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M a r th a E v a R o c h a Islas
C pjección D ivulgación
BIBLIOTECA C O T R A L
i / , ü . A. Ivi.
2 o
y ____ ^
ISBN-968-6068-03-1
Indice
Agradecim ientos 7
Introducción 9
Epílogo 121
Bibliografía 143
Apéndice 151
Para A rtu ro V aldez
Agradecim ientos
12
Tras la previa inform ación bibliográfica pasé a la consulta
de fuentes docum entales, siendo de particular interés el
archivo de la Secretaría de la Defensa Nacional, en sus ramos
Cancelados e H istórico, en donde consulté los expedientes
personales de exjefes villistas, incluyendo el del propio F ran
cisco Villa; los expedientes de los estados de Chihuahua,
Coahuila y Durango de 1910 a 1920 (territorio netam ente
villista); el Archivo General de la Nación en su ramo Presi
dentes: Obregón Calles; varios volúm enes del Archivo del
Patronato de la Historia de Sonora, sobre todo los relacio
nados con el periódico villista Vida Nueva; la colección de
docum entos de Silvestre Terrazas, que se encuentra en la
Biblioteca Bancroft; los Archivos Nacionales de W ashington,
sólo en lo relativo al D epartam ento de Inteligencia; docu
m entos relacionados con Ignacio E nríquez y Francisco Mur-
guía, y finalm ente el archivo particular del general Ignacio
C. E nríquez, cuya riqueza docum ental fue determ inante
para la realización de este libro.
Dicho archivo perm anece sin catalogación; sin embargo
está organizado cronológicam ente en carpetas en las que se
encuentran docum entos que abarcan de 1915 a 1924. Fue
revisada la parte correspondiente a 1915 -1 9 2 0 . en la que se
incluyen docum entos oficiales, desde su nom bram iento de
gobernador provisional del estado, oficial m ayor de la Se
cretaría de Guerra y Marina, jefe de las Defensas Sociales y
Fuerzas Auxiliares de Caballería, hasta su candidatura y
nom bram iento de gobernador constitucional del estado de
Chihuahua en el período 1920—1924, bajo la presidencia de
Alvaro Obregón. Tam bién se consultó ahí la corresponden
cia de la jefatura de las Defensas Sociales cuando estaba al
frente de ellas el general Silvino M. García: docum entación
que abarca de febrero a junio de 1919 y que contiene la
inform ación de fundación, m anejo y actividades de estas
organizaciones, así como la correspondencia telegráfica de
los jefes de las Defensas Sociales al cuartel general de las
mismas.
Increm entaron esta riqueza docum ental los testim onios
orales, fuente histórica que nos perm ite recuperar aspectos
de la vida cotidiana de los protagonistas y cuya espontanei
dad y frescura en su narración sólo es posible captar me
13
diante la entrevista, perm itiéndonos tam bién confrontar y
com plem entar inform ación no consignada en docum entos.
A este respecto, se consideraron las entrevistas realizadas a
villistas que, ante las circunstancias del m om ento, se integra
ron al constitucionalism o. El poder interrogar a estos hom
bres que conform aron la base social del villismo y tratar de
com prender las m otivaciones que los decidieron a incorpo
rarse a las Defensas Sociales, tuvr sin duda un valor funda
m ental en la investigación.
El libro está dividido en tres partes. La prim era ubica las
características socioeconómicas y la organización política
del estado de Chihuahua, previas al m ovim iento arm ado de
1910, poniendo énfasis en el papel que jugaron las fuerzas
represivas estatales com o sostén del sistema porfirista: la
segunda se centra en el estudio de la Revolución en el esta
do, haciendo hincapié en la génesis del m ovim iento villista,
el surgim iento y el apogeo de la División del Norte de 1913
a 1915; y la tercera parte, sin duda la espina dorsal del tra
bajo, ubica a las Defensas Sociales en su relación con el vi
llismo en el período 1916—1920, las características, los inte
grantes y la vinculación con el Estado; el papel desem peñado
por Ignacio Enríquez como gobernador, frente al caudillo
Pancho Villa. Finalm ente, a m anera de epílogo, se examina
cómo las Defensas Sociales y Fuerzas Auxiliares del estado
de Chihuahua enfrentan a los campesinos, hasta que el go
bierno les otorga legalidad com o Guardias Municipales en
1922.*
*La ley del 14 de agosto de 1922 dio organización legal a las De
fensas Sociales. T o d o s los ciu dada no s hábiles estaban obligados a ser
vir en las Guardias, d e b ie n d o ejecutarse, p o r elección, la designación
de jefes.
14
Panorama económ ico—político del estado de Chihuahua en
vísperas de la Revolución
El m ovim iento arm ado que dio principio en 1910 fue una
expresión aguda de los sistemas de poder existentes: el Es
tado porfirista pierde legitimidad y consenso; sus órganos
represivos se ven rebasados, y-las contradicciones al interior
de las clases dom inantes se m anifiestan abiertam ente. De
esta m anera, siendo el país preponderantem ente rural, el
problem a de la propiedad de la tierra fue el más im portante
entre los que lo desencadenaron; si bien este m ovim iento en
una prim era e ta p a ,1 la m aderista, se significó como el mo
vimiento político liberal que veía a la democracia como al
ternativa de cambio.
La form ación de vastos latifundios en el país tuvo su ori
gen en la época colonial; en la Reform a, las leyes de desa
m ortización pusieron al alcance de un núm ero reducido de
propietarios, grandes extensiones de terreno;pero es durante
el porfirism o que el problem a se agudizó debido a la expro
piación violenta de tierras comunales y pequeñas propieda
des, dando lugar a que campesinos sin tierra fueran explota
dos por los terratenientes.
Es indudable que el proyecto político de Díaz iba enca
m inado a lograr el desarrollo económ ico nacional; hacer de
México un país m oderno y capitalista, fundado en la pro
m oción de la inversión extranjera que en esa época superó
considerablem ente a la inversión m exicana.2 Con ello, los
extranjeros —ingleses y norteam ericanos principalm ente—
afirm aron su posición privilegiada a través de la protección
oficial y de num erosas concesiones para la extracción de
m aterias primas, productos agropecuarios, construcción
de ferrocarriles, etcétera.
15
El D ecreto sobre Colonización y Compañías Deslindado-
ras del 15 de diciembre de 1883, prom ulgado por el presi
dente Manuel González, y la Ley sobre ocupación v enaje
nación de terrenos baldíos d e l'lo . de julio de 1894, dé Por
firio Díaz, aceleraron el proceso de despojo.3 El prim ero,
en su artículo tercero estipulaba que los inmigrantes extran
jeros y los habitantes de la República podían obtener terre
nos baldíos so pretexto de poblarlos; además, se autorizaba
la creación de com pañías para la m edición, deslinde, lotifi-
cación, avalúo y descripción de tierras; por ello las com pa
ñías recibían en pago hasta la tercera parte del terreno des
lindado, m ientras que las dos terceras partes restantes
podían adquirirlas a muy bajo precio. Acerca de ellas,
algunos autores afirm an4 que fueron la forma organizada y
oficial de despojo que arruinó a la pequeña propiedad.
El proceso de concentración de la propiedad de la tierra
en el norte conform a especificidades que la distinguen de la
región c e n tro -s u r del país. En efecto, ya desde el período
colonial el norte de México había perm anecido al margen
de la evolución del centro. La tierra no era adecuada para la
agricultura; al norte los pobladores sólo llegaban a las
regiones mineras y sus alrededores.5
El establecim iento de colonias m ilitares6 en la nueva
línea fronteriza con los Estados Unidos, en 1848, como de
fensa contra las constantes incursiones de grupos de indí
genas nóm adas, llamados apaches, no increm entó m ayor
m ente la población, aunque promovió la colonización. Estas
circunstancias contribuyen al predom inio de grandes latifun-
16
dios en el norte; “ los pocos pueblos indígenas libres que sir
vieron de contrapeso eran de tribus agrícolas, de las cuales la
más im portante era la de los yaquis de Sonora” .7
Particularm ente en el estado de C hihuahua la concentra
ción de la tierra fue m uy intensa; para 1880 existían en el
estado dos grandes latifundios, el de Pablo M artínez del Río,
que tuvo sus orígenes en la época colonial y que para 1860
gran parte había pasado a poder de Terrazas y H. Müller, y
el del propio Luis Terrazas, que se sitúa en la época de la
Reform a y que siguió increm entándose a expensas de ha
ciendas d e -m en o r tam año, alcanzando una dimensión de
algunos millones de hectáreas y creando así una de las
m ayores fortunas de la República Mexicana. Hacia 1900
existían en Chihuahua 158 haciendas y 274 ranchos regis
trados;8 y en 1910 aproxim adam ente dos quintas partes
del territorio chihuahuense estaban en m anos de quince
propietarios.9 Los latifundios incluían principalm ente la
cim ien to de colonias m ilitares en la nueva lín ea divisoria con los Esta
dos U n ido s de América. C o nsid erand o la necesidad de d e fe n d e r a los
estad os fron teriz os, se establecerán colonias m ilitares qu e d ep end erán
del g ob iern o general. C u a n d o la colonia h ay a p ro gresad o , de suerte
q u e sus h a b ita n te s p u e d a n form ar un p u e b lo , lo p o n d rá if en c o n o ci
m ie n to del g o b e rn a d o r del estado respectivo, p ara qu e a su vez lo
solicite al su p rem o g ob iern o. Los co lo n o s disfrutarán t o d o s los privile
gios y ex encio nes q u e las leyes les co n c e d e n . A cada colonia se le ad ju
dicará u n te r re n o de o c h o sitios de g anad o m a y o r para q u e sea c ulti
vado e n tr e los vecinos q ue la integran. U n a fu erza a rm ad a se encargará
de la d efensa de la colonia. Las colonias llevarán el n o m b r e del lugar
en q u e se establezcan Cfr. Francisco d e la Maza. C ódigo de C o lo n iza
ció n y terrenos baldíos d e la R e p ú b lic a M exicana, México, Secretaría
de F o m e n t o , 1893. pp. 4 0 0 —406.
18
y el alzam iento de Tom óchic, cuya población a fines de
1888 había em pezado a perder toda una serie de tierras
com unales declaradas como baldías y adjudicadas en parte
por la com pañía L im antour;12 el pueblo estaba descontento
por la imposición del jefe seccional Juan Ignacio Chávez:
tras un m atiz religioso se ocultaban causas económ ico—po
lític a s13 que desencadenaron una sangrienta lucha: fuerzas
rurales estatales y el ejército federal pusieron sitio a la po
blación, la cual resistió en forma heroica durante dos meses
hasta que finalm ente fue aniquilada. Fue sin embargo para
la dictadura porfirista un claro ejem plo de resistencia cam
pesina. M ovimientos más ambiciosos, cuya finalidad era el
derrocam iento de D ía z ,14 se presentaron en Santo Tomás y
en Palomas en 1893. Sin embargo, todos estos brotes rebel
des fueron fundam entalm ente localistas; no hubo en ellos
un apoyo decidido de otros sectores de la población. En esta
época se genera en el N orte la aparición de una clase media
agrícola, la cual fue en aum ento debido a la transform ación
19
de la región fronteriza: desarrollo de la m inería, de los fe
rrocarriles y de ciertas industrias locales.15
En Chihuahua, que contaba con grandes extensiones de
tierra no siempre buena para la agricultura—, la m ano de
obra escaseaba, por lo que las parcelas alquiladas eran
de mayores dimensiones y los arrendatarios estaban en po
sibilidades de obtener más que la mera subsistencia; además
de que trabajaban tres o cuatro meses al año en el campo y
el resto se alquilaban en las minas o emigraban a los Estados
U nidos.16 Paralelam ente estaba creciendo la clase obrera, en
particular por la construcción de las vías férreas donde se
percibían salarios más altos que los de las haciendas.
El núcleo más num eroso de trabajadores norteños fueron
los vaqueros en las haciendas ganaderas, cuya situación era
más favorable en relación al resto de los trabajadores del
país. Su salario en 1902 fluctuaba entre siete y ocho pesos
j, mensuales, más alimentos, y además m uchos de ellos tenían
ganado propio en tierras de la hacienda.17
Los peones endeudados, al iniciar el siglo habían casi desa
parecido en el estado debido a una serie de factores favora
bles a los trabajadores: por una parte “ el trabajo en las m i
nas, un creciente núm ero de hilanderías de algodón o la
migración a los Estados Unidos, ofrecían oportunidades que
debilitaron la estructura de la servidumbre por deudas e
increm entaba la movilidad de la fuerza de trabajo” .18
Estas circunstancias obligaron a los terratenientes a reem
plazar el trabajo acasillado por contratos de aparcería con
salarios más elevados. Mientras que en el centro del país, los
m edieros pagaban a la hacienda casi dos terceras partes de
la cosecha, en el N orte pagaban un tercio o la m itad.19
16 Ib id e m , p. 62.
17 Ib id e m , p. 59.
20
La estructura de poder im perante en el porfirism o tendió
a frenar los levantam ientos campesinos y en general a repri
mir los m ovim ientos de descontento contra el régimen. La
idea rectora del porfirism o, acorde con el liberalismo deci
m onónico, fue la de progreso; para lograrlo se requería de
“ paz” y una estabilidad que garantizara el inversionismo
tanto extranjero como nacional. Pretendía “justificar el
privilegio de la riqueza, para que de su libré juego surgiese
un país poderoso, y señalar la urgencia de un régimen polí
tico dictatorial y autoritario que pudiera llevar a térm ino la
gran obra de unificación nacional de que precisaba Mé
xico.20
Para tales fines el aparato político quedó estructurado de
la siguiente forma: en los estados, el p o d e rlo ejercerían los
gobernadores; en los diferentes distritos, jefes políticos
nom brados por éstos y confirm ados en sus puestos por el
presidente; todo ello bajo una estructura piramidal absoluta,
controlada desde el centro por Porfirio Díaz. Para sustentarse
en el poder, el ejército jugó un papel prim ordial. Díaz —que
procedía de ese e jé rc ito - se esforzaba por asegurarse el
apoyo de generales y oficiales de alta graduación; así, divi
dió al país m ilitarm ente en diez zonas, tres comandancias y
catorce jefaturas que debían evitar el brote de cualquier agi
tación política; Chihuahua quedó com prendida dentro de la
Segunda Zona Militar. En el campo el jefe político contaba
con los rurales para m antener el “ orden y la paz” ;21 fueron
ellos quienes representaron la autoridad de Díaz en el cam
po. Los rurales provenían de las filas de desempleados, o
bien eran convictos por crím enes civiles o militares que en
nom bre del orden y de la ley actuaban con increíble bruta
lidad; sus abusos, aun siendo descubiertos, perm anecían im
punes. Díaz impuso una sola condición a la policía rural:
21
ilim itada lealtad; y contaba con ella aún en 1910 y 1911,
cuando su régimen se.derrum baba :22
Los rurales desem peñaron un papel fundam ental en la
pacificación del cam po m exicano, contribuyendo al propó
sito del porfirism o de m ostrar al m undo la estabilidad del
país y su m archa armoniosa.
En los distintos estados de la República, el control p olí
tico era apoyado po r fuerzas policíacas estatales: urbanas y
rurales, encargadas de sofocar cualquier levantam iento, así
como por las denom inadas “ guardias blancas” , al servicio de
intereses privados. Las empresas ferrocarrileras, m ineras y
agrícolas estaban autorizadas para tener su propia policía.
En Chihuahua el orden era controlado por las Fuerzas de
Seguridad Pública tam bién llamadas Cuerpos de Gendarmes
del Estado, que en núm ero aproxim ado de 200 hom bres
dependían directam ente del gobernador y eran pagadas con
presupuesto del estado; tenían a su cargo m antener la “ paz
pública” . En 1895 se creó la policía rural en cada pueblo del
estado, destinada exclusivam ente a recorrer periódicam ente
los campos y caminos de su respectiva m unicipalidad, para
perseguir y aprehender a toda clase de m alhechores encon
trados dentro de su jurisdicción. La policía era nom brada por
la autoridad política de los respectivos pueblos, previa apro
bación del Ejecutivo del estado; su núm ero, de dos a diez
policías, era determ inado en función de los habitantes y
extensión territorial de los pueblos.23
Entre los requisitos que se exigían para ser policía rural
se destacaban: conocer bien el terreno a vigilar, tener ap titu
des para el servicio, poseer arma y caballo para el m ejor de
sem peño de su cargo, un capital que no excediera de
$ 500.00 en bienes raíces y semovientes, y “ notoria honra-
22
dez” .24 Sin embargo, como “ fuerzas represivas” locales,
brazo fuerte de los funcionarios civiles, en ocasiones actua
ban brutalm ente en el cum plim iento de las órdenes que les
eran señaladas.
El reglam ento de organización autorizaba al gobernador
para aum entar la fuerza de Seguridad Pública en caso de ser
necesario; así, en los estados se reproduce la misma estruc
tura de control im plem entada por Díaz a nivel nacional.
Adm inistrativam ente Chihuahua estaba dividida en dis
tritos; la autoridad del gobernador recaía en un jefe político;
los distritos a su vez se subdividían en municipalidades,
representadas por ayuntam ientos o presidentes de sección;
las municipalidades, en comisarías, localizadas en pueblos
pequeños, haciendas y ranchos.
Para m antener la aparente estabilidad del régimen, las
fuerzas policíacas jugaron un im portante papel y por lo
mismo se hicieron cada vez más indispensables, incremen
tándose su núm ero conform e la dictadura porfirista avanzaba
y la represión se hacía más evidente. Incluso llegaron al
estado los prim eros destacam entos de rurales —fines del por-
firism o—cuando grupos liberales exiliados en Estados Unidos
incitaban a la rebelión en el campo, distribuían propaganda
y ocasionalm ente cruzaban la frontera.,
Desde que Díaz tom ó el poder en 1876 hasta principios
del presente siglo, estableció una clara separación entre el
poder político y el control económ ico; así, los caciques re
tendrían fundam entalm ente el poder económ ico, en tanto
que el poder político estaría en manos de los gobernadores
de los estados y los jefes políticos en los distritos; se evitaba
con ello que los-caciques adquiriesen demasiada fuerza y
constituyeran un peligro para el sistema.
En Chihuahua el poder económico estaba representado
por la familia Terrazas,25 que en estos m om entos (1876 -
1892j era antagónica a Díaz. Las revueltas de La Noria y
24 Ib ídem.
23
Tuxtepec habían deteriorado las relaciones entre ambos ge
nerales: Terrazas, juarista prim ero, íerdista después, no vio
con agrado el triunfo del plan tuxtepecano y el ascenso de
Díaz a la presidencia. Fue por ello que ciertos brotes de re
beldía campesina que se generaron en el estado, sobre todo
los provocados por cuestiones p o lítico- electorales, estuvie
ron ligados de una u otra m anera con ellos: pretendían debi
litar al gobierno estatal. Hasta -esta etapa, finales de siglo, la
familia Terrazas y los campesinos habían coexistido en ar
m onía: las tierras de éstos habían sido respetadas.26
Durante la gubernatura de Miguel Ahum ada, iniciada en
1892, se lleva a cabo una política de conciliación entre Díaz
y la oligarquía terrateniente de C hihuahua, la familia Terra
zas, con la m ediatización de su sobrino y yerno Enrique
Creel, m iem bro del partido de los Científicos, quien se con
vertirá en em bajador en Estados Unidos prim ero y m inistro
de Relaciones Exteriores después. Culmina este acercam ien
to con la entrega que hace Díaz del gobierno de Chihuahua
a los Terrazas, centralizando por prim era vez en una familia
ambos poderes, el económ ico y el político, en 1903—1904
con Luis Terrazas, en 1904 1910 con Enrique Creel. hasta
que se desencadenó el m ovim iento arm ado. Así, la situación
de los trabajadores norteños cambió de m odo radical en los
prim eros años del siglo XX. debido a una serie de factores
que transform aron com pletam ente a las clases altas del es
tado. Esta transform ación abarcó tanto a la oligarquía local
com o a los grupos de inversionistas extranjeros, a quienes se
31 Ib íd em , p. 25.
26
|iiopició que el descontento que existía hacia la familia
iVrrazas—Creel fuera en aum ento, ya que desde que asu
mir ron el poder político, los negocios, los empleos m unici
pales y estatales, eran m anejados po r ellos.
I as protestas ya no fueron sólo de los grupos campesinos;
diversos sectores iban entrando en contradicción. En esta
primera década del siglo se m anifiesta más abiertam ente la
i lase media: profesionistas e intelectuales, que padecían la
opresión y la falta de oportunidades. La oposición se ma-
liilcstó prim ero a través del periodism o independiente, re-
presentado en C hihuahua por Silvestre Terrazas, editor del
diario El Correo de Chihuahua, fundado en 1899.33 Al
mismo tiem po algunos intelectuales em pezaron a organizarse
<mitra la dictadura; se generó un m ovim iento oposicionista
i|iie tuvo apoyo principalm ente en la clase obrera y en los
‘.(.•clores medios: él m ovim iento m agonista, cuyo docum ento
l'rofirama del Partido Liberal y M anifiesto a la Nación, fir
mado en San Luis Missouri en 1906,34 fue el texto de m ayor
liascendencia en la etapa precursora de la Revolución. En
él se conjugan dos tendencias: en lo político, la puram ente
liberal de un reform ism o que, en lo económ ico-social, re-
i oge las dem andas de obreros y campesinos.
A m ediados de 1908 el PLM organizó un m ovim iento
levolucionarió en el distrito Galeana de Chihuahua, encabe-
/.ikIo por Práxedis’G. G uerrero, que debía levantarse en el
"!<mu del citado año, al igual que otros núcleos magonistas
(se contaba con 46 grupos arm ados listos a levantarse). La
tulla de com unicación entre ellos, la escasez de arm am ento
V el no tener vinculación directa con los campesinos, fueron
l.e, causas de que el m ovim iento se descubriera y los involu-
i nidos fueran tenazm ente perseguidos y encarcelados.35
27
Un factor decisivo en el estallido del m ovim iento arm ado
de 191036 fue la gran crisis económ ica de los trabajadores
agrícolas en el segundo lustro del siglo XX, que afectó de
singular m anera al estado de Chihuahua. En 1907, debido a
las fluctuaciones en la m inería, miles de m exicanos que
trabajaban en los Estados Unidos fueron despedidos y las
autoridades norteam ericanas los repatriaron. Al mismo tiem
po fueron cerradas una serie de minas, especialmente en
Hidalgo del Parral, quedando sin em pleo los obreros y sin
trabajo los inmigrantes. Paralelam ente, una crisis en la agri
cultura debida a heladas e inundaciones, ocasionó la pérdida
total de las cosechas de m aíz en ese año.
Francisco I. M adero escribía en 1908: “ el país, a pesar de
su vasta extensión de tierras laborales, no produce el algo
dón, ni el trigo necesario para su consumo en años normales,
y en años estériles tenem os que im portar hasta el maíz y el
frijol, bases de la alim entación del pueblo m exicano” .37
Esta crisis se m anifestó en el alza de precios en los artícu
los de prim era necesidad, y a ella no correspondió una igual
de los salarios. En general todas las clases sociales se vieron
afectadas por el desempleo, ham bre, carestía; fluctuaciones
en la m oneda fueron características de esta etapa.
A esta crítica situación agreguemos las declaraciones que
hizo Díaz en 1908 al periodista Jam es Creelman, en el sen
tido de que el país ya estaba preparado para la democracia,
y por ello enarbolaba su firme resolución de separarse del
gobierno al concluir su período presidencial en 1910 .38 La
actividad política encuentra un espacio para manifestarse
más abiertam ente; clubes y círculos políticos congregan a la
oposición.
Así, para noviembre de 1910 el m ovim iento maderista
tiene como escenario el norte de México, movim iento que
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La Revolución en el Norte. Chihuahua, escenario del
movimiento armado de 1910
31
Terrazas, perdieron su fortuna. Estudió una carrera com er
cial en la Universidad de N otre Dame, Indiana, EUA, y
desem peñó en Chihuahua empleos tales com o adm inistrador
de tranvías, cajero del Banco de Chihuahua, traductor del
diario El Padre Padilla, y mecanógrafo del consulado nortea
m ericano en Chihuahua. Se dedicó tam bién a negocios de
minas y al pequeño comercio en ganado; fue, en fin, un
m iem bro de la clase m edia asediado siempre por la com pe
tencia de los Terrazas.
Al mismo tiem po surgieron una serie de dirigentes regio
nales, algunos de ellos de gran significación como Pascual
Orozco (hijo), quien se insurreccionó en Ciudad G uerrero, y
Francisco Villa, que lo hizo en San Andrés. El prim ero en
sublevarse, aun antes de la fecha señalada por el Plan de San
Luis P otosí, 3 fue Toribio Ortega, pequeño com erciante y
campesino de Cuchillo Parado, quien en 1902 había sido
electo dirigente de la Asociación de Vecinos de su pueblo, y
había protestado ante las autoridades respectivas contra los
acaparam ientos de tierras, teniendo por ello ligas m uy estre
chas con los campesinos de la localidad. El 14 de noviem bre
de 1910, al frente de 60 hom bres, acordaron desconocer al
gobierno federar y se lanzaron a la lucha operando en la
región de Ojinaga hasta el triunfo del maderismo.
Cuando Abraham González ocupa la gubernatura estatal,
nom bra a Toribio Ortega presidente m unicipal de Cuchillo
Parado, y jefe del cuerpo de rurales del lugar. M aderista por
convicción, tom a las armas nuevam ente contra la subleva
ción orozquista, integrándose posteriorm ente a la División
del N orte bajo las órdenes de Pancho Villa.4
Otros dirigentes fueron Heliodoro Olea5 y Luis A. García,
ambos de filiación magonista que encabezaron el movimien-
33
rio hasta los lugares más recónditos y estratégicos, ventaja
significativa en la lucha arm ada de años posteriores.
Es en la ciudad de Chihuahua donde conoce a Abraham
González, jefe del Partido Antirreeleccionista, quien cam bia
ría su destino. Descubrió en él una imagen paternal que en
carnaba la justicia, y a partir de ese m om ento se estableció
entre am bos una estrecha am istad.7
Así cuando Abraham González se une a los revoluciona
rios m aderistas, Villa acepta luchar a favor de los rebeldes,
invitando a sus amigos de correrías para que participaran en
el m ovim iento que estaba por iniciarse. Con un grupo de
ocho hom bres se dirige al rancho de Chavarría con el fin de
obtener provisiones e inform ación sobre la organización que
se estaba llevando a efecto.8 Con la partida de Cástulo He
rrera ocuparon sin resistencia la población de San Andrés.
Desde este m om ento Villa dem ostró capacidad de m ando,
un considerable arraigo popular y, desde luego, el carisma
del caudillo que posteriorm ente encabezaría a la División
del N orte durante la lucha constitucionalista.
Com o revolucionario m aderista dio las prim eras batallas
f'.n San Andrés, Santa Isabel y otros lugares más, ju n to con
la gran figura de este período: Pascual O rozco.9 Al frente de
los antirreeleccionistas de Ciudad G uerrero, el 20 de noviem
bre se levanta en armas y entra en contacto con los demás
jefes revolucionarios. Operó en gran parte del estado de
Chihuahua hasta el asedio a la plaza de Ciudad Juárez. Du-
34
rante toda la cam paña contra los federales el “ ejército” de
Orozco fue el elem ento más efectivo del m aderism o.10
Ante la generalización de los brotes de rebeldía en el
estado, Porfirio Díaz reforzó la Segunda Zona Militar que
com prendía Chihuahua y Durango, y ordenó que se incre
m entara la policía rural estatal como apoyo a las fuerzas fe
derales. Sin embargo, poco a poco las poblaciones eran to
madas por los revolucionarios, a quienes se estaban uniendo
contingentes procedentes de Sonora y Coahuila. En tales
circunstancias, el gobernador Enrique Creel ordenó que se
organizaran Cuerpos de V oluntarios en los distritos Galeana,
Jim énez y Bravos, y se guarneciera la plaza de Ciudad Juárez
con un cuerpo de cien hombres, ya que:
35
p o r r e m o t o q ue aparezca, se m ueren los se n tim ie n to s de p atriotis
m o y los de dignidad personal, y además se les ofusca el criterio, y
dejan de c o m p r e n d e r estas p o b res gentes q ue con esa a c titu d ind i
feren te están c o n tr ib u y e n d o d ire c ta m e n te para la destrucción de
lo que c o n stitu y e su ideal o sea su f o r t u n a .11
11 Carta que dirige el g o b ern ado r del estado de C h ihu ah ua, E nri
qu e C. Creel, a su p adre, fechada el 22 de diciem bre de 1910. Silves
tre T errazas Cüllection, B ancroft Library, p arte I (m icrofilm).
36
prenden la travesía por varios puntos del estado de Chihua
hua. Con sus m ejores tropas atacan la plaza de Casas Grandes
y se aproxim an a la población fronteriza de Ciudad Juárez.
El m ovim iento m aderista triunfa en mayo de 1911 con la
firm a de los Tratados de Ciudad Juárez. Con ello el dirigente
del m ovim iento antirreeleccionista en el estado, Abraham
G onzález,13 se convirtió en gobernador hasta que en 1913
fue asesinado por órdenes de Victoriano H uerta.
El triunfo del maderismo provocó las prim eras escisiones
dentro del bando revolucionario; sin embargo, la llegada a la
presidencia de Madero significó el ascenso a puestos de m an
do de los sectores medios, tanto en las gubernaturas como
dentro del propio gabinete. Tal fue el caso de Abraham
González. Desde que se hizo cargo del gobierno provisional
del estado, su política la encaminó a favorecer a los obreros
y a la clase media, postergándose la solución a la problem á
tica de los campesinos, quienes no obtuvieron nada de la
revolución. Los cambios, m anifestaba González, debían lle
varse a cabo de acuerdo con la ley, nunca de m anera radical.
En los conflictos obrero—patronales que se presentaron
intervino a favor de los trabajadores. Tal es el caso de los
m ovim ientos de huelga que se registraron en los minerales
de Naica y Cusihuiriachic14 pqr aum ento de salarios y otras
prestaciones que fueron conseguidas por m ediación de él, o
en la empresa Madera Lurnber Co. donde el origen de la
huelga fue la explotación que la com pañía hacía de los obre
ros a través de la tienda de raya, consiguiéndose finalmente
que la empresa cubriera en efectivo los sueldos de los traba
jadores. Al mismo tiem po se llevaron a cabo medidas enca
minadas a favorecer a los sectores medios: suprim ió el puesto
de jefe político y restableció el m unicipio libre; im plem ento
una reform a arancelaria a fin de que las grandes propiedades
rústicas pagaran im puestos más altos que las de m enor di
m ensión, de m anera proporcional. Sin embargo no se realizó
37
ninguna expropiación o incautación de haciendas; lo único
que se hizo en m ateria agraria fue prohibir la venta de terre
nos baldíos, así como la denuncia de terrenos municipales,
m ientras se elaboraba un proyecto de distribución o venta
de tierras entre los cam pesinos.15
Respecto a los desempleados que se habían unido al ejér
cito m aderista, nada se hizo por ellos.
De acuerdo a lo pactado en los Tratados de Ciudad Juárez,
Abraham González, en su calidad de gobernador, inició el
licénciam iento del ejército m aderista en Chihuahua, gratifi
cando a cada soldado con cincuenta pesos y veinticinco pe
sos más a los que entregaban rifle o carabina, y el pasaje de
ferrocarril que los llevaría de regreso a su pueblo natal, lo
que significaba que volvían a la misma situación de miseria
en la que se encontraban antes de unirse al maderismo.
A jefes com o Tomás Urbina, Toribio Ortega y Fidel Avila,
se les gratificó con cien pesos; a Pascual Orozco se le entre
garon cincuenta mil pesos16 y a Villa diez mil, los cuales
aceptó en calidad de préstam o, con lo que estableció un ne
gocio de ganado y carnicería en la ciudad de C hihuahua.17
Al hacerse cargo de la presidencia del país, en octubre de
1911, M adero suprimió tem poralm ente la Segunda Zona
Militar, creando en el estado la Primera Zona Rural al m an
do de Pascual O rozco,18 constituida por antiguos soldados
m aderistas que al reintegrarse a las milicias estatales encon
traron una nueva form a de empleo.
A fines de 1911 e inicios de 1912 se m anifestaron claros
síntom as de divisiones políticas entre civiles y militares, y
un grupo tras otro fueron rom piendo con Madero, declarán
dose en rebeldía contra el gobierno constituido.19
15 Ib íd e m , p. 57.
38
En el Sur, Em iliano Zapata se había negado a licenciar a
su gente y siguió en pie de lucha p o r la transform ación de las
estructuras agrarias existentes, en favor de una restauración
de la propiedad agraria com unal de los pueblos, proclam ando
' I Plan d e A y a la e l 28 de noviem bre de 1911.20 La lucha por
sus tierras en el fondo seguía siendo el problem a esencial y
único de los pueblos zapatistas.
En el N orte la revuelta orozquista obedece a factores de
il¡versa índole. Si bien es cierto que Orozco no simpatizó
desde un principio con M adero, el distanciam iento entre
mnbos responde al rencor que Orozco le guardaba, ya que
sentía que no le había retribuido, como él esperaba, su
participación en el triunfo del m aderism o. A Pascual Orozco
se le identifico con varios grupos disidentes: el reyista, la
rebelión vazquista a la que incluso com batió a principios de
1912; tam bién con los sectores conservadores de Chihuahua;
sin embargo, además de su ambición de poder, el factor de
cisivo que lo llevó a tom ar las armas contra M adero fue la
petición form al que los distintos líderes revolucionarios le
vantados en armas le hicieron para que se constituyera en
caudillo y general del Ejército L ibertador;21 en m uchos de
sus seguidores, fue el desem pleo en que se tradujo el licén
ciam iento parcial de las fuerzas m aderistas.
El 3 de m arzo de 1912, Orozco, después de rom per con
Emilio Vázquez Gómez asume el m ando de la rebelión y
proclama el Pacto de la Em pacadora,22 reafirm ando la nece
sidad de una pronta solución al problem a agrario y propug
nando una serie de cambios tendientes a favorecer a la clase
obrera. Estas ideas denotan gran influencia del Programa del
Partido Liberal M exicano de 1906. El plan lo firm aron di
ligentes de diversa filiación: magonista, vazquista, y antiguos
ex federales porfiristas; José Inés Salazar, Emilio P. Campa,
25 Ib id e m , pp. 3 3 8 , 3 4 5 —352.
40
de las milicias estatales revolucionarias para que el ejército
federal tuviera nuevam ente el control sobre las fuerzas ar
madas y diera el apoyo a los grupos conservadores con quie
nes se ligó. Esto explica la inculpación que H uerta hace a
Pancho Villa del robo de una yegua,26 el som etim iento
a consejo de guerra sumario y el pretendido fusilam iento
que no se llevó a cabo po r intervención directa de M adero;
el traslado de Villa a la penitenciaría en la ciudad de México:
el proceso que se le abre acusándolo de los delitos de insu
bordinación, desobediencia y robo, para declararlo form al
m ente preso el 13 de junio de 1912; su posterior traslado a
la prisión m ilitar de Santiago Tlatelolco, de donde se fuga
hasta1llegar a la frontera con los Estados Unidos. Ya en te
rritorio norteam ericano continúa en com unicación con
A braham González, quien le aconseja m antenerse fuera
del país. La verdadera razón era que Villa representaba al
núcleo más im portante y consolidado de las fuerzas irregu
lares en Chihuahua y por ello era necesario eliminarlo.
El cuartelazo proporcionó la coyuntura para consolidar
los objetivos de H uerta. Los grupos conservadores: hacen
dados, empresarios, intereses extranjeros y el ejército federal,
pusieron los elem entos a.su alcance para recuperar nueva
m ente el po d er.27
El Pacto de la Cindadela2* y los asesinatos de M adero y
Pino Suárez, en vez de poner coto a la Revolución desenca
denaron el m ovim iento en form a generalizada, violenta y
sistemática.
41
movimiento villista. Surgimiento y apogeo
l;i División del Norte, 1913—1915
K E x p e d ie n te X I/4 8 1 .5 /6 9 . E sta d o de C h ih u ah u a, 1 9 1 3 , A D N H .
45
El p u e b lo s e n tía gran sim p a tía p o r V illa, p o rq u e estab a id en tili
cado con su o rig en , con sus asp iracio n es de reiv ind icar sus derecho;.,
de alcan zar u n a ju s tic ia social, h u m a n a , sobre to d o de n o so p o rtar
un a cto de tira n ía c o m o el q u e h u b iera im p la n ta d o H u e rta .10
47
fondo de indem nización de viudas y huérfanos. Decretó
tam bién la expulsión de los colonos españoles de territorio
chihuahuense (9 de diciem bre de 1913), por haberse unido
al huertism o, participando indebidam ente en la política y
revolución del país.
Com o gobernador decretó tam bién una baja en los pre
cios de la leche, el pan y la carne en todo el estado. Para
ello estableció expendios de carne, aprovisionándose del
ganado de los Terrazas y del rastro controlado po r ellos.
Silvestre Terrazas asumió el control de la oficina de con
fiscaciones. Para Villa, Terrazas representaba el vínculo más
im portante con la clase m edia chihuahuense y por lo mismo
lo nom bró secretario de gobierno, gobernador interino y ad
m inistrador de las haciendas confiscadas.13 La adm inistra
ción civil fue com partida con la m ilitar. Villa colocó como
adm inistradores de las haciendas a una serie de jefes mili
tares locales que podían utilizar los fondos de las mismas y
sólo estabam obligados a proveer para la cam paña m ilitar
cierto núm ero de soldados y de armas. No obstante, hubo
adm inistradores que ¡legaron a sentirse propietarios de las
haciendas que m anejaban.14
En otras haciendas perm anecieron los antiguos adminis
tradores, sujetándose a las disposiciones m encionadas. A
partir de este m om ento m uchos vaqueros que se quedaron
sin trabajo por la venta de ganado, se alistaron en el ejército
villista que ya gozaba de gran popularidad y les aseguraba un
48
inr.icso económ ico; tal es el caso de Nicolás Fernández, ca
poral de lina hacienda de los T errazas.15
I as haciendas confiscadas se m antuvieron íntegras y sólo
I"'. productos de consum o eran repartidos en gran m edida
m i ir las capas más pobres de la población: carne, alim entos
i incluso dinero en efectivo.
lil ejército villista aglutinó un grupo heterogéneo en su
Composición. La base social de la División del N orte la inte-
i'i.mili trabajadores móviles, m ineros y obreros desemplea-
para quienes el ejército se convirtió en el principal m e
tilo de sustento. Un grupo considerable de vaqueros y peo-
iii". de las'haciendas, poco a poco se fueron incorporando;
1nnh¡<in se ligaron al villismo im portantes sectores de clase
inedia que veían la oportunidad de ascenso social en la
mu va adm inistración, al triunfo del m ovim iento, a nivel lo-
■ il e incluso nacional.
Din ante 1913 y parte de 1914, los cuerpos de ejército
t)|ii‘i am n en form a independiente. El problem a del financia-
inifnlo se resolvió de m anera aislada, y el ejército villista
ludo financiar el m ovim iento arm ado, prim ero m ediante la
Imposición de préstam os forzosos y después a través de la
»xpiopiación de grandes propiedades ganaderas en Chihua
hua v de algodón en la región lagunera, sin llegar a afectar
lili posesiones de los norteam ericanos, lo cual le valió a Villa
i'l Ip o y o de los Estados Unidos, lo que se tradujo en la po-
nlliilulad de adquirir e introducir armas y pertrechos de gue-
iii que darían a la División del N orte la fama de ser el
iJi'n ilo mejor equipado (además de poder adquirir arma-
B « n lo ile los Estados Unidos, sus integrantes recibían un
n i d o ) , quizá tam bién el m ejor alim entado; m ejor adiestra
do. y estrictam ente jerarquizado. Finalm ente, fue este
■Unllii(.',ente el que consum ó la derrota del huertism o.16
I ii las batallas de Tierra Blanca, Chihuahua y Ojinaga,
Vi r |r u iio federal en el estado es totalm ente vencido; la
|t >111,1 de las plazas de Torreón y Zacatecas en 1914 fue de-
49
cisiva no sólo para el aniquilam iento de H uerta y el ejército
federal; acarreó además el rom pim iento entre Villa y Ca
rranza, intensificándose la guerra civil entre las facciones
contendientes: carrancistas, villistas y zapatistas.
V enustiano Carranza, hacendado y gobernador de Coa-
huila, había ocupado cargos im portantes en la adm inistra
ción porfirista, de ahí que su proyecto político respondía a
intereses conservadores. Desde que se pronuncia contra
H uerta, su relación con Pancho Villa fue de antipatía, de
profunda desconfianza y hasta de hostilidad.17 Al lanzarse a
la lucha arm ada constitucionalista, no quiso destruir el lati-
fundism o; y cuando hubo necesidad de recurrir a las confis
caciones, aclaró que serían tem porales y que no perm itiría
que la tierra fuese dividida entre los cam pesinos.18
Las diferencias entre am bos se agudizaron cuando, por
una parte, Carranza quiso im pedir la expropiación de tierras
y a fines de 1914 pidió a Villa que las haciendas confiscadas
fueran puestas bajo el control carrancista, para devolverlas a
sus antiguos dueños, y cuando por otra pretendió poner un
dique a la preponderancia que iba adquiriendo el villismo
tan to por sus triunfos m ilitares como por su prestigio entre
las clases populares.19
La desobediencia de Villa al avanzar con sus tropas y
efectuar la tom a de Zacatecas encom endada a Pánfilo Nate-
ra, sacó a plena luz el conflicto entre ambos jefes. Después
de tom ada la plaza, Villa regresa con sus tropas a Torreón;
es allí donde los jefes de la División del N orte y del Noroes
te, intentando zanjar las dificultades entre Villa y el Primei
Jefe, acordaron conferenciar en la ciudad de Torreón. El
resultado de esto fue un pacto establecido el 8 de julio de
1914, que en esencia proponía que se convocara a una con
50
vención de jefes de todas las fuerzas constitucionalistas,
con el fin de llegar a un acuerdo sobre un programa, un pre
sidente interino y un gobierno provisional que convocaría a
elecciones.20
La entrada de Obregón a la ciudad de México el 15 de
agosto de 1914, lleva a Carranza a tratar de estabilizar la
situación política y ejercer un control militar. Nom bró de
legados para que conferenciaran con los zapatistas y los so
metieran al poder de Carranza; pero los surianos com pleta
ban el reparto de tierras en su zona y dieron decididam ente
preponderancia al problem a agrario.21
A m ediados de septiem bre Carranza com unica a Villa y
a Obregón que ha resuelto convocar a una ju n ta para el lo.
de octubre en la ciudad de México, con la representación de
todo el país, cuyo fin sería hacer surgir la cim entación de la
futura m archa política y económ ica de la nación. Villa ma
nifiesta a Carranza que la División del Norte no acudirá a la
junta, y a q u e no se precisan las cuestiones que serán tratadas,
con lo cual se corre el riesgo de que la cuestión agraria, que
ha sido el móvil de la Revolución, quede postergada y hasta
excluida.
Al día siguiente se produce la escisión entre Villa y el
Primer Jefe, cuando Carranza rehúsa aceptar la Convención
sobre las bases propuestas en el Pacto de Torreón. 22
En este proceso de ruptura Obregón participa como me
diador, yendo a Chihuahua a convencer a Villa de que se
someta, a cambio de ciertas promesas que en esencia eran las
lismas pactadas en Torreón. Obregón se apoya en Villa
para obligar a Carranza a otorgar ciertas concesiones a las
masas, actitud que le perm itía al sonorense extender su base
política y así canalizar el ascenso revolucionario.23
22 V olum en 6 8 , APHS.
51
Esta prim era fase de la Convención ( lo . a 5 de octubre)
tuvo vida efím era: sirvió sim plem ente para que los generales
consüíucioiuilistas convencieran a Carranza del traslado de
la Convención a la ciudad de Aguascalientes, lugar al que
asistirían los delegados villistas y zapatistas.
En su segunda etapa, la Convención intentaría reconciliar
a villistas y constitucionalistas para evitar que continuara la
guerra fratricida; fue el m edio que se ideó para evitar la
escisión entre los grupos revolucionarios y dar form a a un
nuevo régim en.24 Inició sus trabajos el 10 de octubre, decla
rándose Soberana y dedicando su atención al problem a de la
rivalidad entre Villa y Carranza, proponiendo la destitución
de ambos jefes y el nom bram iento de un presidente interino:
Eulalio G utiérrez, quien protestó ante la Convención cum
plir el program a emanado de ella, así como sus acuerdos pa
ra realizar las reformas sociales y políticas que necesitara el
país.25
La delegación zapatista se incorpora finalm ente a la Con
vención con voz pero sin voto, ya que Zapata había puesto
como condición para participar, la aprobación de los princi
pios del Plan de Ayala por la Convención. Zapata no asiste;
sin embargo la suya es la única facción que se presenta con
un program a, lim itado pero radical en cuanto a que dem an
daba una solución a la cuestión agraria. “ A ntonio Díaz Soto
y Gama, orador zapatista, afirmaba que la Convención había
term inado por representar a la m inoría burguesa, que el
pueblo se había quedado fuera de los salones de la Conven
ción y que trágicos días se vislumbraban si el problem a agra
rio quedaba sin resolver” .26
La Soberana Convención Revolucionaria fija a Carranza
un plazo para reconocerla y hacer entrega del poder. Carran
za se niega a renunciar y Eulalio Gutiérrez lo declara rebelde,
52
designando a Villa como com andante en jefe de todas las
divisiones bajo la autoridad de la Convención. Villa inicia su
avance a la ciudad de M éxico, ocupándola el día 20 de no
viembre, sin resistencia.
Tom ada la capital, centro y norte del país por las fuerzas
convencionistas. Carranza abandona la ciudad de México
refugiándose en el puerto de Vera cruz, que acababa de ser
evacuado por las tropas norteam ericanas.27
Una vez establecidas en Palacio Nacional, las tropas va
llistas unidas a las zapatistas com o había quedado asentado
en el Pacto de X ochim ilco,28 sostendrían al gobierno de la
Convención, el cual debería ejercer el poder político.
Es a partir de esta experiencia que el villismo empieza a
dar form a escrita a su ideario de reivindicaciones sociales,
prim ero en la Ley Agraria de 24 de mayo de 191 529 y pos-
27 V ol. 7 4 , APHS.
53
teriom iente, ju n to con los zapatistas, en el Programa de
Reform as Políticas y Sociales de la Soberana Convención
Revolucionaria de abril de 19 1 6 ,30 donde quedan plasmadas
las demandas populares del campesinado y del proletariado
mexicano.
Sin embargo, el proceso histórico vendría a probar que
ni Villa ni Zapata tendrían la capacidad para gobernar el
país. Será Obregón el hom bre fuerte que habría de obtener
los beneficios últim os de todo este proceso.
Obregón, habiendo fracasado en su papel de árbitro en la
Convención, se reúne con Carranza en Veracruz y le da su
apoyo,’ siendo nom brado jefe de operaciones contra las
fuerzas convencionistas. En la prim era quincena de diciem
bre reorganizó febrilm ente sus tropas e inició la contraofen
siva encam inada a recuperar la ciudad de México. En el
aspecto político, el constitucionalism o, para com batir a Villa
y a Zapata, tuvo que radicalizar su program a y hacer suyos
los objetivos de lucha de los grupos de trabajadores, dándo
les una form ulación -a u n q u e lim itada— más clara y dentro
de una perspectiva nacional, a través de las Adiciones al Plan
de Guadalupe, decretadas en Veracruz en diciembre de 1914.
La prueba inm ediata es la ley de 6 de enero de 1915,31 que
30 El p rogram a fu e ex p e d id o p o r la C onvención al m o m e n to d e d i
solverse ésta, el 18 d e abril de 1 9 1 6 ; sin em bargo fu e p rev ia m en te dis
cu tid o p o r villistas y zap a tista s y a p ro b a d o a n tes del 10 de o c tu b re de
1915, d ía en qu e se separaron y los delegados villistas p a rtie ro n al
n o rte . El p rogram a c o n sta de cinco g ru p o s de a rtíc u lo s relativ o s a la
cuestión agraria, c u estió n o b rera, re fo rm as sociales, re fo rm a s p o lític as
y tre s artíc u lo s tra n sito rio s que se refieren a la elección y designación
de los g o b ern ad o res de los estados. Jesús Silva H erzog, op. cit., pp.
2 4 1 -2 4 7 .
54
p rom etía la devolución de tierras a los pueblos que habían
sido despojados. Esta ley, en consonancia con el discurso de
Luis Cabrera del 3 de diciem bre de 1912, pretendía “ quitar
le de las m anos al zapatism o la bandera del agrarism o” .32
Tam bién se expidieron una serie de decretos de carácter
socioeconóm ico que contribuyeron a dar legitimidad al
constitucionalism o, aunque la guerra civil siguió latente.
Los dirigentes del gobierno convencionista (Eulalio G utié
rrez, Joré I. Robles, M ateo Alm anza y Lucio Blanco) final
m ente io desconocen; huyen de la ciudad de México ofre
ciendo a Obregón incorporarse a sus filas, los restos del
gobierno convencionista, ahora con Roque González Garza
a la cabeza, tienen que abandonar la ciudad estableciendo la
sede en Cuernavaca.33 A fines de enero de 1915 Obregón
ocupa la capital, consum ándose la separación territorial
m ilitar entre el villismo y el zapatism o.
La prim era medida im plantada po r Obregón fue retirar de
la circulación todos los billetes, excepto.los constitucionalis-
tas que estuvieren circulando expedidos después del lo . de
diciem bre, provocando el caos económ ico. Las fuerzas ca-
rrancistas triunfantes, para ayudar a los grupos más indigen
tes, establecieron puestos de auxilio en diferentes lugares de
55
la ciudad, distribuyendo ropa, víveres y dinero en efec
tivo.34
O bregón procuró atraerse a su causa al sector obrero, fir
m ando un pacto con la Casa del Obrero M undial, m ediante
el cual esta organización daba todo su apoyo al constitucio
nalismo en la lucha contra el villism o.35 la COM crearía los
“ Batallones rojos” para incorporar contingentes obreros, de
tal suerte que seis de estos batallones se integraron a la lucha,
com batiendo paradójicam ente a elem entos de su misma clase.
El carácter regionalista que Villa im prim ió a su estrategia,
lo llevó a la d errota al replegarse hacia los estados del centro.
No hizo caso a Felipe Angeles, quien aconsejaba continuar
hasta el fin de la cam paña del Noreste,, tom ar Tam pico y
toda la región petrolera, y buscar ahí las batallas decisivas
frente a Obregón.
Las derrotas infringidas a los villistas en las batallas de
Celaya y de La Trinidad en 1915, m arcaron el fin del po
derío de la División del N orte. Las deserciones en las filas
villistas se m ultiplicaron; jefes con todas sus tropas se ren
dían, incorporándose al carrancismo, y al llegar a Chihuahua
ya estaba quebrada toda voluntad de lucha. En adelante sólo
la tenacidad de los villistas que se com prom etieron con la
causa, perm itió m antener por años, en m edio de las m ayores
adversidades, la lucha insurreccional contra el carrancismo
en los estados norteños, principalm ente en Chihuahua.
1915 fue el año de la derrota y dispersión de la División
del N orte, en tan to que para el carrancismo significó el triun
fo político porque finalm ente logró el reconocim iento de
los Estados U nidos.36 Sin embargo, debe advertirse que el
villismo como m ovim iento popular continuó en esta últim a
etapa de la ilegalidad hasta el año de 1920, con un proyecto
social e ideológico com prom etido con las clases populares.
56
Las Defensas Sociales frente al
movimiento villista
58
los p o b re s p o rq u e soy u n o d e ellos; p o r eso m e v o y a la sierra, a
seguir p elea n d o . C on m ig o irán los q u e e stá n d isp u esto s a co rrer
m i su erte. V o y a h o stiliz a r a C arranza, el d ic ta d o r, n o lo dejaré en
paz h asta q u e m e m u e ra y o o se m u e ra él. P elearé con u n h u a ra c h e
en la m an o o c o m o p u e d a . Y si m u e ro , será d e n tro de m i p a ís .5
5 E x p e d ie n te X I /4 8 1 .5 /7 2 , E stad o de C h ih u ah u a, 1916, t. I,
ADNH.
8 Ib id e m , ( í 3 1 6 ), p. IV .
10 Ib id e m , p. IV.
Sonora, cobraron en Villa un odio m ortal hacia los nortea
mericanos.
. Com o represalia por los hechos ocurridos en Santa Isa
bel11 prim ero y el ataque a la población norteam ericana de
Colum bus, después, el presidente Wilson im puso a México
el embargo de armas —que nunca se llevó a cabo estricta
m e n te - y para ello envió la expedición punitiva com puesta
de doce mil soldados al m ando del general Jo h n J. Pershing,
a territorio nacional en persecución de Villa.12
El 29 de m arzo se produjo el prim er com bate de nortea
m ericanos y villistas. A partir de esto, Villa recobró nueva
m ente popularidad en Chihuahua, convirtiéndose en un
sím bolo de la resistencia nacional. Su ejército se m ultiplicó
hasta ser nuevam ente de varios miles de hom bres en sep
tiem bre de 1916, que debían librarse al mismo tiem po de la
persecución de los carrancistas. O tra ventaja para Villa fue
que recibió varios baúles llenos de armas, enviados desde
Alemania, después del ataque antedicho. A parentem ente
habían sido com prados a una fábrica de armas en Bridgepot,
C onnecticut. antes del estallido de la Prim era Guerra Mun
dial.13
Si el a ta q u e de V illa a C o lu m b u s h a b ía h e c h o b a sta n te p a ra p o n e r
en peligro la p recaria in d e p e n d e n c ia de M éxico, el fracaso de la
ex p ed ició n p u n itiv a al m a n d o del gen eral P ersh in g h izo b a stan te
p ara re p arar el d a ñ o .14
14 I b íd e m , p. V III.
61
le dirige el propio Villa desde la Hacienda de San Jem
nim o .15 Incluso volvieron a tom ar la ciudad de Chihuahua el
27 de noviem bre de 1916, que se encontraba defendida poi
fuerzas al m ando del general Jacinto B. Treviño, quien fue
destituido de su puesto de jefe del Cuerpo de Ejército del
N oroeste por haber evacuado la plaza.
Esta cam paña contra el villismo em prendida po r Carra n/.i
y el ejército constitucionalista fue reforzada por los intereses
conservadores de Chihuahua, representados ahora por el
gobernador provisional del estado, Ignacio C. E nríq u ez16 y
la ayuda de las Defensas Sociales. E nríquez era originario di'
la ciudad de Chihuahua; al térm ino de sus prim eros estudios
en este estado ingresa a la escuela particular de agricultura
en Ciudad Juárez, graduándose de ingeniero agrónom o en
Illinois, EUA. Dedicado a las labores agrícolas com o adminis
trador en la hacienda de Rubio, propiedad de la familia Zu
loaga, se incorpora a la Revolución al consumarse los críme
nes de M adero y Pino Suárez en febrero de 1913, organizan
do en Ciudad Juárez un regim iento de caballería denom inado
62
V o lu n ta rio s del N orte, reclutando 350 hom bres. Ingresa al
lio con el grado de capitán 2o. y asciende rápidam ente
M flinyor en 1914. Se dirige a Sonora para alistarse en las
■■pus constitucionalistas de Obregón, participando en
h I i ' i i i u n acciones de guerra. En m arzo de 1914, con el regi-
liilrnit) V oluntarios del N orte form a parte de la escolta del
Primer Jefe en su travesía de Sonora a Chihuahua, perm ane-
llom lo nuevam ente al lado de las fuerzas del general Obre-
i<<>ii Al consum arse la derrota del huertism o, le fue enco-
nn tu laclo por Carranza el consulado general de M éxico en
Hueva York, puesto que abandona cuando se produce la
»Misión entre Villa y el Prim er Jefe. Regresa al país y per-
HUiiK*cc al lado de éste. Al firmarse el pacto del carrancism o
i■i >11 la Casa del O brero M undial en febrero de 1915, Carran
ca encom ienda a E nríquez la form ación de los batallones
lo|os tic 600 plazas cada u n o — en la ciudad de Orizaba,
donde queda establecido el cuartel general. Los “ organiza
an mucha dificultad, aunque a veces se viera orillado a usar
gl viejo sistema m ilitar m exicano de am arrar voluntarios” .
IIr los batallones form ados, el quinto y el sexto, integrados
|ioi albañiles, tipógrafos y m aquinistas, operaron en la re
gión de Orizaba y Jalapa a las órdenes directas de Enríquez,
Combatiendo a los zapatistas. Vencida la facción convencio-
insla, el Prim er Jefe lo nom bra gobernador provisional del
Sitado de Chihuahua, tom ando posesión el 6 de enero de
Iy 16, en que las fuerzas constitucionalistas del general
Jacinto B. Treviño recuperaron para la causa la capital del
t .1ado.
64
inen, hasta que el gobierno resolviera el fin al que serían
destinadas.19
El gobernador E nríquez, para enfrentar a la guerrilla vi-
Ilista cuyo poder crecía, y para ejercer y afianzar el control
político en el estado y cum plir con la consigna de com batir
a Villa donde estuviese, lanzó una convocatoria de fecha 10
de enero de 1916 invitando a los ciudadanos a form ar parte
de las fuerzas rurales del estado o bien de las milicias auxilia
res, lo que en esencia serían las Defensas Sociales.
Las prim eras se organizarían para:
,!() Ib id e m , 8 de enero de 1 9 1 6 , p. 8.
!l Ib id e m , p. 8.
65
frente de ellas el coronel Carlos C arranza.22 A las Milicias
Auxiliares se les cubriría m edio haber, ya que ten d rían tiem
po suficiente para atender sus asuntos privados.
C on esta organización se p reten d ía privar a la guerrilla
villista de su fuente indispensable de sum inistro e inform a
ción: la población civil.
Las Milicias Auxiliares que E nríquez propuso constituye
ron las Defensas Sociales en el estado, que em piezan a confi
gurarse a p artir de 1916 en algunas poblaciones de Chihua
hua, y que en años subsecuentes (1 9 1 7 —1920) crecieron en
núm ero e im portancia. Con una organización param ilitar di
chos contingentes actuaron com o fuerzas represivas al tiem
po que el poder civil y el m ilitar se disputaban el control de
las mismas.
R esulta paradójico al m ovim iento popular del villismo la
form ación de las Defensas Sociales, en tanto que los villistas,
hom bres del pueblo, habían de ser com batidos precisam ente
po r el pueblo m ism o, organizado en Defensas Sociales. Sin
em bargo hay que considerar que la dirección de las organiza
ciones generalm ente estuvo en m anos de los sectores m edios
de la población.
La com posición social heterogénea de las defensas nos da
cuenta de una población rural tam bién heterogénea. Para
algunos de sus m ilitantes, que habían sido villistas o carran-
cistas y que una vez am nistiados y sin una ocupación pro
ductiva se h ab ían incorporado a las Defensas Sociales en su
región com o m odus vivendi; para otros la incorporación a
las Defensas responde a la necesidad de defender la tierra
dentro de la legalidad, con el gobierno constituido ya que
tam bién prom ete que una vez aniquilada la guerrilla se verá
el reparto de tierras.
De la integración a las filas carrancistas narran los infor
m antes:
66
N o acep tá b a m o s lo q u e V illa d is p o n ía , n o y a éram o s en c o n tra de
V illa, fu e to d a la p a rte d e l n o rte de la R ep ú b lica villista, p e ro en
to n c e s V illa y a h a b ía p e rd id o en C elaya, y a h a b ía p e rd id o las b a ta
llas m ás grandes.23
67
. . .Para darse g a ra n tía , se o rganizaron los c u erp o s de d efen sas so
ciales y esos c u erp o s de defensas sociales estab an u n id o s, p u es, a
las fu erzas del g o b iern o y esas fu erzas se org an izaro n con el o b je to
de d efen d erse, p o r ejem plo a q u í en este p u eb lo B achíniva llegaba
gen te villista . . . p u es se o rg an izab a luego, luego la g en te in m e d ia ta
m e n te p a ra defen d erse y si e n tra b a p o r ejem plo gente tam b ién del
go b iern o , q u e tra ta ra de c o m e te r desm anes, tam b ién h a b ía q u e d e
fen d erse, ese fu e el o b je to de la o r g a n i z a c i ó n . 26
68
luisa de los pueblos fue lo que m anejaron las autoridades
r n ,i prom over su organización; em pero, el uso que se les dio
lile totalm ente distinto. En Chihuahua estos grupos armados
nc crearon com o una necesidad de destruir al villismo como
movimiento popular; la guerrilla villista que carecía de un
programa escrito a la m anera de los surianos, tenía objetivos
propios: la lucha por la tierra, dem andas sociales y el esta
blecimiento de un gobierno dem ocrático.30
En la población de Nam iquipa del distrito Guerrero, res
pondiendo a la convocatoria del gobernador E nríquez, se
procedió a form ar la Defensa Social del lugar en el año de
l'H ó . Fueron hom bres de Nam iquipa los que se incorpora-
11 >11 a Villa desde los inicios de la Revolución, los que tam
69
A nte esta situación, un grupo de ciudadanos pertenecien
tes a la misma agrupación se trasladan a la población de Ma-
tachic e inform an de los hechos al coronel Arnulfo Balles
teros, designando éste a una comisión para que concurriera a
Nam iquipa y reorganizara a los integrantes de dicha defensa,
resultando electo jefe Francisco V. A ntillón.32
Al tener conocim iento de la reorganización de la defensa
en Nam iquipa, los villistas Julio Acosta, Nicolás Fernández,
M artín López, Baudelio Uribe, Gerónim o Padilla y el propio
Villa, invitan al señor A ntillón, jefe de las fuerzas “ socialis
tas” de Nam iquipa, a unirse a ellos “ en contra del invasor
que trató de conquistar el suelo de M éxico” . Este, en lugar
de ello participa en varios com bates contra los villistas,33 la
oposición de los sociales hacia los villistas se m anifiesta abier
tam ente.
Ahora bien, como consecuencia del ataque a Colum bus,
un m ayor núm ero de fuerzas carrancistas llegan a Chihuahua
y operan com binadam ente con las tropas norteam ericanas
que se habían internado en territorio nacional, de acuerdo a
lo convenido en las conferencias celebradas en El Paso, Te-
71
El 5 de febrero de 1917 se prom ulga la nueva C onstitu
ción, se convoca a elecciones para el p eríodo de 1917—1920,
se restablece el orden constitucional, y V enustiano Carranza,
despojándose del títu lo de Prim er Jefe del Ejército Consti-
tucionalista, ocupa la presidencia de la República el lo . de
abril.
Sin embargo el país no logra su pacificación. Zapata en el
Sur se m antiene en pie de lucha. En el N orte, la continui
dad de la guerrilla villista y 1a im potencia de los ejércitos
enviados por el gobierno a com batirla al m ando de los dis
tintos jefes: Francisco M urguía, Jesús Agustín Castro, Ma
nuel M. Diéguez, Jo aq u ín Amaro y Eugenio M artínez, era
otro centro de agitación contra Carranza que, aunque sin
perspectivas de triunfo, im pedía la estabilidad del régim en.36
Sólo el general M urguía con grandes refuerzos entabló
una serie de sangrientos com bates contra los villistas, en los
que se alternaba la victoria y la d erro ta.37
72
Francisco M urguía, al hacerse cargo de las operaciones
militares de Chihuahua en 1916, hace un llam ado a los habi-
I antes para que condenen la actitud de Villa, arguyendo que
óste, so pretex to de com batir a la expedición norteam erica
na com o lo anuncia
73
de m u e rte a to d o el q u e con las arm as en la m a n o o en o tra fo rm a
a y u d e d ire c ta o in d ire c ta m e n te a los fo ra g id o s.38
74
El ejército villista dism inuyó una vez más después de que
la expedición punitiva salió de México. Perdidas las ciudades,
ahora bajo el control del ejército y el poder central, sólo la
popularidad y carisma que com o jefe tuvo Francisco Villa le
perm itieron m antenerse en la sierra reagrupando partidas en
destacam entos a veces num erosos, otras rpducidos, para to
mar poblaciones por m edio de ataques súbitos que le permi-
tían abastecerse de alim entos, animales, armas, castigar a sus
enemigos, distribuir víveres entre los habitantes y retirarse
rápidam ente, dispersándose en pequeños grupos inencontra-
bles. Su táctica m ilitar se m anifiesta como una guerra de
guerrillas, que se desarrolla en el territorio que ellos m ejor
conocen; pero lo más im portante en la guerrilla era contar
con el apoyo y sim patía de la población local.
De los m otivos por los que la gente lo seguía, un infor
m ante relata:
76
“verdad” histórica ayudó al ejército en la persecución de
villistas, tom ando el hecho com o pretexto para incorporar
elem entos a las Defensas Sociales del lugar y en general del
estado de Chihuahua.
Lo sucedido en Nam iquipa fue uno de los errores com e
tidos p o r los villistas. Sin embargo, cobrar cuentas pendien
tes movió m uchos de los actos de la guerrilla: la venganza,
el castigo a la traición, el hacer justicia por su propia m ano.
La difam ación servía al propósito de dañar o destruir la
imagen popular de Villa; su figura había sufrido una trans
form ación: de la popularidad había pasado a la clandestini
dad. No obstante, las atrocidades que se com etieron no de
bían ser im putables sólo a los villistas, pues se dieron en
todas las facciones contendientes; pero el villismo en este
m om ento era sin duda la facción vencida.
77
la R ev o lu ció n . . . así te n ía la seguridad de q u e n o se v o lte a ra n , p o r
q u e si se v o lte a b a n ello s, e n to n c e s fu silab a a sus h i j o s .4 6
46 Op. cit., P H O /1 /1 4 7 .
47 Op. cit., P H O /1 /1 4 9 .
78
nes contendientes entraban y salían en constante refriega,
com etiendo atropellos en personas e intereses. Parral, p unto
de desplazam iento hacia Ciudad Juárez, T orreón o Durango,
de 1916 a 1920 fue asediada constantem ente por las tropas
villistas. Al parecer esto originó que un grupo de sus pobla
dores constituyeran la Defensa Social.
Los elem entos de esta defensa cuyo núm ero aproxim ado
sería de doscientos cincuenta hom bres, com batieron siem
pre en la propia ciudad. Ellos costeaban el abastecim iento
de parque y tenían sus propias armas. Estaban organizados
por sectores dirigidos p o r un jefe elegido entre todos como
el más avezado, el más valiente.50 Eran jefes M elitón Lozoya,
José Ma. Jurado, José Ma. G utiérrez, Francisco Chávez Hol-
guín. Pertenecían a ella, entre otros, don José de la Luz
Herrera, presidente m unicipal de Parral, y sus hijos Ceferino
y M elchor; además algunos villistas am nistiados que se incor
poraron a estas fuerzas en la población, porque Villa
. . .ya se co nvirtió en u n b a n d o le ro , p u ro c o m e te r f e c h o r ía s . . . y a
h a b ía q u e d e fe n d e r n o m ás u n o su p ellejo , p o rq u e si lo p ep e n ab a
V illa p u es se lo ech ab a al p ic o , e n tra b a y lo ag arrab a a u n o , pos sá
cale .51
50 Ib id e m
79
£1 tem or de m uchos desertores de las filas villistas los lle
vó a afiliarse a estas organizaciones, con lo que garantizaban
estar arm ados, alternativa que les proporcionaba seguridad.
Los integrantes de la Defensa Social de Parral no se incor
poraron ni dependieron de la jefatu ra de operaciones mili
tares; fueron fuerzas civiles de apoyo al ejército para la de
fensa de la ciudad. Fuerzas m ilitares al m ando de los genera
les A lfredo Rueda Q uijano y Luis H errera tenían el control
de la población.
En M eoqui la Defensa Social se organizó en 1918 con un
núm ero aproxim ado de cuatrocientos hom bres. Su jefe, A n
tonio Colom o, hacendado y com erciante de la localidad, la
organizó con el único fin de garantizar protección para sí
m ism o y los habitantes del lugar y de puntos cercanos: San
ta Cruz de Rosales, Delicias, Labor Nueva, mism os sitios de
donde se allegó la gente, proporcionándoles caballada de su
rancho y la m ayor parte de las armas y el parque. Este cuer
po de defensa tuvo vida efím era debido á que fueron en
contrados soldados de las fuerzas del general M urguía roban
do las siembras del social Arcadio Carrillo; tam bién tropa al
m ando del general Espinosa y Córdova recogieron bestias y
reses de la propiedad de Colom o. Se entabló un tiroteo en
tre “ sociales” y soldados del ejército, resultando con ello
que M urguía ordenara el desarme de los integrantes de la
m encionada defensa. Sin embargo, un contingente de ciento
cincuenta sociales no fueron desarm ados y pasaron a form ar
parte de las fuerzas del general Favela en la persecución de
villistas.52
H aciendo un análisis del térm ino Defensa Social, pode
m os decir que implica la unión de un grupo de familias para
preservar su estructura com o grupo, su m odus vivendi, pro
tegiéndose de las depredaciones propias de una guerra civil,
que com etían las diversas facciones en pugna.
Los ejemplos anteriores dejan claro que las corporaciones
denom inadas Defensas Sociales no sólo fueron organizacio
80
nes de campesinos para defender sus hogares; en algunos
casos funcionaron com o contingentes arm ados al servicio de
los hacendados tradicionalm ente conocidas com o guardias
blancas; a la vez fueron fuerzas civiles armadas que opera
rían conjuntam ente con el ejército, a las cuales se les im puso
una serie de obligaciones y sólo se les retribuía periódica
m ente. La m ultiplicidad de funciones que desem peñaron las
defensas explica que no se crearan com o una organización
vertical, sino que p o r el contrario, la diversidad de intereses
locales propició que fuera desde la base que se organizaran,
aunque con patrocinio estatal. La aceptación de la gente al
incorporars'e a dichas organizaciones obedeció, en el caso de
las clases populares, posiblem ente a que al pertenecer a ellas
ya no estarían fuera de la ley; cansados de una lucha que no
les había retribuido en nada, podrían perm anecer en sus lu
gares de origen y conservar arm a y caballo, lo que les pro
porcionaba cierta seguridad; la base social de las defensas la
constituyó la población rural más sedentaria: el cam pesino
que op ta po r regresar a su pueblo a trabajar y defender la
lierra.
Entre 1917 y 1918 se organizaron Defensas Sociales en
gran parte del estado, particularm ente en la región serrana
y centro de Chihuahua. En las poblaciones de Cusihuiriachic,
Cerro Prieto, Nonoava, San Francisco de Boíjas que com
prende los pueblos y ranchos de Santa Ana, Guadalupe, Te-
porochic, Sahuariachic, Santa Rosa, Socorrilla, Franco,
Avendaño, y Ojo de Agua, Carichic, Nopávechic, Satevó,
Llanos de San Juan Bautista, Hacienda de Rubio, Hacienda
de El Rayo y H acienda Bustillos. pertenecientes al distrito
Benito Juárez; Los R íos que incluye Santa Isabel, San Miguel"
Cuadalupe, La C oncepción, Babonayaba, L abor de Prieto,
San A ntonio de Chacones, La Joya, San A gustín, La Ciéne
ga de O rtiz, San Andrés com prendiendo las haciendas y ran
chos de Chavarría, Zubia, Guadalupe, A rroyo de Félix, San-
doval, Peñones, Beltranes, Santa Rosa, San Bernabé, Sama-
puchic, Santa Elena, San Juan, Pachuchic, Rancho Nuevo,
San Lorenzo, Carretas, Chuvíscar, Santa Rosalía de Cuevas,
liituaca, San Bernardino y Santa M aría de Cuevas pertene
cientes al distrito Iturbide; Ciudad G uerrero, Temósachic,
Matachic, Pedernales, Santo Tomás, San Isidro, Tom óchic,
81
Tosánachic, San José del Sitio, Basuchil, Las Cruces, San
Pedro Madera, Yepóm era, Baquiachic, Pachivo y Miñaca del
distrito de G uerrero; Ojo Caliente y Julim es en el distrito
('am argo; Balleza y Valle de Olivos en el distrito Hidalgo;
Batopilas y Valle de Allende en los distritos Andrés del Río
y Jim énez respectivam ente; Janos localizada en el distrito
Galeana y las anteriores m encionadas de Nam iquipa y Cru
ces; Parral, Bachíniva y M eoqui53 (véase m apa).
Cada una de ellas nom braba, al organizarse, un prim ero y
segundo jefes. El prim ero era asimilado con el grado de ma
y o r para efectos de pago de haberes y control de sus m iem
bros. Sin embargo, estos grados no creaban antecedentes m i
litares (Anexo 1).
Sabemos a través del libro m inutario que envían a la jefa
tura de operaciones m ilitares en el estado, que la Defensa
Social de Los Llanos de San Juan Bautista, integrada por
trescientos elem entos al m ando de A dalberto Dom ínguez y
Cruz Chacón, prim er y segundo jefes respectivam ente, se
organizó porque:
82
Después de revisar y analizar la inform ación contenida en
los archivos podem os afirm ar que los jefes de defensa eran
en su m ayoría exponentes de las capas medias rurales: pe
queños propietarios, com erciantes, profesionistas o políticos
en su localidad, com o presidentes m unicipales; el puesto de
jefe tam bién recayó en adm inistradores o caporales de ha
cienda. Percibían un sueldo, no siempre pagado en form a re
gular, sino más bien com o gratificación po r servicios en cam
paña que eran proporcionados por el gobierno a través de la
Secretaría de Guerra, o bien, en algunos casos, los integrantes
de la defensa al pertenecer a ella se obligaban a aportar una
cuota con la que se pagaba entre otras cosas el salario del
jefe de la organización; hay ejemplos, los m enos, en que el
puesto de jefe recaía en hacendados; ellos sostenían las fuer
zas proporcionándoles lo necesario.55 Su incorporación a
las jefaturas obedece al poder que les daba el m ando de fuer
zas; además de defender sus'intereses, veían en el triunfo la
oportunidad de colm ar ambiciones de poder e incluso enri
quecim iento.
Estos grupos que llegaron a conform ar un contingente de
diez mil hom bres aproxim adam ente, contrajeron con el
gobierno las obligaciones a continuación enumeradas:
55 A IC E.
83
3. Hacer prisioneros, quedando en libertad de ejecutarlos sin
form ación de causa.57
4. Aprehensión de familiares de bandoleros, usándolos como
rehenes para lograr la sumisión de los rebeldes al gobierno
carrancista.
5. Entregar al cuartel general armas sobrantes recogidas al
enemigo o a particulares que carecieran de autorización para
portarlas. Este arm am ento era usado para armar más “ so
ciales” o bien para gente reclutada en el ejército.
6. Movilizarse al lugar que les fuese indicado por la jefatura
de operaciones, e incorporarse a la colum na asignada, obede
ciendo órdenes de la oficialidad del ejército.58
Aquellas personas que no aceptaban movilizarse fuera de
su región o bien que estando en campaña desertaban, se les
recogía arma y caballo y se les daba de baja de la Defensa
Social a la que pertenecían, quedando en “ libertad” de re
gresar a sus hogares pero privados en lo absoluto de seguir
perteneciendo a estos cuerpos.
7. Los jefes de defensa debían rendir partes militares y nove
dades ocurridas en la zona de su m ando, a la jefatura de ope
raciones.
8. Podían tam bién conceder am nistía bajo las condiciones
establecidas po r la jefatura de operaciones, que eran: rendi
ción incondicional y entrega de arma y caballo.59
84
y. Solicitar ante la jefatura de operaciones, pertrechos de
guerra y haberes para pago de la gente, los cuales -como ya
se indicó— no eran siempre regulares y más bien se pagaban
como gratificación po r servicios en campaña o bien por ser
vicios de vigilancia.60
10. D ebían proporcionar inform ación confidencial de activi
dades de los villistas.61
I 1. Pasar revista periódicam ente para inform ar del núm ero
de hom bres que las integraban, dotación de cartuchos que
poseían por plaza y bajo las órdenes de qué jefe m ilitaban.62
12. Se sum inistraban en form a irregular pequeñas cantidades
de dinero a los deudos legítim os de “ sociales” que sucum
bían en los- com bates contra el villismo. Dado su carácter ci
vil, carecían de grados efectivos en el ejército, por lo que no
se les podía gestionar pensión alguna.63
85
El papel de las Defensas Sociales
como fuerzas paramilitares
2 E x p e d ie n te X I /4 8 1 .5 /7 7 , C h ih u ah u a, 1 9 1 8, A DN H.
enfrentará a ambos generales: M urguía po r su afán de asi
milarlas como fuerzas param ilitares; E nríquez por usarlas
com o instrum ento político de control, dependientes de
su autoridad.
La inestabilidad en el estado continuaba; los villistas se
guían en pie de lucha pese a que en ocasiones se transm itían
a Carranza inform aciones com o ésta:
3 E x p e d ie n te X I /4 8 1 .5 /7 6 , C h ih u a h u a , 1 9 1 7 , t. IV , A DN H.
89
En el lapso de m arzo a octubre de 1917, Enríquez recibe
varias proposiciones de clubes políticos del estado que le
ofrecen trabajar em peñosam ente en su candidatura; además
los tenientes coroneles Félix Delgado y José Com adurán le
aseguran que más de dos mil quinientos individuos integran
tes de las Defensas Sociales de la sierra están dispuestos a
darle su v o to .4
Enríquez les agradece el apoyo, pero declina el ofreci
m iento porque
90
Sin duda Enríquez cim entaba la viabilidad y solidez de su
proyecto político, en tanto tuviera tam bién el control m ilitar
dél estado, lo que le perm itiría dirigir la cam paña contra el
villismo y a la vez ejercer su autoridad regional a través de
las Defensas Sociales.
Poco después, p o r órdenes de Carranza deja la Oficialía
M ayor y pasa a ocupar la dirección del D epartam ento de Es
tablecim ientos Fabriles y A provisionam ientos Militares (de
nueva creación), del cual sale para hacerse cargo por segunda
vez de la gubernatura provisional de C hihuahua,7 nom bra
m iento que le fue conferido tam bién por V enustiano Ca
rranza. El 4 de julio de 1918 tom a nuevam ente posesión. Es
escoltado po r tropas federales al m ando de M urguía y por
unos mil quinientos hom bres de las Defensas Sociales que lo
acom pañan desde Ciudad Juárez hasta la ciudad de Chihua
hua.8
La presencia de E nríquez en el gobierno del estado saca a
la luz pública las divergencias existentes con el general Mur
guía desde tiem po atrás; su antagonismo parecía irreconci
liable. La pugna entre M urguía y E nríquez se precipita ya
que ambos generales querían tener el control m ilitar del es
tado; además de que las arbitrariedades que com etían las
fuerzas de M urguía en perjuicio de particulares no fueron
aceptadas por E nríquez, ganando para él el apoyo de am
plios sectores de la población y sobre todo de los intereses
que representaba.
D urante la cam paña contra los villistas, ambos jefes ha
brían de actuar en form a independiente. E nríquez inicia la
reorganización de las fuerzas rurales del Estado, las cuales
91
habían sido suprim idas por M urguía e incorporadas al ejér
cito en la sexta brigada. La popularidad de Enríquez y la
facilidad para el reclutam iento, obedece por un lado a su
influencia social y por otro a su experiencia en la moviliza
ción de población civil. Por el contrario, las tropas de M ur
guía se habían dedicado a la im punidad y al saqueo, y el
propio M urguía como jefe de operaciones, a procurar su
enriquecim iento, lo que significaba para la población una
presencia negativa y con los vicios por los cuales el gobierno
com batía a los villistas. Este enfrentam iento vislumbra la
m anera tan diferente de acceder al poder en ambos genera
les. En E nríquez, la vertiente civil es propuesta para afian
zar y desarrollar su poder a futuro.
Los norteam ericanos residentes en Chihuahua vieron con
agrado la presencia de E nríquez, de quien esperaban tener
facilidades y protección para sus negociaciones.9 Por esto
ofrecieron ayuda efectiva en la organización de las fuerzas
que serían sostenidas por el gobierno estatal,10 y fueron
reclutados seiscientos hom bres de entre los elem entos de las
Defensas Sociales, quedando bien m ontados y equipados.11
Varios integrantes de las tropas de M urguía solicitaron su
incorporación a las fuerzas rurales estatales. Las diferencias
entre E nríquez y M urguía se agudizaron por el reclutam ien
to que el prim ero hizo de las Defensas Sociales como una
organización independiente de la jefatura de operaciones, lo
cual, decía M urguía, interfería en sus planes m ilitares de
acabar con los villistas. Estas organizaciones civiles armadas
se convirtieron en un instrum ento de poder político del
gobernador E nríquez, quien abandonando la ciudad de Chi
huahua y acom pañado de 18 rurales, se dedica a arm ar cam
pesinos en contra de M urguía, dando con ello pie a un en
frentam iento entre las fuerzas del ejército y estos campesinos
9 Ibi'dem
92
arm ados al servicio del jefe del estado. Al ser llam ado nue
vam ente el general E nríquez a la ciudad de México, las fuer
zas rurales estatales nuevam ente fueron disueltas.12
Tras algún tiem po ambos generales fueron rem ovidos de
sus puestos: M urguía fue sustituido por el general Jesús
Agustín Castro y Enríquez por el ingeniero Andrés O rtiz,
pero la campaña persecutoria al villismo prosiguió. El gober
nador Ortiz, para estim ular la captura de Villa, ofreció una
fuerte recom pensa para quien lo entregara vivo o m uerto.
Por su parte, el general Villa, ante la hostilidad que las De
fensas Sociales oponían a sus fuerzas, hizo publicar un
M anifiesto a las Defensas Sociales del Estado de Chihuahua,
en el cam pam ento de la hacienda de Rubio, el 15 de diciem
bre de 1918:13
Siem pre de pie, d e fe n d ie n d o con v erd ad ero d e sin te ré s y m u y en
p a rtic u la r lo s d erech o s y lib e rta d e s de las clases h u m ild e s de m i
p a ís, en to d o tiem p o negadas y d e sco n o cid as p o r los tira n o s que
casi siem pre ta m b ié n lo h an g o b e rn a d o , co n b ie n ju s tific a d a triste z a
h e p o d id o ver q u e p a rte de los h a b ita n te s de este e sta d o , c rim in al
m e n te eng añ ad o s p o r la m ism a casta de o p re so re s de a y e r, h an
p re te n d id o fusionarse o reu n irse en u n o o m ás g ru p o s a rm a d o s p a ra
c o m b a tir en m í esos sagrados p ro p ó s ito s q u e he p erseg u id o y
p ersigo, b u scan d o sobre to d a s las cosas el re in a d o de la ju s tic ia en
n u e stro in fo rtu n a d o suelo, en d o n d e d esg raciad am en te, h a s ta el
d ía , sólo en el m o n o p o lio y el privilegio se h a resu e lto la riq u e z a
p ú b lica, es la L ey la consigna y el cap rich o d e q u ien es g o b ie rn a n y
de q u ien es tie n e n d in ero y so n u n a m e n tira d escarad a esos d e re ch o s
y lib e rta d e s a q u e m e h e re fe rid o .
12 A ICE.
93
qu e siem pre la v ic to ria h a estad o de m i p a rte , p u és ja m á s la ju stii u
desam p ara al q u e la tie n e , que m is in te n c io n e s h acia los hijos tic i
E sta d o de C h ih u a h u a, m u y e sp ecialm en te, son las m ejo res, y <1111,1
a ú n en los m o m e n to s m ás d elicad o s, m ás d ifíciles y m ás com pro
m e tid o s p ara éllos, e sto y d isp u esto a darles to d a su e rte de g a ra n tí. 1 .
p a ra sus vidas e in terese s, c o m o d e ello , son te stig o s los m u ch o s j >i 1
sio n ero s q u e h e h ec h o en cada acció n de las lib rad as co n los socialt
y a qu ien es re s u e lta m e n te h e p u esto en a b so lu ta lib e rta d .
94
I!l llam ado G eneral F ran cisco M u rg u ía es en C h ih u a h u a , y seguirá
íló n d o lo q u ien q u ie ra q u e vengá a su ced e rlo , el re p re se n ta n te per-
N o n a l de C arran za y el exclusivo A gen te de su o b ra crim in al, res
ponsable in m e d ia to de la ru in a y d e so lació n en q u e el E sta d o se e n
c u e n tra su m id o y de la sangre q u e se d e rra m a . U tiliz a n d o , elem en
tos e x tra ñ o s a él, co n falsas p ro m esas y a b su rd as te o ría s , su la b o r
un la de m atar^ h o m b re s de C h ih u ah u a p a ra ad u eñ arse de sus bienes
y ser co n C arran za y los m ás a d ic to s a C arran za, lo s ú n ic o s h e re d e
ros; con ig u ald ad de fin es y co n iguales en g añ o s, es p reciso q u e así
se e n tie n d a , se fo rm a n o h an fo rm a d o , c o m o en o tra s é p o c a s a n á
logas, los g ru p o s de las D efensas Sociales, sólo al servicio y en b e n e
ficio del T ira n o , y la v erd ad es, q u e en la p re se n te o c a sió n re su lta
m o n stru o so el p ro c e d e r de ta le s g ru p o s, c u a n d o e sto s arm an su
brazo p a ra m atarse h e rm a n o s c o n h e rm a n o s y la b ra r su p ro p ia
desgracia, a y u d a n d o al de fu era y al v erd u g o a afilar el p u ñ a l q u e
á ellos m ism o s asesina.
Por p rim e ra vez y ú ltim a in v ito , de este m o d o , á esas D efen sas So
ciales de C h ih u a h u a á la u n ió n d e n tro del m ás p u ro p rin c ip io rev o
lu cio n ario , n o á a n i a lre d e d o r, si n o lo q u iere n , n i en m i n o m b re
ta m p o c o , sino a lre d e d o r y en n o m b re de la P a tria , c u y a salud lo ha
m enester y lo reclam a, p a ra c o m b a tir y d e rrib a r la n upva T ira n ía
q ue n o s envilece y n o s d eg rad a; p a ra arro ja r del E sta d o al q u e de
o tro s lugares viene cojido de leva y de las cárceles á a rre b a ta m o s
O fic ia lm e n te n u e stro b ie n e sta r á la vez que n u e stra s riq u e za s para
provecho d e u n o s c u a n to s, y p a ra p ro c u ra r el a d v e n im ien to de un
(¡o b ie m o general y local, fu e rte s y h o n ra d o s , de c a rá c te r m e ram e n
te civil, u n g id o s en verdad p o r el v o to del p u e b lo , que n o s d en ga
ra n tía s á p ro p io s y á e x tra ñ o s y h agan efectivas las p ro m esas rev o
lu cionarias de 1 9 1 0 , p o r las q u e ta n to n o s h e m o s sacrificad o .
95
qu ien es m e dirijo , fu e ra la m ism a, el d e b e r m e o b ligará a to m a r la:,
m ed id as q u e fu e ra n del caso p ara an iq u ilar de u n a vez p o r to d a s al
m al ch ih u ah u e n se y al m al m e x ic a n o , a u n c u a n d o p a ra ello m e sen
in d isp en sab le m o v ilizar los E jé rc ito s de q u e m e es dable d isp o n e i
en o tra s p a rte s del p aís.
F rancisco Villa
14 Op. cit., P H O /1 /1 4 7 .
97
rio rm e n te , p e ro co n las m o d ificacio n es q u e estab lece la pre.si-nh|
circu lar y q u e se e n u m era n en seguida:
lb E x p e d ie n te X / I I I - 2 / 1 5 - 8 3 1 , Silvino M. G a rc ía, A DN C.
17 AICE.
98
Ni' u lo r Itu rb id e , corl. S alustio L im a c o n sede en S an ta Isab el; sec
tor ( ■u errero , co rl. M iguel C o m ad u rá n c o n sede en G u e rre ro ; sec-
•"i R ay ó n , corl. M anuel C ald eró n en B o c o y n a ; se c to r A rteag a, corl.
t »eluvio A . G alin d o en C h in ip as; se c to r A n d rés del R ío , corl. Ni-
lé lo ro B ustillos en T o n ach ic , s e c to r B en ito Ju á re z , tte . c o rl. Prós-
l'i'io E spinosa e n C u sih u iria c h ic 18 (véase m ap a ).
IH Ib id e m .
Ib id e m .
99
La elección de jefe contem pla las características que p au
el control político tradicionalm ente eran requeridas en l is
áreas rurales. El poder depende del núm ero de gente ¡pío
controle; crece el poder conform e se increm ente el n ú m u u
de hom bres bajo su control, pero además es im portante cks
tacar, en este caso, que el poder del jefe regional aumenta en
función de la capacidad que tenga de subordinar a un obje
tivo más amplio los intereses locales o personales.
Es de particular significación, el contenido de las siguicn
tes cláusulas:
2 5 Ib id e m .
22 Op. cit., A IC E.
100
resultaron electas personas con diferentes característi-
i (is I Cusihuiriachic, por ejem plo, el jefe era el ingeniero
11
101
El lenguaje demagógico y m aniquéo em pleado en la pro
clama dem uestra que el gobierno carrancista usó todos los
argum entos posibles para desprestigiar al villismo y fortalc
cer el reclutam iento.
M ientras tan to el villismo, carente de un program a escrito
y de un m ovim iento que rebasara el ám bito local, aceptó el
program a em anado de la Alianza Liberal M exicana24 y lo
hizo aprobar p o r sus fuerzas en R ío Florido, de donde que
dó con el nom bre de Plan de R ío Florido. 25 Im portante fue
el hecho de que Villa reconociera que el cam ino al triunfo
dependía de la sustitución de su táctica guerrillera por un
ejército regular con una concepción diferente, com o lo pro
po n ía Felipe Angeles, bajo el nom bre de Ejército Recons
tru c to r Nacional.
A principios de enero de 1919 se reunió Felipe Angele :,
con las fuerzas de Villa en el cam pam ento de Tosesihu.i,
C hihuahua, en donde el C entauro del N orte se en co n tráis
dedicado a la tarea de organizar m ilitarm ente a sus hom bres
para iniciar la cam paña form al.26
En el curso de los prim eros meses de 1919, Villa y Angc
les llevaron a cabo acciones guerrilleras, librando varios com
bates y ocupando ciudades transitoriam ente. Ricardo Michcl
e H ipólito Villa entran en contacto nuevam ente con Eran
cisco V. A ntillón, jefe de la Defensa Social de Namiquipa,
a quien hacen llegar el m anifiesto que Villa dirige a las De
fensas Sociales de C hihuahua en 1918; o tro dirigido a los
exsoldados de la defensa del lugar, y una carta en la que les
102
proponen una alianza entre los sociales y las fuerzas villistas.
l,i'N ofrecen toda clase de garantías para que regresen a sus
H ilares las familias que se han alejado y refugiado en la
Nli'ii.i por criminales engaños de sus enemigos.27 Le hacen
HiIht nuevamente el m otivo por el que continúan en pie de
lliclia y que es “ el castigo ju sto para los verdaderos culpables
(Je las desgracias que afligen al país que lo son los carrancis-
las, derribar a ese régimen corrom pido que nos avergüenza y
nos envilece, procurando el advenim iento de un gobierno ge-
RUi llámente popular, fuerte y honrado que nos haga fe
lices” .2®
fin estos m om entos en que el villismo se encontraba y a en
franca decadencia, era difícil conseguir prosélitos. El gobier
no se, había encargado de desprestigiarlo atrayendo a los ex-
Vlllistas y a la población civil, enrolándolos en las defensas
...... o fuerzas de choque. Además de que en las Defensas
tle Namiquipa y Bachíniva había gran descontento hacia el
general Castro, a quien culpaban de no haberle dado su justa
Im portancia al m ovim iento que em prendían los sociales con-
tru los villistas. Sabían que Villa con ochocientos hom bres
bien pertrechados se encontraba en el cam pam ento Las
<¡ruces. La Defensa de Namiquipa, y las familias en su totali-
dad habían abandonado el pueblo y perm anecían aún en la
llerra. Por la com unicación de los villistas con el m ayor An-
tlllón tenían la esperanza de que la población no fuera ata-
i ada; sin embargo, estaban preparados para defenderse, pero
era necesaria la ayuda del gobierno.29
L1 18 de abril los villistas tom aron una vez más la ciudad
«1c Parral, que estaba defendida po r fuerzas al m ando del
general M adinabeytia (exjefe del estado m ayor de la Divi
sión del N orte) y por Defensas Sociales dirigidas por el
Ingeniero Francisco Chávez H olguín, José de la Luz Herrera,
Melit ón Lozoya, José M aría Gutiérrez, “ el C hato” Jurado y
28 Ib íd e m , f. 12.
■!í) A IC E.
103
otros. “ Todos de familias notables de. a h í” .30 En dicho com
bate fue tom ada prisionera la totalidad de la Defensa Social,
a cuyos integrantes se les perdonó la vida, excepto a José de
la Luz H errera y a su hijo Ceferino, quienes fueron fusilados
por considerárseles traidores.
Villa, dueño de la plaza, procedió a im poner préstam os
forzosos a las com pañías m ineras que explotaban los fundos
en esa parte del estado. A bandonaron Parral y a fines de
abril atacaron Ciudad Juárez. La posesión de esta localidad
fronteriza era clave para iniciar la cam paña formal que se
había planeado, y como no pudieron tom arla se replegaron
nuevam ente al sur, rum bo a Durango.
A nte la amenaza de las partidas villistas que habían ata
cado la población de Santa Isabel y m erodeaban po r la sie
rra, el general G arcía ordenó a los jefes de defensa en la
región alistar sus fuerzas por si era necesario movilizarlas.
Esta orden debía ser obedecida por los “ sociales” ; se apoya
ba en la cláusula séptim a de la circular ya referida. Sin em
bargo, para algunos resultaba difícil acatarla . . . “ al estar
fuera de nuestras casas por algunos días tenem os que ero
gar gastos que para m í son m uy fuertes, pues soy pobre” .31
M ayor descontento se generó entre los sociales cuando el
general Castro ordenó que se procediera a organizar una co
lum na de caballería com puesta de mil hom bres (socialistas
de la sierra) que operarían en el estado de Chihuahua bajo
las órdenes del general Silvino García y cuyo objetivo sería
perseguir al bandolero Villa y a sus gavillas. La colum na per
cibiría haberes á partir del 5 de m ayo, en la siguiente forma:
un peso diario a sociales m ontados y arm ados, dos cincuenta
a oficiales y cuatro pesos a jefes, más cincuenta centavos a
todos para forrajes.
La convocatoria se hizo del conocim iento de todas las De
fensas, quienes se negaron a form ar parte de la colum na ex
pedicionaria. A poyados en el contenido de la cláusula quin-
30 Op. c it.y P H O /8 /3 1.
31 A ICE.
104
la de la circular, expresaron los m otivos p o r los que no de
seaban participar.
En Santa M aría de Cuevas sus m iem bros m anifestaron:
32 Ib id e m .
33 Ib id e m .
34 Ib id e m .
105
Cusihuiriachic, entre otros, m anifiestan su negativa. Sin du
da el gobierno parecía olvidarse de la situación precaria en
que estaban estos cam pesinos norteños. La inform ación ob
tenida nos dem uestra que fue el campesino sedentario, tan
pobre com o los rebeldes villistas, el enrolado y movilizado
nuevam ente para suprim ir la oposición ciertam ente popu
lar. C om prom etidos en una lucha en la que no habían obte
nido beneficios, su m ejor protesta era negarse a cum plir ór
denes.
Sin em bargo, ante la respuesta de los sociales de no aban
donar sus hogares y salir de su región, se ordenó un recluta
m iento forzoso. La m itad de los elem entos que integraban
cada defensa debía ponerse a las órdenes de la Jefatura de
las Defensas; la otra m itad perm anecería en su localidad para
defender al pueblo y seguir sus labores en el campo. Se pro
cedería al desarme inm ediato de los que aún así no acatasen
la orden de salir . . . “ trayendo las armas, para arm ar otros
contingentes que están dispuestos a prestar sus servicios y
que carecen de esos elem entos, porque dadas las circunstan
cias porque atravesamos se considerarán encubridores del
bandolerism o a todos aquellos que no quieran batirlos en la
form a que les ordene este C uartel General y serán castigados
enérgicam ente” .35 No se les dejaba alternativa, ya que las
armas era una garantía de protección en sus pueblos; con
esta m edida se les dejaba a la ofensiva villista y a las depre
daciones que pudiera com eter la tropa del ejército. Unida a
esta circular, el general García gira la siguiente proclam a a
las Defensas Sociales.
106
h ic ie ro n , d a n d o co n esto u n a p ru e b a p a lp ab le d e su fa lta de p a trio
tis m o .36
36 Ib id e m .
107
L os je fe s de la d e fen sa E u m elio V arela y Jo sé R a m íre z P rieto e m
p ez a ro n a re c lu ta r g en te p o r el sistem a d e levas, a cada ciu d ad a n o
a q u ien les d a b a gana. H u b o p erso n as q u e fu e ro n sacadas de sus
hogares, labriegos que se e n c o n tra b a n en sus tra b a jo s fu ero n to m a
dos d e ja n d o sus h e rra m ie n ta s de tra b a jo . No se re s p e ta ro n ancianos
q u e p o r su ed a d , d e b ie ro n de h ab e r sido dignos de to d a clase de
co n sid eracio n e s . . . F u im o s llevados a u n in m u n d o co rral, cual si
h u b iésem o s p e rd id o n u e stra c o n d ició n de h o m b re s, p u es fu im o s
tr a ta d o s p e o r q u e anim ales. De los q u e su scrib im o s c o m o sesenta y
o c h o civiles fu im o s llevados a caballo y e n tre e sta y San A n to n io
n o s d esertam o s, ta n to p o rq u e n o se n o s d ab an arm as co m o p o r la
in d ig n ació n de ir co n lo s m e n c io n a d o s jefe s. O tro s p erm an ecim o s
o c u lto s y m u ch o s h u im o s a los m o n te s, p a ra lib ra m o s de la leva,
p e ro en lo general to d o este p u e b lo fu e u ltra ja d o co n la única ex
cep ció n de los am igos o fa v o rito s de los je fe s c itad o s. P o r la nocla-
fu im o s c o n d u c id o s p o r fu erza arm ad a a la esta ció n del ferrocarril.
F u im o s llevados a San A n to n io de A ren ales, a d o n d e llegam os al
sig u ien te d ía . A h í se n o s d iero n en m ed io de risas y burlas, arm as
casi in ú tile s y m u n ic io n e s d eficien tes e in su fic ie n te s. El 27 del
m ism o m es fue a tac ad o el p u e b lo de San A n d rés p o r las fuerzas
villistas. F u im o s llevados a la lín e a de fuego. N u estras arm as sólo
n o s sirvieron p ara h ac e r u n a a p a re n te d efen sa p o r su in su fic ie n cia .3-1
40 A IC E.
108
prom ociones para que los vecinos de los pueblos se integra-
i.m a estas organizaciones. A los desertores se les enviaba a
la jefatura de las Defensas, así como a los que se les encon-
11 .iba robando o com etiendo arbitrariedades.41
109
Las Defensas Sociales, instrumento de poder
gubernamental frente al poder del ejército
1 E x p e d ie n te X I /I I I /2 —8 7 6 , op. cit., 1 .1 , A D N C.
111
Ignacio Enríquez como jefe de las Defensas Sociales hizo
proclam ar un M anifiesto al Pueblo de Chihuahua, 3 en donde
expresa que a principios del año varias agrupaciones p o líti
cas le ofrecieron la candidatura para gobernador del estado,
pero que considerando el increm ento que había tom ado el
bandidaje encabezado po r Villa, m anifestó al presidente Ve-
nustiano Carranza su deseo de colaborar en la pacificación
del estado. Prim ero al lado del general Castro y posterior
m ente al ser nom brado el general Diéguez, fue “ honrado”
con el nom bram iento m encionado. En consecuencia, habién
dose aplazado las elecciones —ya que prim ero estaba el logro
de la pacificación—, deja la cam paña política para dedicarse
a la m ilitar, donde encauzará todos sus esfuerzos. Invita a
sus conciudadanos a que se agrupen en torno al general Dié
guez y que pongan sus energías para exterm inar el vandalis
mo que ha devastado nuestro suelo. Concluye:
3 15 de ju n io de 1 9 19 , A ICE.
4 Ib íd e m .
112
Después del frustrado ataque de Francisco Villa a la ciu
dad fronteriza de Ciudad Juárez (julio de 1919) y conside-
nmdo el general Enríquez que al replegarse al sur se interna-
i ía en el distrito Galeana, donde aún no se habían organiza
do Defensas Sociales, m anifiesta al general Diéguez la nece
sidad de formarlas. Para ello, Enríquez com isionó al capitán
Uafael Sanmiguel, quien m archó a la zona m encionada (véase
mapa); procedió a reunir en la presidencia m unicipal de cada
lui'.ar a los vecinos, dándoles a conocer lo siguiente:
AICE.
113
el estado. De su organización un com isionado inform a que
tropezó con serias dificultades debido a que la gente de los
pueblos se quejaba dél reclutam iento anterior, po r el engaño
de que habían sido víctim as ya que al llegar al lugar asigna
do no les habían pagado sus haberes; además, hubo poca
ayuda en el reclutam iento po r parte de las autoridades m u
nicipales. El propio E nríquez realiza una gira po r la sierra
con gran éxito: en un mes que lleva al frente de las Defensas
Sociales ha reunido setecientos cincuenta hom bres para en
trar en la cam paña activa, aclarándose que cum plido su co
m etido las fuerzas serían licenciadas.
Los sueldos para estas Fuerzas Auxiliares fueron incre
m entados8 y pagados con regularidad; se les abastecía con
suficientes provisiones. Adem ás se estableció un servicio sa
nitario com isionado para las Fuerzas Auxiliares, siendo los
m édicos integrantes asimilados tam bién con el grado de
m ayor.
A los deudos de sociales que form aban parte de las Fuer
zas Auxiliares se les otorgó una pensión correspondiente al
sueldo que percibían en el ejercicio activo; respecto a los
sociales que fallecían en com bate dentro de su región, se dis
trib u ían a sus deudos pequeñas cantidades com o auxilio pa
ra satisfacer sus necesidades.
R esulta interesante cóm o E nríquez logra atraer fácilm en
te a un núcleo de sociales, m ejorando su situación econó
mica, sueldos elevados y puntualm ente pagados y otorgando
ciertas concesiones; esto quizá a la población rural da la po
sibilidad de esperar que una vez lograda la paz se lleven a
cabo las reivindicaciones sociales prom etidas por Enríquez.
Los sectores m edios lo apoyan porque ven en él a un defen
sor de sus intereses, com o ya lo había dem ostrado cuando
ocupó la gubem atura provisional del estado.
114
En la cam paña antivillista colaboró —como ya se dijo
antes— el gobernador del estado, ingeniero Andrés Ortiz,
quien m ediante una proclama ofrece una recom pensa de
cincuenta mil pesos a quien o quienes aprehendan a Villa.
En todas las poblaciones de Chihuahua se distribuyeron
proclamas de la recom pensa; esto, así com o el rom pim iento
de Villa con el general Angeles, la m uerte de M artín López
y la falta de parque, provocaron que m uchos villistas conti
nuaran amnistiándose.
Las Defensas Sociales seguían organizándose en las pobla
ciones donde no existían, o bien en aquellos lugares donde
habían sido disueltas. La Defensa de Tonachic, distrito An
drés del Río, form uló al organizarse su propio reglamento,
enviándolo al cuartel general. Son de particular interés los
puntos ocho y nueve del reglam ento, que señalan lo siguiente:
T o d o m iem bro de esta d efen sa tie n e la o b lig ació n de c o n trib u ir, se
gún sus circu n stan cias p ara el so ste n im ie n to de esta co rp o ra c ió n ,
con la c u o ta que al efe c to se les asignará y cu y o s fo n d o s se inver
tirán en au x iliar a los m ism os cu a n d o fu ere n ecesario . E stos fo n d o s
ingresarán a la te so re ría de esta d efen sa, en d o n d e p erm a n ec e rá n
h asta darles la inversión c o rre sp o n d ie n te ” .9
10 O p. cit., P H O /1 /4 2 .
115
villista, Félix Salas, m iem bro de la Defensa Social de Balleza,
lo puso en m anos de-sus perseguidores para que se le juzgara
po r el delito de rebelión m ilitar en campaña. Felipe Angeles
fue fusilado el 26 de noviem bre de 1919.11
Felipe Angeles y Pancho Villa, que en la División del N or
te se com plem entaron de m anera excelente :(un táctico y un
estratega, siempre se m anifestaron un profundo cariño y
respeto. Angeles, en su contacto con los campesinos de Mo
rolos prim ero y en el N orte después, com prendió que “ lo
que guiaba a Pancho Villa en todas sus acciones, aun las más
contradictorias, era un incontenible, inm enso sentim iento
de am or y servicio a las m asas” .12 A él lo había llevado a la
Revolución un sentim iento de justicia; sin embargo, la in
com patibilidad entre la táctica del m ilitar de carrera y la
audacia del guerrillero fue la causa del distanciam iento, di
ferencias que respondían a sus orígenes sociales opuestos y
a su concepción sociopolítica.
La m uerte de Angeles representaba para Carranza un peli
gro m enos, sum ándose a la del líder suriano Em iliano Za
pata, asesinado en la hacienda de Chinameca el 10 de abril
de 1919.
Por lo que respecta al sector obrero, que había apoyado
al carrancism o en 1915 creando los batallones rojos, tam
bién se vio am enazado po r el propio Carranza, quien duran
te 1916 dictó una serie de disposiciones antiobreras; logró
sin em bargo en 1918, organizar en Saltillo la Confederación
Regional O brera M exicana (CROM), con la cual se fortaleció
el m ovim iento de los trabajadores.13 Por su parte Obregón,
que había adquirido gran popularidad, aprovechó la coyun
tura y así en 1919 el Partido Laborista lanzaría su candida
tu ra a la primera! magistratura! del país. Por contra, Carranza
pretende im poner a un civil, Ignacio Bonillas, com o candi
116
dato a la presidencia, provocando con ello una alianza de
los sonorenses que culm ina con el Plan de A gua Prieta y el
ulterior asesinato de Carranza en Tlaxcalantongo el 20 de
m ayo de 1920.
Ignacio Enríquez, en el estado de C hihuahua y en su ca
rácter de jefe de las Defensas Sociales y Fuerzas Auxiliares,
aprovecha la coyuntura y al frente de estas organizaciones se
adhiere a dicho plan y secunda al m ovim iento arm ado. Re
organizan estas fuerzas com o Defensas Sociales de la sierra
al m ando directo de E nríquez y com o segundo jefe Jesús
A ntonio Almeida, ascendido a teniente coronel.14
Para la organización y sostenim iento de las fuerzas, la te
sorería general del E stado hizo un préstam o que se incre
m entó con la aportación de particulares, reuniéndose cin
cuenta y un mil pesos. A los jefes de defensa se les propor
cionó dinero para que procedieran al reclutam iento. Reci
bieron haberes todos los sociales que participaron en el
m ovim iento, increm entándose nuevam ente los sueldos y
pagándoles con to da regularidad; de ahí quizá el éxito de
estas organizaciones en cuanto al núm ero de sus integran
tes.15
Obregón entró triunfalm ente a la ciudad de México el 8
de m ayo de 1920, y el Congreso designó com o presidente
provisional a don A dolfo de la H uerta, que tom ó posesión el
lo. de julio.
Después del asesinato de Carranza, un periodista nortea
mericano entrevistó a Francisco Villa en Santa Cruz de R o
sales, Chihuahua, en relación a la actitud que tom aría ahora
desaparecido el jefe del constitucionalism o; Villa m anifestó:
119
¿Cuál fue su destino? ¿Estaba éste im plícito en su gé
nesis? A nuestro juicio la respuesta es afirmativa: con Obre-
gón en la presidencia de la República e Ignacio E nríquez en
el gobierno de Chihuahua, estas organizaciones, una vez ve
rificado el hecho de que no representarían más del proyecto
político enriquista, continuaron operando como fuerzas ci
viles armadas. Se les dio legalidad en 1922 como guardias
municipales.
Epílogo
121
la que en la práctica llevó a cabo sus propósitos sociopolíti-
cos y económ icos.2
En el estado de Chihuahua la gubernatura constitucional
recayó en el general Ignacio C. E nríquez, quien sustituyó al
gobernador provisional Abel S. R odríguez tom ando pose
sión el 14 de octubre de 1920. La seguridad de su gobierno
se afianza en la existencia de la policía rural, lo que le daba
poder e independencia de los com andantes m ilitares; a este
objetivo es al que prim eram ente da atención.
O btiene de Obregón la autorización para organizar un
cuerpo de caballería con el personal correspondiente a un
regim iento. Los gastos de la corporación, haberes, forrajes y
otros, serían cubiertos por el gobierno federal a través de la
Secretaría de Hacienda. El arm am ento, vestuario, equipo,
caballos y acémilas de dicho cuerpo los proporcionaría la
Secretaría de Guerra a solicitud del propio E nríquez.3
Obregón le da toda la autoridad para el m anejo de la cor
poración, quedando en libertad de nom brar y remover el
personal Gefes, oficiales y tropa) de dichas fuerzas irregula
res, actuando de un m odo totalm ente independiente de la
jefatura de operaciones militares del N orte, que estaba al
m ando del general Eugenio M artínez.
Tam bién pasaron a depender directam ente del goberna
dor las organizaciones de civiles armados, denom inadas De
fensas Sociales. A sus integrantes se les invitó a perfeccionar
su organización y a continuar cooperando eficazm ente para
la conservación del orden.4
Como estím ulo a estas organizaciones, les fue entregado a
cada uno de sus integrantes, por acuerdo del general Obre
gón, un diplom a que los acreditaba com o m iem bros de las
Defensas Sociales del estado de Chihuahua, por conducto
del coronel Jesús A ntonio Almeida, jefe de estas organiza
ciones, con m otivo del centenario de la consum ación de la
3 E x p e d ie n te 8 1 6 - C h - 3 , ra m o P resid en tes, A GN .
4 Ib íd e m ,
122
Independencia. Se les felicitaba por su participación “ desin
teresada, eficaz y digna de encom io” en el restablecim iento
de' la paz en la R epública.5
Estos diplom as y la ayuda pecuniaria que se im partió
como gratificación p o r adeudo a los sociales y deudos de
quienes sucum bieron en el cum plim iento de su deber, le
vantó parcialm ente el ánimo de estas corporaciones, quie
nes ofrecieron seguir colaborando con el gobierno consti
tu id o .6 Cuando se presentaban dificultades entre jefes de
defensa, y sobre to d o con las fuerzas federales destacamen-
tadas, si era necesario acudía personalm ente Enríquez para
arreglar las diferencias y convencerlos de la necesidad de
colaborar en arm onía para que hicieran una batida eficaz a
los rebeldes enemigos del régimen obregonista y por ende
enriquista.
De la m anera com o se organizó el cuerpo de policía rural,
el propio E nríquez inform ó a Obregón lo siguiente:
La p o lic ía ru ra l la ten g o fo rm a d a d e h o m b re s avezados en la cam
p añ a, co n o ced o re s del te rre n o y de los h a b ita n te s de cad a región
del E stad o . . . El p ro c e d im ie n to q u e e sto y siguiendo sobre esta
cuestió n de la P o licía R u ral, es escoger d e cad a reg ió n al in d ivid u o
co n o cid o co m o de m ás em p u je y a g u errid o a q u ie n le d o y n o m b ra
m ien to de O ficial, p o n ie n d o a sus ó rd e n e s d iez, q u in ce ó v ein te
h o m b re s a su vez escogidos y a q u ie n es m a n ifie sto los hago re s p o n
sables de la altera ció n del o rd e n . E n esta fo rm a m e h e v isto o bliga
do a te n e r en el R eg im ien to u n n ú m e ro m a y o r de oficiales q u e el
reg la m e n ta rio .7
123
. 3
bido a que no fue enviada la suma acordada, la tesorería del
estado proporcionó treinta y siete mil quinientos noventa
pesos, im porte del pago mensual de dichas fuerzas.8
Las difíciles condiciones económicas del gobierno federal
llevan a Obregón a proponer a E nríquez la supresión de la
policía rural, sugerencia que él declina puesto que, como ya
se dijo, la solidez de su gobierno, entre otros factores, la
fundam entaba en la existencia de estas fuerzas.
La desaparición de los rurales, argum entaba Enríquez:
8 E x p e d ie n te s 2 4 3 - C 5 - P - 1 , 1 2 1 - H - C h - 1 6 , S l ó - C h - 3 , op.
cit, A G N .
9 E x p e d ie n te 8 1 6 - C h —3 , op. cit., A GN .
10 Ib id e m .
124
m
nes han cooperado de m anera eficaz para reprim ir en su
cuna cualquier m ovim iento de oposición” .12
Así, la población rural norteña lanzada a la Revolución
con la prom esa de tierras, víctim as de la lucha de facciones,
com o integrantes de las Defensas Sociales y posteriorm ente
de las Guardias M unicipales, verían pocos cambios en su rea
lidad campesina.
En el aspecto agrario la política de E nríquez, aun cuando
no fue contrarrestada, desem bocó en el reparto de tierras a
un núm ero reducido de campesinos. El sistema de tenencia
de la tierra existente en el porfirism o siguió vigente; los cam
pesinos continuaron en la misma condición de dependencia
económ ica ante el terraten ien te.13 Aun cuando fueron ex
pedidas leyes agrarias, constituyéndose la Liga de Com uni
dades Agrarias, fue m ínim a la dotación y restitución de
ejidos a campesinos. En un inform e al general Obregón so
bre las actividades agrarias llevadas a cabo en el estado en
1923, el general Enríquez aclara que:
Son falsas las n o tic ia s de q u e se han activ ad o reso lu c io n e s agrarias
de p ro p ie ta rio s e x tra n je ro s, le p ide d e sm ie n ta esos ru m o re s que lo
h acen ap arecer ex cesiv am en te to rp e d a d o el m o m e n to actu a l. Las
p ro p ie d a d e s afe c ta d a s h an sido h a c ie n d a p ro p ie d a d In te rn a tio n a l
L and and Live S to c k C o m p an y en d o ta c ió n V illa L ópez re su e lta en
m arzo del año p asa d o . Al d o ta r tre s p u e b lo s ru m b o O jinaga en n o
v iem bre afe c tá ro n se te rre n o s sólo re c la m a d o s p ero sin ju stific a c ió n
p o r el am erican o C harles D avid. En re s titu c ió n ejidos Casas G ran
des se a fectó H acien d a C o rralito s. E sta d e b id o a que u n g ru p o de
cam p esin o s a p o y á n d o se en la L e y de Tierras O ciosas to m a ro n p o
sesión y cultivan lo s te rre n o s que la c o m p a ñ ía te n ía a b a n d o n a d o s,
con b u e n éx ito p u es h an lev an ta d o de o c h o a diez m il h e c to litro s
de m aíz. D o tació n de C iudad Jim én ez se a fectó p ro p ie d a d de sú b
d ito inglés Ju a n W aterson ac o rd a d o p o r g o b e rn a d o r in te rin o ,
ig u alm en te aco rd ó d o ta c ió n B achíniva q u e a fectó te rre n o s p e rte
n e c ie n te s al in te s ta d o Z u lo a g a .14
125
Por su parte, el Partido Nacional Agrarista se dirige al
presidente Obregón inform ándole que se han recibido nu
merosas quejas de los agraristas del estado de Chihuahua de
bido a la obstrucción sistemática que las fuerzas rurales
sostenidas po r el ejecutivo del estado desarrolla contra los
pueblos que, acogiéndose a la ley del 6 de'enero de 1915 y
a los derechos agrarios reconocidos por la C onstitución, han
solicitado restitución o dotación de ejidos.
126
Policía Rural, com bate a los núcleos delahuertistas levanta
dos en armas. Una vez m ás Enríquez m anipula a estas fuer
zas.16
Finalm ente tras la derrota de De la H uerta, nuevam ente
licenció a las tropas auxiliares;17 pero las Defensas Sociales,
con la denom inación de Guardias Municipales, continuaron
siendo elem entos indispensables de los gobiernos posteriores,
para ejercer un control sobre la población civil y reprim ir en
su cuna cualquier brote de rebeldía.
F u e n te s d o c u m e n ta le s escritas
A rchivo de N o ta ría s, C h ih u ah u a.
F u e n te s orales
143
E n trev ista al se ñ o r Ignacio F eliz V arela, realizad a p o r X im en a Sepúl
veda el d ía 2 0 de o c tu b re de 1973 en C iu d ad C u a u h té m o c , C hihuahua,
A rchivo de la P alab ra, IN A H —SEP, P H O /1 /6 5 .
E n trev ista al gen eral R o b e rto F ie rro , re alizad a p o r E ugenia M eyer los
d ía s 13 y 21 d e fe b rero de 1973 en la c iu d a d de M éxico. A rchivo de la
P alabra, IN A H -S E P , P H O /1 /4 2 .
L itera tu ra
144
/,</ R evo lu c ió n en el E sta d o de C hihuahua. M éxico, T alleres G rá fi
cos de la N ación, 1964, 2 vols. (I n s titu to N acio n al d e E stu d io s H is
tó rico s de la R ev o lu ció n M exicana, 35).
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