luego miró a
Bathsheba como si hubiera estado a punto de saltar.

—Somos humanos —dijo Bath con voz seca—. De los que tienes que
tener miedo están ahí. —Ella hizo un gesto hacia la sala de conferencias
ahora demasiado tranquila.

El chico cuadró los hombros y tiró de la mujer bajo su brazo protector.


Ella fue de buena gana, con el rostro completamente pálido. Pobrecita.
Caminaron hacia delante, hacia la sala de conferencias.

—Se ven como si se dirigieran a un funeral —le susurré a Bath.

—Puede serlo —susurró ella—. Vic quiere matarlo.

Ella se sonrojó cuando el muchacho se detuvo frente a la sala de


conferencias y se volvió para mirarnos.

Nadie dijo ni una cosa mientras la puerta de la sala de conferencias se


abría. Entraron. Cerraron la puerta. Una pausa.

Y entonces los ánimos estallaron de nuevo.

—¿Cómo te atreves a convertir a un humano? —rugió Vic. El gruñido de


la voz del tigre alfa subió por encima de todos los demás—. ¿Qué
demonios estabas pensando?

—No hay nadie para nosotros —gritó el hombre de regreso—. No hay


mujeres de mi edad. ¡No hay mujeres, punto!

—Entonces utiliza esta maldita agencia y encuentra una cita —rugió Vic
de vuelta.

—Vamos a calmarnos —dijo Beau firmemente. El líder de la Alianza, un


hombre-puma y el marido de Bath, normalmente estaba tranquilo y en
control de cada situación, pero él no sonaba tranquilo ahora.

Vic dio otro rugido ensordecedor, y oí el grito tragado de la mujer.


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—Ella sigue pensando como un humano —dijo Bath irritada,
poniéndose de pie—. Y van a asustarla hasta la mierda. Voy a entrar
ahí.

Mientras se movía hacia la sala de conferencias, me quité las gafas y


fingí chequearlas por manchas. Actúa calmada. Fácil. No hay problema.

Pero mi corazón latía a mil por hora. Mi cabeza palpitaba con la


adrenalina. Lo ignoré, al igual que hacía con todos los demás síntomas
fisiológicos últimamente. No tengo tiempo para jugar con ellos.

Ryder señaló a su monitor de la computadora, indicando que ella me


iba a enviar un mensaje instantáneo.

Me volví a mi pantalla y esperé.

“Caramba”, envió. “Suena como que podría estar allí un rato”.

Escribí de vuelta rápidamente. “¿Qué es exactamente lo que está


pasando? ¿Ese chico realmente convirtió a un ser humano?”

“Sí”, envió de vuelta. “Llegué aquí justo cuando estaban empujando a


Sara por la puerta. Ya sabes cómo B la protege. Ramsey, también”.

Sara era la tranquila y delicada hermana de Bath; que normalmente


pasaba el rato en la agencia hasta que su compañero, Ramsey, un
hombre-oso, la recogía en la noche. Parecía que Sara era una mujer
lobo y todo el mundo sabía esto excepto yo. Los humanos, siempre los
últimos en enterarse. Pero desde que trabajaba en una agencia de citas
que atendía exclusivamente a los paranormales, tenía sentido que
alguien del personal sería, bueno, paranormal.

Miré a Ryder de nuevo. Más de un alguien. Sara acababa de salir del


armario, pero Ryder estaba todavía en la clandestinidad. Puse mis
manos sobre el teclado. “Entonces, ¿tienes la primicia?”

“Bueeeeenooo”, tipeó Ryder. “Por lo que he podido escuchar, suena como


que el viejo Johnny se enamoró de su novia, y el Tío Vic allí no estaba de
acuerdo. Así que Johnny la convirtió y decidió pedir permiso después.
¿Puedes creer eso?”

Eso era malo. Muy malo. Se suponía que los humanos no debían saber
sobre sobrenaturales a menos que se les permitiera en la Alianza
primero. Y todos los humanos que habían sido admitidos en la Alianza
se encontraban actualmente en esta oficina: yo, Ryder y Bathsheba.
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Para un sobrenatural (o “súper”, como nos gustaba llamarlos) revelar su
verdadera naturaleza a un humano estaba en contra de las reglas. Dar
a conocer su verdadera naturaleza y luego convertir a un humano en
un cambiante era peor que malo. Esto causaba todo tipo de problemas.
¿Qué pasaba si se separaban? ¿Qué se supone que harían los padres
humanos con una hija mujer-tigre? ¿Quién iba a explicar por qué su
pequeña y linda Lola tenía que utilizar un poste para rasguñar y se
pusiera loca cuando la madeja rodara?

Al revelar su verdadera naturaleza a un humano, Johnny había puesto


en peligro a todos en la Alianza. La red se basa en un fideicomiso tenue
de las otras especies, y ahora se había roto.

E iba a causar estragos con mis planes.

A medida que el gritar en la otra habitación aumentó, saqué mi libreta


de nuevo y miré la lista en la que había estado trabajando.

Potenciales Sobrenaturales

Hombre-algo

Vampiro

Fruncí el ceño, disgustada por lo muy pequeña que era. ¿Tal vez estaba
olvidando algo?

—Oye, ¿Ryder?

—¿Hmm? —Mi compañera de trabajo arrastró su mirada de la sala de


conferencias, donde se había puesto todo muy tranquilo de nuevo.

Golpeé mi lápiz en mi escritorio, pensando mientras miraba hacia abajo


a la lista.

—¿Puedes pensar en algunos sobrenaturales que puedan convertir a


alguien?

—¿Convertir a alguien?

—Ya sabes, convertir a alguien —le dije. Ante su mirada sospechosa,


señalé a la sala de conferencias, donde un bajo argumento retumbando
entre dos hombres se oía, intercalada por una voz ocasional más alta
que probablemente era Bathsheba, tratando de interponer un cierto
sentido común en el argumento.
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Ryder negó con la cabeza.

—Mal momento —murmuró—. Déjalo reposar.

Pero no podía permitirme el lujo de dejarlo reposar. Me quedé mirando


el papel, pensando, mientras las voces ahora se levantaban en la sala
de conferencias.

—¡Esto es abominable! —gritó Vic—. ¡Una vergüenza!

Oooh, abominable me hizo pensar en yeti. ¿Hombre-yeti? Lo escribí y


puse un signo de interrogación al lado de él. Entonces lo taché. Nadie
en su sano juicio quería ser un yeti. Asqueroso.

Mordí el borrador, pensando. ¿Hada? Nacían, no se hacían, pero


también eran secretas. Tal vez ellos sabían algo…

La campana sonó contra el cristal de la puerta principal, indicando que


alguien había entrado en la oficina. Miré hacia arriba, poniendo una
sonrisa en mi cara...

Y suspiré con desaliento al ver al hombre ingresando. Joshua Russell,


mi cliente menos favorito.

—Hola, Josh —dije con mi voz más aburrida.

Él sonrió, haciendo una línea recta hacia mi escritorio.

Maldita sea. Suspiré y empujé la libreta bajo una pila de informes de


nuevo, luego centré mi atención en el hombre alto y atractivo de pie
delante de mi escritorio. Mi mirada estaba justo a la altura de su
entrepierna, lo que hacía las cosas un poco incómodas cuando yo
estaba tratando de ignorar al hombre.

De repente una grande rosa perfecta apareció delante de mis narices.

—Para ti, hermosa.

La empujé a un lado. Algunos coqueteos nunca cambian.

—Buen intento, Josh. Soy humana, ¿recuerdas?

—Sí, pero eres una humana de la Alianza. Eso es diferente —dijo con
una sonrisa devastadora que habría eliminado las bragas de cualquier
mujer-gato en la zona—. Diferente es bueno.

—Tengo alergia al polen —mentí con mi voz más dura y le di una


mirada recatada.
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Él suspiró como derrotado, pero caminó hacia el escritorio de Ryder en
su lugar, presentándole la flor. Ella levantó la vista de sus informes, le
sonrió y tomó la flor con un guiño.

Bueno. Tal vez él me dejaría en paz ahora.

Al igual que los otros grandes felinos por los que todo su clan era
tristemente célebre, Joshua Russell era una mezcla de poder y alegría.
Lo estudié bajo mis pestañas mientras charlaba con Ryder, inclinado
sobre su escritorio. Su pelo castaño muy corto, apenas un zumbido bajo
su negra gorra de béisbol de Russell Security. Había un toque atractivo
de barba en su fuerte mandíbula, como si se hubiera olvidado de
afeitarse. Al igual que todos los hombre-pumas Russell, tenía rasgos
fuertes y masculinos. Cuando las características de su hermano Beau
eran un poco más refinadas, más severas, las de Josh parecían estar
hechas para reír. Tenía un hoyuelo ridículo en una mejilla que brillaba
de vez en cuando, y sus ojos eran de un tono injusto de azul,
enmarcados por unas pestañas lo suficientemente gruesas para poner a
cualquier mujer celosa. Sus hombros eran grandes y musculosos, y
cuando llevaba una camisa ajustada —como hoy— se podía ver los
contornos de sus pectorales y el bulto de sus bíceps. Sin embargo, estos
casi palidecían en comparación con su culo deliciosamente apretado,
que destacaba actualmente hacia mi escritorio. Me quedé mirándolo.
Qué pena que una hermosa pieza de carne masculina estuviera adjunta
a tal manifiesto calentón.

Él miró por encima del hombro, justo a tiempo para atraparme mirando
su culo. Me sonrojé y desvié mi mirada, pero no antes de que viera su
sonrisa.

Maldita sea.

Suspiré internamente mientras él caminaba de vuelta a mi escritorio y


se dejó caer en la silla frente a mí. Le lancé una mirada irritada.

—¿Puedo ayudarte en algo?

—Creo que te atrapé apreciándome, Marie.

—No lo hiciste —dije con frialdad.

—No pasa nada si no puedes admitirlo. —Se inclinó hacia adelante y


susurró—: Me han dicho que mi culo es muy provocativo de morder.

Me incliné hacia él a cambio.

—Tu madre no cuenta.


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Josh sonrió, luego olfateó el aire y deslizó mi bloc de notas de debajo de
la pila de papel.

¿Cómo demonios se había enterado que estaba allí? Traté de


arrebatárselo de regreso, pero era demasiado lenta. Josh lo sostuvo en
alto, luego se puso de pie, leyendo en voz alta.

—Potenciales: vampiro, hombre-algo, hada. ¿Yeti? —Me miró—. ¿Lista


de compras?

—Estoy ayudando a un cliente a decidir con quién salir —dije,


sosteniendo mi mano hacia el bloc.

Hizo un gesto hacia mí.

—No estás siendo muy exigente para tu cliente aquí. ¿Hombre-algo?

—Solo regrésalo —espeté—. Y dime por qué estás aquí, así yo puedo
sacarte fuera de la puerta y seguir adelante con mi vida. ¿Necesitas una
cita? Eso es una sorpresa.

—Ah, una cita —dijo Josh, dejando caer la lista en mi escritorio y


encorvándose en la silla de nuevo. Me dio una mirada pensativa, esas
largas pestañas sobre sus hermosos ojos haciéndolo lucir soñoliento, o
sexi, o ambos. Su mirada era intensa, pero su sonrisa era
encantadora—. ¿Crees que debería? Todavía estoy evitando a la última
chica.

Solté un bufido. La última chica con la que él había salido no había


estado demasiado emocionada cuando Josh nunca le devolvió la
llamada. Ella me llamó para quejarse, ya que yo era la que los había
emparejado.

Alcancé la lista de nuevo y la alejó de mi alcance, moviendo las cejas


hacia mí. Ugh. Decidida, me levanté, caminé alrededor de la mesa, y le
arrebaté la lista fuera de sus manos de nuevo.

Mientras regresaba de vuelta a mi silla, le miré.

—Deberías tratar de salir con alguien más que una vez. No me hagas
caso, pero he oído que es como tener una relación.

No pareció disuadido por mi tono mordaz.

—¿Y tú eres la experta en relaciones? ¿Cuánto tiempo has salido con tu


novio?

Yo no tenía novio.
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—No tengo citas.

—Con mayor razón deberías salir conmigo. Cambiaré tu opinión.

—Especialmente no tengo citas con clientes.

—La primera vez para todo.

Criss, me maldije mentalmente en el francés de mi madre. Hablar con él


era como correr en círculos. Me volteé a mi computadora y comencé a
escribir su número de perfil. Venía tan a menudo que lo había
memorizado. Al menos, eso es lo que me decía.

—¿Qué tal una mujer-jaguar?

—Demasiado agresiva. Me gustan las chicas que son un poco fulanas,


pero se derriten en mis brazos.

Rodé los ojos. Oh, hermano.

—¿Arpía?

—Boca sucia.

—¿Dríada?

—Lo único que quieren hacer es pasear. Yo soy más del tipo de hombre
de “acurrucarse frente al fuego y llegar a conocerse el uno al otro”.

Acabo de apostar que lo era.

—¿Hada?

—Demasiado delicada. Me gusta una chica a la que pueda agarrar.

Oh, eres un cerdo.

—¿Vampiro?

Se tocó la nariz.

—No soy un fan del olor muerto.

Me aparté de mi teclado, exasperada.

—¿Por qué no me dices lo que estás buscando, y veré si tenemos un


perfil que podría coincidir con la descripción?

Josh hizo con un dedo círculos perezosos en la superficie de mi


escritorio.
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—No he dicho que estaba aquí para una cita. A menos que túestés
dispuesta, por supuesto.

—¿Entonces por qué estás aquí?

Hizo un gesto hacia la habitación trasera, donde aún continuaban los


sonidos de discusión.

—Oí que Vic Merino se iba a enfurecer, y a esos tigres les gusta rugir.
Pensé en venir a darle a mi hermano algo de respaldo antes de ir a
trabajar.

Mis ojos se entrecerraron hacia él.

—Así que, ¿por qué todo ese pretexto sobre tus opciones de citas?

—Dímelo tú, Marie. Eres la única que es tan rápida en tratar y hacer
que me relajé.

Apreté los dientes.

—¿No tienes un sitio donde estar? —¿Al igual que en cualquier lugar
pero no aquí?

Josh se ajustó la gorra de béisbol, y atrapé otra visión de esos


inhumanamente hermosos ojos azules.

—No hay lugar en el que prefiero estar que aquí contigo, Marie.

—Vete —dije, volviendo a mi computadora—. Estoy ocupada aquí.

—¿Ocupada con tu lista? ¿Juntando yetis para mujeres cambiantes?

Lo miré.

—Vete.

Se rio y se inclinó hacia delante, sus grandes hombros cerniéndose


sobre mi escritorio.

Mi piel se erizó con conciencia y me miró fijamente, esperando.

Sus fosas nasales se abrieron y Josh inclinó la cabeza, luego lució


satisfecho con todo lo que había olido. Miró hacia mí.

—Resulta que Beau no me necesita. Suena como que terminó la


conversación.

Levantó tres dedos en al aire, entonces contó hacia atrás a dos, luego
uno.
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La puerta de la sala de conferencias se abrió.

Un hombre corpulento con el pelo negro como la tinta salió de la


oficina. Beau lo siguió, con una expresión sombría en su rostro.
Pisándole los talones, Bathsheba tiró de su larga y rubia platina cola de
caballo, luciendo nerviosa.

El líder del clan tigre parecía fríamente furioso, y evité hacer contacto
visual con él. Tenía una mirada peligrosa, como muchos de los tipos de
depredadores más grandes. Sus brazos eran enormes y marcados con
venas, pero sus grandes y brutales características tenían una apelación.
Y parecía muy fuerte. En realidad malditamente fuerte. Fuerte era
bueno.

Saqué mi lista e hice una nota de “tigre” bajo “hombre-algo”.

—Cálmate —le dijo Beau—. Vamos a hablar de esto racionalmente.

—¿Racionalmente? —rugió Vic Merino, las venas abultándose en su


cuello. El gran hombre gruñó, sus hombros encorvados con furia
cuando se volvió para mirar a Beau—. Uno de mi clan acaba de
convertir a un humano. ¿Sabes lo que esto significa? Significa que
ahora estoy atrapado con una jodida humana que no puede entender
por qué quiere convertirse en un maldito tigre de vez en cuando. Mi clan
no necesitaba esta mierda.

—Estoy seguro de que las cosas estarán bien —comenzó Bathsheba con
dulzura.

Vic volvió su mirada fulminante hacia ella.

—¿Bien? Mi clan se verá obligado a pagar indemnizaciones a todos los


otros clanes por violar la ley. Una vez que los otros clanes averigüen lo
que el mío ha hecho, nos van a llevar a la quiebra. Y también vamos a
tener que pagarle a sus padres para mantenerlos en silencio. Estamos
jodidos. —Sus ojos se volvieron feroces y salvajes—. Mi esposa está
embarazada de nuestro hijo. ¿Quieres que esté tranquilo y racional,
mientras que ese idiota está quitando la comida de la boca de mi
pareja?

Beau se puso delante de Bathsheba, en silencio protegiéndola, su


mirada ardiente.

—No tomes ese tono con mi compañera, Vic.

Vic gruñó a Beau, mostrando los dientes… luego dio un paso atrás,
alejándose.
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—Lo siento. Mierda. Solo estoy un poco estresado en este momento.

Taché con discreción “tigres” de mi lista. Uff. No estaba segura de poder


hacer frente a ese tipo de temperamento.

Un músculo palpitó en la mejilla de Beau.

—Estoy tan enojado como tú. Pero gritar no la va a convertirla en


humana de nuevo.

—¿Y qué se supone que debo hacer? Me tienen por mis putas pelotas y
a mi clan por mi billetera. ¿Con quién voy a quejarme? —Cruzó los
brazos sobre su amplio pecho—. Ella ya trató de ir a la policía una vez,
y tuvimos que terminar esa mierda rápido.

—No a la policía humana —dijo Beau, sin moverse de su postura


protectora frente a su esposa—. Sabes lo que tenemos que hacer.

Eso detuvo el ritmo furioso del tigre.

—¿Qué propones?

—La ley cambia hoy. Aquí. Ahora —dijo Beau con una parte de su mano
en el aire—. Primero el problema con los lobos y Sara, y ahora esto. Las
cosas están fuera de control, y está poniendo en peligro la seguridad de
todos. Tal vez la gente piensa que porque he tomado una compañera
humana, las normas se han relajado. Ese no es el caso. La vida de
Bathsheba fue amenazada. Su hermana ha estado bajo un ataque
constante. En todo caso, me está probado que los humanos y los
cambiantes no deben mezclarse. —La expresión de su rostro era
sombría—. De aquí en adelante, nos estamos moviendo a una política
de no tolerancia. No hay conversiones no aprobadas. ¿Cualquier
persona que lo haga? Puede unirse a su amigo recién convertido al
exilio permanente.

¿Exilio permanente?

—¿Exilio? —dijo Johnny, haciendo eco de mis pensamientos mientras


salía de la sala de conferencias, la pelirroja detrás de él, con la mano
apretada en la suya. Él Tragó saliva—. ¿Estamos exiliados?

—No lo hemos decidido todavía —gruñó Vic—. ¿Por qué no vas a


mostrarle a tu novia cómo controlar su cambio así no hace otra puta
escena en público?
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La chica se sonrojó con un brillante rojo, y Johnny frunció el ceño. Él
agarró el brazo de la chica e hicieron una precipitada salida de la
habitación.

Beau se frotó la cara luciendo décadas mayor. El tigre alfa parecía que
quería desvalijar algo, y Beau sacudió la cabeza.

—Nos sentaremos con esto durante unos días antes de decidir qué
hacer con su falta de respeto.

—Y la chica…

—Será incluida en su castigo —estuvo de acuerdo Beau—. Tenemos que


ser firmes en esto. Si llega afuera que alguien ha ido y cambiado a un
ser humano, todos estamos en riesgo. Cero tolerancia.

—¿Pero no serás visto como un hipócrita después de haber tomado una


compañera humana? —preguntó Bath, su voz tranquila—. Tus hombres
se sienten solos.

—Y los hombres no están actuando racionalmente. No les estoy


protegiendo, estoy pensando en ti, en Sara. En cada mujer humana
soltera que va a ser objeto de caza y se convertirá en algo que no
entiende a menos que pongamos un freno a esto. —Él fijó una mirada
feroz en todos nosotros.

Nadie dijo nada.

Beau se volvió a Bathsheba.

—Necesito una lista de todas las manadas y clanes que tengan una
proporción de sexo femenino extremadamente baja. Tenemos que
asegurarnos de que los hombres se mantengan ocupados. Lo último
que queremos es una cadena de mujeres humanas convertidas por los
hombres que no pueden con lo que hay en sus pantalones.

Ella le dio una mirada en blanco.

—Lo siento, ¿me lo estabas pidiendo como tu esposa, o tu asistente?

Contuve una respiración, esperando que alguien explotara.

Pero Beau solo rio, inclinándose para besar su mejilla.

—Lo siento. ¿Podrías por favor ayudarme con esto? Te prometo que
miraré los currículums para un asistente una vez que las cosas se
calmen.
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Ella le dio una sonrisa apaciguada y asintió. Eso era a lo que nunca me
acostumbré de estar con cambiadores. Preferían cuando sus mujeres
les objetaban.

—Pero… —comenzó Johnny.

—No hay excusas —interrumpió Beau mientras giraba hasta fijar su


mirada en el hombre. Sus dientes al descubierto, y me di cuenta que
estaba furioso. Apenas controlado, a pesar de su actitud amorosa con
Bathsheba—. Nadie más es convertido, o van a ser exiliados de forma
permanente.

Mi corazón cayó en mi garganta, y muy tranquilamente taché “hombre-


algo” de mi lista.

Eso solo acortó mi lista de opciones disponibles... considerablemente.

Después de todo, estaba tratando de conseguir a alguien para


convertirme.
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Capítulo 2
Traducido por magdys83

Corregido por flochi

M
i madre murió cuando tenía dieciocho años. Se marchitó
paulatinamente, volviéndose poco a poco loca de una
enfermedad que tenía desconcertados a los médicos. Es
llamada insomnio familiar fatal, y es sumamente extraña.

Recuerdo que no pensé nada de eso cuando tuve que despertar para ir
a la escuela y descubría que mi madre había estado despierta toda la
noche, mirando repeticiones en la televisión, incapaz de dormir. Ella lo
había tomado a broma y dijo que tomaría una siesta durante el día.
Nadie en mi familia pensó demasiado en ello al principio. Después de
seis meses, mi padre empezó a preocuparse. Trató de tomar píldoras y
medicamentos para ayudarla a dormir, pero solo empeoró las cosas.
Fue a ver a especialista tras especialista, solo para que le dijeran que
nadie podía ayudarla. Cuando hicieron el veredicto final, insomnio
familiar fatal, nos dimos cuenta de lo que estaba reservado para ella.
Iba a morir de una lenta y dolorosa muerte, y no había nada que
alguien pudiera hacer al respecto.

Mi madre se deterioró más rápidamente de lo que anticipábamos. En


cuestión de meses, empezó a ver cosas. Cuando sus alucinaciones se
hicieron tan fuertes que tenía un tiempo difícil percibiendo la realidad,
tuvo que ser hospitalizada. Y de allí, fue cuesta abajo. La veíamos,
adormecida, mientras la enfermedad tomaba su mente y se volvía en
una cáscara loca y frágil de la mujer vibrante que había sido una vez.
Mi pobre y desconsolado padre siguió vigilándola junto a su cama,
sosteniendo su mano incluso mientras ella se apagaba.

¿Cómo podías morir de simplemente no ser capaz de dormir? Los


médicos explicaron que era algo en la constitución genética de mi
madre que no le permitía obtener un sueño reparador, y que lentamente
tomaba una cuota en su mente. Cerca del final, estaba loca de
agotamiento, y la mitad del tiempo no reconocía a mi padre o a mí.

Fue devastador.
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Después los médicos insistieron en hacerme un chequeo, dado que
compartía el mismo ADN. Estaban interesados por razones médicas, por
supuesto. Yo estaba interesada porque quería saber si iba a terminar
con la misma sentencia de muerte.

No estaba preparada para descubrir la verdad: era portadora de la


misma enfermedad. Podría afectarme como podría que no, los médicos
me tranquilizaron. La mayoría de la gente no veía un inicio de ello hasta
que llegaban a sus cuarentas, y para el momento en que llegara a esa
edad, seguramente tendrían una cura para ella. Me dieron una
palmadita y me tranquilizaron, y a su vez, le di una palmadita a mi
padre y lo tranquilicé, quien todavía estaba impresionado por la pérdida
de mi madre. Todavía tenía tiempo de sobra antes de que su única hija
pudiera verse afectada. Y siempre había una posibilidad de que la
enfermedad nunca me afectara.

Pero conocí mi destino tan pronto como escuché el veredicto. Sabía que
la muerte lenta y torturada, eventualmente vendría por mí.

Así que viví con el fantasma de mi muerte acechando sobre mi mente,


cerniéndose como un recordatorio silencioso de que mis días estaban
contados. Influyó en todo lo que hice. Si supieras que solo ibas a vivir
hasta los cuarenta o algo así, también afectaría tu vida. Siempre había
sido bastante introvertida, una adolescente callada, pero después de la
muerte de mi madre y mi diagnóstico, me retiré incluso más. Perdí el
contacto con todos mis amigos después de la graduación y permanecí
solitaria durante toda la universidad.

Vi cuánto dolor tuvo que pasar mi padre, y me juré no dejar que le


sucediera a otra persona que amaba. Preocuparse por alguien y
acercarse a ellos solo traería dolor al final. Es mucho mejor ir por la
vida sola y apartada, así no destrozas a alguien más cuando te vayas.

Así que no tuve citas. Me volví buena evitando la atención de los


hombres. Evité lugares donde los hombres podían pasar el rato
merodeando por mujeres: bares, clubes, grupos de solteros. ¿Cuál era el
punto? Iba a morir terriblemente en la flor de la vida. Cada vez que
conocía a un hombre que me interesaba, seguía viendo el rostro de mi
padre junto a la cama de mi madre. ¿Quería hacerle eso a otra persona?

No, claro que no.

Así que rechazaba amablemente cualquier invitación a cenar o ir al


cine. Y si me sentía sola, bueno, siempre estaba la compañía de mi
padre. Papá y yo nos hicimos incluso más cercanos después de la
muerte de mamá, saliendo a cenar, a ver películas, a aperturas de
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museos juntos. Fuimos de vacaciones a Inglaterra y visitamos los
castillos. Fui a la noche de póquer con él y sus amigos. Todo estaba
bien.

Hasta que mi solitario y todavía-joven-a-los-cincuenta-años padre


conoció a Posey.

Odiaba a Posey.

Está bien. Odiar es una palabra muy fuerte. Tenía una intensa aversión
por Posey. Era el epítome de la finura sureña. Tenía gran cabello rubio
que llevaba en una molesta protuberancia de rizos enormes. Vestía de
rosa. Un montón de color rosa. Vendía Avon y usaba tacones altos con
sus capris. Coordinaba el bolso con sus aretes. Y hablaba. A todo
volumen. Y coqueteaba mucho con mi padre.

Y se enamoró de ella. Lo siguiente que supe, es que mi papá estaba


saliendo en citas. Bueno, bien por él. Estaba tan cansado de estar solo.
Y a pesar de que no era fanática de la rosada y llamativa Posey, mi
padre la adoraba y ya no estaba triste.

Eso era bueno. Yo estaba ocupada con mi nuevo trabajo en Midnight


Liaisons, ya que mi Licenciatura en lengua francesa no estaba haciendo
mucho por mí, así que estaba contenta de que papá tuviera a alguien
con quien pasar el tiempo. Fue cuando ellos fueron de vacaciones a Las
Vegas que me empecé a sentir excluida. Y cuando se fueron juntos a
Hawai. Y después tomaron un viaje por el país. Estaban pasándolo
bárbaro solo por estar juntos, y empecé a sentirme incluso más aislada
y solitaria. Tal vez a los veintiocho años, estaba dejando que la vida se
me escapara. Tal vez también debería de estar saliendo en citas.

Pero entonces empecé a tener problemas para dormir. Al principio


pensé que era el estrés. Después de una semana, sin embargo, lo supe.
El primer síntoma de mi madre había sido el insomnio, y yo era
portadora.

Estaba muriendo.

Traté de negarlo al principio. Vi médicos y prescribieron píldoras para


dormir. Oculté mis problemas de mis compañeras de trabajo y de papá,
seguro de que era controlable. Hice todo lo que pude para “arreglar” mis
problemas de sueño. Compré almohadas nuevas, y después una cama
nueva. Fui a terapia de meditación. Hipnosis. Acupuntura. Había hecho
pruebas para dormir.
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Pero nada funcionó. Mi cerebro no se podía apagar. No volvería a
dormir. El insomnio familiar fatal me había afectado.

Me aterroricé al principio. No quería morir. Especialmente no de


veintiocho años, sin rostro y sin citas quien no había vivido suficiente.
Pensé que estaba preparada para lo inevitable, solo que me di cuenta
que de ninguna manera estaba preparada para esto. Me tomó solo un
día o algo así antes de que la comprensión me golpeara, podría utilizar
la agencia para ayudar a mi situación.

Sara, sin darse cuenta, proporcionó la inspiración. Estaba en mi


escritorio, tratando desesperadamente de mantener mi entereza
trabajando horas extras. Estaba concertando a un cliente con un
hombre-jaguar, y Sara estaba sentada frente a mí. De repente se rio y
me envió un mensaje instantáneo con un perfil de citas. Revísalo.

Saqué la conexión en mi computadora: Joshua Russell. Guapo como el


infierno, y juzgándolo por su foto, él lo sabía.

—¿Qué estoy buscando?

—Su lista de citas. ¡Mira cuán grande es! Uno pensaría que la gente
vería a través de su coqueteo, pero se sale con la suya.

Hice clic en su historial, y en efecto, parecía como que Josh había salido
casi con cada cambiador en nuestra base de datos.

—Probablemente está plagado de cada enfermedad conocida por la


humanidad —opiné con indiferencia—. Son bienvenidas para él.

Sara resopló:

—Caramba, eres dura con los hombres. Y por supuesto que él no está
enfermo, tonta. Es un cambiador.

Ella enfatizó la última palabra como si debiera significar algo para mí.

—¿Y entonces…?

—Y entonces los cambiadores no se contagian de enfermedades. Tienen


un loco sistema inmunológico que mantiene las cosas funcionando
como un auto de carreras.

Y… justo así, tuve una idea.

Iba a conseguir que un cambiador me convirtiera. Tal vez un vampiro.


No era quisquillosa.

No iba a morir joven. No si podía evitarlo.


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22
Capítulo 3
Traducido por aniiuus y Helen1

Corregido por flochi

P
or supuesto, primero tenía que encontrar a alguien que me
convirtiera. No era algo tan fácil como se podría pensar.

Tamborileé mi lápiz en mi escritorio, mirando a mi lista. Nada de


cambiadores, si la nueva ley de Beau era férrea. Pero aún había
vampiros. Ellos no seguían necesariamente las mismas normas que
seguían los cambiadores. Tenían su propio conjunto de reglas, e incluso
los vampiros de la Alianza no seguían necesariamente el mismo libro de
jugadas que los cambiadores.

Y algunos de los vampiros tenían buen aspecto. Pensé en uno que había
entrado en la agencia recientemente. Él era apuesto, con ojos tristes y
un peinado loco, pero muy atractivo. Joven también.

—¡Hey, Ryder! —llamé a través de la pequeña oficina—. ¿Quién era el


vampiro con el sexy, pero raro peinado? ¿Cliente tuyo?

—Valjean —respondió ella, sin levantar la vista de su ordenador.

Ah, ese era él. Metí su nombre en la base de datos. EN UNA RELACIÓN,
ponía en la pantalla. Rayos. Maldita sea, eso fue rápido. Todos los
buenos son arrebatados antes de tiempo. Hasta aquí el nuevo y caliente
vampiro.

Mordí mi labio y después cambié los criterios de búsqueda para


“vampiro solo” y estudié los perfiles que aparecieron.

Tal vez necesitaba a alguien que estuviera un poco más desesperado


para salir. No era buena con el coqueteo, y no tenía un increíble juego
en la cama para atraer a un hombre. Era genial con los rompecabezas y
en el bingo, pero de nuevo, no es la manera para enganchar a un
hombre. Pero si el hombre estuviese desesperado, no le importaría,
¿verdad? Saqué mi polvera y examiné mi cara preguntándome si
atraería a un vampiro.

—¡Hey! ¿Ryder? ¿Dirías que soy linda?

Esta vez ella me miró por encima de su ordenador, su mirada cautelosa.


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—Esa es una pregunta capciosa. ¿Por qué?

Me encogí de hombros.

—Solo curiosidad.

—Bueno, déjame pensar —dijo ella, levantándose de su escritorio por


otra taza de café. Ryder se mantenía a base de cafeína, como si no fuera
a pasar de moda. Lo que probablemente era lo que la hacía estar así
todo el tiempo—. Me temo que voy a decir que no.

Le fruncí el ceño.

—Eres una amiga de mierda, tú tetê du cochon.

—Mira, ahí tienes la razón número uno. Las chicas con una boca sucia
no son lindas. Atrevidas, sí. Lindas, no. El francés es un buen toque,
pero no lo suficiente. Número dos, no puedes ser linda si sigues usando
ese delineador de ojos.

Miré su cara perfectamente maquillada.

—Lo digo en serio —dijo Ryder, revolviendo el azúcar de su café—.


Deshazte de esa mierda barata. Te hace ver como que tienes enormes
círculos negros bajo los ojos.

Bueno, dehecho tenía enormes círculos negros bajo mis ojos debido a la
falta de sueño. Había pensado que el delineador los haría pasar
inadvertidos.

—¿Así que no me invitarías a salir?

Ante mi herida expresión, ella movió su mano ante mí.

—Obtén un corte de pelo. Haz algo con ese flequillo. Deshazte de tus
gafas. Por el amor de Dios, lleva algo más que tus camisetas, vaqueros y
zapatillas de deporte. Y depila tus cejas. Después de eso, hablaremos.

Fruncí mi ceño y miré de reojo a mi reflejo en el ordenador. Mis cejas


estaban bien, maldita sea.

—Muy bien, déjame que lo reformule. ¿Me veo lo bastante bien para un
vampiro desesperado por una cita?

Ella se sentó en su escritorio y tomó un sorbo de su café.

—No lo sé. En verdad no eres una persona muy sociable. ¿Cuál es tu


tipo de sangre?
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—0 positivo.

—Entonces sí, eso te hace linda para todos los vampiros que hay. —Su
perfecta y encantadora mirada se estrechó en mí—. Y de nuevo, ¿por
quéeeeeee?

Me encogí de hombros y entonces me atreví a hacerle la pregunta a la


única persona en la que confiaba.

—Si puedo organizarme una cita con un vampiro mientras se supone


que debo estar trabajando, ¿me cubrirás?

Su mandíbula cayó.

—Con toda esa cosa de la luz del sol, esto tiene que ser de noche, y
dado que trabajamos de noche…

—Va en contra de las reglas —dijo entre dientes—. Los humanos tienen
que ser autorizados para citarse a través del jefe. Y tú oíste lo que dijo
Beau sobre los cambiadores más temprano.

—Lo sé. Es por eso que quiero un vampiro. Y quiero uno que me
convierta.

Sus ojos se abrieron de par en par.

—¿Estás loca?

Empezaba a pensar que sí.

***

A pesar de las protestas de Ryder, no sería disuadida de mi plan. Puse


un perfil falso en el sito de la agencia de citas y lo dejé impreciso. ¿Mi
nombre falso? Minnie Michigo, prima del clan nutria de Michigos.
Estaría en un infierno de problemas si un Michigo viniera y descubriera
la existencia del perfil, pero ya cruzaría ese puente cuando llegara allí.
De todas formas, el perfil de Minnie declaraba que ella amaba a los
vampiros, las madrugadas, la luz de la luna y estaba abierta a explorar
nuevos caminos. Si eso no los hacía arrastrase de la nada, no sabía qué
lo haría.

Efectivamente, Minnie consiguió el primer éxito a la una de la mañana


con un vampiro. ¿Quería ella salir en una cita mañana a la noche?

Infiernos, sí, ella quería.

¿Podría Minnie enviar una foto de sí misma?


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Maldita sea. Corrí al baño y rápidamente me tomé una foto con mi
teléfono, quitándome las gafas y haciendo lo que esperaba que fuera
una pose sexy. Entonces la envíe.

Él acepto. Debió haber sido lo suficientemente sexy.

Le respondí rápidamente y nombré un sitio que no estaba dentro de la


usual lista de la Alianza de los lugares de encuentro habituales para
citas. Agradable y seguro.

La siguiente noche, antes de ir a trabajar, escogí un suéter que


combinara con mis jeans y me pinté los labios. Estaba preparada para
la cita.

Una vez que llegué a Midnight Liaisons, le dije a Ryder que tenía una
cita con un vampiro y le rogué:

—Por favoooooooor, ¿me cubrirás?

—No —dijo ella con fiereza—. Por supuesto que no. No mientras todo el
mundo está ultra enojado con la nueva chica cambiadora. Si realmente
quieres salir con un vampiro y solo Dios sabe por qué lo haces, hazlo el
siguiente mes, cuando todo el mundo se haya sacado el palo del culo.

No podía esperar un mes, no sabía cuánto tiempo tenía. Mi madre se


había degenerado en poco más de un año, pero en mi caso había sido
atacada antes. ¿Qué pasaba si el curso estaba acelerado? Junté las
manos bajo la barbilla y le mostré ojos tristes.

—¿Por favoooooor, Ryder?

—No —espetó de nuevo. A veces pensaba que yo era la única a la que


ella dejaba fuera del acto de ser alegre. Ella solo pretendía ser toda sol y
cachorritos por su ocupación—. Ahora siéntate en tu escritorio y
trabaja. Ya sabes, ¿esa cosa que se supone que debes estar haciendo
por un sueldo?

—Ryder, vamos. Solo esta vez. Es importante. Mira, incluso me pinté los
labios. Sabes que esta cita es algo grande si me pinté los labios —le
dije, manteniendo una expresión perfectamente seria.

—No.

Suspiré y luego saqué la artillería pesada.

—Ryder, esto significa mucho para mí. Es porque… me estoy muriendo.

Ella rodó sus ojos.


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Pues bien. Malhumorada, me senté en mi escritorio, mirando el reloj.
Una hora hasta mi cita. Tamborileé mis dedos sobre el escritorio,
esperando a que sonara el teléfono, pero los martes siempre eran
lentos.

Faltaba media hora, suspiró y me echó un vistazo.

—¿Vas a estar haciendo eso toda la noche?

—¿Hacer qué? —Miré hacia arriba.

—¿Tamborilear tus dedos sobre el escritorio?

Le di una mirada esperanzadora.

—¿Sí?

—Está bien —refunfuñó ella—. Puedes ir a tu cita. Pero si alguien


pregunta, fuiste a buscar Red Bull y no tengo ni idea de dónde estás.
¿Me entiendes?

—Eres mi mejor amiga, Ryder —dije con una sonrisa—. Lo digo en


serio. Somos las mejores amigas por siempre ahora.

Levantó su dedo meñique en el aire en nuestra señal tradicional.

—Oye. Guardo tus secretos, tú los míos.

Me levanté y enganché mi meñique con el de ella, sellando el acuerdo.


Luego volví a mi escritorio, cogí mi bolso y corrí hacia la puerta.

—Te voy a informar todos los detalles cuando vuelva, te lo prometo.

—Si estás saliendo con un vampiro, no quiero los detalles —gritó ella.

***

Opté por caminar hasta el restaurante. Era un bonito lugar de sushi,


elegido por su bajo riesgo de otros cambiadores frecuentándolo
(demasiado pescado para sus narices sensibles) y el hecho de que
estaba cerca. Afuera estaba oscuro como boca de lobo, los cielos
nocturnos nublados y frescos. Eso estaba bien. Me gustaba la noche.
Siempre me había gustado. Había algo tan tranquilo por estar despierto
hasta tarde cuando el resto del mundo dormía.

Cogí un par de Red Bulls de una tienda de la esquina para dar


credibilidad a la tapadera de Ryder, luego me dirigí al lugar de sushi. El
restaurante estaba vacío, excepto por una mesa en el rincón más
alejado del interior increíblemente brillante. Probablemente no sea la
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mejor opción para una cita con un vampiro. Aun así, toda esa
iluminación fluorescente me dio un buen vistazo de él.

No era... lindo. Bueno, eso estaba bien. Yo no era exigente. Apenas


había mirado su foto, porque no importaba cómo se veía, no si me
compraba más tiempo aquí en la tierra. Quizás “no lindo” estaba siendo
generoso, sin embargo. Parecía más como el tío Lucas. ¿No se supone
que los vampiros sean gloriosamente sexis? Este se estaba quedando
calvo, regordete, y llevando demasiado negro. Estaba pálido, algo que
esperaba, y secándose la frente sudorosa con mi servilleta, algo que no
me esperaba.

—Hola —dije, esperando que él se levantara ante mi llegada—. Soy


Marie.

Él solo frunció el ceño.

—¿Minnie?

—Sí, eso es lo que dije —modifiqué rápidamente.

Me estudió por un minuto.

—Me pareces conocida.

La próxima vez tendría que cambiar mi apariencia un poco más.


Obviamente él me reconoció de la oficina.

—Me lo dicen mucho —le dije rápidamente y me senté.

Él frunció el ceño, luego cogió su bebida, bebiendo con una pajilla, y me


di cuenta de la clara falta de colmillos en su boca. Lo estudié por un
momento, luego tuvimos que pedir.

—¿Estás seguro de que eres un vampiro?

Me miró, horrorizado.

—¿Estás preguntando para ver mis colmillos?

—¿Puede ser?

—¿Estoy pidiendo ver tu cola?

Buen punto. Le di una sonrisa tensa y extendí mi mano.

—Vamos a empezar esto de nuevo. Hola, soy Minnie, tu cita para esta
noche.
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Me tomó la mano y entrelazó los dedos, el apretón de manos más flojo
que jamás había recibido. Peor aún, tenía las manos húmedas.

Pero no me importaba si era poco atractivo; después de todo, yo no


quería dormir con él. Solo quería que me convirtiera.

Tenía un olor extrañamente atractivo, me di cuenta. Agradable y cálido,


como a sol o galletas frescas. Me gustaba eso de él. Por desgracia, era la
única cosa que me gustó de él, ya que siguió mirándome fijamente.

—Y tu nombre es —le pedí.

—Bert. Estaba en mi perfil —dijo malhumorado.

—Hola, Bert —dije entre dientes apretados—. Así que encantada de


conocerte.

Él me miró de arriba abajo, y luego volvió a beber su agua.

—Así que... —dije y sonreí de nuevo, aunque se sentía tensa—. ¿Cuánto


tiempo has sido un vampiro?

—Lo suficiente —dijo, mirándome con irritación—. Mira, a menos que


quieras que me alimente de ti, no creo que esto vaya a funcionar.

Farfullé. ¿Acabo de llegar y él me estaba botando?

—¿Discúlpame?

—Lamento decir que no eres mi tipo, Minnie. Parecías más atractiva en


tu foto.

Lo miré con sorpresa. ¿Este bulto me estaba botando? ¿En serio?

—Entonces —dijo, girando su pajilla en su vaso y haciendo tintinear el


hielo contra los lados rápidamente—, podemos saltar la pequeña charla.
Si estás buscando una aventura de una noche con un vampiro, soy tu
hombre. Ahora mismo estoy tan sediento, voy a beber cualquier cosa
que entre por esa puerta. —Como para probar su punto, sus colmillos
se extendieron. Observé con horror mientras empujaban sus labios
entreabiertos, luego los retrajo de nuevo.

Oh, asco.

—Pero si lo que buscas es algo a largo plazo, no creo que seamos


compatibles.

—Acabo de sentarme —protesté—. ¿Cómo sabes que no somos


compatibles?
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¿Y por qué en la tierra estaba yo discutiendo con esta criatura
repugnante de mi atractivo?

—Soy un conocedor visual, Minnie —dijo en una voz completamente


seria—. Y tienes un par de cosas trabajando en tu contra. Esas cejas.
Esos lentes. Y me gustan las mujeres con mayores activos. Necesitas un
poco más de pompas en tu culo.

—¿Crees que no tengo suficientes carnes en mi trasero? —le dije en voz


alta, haciendo que el chef de sushi nos echara un vistazo con el ceño
fruncido.

Bert se encogió de hombros.

—Un hombre no puede evitar lo que le gusta. A algunos hombres les


gustan los pechos, las piernas o el cuello. Yo soy más aficionado al
trasero.

Más bien como un perdedor. Ugh. Tal vez no estaba tan desesperada
después de todo.

Intenté una última vez.

—Antes de irme, ¿puedo preguntarte cómo te sientes acerca de


convertir a tu pareja?

Él resopló.

—Como si lo haría. No te convertiría ni aunque me pagaras.

—Bueno, creo que he terminado aquí. Adiós, Bert.

***

Llegué a la agencia poco tiempo después, dejé caer pesadamente una


Red Bull sobre el escritorio de Ryder, y me fui dando pisotones a mi
escritorio.

—¿La cita salió bien? —dijo Ryder con voz alegre.

—Me dijo que yo no era su tipo —le dije con los dientes apretados—.
Demasiadas cejas y lentes. Insuficiente trasero.

—En seeeerio. —Ella abrió los Red Bull y añadió un poco a su taza de
café—. Deberías haber notado en su expediente que tiene fijación por
los traseros.

Solté un bufido.
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—Un aficionado al trasero que es un idiota.

—Ha ha, muy divertido. ¿Así que terminaste con esto ahora? —preguntó
ella esperanzada.

—No —le dije con firmeza—. Solo porque el primero era un cerdo, no
significa que todos lo son.

—Marie, cariño, si pudieran atrapar a una mujer por su cuenta, no


necesitarían la agencia, ¿verdad? Todo lo que vas a encontrar son
cerdos.

Pero me negué a renunciar. Abrí la base de datos y de inmediato


comencé a buscar a la siguiente víctima.

Encontraría a alguien para convertirme. Lo haría.


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Capítulo 4
Traducido por Jessy, Shilo, BookLover;3 y Jane.

Corregido por flochi

D
e todos modos, me depilé las cejas. Incluso yo podía captar
la indirecta.

Cuando llegué la noche siguiente, Sara me hizo un gesto


desde su escritorio, donde estaba sentada en el enorme
muslo de su compañero, Ramsey Bjorn, el hombre más
grande y aterrador que he visto. Era raro verlos juntos, pero ella no
parecía asustada de él en lo más mínimo. El hombre-oso sostenía un
dispositivo de juego en sus enormes manos, y cuando pasé caminando,
Sara se lo arrebató:

—Déjame hacerlo. Eres todo pulgares.

Él gruñó.

Ella gruñó de vuelta, el ruido bajo en su garganta.

Puse la cartera en mi escritorio y me senté, evitándolos. Los


cambiadores eran extraños, y suponía que era algo bueno que
estuvieran fuera de los límites. No estaba segura de que quisiera gruñir
y rugir, y tenía una aversión a las pulgas. Aun así, la manera en que
Ramsey la observaba: hambriento, posesivo, con adoración, me hacía
sentir un poco nostálgica. Aquí estaba yo atrapada con Bert el vampiro
quien pensaba que no tenía suficientes pompas en mi trasero.

—Oh bien, estás aquí —dijo Ryder alegremente, acercándose a mi


escritorio y tirando una pila de carpetas en él—. Lindas cejas.

—Cállate —dije, imitando su voz alegre.

Sara me echó un vistazo.

—Casi se me olvida decirte… Bath tiene un nuevo proyecto en el que


quiere que trabajemos.

Ahogué un gemido. ¿Cuándo Bath no tenía un proyecto? No tenía


tiempo para esto; estaba ocupada intentando encontrarme un vampiro.
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—Oh, qué bueno —dije—. ¿Qué tipo de proyecto?

—Tú y yo —dijo Ryder, añadiendo otra pila de carpetas a mí ya pila de


gran altura—, vamos a llamar a todas las que no han utilizado el
servicio en más de un año, y les pediremos regresar debido a la gran
selección de citas que tenemos ahora.

Cogí una carpeta y le eché un vistazo. No un vampiro. No interesada.

—¿Así que les vamos a mentir?

Al otro lado de la habitación. Ramsey resopló.

—No es realmente una mentira —dijo Sara, cerrando su ordenador y


tirando el control en el cajón de su escritorio—. Es más bien como
manipular la verdad para mejorar el negocio.

—Pensaba que el negocio estaba bien.

—¿Pero por qué conformarnos con esto cuando podemos tener incluso
más negocios? Ese es el nuevo lema de Bath. —Sara se levantó y tomó
la gran mano de Ramsey, arrastrándolo a sus pies—. Queremos
mantener las cosas animadas.

Me gustaba cuando las cosas estaban tranquilas.

—Entonces, ¿se supone que mágicamente encontremos a todas esas


cambia formas mujeres que necesitan una cita y de alguna manera
convencerlas de que necesitan utilizar nuestros servicios?

—Algo así.

Sonó el timbre y entró paseándose mi némesis, Joshua Russell. Arrojé


la carpeta de nuevo en la pila.

—Problema resuelto —dije secamente—. Solo pondremos a todas a salir


con Josh.

Ryder se rio.

El sexy e irritante Josh guiñó un ojo en mi dirección y lo ignoré, porque


a veces esperaba que si lo deseaba lo suficiente, él caería del planeta y
desaparecería. Hasta el momento, sin suerte.

—Veo que mi preciosa Marie está encantada de verme una vez más —
dijo él, yendo hacia la silla que Sara y Ramsey acababan de abandonar.
Le dio la vuelta y se sentó a horcajadas, su sonrisa formando arrugas
alrededor de esos hermosos ojos de largas pestañas—. No tomen sus
duras palabras de corazón. Tiene un lugar secreto en él para mí. No sé
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si lo han notado chicos, pero siempre presta especial atención cuando
aparezco.

Sara soltó una risita.

Odiaba a ese hombre.

—Ostie de tabarnak. Desearía que te fueras.

—No, no lo haces —dijo él con facilidad.

—Sí, de verdad lo quiero.

—Deja de hablar todo ese sexy francés si quieres que me vaya.

—Te estoy maldiciendo, tête de cochon.

—Oh, ¡conozco esa! Creo que acaba de llamarte un cabeza de cerdo —


dijo Ryder con una sonrisa descarada—. Me llamó uno el otro día
también.

No pareció desanimado en lo más mínimo.

—Las palabras sucias en francés son la forma de juego previo de Marie.


Así es como sé que me ama.

Quería golpear mi cabeza en el teclado por la frustración.

—Por favor. Por favor, solo desaparece.

—Ahora, Marie —arrastró las palabras—. Si quieres que me vaya, ¿por


qué te arreglarías y te verías tan malditamente hermosa?

Me sonrojé. Mierda. ¿Había notado mi maquillaje para mi próxima cita?


Tenía que ser más sutil.

Evité hacer contacto visual con Sara. Si averiguaba lo que estaba


haciendo, le diría a Bathsheba. Si esta averiguaba que estaba utilizando
el servicio sin permiso durante las horas de trabajo, mi trasero estaría
afuera en la calle. Ella podría haber estado bien con ello en otro tiempo,
dado que había utilizado el servicio para conocer a Beau, pero con los
problemas de los cambiadores sucediendo, humano era una palabra
sucia en este momento. ¿Combina eso con el hecho de que había
necesitado salir durante las horas de oficina? Era mejor que no
preguntara nada en absoluto. Noté que Ryder se vio repentinamente
ocupada también.

—Tal vez Marie simplemente quiere verse linda hoy —dijo Sara a la
ligera—. No creo que tenga nada que ver contigo, Josh.
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—No estés tan segura, Sara. Siempre tiene que ver conmigo. Todas las
chicas quieren un pedazo de mí —dijo con una sonrisa, claramente
bromeando. Cuando Ramsey lanzó una mirada sombría en su dirección,
lo corrigió—. Casi todas las chicas.

Sara sonrió y deslizó una mano alrededor de la enorme cintura de


Ramsey. Me miró.

—Nos vamos por la noche. Bath dijo que la llamaras si tenías preguntas
sobre el proyecto, y déjale un informe en la mañana.

—Nos vemos —dije casualmente, recogiendo la primera carpeta en la


pila y fingiendo estar interesada en ella. Estaba más que lista para que
todos ellos dejaran la oficina, así podía revisar si un vampiro había
respondido al perfil de Minnie o no. Y no podía hacer eso si estaban
todos sentados ahí.

Eso era lo malo de un negocio tan pequeño e íntimo. Mi jefa, Bathsheba


Ward-Russell, estaba casada con la cabeza de la Alianza Paranormal,
Beau Russell. Las dos empresas trabajaban en estrecha colaboración y
compartían registros. Eso significaba que Beau contantemente se
pasaba por la oficina, lo cual estaba bien. Él era guapo, educado, bien
hablado y amable. Pero eso también significaba que su grupo de
hermanos y primos también se pasaban a todas horas.

Todo eso me volvía loca. La mayoría de los Russell eran lo bastante


agradables. Jeremiah era el alto y musculoso que se presentaba a
trabajar en la red de vez en cuando. Ellis, Everett, y Austin trabajaban
para la firma de seguridad que Beau manejaba, y se daban una vuelta
para coquetear con Ryder, charlar con Bath o Sara, y hacer
verificaciones de antecedentes de los clientes. Los tres se parecían tanto
que me costaba diferenciarlos, excepto por el que tenía una manga de
tatuajes en un brazo. Todos ellos eran increíblemente amigables y
amables con todos en la oficina.

Joshua era el aguijón en mi costado. En personalidad, él no era nada


serio, educado, bien vestido a lo Beau. Josh parecía vivir en una
camiseta negra normal, jeans que abrazaban el trasero, y una gorra de
béisbol. No dolía que fuera llanamente hermoso para arrancar. Alto,
musculoso, y guapo, con una increíble sonrisa y pecaminosamente
hermosos ojos que no pertenecían a un hombre.

También era un coqueto quien no parecía tomar un no por respuesta.


Pensarías que las mujeres verían a través de su autoritaria y
excesivamente coqueta personalidad, pero te equivocarías. Amaban su
coqueteo, y lo amaban a él, y tenía el record de citas para probarlo.
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Hasta que él no las llamaba de nuevo, por supuesto. Y nunca lo hacía.

Y desafortunadamente para mí, Josh trabajaba por lo general las


mismas horas que yo. Como un especialista en seguridad de vampiros,
tendía a estar toda la noche. Eso significaba que a menudo se detenía
en la oficina en su camino al trabajo, y de nuevo en su camino de
regreso de su turno.

A Ryder no le importaba. Decía que amenizaba nuestro largo turno.

A mí me importaba. Lo que solo lo animaba más.

Esta noche era una de esas noches que había estado esperando que no
se apareciera… así que naturalmente él estaba aquí, y temprano.

Le lancé a Ryder una mirada incómoda cuando Sara y Ramsey se


fueron por la noche y Josh se puso de pie, dando vuelta a su silla,
sentándose otra vez, y puso su pie en el escritorio de Sara. Su mirada
desenfadada descansó en mí, como si me evaluara. Siempre me
observaba mientras trabajaba, y estaba bastante segura que lo hacía
para molestarme. Ningún sobrenatural podría estar así de interesado en
una mujer humana que le decía que se esfumara repetidamente.

Solo estaba actuando tan concentrado y determinado para molestarme.


Típico.

Ryder se movió a la cafetera, preparando el primero de varios que


prepararía esta noche.

—Entonces, ¿cuál es el plan, señoritas? —Josh me dio una mirada


ligeramente curiosa, levantando una ceja en mi dirección.

—Vaya —dije, abriendo la carpeta. Mujer. Cambiante visón. No mi


objetivo demográfico—. No lo sé. Pensé que esta noche me arriesgaría y
haría un poco de trabajo. Ya sabes, ¿esa cosa loca que la que gente
espera a cambio de un salario? —Le lancé una mirada, esperando que
entendiera la indirecta—. ¿Esa cosa que se supone que tú deberías
estar haciendo ahora?

—Mi cliente no se levantará hasta en una hora aproximadamente —dijo


casualmente—. Pensé que podría salir por un rato mientras tanto.

Tenía mi siguiente cita con un vampiro en una hora y media. Eso era
llegar ajustado.

—¿Cliente nuevo? —le preguntó Ryder, recogiendo sus audífonos y


ajustándolos sobre sus coletas.
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—Sí. Otro vampiro siendo acosado por un vampiro. Sorpresa, sorpresa.
—Sonó aburrido—. Entonces el músculo cambiante tuvo que aparecer
para dar aires para conseguir que sus nuevos amigos entendieran la
indirecta.

—Espero que te esté pagando mucho —dijo Ryder con una sonrisa.

—Oh, lo hace —dijo Josh—. Seguridad de alta calidad por un precio


alto.

Me desconecté de su conversación y abrí el expediente de mi cita en la


computadora, mirando la carpeta de la mujer-visón como pretexto. Mi
cita, un vampiro llamado Lewis, todavía no había cancelado. Bien.
Había tratado de arreglar otra cita anoche, pero el tipo me había
cancelado una vez le había enviado una foto.

Para asegurarme que mi cita apareciera esta vez, había buscado en


Google “morena sexy con lentes”, escogido una foto apropiadamente
sugestiva, y enviado esa. Había sido una pequeña mentira blanca, pero
no me importaba con tal de que apareciera.

Había treinta y dos vampiros en la base de datos de Midnight Liaisons.


Diecinueve de ellos estaban disponibles actualmente para salir en citas,
y ya había sido botada por dos. Estaba empezando a ponerme ansiosa.
Solo necesitaba uno, pero lo que necesitaba parecía ser un gran favor.
Tenía que pisar con cuidado.

La campanilla que colgaba contra la puerta principal repicó, y salté con


sorpresa.

—Un poco nerviosa esta noche, ¿no? —molestó Josh.

Lo fulminé con la mirada y no lo dignifiqué con una respuesta.

Un trío de hombres ruidosos entraron en la oficina y mi corazón se


hundió de nuevo.

—Justo lo que necesitábamos —dije con una mirada amarga—. Más


Russells.

Austin se colocó en una silla frente a Ryder, y los gemelos se sentaron


en el escritorio de Sara. No sabía cuáles eran los primos de Josh y
cuáles sus hermanos; todos se veían como si fueran cortados del mismo
molde. Altos. Musculosos. Increíblemente atractivos. Cabello oscuro,
grueso. Misma sonrisa libertina. Aunque los gemelos tenían profundos
hoyuelos y uno tenía una manga de tatuajes. Jeremiah era callado y de
voz suave, pero ya no se aparecía mucho por la agencia, ahora que
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estaba en una relación con una mujer-zorro. Bueno, según los rumores
estaba en una relación con una mujer-zorro y otro tipo, pero
probablemente solo era un rumor.

—¿Puedo ayudarles, chicos? —preguntó Ryder con un arrastre de


palabras lento y dulce—. ¿Se pasan por la agencia para verme, o
estaban queriendo una cita?

—Siempre pasando a verte, por supuesto —dijo Josh perezosamente,


dándome esa mirada sexy y adormilada.

Lo ignoré.

Austin se inclinó en su silla y bostezó, entrelazando sus dedos detrás de


su cabeza como si estuviera aburrido. Fijó su mirada en Josh, que no se
había movido de donde se había aparcado frente a mi escritorio.

—Vimos el auto enfrente y pensamos que estabas aquí arreglando otra


cita. Ya que estás haciendo otros planes, Everett quería saber si ese
número pequeño y atractivo del baile estaba disponible.

Josh se encogió de hombros, su mirada en mí.

—No sé. ¿Estás disponible, Marie?

—Muy gracioso.

—Estoy siendo serio —dijo.

Rodé mis ojos hacia él.

—La atractiva —hizo énfasis Everett—. Mujer-lince. Con el vestido.

—¿La rubia? —preguntó Ellis—. ¿Con el par de tetas?

Austin sacudió su cabeza.

—La pelirroja. La de las pecas y el… —Tosió, aturullándose por la


mirada fija de Ryder—. Uh, auto deportivo.

—Para que conste, fui al baile con Jayde Sommers —dijo Josh—, y ya
no estamos saliendo.

Oh, estaba segura que la temperamental Jayde amó eso. Ella no era de
mis clientes favoritas.

—Vaya, es una lástima —dije en una voz que implicaba que no creía
que fuera una lástima del todo—. Me destroza que lo de ustedes no
haya funcionado.
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Josh se encogió de hombros.

Acerqué mi teclado.

—Bueno, ya que estás aquí, ¿con quién quieres juntarte, ya que no


estás saliendo con Jayde?

—Nunca estuve saliendo con Jayde —señaló—. Solo fue una cita de una
o dos veces. Y no estoy aquí para arreglar juntarme con alguien.

—Era la mujer-tigresa —anunció Ellis después de un minuto—. La alta.


Se ve como una supermodelo.

Everett chasqueó los dedos.

—Esa es.

—Rebecca —dijo Josh con una sonrisa—. Buena chica.

—No tan buena, espero —dijo Everett frunciendo el entrecejo—. Me


gustan salvajes.

—No, no tan buena —dijo Josh afablemente—. Aunque más buena que
Marie, aquí.

—Marie sería mucho más buena si ustedes se van —dije dulcemente—.


Y si te consigo el número de Rebecca, ¿podemos hacer que pase?

—Podemos —dijo Everett con una sonrisa—. Consígueme su número y


le compraré a todos los de este cuarto alitas y cerveza.

—¿Cómo sabes que ella va a querer salir contigo? Tal vez tu hermano la
hizo alejarse de los hombres-pumas para siempre.

Everett me lanzó una mirada engreída.

—Puedo ser persuasivo, aunque no tan fino como Josh, aquí.

Le di el número y todos los hombres se fueron, riéndose y molestándose


entre ellos.

Cuando Josh miró hacia atrás y me guiñó un ojo, Ryder sonrió y


regresó a su computadora.

—Los chicos serán siempre chicos.

—Esos no eran chicos. Esos eran hombres necesitando un pasatiempo.

—O una novia —dijo Ryder ligeramente.


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Miré al reloj. Veinte minutos antes de mi cita. Agarré mi cartera y me
dirigí a la puerta.

—Me voy. ¡Cúbreme!

—Hurra, más Red Bull —dijo Ryder, girando su dedo en el aire.

—Estaré de vuelta pronto —le dije—. Deséame suerte.

***

Media hora después de la hora acordada para la cita, tuve que aceptar
el hecho que había sido plantada. Me había sentado en una mesa para
dos en el pequeño, oscuro y popular restaurante griego, tamborileando
mis dedos en la mesa y esperando.

Câlice.

¿Por qué era tan difícil encontrar un maldito vampiro que saliera
conmigo? Era joven. Estaba soltera. Era O positivo, maldita sea. Había
enviado una foto sugestiva como Minnie. Me estaba haciendo
disponible. ¿Qué estaba haciendo mal?

La desesperación me hizo sentir de repente agotada, y froté mis ojos. No


había dormido en tres días, y me estaba afectando. Quería una buena y
larga siesta, pero eso era inútil. Tan pronto como me acostaba y cerraba
mis ojos, era incapaz de dormir.

Dormir era una tortura. Yacía en la cama, exhausta y con dolor, pero el
sueño nunca venía. Era la cosa más frustrante del mundo, saber que la
mayoría de las personas solo podían volverse y dormir mientras que yo
miraría fijamente al techo por horas, deseando saber cómo desconectar
mi cerebro para poder tener unas cuantas horas de descanso.

Pero tenía que seguir. Encontrar un vampiro de alguna manera. Me


levanté de la mesa y dejé unos cuantos dólares por el refresco que había
tomado, ignorando las miradas de lástima de los camareros. Caminé a
través del mar de mesas pobladas, empujando la puerta principal. El
estacionamiento estaba lleno a pesar de la hora tardía, entonces acorté
camino por el callejón trasero. No quería que nadie me viera yéndome,
en caso de que un cliente me viera y se lo mencionara a alguien en la
agencia.

Maldita sea, eso picó. ¿Era realmente tan poco atractiva? Mi orgullo
estaba empezando a sentirse herido. Más que eso, mi ansiedad se
disparó. ¿Qué pasa si no podía encontrar un vampiro para convertirme?
¿Y si moría antes de que pudiera cumplir mi meta?
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Con el estómago revuelto, agaché la cabeza y apresuré el paso. Un texto
sonó en mi teléfono y me detuve, mi corazón dio un vuelco con
esperanza. ¿Tal vez el vampiro llegaba tarde? ¿Tal vez había sido
retenido?

Era Ryder. ¿Todo está bien? Contéstame.

Suspiré. Estoy bien, envié. Él no apareció. Regresando ahora.

Volví a meter mi teléfono y miré justo a tiempo para ver la parte trasera
de una gran bestia escabullirse en las sombras del callejón. Me quedé
helada. Definitivamente había visto una cola, y estaba bastante segura
de que había visto una pata, pero había sido tan rápido que dudaba de
mis propios ojos. ¿Estaba loca?

No tenía miedo, dado que trabajaba con cambia formas, pero me


molestó que estuviera a punto de ser sorprendida en el acto. Estudié el
callejón por un largo momento. ¿Huir y asumir que el cambiador no me
reportaría? ¿O ser valiente y aceptar mis consecuencias? Pensé por un
momento más, luego suspiré, tomé coraje y avancé.

Giré en la esquina del callejón oscuro y choqué de bruces con un


desnudo Joshua. Grité con sorpresa, tropezando un paso hacia atrás
incluso mientras él extendía la mano para agarrarme.

—¿Estás bien? —Su gran mano se movió a mi cintura, como para


anclarme contra él.

—Bien —le dije bruscamente, empujándome lejos de él y evitando mi


mirada. El vistazo que había visto de él era... bueno, me estaba
haciendo sentir sonrojada. No esperaba que fuera tan...
impresionante... desnudo. Sus hombros eran anchos y gruesos con
músculos, su estómago plano y delicioso, tan fuerte que había visto un
muy agradable six pack. Dirigí mi mirada al suelo, y no fue nada mejor,
ya que tenía una visión sombría de su musculoso muslo y un largo, pie
descalzo. Me volteé y miré fijamente una pared, odiando lo roja que mi
cara se sentía—. ¿Qué estás haciendo aquí?

—Estoy trabajando. Comprobando unos rastros de olor en la zona para


un cliente que está convencido de que se encuentra siendo acosado por
alguien. No lo está, por supuesto, pero eso no significa que no reviso las
cosas de todos modos. ¿Qué estás tú haciendo aquí, Marie?

—Buscar Red Bull —le dije, regresando a nuestra línea de la historia—.


Ryder pidió un poco.
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—En serio —dijo con una voz divertida—. Entonces, ¿por qué tu pelo
huele como a aceitunas y queso feta?

Miré hacia él, sorprendida, y toqué mis oscuros rizos.

—¿Qué?

—Aceitunas. Feta. Griego. —Se tocó la nariz y me sonrió, luciendo


despeinado y como si acabara de haber conseguido salir de la cama.
Hizo un gesto hacia abajo al callejón de en frente—. ¿Estabas en el
restaurante?

—No —dije a la defensiva, agarrando mi bolso contra mí pecho.


Mantuve mi mirada en su hermoso rostro, sin atreverme a mirar a
cualquier lugar más abajo, ya que sus brazos estaban cruzados sobre el
pecho y significaba que el resto de él estaba, bien... abierto para los
negocios—. Por supuesto que no. Estoy en mi descanso.

—Entonces, ¿por qué estás escabulléndote por un callejón oscuro para


que nadie pueda verte?

—Me gustan los callejones oscuros —dije a la defensiva.

—Son peligrosos. Deberías tener cuidado.

Ser asaltada en un callejón era el menor de mis problemas. Pero me


obligué a soltar un tenso:

—Bien. —Me volví y empecé a caminar alejándome—. Ahora me voy.

—Espera, Marie —dijo, y le oí dar pasos detrás de mí. Maldita sea,


maldita sea—. ¿Cuánto vale para ti que mantenga mi boca cerrada
acerca de ti pasando el rato junto a un vampiro cuando se supone que
debes estar trabajando?

Me detuve en seco.

Esta vez él me chocó y rio entre dientes, luego se movió a un lado. Sentí
su gran mano rozar mis caderas, enviando un escalofrío a través de mi
cuerpo, antes de alejarse.

—¿A hacer lo que imagino?

No le hice caso, volviéndome para fulminarle la cara con la mirada.

—No estaba encontrándome con un vampiro.


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—Hueles como comida griega. ¿No sabías que Konstantine’s está
dirigido por un vampiro? Es bien sabido en la Alianza que es una zona
para alimentación de vampiros.

No era conocido para mí. Pensé que a nuestros clientes les gustaba el
lugar porque era oscuro y privado. ¿Por qué nadie me informaba de
estas cosas?

—Así que. —Se balanceó sobre sus talones—. ¿Cuál es el valor de mi


silencio?

—¿Me estás chantajeando? —Le di una mirada indignada.

—Solo por información —dijo con una sonrisa fácil—. Me dices de cuál
vampiro estás enamorada y mantendré la boca cerrada.

Dudé.

Cruzó los brazos sobre su pecho, esperando.

Criss. Mantuve los ojos fijos en su rostro. Me tenía.

—¿Cómo sé que puedo confiar en ti?

Se echó a reír.

—Encontraste en un callejón a un cambia formas desnudo que es el


doble de tu tamaño, de pie lo suficientemente cerca para frotarse en tu
contra. ¿Y estás preocupada de no poder confiar en mí?

Buen punto.

—No eres del doble de mi tamaño. —Me sentí obligada a señalar—. Más
bien mi tamaño y medio.

Se llevó una mano al pecho simulando dolor.

—Me hieres, Marie. Nunca le digas a un hombre que es más pequeño de


lo que alega.

Su movimiento hizo que mi mirada se fuera a su pecho, y me di cuenta


de los difusos cabellos dispersos a través de sus anchos pectorales. Era
extraño cuán tan atractivo era. Los pectorales en sí eran algo parecido a
una obra de arte: planos, duros y lisos. Como pequeños ladrillos de
músculo de hombre…

Josh chasqueó los dedos hacia mí.

Me sonrojé, dándome cuenta de que estaba mirando su desnudo pecho.


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—Lo siento.

—Entonces, ¿cuál es su nombre?

—Te odio por hacerme decírtelo —dije, y luego saqué mi teléfono del
bolso, echando un vistazo a la nota en mi calendario—. Lewis.

—Hombre, debe ser amor si no puedes recordar el nombre del chico —


dijo Josh, y me arrebató el teléfono de las manos, comenzando a pasar
a través de mi calendario.

—Oye —protesté—. ¡Devuélvemelo!

Pero él comenzó a deambular lejos, teléfono en mano.

—Vamos a ver. Hace dos noches, fue Bert. Y Valjean está aquí, también.
Cielos, Marie, moza descarada. No tenía ni idea de que fueras una fan
de vampiros.

Traté de alcanzar el teléfono por encima de su hombro a pesar de que


tenía que ponerme frente a su desnudo pecho.

—¡Devuélvemelo!

Lo sostuvo fuera del alcance y se dio la vuelta, sonriendo cuando me


lancé contra él de nuevo. Su otro brazo fue a mi cintura, tirándome más
cerca, y encontré mi boca a centímetros de la suya, mi cuerpo
presionado contra su pecho desnudo.

Me volví al instante consciente de su muy, muy desnudo cuerpo. Cuán


duro estaba por todos lados, grande y fuerte. Se inclinó sobre mí, alto,
pero no aplastante. Solo… bien. Simplemente delicioso. Mi pulso se
agitó en respuesta.

—¿Por qué quieres un vampiro, Marie? —La mirada de Josh se dirigió a


mi boca, como si estuviera contemplando besarme. Luego miró hacia
arriba nuevamente hasta encontrarse con mi mirada. Su voz se
convirtió en un ronco, tono seductor—. Si quieres jugar con tu lado
salvaje, estoy justo aquí y más que dispuesto.

Lo empujé.

—No estoy en busca de una aventura de una noche.

Me dio una sonrisa perpleja

—¿No lo estás? Entonces, ¿qué pasa con todos los vampiros?


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Mordí el interior de mi mejilla, al instante lamentando decir algo. Los
humanos no se supone que tienen relaciones permanentes con seres
sobrenaturales. Estábamos bien con una aventura aquí y allá, ¿pero
compromiso? No estaba permitido.

Alcancé mi teléfono de nuevo.

—Solo devuélvemelo.

Lo sostuvo por encima de mi cabeza por un momento más, pero cuando


yo no iba a jugar esta vez, me lo entregó.

Lo fulminé con los ojos y me alejé. Estaba demasiado desnudo como


para que estuviera cómoda, y me había fijado demasiado en su físico
para mi propio bien.

—Estoy apostando que Lewis no se presentó esta noche, ¿verdad?

Hice una pausa. Apreté los dientes.

—Te puedo ayudar con eso, ya sabes.

Maldita sea. ¿Por qué tenía que seguir hablando? Y ¿cómo parecía saber
que mi cita vampiro no había aparecido? Me di la vuelta lentamente. Él
no me había seguido en esta ocasión, y ahora estaba de pie a unos seis
metros de distancia, lo que me permitió una visión frontal completa de
su cuerpo parecido a Adonis.

Naturalmente, me di cuenta de esto un momento demasiado tarde y


grité, levantando una mano para cubrir mis ojos.

Demasiado tarde. La visión de Joshua Russell, la perfección masculina


en un arrogante, engreído paquete, ahora estaba quemada en mi mente.
Esas caderas angostas, cintura estrecha, hombros anchos. Esa
pequeña marca de nacimiento en su ingle justo a la izquierda de un
muy... impresionante equipo. Genial. Ahora iba a estar pensando en su
marca de nacimiento cada vez que lo viera.

—No puedo hablar contigo a menos que te pongas algo de ropa —le
espeté.

—Vamos, Marie —dijo arrastrando las palabras, una sonrisa en su


voz—. Sabes que los cambiadores no son tímidos ante la desnudez.

—¡Esta humana lo es!

—¿Pensé que te gustaba lo que estabas viendo? Estabas mirando antes.

—Ostie de tabarnak —espeté.


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—Oooh, el francés. Ahora sé que estoy llegando a alguna parte.

—¡Joshua Russell!

—Bueno, está bien, voy a adecentarme.

Hice una pausa, esperando un momento, luego moví mi mano y le eché


un vistazo de nuevo. Se encontraba allí, aún frente a mí, todavía de
frente, con las manos en las caderas.

Y se estaba poniendo erecto.

Me tapé los ojos de nuevo.

—¡Dijiste que te adecentarías!

—Dame un minuto para excitarme, y voy a estar muy decente. —Me dio
una mirada sensual—. Siempre puedes quitarte la camiseta y facilitar
las cosas.

—¡Eso no es lo que quise decir! Eres un cerdo, Joshua Russell.

—Y tú eres demasiado tímida, Marie Bellavance —dijo mi nombre con el


acento plano de un sureño—. Es bueno que veas a un hombre de vez
en cuando. Sácate el palo del culo.

No tenía un palo en el culo.

—Si no vas a ayudarme, entonces me voy ahora —anuncié nuevo.

—Voy a cambiar —dijo—. Dame dos minutos, y voy a terminar de


explorar la zona y agarrar mi ropa. Luego te seguiré de regreso a la
agencia para asegurarme de que nadie se aproveche de ti.

—Buena idea —le dije, en voz muy baja—. Sería terrible si fuera
acosada por un hombre desnudo en un callejón oscuro.

Él se rio entre dientes.

—Solo es acoso si no lo disfrutas. Y te ha gustado.

—No me gustó. —Incluso si lo hubiera hecho, nunca, nunca se lo diría.

—Voy a cambiar ahora —anunció.

Pude haber dado la vuelta y alejarme. Él me habría dejado, lo sabía.


Josh era intenso, pero eso fue porque asumía que todo el mundo lo
encontraba totalmente irresistible.
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Pero por alguna razón, me quedé. Parcialmente porque sí quería saber
exactamente lo que pensaba sobre los vampiros evitándome, y en parte
porque eso me daría una buena oportunidad de ver su cuerpo desnudo
sin distracciones. Miré a hurtadillas, observándolo. Solo un poco. Sus
nalgas tenían el hoyuelo más increíble que se flexionaba cuando
cambiaba, y mi pulso se aceleró en respuesta. Pero entonces le brotó
piel y comenzó a contorsionarse, y yo me cubrí los ojos de nuevo.

No era el lado glamoroso de ser un cambiador. Me estremecí cuando


escuché los huesos crujir, y me quedé con los ojos cubiertos,
esperando. Largos momentos pasaron, y cuando estaba a punto de
abrir los ojos y preguntarle qué estaba pasando, algo peludo se frotó
contra mi pierna. Abrí los ojos para ver un enorme puma parduzco
alejándose de mí, su cola azotando lentamente hacia atrás y adelante.
Olió el callejón cuidadosamente y se movió hacia adelante, luego me
miró.

Me relajé un poco.

—Me gustas mucho más así. Tranquilo y no desnudo.

Hizo un resoplido que podría haber sido una risa. Y entonces empezó a
olfatear de nuevo. Caminé unos pasos detrás de él mientras seguía un
rastro de olor, moviéndose a lo largo del callejón y girando en otro,
antes de regresar y volver a inspeccionar la zona a la que ya había ido.

La puerta de atrás a Konstantine’s se abrió, dejando salir una ráfaga de


deliciosos aromas. Me detuve justo cuando un hombre con un delantal
sucio salió y se dirigía al contenedor de basura. Se detuvo ante mí, y
luego Josh, sus ojos agrandándose con alarma.

¡Mierda! Acababa de ser atrapada con un cambiante en forma de gato.


La Alianza iba a matarme. Estaba…

Josh maulló, un maullido triste y patético de gato casero.

—Gatito malo —dije automáticamente, entendiendo su plan. ¡Genio!


Sonreí al hombre que estaba congelado en el callejón—. Gato tonto se
niega a ir al baño en la hierba.

—¿Ese es tu gato? —Dio un paso hacia atrás, inseguro.

—Todo mío —le dije, y chasqueé mis dedos. Josh inmediatamente vino
a mi lado, frotándose contra mis dedos y ronroneando salvajemente. Le
rasqué la cara, los bigotes, y empezó a lamer mis dedos, y entonces mi
palma.
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Daba... cosquillas. Y me inquietó un poco, sabiendo que había un
cerebro humano detrás de todo ese lameteo. ¿Qué pasaba por su mente
en este momento?

El hombre del delantal conversó conmigo mientras lanzaba bolsas en el


contenedor de basura, dando miradas laterales a Josh mientras
jugueteaba con mi mano mientras teníamos una pequeña charla. El
hombre me dijo acerca de su perro, y cómo una vez había visto a un
gato grande en el zoológico, y me preguntó de dónde había sacado el
mío. Le dije que mi puma era un regalo. Y Josh era genial obedeciendo.
Inofensivo. Sin uñas, añadí. Durante todo ese tiempo, Josh siguió
lamiendo y acariciando mi mano.

Tan pronto como el hombre desapareció de nuevo en el restaurante,


aparté mi mano de Josh.

—¿Es esta la versión de primera base de un cambiador?

Él me resopló otra vez, y luego se volvió, golpeando mi pierna con su


cola, indicando que debía seguirlo una vez más. Lo hice, y me llevó por
un conjunto de callejones, conduciéndome a través de las callejuelas de
la ciudad de Fort Worth, antes de llegar a una pila cuidadosamente
guardada de ropa y zapatos.

Hizo una pausa, mirándome con expectación.

—¿Tiempo de cambiar? —pregunté.

Se acercó y me lamió la mano de nuevo.

—Voy a tomar eso como un sí. Adelante, entonces. —Me di la vuelta,


tomé su celular, y lo toqué, una venganza por arrebatar mi teléfono.

Bloqueado. Maldición. Ahí va mi oportunidad de espiar. Esperé hasta


que Josh terminó de cambiar, escuchando el sonido de la ropa mientras
se vestía. Luego se inclinó sobre mi hombro y prolijamente quitó su
teléfono de mis manos.

—Eso es mío.

—¿Temes que tome todos los números de tus amigas y les diga cómo
me has estado acosando en un callejón?

—¿Qué, y develar todos mis suaves movimientos? —bromeó—.


Volvamos a la agencia. Imagino que Ryder espera. ¿Supongo que está
en esta conspiración tuya?

Lo estaba, y me iba a matar si me presentaba en la agencia con Josh.


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Caminamos de regreso al pequeño centro comercial por la vía de
servicio. Midnight Liaisons tenía un modesto escaparate, ya que la
última cosa que quería era llamar la atención sobre nuestro negocio.
Las luces estaban encendidas en el interior, ya que atendía veinticuatro
horas al día, pero las persianas se encontraban cerradas. Cuando entré
en la pequeña sala de espera, fruncí ceño al ver que los cuatro
escritorios en la oficina principal estaban vacíos. Miré a la mesa de
Ryder. Su bolso todavía colgaba de la parte posterior de la silla.

No era bueno.

Me volví hacia Josh.

—¿Puedes esperar aquí un momento?

Se encogió de hombros.

—O podrías sentarte y podemos hablar un poco y explorar este


fetichismo vampírico…

Eso era lo último cosa quería en este momento.

—Solo... quédate... aquí —le dije, poniendo mis manos en su pecho y


dándole un empujón hacia atrás.

Él puso su mano sobre la mía, como para sostenerla.

—Sé que quieres tus manos sobre mí, Marie, pero piensa en lo celosa
que la pobre Ryder estará.

Lo empujé con más fuerza, ignorando la sonrisa infantil en su rostro.

—Voy a hablar con Ryder, y luego vamos a salir.

—¿Lo haremos? —Él parecía sorprendido—. ¿No deberías estar


“trabajando” en tu “trabajo”? —Hizo comillas en el aire, molestándome.

—¿No deberías tú? —le susurré—. Te están pagando para rastrear algo,
¿verdad? Así que, rastrea. —Cuando no se movió, suspiré—. Dame dos
minutos y le diré a Ryder dónde vamos. Solo espera aquí. —No quería
que me siguiera.

Casi esperaba que me siguiera, pero hizo lo que le pedí. Sostuve mi


bolso más cerca en mi hombro, me preparé y me dirigí a la sala de
conferencias, donde sabía que encontraría a Ryder.

Abrí la puerta lo suficiente para ver carne escamosa y alas curvadas.


Un brazo deforme salió disparado, claramente re-formándose. La
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criatura se volvió hacia mí, los ojos desorbitados, y reconocí la mirada
azul brillante de Ryder en esa cara horrible.

—Hola —dije en voz baja, obligándome a ignorar el hecho de que ella se


estaba convirtiendo en un monstruo delante de mis ojos—. Llevaré a
Josh y vamos a ir a buscar algo de comer. Llámame si me necesitas, ¿de
acuerdo?

La mano vaciló, se estremeció y apretó. Luego se levantó lentamente en


el aire y levantó un pulgar.

Le levanté el dedo pulgar en respuesta y cerré la puerta, dejándola sola.

Después de todo, sabía todo acerca de secretos. Había algunas cosas


que simplemente no quería que otras personas supieran. Pasé por la
oficina y rocé a Josh al pasar hacia la puerta principal.

—Ven. Hay muchas posibilidades de encontrar algo abierto tan tarde.


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Capítulo 5
Traducido por rihano, Vanehz y magdys83

Corregido por Nony_mo

H
ubo un tiempo cuando habría estado emocionada por salir a
una cena tarde en la noche con un hombre magnífico. Un
tiempo cuando, si él hubiera puesto su mano en la parte baja
de mi espalda para guiarme por la acera, habría temblado con deleite.
Esta noche yo tenía a un magnífico, y guapo, hombre con su mano en
mi espalda, caminando a mi lado, y eso solo me preocupaba. Me llenaba
de molestia. ¿Qué hizo pensar tan arrogantemente a Josh que él podía
enseñarme acerca de salir con un vampiro? Yo era la que trabajaba en
una agencia de citas, después de todo.

Caminé por la acera y traté de no pensar en Ryder, quien estaba


teniendo una mala noche. En su lugar, me centré en mi situación, ya
que era una noche peor para mí. Josh se mantuvo fácilmente con mis
zancadas furiosas, su gran forma permaneciendo protectoramente junto
a mí.

Él hizo un gesto en un restaurante cercano.

—¿Qué te parece?

Miré el aviso amarillo con el ceño fruncido.

—¿Una cena?

Me sonrió y yo estaba distraída por lo cerca que estaba, por su toque en


mi espalda baja.

—¿Por qué no? Abre toda la noche.

—Solo parece tan...

—¿Casual? No es una cita. —Su mano dio una palmada a mi baja


espalda, dirigiéndome hacia el estacionamiento iluminado del
restaurante.

Mi boca se tensó. Por supuesto que no era una cita.

—No necesitas recordármelo. Y ya que tú elegiste, estás pagando.


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—¿Por qué? No es una cita.

Apreté los dientes.

—Está bien.

Cuando llegamos dentro, la camarera anciana se iluminó al ver a Josh.

—Ahí está mi muchacho —cantó ella con una voz que sonaba como si
hubiera fumado demasiados cigarrillos—. ¿Cómo estás, Josh cariño?

Él le dio a la pequeña y robusta, mujer un abrazo de oso.

—Estoy languideciendo de amor por ti, Carol.

Ella soltó una risa áspera y golpeó con fuerza su trasero.

—¿Quieres lo de costumbre?

—Sabes que sí. —Él me miró—. Traje a una amiga. Ella probablemente
querrá un menú.

La camarera miró hacia mí, su nido de rizos excesivamente


blanqueados bamboleándose mientras me estudiaba, entonces lo apretó
en un medio abrazo.

—Tú ve a elegir una mesa y siéntate en cualquier lugar. Voy a conseguir


que empiecen con tu comida.

—Eres un ángel —dijo él con una sonrisa.

Rodé mis ojos y lo seguí a una cabina redondeada en el rincón más


alejado del casi vacío restaurante. Cuando me metí por un lado, Josh se
deslizó justo a mi lado. Inmediatamente me deslicé todo alrededor hasta
el otro extremo, poniendo un poco de distancia entre nosotros.

Eso pareció divertirlo, lo que solo me puso más irritada.

—Ya veo por qué querías venir aquí. ¿Recibes comida gratis cada noche
solo porque coqueteas con las ancianas?

Sonrió.

—No todas las noches, y yo no coqueteo. Ellas solo me aman.

Como para demostrar este punto, Carol apareció con dos vasos de agua
y un café para Josh. Ella lo dejó frente a él, quitó su gorra de su cabeza
en un movimiento propio que me sorprendió, a continuación, alisó su
cabello como una madre.
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—Nada de sombreros dentro, joven.

Josh le dio una sonrisa arrepentida.

—Lo siento.

Parecía aún más juvenil con su cabello sobresaliendo salvajemente. Si


no hubiera sido por la barba en su rostro, él habría parecido demasiado
joven.

—Este es demasiado encantador para su propio bien —dijo Carol


cariñosamente, sujetando la barbilla sin afeitar de Josh como si hubiera
sido una madre, o abuela, cariñosa.

—Él solo piensa que es encantador —señalé—. Así que espera que todos
los demás lo piensen, también.

Ella rio de nuevo, con ese horrible tono áspero de fumador.

—Me gusta esta, Josh.

Mi cara se coloreó, lo que hizo que Josh sonriera.

—¿Quieres lo mismo que él está comiendo, cariño? —me preguntó.

Cualquier cosa para alejarla de nosotros dos.

—Claro. Gracias.

Ella puso una taza de café en frente de mí y la llenó, entonces se fue


con otra sonrisa para Josh.

—¿Así que ese es tu numerito? —dije con irritación—. ¿Ser un


aprovechado encantador?

—En primer lugar —dijo, levantando la taza de café a sus labios—, yo


pago para todo. Carol no gana lo suficiente para comprarme la cena en
una base regular. —Tomó un sorbo y luego hizo una mueca—. Su café
es una mierda, sin embargo.

Pero me di cuenta de que todavía lo bebió. Tal vez diciéndose que


lastimaría sus sentimientos.

—¿Y en segundo? —sugerí, abriendo unos sobres de azúcar y tirándolos


en mi taza.

—Carol trabaja cuatro noches a la semana. Su marido murió hace tres


años y ella vive en un pequeño apartamento en el lado malo de la
ciudad. La asusta tomar el autobús, así que trata de conseguir un
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aventón con los amigos. Me detengo para ver como está y llevarla
cuando lo necesita.

Eso era... inesperadamente amable de su parte.

—¿Así que ella es una cambiante, también?

—No —dijo él—. Solo una señora sin nadie que cuide de ella. Así que yo
lo hago.

No dije nada. Carol volvió de la cocina con dos enormes pilas de


panqueques y las dejó caer frente a nosotros, luego dejó caer una
botella de jarabe sobre la mesa. Me quedé mirando la pila enorme. Eso
era un montón de tortitas.

Josh puso una mano sobre su corazón y le dio a Carol una mirada
complacida.

—Tú haces que mi corazón se derrita con tu deliciosa comida.

Ella se echó a reír de nuevo.

—Estaré de regreso con el resto cuando salga de la parrilla. Sumérgete.

Cuando se fue, miré la montaña de panqueques, luego miré a Josh.

—¿El... resto?

Él se inclinó.

—Tú ordenaste lo mismo que yo pedí, ¿no? ¿Tal vez no te diste cuenta
que los cambiadores comen mucho?

Admito que no había sido la primera cosa en mi mente.

—Entonces, ¿qué fue exactamente lo que pedí?

—Dos club sándwiches1, huevos revueltos, estos panqueques —dijo,


señalando—. Y un bistec.

—¿Un jodido filete? ¿Con todo esto? Eso es repugnante.

—¿Significa eso que tengo que comerme el tuyo?

—Solo si quieres comprármelo —le dije, aplastando mi tenedor en la


porción de mantequilla en la parte superior de la montaña de
panqueques—. Eso es lo que me pasa por confiar en una cara bonita.

1 Club Sándwich:Denominado también clubhouse sándwich, es un tipo de sándwich


servido frecuentemente con doble piso y cortado en cuatro partes, para su elaboración
se requiere tres rebanadas de pan tostado.
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—¿Así que crees que soy bonito? Marie, tú coqueteas, tú.

—Voyons. Es una forma de hablar, tabarnak.

—Y más francés. Sabes que es sexy, ¿verdad?

—Sabes que acabo de decirte cosas insultantes, ¿verdad?

—Así es como tú coqueteas.

—Te odio.

—Más coqueteo.

Apreté los dientes y me obligué a no responder, ya que prácticamente lo


consideraría una declaración de amor. En su lugar, me concentré en
inundar mis panqueques con jarabe, luego tomar un bocado. Delicioso.
Yo estaría totalmente acabada con el azúcar y el café más tarde, pero no
importaba. No era como si pudiera dormir de todos modos. Comí unos
pedazos más en amigable silencio mientras Josh cortaba limpiamente
sus panqueques en triángulos perfectos y se los comía sin un poco de
jarabe.

Carol llegó con el resto de la comida para el momento en que yo había


comido tres panqueques y me estaba sintiendo llena. Josh, por su
parte, había despachado todos sus panqueques y estaba más que listo
para el próximo plato. Mientras yo me retiraba a mi café, él metió la
mano en los sándwiches, huevos revueltos, y filete, charlando con Carol
durante unos minutos. Él le preguntó cómo iba a su trabajo, y escuchó
con atención cuando ella se quejó de un compañero de trabajo que
estaba tomando todos los turnos extras. Él le preguntó sobre su
calentador de agua, el que no había estado funcionando correctamente
en el último mes, y se ofreció a echarle un vistazo. Ella lo rechazó con
un gesto de la mano. Incluso le preguntó sobre su gato. Carol se fue
unos minutos después, sonriendo.

Digerí todo eso en silencio. Estaba claro que Josh conocía bien a la
mujer y tomaba un interés en su vida. Eso parecía... extraño para mí.
Josh era del tipo ámalas-y-déjalas así que yo no lo hubiera imaginado
ser del tipo de charlar con solitarias señoras mayores.

Había otro lado del incorregible ligón. O eso, o todo esto era una
artimaña elaborada para lograr que las mujeres caigan en sus brazos.
Llevarlas a un restaurante de bajo perfil, encantarlas con su relación
con una mujer mayor y desafortunada, entonces ellas caerían en su
cama más rápido que la velocidad de la luz.
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Incluso mientras me decía eso, no encajaba. ¿Qué mujeriego iba a pasar
el rato en un restaurante con una anciana para hablar de sus gatos?

—Así que —dije cuando estábamos solos de nuevo—. ¿Ibas a decirme


qué estoy haciendo mal?

Él dejó de comer, se limpió la boca con la servilleta, y asintió.

—En primer lugar, tengo que saber todo. ¿Con cuántos vampiros has
salido?

Dudé, preguntándome si debería decirle todo. Bueno, si no podía


conseguir que un vampiro se presentara a una cita, no importaba.
Tenía que tomar mis posibilidades con Josh.

—He salido con tres. Al menos, traté de salir con tres. Primero fue
Valjean…

Josh negó con la cabeza inmediatamente.

—Él está enganchado y se fue para Europa. ¿Conoces a Ruby


Sommers? ¿La linda y pequeña jaguar? ¿Hermana de Jayde?

No la conocía, pero estaba claro que él conocía a todas las “pequeñas y


bonitas jaguares” en la ciudad, lo que hizo que mis dientes se
apretaran.

—Sé que él está enganchado. De todos modos, nunca salimos. Salí con
Bert.

Se echó a reír.

—De ninguna manera. ¿En serio? ¿El mundo de dolor Bert?

Yo no iba a tener ningún diente sano si seguía apretándolos.

—Él es un vampiro, ¿no es así?

—Solo en el sentido más elemental de la palabra. El hombre es un


perdedor. No puedo creer que saliste con él.

Y Bert me había dicho que yo no era su tipo. Eso picaba un poco más
ahora de lo que debería hacerlo.

—Fue solo una cita.

Él asintió con la cabeza.

—Te rechazó, ¿no?


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Me quedé boquiabierta.

—¿Cómo sabías eso?

—Hice una ronda de guardia para Bert el verano pasado. A él le


gustan... —Hizo un gesto, indicando un trasero bastante grande, y
luego comenzó a sacudir las manos.

—Sí, lo sé —susurré, golpeando sus manos—. Culonas.

—Iba a decir “perseguidor de grandes traseros”, pero eso funciona —dijo


con una risa.

—De cualquier forma, es por eso que está solo. Es selectivo, y la piscina
de citas es un poco escasa cuando se trata de esta clase de cosas. Sin
juegos de palabras.

Rodé mis ojos.

—Sí, bien, número dos me rechazó también. Ni siquiera se apareció a


nuestra cita.

Él asintió.

—No me sorprende.

—¿Por qué no estás sorprendido? Yo lo estoy.

—Los vampiros tienden a ser quisquillosos.

Miré la camiseta de Russel Security que llevaba.

—Lo noté. Entonces, ¿son paranoicos?

—En extremo —estuvo de acuerdo, tomando un sorbo de su café otra


vez con una mueca—. Los vampiros son una sociedad de miembros que
se comen los unos a los otros. Miras mal al compañero de sangre de
alguien, y puedes encontrarte con un contrato sobre tu cabeza. Entras
en el territorio de alguien y pones una tienda, hay un contrato sobre tu
cabeza. Es como la mafia con colmillos. Los inteligentes mantienen
perfil bajo o se van rápido de la ciudad.

Eso sonaba horrible. Había tanto que no sabía sobre los vampiros y me
daba cuenta rápidamente de que Josh podría ayudar a llenar algunos
bordes difusos.

—Entonces, ¿qué es un compañero de sangre?


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—La pareja de un vampiro es llamada compañero de sangre. Los
compañeros de sangre solo beben del otro. Y ya que las mujeres
vampiros son raras, vas a encontrar a un montón de vampiros solteros,
y cada mujer no emparejada tiene bastantes hombres para elegir.

Interesante. Eso sonaba como que podría funcionar a mi favor. Si un


vampiro mujer era altamente valiosa, mi oportunidad de convertirme en
una vampiro probablemente se vería con altas posibilidades.

—Entonces, ¿por qué no hay muchas mujeres vampiro?

—Al igual que los cambia formas, imagino —dijo—. Estás casándote con
una familia que no es exactamente la más divertida para seguir. Y he
oído que es doloroso para la víctima si la conversión no pega, o los
mata.

Ese no era un disuasivo para mí. Iba a morir de cualquier forma,


entonces tomaría mis oportunidades. Froté mis ojos, sintiéndome
repentinamente un poco cansada. Entre más buscaba sobre vampiros,
menos quería convertirme en uno, pero estaba baja de opciones. Muy
baja.

—Entonces, los vampiros son quisquillosos y creen que todos allá


afuera quieren capturarlos. ¿Es por eso por lo que mi cita no se
presentó?

—Eso supongo. De cualquier forma, o no le gustó la forma en que te


veías y cambió de opinión.

Fruncí el ceño.

—Luzco perfectamente aceptable.

—Eres hermosa —concordó él.

Me quedé momentáneamente asombrada.

—Yo… gracias.

—Para mí —enmendó—. Los vampiros piensan diferente.

Oh, recordé. Culonas. Aun así, me sentía cálida por la adulación de


Josh y ni siquiera pensé en el recuerdo.

—Entonces, ¿qué cambiarías de mí?

Me estudió por un largo momento, el intenso escrutinio haciendo que


mis mejillas se sonrojaran. Su mirada barrió sobre mi rostro, luego por
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mis pechos, y de vuelta a mi rostro otra vez. Una sonrisa curvó su sexy
boca.

—No cambiaría nada.

Mis mejillas se sintieron como si estuvieran en fuego.

—Pero no estamos hablando de mí. Estamos hablando de enganchar a


un vampiro… ¿a menos que cambies de opinión y decidas que me
quieres a mí en su lugar?

Supuse que estaba tratando de traer la conversación de vuelta a cuán


sexy era. Lo pateé bajo la mesa.

—No he cambiado de opinión. Dime lo que necesito hacer para


conseguir un vampiro.

—Ustedes las chicas y sus raros fetiches —dijo con una sacudida de su
cabeza—. Sabes que salir con vampiros no es como en la TV, ¿cierto?

—No soy estúpida.

—No, no lo eres, pero estoy cuestionando tu gusto en hombres. —Ante


mi mirada, levantó una mano tranquilizadora—. Bien, entonces,
empecemos con lo básico. ¿Viniste a través de la agencia?

No dije nada, repentinamente nerviosa. Josh era el cuñado de mi jefa.


Si ella se enteraba de que estaba usando la base de datos para mis
necesidades personales, me despediría en un minuto. Ese era un gran
no, especialmente desde que era solo un miembro marginal de la
alianza.

Por supuesto, Bathsheba se había citado a través de la agencia ella


misma, una vez. Cada vez que salía a colación, sin embargo, era rápida
en explicar que no había sido su elección. Había sido prácticamente
chantajeada para hacerlo para esconder el hecho de que Sara era una
mujer lobo. No querría que Ryder y yo saliéramos a través de la agencia
porque el hecho de que una humana hubiera usado el servicio, había
agitado un real nido de avispas entre los clanes de cambia formas.
Algunos querían salir con humanos, pero la mayoría de ellos no querían
que contaminemos los trabajos. Podía entenderlo, incluso si se cruzaba
con mis propios planes.

Josh suspiró ante mi reluctancia.

—No voy a delatarte, Marie. Si fuera a hacerlo, ¿estaría aquí?


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No tenía idea. Pero suponía que tenía que confiar en alguien. No lo
hacía rápido por mi cuenta, y no tenía un montón de vampiros en la
base de datos para experimentar.

—Estoy en la base de datos. Como Minnie Michigo. Cambia formas


nutria.

Él asentimiento aprobador vino lentamente.

—Michigo fue una buena elección. Montones de ellos en el área.

Extraño, cuán nerviosa me sentía cuando tenía su aprobación.

—Es por eso que lo escogí. Además, no son un gran depredador que
podría ser intimidante.

Asintió otra vez, su expresión pensativa.

—El no mostrarte podría haber causado una investigación a fondo y


descubrir que Minnie no existe.

Sacó su móvil y empezó a buscar a través de las pantallas.

—¿Qué estás haciendo? —pregunté con cautela.

—Buscando el perfil de Minnie.

Entonces frunció el ceño, mirando de vuelta hacia mí.

—¿Sin foto?

—La envío si lo piden —dije a la defensiva—. ¿Por qué importaría la


apariencia?

—Porque estás tratando con hombres —dijo francamente—. ¿Le


enviaste una foto al último chico? Envíamela.

Le envié la foto al perfil de Josh.

Sus ojos se ampliaron.

—¿Qué demonios es esto?

Crucé mis brazos sobre mi pecho, sintiéndome defensiva.

—Solo una foto que saqué del internet. Pensé que podía transmitir
diversión y despreocupación. —Ya sabes, todas esas cosas en las que
no era buena en realidad—. Es como una pose ridícula, pero pensé que
parecería natural.

Josh continuó mirando la foto, y entonces de vuelta a mí.


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—Esa no eres tú, ¿cierto?

Me burlé.

—No, no soy yo. Está poniendo su puño en su boca, y yo no puedo


hacer eso.

—Marie —dijo lentamente—. Ese no es su puño. Ni siquiera es una


parte de su cuerpo.

Le arrebaté el teléfono y la estudié por un minuto… Buen Dios.

—Yo… oh —Un ardiente sonrojo barrió por mi rostro, y rápidamente le


regresé el teléfono—. Pensé que era solo una foto ridícula —dije
defensivamente.

Él lanzó su cabeza hacia atrás y rio.

—Bien, creo que empiezo a ver por qué la cita número tres estaba
asustada de conocerte.

—Cállate ya.

Josh solo me sonrió. Volvió a mirar la foto hacia abajo, sacudió su


cabeza y entonces apagó el teléfono y lo lanzó sobre la mesa. Se
repantigó en la cabina, su mirada se movió sobre mí.

Internamente me removí.

—¿Qué?

—Veo tres problemas principales.

—Bien, ¿cuáles son?

—¿Segura que quieres saberlos?

Ahora solo estaba torturándome.

—Por supuesto que quiero saberlos —dije, sintiéndome exasperada—.


¿Estaría sentada aquí en medio de la noche contigo si no lo hiciera?

Hizo una mueca y se agarró el pecho con una mano, como si le hubiera
disparado en el corazón. Esos ojos de largas pestañas cerrados
dramáticamente.

—Marie, eso me dolió, profundamente.

Su tono era juguetón, pero tenía la impresión de que realmente había


herido sus sentimientos.
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—Sabías por qué venía aquí —dije—. O me ayudas o vete y déjame sola.

—Te ayudaré, pero tengo condiciones.

—¿Qué clase de condiciones?

—Si quieres encontrar a un vampiro, debes dejarme ayudarte.

—¿No es eso lo que hago?

—No —dijo—. Quiero decir a realmente ayudarte. Trabajas en una


agencia de citas, ¿cierto? Ayudas a los clientes a emparejarse. Golpeó
su pecho con un dedo y mi mirada fue a esa camisa apretada
estirándose por encima de sus hombros—. Soy un experto en mujeres.

—Apostaría a que lo eres —dije secamente.

Josh inclinó su cabeza y me estudió.

—¿No me crees? Creo que mi historial habla por sí solo.

—Oh, dice algo, cierto. Dice que sabes cómo poner el anzuelo, pero…

—¿Poner el anzuelo? —farfulló, riendo.

—… pero no he visto nada que me diga que sabes cómo tener una
relación —continué, ignorando su risa—. Nunca te quedas lo suficiente
para encontrarla. Te gusta la caza, Joshua Russell. Consigues una
chica, sales con ella y entonces la botas.

—Si vamos a comparar pescar con mujeres —dijo suavemente, sus ojos
brillando peligrosamente—, no solo sé cómo lanzar el anzuelo, sino
también recogerlo y atrapar al pez. Si vuelvo a lanzar lo que atrapé, es
porque estoy en busca de una diferente clase de pez.

—¿El que se te escapó? —bromeé.

Él rio y la tensión se fue.

—Algo así.

Hacía sonar su interminable cadena de citas tan… práctica. Dejó de


salir con ellas porque no eran lo que estaba buscando. Eso sonaba muy
razonable. ¿O era solo que estaba cayendo bajo su hechizo? Suspiré.

—Bien. Entonces ¿Cómo puedo atrapar un vampiro?

—Necesitas ser atrapada por un vampiro. Hay una diferencia, y ahí es


donde entro yo. Te ayudaré a embolsarte un vampiro, pero tienes que
tomar mi advertencia seriamente si esto va a funcionar.
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Lo miré incómoda. Era una oferta generosa, y aún así…

—No entiendo. ¿Qué vas a conseguir tú de esto?

—¿Qué tal el conocimiento de que estarás a salvo? —Sus labios se


apretaron, y encontré mi mirada yendo hacia su boca caliente y curva,
enmarcada por la barba incipiente de un día—. Eres humana, y estás
acercándote bastante a todos los vampiros pidiéndoles que salgan
contigo. Esa no es la situación más segura, Marie. Mézclate con el
vampiro equivocado, y podrías estar en problemas.

El peligro no había estado en mi mente, era verdad. No me importan las


consecuencias. Odiaba que me estaba haciendo disminuir la velocidad y
pensar acerca de ellas.

—¿Así que esta es tu cosa de caballero de brillante armadura? ¿Al igual


que lo hiciste con ella? —Usé el pulgar como un gesto hacia Carol en el
otro lado del restaurante, tomando una orden de un camionero—.
¿Santo patrón de las causas perdidas?

—No —dijo bruscamente—. Esto es acerca de mí dándote lo que crees


que quieres. No sé por qué diablos quieres a un vampiro, pero estás
decidida a conseguir uno. Y ya que estás firme en este curso de acción,
yo voy a ayudarte. —Él tomó su taza de café, dándose cuenta de que
estaba vacía, y tomó la mía—. Quiero que veas que realmente no
quieres un vampiro. Ellos no son como en las películas.

—No soy tan superficial —dije rápidamente. Cuando llevó mi taza a sus
labios y puso su boca directamente sobre donde yo había estado
bebiendo, un sonrojo divertido pasó a través de mi cuerpo.

—Muy bien, entonces, tal vez yo soy el superficial. Porque veo que
quieres seguir adelante con un vampiro y creo que tal vez, si yo te
muestro cómo son los vampiros en realidad, vas a cambiar de opinión.
—Esos preciosos ojos se enfocaron en mi rostro, haciendo secarse a mi
boca. Una sonrisa lenta y perezosa empezó a extenderse por su rostro
mientras consumía mi café y dejó la taza—. Tal vez preferirás un puma
en su lugar.

De alguna manera, no creo que se refería a mí saliendo con hombres


más jóvenes.

Tal vez debería haberle dicho la verdad. Pero las palabras se atraparon
en mi garganta mientras él seguía sonriéndome con expectación. La
forma en que se estaba riendo conmigo, coqueteando conmigo…

Estaba tratándome como a una de las chicas con las que salía.
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Y llámame loca, pero me gustaba ser atractiva para él.

—¿Por qué yo? —No pude evitar preguntar.

No era tan linda como Ryder, o coqueta. No era suave y femenina como
Bathsheba. Yo era toda ángulos duros, cabello oscuro y gafas. No me
reía y bromeaba como Sara. Era mordaz y distante. ¿Qué es lo que él
vio en mí que lo hizo quedarse aquí? ¿Qué lo hizo más o menos ofrecer
el rollo de una noche si yo cambiaba de opinión acerca de salir con un
vampiro?

—Porque —dijo lentamente, girando la pequeña taza de café con sus


dedos grandes—, nunca he conocido a nadie tan sola como tú, Marie.
Mantienes a todos alejados de ti con el ceño glacial. Necesitas
descongelarte.

Se inclinó hacia adelante, toda una sonrisa devastadora de nuevo.

—Y estoy bastante seguro de que yo podría hacerte derretir.

***

Nos fuimos del restaurante después de eso, conmigo sintiéndome


increíblemente nerviosa e incapaz de conversar con Josh. A pesar de su
plática, él había pagado mi cena y me acompañó de regreso a la
agencia, después se fue, probablemente para darle a Carol un aventón a
casa.

Trabajé un par de horas más, pretendiendo que todo estaba normal,


cuando Ryder finalmente se escabulló de nuevo en su escritorio, cada
cabello rubio en su lugar, sus ropas pulcras. Ella no dijo nada acerca
de su transformación. Yo tampoco dije nada. Si ella quería hablar de
ello, yo estaba aquí.

Ryder nunca quiso hablar sobre ello, y lo entendía.

Cuando el amanecer se deslizó sobre el horizonte, Bath y Beau entraron


en la oficina. Ambos lucían alertas y felices, mientras que Ryder y yo
estábamos arrastrándonos, como siempre, al final de nuestro turno.
Nos saludaron, después se dirigieron hacia la oficina de Bath, sus
cabezas juntas mientras hablaban. Tan pronto como llegaron a la
oficina, la puerta se cerró y la risa de Bathsheba vibró.

Ryder sonrió, incluso mientras se convertía en un bostezo.

—Es lindo ver gente enamorada, ¿verdad?

Me encogí de hombros:
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—Si eres un romántico empedernido, supongo.

Ella me hizo una mueca.

—Trabajamos en una agencia de citas. Deberíamos ser románticas


empedernidas.

Ella tenía un punto.

Diez minutos después de las ocho —como siempre— Sara entró en la


oficina, con una taza enorme de Starbucks en su mano y su boca
viéndose como si acabara de liarse en el coche. Lo cual probablemente
había hecho.

—Buenos días —dijo alegremente—. Las dos se ven frescas como


lechugas.

—No me hagas gruñirte —bromeó Ryder con otro bostezo.

—Probablemente le gusta eso —le dije con picardía y comencé a apagar


la computadora.

Sara solo sonrió, pasando una mano a lo largo de su cabello rojo hasta
la barbilla.

—¿Consiguieron avanzar en el proyecto de Bath?

—No mucho —admití—. Voy a darle más oportunidad esta noche.

Ella solo hizo un ruido de acuerdo y se dejó caer en su escritorio,


mensajeando en su teléfono con su mano libre. Unos minutos después,
Beau dejó la oficina de Bathsheba y se dirigió hacia afuera. Bath se
dirigió inmediatamente hacia el café, y me di cuenta de que su boca
también parecía recientemente besada.

Sentí una punzada de envidia. Tal vez había una romántica


empedernida en mi interior, después de todo.

Con el turno de día ahora en la oficina, Ryder y yo salimos. Conduje a


casa a mi apartamento pequeño y lancé mis llaves y cartera en la mesa
junto a la puerta. Tomé una ducha, me cambié en pijamas, puse
música relajante, y tomé una taza de té de manzanilla. Estaba
completamente exhausta.

Sin embargo, cuando me metí en la cama y traté de dormir, no pude. Mi


mente siguió corriendo, pensando en Josh. Su mano en la parte baja de
mi espalda. Esa sonrisa perezosa y coqueta que lanzó en mi camino
como si no hubiera sido una cosa peligrosa. Su preocupación y afecto
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por Carol, quien no tiene a nadie que cuide de ella.

Nunca he conocido a nadie tan sola como tú, Marie.

Si lo estaba, era porque podría lastimar a alguien cuando muriera.

Di vueltas por unas horas, queriendo llorar de frustración. Eché un


vistazo hacia la figura de la Virgen María en mi mesita de noche. Había
sido de mi madre antes de que muriera, y de su madre antes de ella.
Toqué la figura. Por favor. Hazme dormir. Haz que todo esto sea un mal
caso de ansiedad.

Pero no podía dormir. Era como si mi cuerpo ya no supiese cómo.

Con el tiempo, me levanté y agarré una caja de rompecabezas. Era eso o


llorar. Encendí la televisión como sonido de fondo y sacudí las piezas en
la mesa. Mi madre había amado los rompecabezas y los había hecho
cuando había sido incapaz de dormir por la noche. Ahora yo estaba
siguiendo los mismos patrones que ella había seguido.

El pensamiento me hizo querer llorar aún más.

***

Giré las manos en mi regazo, mis pies balanceándose nerviosamente


debajo de la mesa de análisis, el papel corredero arrugándose con cada
balanceo de mi pie.

Cuando el médico entró en la habitación, llevaba una mirada


desconcertada:

—¿Volviste tan pronto, Marie? ¿Está todo bien?

—Todo está bien —mentí—. Solo quería hablar sobre mi medicación.

El médico abrió mi historial médica.

—Has perdido dos kilos desde la última vez que viniste.

Me encogí de hombros.

—Solo estoy cuidando mi peso.

Él me miró.

—Estuviste aquí el martes pasado.

—Un virus estomacal. Ahora estoy mejor. No es por eso que estoy aquí,
de todos modos. Quería hablar con usted acerca de las píldoras para
dormir que me prescribió.
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—¿Están provocando un malestar estomacal? —preguntó, cruzando las
manos alrededor de su portapapeles y estudiándome.

—De hecho, quería ver si tenía algo más fuerte. O si está bien duplicar
el medicamento de vez en cuando.

Como todas las noches.

El ceño desconcertado creció:

—Ya te tengo en la dosis más fuerte, Marie.

—Oh, está bien. Solo pensé que lo comprobaría.

Él dejó su portapapeles y se movió a mi lado, sacando su oftalmoscopio


para revisar mis pupilas.

—Te ves cansada. ¿Las píldoras no están funcionando?

—En realidad no —confesé—. ¿Tal vez unas píldoras diferentes? ¿Algo


que todavía no he probado?

—En los últimos meses, has probado todo lo que puedo recomendar. Si
no está ayudando, puede haber otros factores que tenemos que ver.

—Estoy segura de que no es nada. —No quería convertirme en su


proyecto de ciencias o en su conejillo de indias una vez que descubriera
exactamente lo que tenía. Por eso cambiaba constantemente de
médicos—. Es solo que he estado bajo un montón de estrés
últimamente, y estoy trabajando por las noches, así que estoy segura
que eso no está ayudando a las cosas.

Él ignoró mis excusas, revisando mis pupilas y siguiendo


examinándome. Cuando terminó de pinchar, revisar mis oídos, nariz,
garganta, y mi pulso, acarició su mentón, frunciendo el ceño.

—Marie, me gustaría enviarte para algunos análisis.

Mi corazón se hundió:

—Todo lo que realmente quiero son píldoras más fuertes.

—Si las píldoras ahora no están funcionado, una dosis más fuerte no va
a hacer nada por ti. Creo que hay un problema más grande en mano, y
me gustaría hacer algunos análisis de sangre. Hay algunas
enfermedades extrañas que pueden ocasionar insomnio, y me gustaría
descartarlas.

Sí, estaba familiarizada con esas enfermedades. Le di un asentimiento


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tenso.

—Seguro. Lo que usted diga.

—Podemos programarte para que vengas al centro hematológico hoy, si


quieres, y una vez que estén los resultados, podemos discutir a dónde ir
con esto. Una vez más, puede que no sea nada, pero quiero descartar
todos los escenarios posibles así podemos llegar a una cura.

Palmeó mi rodilla.

—Solo tienes que ver a Betty en la recepción al salir y dile que te estoy
enviando al laboratorio por algunos análisis. Voy a actualizar tu
historial médico.

Agarré mi cartera, agradecí al médico, y salí de la habitación. Él se


detuvo para hablar con una enfermera, después se dirigió al pasillo
para ver a otro paciente. Eché un vistazo a la recepción, después me di
la vuelta y salí por la entrada principal.

No iba a ir por más análisis de sangre. Ya sabía lo que estaba mal, y no


quiero a un médico que empuje y me pinche por los próximos seis
meses en un intento por encontrar una cura, cuando la única que
conocía involucraba colmillos y mordida de cuello.

Aun así… mi estómago se anudó, saqué mi tarjeta del médico de la


Alianza y marqué el número.

—Clínica Familiar Pequeño Paraíso —anunció una mujer—. ¿Cómo


puedo ayudarle?

—Necesito ver al médico. Hoy, si es posible —le dije—. Estoy teniendo


un problema para dormir y quería ver si podía recomendarme algo.

Ella escribió por un momento, después se detuvo.

—El médico tiene una vacante hoy a las cuatro.

—A las cuatro suena genial. Gracias.


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Capítulo 6
Traducido por flochi, aniiuus, Becca Herondale, Verae,

magdys83, Crazy_mofos168 y Jessy

Corregido por Mari NC

—T
e ves horrible —me dijo Sara con franqueza en cuanto
entré a la oficina el sábado por la noche.

La oficina cerraba solamente los domingos, y Ryder y yo


nos alternábamos en los turnos nocturnos de los sábados. No era tan
malo, ya que se trataba solamente de medio turno hasta la medianoche.

—Gracias —murmuré sin tener siquiera la energía para un comentario


sarcástico. En los últimos tres días, probablemente había conseguido
media hora de sueño. Mis repetidas siestas y píldoras para dormir solo
habían empeorado las cosas. Existía en un estupor medio despierta, y
todo mi cuerpo se sentía como si hubiese sido atropellado por un
camión. Sin embargo, estas eran apenas las primeras etapas de la
enfermedad. Empeoraría mucho más de aquí en adelante.

—Seguro, ¿te encuentras bien? —preguntó ella, acercándose a mi


escritorio, pareciendo preocupada—. ¿Está pasando algo?

—Solo no he dormido bien —le dije. La subestimación del siglo.

—¿Algo te está molestando? ¿Se trata de dinero? —Se mordió el labio,


abiertamente preocupada por mí—. ¿Problemas familiares? No trato de
fisgonear, de verdad. Solo quiero ayudarte. Parece como si estuvieras
atravesando un mal momento.

Le di una sonrisa cansada.

—Estoy bien. De verdad. Solo necesito cafeína y estaré bien.

Se estiró y me apretó la mano.

—Estoy aquí si quieres hablar.

—Gracias, Sara, lo aprecio. —Pero no puedo decirte nada, porque le


dirías a tu hermana.
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La campana tintineó y una sombra se cernió en la puerta de la agencia,
tapando la luz del sol: la enorme figura de Ramsey Bjorn, residente
hombre-oso, un hombre monstruoso frunciendo el ceño, y el compañero
de la diminuta Sara.

Ella le dio a mi mano otro apretón reconfortante, luego se acercó


corriendo a él, arrojándose en sus brazos.

—Hola, Osito Abrazable —dijo—. ¿Me extrañaste?

—Sí —dijo bruscamente.

Ella le dio un beso entusiasta en respuesta y le susurró algo al oído que


hizo al hombre ruborizarse. Cuando él me atrapó mirando, frunció el
ceño en mi dirección.

Encendí apresuradamente mi computadora.

—Nos vamos —me dijo Sara, deslizándose hacia abajo de los brazos de
Ramsey—. Es noche de Xbox en nuestra casa, así que si me necesitas,
deja que siga sonando. Eventualmente lo escucharemos por encima del
ruido.

—Lo haré —dije—. Entonces, ¿todos los Russells están allí cuando
juegan?

Porque cierto Joshua Russell no había aparecido en dos días luego de


prometer ayudarme con mi situación vampira, y me estaba quedando
sin tiempo.

—Todos —dijo alegremente—. Te invitaría, pero…

—Trabajo, lo sé. —No estaba para nada interesada en los videojuegos de


todas maneras.

Ella sonrió.

—¿Tal vez la próxima semana, cuando sea el turno de Ryder de hacer el


turno nocturno?

—Quizá —acordé. Si Josh seguía evitándome, lo perseguiría.

Se marcharon, la gran mano de Ramsey apoyada en la nuca de Sara y


el brazo de ella envuelto alrededor de su cintura. Los observé irse,
preguntándome cómo funcionaba eso para ellos; Ramsey era muy
enorme y fuerte, y Sara era pequeña y frágil.

Me sonrojé ante la imagen mental. No es asunto mío.


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Me sumergí en el trabajo, sacando las pilas de carpetas de clientes
inactivos. Le daría a Josh dos días más, y entonces iba a volver a
perseguir vampiros con la esperanza de que quisieran salir conmigo.

En este momento, veo tres cosas que son el problema.

Eso me molestó más que nada. Quería saber qué eran esas tres cosas
para poder arreglarlas y seguir a la siguiente fase de mi plan.

Llamé a los clientes por horas, dejando correos de voz cuando no


estaban disponibles. Los correos de voz eran complicados. Tenía que
asegurarme de no revelar información; sin menciones de paranormales
o cambiadores, y ciertamente nada de vampiros. Nada que pudiera ser
usado en contra de alguien. Mi mensaje fue aburrido. Hola, soy Marie
de Midnight Liaisons. Si actualmente no estás saliendo con alguien, nos
encantaría concertarte una cita con la persona correcta. Regrésame la
llamada y hablaremos sobre actualizar tu perfil.

Entonces les daba el día y la hora. Era una hora tarde para la mayoría
de los humanos, pero los cambiadores, vampiros e incluso fae salían
durante toda la noche, y una llamada tan tarde no les resultaría tan
raro. Por esa razón la agencia tenía un turno nocturno, después de
todo.

Cuando iba por el tercero a través de la pila, la campana tintineó. Miré


el reloj. Once y treinta. Miré por encima del monitor, buscando un
rostro.

Una gran taza de café apareció por un costado del monitor, tendida por
una gran mano. Josh se adelantó un paso.

—Te hubiera comprado flores, pero dijiste que eras alérgica.

Miré la taza, luego a él, luego regresé a la computadora.

—Estoy ocupada.

—Acabas con el trabajo en media hora, ¿cierto?

—Sí, y entonces iré a casa.

Ignoró mi tono violento y se sentó frente a mí.

—El café no es un gran regalo de disculpas, lo sé. La siguiente vez te


traeré chocolates.

Tenía mi atención ahora.

—¿Regalo de disculpas?
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Bajó la taza sobre mi escritorio.

—¿Recuerdas que dije que todos mis clientes eran completamente


paranoicos? Bueno, uno era paranoico por una buena razón. Alguien
intentó matarlo. Los detuve, y no he abandonado su lado por dos días.
Contrató un segundo turno, lo cual finalmente me dio algo de tiempo
libre.

Noté el rasguño irregular que recorría su brazo bronceado, luego noté


uno similar recorriendo una mejilla y bajando por su oreja. Tenía
círculos debajo de los ojos, también. Empujé el café hacia él.

—Tómalo. Te ves cansado.

Me dio una lenta y sensual sonrisa que me hizo pensar que estábamos
compartiendo un momento. Una que mandó escalofríos por mi espalda.
Inclinó la cabeza sobre la taza como si le hubiese dado un regalo, luego
la llevó a sus labios y bebió.

Súbitamente pensé en ese momento en la cafetería cuando


deliberadamente él había dado vuelta a la taza y puesto su boca en el
lugar exacto del que había bebido yo. El calor se arrastró por mi vientre,
y aparté la vista antes de que pudiera notar mi sonrojo. Mi rostro se
sentía caliente con… ¿vergüenza? ¿Conciencia?

—Hay cosas tales como teléfonos y correo de voz —le recordé—. Y


mensajes de texto.

—Ahora suenas como mi última novia —bromea.

Levanté una ceja.

—Era solo una broma. Lo siento. La próxima vez llamaré cuando todo el
infierno se desate. Si quieres seguir con nuestro plan de vampiros,
podemos empezar esta noche.

Me animé ante eso, más que lista para que las cosas empezaran a
moverse.

—Estoy lista cuando quieras. Dilo.

—Bien. Iremos a tu casa luego de que salgas del trabajo.

—Uh uh.

Bajó la taza y levantó las manos en el aire.

—Solo vamos a revisar tu guardarropa. Muy inocente.


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—No creo que tengas ni un solo hueso inocente en tu cuerpo —le dije.

Sonrió.

—Podrías tener razón.

***

—¿No hay Xbox para ti esta noche? —le pregunté a la vez que salía de
mi auto en el estacionamiento de mi complejo de apartamentos. Josh
me había seguido hasta aquí y estaba saliendo de su vehículo al mismo
tiempo que dejaba el mío—. Pensé que era una tradición.

—Lo es —dijo, tomando las escaleras detrás de mí—. Pero tengo otros
planes esta noche.

Y esos otros planes obviamente me incluían. No estaba segura de si


estaba halagada o preocupada. Probablemente ambas. Destrabé la
puerta delantera y puse las llaves en la mesita junto a la puerta, luego
encendí la luz.

—Entra.

Me moví a un lado cuando entró, mirando su reacción. Si estaba


esperando que yo tuviera animales de peluche y tejidos, iba a
decepcionarse. Tenía una gran TV pantalla plana en la pared trasera,
elegantes lámparas de pie, y un sendero iluminado. Un pequeño sofá
blanco y una mesa baja en la sala. Mi cocina siempre estaba limpia, mis
pisos impecables. La única concesión al desastre eran las pequeñas
piezas de un rompecabezas dispuestas en la mesa del comedor, pero
incluso estas estaban ordenadamente apiladas. Sabía que mi baño
estaba limpio, el mármol reluciente, y mi habitación se encontraba
pulcra, la cama hecha.

Cuando uno no dormía, tenía tiempo de sobra para hacer la limpieza.

—Lindo lugar —dijo, echándome un vistazo cuando cerré la puerta—.


No es lo que esperaba. Pensé que serías una desordenada. Ya sabes,
tan reservada en el exterior y una mujer salvaje en el interior. Suele
suceder eso.

¿A eso se debía su interés por mí? Recibió una gran decepción,


entonces.

—Entonces, ¿querías revisar mi guardarropa? —Me moví en dirección a


mi habitación y fui dentro.
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Me siguió de cerca y se quedó a un lado, examinando mi habitación con
una sonrisa conocedora. La mirada de Josh pasó por encima de mi
biblioteca (con polvo), mi prolija cama queen size (hecha) con
almohadones perfectamente arreglados, y la organizada pila de revistas
en la mesita de noche.

—¿Cama hecha, también? Hombre. Eres única.

Se sentó en la cama y se acostó, entrelazando los dedos detrás de su


cabeza y recostándose en medio de mis cojines. Esa sonrisa casual y
confiada estaba en su rostro, y me enervó verlo relajarse. En mi cama.

Como si perteneciera allí.

—Siéntete como en tu casa —dije.

Me guiñó un ojo y acomodó una de las almohadas detrás de su cabeza.

—Este es un punto de vista privilegiado.

—¿De vista? ¿Esperas que modele para ti?

Se encogió de hombros.

—¿Cómo esperas que te diga si te ves suave o no? Vamos por lo suave,
sexy y sensual. Con los vampiros necesitas verte frágil e indefensa, no
fuerte e independiente.

—Frágil… e… indefensa… —repetí lentamente, un poco asombrada.

¿Fuerte e independiente? ¿Así es como me veía él?

—Son depredadores. Las mujeres son sus presas. Si estuvieras a la


caza de una mujer, ¿te gustaría una distante y ceñuda o una agradable,
suave y dulce?

Y supuse que yo era una ceñuda y distante. Suspiré y me dirigí a mi


vestidor, encendiendo la luz y echando un vistazo a mis cosas bien
ordenadas.

—No tengo mucho fondo de armario.

—Esto está bien. Muéstrame tu traje para citas más sexy —dijo desde
la cama.

No tenía un traje sexy para ir a una cita. Miré la ropa y mordí mi labio,
pensando. Entonces me puse un suéter de una percha emparejándolo
con una falda oscura y salí del armario sujetándolo frente a mí.
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—Pruébatelo —dijo.

Entrecerré los ojos.

—No mientras estés acostado en la cama.

—Seré un perfecto caballero —me dijo con una sonrisa pícara que era
cualquier cosa menos caballerosa. Se ajustó la gorra de béisbol,
inclinando la visera un poco hacia atrás antes de ladear la cabeza hacia
un lado—. Si no confías en que no miraré, puedes cerrar la puerta del
armario. No voy a levantarme. No cuando estoy tan cómodo aquí.

Dudé un momento más. ¿De verdad quiero cambiarme delante de


Joshua Russell de entre todas las personas?

Pero… necesitaba un vampiro. Y una pequeña, irritante parte de mí


quería impresionarlo, para demostrarle que también podía ser atractiva.
Así que entré en el armario y me quité la ropa. Entonces me puse el
suéter y la falda y salí.

—¿Qué tal este?

Se sentó en la cama.

Por un momento el corazón se me aceleró. ¿Estaba él… satisfecho con


mi apariencia?

—Eso es terrible —dijo él.

Fruncí el ceño.

Josh bajó de la cama y se movió a mi lado, examinándome.

—¿Dónde están los tacones?

—Yo no tengo tacones altos.

Él lució sorprendido.

—¿Cómo puedes esperar atrapar a un hombre sin unos jodidos zapatos


de tacón? Úsalos y él automáticamente se los estará imaginando
clavados en su espalda. Confía en mí en esto.

—Tú eres algo más, ¿lo sabes?

—Quizá sea algo más, pero soy algo que tiene una gran cantidad de
citas. —señaló—. Mañana, compra unos zapatos. De tacón alto. Piensa
sexy. —Él me dio una vuelta para una completa vista de mi atuendo—.
Esto está todo mal, Marie.
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—¿Qué pasa con mi ropa? —le pregunté por curiosidad.

—Nada, si estás intentando conseguir un trabajo como secretaria de la


iglesia. Necesitamos sensualidad, ¿recuerdas? Piensa sexy, libre y
salvaje. —Él me estudió por un momento, luego metió la mano y tiró de
un mechón de mi cabello rizado y oscuro, arrastrándolo hasta rozar mi
nuca—. Como sueles llevarlo.

Me aparté sintiéndome un poco cohibida y nerviosa. ¿Él pensaba que


mi cabello era sexy y salvaje?

—¿Cuándo llevo mi pelo así?

—Cuando estás trabajando.

Pensé por un momento. A veces retorcía mi cabello y empujaba un lápiz


a través de él mientras estaba trabajando. ¿Pensaba que era sexy? Más
raro aún, ¿recordaba que lo hacía?

Josh pasó junto a mí y comenzó a rastrillar a través de las perchas.

Me coloqué tras él, acariciando mi pelo pensativamente.

Eventualmente sacó un suéter que odiaba, las etiquetas todavía


colgaban de la manga. Era una larga túnica azul marino con un
cinturón ancho. Se suponía que debía llevarlo con leggins y un gran
collar. El problema era que no tenía leggins. Él quitó el cinturón del
suéter y me lo ofreció.

—Toma, ponte esto.

—Iba a devolver ese…

Tiró de las etiquetas y lo dejó caer en mis manos.

—Póntelo.

—No puedo llevar eso —le dije—. No me di cuenta cunado lo compré


que llevaba un hombro al descubierto y no tengo sujetador sin tirante.

Los ojos de Josh brillaron intensamente, y por un momento se vio como


el gato que era.

—Llévalo sin sujetador.

—No tengo leggins para ir con este.

—No necesitas leggins. Llévalo como un vestido.


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Suspiré y se la quité para llevarla al armario y probármela. Me quité el
otro atuendo y entonces dudé. Ir sin sujetador delante de un gran y
delicioso hombre de repente me parecía como una gran cosa, y recordé
como sus ojos brillaron ante la idea. Mi piel se erizó en consciencia,
sabía que estaba fuera del armario, esperando a que emergiera con mis
pechos sueltos y mis piernas desnudas.

Sexy y salvaje como normalmente lo llevas. Y entonces él había tocado


mi cabello.

Un rubor comenzó a cubrir mi cuerpo y tuve que luchar contra él,


forzando a mi respiración a calmarse. Estaba fatigada porque había un
hombre en mi habitación, nada más. Josh solo quería ayudarme a
encontrar un vampiro para citarme con él.

Quité mi sujetador y puse el suéter oscuro por encima de mi cabeza,


notando que parecía aferrarse a mis curvas, ya que se deslizó sobre mí.
El escote abierto era asimétrico y colgaba sobre un hombro,
exponiéndolo al igual que una extensión de mi cuello. Inteligente. Ya
sabía antes de salir del armario que esta era una buena idea.

Cuando salí del armario sus ojos tenían ese brillo felino de nuevo que
me hizo querer temblar. Él me dio otra mirada larga y arrolladora que
hizo que mi piel picara.

—Mucho mejor —dijo con la voz ronca.

Mi piel se erizó en respuesta y sentí a mis pezones endurecerse. Crucé


los brazos sobre el pecho, esperando que no se diera cuenta.

No lo hizo. Estaba demasiado ocupado paseando a mí alrededor, y me


daba la sensación que estaba abrazando su lado depredador. ¿Había
yo… sacado eso de él?

Detrás de mí, Josh se inclinó y me puse rígida. Pensé que iba a olerme,
por extraño que pareciera. Pero solo tomó un mechón de mi cabello
grueso y rizado.

—Arriba —dijo en voz baja—. Es magnífico hacia arriba. ¿Tienes un


clip?

—En la mesita de noche —le dije, aturdida ante el cumplido hacia mi


cabello.

Dos segundos más tarde, tenía la pinza en su mano y estaba


empujando mi cabello hacia la parte de atrás de mi cabeza atándolo.
Casi podía sentir su aliento en mi cuello y me estremecí.
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—Tienes un gran cuello para vampiros —dijo en voz baja y pasó un
dedo por la parte de atrás de mi cuello—. Agradable, largo y blanco.

—Vaya, gracias —le dije, deseando que mi cuerpo no temblara. Él era


increíblemente consciente de mi apariencia, y yo estaba demasiado
consciente de su presencia, lo que me gustaba demasiado. Su atención
hizo que mi estómago aleteara—. ¿Pasé el examen?

—No estoy seguro —dijo después de un largo rato y me miro por encima
de mi hombro desnudo. Se frotó la mandíbula pensativamente y luego
miró mi trasero—. ¿Estás usando bragas de abuela?

Di un grito ahogado.

—¡No se le pregunta a una chica sobre sus bragas!

—Bragas de abuelita —dijo—. Son tóxicas para la atracción sexual.


Tanto para ti como para él. Si tienes un tanga, úsala. Hará que te
mueves sensualmente y te hacen más consciente de lo que llevas debajo
y cómo se siente. Ve por algo sexy en el tejido —dijo. Y mis pezones se
fueron apretando con su voz ronca, su tono sexual.

—¿Tela sexy? —repetí, casi hipnotizada con el sonido de su voz. Era


algo como lo que diría un amante.

—Mmm —dijo de acuerdo—. Algo que vaya a provocar cosquillas en tu


piel. Encaje… satén… algo así. ¿Sabes por qué?

—No —dije en voz baja, mis pechos adoloridos y apretados—. ¿Por qué?

Él golpeó mi culo.

—¡Culona!

Tabarnak. Yo iba a matarlo con mis propias manos. Lo empujé.

—Eres un idiota. ¡Fuera de mi habitación!

Él sonrió. Todo encanto juvenil de nuevo.

—No hasta que te comprometas a usar esto en la próxima cita. Sin


sujetador. Tienes unos poderosos y bonitos pechos.

Agarré el cuello de mi suéter.

—Fuera.

—Promételo.
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—Está bien —dije—. Lo prometo. Ahora vete para que pueda cambiarme
de nuevo.

Lo hizo. Sonriéndome todo el tiempo.

Cuando salí unos minutos más tarde, mi cabello estaba suelto de


nuevo, y estaba llevando el más feo de mis pijamas. Y un sujetador.
Enviar un mensaje claro me parecía buena idea.

Josh no dijo nada, pero su ceja subió y esa sonrisa curvó su boca de
nuevo.

—Bonito pijama.

—Gracias —dije con frialdad.

No dijo nada más sobre el asunto y luego se inclinó sobre la mesa del
comedor y casualmente volvió una pieza del rompecabezas, tratando de
encajarla en las otras piezas encajadas juntas en medio de la mesa.

—Veo que estás haciendo un rompecabezas. Este es uno difícil.

—Me gustan mucho.

Él me miró y me dio una sonrisa de complicidad.

Suspiré.

—¿Todo lo que haces son insinuaciones?

—Sí —dijo con firmeza—. Es más divertido de esa manera. Entonces,


¿Por qué rompecabezas?

—Los hago cuando no puedo dormir. —Me puse con uno de cinco mil
piezas anoche y casi estaba terminado.

—¿Haces muchos?

Pensé en mi armario lleno de cajas de rompecabezas completados.

—De vez en cuando. Así que ¿querías algo más o solo estás
atormentándome?

Josh negó con la cabeza.

—No es tormento mi bella Marie. Es asistencia. Tú estás equivocada. No


pienses en ello como un sufrimiento. Piensa en mí como tu sherpa de la
sexualidad.
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¿Eso me hacía ser el Monte Everest? ¿Algunos picos inalcanzables que
tenía la necesidad de trepar?

Ahora yo estaba haciendo insinuaciones. Me obligué a concentrarme.

—¿Y ahora, qué, oh sherpa?

Su rostro se iluminó con entusiasmo.

—Ahora iremos a través de la base de datos y te daré la suciedad sobre


todos los vampiros.

Oooh, ¡ahora estábamos consiguiendo las cosas buenas! Agarré mi


laptop del escritorio y fui hacia el sofá, poniendo la laptop en la mesa
del centro.

Josh se deslizó en el sofá a mi lado, su muslo rozándose con el mío. ¿A


propósito? De cualquier forma, estaba muy consciente de eso, incluso si
él no lo estaba. Tal vez él era totalmente despreocupado con su espacio
personal, demasiado, y yo no estaba acostumbrada a eso.

O solo pensó que yo era una fruncida y huraña, y todo está en mi


cabeza.

Inicié el sitio web de Midnight Liaisons.

***

Dos horas después, nos redujimos solo a pocas opciones. Habíamos


hecho tarjetas de cada uno de los vampiros disponibles en la base de
datos y las organizamos en la mesa para tener un mejor vistazo. Luego,
uno por uno, Josh había recogido las tarjetas de la mesa, reduciendo
mis opciones.

Este fue cruel con su última novia. Este era un poco mujeriego. Este
recién fue cambiado y no se interesaría en humanos. Este perdió a su
compañero de sangre hace unos pocos años y probablemente no estará
buscando una relación seria.

Mientras Josh marcaba las razones del por qué serían malas elecciones
y me entregaba las tarjetas, guardé algunas. El mujeriego. El viudo.
Ambos sonaban como prospectos probables para mí.

—Este no es una buena idea —dijo Josh, tomando otra tarjeta de la


mesa y entregándomela—. Es un pervertido. Hombres y mujeres juntos,
y él solo mira.

Tomé la carta con el ceño fruncido.


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—¿Cómo sabes eso?

—Una vez tuve una invitación.

Elevé mis cejas hacia él.

—No fui. No estoy dentro de ese tipo de cosas. Soy el tipo de chico de
una-mujer-a-la-vez. —Se inclinó como si confesara un secreto—. Me
gusta dedicar toda mi atención a una mujer. Hacerla sentir sexy.
Necesitada. Tocar su cuerpo y darle atención a cada terminación
nerviosa. Hacerla sentir que es la única cosa en el universo en ese
momento.

Mi respiración se atoró en mi garganta.

Su mirada se deslizó a mi boca antes de que mirara a otro lado de


nuevo.

—No puedo hacer eso en un grupo.

—Supongo que no —dije débilmente. La habitación de seguro se sentía


terriblemente caliente. Distraída, puse la tarjeta al final de la pila que
estaba sosteniendo.

Miró, luego se acercó y me arrebató las dos tarjetas que había


reservado.

—¿Qué es esto?

—Nada —dije a la defensiva, alcanzándolas—. Devuélvemelas.

Él miró la primera tarjeta, luego hacia mí.

—¿Quieres salir con el Don Juancolmilludo? ¿En serio?

—Si él no es exigente sobre sus citas, tengo mayores probabilidades de


conseguir que salga conmigo.

—Marie, pensé que estabas buscando a un tipo con colmillos. Esto lo


hace parecer como que estás buscando a cualquier tipo. —Me dio una
mirada extraña—. ¿Hay algo que no estás diciéndome?

—No —dije y me estiré de nuevo por la tarjeta.

La sostuvo sobre su cabeza, fuera de mi alcance.

Cómo si eso me detuviera. Me trepé en su regazo y arranqué la tarjeta


de su mano, luego le disparé una mirada triunfante.
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De repente su brazo fue alrededor de mi cintura, fijándome contra él. Mi
rostro estaba apartado solo una pulgada del suyo, y su mirada estaba
enfocada en mí, sus ojos eran intensos. Me torné muy consciente de
que mis pechos estaban presionados hacia su mejilla, y mis piernas
estaban extendidas en las suyas. Era demasiado… íntimo.

—Si hubiera sabido que eso era todo lo que tomaría para que treparas
sobre mí, Marie —dijo en una voz ronca—. Hubiera hecho eso hace
horas.

Las palabras eran juguetonas, pero permanecí congelada por el suave,


seductor tono en su voz. Su mirada sostuvo la mía anclada, y me di
cuenta de cuán hermosos eran sus ojos, cuán largas eran sus pestañas.
Pensé en antes, con él detrás de mí, su mano anudada en mi cabello,
sus ojos de gato brillando.

Y de repente no quería moverme.

—¿Cuán buena eres besando? —me preguntó Josh, su mirada bajando


hacia mi boca.

—¿Besando? —repetí.

—Los vampiros tienen una fijación oral —dijo, su mano acariciando mi


espalda en un movimiento que hizo a mi cuerpo entero estremecerse en
respuesta—. ¿Necesitas repasar tus besos?

No había besado a nadie en más de diez años.

—Yo… no lo sé —admití—. ¿Te estás… ofreciendo?

—Podemos besarnos y te diré cómo lo estás haciendo, si quieres. —


Aquella mano continuaba acariciando mi espalda, drogándome casi de
una manera hipnótica. Su voz era baja y suave como si estuviera
asustado que fuera a huir, y su mirada brillaba de dorado-verde,
reflejándose como la de un gato—. Puedo mostrarte unas pocas
técnicas. Puedes conseguir estar cómoda con la idea de besar a alguien
con colmillos en su boca. Ver qué se siente probarlos.

Mi mirada cayó a su boca, imaginando sus labios en los míos. Mi pulso


latió despacio, la conciencia cosquilleó a través de mí. Él quería
besarme y solo usaba esto como un pretexto. Aún… no parecía una
mala idea.

Quizás estaba loca.


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O tal vez realmente solo quería besarlo. Quizás esa mano en mi espalda
estaba conduciéndome a la locura, esa baja, calmante voz, suavizando
todas mis inhibiciones.

Y si él estaba en lo correcto de que a los vampiros les gustaba besar,


necesitaba repasar.

—De acuerdo —dije, de repente sintiéndome tímida. Cerré mis ojos y


esperé.

Josh retumbó en una risa, y la sentí a través de todo mi pecho. Su otra


mano se escabulló hacia mi nuca.

—¿No quieres ver mi técnica?

Oh. Ups. Abrí mis ojos justo mientras su boca rozaba suavemente la
mía.

Todos los pensamientos racionales se desvanecieron. Lo miré,


estupefacta, mientras cerraba sus ojos y sus labios jugaban sobre los
míos. Oh, eso era… erótico. Jadeé contra su boca, sintiendo el deseo
surgir a través de mi cuerpo. Miré, fascinada, como inclinaba su boca
ligeramente contra la mía y su lengua golpeaba entre mis labios,
demandando su entrada.

Y luego mis ojos se cerraron y caí dentro del beso, envuelta en la


sensación de sus suaves labios contra los míos, el duro roce de su
barba contra mi mejilla, el calor, el empuje sólido de su lengua que se
movía en un lento, delicioso ritmo que hacía a mi pulso palpitar. Su
lengua se deslizó contra la mía, alentando y frotándose, antes de
acariciar profundamente otra vez. Posesivo y dulce y travieso todo a la
vez. Como si él tuviera todo el tiempo del mundo para besarme.

Su mano se deslizó hacia mi trasero y me jaló más contra él.

Me quejé y empujé su pecho, sin estar segura de a dónde mirar. A


cualquier lado excepto a él. Retiré su mano de mi trasero y la deslicé en
el sofá.

—Gracias, supongo —dije suavemente. Mi boca se sentía hinchada y


resbaladiza.

—Tienes razón —dijo—. Tu técnica necesita algo de trabajo.

Lo miré boquiabierta.

—¡No puedo creer que simplemente dijeras eso!


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Un atisbo de una sonrisa burlona jugueteó en su boca y mi mirada se
congeló allí, fascinada por sus labios. Sentí la absurda urgencia de
inclinarme y lamerlos.

—Probablemente deberíamos practicar más, hasta que te sientas


cómoda con ello —dijeron sus magníficos labios.

Entonces comprendí en realidad qué estaba diciendo, y agarré una


almohada y lo golpeé con ella.

—¡Solo hiciste eso para besarme!

—Oye —dijo, levantando sus manos para protegerse de mi golpe, con


una sonrisa en su rostro—. Tú eres la que se arrastró a mi regazo.

—Buenas noches —dije enfáticamente.

—Te conviene —dijo levantándose del sofá. En la puerta, se volteó para


enfrentarme—. Solo llámame si me necesitas. Estoy fuera por los
próximos cuatro días, luego estaré por los próximos ocho. Podemos
trabajar en prepararte para tu primera cita con el vampiro, si quieres. Y
podemos practicar más.

Cerré la puerta en su cara.

Y luego me apoyé en esta, ignorando su risa desde el otro lado, y toqué


mi boca con dedos sorprendidos. Ese beso…

Si pudiera haberme quedado dormida, habría soñado con un beso como


ese. Pensar que vino de él, el hombre quien se suponía debía ayudarme
a prepararme para enganchar a un vampiro. El hombre que
repetidamente se había ofrecido para una aventura de una noche. Sin
compromisos, porque los compromisos no estaba permitidos entre
humanos y la Alianza. Me burlé de la oferta todo el tiempo. Dormir con
Josh ¿solo por el puro placer de ello?

Antes de ese beso. Nunca me habría entretenido con el pensamiento.

Pero ahora eso era todo en lo que podía pensar. Una noche. En los
brazos de Josh. Besándonos. Haciendo el amor.

Parte de mí se preguntaba si debería aprovechar la oportunidad


mientras pudiera.

***

Seguía pensando acerca de ese beso cuando fui a trabajar el lunes en la


noche. Tal vez, ¿podía conseguir que Josh me cambiara?
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Beau estaría furioso, pero no podría permanecer enojado con su
hermano, y a Josh parecía gustarle pasar tiempo conmigo. No tenía que
casarse conmigo, después de todo; solo cambiarme. Lo suficiente para
darme una segunda oportunidad en la vida.

—Malas noticias —dijo Sara mientras entraba a la oficina. Su rostro se


veía estirado e infeliz.

Mi corazón se apretó.

—¿Qué tipo de malas noticias?

—¿Recuerdas al hombre-tigre que cambió a la chica humana? Eso solo


empeoró.

—¿Qué pasó?

—Johnny decidió que no estaba enamorado después de todo. La botó.


Demasiado para el verdadero amor ¿eh?

Mi mandíbula cayó.

—¿Terminaron?

—Oh, se pone aún peor —dijo Sara amargamente—. Ella quería irse y
volver a casa. Naturalmente, el clan no se lo permitió. Uno de los
hombres lo desafió por ella. Comenzaron una pelea, y lo siguiente que
supimos, es que ambos hombres están hospitalizados y todo el clan
tigre está furioso. Los otros clanes están volviéndose locos, la chica se
está volviendo loca, y Johnny solo quiere huir. Vic está a punto de sacar
su mierda. Los otros clanes están completa y llanamente negándose a
tener nada que ver con la Alianza hasta que los dos sean exiliados y
pongan el ejemplo. Beau debe estarlos poniéndolos en un avión a
Groenlandia esta mañana.

—¿Groenlandia? —Me senté pesadamente.

—Sí —dijo con tristeza—. En algún pueblo justo al sur de la línea del
Círculo Polar Ártico, hasta que las cosas sean subsanadas. Sin
embargo, no sé qué cosas. La gente está realmente furiosa. —Limpió
una lágrima con su dedo debajo de su ojo y me di cuenta de que estaba
llorando—. Pobre chica.

No dije nada. Sabía que Sara se había convertido en contra de su


voluntad, y que había trabajado con ello… eventualmente. Al parecer,
había tenido un tiempo muy estresante durante años y años. Y la
manada de lobos era culpable de mucho de eso.
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Mis pensamientos fueron automáticamente al lado lobuno de Sara. Tal
vez podría encontrar un lobo para convertirme…

Y luego pensé en el predicamento de Sara y sopesé la idea. Una manada


de lobos no iba a convertirme y luego a dejarme ir. Podían reclamarme y
de las historias que Ryder me había contado, a varios de ellos les
gustaba hacerlo a la vez. No, gracias.

—Todo el mundo va a estar loco por todos los cambios —dijo con
tristeza—. Primero mi llegada como mujer-lobo-convertida, consiguió
sacarlos de quicio, y ahora esta chica que se convirtió en gato. Lo siento
por el siguiente tipo que intente convertir a una chica, porque va a tener
una muchedumbre linchándolo después.

Tragué saliva, pensando en el beso de Josh.

—¿Qué quieres decir?

—Si un ser humano respira demasiado en dirección hacia un


sobrenatural ahora, cada alfa soltero en el estado de Texas va a
enloquecer y vendrá por él. Nadie quiere ser la gota que derrame el
vaso. —Sara negó con la cabeza—. Algunos super me dan miradas
sucias en las reuniones. Solo puedo imaginar lo que esa pobre chica
tigre debe estar atravesando. No me sorprendería que la próxima
persona que convierta a un humano vaya a terminar como una mancha
en el pavimento.

¿Mancha en el pavimento? Pensé en los risueños ojos de Josh. Esas


largas pestañas. Esa sonrisa cálida.

Supongo que regresaba a los vampiros.

Suspiro.

***

Estábamos sentados en mi sofá, repasando algunas de las notas sobre


los vampiros antes de mi próxima cita, cuando Josh me miró.

—Debemos poner en práctica tus besos de nuevo.

—¿Disculpa?

—Tus besos —enunció Josh, como si hubiera estado sorda y no solo


sorprendida por sus palabras—. Te dije que necesitabas trabajarlos y
pediste ayuda, ¿recuerdas?
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Le di una mirada cautelosa. Si hubiera sido cualquier otra persona,
habría pensado que estaba haciéndolo para hacerme enojar. Me estaba
dando de comer la línea más cursi del mundo porque quería besarme y
pensaba que sería una manera fácil de conseguir lo que quería.

Salvo que se trataba de Josh Russell quien se estaba ofreciendo. El


playboy de la Alianza Paranormal. Un hombre capaz de conseguir a
cualquier mujer que quisiera, y lo hacía, con bastante frecuencia. No
tenía necesidad de jugar jueguitos coquetos con alguien como yo.

Así que tenía que ser de fiar.

Clavé mis uñas en las palmas de mis manos para luchar contra el rubor
que amenazó con revelar cuán inestable estaba por su oferta. Cuando
nos habíamos besado antes, me había sacudido hasta mi centro y me
había hecho desear cosas que no se suponía que deseara. Las cosas que
no eran parte de mis planes de acero.

Pero ahora todo mi cuerpo se tensaba con lo mucho que quería eso.
Nerviosa, me deslicé un poco más cerca de él en el sofá.

—¿Realmente crees que es necesario practicar?

—Absolutamente. —Su mirada era totalmente segura y relajada—. Por


un lado, creo que deberías trabajar en tus expresiones.

—¿Qué pasa con ellas?

—Los vampiros son depredadores, ¿cierto? Así que hay que pensar
como una presa. La última vez que te besé, tu reacción no fue muy
agradable para el ego masculino.

—Podría ser porque te estaba besando —dije, con mi tono ligero


tomando el bocado de mis palabras.

—Ouch. Estoy herido, Marie. —Se llevó una mano a su pecho


simulando la herida, luego se trasladó una fracción más cerca de mí—.
Lo digo en serio. Después de que un chico te besa, todo tiene que estar
suave y dulce en sus brazos. Pensará que te ha convertido en un
montón de papilla, y vas a complacer a su ego. Especialmente el de un
vampiro, ya que parece que lo tienen más grande que la mayoría.
Acarícialo un poco y estarás bastante cómoda.

Mi boca se curvó con diversión ante la idea de fingir ser suave después
de que alguien me diera un beso. Exactamente ¿cómo uno pretendes
ser suave? ¿Imaginaba malvaviscos y relajaba mi postura? ¿Hacía con
mis labios alguna mueca sexy con cara de pato? ¿Qué?
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Mientras contemplaba esto, Josh movió sus manos en mis caderas y me
jaló hacia adelante. De repente me había empujado contra su cuerpo
grande. Mis manos estuvieron automáticamente a la defensiva, y
terminé poniendo mis manos en su pecho. Su agradable pecho firme.

Resistí el impulso a flexionar los dedos contra él.

El rostro de Josh se acercó más al mío, y podía oler su aliento, de


menta y dulce. Inclinó su cabeza ligeramente, como si se moviera para
besarme.

Todo mi cuerpo se tensó, esperando el roce de sus labios sobre los míos,
y cerré los ojos.

Nada pasó.

Volví a abrirlos.

Me estaba dando la misma mirada expectante.

—Bésame, Marie.

—¿Por qué debo besarte? Soy yo la que tiene que estar derretida con el
pensamiento de tus labios tocando los míos.

—Suave. No derretida. —Le sonrió a mi mal humor—. Y si me besas, te


voy a mostrar lo que quiero decir, y entonces podrás intentarlo por ti
misma.

—Esto se siente como una estafa —murmuré en señal de protesta, pero


me incliné obedientemente y rocé mis labios sobre su boca cerrada.
Luego me aparté y lo miré expectante.

Se rio en mi cara.

Fruncí el ceño.

—¿Qué es tan gracioso?

—¿Crees que ese fue un beso de verdad?

—Estamos fingiendo aquí, ¿recuerdas?

Negó con la cabeza.

—Casi estoy ofendido por lo malo que fue ese beso. Es evidente que
necesitamos practicar algo más que tu reacción. —Josh se volvió hacia
mí plenamente—. Aquí, déjame mostrarte cómo hacerlo. —Cuando no
me moví, añadió—: Relájate.
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Hice una deliberada maniobra de cuerpo completo y giré mi cuello para
demostrarle que estaba relajada.

—Dámelo.

No debería haberme sorprendido cuando su mano se movió ligeramente


hacia mi cuello. Quiero decir, estaba mirándolo directamente,
mirándolo inclinarse, con sus ojos entornados tan fuertemente que
parecían cerrados, su boca buscando la mía. Pero el roce de sus dedos
contra mi nuca envió escalofríos a mi espina dorsal y el placer en
cascada atravesó mi cuerpo.

Una cosa era segura, me encantaba el toque de Josh.

Y luego, en el momento siguiente, sus labios estaban sobre los míos.


Suave, suave, apenas ligeramente deslizándose sobre los míos.
Punzadas de conciencia se apresuraron a recorrerme, encendiendo
todas mis terminaciones nerviosas. Inclinó su cabeza un poco y cambió
el delicado roce de sus labios sobre los míos, añadiendo un toque de
presión. Se sentía casi como si hubiera estado tocando todo mi cuerpo,
y mis pezones se endurecieron.

Esta sensación… era peligrosa. Tenía esta loca atracción por Josh que
no podía darme el lujo de alimentar, y besándolo —esta suave y coqueta
lección de broma— era exactamente lo que no necesitaba en mi vida en
este momento.

Aparté mis labios para protestar, y su lengua se deslizó en mi boca.

Gemí, sin poder evitarlo. Sus labios se habían separado, cambiando la


intensidad del beso, y su mano en la parte de atrás de mi cuello era
más urgente. Me atrajo hacia él en algún momento y había aceptado de
buena gana, mis pezones rozaban contra su duro pecho mientras su
lengua se conducía en mi boca una y otra vez con un dulce e hipnótico
latido que hacía que el calor ondeara muy dentro de mí. Estaba perdida
en ese beso, en el poder de su boca inclinada sobre la mía.

Su lengua acariciaba la mía, animando mis respuestas, y gemí contra


su boca, mis dedos se cerraron en su camisa aferrándolo hacia mí. Una
vez más, su lengua lamió la mía, y mi cuerpo quería continuar con ese
delicioso movimiento. Esto hizo que mi mente vagara, a profundos y
oscuros lugares peligrosos, como el pensamiento de esa maravillosa
lengua lamiendo mis pezones en pequeños picos duros. O entre mis
piernas…

Josh se alejó, rompiendo el beso y mis ensoñaciones eróticas.


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Mis ojos se abrieron, ¿cuándo los había cerrado? y lo miré con una
borrosa confusión. ¿Por qué había parado? Quería preguntarle, pero la
única sílaba que salió de mi boca fue un suave:

—¿Uh?

Su pulgar acarició la curva húmeda de mi labio inferior.

—Así —dijo en voz baja y ronca—. Así de sencillo, dulce Marie.

—¿Solo así qué?

—Tú. —Se inclinó y presionó otro beso ligero como pluma con la boca
abierta en mis labios entreabiertos—. Suave. Preciosa. Llena de
necesidad. Cuando alguien te da un beso, así es como necesitas lucir de
regreso. Como si él pudiera ponerte en su regazo y hacerte suya al
siguiente momento.

Me aparté de Josh lentamente y un poco a regañadientes. Sus palabras


estaban destruyendo la deliciosa niebla erótica de mis pensamientos.
No quería besar a otra persona. Quería más de Josh, de su lengua
experta y sus increíbles labios. Su cuerpo duro presionándome en el
sofá y cubriéndome.

Desde luego, no quería pensar en besar vampiros en este momento.

—Así que… ¿eso fue bueno?

—Muy bueno —dijo, y allí había una nota ronca en su voz. Su mirada
parecía regresar a mi boca una vez más—. ¿Quieres practicar de nuevo?

—¿Podemos? —Caramba, mi voz sonaba tan entrecortada.

—Por supuesto. —Tiró de los rizos en mi nuca e inclinó mi cabeza hacia


atrás solo un poco.

Apenas pude tragar el jadeo construyéndose en mi garganta antes de


que su boca descendiera de nuevo sobre la mía. Me besó
abrasadoramente —profunda, profundamente besada— y su lengua se
deslizó de nuevo en mi boca, impulsando todo el pensamiento racional
fuera de mi cabeza. Solo estaba Josh y ese poderoso beso interminable.

En el momento en que se alejó de nuevo, mis pensamientos eran


papilla. Mis labios se sentían llenos y un poco sensibles por su beso, y
mis pezones —y mi sexo— dolían con necesidad. Él podía
definitivamente haberme lanzado en el sofá y tener su camino conmigo.

Como si detectara lo que estaba pensando, se inclinó una vez más.


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Separé mis labios en anticipación por su beso…

Y no estaba preparada para la habilidad sensual de su lengua sobre mis


labios entreabiertos en un movimiento descarado que me dejó sin
aliento.

—Así es como besas a alguien, Marie —dijo con una voz ronca mientras
rompía el beso y se retiraba al borde del sofá—. ¿Tomaste notas?

—¿Eh? —pregunté, aún toda nebulosa con la necesidad e


increíblemente elocuente.

—Estás mejorando tus reacciones —dijo con indiferencia, como si


acabáramos de estar describiendo el clima—. Solo hazme saber si
necesitas más práctica.

—¿Más práctica? —repetí, y entonces la realidad se estrelló contra mí.

Eso es todo lo que era, por supuesto. Solo práctica. Me alejé de Josh y
me deslicé hacia atrás en el sofá, dándome espacio.

—Estoy bien por ahora.

—Haz lo que quieras —dijo con indiferencia.

Pero se lamió los labios, como si disfrutara mi sabor, y envió otro pulso
de calor a través de mi cuerpo.

***

—¿Estás lista para esto? —dijo Josh, arreglando el cuello de mi vestido


de suéter por lo que colgaba sobre un hombro, exponiendo mi cuello,
clavículas y el brazo superior.

Golpeé su mano.

—Lo estaré tan pronto como te marches, Henry Higgins.

—¿Quién? —preguntó.

—Olvídalo. Solo vete. Por favor —dije insistentemente, viendo la mesa


vacía en la que se suponía estaría sentada. Josh había estado
merodeando detrás de un escudo de plantas en una mesa de dos plazas
en otra sección y se había acercado para hacerme saber que estaba allí.
Parecía que mi “entrenador” quería supervisar mi cita. Dijo que era para
darme consejos. Estaba empezando a pensar que era porque quería
mantener un ojo en mí.

Por lo que pude ver, Josh no confiaba en los vampiros. Y cuanto más
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descubrí sobre ellos, menos me gustaban. Eran reservados y al parecer,
de poca confianza. A nadie en la Alianza les gustaban mucho, y ni
siquiera parecían gustarles mucho a otros vampiros. Los vampiros eran
solitarios. Solitarios sospechosos. Parecía ser una comunidad bastante
despiadada comparada con los clanes sobrenaturales, que eran más
como una gran familia.

Pero yo no era una chica con muchas opciones. Tenía vampiros, o no


tenía nada. Así que elegí a los vampiros.

Josh asintió en señal de aprobación.

—Te ves impresionante esta noche, Marie.

Estaba sorprendida por el cumplido.

—¿En verdad?

—Quiero lamerte por todas partes. Pero dejaré eso a tu cita.

Sentí mis mejillas calentarse.

—Caramba, gracias. Ahora voy a ir a sentarme.

Me guiñó y sonrió.

Cuando me di la vuelta para irme, me dio un manotazo en el culo.

El hombre era imposible, pensé mientras regresaba a mi mesa. Iba a ser


difícil concentrarme en mi cita con un enorme macho hombre-puma
merodeando cerca.

Lonnie Smith apareció poco tiempo después. No se veía de varios


cientos de años, lo que había detallado en su biografía. Nunca lo había
visto en persona; mientras que a la mayoría de los sobrenaturales les
gustaba venir a la agencia por sí mismos, los vampiros eran muy
solitarios y no se arriesgaban a salir a menos que tuvieran que hacerlo.
Conseguir que uno se presente en una cita era una broma en sí mismo.

Él llevaba un cuello de tortuga negro con varias cadenas de oro


serpenteando alrededor de su cuello y un abrigo de cuero negro sobre
ella. Tenía el cabello negro engominado hacia atrás, y se veía como una
mala película de los 70. Tal vez los vampiros tenían dificultades estando
al tanto de la moda.

Extendí mi mano para que la sacudiera y le di una sonrisa rápida de


agradecimiento.

—¿Lonnie? Hola, soy Minnie.


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—Minnie, mi ángel —dijo en una voz lenta y estruendosa. Agarró mi
mano en la suya y la sujetó con fuerza—. Te ves más hermosa que en la
fotografía. Estoy muy contento.

A pesar de que sostuvo mi mano un poco más de lo que era cómodo,


resistí el impulso de apartarlo.

—Gracias. Me alegra que estés contento.

—Oh, mucho —dijo, todavía sosteniendo mi mano y sentándose en la


silla junto a la mía.

No tuve más opción que sentarme también. Entonces él era un poco


sobón. Podía lidiar con eso, supuse. Después de todo, ser convertida
tenía que involucrar cierto nivel de intimidad, ¿no?

Empezó a frotar mi mano.

—Entonces, háblame de ti, Minnie. ¿Qué te gusta?

Ajusté mis lentes con la otra mano, dándome cuenta de que su mirada
seguía desviándose a mi cuello desnudo. Fiel a las órdenes de Josh,
tenía puesto mi cabello retorcido en un nudo suelto, y parecía estar
obteniendo la atención de Lonnie. Esta cita ya estaba resultando mucho
mejor que la última.

—¿Yo? Bueno… —Hice una pausa, pensando. En verdad no podía


revelarle demasiado, pero no quería sonar aburrida.
Desafortunadamente, todas las cosas que me gustaban eran muy
aburridas—. Soy una persona hogareña.

—Yo también —dijo con una sonrisa de labios cerrados—. ¿Qué clase de
cosas te gusta hacer en casa?

—Bueno, me gusta acurrucarme y ver una buena película. Y los


rompecabezas. Me gustan los rompecabezas.

—¿Rompecabezas? —Lonnie parecía como si acabara de decir la cosa


más desagradable en el mundo. Oh, no. Estaba perdiendo su atención.

—¿Qué te gusta hacer? —pregunte rápidamente.

Me dio una media sonrisa.

—No los rompecabezas.

Me lancé alrededor por algo más que decir. Nunca me di cuenta de que
una pequeña plática era tan difícil, especialmente cuando tu cita no
estaba exactamente ayudando en las cosas.
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—¿Te gustan los deportes? ¿Correr? ¿Tenis?

—Soy un vampiro. A menos que pase en la noche o en interiores, no


puedo hacerlo.

—Oh, por supuesto —dije rápidamente, sintiéndome aturdida—.


¿Quizás tenis… de mesa? Me gusta el ping-pong.

Echó un vistazo a la puerta. Mierda, lo estaba perdiendo.

—Y sexo —añadí desesperadamente—. Me encanta el sexo.

Sus ojos brillaron con interés, su atención regresando a mí. La sonrisa


regresó a su rostro.

—¿No me digas?

Dios ayúdame, pero estaba desesperada y no quería que terminara esta


cita.

—Oh sí, todo el tiempo. Lo necesito absolutamente.

Se inclinó y examinó mi mano, después la jaló a su boca, besando el


dorso con delicadeza.

—Hueles increíble. ¿Cuál es tu tipo de sangre de nuevo?

—O positivo.

—Mi sabor favorito —dijo con otra sonrisa de labios cerrados antes de
inclinarse para besar mi mano de nuevo.

Lo dejé, satisfecha de que la cita se había corregido.

—Entonces, ¿Qué hay de ti? —pregunté—. ¿Qué te gusta hacer en tu


casa?

—Me gusta —empezó lentamente, después mordisqueó uno de mis


dedos—. Leer.

—¿Oh? —pregunté—. ¿Qué clase de cosas?

—Mi favorito es El jardín perfumado. —Y mordisqueó otro de mis


dedos—. Aunque también aprecio La historia de O y Lolita.

Sabía de Lolita, pero no de los otros dos. ¿Clásicos? ¿O tal vez era un
poeta en el corazón? No era realmente lo mío, pero era un poco dulce.

—Esos suenan bien. No los he leído.

—Me encantaría ir a través de algunos pasajes contigo —dijo y frotó una


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mano por mi brazo.

—Claro —dije—. Tal vez la próxima vez que nos reunamos, puedes
traerme uno para prestarme.

Sus ojos se estrecharon, y prácticamente podía escuchar su siseo de


respiración.

—Eso suena increíble.

Guau, este chico estaba realmente en esos libros. Empecé a sentirme


un poco incómoda con eso y decidí cambiar de tema.

—Entonces, ¿En qué más estás metido?

—En el frottage2.

Fruncí el ceño.

—Ya… veo. —¿Qué era eso? Estaba bastante segura de que era sucio,
pero no estaba segura de cuán sucio. Decidí jugar a la estúpida,
sonriendo ampliamente—. Soy una gran fanática del fromage3.

Me estudió un momento, después se echó a reír como si hubiera dicho


algo divertidísimo.

—Tienes una lengua bastante ingeniosa.

—Gracias. —¿Por qué todo lo que estaba diciendo este hombre sonaba
más sucio de lo que era? ¿Yo estaba tomando las cosas de manera
equivocada? Seguí sonriéndole como si hubiéramos conectado a un
nivel más profundo.

Al menos ya no estaba mirando a la puerta.

—Tengo un favorito en particular —dijo, inclinándose y pasando un


dedo por mi hombro desnudo.

—Cuéntame.

—¿Has escuchado de “La sorpresa4”?

—¿Es eso un programa de televisión? —pregunté educadamente.

—Muy bien —dijo Josh, apareciendo por detrás de la pared—. Es el

2Frottage: Actividad sexual no penetrativa en la que se consigue la estimulación


mediante el roce y frotamiento de los genitales.
3Fromage: Queso en francés.
4Sorpresa: Indica un modo de masajear la zona genital femenina que consiste en

introducir dos dedos en la vagina y uno por sorpresa en el ano.


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jodido colmo. —Agarró a mi cita por el cuello y lo lanzó en el aire.

—¡Josh! —Me puse de pie—. ¿Qué estás haciendo?

Lonnie rasguñó su garganta, mirando encima de mí con alarma.

—Estoy terminando esta cita —dijo Josh—. Este idiota terminó contigo.

—No te entrometas —le espeté—. Es mi cita.

—Se acabó —repitió, poniendo a Lonnie de pie y dirigiéndose a su


rostro—. Vete de aquí.

—Ahora mira aquí —empezó Lonnie.

Los ojos de Josh comenzaron a brillar como los de un gato y se inclinó,


tan cerca que solo yo podía escucharlo.

—Supéralo, amigo. Ella es humana.

Los ojos del vampiro se ampliaron y me observó a mí, luego de vuelta a


Josh. Y luego los quitó, pasando entre las mesas al salir del
restaurante.

La indignación me llegó de golpe y me volteé hacia Josh con los puños


apretados.

—¿Qué diablos crees que estás haciendo?

—Salvándote de una mala situación —me dijo, tomando mi mano y


empujándome a la puerta principal—. Necesitamos hablar. En privado.

Mordí mi labio, era eso o empezar a gritarle. Estaba tan enojada que no
podía ver bien mientras Josh me arrastraba fuera del restaurante. Así
que el vampiro había sido un poco fresco. ¿A quién le importaba?
Necesitaba ser convertida. Y hace dos minutos, había tenido a un
vampiro prácticamente comiendo de la palma de mi mano hasta que mi
haz-el-bien “entrenador” había decidido cambiar las reglas.

Tan pronto como llegamos al estacionamiento, zafé mi brazo de su


agarre.

—¡Creí que dijiste que me ayudarías a salir con vampiros!

—Lo haré —me dijo entre dientes y alejándome de la multitud—. Solo


que no con ese.

—¿Qué estaba mal con ese? ¡Le gustaba!


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—Sí, porque le dijiste que te gustaban los rompecabezas y tejer y oh, sí,
sexo. Qué forma de romper el hielo.

—No le dije que me gustara tejer —dije—. ¡Y lucía como alguien


aburrido! Estaba observando la puerta. Tenía que mantener el interés
de alguna manera.

Josh me miró, caminando rápidamente al punto más lejano del


estacionamiento y arrastrándome con él. Se detuvo tan abruptamente
cuando llegamos a su auto que casi choqué contra su espalda. Se volteó
y me empujó contra el auto, sus brazos agarrando los míos. Lucía
furioso y posesivo. Su mandíbula estaba apretada, su boca
frunciéndose. Y estaba viendo mis labios. Lucía como que estaba a
centímetros de besarme. Mucho.

Y eso me hizo respirar rápidamente.

—¿Siquiera sabes lo que es “La sorpresa”, Marie?

—Supongo que no es un programa de televisión —le espeté de vuelta.

Sostuvo su mano en el aire y escondió su cuarto dedo en su pulgar.


Luego inclinó su mano y me enseñó el gesto.

—Esta es la sorpresa.

Me quedé observando a sus primeros dos dedos juntos y al meñique, no


reconociendo el gesto. Si no fuera porque su dedo anular estaba
escondido, se habría visto casi como un gesto Vulcan.

—¿Se supone que eso signifique algo?

—Estás realmente protegida, ¿No es así? —Josh me miró, luego sacudió


su cabeza. Hizo el gesto de nuevo y explicó—. El dicho es “Dos en el
rosa, uno en el hedor”

Observé su mano. ¿Dos en el rosa…? Y luego me sonrojé, mucho,


golpeando su mano.

—Oh. Ew.

—Sí. No es exactamente material de primera cita. Para lo que, debo


añadir, te ofreciste a ti misma.

—Supongo que el frottage es bastante sucio también, entonces.

—Adivinaste bien —dijo, un borde duro en su voz—. Jesús, Marie.


¿Cómo es que una inteligente y hermosa chica como tú puede ser tan
despistada cuando se trata de hombres?
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Lo miré herida.

—Solo quería gustarle.

—¿Y habrías dormido con él solo por gustarle?

Vacilé. Si quería la honesta verdad, no la tendría. Había pensado en


eso, y no era reacia a usar mi cuerpo para conseguir el interés de un
vampiro. ¿Si dormir con alguien me daba 50 años extra de vida? Lo
haría en un santiamén.

—No te creo, Marie. —Josh me miró como si no me conociera—. ¿Qué


está pasando en ese cerebro tuyo?

Sacudí mi cabeza y saqué mis llaves de mi bolso.

—Me voy a casa.

Esperé que protestara pero solo me observó.

Subí a mi auto y me fui.

***

Salí con otro vampiro la noche siguiente, y no le dije a Josh. No lo


quería saboteando mis asuntos personales.

Tan pronto como llegué, me di cuenta de que cometí un error. ¿Este?


Me asustaba. Vino con un guardaespaldas caminando detrás suyo. El
guardaespaldas estuvo detrás de la mesa todo el tiempo, y saltaba
hasta por el más silencioso sonido.

Cenamos en un restaurante italiano, aunque mi cita no había bebido ni


comido nada. Me hizo sentir incómoda, y tuve un momento difícil al
comer mi cena también. Hicimos una pequeña charla, y no tiré la
bomba sexual. Había aprendido mi lección.

Durante todo el tiempo que hablamos, el vampiro me observó.

Al principio, no pensé mucho en ello. Tenía una mirada discreta, pero lo


atribuí a su vigilancia y la presencia de su guardia. Pero mientras la
noche pasaba, empecé a sentirme más y más inquieta por sus
fuertemente controladas emociones y la expresión sin vida en su rostro.
Incluso cuando sonreía, no llegaba a sus fríos, fríos ojos.

Me sentí como presa.


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Por primera vez desde que trabajaba en la agencia de citas, me sentía
incómoda ante la presencia de un sobrenatural. Y empecé a notar lo
que Josh me había advertido.

Este hombre no quería una cita. Quería diversión. A lo mejor, quería un


bocadillo fácil. A lo peor, quería a alguien que pudiera enterrar
fácilmente en su patio.

Sufrí durante dos horas en la cita antes de que acabara. Incluso


después, sentí su mirada observándome mientras me iba. Estábamos a
solo dos cuadras de la agencia de citas, pero no confiaba lo suficiente
en él como para caminar sola. Llamé a un taxi y me escondí en el baño
hasta que llegó.

Otra lección aprendida.

Cuando regresé a la agencia, Josh estaba allí, esperándome en mi


asiento.

Estaba hablando con Ryder pero se puso de pie cundo entré. Una sexy
sonrisa se curvó en sus labios al verme, y sacó una gran caja de
chocolates con un enorme listón arriba. Sostuvo los chocolates hacia mí
y sacó el asiento, invitándome a sentarme.

—¿Oferta de paz?

Observé los chocolates, luego devuelta a su muy-inocente cara.

—¿Interrumpirás otra de mis citas de nuevo?

—Depende —dijo fácilmente—. ¿Otro hombre va a ofrecerte la sorpresa?

—¿Ofrecer qué? —Los ojos azules de Ryder voltearon a verme—. ¿Él


acaba de decir lo que creo que dijo? ¿Alguien trató de darte la sorpresa?

—No —silbé, quitando los chocolates de la mano de Josh y lanzándolos


al escritorio—. ¿Podemos, por favor, cambiar de tema? Sigo enfadada
contigo, Josh. Lo que hiciste es imperdonable.

Josh lucía perplejo.

—¿Así que debía dejarte allí y dejar a ese tipo manosearte? ¿Decir cosas
desagradables sobre ti? ¿Quizá dejarle demostrar sus movimientos en
ti?

—Sí —espeté—. Debiste hacerlo. ¿Estamos saliendo? No, no lo estamos.


Por lo tanto, no es tu asunto.

El rostro de Josh se endureció.


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—Bien, entonces, perdón si gasté tu tiempo, Marie. No sucederá de
nuevo.

Mi pechó comenzó a tener ese divertido dolor, pero no dije nada cuando
salió por la puerta del frente, haciendo sonar fuertemente a campana
contra el vidrio.

Ryder la observó.

—Creo que esta es la primera vez que he visto a Josh enfadado.

Era mi primera vez también. Lo había llevado demasiado lejos. En vez


de estar indignada por todo esto, solo me sentía… terrible. Como si la
hubiese jodido. Él solo había tratado de ayudarme. Había estado
protegiéndome, siendo un amigo. Y había sido horrible con él. Había
venido a disculparse y yo lo había ahuyentado de nuevo.

Ahuyentaba a todo el mundo.

De repente, cansada hasta la médula, recosté mi cabeza en el escritorio


y sentí ganas de llorar.

—¿Quieres hablar sobre ello? —preguntó Ryder suavemente.

—No.

—¿Tienes a alguien más con quien quieras hablarlo?

Solo tenía un amigo más aparte de los del trabajo. Y ese amigo acababa
de salir por la puerta porque había sido horrible con él. Me senté y
presioné mi rostro en mis manos.

—¿Por qué soy tan mala con la gente, Ryder?

—Es un don —dijo ligeramente.

—Gracias.

—No conozco a Josh tanto como tú —dijo pensativamente, jugando con


la reluciente regla en su escritorio—. Pero a menos que me equivoque,
es difícil hacerlo enojar, y es probablemente más difícil mantenerlo
enojado. Tal vez deberías… vaya, no sé, ¿Tratar de disculparte?

Observé la caja de chocolates en mi escritorio. Había rechazado sus


flores y café, pero aún siguió tratando. Estaba determinado a romper mi
caparazón y llegar a la real yo, la yo que escondí de todos. ¿Por qué?
¿Era el desafío de tratar de anotar conmigo? ¿Estaba fascinado porque
lo rechacé? ¿O Josh estaba simplemente siendo el caballero blanco
conmigo así como lo era con Carol?
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Como sea, después de esta noche, dudaba que fuera a coquetear
conmigo de nuevo.

Tal vez era el agotamiento, o mi enfermedad, pero estaba cansada de


apartar a todos.

—Ryder…

—¿Búsqueda de Red Bull? Suena genial —dijo—. Trae uno para mí, ¿sí?

—Eres la mejor.

Ella sonrió.

—Lo sé.

Me apresuré al estacionamiento, pensando por un momento. Podría


enviarle un mensaje… o podía pasar por el restaurante y ver si esta era
una de las noches de Carol.

Efectivamente, capté a Josh mientras metía a Carol en el lado del


pasajero de su auto. Estacioné el mío y salí, corriendo hacia su lado.

—Josh, ¿podemos hablar?

Él me dio una mirada fría mientras calmadamente cerraba la puerta de


Carol, luego se alejó de mí.

—Estoy bastante seguro de que ambos dijimos suficiente esta noche.

—Creo que hay más por decir —añadí rápidamente.

—No. —Él comenzó a caminar en torno al otro lado del auto.

—Josh —empecé.

No se dio la vuelta.

—Josh —dije otra vez, más fuerte, intentando llamar su atención.

Abrió la puerta de su auto, como si estuviera a punto de alejarse


manejando.

—¿Podrías por favor prestarme atención? —espeté—. Estoy intentando


disculparme contigo.

Hizo una pausa, luego se apoyó en el costado del auto. Sus ojos
brillaban como los de un puma, y supe que todavía estaba enojado por
mis palabras anteriores.

Merde.
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—No suena muy parecido a una disculpa hasta ahora —me dijo.

—Eso es porque no estás haciendo esto fácil —dije, siguiendo


sigilosamente hacia él. Me trasladé directamente en frente suyo, y
cuando su mirada se volvió incluso más directa, baje la mirada—. Y no
soy buena pidiendo disculpas.

Sentí su mano ir hacia mi cintura, y un escalofrío me atravesó.

—Ni soy buena dejando entrar a las personas —admití—. Lo siento. Por
favor no te enojes conmigo. No puedo soportar la idea de que estés
enojado conmigo.

Su mano se acercó y rozo mi mejilla.

—Marie —dijo, tan suavemente que apenas pude escucharlo—. No sé


qué está sucediendo en esa hermosa cabeza tuya. No sé por qué estás
decidida a visitar a cada vampiro en este territorio y ver si él quiere
dormir contigo. No puedo comenzar a imaginar qué es esto. —Sus
hermosos ojos me estudiaron—. ¿Algún especie de desafío personal?

—Algo así —le dije. Parecía lo más seguro.

Su pulgar acarició mi labio inferior.

—¿Qué tienes que probar? Sé que eres hermosa. Y sexy. Y me vuelves


loco. Sabes eso, también.

Mis ojos se ampliaron.

—Y si quieres una aventura de una noche con un sobrenatural —dijo él,


inclinándose tan cerca que su aliento rozo mi mejilla—. Retraeré los
colmillos, te lameré por horas, y luego te montaré tan duro que
quedarás con las piernas arqueadas al otro día.

Y me besó. Caliente. Húmedo. Posesivo. Su boca se abalanzó sobre la


mía y su lengua empujó contra la mía con un movimiento que era un
reclamo decidido. Y luego se alejó, dejándome aturdida y con ganas.

—Así que piensa en eso —susurró.

Se metió al auto, se abrochó el cinturón de seguridad, y se alejó


manejando con Carol.

Pensé en su duro y posesivo beso. Josh era tan relajado y tranquilo, sin
embargo, se había puesto feroz con Lonnie el vampiro cuando sintió que
había sido amenazada. Se puso incluso más posesivo cuando él me
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había besado. Me tocaba constantemente y me halagaba. Me sentía
marcada. Reclamada por él.

Esto… iba a ser un problema.

Y aun así jugué con la idea de tomar lo que Josh estaba prometiendo.
No como una solución a mi problema, si él me convertía, sería una
sentencia de muerte, como Sara dijo. Destruiría al clan de los Russell si
uno de los pumas convertía a un humano cuando habían prohibido el
acto para los demás. Nadie confiaría en ellos, y la Alianza se
desmoronaría.

Por lo que todavía necesitaba un vampiro.

Pero podía tener solo una aventura rápida, como él había ofrecido.
Sacar esta atracción salvaje de nuestra sangre, ya que él no lo dijo a
largo plazo y yo no podía hacerlo a largo plazo. Podíamos hacer el amor
salvaje y apasionadamente sin ningún compromiso.

Y luego él podría volver a ser Josh, y yo podría volver a la búsqueda de


un vampiro que me convirtiera.

¿Quería una aventura de una noche? No era virgen. Había dado eso en
la escuela secundaria, a pesar de ser torpe e insegura. Mi novio
entonces había sido igual de torpe e inseguro, y unas cuantas rondas
de sexo no habían hecho nada por su confianza o la mía. Después de la
muerte de mi madre, había tenido deliberadamente muy pocos amigos.
No tenía citas. No hacia sexo casual.

No hacía nada casual, me di cuenta. Tal vez era tiempo de cambiar eso.

Pensé en el vampiro con el que había cenado esta noche y me estremecí,


volviendo a mi auto. Josh era sexy, atractivo y estaba vivo. Ese hombre
había sido un frío asesino. Una noche de caliente sexo puma podría ser
la única oportunidad que tuviera para sexo placentero alguna vez
nuevamente.

***

El resto de la noche en el trabajo fue a paso de tortuga. Ryder y yo


contestábamos teléfonos, actualizábamos archivos, y pasamos por una
acumulación de correo electrónico. Lo de siempre, salvo que estaba
trabajando a media máquina. Estaba encontrando difícil concentrarme,
y seguía frotándome lo ojos y viendo las letras en la pantalla
desenfocarse de todos modos.
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—Chica, necesitas ir a casa y tener una buena noche de sueño —me
dijo Ryder, sonando alegre y entusiasmada a pesar de la temprana
hora. Tomó un sorbo de otra taza de café y aderezó la pila de carpetas—
. Te ves acabada.

Sacudí la cabeza y entrecerré los ojos, intentando enfocar la mirada.

—Estoy bien. —No era como si fuera capaz de dormir de todas formas.

Mi teléfono sonó y lo tomé, luchando la ola de ansiedad estrellándose a


través de mí. Mi pantalla todavía estaba borrosa, mi visión
distorsionada.

—¿Hola?

—Ma petite puce, soy yo, ¿tienes un minuto?

Oh, señor. Pulguita, mi apodo de cuando era una niña.

—Por supuesto papá. ¿Qué pasa?

—Bueno, me di cuenta que han pasado unas cuantas semanas desde


que nos hemos juntado —dijo él, todo sonrisas en su voz.

Mi visión finalmente se aclaró, y di un suspiro de alivio.

—Han pasado unas cuantas —estuve de acuerdo—. Pensaba que


estabas ocupado con el trabajo.

—Lo estoy, pero tengo esta próxima semana libre —dijo él—. ¡Posey y yo
vamos a ir a las Vegas otra vez!

Forcé una sonrisa para que él la oyera en mi voz.

—Eso suena genial, papá. Tienes que tomar una copa por mí.

—¡Queremos que vengas con nosotros! Será divertido, solo los tres.
Podemos visitar todos los casinos. No has visto a alguien jugar
blackjack hasta que has visto a Posey jugar.

Hice una mueca ante el pensamiento.

—No creo que pueda salir del trabajo, papá.

—Oh, di que estás enferma. ¿Con que frecuencia llegas a pasar tiempo
con tu viejo y querido padre?

No lo suficiente. Pero miré hacia la caja de chocolates en mi escritorio.


Pensé en el feroz beso que Josh me había dado en el estacionamiento.
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Pensé en la próxima cita vampiro, reservada a dos días a partir de
ahora.

—Ojalá pudiera. ¿Quizás puedan pasarse después del viaje y contarme


de ello?

Hablamos por un rato más, mi padre ensalzando las virtudes de Posey y


yo escuchando pacientemente mientras mordisqueaba un chocolate.
Estaban deliciosos, del tipo caro, y Ryder se había precipitado por un
puñado, incapaz de resistirse también. Asentí e hice las respuestas
adecuadas mientras mi padre hablaba sobre las aventuras en su último
vuelo. El clima había sido malo en su último viaje; había estado varado
por dos días en Manila. ¿Y sabía que él había probado balut por
primera vez la semana pasada?

Cuando Bathsheba entró a la oficina, decidí terminar la llamada.

—Lo siento papá, pero mi turno está a punto de terminar. Llámame


cuando llegues de las Vegas y nos reuniremos, ¿está bien?

—Suena bien. Pondré algunas fichas en tu honor.

Sonreí.

—Haz eso. Te amo, papá; diviértete.

Bath se detuvo junto a mi escritorio mirando la caja a medio comer de


chocolates y las latas dispersas de Red Bull en mi escritorio.

—¿Larga noche? Te ves acabada.

Estaba realmente cansada de que todos me dijeran que me veía


horrible. Pero sabía que ella no quería decir nada con eso, así que solo
le di una leve sonrisa y levanté la caja.

—¿Chocolate?

Mientras cogía uno de la caja, mi visión vaciló y se volvió borrosa otra


vez. La ansiedad apretó mi estómago cuando luces extrañas destellaron
frente a mis ojos.

¿Mi enfermedad estaba empeorando? El próximo paso eran


alucinaciones, lo que significaba que estaba progresando, y rápido. Me
froté los ojos y silenciosamente obligué a los colores a irse.

Cuando los abrí otra vez, los colores se habían ido. Aliviada, extendí la
mano por el mouse de mi computadora… y me paralicé.

Se veía como una cucaracha gigante.


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Contuve un chillido y me levanté abruptamente de mi silla. Ryder me
miró, y le di una sonrisa temblorosa.

—Creo que necesito una soda. —Me alejé apresuradamente de mi


escritorio, esperando que para cuando regresara, mi mente habría
dejado de jugarme una mala pasada.

Iba a ser una larga noche.


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Capítulo 7
Traducido por Helen1, âmenoire90, LizC

Corregido por aniiuus

E
staba sentada con uno de mis rompecabezas cuando sonó el
teléfono.

—¿Hola?

—Hola. ¿Estás dormida? —Era Josh.

Oh, si él solo supiera la respuesta a esa pregunta.

—No estoy cansada —mentí—. ¿Por qué?

—Tengo que hacer unos recados hoy y me preguntaba si querrías venir.

Golpeteé una pieza del rompecabezas en la mesa, pensando. ¿Era una


pregunta con trampa? Mi mente sospechosa se preguntó
automáticamente lo que él estaba haciendo.

—Exactamente por qué iba yo a querer ir contigo a hacer mandados.


¿Estás aburrido?

—Nah. Solo me gusta pasar tiempo contigo.

—¿En serio? —solté, sorprendida. A Josh... ¿le gustaba pasar tiempo


conmigo? Inmediatamente me pregunté si era solo otro flirteo y me sentí
estúpida. Por supuesto que lo era.

—Lo hago —respondió alegremente—. Además, tengo una sorpresa para


ti si te pasas el día conmigo. Significará toda una noche de desvelo para
ti, pero puedo manejarlo si puedes manejar la situación.

No pude resistir el tirón de sonrisa en mi boca a pesar de mí misma.

—Estoy acostumbrada a todas las noches en vela —le dije—. Pero dime
la sorpresa primero.

—Nop. Es un secreto. Te lo diré si te pasas el día conmigo.

—¿Es esto un soborno?

Se echó a reír.
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—Por supuesto que lo es. Es la única manera en que puedo sacarte de
tu pijama y hacia mis brazos, así que voy a usarlo.

Me sonrojé y dejé la pieza del rompecabezas.

—No voy a caer en tus brazos.

—Me conformo con pasar algún tiempo juntos, entonces. Vamos. ¿Qué
dices?

Dudé.

—Recuerda, gran sorpresa al final del día —bromeó—. Bien vale la pena
las horas de sueño perdidas.

—Me voy a vestir —dije, poniéndome de pie y dirigiéndome a mi


dormitorio, curiosa a mi pesar.

—¿Vas a venir a recogerme, entonces?

—Voy a estar allí en diez minutos.

—¿Solo diez minutos? Pensé que vivías más lejos.

—Lo hago. Ya estoy en mi camino.

Lo imaginaba.

—¿Y qué habrías hecho si hubiera dicho que no?

Su risa era cálida.

—Yo sabía que no dirías que no. Me encuentras irresistible.

—Bastarde. No lo hago. —Colgué antes de que pudiera devolvérmela


con algo adecuado. Yo no podía dejar de sonreír, sin embargo. De
acuerdo, Josh me irritaba, pero era un tipo divertido de irritación. Él
era incorregible y muy flirteador, pero disfrutaba de sus travesuras.

Apenas había terminado de vestirme, cuando oí un golpe en la puerta.


Efectivamente, Josh estaba listo y esperando, todo sonrisas. No se veía
ni un poco cansado, aunque sabía que había estado despierto toda la
noche, igual que yo. Me tendió una taza de café mientras abría la
puerta.

—¿Lista para irnos?

Asentí y cerré la puerta, guardando mi teléfono.

—Gracias por el café.


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—Gracias por ser mi compañía —dijo alegremente—. Es lo menos que
podía hacer.

—Entonces, ¿a dónde nos dirigimos? —le pregunté mientras trotamos


por las escaleras y de vuelta al estacionamiento.

—Vamos a la casa de Carol primero. Ella prometió hacerme el


desayuno.

Le di una mirada sesgada mientras nos metimos en el coche.

—¿Estamos haciendo todo esto para que puedas obtener un desayuno


gratis?

—No exactamente. El desayuno gratis es solo un beneficio adicional.

Nos quedamos en silencio mientras Josh salía a la carretera y comenzó


a dirigirse hacia el sur. Tomé un sorbo de mi café, contenta con
observar a Josh y la carretera. Los barrios progresivamente eran peor y
peor mientras más tiempo estábamos en el auto, y para el momento que
nos detuvimos en un complejo de apartamentos, yo estaba lista para
cerrar mis puertas y no salir del auto.

—¿Carol vive aquí?

—Alquiler barato, y ella no hace un montón de dinero —dijo Josh—.


Vamos. Va a estar encantada de verte.

Lo seguí por el estacionamiento, haciendo mi mejor esfuerzo por no


juzgar. El edificio podría haberse beneficiado de una buena mano de
pintura, y la larga marquesina tendida en frente del edificio parecía
como si estuviera en las últimas. Graffitis cubrían un contenedor de
basura cerca, y mientras caminábamos al apartamento de Carol en el
primer piso, me di cuenta de los sucios acondicionadores de aire de
ventana colgando de las ventanas cercanas. Con clase. Uno de sus
vecinos tenía papel aluminio en la ventana. Con más clase aún.

Había una enorme caja en la puerta de Carol, y Josh de inmediato se


movió hacia ella.

—¿Puedes tocar la puerta? Voy a empezar a mover esto por ella.

Hice lo que me dijo, y un momento después, Carol abrió la puerta,


dando a Josh y a mí una radiante sonrisa arrugada.

—Josh, mi amor. Trajiste una amiga hoy. ¡Adelante!


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—¿Este es el centro de entretenimiento que pediste, Carol? —Sopesó
Josh, con la voz tensa mientras llevaba la gran caja a la casa—. ¿O es
que pediste una caja de ladrillos?

—Muchacho tonto —dijo Carol, con risitas—. ¿Has desayunado ya?

—Por supuesto que no —dijo Josh, entrando en la sala de estar del


apartamento minúsculo y colocando la caja de centro de
entretenimiento contra la puerta—. Sabía que me harías algo delicioso.
Es por lo que le dije a Marie de venir aquí.

Ella me sonrió.

—¿Por qué no hacer un poco de café?

—El café suena muy bien —le dije, alcanzando el gato frotándose en la
pierna de mis vaqueros. Cuando salió de la habitación, miré a Josh, que
había sacado una navaja y rajaba los lados de la caja—. ¿Es para eso
que viniste? ¿Para armar un centro de entretenimiento para ella?

Josh asintió, quitando cinta de la caja.

—Su último se dañó hace unos días. Le dije que comprara uno y yo lo
armaría.

Carol regresó a la sala, una taza de café en la mano. Había capas de


Josh que yo estaba empezando a descubrir, y cada vez que pensaba que
lo conocía, me sorprendía.

Carol era una cocinera mucho mejor que el del comedor. Su café era
genial, y sus panqueques increíbles. Mientras ella me llenaba de comida
para el desayuno, Josh tomaba mordiscos mientras trabajaba en los
muebles. Estaba claro que estaba contento de que ella tuviera
compañía, y yo empecé a hacer cálida nuestra visita. Después de un
rato, sacó algunos álbumes de fotos y me mostró fotos de su familia,
todos fallecidos.

Yo estaba empezando a darme cuenta de por qué Josh visitaba a Carol


tanto, y mi opinión de él creció. Trabajó duro en el centro de
entretenimiento, atornillando la madera como si hubiera sido nada del
otro mundo, y viéndose complacido de hacerlo.

Horas más tarde, cuando todo estaba organizado y había ido a través de
todos los panqueques de Carol, Josh colocó su TV y la programó para
ella.
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—Eso es maravilloso, Josh. Eres un buen chico —Ella extendió la mano
y le revolvió el pelo, como si hubiera sido un niño—. ¿Crees que podrías
pasar por la casa de Lula después que te vayas? Su inodoro no deja de
gotear y dijo que su factura del agua era de diez dólares más que el mes
pasado. Está bastante preocupada.

—Sabes que lo haré —dijo fácilmente.

Nos despedimos de Carol, acariciamos sus gatos una vez más, y nos
fuimos. Josh se dirigió inmediatamente al lado y llamó.

—¿Lula? —pregunté.

—Sí —dijo—. ¿Te importa?

—No, en absoluto —le dije con sinceridad. En este punto, yo estaba más
curiosa acerca de a cuántas personas Josh se detenía para ayudar, más
que otra cosa. Miré el papel de aluminio en la ventana y me sentí mal
por burlarme internamente cuando habíamos llegado. ¿Estaba ella
tratando de bajar su factura de la luz? Unos pocos dólares no eran
mucho, aquí y allá, pero tal vez no tiene el dinero.

Lula era una mujer vieja y arrugada con gruesas gafas anticuadas y un
muumuu floral. Sus manos estaban retorcidas de artritis, y ella le dio a
Josh una sonrisa desdentada.

—Ahí estás. ¿Estás aquí para arreglar mi baño?

—Ese soy yo, señorita Lula —dijo Josh alegremente—. ¿Por qué no me
lo enseñas?

Mientras iban al interior, seguí a Josh, notando el oscuro interior del


apartamento y los impecables pisos y encimeras. La Srta. Lula era vieja,
pero no era débil. Era claro que estaba contenta de ver a Josh,
hablando a mil por hora y gesticulando en su retrete como si hubiera
sido el mayor problema en el mundo. Él escuchó cortésmente, luego se
puso a trabajar en ello.

Mi estimación hacia Josh creció más. Él fue muy paciente y amable,


más amable de lo que era, e infaliblemente agradable. Esto no encajaba
con mi visión mental del playboy despreocupado y salvaje que siempre
había pensado que era.

Después de unos pocos minutos, Josh recolocó la tapa del tanque.

—Tengo que conseguir mi caja de herramientas, Lula. ¿Podemos volver


en una hora?
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—Por supuesto, por supuesto —dijo con un gesto de sus pequeñas
manos.

—Te voy a hacer sándwiches para el almuerzo. ¿Suena bien?

—Sabes que sí —le dije—. Estaremos de regreso pronto

Nos amontonamos de vuelta en el auto de Josh y le di una mirada


curiosa.

—¿A dónde ahora?

—A mi lugar, a la casa Russell. Necesito tomar prestadas algunas


herramientas. ¿Está bien eso o estás demasiado cansada para
continuar?

—Estoy bien —le dije confiada—. Y quiero regresar.

***

El camino hacia la casa Russell fue largo, pero placentero. Josh y yo


peleamos por las estaciones de radio, y fue cambiando de un juego, a
encontrar una odiosa canción en la radio y ver si puedes molestar a la
otra persona. Era infantil, pero me hizo reír, y el tiempo con Josh pasó
tan placenteramente que no pude recordar por qué había alguna vez
estado enojada con él.

Finalmente nos estacionamos en la acera, estaba sorprendida de ver


que algunos pocos autos ya estaban ahí.

—¿Hay alguien en casa?

Él se rio.

—Vivo con mis hermanos y primos. Siempre hay alguien en casa.

Buen punto.

La casa Russell era un monstruo de casa de dos pisos en las afueras de


la ciudad. Estaba escasa de muebles, lo cual no era sorprendente,
considerando el hecho que ahí solo vivían hombres. El lugar estaba
limpio y pulcro.

—Necesito ir a buscar la caja de herramientas —me dijo Josh—. Está en


el garaje. Solo espera aquí por un minuto.

—¿Puedo ver tu habitación? —De repente estaba extremadamente


curiosa de ver qué tipo de estancia tenía Josh.
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—¿Por qué Marie? —dijo con diversión—. ¿Quieres ver mi cama?

—Solo curiosidad, eso es todo —dije ligeramente, ignorando su


insinuación.

—Sigue de frente. Es la última habitación en el pasillo de arriba. Estaré


ahí en un minuto.

Esperé a que desapareciera, luego me dirigí arriba hacia su habitación.


La puerta estaba cerrada y la empuje lentamente para abrirla,
sintiéndome mucho como una invasora.

Su habitación era desordenada en una forma típica de chico. Su cesto


de la ropa sucia estaba desbordado. La cama estaba cubierta con
oscuras sábanas a cuadros, revueltas en una bola. Las almohadas
estaban esparcidas por todo el colchón y revistas yacían regadas en una
silla cercana. Levanté una. Revista de Ciencias. La que estaba debajo
era sobre autos y la que estaba debajo de esa era sobre viajes. Está
bien, eso no me decía nada sobre el hombre. Mire hacia su vestidor.
Unas pocas fotos estaban pegadas al marco del espejo y un desorden de
objetos pequeños decoraba la superficie.

Gravité hacia las fotos, mayormente un montaje de tomas de Josh y sus


hermanos en vacaciones. Había una foto de Beau, mucho más joven,
colgando de los hombros de Josh, ambos vestían trajes de baño. Y
había un hombre más grande que se parecía a Josh, ¿su padre? Había
oído a Beau mencionar una vez que su padre estaba muerto. Pobre
Josh. Yo sabía lo que era perder a un padre.

La luz de una máquina contestadora parpadeaba y curiosa, revisé la


pantalla. Treinta y un mensajes. Santo Dios. Si sus mensajes eran
parecidos a los de que tenía en la agencia de citas, serían todos de
mujeres. Mis dedos merodearon por encima del botón de reproducción,
y luché contra la urgencia de escucharlos. Eso hubiera sido una
invasión mayor de privacidad

—¿Qué estás haciendo?

Me giré, con mi cara caliente, para enfrentar a uno de los gemelos. No


sabía si era Everett o Ellis. Me parecían exactamente iguales.

—Um, hola.

Dio una mordida a una manzana, dándome una mirada interesada.

—¿Revisando las cosas?


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—Um, no, solo estaba, uh, mirando alrededor. Josh fue a buscar una
caja de herramientas. —Me alejé de la máquina contestadora,
sintiéndome culpable—. Estamos a punto de irnos.

—Mmmhmm. —Dio otra mordida a la manzana, todavía viéndome.


Después de un momento, dijo—: La mantiene llena con un propósito.

—¿Cómo?

—La máquina contestadora. —Asintió hacia ella—. La mantiene llena


con un propósito. Si está llena, nadie puede dejar un mensaje. Prefiere
eso. Las chicas no lo dejarían en paz de otra forma.

Oh. Eso era interesante.

—Ya veo

—Te estabas preguntando sobre ello, admítelo.

No admitiría tal cosa.

—Sabes, podrían dejarlo en paz si realmente contestara el teléfono. Es


lo que la gente normal haría.

Él resopló, como si hubiera dicho algo gracioso.

—¿Estás contando todos mis secretos, Ellis? —Josh apareció,


palmeando a su primo en el hombro—. Tal vez deberías aprender a
mantener tu boca cerrada.

Oh, demonios. Ahora realmente fui sorprendida con las manos en la


masa.

—Eh —dijo Ellis, sin temor. Dio otra mordida a la manzana, sin prisa—.
Me di cuenta que si la dejaste subir sin vigilancia hacia tu habitación,
ella es probablemente alguien bastante especial.

—Probablemente —Josh concordó arrastrando la palabra.

—¿Entonces normalmente no deja que las mujeres merodeen por su


habitación? —le pregunté a Ellis, incapaz de detenerme a mí misma.

Él solo sonrió y me sentí tonta por preguntar.

—Vamos, Marie. —Josh asintió hacia la puerta—. Necesitamos


ponernos en marcha si vamos a arreglar el baño de Lula para ella.
Tenemos que tenerlo hecho para las cinco.

—¿Por qué? —Estaba curiosa a pesar de mí—. ¿Qué sucede a las cinco?
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—Tenemos que irnos a nuestra cita.

—¿Cita? —balbuceé—. ¿Vamos a ir a una cita?

—Vamos a ir a una cita doble —me dijo con una sonrisa—. Un par de
vampiros recién convertidos. Supuse que te gustaría hacerles algunas
preguntas.

Ellis me dio una mirada especulativa.

—¿Qué tipo de preguntas?

La excitación se expandió a través de mí.

—No es de tu incumbencia. Josh, ¿lo dices en serio?

Él asintió hacía mí, luciendo complacido consigo mismo.

Inhalé una respiración con emoción.

—Eres el mejor, ¿sabías eso?

—Si —dijo con una sonrisa—. Lo sé.

***

Mis palmas estaban sudorosas de la emoción. Las deslicé arriba y abajo


por las piernas de mis pantalones para secarlas y tratar de no lucir
excesivamente entusiasmada.

Josh, mientras tanto, estaba sentado junto a mí en la cabina, sus


piernas extendidas debajo de la mesa como si no hubiera nada que le
importara en el mundo. Su cerveza estaba cubierta con condensación,
sin embargo, y un gran plato de comida en frente de él permanecía sin
ser tocado, una clara señal de que Josh no estaba tan relajado como su
actitud lo sugería.

El restaurante estaba concurrido a pesar de la hora tardía, pero poco


iluminado. Josh y yo ocupábamos una cabina cerca del fondo, lo
suficientemente cerca del baño que yo levantaba la mirada cada vez que
alguien se acercaba a nuestra mesa.

Aquí estaba yo, muriendo por salir con un vampiro, sin el doble sentido
intencionado, y no podía hacer que salieran conmigo. Y todo lo que
Josh tuvo que hacer fue tronar sus dedos y ellos venían corriendo a
hacerle un favor.

Hubiera estado resentida si no estuviera tan completamente agradecida


de que él hubiera arreglado esto.
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—Eres el mejor, Josh —le dije de nuevo.

—Lo sé —contestó, sin mirarme. Su mirada estaba fija en la puerta—.


Puedes agradecerme después.

Golpeé ligeramente su brazo, solo de imaginar lo que implicaría


agradecer.

—¿Entonces ellos saben sobre… mi?

Me dirigió una mirada ante eso, y casi me derretí por el calor de su


mirada. Dios, Josh era sexy cuando estaba enojado, y definitivamente
estaba enojado en este momento.

—Saben lo que les dije.

—Lo que es…

—Que estás saliendo con un vampiro, y quieres saber cómo es la


sociedad vampírica a partir de fuentes confiables e imparciales.

Eso sonó correcto. Lo que me sorprendió fue la renuencia de Josh sobre


la reunión.

Le di un empujón con mi codo.

—¿Estás bien?

—Bien —dijo con una voz plana.

—No suenas bien. Suenas enfadado

Me miró, su boca formando una línea descontenta, sus brazos cruzados


sobre su pecho.

—Sabes que no soy un gran fanático de todos estos negocios


vampíricos.

—Sé que no lo eres. Sin embargo, aprecio el esfuerzo.

Su mirada se suavizó y se inclinó más cerca de mí, como si fuera a


besarme. Incliné mi cara hacia la suya.

Las fosas nasales de Josh se ensancharon y olfateó el aire, luego se


deslizó hacia su asiento de nuevo, alejándose de mí.

—Están aquí.

Mi corazón saltó en mi pecho. Inmediatamente estiré mi cuello, tratando


de ver alrededor de Josh hacia el restaurante.
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—No veo a nadie.

—Los reconocerás cuando los veas —dijo Josh, colocando una mano
sobre mi hombro mientras me inclinaba sobre su regazo—. Siéntate.

Lo hice, obligándome a ser paciente. Podría haber contactado a un


vampiro o dos por mi cuenta a través de la agencia, pero tienden a ser
sospechosos y, debido a que era humana, reacios a abrirse. El hecho de
que dos estuvieran dispuestos a venir y sentarse conmigo y hablar era
lisa y llanamente increíble… y se lo debía todo a Josh.

Apreté su brazo felizmente al ver a la pareja acercarse a la mesa.


Reconocí al hombre alto y desgarbado con la mata de pelo salvaje y la
baja mujer curvilínea a su lado.

—¡Valjean! ¡Ruby! ¡Hola!

Valjean había sido mi cliente por alrededor de medio minuto antes de


haberse enganchado con Ruby, y había estado en mi lista de citas para
vampiros. Ruby solo había utilizado la agencia un par de veces para sí
misma, pero yo estaba familiarizada con ella, ya que su hermana,
Jayde, era uno de nuestros clientes más notorios.

Miré a Josh.

—No me dijiste que iban a ser ellos.

—Los dos son bastante nuevos en el mundo de los vampiros —dijo con
un ligero encogimiento de hombros, inclinándose hacia delante—. Pensé
que podría ser bueno para ti obtener su punto de vista.

—Es un placer verlos a los dos de nuevo —dijo Valjean en voz cortés,
deslizando una mano en la parte delantera de su chaqueta. Hizo un
gesto para que Ruby se deslizara dentro de la cabina y lo hizo, su
brillante mirada centrada en mí en una mirada que no era exactamente
amable.

Oh, querida. ¿Se estaba sintiendo territorial? Sabía por tratar con su
hermana que los cambias-jaguares tendían a ser un poco…
demandantes. Y teniendo en cuenta el hecho de que Ruby era el otro
vampiro, me preguntaba cómo eso afectaba su naturaleza. Mis
sospechas fueron confirmadas cuando Valjean se deslizó en la cabina al
lado de ella y ella de inmediato se pegó a su brazo, con los labios
fuertemente apretados, como si quisiera desnudar sus dientes contra
mí.
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Como si sintiera el estado de ánimo en la mesa, Josh colocó
casualmente un brazo sobre mis hombros y tiró de mí más cerca, como
si yo hubiera sido su cita. Ruby se relajó de inmediato, su sonrisa cada
vez un poco más genuina. Me di cuenta en ese momento que no era el
territorio lo que estaba enloqueciendo a Ruby… era Valjean. Le
preocupaba que yo fuera a tratar de arrebatárselo o algo así, y estaba
plantando su afirmación tempranamente.

Me habría hecho gracia, excepto que una imagen destelló en mi mente


de Josh saliendo con otra mujer, y sentí un destello distintivo de ira.
Mis dedos se cerraron en mis jeans y me mordí el interior de la mejilla
para sacar el pensamiento de mi mente.

—Gracias a ambos por venir —dijo Josh—. Aprecio que se tomen un


poco de tiempo en sus horarios para responder a las preguntas de
Marie.

—Estamos visitando a la familia de Ruby —dijo Valjean


tranquilamente—. Luego es hora de que volvamos a Roma. Le prometí a
Ruby una visita turística por su cumpleaños.

El destello de una sonrisa cruzó el rostro de Ruby, y eché un vistazo a


sus dientes. No había señales de colmillos. Por supuesto que no. ¿Por
qué creí que estos nuevos vampiros serían diferentes de cualquier otro
vampiro que había visto o con el que había salido? Los colmillos eran
retráctiles. Para alimentarse, se extendían varios centímetros, como los
colmillos de las serpientes. En cualquier otro momento, permanecían
ocultos y se veían como nada más que incisivos afilados.

—Roma suena bien —dije a manera conversacional, no estando segura


si debía saltar directo con las preguntas de vampiros o si eso sería
grosero—. ¿Alguno de ustedes ha estado allí antes?

—La visité cuando fui convertido por primera vez —dijo Valjean,
dirigiendo la conversación hacia el tema del que quería oír hablar
principalmente—. Yo…

—¿Cómo fue? —espeté, con ganas de mantener el tema en los vampiros


y la transformación. Me sentía desesperada por obtener algunas
respuestas—. ¿Te dolió?

No es que eso importara. Estaba bastante segura que duele menos que
morir. Pero ahora que lo sentía a mi alcance, me encontré… curiosa.

—No me acuerdo. —Valjean hizo una mueca en disculpa—. Estaba


borracho y me desmayé cuando fui convertido.
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—Y yo estaba muriendo de un disparo en la espalda, así que no soy
mejor con esa respuesta —ofreció Ruby—. Lo único que recuerdo era
que Michael puso su boca en mi cuello y el mundo se empezó a tornar
brumoso.

—¿Michael? —pregunté con curiosidad.

Para mi sorpresa, Valjean se sonrojó. Ruby le dio una divertida mirada


cariñosa.

—Su nombre de vampiro es Valjean. Su nombre real es Michael. Ahora


que estamos juntos, estamos tratando de cambiar a nuevos nombres,
pero seguimos olvidando usarlos de vez en cuando.

—¿Nuevos nombres? —pregunté educadamente—. ¿Eso es una cosa de


vampiros?

—Lo es. Es mejor, ya que básicamente estás rompiendo con tu antigua


vida. La mayoría de los vampiros cambian de nombres cada veinte años
más o menos, con el fin de no despertar sospechas entre los vecinos. —
La boca de Valjean dio un giro irónico—. La sociedad vampira tiene un
montón de reglas.

—¿Así que te estabas muriendo, Ruby? ¿No querías ser convertida?

—No le había preguntado —dijo Valjean—. Pensé que tal vez, después
de algunos años juntos, abordaría el problema antes de que ella
comenzara a ponerse toda de la mediana edad y temblorosa…

Ruby dio un grito ahogado de burla y cerró los dedos en garras


amenazadoras. Al menos, habrían sido amenazantes si sus ojos no
hubieran estado brillando con diversión.

—No me hagas ir allá —ronroneó.

Mi rostro se sonrojó. Esto sonaba menos a burlas y más como al juego


previo.

—¿Así que no tuviste la oportunidad de preguntárselo? —repetí,


dirigiendo la conversación de nuevo en marcha. La mano de Josh frotó
entre mis hombros, una presencia sutil reconfortante.

—No había tiempo —dijo Valjean—. Tomé un riesgo y esperé que ella no
estuviera demasiado enojada conmigo.

—Furiosa —dijo Ruby en ese suave ronroneo retumbante que era


cualquier cosa menos enojado.
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Valjean se sonrojó de nuevo y Ruby pareció satisfecha.

—¿Dices que hay un montón de reglas con los vampiros? —le insté.
Estos dos eran lindos y todo, pero no me estaban dando mucho más
que yo no supiera ya.

Intercambiaron una mirada, y entonces Ruby negó con la cabeza.

—No se puede hablar de ello a los no vampiros. Nos meteremos en


problemas.

—¿Problemas con quién?

—Otros vampiros —dijo Valjean, después de un momento.

—Déjame adivinar. ¿Otra regla de vampiros?

—Bingo. —Ruby sonrió de nuevo, y me di cuenta que sus colmillos


estaban un poco alargados—. Es algo así como la primera regla del Club
de la Pelea y todo eso.

—Entendido. Pero, ¿qué pasa con la familia? —pregunté, pensando en


mi padre. No podía exactamente dejarlo atrás. Yo era toda la familia que
le quedaba en el mundo.

—Si tu familia es de la Alianza, no es una gran cosa —dijo Ruby—.


Dado que más o menos no es un secreto. Sin embargo, se espera que
aquellos que no son de la Alianza se mantengan al margen del asunto.

Tragué saliva. Así que de cualquier manera, mi padre iba a perder a su


hija.

—Ya veo.

Josh me acercó más a él, como si sintiera mi angustia.

—¿Qué más debería saber Marie acerca de salir con un vampiro?

—O convertirme —añadí rápidamente, ignorando el ceño fruncido de


Josh.

—Muchas cosas cambian cuando te conviertes —comenzó Ruby,


haciendo una pausa cuando el camarero llegó con vasos de agua para
ella y Valjean. Cuando se fue, ella con delicadeza empujó el vaso a un
lado, rechazándolo—. No sé Valjean, pero mis apetitos han cambiado
ligeramente. A los cambiadores les gustan una dieta pesada en carne,
pero yo encuentro que no puedo soportar nada de eso ahora. Como un
vampiro, no necesitas comer o beber, solo sangre. Y tienes que beberla
a menudo.
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—¿Exactamente con qué frecuencia?

—Dos o tres veces al día, al igual que las comidas humanas —dijo
Valjean fácilmente. Levantó su vaso y bebió un sorbo de agua, como si
se determinara a demostrar un punto—. Hasta que finalmente tu
estómago se acostumbra y puede tolerar la mayoría de las bebidas.
Ruby es nueva, por lo que aún revuelve su estómago.

Valjean ofreció a Ruby su vaso de agua. Ella arrugó la nariz y apretó los
dedos sobre sus labios, como si estuviera reteniendo la bilis.

—¿Qué hay de la luz del sol?

—Asesina —dijo Ruby rotundamente—. Duermes durante ella la mayor


parte del tiempo, pero si te quedas atascada bajo ella, estás fregada.

Esto sonaba cada vez más deprimente. Sentí un destello de ansiedad,


pero lo obligué a un lado. Esta era mi mejor opción, y yo iba a seguir
con esto.

—Entonces, ¿cuáles son las ventajas de ser un vampiro? Han


mencionado algunas de las cosas desagradables, pero tiene que haber
un lado positivo, ¿no?

Josh me dio otro gesto sospechoso.

Valjean y Ruby intercambiaron una mirada. Él tomó su mano y se la


puso en sus labios, besando la parte posterior en un movimiento
dolorosamente tierno.

—Tienes la oportunidad de pasar la eternidad con la persona que amas.


Eso es digno de todo, ¿no te parece?

Excepto que yo no estaba en esto por amor, solo por supervivencia. No


podía imaginar a cualquiera de los vampiros que había conocido hasta
ahora besando con afecto mi mano como Valjean hizo con Ruby, o
llevándome con ternura a su lado y haciéndome bromas como Josh
hizo.

¿Quería la eternidad con un hombre frío que no amaba? Miré a Josh,


cuyos ojos normalmente sonrientes lucían sombríos, su boca dibujada
en esa delgada línea fruncida de nuevo. ¿O quería el poco tiempo que
me quedaba con un hombre que estaba empezando a gustarme mucho,
pero no podía tener?

Hace unas semanas atrás, mi respuesta habría sido instantánea:


Quería la eternidad.
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Pero ahora ya no estaba tan segura. Todo en lo que podía pensar era en
un desconocido besando mi mano, como Valjean había besado la de
Ruby… y cuánto eso le dolería a Josh.

Mi estómago se volcó un poco.

—La eternidad suena muy bien para mí —dije con una falsa voz
entusiasta.

—Es mejor que morir —dijo Ruby secamente.

Eso era. Es hora de cambiar el tema.

—Así que, ¿los consejos para salir con vampiros…?


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Capítulo 8
Traducido por MariNC y Shilo

Corregido por aniiuus

—N
o más llamadas —me dijo Bath al día siguiente
cuando entré a trabajar—. Estamos poniendo una
pausa temporal en la redada cliente-inactivo.

—¿Por qué es eso? —pregunté, mirando a la pila de carpetas en mi


escritorio. Apenas había trabajado en una tercera parte de ellas—. ¿Hay
algo mal?

—Todo el mundo está fuera de quicio sobre la situación con el clan tigre
—dijo ella, cruzando los brazos bajo sus pechos y apoyándose en el lado
de mi escritorio—. Beau tiene otra reunión con los jefes de los clanes
esta noche para tratar de suavizar las cosas. Están tratando de
clausurar nuestra agencia.

—¿Clausurar… nos? ¿Por qué harían eso?

Ella se mordió el labio por un momento antes de responder.

—No sé si clausurarnos es la palabra correcta, tanto como… establecer


una nueva administración.

—¿Porque somos humanos? —supuse.

—Bingo —dijo con un suspiro—. Muchos sienten que es mejor si un


servicio sobrenatural en realidad tiene personal sobrenatural.

—¿Qué pasa con Sara? —señalé.

—Ellos la consideran “no suficiente” presencia sobrenatural. Claro, ella


es una cambiadora, pero fue humana, y es una mujer lobo, y eso es dos
strikes en su contra. —Bath sonaba cansada—. Beau se rehúsa a
clausurarnos, pero en este momento es mejor si volamos bajo.

—Ya veo —dije, tratando de no entrar en pánico. Si éramos


clausurados, no tendría acceso a la base de datos de la Alianza para
encontrar a mi vampiro—. ¿Así que estaríamos desempleadas solo
porque somos humanas? Eso es totalmente injusto.
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—Y no ayuda el que la gente está empezando rumores locos, también.

Uh-oh.

—¿Rumores locos?

—Que estamos citándolos con humanos y tratando de hacerlos pasar


como cambiadores. Hace dos meses, todo el mundo quería un humano.
Ahora todo el mundo quiere mantener las cosas separadas. Larga
historia corta, no más llamadas por ahora. Si quieren nuestros
servicios, vamos a dejar que vengan a nosotros.

—Anotado —dije, sintiéndome enferma. Tenía la sospecha de que


alguien había filtrado que me habían visto ya fuera en una cita, o una
de mis citas había dejado caer que yo era humana. Maldita sea.
Necesitaba hablar con Josh. Esto se iba a poner una torcedura masiva
en mis planes.

Le envié un mensaje.

¿Dónde estás esta noche?

Ocupado durante las próximas noches, hermosa, envió de vuelta


inmediatamente. No te olvidarás de mí, ¿o sí?

¿Así que no te veré por unos días? Tengo una cita esta noche. Pensé que
ibas a ser mi acompañante. Y por acompañante, me refiero a merodear
sin ser visto como un hermano mayor sobreprotector.

El siguiente texto regresó de inmediato.

Jesús, Marie. Qué manera de matar la erección de un hombre. No vuelvas


a llamarme tu hermano.

Y entonces: ¿Con quién es la cita?

Algún vampiro llamado Andre. Él estaba en tu lista de “tal vez”,


¿recuerdas?

Su siguiente texto llegó casi diez minutos más tarde, y me pasé todo el
tiempo golpeteando mis dedos con impaciencia.

No lo sé.

¿Por qué? ¿Qué está mal con él?

Lo siento. Ocupado. Dame unos momentos. Acabando algunas cabezas


en este momento.
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Regresó unos minutos más tarde con: Nada exactamente está mal con
él, aparte de que es un vampiro. He trabajado para él antes. Es tranquilo.
No dice mucho. Muy educado.

Esto no sonaba como un problema para mí. Entonces, ¿cuál es el


problema?

El problema es que estaré trabajando las próximas noches y no puedo


estar ahí para protegerte.

No tienes que estar allí.

De hecho, podría ser mejor si no lo estaba. Él poniéndose posesivo no


iba a ayudarme, pero lo disfrutaba demasiado.

Y eso era un problema.

Su siguiente texto llegó unos minutos más tarde. Solo… ve a un lugar


muy público y ten cuidado. Y envíame un texto cuando hayas terminado
para hacerme saber cómo va.

Lo prometo, envié. Quién sabe, tal vez este no será un fracaso.

Espero que lo sea. No vas a tener más remedio que caer en mis brazos.

Eso me hizo sonreír.

***

Decidí seguir el consejo de Josh sobre el lugar. Algún lugar público.


Algún lugar ruidoso y abarrotado. Y en algún lugar lo suficientemente
cerca de la oficina por lo que podría correr de nuevo en cualquier
momento. En otras palabras, comida griega en Konstantine’s.

Fui más conservadora en mi ropa, también. Llevaba un sujetador con el


apretado suéter rosa de cuello ancho, y una falda negra igualmente
estrecha que me dio un toque aún más femenino sin decir, por favor
chupa en mi cuello ahora mismo. Había tomado prestada la ropa de
Ryder, y me puse tacones altos. Después de todo, quería parecer
interesada.

Me inquieté en la mesa, esperando a que mi cita llegara. ¿Iba a ser


plantada de nuevo? Miré el reloj. Tenía diez minutos de retraso, no una
buena señal. Para mi horror, empecé a tener otro hechizo de visión-
desenfocada. Eran alucinaciones, lo sabía. La última vez que había ido
a dormir, me había pasado la mitad del tiempo mirando a las paredes
que tenían sangre filtrándose. Disponiendo a mí cerebro a que dejara de
enviarme las horribles visiones, yo había sabido que era solo otra etapa
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PÁGINA
de mi descenso lento, pero eso no había hecho las cosas más fáciles.
Las alucinaciones seguían llegando, y, finalmente, no sería capaz de
separar la realidad de la ficción.

Lo peor de todo, no había nadie con quien pudiera hablar de ello. Mis
cargas eran solo mías, ya veces se sentían aplastantes. Pero había
tomado la decisión de manejar esto por mi cuenta, una elección que
solo lamentaba en momentos de debilidad.

Tal vez podría decirle a Josh. Claro, él era imprudente y coqueto y


necesitaba que le refrenaran su ego, pero… me gustaba. Me sentía
segura con él. Tal vez porque habíamos estado pasando tanto tiempo
juntos. Saqué mi teléfono y empecé un texto para él, luego me detuve.

Si le decía, dejaría de coquetear conmigo. Enferma no era sexy. Una


chica muriendo no despertaría su interés. Si yo le dijera la verdad,
nuestra amistad coqueta desaparecería.

Aparté mi teléfono.

—¿Minnie?

Levanté la vista hacia el sonido de la voz masculina y miré. El hombre


frente a mí era magnífico. Alto y atlético delgado, tenía cabello corto y
rubio que estaba peinado hacia atrás desde un pico de viuda, piel
pálida y ojos azules brillantes. Él me estaba sonriendo, y me di cuenta
de que sus colmillos eran solo un poco más largos de lo que deberían
haber sido.

—Soy Andre.

—Oh, vaya —dije, incapaz de ocultar mi sonrisa. Me levanté y extendí


mi mano—. Hola. Soy Minnie.

—¿Vaya? —preguntó con una sonrisa.

Estaba cautivada por esa sonrisa con dientes. Todo estaba a la


intemperie con él, no ocultaba sus colmillos bajo una sonrisa de labios
cerrados como el último hombre. Me hizo sentir como que podía confiar
en él.

—Es solo que luces… mejor de lo que esperaba —dije con sinceridad.

—¿La cosa vampiro? —preguntó con delicadeza, aunque la sonrisa


permaneció en su rostro.

Oh, debí haberlo ofendido.


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—No —dije rápidamente—. Lo del servicio de citas. Me parece que soy
descartada mucho.

—No puedo imaginar por qué —dijo, moviéndose detrás de mi silla para
empujarla para mí—. Te ves muy bien para mí.

—Gracias —murmuré, y me senté. Se trasladó de nuevo al otro lado de


la mesa y se sentó frente a mí. Cuando uno de los camareros pasaba,
Andre levantó una mano para llamarlo. Gemelos brillaron, y estudié su
ropa. Llevaba una chaqueta de traje gris oscuro sobre una camisa de
vestir ligera. Buena ropa.

Por alguna razón pensé en el sinfín de camisetas y pantalones vaqueros


de Josh, entonces me sacudí el pensamiento. Pensar en él en mi cita no
me iba a ayudar con nada.

—Una botella de vino tinto, por favor. —Andre me miró, la sonrisa


amable permaneciendo en su lugar—. Si eso está bien.

—Vino está bien —estuve de acuerdo. Mierda, yo estaba feliz de que mi


cita iba a beber en lugar de mirar mi cuello toda la noche. Cuando el
camarero se fue, me agarré mis manos en mi regazo para detener sus
espasmos nerviosos—. Así que, Andre, ¿qué haces?
Él parpadeó, perplejo.

Merde. Debo haber dicho algo malo.

—Lo siento. ¿Dinero viejo?

—Oh —dijo con una risa lenta—. Sí. Lo siento. No entendí la pregunta
al principio. Realmente no se hace en mis círculos.

—Lo siento —le dije, deseando poder meterme debajo de la mesa. La


vergüenza hizo que mis mejillas se calentaran—. No me di cuenta.

—¿Supongo que es un gran problema con hombres-nutrias? —Él me


dio una mirada de evaluación.

—Padres sobreprotectores —mentí con una sonrisa.

—Solo puedo imaginarlo —dijo Andre fácilmente, levantando la vista


hacia el camarero mientras colocaba dos copas de vino en la mesa.
Esperamos en amigable silencio mientras el camarero hizo estallar el
corcho y comenzó a verter. Cuando él se había ido de nuevo, Andre
tomó su copa y la levantó hacia mí—. ¿Brindis?

Levanté mi vaso y lo miré expectante.


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—Para el comienzo de algo delicioso —dijo Andre.

Ahora eso era algo que podía quedarse atrás. Me hizo tintinear mi vaso
con el suyo y tomar un trago.

—¿Vamos a pedir? —dijo Andre, recogiendo su menú.

Miré hacia abajo al mío e inspiré en un pequeño jadeo. Las letras en el


menú emborronaban y sangraban de la página, mis ojos haciendo esa
cosa extraña de nuevo. Los cerré por un minuto, y luego di a Andre lo
que esperaba fuera una sonrisa femenina indefensa.

—¿Ordenarías por mí?

Se vio complacido.

—Por supuesto.

***

La cena estuvo bien. Mejor que bien. Andre era culto y educado, y muy
entretenido. Para cada tema que tocábamos, tenía una historia
interesante de contar. Aprendí que tenía cuatrocientos años, era dueño
de una galería de arte cercana que había comprado hace unos
cincuenta años, y amaba la música clásica. Odiaba la música moderna,
la televisión y los celulares, pero adoraba los autos modernos,
especialmente los autos deportivos.

Hice lo mejor que pude para mantener la conversación enfocada en él,


mejor para no inventar una elaborada historia acerca de mi yo ficticio.
Andre parecía más que feliz de hablar de sí mismo. La cita siguió por
horas mientras hablamos, y tomábamos lentamente la botella de vino.
Dentro de mi bolso, mi teléfono vibraba una y otra vez con mensajes de
texto, pero lo ignoré.

Mi cita estaba yendo genial. Mierda, sí, pensé, sonriendo a Andre sobre
mi copa. Tengo a este en la bolsa.

—Entonces, Minnie. —Andre inclinó su copa de vino y me sonrió—.


Tengo que preguntar. Eres joven. Eres muy bonita. Y las cambiantes
femeninas tienen mucha demanda, he escuchado. ¿Qué te hizo decidir
buscar… en otro lugar?

Básicamente, ¿por qué estás saliendo con un vampiro?

Lo pensé por un minuto, recordando las palabras de Josh. Los


vampiros eran depredadores. Les gustaba la persecución. Necesitaba
algo para enganchar su interés sin espantarlo.
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Mordí mi labio, y su atención inmediatamente recayó a mi boca. Ah.
Vampiros. Fetiche de morder. Lo tendré en mente para después. Mordí
mi labio por un rato más, luego le ofrecí lo que esperé que fuera una
sonrisa tímida.

—La mayoría de los hombres en mi clan son bastante jóvenes, y los


viejos son dominantes. Me gustan los hombres con experiencia, pero no
me gusta las actitudes brutas de macho alfa.

Sonrió y asintió muy escuetamente.

—La cultura puede ser difícil de encontrar, algunas veces. Es algo


bueno que nos hayamos conocido, entonces.

Extrañamente, eso me hizo pensar en Josh, con su gorra de béisbol y


su sonrisa astuta e intencionada. Él era el opuesto a culto, pero era
absolutamente delicioso.

Alejé el pensamiento.

—Puedo decir honestamente que estoy increíblemente complacida por


conocerte, Andre.

Su sonrisa se profundizó.

—El sentimiento es mutuo.

***

Me escabullí de vuelta a la agencia una hora después, sintiéndome


achispada y mareada con lo bien que había ido mi cita. Las cosas
estaban mejorando. Mucho, mucho.

—¿Cómo fue? —preguntó Ryder tan pronto como caminé a través de la


puerta.

—¡Como un encanto!

Y luego me desmayé.

***

—¿Marie? ¡Marie! —Una cálida mano me palmeaba la mejilla


frenéticamente—. ¡Despierta, chica!

Levanté una mano y alejé la mano que me palmeaba con un golpe.


Luego abrí mis ojos de golpe y miré fijamente al rostro preocupado de
Ryder, y el techo de la oficina sobre ella. ¿Qué estaba haciendo en el
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suelo? Mi cuerpo palpitaba en lugares que no deberían estar heridos,
pero no recordaba haberme caído.

—Mmm. ¿Qué pasó?

Se sentó en cuclillas y sacudió la cabeza.

—¿Por qué no me dices tú?

Me senté, haciendo una mueca de dolor, y me froté la cabeza.

—Debo de haberme desmayado.

—¿Bebiste demasiado? —La mirada de Ryder estaba obviamente


preocupada—. ¿Quieres que llame a una ambulancia?

Lo alejé con un ademán.

—No, no. Estoy bien. —La ambulancia no puede hacer nada por mí.

Me miró dudosa.

—En serio. Estoy bien. —Para probarlo, me levanté, tambaleante en los


tacones altos.

Ryder me ayudó a levantarme, y me moví hacia mi escritorio. Tan


pronto como me senté, se inclinó sobre mí, sacudiendo hilos y suciedad
del suéter que había tomado prestado.

—¿Estás segura que estás bien?

Le di una sonrisa irónica.

—No es nada que no pueda curar una buena noche de sueño. —Alcé un
meñique al aire y la miré—. ¿Promesa de que esto va a la lista de
secretos sucios conocidos solo por tú y yo?

Suspiró, pero enganchó su meñique con el mío.

—Te lo juro. Solo me preocupo por ti, Marie.

—Sé que lo haces. Pero necesito que esto se mantenga secreto. Es


importante.

Suspiró fuertemente.

—Se quedará bajo las reglas de la promesa del meñique. Solo cuídate.

Y por eso era que Ryder era mi mejor amiga.


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Insistió en darme un trago de agua, luego volvió a su escritorio. Ingresé
en mi perfil de Minnie para registrar mi cita —un requerimiento de
todos los participantes en el servicio de citas de Midnight Liaisons— y
noté que ya tenía un mensaje.

De Andre.

Hice clic en él, sintiendo un aleteo de emoción en mi pecho.

Hermosa Minnie. Fue un completo placer conocerte esta noche. Me siento


increíblemente afortunado de que tuve la oportunidad de salir contigo, y
amaría hacer que pasara de nuevo. Me encantaría verte de nuevo.
Digamos, ¿el viernes? Tú escoges el lugar. Con toda mi devoción, Andre.

Si hubiera podido levantarme, hubiera hecho un baile de felicidad.


¡Puede que no muera después de todo!

A pesar de mi palpitante dolor de cabeza, estaba tan emocionada que


apenas me podía concentrar en el trabajo. Rápidamente acepté la
solicitud de Andre de una segunda cita. Después de eso, me puse a
actualizar archivos y contestar correos electrónicos, registrando
información y manteniéndome ocupada. Todo el rato, mi cerebro estaba
corriendo rápida y agitadamente.

Esto podría realmente pasar. ¡Estaba un paso más cerca de conseguir


que alguien me convirtiera!

Para el momento en el que el turno de la mañana llegó a la oficina,


estaba tan llena de emoción que salté a mi vehículo y conduje
rápidamente a casa.

Estacioné en mi espacio y corrí por las escaleras, solo para detenerme


en seco sorprendida. Josh estaba sentado en mi escalera de entrada, su
gorra de béisbol halada hacia abajo. Se puso de pie cuando me vio. Sus
ojos salvajes y brillantes en el sol de temprano en la mañana.

—¿Dónde has estado? —Su intensa mirada me recorrió, como si


estuviera revisándome y asegurándose por sí mismo—. Te he estado
mandando mensajes por las últimas horas y no has respondido. ¿Está
todo bien?

Inclusive la preocupación de Josh no iba a acabar con mi felicidad.


Rápidamente abrí la puerta principal y entré tranquilamente.

—Estaba en una cita con un vampiro increíble, y todo está bien.

Me siguió, frunciendo el entrecejo.


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—Increíble… ¿vampiro?

—Andre, ¿recuerdas? Estaba en la lista.

—Él era un “posible”, Marie. No estoy seguro de que me gusta como tu


opción. Hay algo acerca de él que no es digno de confianza.

Alejé sus preocupaciones con un ademán, cerrando la puerta.

—Andre es uno de los mejores. Es apuesto, amigable, educado, ¡y


quiere verme de nuevo! —Acentué la última palabra con un salto
pequeño y frívolo y le sonreí—. ¿No es eso genial?

Me miró fijamente como si estuviera fascinado.

Me detuve, dándole una mirada en blanco.

—¿Qué? ¿Qué pasa?

—Tú. —La expresión asombrada permaneció en su rostro—. Creo que


es la primera vez que te he visto sonreír, Marie.

Le sonreí. No había tenido mucho por lo que sonreír últimamente, pero


¿ahora? El mundo tenía potencial, y estaba emocionada de estar en él.

La mano de Josh fue hacia mi cintura y dio un paso hacia adelante.


Continuó mirándome fijamente, y mi sonrisa empezó a desvanecerse, mi
pulso acelerándose. ¿Estaba algo mal? Pero luego inclinó su cabeza
hacia mí, lentamente, sus ojos volviéndose brumosos por el deseo, y me
di cuenta que iba a besarme. Esos labios con los que había estado
fantaseando por días se acercaron a los míos.

Debería haberlo rechazado, debería haber pisado los frenos y salirme de


su agarre. Estaba Andre, el vampiro con potencial, para pensar en él.
Mi futuro de vivir una vida plena, saludable y sin morir.

Pero Josh estaba aquí, en mis brazos, sus fuertes brazos envueltos
alrededor de mi cintura, su hermoso rostro inclinado cerca del mío. Se
veía completa y absolutamente delicioso, y tan listo para besarme.

Incliné mi cabeza hacia la de él.

—¿Estás segura que quieres que te bese, Marie? —dijo Josh


suavemente, su boca tan cerca que sentí sus labios susurrar sobre los
míos, una tentación sin piedad.

—Si no quisiera, estarías sentado en las escaleras en este momento —le


dije, mirando a sus ojos. Todavía estaban brillando como los de un gato,
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y era todavía más notorio ahora que estábamos dentro de mi oscuro
apartamento. Estaba fascinada por la manera en que reflejaban la luz.

—Bien —dijo, el sonido casi un gruñido. Luego su boca descendió hacia


la mía.

Gemí por la feroz posesividad de su beso. Esto no era el engatusamiento


que me había dado antes. Esto era una marca de posesión, y estaba
completamente sin preparar para la intensidad de ella. Su boca se
abalanzó contra la mía, fuerte, caliente, su lengua deslizándose en mi
boca con un ritmo lento que no dejaba dudas en mi mente de sus
intenciones.

Josh me estaba besando como el infierno, y no era porque estaba


emocionado porque hubiera encontrado un vampiro. Me estaba besando
como el infierno porque quería reclamarme como suya.

Seguramente no.

Pero luego me estaba besando con más fuerza, aturdiéndome con la


intensidad —y la delicia— del beso. Lamió mi labio inferior y lo mordió
en una sensual invitación.

—Eres tan hermosa —me dijo suavemente, y su mano subió,


acariciándome la espalda, apretándome contra él.

Gemí por la sensación de ese cuerpo grande y cálido contra el mío. Mis
manos recorrieron su cuello, mi rostro inclinándose para otro beso.
¿Por qué detenernos ahora?

Pareció feliz de complacer, pero esta vez fue un beso ligero y provocador
que pretendía abrir mi boca y dejarme con las ganas.

—Eres mía —susurró contra mi boca justo antes de que metiera su


lengua de nuevo.

Mis frenos interiores rechinaron hasta detenerse.


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Capítulo 9
Traducido por Booklover;3, rihano y âmenoire90

Corregido por Debs

E
mpujé su pecho.

—¿Disculpa?

Josh no respondió, y empujé su mandíbula cuando se


inclinó para mordisquear mi cuello.

—¡Joshua Russell!

Finalmente se inclinó hacia atrás.

—¿Qué?

—No soy tuya.

Una devastadora, sonrisa confiada se extendió sobre su rostro.

—Entonces deja de devolverme el beso, Marie. —Cuando se inclinó para


besarme de nuevo, aparté mi rostro. Se echó hacia atrás, luciendo
perplejo—. ¿Por qué no está bien que te bese?

—Debido a que estás declarándome de tu propiedad como una especie


de Neanderthal. No soy tuya. Soy mía. Si aún deseas esta aventura de
una noche que sigues mencionando, estoy totalmente de acuerdo con
eso. Pero no para otra cosa.

Me miró como si me hubiera crecido otra cabeza.

—¿Qué? —pregunté—. Tú eres el gran hombre de mujeres. Tú mismo


dijiste que no salías más de una vez. ¿No puedo hacer lo mismo?

Los ojos de Josh destellaban, como un gato, de esa manera que decía
que se encontraba completamente irritado.

—¿Así que quieres una aventura de una noche?

—Claro. —Mi corazón dio un vuelco ante la sola idea de pasar la noche
con Josh. Sin condiciones. Solo él y yo, juntos en la cama, haciendo
hermosas cosas sucias al otro—. Estoy bien con eso.
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—Y luego vas a ir directo, y salir con ese vampiro de nuevo, ¿verdad?

Cuando lo ponía de esa manera…

—Correcto.

—¿Y piensas que no voy a tener un problema con esto?

Puse mis manos en mis caderas.

—¿Por qué no? Eres un ligón en serie. Estoy sorprendida de que no


tengas a diez mujeres alineadas, esperando simplemente a que dobles
tu dedo y vengan corriendo. Solo chasqueas los dedos y las bragas
vuelan.

—No he salido con nadie en semanas, Marie. Desde que empecé a


ayudarte. ¿Eso te dice algo?

Me obligué a no jugar a través de las posibilidades.

—Todo lo que me dice es que estás pasando por un período de sequía.

Él siseó, y para mi sorpresa, sonaba justo como... un gato. Vi sus ojos


volverse completamente salvajes, sus fosas nasales dilatarse. Sus ojos
brillaban con la tenue luz y jadeé, dándome cuenta de que estaban
cambiando a sus ojos puma. Josh estaba perdiendo su control sobre su
humanidad. Sus manos fueron a mis hombros, y sentí el pinchazo de
sus garras contra mi camisa, cavando en la tela lo suficiente para
hacerme saber que estaban allí.

Sonrió, y observé sus colmillos alargarse.

—¿Es esto lo que te enciende, entonces, Marie? ¿Quieres ver algo de la


loca mierda sobrenatural en la cama? No entiendo este fetiche, pero si
eso es lo que se necesita para hacer que me mires, te daré lo que
necesitas.

¿Pensaba que era un fenómeno con un fetiche por los vampiros? Eso...
dolía. Le di mi mirada más glacial.

—Quita tus manos de mí.

Se alejó, paseando en mi sala de estar. Sus movimientos eran rápidos,


espasmódicos, como si estuviera trabajando duro para controlarse a sí
mismo. No me miraba.

Me sentía... torpe. Infeliz. Estaba perdiendo su amistad, lo cual no era


lo que quería. De ningún modo. ¿Cómo se supone que iba a arreglar
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esta situación? ¿Cómo podría? ¿Por qué lo había dejado acercarse en
primer lugar?

—Lo siento, Josh. Simplemente no entiendes.

Se echó a reír, pero no había diversión en su voz.

—¿No entiendo? Has estado afectándome durante semanas, Marie. Sé


que es difícil de entenderlo a través de tu dura cabeza, pero me gustas.
Me gusta tu personalidad. Creo que eres hermosa. Vivo por una de esas
raras sonrisas. Me encanta cuando reduces a la gente con esa lengua
tuya. Ni siquiera me importa si es a mí. Cada vez que hablas francés, al
instante me pongo duro. Y todo lo que quieres son... ¿vampiros?

Se dio la vuelta, y vi la frustración en su rostro.

—Así que dime, Marie. ¿Qué es lo que tiene un vampiro que yo no


tenga? Porque estoy seriamente interesado, pero parece que todo lo que
estás buscando es una emoción barata. ¿Es que tienen colmillos más
grandes? ¿Es la cosa de no-muertos? ¿Qué?

No dije nada.

Maldijo.

—Lo siento, terminé aquí. No puedo ganar este partido, y no vas a


hablar conmigo, así que ten una buena vida, Marie Bellavance. Estoy
seguro de que encontrarás al vampiro correcto, ya que solo un vampiro
lo hará.

Abrió la puerta.

El pánico se encendió en mi pecho. Iba a alejarse. Para siempre. Si se


iba ahora, era para siempre.

—Josh… me estoy muriendo.

Se volteó lentamente. Me miró fijamente. Después de un largo y tenso


momento, dijo:

—¿Qué acabas de decir?

Me sentí desnuda, relajada de una manera de la que no estaba


acostumbrada. Josh era el primero con el que había compartido esto.

—Estoy... muriendo —Para mí horror, mi voz se quebró un poco en la


última palabra—. Probablemente tengo de seis meses a un año antes...
del fin.
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Lo cuál no sería lindo. Y sería un desastre mucho antes, completamente
fuera de mi mente e incapaz de funcionar.

En silencio cerró la puerta y se apoyó en ella, mirándome como si fuera


incapaz de comprender lo que le estaba diciendo.

—Yo… Marie, no lo sabía.

—Bueno, por supuesto que no —le dije, forzando mi tono a ser ligero e
irónico, como si mi mundo no estuviera cayendo a pedazos en ese
momento—. No le he dicho a nadie, excepto tú.

—¿Es cáncer?

Desearía. La idea vino de inmediato, y empecé a reír histéricamente,


porque la idea era absurda. Dios, era tan jodido.

—No —le dije—. No es cáncer. Es algo que se llama Insomnio familiar


fatal.

—No sé lo que es eso.

—Es muy raro. Mi madre lo tenía. Murió hace diez años. Heredé el gen.
No se supone que se presente hasta que tenga cuarenta o así, pero se
presentó antes.

Sacudió la cabeza, acercándose, y extendió la mano hacia mí.

—Marie…

Me alejé antes de que pudiera tocarme, abracé mi pecho con mis


brazos, sintiéndome enferma. Admitirlo a otra persona significaba que
existía. Significaba, realmente, realmente reconocerlo. Estaba a punto
de entrar en pánico, y sentí el absurdo impulso de llorar.

Me siguió mientras me alejaba.

—Tú... ¿quieres hablar de ello?

Otra risa histérica borboteó en mi garganta.

—No, no quiero hablar de eso. Solo... —Suspiré, mirando a mis blancas


paredes. De repente me sentí agotada—. Quiero tomar una maldita
siesta.

—Insomnio… fatal —repitió Josh—. ¿Y eso significa que no puedes


dormir?
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Me empujé hacia adelante, de repente desesperada por mostrarle lo que
significaba no dormir. Para tener a alguien que lo entendiera. Abrí la
puerta del armario. Cientos de cajas estaban abarrotadas allí, apiladas
cuidadosamente en los estantes que había construido para
almacenarlas.

—Hago rompecabezas cuando no puedo dormir. He hecho todos y cada


uno de ellos —le dije—. Algunos, incluso dos veces.

No dijo nada, simplemente miró a los rompecabezas, luego de nuevo a


mí.

—Y aquí —le dije, corriendo a través del apartamento hacia mi pequeño


cuarto de baño. Fui al mostrador y abrí el botiquín. Agarré cajas de
pastillas para dormir de venta libre, frascos de medicamentos, y los
empujé hacia él—. Traté de tomar todos estos. Ninguno funciono. Nada
funciona. Cierro los ojos, pero no puedo dormir. Tal vez diez minutos, si
tengo suerte, pero después de eso, nada. Mi cerebro no puede apagarse,
y estoy tan cansada que podría colapsar. Excepto que cuando colapso,
todavía no puedo dormir.

Permaneció en silencio, con los ojos oscuros mientras me observaba.

—¿Sabes lo que se siente? —Mis manos apretadas en puños por mi


frustración e impotencia construida dentro de mí. Quería gritar, pero
obligué a mi voz a calmarse—. Imagina tener hambre todo el tiempo, sin
embargo, no puedes comer. Simplemente no puedes. Por ninguna razón
en absoluto. Atravieso eso cada puta noche. Y va a matarme.

»Hay cuatro etapas de la enfermedad. Cuando tenía dieciocho años, mi


madre dejó de dormir. Entonces comenzó a tener ataques de pánico,
algo así como lo que estoy teniendo en este momento —le dije, sintiendo
mí pulso aletear salvajemente en mi pecho.

—Marie…

—Tengo que terminar con todo esto mientras me sea posible. —Tomé
una respiración profunda, obligándome a calmarme un poco—.
Comienza con la incapacidad para dormir. A continuación tienes
ataques de pánico. Entonces paranoia. Luego, empiezas a alucinar. El
insomnio sigue empeorando, y hacia el final te vuelves completamente
fuera de tu mente por la falta de sueño. Y luego te mueres. Es horrible,
Josh. Absolutamente horrible. Mi madre... ella era hermosa. Francesa-
canadiense. Largo y oscuro cabello rizado y la sonrisa más feliz. La echo
de menos todos los días —dije en voz baja.
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—¿Qué pasa con un médico?

Negué con la cabeza.

—No pueden ayudar. He tratado con pastillas de todo tipo. He probado


la terapia. La hipnosis. He visto a los especialistas. Todos quieren
realizar pruebas en mí, y si se descubre la causa, entonces comenzarán
los tratamientos experimentales. Voy a pasar los próximos seis meses
siendo monitoreada, drogada, pinchada, cortada, y nada de esto va a
hacer un poco de bien, porque nadie sabe cómo solucionarlo. Prefiero
gastar esos seis meses haciendo realmente algo sobre mi enfermedad.

—Y es por eso que quieres un vampiro —dijo en voz baja.

Asentí.

—Pensé en esto hace unas semanas. Que podría conseguir a alguien


para cambiarme. Sara dijo que las enfermedades pasan por encima de
los cambiadores. Y los vampiros, bueno, ellos ya están muertos. Tengo
todos estos recursos en la agencia, ¿verdad? Así que ¿por qué no
usarlos?

Él alcanzó mis manos y las metió entre las suyas.

—¿Por qué no un cambiador entonces? Yo puedo cambiarte.

—No, no puedes —dije en voz baja—. Eres el hermano de Beau. Él está


tratando de mantener unida la Alianza con la fuerza de su voluntad.
Todo el mundo está volviéndose loco por ese incidente del clan tigre.
Ellos exiliaron a esa pareja tigre, y el exilio es permanente. Para un
cambiante, me imagino que es cerca de la muerte. Eres muy cercano a
tu familia, no voy a tenerte viviendo en el exilio solo por convertirme. No
cuando hay un perfectamente buen vampiro alrededor, ellos no tienen
que seguir todas las reglas de la Alianza.

—Pero los vampiros no convierten simplemente a quien ellos quieran y


luego se alejan. Hay un compromiso implicado.

—Lo sé. Solo tengo que correr ese riesgo. Tal vez voy a ser afortunada y
encontrar a un buen vampiro con quien pasar la eternidad.

Josh me dio una mirada llana, sin emociones.

—Así que estoy fuera de la mesa porque no puedo cambiarte. ¿Pero


estoy perfectamente bien para una aventura de una noche?

Me mordí el labio.
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—No debería querer dormir contigo, pero lo hago.

—Maldita sea, Marie —dijo, tirando de su gorra y pasándose la mano


por el pelo—. No sé qué decir.

Retorcí mis dedos.

—Sé que es complicado.

Él soltó una breve risa amarga.

—Sí, lo diré. Llámame loco, pero no se siente del todo bien para mí
dormir contigo y luego entregarte al siguiente vampiro con la esperanza
de que él sea el único para ti.

No sonaba bien para mí, tampoco, pero yo no sabía qué más hacer.

—Tú mismo dijiste que no estabas bien con el compromiso. Soy la


máxima en relaciones sin compromiso.

—Eso no es un argumento de venta.

—Siempre podrías esperar hasta que esté convertida —dije en voz


baja—. Tal vez siempre podríamos tener... tú y yo... una oportunidad
después de que me convierta.

Él negó con la cabeza.

—Marie, si un vampiro te convierte, él va a querer que seas su


compañera de sangre. Eso es una compañera de por vida. Se toma muy
en serio. Si llegas a convertirte, estás fuera de los límites. Jesús —juró
él—. Esto es un condenado plan.

Así que, podría tener al ardiente Josh y una lápida temprana, o podría
tener a un vampiro frío y la eternidad.

—No voy a cambiar de opinión —dije en voz baja—. No cuando estoy tan
cerca de conseguir a alguien que me transforme.

No cuando ya estaba alucinando por lo menos una vez al día. Mi


enfermedad se estaba acelerando a un ritmo vertiginoso.

Se me quedó mirando durante tanto tiempo que me sentí incómoda.

—Marie... necesito tiempo para pensar acerca de todo esto. No sé si


puedo seguir ayudándote. Solo... no lo sé.

Supuse también ahora, que la aventura de una noche estaba fuera de la


mesa. Sentí un destello de amargura por eso, pero no estaba
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sorprendida. Enterarse de que alguien estaba muriendo cambiaba
totalmente la dinámica. Era difícil follar y dejar a una chica moribunda,
después de todo.

—Te estoy diciendo esto porque eres mi amigo, Josh —le dije—. No
porque quiera más de lo que ya me has dado.

Puso sus manos sobre mis hombros y me besó en la frente. Y luego


suspiró.

—Me tengo que ir. Necesito un poco de tiempo para pensar acerca de
todo esto.

No traté de detenerlo. O vería las cosas a mi manera, o perdería a un


amigo. No tenía opciones así de tarde en el juego, y si no entendía eso,
entonces estaba mejor sin él.

Era extraño como eso no estaba sentando tan bien en mis tripas, sin
embargo.

***

Josh no me llamó ese día. Sabía que era difícil para él absorber todo a
la vez. Había estado viviendo con esto durante diez años, y aún era
difícil para mí.

Pero estaba agotada, mental y físicamente. Era como si al decirle a


Josh, hubiera chupado toda la energía de mi cuerpo. Normalmente me
mantenía calmada bastante bien, pero para el momento en que me fui a
trabajar esa noche, estaba corriendo en vacío. Había doblado mis
vitaminas diarias y bebido un café en el camino a la oficina, pero
todavía me sentía cansada como el infierno.

Lo cual fue el por qué me tomó un momento el registrar cuando me


senté, y darme cuenta de que Savannah Russell estaba sentada en el
escritorio de Ryder, y Ellis Russell estaba sentado en el de Sara. Me
quedé mirándolos, el ceño fruncido, y comprobé el calendario en mi
equipo. Tenía el día correcto.

Oh, no. Una sensación de malestar aterrizó en la boca de mi estómago.


Me froté los ojos. ¿Era esto una alucinación? Oh, Dios. Parecía tan real.
La ansiedad revoloteó a través de mí, y sentí apretar mi mandíbula ante
la aparición de un ataque de pánico. Esto era malo…

—Ahí estás —dijo Sara alegremente, sacando la cabeza fuera de la


pequeña oficina de Bathsheba—. Ven aquí un segundo.
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Caminé con cuidado hacia la pequeña oficina en la parte posterior.
Estaba sorprendida al ver a Ryder dentro, sentada frente a Bathsheba.

—Bueno, todo el mundo está aquí ahora —dijo Bath con una sonrisa.

—¿Qué está pasando? —pregunté.

—Noche de salida de chicas. Es momento para un poco de unión en el


equipo. ¿Cómo te sientes acerca de salir a un bar y conseguir bebidas?

Dudé. Estaba agotada, y con el cóctel de medicamentos (más bien


inútiles) que estaba tomando, no se suponía que bebiera realmente.

—¿Quién va a atender los teléfonos?

Sara se rio.

—Por Dios, tú eres totalmente un zombi antes de conseguir unas tazas


de café. ¿No viste a Ellis y a Savannah por ahí?

¿Así que eran reales? Oh, gracias a Dios. Mis rodillas se sentían débiles
por el alivio. Puse una gran sonrisa.

—Entonces, ¿dónde vamos?

***

Me quedé mirando las apretadas y brillantes nalgas a tres metros de


distancia y me volví para mirar a Ryder.

—¿Quién pensó que un bar de desnudistas era una buena idea?

Ryder dio un sorbo a una margarita y señaló a Bathsheba. Bathsheba


se puso roja y señaló a Sara.

Me volví hacia mi izquierda. Sonriendo y agitando su culo ante la


estruendosa música, la pequeña e inocente Sara ondeaba un billete de
cinco al bailarín más cercano.

Me quedé mirando mi aguada bebida.

—Creo que tengo que tener lo que ella está tomando.

—Creo que todas lo necesitamos —dijo Ryder con una sonrisa.

El salvaje y ensordecedor golpeteo hizo que mis tímpanos quisieran


explotar. Un nuevo tipo salió al escenario, vestido de vaquero.
Naturalmente. Llevaba un chaleco de plata brillante con una gran
cantidad de flecos y pantalones, que estaba segura estaban a unos dos
minutos de ser arrojados a la cara de alguien. Las mujeres se
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aglomeraban a nuestro alrededor en el club, empujando hacia delante
para mirar a los bailarines, riendo y bebiendo.

—Pensé que sería divertido salir y descansar —gritó Bathsheba cuando


él comenzó a bailar—. No tuve una despedida de soltera, y Sara pensó
que esto sería un buen sustituto. Ya nunca las veo a ustedes chicas,
ahora que Beau y yo nos casamos.

Estaba bastante segura de que era debido a que la vida de todo el


mundo se estaba yendo al infierno al mismo tiempo, con mi
enfermedad, Sara convirtiéndose en una mujer lobo, y la
transformación secreta de Ryder en... lo que sea que Ryder era.

—Creo que el momento ha sido difícil para todos —le dije a Bath.

Ella parecía aliviada, e inmediatamente me sentí mal. Había sido una


dama de honor en su boda hace unas semanas; incluso había atrapado
el condenado ramo. Antes de que ella se hubiera casado habíamos
charlado con regularidad, y aunque no era exactamente la más abierta
de las amigas, la consideraba una.

Parecía como si hubiera estado apartando a todo el mundo


últimamente.

—Aaaaquí. —Sara arrastró las palabras, y empujó cinco en mi mano—.


Se supone que estás disfrutando de los bailarines, tonta. Ve y disfruta
de ese.

Como si él pudiera oler el dinero, el bailarín rasgó el pantalón y sonrió


en mi dirección. Tabarnak. Me levanté, doblé el dinero limpiamente por
la mitad, y pacientemente esperé entre las mujeres empujando hasta
que él movió su tanga en mi dirección. Lo metí, luego me retiré a mi
asiento.

Ryder chocó los cinco conmigo.

—¿Por qué no estás ahí arriba metiendo dinero en sus pantalones? —le
pregunté.

—Porque me gusta ver —me dijo con una femenina mirada lasciva.

Sara se tambaleó por delante de mí y golpeó unos pocos billetes en la


mano de su hermana.

—¡Tu turno!

—Oh, no lo sé… —comenzó Bath.


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Sara rodó los ojos y tiró del brazo de su hermana.

—No retrocedas.

Vi con diversión como Sara arrastró a Bathsheba, protestando todo el


camino, hacia el escenario. Mientras Sara saltó y bailó con el ritmo,
Bath se paró tan rígida como un tótem. Ella rápidamente empujó el
dinero hacia el bailarín, luego arrastró a su hermana alejándola.

Nuestra jefa no era ni la mitad de borracha amante de la diversión que


era su hermana.

Bath depositó a Sara en la silla junto a mí.

—Iré a la barra para conseguir más bebidas. Cuídala por mí, o va a


quedarse sin dinero.

Efectivamente, Sara había sacado su cartera y estaba sacando unos


pocos dólares más.

Ryder solo sonrío.

—Ese es de alguna forma el fin, ¿no?

Sí, pero Sara tenía un enorme y más que posesivo novio. Puse una
mano sobre la de Sara, deteniéndola.

Sara me gruñó, de forma lobuna.

—Guárdalo para el siguiente bailarín —le dije—. Escuché es que


realmente caliente. —No había oído tal cosa, pero ella estaba demasiado
alegre para deducirlo.

Asintió, dejando su dinero en la mesa y sorbiendo lo último de alcohol


de su vaso.

—Bueno, eso fue inesperado —me dijo Ryder, inclinándose para gritar
en mi oído mientras el bajo golpeaba de nuevo—. Parece que el alcohol
convierte a una hermana en una mujer salvaje y a la otra en una,
incluso más, puritana.

—Escuché eso —dijo Sara a mi otro lado.

Ryder solo sonrió y se levantó para doblar un dólar en la rebosante


tanga del hombre girando en escena.

Lo observé bailar, comparando mentalmente su cuerpo con el de


Joshua. El hombre en escena era un bloque de carne grande y
musculosa. Josh era musculoso, pero era más esbelto. Tenía grandes
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hombros pero no podía cargar su peso como un fisicoculturista. El
bailarín giró, flexionando sus nalgas duras como rocas, y Sara ovacionó
ante la demostración.

Esas eran de hecho nalgas firmes. Me pregunto qué tan firme estaría el
trasero de Josh en comparación. El hombre en escena estaba
bronceado en un tono más bien naranja oscuro, lo que era poco
atractivo. También estaba engrasado, y su largo cabello arreglado en
una engominada cola de caballo baja. Me hizo apreciar el cabello limpio,
si bien corto, de Josh.

El bailarín movió sus caderas, empujando repetidamente, y la multitud


se volvió loca. Mi fantaseo con Josh tomó un abrupto giro, y sacudí mi
cabeza para limpiarla, alcanzando mi bebida casi intacta.

—Yyyyyyyyy —dijo Sara, inclinándose sobre mi hombro.

Miré por encima hacia ella.

Asintió hacia mi bebida.

—¿Vas a beberte eso?

—Lo estaba bebiendo —dije en una voz seca, pero se la pasé de todos
modos—. Te estás divirtiendo.

Se encogió de hombros, tomando mi bebida en su mano y levantándola


hasta su boca. Luego olfateó y me dio una mirada perpleja. Antes de
que pudiera preguntar, se inclinó y me olfateó.

—¿Por qué hueles a Josh?

Un sonrojo caliente y humillante cruzó mi cara. Gracias a Dios que el


club nocturno estaba oscuro.

—Estoy bastante segura que no lo hago.

—Puedo estar borracha, Marie Bellavance —dijo con un movimiento de


su dedo hacia mí—, pero mi nariz no lo está. Y definitivamente hueles a
caliente hombre puma.

¿Cómo era eso posible? Levante mi blusa hacia mi nariz y la olfateé. No


olí nada.

Sara golpeó mi hombro.

—No tu ropa, tontita. Tú. Tu piel. Normalmente hueles como un


gabinete de medicinas. Ahora tu olor es como un gabinete de medicinas
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y al hermano de Beau. —Y movió sus cejas hacia mí—. Dame los
detalles sucios.

No sabía que parte me mortificaba más, el hecho de que oliera como un


gabinete de medicinas, o el hecho de que hubiera captado mi situación
extraña con Josh. Ni siquiera éramos amigos con beneficios. Todo lo
que habíamos hecho era discutir con el otro y compartir algunos besos.

Algunos besos calientes y realmente mojados

—No es nada —le dije—. No hay detalles sucios.

Sus cejas de elevaron y agarró mi bebida

—¿Vas a amarlo y dejarlo?

—Algo así.

—Ooo —dijo Sara con una sonrisa—. Dame esos cinco. —Levantó su
mano en el aire y complemente erró la mía.

—Sí, creo que ahora tomaré eso de vuelta —le dije, sacando mi bebida
de su mano.

Se inclinó sobre mi silla, lanzado su brazo alrededor de mis hombros y


viendo la bebida. Tenía la furtiva sospecha de que si miraba hacia otro
lado, la agarraría de nuevo.

—¿Puedo darte un consejo?

—Oh, por favor hazlo. —Nada mejor que consejos de borrachos.

—Josh es un chico agradable. Realmente agradable. Gran punto blando


para las mujeres. —Picó en mi esternón como para demostrar lo que era
un punto blando—. Pero no es lo que llamarías el tipo de chico que se
compromete.

Ella dijo frases borrachas al aire justo cuando Ryder se sentó de nuevo,
con sus manos sin dinero.

—Sé que no lo es —le dije—. Pero gracias.

Asintió sabiamente, después se iluminó ante la visión de la copa medio


llena de Ryder.

—¿Vas a beber eso?

—Consíguete la tuya —dijo Ryder, sosteniendo su copa


protectoramente.
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Bath regresó de la barra con nuevas bebidas y empezó a repartirlas.
Mientras lo hacía, miré arriba hacia el escenario. Un nuevo hombre
había salido a bailar, y mi corazón se saltó un latido por la gorra de
béisbol que usaba. Un momento después me relajé, viendo el uniforme
de béisbol que llevaba y los tatuajes subiendo por su brazo. No era
Josh. Ni siquiera cerca.

¿Vas a amarlo y dejarlo?

Eso es lo que iba a hacer, ¿o no? ¿Tener sexo con él, luego darme la
vuelta y buscar un vampiro que me convirtiera? Y si el vampiro decía
que quería un compañero de sangre, le diría que no.

¿Entonces que me hacía eso? No estaba segura de querer ser una


jugadora. Y Josh no estaba seguro de si quería jugar, juzgando por la
falta de regreso de la llamada.

¿Porque tenía que ser todo tan malditamente complicado?

Uno de los bailarines paseaba, usando una corona de billetes alrededor


de su cintura y no mucho más. Sara silbó afiladamente, atrayendo su
atención y sacando un billete de veinte.

—Baile en el regazo.

—Oh no —dijo Bath.

Pero Sara miró hacia a nosotros y luego apuntó a Ryder, quien también
negó con la cabeza, ensanchando sus ojos.

El bailarín se acercó al lado de Ryder y empezó a girar, agitando su


pelvis. Bath lucía mortificada. Sara rebotaba arriba y abajo con
atolondrada emoción.

Ryder lucía… ¿asustada? ¿La confiada y dueña de sí misma Ryder?

El bailarín agarro su mano, posándola en su pectoral, brillante con


aceite de bebé. Y le dio a Ryder una mirada lasciva, empujándose
contra ella.

Ella se levantó de un salto y voló hacia el baño de mujeres.

El bailarín se hizo hacia atrás estupefacto, casi noqueado por su


apresurada salida, y Bathsheba lucía sorprendida.

—¿Qué pasó con ella? —preguntó Sara.

La mirada aterrorizada en la cara de Ryder no era característica en ella.


Y luego la idea de la… cosa… en que había visto que se trasformaba
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Ryder. Saqué el billete de veinte de la mano de Sara y lo amarré a la
tanga del bailarín.

—Probablemente bebió mucho y tenía que vomitar —les dije, y saqué


otro billete de veinte de mi bolsillo—. ¿Y si ahora me das a mí un baile
en el regazo?

Sara gritó en respuesta y el bailarín agarro mi mano libre, frotándola en


su estómago aceitoso.

Ryder totalmente me debía por esto.

***

Nos fuimos del club algunas horas después, sin dinero y bastante
alegres. Bueno, las otras tres estaban alegres, yo había sorbido la
misma bebida toda la noche, dejando que Sara le diera el trago al resto
de la mía. El alcohol nunca se llevaba bien con los medicamentes
ansiolíticos que estaba tomando para suprimir los ataques de pánico.

Nuestro conductor designado nos encontró afuera, y ante la visión de él,


la borracha pero todavía fiestera Sara gritó y sacudió su último dólar.
Lo dobló a la mitad y lo ondeó debajo de la nariz del malhumorado
hombre-oso, girando hacía él.

—Baila para mí, bebé —arrulló—. Te daré algo de dinero.

—No —dijo Ramsey en una voz plana.

Sara solo se rio a carcajadas y se alejó bailando y tambaleándose.

Ramsey la levantó en medio del aire y la deslizó sobre su hombro como


hombre de las cavernas. Sara se rio y chilló, pataleando con sus pies.

Podría haber jurado que la boca de Ramsey se torció en el indicio de


una sonrisa.

—Oh, chico —dijo Ryder a mi lado—. Espero que no siga deslizándola


así o va a vomitar. Y puedo vomitar yo también solo de verlo.

Resoplé. Bath se tambaleó a través del lote del estacionamiento detrás


de la risueña y salvaje Sara, y el gran y fornido Ramsey, y yo tomé la
retaguardia, junto con Ryder. Cuando los otros estuvieron lo
suficientemente lejos, agarré su brazo y susurré:

—¿Estás bien?

Su cara se tensó y asintió.


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—Yo solo… no puedo… procesar el tacto. No muy bien.

Inmediatamente quité mi mano.

—Lo siento.

Rodó sus ojos hacía mí.

—No el tuyo, tontita. Hombres. Yo… —Exhaló una larga y profunda


respiración—. No importa. Esto está en la lista secreta.

Uní mi dedo chiquito al suyo y asentí, luego seguimos a los otros hacía
el auto.
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Capítulo 10
Traducido por Vanehz, Verae y Flochi

Corregido por Debs

B
ien, esto es incómodo.

Sonreí tensamente a Andre mientras me entregaba otro vaso


de vino rojo, y yo trataba de ignorar al ceñudo
guardaespaldas parado justo detrás de él.

¿Por qué repentinamente mi cita necesitaba protección? ¿De quién


estaba asustado? ¿Estaba yo en peligro?

Y sobre todo, de todo el equipo de Russell Security, ¿Por qué tuvo que
ser Josh? Se cernía sobre nuestra cita como una espantosa tercera
rueda.

Así que muy, muy incómodo.

Me tomé mi vino rápidamente. Quizás si me embriagaba, esto no sería


tan malo.

—Estás muy sedienta esta noche —dijo Andre, afectuoso y divertido—.


¿Día largo?

Asentí y sostuve mi copa para que la rellenara. La verdad era, cada día
era últimamente, un largo día. No había estado manejando muy bien el
insomnio esta semana. Además había estado estresada por cómo las
cosas estaban yendo con Josh, así que había trasteado y revisado mi
teléfono esperando mensajes cien veces cada hora.

Pero no había escrito.

Parte de mí lo había esperado. Aun así… había pensado que éramos


amigos. Me sentía abandonada, incluso había llorado un poco. Confiaba
en él y había huido.

¿Y ahora él estaba fulminándome a mí con la mirada? Podía saltar de


un acantilado, por lo que me importaba.
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—Pareces distraída —observó Andre, extendiendo su mano cruzando la
mesa.

Puse mi mano en la suya, y estaba enervantemente fría contra la mía.

—Lo siento. —No podía llegar a una explicación que calmara su mente.

—¿Es este un mal momento para ti? ¿Deberíamos cancelar nuestra cita
de hoy? —Me dio una mirada preocupada, su otra mano fría
colocándose sobre la mía. Era como ser abrazada por arcilla.

Apreté su mano para tranquilizarlo.

—Solo estoy un poco… distraída por tu guardaespaldas. Pensé que esta


cita sería más privada.

—¿Es eso todo lo que te molesta?

Joshua cambió de peso sobre sus pies, frunciéndome fieramente el


ceño, con los brazos cruzados sobre su pecho.

—Solo me preocupa que estés en peligro. —Atraje toda la atención de


Andre y él me sonreía otra vez, así que levanté mi cabeza, exponiendo
un poco mi cuello.

—¿Estás seguro de que estás bien?

—Querida mía, estoy perfectamente bien —dijo, su voz ronca—. Es


simple precaución. Si está molestándote, veré si el mesero puede
encontrarle una mesa cercana para que podamos… hablar en privado.

—Eso suena maravilloso. —Era difícil centrarme en Andre cuando un


Joshua mucho más caliente y más vivo se cernía sobre él.

Necesitaba desear al vampiro, no al hombre-jaguar.

Andre se giró y chasqueó sus dedos hacia Josh, indicando que debía
largarse.

Josh dio un corto asentimiento, y se retiró a la mesa cercana, y se sentó


con un golpe sordo, su mirada aún en nosotros.

—¿Mejor? —preguntó Andre.

Asentí.

—Gracias.

—Quiero que estés cómoda a mi alrededor —dijo, su voz baja y


tranquilizante, casi como una caricia—. Sé que es difícil para alguien de
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tu especie relajarse alrededor de un vampiro, pero te aseguro que soy
solo un hombre, justo como cualquier otro hombre.

Es un depredador. Quiere cazar a su presa. Le di una lenta y sensual


sonrisa, y acomodé mi cabello hacia atrás.

—¿Justo como cualquier otro hombre?

Su mirada se volvió más caliente, con deseo.

—No tanto. Hay algunas… sutiles… diferencias.

Un sonrojo caliente cruzó mis mejillas.

—Tú dirás.

—¿Soy tu primero? —preguntó suavemente. Cuando mis ojos se


ampliaron, él rio y levantó mi mano para besarla—. Tu primer vampiro,
quiero decir.

No estaba segura de a qué se refería, y mantuve mi tono coqueto.

—Si digo no ¿Me lo echarás en cara?

Justo entonces, un móvil vibró. Mensaje de texto. Retiré mis manos y


pesqué mi móvil.

No vayas allí, envió Josh. No con este tipo.

Apagué mi móvil, rechinando mis dientes.

—Perdona, pensé que debía ser importante, pero no lo es.

Ya que Josh tenía el súper oído de los cambia formas, quizás entendería
la insinuación.

Pero la risa coqueta de Andre regresó y descansó su mano una vez más
sobre la mesa. Supuse que tenía que poner la mía en la suya. Lo hice,
forzando a alejar la inquietud que sentía cuando tocaba su piel. Era
solo porque Josh estaba tan cerca. Si no hubiera estado, no habría
estado tan intranquila.

Incluso si lo estuviera, habría aprendido el gusto de ello. Podía sostener


una mano fría y pegajosa o dos a cambio de la eternidad.

—¿Otro hombre? —preguntó Andre, sus dedos envueltos en los míos.

—No sé si deba decírtelo —dije tímidamente, consciente de cuán


seductora sonaba. Viva, yo—. No es como si fuéramos exclusivos, ¿no?
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Presionó otro beso ligero en las puntas de mis dedos.

—¿Quizás deberíamos?

¡Sí! Por dentro, hice mi danza de anotación. Por fuera, le di un atisbo de


sonrisa.

—Lo pensaré.

Correcto, depredador. Ven y atrapa esta presa.

Exclusiva. Con un vampiro. Ese era un gran paso para hacer que me
convierta ¿cierto?

—Entonces, dime, Minnie… ¿Te gustan los autos deportivos?

—¿No sé nada sobre ellos? —confesé—. Pero me gustaría aprender.

—¿Te gustaría ver él mío? —Sus ojos brillaban, y su amplia y blanca


sonrisa de repente parecía un poco… ¿Colmilluda?

¿Era este acaso un tipo de eufemismo? Hey, nena, ¿Me dejas mostrarte
mi Audi? ¿Ver qué hay bajo mi capó?

Pero estaba completamente dentro cuando llegaba a esto ¿Cierto? Y


Andre estaba definitivamente interesado, incluso a pesar de que lo
mantenía a la distancia de un brazo. Ni siquiera nos habíamos besado,
y habíamos tenido dos maravillosas citas.

Tarde o temprano, querría poner esos labios sobre los míos. Pensé en
sus frías casi heladas manos y temblé ante el pensamiento de que sus
labios se sintieran igual. ¿Qué demonios estaba mal conmigo? Era solo
temperatura corporal.

Miré a Josh, a dos mesas de distancia y le fulminé con la mirada. Él era


grande, bien parecido y una distracción que no necesitaba.

—¿Por qué no me muestras qué hay bajo tu capó? —me encontré


diciendo.

***

Manejamos por los alrededores cerca de una hora, con el capó de su


auto abajo en su auto deportivo Audi TT. El auto de Josh siguiéndonos
a una distancia discreta, aparcó el auto, y puso un brazo sobre mis
hombros.

Le dejé acercarme. Incluso le dejé besarme. Era… extraño. Estaba


salvajemente consciente de su lengua lentamente metiéndose en mi
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boca y cuán diferente era la temperatura corporal. Los dedos de Andre
descansaban ligeramente en mi mejilla, acariciando sobre mi piel
mientras me besaba.

Y entonces, algo cambió. Y cuánto. Era como si cada terminación


nerviosa saltara alerta. Repentinamente el beso de Andre era la cosa
más erótica e intensa que hubiera sentido. Mi pulso empezó a correr, y
gemí un poco cuando mordisqueó mi labio.

Si no me trepaba a él en los próximos dos minutos, iba a morir de


deseo. Tenía que tener a este hombre sobre mis piernas tan malamente
que dolía.

Alguien tocó la puerta del auto y nos separamos. Eché mi cabeza hacia
atrás, drogada por el beso de Andre, y vi el rostro ceñudo de Joshua.

—Tuvimos otra llamada, Sr. Jurov. Creo que debería terminar por esta
noche.

Andre dejó escapar una maldición en otro lenguaje, entonces me miró


con pesar.

—Temo que tendremos que hacer esto alguna otra noche, Minnie.

—Sí —dije, confusa.

***

Andre me llevó de vuelta al restaurante, y prácticamente me tambaleé


de regreso al trabajo una hora antes de lo que estaban programados los
cambios. Aún me sentía enrojecida, caliente. Conscientemente sexual.
Estaba bastante segura de que mis bragas estaban húmedas. ¿Por un
beso? Eso era tan… extraño. No había estado en ello y entonces ¡bam!
Instantáneamente excitada. No podía sacudirme la sensación de que era
un poco extraño, así que verifiqué mi reflejo en el compacto de mi bolso.
Mis pupilas estaban enormemente dilatadas.

Tan extraño.

***

Para el momento en que llegué a casa, la neblina se había disipado,


dejándome solo perpleja. Era bueno que me gustaran los besos de
Andre, ¿cierto? Deseaba que Josh no hubiera estado sentado en el
aparcamiento, mirando.
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¿Se enojó cuando Andre sostuvo mi mano? ¿Celoso? ¿O estaba
entendiendo ahora que sabía por qué estaba buscando vampiros con tal
determinación?

Me cambié la ropa de trabajo a unos pijamas de franela, deslizando mis


pies en mis pantuflas. Entonces me senté frente a mi rompecabezas y
recogí una pieza, mi cerebro aún en mi cita.

Andre quería que fuéramos exclusivos, lo cual era increíblemente


alentador. Nos habíamos besado en su auto y probablemente
hubiéramos llegado a más si no hubiera sido por cierta interrupción.
Entonces algo me dijo que la interrupción había sido toda idea de Josh.

¿Por qué le preocupaba? Le había abierto mi corazón y él me había


ignorado completamente por dos días.

Debía haber estado excitada porque las cosas hubieran avanzado con el
vampiro.

Sin embargo solo me sentía… confusa.

Mi timbre sonó.

Eran las ocho treinta de la mañana; ¿Quién demonios estaba en mi


puerta a esta hora? Esa era, teóricamente, la hora de dormir. Cerré la
puerta y espié en busca de la mirilla.

Josh estaba parado allí, sus grandes manos apoyadas contra el marco
de la puerta. Su rostro estaba girado, la gorra de béisbol ocultando su
expresión.

Uh-oh. Me detuve al lado de la puerta, pensando.

—Puedo oírte allí, Marie. Puedo olerte. Hueles bien, ya que estamos.

Me sonrojé.

—No puedes esconderte de un cambia formas. Así que será mejor que
abras y me dejes entrar.

Demonios. Abrí la puerta y lo miré, tomando nota de su pulcramente


afeitado rostro, la sexy boca presionada en una línea firme. Los
hombros tensos. No parecía feliz. Bien, ya éramos dos.

Levanté mi cabeza.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Necesitamos hablar —dijo, y no se veía muy complacido ante la idea.


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—Creo que no tienes nada que decirme.

Ajustó su gorra de béisbol, un signo seguro de su irritación.

—¿No puedes solo invitarme a entrar y ya?

Me moví a un lado, mi rostro, una cuidadosa máscara. Por dentro me


revolvía con una mezcla de irritación y dolor y… si tuviera que ser
honesta conmigo misma, placer de ver a Josh otra vez.

—Entonces, ¿qué te trae por aquí? ¿Acabas de salir del trabajo? Me


sorprende que el jefe no te pidiera quedarte hasta tarde. Ya sabes, solo
en caso de que esas inoportunas llamadas regresen.

Se quitó la gorra, entonces pasó una mano por su cabello, tratando de


juzgar mi expresión.

—¿Estás enojada?

Atrapado infraganti.

—Solo trato de entender tu juego aquí. Parece una remarcable


coincidencia que seas el guardaespaldas del chico que estoy viendo.

—No es accidental del todo —dijo Josh, acercándose—. Considerando


que un amigo mío armó la amenaza como un favor para mí. Andre
llamó un guardaespaldas extra para la noche, solo en caso.

Retrocedí, fulminándolo con la mirada.

—¿Fingiste una amenaza solo para poder seguirlo como su sombra en


su cita conmigo?

—No. Nosotros simplemente le dijimos que había una amenaza.


Dejemos que la paranoia del vampiro haga el resto. —Parecía bastante
petulante.

—No te creo —le dije con disgusto—. ¿Es que va a pasar en mi


próxima cita, también? Porque no sé si has pensado en esto, Josh, pero
si va a convertirme, va a querer hacer algo más que tomar mi mano.

Ese familiar ceño fruncido oscureció el hermoso rostro de Josh. ¿Era


posesividad lo que veía en sus ojos? Merodeé en la habitación para
poner un poco de distancia entre nosotros y me senté en el sofá
pequeño que estaba en ángulo recto con mi sofá. Si iba a hablar
conmigo, tendría que sentarse en el sofá, porque en mi asiento de dos
plazas no podía sentarse más de una persona cómodamente.
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Tan pronto como lo pensé se deslizó a mi lado, sus caderas empujando
contra las mías, sus muslos presionando los míos. Giró su cuerpo
grande hacia mí y se inclinó.

—¿Vas a dejar que él te bese de nuevo? —Tenía ese brillo de puma


posesivo en sus ojos de nuevo.

—Josh —dije en voz baja—. Necesito convertirme. Sabes eso.

—Déjame hablar con Beau —dijo, bajando su voz—. Podemos decirle


que quiero convertirte.

Lo miré, cautelosa.

—¿Y luego qué? ¿Vas a ser exiliado conmigo? Porque estoy bastante
segura de que a ninguno de nosotros le gusta Groenlandia.

—Eso no va a suceder —dijo con confianza.

—No me mientas, Josh.

—Bien —espetó, cerniéndose obre mí, todo delicioso y sexy—. Esta es la


verdad. No me gusta cuando te besa. No me gusta cuando le tocas la
mano y le sonríes. Me pone tan jodidamente loco que quiero arrastrarlo
lejos de ti. Quiero ponerte en mis brazos y besarte de la forma en que
debes ser besada. Por un hombre, no por un tipo no-muerto.

Eso fue un poco de honestidad. Mi respiración era más rápida, más


profunda. Estaba tan cerca que podía sentir el calor de su piel, y estaba
haciendo cosas locas dentro de mí.

—Así que sí, odio cuando te toca. Y no pude evitar interrumpir. Y no lo


siento. La única razón por la que todavía está en una sola pieza es
porque esto es lo que necesitas, y estoy tratando de, —Rechinó sus
dientes y luego los apretó—, de ser comprensivo.

Eso era... dulce.

—No me gusta besarlo —le dije.

Josh frunció el ceño.

—Oh, vamos, Marie. Las chicas disfrutan los besos de los vampiros. Su
saliva es un afrodisíaco.

—¿Es... qué? —Eso explicaba cómo había estado completamente


desinteresada, y luego fue como un interruptor encendiéndose y bam,
instantánea-lujuria—. ¿Afrodisíaco?
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Eso sonaba... atroz. ¿Deliberadamente me había drogado con su beso?

Josh me miró sorprendido.

—¿No lo sabías?

—Bueno, eso explica muchas cosas. Supongo que hay algunos vacíos
bastante grandes en mi educación sobrenatural.

Me sentí ultrajada. Andre me había llevado a un lugar tranquilo, aislado


a sabiendas de cómo iba a reaccionar a su beso. Y si Josh no lo hubiera
detenido, estaba bastante segura de que hubiéramos tenido sexo. Me
estremecí.

—¿Ahora ves por qué me molesta verte con él? —Sus dedos acariciaron
un rizo de mi cabello, colocándolo detrás de mí oreja en una tierna
caricia.

Una caricia muy tierna para un hombre que me había ignorado durante
los últimos dos días. Empujé su pecho.

—No te pongas celoso. Te abrí mi corazón, te dije mi secreto, y me


ignoraste durante dos días.

No pude evitar la nota de dolor que se había colado en mi voz. Solo


esperaba que no la hubiera notado. El Sr. Playboy no había herido mis
sentimientos. Yo era de hielo. De esa forma eran más seguras las cosas.

Pero siguió acariciando mi pelo, luego rozó ligeramente mi oreja con sus
dedos.

—Dale un descanso al chico, Marie —dijo en voz baja—. Me acabas de


decir que la chica por la que estoy loco está muriendo. Y la única
manera para que no muera es dejarla dormir con otro hombre y que la
convierta en un vampiro. Y no hay nada que pueda hacer al respecto,
porque lo entiendo. Pero eso no me hace sentir menos inútil.

Mi mirada se dirigió a su boca, tan firme y fuerte. Su mirada era


directa, y resistí la tentación de extender mi mano y acariciar con mis
dedos esas imposiblemente largas pestañas. Era injusto que un hombre
tuviera pestañas así. Hacían sus ojos suaves. Calurosos. Deliciosos. Su
mirada envió escalofríos por todo mi cuerpo.

—¿Estás loco por mí?

—Debe ser mi complejo de héroe —dijo en voz baja—. Me gustaría poder


dejarte en paz y hacer esa cosa de vampiros más fácil para ti. Pero me
está volviendo loco. Todo eso. Tú en sus brazos. La idea de la muerte.
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La idea de alejarme y dejarte en sus brazos. Estoy atascado no importa
qué camino tome, Marie. —Sus dedos se arrastraron por mi mejilla, y
su pulgar se deslizó a mi boca, rozando sobre la curva de mi labio
inferior—. Así que prefiero estar atrapado aquí contigo.

Su toque se sentía increíble. Estaba aquí, conmigo. Y me di cuenta que


esta era su manera de apoyarme.

Mordí la punta de su dedo cuando rozó sobre mi labio, y luego la solté.

—Entonces, ¿qué vas a hacer?—le susurré.

—Bueno —dijo, y presionó sobre mí su peso en mi asiento de dos


plazas, su boca se movía cada vez más cerca de la mía. Tomó mis gafas,
y luego los arrojó sobre el sofá cercano. Su mano se movió de nuevo a
mí, ahuecando mi mejilla e inclinando mi rostro hacia el suyo. Me
sentía caliente y sonrojada, de una manera más clara, más pura que
cuando el vampiro me había tocado. Esta vez, sentía el calor pulsando a
través de mi cuerpo, sentía esa deliciosa emoción en su toque—. En
este momento, estoy luchando contra el impulso de sacarte de este
asiento y llevarte al cielo.

Eso sonaba demasiado tentador.

—¿Por qué estás luchando?

Gimió y se inclinó, presionando su boca a mi cuello.

—Marie, no puedo estar contigo sin… poner algún tipo de derecho sobre
ti. Si tú y yo hacemos esto, no voy a ser capaz de alejarme como
quieres.

—No quiero que te alejes —le dije, y mordí su labio inferior, incapaz de
evitarlo—. Nunca dije eso.

—No sé cuál es la solución, pero se nos ocurrirá algo —dijo y


mordisqueó mi cuello. La mordida fue leve, simplemente una molestia.

—Vamos a tomar un día a la vez —le dije—. Y hoy, quiero mis manos
sobre ti.

—Bueno, porque las mías están a punto de estar por completo sobre ti.

—Entonces hazlo —lo desafié—. ¿O eres una gallina?

—Peleando con palabras —dijo. Su boca estaba caliente en mi piel e


increíblemente distractora, y me encantaba. Enterró su cabeza en mi
cuello, y sentí su lengua golpear mi clavícula.
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Di un grito ahogado ante la sensación que me atravesó.

Se detuvo, mirándome.

—¿Todo bien?

—Espero que no vayas a preguntar cada vez que haga un ruido —le
dije, recorriendo con mis manos su pecho, apreciando sus músculos.

Desabrochó el primer botón de mi pijama feo de franela, y expuso un


poco más de mi piel, y luego presionó su boca allí.

—Para alguien de tan mal humor, seguro que tienes un buen sabor.

Golpeé su pecho, y su risa en el hueco de mi garganta hizo que un


escalofrío recorriera mi cuerpo. Inmediatamente perdí la pista de todos
los pensamientos molestos, sobre todo cuando mordisqueó suavemente
mi piel. Pequeñas, pequeñitas suaves mordidas, apenas rozando sus
dientes contra mi carne. Tenía escalofríos, y gemí cuando le dio a mi
cuello un largo golpe con su lengua en respuesta.

—Lo siento —dijo, y su voz sonaba áspera con necesidad—. No pude


resistirme.

—Hazlo todo lo que quieras —le dije en sueños. Se sentía increíble.

—No deberías decirme eso —gruñó, luego lamió mi clavícula de nuevo.

—Entonces tal vez no debería decirte cuán húmeda estoy —le susurré.

Me mordió. Me quedé sin aliento en estado de shock cuando sentí sus


dientes clavarse en mi piel, la punzada viajó hasta mi cuello.

—¿Josh?

Lamió la zona con cuidado.

—Lo siento. Solo tenía que hacerlo. Estabas rogando por ella.

—No estaba pidiendo nada —le dije, pasando mis manos por su
espalda. Amaba tocarlo después de semanas de imaginar cómo se
sentiría.

—¿En serio? Porque todo lo que estoy escuchando es “Josh, necesito


que lamas mis pechos” —me dijo con voz ronca, besándome
suavemente a lo largo de mi mandíbula.

Aspiré una bocanada de aire, mis pezones se endurecieron


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—Te gusta eso, ¿cierto? —dijo con una sonrisa. Luego se inclinó y
desabrochó el siguiente botón de mi pijama con sus dientes. Observaba,
aturdida, mientras su boca se trasladó a la curva de mi pecho y
comenzaba a besarlo suavemente—. ¿Puedo deshacerme del resto?

—¿Estás pidiéndome permiso? —dije, sin poder dejar de mirar a su


boca en el valle entre mis pechos.

—Necesito saber que deseas esto, también, Marie. —Levantó la mirada,


y vi sus ojos oscuros que se reflejaban con su lado puma—. Necesitas
animar a un hombre un poco, Marie.

—¿Qué pasó con todo eso de hablar sobre los juegos previos? —Me
resultaba difícil respirar. Era como si todo el aire hubiera dejado mis
pulmones a la vista de su oscura cabeza sobre mi pecho.

Sonrió.

—Solo habla, bebé.

Resoplé ante eso.

Me dio una mirada herida.

—Estás matando a mi ego aquí, Marie.

—Es posible que necesite un agradable y saludable desinflado —le dije,


y luego lancé mis palabras punzantes, pasé un dedo a lo largo de su
pecho—. Pero no me importaría si estuvieras sin camisa.

—Voy a quitarme la ropa si tú lo haces —dijo con una sonrisa. Josh se


arrastró fuera de mí, se puso de pie, y luego me ofreció su mano.

Puse la mía sobre la suya lentamente, sintiéndome un poco fuera de mi


elemento, mientras me ayudaba a ponerme de pie. Bueno, bastante
fuera de mi elemento. Toda mi experiencia en coqueteo y ser sexy eran
de hace diez, oxidados, años. Y aquí estaba yo, en un pijama feo, con
círculos oscuros bajo mis ojos.

Entonces se quitó la camisa por la cabeza, y mi boca se secó.

Josh era... precioso. En el futuro, necesitaba verlo desnudo, al menos,


una vez al día. Quizá más. No pude resistirme a llegar a tocarlo. Sus
hombros tensos y fuertes enmarcaban un torso estrecho y un vientre
plano. Tenía un poquito de pelo en sus pectorales y una línea debajo de
su vientre. Elegante. Delicioso. Sus bíceps eran duros, fuertes, y no
podía dejar de pasar mis manos por encima de él.
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Permaneció inmóvil mientras lo exploraba, tocándolo de la manera en
que había querido tantas veces. Acaricié sus pectorales con mis dedos,
tan definidos y duros, y salté mientras un ruido sordo surgió en su
pecho bajo mis dedos.

—Lo siento —dijo, poniendo su mano sobre la mía y atrapándola contra


su pecho de nuevo—. Debería haberte advertido. Ronroneamos.

Efectivamente, un estruendo profundo como el ronroneo de un gato


salió de su pecho mientras su mano sostenía la mía sobre su corazón.

—No me di cuenta que eras como un gato... en la superficie.

—No te preocupes, estoy entrenado.

—Muy lindo. —Me quedé mirando esa deliciosa piel, en trance, y corrí
mis uñas por él, acariciando sus músculos.

Gimió, jalándome hacia él por otro caliente y rápido beso.

—Tu turno.

Salí de sus brazos y sentí mis mejillas calentarse con timidez.


¿Mostraría mi inexperiencia? Esperaba que no. Terminé por
desabrocharme la chaqueta del pijama, manteniendo la tela junta hasta
el último minuto. Entonces me encogí de hombros y dejé la tela caer al
suelo. Cerré los ojos, esperando su respuesta.

—Hermosa —dijo, sus cálidas manos se movieron hacia atrás alrededor


de mi cintura y me tiró contra él, por otro ardiente beso con su boca
abierta. Estábamos con el pecho desnudo, y Dios mío, la sensación era
pecaminosa. Especialmente cuando su lengua acariciaba mi boca tan
sensual, como si fuera algo delicioso para disfrutar durante horas. Una
de sus grandes manos acarició mi columna y gemí, apretando mis
pechos contra el suyo. Me encantaba la calidez de su enorme cuerpo.
Quería sentirlo sobre mí.

Su mano se deslizó a mi trasero y me jaló más cerca de él, mientras


profundizaba el beso, se volvió más posesivo. Mi pulso se avivó, latiendo
a través de mi cuerpo en excitación. Su boca lentamente se apartó de la
mía, y me miró con sus ardientes ojos.

—¿Quieres la cama o está bien aquí? Porque probablemente deberíamos


ir allí ahora.

—Cama —dije con suavidad, mis dedos se enredaron en el cabello


sedoso de su nuca.
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Me alzó en brazos, besándome mientras me llevaba a mi cuarto, luego
me acostó sobre la cama y trepó sobre mí. Envolví mis piernas
ataviadas con el pijama alrededor de su cintura a la vez que se
inclinaba para besarme otra vez, el vello de su pecho haciéndome
cosquillas en los pezones.

Y luego empujó contra la coyuntura de mis muslos, y gemí. Oh, guau.


Incluso a través de sus jeans, eso se sintió, muy, pero muy bien.

Tragó mi gemido con otro beso ardiente, empujando nuevamente,


meciéndose contra mi núcleo. Mi mente quedó en blanco debido al
placer, cuando deslizó sus manos en mi cintura y me besó una vez más
el cuello, para luego bajar por mi clavícula.

Cuando se inclinó y tomó la punta de un seno con su boca, le clavé las


uñas en la piel.

—¡Joshua!

Ahora él ronroneaba, acariciando con la nariz contra mi pezón, lamió y


chupó la punta sensible, rodándola contra su lengua. Sentí el ronroneo
vibrando a través de su cuerpo, y eso estaba haciendo cosas
demenciales a la manera en que se sentía contra mí. Mi sexo se sentía
caliente y húmedo por la necesidad, mis muslos apretándose
involuntariamente alrededor de él.

—Por favor…

—¿Por favor, hazle el amor a mi otro seno? —Sopló a través de la piel


sensible, y todo mi cuerpo hormigueó en respuesta—. Si insistes. —Y su
boca se aferró a mi otro seno. Su pulgar fue al pezón que había
abandonado, provocando la punta a la vez que lamia y mordisqueaba el
otro.

Me retorcí debajo de él, mi espalda arqueándose. No quería que la dulce


e intensa tortura terminara jamás. Quería más, con desesperación. Mis
uñas se clavaron en su piel y mis caderas empezaron a alzarse
instintivamente.

—Por favor —susurré nuevamente, porque amaba las consecuencias y


quería ver qué haría a continuación.

—Por favor —susurró con voz ronca—, ¿pongo mi boca sobre ti?

Inhalé con fuerza, y asentí.


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Sus dedos tiraron de la cintura de mis pijamas y las deslizó hacia abajo
por mis piernas.

—He estado pensando en cómo te verías por semanas. Me ha estado


volviendo loco. No puedo esperar a verte por completo.

Contuve el aliento cuando su mirada se movió por encima de mi cuerpo.


Su mano siguió su mirada, mirando de abajo hacia arriba mis piernas,
luego mis muslos, los rizos oscuros en la unión de mi sexo.

—Adorable —susurró, y se inclinó para presionar un beso en mi vientre.

Ese simple movimiento incendió mi cuerpo. Estiré mis manos hacia él,
arrastrándolo de vuelta sobre mí y besándolo. Se deslizó entre mis
muslos y los separé, permitiendo que acunara su peso en contra de mí
otra vez. Sus jeans se frotaron contra mi sexo en una manera ruda que
provocó escalofríos en mi cuerpo. Sus besos fueron profundos y
adictivos, y adoraba completamente el sabor de él. Podría besarlo por
horas y horas.

Se retiró lentamente.

—Tengo que quitarme los pantalones antes de que me castren.

Me reí, y sonrió.

—¿Quieres que use un condón? —preguntó.

—¿No deberías hacer automáticamente eso?

Negó con la cabeza.

—Los cambia formas no tienen enfermedades, y solo puedo dejar a


alguien embarazada si está en celo.

Me apoyé sobre mis codos, pensando.

—¿Qué hay de mí? ¿Puedes dejarme embarazada?

Negó con la cabeza.

—No a menos que tengas sangre de cambia formas en ti. No servirá.

Agarré el frente de sus jeans, tirándolo sobre mí en la cama.

—Entonces estamos bien.

Sonrió y bajó las manos a mi cabello, apartándolo de mi rostro.

—¿Vas a hacer los honores?


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¿Terminar de desvestirlo? El pensamiento era… excitante. Lo miré,
sintiéndome un poco ansiosa, pero la mirada ardiente en sus ojos me
tranquilizó. Estaba tan involucrado en esto como yo. Con cuidado
desabroché el botón y bajé la cremallera, empujando los pantalones
hacia abajo y revelando calzoncillos rojos que no dejaban casi nada a la
imaginación.

—Oh…

—Bastante impresionante, ¿uh? —dijo con una sonrisa burlona.

—De hecho, es más chico de lo que pensé —bromeé.

—Oh, ¿en serio? —dijo con un tono desafiante en su voz—. Entonces


deja de mirar con fijeza.

—No puedo —admití y rocé con mis dedos sobre la tela que hacía una
carpa.

Gimió, sus dedos enredándose en mi cabello rizado.

—Dios, Marie. Quiero tanto tus manos sobre mí.

—Puedo hacerlo —dije suavemente, tirando de la cintura de sus


calzoncillos y bajándolos. Se contoneó rápidamente fuera de ellos y
quedó desnudo en frente de mí.

Desnudo, y hermoso. Y enormemente erecto. Su pene era largo y


grueso, la punta coronada con una gota de humedad. Pasé un dedo
sobre esa gota y fui recompensada con un profundo gemido en
respuesta. Mis dedos se movieron vacilantes sobre su longitud,
simplemente provocando. Revoloteando. Eso fue… emocionante. Envolví
mis manos alrededor de su longitud y me incliné para tomar la punta
en mi boca.

Su respiración explotó.

—Oh, Dios, Marie. Es tan bueno.

Animada, rodé la lengua alrededor de la corona, y luego volví a


succionar. Quería complacerlo, volverlo tan loco por mi como yo estaba
por él. Mi agarre se apretó en su polla y succioné con más fuerza.

Se empujó en mi boca, luego se apartó.

—Puedes poner tu boca sobre mí la próxima vez —susurró, dándome


otro ardiente beso—. En este momento te quiero sujeta debajo de mí,
gritando mi nombre.
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Esa imagen me arrebató el aire de los pulmones.

Se levantó por encima de mí, mirándome fijamente con una increíble


ternura, sus manos separando mi cabello en un halo.

—Siempre quise verte así. Hermosa y suave.

—¿Y desnuda en tus brazos? —supuse.

—Desnuda en mis brazos —estuvo de acuerdo, luego se inclinó y besó


mi hombro—. Con tus senos en mi cara, tus pezones llamando por mi
boca —prosiguió, y siguió la declaración con sus labios rozando la
punta de mis pechos.

Solté un grito bajo y estremecedor.

—Desnuda en mis brazos, con tus muslos abiertos sobre mis hombros
—dijo con suavidad, bajando por mi cuerpo y pasando suavemente la
boca por mi vientre. Sus pulgares se movieron a mi sexo, y corrió uno
por la húmeda unión.

—Josh —gemí, incapaz de hacer otra cosa más que susurrar su


nombre—. Por favor, te quiero dentro de mí.

Ignoró mis plegarias, separando los labios de mi sexo y lamiéndome en


un largo y lento movimiento que me dejó estremeciendo y gimiendo.

—Sabes tan dulce, Marie —susurró, y sentí ese salvaje ronroneo volver
a comenzar—. Pegajosa, mojada y muy bien. Podría pasarme horas
aquí.

Gemí ante el pensamiento. No sería capaz de sobrevivir por horas.


Moriría feliz, contenta y sin huesos. Cuando volvió a lamer me revolví
debajo de él, sintiendo ese dolor profundo en mi centro e indefensa de
hacer nada al respecto. Mis caderas se levantaron en respuesta a su
siguiente lamida, y grité su nombre en voz alta.

—Te necesito —susurró—. La próxima vez, pasaré horas ahí.

—Como sea —dije, retorciéndome debajo de él, desesperada por la


necesidad—. Por favor. Te necesito, Joshua.

Volvió a subirse sobre mí, abrió mis temblorosas piernas, y se puso


sobre mí, apoyando su cuerpo sobre sus codos. Luego se inclinó para
darme otro beso. Al hombre le encantaba besar más de lo que pensaba
que era posible.
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Levantó una de mis piernas, sujetándola alrededor de su cintura. Su
mano se deslizó entre nosotros en tanto se acomodaba, y sentí la cabeza
de su pene empujando en mi entrada. Me tensé un poco, anticipando
su lento deslizar dentro de mi cuerpo.

Había pasado tanto tiempo que no estaba preparada para su empuje


cuando se hundió hasta la empuñadura, y pegué un grito.

Se puso rígido, la mirada ardiente y vidriosa en sus ojos volviéndose


una de terror.

—¿Marie… nena? ¿Te encuentras bien?

Me retorcí, clavando las uñas en su carne. Era tan grande.

—Estoy bien. Solo dame un segundo. Ha pasado un tiempo.

Se me quedó mirando.

—¿Cuánto ha pasado?

—Unos cuantos… años. Tal vez… una década.

Él juró, intentando quitarse.

—Mierda, Marie. Lo siento tanto. No sabía. Tendría que…

Lo silencié con un beso, envolviendo mis piernas alrededor de él. Lo


último que quería era ser tratada como alguna delicada florecilla.

—Shhh. ¿Podemos seguir con esto?

Volvió a besarme, casi a regañadientes.

—Dime cuando deje de doler.

Tomé su labio inferior en mi boca y lo succioné, sonsacándole un


gemido. Sus caderas se sacudieron contra mí, resultando en un empuje
de su pene enterrándose más profundamente dentro de mí. Y se sintió…
bien. Un poco punzante, pero me estaba ajustando. Mecí mis caderas
un poco contra él.

—Oh, sí. Definitivamente ha dejado de doler. Dame más, Josh.

La tensión incrementó en su frente.

—Iré despacio, pero tienes que decirme si te duele. —Y meció muy


lentamente sus caderas contra mí en un movimiento suave y circular.
Seguí su ejemplo, una vez, dos veces, y entonces empezó a bombear
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dentro de mí lentamente, su intensa mirada en mi rostro, observando
mis reacciones.

—No soy virgen, así que no tienes que ser tan… —Mi boca se abrió
cuando acarició en mi interior—. Oh…

—¿Un oh bueno o uno malo? —Su voz sonó tensa, sus movimientos
deteniéndose.

Mis dedos apretujaron su culo.

—Un buen oh. Sigue haciendo eso, Josh.

Empezó nuevamente a bombear dentro de mí, con más fuerza, más


rápido. Las punzadas de incomodidad pronto se vieron enterradas en
una avalancha de sensaciones. Nunca antes había sentido algo como
esto. Cada terminación nerviosa estaba viva y en llamas y mis caderas
se levantaron para encontrarse con cada uno de sus empujes, mis
movimientos torpes comparados con los suyos, pero no me importó. Lo
necesitaba, necesitaba esto.

Josh susurró contra mi cuello a la vez que se mecía profundamente en


mi interior, cada empuje impactando mi cuerpo, sus movimiento
volviéndose más rudos, más bruscos. Mi cuerpo se estaba tensando
pero todavía no llegaba, y mis dedos se clavaron con fuerza cuando sus
caderas se movieron contra las mías.

—Josh… necesito…

—Lo sé —jadeó, remarcando cada palabra con una embestida—. Voy a


dártelo.

Mirando mi cara, deslizó su mano entre nosotros, buscando. Sus dedos


separaron los labios de mi sexo y encontraron mi clítoris, y entonces
volvió a empujar, frotándose contra este.

Si pensaba que estaba en llamas antes, ahora estaba en un infierno.


Todo mi cuerpo se sacudió como un cable de alta tensión, y el placer
que había estado persiguiendo vino más cerca.

—¡Justo ahí!

Continuó empujando, sus dedos provocando el capullo con movimientos


rápidos y veloces. Empuje, caricia, empuje, caricia, y mi cuerpo siguió
tensándose con más fuerza hasta que pensé que me partiría en dos, mis
músculos cerrándose.
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Y entonces estuve en el borde, todo mi cuerpo aferrándose alrededor de
él en un fuerte orgasmo oscilante. Grité su nombre a la vez que él
empujaba fuerte y salvaje dentro de mí. Sus dientes se cerraron en mi
clavícula, mordiéndome cuando vino su propia liberación rápida y
violenta.

Se meció por un momento más de tiempo, besando mi boca una última


y lenta vez, y luego rodó para acostarse a mi lado. Exhaló una bocanada
profunda de aire.

Seguí su ejemplo, mi cuerpo todavía temblando.

—Maldición —dije con suavidad.

—Una década, ¿eh?

—Calla, Josh.

Me besó la palma.

—Con toda seriedad… ¿te encuentras bien?

—Creo que me desgarré algunos músculos… pero nunca estuve mejor.

***

Incluso exhausta y deliciosamente saciada por hacer el amor, no podía


dormir. A mi lado, su mano enrollada en mi cabello, una pierna sobre la
mía, Josh dormía, su pecho retumbando en un ronroneo. Cerré los ojos
e intenté obligar a mi cuerpo a dormirse, pero tras una hora de dar
vueltas, me di por vencida.

Con cuidado me desenredé sin despertarlo y bajé de puntilla el pasillo


para darme una ducha rápida. Luego, después de haberme secado, me
dirigí a mi rompecabezas.
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Capítulo 11
Traducido por aniiuus, âmenoire90 y Liseth Johanna

Corregido por Dianna K

E
staba guardando el rompecabezas completo cuando Josh entró
en la habitación rascándose la cabeza y bostezando. Se veía tan
deliciosamente despeinado que mi pulso empezó a correr.

Se puso a mi lado y miró hacia la caja del rompecabezas.

—¿Dormí durante mucho tiempo?

—Siete horas. —Estaba envidiosa.

Envolvió sus brazos alrededor de mi cintura y me acercó para un beso.


Fui a regañadientes, sintiéndome incomoda. ¿No era esta la parte en la
que se supone que él me decía que me llamaría y saldríamos a patinar?
Pero él mordisqueó mis labios y cuando me ablandé en su contra
comenzó a besarme lánguidamente, su lengua deslizándose en mi boca
lentamente con una promesa. Para el momento en que me soltó yo
estaba aturdida, el deseo pulsando a través de mi cuerpo.

A unos centímetros de mi boca se rio en voz baja.

—No deberías dejarme dormir hasta tan tarde. Podríamos haber tenido
tiempo para otras… cosas.

Calor se propagó a través de mí, sobre todo cuando sus manos se


deslizaron a mi trasero y comenzó a amasarlo. Traté de enfocar mis
pensamientos.

—¿Tienes que trabajar esta noche?

Él asintió con la cabeza, moldeando mis caderas contra las suyas.

—Más guardias de vampiros. Lo de siempre.

Y yo tenía que trabajar también. Lástima que no podíamos quedarnos


aquí toda la noche y simplemente sostenernos el uno al otro. Una idea
maravillosa. Josh ciertamente no parecía dispuesto a moverse. Siguió
acariciando mi espalda y me miraba con esa intensa y posesiva mirada.
Toqué mi cabello con una mano.
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—Supongo que debería empezar a prepararme para el trabajo.

Y él probablemente querría irse.

Pero no parecía tener prisa. Me besó una vez más y luego me soltó.

—¿Quieres ir a desayunar?

—Es la hora de la cena para los demás.

La sonrisa de Josh era dolorosamente dulce.

—No para ti y para mí.

Eso nos hizo sonar… algo más. ¿Siempre iba a desayunar con sus citas
después? Yo había tenido la impresión de que él se alejaba de ellas lo
más rápido que podía. Pero ambos estábamos en esa zona extraña que
era algo más que amigos, pero menos que una pareja. Amigos con
beneficios.

Y los amigos podían salir a desayunar.

—Claro —le dije—. Dame quince minutos para estar lista.

***

No me sorprendió cuando Josh sugirió el restaurante. Ni siquiera me


importó cuando me dejó para ir a buscar a Carol y tirar de ella en un
gran abrazo de oso. A la anciana se le iluminó la cara al verle, y me
sonrió en respuesta.

Me sentía de esa manera cada vez que lo veía, también. Había algo tan
juvenil y exuberante en Josh. Era abierto, coqueto y agradable para
todo el mundo, todo lo que yo no era. ¿Qué diablos fu lo que vio en mí?

Voyons, era obvio: me lo había dicho él mismo. Él era un depredador, y


a los depredadores le gusta la caza. Había estado jugando duro para
conseguirme, y ahora ya no era difícil de conseguir.

Sentí una punzada de ansiedad. ¿Iba a ser otro encuentro de una sola
noche?

Pero eso era lo que yo quería, ¿no? Así que ¿por qué estaba incluso
pensando estas cosas?

Carol nos enseñó la misma cabina que habíamos tenido la última vez,
me dio un guiño de complicidad, luego se dirigió por un café. La noche
era joven y el restaurante estaba lleno. Cuando me deslicé en la cabina,
Josh se deslizó a mi lado, como la última vez.
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Solo que esta vez no me alejé. Y esta vez él puso su brazo alrededor de
mis hombros, estrechándome y besando mi sien. Ternura. Dulzura.
Amor. Al igual que una pareja real.

Lo qué no podríamos ser. Desconcertada, agarré el menú.

—¿Qué vas a pedir?

—Lo de siempre —dijo.

Sonreí, divertida.

—Creo que voy a ir con algo más pequeño esta vez.

Yo pedí un plato de desayuno cuando Carol regresó, y Josh pasó unos


minutos charlando con ella sobre cómo se encontraba, y sus gatos. Su
brazo se mantuvo alrededor de mis hombros todo el tiempo, y Carol no
se inmutó ante la visión.

¿Él traería a muchas citas aquí? No parecía como un sitio de citas.


¿Ella solía verlo con su brazo alrededor de mujeres al azar? El
pensamiento me hizo infeliz.

Tan pronto como Carol se fue, mi teléfono sonó. Lo saqué de mi bolso y


puse una mueca de dolor al ver el nombre que se mostraba. Papá. Lo
había estado evitando desde que mi insomnio me había golpeado y
había empezado a perseguir mi loco plan. Me sentí un poco mal por eso,
pero él estaba tan envuelto en Posey que no creía que se diera cuenta.
Sus llamadas fueron menos frecuentes y tendían a ser sobre los lugares
interesantes a los que iban, y por qué no me unía a ellos.

—Hola, papá —dije, dándole a Josh una advertencia para que se


callara.

—Salut, ma petite puce —retumbó en el teléfono.

—¿Cómo te va, papá? ¿Cómo está el viaje a Las Vegas?

—Estaremos de vuelta pronto —dijo—. ¿Suenas como si estuvieras en


un restaurante! ¿Una cita caliente?

—No exactamente. Solo tomando el desayuno con un amigo.

Ese amigo deslizó su mano en el interior de mi muslo y mordisqueó mi


hombro. Todo mi cuerpo se sonrojó en respuesta.

—Amigo, ¿eh? —murmuró Josh contra mi cuello.

Mi papá todavía estaba charlando.


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—¿Has estado viendo a este amigo por mucho tiempo?

—No mucho —dije sin convicción. Gracias a Dios que Josh no podía oír
la conversación… ¿o podía hacerlo? Los cambiadores tenían una buena
audición—. ¿Así que disfrutaste Las Vegas?

—¡Las Vegas fue genial! Pero Posey gastó todo su dinero y se aburrió. El
espectáculo que quería ver fue cancelado, así que pensamos que
volveríamos y te veríamos en su lugar.

Se estaba haciendo difícil para mí concentrarme en la conversación, ya


que Josh tenía su mano en mi muslo. Podría haber jurado que fue
avanzando lentamente hacia arriba. Josh me miraba intensamente,
incluso cuando dejaron la comida. Le di una leve sonrisa, tratando de
concentrarse en la llamada—. Estoy trabajando toda la semana, papá.
No sé si puedo…

—Sales a las ocho am mañana, ¿cierto? ¡Posey y yo te traeremos el


desayuno! Va a ser grandioso. Ya sabes que nos encantaría verte.

Yo quería ver a mi papá, también, pero no estaba segura sobre ello.


Estaba preocupada de que viera que había algo sospechoso.

—Caramba, no lo sé.

—¡Oh, vamos! —dijo alegremente—. Posey te ha estado guardando


algunas muestras de Avon, y se está muriendo por enseñártelas. Y tú
deberías traer a tu amigo así lo puedo conocer.

Esto estaba empeorando rápidamente.

—Papi…

—¿Cuál es el problema? —murmuró Josh contra mi cuello—. ¿No


quieres que te vean conmigo?

Me quedé helada.

—Yo solo…

—Vamos, cariño. Me muero por verte de nuevo.

Josh presionó un beso en mi cuello y empezó a mordisquear mi oreja


libre. Su mano se deslizó más arriba en mi muslo, hasta que estuvo
prácticamente ahuecando mi sexo debajo de la mesa.

—Está bien —chillé cuando su lengua se movió a mi lóbulo de la oreja.


Cualquier cosa para dejar la maldita llamada—. Solo llámame por la
mañana, papá.
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—Hasta entonces —dijo alegremente—. Te amo.

—Yo también te quiero —le dije, y colgué. Tan pronto como lo hice, me
retorcí lejos de Josh—. ¿Qué estás haciendo?

—Mandarme a mí mismo una invitación para desayunar, me parece —


dijo con una sonrisa.

—Mi papá piensa que estamos saliendo ahora —le susurré, molesta.

Él se encogió de hombros y tomó un trozo de tocino de mi plato,


haciendo caso omiso de sus propias fuentes de comida.

—Prometo que no te propondré matrimonio, entonces.

—Josh, él no sabe acerca de mi enfermedad. Yo no quiero que lo sepa.

Se me quedó mirando, sorprendido.

—¿No se lo has dicho?

—No se lo he dicho a nadie más que a ti. —Negué con la cabeza,


recordando el rostro devastado de papá cuando se había sentado junto
a la cama de mi madre cuando se había puesto enferma. Su
devastación cuando había estado tan débil al final, y su infinita
paciencia triste cuando ella se había vuelto completamente loca y no lo
reconoció. Él le había aportado ternura de todos modos, y yo había visto
la forma en que eso lo había destruido, día a día.

»Le tomó años recuperarse de la muerte de mi madre. La única cosa que


lo sacó de su depresión fue Posey. —Y ese era el por qué no podía
odiarla—. No puedo arruinar su felicidad ahora que la ha encontrado de
nuevo.

—Marie —dijo lentamente—. Tienes que decirle a tu padre. Y si…

—No hay y si —le dije bruscamente—. Ninguno.

Si eso significaba que estaba viviendo en la negación, que así sea. Era la
única manera en que podía hacer frente a esto.

Él frunció el ceño.

—¿No crees que va a adivinar que algo va mal?

Sabía a lo que se refería. Mi cara estaba pálida, los círculos bajo mis
ojos eran enormes. Había perdido al menos cinco kilos y la gente
constantemente me preguntaba si estaba bien.
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Pero podía atribuírselo a la gripe mientras tuviera una buena
distracción. Deslicé mi brazo a través del de Josh.

—Vamos a estar tan enfermamente lindos que ni siquiera va a pensar


en preguntar.

Y como si probara que podía ser lindo, Josh se inclinó y besó la punta
de mi nariz.

Y me derretí. Solo un poco.

***

Minnie tenía un mensaje esperando cuando llegué al trabajo.

Está noche no está bien para mí, mi queridísima. ¿Podemos vernos


mañana? Estoy contando las horas hasta que pueda ver tu adorable cara
de nuevo.

Estaba firmado con AJ, las iniciales de Andre. Eso era… dulce, creo. “Mi
queridísima” sonaba un poco rígido, pero también sonaba afectuoso. Lo
tomaría. Le envíe de regreso un correo electrónico diciendo que mañana
estaba bien.

Curiosamente, sin embargo, no estaba ansiosa de ver a Andre de nuevo.


Toda la relación se sentía tan… controlada. En ambas partes, la suya y
la mía. Era extraño estar saliendo con un chico sin que contestara su
teléfono o mandara mensajes para ver cómo estaba. Solo
interactuábamos en nuestras citas. ¿Todos los vampiros eran así?

No debería de molestarme más, pero estaba distraída por Josh. Josh y


su sonrisa engreída y confiada que hacía que mis rodillas se debilitaran.
Josh, quien me había besado como el infierno en el estacionamiento
afuera de Midnight Liaisons. Apenas había logrado dar tumbos a través
de la puerta, ganando una mirada sospechosa de Ryder.

—¿Todo bien?

—Solo… bien. —dije mientras me sentaba en mi escritorio, mareada.

Sara había estado esperando que un cliente le regresara la llamada


acerca de un problema con su archivo, y me transfirió el caso, dado que
ella había terminado por el día. Mientras señalaba hacia la pantalla,
noté que mantenía su mirada hacia mi cuello.

¿Tenía un chupetón? Me sonrojé ante la idea y me forcé a concentrarme


en sus instrucciones, tomando notas. Cuando finalmente se fue, saqué
un compacto de mi bolso.
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No había mordidas de amor. Nada que pudiera ver. Huh. Tal vez había
imaginado su interés.

La noche pasó a paso de tortuga. Los teléfonos estaban más lentos que
lo usual y no estaba en un humor platicador. Ryder no lo estaba
tampoco. Pasé horas mirando el monitor de mi computadora, soñando
despierta.

Seguía imaginando el gran cuerpo de Josh encima del mío. La manera


en que había besado mi boca y me había lamido toda. La forma en que
se había empujado en mí tan fieramente, tan posesivamente.

Y recordé el pequeño beso que había presionado en mi nariz durante el


desayuno.

Se había sentido… como una pareja real. No un ligue. Este se sintió


especial. Pero tal vez solo estaba siendo sentimental. Tal vez así era
como Josh hacía sentir a todas sus amigas. Tal vez era por eso que
tantas de ellas se quejaban con la agencia cuando no les regresaba la
llamada.

En un capricho, saqué su perfil. Ahí estaba él, recargado contra una


pared, sus pulgares enganchados en las hebillas de su cinturón,
apuntando a tú sabes dónde. La pose demostraba justo cuán
musculosos eran sus brazos, cuán plano era su estómago. Cuán
engreída era su sonrisa. Lucía como un chico que sabía que era
caliente.

¿Estatus actual? Disponible.

Eso me molestó. No era como si pudiera reclamarlo, por supuesto. Pero


no estaba segura si lo quería reclamando a alguien más.

Miré el historial de su perfil. Había sido un cliente por los últimos


cuatro años y había salido con docenas de mujeres. Me desplacé hacía
abajo por sus citas, incómodamente alerta de cuán jugador era. Su
última cita había sido tres semanas atrás, una mujer-zorro llamada
Hayami. Le había mandado mensajes a través del sitio pero estaban sin
contestar. De hecho, todo su buzón de entrada estaba lleno de
mensajes personales de otras féminas. Con algunos tenía un historial y
otros eran nuevos.

Me deslicé a través de los mensajes sintiéndome como una fisgona. Pero


no estaba fisgoneando realmente, dado que trabajaba para la compañía.
Le decíamos a la gente que monitoreábamos sus citas y sus mensajes.
Así que sabían que no eran privados.
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Aun así, cuando me topé con las fotos de desnudos que una chica le
había enviado a Josh, las borré con un gruñido.

***

Todavía me estaba sintiendo un poco malhumorada cuando llegó para


recogerme a la mañana siguiente. Sofoqué un bostezo detrás de mi
mano, mientras me deslizaba en el auto junto a él. Habíamos llevado
solo un auto para cenar anoche porque había parecido inteligente.
¿Ahora? Deseaba haber llevado dos.

Josh lucía cansado. Ligeramente tenso y molesto. Pero se inclinó para


besarme y lo estudié mientras entraba en la carretera.

—¿Todo bien?

Miró hacia mí.

—Larga noche, es todo.

—¿Más problemas de vampiros?

—Solo un vampiro siendo de alto mantenimiento y demandante. —Su


boca se tensó—. Mira, Marie, odio pedirte esto…

Oh no. Aquí estaba.

—Pero creo que ya no deberías ver a Andre. Incluso otros vampiros lo


evitan. Hay algo pasando debajo de ese exterior de chico agradable, pero
no sé lo que es. Él es reservado.

Uf. Había pensado que iba a sugerir que ya no nos viéramos más.

—Pensé que habías dicho que todos los vampiros eran reservados.

Frunció el ceño.

—Lo son.

—Entonces, ¿qué hace peor a este? ¿Has oído algo?

Su mandíbula se apretó un poco.

—No. Pero mis instintos me dicen que está escondiendo algo. Solo
necesito averiguar qué.

No sabía una cosa sobre los instintos gatunos. Pero sabía que Andre era
mi oportunidad de vivir. Estaba dispuesta a resistir un poco de rareza
por eso.
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—No puedes pedirme que deje de verlo —le dije suavemente.

Sus manos se apretaron en el volante y suspiró.

—Solo quiero que tengas cuidado. —Josh miró hacia mí, sus ojos
serios—. Por mí.

Puse una mano en su muslo, sintiéndome extrañamente posesiva de él


por el momento.

—Tendré cuidado.

***

Tan pronto como llegué a casa, di un vistazo a mi departamento limpio


y me di cuenta que tenía un problema. Mi padre me conocía mejor que
cualquiera y sabía que me gustaba limpiar cuando estaba estresada.
Eso lo haría hacer preguntas.

Inmediatamente fui al dormitorio.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó Josh.

—Necesito ensuciar este lugar —le dije sin aliento—. Mi padre sabrá
que pasa algo cuando vea que he estado limpiando.

Él rascó la parte de atrás de su cabeza mientras me paseaba alrededor


para encontrar algo que ensuciara adecuadamente el lugar.

—Tengo un par de camisetas sucias en mi auto. ¿Quieres que las


traiga?

Me detuve a mirarlo.

—¿Por qué tienes camisetas sucias?

Se encogió, luciendo un poco incómodo.

—No he estado en casa por uno o dos días.

—¿Siquiera quiero preguntar? Pero está bien, toma un par de tus


camisetas. Podemos tirarlas en el piso. —Tan pronto como dije eso, me
encogí mentalmente queriendo limpiar el lugar ante la idea. Fui a la
cocina mientras él se dirigió a su auto y vertí algunas sobras en un par
de platos y luego tiré las sobras a la basura. Tiré los platos en el
fregadero y puse un vaso medio lleno de refresco en el mostrador,
esperando que se aquietara pronto. Abrí una bolsa de papás fritas y me
comí una, luego esparcí las migajas en el mostrador, torciendo la bolsa
para cerrarla desordenadamente.
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Después de eso saqué un rompecabezas y lo arreglé sobre la mesa para
que pareciera que todavía estaba trabajando en él. Josh regresó al
departamento y levantó sus camisetas.

—¿Dónde quieres estás?

Las atiborré detrás del sofá y aventé una sábana en el otro sofá en una
pila desordenada. Listo. Sondeé mi labor y me giré hacia Josh.

—¿Esta habitación luce habitada?

Me sonrió de vuelta.

—Perfecta.

Me desplomé en el sofá, de repente demasiado cansada para hacer


cualquier otra cosa.

—¿Por qué no descansas? Me aseguraré que la cocina luzca un poco


más habitada y me haré un bocadillo.

Mientras se iba, noté que tenía una de mis camisetas para dormir
metida debajo de su brazo. ¿Qué quería con eso? Interesante.

Antes de que pudiera preguntar, hubo un golpe en la puerta y luego el


timbre, solo en caso de que no los hubiéramos oído la primera vez.

—Están aquí —le grité a Josh, arrastrándome del sofá. Miré a través de
la mirilla y vislumbré el atuendo rosa brillante de Posey.

Reprimí mi nerviosa respiración. Con Josh aquí, tenían que haber


preguntas. Esta sería la primera cita en la que alguna vez hubiese
presentado a mi padre… y ni siquiera estábamos saliendo. Josh solo era
un amigo ayudándome. Mi verdadera cita no saldría hasta después de
que oscureciera, porque era un no-muerto.

Ese pensamiento me incomodó.

Abrí la puerta y sonreí ampliamente.

—Hola, Papá, Posey.

—¡Marie-Pierre! —dijo mi padre. Se inclinó para darme un beso, luego


entró al apartamento—. Nena, no vas a creer lo que te conseguimos en
Las Vegas.

—Oh, me lo creeré —dije secamente e invité a pasar a Posey con un


incómodo abrazo—. Hola, Posey.
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—Hola, Mari-Pierre —murmuró con un fuerte acento del sur de Texas.
La forma en la que dijo mi nombre completo con su pronunciación hizo
que sonara como Pee-uh-air, lo que, estoy segura, no pretendía mi
madre cuando me puso ese nombre—. ¿Cómo te va, cariño? —examinó
mi pálido rostro, luego sonrió—. Mírate, tan pálida. El estilo gótico es
muy 2009, cariño. Te traje algunas muestras de maquillaje. Hay una
nueva línea que estoy promocionando, y creo que servirá para poner
algo de rosa en esas mejillas tuyas.

Mi padre sonrió de oreja a oreja.

—¿No es ella considerada?

Oh, sí. Decirme que me veo como el infierno fue tan considerado de su
parte. Pero mi papá la amaba, así que sonreí ampliamente.

—Eso es genial. Gracias, Posey.

Josh permanecía en la parte trasera de la habitación, esperando ser


presentado. Lo miré, y a su relajada y divertida sonrisa, y de repente me
sentí aturdida. Papá estaba mirándome expectante, y Posey tenía una
sonrisa lunática en su rostro demasiado maquillado.

—¿Bueno? —dijo Papá—. Preséntanos a tu amigo, ma petite puce5.

—Seguro —dije, moviéndome al lado de Josh—. Papá, Posey, este es…


mi amigo. Josh.

Casualmente, Josh puso su brazo sobre mis hombros, y yo apreté los


dientes.

—¿Marie… Pierre? —preguntó Josh, mirándome, y pude escuchar la


burla en su voz.

—Su madre era Francesa-Canadiense —explicó mi padre—. Es un


nombre de familia. Por alguna razón, a Marie no le gusta.

—Creo que es adorable. Y es un gusto conocerte, Josh —dijo Posey,


adelantándose para abrazarlo en una nube de perfume—. Marie-Pierre
nos ha contado tanto de ti.

—¿De verdad? —dijo, aceptando el abrazo sin ningún rastro de


incomodidad, aunque sus fosas nasales se ensancharon por el pesado
aroma de ella.

Mi papá avanzó, extendiendo su mano.

5Ma petite puce: expresión francesa que traduce “mi pequeña pulga”.
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—Es un gusto conocerte, hijo, ¿Han estado saliendo por mucho tiempo?

—No estamos… —empecé.

—En realidad vamos a paso lento —dijo Josh con una sonrisa
relajada—. Tomándolo un día a la vez.

—No hay nada malo con eso —dijo papá e hizo un gesto hacia Posey—.
Trajimos donas, café y jugo de naranja. Espero que eso esté bien.

Sonreí.

—Eso suena genial. Gracias.

Posey descargó sobre mí muestras de maquillaje y cremas para el rostro


mientras Josh y papá servían la comida. Ordenaron el rompecabezas de
mi mesa comedor, y pude escucharlos charlando por lo bajo. Josh ya
estaba en confianza alrededor de mi padre. Supuse que eso era bueno,
pero me molestó. Si ellos se encaprichaban con él, solo haría las cosas
más difíciles.

—El desayuno está listo —llamó papá animosamente, salvándome antes


de que Posey empezara a untar una crema antiarrugas en mi rostro.

Mientras me acercaba, papá lanzó sus brazos sobre mis hombros y me


abrazó.

—Te ves cansada. No estás trabajando mucho, ¿o sí?

Josh se quedó quieto, mirándome.

—Solo he estado haciendo algunas horas de más —le dije con una falsa
sonrisa—. Me pondré al día con mis horas de sueño el fin de semana.

—No dejes que te expriman. Esas largas noches le hacen daño al


cuerpo. —Se giró para mirar a Josh—. Cuento contigo para mantenerla
vigilada. Tiene una mente unidireccional.

—Oh, lo sé —dijo Josh, agarrando una dona cubierta de azúcar de la


caja.

Mi papá sonrió.

***

Observé mientras Josh encantaba a Posey y mi papá. Les contó


graciosas anécdotas sobre su trabajo de seguridad, sin mencionar que
era guardaespaldas de los vampiros, por supuesto. Les habló de su gran
familia, todos sus hermanos y que Beau lo había criado desde la
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adolescencia cuando su padre falleció. Les contó que nos habíamos
conocido mientras yo trabajaba y que él me había convencido de salir
con él.

Mi papá lo adoró, por supuesto. Era imposible no hacerlo cuando Josh


tenía toda la ofensiva de total encanto activada. Hizo que Posey se
sonrojara con sus cumplidos, pero a ella no le interesaban en lo
absoluto. Y rieron y charlaron mientras Josh se devoraba casi una
docena de donas él solo. Ellos no parecieron encontrarlo inusual.

Después de que mi papá y Posey se fueron, Josh se giró y me sonrió de


oreja a oreja.

—Son muy agradables. Me gusta.

No dije nada.

—Creo que también les gusto. —Sonaba casi engreído.

—Claro que sí —dije toscamente—. Les fascinaste.

Él ignoró mi mal humor y retiró los platos de la mesa.

—Deberías contarle a tu papá, sabes. No es correcto ocultarle un


secreto así a alguien.

Apreté los dientes.

—Es lo mejor.

—No, no lo es —dijo, llegando a mi lado. Puso sus manos alrededor de


mi cintura, acercándome—. No está bien. Estás enferma y se lo estás
ocultando.

—Así es —espeté, deshaciéndome de su agarre—. Y no es de tu


incumbencia.

Me miró con sorpresa.

—¿Qué te sucede?

—Todo esto —le dije, haciendo gestos a mi sucio apartamento, los


platos vacíos. Sus camisetas sucias sobre el sofá. Me molestaba, casi
tanto como que él se entrometiera en mi vida personal—. Solo porque
conociste a mi padre no significa que tengas el derecho a… a… —Luché
por encontrar la palabra correcta para quién era exactamente Josh para
mí.

—¿A actuar como si fuéramos pareja?


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—Sí —exploté—. ¡No lo somos! ¡No podemos serlo!

Sus ojos destellaron.

—Entonces, ¿de qué fue la noche pasada?

Lo miré fijamente, sorprendida.

—Tú, de todas las personas, deberías saber que no fue nada serio.

—¿Yo, de todas las personas? —Enarcó una ceja, y tuve la sensación de


haberlo herido—. ¿Es eso algún tipo de golpe contra mí?

Lo era, y no era agradable de mi parte. Me desvié:

—Sabes que esto entre nosotros no puede ser. ¿Abrir un negocio en


Groenlandia permanentemente? ¿Destruir la Alianza? ¿Arruinar la vida
de tu hermano y la de Bathsheba? ¿Forzar a la agencia a cerrar? No,
gracias.

—¿Qué tal si intentaras confiar en mí? —dijo Josh con un gruñido.

—¿Qué tal si tú confiaras en mí para decidir lo que es mejor para mí? —


devolví—. ¿Lo que es mejor para mi padre? No nos conoces. Solo crees
que me conoces. Solo porque dormimos juntos una vez no te da el
derecho a decidir sobre mi vida ahora. Te dije que esto no podía ser
nada. Nunca mentí al respecto.

Me miró furioso

—Estás cometiendo un error.

—¿Por qué? ¿Porque no encaja con tus planes?

—Mis planes…

—…pueden cambiar ahora que me pescaste. Felicitaciones.

La mirada de Josh se oscureció.

—¿Crees que eso era todo lo que pretendía? —dijo con una dura voz—.
¿Que solo quería conseguir meterme en tus faldas?

—Tú mismo dijiste que eres un depredador y te gusta cazar la presa.


¿Qué más podría ser?

Su boca se curvó en una mueca.

—¿Qué más en lo que se refiere a mí, cierto? ¿Es eso lo que querías
decir?
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No respondí. A eso me refería.

El darse cuenta se vio reflejado en su rostro, y observé su expresión


endurecerse.

—¿Sabes cuál es tu problema, Marie? Dices que no quieres herir a


otros, pero creo que no es así. No confías en que alguien pueda no
herirte a ti, así que simplemente apartas a todos de tu vida.

—Me has descubierto. —Di un lento y burlón aplauso con mis manos—.
Hora de irte.

Sacudió la cabeza y recogió su gorra del mostrador.

—¿Quieres que me vaya? Bien. Me iré.

—¡Bien! Pues vete.

Josh me lanzó una última mirada furiosa antes de cerrar de golpe la


puerta delantera. Lo observé irse, con los brazos cruzados sobre el
pecho, sintiéndome bien con mi indignación.

Fue solo después de que él se fue que me pregunté si tenía razón.

En lo de apartar a todos, ¿me estaba protegiendo a mí misma… o a


ellos?
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Capítulo 12
Traducido por magdys83, Jane’ y Helen1

Corregido por Dianna K

—M
innie. Es bueno verte de nuevo —dijo Andre,
levantándose mientras me acercaba a la mesa—. Te
ves hermosa, como siempre.

Qué amable mentira. Me veía como el infierno y sabía que lo hacía.


Ninguna cantidad de maquillaje podía cubrir los huecos debajo de mis
ojos, y parecía débil porque estaba demasiado cansada y enferma para
incluso considerar comer. Solo quería una maldita siesta larga. Tal vez
un buen llanto. Desafortunadamente, tenía que sentarme aquí y
enamorar a un vampiro. Le di una sonrisa, esperando que pareciera
más entusiasta de lo que me sentía.

No era la culpa de Andre que él no fuera Josh, después de todo.

Había tenido cuidado en verme tan bien como pude. Había llevado un
vestido negro de coctel que estaba atado detrás de mi cuello y dejó
mucho del hombro y el escote desnudo. Lo había emparejado con
zapatos abiertos de tacón alto, y usaba mi cabello trenzado hacia arriba
con unos tirabuzones rizados en mi cuello. Cuando su mirada fue allí,
sabía que no importaba qué tan grandes eran los círculos debajo de mis
ojos. También podría haber ondeado una bandera roja delante de un
toro.

Él tomó mi mano, y sentí una rareza desconcertante de su carne fría


contra mi piel caliente. Él se inclinó para besarme y me aterroricé,
apartando mi rostro así que besó mi mejilla.

—Es bueno verte, también —le dije, besando su mejilla al aire en


respuesta.

Él se alejó y me dio una mirada escrutadora, pero no hizo comentarios


sobre mi reticencia de besarlo en los labios.

Era estúpido, lo sabía. Pero la idea de besarlo de nuevo me inquietaba.


Josh no estaba aquí esta noche para detenerlo si me drogaba de nuevo.
Di un vistazo alrededor del restaurante atestado.
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—¿No hay guardaespaldas esta noche?

—Oh, tengo uno —dijo Andre con facilidad, moviéndose para sacar la
silla para mí. Cuando me senté, se inclinó y susurró en mi oído—. Pero
no creo que te gustara el último, así que cambié las cosas un poco.
Quiero que te sientas cómoda en mi presencia, Minnie.

Sonreí, sin estar segura de si estaba aliviada o entristecida de que Josh


no estaba aquí. No lo había visto y él no había llamado, pero ¿Por qué
debería haber llamado? Había sido horrible con él.

—Fue dulce de tu parte pensar en mí, Andre. Pero él no me puso


nerviosa.

—¿No? Lo viste toda la noche.

Mis mejillas se sentían calientes. Bueno, ahora. ¿Cómo responder a


eso?

—Solo precavida, supongo. La mayoría de los hombres no necesitan un


guardaespaldas para sus citas.

—Yo no soy la mayoría de los hombres —dijo y me dio una sonrisa


encantadora.

—No, no lo eres —dije con atrevimiento y le di mi sonrisa más directa e


intensa. Es momento de pasar al siguiente nivel—. Eso es lo que me
gusta de ti.

—¿Lo es? —Soltó una risita, como si le divirtiera mi respuesta—.


Estarás complacida con el guardaespaldas de esta noche, creo.

—¿Ah sí? —Revisé la carta de vinos. Iba a necesitar algo más fuerte
pronto. Mi estómago se revolvía y mi cabeza dolía, una señal segura de
que iba a empezar a alucinar. Me puso ansiosa, y el alcohol ayudaría
con eso.

—Sí —dijo Andre, distrayéndome—. Estoy sorprendido de que no lo


notaras enseguida.

Levanté la vista.

—¿Por qué?

—Porque él es uno del clan nutria. Debería ser un primo tuyo. —Sus
ojos oscuros me veían atentamente.

Oh, mierda. Recorrí el restaurante de nuevo. Era pequeño y elegante,


pero las mesas estaban solo medio llenas. No había nadie sentado por
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su cuenta, y nadie que parecía un guardaespaldas. La incomodidad se
agitó en mi estómago.

—¿Hay algún problema, Minnie? —preguntó Andre con tranquilidad.

Miré de nuevo hacia él y me di cuenta de que ya no estaba dándome la


sonrisa encantadora. Maldición. La actuación había terminado. Me
había descubierto. O sabía que algo estaba mal. En cualquier caso,
estaba jodida.

Un pánico completo se disparó a través de mí, y sentí la necesidad de


estallar en lágrimas.

En su lugar, tomé una respiración profunda y calmante y puse todo


sobre la mesa.

—Mentí —le dije en voz baja—. Soy humana y estoy buscando que
alguien me convierta. Es por eso que te busqué.

—Ya veo —dijo amablemente—. ¿Y tu verdadero nombre?

—Es Marie.

Me estudió, recostándose en su silla como si hubiera sido el rey del


mundo, decidiendo qué hacer con uno de sus súbditos. Después de una
larga, larga pausa, dijo:

—Marie es un nombre mejor que Minnie.

Eso… no sonaba como rechazo.

—Me gusta pensar que sí.

—¿Tú eres la Marie que trabaja en la agencia?

—Lo soy. Así es como te encontré. Soy un miembro de la Alianza, si


quieres ver mi identificación.

Hizo un movimiento rápido con la mano, como si espantara un


pensamiento ridículo.

—Entonces, dime, Marie, ¿Qué voy a hacer contigo?

—Todavía quiero salir contigo —le dije rápidamente.

—Corrección. Quieres ser convertida.

Tragué saliva. Ahora me sentía como una suplicante en lugar de la que


tiene el control de su cita. Y me sentí como una completa presa en el
momento. Pero necesitaba ser convertida.
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—Sí.

—Tengo cuatrocientos años, mi querida niña —dijo, y se habían ido las


notas suaves y la risa en su voz. En su lugar había total aburrimiento.
Hastío puro. Me sorprendió lo bien que había estado ocultándolo todo
este tiempo—. Y en todo este tiempo, nunca he convertido a alguien
para ser mi compañera.

Mi corazón se sujetó dolorosamente. ¡No! Me negué a rendirme.

—No me habías conocido, sin embargo —dije con valentía, tomando una
página del libro de Josh—. Sería un honor ser tu primera.

—¿Lo serías? —dijo, y me pareció ver un atisbo de diversión en su


rostro.

Antes de que pudiera decir algo más, pasó el camarero, todo bromas y
voz fuerte y ondulante mientras empezaba a recitar los especiales de la
noche. Andre, quien ahora era todo sonrisas perezosas, ordenó una
costosa botella de vino para nosotros y envió al camarero en su camino.

—Para alguien que desea que la convierta, fuiste rápida para evitar mi
beso, adorada Marie.

—No me dijiste antes que era un afrodisiaco —señalé.

—No, no lo hice —admitió, todavía divertido.

—Entonces entenderás por qué lo he evitado esta noche. Necesito mi


buen juicio sobre mí.

Inclinó su cabeza.

—Eso lo entiendo.

El camarero regresó, abrió el vino, y lo sirvió. Cuando nuestras copas se


pusieron frente a nosotros y la botella de vino se dejó en la mesa, Andre
levantó su copa y le dio vueltas, admirando el contenido rojo oscuro.

—No estoy completamente seguro de hacia dónde nos movemos luego,


Marie. Me siento como si mi confianza ha sido traicionada, aún disfruto
de tu compañía. Claramente no te repugna la mía, y aun así siento
como que tenemos más que ofrecernos el uno al otro. Sin embargo…
necesito confianza. Eso es fundamental para un vampiro.

Eso no sonaba como un rechazo inmediato. La esperanza se disparó a


través de mí como la adrenalina, y me incliné hacia adelante, esperando
agarrar la mesa y sacudirla en mi aturdimiento.
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—Puedes confiar totalmente en mí. Soy una persona muy privada.

—Eso es bueno, pero necesito más que palabras.

Y de nuevo dio vueltas a la copa de vino, viéndola pensativamente,


después de regreso a mi cuello.

Me senté de nuevo, todo el entusiasmo desinflándose de mi cuerpo. Oh.


Ese movimiento era bastante obvio.

—¿Quieres… beber de mí?

—Quieres ser mi compañera, ¿no es así?

—Lo hago. Más que cualquier cosa. —Sonaba desesperada, pero


demonios, estaba desesperada.

—Entonces demuéstralo. —Sus ojos eran astutos mientras se quedaba


mirando a través de la mesa hacia mí.

Ni siquiera lo dudé.

—De acuerdo. Vamos a hacerlo.

Colocó su copa de vino en la mesa y se levantó de su silla. Cuando me


levanté, dobló su brazo para que colocara mi mano a través.

Era un gesto de caballero, en desacuerdo con este juego de poder que


estábamos pasando. Vinculé mi brazo con el suyo, dejándolo guiarme a
una puerta lateral.

Fuimos a la noche, caminamos hacia un lado del pequeño edificio.


Todavía podía escuchar la música que sonaba de los altavoces
conectados a la puerta del restaurante.

—Esto es aceptable —dijo, maniobrando de manera que nos quedamos


en las sombras del edificio.

¿Aquí? Parecía demasiado abierto. Supuse que cualquier persona que


pasara vería a la pareja liándose, sin embargo, no a un vampiro
succionando la sangre de alguien.

—Muy bien —empecé…

Andre me empujó rudamente contra la pared de ladrillo, raspando mi


piel. Pero lo más alarmante fue la mano que se dirigió a la base de mi
garganta, inclinando mi cabeza hacia atrás y exponiendo mi
cuello. Luché contra su agarre, y él arqueó una ceja.
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—¿Pensé que querías esto, Marie?

—Lo hice. Lo hago. —¿Entonces por qué ser acorralada contra una
pared me llenaba con tanto pánico? Me obligué a calmarme, lo miré a
los ojos—. Puedo manejar esto.

Él sonrió, y mientras yo miraba sus colmillos alargarse. Me quedé


horrorizada, consternada, mientras se extendían fuera de su boca, dos
o tres pulgadas de largo. Eso era… horrible. Un auto pasó, el resplandor
de los faros recorrió su cara e hizo que esos horribles dientes brillaran.

—¿Esto es lo que quieres?

Tragué saliva. Si decía que no, nunca me convertiría.

—Lo es.

—¿Pero no mi beso? —A pesar de la larga longitud de sus colmillos,


parecía no tener problemas para hablar, aunque era lento y deliberado
en la pronunciación de las palabras—. ¿Te negaste a eso?

—No quiero estar drogada —le dije—. Quiero estar plenamente


consciente… de todo.

Él me sonrió.

—Como desees.

Cuando se inclinó, sentí un destello de alarma. No quería esto.

Quería a Josh.

No quería ser un vampiro. No quería a este vampiro. Debajo de su


exterior amable, había algo frío en Andre, y había salido a relucir esta
noche.

Los dientes se hundieron en mi cuello. Hubo una dura pizca de dolor, y


luego un arrebato de agonía me recorrió. Grité y me puse rígida, y la
mano de Andre tapó mi boca.

Se sentía como si me hubieran atravesado con dos atizadores calientes,


pero aún peor era la succión que le siguió. Sentí la sangre gotear por mi
garganta, contra la tela de mi vestido. Él sorbió de mi cuello, y bebió. Y
bebió. Parecía no tener fin, doloroso y desordenado.

Por último, sus colmillos soltaron mi cuello con un sonido de succión


desagradable. Se apartó y sonrió mientras la sangre brotaba en mi
cuello.
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—Querrás aplicar presión allí —dijo, secándose las comisuras de su
boca. Mientras observaba, sus colmillos retrocedieron. Sacó un pañuelo
blanco y me lo entregó.

Lo apreté contra mi cuello. Había sangre por todas partes, en mi cuello,


goteando en mi escote. Me sentía débil… y asqueada.

Acababa de dejar que un vampiro bebiera de mí. Era la cosa más


horrible que jamás había sentido. Mucho peor que el beso. Con la droga
de la saliva, el beso había sido tolerable. Esto fue solo… más allá de
repugnante. Tragué saliva.

—Yo… creo que todavía estoy sangrando.

Ajustó sus gemelos, luego pasó una mano por su pelo, aparentemente
aburrido ahora que se había alimentado.

—¿Fue todo lo que esperabas?

—No. —La honestidad me había servido bien hasta el momento.

Andre sonrió, y fui repelida por el tinte rojo de sus dientes.

—¿Te he asustado?

—No. Todavía quiero que me conviertas.

—Ya veremos —dijo a la ligera—. Necesito una compañera de sangre.

Mi corazón se aceleró con esperanza.

—No estoy seguro de que seas la mujer adecuada para el trabajo. Va a


requerir un poco más de… tiempo.

Mi estómago se contrajo con repugnancia. Sabía lo que quería


decir. Tiempo y algo más de alimentación para decidir si quería
cortarme en pedazos o mantenerme. Tragué saliva.

—Solo llámame, entonces. Estoy disponible.

Se acabó el dejar que el depredador buscara su presa.

Pero me dio una leve sonrisa.

—Oh, lo haré. —Se inclinó y rozó con un dedo la curva de mi pecho,


limpiando una gota de sangre. Se la llevó a la boca y sonrió—. Delicioso.
Gracias por la cena, querida. Te ves desastrosa, sin embargo. ¿Tal vez
deberíamos terminar nuestra cita antes de tiempo?
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Me sentí un poco mareada y utilizada, de pie allí con el pañuelo
presionado a mi cuello.

—Eso suena bien para mí.

Se inclinó y me dio un beso en la mejilla seca. Entonces me guiñó un


ojo y se alejó, silbando.

Cogí mi bolso de donde me dejé caer en el suelo, y casi me tambaleé,


puntos negros aparecieron delante de mis ojos. Andre había tomado un
poco de sangre. No sabía cuánto, y mi cuello todavía sangraba. Me
quedé con el pañuelo presionado allí y me tambaleé de regreso a la
agencia.

Todavía sangraba unos minutos más tarde, cuando me senté


pesadamente en mi escritorio y me quedé mirando el protector de
pantalla en mi equipo.

—Marie, ¿estás bien? —Ryder trepó desde su escritorio—. ¡Estás


cubierta de sangre!

—Estoy bien —le dije. Pero había un estúpido titubeo en mi


garganta. Me sentía débil como el infierno, y había sangre por todas
partes. Quería ir a casa y tomar una ducha caliente. Y llorar. Llorar
sonaba bien.

—¿Quieres hablar de ello?

Negué con la cabeza y levanté mi dedo meñique.

Ella suspiró y levantó su dedo meñique en respuesta.

—¿Puedo ofrecerte algo?

Un hombro para llorar, ¿tal vez? Le di una débil sonrisa.

—¿Tenemos algunas curitas?

—Estoy bastante segura de que sí —dijo ella, apresurándose hacia el


baño de la oficina. —Vuelvo enseguida.

Apreté el pañuelo contra mi cuello con más fuerza, y no me sorprendió


cuando mi escritorio se sacudió frente a mis ojos y las paredes de la
oficina se movían, como si estuvieran cubiertas por arañas.

Genial. Otra alucinación. Cerré los ojos y recé que esta noche acabara
pronto.

***
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En el momento en que el turno de día llegó, llevaba un suéter de color
rosa sobre mi vestido manchado (el suéter prestado de Ryder) y tenía el
pelo suelto sobre las curitas del Monstruo come Galletas en mi
cuello. Tomé un par de vasos de agua para ayudar con la pérdida de
sangre, pero todavía me sentía muy débil. No tenía la energía para
escribir, y mucho menos contestar el teléfono.

Ryder era una buena amiga. Había dirigido todas las llamadas a su
propio teléfono, me trajo una bebida cuando necesité una, e insistió en
que me recostara en el sofá de la sala de archivos. Había descansado
durante unas horas.

En un momento, ella sugirió que llamara a Josh para llevarme a casa,


pero decliné esa idea. Si Josh me hubiera olido cubierta de olor
vampiro, se habría vuelto loco.

Y parte de mí pensó, con nostalgia, que me hubiera encantado que


enloqueciera por mí. Que me llevara en sus brazos y me consolara.
Acariciara mi cabello. Me abrazara. Pero no importaba cuánto quería a
Josh en ese momento, tenía que aceptar mis errores. Yo lo ahuyenté. No
lo llamaría simplemente porque tenía un mal día. Él lo había dejado
muy claro.

Bath y Sara entraron en la oficina charlando, tazas de café en la mano.


Sara se veía preocupada cuando dejó caer su bolso de gran tamaño en
su silla.

—¿Estás bien, Marie? Parece que no te sientes bien.

—Solo cansada —le dije de forma automática y forcé una sonrisa en mi


cara—. Me alegra ver el turno de día, sin embargo.

Se detuvo frente a mi escritorio mientras Bath continuaba hacia su


oficina. Sus fosas nasales se abrieron, y me estudió por un momento.

—Tú… ¿segura que estás bien? Tus ojos están un poco vidriosos.

Parpadeé rápidamente.

—Solo cansada y lista para una siesta. Eso es todo.

Ella asintió y pareció olfatear el aire, luego se trasladó de nuevo a su


escritorio.

—Duerme un poco.

—Oh, lo haré —dije, arrastrando mi cuerpo cansado de pie.


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—Oye, Ryder, ¿puedo hablar contigo? —dijo Bath mientras me iba.

—Claro —dijo Ryder, mirándome significativamente.

Levanté mi dedo meñique, indicando que debía mantener la boca


cerrada. No había llegado tan lejos para ser deshecha por las
preocupaciones de mi mejor amiga.

***

Fue el más largo viaje a casa en auto. Tomé las carreteras secundarias,
aterrorizada de dirigirme a la carretera, en caso de desmayarme. Por
suerte, llegué mi apartamento. Me desplomé en el sofá y dormí unas
horas, aunque no fue muy tranquilo. Sabía que era debido a la pérdida
de sangre, no a ninguna recuperación.

Lo peor era saber que si mi plan iba a funcionar, tendría que hacer esto
de nuevo. En repetidas ocasiones. Me estremecí. Necesitaba limpiar la
piel debajo de esas alegres curitas y limpiarme su toque.

Esto era una pesadilla.

Me senté y me froté la cara, componiéndome a mí misma, y me obligué


a mirar las cosas de manera racional. Podría solo tener que aguantar a
Andre por un corto período de tiempo. No sonaba como si se oponía a la
idea de convertirme. Podría usarlo hasta que consiguiera lo que quería,
y luego terminar la relación. Seguramente los vampiros se separaban de
vez en cuando, ¿no?

Entonces, ¿por qué se sentía tan horrible y mercenario? Andre quería


utilizarme también, anoche fue una prueba de ello.

Mi teléfono sonó. Lo recogí y me quedé mirando el número de Josh, y


luego lo dejé ir al buzón de voz.

Si hablaba con él en este momento, podría ceder a la autocompasión.


Yo podría estar avergonzada de mi elección y lamentarlo. Y no podía
permitirlo.

***

Me duché y apenas me había cambiado en una camiseta y pantalones


de yoga, cuando sonó el timbre. Fruncí el ceño y me moví a la puerta,
mirando por la mirilla. Era Josh, una bolsa de papel marrón en la
mano.

—Oí ese gemido, Marie-Pierre —dijo alegremente—. Sigues olvidando


que los cambiadores tienen una gran audición.
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Sentí un nervioso, pequeño aleteo emocionado en mi vientre, a la vista
de él. Puras hormonas, me dije. No debería estar muy contenta de ver a
Josh. No después de que nos habíamos separado de una manera tan
fea.

Yo había hecho mi mejor esfuerzo para ahuyentarlo, pero allí estaba, de


nuevo. Estaba decidido a no dejarme que lo dejara fuera.

Él no iba a dejarme estar sola en esto.

Las lágrimas inundaron mis ojos y las parpadeé rápidamente, luego abrí
la puerta.

—Hola —le dije con cautela. Josh se veía como para hacer agua la boca.
Se había cambiado su camiseta de seguridad negra por una chaqueta
oscura sobre una camisa con cuello en V, con jeans y un par de gafas
de sol. Parecía un modelo masculino, tan sorprendentemente masculino
que me dejó sin aliento. Su gorra de béisbol se había ido, su espeso
cabello castaño bien peinado.

Sentí el impulso más extraño de arrastrar mis dedos a través de él y


estropear ese pelo. Estaba demasiado ordenado y sereno para ser mi
Josh.

—¿Puedo entrar? —preguntó, levantando la bolsa de la compra.

Asentí y me moví a un lado. Para mi sorpresa, él se inclinó y me dio un


beso en la boca, y luego siguió hacia la cocina.

Cerré la puerta detrás de él, pensativa.

—¿A dónde vas, todo bien vestido?

—Cita caliente —anunció, entrando en la cocina.

Mi corazón se encogió. Criss. Mantuve mi voz ligera.

—¿Ah, sí?

—Sí —dijo casualmente, resonando en mi cocina—. Conozco a esta


chica que hace cosas francesas.

Por curiosidad, seguí para ver lo que estaba haciendo. Y me quedé


mirando mientras él colocaba un pequeño FryDaddy6 en mi encimera.

—Bueno, cocina francesa-canadiense —se corrigió, y me sonrió.

6Frydaddy: Olla freidora.


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Toda mi ansiedad salió por la puerta, y sentía ganas de reír. Fui hacia
adelante, mirando por encima de su hombro mientras sacaba una
botella de aceite de la bolsa de comestibles.

—¿Qué estás haciendo?

—Estoy haciéndote Poutine —dijo Josh—. Voy a hacerte algunas patatas


fritas, y luego vamos a untar esas cosas sabrosas de asqueroso queso
requesón y salsa marrón.

Me reí y le di un golpe en el brazo.

—No es un asqueroso. Es delicioso.

—Dice la mujer llamada Marie-Pierre.

Me reí mientras preparaba la freidora.

—Esto es un montón de trabajo, solo para hacerme algo de poutine.

—Sé que lo es. Tuve que ir a cuatro malditas tiendas para encontrar
queso requesón. Es ridículo. —Mientras él enchufaba la freidora, se
apartó de ella y caminó hacia mí—. La buena noticia es que tengo la
oportunidad de darte un saludo apropiado mientras eso se calienta.

Alargó la mano hacia mí, sus dedos acariciando sobre mi pelo enredado.
Se inclinó, esa leve sonrisa pícara tirando de su boca, pero se detuvo al
ver las dos curitas en mi cuello. Una emoción brilló en su rostro, como
si estuviera en guerra consigo mismo. Luego se inclinó un poco más y
me besó, muy ligeramente, en la nariz.

Eso fue... decepcionante.

Fruncí el ceño mientras se alejaba. ¿Ya no quería besarme? ¿Justo


cuando yo tenía mis dedos todos acurrucados en preparación?

Se trasladó de nuevo a la bolsa de la compra y se detuvo, apoyando los


puños en el mostrador. Sus puños apretados, me di cuenta. Oh. Estaba
furioso y tratando de no demostrarlo. ¿Furioso conmigo, entonces?

Me mordí el labio, sintiendo de repente lágrimas ansiosas llenar mis


ojos. Yo no quería que las cosas fueran de esta forma entre nosotros.

—Lo siento, fui tan horrible contigo ayer.

—Tú estás asustada —dijo a la bolsa de la compra, sin mirar en mi


dirección, los hombros y los puños aún tensos y apretados—. Tu
reacción natural es tratar de alejarme. Yo quería mostrarte que no
puedes empujarme fuera de tu vida. Quiero estar aquí para ti.
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Eran buenas palabras. Justo lo que necesitaba escuchar. Y, sin
embargo...

—Entonces, ¿por qué no me miras? —Las palabras salieron suaves,


doloridas.

—Estoy... luchando con esto —dijo, las palabras ásperas—. Porque veo
esa mordedura en tu cuello y sé que es exactamente lo que quieres,
pero me hace un idiota porque me pone furioso. Quiero poner mi puño
a través de una pared, y sé que debería felicitarte.

Por extraño que parezca, su furia me hizo sentir mejor. Le podría decir
con seguridad acerca de la infelicidad y malestar vago que tenía sobre
mi camino elegido. Me acerqué a él, suavizando mis manos sobre los
hombros de su chaqueta, admirando la forma en que abrazaba a su
gran cuerpo. ¿Se había vestido para mí? Un rubor de deseo se apoderó
de mí.

—No tienes que felicitarme —le dije en voz baja—. No lo disfruté.

Se dio la vuelta y me dio una mirada de agonía, y el aliento se atoró en


mi garganta. Sus ojos oscuros estaban torturados, con el rostro
dibujado en líneas duras. Los círculos bajo sus ojos me dijeron que no
estaba durmiendo bien, tampoco.

—¿Qué se supone que tengo que hacer, Marie? Quiero arrancarle la


cabeza por tocarte. —Sus ojos brillaban como un felino—. En cambio,
todo lo que puedo hacer es sentarme aquí y tratar de apoyarte, porque
no puedo detenerte. Si es lo que necesitas, quiero que lo consigas. Solo
necesito saber dónde eso me pone.

Me acerqué y desconecté la freidora. Mi mano se coló debajo de su


chaqueta, deslizándose alrededor de su cintura.

—Te pone en mis brazos. Eso es exactamente donde necesito que estés.
Aquí. Conmigo. Besándome. Tocándome.

Su mandíbula se mantuvo cerrada. Sentí el impulso de besarla y


rendirme a ello, envolviendo mi otra mano alrededor de su cuello y
atrayendo su boca abajo para que yo pudiera rozar mis labios sobre su
mejilla sin afeitar. Estaba rígido en mis brazos, pero no alejándose.

Enojado, pero con ganas de estar aquí conmigo. En conflicto.

Sabía lo que se sentía.


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—Gracias —dije en voz baja, y lo besé en su dura boca, presionando mi
cuerpo contra el suyo.

Agarró mi trasero y me atrajo hacia él, con fuerza. Sus ojos oscuros se
clavaron en los míos.

—No me des las gracias por el momento. Me siento bastante territorial


—dijo con voz áspera, su mirada yendo a mi cuello—. Luchando contra
el impulso de tirarte abajo y marcarte duramente para colocar mi
reclamo.

Calor líquido se vertió a través de mí. Mmm. Acaricié con mi mano


hasta su camisa debajo de la chaqueta, sintiendo el juego de músculos
y sintiendo la necesidad extraña de ronronear como un gatito.

—Entonces no luches contra él.

Un gruñido animal comenzó en su garganta.

—Marie.

Me incliné y tracé mi lengua muy ligeramente contra la costura


apretada de sus labios. Mi cuerpo palpitaba de deseo, necesidad por él,
necesidad por la promesa en su voz. Rocé mis senos contra su pecho,
mis pezones endureciéndose deliciosamente con la fricción.

—Soy tuya, Josh.

Por esta noche, de todos modos.

Su mano se dirigió a la parte trasera de mi cuello y me estaba


sosteniendo, clavada, y su boca se abalanzó sobre la mía. Fue un duro
beso marcador. Esto no era el ligero coqueteo juguetón que habíamos
hecho antes. Este era un reclamo de territorio, de posesión, de
propiedad. Era delicioso.

—¿Segura que quieres decirme eso?

—Absolutamente —suspiré.
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Capítulo 13
Traducido por Shilo y Crazy_Mofos168

Corregido por Ilusi20

M
e agarró detrás de las rodillas, balanceándome a sus brazos
como si no pesara nada. Grité en sorpresa y lancé mis brazos
alrededor de su cuello mientras corría por el pasillo a mi
habitación.

Bien, esto se acerca más.

Josh me cargó hasta la cama y me acostó gentilmente sobre las


sábanas.

—Si no me quieres, Marie —empezó, quitándose su chaqueta—, mejor


habla ahora.

Me senté en la cama, mis dedos yendo a su cinturón.

—Oh, te quiero. Más que a nada.

Sus dedos se enredaron en mi cabello y gruñó con necesidad, el sonido


disparando deseo hasta lo más profundo de mí. La sangre pulsaba,
espesa y pesada en mis venas. Amé que estuviera abrumado por el
pensamiento de mí tocándole. Aflojé su cinturón, luego tiré sus
pantalones bajándolos, luego sus calzoncillos. Cuando su pene estuvo
libre, envolví mis manos a su alrededor y suspiré con placer.

—Esta es mi parte favorita de ti —dije, provocándolo.

Hizo retroceder sus labios entre un gruñido y una sonrisa, empujando


mis manos.

—¿Por qué no le muestras lo mucho que te gusta?

El deseo pulsó a través de mi cuerpo. Mis pezones dolían por la


necesidad, pero no se acercaba al anhelo entre mis piernas. Sentí la
repentina urgencia de deslizar mi mano entre mis propias piernas y
tocarme. Pero eso significaba que tendría que quitar mis manos de él, y
esa era la última cosa que quería hacer. Quería mis manos sobre él.
Quería que me besara. Que me tocara.
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Podría no tener otra oportunidad para tocarlo después de esta noche.
Sentía que en algún lugar, un reloj de arena estaba perdiendo
lentamente grano tras grano. ¿Quién sabía cuánto tiempo me quedaba?
Y no iba a dejar que nada se me escapara esta noche.

Especialmente no Josh.

Envolví mis dedos alrededor de su longitud y le di una sonrisa


seductora, luego lentamente lamí mis labios.

—Mmmhmm. —Sus ojos estaban ávidos mientras me miraban.

Lamí la cabeza como lo haría con una paleta. Una vuelta de mi lengua,
larga y lenta, saboreando cada momento y prolongándolo. Con su
gemido torturado, empecé a arremolinar mi lengua alrededor de la
punta. No era una experta en el sexo oral, pero esto parecía de sentido
común. Tomarlo en mis manos y boca. Volverlo loco. Lo suficientemente
simple.

—Chúpalo —jadeó, su mano cerrándose en un puño en mis rizos—.


Chúpamelo, Marie.

El deseo revoloteó en mi estómago, recorrí con mi lengua la cabeza de


nuevo, luego lo tomé más profundamente en mi boca. Empujó sus
caderas mientras lo profundizaba, y amé la sensación de él llenando mi
boca, la sensación de él contra la parte trasera de mi garganta.

—Jesús, Marie. Tu boca es asombrosa.

Lo trabajé más profundamente, luego lo liberé para acariciar la


humedecida longitud.

—¿Te gusta eso?

—Infierno, sí. ¿A ti?

—Mmm —dije en respuesta y puse mi lengua en la cabeza de su pene


de nuevo. Mis dedos fueron hacia mis bragas, y como era de esperarse,
estaba mojada con necesidad—. ¿Ves lo mucho que me gusta?

Sus ojos brillaron y sus fosas nasales se ensancharon, como


absorbiendo mi olor.

—Parece injusto que me quede con toda la diversión —dijo y se alejó.

Me quejé en respuesta, solo para que me agarrara por la cintura. Cayó


sobre su espalda, arrastrándome con él.

—Desvístete. Rápido.
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—Pero…

—Solo hazlo —dijo, y juguetonamente mordió mi brazo.

Grité, alejándome y quitándome la ropa. Se arrancó su camiseta y pateó


los restos de su ropa agrupados en sus pies. Lancé la mía al piso
también. Luego sus manos calientes estaban en mi cintura,
arrastrándome con él, y la boca de Josh estaba sobre la mía,
besándome salvajemente. Gemí cuando su lengua se introdujo en mi
boca y empujó contra la mía. Sabía tan bien.

—Toma mi polla en tu boca, Marie —susurró cuando dejamos de


besarnos.

Eso sonaba bien para mí. Me deslicé por su cuerpo y me volví a un lado,
agarrando su pene en mi mano y recorriéndolo con mis labios.

Alcanzó mi muslo y le dio un tirón.

—Dame tus caderas, Marie.

Levanté la vista de la atención que le estaba dando profusamente a su


pene, aturdida.

—¿A qué te refieres?

Me dio una sonrisa felina.

—Quiero tus caderas. En mi cara. Ven y siéntate a horcajadas.

Un cálido sonrojo se arrastró por mis mejillas con la imagen mental.

—Josh, yo…

Luego estaba agarrando mis caderas y lanzando mi cuerpo sobre él.


Apenas tuve tiempo de recuperar el equilibrio, mis rodillas a ambos
lados de su rostro y sintiéndome un poco ridícula. Mi sonrojo me estaba
quemando las mejillas.

—Muy bonita —dijo en una voz ronca que envió escalofríos a mi


columna. Lo sentí recorrer con un dedo la unión—. Abre tus piernas
para mí, Marie.

Pero abrir mis piernas significaba que mis caderas descendieran a su


rostro expectante. Me sentía tan abierta y expuesta. Tan vulnerable.
Sus manos sostenían gentilmente mis caderas, dándome valor, y
cuando dudé un momento más, mordió la parte interna de un muslo
con sus afilados dientes.
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—Ábrete para mí, Marie.

Me hundí, todo mi cuerpo tenso con deseo y una extraña sensación de


ansiedad. Mis manos se agarraron en su pene, envueltas en su gruesa
longitud.

Su lengua acarició los resbaladizos pliegues de mi sexo y salté, mi


cuerpo entero palpitando. Oh, eso fue…

Lo hizo de nuevo, y sentí la vibración de su ronroneo bajo mi cuerpo


incluso cuando salté de nuevo.

—Sabes asombroso, Marie. Tan dulce. Podía lamerte por horas.

Probablemente me convertiría en una pila inútil de papilla si lo hacía.


En lugar, me forcé a concentrarme en darle placer, y tomé la cabeza de
su pene de nuevo. Estaba húmedo por la pre eyaculación, y lo lamí para
limpiarlo, complacida cuando gimió en respuesta. Mientras barría su
pene con mi lengua, él continuó lamiendo mi sexo con caricias largas y
fluidas. Hacía que quisiera retorcerme por las cosquillas, pero no era
desagradable. Aunque tampoco era relajante.

Luego su lengua se lanzó contra mi clítoris. Jadeé, solo para tener mi


boca llena de repente con su pene mientras sus caderas se empujaban
hacia adelante. Distraída, lo lamí profundamente, dándole placer con
mi lengua. Continuó dándole golpecitos a mi clítoris con su lengua,
lamiendo con golpes pequeños y rápidos que me hacían querer alejarme
tanto como permanecer sobre su rostro. Se sentía… asombroso.
Gimoteé en respuesta, mi boca llena con su pene, y empujó de nuevo,
levantando sus caderas.

—Amo el sabor de ti, Marie —susurró Josh contra mi carne femenina,


acariciándome con su boca. Cuando su lengua recorrió de nuevo la
longitud de mi sexo, levanté mis caderas, siguiendo su lengua
involuntariamente. Se rio con mi respuesta, y luego lo sentí introducir
su lengua hasta lo más profundo de mí mientras se empujaba en mi
boca.

Con mis sentidos abrumados, acaricié la longitud de su pene con mi


lengua y mi boca, pero la sensación de su lengua empujándose
profundamente dentro de mí me estaba distrayendo más allá de mis
límites, y mis movimientos eran torpes y abruptos. A Josh no pareció
importarle, cuando dejaba de hacerlo, espolearía sus caderas un poco
hacia arriba, empujándose en mi boca otra vez, y yo empezaría de
nuevo, chupándolo y lamiéndolo. La tortura de su boca era
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increíblemente distractora, haciendo que mi cuerpo entero se agotara y
tensara por el deseo.

Sentí que su mano se levantaba de uno de mis muslos, y su lengua se


lanzó de nuevo a lo profundo, sentí su pulgar acariciar mi clítoris,
rozándolo con la yema de su dedo. Oh, por Dios. Eso era… balanceé mis
caderas contra su rostro, fuerte, ya no me importaba ser tímida. Su
ronroneo se hizo más fuerte, y podía sentirlo en su lengua mientras
acariciaba dentro de mi sexo, el más débil indicio de vibración en su
garganta. Caricia, vibración, pulgar en mi clítoris. Caricia, ronroneo,
pulgar en mi clítoris. Estaba perdida en esa secuencia, apenas
dándome cuenta que no estaba cumpliendo con mi final y solo lamiendo
salvajemente su pene. Toda mi atención estaba en su boca contra mi
sexo.

Su pulgar acarició fuertemente mi clítoris, justo mientras introducía su


lengua profundamente de nuevo. Emití un gritito agudo y me vine, el
orgasmo atravesándome con intensidad sobrecogedora. Murmuró algo
que sonaba como un elogio, su pulgar todavía acariciando mi clítoris,
prologando las olas del orgasmo que se estrellaban mientras me retorcía
contra su rostro, perdida en el deseo.

Cuando se detuvo, jadeé por aliento, solo para encontrarlo deslizándose


de debajo de mí. Sus manos agarraron mis caderas, sus movimientos
casi bruscos, y las levantó en el aire, mi mejilla presionada contra la
cama, mientras yacía sobre mi estómago. Lo sentí levantarse detrás de
mí, su pene duro presionado contra mi sexo.

Empujó un dedo dentro, y corcoveé mis caderas. Se sentía apretado,


pero tan bien. Siseó en respuesta:

—Tan húmedo. —Empujó de nuevo, y se sintió… más grueso. Dos


dedos. Luego movió sus dedos como una tijera dentro de mí, y jadeé por
la sensación—. ¿Estás lista, Marie?

Asentí, sintiendo la tensión edificarse en mi cuerpo de nuevo, quería


otro orgasmo; necesitaba más de él.

Agarró mis caderas y lo sentí empujar en mi entrada, y esta vez lo


empujó, y era grande y caliente. Mordí mi labio mientras lo empujaba
dentro, centímetro a centímetro. Lo sentía profundo y grueso, y como si
estuviera estirándome. Delicioso y lleno e intenso.

Cuando paró de moverse, acarició mi trasero y muslo.

—¿Te estoy lastimando?


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Hice un movimiento tentativo, más para provocarlo que otra cosa.
Sentía su gran cuerpo sobre mí, sus rodillas contra las mías,
extendidas. Su pene estaba enterrado dentro de mí.

—Se siente asombroso.

—Bien —dijo Josh entre dientes, y luego empujó.

Jadeé de nuevo. Eso fue… increíble.

—¡Continúa!

Empujó profundo y luego empezó a golpearme lentamente con


estocadas fuertes y rápidas. Sus caderas mantenían su pene dentro de
mí, golpeando una y otra vez. La tensión dentro de mí hizo que el
cosquilleo en mi interior creciera de nuevo, y balanceé mis caderas
contra su siguiente estocada, necesitando más fuerza, más fricción,
más de todo.

Gimió, sus dedos enterrándose en mi espalda mientras sus estocadas


se volvieron más fuertes, más bruscas, menos controladas.

—Eres mía —gruñó, y enfatizó cada palabra con una dura arremetida
dentro de mí—. Dilo, Marie.

—Tuya —jadeé, y fui premiada con otra dura arremetida. Su toque me


estaba marcando. Haciéndome suya. Y en este momento, quería ser
poseída. Más que nada más, quería ser de él—. Toda tuya.

Josh dio un gruñido salvaje y sus dedos se enterraron en mis caderas.


Garras se clavaron en mi piel y jadeé por el dolor agudo.

—¡Josh!

Se vino con un gruñido, meciéndose contra mí con fuerza, empujando


todo mi cuerpo hacia adelante en el colchón. Sus golpes desaceleraron y
se balanceó en mí una vez más, respirando con dificultad, y me retorcí
contra él de nuevo, todavía necesitando más.

—Por favor, Josh.

Su mano se movió entre mis piernas, comprobándome. Provocándome.

—¿Di que eres mía?

—Soy tuya —sollocé, presionando contra su mano con necesidad


profundamente arraigada.
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Josh metió un dedo en los rizos de mi sexo y comenzó a frotar
lentamente mi clítoris. Me puse rígida y me vine duro, de nuevo, mi
sexo se apretó, estremeciendo mi cuerpo con necesidad.

Con el tiempo dejé de estremecerme y estaba jadeando en consecuencia.


Josh me atrajo hacia él, poniendo mi cabeza debajo de su barbilla. Besó
mi cabello y me abrazó cerca, y sentí el estruendo de un ronroneo bajo
en su garganta.

Me sentía cálida y feliz a su lado. Saciada. Eufórica.

Una extraña emoción se deslizó dentro de mí. ¿Alegría? ¿Secuelas de la


lujuria?

No era amor... ¿lo era? No podía permitirme amar.

Y, sin embargo, no dejaba de sentirlo.

Josh me besó la mano.

—¿Tienes hambre?

Me reí. La comida era la última cosa en mi mente, pero los cambiadores


necesitaban comer constantemente. Había visto la cantidad de comida
que la pequeña Sara podía almacenar.

—En realidad no, pero estoy abierta a sugerencias.

—Voy a terminar de hacerte el poutine —dijo, deslizándose fuera de la


cama y jalándome con él.

Nos duchamos primero, enjabonándonos rápidamente entre sí y


charlando sobre cosas pequeñas. Era tierno y cariñoso, besándome
constantemente y envolviendo sus brazos alrededor de mí mientras nos
lavábamos y luego nos secábamos el uno al otro. Para cuando
regresamos a la cocina, ya estábamos los dos nuevamente prendidos.

Tomó un par de horas conseguir hacer el poutine, pero era decente. No


del todo al nivel de la cocina franco-canadiense, pero consiguió puntos
extra por el esfuerzo. Después de comer nos derrumbamos en la cama,
donde Josh me hizo el amor, despacio y delicioso nuevamente.

Y luego se quedó dormido. Me dormí durante unos diez minutos, y


luego mi cerebro se despertó de golpe, como siempre lo hacía.
Frustrada, me deslicé de la cama y envolví mi bata alrededor de mi
cuerpo, me dirigí a mi rompecabezas con un bostezo. No tenía sentido
despertar a Josh.
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Acababa de armar una esquina cuando lo sentí colocar sus manos
sobre mis hombros. Besó un lado de mi cuello.

—¿No puedes dormir? —preguntó con voz somnolienta.

—Eufemismo del siglo —dije con una media sonrisa irónica—. Puedes
volver a dormir. Está bien.

Pero solo colocó una silla al lado de la mía y envolvió su brazo alrededor
de mi cintura, jalándome cerca. Su barbilla se posó en mi hombro, y me
miró mientras sacaba otra pieza de la pila en una esquina y la
estudiaba.

Envuelto alrededor de mí. Sin charlar en mi oído. Sin tomar el control


del rompecabezas. Solo estando conmigo. Haciéndome saber que no
estaba sola.

Fue bueno que mi pelo cayera escondiendo mi cara, o podría haber


visto las lágrimas que se asomaban en mis ojos.

—Háblame de tu madre —dijo en voz baja—. ¿Cómo era ella?

Pensé por un momento, girando una pieza del rompecabezas en mi


mano sin verla realmente.

—Era exuberante. Más grande que la vida. Todo lo que hacía era
grande. Se reía fuerte, sonreía ampliamente, y hacía los peores
berrinches que he visto en mi vida. —Sonreí con cariño por los
recuerdos—. Y amaba a mi padre con locura. Cuando tenía que viajar
por negocios, se entristecía. Y cuando estaba de vuelta, estaba como
nueva otra vez. Eran maravillosos juntos, y tan felices. Y a todos nos
encantaba ir de vacaciones, a cualquier parte donde tuviéramos ganas
de conducir aquel fin de semana. Tuve la suerte de tener esos
momentos con ellos.

—¿Y era franco-canadiense?

Asentí con la cabeza.

—Quebecois. Su familia era muy pequeña pero antigua. Muy católica y


vieja de Quebec. No hablan ni una palabra de inglés, y mi padre y yo no
hablábamos francés, así que nunca fuimos muy cercanos a ellos. Mi
padre solo sabía algunas frases aquí y allá. Sin embargo, mi madre,
hablaba muy rápido al ser su lengua materna. Maldecía en francés cada
vez que se ponía loca, y aprendí algunas frases —dije con una leve
sonrisa—. No hay nada que se sienta tan bien como despotricar contra
alguien en un idioma extranjero.
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Sonrió y besó mi hombro.

—Suena sexy cuando lo haces.

Negué con la cabeza.

—Las mías son suaves. Ella podía maldecir hasta por los codos.

—¿Cómo se conocieron tus padres?

—Ella lo golpeó por detrás en un estacionamiento y lo insultó. Él pensó


que era fascinante. El resto es historia.

—Así que corre en la familia, que las mujeres se sientan atraídas por los
hombres con impulsos salvajes. Ya veo. —Josh me lanzó una mirada
burlona—. Eso explica cómo es que has caído en mis brazos a pesar de
que te quejas todo el tiempo.

Solté un bufido.

Se estiró sobre mí para acomodar una pieza del rompecabezas en su


lugar y se sentía fácil estar allí con él. Natural. Como si esto fuera algo
que hicieran todas las parejas.

Me besó en el hombro.

—Debe haber sido muy duro para ti y tu padre cuando pasó.

Asentí con la cabeza.

—Fue una muerte lenta y dolorosa. Al final, no reconocía a nadie.


Estaba perdida en su propia y torturada mente. Lo peor es sentirse
aliviado cuando alguien muere porque sabes que ya no sufre. —Incluso
después de todos estos años, todavía era difícil hablar de ello—. Yo…
pensé que mi padre nunca se recuperaría. Pero siguió adelante, y estoy
contenta por él. Incluso si cuestiono su gusto por las mujeres.

Josh se echó a reír.

—Posey es linda en una especie de manera estridente.

Esa era la palabra correcta para ella.

—Hace feliz a mi padre, así que me gusta lo suficiente. Me alegro de que


tenga a alguien en estos tiempos… —Me detuve cuando su expresión se
volvió oscura.

—Marie —susurró con voz ronca.


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Negué con la cabeza, no quería hablar de eso. Estaba más cerca de una
cura que nunca.

—Tienes razón. Solo estoy siendo mórbida. Pásame esa pieza de la


esquina, ¿quieres?

***

Cuando llegué a trabajar la noche siguiente, estaba agotada pero


contenta. Había tomado algunas pastillas de cafeína para darle a mi
cuerpo un poco de impulso, pero mi estado de ánimo era excelente.
Todavía tenía a Josh. A pesar de todo, lo tenía. Y estaba tan cerca de
conseguir que Andre me convirtiera. Averiguaría las repercusiones una
vez tuviese toda la cosa de mortalidad fuera de juego. Todo a su debido
tiempo.

—Marie, ¿puedo hablar contigo un segundo? —me llamó Bath desde su


oficina.

—Claro —dije, dejando mi bolso sobre mi escritorio—. Déjame iniciar


sesión…

—En realidad, vamos a hablar antes de empezar. —Su voz era fría—.
Ven aquí, ¿por favor?

La inquietud me atravesó. Miré sobre la mesa de Ryder, que estaba


vacía. Su bolso colgaba en el respaldo de su silla, así que estaba aquí en
alguna parte. ¿Iba a pedirme que me fuera? El temor se acurrucó en mi
estómago.

Entré en la pequeña oficina y no me sorprendí al ver a Sara sentada en


una de las sillas frente al escritorio de Bath. Se veía infeliz, una
expresión dibujada en sus rasgos delicados, su salvaje, nuevo cabello
rosado escondido detrás de sus orejas.

Bath cerró la puerta de la oficina e hizo señas para que me sentara.

Lo hice, sintiéndome mal del estómago.

—¿Pasa algo?

Las dos hermanas se miraron. Bathsheba se aclaró la garganta y apretó


sus manos en su escritorio, mirándome solemnemente.

—Marie, quiero que sepas que tanto Sara y yo sentimos afecto por ti.
Estabas en mi boda. Te cuento como una amiga. Realmente lo hago.

Casi podía escuchar el “pero” flotando en el aire.


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—También eres mi amiga.

—Es muy difícil para mí decir esto. —Hizo una pausa, miró sus manos
y suspiró—. Nos han avisado que alguien ha estado usando la base de
datos para sus propias necesidades durante las horas de trabajo. Un
cliente vino y nos dijo que había ido a una cita con una mujer, solo para
descubrir al llegar que era humana.

Demonios. Demonios. Demonios. Probablemente era el vampiro al que


Josh había ahuyentado. El calentón con una afinidad por la sorpresa.
Había tenido miedo de que volviera para atormentarme.

Tanto Sara y Bathsheba me miraban expectantes. Estaba en la punta


de mi lengua decirles la verdad. Tengo una enfermedad mortal. Estoy
buscando a alguien que me convierta antes de que muera. Pero… las
palabras no salieron de mi boca.

—Yo… —Traté de forzar las palabras, pero no quisieron salir—. Yo… lo


siento.

Ambos me miraron decepcionadas.

Bathsheba dijo:

—Siento decir que, debido a la precariedad de las cosas de la Alianza en


este momento, esto hace las cosas difíciles para nosotros. Combinado
esto con el hecho de que los vampiros tienen dificultad para confiar en
la Alianza de todos modos. Piensan que la agencia los está engañando
para mejorar el negocio, y no están felices. Un cliente solicitó
intervención legal por falsedad.

Estaba horrorizada.

—¿Estás siendo demandada por un vampiro?

—Dudo que vaya a ir a los tribunales —dijo Bath—, pero nos va a


costar un ojo de la cara un arreglo.

—Siento haberle causado a la agencia tantos problemas —dije en voz


baja.

Sara añadió:

—Esto también está haciendo que los Russell luzcan muy mal, y los
hombres-puma no pueden permitirse el lujo de perder el control de la
Alianza.

Negué con la cabeza, confundida.


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—¿Qué quieres decir, esto hace quedar mal a los Russell?

—Estás acoplada con Josh. Veo su marca en tu cuello. Lo huelo todo


sobre tu piel.

—Estoy ¿qué? —la miré fijamente, horrorizada.

—Emparejada. —Su frente se arrugó—. Te mordió en el cuello, ¿verdad?


Eso es un reclamo. Te ha reclamado como su propiedad personal. —Su
mirada se estrechó—. ¿Ha intentado convertirte?

—No —le dije rápidamente—. No lo dejaría.

Ambas hermanas exhalaron bruscamente, con alivio.

—Bueno —dijo Sara—, si él te convirtiera, todo el infierno se desataría.


Tenemos que controlar los daños, haciendo las cosas lo más positivas
posibles. Esperaremos unos meses a partir de ahora, cuando todo se
haya calmado. Beau está acoplado a una humana y no ha causado
demasiados problemas. Estoy segura de que el acoplamiento de Josh
con una no será lo ideal, pero no va a ser visto como demasiado abuso
del poder.

Acoplada. ¿Qué diablos? Furia hacia Josh, quien jamás me había dicho
sobre esto, empezó a crearse. Había sabido exactamente cuáles eran
mis planes, y me había hecho esto de todas formas.

Justo antes de morder mi cuello, susurró: “Marie, no puedo estar contigo


sin… poner algún tipo de reclamo en ti.”

No me había dado cuenta exactamente lo que eso significaba. Mierda.

—Eso no cambia el hecho de que tenemos que arreglar esta situación


aquí, hoy. —dijo Bathsheba, luciendo molesta—. Y lo siento, Marie.
Espero que no lo tomes personal, pero estás despedida.

***

Llegué a casa menos de una hora después, con una caja con todas las
cosas de mi escritorio. Había trabajado en Midnight Liaisons por más de
un año, y había disfrutado cada minuto del mismo. Había hecho
amigos. Había conocido a Josh. Me había dado esperanza cuando no la
tenía.

Y ahora, este capítulo había terminado. Miré la pequeña caja con mis
cosas. Lápices, Post-its personalizadas, el listón de la caja de chocolates
que Josh me había dejado ese día.
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Despedida.

No más acceso a la base de datos. No más vampiros. No más maneras


de contactarme con Andre o cualquier otra cita potencial.

Estaba jodida. Pánico empezó a surgir, y fui por mi gabinete médico


para administrarme medicina anti-ansiedad. Encontraría una forma de
salir de esto. Josh sabría qué hacer. Si no lo hacía, yo…

El teléfono sonó.

Corrí hacia mi bolso, pescando mi celular rápidamente. El nombre de


Ryder estaba en el identificador de llamadas. Mi corazón saltó un poco
al verlo.

—¿Hola?

—Hey —dijo silenciosamente, con voz ahogada y un poco apagada—.


Estoy en el baño del trabajo. Acabo de enterarme. Savannah está
sentada en tu escritorio. ¿Qué diablos pasó?

—Sara y Bath lo descubrieron —dije, acurrucándome en el sofá y


clavando mis uñas en mis palmas para no llorar—. Uno de los vampiros
con los que salí demandó a la empresa y me despidieron.

—Oh por Dios, te juro que yo no dije nada.

—Sé que no lo hiciste. El vampiro me delató.

—¿Qué es lo que vas a hacer? ¿Necesitas dinero?

Sonreí a pesar del pánico en mi estómago.

—No, estoy bien. Gracias de todas formas. Voy a clasificar como


desempleada o algo. —Tendría que clasificar para extender mi seguro
médico, también. Mordisqueé mi labio, pensando arduamente.

—Está bien. ¿Quieres que vaya después del trabajo? ¿Quieres hablar
sobre esto? Podemos salir a desayunar. Yo pago.

—Así está bien. Creo que solo voy a recostarme y… descansar. —


Tropecé en la última palabra, una gran y gorda mentira si alguna vez
hubo alguna.

—¿Hay alguna cosa que pueda hacer?

—En realidad… —Mordí mi labio. ¿Era mucho pedir de nuestra


amistad? —. ¿Te importaría buscar a alguien en la base de datos?
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—¿Quieres el número del vampiro con el que salías?

Sostuve mi aliento.

—Algo así.

—Ya chequeé su perfil, y te mandó un mensaje. Quiere verte esta


noche. Tiene una sorpresa para ti.

Mi corazón martilló.

—¿Una sorpresa? —Tal vez había decidido convertirme. Esperanza hizo


al mundo brillar de repente de nuevo—. Dame su número. Y gracias,
Ryder.

—Hey, ¿para qué son los amigos?

***

Andre no respondió su celular. Recordé que odiaba los celulares, de


todos modos, así que le dejé un mensaje de texto diciendo que quería
verlo. Y por las siguientes seis horas, revisé mi celular como una loca.

Nada.

Justo cuando estaba a punto de rendirme, mi celular sonó con un


texto. Me arrastré por él y lo sostuve con manos temblorosas.

Mi guardaespaldas te recogerá en Konstantine’s. Ve allí en una hora y


media. Creo que te gustará la sorpresa.

¡Sí!

Corrí a mi baño y revisé el maquillaje que me había puesto con la


esperanza de reunirme con Andre. Revisé mi cabello y tiré del escote de
mi simple vestido negro. Me estremecí al ver la marca de su mordida en
mi cuello, ahora siendo una costra. Si me iba a convertir esta noche,
eso significa que tendría que morderme de nuevo. Una ola de
repugnancia me llenó, rápidamente alejada por una fuerte sensación de
euforia. Solo una asquerosa mordida más… y tendría la eternidad.

No más preocupaciones sobre mi salud. Sobre alucinaciones. Sobre


nada de eso. Esperanza y necesidad empujaron en mí, tan fuerte que
me hicieron tambalear. Por favor, Dios, permite a esto funcionar. Dije
una rápida oración, besé la figurilla de la Virgen María de mi madre
para la mala suerte, y corrí a la puerta principal. Tenía justo el
suficiente tiempo para llegar al restaurante. Abrí la puerta principal y…
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Josh estaba ahí. Sus manos se alzaron como si estuviera a punto de
tocar. Observó mi sexy vestido, mis altos tacones. Una bolsa de
supermercado estaba en su mano de nuevo.

Alzó las cejas ante mi vestido.

—¿A dónde corres?

Lo alcancé y le di un duro y feroz beso de entusiasmo.

—Voy a ver a Andre. Dice que tiene una sorpresa para mí. ¡Creo que va
a convertirme! —Lancé mis brazos a su alrededor con entusiasmo—.
¿No es genial?

No me abrazó de vuelta.

—Marie…

Me aparté, sacudiendo mi cabeza.

—Josh, te amo, pero no quiero escucharlo ahora mismo. No cuando


estoy tan cerca de alcanzar mi meta. ¡Después de esto tendré la
eternidad! Viviré.

—¿Me amas? —Me dio una extraña mirada.

Ups, ¿había dicho eso? Le di otro rápido beso.

—Lo hago. Te amo. Te lo probaré cuando regrese a casa.

Pero sacudió su cabeza lentamente.

—No lo entiendes, Marie. Si te convierte… no estaré aquí cuando


regreses.

—¿Por qué no? —No me iba a salir con principios ahora, ¿o sí? Creía
que ya habíamos pasado por eso—. Josh…

—Marie, si escoges a este vampiro, lo estás escogiendo para toda la


eternidad. ¿Recuerdas que te dije cuán en serio se tomaban todo esto?
Él no va a dejarte salir por la puerta y directo a mis brazos.

Lo observé. No había pensado más allá de ser convertida. Qué estúpida


de mí. Tan ciega.

Su cara se retorció con enojo.

—Solo porque decidiste seguir este plan tuyo con las cortinas puestas,
no significa que yo lo haré. Si este tipo quiere convertirte, es porque
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quiere una compañera eterna. No quiero que eso pase. Encontraremos
otra forma.

¿Nosotros?

—No eres el que está muriendo —dije con amargura—. No voy a


echarme para atrás ahora, no cuando está a mi alcance. No puedes
pedirme escoger entre ti y vivir, Josh. Eso es injusto.

—No estoy pidiéndote que lo hagas —dijo silenciosamente—. Te estoy


pidiendo que confíes en mí para encontrar otra forma. Iremos con más
doctores. Ver un especialista. Revisarte con los doctores de la alianza…

—¿No crees que ya he tratado de todo? ¿No crees que ya sé cuáles son
mis opciones? No sé cuánto tiempo tengo, Josh. Las alucinaciones, la
ansiedad, el insomnio están peor que nunca. No puedo seguir haciendo
esto. No puedes pedirme que siga teniendo la esperanza de que algo
vaya a cambiar.

—Solo dame una semana, Marie. Eso es todo lo que pido. Dices que me
amas. ¿Me amas lo suficiente como para confiar en mí por otra
semana?

Lo miré. Otra semana de miseria. De puro cansancio. Alucinaciones que


me dicen que mi cerebro está apagándose. De arrastrarme a mí misma
a cada hora de cada día.

Otra semana en los brazos de Josh.

Pero, ¿qué si Andre no quería esperar? ¿Qué si cambiaba de opinión?

No podía arriesgarme. Me acerqué y le di otro beso a Josh.

—Te amo —le dije suavemente—. Lo hago. Pero no cambiaré de opinión.

Me observó, su rostro frío.

—No voy a sentarme y dejar que arruines tu vida, Marie. Este es un


error. Sé cosas sobre vampiros que tú no. Este no es un buen tipo. No
confió en que vaya a cambiarte. Solo está usándote como su fuente de
soda personal…

De repente recordé que Josh me había mordido, también.

—Al menos, él no puso una marca reclamándome y luego me mintió


sobre eso.

—Basura buena la que está haciendo —dijo enojado—. Especialmente


desde que estás determinada a correr a los brazos de un vampiro.
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—¿Cómo pudiste hacerme eso? ¿Clavando tu reclamo en mí como si te
perteneciera?

—Anoche estabas ansiosa por decir que eras mía. ¿Son las cosas
diferentes ahora que has tenido la oportunidad de dormir al respecto?

Lágrimas de frustración amenazaban con desbordar mis ojos.

—Por favor. Tengo la oportunidad de más tiempo. No puedes pedirme


que lo deje pasar.

—Y no lo haré —dijo, limpiando las lágrimas de mis ojos con sus dedos.
Luego besó mi frente—. Hay que hablar sobre esto.

Besó más partes de mi rostro, mi nariz, mi mejilla. Ligeros y adorables


besos afectuosos. Dios, amaba sus besos. Se movió más allá de mí y
gesticuló hacia la cocina.

—Debes ver lo que te compré.

Asentí, pretendiendo que estaba a punto de seguirlo. Cuando se movió


a la cocina, aun hablando, corrí bajando las escaleras y corrí por el
césped hasta mi auto. Lo encendí en tiempo récord y estaba justo
saliendo de mi espacio de parqueo cuando apareció a la cabeza de las
escaleras, luciendo totalmente furioso.

Articulé “Lo siento” mientras salía del estacionamiento.

Después de esta noche, tendría la eternidad para disculparme con él.


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Capítulo 14
Traducido por Jessy, Becca Herondale y Areli 97

Corregido por Ilusi20

E
l sedán se detuvo en una elegante casa de piedra rojiza en una
exclusiva parte de Southlake Town Square.

No exactamente lo que imaginé para un vampiro, pero gritaba


“dinero”.

El conductor asintió hacia la casa en el extremo.

—Estamos aquí, señorita. —Me observó atentamente, dilatando sus


fosas nasales de vez en cuando para captar algún olor, lo que me indicó
que era un tipo de cambiador. Era grande y corpulento, como la mitad
de los cambiadores que conocía.

—Gracias —dije en voz baja y abrí la puerta, saliendo a la acera. Me


moví hacia los peldaños de la casa de piedra rojiza, estudiándola. El
exterior estaba limpio y bien mantenido, con una caja de flores blancas
colgando en la ventana. Muy hogareño.

No gritaba vampiro, pero quizás ese era el punto.

Toqué, sintiéndome ansiosa. ¿Qué pasaría si daba la vuelta


y Josh estaba ahí para intentar “rescatarme” de la situación
nuevamente? ¿Qué iba a hacer entonces?

Pero la puerta se abrió, y un sonriente y hermosamente


vestido Andre me hizo gestos para que entrara.

—Bienvenida, Marie. Estoy tan contento de que hayas podido venir.

Sonreí brillantemente y entré, sintiéndome un poco como una mosca


que se había metido a la tela de la araña. Pero eso era tonto, por
supuesto. Le había dicho que quería ser convertida, y ahora estaba aquí
en su casa. Esto tenía que estar llevando a algo.

El interior de la casa era tan elegante como el exterior, recordándome


algo de una pintura Inglesa: pesada, adornada y austera. El suelo
de madera de cerezo complementaba los muebles de caoba. Una vieja
pintura de oleo colgaba de la pared del fondo, y se veía como Andre en
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un atuendo antiguo con su pelo largo recogido en una cola. Eso era…
raro

—Lindo lugar —dije, ya que él me estaba observando expectante.

Andre inclinó la cabeza ante mi cumplido.

—Apreció las cosas finas.

Asentí otra vez, insegura de que decirle al respecto.

—Me alegra que quieras verme otra vez.

—Sí —estuvo de acuerdo él. Su sonrisa parecía un poco más dentuda


de lo normal, una campana de alerta se encendió en mi cabeza—. Me
alegra que pudieras venir esta noche. ¿Tuviste que cambiar tus planes?

Eché un vistazo alrededor de su inmaculada casa con aires más de


museo que de casa.

—De hecho, tenía una abertura en mi agenda.

—Entonces, ¿nadie está esperando que vuelvas? —preguntó él,


moviéndose hacia una botella de vino en la mesa del comedor.

Ahí estaban esas campanas de alarma otra vez. Seguí detrás de él,
vacilante. ¿Qué decir? ¿La conversión tardaba? ¿Era eso lo que él
estaba preguntado?

—Bueno —eludí la respuesta—. De hecho, un amigo está esperándome.


No estaba feliz de que me fuera, pero tú eres mi prioridad.

—¿Oh? ¿Él? —Los labios de Andre se estrecharon.

Maldición.

—Solo un amigo —dije rápidamente—. Nadie importante.

—No lo debe ser, si viniste a estar conmigo en el medio de la noche —


dijo lentamente, como si estuviera midiendo las palabras—. Esto me
agrada.

No me importaba si le gustaba o no.

—¿Dijiste que tenías una sorpresa para mí? —Bien podría cortar por lo
sano.

Andre sonrió, y sus dientes estaban definitivamente alargándose. Me


sirvió una copa de vino y me la ofreció.
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—¿Vamos a disfrutar de un agradable trago primero?

Tomé el vaso, y cuando hizo un gesto hacia el sillón, me senté, todavía


inquieta. Para mi sorpresa, Andre se sentó a mi lado. No tenía una copa
de vino.

—¿Pensé que dijiste que querías beber?

—Oh, sí quiero. —Se acercó y apartó un rizo de cabello de mi hombro.

Cosquilleos de alarma corrieron a través de mí. Esto es lo que querías,


me dije a mi misma. Es lo que querías. Lo que querías. Me tomé un buen
trago de vino, sintiéndolo quemar en mi garganta. Él estaba mirando a
mi cuello con avidez, y me di cuenta… que no quería alimentarlo. El
pensamiento me ponía los pelos de punta de la repugnancia.

Cuando se inclinó, me encogí apartándome.

Él se echó hacia atrás, frunciéndome el ceño.

—¿No quieres estar aquí conmigo, Marie?

Dejé el vaso en la mesa, queriendo tener las manos libres por alguna
razón.

—No es eso. Yo solo… —Forcé una mirada vulnerable en mi rostro—.


Realmente dolió la última vez. Estoy un poco asustada.

Muy asustada.

Él se hinchó de orgullo, una sonrisa de complacencia consigo mismo


curvó su boca llena de colmillos. Sus dientes crecieron a un tamaño
enorme, y corrió un dedo por mi hombro desnudo, como si mirara un
bocado tierno.

—Entonces, ¿Debería lamerte esta vez, mi mascota? Te aseguro que no


dolerá de esa manera.

Oh, ugh. Cuando se inclinó, me alejé otra vez.

—¿Puedo saber cuál es mi sorpresa primero? ¿O es la mordida mi


sorpresa?

Me dio una mirada de confusión.

—¿La mordida?

—¿Me vas a convertir? —pregunté sin rodeos.


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—Ah. —Soltó una carcajada—. No. Aquí está. —Sacó una caja de
terciopelo del interior del bolsillo de su chaqueta y me la ofreció.

¿Un collar? Me quedé mirando la caja, la decepción estrellándose a


través de mí.

—Quizás si disfruto probándote nuevamente, nos moveremos a otras


cosas —continuó él. Su lengua salió entre sus colmillos, como si se
lamiera los labios.

¿Otras cosas? ¿Cómo… sexo? ¿Y luego qué? Si tenía sexo con él —


ugh ugh ugh— y seguía alimentándolo, entonces, quizás, ¿él finalmente
decidiría convertirme?

—¿Planeas convertirme en algún punto? —pregunté suavemente.

Él arqueó una ceja.

—¿Te das cuenta que la ley vampírica establece que cualquier vampiro
que convierte a otro debe regalar la mitad de su fortuna a su naciente?
Tendría que gustarme alguien un poco para convertirlo. —Se rio sin
humor, su fría mano patinando por mi brazo—. Eso no quiere decir que
no me gustes, por supuesto. Simplemente significa que tengo que llegar
a conocerte mejor primero.

Había tenido cuatrocientos años para llegar a conocer a otras chicas, y


nunca había convertido a alguien.

Y él no iba a convertirme. Solo era un conveniente trago que él


mantendría tentado hasta que uno de nosotros se aburriera. Me
daría un poco más de chucherías y luego lo daría por finalizado,
pasando a la siguiente chica.

No era una pareja potencial, como Joshua había temido. Era el


equivalente vampírico de un ligue.

Y ahora me daba cuenta del mayor defecto en mi plan. Ya que había


una tarifa considerable asociada a convertir a un vampiro, alguien
tendría que realmente, realmente estar enamorado de mí para
convertirme.

Y yo estaba enamorada de Josh.

La oleada de decepción me hizo querer vomitar. No iba a ser convertida


después de todo. No iba a haber una tarjeta gratis para salir de la
cárcel. Estaba acabada. Estaba muriendo.

Estaba muerta. Solo era cuestión de tiempo.


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Las lágrimas me picaron los ojos y las limpié, levantándome del sillón.

—Yo… no creo que pueda hacer esto.

—¿Hacer qué? —Andre se puso de pie, sus ojos tomando un brillo


amenazador.

—Alimentarte. Así que a menos que quieras convertirme ahora mismo,


este bebedero está cerrado al público.

—¿Convertirte? ¿Está noche? —Se rio fuertemente—. Me temó que


necesito un poco más de persuasión antes de pensar algo por el estilo,
querida.

Y ahí estaba la zanahoria otra vez.

—Necesito alguien que me convierta —le dije con los dientes


apretados—. Estoy muriendo.

—Entonces quizás podamos llegar a un acuerdo —dijo él con una voz


sedosa, dando un paso hacia mí—. Aliméntame, y nosotros…
hablaremos de ello.

Sí, cierto.

Sacudí la cabeza.

—Me voy.

—Estás cometiendo un error —dijo él en modo de advertencia.

—Todo esto fue un error —le dije, mi garganta en carne viva con
lágrimas contenidas. Toda mi vida se estaba derrumbando frente a mis
ojos. Había sido despedida de mi trabajo, el único acceso que había
tenido a la Alianza Paranormal. El único vampiro que tenía alguna
posibilidad de convertirme solo estaba utilizándome, y el hombre que
amaba me había pedido que confiara en él y escapé.

Y todavía estaba malditamente muriendo.

—Adiós, Andre —dije, dirigiéndome hacia la puerta.

—Marie —me advirtió, caminando rápidamente tras de mí—. No me va a


gustar si tratas de irte.

La alarma corrió a través de mí. Eso sonaba de mal agüero. Incluso


peor, sonaba como si lo estuviera disfrutando. Los vampiros son
depredadores, Josh me lo había dicho. Les gusta perseguir a su presa.
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Y aquí estaba yo, corriendo de él.

Aumenté mi ritmo. Solo necesitaba bajar los escalones. No me atacaría


en la intemperie.

Pero cuando puse mi mano en la puerta, el picaporte no giró. Tiré de


ella, confundida.

—¿Qué…?

El pesado cuerpo de Andre chocó contra el mío. Envolvió un brazo


alrededor de mi cuello, cortando mi aire, y me izó contra él. Era
increíblemente fuerte. Mis pies se levantaron del suelo y pateé con
alarma, dándome cuenta que no podía respirar.

—Te dije que no me gustaría, pequeña mascota —dijo, y hundió sus


dientes en mi hombro desnudo.

Grité, pero salió como un gorgoteo, su brazo estaba muy apretado


alrededor de mi cuello. No podía respirar. No había aire. El pánico me
hizo pedazos a medida que sus dientes se hundían más profundamente
en mi piel, como garras despedazando mi carne. Succionó duro, sangre
bajaba por mi hombro.

Me retorcí violentamente contra él, pero era inútil. Mis pulmones dolían
y luces de alarma comenzaron a destellar detrás de mis ojos. No iba a
terminar así, ¿cierto? ¿Asfixiada a muerte por alimentar a un vampiro?
Pateé débilmente.

El mundo empezó a bordearse con negro, y enterré mis dedos en su


brazo, tratando desesperadamente de liberarme. No… podía…
respirar…

Entonces todo se volvió negro.

***

Una mano palmeó mi mejilla.

—¿Estás bien?

Me agité, mi cabeza palpitando, mi garganta dolorida. Mi hombro se


sentía como si hubiera sido despellejado. Abrí mis ojos en un cuarto
oscuro, iluminado solo por una pequeña lamparilla en el lado opuesto.

A mi lado, la persona se escabulló y me senté, girándome para mirarla.


Conforme lo hacía, cadenas tintinearon y fruncí el ceño, poniendo
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mis dedos en mi cuello. Había un collar de metal alrededor de él unido a
una cadena. Miré en dirección a la mujer.

—¿Estoy encadenada?

—Ambas lo estamos —dijo, y se movió dentro de la luz de la lamparilla.

Era una mujer humana, su cabello colgaba a su alrededor en una nube


enredada, y lo que podía ver de su rostro estaba hundido y desdichado.
Usaba un collar de metal y la parte superior de un bikini sucio.

Ella olía, también. Como a piel sin lavar. Arrugué mi nariz y me deslicé
hacia atrás, siseando ante las olas de dolor que el movimiento enviaba a
través de mí. Cautelosamente toqué mi hombro e hice una mueca de
dolor.

—Cabrón —murmuré, tratando de examinarlo en la luz tenue. Se sentía


despellejado como el infierno, pero no podía decir que tan mal estaba—.
¿Dónde estamos?

—En una bodega de vinos —dijo la mujer. El leve resplandor de la


lamparilla reveló la larga cadena sujeta a un gancho en la pared—. Él
mantiene a sus comidas aquí abajo.

—¿Comidas? —repetí estúpidamente—. ¿Quién eres?

—Soy Lily Faust.

El nombre no me sonaba.

—¿Andre te está conservando aquí… para convertirte?

Soltó una risa sin alegría.

—No. Soy su almuerzo cuando no puede encontrar nada más. —


Levantó un brazo hacia la luz mortecina de la lamparilla, y vi que su
brazo estaba plagado con mordidas. Grandes y feas.

—Oh por Dios —dije—. ¿Va a mantenernos aquí encadenadas?

—Por un tiempo breve —dijo suavemente—. Entonces me imagino que


se deshará de una de nosotras. Ha traído a algunas otras abajo de vez
en cuando, pero… nunca las he visto después de que se las lleva. No sé
si las deja ir, o algo peor.

¿Considerando que mantenía a una chica encadenada en su sótano


para alimentarse? Me iba a inclinar por el “algo peor”.
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Levanté la vista hacia la oscuridad. Una grieta de luz en el piso de
arriba me dijo que una luz estaba encendida en alguna parte.

—¿Estamos… todavía en su casa?

—No lo sé —admitió Lily—. Salí en una cita a ciegas con el que pensé
que era un chico lindo, y la siguiente cosa que sé, es que está
asfixiándome. Me desperté aquí. He estado aquí por… un tiempo.

Tragué duro.

—¿Qué tanto es un tiempo?

—¿Qué mes es?

Oh, Dios.

—Mayo.

Se estremeció.

—Seis meses. Supongo que debería considerarme afortunada. Las otras


nunca duraron siquiera unas semanas.

Yo no tenía meses, y una risa histérica borboteó en mi garganta.

—¿Qué es tan gracioso? —Lily me miró fijamente.

—Estoy muriendo. —Me ahogué—. Una enfermedad fatal. —Cuando se


alejó, agregue—: No es contagiosa. Simplemente encuentro irónico que
él secuestrara a una mujer moribunda. Supongo que está a punto de
tener una sorpresa desagradable.

—¿Hay alguien que vaya a venir a buscarte? —preguntó—. Mi familia


está muerta. No tengo a nadie, y estaba en la universidad. Creo que es
por eso que me secuestró. Elecciones fáciles.

Pensé en Josh. Su mirada de traición cuando me había alejado de él


esta noche. Dios, era una idiota. Él había sabido que había algo
sospechoso acerca de Andre; me había advertido que no fuera.

Solo confía en mí. Encontraremos una manera.

Y había arrojado esa confianza en su cara. Apestaba totalmente en esta


cosa de las relaciones.

—No sé si alguien vendrá a buscarme.

Suspiró pesadamente, y me sentí con ganas de hacerle eco.


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—¿Cuándo regresará? —pregunté.

—Él viene diario —dijo débilmente—. Supongo que cuando tiene


hambre y necesita un bocadillo.

Tiré del collar alrededor de mi garganta, luego levanté la vista hacia la


grieta de luz escaleras arriba que conducían fuera de este lugar.

—Alguien vendrá a buscarnos —le dije, forzando valentía en mi voz—.


No podemos simplemente desaparecer.

Excepto que mi papá no sabría dónde estaba. Ryder tampoco. Bath y


Sara solo asumirían que estaba evitando sus llamadas, ya que había
sido despedida de la agencia. Si Josh no venía a buscarme…

Detuve ese tren de pensamiento. Él tenía que venir.

Tenía que.

Extendí una mano en la oscuridad hacia Lily.

—Vamos a salir de aquí.

Aferró su mano en la mía, y noté cuán delgada y frágil era su mano.

—No tienes que tratar de animarme. He estado aquí por seis meses. Sé
cuáles son nuestras probabilidades de ser rescatadas.

***

Una voz llamó mi nombre, sacándome de la oscuridad.

—Marie —escuché—. ¡Marie!

La esperanza surgió en mi pecho. ¡Josh!

Pero Lily aún dormía imperturbable, acurrucada contra mí. ¿Era… era
solo una alucinación? Había tenido varias de ellas desde que fui
encadenada aquí abajo. No sabía cuántas horas habían pasado.
Eternas y tensas horas, esperando por el regreso de Andre.

—¡Marie! —bramó.

Lamí mis labios secos. Quizás esto era real.

—Estoy aquí —grité, mi voz débil. Estaba sedienta y hambrienta, y débil


por la pérdida de sangre. Cuando traté de ponerme de pie, fue
extremadamente difícil.
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Había pasos en algún lugar escaleras arriba, luego escuché una mano
probando el pomo de la puerta.

Lily despertó y jadeó, escabulléndose a una esquina sombría de la


habitación con miedo.

Un cuerpo grande golpeó contra la puerta. Una vez, dos veces. Entonces
se estrelló abriéndose.

—¿Marie? —preguntó Josh, y vi su gloriosa y maravillosa silueta,


aureolada por las luces.

—¡Estoy aquí! —dije, todavía luchando por ponerme de pie. La cadena


en mi cuello se sentía como si pesara cincuenta kilos—. ¡Josh, estoy
aquí!

—Gracias a Dios. —Buscó a tientas el interruptor de la luz, luego


maldijo y se movió dentro de la oscuridad. Sus ojos brillaban como los
de un gato en la noche, escaneando la habitación. Se iluminaron en mí,
y escuché un gruñido felino comenzar bajo en su garganta.

—Bebé. ¿Qué te hizo?

Estaba envuelta en cálidos brazos fuertes. Me aferré a él, enterrando mi


rostro en su pecho mientras besaba mi cabello, cepillándolo fuera de mi
cara. Incluso lloré.

—¡Viniste por mí!

—Por supuesto que lo hice. ¿Estás loca? He estado muy preocupado por
ti. —Su mano fue hacia el collar en mi garganta, y el bajo gruñido
amenazador empezó en su garganta de nuevo—. ¿Qué coño es esto?

No parecía poder dejar de temblar, incluso con sus cálidos brazos


envolviéndome. Estaba tan cansada, helada y débil.

—Nos está manteniendo aquí abajo. Como bocadillos.

Levantó su nariz y olisqueó el aire.

—Pensé haber olido a alguien más. ¿Quién está aquí?

—Otra chica humana —le dije.

En la oscuridad, escuché lloriquear a Lily. No sabía si era un lloriqueo


de terror o un lloriqueo de reconocimiento.
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—Las voy a sacar a ambas de aquí —dijo ásperamente. Presionó un
rápido beso en mi frente, luego agarró la cadena de nuevo, sus ojos
brillando en la oscuridad—. ¿A dónde está unido esto?

—La pared —le dije mientras empezaba a seguirla.

Asió la cadena donde estaba unida a la pared. Sabía que Josh era
fuerte, ¿pero era así de fuerte? Sus músculos se abultaron y lo escuché
gemir… y entonces escuché el ladrillo. Un segundo después, el gancho
en la pared fue arrancado y la cadena cayó inerte al suelo.

—Eso fue asombroso —respiré—. ¡Josh, eres maravilloso!

Me lanzó una mirada destellante.

—Si eso era todo lo que tomaba conseguir que finalmente reconocieras
mi genialidad, te hubiera hecho proezas de mi fuerza hace mucho,
nena.

Recogí mi cadena, apresurándome ansiosamente.

—Ahora busquemos a Lily. ¡Apresúrate!

Mientras él tiraba de ella, yo me moví a lo largo de la cadena hacia las


sombras más oscuras de la habitación. Sostuve mi mano hacia Lily
y estaba aliviada cuando la tomó, la suya temblaba.

—Él… él no es humano —me dijo silenciosamente, claramente


asustada.

—No, pero no te lastimará. Vas a estar a salvo y libre.

Se aferró a mi mano mientras su cadena se arrancó de la pared.

—Vámonos —dijo Josh, extendiendo su mano.

Caminé hacia él, mis pasos eran débiles y lentos. Lily se aferraba a mi
costado, temblando con terror. Quería decirle que se recuperara y fuera
valiente, pero ella había sido mantenida cautiva y fue el banquete de un
vampiro por los últimos seis meses. Estaba suponiendo que la
confianza no vendría tan facial de su parte.

—¿Están bien? —preguntó Josh, viniendo a mi lado. Sus ojos brillantes


giraron sobre mí, estudiándome en la casi oscuridad—. ¿Quieres que te
cargue fuera…?

El piso rechinó sobre las escaleras.

Nos congelamos. Lily contuvo el aliento.


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El gruñido comenzó bajo en la garganta de Josh.

Terror destelló a través de mí.

—Josh —susurré.

—Voy a cambiar, nena —dijo suavemente—. No te asustes, ¿de


acuerdo? Voy a cambiar y hacerme cargo de él, y luego saldremos de
aquí.

Asentí, apretando más a Lily contra mí. Esto iba a ser difícil para ella de
ver y oír.

Josh cayó en cuatro, y escuché el repentino y violento crujido de huesos


mientras el gruñido de Josh continuaba. Alarmada, Lily se deslizó
detrás de mí. Debía pretender que todo estaba bien, incluso mientras
me esforzaba por ver a Josh. ¿Cuánto tiempo le tomaría?

Escuché el susurro de un movimiento. Algo húmedo y áspero lamió mi


mano, y luego vi al gran gato caminar dentro de la luz invadiendo la
escalera.

—Ten cuidado —susurré—. Por favor ten cuidado.

Subió las escaleras hacia la luz.

Casi inmediatamente, oímos el sonido de gruñidos. Algo pesado se


golpeó contra la puerta, cerrándola de golpe, y Lily y yo saltamos con
alarma.

Josh era fuerte. Era un guardaespaldas. Sabía mucho sobre vampiros.


Estaría muy bien.

Repetí este mantra mientras los sonidos de la pelea continuaban arriba


de las escaleras. Los dedos de Lily se clavaron en mi brazo, y me forcé a
liberarme de su agarre mortal.

—Necesito ver qué está pasando.

—No —me rogó—, quédate conmigo. Tengo miedo.

Sacudí mi cabeza.

—Él podría necesitar mi ayuda.

Probablemente él necesitara mi ayuda como necesitaba un agujero en la


cabeza, pero quería estar lista si lo hacía.
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Subí las escaleras lentamente, arrastrando mi larga cadena en una
mano, agarrando la barandilla en la otra. Solo subir las escaleras
estaba matándome, era alarmante cuán débil estaba.

Para mi sorpresa, Lily estaba a mi lado, ayudándome a empujar la


puerta. Giré la perilla, que se abrió un poco.

La habitación estaba en ruinas. Un sofá blanco estaba inclinado sobre


el centro de la habitación, las mesas de madera volcadas. Jarrones
rotos cubrían el piso. Un cuadro estaba torcido en la pared más lejana,
y una alfombra estaba arrugada contra la chimenea. Un enorme puma
dorado manchado pasó, sus garras incrustadas en el piso de
madera. Atacó, golpeando a algo —o a alguien— fuera del camino.

Entonces la sombra de un hombre se acercó desde el corredor, y me di


cuenta de que Andre no estaba solo. ¿Un guardaespaldas? ¡Tal vez
conocieran a Josh!

El puma gruñó, y Andre se mordió una maldición.

—Acábalo —gritó una voz desde el corredor. Un hombre enorme


apareció a la vista; su piel era pálida, como la de un vampiro. Oh, no,
esto era malo. Josh no tendría oportunidad contra ambos, Andre y ese
vampiro gigante.

Regresé a ver a Lily y levanté un dedo a mis labios, indicándole que


hiciera silencio.

Ella asintió.

Pasé la puerta abierta, agarrando mi cadena contra mi pecho así no


tintinearía y me delataría. Caminé de puntillas justo a tiempo para oír
el aullido de Josh mientras el segundo vampiro aterrizaba sobre él.

—Rompe su cuello —escuché a Andre gritar—. ¡Mátalo!

¡Y una mierda!

Josh dio un gruñido de dolor y escuché algo quebrarse con fuerza


impulsándome hacia adelante.

—Acábalo —gruñó el vampiro guardaespaldas de nuevo.

Tenía que hacer algo. Miré la cadena en mi mano, luego avancé hasta
acercarme más. Nadie me había notado todavía.

El guardaespaldas todavía estaba gritando hacia Josh.

—¡Acábalo!
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El puma dio un bajo gruñido amortiguado, hundió sus dientes en la
garganta de Andre, haciéndolo retorcerse en el suelo.

El guardaespaldas elevó su estaca para golpear a Josh de nuevo, y


arremetí con mi cadena doblada, estampándola contra la parte de atrás
de su cabeza.

Se rompió ruidosamente, el vampiro gimió y cayó al suelo,


inconsciente.

Me deslicé débilmente hacia el piso, incapaz de permanecer de pie más


tiempo.

Distraído, Josh volvió su atención hacia mí, y Andre lanzó su cuerpo,


yendo contra el puma en una última ráfaga de fuerza. El puma se movió
por tracción y lanzó de vuelta hacia Andre, pero el vampiro lo bloqueó,
enviándolo hacia una mesa próxima, donde su cabeza golpeó la
esquina.

Él se quedó inmóvil.

—¡Josh! —grité, arrastrándome hacia adelante.

Andre frotó su labio sangrante, jadeando. Mientras miraba, sacó un


arma.

¡No! Intenté avanzar, pero mis movimientos eran vagos y lentos. Debía
hacer algo, sin embargo, ¡Josh me necesitaba!

Una pequeña figura sucia voló hacia adelante, algo alzado en su mano.
Lily lo sostuvo alto y luego lo clavó hacia abajo, directo a través del
corazón de Andre.

Él jadeó, agarrando su pecho y cayó.

Miré. Un lápiz grueso sobresalía de su espalda. No, tres lápices, atados


por una banda elástica para hacer una gruesa estaca improvisada.
Debieron haber estado afilados hasta un punto mortal.

Andre no se movió.

Lily desempolvó sus manos, luego se inclinó sobre el otro vampiro para
examinarlo. Cuando estuvo convencida de que estaba muerto, escupió
sobre su cuerpo caído.

—Estuve sosteniendo esos lápices por meses con la esperanza de que


funcionarían. Fueron a través de su piel como mantequilla.

—Gracias —dije débilmente, y colapsé en el piso.


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—¿Estás bien? —preguntó, apresurándose a mi lado.

—Josh —dije, toda mi atención hacia él. Estaba tan quieto. El miedo
apretó mi cuerpo—. ¿Esta…?

Ella se agachó a su lado, presionando sus dedos bajo su nariz.

—Está respirando. Creo que se golpeó la cabeza bastante duro. —Sus


dedos vacilaron, y tocó si piel—. ¿Es un… gato?

—Cambia forma —dije cansadamente—. Te explicaré después. —Ante


su atemorizada e insegura mirada, decidí que necesitaba explicarle un
poco más ahora mismo—. Hay muchas criaturas que ocultan su
verdadera naturaleza. Josh es uno de los buenos. Estamos a salvo con
él.

Asintió inseguramente, mirando hacia el inmóvil cuerpo.

—Así que… ¿Qué hacemos con él?

No lo sabía.

Miré hacia su forma inconsciente. Al guardaespaldas que estaba igual


de inconsciente. Al vampiro muerto con el lápiz sobresaliendo de su
espalda. Necesitábamos ayuda.

Pensé en llamar a Ryder, pero estaba en el trabajo. Si la llamaba para


ayudarme a eliminar el cuerpo de un vampiro, de seguro sería
despedida. Y este era mi problema.

Necesitaba a alguien en quien confiara, que no hiciera demasiadas


preguntas. Que me ayudara sin culparme.

Divisé una mesa cercana y un teléfono encima de ella, y me moví hacía


él lentamente.

—Conozco a alguien que puede ayudar.

Lily asintió, mordiendo su labio ansiosamente.

—Ve a buscar algo de soga y ata al guardia —le dije—. No lo queremos


atacándonos cuando se despierte.

Asintió y salió corriendo, su cadena arrastrándose por el piso. Terminé


de marcar y esperé a que el teléfono llamara.

Cinco tonos después, una voz somnolienta contestó al otro lado.

—¿Hola?
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—¿Papi? —Mi voz se quebró un poco.
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Capítulo 15
Traducido por flochi, rihano, Liseth Johanna y Shilo

Corregido por Itorres

P
apá llegó menos de media hora después. En ese tiempo,
habíamos atado al guardia y arrastrado a un cuarto cercano,
luego empujamos un tocador en frente de la puerta para poner
un poco de distancia entre nosotros y él. Estábamos agotadas y costó
bastante, pero el temor nos presionó. Lily tuvo que hacer la mayor parte
del trabajo, dado que yo estaba demasiado débil como para hacer más
que empujar débilmente.

Andre permaneció muerto. Realmente muerto. Y Josh seguía


desmayado, algo que me preocupaba.

Mi padre, Dios lo bendiga, apareció sin Posey. No hizo preguntas,


simplemente se movió a mi lado y me abrazó. Me derretí en su abrazo
fuerte y cálido, luchando contra el llanto. Tenía que ser fuerte en este
momento.

Se quedó mirando al vampiro muerto por un largo rato, luego me miró


otra vez. Su mirada fue al collar alrededor de mi cuello, y la cadena.

—¿Marie-Pierre…?

—Es una larga historia, papá —le dije—. Por ahora, tenemos que sacar
a Josh de aquí.

—¿Y Josh es el… gato?

Asentí.

—Volverá a cambiar, si podemos despertarlo. En este momento tenemos


que llevarlo a casa y llamar al doctor de la Alianza.

Pude haber llamado a los Russells, pero no confiaba en ellos para no


asustar a Lily. Además, no sabía qué hacer respecto a los vampiros,
vivos o muertos.

—¿Nosotros… tenemos que deshacernos del cuerpo?

Me quedé mirando a papá con sorpresa.


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—¿Me ayudarías a deshacerme del cuerpo?

Me volvió a abrazar y frotó mi hombro.

—Soy tu padre, cariño. Claro que lo haría.

Bueno, diablos. Asentí, mi garganta tirante, y señalé hacia Josh.

—Solo ayúdame a meterlo a su camioneta y llevarlo a un doctor.


Veremos el resto luego.

Pero no sabía dónde vivía Josh.

—Su billetera. Probablemente está en sus pantalones.

Lily y yo nos giramos para mirar de vuelta en la bodega, y el temor se


apiló en mi estómago. No quería regresar allí, y supuse que Lily sentía
lo mismo.

Miré a mi padre.

—Está en la bodega. No puedo… no quiero… —Señalé a la cadena


alrededor de mi cuello indefensa—. ¿Puedes…?

Mi padre me palmeó el brazo.

—Iré a buscarlo. Ustedes esperen aquí.

Volví al lado de Josh, acariciando su cara y pelaje mientras


esperábamos. Papá regresó un par de minutos más tarde con las llaves
del auto, una billetera, y las ropas de Josh apiladas en su brazo.

—Su auto debe estar al frente. Una de ustedes probablemente debería


conducirlo a donde vayamos.

—Yo lo haré —le dije, mirando a Josh. Estaba tan quieto e inmóvil—.
Apurémonos.

***

Nos detuvimos afuera de una enorme casa en el campo una hora


después. La enorme casa de dos pisos tenía varias luces encendidas, y
para cuando llegamos al camino de grava, yo en el sedán de Josh, y Lily
y papá en la camioneta con Josh, unos cuantos hombres salieron al
pórtico.

Reconocí a Everett, Ellis y Austin. Esto no iría bien. No solo tenía a su


hermano inconsciente conmigo sino también dos seres humanos que
tenían conocimiento sobre la Alianza Paranormal.
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Aparqué el auto de Josh y me arrastré fuera del asiento.
Inmediatamente me tambaleé, sintiendo que el horrible letargo
regresaba otra vez.

—¿Marie? —Austin se movió a mi lado, agarrándome del codo—. ¿Qué


haces aquí? ¿Algo sucedió en la agencia?

—Josh está en la camioneta —le dije—. Tenemos que conseguir un


doctor. Está inconsciente.

***

El doctor de la Alianza estuvo allí en cuestión de minutos, con Beau no


muy lejos detrás de él. Ambos se veían sombríos cuando entraron a la
habitación de Josh, donde el puma estaba tumbado en la cama. Los
otros Russells se paseaban cerca, mirándonos.

Quería estar allí, pero Austin rondaba afuera de la puerta de manera


protectora, y estaba dispuesta a apostar que tenía instrucciones de no
dejar a nadie pasar, incluyéndome. Estaba bien con eso, siempre y
cuando Josh mejorara. Apreté las manos contra mi pecho para que
dejaran de temblar. Había estado tan quieto e inmóvil cuando habían
transportado su cuerpo sin fuerzas fuera de la camioneta.

Si moría… Sentí una sacudida enfermiza, pensé en la arrogante


sonrisita de Josh, sus ojos brillando con júbilo mientras me provocaba.
Sus largas pestañas. Sus amplios hombros. Sus grandes brazos
abrazándome con fuerza. La manera amable en que siempre le da a
Carol un aventón a casa en la noche. Lágrimas brillaron en mis ojos.
¿Por qué me había tomado tanto tiempo darme cuenta lo buen hombre
que era?

Debí haber confiado en él.

Si yo tenía que morir, lo aceptaría. ¿Pero Josh? ¿El vibrante, sexy,


hermoso, gracioso Josh? Tenía que vivir, y tensé cada músculo de mi
cuerpo, como si pensarlo con la suficiente fuerza iba a hacer que
sucediera.

Everett y Ellis se cernían sobre Lily, mi padre y yo. Asustaba a Lily, y se


acurrucó en una esquina del cuarto, ignorando los ofrecimiento de
comida y bebidas. Se abrazó a sus piernas, ignoró los intentos de todos
por calmarla, y se quedó mirando alrededor con los ojos bien abiertos,
temblando.
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Mi padre se sentó tranquilamente a mi lado y me frotó el hombro. Y
aunque Everett y Ellis me fulminaron con sus miradas, le expliqué a mi
padre por qué Josh era un puma, y quién era el hombre muerto.

La parte más difícil fue decirle por qué había estado viendo a un
vampiro en primer lugar. No me atreví a explicarle que estaba
muriendo. Habría tiempo suficiente para eso más adelante.

Para mi alivio, papá no hizo preguntas. Simplemente asintió pensativo.

—¿Y esto es secreto? ¿Todo esto?

Asentí.

—Se supone que nadie lo sepa. Nada. Pone en peligro a todos.

—¿Pero todos en tu trabajo lo saben?

Hice un gesto de dolor. Le diría en otro momento que fui despedida.

—Lo saben. Todos en la agencia tuvieron que firmar un acuerdo de


confidencialidad antes de ser aceptados en la Alianza como miembros
auxiliares.

Asintió, luego miró a Ellis y Everett, que nos fruncían el ceño.

—¿Buscarán uno de esos acuerdos para mí?

Everett y Ellis intercambiaron una mirada.

—Iré por Beau —dijo Ellis, desapareciendo en la habitación de Josh.

—Papá —empecé.

Me palmeó la mano.

—Ahora escucha, Marie. Estás cansada. Todos estamos cansados.


Están sucediendo muchas cosas. Posey está esperándome en casa, y no
quiero preocuparla. Así que déjame firmar uno de esos acuerdos de
confidencialidad y luego podremos ir y conseguir descansar un poco.

—¿No tienes más preguntas?

Se rio y despeinó mi cabello, como si yo fuera una niña.

—Tengo muchas. Pero supongo que mientras menos sepa, mejor.

Asentí, parpadeando con fuerza.

—Probablemente sea lo mejor.


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Papá me sonrió.

—Me gusta Josh. Y confío en él. Sé que no confías con facilidad, así que
cuando lo haces, confío en tu juicio.

—Lo amo —le dije con suavidad, metiéndome entre sus brazos por un
abrazo.

—Sé que lo amas, Marie —dijo suavemente—. Pero no hay nada que
puedas hacer por él. Ahora vayamos a casa y volveremos mañana.

Negué con la cabeza, retirándome de sus brazos.

—Quiero quedarme. Quiero ver a Josh cuando despierte.

Asintió.

—Si así lo quieres. Tu amiguita puede venir a casa conmigo, sin


embargo…

—Ella se queda —dijo Everett con voz plana—. Todo el mundo se queda
hasta que Beau lo diga.

Beau surgió poco tiempo después y tuvo una discusión privada con mi
padre. Me senté en el suelo al lado de Lily, sintiendo la necesidad de
consolarla con mi presencia, incluso si ella no me quería allí. Los
contratos de confidencialidad fueron presentados, y mi padre firmó de
buen grado. Incluso si Posey preguntaba, él nunca diría nada.

Y de repente, me di cuenta... que estaba bien decirle. Yo estaba


muriendo, y eso estaba bien. Mi padre estaría terriblemente triste, pero
estaría a mi lado hasta el amargo final. Al igual que lo había estado con
mi madre. Lágrimas llenaron mis ojos.

La vida no era sobre estar solo para que nadie saliera herido.

Era acerca de amar a los que tenías, mientras los tenías. Mi papá me
amaba. Yo lo amaba, también. Lo devastaría cuando muriera, pero más
aún si lo escondía de él hasta el final.

Una vez que los papeles fueron firmados, mi padre me dio otro feroz y
cálido abrazo. Decliné su oferta de ir a casa de nuevo, decidida a ver a
Josh tan pronto como ellos me dejaran. Cuando estuviera fuera, yo lo
llamaría, prometí.

Iríamos a desayunar y luego lo dejaría conocer todo. Una extraña


sensación de alivio se extendió a través de mí. No tenía que pasar por
esto sola, después de todo. Le di un abrazo y se fue.
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Para mi sorpresa, a Beau no le gustaba la idea de dejar ir a Lily.

—Ella se queda hasta que resolvamos qué hacer con ella. Mientras
tanto, tú y tú —dijo, señalando a los gemelos—, necesito que vayan a
esa dirección y limpien las cosas. Austin va a ponerse en contacto con
el enlace de vampiros y hacerles saber lo que pasó. Ella los encontrará
allí. Sospecho que va a haber un montón de explicaciones que dar en
los próximos días, y tenemos que asegurarnos de que todo está en
orden.

Luché por levantarme.

—¿Puedo verlo?

—Tú —dijo Beau firmemente—, necesitas descansar. Estás tan cansada


que ni siquiera puedes ponerte de pie. Hablaremos en la mañana.

***

Me acosté en la cama, mirando el techo, pensando en Lily y Josh. Ella


había estado aterrorizada ante la idea de ser arrastrada a una
habitación extraña y había luchado con Beau, pataleando y gritando.
Habían tenido que llamar al médico para sedarla.

Yo no sabía qué iba a pasar con ella. Estaba en bastante mal estado.
¿Qué hacías con una chica humana tan dañada como esa? Ellos no
podían liberarla, como habían hecho con mi padre.

A pesar de que mi padre había firmado la confidencialidad, sabía que


estarían observándolo cuidadosamente por los próximos meses, por si
acaso.

Yo entraba y salía de un sueño ligero, mi cuerpo tan agotado que la


habitación estaba brumosa. Las alucinaciones destellaron aquí y allá,
como siempre hacían cuando estaba agotada. Las paredes vacilaron,
luego cambiaron a mi propia habitación. Luego cambiaron a sangre.
Entonces arañas. Luego de vuelta a la sangre, las lisas paredes blancas
manchadas de carmesí mientras las miraba.

Mi madre había sido internada unos meses antes del final, y yo me


estaba dirigiendo hacia eso.

Esperaba que tuviera el tiempo suficiente para decirle a Josh que lo


sentía y que lo amaba.

***
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Mis alucinaciones volvieron de nuevo, y yo gemí cuando las paredes de
la habitación de invitados cambiaron a la bodega de Andre. En la
oscuridad, era sofocantemente real. Todavía tenía el collar alrededor de
mi cuello, también, ya que habíamos tenido que posponer ir a un
cerrajero hasta la mañana. No era una buena sensación, y estaba
alimentando claramente mis sueños.

—¡Marie! —llamó Josh.

Apreté mis ojos cerrados, mi mente repitiendo claramente mi rescate de


la bodega.

—¡Marie! ¿Dónde está ella, maldita sea?

Oí un gruñido felino desconocido, luego pasos golpeando a través del


pasillo.

—Ahora, Josh… —comenzó una calmada voz masculina, solo para ser
cortada por otro gruñido de rabia.

Me senté, frotándome los ojos, tratando desesperadamente de


reconstruir mi mente confundida. ¿Era esta una alucinación? ¿O ese
era realmente Josh? Desesperada con la esperanza, empecé a
levantarme para ver por mí misma.

Entonces la puerta se abrió de golpe, y una alta y ancha silueta se paró


en la luz.

Y, oh, Dios, él se veía tan bien que yo no confiaba en mis ojos. Me los
froté de nuevo.

—¿Josh?

—Marie —gruñó, el sonido ferozmente posesivo. Caminó dentro de la


habitación y se trasladó hacia la cama.

El alivio me golpeó tan fuerte que comencé a temblar, con lágrimas


derramándose de mis ojos.

—Oh, Josh…

Él enredó su mano en mi pelo, jalándome hacia adelante y tirando de


mí contra él. Mis brazos lo rodearon mientras se sentaba en el borde de
la cama.

—Marie —él medio gruñó, medio susurró—. Bebé. ¿Estás bien?

Asentí bruscamente, incapaz de dejar de correr mis manos sobre su


cuerpo, asegurándome de que él estaba bien. Mi Josh. Casi lo había
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perdido. Las lágrimas seguían derramándose y yo al parecer no podía
detenerlas. Un jadeo amortiguado, y ahogado, escapó de mi garganta.

—Pensé... pensé que tú...

—Estoy aquí, bebé —dijo, presionando un beso en mi sien—. No te


dejaría.

Me aferré a él, necesitando oírlo justo ahora. Tocarlo.

—Te amo —le susurré.

Una figura se alzó en la puerta, tapando la luz de nuevo.

—Josh, tenemos que hablar —comenzó Beau—. Esta situación…

—¡Déjanos! —dijo Josh, saltando de la cama y gruñendo de manera


protectora, de pie junto a mí.

Brinqué hacia atrás, mirándolo con sorpresa. Esa furiosa y feroz


respuesta era tan diferente a él.

Beau levantó las manos en un gesto de paz.

—Antes de hacer algo loco…

—Dije que nos dejaras —dijo Josh en una peligrosa voz—. Ahora. —Dio
un paso amenazador hacia la puerta.

Desconcertada, me quedé mirándolos. ¿Qué estaba ocurriendo? Josh


estaba actuando como si Beau hubiera traspasado los límites o algo así.
Cuando me senté sorprendida en la cama, Beau asintió y se alejó. Él
dijo algo demasiado bajo para que yo escuchara, y luego esto se perdió
cuando Josh cerró la puerta de golpe.

Él se volvió hacia mí, sus ojos brillando verde con su gato.

—¿Estás bien? —susurré, limpiando mis mejillas.

Retrocedió hasta mí, sentada en la cama, su mirada posesiva mientras


me miraba por encima.

—¿Él te lastimó? Dime.

Negué con la cabeza lentamente.

Josh exhaló bruscamente, y sus grandes hombros se hundieron con


alivio. Tiró de mí acercándome, y fui gustosamente hacia sus brazos de
nuevo.
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—Lo siento —dije, incapaz de dejar de llorar—. Debería haberte
escuchado. Debería haber esperado. Yo solo…

—Está bien, nena. Solo estás asustada. —Él acarició mi pelo,


sosteniéndome.

¿Asustada? Estaba aterrorizada de morir. Pero ahora había algo que me


asustaba aún más, la idea de perder a Josh.

—No debería haber ido.

—No, no deberías haberlo hecho. Pero lo entiendo.

Nuevas lágrimas se desbordaron. Por supuesto que lo hacía. Él había


estado conmigo, en cada paso del camino.

—Estaba tan cerca —dije en voz baja—. Yo... tenía miedo de esperar.
Las alucinaciones están empeorando. Es como justo antes de que mi
madre tuviera que ir al hospital…

Presionó un beso en mi frente, sus dedos enjugando mis lágrimas.

—Deberías haberme dicho.

—No quería reconocerlo —confesé—. Porque si lo hago, eso significa que


acepto que el fin es inevitable. Pero... —Mi aliento se estremeció—.
Tengo que enfrentarlo. Me voy a morir.

Ya está. Lo había dicho.

—No —gruñó él bajo en su garganta—. No vas a hacerlo.

Sacudí la cabeza.

—Es muy tarde, Josh. Y ni siquiera era una buena idea. No quiero estar
con ningún vampiro. —Recosté mi mejilla contra su hombro,
sintiéndome cansada con el peso de todo—. Solo te quiero a ti.

—No vas a morir —dijo él, su voz áspera de la emoción. Levantó mi


barbilla y miró directo a mis ojos, los suyos brillando inhumanamente
verde a la luz de la luna—. ¿Confías en mí?

Había un fiero gruñido en su voz.

Se me puso la piel de gallina.

—Josh, ¿a qué te…?

—¿Confías en mí? —La pregunta fue más dura, más plana.


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Y me di cuenta de qué estaba preguntando realmente.

Pensé en la chica tigre. Pensé en Groenlandia. Pensé en Josh y su gran


familia, y la forma en que reía y bromeaba con sus hermanos. Perdería
todo aquello si se exiliaba conmigo.

—No puedo pedirte eso —susurré—. Josh, no puedo pedirte de


renuncies a tu vida…

Sus dedos fueron bajo mi barbilla, sosteniéndome la mirada.

—La primera cosa que cualquier relación necesita es confianza.

Si decía que sí, no habría vuelta atrás. Recorrí mi mano por su brazo,
acariciando su piel.

—Solo prométeme que no te arrepentirás de eso en unas semanas,


cuando estemos exiliados.

Gruñó desde su garganta.

—Marie…

—Confío en ti —dije suavemente.

—Bien —respondió, igualmente suave. Josh se inclinó y besó la punta


de mi nariz muy dulcemente—. Te amo.

Sonreí, cerrando mis ojos con su tierno roce.

Así que me lo perdí cuando él sacó sus colmillos y los introdujo en mi


cuello.

Jadeé, sacudiéndome con sorpresa al sentir el dolor.

Me sostuvo cerca mientras sus dientes tiraban de mi piel, luego empezó


a lamer lenta y sensualmente.

—Lo siento. No puedo convertirte sin que duela un poco. —Movió mi


pijama, exponiendo el hombro más cercano a él para su atención—. La
primera mordida normalmente no es suficiente.

Una pequeña punzada de ansiedad me atravesó.

—¿Oh…?

Continuó lamiendo mi cuello y su lengua se sentía raramente….


¿áspera? Eso era un poco raro. No de mala manera, solo raro. Continuó
acariciando mi piel con su lengua, y lamiéndola, deliciosos barridos de
su lengua, y luego comentó:
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—A veces se necesitan muchas mordidas. A veces ni siquiera funciona.

—Oh —dije, sintiendo una extraña mezcla de decepción y ansiedad—.


Así que supongo…. ¿Que tendrás que seguir mordiéndome?

En respuesta, sus dientes se hundieron en mi piel de nuevo, esta vez


justo sobre la clavícula. Me sacudí en respuesta, empujándolo por los
hombros. Dolía, incluso aunque él hizo la mordida más corta y empezó
a lamer más rápido para tranquilizarme.

—Tengo que hacer esto, Marie —dijo suavemente—. No quiero herirte,


pero no puedo evitarlo.

Asentí temblorosamente, mi piel caliente e incómoda en donde él me


había mordido. Cuidadosamente lamió cada herida, prestando mucha
atención en ello.

Estaba encantada de que estuviera oscuro, ya que no tenía que ver. Me


bajé un poco más el pijama, dejando que colgara sobre mis codos y
revelando una gran cantidad de piel desnuda a mi amante. Luego tomé
el collar de metal alrededor de mi garganta.

—Desearía que pudiera quitarme esto. Sigo pensando en lo que pasó.

—No pienses en eso, amor —dijo Josh suavemente, besando mi


hombro—. Estoy contigo ahora. No voy a dejar que nada te pase.
Déjame ocuparme de las cosas.

Más que nada, lo quería conmigo. Cualquier cosa que pasara,


estábamos juntos en esto.

Deje caer mis manos y me relajé, confiando en él.

Él continuó lamiendo mi piel desnuda, y aquello calmaba el dolor.


También hacia que mi pulso se acelerara, centrándose en mis piernas.
Me sonrojé con esa idea. ¿Se suponía que estuviera excitada porque él
me moridera? Probablemente no. No dije nada, determinada a dejarlo
concentrase.

—¿Es… es tu saliva? ¿Eso hace que me convierta?

—Son muchas cosas —murmuró, presionando un beso en mi hombro


desnudo—. Pero en su mayor parte, es la mordida

—¿C-cómo funciona? —Odié el titubeo en mi voz cuando él se movió a


un nuevo pedazo de piel desnuda y empezó a acariciarla con la nariz.
Me sentí temerosa al pensar en su mordida, aunque también con cierta
anticipación por la sensual lamida que le seguía.
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—¿Es como alguna clase de veneno? ¿Cómo una serpiente? ¿O…?

—Shhh —me dijo, y besó mi hombro. Con un estremecimiento mío, él


hundió sus dientes en mi piel.

Jadee, resistiendo la urgencia de alejarme. Pero entonces apartó sus


dientes y empezó a lamer mi piel por largos, largos instantes.

—Quizá es algo en la saliva que se mezcla con la sangre —dije en una


baja y ronca voz. Cada giro de su lengua estaba endureciendo cada vez
más mis pezones. Intenté distraerlo… y distraerme—. Y por eso debes…
lamerme.

Me estaba poniendo caliente y molesta al pensar en todas esas lamidas.


La mordida no me estaba molestando tanto ahora, especialmente dado
que venía con ese decadente y sensual recorrido de su lengua.

Josh se inclinó hacia mi cuello e inhaló mi aroma. Gruñó por lo bajo,


luego se inclinó para lamer y chupar mi cuello.

—Ah, Marie, puedo oler cuan excitada estás.

Me congelé mientras él olisqueaba mi cuello, preparándose para el


próximo lugar.

—Lo siento —suspiré—. Solo ignórame.

—Al diablo… huele asombroso. Quiero más. —Su mano se deslizó para
acariciar uno de mis muslos, rozándolo por la parte interna y volviendo
locas mis terminaciones nerviosas—. Déjame tocarte, nena.

Asentí, tragando saliva mientras su otra mano se movía por mi cuello y


hombro, bajando más la camisa que tenía puesta.

—¿Quién te dio esto?

—Yo… no lo sé. ¿Uno de los gemelos? —No había pensado mucho en


ello. Había estado demasiado distraída por la idea de Josh herido, Josh
posiblemente muriendo.

—No me gusta —gruñó contra mi cuello, y presionó un caliente beso ahí


incluso mientras rompía la camisa. Los botones salieron volando,
sonando cuando golpearon contra la pared y el piso. La camisa se
rompió, exponiendo mis desnudos pechos a la luz de la luna. Él gruñó
contra mi garganta y se estiró para ahuecar uno de mis pechos, su
grande mano rodeándolo.
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Jadeé, estremeciéndome contra él. Eso se sentía tan, tan bien. Su
pulgar se movió sobre la punta y me estremecí. Casi no me di cuenta
cuando él hundió sus dientes en la curva de mi cuello y rápidamente
los retiró, lamiendo y chupando la piel. Su pulgar continuó jugando con
mi pezón, provocando la dura punta mientras su otra mano se
deslizaba por mi muslo.

Gemí, enredando mi mano en su cabello.

Él siseó cuando toqué su sien.

—Cuidado con la herida.

Me alejé.

—¿Estás bien? Lo siento mucho.

Él solo continuó besándome. Su mano gentilmente pellizcó uno de mis


muslos, cerca de mi sexo.

—Quédate quieta. —Su voz era baja, ronca, y dura, como si estuviera
luchando por mantener el control.

Moví mi mano por su muslo, enterrando mis uñas en sus pantalones


cuando él pinchó mi pezón y enterró sus dientes en mi cuello de nuevo.
Ardía y quemaba, pero entre las lamidas y sus provocadoras caricias,
estaba costándome preocuparme por la mordida.

La mano en mi muslo se deslizó más profundamente, y él ahuecó mi


sexo.

—Adoro como te mojas por mí —gruñó.

Mis caderas presionaron contra su mano involuntariamente.

Gruñó por lo bajo de nuevo y enterró sus dientes en mi clavícula una


vez más mientras dos dedos se deslizaban bajo mi clítoris y acariciaban.
Me removí en sus brazos, gimoteando de nuevo.

Josh se retiró de nuevo, lamiendo la mordida mientras sus dedos


acariciaban mi húmeda piel.

—Deja de moverte.

—No puedo —jadeé, arqueándome un poco cuando acarició mi pezón


contra su pulgar de nuevo—. Se siente… demasiado bien.

Se rio, dándole a mi ardiente piel un largo barrido con su lengua que


me hizo gemir de nuevo.
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—Aduladora.

—Deja… de tocarme… si quieres que deje de… saltar —dije sin aliento.
Sus dedos rozaron mi clítoris de manera circular, y abrí más
ampliamente mis piernas—. Oh, Dios, eso se siente…

—¿Bien? —sugirió entre lamidos.

Mis dedos se enterraron en su muslo vestido.

—Quiero tocarte.

Presionó un beso contra mi cuello. Una, dos veces.

—Puedo ver que tenemos un pequeño problema, entonces. Porque no


voy a dejar de tocarte, y tú no vas a dejar de retorcerte, ¿verdad? —Sus
dedos acariciaron y dieron vueltas alrededor de mi clítoris y me arqueé
contra él—. ¿Entonces qué deberíamos hacer acerca de esto…?

—Desnudarnos —jadeé, retorciéndome cuando su mano apretó mi


pecho. Dios, eso se sintió increíble—, desnudarnos y tener mucho sexo.
Morder después.

—¿Cómo me puedo resistir a una mujer tan demandante? —dijo,


mordisqueando mi hombro de nuevo. Deslizó su mano lejos de mi sexo,
haciéndome gemir en protesta—. Ponte de rodillas.

Un rayo caliente de deseo me recorrió por la orden. Me coloqué sobre


mis manos y rodillas en el centro de la cama, llena de deseo y energía.
Mi cuerpo entero temblaba con el deseo, y miré su silueta en la
oscuridad, tratando de verlo. Solo escuché el tintineo de su cinturón y
el crujido de sus jeans mientras caían al suelo. Luego la cama se
hundió y su cálida mano recorrió mi espalda.

Presionó un beso ligero contra mi nalga.

—Inclínate, bebé. Creo que necesito cansarte antes de poder hacer lo


que quiera contigo.

—¿Y cómo me vas a cansar? —pregunté sin aliento, inclinándome hacia


adelante hasta que mi mejilla golpeó el colchón.

Sus dedos se deslizaron entre mis piernas abiertas, acariciando mi piel


resbaladiza de nuevo.

—Abre tus piernas para mí, Marie. Quiero que abras tus rodillas.
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Lo hice como me pidió, abriéndolas ampliamente en la cama. Sentí sus
grandes manos en la parte posterior de mis muslos, luego tirando de
mis piernas, arrastrándome hacia abajo, confundiéndome…

Hasta que sentí su caliente y abierta boca en mi piel. Se había deslizado


debajo de mí, su cabeza entre mis piernas. Ahora estaba inmovilizada
contra su boca, sostenida por sus grandes manos.

Grité con el primer golpe delicioso de su lengua contra mis entrañas.

—Shhhh —dijo, acariciando mi piel con su nariz—. Debes mantener el


volumen bajo, bebé. No quiero que nadie venga a rescatarte de mí.

¡No quería eso, tampoco!

Lamió mi piel de nuevo, haciéndome chillar, luego levantó su cabeza.

—¿Esto te está molestando? ¿Quieres que me detenga?

Oh, no. Esa era la última cosa que quería. Agarré una almohada y tapé
mi cara con ella.

—No te atrevas a detenerte, tú tête de cochon.

—Dices unas cosas tan dulces, bebé —murmuró con voz grave, luego
hundió su cabeza de nuevo, su lengua acariciando mis entrañas.

Gemí contra la almohada, mis caderas saltando en respuesta. Oh, Dios.


Oh. Dios. Eso se sintió tan bien.

—¡Ostie de tabarnak!

Su lengua acarició ahí una vez más, luego me empujó hacia adelante y
sentí su lengua raspar contra mi clítoris, enviando una onda de choque
a través de mi cuerpo. Mis dedos de los pies se curvaron en respuesta y
mordí la almohada. Criss. Criss. Eso se sintió tan asombroso. Mandó
sacudidas de placer a través de mi cuerpo, y se acumularon mientras
continuaba lamiendo el resbaloso pequeño botón lentamente y en toda
su extensión, dejándome jadeando y mordiendo la almohada. Con su
siguiente lamida, me estremecí y gruñí contra la almohada.

—Voyons, Josh. Más rápido. ¡Por favor!

Me ignoró, continuando largo, lento, arrastrando lamidas que hicieron


que cada terminación nerviosa de mi cuerpo se encendiera. Necesitaba
que acariciara mi clítoris con lamidas rápidas y fuertes para pasar por
encima del precipicio al que estaba acercándome, cayendo en círculos,
pero estaba determinado en torturarme, su lengua moviéndose en
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nuevas y exquisitas maneras. Me flexioné contra su rostro, gimiendo
fuerte.

—¡Por favor, Josh, por favor! ¡Más duro, bastarde!

Pero solo se rio y continuó. Estaba retorciéndome contra su rostro


ahora, mis caderas saltando con cada golpe de su lengua, mis dientes
se apretaron en la esquina de la almohada, gemidos escapándose de mí
con cada golpe, perdida en un aturdimiento de placer.

Luego su dedo rozó mis entrañas mientras me lamía, y jadeé. Cuando


su dedo me acarició, me arqueé.

—¡Criss! —Acarició profundo con sus dedos, una y otra vez, y lamió mi
clítoris.

Y me vine.

Mi cuerpo entero se tensó, mis dedos de los pies curvados con placer,
mi cuerpo temblando por la intensidad mientras continuaba
acariciando mi clítoris con su lengua mientras sus dedos se introducían
dentro de mí. Las olas de placer continuaron y continuaron, hasta que
estaba lamentándome contra la almohada.

Besó el interior de mi muslo.

—Dices las cosas más dulces cuando estás perdida.

Estaba floja por el placer, incapaz de hacer algo más que agarrar la
almohada mientras él agarraba de nuevo mis caderas. La secuela
placentera después del orgasmo todavía corría a través de mí cuando
sentí a su pene dar un empujón contra mi centro y luego se hundió
profundo, asentándose en mi cuerpo.

Volví a gemir. Era tan grande que me llenaba por completo, haciéndome
sentir empalada por su longitud. Amé la sensación. Lo amaba. Y se lo
quería decir.

—Te amo, Josh —gemí mientras arremetía contra mi cuerpo de nuevo.

—Lo sé, bebé —dijo, su voz áspera y baja—. Baja la voz. Los otros
tienen muy buen oído, y no podemos dejarles saber lo que estamos
haciendo.

Golpeó duro, empujándome hacia adelante, llevándome hacia otro


orgasmo. La tensión deliciosa empezó a reconstruirse con cada empuje
dentro de mi cuerpo. Y como con su lengua, se tomó su dulce tiempo. Y
ese ritmo, lento y medido, me volvió completamente salvaje. Me estaba
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retorciendo debajo de él de nuevo, gimiendo su nombre, desesperada
por el nuevo orgasmo.

Me agarré a él y siseó una maldición, sus movimientos se hicieron más


bruscos, más fuertes. Lo disfruté, amando que estaba llegando a una
espiral fuera de control. Mis caderas se levantaron para encontrarse con
las de él, y luego me rompí mientras otro orgasmo explotaba a través de
mí. Tambaleantes ondas de placer me atravesaron, y gritó mi nombre
mientras empezaba a venirse, sus arremetidas duras y salvajes
mientras lo llevaba más allá.

Luego, él colapsó en la cama, jadeando fuerte. Todavía estaba floja,


agarrando la almohada, una esquina completamente húmeda de donde
había mordido tanto. Con mis ojos cerrados, existía en un estado
adormilado, exhausto y delicioso.

Apenas me di cuenta cuando se levantó de la cama. Presionó un beso


contra mi estómago.

—Ya regreso.

—Mmm, bueno.

Lo escuché regresar un minuto o dos después; luego lo sentí agarrar


mis manos y empujarlas sobre mi cabeza.

Mis ojos se abrieron rápidamente. Mientras lo miraba fijamente,


envolvió una larga bufanda de seda alrededor de mis muñecas y luego
empezó a atarlas a la cabecera de hierro forjado.

—¿Josh? ¿Qué estás haciendo?

Besó mis labios ligeramente.

—Tenemos una larga noche por delante, bebé, y estará mejor si no


luchas.

—Pero… ¿esto? —Tiré de mis muñecas.

—Mejor prevenir que lamentar. —Su mano fue a un tobillo, y luego


sentí otra bufanda rodearlo—. ¿Todavía confías en mí?

Asentí, sintiendo un poco de alarma mezclada con mi lánguido


aturdimiento.

—Lo hago.

—Bien. Solo recuerda que te amo.


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—Lo haré —le dije mientras terminaba de atar mi otra pierna—. Te amo
también.

Sus ojos brillaron mucho de nuevo en la oscuridad antes de que se


inclinara.

Y luego los mordiscos reales empezaron. Los de antes habían sido


pellizcos de amor. Estos eran crudos y dolorosos, y grité mientras
hundía sus dientes.

—Lo siento —me dijo—. Tiene que hacerse.


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Capítulo 16
Traducido por Liseth Johanna, Vanehz y LizC

Corregido por Mari NC

T
odo en mi cuerpo dolía. En todas partes.

La luz del día se filtraba por las persianas y aparté la cabeza.


Josh dormía a mi lado, con un brazo posesivo sobre mi cintura,
una pierna sobre la mía y su cuerpo casi cubriendo el mío. Un
ronroneo bajo resonó en su pecho.

Parecía exhausto, noté tiernamente. Había trabajado en mi cuerpo por


horas, lamiendo y mordiendo mi piel una y otra vez, hasta el punto que
yo me sentía en carne viva por todas partes. Algunas personas tomaban
solo una mordida, había explicado él, pero quería estar seguro conmigo.
Yo no tenía tiempo que perder, después de todo, y él me quería a salvo.
Así que, meticulosamente, me había mordido y lamido, y luego mordido
y lamido de nuevo, en cada pulgada de mi piel.

Cuando el fulgor de la endorfina se había esfumado y sus mordidas me


habían hecho lloriquear, me volvió a hacer el amor, provocándome más
allá del límite de la locura y cada lamida había sido una afirmación de
lo mucho que me amaba.

En algún momento antes del amanecer, ambos colapsamos, exhaustos.


Yo debía haber estado extra cansada, porque por una vez había podido
dormir un buen rato.

Me moví debajo de él, haciendo una mueca con el dolor que se deslizó
por mi cuerpo por mis adoloridos y tensos músculos. Otro escalofrío me
atravesó, e hice una mueca. Ese se había sentido más fuerte que el
anterior. ¿Por qué se estaba estremeciendo mi cuerpo así? Hice un
gesto de dolor e intenté estirarme.

La piel de mi brazo de repente quemaba, como si alguien hubiese


puesto una rizadora contra ella. Jadeé, girándome para ver qué lo
causaba. Para mi sorpresa, un pelo parduzco estaba pinchando a través
de mi piel. Miré fijamente, y otro estremecimiento atravesó mi cuerpo,
este más fuerte. Los huesos sonaron.

Empecé a entrar en pánico.


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—Josh —aullé, retorciéndome debajo de él. Mientras me ponía de pie,
noté que las uñas de mis pies se alargaban como garras. ¡Me estaba
convirtiendo! ¡Funcionó!

Luego, un destello de dolor me atravesó y grité mientras mis huesos y


músculos dieron un aterrador giro. No debería haberse sentido así, ¿o
sí?

Josh se levantó y me miró con adormilados ojos. Cuando vio que mi


brazo se llenaba de pelo y mis dedos se curvaban como garras, el placer
llenó su rostro.

—¡Lo logramos, nena!

Otra ola me rasgó, esta incluso más intensa que la última. Mi cuerpo se
congeló, y escuché los huesos romperse y rechinar.

—¡Ayúdame! —chillé.

—Está bien —dijo, acariciando mi brazo para tranquilizarme—. Estoy


aquí contigo. Todo estará bien.

Me hice una bola en el centro de la cama. Olía a mi sangre, a sexo y


sudor, y cuando Josh se inclinó para besarme, olí su piel, maravillosa,
terrenal y magnificada en una docena de veces.

El bombardeo de aromas hizo agitar mi estómago.

Me abracé por las piernas, esperando la siguiente oleada de intenso


dolor, mirando fijamente a mi brazo mitad animal e intentando no
enloquecer.

—¿Siempre duele así?

—Cada cambio duele, me temo.

Asentí, mordiéndome el labio.

—¿Cuánto… cuanto tiempo me tomará cambiar?

Me lanzó una mirada indefensa.

—Los siento; no lo sé. Yo he podido cambiar desde que nací, así que no
pienso en ello. —Josh continuó acariciándome, tranquilizándome con
suaves roces—. Imagino que la primera vez será la más dura, pero
después de eso te acostumbrarás.

Eso no sonaba tan mal. Pero… mi cuerpo ya no estaba cambiando. Miré


fijamente mi brazo y mis pies deformados, y me estremecí. No más olas
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me atravesaban. Solo los olores de la cama, la habitación y Josh a mi
lado, mirando con ojos preocupados.

Los olores eran demasiado fuertes, muchísimo.

—Yo… creo que necesito darme un baño.

Me ayudó a levantarme, mi cuerpo sintiéndose frágil y débil. Se suponía


que esto ayudaría, pero si algo, me sentía peor. Tuve un breve y horrible
pensamiento: ¿qué si esto no lo arreglaba? ¿Qué si Josh había
arruinado su vida por nada?

Apenas logré llegar al baño antes de vomitar.

Josh apartó mi cabello de mi cara mientras lo hacía.

—¿Qué puedo hacer para ayudar?

—Solo ayúdame a ducharme —le dije, inclinándome pesadamente


contra él—. Me sentiré mejor después de que me duche.

Excepto que no fue así.

Si algo, me sentía peor. Los extraños temblores continuaron


atravesando mi cuerpo una y otra vez, congelándome del dolor. Cada
vez, me abrazaba a mí misma contra el dolor, para mantenerme quieta
hasta que pasara. Y cada vez, parecía doler más. Mis garras se
alargaron, mis pies y manos deformándose hasta que parecían patas,
mis brazos y piernas cubiertos con una suave capa de pelo.

Y luego, nada. Nada por largas y horrorosas horas.

Cuando llegó la noche, y no estaba cerca de haber cambiado por


completo, Josh me cubrió con las sábanas el cuerpo enfermo y
sudoroso y acarició mi mejilla.

—Voy a dejarte por unos minutos. Ya regreso.

—¿Lo prometes? —Quería aferrarme a su mano, pero sabía que eso era
tonto.

Él asintió, luego besó mi sudorosa frente.

—Te amo. Todo va a estar bien. Confía en mí.

Lo hacía. Había confiado en él hasta este punto. Me había visto pasar


por eso. Cerré los ojos y me mordí el labio mientras otra oleada de dolor
me atravesaba, centrándose en mis manos y piel, y sentí los huesos
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rechinar un poco más, ceder más. Se veían como bolas blancas de
agonía al final de cada extremidad.

Esperaba que no fuera así cada vez que cambiara. No pensaba que
pudiera aguantar más.

Escuché a Josh bajar las escaleras, la madera rechinando con cada


paso. Escuché una murmurada conversación, y luego un pitido que
sonó como cuando se cuelga el teléfono. El sonido de las escaleras
mientras él subía, y luego el delicioso aroma de Josh que me decía que
había regresado poco después de salir.

Sostuvo mi deformada y fea mano mientras yo jadeaba a través de otra


oleada de cambio. Mi cuerpo se sentía tan débil que estaba empezando
a pensar que este era el final. Quizá era demasiado débil para cambiar
completamente. Tal vez mi sobrecargado cuerpo no podía con ello. Josh
también estaba preocupado, su bello rostro tenía profundas líneas
alrededor de su boca y ojos, incluso aunque mantenía una animosa
expresión por mí. Me contó una historia de él y Beau de niños, y el más
grande bagre que habían atrapado. Me habló sobre la primera chica a la
que había besado cuando tenía siete, y cómo fue derribado por otro
hombre-puma por hacerlo. Me contó todo tipo de graciosas historias
mientras sus manos acariciaban mi adolorida piel, sin mostrar la
preocupación que tenía que estar sintiendo.

Después de otra ronda de dolor, escuché la puerta cerrarse de golpe


abajo. Los sentidos de Josh de inmediato se pusieron alerta, y me
cubrió con la sábana, arropándome... escuché el bajo murmullo de la
voz de una mujer, y luego dos pares de pies subiendo las escaleras, uno
más pesado que el otro.

Me maravillé por mi nueva audición; los cambia formas podían oír todo
a su alrededor.

Hubo un rápido golpe a la puerta de la habitación y le di a Josh una


mirada horrorizada. Aquí estaba yo en la cama, desnuda, con pies y
manos mutantes y deformadas.

—Que se vayan, por favor.

Sacudió la cabeza y me dio un beso en la frente.

—Esta es la caballería, nena.

Josh abrió la puerta y vi a Sara, empequeñecida por el enorme Ramsey.


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La mirada de Sara permaneció en mí, y sus ojos destellaron con rabia
mientras miraba a Josh.

—¿Qué hiciste? ¿La atrapaste?

—¡No! —dijimos al unísono. Estaba paralizada por el pensamiento.

—Claro que no —añadió Josh, mirándolos con el ceño fruncido.

Sara dio un paso adelante, miró mis manos y luego a Josh de nuevo.

—¿Qué hiciste? —demandó.

—Lo que tenía que hacerse —dijo Josh, sus grandes hombros
tensándose.

Un bajo y resonante gruñido emanó de Ramsey, luego el enorme rubio


atravesó la habitación y agarró a Josh por el cuello, estrellándolo contra
la pared. Josh era alto y musculoso, pero Ramsey era como una casa de
ladrillo.

Josh desnudó los dientes, mirando furioso a Ramsey.

—Suéltame.

—¿La convertiste? —gruñó Ramsey—. Jodido idiota. Pegó un puño a


Josh en su mandíbula.

Grité, pero por alguna razón, Josh no lo devolvió. Simplemente observó


furioso a Ramsey, incluso cuando el otro hombre lo lanzó contra la
pared de nuevo y lo sacudió tan fuerte que las pinturas cayeron al piso.

—Eso no va a resolver nada, Osito Abrazable —dijo Sara con cansina


voz, y se movió junto a la cama, agachándose—. Puedes partirle los
dientes después. ¿Estás bien, Marie?

Le dediqué una débil sonrisa.

—Te daría unos pulgares arriba, excepto que no creo que tenga
pulgares ya.

Ella agarró mi mano-pata en las suyas mientras los dos hombres


continuaban gruñéndose el uno al otro.

—No tenías derecho a convertirla —gruñó Ramsey.

Josh lo ignoró. Su mirada sobre Sara.

—¿Ella va a estar bien?


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La mirada de Sara se movió sobre mí, sus ojos vagando hacia el collar
en mi cuello por un largo momento. Entonces ella asintió firmemente.

—Los he tenido peores. Solo necesita relajar los nervios y dejar que las
cosas pasen naturalmente. Necesita relajarse. —Puso su mano en sus
caderas y fulminó a los dos hombres con la mirada—. Lo cual no va a
pasar si los dos continúan frunciendo el ceño y mordiéndose el uno al
otro.

El gran oso cambiador dejó ir a Josh, y él cayó al piso aterrizando


fácilmente. Frotó su cuello, frunciéndole el ceño a Ramsey, y regresó a
mí otra vez.

El oso cambiador lo agarró por la parte trasera de su cuello de la


camisa otra vez.

—Vamos a hablar. Afuera.

—Gracias Osito Abrazable. Te amo. —Sara le lanzó un beso con una


sonrisa y se giró de vuelta hacia mí.

Josh luchó para alejarse del agarre del hombre más grande que él.

—Quiero estar a su lado. Es mi compañera.

La voz de Sara era fría a medida que le decía:

—Tú eres el problema justo ahora, Josh. Necesitas irte para poder
ayudarla. ¿O quieres que muera?

Él hizo una mueca de dolor, su mirada regresando a mí, jadeando en la


cama.

—Estoy bien —le dije suavemente—. Ve con Ramsey.

Dio un corto y reluctante asentimiento y se giró para salir por la puerta.


Él y Ramsey tuvieron una pelea a empujones en la salida, y sospechaba
que se convertiría en un completo pleito cuando salieran.

Sara cerró tranquilamente la puerta tras ellos y se giró de vuelta a mí.


Noté su olor, ligero y dulce, con un asumo de alguna clase de animal
que no reconocí.

—Ahora —dijo ella firmemente mientras se sentaba en la cama junto a


mí—. Quiero que me digas si realmente estás bien. ¿Te hirió?

La miré, con los ojos completamente abiertos.

—¿Herirme?
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—Nunca pensé que Josh sería del tipo que convierte a una chica en
contra de su voluntad, pero uno nunca sabe. ¿Qué pasó? —La boca de
Sara se apretó con disgusto.

Sacudí mi cabeza.

—Lo estás malinterpretando. Le pedí que me convirtiera, Sara, yo…


tengo una enfermedad. Está matándome.

Su rostro se suavizó con entendimiento… y disgusto.

—Oh, Marie. Lo siento. Yo solo… —Sacudió su cabeza con vergüenza—.


Supongo que salté a sacar conclusiones cuando vi a una chica en una
mala situación. Mis pelos se pusieron de punta y me puse a la
defensiva. Perdona si acusé a Josh.

—Está bien. Ha estado genial con esto. De verdad.

Sara chasqueó los dedos, sus ojos iluminándose con algo que se le
había ocurrido.

—Espera. ¿Es por esto que estabas buscando un vampiro?

Le di una sonrisa más amarga.

—Irónico ¿eh? —Le hablé sobre Andre y sobre Lily, quién aún estaba
secuestrada aquí—. Al principio no iba a dejar a Josh convertirme. No
después de lo que pasó con el clan tigre y la chica. No podía hacerle eso
a él. Lo amo. —Mi voz se quebró con la confesión—. Pero cuando nos
dimos cuenta de que el vampiro no iba a convertirme…

—Él se metió porque tiene un caso masivo de síndrome del caballero


blanco. —Sara palmeó mi hombro—. Está bien, Marie, solo relájate.
Ahora escucha: Cuando me convirtieron, no tenía a nadie que me
enseñara tampoco. Aquellos que nacen cambiantes no son los mejores
maestros porque están demasiado acostumbrados a ello. Bien, excepto
Ramsey. Él es bueno en eso, pero también es bueno en todo lo que
requiere paciencia y cuidado. —Mientras la miraba, un sonrojo coloreó
sus mejillas—. De cualquier forma. Voy a estar aquí contigo, y voy a
acompañarte a través de ello ¿Está bien? Solo no pelees contra el
cambio. Pelear es la peor cosa que puedes hacer.

—No pelear. Lo entiendo —dije, justo mientras otra serie de espasmos


rompedores de mandíbula rasgaban a través de mí otra vez.

Sara esperó hasta que estos hubieran terminado y cuando estaba


jadeando por aliento una vez más, se inclinó y palmeó mi hombro.
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—Entonces, hablemos acerca de los ejercicios Kegel.

—¿Kegel? —repetí, sin estar segura de que había oído correctamente.

—Sip. Lo juro, son muy útiles.

***

Un par de horas más tarde, era un puma. El cambio no había sido


rápido, pero Sara me había hablado gentilmente y me había calmado
durante el proceso, diciéndome todo acerca de sus propios problemas
con cambiar, y cómo enfocarme en mis músculos internos aceleraría las
cosas. Los ejercicios Kegel, había dicho animadamente, justo como otro
lobo le había dicho a ella.

Entonces, cuando mis músculos internos habían estado todos


flexionados y listos para dejarse ir, empecé a hundirme en la siguiente
ola de calambres musculares, mentalmente dándome valor y
centrándome.

Después de eso, no había sido ni de cerca tan malo. Mi cuerpo se había


deslizado en algo como un gato de color pardo, con una pequeña y
redondeada cabeza y larga cola. El odiado collar de mental se había
caído con mi transformación y estudiaba mis patas y mi cola con
sorpresa. Mis sentidos eran salvajemente diferentes como un gato,
también, las esencias casi distractoras con su fuerza. La esencia de
Sara ya no olía a limpio tampoco. Olía como un lobo. Siseé y me sentí
inmediatamente avergonzada.

—Calma, calma, gatita —dijo con una sonrisa—. Te acostumbrarás a


los grandes y malos lobos aquí, eventualmente. Cambiaremos juntas
por las próximas semanas hasta que te acostumbres a ello.

Paseé alrededor de la habitación, tratando de caminar en cuatro patas.


Había esperado que mi cuerpo se sintiera extrañamente fuera de
balance, pero todo tenía sentido, extrañamente suficiente. Incluso mi
cola parecía tener vida propia, atacando y golpeando la pared mientras
bajaba mi cabeza y olía las tablas del sueño. La esencia de muchas
personas estaba allí. Todo era simplemente… sobrecogedor.

Golpeé el piso, repentinamente exhausta.

—Está bien —dijo Sara, viniendo a mi lado. Sus dedos se movieron a lo


largo de mi cabeza y me rascó tras la oreja de gato. Para mi sorpresa, la
sensación era maravillosa, no me había dado cuenta de cuánta
comezón sentía allí hasta entonces, y me recosté contra sus dedos—.
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Después de que hayas tenido un poco de tiempo de ajuste, saldremos y
puedes correr un poco.

Traté de responder, pero salió como un extraño ruido de tos.

Sonrió.

—Solo empújame con tu nariz si entiendes.

Lo hice.

Sara me dio un golpecito más, entonces se levantó, estirándose.

—Voy a correr allá abajo y conseguir un poco de agua. Quédate aquí y


relájate un momento, y cuando regrese, vamos a caminar por la casa.

Caminamos por la casa, y arriba y abajo por las escaleras. Capté todas
las diferentes esencias mientras caminábamos, Sara charlaba hasta por
los codos a mi lado. Las esencias más antiguas de Everett, Ellis y
Austin. La esencia no lavada de Lily en su habitación.

Pero Josh no estaba en ninguna parte que pudiera encontrarlo, y


tampoco Ramsey.

Quería preguntar dónde estaban, pero no podía. Mi forma de gato era


muchas cosas, pero no era parlante.

Cuando terminamos de pasear por la casa, dejé que Sara me guiara


escaleras arriba.

—Probablemente estés cansada —me dijo—. Ha sido un largo día.


Descansa aquí y toma una siesta; ser un cambiador puede tomar
mucho de ti.

No podía decir que no sería capaz de descansar así que me figuré que
solo me acostaría por un rato a descansar.

Pero cuando mi cabeza bajó, inmediatamente caí dormida.

***

Me levanté, despertándome para encontrar que estaba oscuro afuera.


Me enderecé, hurgando con mis patas y mi cuerpo desgarbado. Aún un
puma, entonces. Estaba sola en la habitación. La esencia de Sara ahora
desvaneciéndose. ¿Había estado durmiendo por mucho tiempo? Me
levanté y me estiré.

Al momento siguiente, mi cuerpo tembló y mis músculos se revolvieron,


temblando fuertemente. Me abracé a mí misma para el cambio de vuelta
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a humano; y entonces me detuve. Abrazarme a mí misma era lo que
había causado problemas antes. Sin embargo, pensé en la calma de
Sara, sus palabras tranquilizadoras y dejé que los cambios rasgaran
otra vez sobre mí.

El cambio a humano no tomó mucho tiempo. Era doloroso y un lío, pero


solo tomó cuestión de minutos antes de que colapsara en el piso de
madera, jadeando en mi propio cuerpo otra vez. Toqué mi piel,
maravillada de ver que no tenía ni un trazo de pelo de jaguar o garra
que quedaran.

Cuán maravilloso.

Hubo un suave toque en la puerta y capté la esencia de Sara un


momento antes de que hablara.

—Soy yo ¿Puedo entrar?

Me moví a la cama, agarrando la sábana para cubrirme. Por alguna


razón… la cama estaba hecha. ¿Cuándo había pasado eso? Tiré la
sábana, sacándola, y la envolví alrededor de mi cuerpo.

—Entra.

Sara metió su cabeza y me miró. La esencia de lobo llenó mis fosas


nasales.

—Oh, bien, estás despierta. Y de vuelta a la normalidad, ya veo.

Froté mis ojos nublados, entonces me pregunté cuán bien podría ver
con mi nueva vista. Bizqueé hacia el rostro de Sara, entonces suspiré y
tanteé en busca de mis lentes. Casi ciega como humana, visión perfecta
como Jaguar. Suponía que no podía tenerlo todo.

—Soy toda yo otra vez, sí. Gracias por hablarme a través de ello.

Sonrió, entrando.

—Sí, los hombres ven a una mujer con dolor y pierden la cabeza.
Algunas veces necesitas otra presencia calmante alrededor. Me alegra
poder ayudarte.

Hablando de eso…

—¿Dónde está Josh?

Su sonrisa era un poquito demasiado brillante para ser natural.

—Él vendrá dentro de poco.


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Asentí. Entonces miré la habitación.

—Um, ¿Has visto mi ropa?

Ella tronó los dedos.

—Oh. Las puse a lavar para ti ayer. Solo un segundo.

¿Ayer?

Se fue antes de que pudiera preguntarle.

Miré por la ventana, pero estaba oscuro.

Sara regresó un minuto después y se presentó con mi ropa,


cuidadosamente doblada.

—Sin detergente, ya que ese tipo de cosas molesta la nariz cuando eres
nuevo. Te acostumbrarás a ello eventualmente.

Tomé la ropa con una mano, la otra sosteniendo la sábana firmemente.

—Um. ¿Qué quisiste decir con lo de ayer? ¿Estuve fuera mucho tiempo?

Ella se echó a reír.

—¿Fuera mucho tiempo? Chica, dormiste durante tres días seguidos.

—¿Tres… días? —Apenas me atrevía a creerlo. Me dejé caer en el borde


de la cama—. ¿Dormí durante tres días?

—Y también roncaste durante la mayor parte de ellos. No creí que los


gatos pudieran roncar, pero así es. —Ella parecía satisfecha—. No
estaba segura de si ibas a permanecer en forma de gato todo el tiempo,
pero no queríamos despertarte solo por eso, así que te dejamos dormir.

Tres. Días. Enteros.

Había dormido. Por fin había dormido. Limpié una lágrima que se
deslizó por mi cara.

Era libre. No iba a morir. ¡Estaba curada, e iba a vivir! Me reí, aunque el
nudo en mi garganta lo hizo salir más como un resoplido.

Sara pareció preocupada.

—¿Marie? ¿Estás bien?

—Dormí —balbuceé—. Oh, Dios mío, dormí.

—Lo hiciste —concordó ella, desconcertada.


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Miré hacia abajo en la cama y pasé una mano por las sábanas
arrugadas.

—¿Puedo… puedo dormir de nuevo?

Ella se echó a reír.

—Claro, si quieres.

Oh, sí. Quería ver si podía hacerlo de nuevo.

Pero también quería ver a Josh, y compartir mi entusiasmo con él. Le di


a la cama otra mirada de anhelo, luego miré a Sara.

—¿Me despertarás cuando Josh llegue aquí?

Ella asintió y cerró la puerta, dejándome sola con la cama. La miré


fijamente durante un largo minuto. Por favor, no dejes que todo esto sea
una alucinación masiva e increíblemente cruel.

Me deslicé en el centro de la cama, enterrando mi cabeza en la


almohada y acurrucándome profundo. ¿Podría volver a dormir? Mi
cuerpo estaba tenso, como si no terminara de creerlo todavía. ¿Y si era
simplemente una falsa esperanza?

Pero incluso mientras me preocupaba, mis ojos se cerraron firmemente


y caí de nuevo dormida.

***

Me desperté en la madrugada y me sentí increíble.

Iba a vivir. Gloriosa y maldita aleluya, ¡iba a vivir! Bailé tendida de


espaldas en la cama, sonriendo como una tonta. Y fue todo gracias a
Josh. El hermoso, maravilloso, considerado Josh. Lloré de alegría
mientras me vestía.

Estaba vertiginosa de la emoción, y por primera vez en meses me sentí


fuerte, saludable y poderosa. Ni siquiera me importaba la parte de
cambia-puma. Convertirse en un gato me tomaría algún tiempo para
acostumbrarme, pero tendría a Josh a mi lado.

No tenía muchas ganas de exiliarme, pero me imaginé acogedoramente


en una cabaña en la nieve con Josh a mi lado, acurrucada bajo las
mantas, y decidí que podría ser divertido. Todo parecía divertido ahora.

Salí de la habitación y bajé las escaleras, mi estómago gruñendo


ruidosamente. O me estaba muriendo de hambre o esto, también, se
amplificó en mi nuevo estado. Probablemente ambas cosas. Encontré a
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Sara en la cocina, colocando dos platos en la mesa cerca de una enorme
pila de panqueques. Ante la vista de ella, estuve tan abrumada por la
emoción vertiginosa que la envolví en un abrazo.

Ella se puso rígida ante mi toque, luego se relajó.

—¿Entiendo que tenemos una buena mañana?

—Me siento increíble —le dije, incapaz de dejar de sonreír—. Estoy tan
feliz que podría estallar. —Mi estómago gruñó y me llevé una mano
sobre él en vergüenza—. También podría tener hambre.

Ella se rio e hizo un gesto a la mesa.

—Pensé que podrías estarlo, así que hice el desayuno. Aunque, no hay
carne. Es posible que desees ir con moderación con eso durante las
próximas semanas hasta que te acostumbres a controlar tus cambios.
El depredador en ti se emociona por la carne, y tu lado animal se torna
más difícil de controlar cuando tiene hambre.

Asentí mientras me sentaba, empapándose de la información. La pila de


panqueques se veía tan bien que apuñalé uno con un tenedor y me lo
comí por completo, sin jarabe. Necesitaba algo en mi estómago ahora.

Sara ignoró mis malos modales, vertiendo dos tazas de café y


regresando a la mesa.

Miré a mi alrededor. Sin captar el olor de nadie más que Sara y yo. Ni
Ramsey. Ni Ellis o Everett. Ni Lily. Y no a Josh. Lo echaba de menos.

—Entonces, ¿dónde está todo el mundo? —pregunté entre bocado y


bocado.

—Nos están dando un poco de espacio —dijo alegremente—. Un


cambiador nuevo se encuentra bajo mucha tensión, y los demás
pensaron que podría ser mejor mantenerte expuesta al mínimo
mientras te ajustas.

—¿Lily está bien? No puedo imaginarla yendo con los demás de buen
agrado.

Ella hizo una mueca.

—Bueno. Lily es un problema. Es humana, pero ha visto demasiado


como para que ellos solo la envíen a casa. La primera noche que
estuviste aquí e inconsciente, Lily enloqueció. Los gemelos la
tranquilizaron de nuevo. Ahora está siendo resguardada en un lugar
seguro hasta que la Alianza decida qué hacer con ella. Se van a reunir
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con los vampiros esta semana para discutir “el incidente”. —Hizo unas
comillas en el aire.

»Al parecer, los vampiros no creyeron la historia hasta que Josh señaló
que Andre había estado manteniendo a Lily cautiva desde hace bastante
tiempo. Ahora están deshaciendo todo para tratar de suavizar las cosas,
pero la gente de Beau está furiosa y cuestionando todo. Como deberían.
Parece que este no es el primer incidente con ese vampiro, y ahora la
Alianza quiere directrices más estrictas para la interacción vampiro. Se
habla de la creación de un enlace permanente, lo que significa que la
agencia de citas tendría que trabajar con ellos. —Hizo una mueca.

Sonreí.

—No es mi problema, ahora que estoy despedida. ¡Y he sido convertida!

—Sí, así es —dijo ella con una pequeña risa—. Y estoy segura que le
conseguirás el truco bastante rápido.

Y ella había renunciado a su tiempo para enseñarme el asunto. Pensé


en su compañero, Ramsey, y la forma en que parecían tocarse
constantemente cuando estaban juntos, por lo que dije:

—Lo siento. Esta debe ser una gran tarea.

Ella sacudió la cabeza y extendió la mano para acariciar la mía.

—De ningún modo. No tuve ninguna ayuda cuando fui recién


convertida, y estoy feliz de ser de ayuda. Ramsey es paciente. Él sabe
que volveré. —Una sonrisa curvó su cara—. Le di una tarea. Necesita
mejorar sus habilidades JvJ7 en WoW8, o de lo contrario voy a
adiestrarlo totalmente la próxima vez que juguemos. Y no es un buen
perdedor.

No tenía ni idea de lo que era eso, pero sonaba como si lo disfrutaran.


Mientras charlamos acerca de los desencadenantes y técnicas, comí
metódicamente. Cuando ella se levantó para traer más café, me di
cuenta de una masiva marca roja oscura en la base de su cuello. Traté
de no mirarla fijamente, pero no pude evitar preguntar:

—¿Qué le pasó a tu cuello?

Ella se sonrojó y puso una mano sobre la marca.

7JvJ: Habilidades de Jugador versus Jugador.


8WoW: World of Warcraft, comúnmente conocido como WoW, es un videojuego de rol
multijugador masivo en línea (creado y dirigido por John Carrison, Roqueford Smith y
Luzbelt Keys).
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—Um. Así que eso probablemente es nuevo para ti. Es una marca de
compañero —dijo con un dejo de orgullo—. Un hombre le da una a su
compañera cuando quiere reclamarla ante todos los demás.

Mis ojos se abrieron. Me había olvidado de mi marca de compañero. Me


levanté y fui al baño, de repente curiosa por verla en mi propio cuello.

Me detuve al ver mi reflejo en el espejo. Me veía cansada, pero no tan


vacía y perdida como antes. La mirada atormentada en mis ojos se
había ido. Toqué mi cabello. Lucía brillante por primera vez en
semanas, en vez de seco y plano. Mmm. Mi mirada cayó sobre mi cuello,
y aparté mi cabello hacia atrás.

Allí, justo debajo de mi oreja, había una sola marca rojiza en mi cuello,
como el chupetón más grande del mundo. ¿Cómo era que solo los
cambiadores podían ver esto? Eso no tenía sentido… pero por otra
parte, tampoco lo tenía convertirse en un gato. Pensé en la boca de Josh
en mi cuello cuando me había besado y mordisqueado, y mi cuerpo se
sonrojó.

De repente quería decirle lo mucho que lo amaba, compartir mi alegría


absoluta al estar curada. Él me había salvado.

Salí corriendo del cuarto de baño y casi choqué contra Sara, quien me
había seguido.

—¿Puedo ver a Josh ahora? Quiero hablar con él.

Ella se mordió el labio.

—Hay un pequeño problema… ha sido arrestado por convertir a un


humano. Y no se ve bien para él.

—Pero él me cambió para salvar mi vida —señalé, a pesar de que había


esperado repercusiones.

—La razón detrás de todo no importa —dijo suavemente—. Todos los


otros Alfas pueden ver que un Russell rompió las reglas, y Beau está
acorralado en una esquina. No puede permitir que su hermano salga
como si nada mientras descarga el martillo sobre cualquier otra
persona que cambia a un humano. Es realmente un mal momento.
Simplemente, se ve como si el playboy de la Alianza decidió tomar una
compañera de juegos humana.

—¡No es así en absoluto!

—Desafortunadamente, Josh se niega a discutir nada de esto.


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Suspiré.

—Bueno, él no va a ir al exilio solo. Voy con él.

Ella me miró fijamente.

—Marie. Esto es mucho peor que eso. Josh burló deliberadamente las
normas establecidas por su propio hermano, así que esto es enorme. Él
va a ser puesto como ejemplo para los demás. Estamos hablando de ser
exiliado permanentemente de la Alianza, lo cual lo convertiría en presa
fácil para cualquier otro miembro de la Alianza. Estaría completamente
desprotegido… cualquiera podría atacarlo sin repercusión.

Tragué saliva.
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Capítulo 17
Traducido por: âmenoire90, Becca Herondale, Crazy_Mofos168 y Jane’

Corregido por Nanis

F
ueron tres largas y horribles semanas antes de que el tribunal de
la Alianza se reuniera en el ayuntamiento.

Mientras esperábamos, fui encerrada en la casa Russell. A pesar


de que solo Sara y yo estábamos ahí, podía oler a otro cambiador en el
aire, las pocas veces que se me permitió salir a los campos. Estábamos
siendo vigiladas incluso si no era de dominio público.

No estaba autorizada a regresar a mi apartamento, así que mi padre


estaba autorizado a visitarme ocasionalmente. Beau y los otros Russell
lo vigilaban cuidadosamente, pero sabía que mantendría el secreto. No
tenía que decírselo.

Sara me dijo que si alguien preguntaba, tenía que decir que Lily y yo
habíamos estado solas esa noche, y que habíamos arrastrado a Josh a
la casa Russell sin ayuda. Lily era mantenida en una ubicación segura
separada de mí, y sabía que tenía que estar aterrada.

Sara era mi sombra todo el tiempo que estuve en la casa Russell,


siempre ahí con una palabra de ayuda. Cambié unas cuantas veces en
las tres semanas, cada una desordenada y dolorosa, pero me aseguró
que eso era normal hasta que mi cuerpo se acostumbrara. Cambiar
raramente le dolía ahora y compartía consejos para aliviar el proceso.
Cuando logramos ir al bosque, corrió a mi lado, su perro
mordisqueando los talones de mi gato. Era bueno no sentirme sola, y
estaba agradecida de tenerla a mi lado.

Me hubiera gustado tener a Josh, por supuesto, lo extrañaba


terriblemente. Era la última cosa en que pensaba cuando me iba a
dormir y la primera cuando despertaba. ¿Estaba a salvo? ¿Estaba bajo
el mismo encierro que yo?

¿Podría alguien realmente matarlo por haberme convertido? Parecía


ridículo, aun así Sara estaba bastante seria.

Me negué a aceptar la posibilidad. Debía haber una manera de razonar


con ellos.
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***

Mientras entraba en la pequeña corte en Little Paradise, miré hacia el


consejo sentado. Cada cara ahí estaba dura y rígida, y cada miembro
me miró. Me enganché al brazo de Sara mientras me llevaba hacia
adelante, reconfortándome con murmullos bajos. No habría
razonamiento con ellos, me di cuenta con temor.

Reconocí a algunos de los miembros del consejo por la agencia. Los dos
hombres lobo al final de la línea eran Alice y Jackson. Había un hombre
de apariencia enojada llamado Declan, quien, según recordaba era un
hombre-lince (y no uno popular). El líder del clan de hombre-tigres, Vic,
rígido y fiero como nunca. Un hombre mayor que no reconocí, parecía
poco probable que utilizara un servicio de citas. Los más grandes clanes
en el área estaban representados y mentalmente relacioné a los
desconocidos. Hombre-tejón. Hombre-león. Otro hombre que olía como
lobo, otros dos que olían como gatos que no pude identificar y uno que
estoy bastante segura que era un hombre-nutria. Todos ellos alfas
locales.

Al final de la línea de líderes estaba Beau, revolviendo papeleo. Estaba


vestido con un traje gris y corbata y su boca estaba contraída y
descontenta. Bath estaba sentada en la audiencia, su larga coleta rubia
envuelta alrededor de su mano mientras miraba ansiosamente a su
marido.

Sara me empujó hacia una silla en el centro de la habitación y tragué


fuerte, mis músculos brincaban y se apretaban en alarma. Peleé contra
la sensación, esperando que no tuviera una transformación sorpresiva.
Eso sería realmente malo.

Me senté en la silla y miré alrededor hacia el mar de caras, pero Josh


no estaba en ningún lado. Mi corazón golpeaba en mi pecho.

Beau se aclaró la garganta, luego su penetrante mirada me escaneó


impacientemente.

—Gracias por unírtenos, Marie. Veo que estás bien. ¿Has tenido
algunos problemas cambiando después del primer intento?

Sacudí mi cabeza, mi garganta seca.

—Estoy bien, gracias.

Su mirada se volvió hacia Sara, cerniéndose sobre mi hombro.

—¿Cuántas veces ha cambiado desde que se convirtió?


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—Cuatro —dijo Sara, su voz pequeña en la habitación—. Cada vez fue
exitosa, sin problemas. Estará bien con la práctica.

Asintió y miró hacia la fila.

—Dejen que el tribunal grabe que la conversión fue tomada


exitosamente. —Miró de vuelta hacia mí y me dio otro asentimiento
crispado—. Puedes sentarte en la audiencia, Marie.

Confundida, me levanté

—¿Quieren preguntarme algo más?

—No estás en juicio —dijo, su voz neutral—. Por favor toma asiento.

Le di a Sara una mirada cuestionadora, pero ella solo presionó una


mano en mi espalda y me empujó hacia Bathsheba, y me senté entre las
dos hermanas. Bath sonrió nerviosamente hacia mí, tirando de su larga
coleta. Su esencia era una mezcla de humano y puma, y noté que su
cuello estaba cubierto de marcas de compañero.

Era extraño como estas cosas eran tan obvias ahora.

—Traigamos a Joshua Russell —dijo Beau, su voz plana y sin emoción.

Mi corazón se agitó. Estiré mi cabeza, desesperada por verlo. Atrapé un


vaho de su esencia. Apareció por la puerta un minuto después, vestido
en una camiseta negra lisa y vaqueros. Sus manos estaban delante de
él, esposadas. Mi pulso se aceleró ante eso, y ante la barba incipiente
sin rasurar en su mandíbula. Un ceñudo Ramsey vagaba unos pocos
pasos por detrás.

Josh escaneó la habitación tan pronto como entró, y mantuve mi


respiración hasta que me encontró. Sus oscuros ojos se ensancharon
una fracción, esa mirada intensa y posesiva vino a su cara, y su boca se
curvo con la pista de una sonrisa.

Lágrimas picaron mis ojos.

—Te amo. —Gesticulé hacia él.

Su sonrisa se curvó un poco más.

Ramsey le dio un pequeño empujón, dirigiéndolo hacia la silla en el


medio de la habitación.

Alguien en la fila de alfas se puso de pie, y miré para ver que era Vic, el
líder hombre-tigre. Cruzó sus grandes brazos sobre su pecho y frunció
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el ceño hacia Josh, quien se reclinó en la silla de madera como si esto
no fuera de gran importancia.

Vic miró hacia él.

—El consejo se ha reunido para determinar qué hacer respecto a tu


situación. Dado que tu hermano es el líder de la Alianza, nos ha pedido
que no te demos consideración espacial por su posición. Hacerlo
desacreditaría su estatus como un líder imparcial.

Josh dio un asentimiento errático, como si hubiera esperado esto.

La cara de Beau estaba tensa, los bordes de su boca torcidos y pálidos.


Estaba enojado y tratando fuertemente de no mostrarlo.

—El consejo se ha reunido y discutido esto por varios días. Hemos


ponderado la evidencia y antes de que pasemos a la sentencia,
queremos saber una cosa. —Su dura mirada se niveló en Josh—.
Después de todo lo que ha pasado recientemente, queremos saber por
qué.

Contuve mi respiración.

Josh dijo… nada. No podía ver su expresión, solo parte de su espalda y


me volví intensamente frustrada. ¿Qué estaba esperando? ¿Decidiendo
cuándo hablar? ¿Pensando su respuesta?

—Porque la amo —dijo Josh después de un largo momento y mi corazón


se apretó.

—Eso no es suficiente —dijo Declan furiosamente—. Solo porque


piensas con tu pene no significa que le dejes tomar decisiones por ti.

—Silencio —dijo Beau en una voz letal—. Vic tiene la palabra.

La boca del alfa lince se afinó y se quedó en silencio.

El alfa tigre miro hacía la fila, y luego se volvió a mirar a Josh.

—¿Sin otra razón?

Después de una largo momento. Josh añadió:

—Ella estaba muriendo. Quería salvarla.

—Los humanos mueren todos los días —dijo la solitaria alfa, Alice—.
Los Sobrenaturales, también. Es parte de la vida. No podemos ir por ahí
salvando a todos.
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—No quería salvar a todos —estableció Josh—. Solo a la mujer que
amo.

—¿Ella te pidió que la convirtieras?

—No —dijo Josh planamente—. Me rechazó. Insistí. Cuando no me


escuchó, la dominé.

Fruncí el ceño ante eso. Estaba haciéndose sonar como si tuviera la


culpa de esto. Era mi culpa, todo esto.

—¿Entonces forzaste a una humana a tu cama, y cuando descubriste


que estaba muriendo, decidiste convertirla? ¿La dejaste entrar en una
Alianza secreta y privada sin consultarlo con nadie más?

—Lo hice —dijo Josh en un tono entrecortado.

—¿Qué? Espera —espeté, levantándome.

Siete alfas me gruñeron, la fuerza de su desaprobación era tan fuerte


que me tambaleé hacia atrás. Sentí esta rara coacción por retroceder,
como si estuviera desesperada por complacerlos. Por alguna razón, su
aprobación era importante para mí.

—No te llamamos a ti —comenzó Vic.

Forcé al temblor en mi estómago a apartarse. No era el momento para


dejar que mis hormonas cambiadoras controlen las cosas. Empujé mi
mano dentro de mi bolso, sacando mi billetera. Entonces la volteé y
agarre mi Carnet de Identificación de la Alianza, caminando hacia el
centro del piso con el carnet levantado.

—Ya estoy en la Alianza. Esta Identificación lo dice.

—Ella tiene razón —dijo Beau tranquilamente―. Ha estado trabajando


en la agencia por más de un año. Eso debería ser tomado en
consideración en este caso.

—Así que, ¿qué se supone que hagamos? —declaró Declan—. ¿Solo


ignorar el antecedente que fue establecido? ¿Correr alrededor
cambiando mujeres humanas solo porque sentimos que nos gustan?
¿Diluir la reserva de genes?

Un bajo gruñido retumbó en la garganta de Beau.

—Mi compañera es humana. Vigila tu lengua.

Alice levantó sus manos.


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—Quiero saber por qué es tan malo que ella haya sido cambiada.

Todos los ojos regresaron a ella, y varios ceños fulminantes se dirigían


hacia ella. Quería besar a la mujer en gratitud. Me acerqué a Josh,
esperando a que Ramsey nos empujara para apartarnos, pero no lo
hizo así que puse mi mano en el hombro de Josh.

Inclinó su cabeza y acaricio mi mano, dejándome saber que me amaba.


Sentí una oleada de amor en respuesta.

—No podemos solo ir cambiando humanos cuando nos plazca —gruñó


Declan en su cara.

El alfa lobo a su lado —Jackson— se levantó y le frunció el ceño al


hombre gruñéndole a su compañera. Alice levantó una mano,
calmándolo.

—El problema con los cambiadores es que no tenemos suficientes


mujeres alrededor, ¿cierto? ¿Por qué no podemos ser razonables acerca
de esto? Mi manada fue recientemente atacada por la simple razón de
que tenemos mujeres y la otra manada no. Luchas de poder por las
mujeres en las manadas no es algo nuevo. ¿No hubo un reciente
problema con otra manda de lobos y una hembra?

Todos los ojos en la habitación repentinamente se movieron hacia Sara.

—Así fue —admitió Beau, su tono era cauteloso.

—Así qué, ¿por qué estamos siguiendo su mal ejemplo? —preguntó


Alice—. ¿Qué es tan malo acerca de cambiar a alguien si es en un
ambiente controlado y calculado? ¿Por qué alguien no puede ser
cambiado si son aprobados y verificados? ¿Importa que haya una
mujer-puma más? No es como si estuviéramos peleando por una presa.
Tenemos supermercados para ese tipo de cosas.

Declan gruñó, el sonido fue salvaje e inquietante.

—¿Qué hay del chico tigre? Lo que sucedió allí…

—No fue controlado —señaló Vic—. Él no tenía mi permiso o el de la


chica. Con esos dos en su sitio, no tengo un problema con eso.

—Ni yo —dijo Jackson.

—Ni yo —dijo otro.

El alfa lince sacudió su cabeza perversamente.


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—¿Y qué sucede si nuestro secreto se hace público? ¿Qué sucede si
alguien es cambiado y van directo a los periódicos? ¿Directo al internet?

—No estamos diciendo que las cosas tienes que ser cambiadas de la
noche a la mañana —dijo Alice, su tono era calmado y sereno―.
Estamos diciendo que tomaremos el control de las cosas de un modo
razonable. ¿Crees que los miembros de tu clan irían a escondidas a
cambiar a alguien si saben que todo lo que tienen que hacer es hablar
con su alfa y tener que ejecutar unas pocas verificaciones de
antecedentes?

Declan no dijo nada, su mirada feroz continuaba claramente infeliz.

—Estoy pensando que será más y más difícil mantener las cosas en
secreto en el futuro —dijo Jackson lentamente—. El mundo está
cambiando muy rápido. Tal vez es tiempo de ver que los supes estén a
gusto en la sociedad convencional. ¿Por qué debemos esconder lo que
somos?

Beau sacudió su cabeza.

—No estamos listos para ir a lo convencional todavía. Pero estoy


pensando que un firme acuerdo de confidencialidad y la participación
del alfa en consideración para investigar a miembros femeninos no es
un mal aspecto. Mi esposa es humana. Su hermana era supuestamente
humana. Las otras dos que trabajan en la agencia son humanas.
¿Cómo es que Giselle, quién no era la criatura más confiable, fue capaz
de emplear en su agencia nada menos que humanos, y nadie tenía
problema con eso?

»Esto era porque eran discretas y firmaban un acuerdo de


confidencialidad —continuó—. Ella escogía a las personas en las que
podía confiar y luego progresivamente les dejaba saber el secreto, pero
se aseguraba de estar protegida en primer lugar. Así es como cambiar a
los humanos debe ser manejado. Debe ser manejado delicadamente y
entre aquellos en quienes confiamos. Y si algún día estamos listos para
aceptar abiertamente lo que somos, entonces nos enfocaremos en eso.

Silencio.

Mis palmas sudaron, y miré al consejo, esperando. Bajo mi mano, pude


sentir que Josh estaba igualmente tenso.

—¿Decidimos? —preguntó Beau—. ¿Ponemos esto a votación? ¿Todos


aquellos que estén a favor de suavizar los estándares para cambiar a los
humanos?
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Seis manos se levantaron.

—¿Todos los que se opongan?

La mano de Declan se elevó.

—No me gusta esto —expresó—. Va a ser abusado. Esperen y verán.

—Cualquiera que quiera cambiar a un humano debe ser aprobado por


su alfa —dijo Alice tranquila—. Tengo el suficiente control sobre mi
manada para asegurarme de que eso suceda. Tú también deberías.

Declan frunció el ceño hacia ella, pero no dijo nada.

—Está establecido entonces —dijo Beau enérgicamente—. Compartan


las noticias con sus hombres. Dejaré a cada clan gobernar a su propia
gente. Nos veremos de nuevo en un mes y reevaluaremos.

Vic se giró hacia Beau.

—¿Y qué sucede con los miembros de mi clan que están exiliados?

Beau le dio palmadas en el hombro.

—Llévalos a su casa. Cometimos un error. Debemos enseñar y educar,


no tratar de infundir miedo a los hombres que están desesperados por
compañía. Si quieren compañeras, necesitamos darles compañeras. Y
dudo que todas las mujeres en la Alianza quieran tomar dos esposos
para compensar la holgura.

—No todos los sobrenaturales actúan como cambia-zorros, gracias. —


dijo Alice elevando su tono―. Un compañero es suficiente para la
mayoría.

—¿Entonces eso es todo? ¿Joshua es libre para irse?

Los alfas permanecieron silenciosos.

—Sin objeciones —dijo uno finalmente, y mi corazón revoloteó con


alegría.

Arrojé mis brazos alrededor de Josh, besando su rostro


entusiastamente. Me besó de regreso, su boca era deliciosa en la mía.

—Te amo —le dije, ahuecando su rostro en mis manos—. Te amo tanto.

—Marie, nena —dijo suavemente, su mirada se movió sobre mí―. Te ves


hermosa. Y saludable.
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—Estoy durmiendo —le dije felizmente. Las lágrimas picaban en mis
ojos, y no pude resistir besarlo otra vez―. Estoy durmiendo todas las
noches.

—Estoy tan feliz —murmuró, su voz estaba ronca de la emoción―. Tan


malditamente feliz.

Alguien se aclaró la garganta, y miré hacia arriba, recordado que


Ramsey aún estaba ahí. Sostenía una llave para las esposas.

Una vez que las manos de Josh estuvieron libres me tomó en sus
brazos, besándome fuertemente otra vez.

—No debiste haber tomado ese riesgo —le dije entre besos—. Mi vida no
vale la tuya.

—Absolutamente mi vida vale la tuya. —Sonrió hacia mí—. Aunque


tengo que admitir que estoy complacido de que Groenlandia esté fuera
del menú. No me veo tan elegante con un abrigo.

Reí y envolví mis brazos alrededor de su cuello felizmente.

Otra garganta se aclaró y vimos hacia Beau.

—Ahora que las cosas están claras con la Alianza, es hora de hablar con
tu alfa. Porque él sigue furiosos contigo.

Josh solo sonrío y me tiró cerca.

—Sí señor.

***

La lectura no fue tan mal como había esperado que fuera. Fue
principalmente sobre Beau amonestando a Josh por ser tan temerario y
Josh aceptándolo sin protestar, con sus brazos envueltos en mi cintura
mientras me sentaba en su regazo. No había nada que Beau pudiese
decir que nosotros no supiéramos ya, y para cuando terminó de
desahogarse, los dos hermanos estaban riéndose una vez más.

—¿Puedo ir a casa con mi mujer ya? —dijo Josh—. Están molestándola


y ella aún está frágil por la transformación.

Beau suspiró profundamente y frotó su frente. Se veía como si hubiese


envejecido cinco años en las últimas semanas.

—Vayan a casa. ¿Van a quedarse con nosotros en el rancho?

El brazo alrededor de mi cintura se apretó.


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—Realmente, creo que me mudaré con Marie, si ella me acepta.

—Marie lo hará —dije con una voz impertinente—. Excepto que Marie
posiblemente perderá su apartamento ahora que está desempleada.
Entiendo que Bath tenía que hacer un punto en que la información del
cliente es segura, pero me puso en la línea de desempleados.

Beau asintió y miró a Josh.

—Este también, desafortunadamente. No va a estar en mucha demanda


como guardaespaldas de vampiro ahora que la voz se está corriendo
sobre Andre. Por otro lado, necesitaremos una conexión con la Alianza
para trabajar en la relación con el vampiro. Necesita ser alguien
encantador pero familiarizado con la mierda de vampiro. Y tener a
alguien un poco intimidante sería de mucha ayuda.

—Ese suena como yo —dijo Josh perezosamente—. Alto. Sexy.


Intimidante. Bueno con los vampiros. Lo hare.

Bufé

—Aún no te he dado el trabajo —amenazó Beau.

—Nah, pero lo harás —dijo Josh con un guiño—. No nos quieres a mí y


a Marie viviendo en tu sofá.

—Genial —murmuré.

—Realmente —empezó Beau, luego cruzó sus brazos y me estudió—,


necesito un asistente, y quiero a alguien de nuestro clan porque
requiere confianza y confidencialidad. Pensé en decirle a Savannah,
pero Bathsheba la contrató a tiempo completo en la agencia, y parece
disfrutarlo. Las cosas están un poco agitadas en la oficina de seguridad,
y preferiría pasar mis tardes con mi compañera, en vez de manejar todo
el papeleo de la Alianza yo solo.

Sonreí, sintiéndome esperanzada.

—Soy bastante buena con el papeleo.

—También es bastante buena en despellejar a alguien con su lengua —


dijo Josh a medias.

Lo pellizqué.

—Imagino que vendrá muy bien, dado que algunas personas me llaman
de forma regular —dijo Beau con voz seca—. ¿Cuándo puedes empezar?

—¿Cuándo me necesitas?
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—Deténganse —dijo Josh, moviéndose protectoramente enfrente de mí y
alzando sus manos—. Ella es mi pareja, y aún se está recuperando de
la enfermedad. Necesita unas semanas para descansar antes de pensar
sobre regresar al trabajo.

—Unas pocas semanas son suficientes para ella —dijo Beau—.


Empiezas el lunes. Tenemos un pequeño problema con los vampiros
que necesita ser suavizado.

Josh sonrió.

—Soy tu hombre.

***

Mientras Beau y Josh hablaban, escuchaba a medias. Tenía sueño,


pero era un buen tipo de sueño, no el terrible, espantoso tipo de sueño
que significaba que iba a tener una mala noche de insomnio más.
Bostecé, disfrutando de la sensación.

Josh se puso de pie abruptamente, tomando mi mano en la suya.

—Terminaremos esa conversación luego, Beau. Mi compañera está


cansada.

—Oh, pero no estoy…

Josh me dio una directa mirada llena de significado. Una mordaz, más
bien.

Cerré la boca.

Beau se rio entre dientes.

—Solo llámenme cuando se termine el fin de semana. Ya veremos cómo


mover tus cosas. Ustedes dos, consigan dormir. Iré a casa con mi
compañera. Ha sido un largo día para todos nosotros.

Mientras dejábamos el palacio de justicia, tuve el más pequeño


sentimiento de que seríamos embestidos en el estacionamiento por el
lince alfa enojado, que esto no solo iba a terminar.

Josh hizo una pausa, observando el estacionamiento.

Mi corazón tropezó.

—¿Qué sucede?

Me dio una sonrisa irónica.


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—Mi auto no está aquí. Olvidé que Ramsey me había traído.

—Oh, y yo vine con Sara. Parece que estamos varados.

—Nah, espera aquí. —Josh regresó unos minutos después con un par
de llaves y las agitó hacia mí—. Tomaremos el Viper de Beau. Bath
vendrá a recogerlo.

Mis ojos se ampliaron mientras nos acercábamos al auto deportivo.

—¿Nos dejará tomar este Viper?

Sonrió.

—Creo que está preocupado de que si nos tardamos, Bath querrá


charlar sobre los nuevos planes de la agencia, y prefiere solo llevarla a
casa y besar el infierno fuera de ella. Como planeo hacer contigo.

Eso sonaba asquerosamente bien.

—Vámonos, entonces.

Mientras manejaba, Josh me contó sobre lo que había aprendido


mientras estaba bajo arresto domiciliario con Ramsey.

Parecía que la pobre Lily ya no era tan pobre. Los vampiros de la


Alianza estaban horrorizados por las acciones de Andre, y el
guardaespaldas que habíamos atado había corroborado nuestra historia
lo suficiente como para que el crimen de Lily por estacar a Andre
estuviera rápidamente bajo la manta. Como dinero para silenciarla, los
vampiros le habían dado la mitad de la fortuna de Andre en una cuenta
de confianza. La otra mitad había sido dada al lord vampiro.

El nombre de mi padre jamás había sido mencionado en relación con el


incidente, lo cual me aliviaba.

—Eso no arregla los problemas de Lily, de todos modos —me dijo


Josh—. Está básicamente bajo arresto domiciliario hasta que
arreglemos qué hacer con ella. Nadie confía en que no diga su lado de la
historia, y ella ya corrió una vez. Cuando sea libre, será rica. Así que
tenemos que decidir qué hacer con ella hasta entonces.

Pobre sucia y asustada Lily.

—Quiero ayudarla. De cualquier manera que podamos. Me siento


responsable por ella.

—Los gemelos la están cuidando —me aseguró Josh—. Pero iremos a


visitarla mañana, si quieres, y asegurarnos si todo está bien.
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***

Manejamos a mi casa en tiempo récord y estacionamos el auto, luego


Josh me cargó en sus brazos y subió por las escaleras. Me aferré a sus
hombros mientras desbloqueaba la puerta, nos empujaba dentro, la
bloqueaba detrás de nosotros, y luego directo al dormitorio.

Me aferré y me incliné para besar su cuello, inhalando su esencia. Olía


diferente ahora que era una mujer-puma. Delicioso y rico y lleno de
notas amaderadas que me hacían cosquillas en la nariz como perfume.
Nada olía mejor que Josh. Deslicé mi lengua por las líneas de su cuello.

—Sabes tan bien como hueles.

—Notarás que muchos de tus sentidos son más sensibles ahora que
eres una mujer-puma.

—Mmm… suena bien para mí. ¿Hay alguna desventaja en esto?

—Una intensa atracción hacia ratones, atún, y la inhabilidad de decirle


no al alfa.

Eso no sonaba mal para mí, desde que Beau era el alfa de nuestro
pequeño grupo.

—Es una cuestión de compromiso, supongo —dije a la ligera,


recorriendo mis dedos a lo largo del cuello de su camisa, luego
mordiendo su cuello—. Veo mi marca.

—¿Te gusta? —preguntó con voz ronca, depositándome en la cama.

Metí mis manos en su camisa y lo jalé hacia mí para poder seguir


besándolo.

—Sí. ¿Las cambiadoras femeninas se las dan a sus compañeros?

—A veces —dijo, deslizando una mano sobre mi cadera y descansándola


en la curva de mi trasero—. ¿Viste el cuello de Ramsey? Está cubierto.

Negué con la cabeza. El gran hombre-oso llevaba el cabello largo y


rubio, desgreñado. Lo revisaría la próxima vez.

—Creo que a Sara le gusta mucho.

—Se podría decir eso.

Pasé mis dedos a lo largo de su cuello.


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—¿Entonces, puedo marcarte? ¿Reclamarte para que todas esas otras
pumas desagradables en la zona mantengan sus patas lejos?

—Bueno, dado que los únicos pumas de esta zona son machos o
parientes, no creo que eso sea un problema. Pero estoy más que feliz de
que me marques y me declares todo tuyo.

Me arrastré sobre él, fascinada por tocarlo, sintiendo su pulso por


debajo de su piel. Su olor era embriagador. Me moví y lamí su cuello de
nuevo, poniendo a prueba el punto justo para marcarlo, y fui
recompensada con su gemido de placer.

—¿Me gustará ser una mujer-puma?

—Una vez que te acostumbres a cambiar, sí. Voy a estar a tu lado en


cada paso del camino, guiándote. Y entonces, cuando no necesites mi
ayuda, voy a estar a tu lado ahuyentando admiradores potenciales.

—No quiero a nadie más que a ti —le dije.

—Dulce Marie-Pierre —dijo, y sonrió a la cara que hice—. Me alegro


que seas toda mía. —Enredó su mano en mi cabello y acercó mi boca
para otro largo y dulce beso—. Y estoy tan malditamente aliviado de que
estés mejor.

—Yo también. —Entonces me senté erguida, mirando alrededor de la


habitación—. Oh, mierda. Mi papá. Debería llamarlo y decirle que todo
está bien. Está preocupado por ti.

Josh me arrastró de vuelta a su pecho.

—Llámalo mañana. Esta noche, eres toda mía.

—¿Solo esta noche? —bromeé y me incliné para morder un lugar


prometedor en su cuello, disfrutando de su estremecimiento masculino
en respuesta.

—Vamos a empezar con esta noche —dijo—. Pero soy codicioso, Marie-
Pierre. Me temo que no voy a ser capaz de conformarme con menos que
cada minuto del resto de nuestras vidas.

—Estoy de acuerdo con eso —le dije y hundí mis dientes en su cuello.

***

Esa noche, mientras estábamos tumbados en la cama, Josh jugaba con


un rizo de mi cabello, mi pecho apoyado en el suyo.

—Te amo, Marie-Pierre.


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Pellizqué su costado.

—Eres cruel.

—¿Por decirte que te amo?

—No, para usar ese nombre. Decirme que me amas es solo… confuso.

Se sentó, empujándome desde donde estaba acurrucada contra él.

—¿Confuso? ¿De qué estás hablando?

Me di la vuelta en la cama, alejándome de él y terminando en las


sábanas revueltas.

—No lo sé. No veo cómo puedes estar enamorado de mí. A menos que te
enamores de todas con quien duermes.

—Bueno, esto es halagador —dijo secamente—. Eres tan buena con los
cumplidos, es asombroso que estés soltera, Marie. Absolutamente
increíble.

—Lo digo en serio —le dije—. Has salido con decenas de mujeres.
Mujeres hermosas. He visto algunas de tus citas. Son sensuales. ¿Y
declaras amar a una mujer delgada con bolsas bajo sus ojos enormes y
problemas para dormir? Tendrás que perdonarme si tengo dificultades
para creer que no soy una obra de caridad.

—¿Me estás tomando el pelo? Eres delgada porque estabas enferma.


Énfasis en estabas. Y no le resta nada a tu apariencia. Veo a una mujer
determinada y fuerte cuando te miro. Eso es hermoso.

—¿Más hermosa que copas doble D? —pregunté dubitativa.

Josh se echó a reír.

—No puedo creer que esté tranquilizándote sobre tu apariencia. Tu


figura es una preciosidad. Eres hermosa.

Agité una mano.

—No era principalmente mi aspecto lo que me preocupaba. Quiero


saber por qué me quieres, y no a todas esas otras mujeres con las que
has salido.

—Es solo… todo de ti. La forma en que me despellejas con tu lengua en


una frase y luego me devoras con los ojos al día siguiente. Es tu
determinación. Tu negativa a renunciar cuando las cosas se ven de lo
más sombrías. La forma en que no das marcha atrás ante un desafío.
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Amo todo eso de ti. Me dan ganas de desafiarte aún más, solo para ver
cómo reaccionas. —Él sonrió—. Es por eso que amaba burlarme de ti
en primer lugar.

Me incliné y lo besé suavemente.

—Te amo.

Él me acercó aún más, sonriendo.

—Ahora di algo sucio en francés, solo para mí.

Me reí y lo hice.

***

Después de una feroz ronda de hacer el amor y una noche de sueño


reparador, llamé a mi padre a la mañana siguiente. Hicimos planes
para verlo y a Posey para el desayuno. Le había prometido a Josh que le
diría todo a mi papá, aunque estábamos decididos a tener cuidado con
todo lo relacionado con los vampiros o cambiadores, ya que Posey no
había firmado un contrato de no divulgación como papá.

El restaurante estaba lleno esta mañana, pero tan pronto como


entramos por la puerta, Carol dio un grito de alegría, lanzando los
brazos para abrazar a Josh. Él la envolvió en un abrazo de oso y le dio
un sonoro beso.

—¿Cómo está la chica más hermosa en el mundo?

Ella lo golpeó con su bloc de notas.

—Sigue siendo inmune a tus encantos, joven.

Oh, por favor. Si había alguien que amara sus encantos, era Carol.

Me sorprendió cuando me abrazó.

—Te ves bien, cariño. Esos círculos oscuros bajo tus ojos se han ido.

—Gracias —le dije—. He estado poniéndome al día con mi sueño.

—Josh, cariño —dijo Carol—. El gerente salió corriendo al banco y


necesito una caja de menús desde el estante superior en la parte
trasera. ¿Podrías ser tan amable de ir a ayudar a la cocinera a
conseguirlo para mí?

—Por supuesto. —Él le guiñó un ojo y se acercó de nuevo a la cocina—.


Volveré, señoras. Marie, nena, veo a tu papá por allá. —Hizo un gesto
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hacia el otro extremo del restaurante justo antes de desaparecer por la
puerta de vaivén.

Miré en esa dirección. Mi padre estaba sentado en la cabina de atrás


con Posey, que llevaba maquillaje suficiente para que Mary Kay no
quebrara, y a pesar de que eran las siete de la mañana, su cabello era
un enorme y perfecto encrespado rubio. Por alguna razón, sin embargo,
no me llenaba de irritante pavor como lo hacía normalmente.

Papá levantó la mano, saludándome.

Empecé a dirigirme hacia la mesa cuando Carol me golpeó ligeramente


con el bloc de notas en la mano, para conseguir mi atención.

—Me alegro de verte de nuevo, señorita.

Sonreí.

—¿Ah, sí?

—Lo tenías todo confundido —dijo ella—. Cada noche que llegaba,
estaba estresado por ti. Dijo que no podía cautivarte como cautivaba a
todas las demás. Nunca lo vi tan nervioso por una chica.

Bueno, ¿no era adorable? Me reí.

—Oh, él dice eso. Estoy segura que te dice eso de todas las chicas que
trae por aquí.

Ella negó con la cabeza y me miró con ojos de lince.

—Eres la única que alguna vez me presentó, cariño. Cuando lo vi venir


contigo, pensé, va a casarse con ella. ¿Te lo ha pedido, no?

Por Dios, era directa. Sentí que me sonrojaba y resistí el impulso de


tocar la marca de compañero en mi cuello.

—Más o menos.

—Eso es bueno —dijo, acariciando mi mano—. Eso es muy bueno. Lo


haces feliz.

—Y él me hace feliz —dije en voz baja.

Era cierto. Cuando salió con esa caja de menús y me lanzó una
confidente sonrisa engreída, mi corazón se derritió de nuevo. Adoraba a
ese amoroso chico arrogante con exceso de confianza.

Y planeaba pasar el resto de mi vida demostrándolo.


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Epílogo
Traducido por Mari NC, Areli97 y âmenoire90
Corregido por Nanis

—D
espierta, dormilona —murmuró una voz en mi oído,
despertándome del más delicioso sueño.

Me acurruqué más en las almohadas y no abrí mis


ojos. Murmuré:

—Cinco minutos más.

Hubo una suave risa, luego una mano me empujó contra un cuerpo
masculino grande, duro. Sentí a Josh cernirse sobre mí, y sentí su
aliento cálido en mi oído un segundo antes de que comenzara a picar en
él.

—Tú, descarada traviesa. Siempre estás durmiendo hasta tarde, ¿no?

—Mmm —dije, suspirando de placer ante el buen sueño de la noche y el


delicioso hombre provocándome en mi oreja—. Me encanta dormir.

—Es hora de despertar —murmuró Josh, y luego besó mi cuello—.


¿Sabes qué día es hoy?

Tomó un momento para que se registrara en mi mente atontada por el


sueño, y luego me di cuenta. Mis ojos se abrieron.

—Oh, cielos. ¡Mi picnic!

Él se rio entre dientes.

—Eso es correcto.

—Oh, diablos, tengo que levantarme —dije, toda la somnolencia


desapareciendo de mi cuerpo. Hoy el clan puma iba a reunirse en mi
honor. Prometía ser una gran fiesta, y no lo sería si me presentaba
tarde. Además, le había prometido a Bathsheba que llevaría unos
cuantos platillos para ayudar con parte del picnic… y no había
comenzado. Había pretendido cocinar la noche anterior, pero Josh me
había distraído con besos coquetos, y antes de que lo hubiera sabido,
habíamos caído en la cama temprano, aunque el sueño había llegado
horas después.
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Arrojé las sábanas a un lado y rodé lejos de Josh, con la intención de
salir de la cama… solo para ser atrapada por la cintura y arrastrada
hacia atrás contra él, mi blusa de dormir se enrolló para exponer aún
más de mi piel.

—¿A dónde vas con tanta prisa, hermosa?

—Tête de cochon —dije cariñosamente—. Necesito una ducha y empezar


a cocinar.

Me besó en mi hombro desnudo, enviando escalofríos por todo mi


cuerpo.

—Puedes hacer eso más tarde.

—Pero…

Mordió mi carne, y luego la acarició con su lengua para calmar el dolor.

Un fuego lento latía en mi vientre y mis miembros se volvieron


inmediatamente líquidos. Gemí. Tan injusto de su parte jugar sucio.
Pero cuando su mano se deslizó a mi ropa interior y comenzó a bajarla,
me apoyé en él y suspiré de placer.

—¿Crees que llegaremos tarde si nos quedamos en la cama un poco


más de tiempo

—Definitivamente —murmuró Josh, sus dedos deslizándose debajo de


la tela sedosa.

Cerca de dos segundos más tarde, encontré que no me importaba.

***

Llegamos a la casa de los Russell alrededor de una hora después de la


que le prometí a Bathsheba que estaría allí. Ella no dijo nada cuando
me presenté en la cocina; me dio una mirada de complicidad que me
hizo sonrojar rojo brillante.

Su olor fue algo que reconocí al instante. El extrañamente desconocido


olor fuerte de humano, además de un ligero trasfondo más familiar —y
más reconfortante— de hombre-puma. Había una enorme marca de
compañero en su cuello, visible justo debajo de la hebra de cabello que
escondió detrás de su oreja.

Josh me besó en la mejilla y se acercó a la estufa sobre la que se cernía


Bath.

—¿Alguna cosa con la que pueda ayudar?


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Ella se volvió hacia él, una mirada divertida de sorpresa en su rostro.

—¿Un Russell ofreciéndose a ayudar en la cocina? Nunca pensé que


vería el día.

—Hey, mis damas favoritas están aquí en este momento —dijo con
facilidad, tomando el tazón que llevaba de mis manos y dirigiéndose a la
nevera con él—. Solo dime lo que quieres que haga y lo haré.

—Puedes regresar a la ciudad y conseguir un poco de cerveza extra.


Tenemos unos cuantos más que vienen hoy.

—¿Más? —Le dirigí una mirada extraña—. Pensé que esto era solo de
Russells. Pumas. —Por supuesto, ella estaba aquí, así que no era como
si hubiéramos planeado apegarnos a esa regla inflexiblemente. Beau no
iba a tener una reunión de clan y no invitar a su propia esposa.

—Todo comenzó de esa manera —dijo Bathsheba, tirando de una lista


de debajo de un plato cercano—. Pero entonces no sabíamos qué hacer
con Lily, ya que todavía está bajo vigilancia, por lo que Ryder se ofreció
a cuidar de ella si podía venir, también. No pude rechazar exactamente
eso. Y por supuesto están Sara y Ramsey, que siempre se incluyen,
aunque no son pumas. Jeremiah traerá a Miko y Sam. Y Savannah
pidió traer a Connor.

Josh frunció el ceño.

—¿Le dijiste que no?

—Le dije que sí —dijo Bathsheba en voz impertinente—. Ahora, por


favor, necesitamos un poco más de seis cajas de cerveza. ¿Te
importaría?

Él tomó sus llaves del mostrador y se dirigió hacia mí, dándome un


beso rápido y caliente lleno de promesas.

—Vuelvo pronto, bebé.

—Entendido —le dije con una sonrisa suave, resistiendo el impulso de


golpear su culo cuando se alejó. Lo observé mientras se iba, luego me
giré hacia Bathsheba una vez que él se había ido.

Ella estaba sonriendo.

—¿Así que… cómo van las cosas contigo y Josh?

—Bien —dije, aunque la palabra no parecía abarcar suficiente. La vida


era increíble y maravillosa, y tan llena de asombro, esperanza y
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felicidad que cada día tomaba la estatuilla de mi madre de la Virgen
María y la besaba en agradecimiento cada vez que me despertaba. No
podría pedir una mejor vida.

Y fue todo gracias a Josh, ese maravilloso hombre hermoso.

—Mmmhmm. ¿Puedes empezar a hacer la ensalada de papas?

Me acerqué a la pequeña montaña de patatas en el otro extremo de la


mesa de la cocina.

—Así que, ¿por qué es que nos quedamos atrapadas en la cocina?

Bath sacó una botella de salsa de barbacoa de la nevera.

—Porque si dejo entrar a uno de los hombres en la cocina, se comerían


todo antes de que incluso llegara a la mesa.

—Y te gusta estar a cargo —bromeé, tomando el pelador de papas y


atacando a la primera.

Ella dio un pequeño resoplido.

—Eso no es todo. Yo solo…

—Te gusta estar a cargo —intervino Sara, caminando por la puerta de


atrás, una bolsa de comestibles en sus brazos—. Marie estaba en lo
cierto la primera vez.

Cogí la ráfaga de olor a lobo y resistí el impulso de arrugar la nariz.


Todavía me estaba acostumbrando a todos los diferentes aromas.

—Tú cállate —le dijo Bath a su hermana con una mueca burlona—.
¿Has traído el postre?

—Tres pays de queso —anunció Sara con orgullo—. Todos frescos de la


panadería. Ramsey los está llevando adentro. Dice que soy demasiado
pequeña y son demasiado pesados. —Rodó los ojos.

—Es un poco de dolor en el culo que no haya carretera —mencioné.

—A Beau le gusta su privacidad —dijo Bath simplemente—. Si hubiera


una carretera cercana, alguien estaría conduciendo hasta aquí
constantemente. A él no le importa caminar un poco para llegar hasta
aquí.

Suponía que él tenía razón. “Aquí” era la cabaña de Beau en medio de


los bosques, sin carreteras, ni caminos, ni nada de nada, a por lo
menos un kilómetro cuadrado. Había sido una buena caminata para mí
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y Josh, ya que habíamos estado llevando comida también, pero me
había sentido sana, fuerte y viva, y mi fuerza de cambiadora era un
poco más fuerte que mi debilucha fuerza humana. Había sido un largo
camino, pero no uno duro, y estaba contenta con eso.

Bath y yo cocinamos e hicimos sándwiches mientras Sara se sentó en el


mostrador y robaba comida, mordisqueando cuando pensaba que Bath
no estaba mirando. Mientras trabajábamos, charlamos y nos reímos, y
más gente comenzó a ir a la cocina a medida que llegaban para la fiesta.
Finalmente Josh volvió con la cerveza, y en lugar de acomodarse afuera
con los otros chicos en las mesas de picnic, se dirigió hacia mí en la
cocina y cogió un pelador de papas.

Ese era el por qué amaba a ese hombre. Por debajo de ese exterior
increíblemente coqueto había un corazón de oro.

Cada persona vino a darme sus felicitaciones por mi exitoso cambio y


posterior absorción en el clan Russell. Los gemelos se presentaron
primero: Everett y Ellis. Luego Austin, entonces Ryder y Lily, con quien
nadie sabía qué hacer. Beau se movió una y otra vez entre la casa y la
parrilla exterior, oliendo a humo y puma. Todo el mundo estaba
encantado de que me había unido al clan, y no vi un atisbo de
sentimiento anti-humana en ningún lugar. Eso me hizo preguntarme si
esto era tan relajado para todos los clanes, o si era porque los Russell
eran una mezcla mixta que no les importaba. No pude ver esto siendo
así de fácil para la pobre chica tigre.

Efectivamente, Jeremiah apareció con Sam ―que olía diferente y a quien


nunca había conocido, así que sabía que no era un hombre-puma― y
Miko. Jeremiah me felicitó con su voz suave, luego se dirigió afuera con
los otros mientras atravesaban la casa.

Bath me dio una mirada remilgada.

―¿Espero que no te moleste el hecho que Jere tenga un novio y una


novia?

Agité el pelador de papas en su dirección.

―Trabajé en la agencia de citas, ¿recuerdas? He visto cosas extrañas, y


eso no es extraño. ¿Un hombre-serpiente y una arpía? Ahora eso es
extraño.

Sara resopló, entonces arrancó los huevos rellenos del mostrador en el


momento en que Bath los acomodaba.

―Ese no es el emparejamiento más extraño. Alguna vez viste…


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Hubo un golpe en la puerta. Bath se secó las manos y se dirigió a abrir,
y Sara y yo nos giramos para mirar. El aroma a lobo se estaba volviendo
definitivamente más fuerte. Arrugué mi nariz un poco, no
acostumbrada al olor.

Un hombre de aproximadamente la edad de Sara estaba en la entrada,


Connor Anderson. Su cabello oscuro estaba despeinado y colgaba frente
a sus ojos, pero tenía un rostro espléndido. También parecía
absolutamente incómodo y se mantenía mirando por encima de su
hombro a la persona parada detrás de él en los escalones.

―Hola.

―Pasa ―dijo Bath cálidamente―. Aún estamos haciendo la comida.


Todos los demás están afuera en la parte trasera.

Dio un paso adentro, y el olor a lobo lo acompañó. Una mujer estaba de


pie detrás de él, su mano aferrada a la suya, y saludé a la muy
embarazada Savannah Russell.

Bath se inclinó por encima de la enorme barriga de Savannah y besó su


mejilla.

―¿Por qué ustedes dos no se dirigen afuera y le dicen hola a Beau?


Estará encantado de verlos.

Escondí mi sonrisa. Bath era astuta. Enviarlos afuera con Beau


significaba que estarían bajo la mirada atenta del líder, lo cual quería
decir que los otros miembros del clan Russel ―Ellis, Everett, Austin, y
mi propio Josh― no serían libres de mostrar cuánto les desagradaba
Connor. Savannah le envió una mirada agradecida a Bath. Observé
mientras entraban a la sala, dirigiéndose a la parte trasera de la casa,
con Connor revoloteando sobre Savannah como si se fuera a romper.
Adorable.

Hubo otro golpe en la puerta, y miré hacia Josh con sorpresa, contando
cabezas mentalmente. ¿No estaban ya todos aquí?

―Responderé eso ―dijo Bath, con la insinuación de una sonrisa.

―¿Estábamos esperando a alguien más? ―pregunté, curiosa.

Josh se estiró y robó una papa en cubo de mi pila de vegetales cortados


en cubitos.

―Espera y ve, bebé.


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Un cálido aroma familiar y humano llenó el aire, y jadeé con sorpresa al
ver a mi padre. Lágrimas de felicidad inundaron mis ojos, y me lancé
hacia él.

―¡Papi! ¿Estás aquí?

Me envolvió en sus brazos.

―Ma petite puce. Es bueno verte, también.

Lo abracé estrechamente, tan llena de alegría que podría explotar.

―Es una reunión familiar para ti ―dijo Bath―, así que no estaría bien si
tu padre no estuviera aquí. Y gracias al acuerdo de confidencialidad, no
vi ningún problema en ello cuando Josh lo mencionó.

Miré de vuelta a Josh.

―Eres la mejor cosa desde las rebanadas de pan.

―Lo sé ―dijo con aire de suficiencia.

―¿Por qué no llevas a tu padre afuera y lo presentas a todo el mundo?


―sugirió Bath.

Sonreí hacia él y enganché mi brazo a través del suyo. Este día


simplemente se ponía cada vez mejor.

***

Cuando la comida estuvo lista, todo el mundo acomodó las mesas. Me


senté a la derecha de Beau, el brazo de Josh asegurado alrededor de mi
cintura, y me sentí un poco avergonzada cuando una docena de
cervezas fueron elevadas ―y un vaso con agua de parte de Savannah― y
todos los ojos se dirigieron hacia mí.

―Por nuestra nueva hermana ―dijo Beau―. Nuestro clan crece cada día,
y yo, por mi parte, estoy encantado.

―Escuchen, escuchen ―dijo Josh, luego se inclinó para besarme.

Devolví su beso y miré a lo largo de la mesa a los rostros ahí. Mi padre,


directamente enfrente de mí. Josh. Los gemelos. Jeremiah y sus citas.
Ryder y Lily. Bath y Beau. Sara y Ramsey. Connor y Savannah. Tantas
personas en mi vida ahora.

La Reina de Hielo Marie había desaparecido, mejor aún, había sido


absorbida en una gran familia ecléctica. Ya no tenía permitido
mantenerme aparte.
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Había ido de no tener nada a tenerlo todo.

―¿Podemos comer ahora? ―preguntó Josh―. Amo a Marie y todo, pero


esas costillas se ven increíbles, y me estoy muriendo de hambre.

Me reí, y toda la mesa estalló en gruñidos.

Todos se sumergieron en la comida, y dentro de media hora, los platos


estaban limpios. Algunas personas se sentaban alrededor de la mesa,
conversando.

Uno de los gemelos apareció con una pelota de fútbol americano en las
manos.

―Tenemos suficientes personas aquí para un buen juego. ¿Quién se


apunta?

―¿Banderas? ―preguntó Connor.

―Las banderas son para gallinas ―replicó Everett―. Fútbol con placajes.
¿Qué hay de ti, Marie, ya que eres la invitada de honor?

Hace un mes, había sido demasiado débil para hacer algo más que
caminar a través de la habitación. ¿Pero ahora? Estaba rebosante de
salud y felicidad. Bajé mi servilleta.

―¿Por qué no?

―Excelente. Puedes ser capitana de un equipo. Josh puede ser el otro.

Nos movimos al frente del grupo, y Josh me dio una sonrisa traviesa.

―¿Qué te parece si mi equipo es camisetas y el tuyo es pieles?

Puse los ojos en blanco.

―¿Cómo supe que eso iba a salir de tu boca?

―Porque me conoces, bebé.

―Efectivamente. Bueno entonces, déjame escoger primero. ―Le eché un


vistazo a las personas que seguían sentadas―. ¿Quiénes están jugando?

―Yo ―dijo Bath.

―No ―dijo Beau tercamente―. Eres demasiado frágil.

Su labio se encrespó, solo un poco.

―Estás bromeando, ¿verdad? ¿Me vas a sacar la tarjeta de “humana”?


Los humanos juegan al fútbol todo el tiempo.
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―No mi humana.

―¡Beauregard Russel!

―Bien ―dijo con un tono amenazador, luego echó una mirada a lo largo
de la mesa―. Si cualquiera derriba a mi esposa, voy tras él.

―Beau ―dijo Bath a modo de advertencia.

―Yo la tomo ―intervine―. Ella puede ser nuestro mariscal.

―Tan injusto ―protestó Josh―. Ahora en serio tienen que ser las pieles.

Lo golpeé en el brazo.

El fútbol fue genial, pero una completa paliza. Josh se las arregló para
dejarme escoger a Ramsey para mi equipo ―un movimiento deliberado,
sospechaba, desde que se suponía que fuera mi día y todo eso― y con el
gran hombre-oso de nuestra parte, fue más o menos una masacre.
Aprendimos rápido a darle la pelota a Bath y dejar que Ramsey alejara
a todos los demás del camino mientras corrían hacia la zona de
anotación. Muy pronto, estábamos ganando por cuatro touchdowns. No
fue un juego justo, sin embargo. Cada vez que me liberaba, Josh estaba
ahí para derribarme.

Algo me dijo que simplemente quería arrastrarme al pasto, y no me


importaba.

Sara estaba en el equipo de Josh, y en el siguiente pase, ella atrapó la


pelota. Me moví para derribarla, pero por supuesto, Josh estaba ahí de
nuevo, saltando encima de mí y arrastrándome al suelo antes de que
pudiera tocarla. Sus manos estaban en todas partes a medida que
rodábamos en el pasto, y me reí.

―Sabes, si querías toquetearme, podrías haber simplemente preguntado


―le dije entre respiraciones.

Me sonrió.

―Es más divertido de esta manera.

Un chillido agudo captó mi atención, y me giré para ver a Sara lanzarse


a sí misma completamente hacia Ramsey, como si su figura pequeña
pudiera derribarlo. Diría una cosa acerca de Sara, era pequeña pero
intrépida.

Era mucho más pequeña que Ramsey que él solo la atrapó en medio del
aire, se giró, y empezó a correr hacia nuestra zona de anotación con su
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pareja en sus brazos, riéndose y todavía aferrando el balón. Un
momento después, Ramsey anotó para nuestro equipo.

El banquillo ―Savannah, Lily, Ryder, y mi papá― estallaron en


carcajadas.

―Lo admitimos ―anunció Josh―. Tener a Ramsey en un equipo es como


tener a cinco jugadores extra.

—Yo gano —alardeé, rodando hacia él en el pasto.

—Sí, así es. —Sonrió hacia mí.

El deseo rodó a través de mí, y para mi sorpresa, mis garras


aparecieron. Grité mientras sentía a los folículos de vello cosquillear y
surgir a la vida, una clara señal de que estaba por cambiar. A pesar de
que había sido una mujer-puma por poco más de un mes, todavía no
tenía el control de todo. Vendría con el tiempo y no necesitaba
preocuparme por eso, pero aun así era vergonzoso.

—Parece que es momento de correr —anunció Josh

—Señor Bellavance, ¿por qué no usted, yo, Lily y Ryder vamos adentro
por un poco de café? —dijo Bath brillantemente—. Creo que los otros
quieren pasar algún momento aquí afuera con la naturaleza. —Con una
mirada conocedora hacia su compañero, dirigió a los humanos fuera del
claro, y de repente solo habíamos cambiadores.

Un olor familiar se acercó, luego Beau estaba arrodillándose a mi lado


donde estaba sentada encima de Josh, luchando por contener mis
garras hasta que los humanos se hubieran ido.

—No luches con él, Marie. Ahora es una parte natural de tu vida. Es
hora de que corras con tu clan si estás lista.

Asentí, mi garganta seca de repente. Esta sería mi primera carrera con


todo el clan, junto con algunos otros. Pánico escénico me atacó. ¿Qué si
no podía cambiar lo suficientemente rápido para ellos? ¿Qué si tenían
que estar alrededor y esperarme mientras batallaba para cambiar? Eso
sería humillante, y doloroso.

Alrededor de mí, los cambiadores empezaron a quitarse la ropa,


tirándola al piso. La ropa siempre tenía que irse primero, era tan
fácilmente destruida por las garras y los huesos desplazándose. La
última cosa que querías era convertirte en un gato y terminar
parcialmente estrangulado por tu sujetador porque no te lo quitaste
primero. Pero aun así, desnudarse frente a un grupo de extraños no era
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algo a lo que estaba acostumbrada. No me había criado en un clan de
cambiadores, donde desnudarse frente a otros era tan natural como
respirar.

Echada a un lado, observé a Sara quitarse su top y Connor estaba


ayudando a Savannah a desabotonar su vestido de maternidad. En otro
lado, los gemelos se estaban quitando sus pantalones y hablando sobre
los resultados del fútbol. Ramsey se levantaba su camiseta por encima
de su cabeza, y los otros se estaban desnudando también. Nadie estaba
prestándome ni una pizca de atención.

¿Por qué estaba tan nerviosa?

—Oye —dijo Josh, agarrándome por la cintura y girándome hacia él.


Como si pudiera leer mis pensamientos, dijo—: No pienses sobre eso,
¿está bien? Solo piensa en cambiar.

Asentí y mire hacia mis manos con garras. Terminaría rasguñándome a


mí misma si sacaba mi camiseta por encima de mi cabeza.

—¿Puedes ayudarme?

Sus ojos brillaron, como de gato.

—¿Ayudarte a desvestir? Marie, coqueteas.

—Tabarnak. Sabes a lo que me refiero. Solo hazlo —dije, riendo.

—Sí, señora. —Sus manos se deslizaron debajo de mi camiseta


pasándola sobre mi cabeza, y mantuve mi mirada en él y su hermoso
cuerpo. Mejor mirarlo a él que a los otros, no sea que tenga un ataque
de modestia y me avergüence frente a mi nuevo clan.

En cuestión de un momento estaba desprovista de todo excepto mi ropa


interior, y Josh estaba ayudándome con eso presionando pequeño
besos en mi piel mientras lo hacía. Me sonrojé, pensando en los demás
que podrían estar viéndolos, pero entonces mi cambio llegó a su punto
máximo y me olvidé de todo lo demás.

No estaba segura que cambiar en un puma alguna vez se sentiría


normal, todo mi cuerpo transformándose y realineándose, mi columna
cambiando y curvándose, mis caderas moviéndose hacia abajo e
inclinándose, mis piernas cambiando completamente sus articulaciones
como las de un felino, creciendo pelaje, garras y colmillos. Me forcé a
concentrarme en permitir que sucediera naturalmente, y para el
momento en que la transformación estuvo completa, yacía en el pasto,
jadeando, en forma completamente de puma.
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No estaba segura de cuanto había tardado, pero una mano gentil
acarició mi costado.

—¿Todo bien, nena?

Abrí mis ojos y vi la hermosa cara de Josh, siempre teñida de una poca
preocupación por mí. Todavía no había cambiado, no lo haría hasta que
estuviera seguro de que todo estaba bien conmigo. Lindo. Lamí su mano
en afirmación, luego le di un cabezazo.

—Tomaré eso como un sí —dijo con una sonrisa y empezó a quitarse su


propia ropa, pelaje surgiendo mientras lo hacía. Josh, nacido como un
cambiador, podía transformarse mucho más rápido de lo que yo podía.

Esperé, ajustándome a los olores más espesos y vividos en mi forma


cambiada. A mi alrededor podía oler a los demás, una mezcla ecléctica
de pumas, oso y lobos. No era una manada normal, sin duda. El olor de
los humanos permanecía en el pasto, pero ya se estaba haciendo viejo,
y sabía que los demás estaban adentro, seguramente tomando un café
con Bath, mientras los mantenía distraídos de lo que estaba pasando
aquí afuera.

Y luego Josh estaba lamiendo mi oreja con su cariñosa y rugosa lengua


de gato. Me puse de pie y miré hacia el clan, completamente
transformado.

El claro estaba lleno con animales. Beau y los demás Russell se habían
transformado en elegantes pumas, a pesar que los costados de
Savannah resaltaban por su embarazo. Los dos lobos estaban a una
distancia justa y la gran forma de oso de Ramsey ya estaba dirigiéndose
hacia el bosque.

Beau levantó su hocico, olfateando el aire, luego giró y caminó a


grandes zancadas hacia el bosque. Cuando los otros fueron detrás de él,
me incorporé a sus filas, con Josh a unos pocos pasos detrás de mí.
Había leído sobre los pumas antes de haber sido transformada, y a
diferencia de los lobos, no éramos animales de manadas. Era una
familia más que una manada. Era comodidad y unión.

Corrimos a través del bosque, y perdí la noción del tiempo. Mi lado


puma disfrutaba lo salvaje de correr a través del bosque, rastreando
presas y jugando con los otros gatos. Eran juegos de depredadores de
buscar y atrapar, y seguir los rastros de olor fue un desastre por los
lobos y el oso.
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Las horas pasaron, y cuando miré hacia arriba, el cielo estaba oscuro,
la luna brillando y Josh y yo estábamos en busca de un zorrillo
cercano. El humano en mí no quería atraparlo, no realmente, pero el
lado animal en mí encontraba irresistible el fuerte olor y la promesa de
una presa.

Poco tiempo después, el rastro se perdió. Cuando Josh se separó del


resto de los pumas y se dirigió hacia el bosque, lo seguí curiosa.

Corrimos solos por algún tiempo y luego se dejó caer al piso, rodando
en las hojas y maleza, su panza hacía arriba como si quisiera que se la
rascaran. Quería reírme con diversión, pero la única cosa que salió de
mi garganta fue un raro ruido gatuno. Fui sorprendida por el sonido… y
luego mi pelaje ondeó y me abracé a mí misma, mi cuerpo cambiando
lentamente de regreso a ser humano.

Largos minutos pasaron y me concentré en el cambio, centrada en el


lento y suave regreso de mis dedos y mi blanca piel desnuda. Cuando
terminé, caí en el piso y miré hacia Josh, sorprendida de ver que
también había cambiado de regreso a su forma humana.

—Creo que perdimos a nuestro zorrillo —le dije tristemente.

—Realmente no lo querías —me dijo con una sonrisa, extendiendo sus


dedos para deslizarlos por mi vientre sudoroso y pegajoso—. Piensa en
el ataque al corazón que hubiera tenido Bath si hubieras regresado a la
casa oliendo como zorrillo.

—Tienes un punto —dije y bostecé, acurrucándome más cerca hacia su


forma desnuda y sudorosa. Hojas y polvo estaban pegadas a nuestros
cuerpos, pero no me importaba. Me gustaba el olor de Josh, sudado o
limpio, para mí olía delicioso.

—Lo hiciste bien, nena. Estoy orgulloso de ti. —Se inclinó para acariciar
mi mejilla—. ¿Ahora, qué te hizo transformarte de regreso?

—No era mi intención —le dije, pasando una mano sobre sus hombros
brillantes—. Creo que aprendí de la manera dura que los pumas no
pueden reírse.

Él rio, mordisqueando mi hombro.

—No, no pueden. —Su mano cubrió mi pecho—. Ahora prefiero estar en


forma humana… por otras razones.

Giró mi pezón con su pulgar, y contuve la respiración, inmediatamente


buscando en el bosque para ver si los demás estaban cerca.
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—Nadie está aquí —me dijo Josh en una voz ronca—. Ya entraron.
Somos los únicos que siguen fuera. Querían darnos un poco de tiempo
a solas. —Y continuó acariciando mi pezón, su toque trabajándolo hasta
un punto que dolió.

Me incliné para besarlo, mordiendo su labio inferior en la forma que


sabía que le gustaba.

—Pero estamos todos sudados y cubiertos de polvo.

—Hay un arroyo cerca —me dijo, inclinándose hacia abajo para lamer
una gota de sudor en mi pecho—. Si te gusta ese tipo de cosas.

—Mmm. —Mis manos se deslizaron hacia sus pezones, rasguñándolos


en represalia—. ¿Crees que lo haremos en el arroyo?

—Tal vez sí. —Mordió mi pezón—. Tal vez no. ¿Te importa?

—De hecho no —le dije y nos rodé a ambos hasta que quedo debajo de
mí, y estuve sentada encima de él, montándolo a horcajadas. Su pene
estaba atrapado entre mis muslos, una caliente longitud de promesa—.
Encuentro que me importa menos y menos con cada minuto que pasa.

—A mí también —dijo con una sonrisa.

Y así “no nos importó” por varias horas durante la noche y seguimos
hasta la mañana.

Y eso estaba perfecto para ambos.


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Wanted: Wild
Thing
Ryder esconde un oscuro secreto de sus
compañeros de trabajo en Midnight Liaisons.
Cada vez que ella se siente atraída
sexualmente por un hombre, su lado dragón
se abre paso. ¡No es exactamente atractivo!
Pero tiene que perder su virginidad antes de
su vigésimo quinto cumpleaños, o se
convertirá en un dragón para siempre.

¿Su solución? El gran y fornido Hugh, el


guardián designado de su castidad. Él es
claramente caliente para ella, pero tiene
razones poderosas para resistirse a Ryder.
¿Puede la tentación (y el amor) posiblemente
encontrar un camino entre estos dos?
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Jessica Sims

Jessica Sims vive en Texas. No le gusta escribir bibliografías, así que


indudablemente algo bueno vendrá después, cuando realmente piense
en algo interesante que escribir. Tiene algunos gatos, pero, ¿qué escritor
no los tiene? Juega videojuegos y confiesa que lee historietas. Y le gusta
escribir, pero eso es bastante obvio.

Está representada por Holly Root en la Agencia Literaria Waxman.


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Agradecimientos
Moderadoras
LizC y Mari NC

Staff de Traducción
âmenoire90 Flochi Magdys83

Aniiuus Helen1 Mari NC

areli97 Jane' Rihano

Becca Herondale Jessy Shilo

BookLover;3 Liseth Johanna Vanehz

Crazy_mofos168 LizC Verae

Staff de Corrección
aniiuus flochi Mari NC

Debs Ilusi20 Nanis

Dianna K Itorres Nony_mo

Recopilación y Revisión Diseño


Mari NC PaulaMayfair
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