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4 – Junio 2012
María Alicia Vinent – La histeria en la adolescencia
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LA HISTERIA EN LA ADOLESCENCIA
hacia los hombres parece propia de sexualidad genital, la demanda es de ser deseada
desde una vinculación infantil, como búsqueda de amor y reconocimiento (Aulagnier,
1991).
Un aspecto importante de este vínculo primitivo es que haya podido vivenciar
un interjuego madre-niño y padre-niño, como experiencia de aprendizaje no
enigmático. Si sólo existe una función cuidadora dadora, sin intercambio, el niño no
desarrolla su respuesta singular y queda en recepción pasiva, sin lugar propio
(Pelento, 1988).
El no sentirse deseada por la madre genera la sensación de no ser nunca
suficiente. La defensa histérica habitual es disociar el deseo y establecer vínculos en los
que ocupa el lugar de la madre insatisfecha: la respuesta nunca es suficiente. La
persona que acepta su seducción entendiéndola, en lo manifiesto, como provocación
sexual, dará una respuesta directa, sin advertir la diferencia de pedido. La seducción es
una búsqueda de amor, la dependencia es voraz, debe ser deseada la niña y se debe
lograr hacer gozar a la mujer, como reparación a la madre que no goza.
En la adolescencia, los cambios corporales hacia la genitalidad producen
sensaciones que activan las impresiones pregenitales. Esta situación adulto/infantil
pone en situación similar a la de la dramática histérica. Los cambios corporales y los
pasos del desarrollo de atributos de género promueven mucha inseguridad. Todo esto
facilita que se actúe con defensas de tipo histérico y se presenten manifestaciones
similares. Además, la ambivalencia es muy grande: lo que desea es tentador y espanta.
Es necesario todo un proceso progresivo que, en su camino, debe lidiar con la
activación de componentes pregenitales. Hasta completar la integración y lograr la
conformación definitiva, el adolescente se ve sumergido en muchas situaciones que le
llevan a desarrollar comportamientos histéricos, como parte de su evolución.
También en la adolescencia se dramatiza intensamente la dialéctica
dependencia/independencia. Llegar a comprender la diferencia entre independencia y
autonomía requiere un largo proceso, que compromete aspectos de renuncia y duelo
por ideales imposibles y por limitaciones. Este proceso se desarrolla de modo muy
versátil, con momentos fugazmente intensos, también semejantes al comportamiento
Narcisismo
Cada vez es más frecuente referirse a la histeria como patología narcisista. Pero es un
narcisismo que no se independiza de lo que piensan los demás, ya que requiere
confirmación constante (Aryan, 1985; Mâle, 1974; Ramos Mello y Velasco Martínez,
1997).
En la adolescencia también se produce un auge narcisista, con turbulencia. Para
poder combinar oposición y ser valorado, se mantiene la oposición a familia y
autoridad y se busca la aprobación de los grupos de pares. Se cumplen sus expectativas
y se asumen los mismos líderes. Se proyectan en ellos los ideales, lo cual permite
proyectar también la exigencia de cumplirlos. La identificación permite sentirse ideal y
la proyección evitar cumplirlo. Por eso gradualmente pueden ir aceptando ciertas
limitaciones mientras exista un líder ideal que pueda tenerlo todo. Es más fácil para el
adolescente sentir no puedo que aceptar que no se puede. Así como al finalizar la etapa
infantil, el yo-ideal permitió renunciar al narcisismo, en la primera parte de la
adolescencia tener estos líderes o personajes ideales permite entregarles el narcisismo,
mantener la posibilidad de omnipotencia.
En todos estos temas también queda poco margen entre normalidad y
patologías. Es necesario seguir la evolución. Como ya decía Freud, es más importante
la movilidad de la sintomatología que la gravedad del síntoma. De todos modos, en
esta época social que estimula el individualismo, mantenerse en él resulta aceptable y
oponerse a los demás es considerado un valor. Esta situación es un obstáculo para la
salida del narcisismo hacia la verdadera socialización. Se reúnen en grupos que
mantienen un individualismo de conjunto. Cuando sólo se alcanzan estos objetivos
esta postura se mantiene y la adolescencia no termina, continua aún en edades de
adultez.
El final de la adolescencia requiere otra evolución. Al tratarse de una nueva
etapa de individuación con reactivación de todos los aspectos primitivos que quedaron
pendientes, nuevamente el ambiente tiene una influencia crucial. “El padre no debe
abdicar hasta el fin de la adolescencia” (Winnicott, 1949).
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El entorno actual
psiquismo latente. El superyó no se va modulando a través del vínculo objetal sino que
se mantiene la crueldad arcaica. Además, al sentir injusto odiar o tener sentimientos
de rabia por los objetos gratificantes, se refuerza la sensación de maldad interior.
Facilitar el logro excesivamente es alejarse del desarrollo de habilidades. Lo que
se obtiene se recibe, no se logra, ni produce satisfacción, ni permite salir de modo
adecuado de la fase depresiva. No se repara y se mantienen objetos dañados
internalizados.
Oponerse antes de comprender y reflexionar mantiene en la disociación y en la
proyección. La infancia sin autoridad ni jerarquía resulta caótica y desprotegida:
aumenta la sensación de abandono.
Todos estos aspectos no permiten crecer ni seguir evoluciones adecuadas. La
experiencia no deriva en aprendizaje, se mantienen ansiedades e impulsos sin resolver
y los comportamientos son ineficaces e inadaptados. En estas condiciones está
ocurriendo que no se implanta el periodo de latencia y queda sin desarrollarse su
sentido de culturalización y de estabilidad del self. Durante el periodo escolar se culpa
al educador de los fracasos y se mantiene la situación nociva de la primera infancia.
Una defensa frecuente es intentar calmar las ansiedades con ingesta continua. Pero la
frustración persiste.
Al alcanzar la pubertad no se han logrado los afianzamientos latentes, ni la
estabilidad del self. No se ha logrado suficiente autonomía sino que se continúa en
importante dependencia familiar. Durante la latencia el niño percibe que su
desempeño escolar no muestra correspondencia con la tolerancia e idealización
familiar. Comienza a dudar de sí mismo y sentir que debe escapar y no mostrar su
interior. Todo se banaliza y pierde significado y el fracaso se repite una y otra vez. Se
hace difícil resolver la ambigüedad puberal normal. Se instala la adolescencia con
nuevas exigencias y reactivación de lo temprano no elaborado. El self no ha logrado
recursos para resolver. La adolescencia entonces se prolonga más allá de alcanzar la
edad adulta.
En estos casos, más allá de patologías más graves, las defensas histéricas
permiten paliar la situación de modo bastante efectivo. La histeria es la neurosis que
mejor impide el acceso a la consciencia de los aspectos penosos. Se vive como si todo
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El malentendido
seducción y me mostraba cuánto sabía y cuánto la ayudaba. Fue difícil salir de esta
complejidad tan seductora. Cualquier intervención que pudiera romper nuestro idilio
era recibida con llantos silenciosos. Se instalaba poco a poco una típica situación de
impotencia y frustración.
Volver a conectar con el vacío y la sensación de insuficiencia fue doloroso, pero
ya había logrado estabilizar su self y tenía más recursos. Llevó tiempo lograr tolerar las
limitaciones y la inexistencia de los ideales. La realidad desidealizada la
desesperanzaba y la enfadaba. Varias veces surgió la idea de dejar el tratamiento
porque no valía la pena hacerlo.
Pero pudimos salir adelante y fue posible desarrollar un buen proceso
terapéutico. Fue mejorando sus relaciones familiares, especialmente con su madre.
Pudo cambiar su rol de princesita y comenzó a aceptar sus verdaderos deseos. Tuvo un
buen desarrollo cultural y comenzó a desenvolverse apropiadamente. Pudo lograr
independizarse cada vez más de su rol familiar, pero conservando su convivencia de
modo adecuado. Finalmente fue posible establecer un vínculo más armónico, sin
malentendidos. Esta mejoría se manifestó también en su vida de relación.
Conclusión
Referencias bibliográfícas
Blos, P. (1970), Los comienzos de la adolescencia, trad. Ricardo Monti, Buenos Aires,
Amorrortu, 1986.
Freud, S. (1893), Estudios sobre la histeria, en Obras Completas, III, trad. José Luis
Etcheverry, Buenos Aires, Amorrortu, 1981.
—(1921), Psicología de las masas y análisis del yo, en Obras Completas, XVIII, trad.
José Luis Etcheverry, Buenos Aires, Amorrortu, 1979.
—(1923), El yo y el ello, en Obras Completas, XIX, trad. José Luis Etcheverry, Buenos
Aires, Amorrortu, 1979.
—(1940 [1938]), Esquema del psicoanálisis, en Obras Completas, XXIII, trad. José
Luis Etcheverry, Buenos Aires, Amorrortu, 1980.
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Mâle, P. (1974), La crisis juvenil, trad. Luis Prensa, Madrid, Tecnipublicaciones, 1986.
Ramos Mello, G.A. y Velasco Martínez, V.C. (2008), “(Tantos) estudios sobre la
histeria”, Revista de Psicoanálisis, Asociación Psicoanalítica Argentina, LXV, nº 2, pp.
307-332.
Resumen
En este artículo se consideran los aspectos del funcionamiento histérico, más allá de su
localización nosológica. Especialmente se describen las temáticas comunes con las de
la adolescencia normal; porque parte del proceso adolescente utiliza mecanismos
histéricos defensivos a lo largo de su evolución normal. Aunque es difícil establecer un
diagnóstico entre lo normal y lo patológico, se intenta señalar, en todos los aspectos
considerados, qué corresponde a cada uno de los temas. Se hace hincapié en las
características del vínculo histérico, en su funcionamiento específico de seducción-
frustración. Se resalta la importancia terapéutica de comprender que este vínculo
responde a un comportamiento manifiesto. No es posible dar una respuesta adecuada
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Resum
En aquest treball es consideren els aspectes del funcionament histèric, mes enllà del
seu lloc nosològic. Especialment es descriuen les temàtiques comuns a l'adolescència
normal, perquè part del procés adolescent, fa ús de mecanismes defensius histèrics al
llarg de la seva evolució normal. Encara que és difícil establir un diagnòstic entre allò
normal i patològic, es fa l'intent d’assenyalar, en tots els aspectes considerats, què
correspon a cadascun dels dos temes. Es posa l'accent en les característiques del vincle
histèric, en el seu funcionament específic de seducció—frustració. Es ressalta la
importància terapèutica d'entendre que aquest vincle és només un comportament
manifest. No és possible donar una resposta adequada des de l'apassionament
dramàtic que produeix. Abans de aproximar-se al treball psicoanalític dels continguts
latents, es fa imprescindible posar en clar el malentès. Aquest malentès és producte
d'una demanda que es realitza mitjançant una seducció equívoca: la demanda la fa la
nena i el comportament sembla adult. L’interpretació d'aquest malentès fa possible
arribar a desenvolupar les representacions preconscients d'aspectes d'oralitat
primitiva. Aquestes continguts són propis de la realitat maternal primària i de la
immaduresa de les instàncies ideals.
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Resumo
Palavras chave: laço mãe, oralidade voraz, idealização do self, rogativa equívoca, mal
entendido
Abstract
This paper examines some aspects of hysterical functioning, beyond its nosological
placement. It considers issues that are common to normal adolescence, as part of the
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