Você está na página 1de 3

De fútbol y política: un comentario personal

Por Francisco Gabriel Ruiz Sosa

Se cree que el fútbol es una realidad insoslayable de la política. ¡Completamente falso!


Maradona ya nos lo ha dicho, la política siempre mete sus narices en el fútbol y
lamentablemente lo seguirá haciendo. Como primer botón de muestra, en el Mundial del
86, el gobierno no quería a Bilardo y llamó a Maradona para informarle que lo destituirían
de la dirección técnica, pero Maradona amenazó con irse también si quitaban a Bilardo.
Ahora todos los argentinos recuerdan con mucho cariño a Bilardo y a su innovación táctica
en el Mundial del 86: el sistema 3-5-2.

Creo que muchos de nosotros hemos leído sobre dictadura y fútbol. El caso más sonado es
el de Argentina 78. Jorge Rafael Videla utilizó el fútbol como plataforma política de su
“buen” gobierno. A sabiendas de que en Argentina el fútbol es una religión. Sabemos que
Videla instrumentalizó el fútbol para decirle al mundo que en Argentina todo estaba bien.
Ahora sabemos que todo era humo y espejos, porque la Argentina estaba siendo detenida,
torturada y asesinada.

En este mismo sentido de la instrumentalización del fútbol, Havelange el corrupto


expresidente de la FIFA abusó de la figura de Pelé para ganar poder político. Havelange se
aprovechó de la deuda que tenía Pelé de 471 mil reales que le debía al Banco do Brasil, y se
sirvió de la figura del futbolista para ganar la presidencia de la FIFA y contratos
millonarios con Adidas y Coca Cola. Quienes más daño le han hecho al fútbol son
precisamente los que no tienen idea qué es y qué representa este deporte. Lo que sí saben es
cómo explotar una mina de oro.

Por otro lado, se ha cuestionado el triunfo de Argentina sobre Perú en el Mundial del 78,
triunfo que le dio a la albiceleste el pase a la final de dicho torneo. Argentina necesitaba 4
goles para estar en la final, hizo seis goles. Esto produjo una polémica muy intensa, a tal
grado que fue desmentida por los mismos jugadores argentinos que ganaron la Copa del
Mundo en 1978, al respecto Mario Kempes argumentó que ganaron la Copa con la jersey
de la Argentina y no con uniformes militares. Al quite salió también el jugador peruano
Rodulfo Manzo en 1979, quien desmintió el supuesto soborno de 250.000 dólares. El
periodista argentino Andrés Burgo dice que lo que no se había publicado era que el
resultado abultado de los seis goles se debiera a un pacto entre gobiernos militares. Esto se
publicó en The Sunday Times, el mismo día en que Argentina disputó el partido del siglo el
22 de junio de 1986. La acusación del Sunday Times era doble: también se añadía que
varios futbolistas argentinos contravinieron las reglas del antidoping, pues absorbieron
fuertes dosis de anfetaminas. Señala Andrés Burgo que el escrito provenía de Buenos Aires,
de la pluma de la periodista argentina María Luisa Avignolo, quien debió recluirse unos
días en Uruguay. En 2016, Andrés Burgo señala que 35 años después no existen pruebas
definitivas del supuesto soborno o fraude.

Esta fecha 22 de junio de 1986 también es una prueba fehaciente de la injerencia de la


política en el fútbol. Bilardo quería hacer un lado el tema de las Malvinas, además de que él
no se declaraba un político, pero a los futbolistas argentinos les llovían los títulos de los
periódicos sensacionalistas. Los jugadores argentinos ya estaban hasta el gorro con el
asunto de las Malvinas, era lo único que les preguntaban los periodistas en México 86. Pero
la realidad era evidente: Política y fútbol no se pueden separar. Incluso desde el Senado, el
diputado Alberto Brito Lima pidió por escrito al canciller Dante Caputo el regreso
inmediato de los jugadores argentinos desde México. Porque no iban a mantener relaciones
comerciales ni deportivas con una nación que tenga una actitud beligerante contra
Argentina. Aunque los jugadores argentinos querían separar la cuestión política de la
deportiva, era imposible, ellos mismos declararon que lo de las Malvinas se sentía y de
alguna manera pensaban en el hijo de alguien, en el familiar de alguien que murió en esa
guerra. A unos días del partido contra los ingleses, Batista y Pumpido se sinceraron: Batista
dijo: “queremos ganarle a Inglaterra por el fútbol y por todo lo demás”, por su parte
Pumpido dijo: “Ganarles a los ingleses será una doble satisfacción por todo lo que pasó en
Malvinas”.

Dejando de lado la situación específica del fútbol argentino, quiero ahora detenerme a
pensar un poco en el caso de nuestro país. De entrada, una cosa debe quedarnos clara, el
fútbol es un reflejo de nuestra sociedad. Está inmerso en ella y no puede escapar a sus
circunstancias políticas. La estrategia política y nuestra ciega memoria histórica son la
operación perfecta para no darnos cuenta. Pienso por ejemplo en la devaluación del peso en
el gobierno de Adolfo López Mateos, la estrategia: devaluar el peso el día sábado para que
nadie fuera con sus ahorros a los bancos. Baste esto como ejemplo de la estrategia política,
¿y el asunto de nuestra memoria histórica? Los nahuas tenían conciencia de su memoria
histórica, pero ¿y nosotros?

Se aproximan las elecciones en México a un día de que la selección nacional se enfrente a


Brasil. De ambas tengo dos recuerdos que se repiten: Primero, los juegos de Brasil contra
México a finales de los 90, de diez juegos el Tri a lo mejor ganaba uno. Después tuvo su
temporada de que ya le podía ganar a Brasil, aunque sea por un gol, pero se le empezó a
faltar el respeto, y no dudo que muchos sientan esa confianza en derrotar a Brasil por esos
triunfos. Pero esa temporada también pasó. Los resultados más recientes favorecen a Brasil,
que la televisión muestre lo que en Londres sucedió tiene la tramposa intención de ilusionar
al país. Es peligroso comprar esa ilusión, porque la desilusión viene una y otra vez con
mayor peso, pero como que se nos olvida, porque en cada Mundial volvemos a creer en el
campeonato mundial. Ya es un trauma aspirar al quinto partido. Si somos un reflejo de
nuestra sociedad y de nuestra situación política no esperemos ser campeones mundiales
legítimos. Primero tendríamos que ser campeones en estos contextos para pasar a serlo en
otros. Primero hay que serlo en los decisivos. Si decimos una y otra vez que México es uno
de los países más corruptos del mundo no olvidemos que la corrupción no es sólo un asunto
interno, los mismos organismos internacionales lo fomentan y lo tienen por regla, a cambio
de préstamos y privilegios económicos los gobernantes venden el país al mejor postor. Los
que están en el poder piensan que así todos vivimos mejor, así que ellos esperan de
nosotros que nos hermanemos con ellos puesto que a su sentir es lo que más le conviene al
país, nuestra pobreza para su riqueza. ¡De ninguna manera! Ya no aceptemos más tratados
internacionales de comercio ni modelos educativos que responden a los intereses de esos
organismos, que ya no venga el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la
OCDE a decirnos cómo tenemos que vivir y educarnos. Ahora posiblemente la gran
mayoría de mexicanos queramos que México le gane a Brasil, tengamos antes conciencia
de que los pronósticos indican que Brasil tiene un 83% de probabilidad de ganar y que
México un 17%. Ya sé que el fútbol es caprichoso y le puede decir a Brasil que no, y a
México que sí. Pero seamos conscientes de nuestra situación.

Segundo, que la democracia en nuestro país es inexistente. En el pregrado leí que un


candidato había ganado las votaciones, pero que le aplicaron la frase: “El que no tranza no
avanza”. Obviamente el ganador “por democracia” no ocupó la silla presidencial, porque el
partido que tomó la revolución “como motivo de su ser”, la había tomado de dientes para
afuera y puso a quien quiso en la presidencia. En este mismo tenor, Plutarco Elías Calles,
presidente de México en 1924-1928 colocó durante el Maximato (1928-1934) a Emilio
Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo Rodríguez con la intención de extender su
mandato. Durante este periodo el Jefe Máximo tuvo el control del país. Hasta que en la
madrugada de 1936, en pijama, fue expulsado del país por Lázaro Cárdenas, el mejor
presidente de México según el Che Guevara, y creo que muchos coincidimos con el
revolucionario argentino. Ahora tenemos negociantes por presidentes, por ejemplo, dice el
Subcomandante Marcos que Calderón hizo un negocio gordo con Estados Unidos en la
venta de armas en su guerra contra el narco. Estados Unidos les vende armas al ejército y al
narco, los beneficiados son el expresidente de México y los norteamericanos. Los jodidos,
nosotros los mexicanos.

Queda de nosotros si haremos oídos sordos o si luego olvidaremos si hubo una tranza más
el 1 de julio de 2018. Al menos ya no somos tan ingenuos: cuando escuchamos hablar a un
político detectamos en su misma entonación, en el ritmo en como dice las palabras, en su
lenguaje corporal (obsérvese la postura de sus brazos) su falsedad, nos dice en ese lenguaje
artificial que seguramente no tiene ni de idea de lo que significa lo que dice y que lo que
promete no tiene porqué cumplirlo pero se lo tenemos que creer. El chiste es prometer
imposibles y argumentar ad hominem, en lugar de proponer posibles mejoras para la
condición de vida de los mexicanos. En nuestro país nos da risa y nos divierte la ignorancia
de nuestros gobernantes, pero tengamos cuidado, porque como dice Solón: “Si aplaudimos
estas cosas en broma, pronto nos veremos reverenciándolas en serio”.

Você também pode gostar