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M a r th a E v a R o c h a Islas

Las Defensas Sociales


en Chihuahua

N acional de A n tro p o lo g ía e H is to ria


M a r th a E va R o c h a Islas

Las Defensas Sociales


en Chihuahua. Una
paradoja en la Revolución

C pjección D ivulgación

In s titu to N acional rio A n tro p o lo g ía o H isto ria


Serie: Testim onios

P o rtad a: F u erzas Auxiliares. Chihuahua.


F o to g r a fía co rtesía de la familia E n ríqu ez.

Edición a cargo de Luz Pereyra Boldrini

BIBLIOTECA C O T R A L
i / , ü . A. Ivi.

ESTE LIBRO K9 CESE


U ffl CE U
.......

2 o

y ____ ^

P rim era edición: 1988


(c) In s titu to N acional de A n tro p o lo g ía e Historia
C órdo ba 4 5 , Col. R o m a , México, D.F.

Im p reso y hech o en M éxico

ISBN-968-6068-03-1
Indice

Agradecim ientos 7

Introducción 9

Panoram a económ ico-político del estado de


Chihuahua en vísperas de la Revolución 15

La Revolución en el N orte. C hihuahua, escenario


del m ovim iento arm ado de 1910 31

El m ovim iento villista. Surgim iento y apogeo de


la División del N orte, 1913-1915 43.

Las Defensas Sociales frente al m ovim iento villista 57

El papel de las Defensas Sociales com o fuerzas


param ilitares 87

Las Defensas Sociales, instrum ento de poder


gubernam ental frente al poder del ejército 111

Epílogo 121

Bibliografía 143

Apéndice 151
Para A rtu ro V aldez
Agradecim ientos

Dejo aquí constancia de mi agradecim iento a la familia


Enríquez, por su ayuda desinteresada y las facilidades
otorgadas para poder consultar su archivo; a Friedrich Katz,
conocedor profundo del villismo, por sus estim ulantes suge­
rencias; a Salvador Rueda por su interés m ostrado al leer el
presente texto -q u e reposó en el cajón un buen tiem po - , y
cuyas aportaciones, sin duda, lo m ejoraron;.a Clara García,
quien señaló los aciertos, pero también las carencias del tra­
bajo; a Carlos González, entusiasta adm irador de la historia
chihuahuense, por su estím ulo y ayuda. Vaya tam bién mi
gratitud para Sergio Ortega, Laura Espejel, Jorge González
Angulo, por sus críticas; Ana M aría Alonso por los materiales
proporcionados; Guillermina Coronado, quien realizó la
ardua tarea de m ecanografía, po r su paciencia y buena dis­
posición; A rturo Valdez Rocha, por el tiem po que dedicó en
ayudarm e a cotejar el texto, y para todos aquellos com pañe­
ros y amigos que de una u otra forma colaboraron en la ela­
boración de esta obra.
Introducción

Las investigaciones en torno a la Revolución m exicana én un


intento por dar respuesta a nuestro presente, se encam inan
cada vez más a reflexionar y profundizar sobre tem áticas
que antes eran sancionadas por la historiografía oficial.
Considerar las características territoriales, las fuerzas sociales
actuantes, el desarrollo socioeconóm ico desigual de nuestro
país y los actores sociales, conform a especificidades que lle­
van al investigador al estudio perm anente del proceso revo­
lucionario, m ediante diferentes enfoques y perspectivas.
El encuentro con inform ación no consignada, archivos
que no han sido tocados, docum entos inéditos, y la versión
de protagonistas, fueron algunos de los móviles que alentaron
esta investigación.
Mi acercam iento a los estudios sobre la Revolución m exi­
cana y en particular a la tem ática de las Defensas Sociales,
surge a partir del trabajo realizado con el Dr. Friedrich Katz
sobre el rescate de m ateriales del villismo, en diversos archi­
vos de la ciudad de México. El tem a de las Defensas Sociales
en la docum entación revisada, aparecía casi siempre vincu­
lado al villismo; así me di a la tarea de localizar bibliogra­
fía o estudios particulares referentes a dicha problem ática;
pero la carencia se hizo evidente. De ahí que investigar sobre
las Defensas Sociales y su contraparte, el m ovim iento popu­
lar villista, sean todavía terreno virgen para los estudiosos.
La presente investigación intenta dilucidar cuál fue la fi­
nalidad social de las Defensas Sociales, su composición, su
relación con el villismo; así com o la correspondencia entre
éstas y la organización del Estado en el período 1916- 1920.
Despejar estas incógnitas as penetrar en el conocim iento de
un aspecto del pjoceso revolucionario que envolvió a nues­
tro país durante una década.
El estudio de las Defensas Sociales se centra en el estado
de Chihuahua en dicho período, porque Chihuahua fue el
territorio político del general Ignacio C. Enríquez, prom o­
tor y jefe de las organizaciones; a la vez que fue fundam en­
9
talm ente la zona en la que los villistas se replegaron luego de
la derrota sufrida en las batallas de Celaya y con ella la de­
sintegración de la División del N orte, para proseguir una
cruenta lucha, cuya táctica m ilitar —guerra de guerrillas-
ios m antendría en regiones de difícil acceso —las serra­
nías—, reagrupando partidas en destacam entos para tom ar
por asalto poblaciones que les perm itieran el suministro de
víveres, castigar a los traidores, repartir el b o tín entre la
población civil y la dispersión nuevam ente hacia la sierra.
Este período m arca para el villismo un cambio cualita­
tivo; los pequeños propietarios se retiran a sus pueblos y
ranchos, m ientras que los vaqueros, los m ineros y los “ hom ­
bres sin tierra” —y por lo tanto sin arraigo perm anente en
las poblaciones— quedan com o el grueso de las tropas re­
beldes. En esta etapa de ilegalidad, el villismo se expresa
como un m ovim iento social hom ogéneo frente al carrancis-
mo. con demandas de justicia social encaminadas a benefi­
ciar a las clases pobres, de las cuales Francisco Villa era
portavoz.
D urante la guerra de guerrillas, gobierno y ejército siguie­
ron una conducta tradicional: enfrentar entre sí a los rebel­
des, incorporando a la población civil; varias fueron las for­
mas existentes para organizados, que iban desde el ejército
mismo hasta la form ación de fuerzas irregulares, como fue la
Defensa Social, una de cuyas funciones era organizar y
arm ar a los habitantes de pueblos y rancherías de Chihua­
hua, en su intento por destruir un foco de insurrección
popular: el villismo.
La base social de las Defensas Sociales y del ejército vi-
llista en cierto m om ento fue la misma, siendo por defini­
ción fuerzas antagónicas debido a que la guerrilla villista
no contaba con un programa social escrito que sirviera de
bandera ideológica. Políticam ente eran fuerzas rebeldes;
ideológicam ente, liberales. La base social del villismo es­
taba integrada por trabajadores móviles, vaqueros de las
haciendas ganaderas, hom bres de a caballo cuya larga tra­
dición de lucha y constante movilidad los había desarrai­
gado: m ientras la base social de las Defensas Sociales la
constituyó la población rural norteña, integrada por exco­
lonos militares, pequeños propietarios y peonaje tradicio­
10
nal: aparceros, arrendatarios, m edieros; los campesinos
sedentarios, y los campesinos tradicionales que alguna vez
m ilitaron ¡en las filas villistas y que, luego de la derrota de
la División del N orte, ante la disyuntiva de ser forajidos o
amnistiarse al carrancismo, deciden regresar a sus pueblos
y, desde “ la legalidad” , defender la posesión de sus tierras.
Las Defensas Sociales actuaron no sólo com o fuerzas
param ilitares contra el villismo, com o cuerpos de autode­
fensa de los pueblos, como fuerzas bajo el poder y al servi­
cio personal de los caciques, sino tam bién como instru­
m ento político cuyo objetivo fundam ental era sostener al
poder civil estatal representado por el gobernador, frente
al poder m ilitar de los jefes de operaciones. En este período
se observa una recom posición de alianzas de las distintas
fuerzas sociales al interior del estado, lo que explica tam­
bién el desem peño que tuvieron dichas corporaciones.
Concebidas así, las Defensas Sociales son m ultifacéticas,
lo que evidencia su historicidad, y cuyas especificidades les
dan com plejidad, ya que son algo más que las fuerzas repre­
sivas tradicionales: la heterogeneidad social es en ellas un
rasgo fundam ental, así com o la interrelación entre sus com­
ponentes a nivel local y estatal. Cabe destacar la situación y
m anipulación de las clases populares -b a s e de las D efensas-
en este proceso, ya que los jefes de defensa, en su mayoría
exponentes de los sectores medios, acceden a cargos políti­
cos valiéndose del poder que les da el m ando de fuerzas
armadas, para lograr sus objetivos; a su vez. los sociales apo­
yan al gobierno constituido a cambio de ciertas concesiones
com o perm anecer en sus pueblos, estar arm ados y recibir ha­
beres.
Las Defensas Sociales no sólo se crearon en el estado de
Chihuahua, sino que existieron en otros estados de la Repú­
blica bajo diferentes rubros y con distintos matices en cuan­
to a organización y finalidades específicas:

“ Las Defensas Sociales siempre existieron en tod as partes, las d efen­


sas rurales, lo qu e p rá c tic a m e n te se llaman a c o r d a d a s ." 1

1 En su discurso, los in fo rm a n te s em plean in d istin ta m e n te las pala­


bras defensa rural, a c o rd a d a y defensa social, al referirse a la función
. . trajeron h o y a T o rre ó n , u n o s veinte y ta n to s prisioneros, casi
t o d o s ellos jó v en es ricacho s (cu rrito s), de los q ue en esta ciudad
fo rm a b a n la defensa social.” 2

“ Con la e n tr a d a d e los C o ntreras al p ueb lo y los subsiguientes re­


beldes y ad em ás p ara rechazar en lo fu tu ro nuevas agresiones,va­
rios vecinos a co rda ro n co n stitu ir u n a d efen s a.” 3

. . en t o d o s los p u e b lo s se o rg an izaro n y se arm aro n p ara te r m i­


n ar a Villa, q u e era el ún ico q u e q u e d a b a en c o n tr a del gobierno
re v o lu c io n a rio .” 4

Los testim onios anteriores ejemplifican la form a tan va­


riada como está consignada la inform ación sobre las Defensas
Sociales; de ah í que la obtención y selección de los datos no
fuera empresa fácil. Partes militares, cartas familiares, co­
rrespondencia oficial, inform es contables, adm inistrativos y
consulares; noticias periodísticas, proclamas, m anifiestos,
circulares y testim onios orales fueron elem entos fundam en­
tales para la reconstrucción del tem a; es po r ello que la in­
vestigación se encuentra más cargada de datos que de análi­
sis y, careciendo aún de publicaciones que se ocupen del te­
ma en concreto, con un carácter fundam entalm ente descrip­
tivo, se pretende sea una aportación a análisis ulteriores.

represiva q u e d ese m p e ñ a ro n ; sin em b arg o, cada u n a de ellas re spo nd e


a un a organización p o l í t i c o —adm inistrativa estatal o n acio na l d ife ren ­
te, y fueron creadas casi siempre p o r d e cre to . E ntrev ista al m a y o r Sil­
vestre C adena Jaram illo, realizada p o r María Alba Pasto r el 21 de
agosto y 14 de septiem b re de 1973, en C uajimalpa, D .F . Archivo de
la Palabra, I N A H - S E P , P H O /1 /9 8 , p. 60.

2 E, W hitt B ro n d o , L a D ivisión d el N o r te (1 9 1 4 ), México, E ditorial


L u m e n , 1940, p. 74.

3 Se refiere a los m otiv os po r los qu e doce jóv enes q u e se o frecie­


ron c o m o soldados, y do n A p o linar Partida, “ valiente, diestro y deci­
d id o ” , c o m o jefe de la org anización, fo rm aro n la D efensa Social en
el p u e b lo de San José de Gracia, M ichoacán, en 1913. A p u d . en Luis
González y G onzález, P ueblo en vilo. M icrohistoria de San J o sé de
Gracia, 2a. ed., México, El Colegio de México, 1972, pp. 1 2 2 - 1 2 3 .

4 Entrevista al señor T rinidad Vega, realizada p o r X im ena S epu l­


veda el 29 de o c tu b r e de 1973, en La J u n t a , C hih uah ua. Archivo de
la Palabra, IN AH SEP, P I I O / I /Í 2 6 , p. 43.

12
Tras la previa inform ación bibliográfica pasé a la consulta
de fuentes docum entales, siendo de particular interés el
archivo de la Secretaría de la Defensa Nacional, en sus ramos
Cancelados e H istórico, en donde consulté los expedientes
personales de exjefes villistas, incluyendo el del propio F ran­
cisco Villa; los expedientes de los estados de Chihuahua,
Coahuila y Durango de 1910 a 1920 (territorio netam ente
villista); el Archivo General de la Nación en su ramo Presi­
dentes: Obregón Calles; varios volúm enes del Archivo del
Patronato de la Historia de Sonora, sobre todo los relacio­
nados con el periódico villista Vida Nueva; la colección de
docum entos de Silvestre Terrazas, que se encuentra en la
Biblioteca Bancroft; los Archivos Nacionales de W ashington,
sólo en lo relativo al D epartam ento de Inteligencia; docu­
m entos relacionados con Ignacio E nríquez y Francisco Mur-
guía, y finalm ente el archivo particular del general Ignacio
C. E nríquez, cuya riqueza docum ental fue determ inante
para la realización de este libro.
Dicho archivo perm anece sin catalogación; sin embargo
está organizado cronológicam ente en carpetas en las que se
encuentran docum entos que abarcan de 1915 a 1924. Fue
revisada la parte correspondiente a 1915 -1 9 2 0 . en la que se
incluyen docum entos oficiales, desde su nom bram iento de
gobernador provisional del estado, oficial m ayor de la Se­
cretaría de Guerra y Marina, jefe de las Defensas Sociales y
Fuerzas Auxiliares de Caballería, hasta su candidatura y
nom bram iento de gobernador constitucional del estado de
Chihuahua en el período 1920—1924, bajo la presidencia de
Alvaro Obregón. Tam bién se consultó ahí la corresponden­
cia de la jefatura de las Defensas Sociales cuando estaba al
frente de ellas el general Silvino M. García: docum entación
que abarca de febrero a junio de 1919 y que contiene la
inform ación de fundación, m anejo y actividades de estas
organizaciones, así como la correspondencia telegráfica de
los jefes de las Defensas Sociales al cuartel general de las
mismas.
Increm entaron esta riqueza docum ental los testim onios
orales, fuente histórica que nos perm ite recuperar aspectos
de la vida cotidiana de los protagonistas y cuya espontanei­
dad y frescura en su narración sólo es posible captar me­
13
diante la entrevista, perm itiéndonos tam bién confrontar y
com plem entar inform ación no consignada en docum entos.
A este respecto, se consideraron las entrevistas realizadas a
villistas que, ante las circunstancias del m om ento, se integra­
ron al constitucionalism o. El poder interrogar a estos hom ­
bres que conform aron la base social del villismo y tratar de
com prender las m otivaciones que los decidieron a incorpo­
rarse a las Defensas Sociales, tuvr sin duda un valor funda­
m ental en la investigación.
El libro está dividido en tres partes. La prim era ubica las
características socioeconómicas y la organización política
del estado de Chihuahua, previas al m ovim iento arm ado de
1910, poniendo énfasis en el papel que jugaron las fuerzas
represivas estatales com o sostén del sistema porfirista: la
segunda se centra en el estudio de la Revolución en el esta­
do, haciendo hincapié en la génesis del m ovim iento villista,
el surgim iento y el apogeo de la División del Norte de 1913
a 1915; y la tercera parte, sin duda la espina dorsal del tra­
bajo, ubica a las Defensas Sociales en su relación con el vi­
llismo en el período 1916—1920, las características, los inte­
grantes y la vinculación con el Estado; el papel desem peñado
por Ignacio Enríquez como gobernador, frente al caudillo
Pancho Villa. Finalm ente, a m anera de epílogo, se examina
cómo las Defensas Sociales y Fuerzas Auxiliares del estado
de Chihuahua enfrentan a los campesinos, hasta que el go­
bierno les otorga legalidad com o Guardias Municipales en
1922.*

*La ley del 14 de agosto de 1922 dio organización legal a las De­
fensas Sociales. T o d o s los ciu dada no s hábiles estaban obligados a ser­
vir en las Guardias, d e b ie n d o ejecutarse, p o r elección, la designación
de jefes.

14
Panorama económ ico—político del estado de Chihuahua en
vísperas de la Revolución

El m ovim iento arm ado que dio principio en 1910 fue una
expresión aguda de los sistemas de poder existentes: el Es­
tado porfirista pierde legitimidad y consenso; sus órganos
represivos se ven rebasados, y-las contradicciones al interior
de las clases dom inantes se m anifiestan abiertam ente. De
esta m anera, siendo el país preponderantem ente rural, el
problem a de la propiedad de la tierra fue el más im portante
entre los que lo desencadenaron; si bien este m ovim iento en
una prim era e ta p a ,1 la m aderista, se significó como el mo­
vimiento político liberal que veía a la democracia como al­
ternativa de cambio.
La form ación de vastos latifundios en el país tuvo su ori­
gen en la época colonial; en la Reform a, las leyes de desa­
m ortización pusieron al alcance de un núm ero reducido de
propietarios, grandes extensiones de terreno;pero es durante
el porfirism o que el problem a se agudizó debido a la expro­
piación violenta de tierras comunales y pequeñas propieda­
des, dando lugar a que campesinos sin tierra fueran explota­
dos por los terratenientes.
Es indudable que el proyecto político de Díaz iba enca­
m inado a lograr el desarrollo económ ico nacional; hacer de
México un país m oderno y capitalista, fundado en la pro­
m oción de la inversión extranjera que en esa época superó
considerablem ente a la inversión m exicana.2 Con ello, los
extranjeros —ingleses y norteam ericanos principalm ente—
afirm aron su posición privilegiada a través de la protección
oficial y de num erosas concesiones para la extracción de
m aterias primas, productos agropecuarios, construcción
de ferrocarriles, etcétera.

1 A rn a ld o Córdova. L a id eo lo g ía d e la R e v o lu c ió n M exicana, Mé­


xico, Ediciones Era S.A., 1973, p. 73.

2 Eric R. Wolf. Las luchas cam pesinas d e l siglo X X , México, Siglo


V eintiun o E dito res S.A., 1 972, p. 3 1.

15
El D ecreto sobre Colonización y Compañías Deslindado-
ras del 15 de diciembre de 1883, prom ulgado por el presi­
dente Manuel González, y la Ley sobre ocupación v enaje­
nación de terrenos baldíos d e l'lo . de julio de 1894, dé Por­
firio Díaz, aceleraron el proceso de despojo.3 El prim ero,
en su artículo tercero estipulaba que los inmigrantes extran­
jeros y los habitantes de la República podían obtener terre­
nos baldíos so pretexto de poblarlos; además, se autorizaba
la creación de com pañías para la m edición, deslinde, lotifi-
cación, avalúo y descripción de tierras; por ello las com pa­
ñías recibían en pago hasta la tercera parte del terreno des­
lindado, m ientras que las dos terceras partes restantes
podían adquirirlas a muy bajo precio. Acerca de ellas,
algunos autores afirm an4 que fueron la forma organizada y
oficial de despojo que arruinó a la pequeña propiedad.
El proceso de concentración de la propiedad de la tierra
en el norte conform a especificidades que la distinguen de la
región c e n tro -s u r del país. En efecto, ya desde el período
colonial el norte de México había perm anecido al margen
de la evolución del centro. La tierra no era adecuada para la
agricultura; al norte los pobladores sólo llegaban a las
regiones mineras y sus alrededores.5
El establecim iento de colonias m ilitares6 en la nueva
línea fronteriza con los Estados Unidos, en 1848, como de­
fensa contra las constantes incursiones de grupos de indí­
genas nóm adas, llamados apaches, no increm entó m ayor­
m ente la población, aunque promovió la colonización. Estas
circunstancias contribuyen al predom inio de grandes latifun-

3 Véase D ecreto de colo nización y, ley de baldíos, en Manuel Fa-


bila. C inco siglos de legislación agraria en M éxico ( 1 4 9 2 - 1 9 4 0 ) ,
México. Banco Nacional de Crédito Agrícola S.A., 1941. pp. 1 8 3 - 2 0 5 .

4 E n tre ellos Lucio M endieta y N i ñ e z . A ndrés Molina Enrique/..


Francisco R. Alm ada.

•) F riedrich Katz.. La servid u m b re agraria en M éxico en la época


porfiriana, México. Sep S etentas (30 3), 1976, p. 55.

6 D ecreto p ro m u lg a d o p or el presidente José J o a q u ín de Flerrera el


19 de julio de 1848, y reg lam en to exp ed id o el día 20 para el estable-

16
dios en el norte; “ los pocos pueblos indígenas libres que sir­
vieron de contrapeso eran de tribus agrícolas, de las cuales la
más im portante era la de los yaquis de Sonora” .7
Particularm ente en el estado de C hihuahua la concentra­
ción de la tierra fue m uy intensa; para 1880 existían en el
estado dos grandes latifundios, el de Pablo M artínez del Río,
que tuvo sus orígenes en la época colonial y que para 1860
gran parte había pasado a poder de Terrazas y H. Müller, y
el del propio Luis Terrazas, que se sitúa en la época de la
Reform a y que siguió increm entándose a expensas de ha­
ciendas d e -m en o r tam año, alcanzando una dimensión de
algunos millones de hectáreas y creando así una de las
m ayores fortunas de la República Mexicana. Hacia 1900
existían en Chihuahua 158 haciendas y 274 ranchos regis­
trados;8 y en 1910 aproxim adam ente dos quintas partes
del territorio chihuahuense estaban en m anos de quince
propietarios.9 Los latifundios incluían principalm ente la

cim ien to de colonias m ilitares en la nueva lín ea divisoria con los Esta­
dos U n ido s de América. C o nsid erand o la necesidad de d e fe n d e r a los
estad os fron teriz os, se establecerán colonias m ilitares qu e d ep end erán
del g ob iern o general. C u a n d o la colonia h ay a p ro gresad o , de suerte
q u e sus h a b ita n te s p u e d a n form ar un p u e b lo , lo p o n d rá if en c o n o ci­
m ie n to del g o b e rn a d o r del estado respectivo, p ara qu e a su vez lo
solicite al su p rem o g ob iern o. Los co lo n o s disfrutarán t o d o s los privile­
gios y ex encio nes q u e las leyes les co n c e d e n . A cada colonia se le ad ju­
dicará u n te r re n o de o c h o sitios de g anad o m a y o r para q u e sea c ulti­
vado e n tr e los vecinos q ue la integran. U n a fu erza a rm ad a se encargará
de la d efensa de la colonia. Las colonias llevarán el n o m b r e del lugar
en q u e se establezcan Cfr. Francisco d e la Maza. C ódigo de C o lo n iza ­
ció n y terrenos baldíos d e la R e p ú b lic a M exicana, México, Secretaría
de F o m e n t o , 1893. pp. 4 0 0 —406.

7 Friedrich K atz, op. cit., p. 56.

8 E sta d ística s Sociales d e l P orfiriato, 1 8 7 7 - 1 9 1 0 , México. Talleres


G ráficos de la N ación, 1956, p. 41.

9 Los principales p ro pietarios de latifu n d io s en C h ih u ah u a eran:


Pablo M artín ez del R ío , Luis Terrazas, Carlos Zuloaga, C o m p a ñ ía de
gan ado s y terren o s de Palomas, H acienda de Bavícora de William R.
H earst, T.O. Riverside, E nriq ue Müller en la H aciend a de Santa Clara:
C orralitos Land Co., C o m p a ñ ía d e h F e r r o c a r r i l del N oroeste de Mé­
xico, H a ciend a de los Angeles, H acienda de D olores, Hacienda de San-
parte que podía ser aprovechada en las labores agrícolas y
ganaderas; mientras los campesinos iban perdiendo no sólo
sus tierras, sino una serie de derechos adquiridos como co­
lonizadores: autonom ía m unicipal, exención de impuestos,
tránsito libre, derecho al ganado, entre otros.
El auge capitalista de la frontera sur de los Estados Uni­
dos de N orteam érica y la construcción del Ferrocarril Cen­
tral Mexicano en 1881, abrieron al país un nuevo m ercado
para el algodón, el ganado y los minerales, lo cual afectó
profundam ente la situación de sus pobladores, sobre todo la
de los colonos militares que conform aban una clase media
agraria.10 El ganado que antes de 1880 era considerado sin
dueño ya que no había m ercado para su venta, fue acapara­
do por parte de los hacendados.
Esta pérdida de derechos se fue m anifestando a través de
diversos brotes de rebeldía en contra del régimen porfirista,
entre 1886 y 1893. Los pueblos del N orte estaban armados
y tenían una larga tradición de lucha contra los grupos nó­
madas. Tal es el caso del alzamiento de los vecinos de Cu-
sihuiriachic protestando por autoridades impuestas por el
gobierno estatal; la conspiración de Ciudad Guerrero, cuyas
causas políticas fueron la reelección del presidente Díaz y la
promulgación de una reform a a la constitución local que su­
prim ía a los presidentes municipales encom endando sus fun­
ciones a los jefes políticos; el m otín de La Ascención, el
conflicto en Temósachic, ambos por cuestiones electorales,11

to D omingo, H acienda de Orientales de E nrique C. Creel, Cargil Lum-


ber Co. (latifu n dio L im a n to u r), H acienda de S an ta G ertrudis de José
Ma. Luján. Si la superficie era m a y o r de 2 ,0 0 0 hectáreas era conside­
rada hacienda, m e n o r de 2,0 0 0 hectá reas, ran ch o . F rancisco R. Al­
iñada. R e su m e n de H istoria del E sta d o de C hihuahua, México, Libros
Mexicanos, 1955, p. 335.

10 Las Colonias Militares creadas p o r decreto de 1848, fueron su­


prim idas en m arzo de 1879 en que se reorganizaron con la d e n o m in a ­
ción de escuadrones de Colonias que a su vez desaparecen al re organ i­
zarse el Ejército N acional p o r la ley general de 28 de ju n io de 1881.
Ib íd e m , p. 325.

11 De los m ov im iento s rebeldes c o n tra el régimen, véase Francisco


R. Almada. L a R e vo lu c ió n en el E stado de C hihuahua, México, Talle-

18
y el alzam iento de Tom óchic, cuya población a fines de
1888 había em pezado a perder toda una serie de tierras
com unales declaradas como baldías y adjudicadas en parte
por la com pañía L im antour;12 el pueblo estaba descontento
por la imposición del jefe seccional Juan Ignacio Chávez:
tras un m atiz religioso se ocultaban causas económ ico—po­
lític a s13 que desencadenaron una sangrienta lucha: fuerzas
rurales estatales y el ejército federal pusieron sitio a la po­
blación, la cual resistió en forma heroica durante dos meses
hasta que finalm ente fue aniquilada. Fue sin embargo para
la dictadura porfirista un claro ejem plo de resistencia cam ­
pesina. M ovimientos más ambiciosos, cuya finalidad era el
derrocam iento de D ía z ,14 se presentaron en Santo Tomás y
en Palomas en 1893. Sin embargo, todos estos brotes rebel­
des fueron fundam entalm ente localistas; no hubo en ellos
un apoyo decidido de otros sectores de la población. En esta
época se genera en el N orte la aparición de una clase media
agrícola, la cual fue en aum ento debido a la transform ación

res Gráficos de la N ación, 1964, vol. I (I n s ti tu t o N acional de E studios


H istóricos de la R evolución Mexicana 3 5), pp. 95 —102.

12 Marte R. G óm ez. La refo rm a agraria en las filas villistas. México,


Talleres G ráficos de la N ación, 1966 (I n s ti tu t o N acional de E studios
H istóricos de la R evolución Mexicana 39), p. 25.

13 El d e s c o n te n to del p ueblo se m anifiesta p o r la im posición del


p residen te seccional Ju an Ignacio Chávez. E n defensa del p u eb lo apa­
rece su p ro f e ta C ruz Chávez, quien m an ifiesta al je fe seccional su de­
cisión de ser in d ep en d ien tes d e t o d a a u to r id a d , d e fe n d e r la b an dera de
la virgen y la religión de Dios. Por esta a c titu d el p ueb lo fue atacado
p o r fuerzas de Seguridad Pública. L os defenso res se re tira ro n ru m b o al
esta d o de S o no ra, d o n d e se dirigieron a la hacie nda de C abo ra en bus
ca de la virgen Teresita de Urrea a quien se le atrib u ía n milagros. Gran
de fue su decep ció n al n o en co n trarla, p o r lo q ue regresaron in m e d ia­
ta m e n te . En su regreso a T o m ó c h ic sufrieron el acoso y la persecución
de las tr o p a s federales. Sin em bargo los to m o c h ite c o s buscaban en la
presencia de san tos el alivio a la opresión. F e rn a n d o J o r d á n . Crónica
de un p a ís bárbaro, 4a. ed., México, C e n tro Librero La Prensa, 1975.
pp. 2 9 1 - 3 0 0 .

14 Francisco R. A lm ada. L a R e v o lu c ió n . . ., op. cit., pp. 1 0 3 - 106.

19
de la región fronteriza: desarrollo de la m inería, de los fe­
rrocarriles y de ciertas industrias locales.15
En Chihuahua, que contaba con grandes extensiones de
tierra no siempre buena para la agricultura—, la m ano de
obra escaseaba, por lo que las parcelas alquiladas eran
de mayores dimensiones y los arrendatarios estaban en po­
sibilidades de obtener más que la mera subsistencia; además
de que trabajaban tres o cuatro meses al año en el campo y
el resto se alquilaban en las minas o emigraban a los Estados
U nidos.16 Paralelam ente estaba creciendo la clase obrera, en
particular por la construcción de las vías férreas donde se
percibían salarios más altos que los de las haciendas.
El núcleo más num eroso de trabajadores norteños fueron
los vaqueros en las haciendas ganaderas, cuya situación era
más favorable en relación al resto de los trabajadores del
país. Su salario en 1902 fluctuaba entre siete y ocho pesos
j, mensuales, más alimentos, y además m uchos de ellos tenían
ganado propio en tierras de la hacienda.17
Los peones endeudados, al iniciar el siglo habían casi desa­
parecido en el estado debido a una serie de factores favora­
bles a los trabajadores: por una parte “ el trabajo en las m i­
nas, un creciente núm ero de hilanderías de algodón o la
migración a los Estados Unidos, ofrecían oportunidades que
debilitaron la estructura de la servidumbre por deudas e
increm entaba la movilidad de la fuerza de trabajo” .18
Estas circunstancias obligaron a los terratenientes a reem­
plazar el trabajo acasillado por contratos de aparcería con
salarios más elevados. Mientras que en el centro del país, los
m edieros pagaban a la hacienda casi dos terceras partes de
la cosecha, en el N orte pagaban un tercio o la m itad.19

15 Friedrich K atz, op. cit., p. 58.

16 Ib id e m , p. 62.

17 Ib id e m , p. 59.

18 Eric R. Wolf, op. cit., p. 42.

19 Friedrich K atz, op. cit., p. 57.

20
La estructura de poder im perante en el porfirism o tendió
a frenar los levantam ientos campesinos y en general a repri­
mir los m ovim ientos de descontento contra el régimen. La
idea rectora del porfirism o, acorde con el liberalismo deci­
m onónico, fue la de progreso; para lograrlo se requería de
“ paz” y una estabilidad que garantizara el inversionismo
tanto extranjero como nacional. Pretendía “justificar el
privilegio de la riqueza, para que de su libré juego surgiese
un país poderoso, y señalar la urgencia de un régimen polí­
tico dictatorial y autoritario que pudiera llevar a térm ino la
gran obra de unificación nacional de que precisaba Mé­
xico.20
Para tales fines el aparato político quedó estructurado de
la siguiente forma: en los estados, el p o d e rlo ejercerían los
gobernadores; en los diferentes distritos, jefes políticos
nom brados por éstos y confirm ados en sus puestos por el
presidente; todo ello bajo una estructura piramidal absoluta,
controlada desde el centro por Porfirio Díaz. Para sustentarse
en el poder, el ejército jugó un papel prim ordial. Díaz —que
procedía de ese e jé rc ito - se esforzaba por asegurarse el
apoyo de generales y oficiales de alta graduación; así, divi­
dió al país m ilitarm ente en diez zonas, tres comandancias y
catorce jefaturas que debían evitar el brote de cualquier agi­
tación política; Chihuahua quedó com prendida dentro de la
Segunda Zona Militar. En el campo el jefe político contaba
con los rurales para m antener el “ orden y la paz” ;21 fueron
ellos quienes representaron la autoridad de Díaz en el cam­
po. Los rurales provenían de las filas de desempleados, o
bien eran convictos por crím enes civiles o militares que en
nom bre del orden y de la ley actuaban con increíble bruta­
lidad; sus abusos, aun siendo descubiertos, perm anecían im­
punes. Díaz impuso una sola condición a la policía rural:

20 A rnaldo Córdova, op. cit., p. 63.

21 Jorge A lb erto L ozoya. El E jército M exica n o , 2a. ed., México, El


Colegio de México, 1976 ( J o rn a d a s 6 5), p. 34.

21
ilim itada lealtad; y contaba con ella aún en 1910 y 1911,
cuando su régimen se.derrum baba :22
Los rurales desem peñaron un papel fundam ental en la
pacificación del cam po m exicano, contribuyendo al propó­
sito del porfirism o de m ostrar al m undo la estabilidad del
país y su m archa armoniosa.
En los distintos estados de la República, el control p olí­
tico era apoyado po r fuerzas policíacas estatales: urbanas y
rurales, encargadas de sofocar cualquier levantam iento, así
como por las denom inadas “ guardias blancas” , al servicio de
intereses privados. Las empresas ferrocarrileras, m ineras y
agrícolas estaban autorizadas para tener su propia policía.
En Chihuahua el orden era controlado por las Fuerzas de
Seguridad Pública tam bién llamadas Cuerpos de Gendarmes
del Estado, que en núm ero aproxim ado de 200 hom bres
dependían directam ente del gobernador y eran pagadas con
presupuesto del estado; tenían a su cargo m antener la “ paz
pública” . En 1895 se creó la policía rural en cada pueblo del
estado, destinada exclusivam ente a recorrer periódicam ente
los campos y caminos de su respectiva m unicipalidad, para
perseguir y aprehender a toda clase de m alhechores encon­
trados dentro de su jurisdicción. La policía era nom brada por
la autoridad política de los respectivos pueblos, previa apro­
bación del Ejecutivo del estado; su núm ero, de dos a diez
policías, era determ inado en función de los habitantes y
extensión territorial de los pueblos.23
Entre los requisitos que se exigían para ser policía rural
se destacaban: conocer bien el terreno a vigilar, tener ap titu ­
des para el servicio, poseer arma y caballo para el m ejor de­
sem peño de su cargo, un capital que no excediera de
$ 500.00 en bienes raíces y semovientes, y “ notoria honra-

22 Un estu dio a f o n d o del papel qu e de se m p e ñ a ro n los rurales en el


po rfirism o lo c o n s t it u y e la o bra de Paul J. V a n d e rw o o d . L o s rurales
m e x ic a n o s, M éxico, F o n d o de C ultu ra E co n ó m ic a, 1982.

23 El g o b e rn a d o r Miguel A h u m a d a d ec reta la creación de la p olicía


ru ral y el reglam en to de organización y fu n c io n a m ie n to , el 2 de julio
de 1895. Cfr. P erió dico Oficial de C h ihu ahu a, 13 de ju lio de 1895,
año X V II, nú m . 11, p p. 2 —3.

22
dez” .24 Sin embargo, como “ fuerzas represivas” locales,
brazo fuerte de los funcionarios civiles, en ocasiones actua­
ban brutalm ente en el cum plim iento de las órdenes que les
eran señaladas.
El reglam ento de organización autorizaba al gobernador
para aum entar la fuerza de Seguridad Pública en caso de ser
necesario; así, en los estados se reproduce la misma estruc­
tura de control im plem entada por Díaz a nivel nacional.
Adm inistrativam ente Chihuahua estaba dividida en dis­
tritos; la autoridad del gobernador recaía en un jefe político;
los distritos a su vez se subdividían en municipalidades,
representadas por ayuntam ientos o presidentes de sección;
las municipalidades, en comisarías, localizadas en pueblos
pequeños, haciendas y ranchos.
Para m antener la aparente estabilidad del régimen, las
fuerzas policíacas jugaron un im portante papel y por lo
mismo se hicieron cada vez más indispensables, incremen­
tándose su núm ero conform e la dictadura porfirista avanzaba
y la represión se hacía más evidente. Incluso llegaron al
estado los prim eros destacam entos de rurales —fines del por-
firism o—cuando grupos liberales exiliados en Estados Unidos
incitaban a la rebelión en el campo, distribuían propaganda
y ocasionalm ente cruzaban la frontera.,
Desde que Díaz tom ó el poder en 1876 hasta principios
del presente siglo, estableció una clara separación entre el
poder político y el control económ ico; así, los caciques re­
tendrían fundam entalm ente el poder económ ico, en tanto
que el poder político estaría en manos de los gobernadores
de los estados y los jefes políticos en los distritos; se evitaba
con ello que los-caciques adquiriesen demasiada fuerza y
constituyeran un peligro para el sistema.
En Chihuahua el poder económico estaba representado
por la familia Terrazas,25 que en estos m om entos (1876 -
1892j era antagónica a Díaz. Las revueltas de La Noria y

24 Ib ídem.

25 A dem ás de los 2 ’6 7 9 ,9 5 4 hectáreas que poseía aun c u a n d o hay


divergencias en relación al to tal de tierras de la familia Terrazas, era

23
Tuxtepec habían deteriorado las relaciones entre ambos ge­
nerales: Terrazas, juarista prim ero, íerdista después, no vio
con agrado el triunfo del plan tuxtepecano y el ascenso de
Díaz a la presidencia. Fue por ello que ciertos brotes de re­
beldía campesina que se generaron en el estado, sobre todo
los provocados por cuestiones p o lítico- electorales, estuvie­
ron ligados de una u otra m anera con ellos: pretendían debi­
litar al gobierno estatal. Hasta -esta etapa, finales de siglo, la
familia Terrazas y los campesinos habían coexistido en ar­
m onía: las tierras de éstos habían sido respetadas.26
Durante la gubernatura de Miguel Ahum ada, iniciada en
1892, se lleva a cabo una política de conciliación entre Díaz
y la oligarquía terrateniente de C hihuahua, la familia Terra­
zas, con la m ediatización de su sobrino y yerno Enrique
Creel, m iem bro del partido de los Científicos, quien se con­
vertirá en em bajador en Estados Unidos prim ero y m inistro
de Relaciones Exteriores después. Culmina este acercam ien­
to con la entrega que hace Díaz del gobierno de Chihuahua
a los Terrazas, centralizando por prim era vez en una familia
ambos poderes, el económ ico y el político, en 1903—1904
con Luis Terrazas, en 1904 1910 con Enrique Creel. hasta
que se desencadenó el m ovim iento arm ado. Así, la situación
de los trabajadores norteños cambió de m odo radical en los
prim eros años del siglo XX. debido a una serie de factores
que transform aron com pletam ente a las clases altas del es­
tado. Esta transform ación abarcó tanto a la oligarquía local
com o a los grupos de inversionistas extranjeros, a quienes se

el latifu n d io de m a y o r d im ensión en el estado. P oseía grand es c a n tid a ­


des de g an a d o ad em ás del m a ta d e ro h e re d a d o de su p a d re ; te n í a accio­
nes en el B anco Minero, en industrias textiles, m o lin o s de harina y
ferrocarriles. Al asociarse con su y e rn o E n riq u e Creel, la fo r tu n a se in ­
c r e m e n tó , canalizándose hacia la industria. Para 1900 an d ab an m etidos
en u n to ta l de 26 empresas, f o r m a n d o la C o m p a ñ í a In du strial Mexi­
cana. Del Banco Minero fueron a b so rb ie n d o las acciones de la empresa,
hasta q ue q u e d a ro n en p o d e r de T errazas—Creel. H arold D, Sims. “ Es­
pejo de caciques: los T errazas de C h ih u a h u a ” , en H isto ria M exicana,
vol. XVIII. n ú m . 3, México, El Colegio d e M é x ic o . 19 69 , pp. 3 8 9 - 3 9 5 .

- 6 Marte R. G ó m ez, op. cit., p. 17.


les.seguían otorgando concesiones en los diversos ramos de
la industria extractiva: agricultura, m inería y petróleo. La
inversión de sus capitales la canalizaron fundam entalm ente
a estos sectores de la econom ía: “ acaparam iento de tierras
y de vastas regiones forestales, construcción de ferrocarri­
les; m inería y m etalurgia; apoderam iento de las riquezas
petrolíferas; control de las finanzas y lucha por el control
del mercado m exicano” .27
Grandes com pañías extranjeras reem plazaron a los inver­
sionistas particulares. En la m etalurgia la Am erican Smel­
ting & Refining Co. (ASARCO), de los herm anos Guggen­
heim, ejerció el control en el país estableciendo fundiciones
en diversos estados de la parte septentrional. En los ferroca­
rriles, aun cuando en 1907 se creó la com pañía gubernam en­
tal Ferrocarriles Nacionales de M éxico28 -p ro d u c to de la
fusión de las tres más im portantes empresas con sus líneas
subsidiarias—, detrás de la aparente m exicanización la admi­
nistración seguía en m anos de m onopolios estadounidenses.
Especial interés m anifestaron los inversionistas extranjeros
frente al boom petrolero en el Golfo de México; este fue
uno de los factores fundam entales que incidieron en la po­
lítica de los Estados Unidos con respecto a M éjico. En la
segunda década del presente siglo el petróleo determ inó en
grado considerable el carácter de las relaciones e c o n ó m ico -
políticas entre México y el vecino país del n o rte .29

M.S. A lperovich y B.T. R u d e n k o . La R e v o lu c ió n M exicana de


1 9 1 0 - 1 9 1 7 y la p o lític a de los E sta do s U nidos. México, F o n d o
de C u ltura P op ular, 1969, p. 33.

28 En 1903 el m inistro de H acienda L im a n to u r adquirió u na m a y o ­


ría de las acciones de la línea In tero ceá nic a que se e n c o n tr a b a casi en
b an carro ta; tam b ién adquirió el c o n tr o l del N acional. En 1906 o b tu v o
las acciones necesarias para c o n tr o la r el Central, o rg anizan d o la nueva
c o m p a ñ ía de Ferrocarriles N acionales de México en 1907, para que
se encargara de las líneas mexicanizadas. Jo h n C o a tsw o rth . E l im p a cto
eco n ó m ic o d e los ferrocarriles en el p o rfiria to , México. S ep Setentas
(2 7 1 ). 1976, vol. I. pp. 59 -6 0 .

29 M.S. A lperovich. op. cit., p. 40


La política de privilegio y protección al inversionismo
extranjero, im plem entada por Díaz, agudizó las contradic­
ciones al interior de las clases dom inantes, hasta provocar
que un sector de la burguesía terrateniente nacional empe­
zara a organizarse en grupos de oposición, los cuales poco a
poco fueron creciendo y buscando alianzas con otras clases
hasta m anifestarse abiertam ente opositores al régimen.
El problem a agrario se recrudeció. En Chihuahua el go­
bernador Enrique Creel expidió en 1905 una ley especial de
expropiación que despojaba de tierras a parte de las excolo­
nias m ilitares; para 1906 algunas de las colonias más antiguas
em pezaron a sentir los efectos de estas medidas. Los habi­
tantes de N am iquipa escribieron al presidente Díaz un. me­
m orial protestando po r el despojo de que habían sido víc-
. timas: “ Vemos con profundo pesar que esos terrenos que es­
tim am os en justicia com o nuestros, porque los hemos reci­
bido de padres a hijos y fecundado con el trabajo constante
de más de un siglo, van pasando a manos de extraños m e­
diante un sencillo denuncio y el pago de unos cuantos pe­
sos” .30 Los pobladores de Janos, otra de las más antiguas
colonias militares, tam bién elevaron su queja ante el presi­
dente D íaz en los siguientes térm inos: “ A dos leguas de Ja­
m os se encuentra la Colonia Fernández Leal; próspera, pero
cuyos dueños viven con toda com odidad en los Estados
Unidos, m ientras nosotros, que hemos sufrido con las inva­
siones de los bárbaros a los que nuestros padres desterraron,
no podem os obtener el terreno” .31 Como éstas, más colo­
nias elevaron tam bién sus protestas, aunque sin éxito.
Tam bién fue expedida una ley de Hacienda M unicipal32
que gravaba en form a excesiva a un sector de la sociedad
que en Chihuahua la constituía una clase media agraria y
urbana, m ientras que las grandes empresas quedaban casi
exentas del pago de impuestos. Este régimen de privilegio

30 A p u d , en Friedrich Katz. L a guerra secreta en M éxico , vol. 1,


México, Ediciones Era, 1982, p. 25.

31 Ib íd em , p. 25.

32 Francisco R. A lm ada. La R e v o lu c ió n , . ., op. cit., p. 63.

26
|iiopició que el descontento que existía hacia la familia
iVrrazas—Creel fuera en aum ento, ya que desde que asu­
mir ron el poder político, los negocios, los empleos m unici­
pales y estatales, eran m anejados po r ellos.
I as protestas ya no fueron sólo de los grupos campesinos;
diversos sectores iban entrando en contradicción. En esta
primera década del siglo se m anifiesta más abiertam ente la
i lase media: profesionistas e intelectuales, que padecían la
opresión y la falta de oportunidades. La oposición se ma-
liilcstó prim ero a través del periodism o independiente, re-
presentado en C hihuahua por Silvestre Terrazas, editor del
diario El Correo de Chihuahua, fundado en 1899.33 Al
mismo tiem po algunos intelectuales em pezaron a organizarse
<mitra la dictadura; se generó un m ovim iento oposicionista
i|iie tuvo apoyo principalm ente en la clase obrera y en los
‘.(.•clores medios: él m ovim iento m agonista, cuyo docum ento
l'rofirama del Partido Liberal y M anifiesto a la Nación, fir­
mado en San Luis Missouri en 1906,34 fue el texto de m ayor
liascendencia en la etapa precursora de la Revolución. En
él se conjugan dos tendencias: en lo político, la puram ente
liberal de un reform ism o que, en lo económ ico-social, re-
i oge las dem andas de obreros y campesinos.
A m ediados de 1908 el PLM organizó un m ovim iento
levolucionarió en el distrito Galeana de Chihuahua, encabe-
/.ikIo por Práxedis’G. G uerrero, que debía levantarse en el
"!<mu del citado año, al igual que otros núcleos magonistas
(se contaba con 46 grupos arm ados listos a levantarse). La
tulla de com unicación entre ellos, la escasez de arm am ento
V el no tener vinculación directa con los campesinos, fueron
l.e, causas de que el m ovim iento se descubriera y los involu-
i nidos fueran tenazm ente perseguidos y encarcelados.35

,:l S o bre su vida y actuació n c o m o d irecto r de E l C orreo de C hi­


huahua, véase Silvestre Terrazas. E l verdadero P ancho Villa, México,
i 'I m iones E ra, 1985.
:t l Véase Programa d el P artido L iberal M exica n o y M a n ifiesto a la
Ntición, en Manuel G onzález R am írez . Planes p o lític o s y o tro s d o c u ­
m entos. M éxico, F o n d o de C u ltu ra E con óm ica, 1974, pp. 2 4 - 2 9 .

:|r’ Véase P ráxedis G. G uerrero. A r tíc u lo s literarios y de co m b a te.


México G ru p o C ultural “ R icardo F lores M agón” , 1924.

27
Un factor decisivo en el estallido del m ovim iento arm ado
de 191036 fue la gran crisis económ ica de los trabajadores
agrícolas en el segundo lustro del siglo XX, que afectó de
singular m anera al estado de Chihuahua. En 1907, debido a
las fluctuaciones en la m inería, miles de m exicanos que
trabajaban en los Estados Unidos fueron despedidos y las
autoridades norteam ericanas los repatriaron. Al mismo tiem ­
po fueron cerradas una serie de minas, especialmente en
Hidalgo del Parral, quedando sin em pleo los obreros y sin
trabajo los inmigrantes. Paralelam ente, una crisis en la agri­
cultura debida a heladas e inundaciones, ocasionó la pérdida
total de las cosechas de m aíz en ese año.
Francisco I. M adero escribía en 1908: “ el país, a pesar de
su vasta extensión de tierras laborales, no produce el algo­
dón, ni el trigo necesario para su consumo en años normales,
y en años estériles tenem os que im portar hasta el maíz y el
frijol, bases de la alim entación del pueblo m exicano” .37
Esta crisis se m anifestó en el alza de precios en los artícu­
los de prim era necesidad, y a ella no correspondió una igual
de los salarios. En general todas las clases sociales se vieron
afectadas por el desempleo, ham bre, carestía; fluctuaciones
en la m oneda fueron características de esta etapa.
A esta crítica situación agreguemos las declaraciones que
hizo Díaz en 1908 al periodista Jam es Creelman, en el sen­
tido de que el país ya estaba preparado para la democracia,
y por ello enarbolaba su firme resolución de separarse del
gobierno al concluir su período presidencial en 1910 .38 La
actividad política encuentra un espacio para manifestarse
más abiertam ente; clubes y círculos políticos congregan a la
oposición.
Así, para noviembre de 1910 el m ovim iento maderista
tiene como escenario el norte de México, movim iento que

■,fcl Friedrich K atz, op. cit., L a guerra secreta . . pp. 5 0 —51.

3/ Francisco I. Madero. La sucesión p residencial en 1910. E l Par­


tid o N acional D em o crá tico , México, E dito ra N acional. 1969, p. 237.

38 Jesús Silva Herzog. B reve H istoria de la R e v o lu c ió n M exicana


México, F o n d o de C u ltu ra E c on óm ica, 1970, vol. 1, pp. 61 - 62.
no surgió de pronto; fue un largo proceso que canalizó los
movim ientos de oposición que se habíañ gestado tiem po
atrás. Madero expresó los propósitos políticos y sociales de
muchos grupos; tal es el caso del m ovim iento reyista que
congregó a una serie de hacendados descontentos por las
prerrogativas que el régimen concedía a los extranjeros;39 el
movimiento magonista, y finalm ente, levantam ientos cam­
pesinos regionales. No obstante, Madero, aunque aglutinó
a las distintas fuerzas sociales en un m om ento en que el
estado porfirista perdía consenso, atendió fundam entalm en­
te a factores de orden político; esto determ inó su corta
perm anencia como jefe de la Revolución. Las contradiccio­
nes al interior de las distintas fuerzas sociales desencadena­
ron la lucha armada que enfrentó por una década a las dis­
tintas facciones en pugna.

39 V íc to r E. Nietneyer. E l Oral. B ernardo R e y e s, México, G obierno


del E stado de N uevo León, 1966, p. 146.

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La Revolución en el Norte. Chihuahua, escenario del
movimiento armado de 1910

La Revolución se inicia en el norte de la República debido a


varias causas: la acelerada transform ación de la frontera sur
de los Estados Unidos y las inversiones norteam ericanas en
nuestro país; provocaron cambios y desajustes socioeconó­
micos que afectaron a la población norteña en su conjunto;
la facilidad para adquirir e introducir armas de los Estados
Unidos, y por ser la frontera el lugar donde se encontraban
exiliados los principales dirigentes revolucionarios.
El m ovim iento norteño no fue un m ovim iento hom ogé­
neo; presenta diferencias que responden a las condiciones
mismas de cada estado. En Sonora y Coahuila el movimien­
to m aderista estuvo representado por hacendados liberales:
Madero mismo, Felicitas Villarreal y V enustiano Carranza
en Coahuila; José M aría M aytorena, Ignacio L. Pesqueira, en
Sonora; terratenientes descontentos con el régimen, debido
a qué al interesarse —algunos de ellos— en la industria, tu­
vieron que hacer frente a la oposición de los grandes consor­
cios extranjeros y a la falta de apoyo que el propio gobierno
les daba.1 Por el contrario, el estado de Chihuahua contaba
con una clase m ucho menos liberal de hacendados: la fami­
lia Terrazas—Creel había absorbido a los terratenientes más
im portantes. De esta m anera, el m ovim iento chihuahuense
fue el único en el N orte cuya jefatura —sin ser precisam ente
cam pesina— no fue de hacendados.
El dirigente del m ovim iento antirreeleccionista en Chi­
huahua fue Abraham G onzález,2 quien dirigiría más tarde,
como gobernador, los destinos del estado. Fue descendiente
de una vieja familia de caciques del distrito Guerrero, quienes
a fines del siglo XIX, debido a una lucha económ ica con los

1 F ried rich K atz. “ P anch o Villa y el ata q u e a C o lum bu s, N uevo


México” , S iem p re (1 3 1 5 ) , México, 1978, p. VII.

2 Francisco R. A lm ada. Vida, p ro ce so y m u e rte de A b ra h a m G o n ­


zález, M éxico, Talleres Gráficos de la N ación (4 2 ), 1967, pp. 16 —17.

31
Terrazas, perdieron su fortuna. Estudió una carrera com er­
cial en la Universidad de N otre Dame, Indiana, EUA, y
desem peñó en Chihuahua empleos tales com o adm inistrador
de tranvías, cajero del Banco de Chihuahua, traductor del
diario El Padre Padilla, y mecanógrafo del consulado nortea­
m ericano en Chihuahua. Se dedicó tam bién a negocios de
minas y al pequeño comercio en ganado; fue, en fin, un
m iem bro de la clase m edia asediado siempre por la com pe­
tencia de los Terrazas.
Al mismo tiem po surgieron una serie de dirigentes regio­
nales, algunos de ellos de gran significación como Pascual
Orozco (hijo), quien se insurreccionó en Ciudad G uerrero, y
Francisco Villa, que lo hizo en San Andrés. El prim ero en
sublevarse, aun antes de la fecha señalada por el Plan de San
Luis P otosí, 3 fue Toribio Ortega, pequeño com erciante y
campesino de Cuchillo Parado, quien en 1902 había sido
electo dirigente de la Asociación de Vecinos de su pueblo, y
había protestado ante las autoridades respectivas contra los
acaparam ientos de tierras, teniendo por ello ligas m uy estre­
chas con los campesinos de la localidad. El 14 de noviem bre
de 1910, al frente de 60 hom bres, acordaron desconocer al
gobierno federar y se lanzaron a la lucha operando en la
región de Ojinaga hasta el triunfo del maderismo.
Cuando Abraham González ocupa la gubernatura estatal,
nom bra a Toribio Ortega presidente m unicipal de Cuchillo
Parado, y jefe del cuerpo de rurales del lugar. M aderista por
convicción, tom a las armas nuevam ente contra la subleva­
ción orozquista, integrándose posteriorm ente a la División
del N orte bajo las órdenes de Pancho Villa.4
Otros dirigentes fueron Heliodoro Olea5 y Luis A. García,
ambos de filiación magonista que encabezaron el movimien-

3 Véase Plan de San L u is P o to sí, en M anuel González R am íre z.


Planes p o lític o s y o tro s d o c u m e n to s, México, F C E , 1974, pp . 3 4 —41.

4 T orib io Ortega m uere en 1914. V éanse dato s biográficos en F r a n ­


cisco R. A lm ada. D iccionario de H istoria, G eografía y B iografías Chi-
huahuenses, México, Universidad de C h ih ua hu a, 1968, p. 383.

5 H eliodoro Olea h a b ía o c u p a d o el cargo de jefe m unicipal en Ba-


chíniva en 1904, siendo rem ov ido p o r disposición del nuevo goberna-
to en Bachíniva, José de la Luz Blanco que se insurreccionó
en Pedernales, José Ma. Caraveo en Ocam po, Guillermo
Baca en el distrito Hidalgo. Cabe citar a Cástulo Herrera,
quien había dirigido el sindicato de m ecánicos en Chihuahua
y era m iem bro del Partido A ntirreeleccionista en la propia
ciudad. Al grupo que encabezaba Herrera se le unió Pancho
Villa, quien hasta 1910 había sido un proscrito,6 un abigeo
perseguido po r 1a A cordada y dirigido por el cabecilla Igna­
cio Parra. Desde Durango se internó en el estado de Chihua­
hua, donde trató de asentarse trabajando en minas, de alba­
ñil, en el rastro y vendiendo carne en su propio expendio;
pero siempre tuvo que huir de la acción punitiva de sus
perseguidores.
Asediado por las autoridades de Durango y Chihuahua,
siempre a “ salto de m ata” , se internó en la sierra, hecho que
tanto le dio una perspectiva más amplia de la realidad del
campo norteño, com o le perm itió conocer bien este territo-

d o r E n riq u e Creel al suprim ir éste a los presid en te s m u nicipales elegi­


dos p o p u la r m e n t e . M iem b ro del P artid o Liberal, fu e h ech o prisionero
en 1906 p o r los cargos de rebelió n, consp iració n y sedición y enviado
a San Juan d e U lú a, regresando a C h ih u a h u a en 1908. H elio d o ro Olea.
A p u n te s H istó rico s d e la R e v o lu c ió n d e 1 9 1 0 - 1 9 1 1 , C h ih u a h u a , Im ­
presora Alffer, 1961.

6 F ranc isco Villa ( D o ro t e o A rango) nació el 5 d e ju n io de 1878 en


la pob lación de R í o G ra n d e, D urango. M iem bro de u n a familia de
cinco hijos: M artina, Mariana, A n to n io e H ip ó lito ; fueron sus p adres
A gustín A rango y Micaela A rám bula. La m u e r te de su p ad re lo obligó
a asum ir las resp on sabilidades de cabeza de familia, tr a b a ja n d o p rim e­
ro c o m o le ñ a d o r y más ta r d e c om o c o m ercian te . Esta actividad le
dio cierta h abilidad para el m a n e jo de cuentas. La difícil situación
e c o n ó m ica fam iliar o bstacu lizó las p osibilidades educativas de la fam i­
lia A ran go ; las p e q u e ñ a s ganacias q ue c o m o co m e rc ia n te o b te n í a no
alcanzaban a satisfacer las necesidades de la familia, po r lo q u e deci­
dieron to m a r a m edias u n a labor. A sí, en 1894, en la h acie n d a de
G ogojito, p e rte n e c ie n te al m un icipio de C anatlán, D urango, lo e n c o n ­
tram os tr a b a ja n d o co m o m ed iero de la familia López Negrete. Un día,
;il regresar de la labor, hirió al h a c e n d a d o A g ustín López N egrete po r
haber ra p t a d o a su h e rm a n a M artina, p o r c u y o m o tiv o tu vo q u e huir
a la sierra. M anuel B auche Alcalde. E l general F rancisco Villa. Manus­
crito original in éd ito de 1914. Véase tam b ié n Silvestre T errazas, op.
cit.

33
rio hasta los lugares más recónditos y estratégicos, ventaja
significativa en la lucha arm ada de años posteriores.
Es en la ciudad de Chihuahua donde conoce a Abraham
González, jefe del Partido Antirreeleccionista, quien cam bia­
ría su destino. Descubrió en él una imagen paternal que en­
carnaba la justicia, y a partir de ese m om ento se estableció
entre am bos una estrecha am istad.7
Así cuando Abraham González se une a los revoluciona­
rios m aderistas, Villa acepta luchar a favor de los rebeldes,
invitando a sus amigos de correrías para que participaran en
el m ovim iento que estaba por iniciarse. Con un grupo de
ocho hom bres se dirige al rancho de Chavarría con el fin de
obtener provisiones e inform ación sobre la organización que
se estaba llevando a efecto.8 Con la partida de Cástulo He­
rrera ocuparon sin resistencia la población de San Andrés.
Desde este m om ento Villa dem ostró capacidad de m ando,
un considerable arraigo popular y, desde luego, el carisma
del caudillo que posteriorm ente encabezaría a la División
del N orte durante la lucha constitucionalista.
Com o revolucionario m aderista dio las prim eras batallas
f'.n San Andrés, Santa Isabel y otros lugares más, ju n to con
la gran figura de este período: Pascual O rozco.9 Al frente de
los antirreeleccionistas de Ciudad G uerrero, el 20 de noviem­
bre se levanta en armas y entra en contacto con los demás
jefes revolucionarios. Operó en gran parte del estado de
Chihuahua hasta el asedio a la plaza de Ciudad Juárez. Du-

7 Silvestre T errazas, ib id e m , p. 18.

8 F ran cisco R. A lm ada. L a R e v o lu c ió n en el E sta d o de C hihuahua,


México, Talleres G ráficos d e la N ación, 1964, vol. I, pp. 1 7 0 —171.

9 Pascual O ro z co nació en 1882 en la H acienda de S anta Isabel,


m u n icip io de C iudad G ue rre ro . Después de h ab er cu rsado la e d u ca­
ción prim aria, trab ajó en el tr a n sp o rte de m inerales c o m o c o n d u c to r y
m ás ta r d e c o m o arriero en el distrito G u errero. E staba p ro f u n d a m e n t e
re s e n tid o con el régimen p o lític o estatal ya q ue la familia T errazas le
h a b ía negado u n a concesión de arriería. Michael C. Meyer. M exic a n
rebel. Pascual O ro zco a n d th e M exican R e v o lu tio n . 1 9 1 0 - 1 9 1 5 . USA
University o f N ebraska, 1967, p. 15.

34
rante toda la cam paña contra los federales el “ ejército” de
Orozco fue el elem ento más efectivo del m aderism o.10
Ante la generalización de los brotes de rebeldía en el
estado, Porfirio Díaz reforzó la Segunda Zona Militar que
com prendía Chihuahua y Durango, y ordenó que se incre­
m entara la policía rural estatal como apoyo a las fuerzas fe­
derales. Sin embargo, poco a poco las poblaciones eran to­
madas por los revolucionarios, a quienes se estaban uniendo
contingentes procedentes de Sonora y Coahuila. En tales
circunstancias, el gobernador Enrique Creel ordenó que se
organizaran Cuerpos de V oluntarios en los distritos Galeana,
Jim énez y Bravos, y se guarneciera la plaza de Ciudad Juárez
con un cuerpo de cien hombres, ya que:

Invadida to d a la esfera inferior del p u e b lo p o r la semilla de la sedi­


ción, p rop agad a en la fo rm a de o frecim ien to s de puesto s públicos
y de re p a rto de tierras, ganado y valores, sobre bases socialistas,
c o m p r e n d í q ue m u y p o c o p o d ía esperarse de esa esfera social para
c o n te n e r la c orrien te de la revolución, y p u d e c on ven cerm e de que
d e n tr o de esa órb ita sólo en las H aciendas p ud iera en con trarse al­
gún elem en to que no estuviera fanatizado p o r los propagandistas de
Madero . . . D esgraciadam ente, me he e n c o n tr a d o con un egoísmo
increíble en tre los h acen d ad o s . . . No ha b astado el explicarles que
el G o b iern o se inspira en el c u m plim ie nto de sus deberes y está listo
para pro po rcion arles to d a s las arm as y m u n icio n es q ue sean necesa­
rias para establecer en cada Pueblo,, en cada H acienda un servicio
de vigilancia cu yo s salarios pagará el m ism o G ob ierno , y qu e tenga
p o r único ob jeto d e fe n d e r esos Pueblos y esas H aciendas en que
ellos viven y en que ellos tienen intereses . . . el G o b iern o n o exige
de ellos n ingún gasto qu e pudiera m e rm a r sus más o m eno s c u a n tio ­
sos intereses, sí c o m p re n d e n la probabilidad de que tengan q u e se­
parar de sus negocios, para establecer ese servicio de vigilancia, al­
gu no s individuos y algunos caballos, y qu e la separación de esos ele­
m en to s, pudiera traer algún perjuicio, au n q u e fuera ligero, en el
m ecan ism o de sus negocios. C om p ren d e n adem ás, la posibilidad de
qu e llegando a c o n o c im ie n to de los revolucionarios q ue ellos han
to m a d o alguna p articipación á favor del G o b iern o , y están dispues­
to s á p o n e r p u n to á sus abusos con las arm as en la m ano, pudieran
los revolucionarios causarles perjuicios en sus intereses; m a ta n d o
sus sem ovientes y d e stru y e n d o sus hacie ndas, y ante este tem o r,

10 Jam es D. C o ck cro ft. Precursores in telectu a les de la R e v o lu c ió n


M exicana, México, Siglo V ein tiun o E dito res S.A., 1971, p. 167.

35
p o r r e m o t o q ue aparezca, se m ueren los se n tim ie n to s de p atriotis­
m o y los de dignidad personal, y además se les ofusca el criterio, y
dejan de c o m p r e n d e r estas p o b res gentes q ue con esa a c titu d ind i­
feren te están c o n tr ib u y e n d o d ire c ta m e n te para la destrucción de
lo que c o n stitu y e su ideal o sea su f o r t u n a .11

Por el tono alarmista de la carta es de suponer que Enri­


que Creel esperaba que su padre difundiera en la ciudad de
México estas noticias. Evidentem ente el otorgam iento
de “ puestos públicos, el reparto de tierras, ganado y valores
sobre bases socialistas” , no es válido literalm ente para la
fecha en que él escribe. Las demandas del maderismo eran
fundam entalm ente políticas: e l establecim iento de la dem o­
cracia frente a la dictadura. El hecho —por otra parte— de
que los hacendados no dieran muestras de querer cooperar
con el gobierno significa que no veían peligrar realm ente sus
intereses. Tener que colaborar con el gobierno en la defensa
de los pueblos, no les redituaba ninguna ganancia y sí, en
cambio, una erogación que podía ser más o menos cuantiosa.
Defender las haciendas no tenía m ayor problem a, puesto
que nunca estuvieron realm ente amenazadas.
Las adhesiones a los maderistas continuaron. El líder
magonista Práxedis G. Guerrero se internó en el distrito Ga-
leana, aproxim ándose a Casas Grandes en dirección al pue­
blo de Janos, defendido por una sección de rurales. Atacó y
tom ó la plaza el 30 de diciembre de 1910; sin embargo, fue
m uerto en el com bate, sucediéndolo en el m ando José Inés
Salazar, que más adelante com batió ju n to a las fuerzas ma­
deristas.12
En febrero de 1911, Madero, que se encontraba exiliado
en San A ntonio, Texas, se interna a territorio nacional por
El Paso, Texas, y se pone al frente de sus partidarios; em-

11 Carta que dirige el g o b ern ado r del estado de C h ihu ah ua, E nri­
qu e C. Creel, a su p adre, fechada el 22 de diciem bre de 1910. Silves­
tre T errazas Cüllection, B ancroft Library, p arte I (m icrofilm).

12 E x p e d ie n te X í/4 8 1 . 5 / 6 0 . E stado de C hih uah ua, 1910, to m o IV,


f. 922, ADNH.
A p artir de esta cita, se m en cion ará A D N H al referirse al Archivo
de la Secretaría de la Defensa Nacional, r a m o Histórico.

36
prenden la travesía por varios puntos del estado de Chihua­
hua. Con sus m ejores tropas atacan la plaza de Casas Grandes
y se aproxim an a la población fronteriza de Ciudad Juárez.
El m ovim iento m aderista triunfa en mayo de 1911 con la
firm a de los Tratados de Ciudad Juárez. Con ello el dirigente
del m ovim iento antirreeleccionista en el estado, Abraham
G onzález,13 se convirtió en gobernador hasta que en 1913
fue asesinado por órdenes de Victoriano H uerta.
El triunfo del maderismo provocó las prim eras escisiones
dentro del bando revolucionario; sin embargo, la llegada a la
presidencia de Madero significó el ascenso a puestos de m an­
do de los sectores medios, tanto en las gubernaturas como
dentro del propio gabinete. Tal fue el caso de Abraham
González. Desde que se hizo cargo del gobierno provisional
del estado, su política la encaminó a favorecer a los obreros
y a la clase media, postergándose la solución a la problem á­
tica de los campesinos, quienes no obtuvieron nada de la
revolución. Los cambios, m anifestaba González, debían lle­
varse a cabo de acuerdo con la ley, nunca de m anera radical.
En los conflictos obrero—patronales que se presentaron
intervino a favor de los trabajadores. Tal es el caso de los
m ovim ientos de huelga que se registraron en los minerales
de Naica y Cusihuiriachic14 pqr aum ento de salarios y otras
prestaciones que fueron conseguidas por m ediación de él, o
en la empresa Madera Lurnber Co. donde el origen de la
huelga fue la explotación que la com pañía hacía de los obre­
ros a través de la tienda de raya, consiguiéndose finalmente
que la empresa cubriera en efectivo los sueldos de los traba­
jadores. Al mismo tiem po se llevaron a cabo medidas enca­
minadas a favorecer a los sectores medios: suprim ió el puesto
de jefe político y restableció el m unicipio libre; im plem ento
una reform a arancelaria a fin de que las grandes propiedades
rústicas pagaran im puestos más altos que las de m enor di­
m ensión, de m anera proporcional. Sin embargo no se realizó

13 1.1 4 'de o ctu b re de 1911, A b raham G onzález rind ió la protesta


c o m o g o b e rn a d o r c o n stitu c io n al para ejercer dicho encargo én el cua-
trenio q ue te rm in ab a el 3 de o c tu b r e de 1915.

14 Francisco R. Alm ada. Vida, proceso . . ., op. cit., pp. 5 9 —63.

37
ninguna expropiación o incautación de haciendas; lo único
que se hizo en m ateria agraria fue prohibir la venta de terre­
nos baldíos, así como la denuncia de terrenos municipales,
m ientras se elaboraba un proyecto de distribución o venta
de tierras entre los cam pesinos.15
Respecto a los desempleados que se habían unido al ejér­
cito m aderista, nada se hizo por ellos.
De acuerdo a lo pactado en los Tratados de Ciudad Juárez,
Abraham González, en su calidad de gobernador, inició el
licénciam iento del ejército m aderista en Chihuahua, gratifi­
cando a cada soldado con cincuenta pesos y veinticinco pe­
sos más a los que entregaban rifle o carabina, y el pasaje de
ferrocarril que los llevaría de regreso a su pueblo natal, lo
que significaba que volvían a la misma situación de miseria
en la que se encontraban antes de unirse al maderismo.
A jefes com o Tomás Urbina, Toribio Ortega y Fidel Avila,
se les gratificó con cien pesos; a Pascual Orozco se le entre­
garon cincuenta mil pesos16 y a Villa diez mil, los cuales
aceptó en calidad de préstam o, con lo que estableció un ne­
gocio de ganado y carnicería en la ciudad de C hihuahua.17
Al hacerse cargo de la presidencia del país, en octubre de
1911, M adero suprimió tem poralm ente la Segunda Zona
Militar, creando en el estado la Primera Zona Rural al m an­
do de Pascual O rozco,18 constituida por antiguos soldados
m aderistas que al reintegrarse a las milicias estatales encon­
traron una nueva form a de empleo.
A fines de 1911 e inicios de 1912 se m anifestaron claros
síntom as de divisiones políticas entre civiles y militares, y
un grupo tras otro fueron rom piendo con Madero, declarán­
dose en rebeldía contra el gobierno constituido.19

15 Ib íd e m , p. 57.

16 Francisco R. A lm ada. L a R e v o lu c ió n . . ., op. cit., 1.1, p. 240.

17 Manuel Bauche Alcalde, op. cit.

18 Pascual O rozco esperaba o b te n e r un m a y o r re c o n o c im ie n to de


la R evolución qu e el solo m a n d o de rurales en C hihuahua.

19 Jam es D. C o ckcro ft, op. cit., p. 193.

38
En el Sur, Em iliano Zapata se había negado a licenciar a
su gente y siguió en pie de lucha p o r la transform ación de las
estructuras agrarias existentes, en favor de una restauración
de la propiedad agraria com unal de los pueblos, proclam ando
' I Plan d e A y a la e l 28 de noviem bre de 1911.20 La lucha por
sus tierras en el fondo seguía siendo el problem a esencial y
único de los pueblos zapatistas.
En el N orte la revuelta orozquista obedece a factores de
il¡versa índole. Si bien es cierto que Orozco no simpatizó
desde un principio con M adero, el distanciam iento entre
mnbos responde al rencor que Orozco le guardaba, ya que
sentía que no le había retribuido, como él esperaba, su
participación en el triunfo del m aderism o. A Pascual Orozco
se le identifico con varios grupos disidentes: el reyista, la
rebelión vazquista a la que incluso com batió a principios de
1912; tam bién con los sectores conservadores de Chihuahua;
sin embargo, además de su ambición de poder, el factor de­
cisivo que lo llevó a tom ar las armas contra M adero fue la
petición form al que los distintos líderes revolucionarios le­
vantados en armas le hicieron para que se constituyera en
caudillo y general del Ejército L ibertador;21 en m uchos de
sus seguidores, fue el desem pleo en que se tradujo el licén­
ciam iento parcial de las fuerzas m aderistas.
El 3 de m arzo de 1912, Orozco, después de rom per con
Emilio Vázquez Gómez asume el m ando de la rebelión y
proclama el Pacto de la Em pacadora,22 reafirm ando la nece­
sidad de una pronta solución al problem a agrario y propug­
nando una serie de cambios tendientes a favorecer a la clase
obrera. Estas ideas denotan gran influencia del Programa del
Partido Liberal M exicano de 1906. El plan lo firm aron di­
ligentes de diversa filiación: magonista, vazquista, y antiguos
ex federales porfiristas; José Inés Salazar, Emilio P. Campa,

20 Véase Plan de A y a la , en Manuel González R a m íre z, op. c it pp


/ I 77.

•!l Michael Meyer, op. cit., p. 62.

~2 Véase P acto de la E m pacadora, firm ado el 6 de m arzo de 1912,


lliidcin, pp. 95 —106.
39
Braulio Hernández, Marcelo Caraveo, Benjam ín Argumedo,
Cástulo Herrera, Gonzalo C. Enrile y el propio Orozco. Lo
paradójico es el carácter popular del m ovim iento, conside­
rando que fue financiado po r la oligarquía chihuahuense, la
familia Terrazas—Creel y demás hacendados porfiristas, para
quienes acabar con el m aderism o significaba eliminar al ejér­
cito revolucionario que se estaba gestando, y la recuperación
del m ando en el estado.23
Para com batir a los orozquistas, M adero ordenó la movili­
zación de tropas federales al norte, designando a Victoriano
H uerta com andante de las operaciones, para que diera orga­
nización a dichas fuerzas e incorporara a los grupos irregula­
res ya activos en el N orte, y que operaban aisladam ente.
V enustiano Carranza en Coahuila, José Ma. M aytorena en
Sonora y el propio González en Chihuahua, habían ya orga­
nizado fuerzas auxiliares para com batir al orozquism o. El
ejército federal trató de incorporar estas milicias bajo su
control, pero los gobernadores M aytorena y Carranza se
opusieron, conservando su autonom ía.
En Chihuahua los grupos campesinos se unieron a Abra-
ham González y lucharon para defender al m aderismo. Tori-
bio Ortega volvió a sublevarse en Cuchillo Parado, Tomás
Ornelas y Rosalío Hernández en el distrito ( ’amargo. Cande­
lario Cervantes en Nam iquipa, José Alm eyda y Eduardo
Casavantes en el distrito G uerrero, y Francisco Villa en la
región de San Andrés, uniéndose posteriorm ente a las fuerzas
de H uerta24 en la División del N orte, que resultó victoriosa
en los com bates de Tlahualilo, Padriceña, Conejos y Rellano,
librados contra los orozquistas, hasta derrotarlos por com ­
pleto en la batalla de B achim ba.25
Los objetivos de H uerta y los federales iban más allá del
solo triunfo sobre los orozquistas; pretendían la disolución

23 Para rnay or in fo rm ac ió n sobre Pascual O rozco véase Michael


Meyer, op. cit., y R a m ó n P u e n te . Pascual O rozco y la revuelta de
C hihuahua. M éxico, E. G ó m ez de la P u e n te , 1912.

24 Francisco R. A lm ada. L a R e v o lu c ió n . . ., op. cit., t. 1, p. 288.

25 Ib id e m , pp. 3 3 8 , 3 4 5 —352.
40
de las milicias estatales revolucionarias para que el ejército
federal tuviera nuevam ente el control sobre las fuerzas ar­
madas y diera el apoyo a los grupos conservadores con quie­
nes se ligó. Esto explica la inculpación que H uerta hace a
Pancho Villa del robo de una yegua,26 el som etim iento
a consejo de guerra sumario y el pretendido fusilam iento
que no se llevó a cabo po r intervención directa de M adero;
el traslado de Villa a la penitenciaría en la ciudad de México:
el proceso que se le abre acusándolo de los delitos de insu­
bordinación, desobediencia y robo, para declararlo form al­
m ente preso el 13 de junio de 1912; su posterior traslado a
la prisión m ilitar de Santiago Tlatelolco, de donde se fuga
hasta1llegar a la frontera con los Estados Unidos. Ya en te­
rritorio norteam ericano continúa en com unicación con
A braham González, quien le aconseja m antenerse fuera
del país. La verdadera razón era que Villa representaba al
núcleo más im portante y consolidado de las fuerzas irregu­
lares en Chihuahua y por ello era necesario eliminarlo.
El cuartelazo proporcionó la coyuntura para consolidar
los objetivos de H uerta. Los grupos conservadores: hacen­
dados, empresarios, intereses extranjeros y el ejército federal,
pusieron los elem entos a.su alcance para recuperar nueva­
m ente el po d er.27
El Pacto de la Cindadela2* y los asesinatos de M adero y
Pino Suárez, en vez de poner coto a la Revolución desenca­
denaron el m ovim iento en form a generalizada, violenta y
sistemática.

26 E x p e d ie n te X I / I I I / 1—210. F rancisco Villa, ADCN.


A partir de esta cita, se m en cio nará A D N C al referirse al Archivo de
la S e cretaría d e la Defensa Nacional, ra m o Cancelados.

27 Charles C. C u m b erlan d. L a R e v o lu c ió n M exicana. Los- años


co n stitu cio n a lista s, M éxico, F o n d o de C u ltura E con óm ica, 1975, p.
21.
28 Véase P acto de ¡a Cindadela, del 18 de febrero de 1913, en Ma­
nuel González R a m íre z , op. ext., pp. 1 3 2 —133.

41
movimiento villista. Surgimiento y apogeo
l;i División del Norte, 1913—1915

\ p.nlir de 1913 el m ovim iento arm ado inicia una nueva


t’lnpa; Arnaldo Córdova la define como revolución social:
" l o revolución social significaba hacer la reform a agraria,
.Ii-vi»Iviendo sus tierras a quienes hubiesen sido despojados
ilc Lis mismas, y repartiendo aquéllas que aún estuviesen en
■iilidíid de tierras nacionales, no privadas, a los que carecie-
i .iii 'le ellas” . . .“ significaba, además, garantizar los dere-
■ln >•, del trabajo, pero sin poner en peligro la existencia del
i iipllnl, que definitivam ente era, no sólo necesario, sino
Intlisp rusable para la nación” . 1
Así los campesinos jugaron un papel fundam ental en la
tiltilu cció n de la vieja sociedad oligárquica, pero no propor-
..... i.iion ni el program a, ni la ideología, ni la dirección po­
lítica.* I il carácter localista o regional de sus intereses como
lliupo social, decidió que fueran nuevam ente los hacendados
tmrleilos quienes se pusieran al frente del m ovim iento. De
i i presencia de las fuerzas revolucionarias norteñas que com-
l *.i 14 •11 al huertism o, emergerá el grupo dirigente capaz de
i n , i i las condiciones para una entrada acelerada de México
|nii la vía capitalista; sin embargo, esta etapa tuvo una carga
• una ialmente agraria, cuyo corazón fue el zapatism o,3 tam-
Inrn los villistas en el N orte enfrentan una lucha popular con
ilrmandas de justicia social, y plantean una reform a agraria
IdNiHla en la creación de la pequeña propiedad.
I’l ¡gobernador de Coahuila, V enustiano Carranza, declara
mi ifbcldía desconociendo al gobierno huertista a través del

1 Amálelo Córdova, op. cit., p. 24.

Arnaldo Córdova. “ México: revo lu ció n burguesa y p o lític a de


Mihniin” , en C uadernos P o lítico s, n ú m . 13, México, Ediciones Era
’i \ , m lio —septiem bre de 19 77 , p p. 9 1 —92.

1 lli'ctor Aguilar C am ín . Saldos de la R e v o lu c ió n . México, Edicio-


Mi . <>■'sm o, 1984, p. 13.
BIBLIOTECA CENTRAL 43
U. N . A. M.
Plan de Guadalupe4 el 26 de m arzo de 1913. Dicho plan
propugna el restablecim iento del gobierno constitucional,
invita a los ciudadanos a sublevarse con las armas y a form ar
parte del ejército que se denom inaría C onstitucionalista, y
del cual Carranza sería el prim er jefe. En Sonora, el goberna­
dor M aytorena se une a Carranza aum entando las milicias
estatales que J u n t o con las de Coahuila, serían el germen del
Ejército C onstitucionalista.
Carranza dio a este ejército una organización estrictam en­
te jerarquizada, subdividiéndolo en siete cuerpos de ejército
denom inados del N oroeste, Noreste, Oriente, Occidente,
Centro, Sur y Sureste.5 De ellos, los más im portantes fueron
el del N oroeste, com andado por Alvaro Obregón; la División
del N orte, técnicam ente subordinada al cuerpo del Noroeste,
y el ejército del Noreste al m ando del general Pablo Gonzá­
lez. En el Sur siguió luchando —aunque en form a indepen­
diente— Em iliano Zapata. Todos ellos fueron militares ini
provisados en la lucha; sin embargo, form arían el contingente
arm ado más im portante y num eroso de la Revolución.6

4 V éase Plan de G uadalupe, en M anuel G onzález R a m íre z , op. cit.,


p p . 137, 139.

5 V e n u stia n o C arran za, en su d e cre to relativ o a la subdivisión del


ejército c o n stitu c io n a lista e x p e d id o en el cu a rte l gen eral d e M o n d o
va, C o ah u ila, el 4 de ju lio de 1913, crea siete c u e rp o s de e jérc ito para
la m ejo r organizació n y o p e ra cio n e s de d ich o e jé rc ito , al m a n d o de un
general en je fe . El del N o ro e ste c o m p re n d ie n d o las fuerzas de los esta
dos de S o n o ra, C h ih u ah u a, D u ran g o , Sinaloa y te rrito rio de la Baja
C alifo rn ia; N o reste , fu erzas d e los esta d o s de C o ah u ila, N uevo L éon y
T am au lip as; O rie n te , fu erzas de los esta d o s de P u eb la, T lax cala y
V eracru z; O ccid e n te , fu erzas de los estad o s de Jalisco , M ichoacán,
C olim a y te rrito rio de T ep ic; C e n tro , fu erzas de los estad o s de Z acate
cas, A g u ascaüentes, San L uis P o to si, G u a n a ju a to , Q u eréta ro , Hidalgo
y M éxico; el del S ur con fu erzas de los estad o s d e M orelos, G uerrero
y O axaca, y el del S u reste con fu erzas de los esta d o s de Y u c a tá n , Cani
pech e, T ab asco y C hiapas. vol. 9 2 , añ o de 1913, APHS.
A p a rtir de esta cita, se m en c io n a rá A PH S al referirse al A rchivo
del P a tro n a to de la H isto ria d e S o n o ra.

6 A lvaro O breg ó n , p e q u e ñ o ag ricu lto r so n o ren se ; Pablo G onzález,


m o lin ero de o c u p a c ió n ; E m ilian o Z a p a ta, caballerango y je fe de las
fuerzas agraristas del estad o de M orelos. Jo rg e A lb e rto L o z o y a , op,
cit., p. 45.
lín C hihuahua la situación fue diferente. Abraham Gon-
Wilez, representante de la clase m edia, prisionero del general
¡lileilista A ntonio Rábaeo, fue asesinado el 7 de m arzo por
Aniones del propio H uerta.7 A la derrota del orozquism o, la
•i.lmmistración estatal quedó nuevam ente en m anos de las
fuerzas conservadoras, que no vacilaron en unirse al huertis-
lilo; es por ello que la revolución en Chihuahua tuvo bases
mucho más populares, a través de sus exponentes Manuel
Chao, Tomás Urbina, Toribio Ortega, Fidel Avila, Rosalío
Hernández y Francisco Villa, quienes no esperaron el lla­
mado de los líderes políticos, sino que se organizaron por
Iniciativa propia en la últim a semana de febrero, y se lanza-
1011 a la lucha tom ando la población de Santa Rosalía el
,'H de febrero. Maclovio H errera encabezó un ataque triunfal
»obro Nam iquipa el 3 de m arzo. Manuel Chao atacó Parral el
S ilo marzo, siendo derrotado por las tropas federales.8
I ,a profunda admiración que Villa sentía po r Madero y
Abraham González, lo llevó a engrosar nuevam ente las filas
revolucionarias al enterarse de la traición de que éstos ha­
bí. m sido víctim as. En m arzo de 1913 craza la frontera pro­
cedente de El Paso, Texas, por el paraje conocido como
"l.os Partidos” , con ocho hom bres* y novecientos dólares
donativo de Adolfo de la H uerta y José M aría M a y to re n a-;
Ni' une a los grupos revolucionarios ya activos en el estado, y
Organiza un ejército popular sobre la base de su prestigio en­
tre los campesinos de Chihuahua.9

1 lil d ía 22 de feb re ro A b ra h a m G onzález fu e ap re h en d id o en el


Palacio de G o b iern o p o r ó rd e n e s d el general H u e rta , o bligado a re­
nunciar y d ía s después enviado a la ciu d ad d e M éxico. A la a ltu ra de
H oreasitas y B achim ba, don A b ra h a m fu e b ajad o d e lir e n y asesinado
i|im una esco lta dei 5o. R eg im ien to . F ran cisco R . A lm ad a. D iccio n a ­
r i o . . ., op. cit., p. 230.

K E x p e d ie n te X I/4 8 1 .5 /6 9 . E sta d o de C h ih u ah u a, 1 9 1 3 , A D N H .

!* Luis A guirre B enavides. D e F rancisco I. M adero a F rancisco Villa.


M em orias de un revolucionario. M éxico, T alleres A . d el B o sq u e, 1966,
)i, 86.

♦C arlos Jáuregui, M iguel Saavedra, M anuel O ch o a, D arío W. Silva


Juan D ozal, P ed ro S apién, P ascual A. T oscano y T o m ás R osales.

45
El p u e b lo s e n tía gran sim p a tía p o r V illa, p o rq u e estab a id en tili
cado con su o rig en , con sus asp iracio n es de reiv ind icar sus derecho;.,
de alcan zar u n a ju s tic ia social, h u m a n a , sobre to d o de n o so p o rtar
un a cto de tira n ía c o m o el q u e h u b iera im p la n ta d o H u e rta .10

Organiza prim ero una brigada; meses después, en septiem ­


bre de 1913, la División del N orte, que se m antuvo indepen­
diente y en raras ocasiones aceptó la subordinación: prácti
cam ente actuó como un cuerpo de ejército tanto o más im­
portante que el del Noreste.
Poco a poco las partidas sublevadas en diferentes regiones
dé los estados de Chihuahua y Durango se fueron incorpo
rando a la División del N orte: Fidel Avila, que había sido ca­
pataz de una hacienda, se incorpora con vaqueros y peones;
Maclovio y Luis Herrera se le unen en Camargo; Tomás Ur-
bina, con 600 hom bres, en Jim énez; Rodolfo Fierro, ferro­
carrilero: Calixto Contreras, campesino de La Laguna; los
herm anos Eugenio y Luis Aguirre Benavides, ricos de la
región de Parras, Coahuila: Seveíino Ceniceros, artesano tic
La Laguna, entre otros, hasta constituir el poderoso ejército
villista que derrotó a los federales en diversas batallas, ob­
teniendo con ello el control m ilitar en casi todo el estado cK'
Chihuahua. Fue entonces cuando los jefes de la División del
Norte acordaron designar al general Villa como gobernado!
provisional de este estado11 el 8 de diciembre de 191.!,
siendo confirm ado en su puesto por el Prim er Jefe Venustia-
no Carranza. Ejerció el poder político -ad m in istrativ o pocos
meses (hasta febrero de 1914) debido a que nuevamente re
gresa a hacerse cargo de las operaciones en su avance militai
contra el huertism o, iniciándose así una etapa de gobiernos

10 E n trev ista al se ñ o r E ulogio Salazar V illegas realizad a p o r L a u n


E spejel el 18 de en ero d e 1973 en la ciu d ad de M éxico. A rchivo de la
P alabra, IN A H -S E P , P H O /1 /1 3 7 , p. 16.

11 “ C o n sid eran d o q u e el E jecutivo del E stad o debe recaer en un


je fe c o n stitu c io n a lista que co n o zca las n ecesid ad es d el E stad o , se
ap ru e b a que este p u e sto recaiga en el general V illa” . F irm ad o p o r los
generales M aclovio H errera, Jo sé E. R o d ríg u e z , M anuel C hao y Fran
cisco V illa, 8 de d ic iem b re de 1913, vol. 6 7 , A PH S, A p u d . Periódico
O ficial del e stad o de C h ih u ah u a.
vi Mistas en C hihuahua, encabezados po r el profesor Manuel
Olmo, el periodista Silvestre Terrazas y el agricultor Fidel
Avila, que gobernó hasta diciembre de 1915, en que term i­
no el régimen villista en Chihuahua.
I 11 este lapso se llevó a cabo una serie de medidas ten ­
dientes a destruir el poder económ ico y político de la oli-
i'.n(|uia tradicional gobernante, m odificando la estructura
del estado durante algún tiem po. Francisco Villa puso de
manifiesto sus propósitos sociales con la expedición de va­
nos decretos tendientes a beneficiar a la población de Chi­
huahua, así com o a satisfacer las necesidades prácticas de
l m andam iento para la guerra y lograr el apoyo de la pobla­
ción local.
I ’ntre los decretos em itidos por Villa como gobernador, el
m a s trascendente es el de “Confiscación de Bienes” del 12
Je diciembre de 1913. Confiscó, a títu lo de restitución de
Im nes nacionales, las propiedades m uebles e inmuebles per­
tenecientes a Luis Terrazas e hijos, herm anos Creel, herma-
m i s Falomir, José Ma. Sánchez, herm anos Cuilty, herm anos
I iiján, J. Francisco Molinar y todos los familiares y demás
i omplices que con ellos estuvieren relacionados. Al triunfo
■Ir la Revolución se dictaría una ley reglam entaria que ha-
Ima de determ inar la equitativa distribución de dichos bie­
n e s , poniendo en prim er térm ino a las viudas y huérfanos, y
e n seguida a los veteranos que habían tom ado parte activa
e n el m ovim iento; igualmente se restituirían a sus legítimos
dueños las propiedades que les fueron arrebatadas.12 Al
mismo tiem po Villa decretó el establecim iento del Banco
ile! listado, que em itiría papel m oneda hasta por diez mi­
llones de pesos, cuyo respaldo sería el total de los bienes
emi Ciscados, quedando a cargo del propio Banco la admi­
nistración de dichos bienes.
Villa decretó la fiscalización de las propiedades de súb­
ditos españoles: nom bró un interventor para m anejar los
productos que serían destinados a subsidio de guerra hasta
el triunfo del m ovim iento arm ado, destinándose después al

12 D ecreto de C onfiscació n de B ienes de fech a 12 de d iciem b re de


I 'M 3, en S ilvestre Terrazas C o llectio n , M—8 —18, caja 7 7 , p a rte I.

47
fondo de indem nización de viudas y huérfanos. Decretó
tam bién la expulsión de los colonos españoles de territorio
chihuahuense (9 de diciem bre de 1913), por haberse unido
al huertism o, participando indebidam ente en la política y
revolución del país.
Com o gobernador decretó tam bién una baja en los pre­
cios de la leche, el pan y la carne en todo el estado. Para
ello estableció expendios de carne, aprovisionándose del
ganado de los Terrazas y del rastro controlado po r ellos.
Silvestre Terrazas asumió el control de la oficina de con­
fiscaciones. Para Villa, Terrazas representaba el vínculo más
im portante con la clase m edia chihuahuense y por lo mismo
lo nom bró secretario de gobierno, gobernador interino y ad­
m inistrador de las haciendas confiscadas.13 La adm inistra­
ción civil fue com partida con la m ilitar. Villa colocó como
adm inistradores de las haciendas a una serie de jefes mili­
tares locales que podían utilizar los fondos de las mismas y
sólo estabam obligados a proveer para la cam paña m ilitar
cierto núm ero de soldados y de armas. No obstante, hubo
adm inistradores que ¡legaron a sentirse propietarios de las
haciendas que m anejaban.14
En otras haciendas perm anecieron los antiguos adminis­
tradores, sujetándose a las disposiciones m encionadas. A
partir de este m om ento m uchos vaqueros que se quedaron
sin trabajo por la venta de ganado, se alistaron en el ejército
villista que ya gozaba de gran popularidad y les aseguraba un

13 F rie d ric h K a tz , L a G uerra S e c r e ta . . op. cit., p . 163.

14 U n ejem p lo q u e p re se n ta J o h n R eed es -el de T o m ás U rb in a. Al


llegar a Las N ieves, p e rte n e c ie n te a la h a c ie n d a d e C an u tillo , sus h ab i­
ta n te s se ex p resaro n de U rb in a: “ H ace p o c o s añ o s era un p eó n igual
q u e n o so tro s; a h o ra es gen eral y u n h o m b re ric o ” . E n la h acie n d a .él
ad m in istra b a la ju s tic ia , era d u e ñ o de las g en tes, las casas, los anim ales,
en gen eral de la p o b la c ió n . L a fó rm u la q u e V illa e n c o n tró p a ra evitar
la c o rru p c ió n e n tre lo s a d m in istrad o re s fu e el fu silam ien to y T om ás
U rb in a n o escapó a ella. Jo h n R eed . M éx ic o In su rg e n te , M éxico, C om ­
plejo E d ito ria l M exican o , 1 9 7 3 , vol. 4 , p p . 25, 28, 37, y vol 76
APHS.

48
inr.icso económ ico; tal es el caso de Nicolás Fernández, ca­
poral de lina hacienda de los T errazas.15
I as haciendas confiscadas se m antuvieron íntegras y sólo
I"'. productos de consum o eran repartidos en gran m edida
m i ir las capas más pobres de la población: carne, alim entos
i incluso dinero en efectivo.
lil ejército villista aglutinó un grupo heterogéneo en su
Composición. La base social de la División del N orte la inte-
i'i.mili trabajadores móviles, m ineros y obreros desemplea-
para quienes el ejército se convirtió en el principal m e­
tilo de sustento. Un grupo considerable de vaqueros y peo-
iii". de las'haciendas, poco a poco se fueron incorporando;
1nnh¡<in se ligaron al villismo im portantes sectores de clase
inedia que veían la oportunidad de ascenso social en la
mu va adm inistración, al triunfo del m ovim iento, a nivel lo-
■ il e incluso nacional.
Din ante 1913 y parte de 1914, los cuerpos de ejército
t)|ii‘i am n en form a independiente. El problem a del financia-
inifnlo se resolvió de m anera aislada, y el ejército villista
ludo financiar el m ovim iento arm ado, prim ero m ediante la
Imposición de préstam os forzosos y después a través de la
»xpiopiación de grandes propiedades ganaderas en Chihua­
hua v de algodón en la región lagunera, sin llegar a afectar
lili posesiones de los norteam ericanos, lo cual le valió a Villa
i'l Ip o y o de los Estados Unidos, lo que se tradujo en la po-
nlliilulad de adquirir e introducir armas y pertrechos de gue-
iii que darían a la División del N orte la fama de ser el
iJi'n ilo mejor equipado (además de poder adquirir arma-
B « n lo ile los Estados Unidos, sus integrantes recibían un
n i d o ) , quizá tam bién el m ejor alim entado; m ejor adiestra­
do. y estrictam ente jerarquizado. Finalm ente, fue este
■Unllii(.',ente el que consum ó la derrota del huertism o.16
I ii las batallas de Tierra Blanca, Chihuahua y Ojinaga,
Vi r |r u iio federal en el estado es totalm ente vencido; la
|t >111,1 de las plazas de Torreón y Zacatecas en 1914 fue de-

F iieilrich K atz. L a servid u m b re agraria en M éx ic o en la época


IlllU UIuita. M éxico, S ep S e te n ta s (3 0 3 ), 1976, p p . 7 1 —72.

1,1 l'i in lric h K atz, op. cit. (1 3 1 5 ), p . V III.

49
cisiva no sólo para el aniquilam iento de H uerta y el ejército
federal; acarreó además el rom pim iento entre Villa y Ca­
rranza, intensificándose la guerra civil entre las facciones
contendientes: carrancistas, villistas y zapatistas.
V enustiano Carranza, hacendado y gobernador de Coa-
huila, había ocupado cargos im portantes en la adm inistra­
ción porfirista, de ahí que su proyecto político respondía a
intereses conservadores. Desde que se pronuncia contra
H uerta, su relación con Pancho Villa fue de antipatía, de
profunda desconfianza y hasta de hostilidad.17 Al lanzarse a
la lucha arm ada constitucionalista, no quiso destruir el lati-
fundism o; y cuando hubo necesidad de recurrir a las confis­
caciones, aclaró que serían tem porales y que no perm itiría
que la tierra fuese dividida entre los cam pesinos.18
Las diferencias entre am bos se agudizaron cuando, por
una parte, Carranza quiso im pedir la expropiación de tierras
y a fines de 1914 pidió a Villa que las haciendas confiscadas
fueran puestas bajo el control carrancista, para devolverlas a
sus antiguos dueños, y cuando por otra pretendió poner un
dique a la preponderancia que iba adquiriendo el villismo
tan to por sus triunfos m ilitares como por su prestigio entre
las clases populares.19
La desobediencia de Villa al avanzar con sus tropas y
efectuar la tom a de Zacatecas encom endada a Pánfilo Nate-
ra, sacó a plena luz el conflicto entre ambos jefes. Después
de tom ada la plaza, Villa regresa con sus tropas a Torreón;
es allí donde los jefes de la División del N orte y del Noroes­
te, intentando zanjar las dificultades entre Villa y el Primei
Jefe, acordaron conferenciar en la ciudad de Torreón. El
resultado de esto fue un pacto establecido el 8 de julio de
1914, que en esencia proponía que se convocara a una con­

17 A d o lfo G illy, op. cit., p p . 9 1 - 9 2 .

18 F rie d ric h K a tz , op. cit., p. V II.

19 R o q u e G o n zález, q u ien en cab ezó p o r u n tie m p o el g o b iern o


co n v en cio n ista, e x p resó q u e las d iferen cias de o p in ió n en to rn o al
p ro b le m a de las h a cie n d as e x p ro p ia d a s fu ero n decisivas p ara la ru p tu ra
e n tre V illa y C arran za, C fr. F ried rich K atz. L a G u e rra . . op. cit.

50
vención de jefes de todas las fuerzas constitucionalistas,
con el fin de llegar a un acuerdo sobre un programa, un pre­
sidente interino y un gobierno provisional que convocaría a
elecciones.20
La entrada de Obregón a la ciudad de México el 15 de
agosto de 1914, lleva a Carranza a tratar de estabilizar la
situación política y ejercer un control militar. Nom bró de­
legados para que conferenciaran con los zapatistas y los so­
metieran al poder de Carranza; pero los surianos com pleta­
ban el reparto de tierras en su zona y dieron decididam ente
preponderancia al problem a agrario.21
A m ediados de septiem bre Carranza com unica a Villa y
a Obregón que ha resuelto convocar a una ju n ta para el lo.
de octubre en la ciudad de México, con la representación de
todo el país, cuyo fin sería hacer surgir la cim entación de la
futura m archa política y económ ica de la nación. Villa ma­
nifiesta a Carranza que la División del Norte no acudirá a la
junta, y a q u e no se precisan las cuestiones que serán tratadas,
con lo cual se corre el riesgo de que la cuestión agraria, que
ha sido el móvil de la Revolución, quede postergada y hasta
excluida.
Al día siguiente se produce la escisión entre Villa y el
Primer Jefe, cuando Carranza rehúsa aceptar la Convención
sobre las bases propuestas en el Pacto de Torreón. 22
En este proceso de ruptura Obregón participa como me­
diador, yendo a Chihuahua a convencer a Villa de que se
someta, a cambio de ciertas promesas que en esencia eran las
lismas pactadas en Torreón. Obregón se apoya en Villa
para obligar a Carranza a otorgar ciertas concesiones a las
masas, actitud que le perm itía al sonorense extender su base
política y así canalizar el ascenso revolucionario.23

20 V éase Pacto de T orreón, en M anuel G onzález R a m írez , op. c i t ,


pp. 1 5 2 - 1 5 7 .

21 A d o lfo G illy , op. cit., 1 1 9 —121.

22 V olum en 6 8 , APHS.

23 A d o lfo G illy, op. cit., p. 127.

51
Esta prim era fase de la Convención ( lo . a 5 de octubre)
tuvo vida efím era: sirvió sim plem ente para que los generales
consüíucioiuilistas convencieran a Carranza del traslado de
la Convención a la ciudad de Aguascalientes, lugar al que
asistirían los delegados villistas y zapatistas.
En su segunda etapa, la Convención intentaría reconciliar
a villistas y constitucionalistas para evitar que continuara la
guerra fratricida; fue el m edio que se ideó para evitar la
escisión entre los grupos revolucionarios y dar form a a un
nuevo régim en.24 Inició sus trabajos el 10 de octubre, decla­
rándose Soberana y dedicando su atención al problem a de la
rivalidad entre Villa y Carranza, proponiendo la destitución
de ambos jefes y el nom bram iento de un presidente interino:
Eulalio G utiérrez, quien protestó ante la Convención cum­
plir el program a emanado de ella, así como sus acuerdos pa­
ra realizar las reformas sociales y políticas que necesitara el
país.25
La delegación zapatista se incorpora finalm ente a la Con­
vención con voz pero sin voto, ya que Zapata había puesto
como condición para participar, la aprobación de los princi­
pios del Plan de Ayala por la Convención. Zapata no asiste;
sin embargo la suya es la única facción que se presenta con
un program a, lim itado pero radical en cuanto a que dem an­
daba una solución a la cuestión agraria. “ A ntonio Díaz Soto
y Gama, orador zapatista, afirmaba que la Convención había
term inado por representar a la m inoría burguesa, que el
pueblo se había quedado fuera de los salones de la Conven­
ción y que trágicos días se vislumbraban si el problem a agra­
rio quedaba sin resolver” .26
La Soberana Convención Revolucionaria fija a Carranza
un plazo para reconocerla y hacer entrega del poder. Carran­
za se niega a renunciar y Eulalio Gutiérrez lo declara rebelde,

24 R ich ard R o m án . Id eo lo g ía y clase en la R e v o lu c ió n M exicana.


L a C onvención y el C ongreso C o n stitu y e n te , M éxico, S ep S e te n ta s
(3 1 1 ), 1976, p. 2 1 ,

25 V éase vol. 7 4 , APHS,^4pwd. Vida N u eva , o c tu b re 30 d e 1914-

26 Jam es D. C o c k c ro ft, op. cit., p . 205.

52
designando a Villa como com andante en jefe de todas las
divisiones bajo la autoridad de la Convención. Villa inicia su
avance a la ciudad de M éxico, ocupándola el día 20 de no­
viembre, sin resistencia.
Tom ada la capital, centro y norte del país por las fuerzas
convencionistas. Carranza abandona la ciudad de México
refugiándose en el puerto de Vera cruz, que acababa de ser
evacuado por las tropas norteam ericanas.27
Una vez establecidas en Palacio Nacional, las tropas va­
llistas unidas a las zapatistas com o había quedado asentado
en el Pacto de X ochim ilco,28 sostendrían al gobierno de la
Convención, el cual debería ejercer el poder político.
Es a partir de esta experiencia que el villismo empieza a
dar form a escrita a su ideario de reivindicaciones sociales,
prim ero en la Ley Agraria de 24 de mayo de 191 529 y pos-

27 V ol. 7 4 , APHS.

28 V éase Pacto de X o c h im ilc o de 4 de d iciem b re de 1 9 1 4 , en Ma­


n u el G onzález R a m írez, op. cit., p p . 113 —122.

29 F rancisco V illa, co m o gen eral en je fe de las o p e ra c io n e s del ejér­


cito co n v en cio n ista, ex p id e u n a ley general agraria en la ciu d ad de
L eó n , G u an aju ato . C o n sta de v ein te a rtíc u lo s; en ella se fija la su p e r­
ficie m áx im a de tie rra que p u e d a ser p o se íd a p o r u n solo d u e ñ o ; el
a rtícu lo 4o. establece: “ Se ex p ro p iará n tam b ién los te rre n o s circ u n ­
d a n te s de los p u eb lo s de in d íg e n as en la ex ten sió n necesaria p a ra re ­
p a rtirlo s en p eq u eñ o s lo tes e n tre los h a b ita n te s de los m ism os p u eb lo s
q u e estén en a p titu d de a d q u irir aquéllos, según las disposiciones de
las leyes locales” ; el artícu lo 12o. en su fracción V, a p u n ta q u e dich o s
te rre n o s “ se fraccio n arán p rec isa m e n te en p arcelas c u y a e x ten sió n no
ex ced a de v eintisiete h ec tá re as y se ad ju d icarán sólo a los vecinos de
los p u e b lo s” . La diferen cia e n tre el villism o y el zap atism o con rela­
ción a la tie rra radica en la fo rm a c ió n , co n so lid ació n y p ro te c ció n de
la p e q u e ñ a p ro p ie d a d , d e fe n d id a a n te rio rm e n te p o r algunos ideólogos
del p orfirism o. El a rtíc u lo 8o. estab lece que “ los gobiernos de los
estad o s ex p ed irán las leyes re g lam en tarias de la ex p ro p ia ció n q u e au ­
to riza la p resen te y q u e d a rá a su cargo el pago de las in d em n izacio n es
correspo nd ientes. El a rtícu lo 10o. en relación’a lo an terior, autoriza a
los go b iern o s de los estados p a ra crear d eu d as locales en la can tid ad es­
tric ta m e n te indispensable p ara v erificar las e x p ro p ia cio n e s y sufragar
los gastos de los fra c cio n a m ien to s a q u e se refie re e sta ley previa a p ro ­
bación de la S e c retaría de H acien d a. Con esto se p re te n d ía d ar au to -

53
teriom iente, ju n to con los zapatistas, en el Programa de
Reform as Políticas y Sociales de la Soberana Convención
Revolucionaria de abril de 19 1 6 ,30 donde quedan plasmadas
las demandas populares del campesinado y del proletariado
mexicano.
Sin embargo, el proceso histórico vendría a probar que
ni Villa ni Zapata tendrían la capacidad para gobernar el
país. Será Obregón el hom bre fuerte que habría de obtener
los beneficios últim os de todo este proceso.
Obregón, habiendo fracasado en su papel de árbitro en la
Convención, se reúne con Carranza en Veracruz y le da su
apoyo,’ siendo nom brado jefe de operaciones contra las
fuerzas convencionistas. En la prim era quincena de diciem­
bre reorganizó febrilm ente sus tropas e inició la contraofen­
siva encam inada a recuperar la ciudad de México. En el
aspecto político, el constitucionalism o, para com batir a Villa
y a Zapata, tuvo que radicalizar su program a y hacer suyos
los objetivos de lucha de los grupos de trabajadores, dándo­
les una form ulación -a u n q u e lim itada— más clara y dentro
de una perspectiva nacional, a través de las Adiciones al Plan
de Guadalupe, decretadas en Veracruz en diciembre de 1914.
La prueba inm ediata es la ley de 6 de enero de 1915,31 que

n o m ía a los estad o s p a ra resolver los p ro b lem as sociales. Jesús Silva


H erzog. B reve H istoria de la R e v o lu c ió n M exicana. L a etapa c o n stitu -
cionalista y la lucha d e facciones, M éxico, F o n d o de C u ltu ra E c o n ó ­
m ica (1 7 ), 1 9 6 0 , p p . 2 1 9 - 2 2 4 ; A rn ald o C órd o v a, op. cit., p . 163.

30 El p rogram a fu e ex p e d id o p o r la C onvención al m o m e n to d e d i­
solverse ésta, el 18 d e abril de 1 9 1 6 ; sin em bargo fu e p rev ia m en te dis­
cu tid o p o r villistas y zap a tista s y a p ro b a d o a n tes del 10 de o c tu b re de
1915, d ía en qu e se separaron y los delegados villistas p a rtie ro n al
n o rte . El p rogram a c o n sta de cinco g ru p o s de a rtíc u lo s relativ o s a la
cuestión agraria, c u estió n o b rera, re fo rm as sociales, re fo rm a s p o lític as
y tre s artíc u lo s tra n sito rio s que se refieren a la elección y designación
de los g o b ern ad o res de los estados. Jesús Silva H erzog, op. cit., pp.
2 4 1 -2 4 7 .

31 V éase Ley de 6 de en ero de 1915, que declara nu las to d a s las


enajenaciones de tie rra s, aguas y m o n te s p e rte n e c ie n te s a los p u eb lo s,

54
p rom etía la devolución de tierras a los pueblos que habían
sido despojados. Esta ley, en consonancia con el discurso de
Luis Cabrera del 3 de diciem bre de 1912, pretendía “ quitar­
le de las m anos al zapatism o la bandera del agrarism o” .32
Tam bién se expidieron una serie de decretos de carácter
socioeconóm ico que contribuyeron a dar legitimidad al
constitucionalism o, aunque la guerra civil siguió latente.
Los dirigentes del gobierno convencionista (Eulalio G utié­
rrez, Joré I. Robles, M ateo Alm anza y Lucio Blanco) final­
m ente io desconocen; huyen de la ciudad de México ofre­
ciendo a Obregón incorporarse a sus filas, los restos del
gobierno convencionista, ahora con Roque González Garza
a la cabeza, tienen que abandonar la ciudad estableciendo la
sede en Cuernavaca.33 A fines de enero de 1915 Obregón
ocupa la capital, consum ándose la separación territorial
m ilitar entre el villismo y el zapatism o.
La prim era medida im plantada po r Obregón fue retirar de
la circulación todos los billetes, excepto.los constitucionalis-
tas que estuvieren circulando expedidos después del lo . de
diciem bre, provocando el caos económ ico. Las fuerzas ca-
rrancistas triunfantes, para ayudar a los grupos más indigen­
tes, establecieron puestos de auxilio en diferentes lugares de

o to rg ad as en co n trav en ció n a lo d isp u esto en la ley d e 25 de ju n io de


1 8 5 6 , en Jesú s Silva H erzog, ib íd e m , p p . 1 6 8 —174.

32 A rn ald o C órdova. M éx ic o . . op. cit., p. 94.

33 El g o b iern o co n v en cio n ista tu v o vida e fím e ra y fin a lm e n te fue


d e rro ta d o . La C onvención q u e h a b ía surgido c o m o u n co m p ro m iso de
villistas y z a p a tista s con el ala rad ical del c a rran cism o , re su ltó ser un
c o n ju n to m ás h e tero g én eo q u e el que se ag lu tin ó en to rn o a C arranza.
La C onvención R ev o lu cio n aria tuvo siete e tap as d esd e o c tu b re de
1914 h a sta m ay o de 1916 en q u e fu e d isu elta. La p rim era fase se in i­
cia en la c iu d a d .d e M éxico del lo . al 5 de o c tu b re ; d esp u és se instala en
la c iu d ad de A guascalientes, in ician d o sesiones el 10 de o c tu b re ; p a rte
a la ciudad de M éxico p ara e stab lecer el g o b iern o de la C o n v en ció n ,
in stalán d o se el 3 de d ic iem b re ;sa le ru m b o a C uern av aca el 15 de enero
de 1 9 1 5 ; regresa o tr a vez a la ciu d ad de M éxico el 11 de m a rz o ; p arte
a T o lu ca el 15 de ju n io y de a h í a estab lecerse en J o ju tla , M orelos,
hasta m ay o d e 1916. F u ero n p re sid e n te s de la S o b eran a C o nvención:
E ulalio G u tié rre z , R o q u e G onzález G arza y F ran cisco Lagos C házaro.

55
la ciudad, distribuyendo ropa, víveres y dinero en efec­
tivo.34
O bregón procuró atraerse a su causa al sector obrero, fir
m ando un pacto con la Casa del Obrero M undial, m ediante
el cual esta organización daba todo su apoyo al constitucio­
nalismo en la lucha contra el villism o.35 la COM crearía los
“ Batallones rojos” para incorporar contingentes obreros, de
tal suerte que seis de estos batallones se integraron a la lucha,
com batiendo paradójicam ente a elem entos de su misma clase.
El carácter regionalista que Villa im prim ió a su estrategia,
lo llevó a la d errota al replegarse hacia los estados del centro.
No hizo caso a Felipe Angeles, quien aconsejaba continuar
hasta el fin de la cam paña del Noreste,, tom ar Tam pico y
toda la región petrolera, y buscar ahí las batallas decisivas
frente a Obregón.
Las derrotas infringidas a los villistas en las batallas de
Celaya y de La Trinidad en 1915, m arcaron el fin del po­
derío de la División del N orte. Las deserciones en las filas
villistas se m ultiplicaron; jefes con todas sus tropas se ren­
dían, incorporándose al carrancismo, y al llegar a Chihuahua
ya estaba quebrada toda voluntad de lucha. En adelante sólo
la tenacidad de los villistas que se com prom etieron con la
causa, perm itió m antener por años, en m edio de las m ayores
adversidades, la lucha insurreccional contra el carrancismo
en los estados norteños, principalm ente en Chihuahua.
1915 fue el año de la derrota y dispersión de la División
del N orte, en tan to que para el carrancismo significó el triun­
fo político porque finalm ente logró el reconocim iento de
los Estados U nidos.36 Sin embargo, debe advertirse que el
villismo como m ovim iento popular continuó en esta últim a
etapa de la ilegalidad hasta el año de 1920, con un proyecto
social e ideológico com prom etido con las clases populares.

34 C harles C. C u m b e rla n d , o p. cit., p p . 1 8 2 —184.

35 Jesú s Silva H erzo g , op. cit., p p . 1 4 2 - 1 4 3 .

36 El 19 de o c tu b re de 1915 los E stad o s U nid o s e x te n d ie ro n el re­


c o n o c im ie n to d e fa c to a C arran za y los c o n stitu c io n a lista s. C harles C.
C u m b e rla n d , op. cit., p. 196.

56
Las Defensas Sociales frente al
movimiento villista

Durante el p eríodo com prendido entre 1915 y 1920 el m o­


vim iento popular villista, y a en la ilegalidad, continúa com ­
batiendo al carrancism o en una cruenta lucha que se m ani­
fiesta como la expresión de un latente descontento social
hacia el régimen constitucionalista. Es en esta etapa cuando
la falta de un program a escrito que pudiera servir de bandera
ideològica, se traduce en una dram ática retirada guerrillera
del villismo.
El program a de Reform as P o lítico—Sociales em anado de
la Soberana Convención, fue expedido al m om ento de di­
solverse ésta y no se publica hasta abril de 1916. Fue un
intento tardío por dar respuesta a los grandes problem as
económ ico—sociales de los campesinos en armas. D esafortu­
nadam ente para su causa, se publica cuando el ejército vi­
llista ha sido destruido por co m p leto .1
Después de las derrotas de Celaya, Villa tuvo que reple­
garse hasta su últim o baluarte: Chihuahua. Su situación fi­
nanciera em peoró. En la zona villista (parte de los estados
de Coahuila, Durango, San Luis P otosí, Zacatecas, Chihua­
hua y Sonora), los especuladores m exicanos y norteam eri­
canos, com o las grandes com pañías, em pezaron a deshacerse
del dinero villista, provocando una crisis económ ica que
afectó grandem ente a la población civil. Escasearon los ali­
m entos, los com erciantes especulaban con los granos (depó­
sitos de m aíz y frijol no se ponían a la venta, pese a que los
jefes de armas estaban autorizados para confiscarlos), e in­
cluso hubo alza de precios, generando esta situación infla­
cionaria que Villa perdiera apoyo popular, y en su urgencia
por obtener recursos se viera precisado a atacar intereses
norteam ericanos, lo que provocó fuerte censura por parte de

1 A rn ald o C órdova. L a id eo lo g ía d e la R e v o lu c ió n M exicana, M éxi­


co, E d icio n es E ra S.A ., 1973, p. 167.
los Estados U nidos,2 que se tradujo en la ayuda prestada al
Prim er Jefe en la cam paña de Sonora.3 E ntre las propiedades
de ciudadanos norteam ericanos que Villa confiscó en su
regreso a C hihuahua estaba la hacienda B abícora, propiedad
de William R andolph Hearst, ju n to con gran cantidad de ca­
ballos y ganado.4
A sí, tras la derrota sufrida en la cam paña de Sonora, en
El A lam ito, Herm osillo y San Jo aq u ín , Villa y los restos de
su ejército, castigados por un duro •invierno llegan a Madera
el 10 de diciembre y se dirigen a la ciudad de C hihuahua; lo
que fuera la poderosa División del N orte se encontraba m e­
llada y casi destruida. En este m om ento se aprecia en la
com posición social del villismo una división de clases m uy
m arcada: los sectores m edios que habían luchado al lado de
Villa en su época de apogeo ahora lo abandonan, e incluso
luchan al lado del carrancism o o bien se convierten en la
base de las Defensas Sociales que lo habrían de com batir
con tenacidad.
El día 20 de diciem bre, al abandonar la ciudad de Chihua­
hua rum bo a la sierra, Villa declara públicam ente su rebeldía:

N o m e re n d iré , resistiré . S iem p re estaré en pie de lu c h a h a sta que


se p re se n te la o p o rtu n id a d de asum ir la fu e rz a n ecesaria p a ra de­
rro c a r a C arran za o m o rir en la lu ch a . Y o siem p re h e d efe n d id o a

2 F rie d ric h K atz. “ P an ch o V illa y el a ta q u e a C o lu m b u s, N uevo


M éxico” , en S ie m p re (1 9 1 5 ), M éxico, 1 9 7 8 , p . V III.

3 E stan d o V illa en C h ih u a h u a o rg an iza u n a n ueva co lu m n a y m a r­


ch a a S o n o ra p a ra u n irse a M ay to re n a q u e seg u ía c o m b a tie n d o a los
carrancistas. V illa ata c a la p o b la c ió n de A gua P rie ta la m ad ru g a d a del
2 de n oviem bre d e 1 9 1 5 , q u e e stab a d e fe n d id a p o r u n a g u arn ició n al
m a n d o del general P lu ta rc o E. Calles. C o n sid eró la em p resa fácil, p ero
fu e ro n d e rro ta d o s y a q u e el g o b iern o de los E stad o s U n id o s h a b ía p e r­
m itid o a C arranza el p aso de tro p a s p o r te rrito rio n o rte a m e ric a n o
(5 ,0 0 0 so ld ad o s en tre n e s y an k e e s de Eagle Pass, T ex as, h a s ta D ouglas,
A rizona). T o d a la ca m p a ñ a de S o n o ra re su ltó u n fracaso p a ra los
villistas, d eb id o a la d e c id id a y eficaz a y u d a q u e el g o b iern o n o rte a m e ­
rican o dio a los carran cistas.

4 F ried rich K atz, op. cit., p. X ; R u b é n O sorio. “ F ran cisco V illa y


la guerrilla en C h ih u a h u a” , en b o le tín C E M O S 110, m a y o —ju n io de
1985.

58
los p o b re s p o rq u e soy u n o d e ellos; p o r eso m e v o y a la sierra, a
seguir p elea n d o . C on m ig o irán los q u e e stá n d isp u esto s a co rrer
m i su erte. V o y a h o stiliz a r a C arranza, el d ic ta d o r, n o lo dejaré en
paz h asta q u e m e m u e ra y o o se m u e ra él. P elearé con u n h u a ra c h e
en la m an o o c o m o p u e d a . Y si m u e ro , será d e n tro de m i p a ís .5

Los núcleos más pobres de la población fueron los que se


m antuvieron leales, porque sin duda había una identifica­
ción con el rebelde Pan,cho Villa, portavoz de sus demandas.
El m ovim iento villista para este perío d o , es un m ovim iento
más hom ogéneo en cuanto a su base social; la relación de
Villa con sus soldados se da en form a más directa; Villa es
uno más de ellos, uno de su clase; relaciones de parentesco,
com padrazgo, am istad; m uestras de sim patía, respeto y agra­
decim iento determ inaron tam bién la perm anencia de m u­
chos villistas al lado del caudillo.
A partir de este m om ento los hom bres que hicieron la
Revolución se convierten en enemigos de ella y reciben el
rubro de bandoleros.6
En estas condiciones se encontraba el ejército villista
cuando el propio. Villa y sus principales lugartenientes: Ni­
colás Fernández, Pablo y M artín López, con quinientos
hom bres deciden atacar la población de Colum bus, Nuevo
M éxico, el 9 de m arzo de 1916.
Varias fueron las causas que los llevaron a realizar esta
empresa. Según Katz lo que m otivó a Villa a em prender esta
aventura “ era su fírme convicción de que Carranza había
vendido México a los Estados Unidos. A unque no existe evi­
dencia de que Carranza haya firm ado alguna vez un pacto
sem ejante” .7 El convenio que Villa im puta a Carranza pue­
de ser el acuerdo Canova—Iturbide que durante el gobierno
de Ftuerta se había planeado para realizar una contrarrevolu-

5 E x p e d ie n te X I /4 8 1 .5 /7 2 , E stad o de C h ih u ah u a, 1916, t. I,
ADNH.

6 V en u stian o C arranza e x p id e u n d e c re to el 14 de e n ero de 1916,


en el qu e p o n e fu era de la ley a V illa y a P ablo L ó p ez. A u to riz a a cu al­
q u ier m ex ican o a ap re h e n d e rlo s y ejec u tarlo s sin fo rm ació n de causa.

7 F rie d ric h K atz, op. cit., p. X.


ción en México apoyada po r los intereses conservadores,
pero que el gobierno norteam ericano rechazó.8
Villa, a través del diario oficial del villismo: Vida Nueva,
dio a conocer las condiciones hum illantes m ediante las cua­
les los Estados Unidos daban a Carranza su reconocim iento.9
De todas las acusaciones que Villa hacía a Carranza sólo
una era cierta: “ Carranza había accedido a exam inar las pe­
ticiones de los Estados Unidos por los daños causados du­
rante la Revolución y estaba devolviendo a sus antiguos due­
ños las propiedades confiscadas” .10
Unido a lo anterior, el problem a del parque com prado por
uno de los agentes financieros de Villa, Lázaro de la Garza,
parque que había resultado para salvas, lo que influyó en el
desastre de Celaya, y, claro, tam bién la ayuda otorgada a
Carranza por parte de los Estados Unidos en ia cam paña de

8 Ib id e m , ( í 3 1 6 ), p. IV .

9 Las condicio n es q u e V illa c o n sid erab a q u e el go b iern o n o rte a m e ­


rican o im p o n ía a C arran za p a ra darle su re c o n o c im ie n to , eran las si­
guientes:
1. A m n istía para to d o s lo s reo s p o lític o s. ,
2. C oncesión p o r 99 añ o s de la B ah ía d el F e rro c a rril T e h u a n te p e c y
de las solicitadas en la z o n a p e tro lífe ra .
3. Los m inisterios de H acien d a, R elaciones y G o b ern a c ió n d e b ía n
recaer en personas gratas al g o b iern o de W ashington.
4. T o d o el pap el m o n e d a e x p e d id o p o r la R ev o lu ció n se co n so lid a ­
ría después de co n su lta r c o n u n re p re se n ta n te n o m b ra d o p o r la Casa
Blanca.
5. Pago de in d e m n iz ac ió n ju stific a d a a e x tra n je ro s y d ev o lució n de
p ro p ied ad es confiscadas.
6. Los F errocarriles N acio n ales de M éxico serán c o n tro la d o s p o r un
consejo de gobierno en N ueva Y o rk h asta q u e las d eu d as de este c o n ­
sejo fu eran pagadas.
7. Los E stados U nid o s a trav és de los b an q u e ro s de Wall S tre e t c o n ­
ced erán al gobierno m ex ic a n o un p ré stam o p o r q u in ie n to s m illo n es de
pesos garantizado s p o r u n gravam en del ingreso to ta l de la T eso re ría
del E stad o m exicano, con u n re p re se n ta n te del g o b iern o n o rte a m e ric a ­
no p ara que supervise el c u m p lim ie n to de las co n d icio n es.
8. El general P ablo G o n zález será n o m b ra d o p re sid e n te p ro v isio n al
y se convocará a elecciones d e n tro de los p ró x im o s seis m eses. F rie d ric h
K atz, op. cit. (1 3 1 5 ), p. V I.

10 Ib id e m , p. IV.
Sonora, cobraron en Villa un odio m ortal hacia los nortea­
mericanos.
. Com o represalia por los hechos ocurridos en Santa Isa­
bel11 prim ero y el ataque a la población norteam ericana de
Colum bus, después, el presidente Wilson im puso a México
el embargo de armas —que nunca se llevó a cabo estricta­
m e n te - y para ello envió la expedición punitiva com puesta
de doce mil soldados al m ando del general Jo h n J. Pershing,
a territorio nacional en persecución de Villa.12
El 29 de m arzo se produjo el prim er com bate de nortea­
m ericanos y villistas. A partir de esto, Villa recobró nueva­
m ente popularidad en Chihuahua, convirtiéndose en un
sím bolo de la resistencia nacional. Su ejército se m ultiplicó
hasta ser nuevam ente de varios miles de hom bres en sep­
tiem bre de 1916, que debían librarse al mismo tiem po de la
persecución de los carrancistas. O tra ventaja para Villa fue
que recibió varios baúles llenos de armas, enviados desde
Alemania, después del ataque antedicho. A parentem ente
habían sido com prados a una fábrica de armas en Bridgepot,
C onnecticut. antes del estallido de la Prim era Guerra Mun­
dial.13

Si el a ta q u e de V illa a C o lu m b u s h a b ía h e c h o b a sta n te p a ra p o n e r
en peligro la p recaria in d e p e n d e n c ia de M éxico, el fracaso de la
ex p ed ició n p u n itiv a al m a n d o del gen eral P ersh in g h izo b a stan te
p ara re p arar el d a ñ o .14

Los villistas continuaban sus acciones guerrilleras como lo


habían pactado y dado a conocer a Z apata en una carta que

11 El general Pablo L ó p e z, el 19 de e n ero d e 1916 d e tie n e u n tren


en la H acien d a de L a B aiza y e je c u ta a 16 in g en iero s y em p lead o s yan-
k ees de co n fian za de la c o m p a ñ ía m in e ra de C u sih u iriach ic, em p resa
n o rte a m e ric a n a q ue rein ic ia b a sus activ id ad es b ajo la p ro te c c ió n del
g o b iern o de C arranza.

A d o lfo G illy. L a revo lu ció n in terru m p id a , 10a. ed., M éxico,


E diciones El C ab allito , 1 9 7 1 , p. 217.

13 F ried rich K atz, op. cit., p. V II.

14 I b íd e m , p. V III.

61
le dirige el propio Villa desde la Hacienda de San Jem
nim o .15 Incluso volvieron a tom ar la ciudad de Chihuahua el
27 de noviem bre de 1916, que se encontraba defendida poi
fuerzas al m ando del general Jacinto B. Treviño, quien fue
destituido de su puesto de jefe del Cuerpo de Ejército del
N oroeste por haber evacuado la plaza.
Esta cam paña contra el villismo em prendida po r Carra n/.i
y el ejército constitucionalista fue reforzada por los intereses
conservadores de Chihuahua, representados ahora por el
gobernador provisional del estado, Ignacio C. E nríq u ez16 y
la ayuda de las Defensas Sociales. E nríquez era originario di'
la ciudad de Chihuahua; al térm ino de sus prim eros estudios
en este estado ingresa a la escuela particular de agricultura
en Ciudad Juárez, graduándose de ingeniero agrónom o en
Illinois, EUA. Dedicado a las labores agrícolas com o adminis
trador en la hacienda de Rubio, propiedad de la familia Zu
loaga, se incorpora a la Revolución al consumarse los críme
nes de M adero y Pino Suárez en febrero de 1913, organizan
do en Ciudad Juárez un regim iento de caballería denom inado

15 C arta q u e escribe V illa a Z a p a ta el 8 de en ero de 1916, d onde


explica la e strate g ia a seguir p a ra d e fe n d e r la so b e ra n ía n acio n a l.

16 Ignacio C. E n ríq u e z era hijo de d o n Ignacio E n ríq u e z , je fe p o ­


lític o del d is trito Itu rb id e d u ra n te la d ic ta d u ra p ro firista (1 8 9 2 —1903),
h asta q u e la fam ilia T erra z as—C reel, con q u ien e sta b a e m p a re n ta d o y
d eb id o a serias d iferen cias, c u a n d o o c u p a la g u b e rn a tu ra del estado
Luis T errazas es rem o v id o de su cargo p o lític o . P o ste rio rm e n te y bajo
el g o b iern o de A braham G onzález fue p resid e n te m u n icip al de la eiu-
dad de C h ih u ah u a , de ju lio de 1 9 1 2 a feb rero de 1913. Para d a to s b io ­
gráficos se c o n su ltó el e x p e d ie n te X I/I II/2 —8 7 6 , Ignacio C. E nrique/,
en A D N C , A rchivo p a rtic u la r de Ignacio C. E n ríq u e z , F ran cisco R. Al-
m ada. D iccionario de H istoria, G eografía y B iografía C hihuahuenses,
2a. ed., M éxico, U niversidad de C h ih u ah u a, 1 9 6 8 , p. 188, P eriódico
O ficial del G o b iern o del E stad o de C h ih u ah u a, en ero d e 1916, año I,
núm . 1; co rresp o n d e n c ia y p apeles de Silvestre T errazas, M -B 18 p arte
I, caja 62. Je a n M eyer. “ Los o b re ro s en la R ev o lu ció n M exicana: Los
B atallones R o jo s” , en H istoria M exica n a (8 1 ), M éxico, El C olegio de
M éxico, ju lio —sep tiem b re de 1 9 7 1 , p. 18, A p u d . In fo rm e del in sp ec­
to r M anuel D íaz a G o b e rn a ció n , del 19 de m arzo de 1 9 1 5 , archivos de
la S e c re ta ría d e 'In d u stria , C om ercio y T rab ajo , 3 0 - 2 - 7 —33.
A p a rtir de esta cita se m en c io n a rá A ICE al re ferirse al A rchivo p a r­
tic u la r d el general Ignacio C eferin o E n ríq u e z .

62
V o lu n ta rio s del N orte, reclutando 350 hom bres. Ingresa al
lio con el grado de capitán 2o. y asciende rápidam ente
M flinyor en 1914. Se dirige a Sonora para alistarse en las
■■pus constitucionalistas de Obregón, participando en
h I i ' i i i u n acciones de guerra. En m arzo de 1914, con el regi-
liilrnit) V oluntarios del N orte form a parte de la escolta del
Primer Jefe en su travesía de Sonora a Chihuahua, perm ane-
llom lo nuevam ente al lado de las fuerzas del general Obre-
i<<>ii Al consum arse la derrota del huertism o, le fue enco-
nn tu laclo por Carranza el consulado general de M éxico en
Hueva York, puesto que abandona cuando se produce la
»Misión entre Villa y el Prim er Jefe. Regresa al país y per-
HUiiK*cc al lado de éste. Al firmarse el pacto del carrancism o
i■i >11 la Casa del O brero M undial en febrero de 1915, Carran­
ca encom ienda a E nríquez la form ación de los batallones
lo|os tic 600 plazas cada u n o — en la ciudad de Orizaba,
donde queda establecido el cuartel general. Los “ organiza
an mucha dificultad, aunque a veces se viera orillado a usar
gl viejo sistema m ilitar m exicano de am arrar voluntarios” .
IIr los batallones form ados, el quinto y el sexto, integrados
|ioi albañiles, tipógrafos y m aquinistas, operaron en la re­
gión de Orizaba y Jalapa a las órdenes directas de Enríquez,
Combatiendo a los zapatistas. Vencida la facción convencio-
insla, el Prim er Jefe lo nom bra gobernador provisional del
Sitado de Chihuahua, tom ando posesión el 6 de enero de
Iy 16, en que las fuerzas constitucionalistas del general
Jacinto B. Treviño recuperaron para la causa la capital del
t .1ado.

La política im plem entada por Enríquez en el estado de


Chihuahua responde sin duda a su m entalidad liberal y a la
concepción de un proyecto político a futuro. Representa la
Hilanza de éste con los sectores m edios y con la burguesía de
Chihuahua, m anifestándose desde un principio un antago­
nismo hacia Villa y el m ovim iento encabezado por él; dicho
antagonismo se agudizó debido a que durante la tom a de
« li¡huahua por los villistas, en septiem bre de 1916, éstos
no endiaron las fincas propiedad del padre de E nríquez, otro
motivo más para hostilizarlos hasta que los villistas se amnis-
llnron en 1920.
63
Apenas tom ó posesión de la gubernatura provisional, Ig­
nacio E nríquez em itió varios decretos encam inados a favore­
cer a los sectores m edios del estado. Entre ellos uno de
fecha 6 de enero de 1916, referente a la devolución de bienes
muebles.

. . .de casa, de o ficin a , v e h íc u lo s d e to d a s clases, m a q u in a ria , h e rra ­


m ien tas, en seres de la b ran z a, bestias, g a n ad o y en general, c u a lq u ie r
a rtíc u lo u o b je to q u e h a y a sido a rre b a ta d o en c u alq u iera fo rm a a
sus d u e ñ o s o c o m p ra d o ; p e ro n o a su p ro p ie ta rio , d e b e rá e n tre g ar­
los a la A u to rid a d M unicipal d e su resid en cia, en el té rm in o de diez
d ías, c o n ta d o s desde el sig u ien te al q u e se p u b liq u e en cad a lugar
esta d isp o sició n , d e b ie n d o la A u to rid a d M unicipal o to rg a r el co ­
rre sp o n d ie n te re c ib o .17

Queda asentado en el m encionado decreto que la persona


que no cum pla con lo dispuesto sería sancionada p o r la au­
toridad m unicipal correspondiente.
En los meses de febrero, m arzo y abril se lleva a cabo por
orden del gobernador Enríquez la devolución de bienes que
se encontraban confiscados por “ el llam ado gobierno de
Villa” . Fincas urbanas, quintas, ranchos, haciendas, fundos
y propiedades mineras ubicadas en distintos lugares del esta­
do de C hihuahua18 fueron devueltas a sus propietarios.
En relación a las propiedades intervenidas, bienes raíces
y m ineras pertenecientes a enemigos de la causa constitucio-
nalista, se decretó la prohibición de enajenación o grava-

17 P erió d ico O ficial d el g o b iern o d el esta d o de C h ih u ah u a, añ o I,


n ú m . 1, 8 de e n ero d e 1 9 1 6 , p. 6.

18 P erió d ico O ficial del e sta d o de C h ih u ah u a en lo s m eses de fe b re ­


ro , m arzo y ab ril, a p a recen las listas de las p erso n as (1 4 2 en to ta l) y
b ienes q ue les fu e ro n d ev u elto s, e n tre ellas Jo sé M aría F a lo m ir, dos
p ro p ied ad es u rb a n a s y u n a q u in ta ; S abino T errazas, dos h acie n d as;
F ran cisco G. T errazas, d o s casas y u n a q u in ta ; Luis G. V alen zu ela, to ­
d o s sus b ienes sito s en el d is trito C am argo; P ed ro P o rras, dos fin cas;
C arlos C o lo m o , seis casas y o c h o d erech o s en M eo q u i, tre in ta y cinco
en Ju lim es, d o s ra n c h o s y sus sem o v ien tes en S au cillo ; T eresa L. de
C reel to d o s sus b ien es; M aría d e L u ján y a M aría M. vda. d e E n ríq u e z
to d o s sus bien es; a E n riq u e Mi'iller u n a fin ca; R am ó n H ern án d ez la
H acien d a de San Isid ro , etc.

64
inen, hasta que el gobierno resolviera el fin al que serían
destinadas.19
El gobernador E nríquez, para enfrentar a la guerrilla vi-
Ilista cuyo poder crecía, y para ejercer y afianzar el control
político en el estado y cum plir con la consigna de com batir
a Villa donde estuviese, lanzó una convocatoria de fecha 10
de enero de 1916 invitando a los ciudadanos a form ar parte
de las fuerzas rurales del estado o bien de las milicias auxilia­
res, lo que en esencia serían las Defensas Sociales.
Las prim eras se organizarían para:

. . .dar g a ra n tía s a lo s h a b ita n te s p a c ífic o s en las c iu d a d e s y p u e b lo s


d el E sta d o , y p ro te g e r a la vez a lo s c a m in a n te s in d e fe n so s c o n tra
las d ep red acio n es, ab u so s y c rím en e s d e q u e p u e d a n ser o b je to p o r
salte a d o re s y b a n d o lero s q u e sin b a n d e ra alg u n a, siem b ran p o r d o ­
q u ier la d esco n fian za, la m iseria y la ru in a ; se c o n v o ca a to d o s los
ciu d a d a n o s h o n ra d o s q u e aprecian lo q u e significan las fam ilias,
p a trio ta s y am an tés del p ro g reso en n u e stro y a b a s ta n te en san g ren ­
ta d o p a ís , a c o o p e ra r con su c o n tin g e n te p e rso n a l al fin lo ab le q u e
se p ro p o n e el G o b ie rn o de m a n te n e r el ordfen y c o n so lid a r la p az
del E s ta d o .20

De las milicias auxiliares se organizarían:

, . .en los p eq u eñ o s p u e b lo s y ra n c h e ría s, las q u e p o d rá n ser in te ­


gradas p o r sus m ism o s h a b ita n te s , a q u ien es se les p ro p o rc io n a rá un
oficial de las fuerzas d el E sta d o , de q uien recib irán in stru c c ió n , o r­
g an izació n , arm as, p a rq u e y o rd e n e s p ara en casos u rg e n te s o p eren
en co m b in ació n con las q u e se e n c u e n tre n m ás in m e d ia ta s, o bien
in c o rp o rá n d o se con las fu erzas del E sta d o , si así fu e re n ecesario ;
p u d ie n d o u n a vez c u m p lid a esa co m isió n , reg resar a sus p ro p io s
p u e b lo s .21

Se hablaba tam bién del pago de haberes, los cuales para


las Fuerzas Rurales serían los mismos que se daban a las cor­
poraciones del ejército. Aquéllas se organizaron quedando al

l!) Ib id e m , año I, n ú m . 12, 25 de m arzo de 1 9 1 6 , p . 9.

,!() Ib id e m , 8 de enero de 1 9 1 6 , p. 8.

!l Ib id e m , p. 8.

65
frente de ellas el coronel Carlos C arranza.22 A las Milicias
Auxiliares se les cubriría m edio haber, ya que ten d rían tiem ­
po suficiente para atender sus asuntos privados.
C on esta organización se p reten d ía privar a la guerrilla
villista de su fuente indispensable de sum inistro e inform a­
ción: la población civil.
Las Milicias Auxiliares que E nríquez propuso constituye­
ron las Defensas Sociales en el estado, que em piezan a confi­
gurarse a p artir de 1916 en algunas poblaciones de Chihua­
hua, y que en años subsecuentes (1 9 1 7 —1920) crecieron en
núm ero e im portancia. Con una organización param ilitar di­
chos contingentes actuaron com o fuerzas represivas al tiem ­
po que el poder civil y el m ilitar se disputaban el control de
las mismas.
R esulta paradójico al m ovim iento popular del villismo la
form ación de las Defensas Sociales, en tanto que los villistas,
hom bres del pueblo, habían de ser com batidos precisam ente
po r el pueblo m ism o, organizado en Defensas Sociales. Sin
em bargo hay que considerar que la dirección de las organiza­
ciones generalm ente estuvo en m anos de los sectores m edios
de la población.
La com posición social heterogénea de las defensas nos da
cuenta de una población rural tam bién heterogénea. Para
algunos de sus m ilitantes, que habían sido villistas o carran-
cistas y que una vez am nistiados y sin una ocupación pro­
ductiva se h ab ían incorporado a las Defensas Sociales en su
región com o m odus vivendi; para otros la incorporación a
las Defensas responde a la necesidad de defender la tierra
dentro de la legalidad, con el gobierno constituido ya que
tam bién prom ete que una vez aniquilada la guerrilla se verá
el reparto de tierras.
De la integración a las filas carrancistas narran los infor­
m antes:

22 L a o rg an izació n de las fu erzas ru rales n o s re c u e rd a a los ru ral


del p o rfirism o , cread o s p a ra m a n te n e r la “ p a z ” y al servicio d el d ic ta ­
do r. C on E n ríq u e z te n d rá n la m isió n de co n serv ar el “ o rd e n ” en el
ca m p o , d ep e n d ie n d o d ire c ta m e n te de él c o m o fu e rz a s irreg u la res de
c o n tro l.

66
N o acep tá b a m o s lo q u e V illa d is p o n ía , n o y a éram o s en c o n tra de
V illa, fu e to d a la p a rte d e l n o rte de la R ep ú b lica villista, p e ro en ­
to n c e s V illa y a h a b ía p e rd id o en C elaya, y a h a b ía p e rd id o las b a ta ­
llas m ás grandes.23

M uchos villistas se cam b ian con C arran za, y a n o era u n a cosa ju s ta ,


ni m u c h o m en o s legal lo q u e se p erseg u ía. E ran cosas perso n ales
de C arranza y V illa y m ás q u e V illa, siendo C arran za el g o b iern o ,
e n to n c e s lo m ejo r e ra u n irse a C arran za o irse a tra b a ja r a la vida
p riv a d a .24

A diferencia del zapatism o en el Sur, en el Norte hay un


constante cambio ideológico: la gente se hace villista, ca-
rrancista, “ socialista” ; esto debido a los propios orígenes de
la población rural norteña; habiendo sido trabajadores m ó­
viles, no había un arraigo a la tierra: trabajaban lejos de sus
pueblos natales; los ejércitos en su época de apogeo signifi­
caron una forma de empleo, buenos salarios e im punidad
para el saqueo; las tareas de autodefensa con patrocinio
estatal les ofrecían un medio de vida.
Las facciones que incursionaban en ciudades, pueblos y
rancherías com etiendo arbitrariedades, determ inaron en al­
gunos casos que los habitantes del lugar se constituyeran en
Defensa Social.
.en realid ad , lo q u e p ro c u rá b a m o s n o so tro s era p u es te rm in a r
con . . . q ue an d u v iera n , e n tra ra n g entes, h o y u n o s, y m a ñ an a o tro s;
y a to d o s h acía n lo q u e q u e ría n a q u í: ro b a b a n , saq u eab an a n o m b re
de Villa a n o m b re del g o b ie rn o , a n o m b re de q u ien fu era ¿verdad?
p e ro n o estáb am o s seguros de q u e n o eran n i d e V illa, n i del go­
b ie rn o , y a eran gavillas de b a n d o lero s q u e a n d a b a n . E n to n c e s com o
le digo, viendo eso, n o s o rg an izam o s . . .25

23 E n trev ista al señ o r Ignacio Feliz V arela, realizad a p o r M aría


A lba P asto r el 16 de ju lio de 1973 en C iudad C u a u h té m o c , C hihuahua.
A rchivo d e la Palabra, IN A H -S E P , P H O /I6 5 , p. 5.

24 E n trev ista al señ o r T rin id ad V ega, realizad a p o r X im en a S epul­


veda el 29 de o c tu b re de 1973, en L a Ju n ta , C h ih u ah u a. A rchivo de la
P alabra, IN A H -S E P , P H O /I/1 2 6 , p p . 4 3 - 4 4 .

25 E n trev ista al señ o r Jo sé D olores F ig u ero a C am pos, realizad a p o r


M aría Isabel S ouza el 27 de ju n io de 1974 en B ach ín iv a, C hihuahua.
A rchivo de la Palabra, IN A H -S E P , P H O /I/1 4 7 , p. 18.

67
. . .Para darse g a ra n tía , se o rganizaron los c u erp o s de d efen sas so­
ciales y esos c u erp o s de defensas sociales estab an u n id o s, p u es, a
las fu erzas del g o b iern o y esas fu erzas se org an izaro n con el o b je to
de d efen d erse, p o r ejem plo a q u í en este p u eb lo B achíniva llegaba
gen te villista . . . p u es se o rg an izab a luego, luego la g en te in m e d ia ta ­
m e n te p a ra defen d erse y si e n tra b a p o r ejem plo gente tam b ién del
go b iern o , q u e tra ta ra de c o m e te r desm anes, tam b ién h a b ía q u e d e­
fen d erse, ese fu e el o b je to de la o r g a n i z a c i ó n . 26

Otras versiones eran:

En to d o s los p u eb lo s se o rg an izaro n y se arm aro n p a ra te rm in a r a


V illa, q u e era el ú n ico que q u ed ab a en c o n tra del g o b iern o rev o lu ­
cio n ario . . . los p u e b lo s em p ez aro n a arm arse y organizarse y ad h e­
rirse al g o b iern o . . . esas fu ero n las defensas sociales q u e se n o m ­
b ra ro n , así se llam ó al ejé rc ito q u e se fo rm ó de los p u e b lo s.27

E ran u n grupo de g en te q u e se p o n ía al servicio del p resid en te m u ­


nicipal o del caciq u e de u n p u e b lo , p a ra q u e in c o n d ic io n a lm en te
estar a las ó rd e n es de ellos, p a ra lo q u e aq u el caciq u e los n ecesitara
y em p lear esa g en te c o n tra quien iba a o rd e n a r . . . esas defen sas so­
ciales solam en te estab an al servicio de ellos, c u a n d o se o fre c ía que
algún p o b r e n ecesita alguna a y u d a , n u n c a se la p r e s ta b a n . 28

Eran de aquellas tro p a s locales q u e se p ro p o n ía n an iq u ilar a V illa y


a los su y o s.29

Las diferentes versiones no coinciden en cuanto a los m o­


tivos po r los que se crearon estas organizaciones: cuerpos de
autodefensa contra abusos del ejército o de bandoleros,
guardias blancas, fuerzas param ilitares contra el villismo; pe­
ro es un hecho que su concepción como cuerpos de autode-

26 E n trev ista al señor B u en av en tu ra C o m a d u rá n , realizada p o r Ma­


ría Isabel S ouza el 27 de ju n io de 1974 en B ach ín iva, C h ih u ah u a. A r­
chivo de la Palabra, IN A H -S E P , P H O /1 /1 4 9 , p. 25.

27 Op. cit., P H O /1 /1 2 6 , p. 44.

28 E n trev ista al m a y o r Silvestre C adena Ja ra m illo , realizad a p o r


M aría A lba P asto r el 21 de agosto y 14 de se p tiem b re de 1973 en Cua-
jim alp a, D .F. A rchivo de la P alabra, IN A H -S E P , P H O /1 /9 8 , p . 60.

29 F ed erico C ervantes. F rancisco Villa y la R e v o lu c ió n , M éxico,


E diciones A lonso, 1960, p. 575.

68
luisa de los pueblos fue lo que m anejaron las autoridades
r n ,i prom over su organización; em pero, el uso que se les dio
lile totalm ente distinto. En Chihuahua estos grupos armados
nc crearon com o una necesidad de destruir al villismo como
movimiento popular; la guerrilla villista que carecía de un
programa escrito a la m anera de los surianos, tenía objetivos
propios: la lucha por la tierra, dem andas sociales y el esta­
blecimiento de un gobierno dem ocrático.30
En la población de Nam iquipa del distrito Guerrero, res­
pondiendo a la convocatoria del gobernador E nríquez, se
procedió a form ar la Defensa Social del lugar en el año de
l'H ó . Fueron hom bres de Nam iquipa los que se incorpora-
11 >11 a Villa desde los inicios de la Revolución, los que tam ­

bién tom arían parte en el ataque a la población de Colum­


bas; fueron tam bién habitantes de Nam iquipa los que al
llegar la colum na expedicionaria al m ando del general Per-
shing, se ofrecieron incondicionalm ente a ayudarlo, traicio­
nando a Villa e inform ando a las fuerzas yankees sobre el
arm am ento y el parque villista que se encontraba escondido
en varios lugares de la sierra.31 Entre los traidores estaba el
profesor José Ma. Espinosa, quien asimismo ejercía el cargo
de jefe de la Defensa Social en Nam iquipa, y que al evacuar
las fuerzas norteam ericanas la m encionada población, tam ­
bién huye.

30 Las D efensas Sociales n o fu e ro n privativas del esta d o de C hih u a­


hua. En los inicios del m o v im ien to a rm ad o , estas o rg an izacio n es se
crearon en o tro s estad o s p a ra d efen sa de fam ilias e in terese s com o
cuerpos arm ad o s al servicio de los h a c en d a d o s; ta l es el caso de la D e­
fensa Social en el estad o de D urango, o en p o b la c io n e s del estad o de
M ichoacán; pero a p a rtir de 1915 es en la p a rte s e p te n trio n a l del país
(C h ih u ah u a, C oahuila y D u ran g o ), p o r ser el c e n tro de o p e ra cio n es de
la guerrilla villista, q ue a c tu a rá n co m o fuerzas p aram ilita re s p ara co m ­
batir al villism o. En e sta ép o c a se fo rm an ta m b ié n D efensas Sociales
en p o b lacio n es del estad o de T lax cala, p ero co n o tr a fin a lid ad , a c tu a n ­
do m ás b ien com o fuerzas p o lic ía c a s de seguridad p ú b lic a, realizan d o
vigilancia n o c tu rn a para ev itar las in cu rsio n es de gavillas q u e se d ed ica­
ban al saqueo.

fe 31 A lb erto C alzadíaz Barr.era. Villa con tra to d o y c o n tra todos,


M éxico, E d ito res M exicanos U nid o s S.A. 1963, v. II, p p . 7 6 —112.

69
A nte esta situación, un grupo de ciudadanos pertenecien­
tes a la misma agrupación se trasladan a la población de Ma-
tachic e inform an de los hechos al coronel Arnulfo Balles­
teros, designando éste a una comisión para que concurriera a
Nam iquipa y reorganizara a los integrantes de dicha defensa,
resultando electo jefe Francisco V. A ntillón.32
Al tener conocim iento de la reorganización de la defensa
en Nam iquipa, los villistas Julio Acosta, Nicolás Fernández,
M artín López, Baudelio Uribe, Gerónim o Padilla y el propio
Villa, invitan al señor A ntillón, jefe de las fuerzas “ socialis­
tas” de Nam iquipa, a unirse a ellos “ en contra del invasor
que trató de conquistar el suelo de M éxico” . Este, en lugar
de ello participa en varios com bates contra los villistas,33 la
oposición de los sociales hacia los villistas se m anifiesta abier­
tam ente.
Ahora bien, como consecuencia del ataque a Colum bus,
un m ayor núm ero de fuerzas carrancistas llegan a Chihuahua
y operan com binadam ente con las tropas norteam ericanas
que se habían internado en territorio nacional, de acuerdo a
lo convenido en las conferencias celebradas en El Paso, Te-

32 F rancisco V arela A n tilló n fu e elec to je fe de la D efensa S ocial el


28 de ju n io de 1916, co m u n ic a n d o el p re sid e n te m u n icip al la designa­
ción al g o b e rn a d o r E n ríq u e z . N ació el 2 d e abril de 1885, fue origina­
rio de N am iq u ip a; p e q u e ñ o p ro p ie ta rio , se in c o rp o ró a la rev o lu ció n
en m arzo de 1911 co n el grado de su b te n ie n te , re tirá n d o se en ju lio de
1912 a a te n d e r sus negocios. C om o je fe de la D efensa Social p erm a n e ­
ce de 1916 a 1920. P o ste rio rm e n te fue d ip u ta d o en el c u atre n io
1 9 3 2 —1936 y encargado del p o d e r ejecu tiv o det esta d o en u n a licen ­
cia co n ced id a al g o b e rn a d o r R o drigo M. Q uevedo. E x p e d ie n te X I/III/
5 —8 6 9 , F rancisco V. A n tilló n , A DN C y F ran cisco R. A rm ada. D iccio ­
nario . . op. cit., p. 4 3 7 .

33 F ran cisco V. A n tilló n , op. cit., A D N C, p. 11, p a rtic ip ó en los


siguientes co m b ates: p ersecu ció n de las fu erzas d el general Ju lio A cos­
ta q ue saq u earo n la p o b lació n de M adera; a ta q u e a la p laza de C h ih u a­
h u a c o n tra 1600 villistas que m an d ab a el general M iguel Saavedra;
co m b ate en el p u e rto de San Isidro c o n tra los generales F ran cisco V i­
lla y M anuel O ch oa; c o m b ate co n las fu erzas del cabecilla villista Epi-
fanio H olguín en el C añón de la sierra de la T inaja del R efu g io , C hi­
h u a h u a , etc.

xas, entre el general Obregón, acom pañado del general En-
i íqúez, y el general Hugh L. Scott.
En octubre de 1916 Villa lanzó un M anifiesto a la Nación
en la población de San Andrés, en el que convoca al pueblo
a la lucha contra los invasores; además propone la expropia­
ción y nacionalización de las empresas m ineras y ferroviarias
extranjeras y la prohibición de poseer propiedades en el país
;i todo extranjero con m enos de 25 años de residencia. El
manifiesto term inaba con el grito de ¡México para los m e­
xicanos!34
Un mes. después Villa y sus tropas tom an la ciudad de
Chihuahua defendida p o r las fuerzas constitucionalistas al
mando del general Jacinto B. Treviño y la plaza de Parral
defendida p o r fuerzas al m ando del general Luis Herrera. A
fines de 1916 era ya .evidente que la expedición punitiva
liabía fracasado en sus objetivos y estaba estancada en sus
posiciones. El 6 de diciembre las fuerzas carrancistas, jefatu-
radas por el general Francisco M urguía, designado jefe de
operaciones m ilitares en el estado en sustitución del general
Treviño, recuperan la ciudad de Chihuahua.
M ientras tanto Carranza, considerando que la lucha ar­
mada estaba po r concluir y que había que llevar al país
nuevam ente por el orden constitucional y dar form a a las
reivindicaciones populares surgidas en la lucha, convoca a un
Congreso C onstituyente representado por elem entos de la
facción triunfadora, la cual debía reunirse en Q uerétaro en
noviembre de 1916 y abocarse a redactar una nueva Consti­
tución. Carranza presenta a la asamblea un proyecto m ode­
rado de reform as que los delegados discutirían, aprobarían
o m odificarían.35 Sin embargo, en poco tiem po los elemen­
tos radicales rebasaron el proyecto, dando paso a la Carta
Magna de 1917, cuyas partes esenciales integran en la nueva
legislación aspectos sociales hasta entonces no considerados.

34 E x p e d ie n te X I/4 8 1 .5 /7 2 , E stad o de C h ih u a h u a, 1916 t I


\D N H , f. 1 6 5 - 1 6 8 .

35 C harles C. C u m b erlan d . L a R e v o lu c ió n M exicana. L o s años


c onstitucionalistas, M éxico, F o n d o de C u ltu ra E co n ó m ica , 1975, p.
M)7

71
El 5 de febrero de 1917 se prom ulga la nueva C onstitu­
ción, se convoca a elecciones para el p eríodo de 1917—1920,
se restablece el orden constitucional, y V enustiano Carranza,
despojándose del títu lo de Prim er Jefe del Ejército Consti-
tucionalista, ocupa la presidencia de la República el lo . de
abril.
Sin embargo el país no logra su pacificación. Zapata en el
Sur se m antiene en pie de lucha. En el N orte, la continui­
dad de la guerrilla villista y 1a im potencia de los ejércitos
enviados por el gobierno a com batirla al m ando de los dis­
tintos jefes: Francisco M urguía, Jesús Agustín Castro, Ma­
nuel M. Diéguez, Jo aq u ín Amaro y Eugenio M artínez, era
otro centro de agitación contra Carranza que, aunque sin
perspectivas de triunfo, im pedía la estabilidad del régim en.36
Sólo el general M urguía con grandes refuerzos entabló
una serie de sangrientos com bates contra los villistas, en los
que se alternaba la victoria y la d erro ta.37

36 A d o lfo G illy , op. cit., p . 335.

37 F ran cisco M u rg u ía, o rig in ario del e sta d o de Z acatecas, n ació en


1873. Ingresó a la R ev o lu ció n en las filas m ad e rista s en 1910. Al co n ­
sum arse la tra ic ió n h u e rtis ta se in c o rp o ra a las fu erzas del general Pa­
blo G o n zález. A n te s de d ed icarse a la ca rre ra m ilita r e je rc ía la p ro fe ­
sión d e fo tó g ra fo . Al tr iu n fo del co n stitu c io n a lism o , e n c o n trá n d o se
en el e stad o de M ich o acán , o rg an izó u n n ú cleo c o n sid erab le de fu erzas
y u n id o al general D iéguez h izo la c a m p a ñ a c o n tra los villistas en el
estad o de Ja lisco ; c o o p e ró d esp u és co n O b reg ó n en lo s c o m b a tes del
B ajío q u e a n iq u ila ro n a la D ivisión del N o rte . E n d icie m b re de .1916
fue designado je fe de o p e ra c io n es en el e sta d o de C h ih u a h u a p a ra rea­
lizar la cam p a ñ a c o n tra lo s villistas, q u e d a n d o b ajo su m a n d o las fu e r­
zas de la S egund a D ivisión q u e o p e ra b a n co n el g en eral Ja c in to B.
T reviño. P erm an ece en C h ih u a h u a h a sta n o v iem b re de 1918 en q u e
es re m o v id o de su p u e sto p o r serias d ific u lta d e s surgidas co n el g o b e r­
n a d o r E n ríq u e z , d e b id o a q u e éste n o esta b a de a cu e rd o en la fo rm a
en q u e p e rm itía a sus tro p a s q u e se d ed ic a ra n al p illaje, adem ás del
m al uso qu e h a c ía de los cau d ales d e stin a d o s al pago de sus tro p a s.
U n in fo rm e del d e p a rta m e n to de In te lig e n cia en El P aso, T exas, a p u n ­
ta lo sig u ien te: “ M u rg u ía p o see m illo n es en efectiv o d e p o sita d o s en
b an co s de E sta d o s U n id o s, o b te n ie n d o aq u ella fo rtu n a a p a re n ta n d o
qu e es u n a g ric u lto r” . (In fo rm e d el D e p a rta m e n to de In telig en cia. El
P aso, T exas, ju lio 7 de 1 9 1 8 , MID 8 5 3 2 —1 2 5 3 , A rchivos N acionales
de W ashington). De C h ih u a h u a pasa a h acerse cargo de las o p e ra c io n e s

72
Francisco M urguía, al hacerse cargo de las operaciones
militares de Chihuahua en 1916, hace un llam ado a los habi-
I antes para que condenen la actitud de Villa, arguyendo que
óste, so pretex to de com batir a la expedición norteam erica­
na com o lo anuncia

. . .en su rid íc u lo y to rp e m a n ifiesto de San A n d rés, fe c h a d o en


o c tu b re , siem pre les h a h u id o , re h u y e n d o to d o e n c u e n tro con
ellos. L os saqueos, asesin ato s y vejacio n es a q u e so m e te V illa a los
h a b ita n te s de to d o s los p u e b lo s q u e pisa, dan u n a id ea fija de sus
in s tin to s crim in ales y la am arg a ex p e rie n c ia d el e n g añ o y sacrificio
a q u e son llevados los q u e to rp e m e n te acu d en a su llam ad o d izq u e
p a ra b a tir al invasor.

. . .T o ca al p u e b lo de este e sta d o llegar al c o n v e n c im ie n to de esto s


e rro re s y e sta r a lerta c o n tra el b a n d o le ro V illa; p u es en el d esarro ­
llo de las O p eracio n es M ilitares a m i cargo, castigaré con la p e n a

m ilitares en los esta d o s de C o ah u ila, N uevo L eó n y T am au lip as. F u e


de los re v o lu cio n ario s cu y a c o n d u c ta se ca ra cte riz ó m ás p o r el a p ro ­
v ec h a m ie n to de o p o rtu n id a d e s p e rso n ales de ascenso so cio e c o n ó m ico
que p o r la defen sa de ideales de re iv in d icació n . Su lea lta d a C arranza
lo lleva a a c o m p a ñ a rlo en m ay o d e 1920 a su trágico fin en T laxcalan-
to n g o . P o r este m o tiv o es h ech o p risio n e ro y se le ab re p ro c eso p o r la
p a rtic ip a c ió n q ue p u d iera h a b e r te n id o en el asesin ato de C arranza,
A dem ás es acu sad o p o r ab u so de a u to rid a d , m alversación de fo n d o s y
pillaje. P ro p ie ta rio de la H acien d a M ajom a en Z acatecas, p o r o rd e n del
c u a rte l se p ro c e d e a in terv e n irla , ad em ás to d o s sus b ien es y negocios.
Hn ju n io de 1920 el D e p a rta m e n to de Ju stic ia d ecla ra su fo rm a l p ri­
sión p o r los d e lito s de ro b o , p e c u la d o y pillaje. E n 1921, al salir libre
de la p risió n de S antiago T la te lo lc o , se refu g ia en los E stad o s U nidos
d o n d e o rg an iza ju n to co n L ucio B lan co , M arciano G o n zález, Miguel
A lem án, C ándido A guilar y o tro s je fes m ilitares, u n a rev u elta c o n tra
el g o b ie rn o o b reg o n ista. E n C o ah u ila p u b licó el Plan d e Zaragoza en
1922, p ero el d esastre aco m p a ñ ó a lo s p o c o s carran cistas q u e se co m ­
p ro m e tie ro n en la av en tu ra. F u e perseg u id o p o r e le m e n to s de las D e­
fensas Sociales y h e ch o p risio n e ro en el p u eb lo de T e p e h u a n e s, Du-
rango, y fusilado el lo . de n o v iem b re del citad o año. Para d ato s de
F ra n cisco M urguía se c o n su ltó E x p e d ie n te X I/III/1 - 1 0 7 , F ran cisco
M urguía, A D N C, diez v o lú m en es: P a sto r R o u aix . D iccio n a rio geográ­
fico, h istó ric o y biográfico d el esta d o de D urango, M éxico, In s titu to
P an am ericano de G eo g rafía e H isto ria , 1 9 4 6 ; Jo h n W .F. D ulles. A y e r
en M é x ic o , T rad. Ju lio Z a p a ta , M éxico, F o n d o de C u ltu ra E co n ó m ica
1968.

73
de m u e rte a to d o el q u e con las arm as en la m a n o o en o tra fo rm a
a y u d e d ire c ta o in d ire c ta m e n te a los fo ra g id o s.38

Posteriorm ente lanza un nuevo m anifiesto fechado en 1<6


de enero de 1917, m ediante el cual la jefatura de operacio­
nes invita a aquellos que “p o r la violencia o engañados con
la idea de batir a los americanos han perm anecido o perm a­
necen en las chusmas del bandido Villa” , concediéndoles el
térm ino de un mes para que dentro de él se presenten a de­
poner sus armas. Se les darán garantías y recursos para que
m archen a sus hogares, y a que se sabe que p o r la fuerza m u­
chos labradores han sido arrebatados de sus labores y lleva­
dos a engrosar las filas villistas,39 señala.
Pero esta cam paña de desprestigio hacia Villa no podía
concluir con la salida de las fuerzas norteam ericanas de te­
rritorio nacional,40 y M urguía ofrece nuevam ente a los ha­
bitantes que m ilitan con Villa se acojan a la am nistía que
concede el gobierno constituido, haciéndolo ante los jefes
de guarnición, los de colum na expedicionaria o ante la
misma jefatura de operaciones. Al mism o tiem po invita a
todos los ciudadanos a cooperar en beneficio de la com ple­
ta pacificación de la República, persiguiendo al bandolero
Villa, que se ha dedicado a “ la consum ación de horripilan­
tes crím enes. M uchos tam bién de aquellos engañados, tes­
tigos presenciales de tan proditorios delitos, han escuchado
los clamores y la m aldición candente de las vírgenes burla­
das y han oído cóm o al golpe cobarde de las armas ruines,
m uchas inocentes e indefensas m ujeres y pacíficos ciudada­
nos e imparciales extranjeros, han caído villanam ente ase­
sinados” .41 Por toda esta situación se prom ueve y encauza
la organización de las Defensas Sociales.

38 P erió d ico o ficial, op. cit., año I, n ú m . 4 8 , 9 d e d ic ie m b re de


1 9 1 6 ,p p . 1 2 - 1 3 .

39 Ib id e m , n ú m . 4 , 27 d e en ero de 1917, p p . 10—11.

40 5 de feb rero de 1917.

41 P erió d ico O ficial, op. cit., año II, n ú m . 7 , 17 de feb re ro de 1917.

74
El ejército villista dism inuyó una vez más después de que
la expedición punitiva salió de México. Perdidas las ciudades,
ahora bajo el control del ejército y el poder central, sólo la
popularidad y carisma que com o jefe tuvo Francisco Villa le
perm itieron m antenerse en la sierra reagrupando partidas en
destacam entos a veces num erosos, otras rpducidos, para to ­
mar poblaciones por m edio de ataques súbitos que le permi-
tían abastecerse de alim entos, animales, armas, castigar a sus
enemigos, distribuir víveres entre los habitantes y retirarse
rápidam ente, dispersándose en pequeños grupos inencontra-
bles. Su táctica m ilitar se m anifiesta como una guerra de
guerrillas, que se desarrolla en el territorio que ellos m ejor
conocen; pero lo más im portante en la guerrilla era contar
con el apoyo y sim patía de la población local.
De los m otivos por los que la gente lo seguía, un infor­
m ante relata:

. . .prim ero es el cariñ o q u e se le te n ía al general V illa, era u n h o m ­


b re q u e se h izo q u e re r, a d m ira r p o r to d a la g en te q u e a n d ab a co n
él y , en segundo lug ar, p o rq u e to d o s eran d e p o r allá. La lealtad al
general V illa fu e m u y grande en esa ép o ca d e la R ev o lu ció n , to d a-,
v ía n o so tro s n o te n ía m o s u n a idea fija de lo q u e era g o b iern o , sino
q u e q u e ría m o s al je fe , al cabecilla —c o m o le d e c ía m o s en aqu ella
ép o ca al je fe n u e s tro —; n o so tro s q u e ríam o s al general V illa y siem ­
p re lo quisim os . . ,42

Villa, como cualquier caudillo campesino, necesitaba or­


ganizarse en torno a su figura. La relación con sus soldados
estaba impregnada de los valores culturales propios del cam­
pesinado. Virtudes com o la astucia, el sentido com ún, la
justicia, la hospitalidad, el respeto a los lazos de sangre y de
parentesco, guiaron m uchas de sus acciones.
Así, la lealtad a Villa seguía siendo un acicate para sus
com pañeros. M ientras esto sucedía, el gobierno seguía alen­
tando a habitantes de poblaciones y rancherías a organizarse
en Defensas Sociales.

42 E n trev ista al general de división Jo sé de Jesú s A rias Sánchez,


realizada p o r E ugenia M eyer los d ías 11 y 16 de en ero de 1973 en la
ciudad de M éxico. A rchivo de la P alabra, IN A H -S E P , P H O /1 /3 3 ,
p. 31.
75
Se dieron casos com o el de la población de Namiquipa,
donde se había creado la Defensa Social desde los prim eros
meses de 1916. Incorporaba a u n núcleo num eroso de po­
bladores debido a un hecho concreto que ellos mismos na­
rran*;
W:
N am iq u ip a era u n p u e b lo de cinco m il h a b ita n te s , m ás o m en o s, y
p u e b lo s aled a ñ o s q u e h a b ía a h í, serían u n o s diez m il h a b ita n te s p o r
c o m p le to m ás o m en o s. V illa sitió ese p u eb lo y o rd en ó m a ta r a to ­
do s los h o m b re s y las m u jeres se las ech ó a la tro p a . . . p o rq u e
c re ía q u e eran en em ig o s d e él, p o rq u e lo h a b ía n . . . él d e c ía q u e lo
h a b ía n tra ic io n a d o , q u e eran de los de él y lo h a b ía n tra ic io n a d o ,
p e ro p agaron los in o c e n te s p o r él; e n to n c e s de a h í se agarró ese
o d io q u e se le tu v o d esp u és a V illa, cosa q u e se h a v enido b o rra n d o ,
p o rq u e le digo a u ste d q u e hab lan de V illa allá en C h ih u a h u a , y
hablan c o m o si h ab la ran de D ios . . ,43

El inform ante afirma que se hizo “ social” porque tenía


familia en Nam iquipa, y ellos perecieron en el ataque.

Dice otro campesino:

Se lev an taro n las D efensas Sociales p o r el h e ch o q u e h izo V illa a q u í


en N am iq u ip a, u n a cosa m u y h o rrib le , q u e el p u eb lo de B achíniva
estab a m u y se n tid o , p o rq u e u n a vez q u e vino a N am iq u ip a, sabe
q ue n o h a b ía n i un h o m b re . . . y e n to n c e s a n d a b a u n o del p u eb lo
y le dijo: —Mire m i g en eral, q u e desp recio m e ha h ec h o m i p u eb lo ,
(le picó al general luego, luego) - N o h ay un h o m b re q u e nos re ­
ciba a q u í - B u e n o , e n to n c e s ju n te n a to d a s las m u jeres de 16 años
p ara arrib a . . . Y ese h e c h o pasó y de a h í se le v o ltearo n to d o s los
generales a Villa . . . las d esh on ró c om o el ’16 fue, y o creo . . ,44

Ellos mismos afirman que aunque pertenecieron a las filas


de Villa, después lo com batieron debido a este ultraje. Esta

43 E n trev ista al general R o b e rto F ie rro , realizad a p o r E ugenia


M eyer los d ías 13 y 21 de fe b rero de 1973 en la c iu d ad de M éxico.
A rchivo de la P alabra, IN A H -S E P , P H O /1 /4 2 , p. 63.

44 E n trev ista al señ o r R o b e rto M erino R ivera, realizad a p o r M aría


Isabel S ouza el 30 de o c tu b re de 1973 en B ach ín iv a, C h ih u ah u a. A r­
chivo de la Palabra, IN A H -S E P , P H O /1 /1 1 , p. 25.

76
“verdad” histórica ayudó al ejército en la persecución de
villistas, tom ando el hecho com o pretexto para incorporar
elem entos a las Defensas Sociales del lugar y en general del
estado de Chihuahua.
Lo sucedido en Nam iquipa fue uno de los errores com e­
tidos p o r los villistas. Sin embargo, cobrar cuentas pendien­
tes movió m uchos de los actos de la guerrilla: la venganza,
el castigo a la traición, el hacer justicia por su propia m ano.
La difam ación servía al propósito de dañar o destruir la
imagen popular de Villa; su figura había sufrido una trans­
form ación: de la popularidad había pasado a la clandestini­
dad. No obstante, las atrocidades que se com etieron no de­
bían ser im putables sólo a los villistas, pues se dieron en
todas las facciones contendientes; pero el villismo en este
m om ento era sin duda la facción vencida.

Las D efensas Sociales se crearo n p a ra c u id a r sus in te re se s, las fam i­


lias, q ue n o abusaran ta n to . L legaban los ejé rc ito s p u es acab an d o
co n las gallinas, las vacas, m a tá n d o la s h a sta p o r g u sto , en el tre n
m a ta b a n las vacas y a h í las d ejab a n tirad a s, las p o n ía n de b lan co y
a s í . . , c o m e tie n d o ro b o s, asesinatos y v io lacio n es a las fam i­
lias . . . T am b ién los carran cistas eh R u b io , ta m b ié n se tra je ro n
c o m o u n a s ca to rc e m u ch ac h a s y h a sta se q u e ría n tr a e r m u jeres ca­
sadas, y a sí .45

Al parecer el episodio de Nam iquipa propició que la po­


blación, atem orizada po r él hecho registrado en dicho lugar,
además de estarlo por el reclutam iento forzoso de jóvenes
llevado a cabo por Villa en Bachíniva, se organizara en De­
fensas Sociales.

José A lm eid a estab a a q u í de je fe , de g en te del p a rtid o de V illa, y


d o n H elio d o ro O lea ta m b ié n an duvo en la R ev o lu ció n de 1910. E n ­
to n c e s V illa, p ara te n e r seguridad de ellos a d o n Jo sé A lm eida le
q u itó a “ C h é” A lm eida (su h ijo ) y se lo llevó, a d o n H elio d o ro O lea
le q u itó a Jesús O lea (su h ijo ) y se lo llevó; a H erlin d o M endoza,
ta m b ié n le q u itó su h ijo Jo sé M endoza . . . y se los llevaba co n él a

45 E n trev ista al señ o r Jesús M aría L ó p ez, re alizad a p o r X im en a Se­


pulveda el 27 de ju n io de 1974 en El C h arco , C h ih u ah u a. Archivo de
la P alabra, IN A H -S E P , P H O /1 /1 5 4 .

77
la R ev o lu ció n . . . así te n ía la seguridad de q u e n o se v o lte a ra n , p o r­
q u e si se v o lte a b a n ello s, e n to n c e s fu silab a a sus h i j o s .4 6

. . .en la fo rm a en q u e m e in c o rp o ré al villism o fue q u e V illa le p i­


d ió al je fe de a q u í de B ach ín iv a, d o n Jo sé A lm eid a M árq u ez, m ejo r
d ich o le o rd e n ó q u e le p ro p o rc io n a ra u n o s o c h o m u c h a c h o s q u e
n e c e sita b a él p a ra su esc o lta y e n tre esos o c h o m u c h a c h o s m e to c ó
a m í . . ,47

En efecto, entre las tácticas de Villa en su lucha clandes­


tina estaba el retener en su tropa a hom bres que levantaba
en los pueblos; con ello tenía la garantía de no ser traiciona­
do. Es claro suponer que necesitando del apoyo de los pue­
blos, para lograrlo decida valerse del reclutam iento por leva,
el cual se generaliza en los lugares donde operaba. El jefe de
la Defensa Social de Bachíniva fue Jesús A ntonio Almeida,
originario de dicha población.48
En la ciudad de Parral del distrito Hidalgo, centro de acti­
vidades comerciales y financieras del estado y por ende cen­
tro de agitación del m ovim iento revolucionario, las faccio­

46 Op. cit., P H O /1 /1 4 7 .

47 Op. cit., P H O /1 /1 4 9 .

48 Jesú s A n to n io A lm eid a nació en B ach ín iv a, d istrito G u e rre ro ,


C h ih u ah u a, en 1887. R ealizó los e stu d io s p rim ario s en su lu g ar de o ri­
gen, dedicán d o se a la ag ricu ltu ra y al co m ercio . Ingresó a la R ev o lu ­
ció n en 1910, m ilita n d o bajo las ó rd e n e s de los generales Jo sé d é la
Luz B lanco y Luis A. G arcía (m ag o n ista) o p e ra n d o en los d istrito s
G u errero y G aleana, con el grado de su b te n ie n te . D edicado a sus n ego­
cios, en 1917 organiza la D efensa Social en B achíniva. C om o je fe de
la m ism a y para su organización y servicio, recoge caballada de las h a ­
ciendas in terv en id as de San L o re n z o , El C arm en y San M iguel B abíco-
ra, au to riz a d o p o r el general M urguía. C o m b ate te n a z m e n te al villism o
y p o r ello en ju n io de 1920 es n o m b ra d o jefe de las D efensas Sociales
del E stad o de C h ih u ah u a, cargo en el q u e su stitu y ó al gen eral Ignacio
E n ríq u e z , y p o r lo q u e le fue o to rg a d o el g rad o de co ro n e l. C o n tin ú a
al fre n te de estas o rg an izacio n es h a sta 1923, en q u e se re tira p a ra tra ­
bajar en su c a n d id a tu ra al g o b iern o del e stad o . E le c to g o b e rn a d o r
ejerce en el cu a tre n io 1 9 2 4 —1928. Para d a to s b io gráficos se co n su l­
ta ro n : e x p e d ie n te D /II /1 4 /1 7 6 , Jesú s A n to n io A lm eid a F ie rro , A D N C;
F ran cisco R. A lm ad a, D iccionario . . . op. cit., p. 30

78
nes contendientes entraban y salían en constante refriega,
com etiendo atropellos en personas e intereses. Parral, p unto
de desplazam iento hacia Ciudad Juárez, T orreón o Durango,
de 1916 a 1920 fue asediada constantem ente por las tropas
villistas. Al parecer esto originó que un grupo de sus pobla­
dores constituyeran la Defensa Social.

Los q u e se o rg an izab an eran lo s q u e te n ía n algo q u e p e rd e r; es d e­


cir, clase m edia o alta . . . se in c o rp o ra b a n ta m b ié n m u c h o s o b re ro s
y cam p esin o s u n p o c o m ás arrib a de p eo n e s o b ie n p e o n e s amigos
de algunos de ellos; e n tra b a el q u e q u e ría . . . lo s m ás activ o s eran
lo s m ás jó v en es, los m u c h a c h o s e n tre los 18 y los 25 añ o s de
e d a d .49

Los elem entos de esta defensa cuyo núm ero aproxim ado
sería de doscientos cincuenta hom bres, com batieron siem­
pre en la propia ciudad. Ellos costeaban el abastecim iento
de parque y tenían sus propias armas. Estaban organizados
por sectores dirigidos p o r un jefe elegido entre todos como
el más avezado, el más valiente.50 Eran jefes M elitón Lozoya,
José Ma. Jurado, José Ma. G utiérrez, Francisco Chávez Hol-
guín. Pertenecían a ella, entre otros, don José de la Luz
Herrera, presidente m unicipal de Parral, y sus hijos Ceferino
y M elchor; además algunos villistas am nistiados que se incor­
poraron a estas fuerzas en la población, porque Villa

. . .ya se co nvirtió en u n b a n d o le ro , p u ro c o m e te r f e c h o r ía s . . . y a
h a b ía q u e d e fe n d e r n o m ás u n o su p ellejo , p o rq u e si lo p ep e n ab a
V illa p u es se lo ech ab a al p ic o , e n tra b a y lo ag arrab a a u n o , pos sá­
cale .51

49 E n trev ista al d o c to r Jesú s L o z o y a S olís, re alizad a p o r B eatriz


A rro y o los d ías 8 y 15 de d iciem b re de 1977 y 6 de e n ero de 1978 en
la ciu d ad de M éxico. A rchivo de la P alabra, IN A H —SEP, P H O /8 /3 1 .

50 Ib id e m

51 E n trev ista al señ o r José R eyes, realizad a p o r M aría Isabel S ouza


el lo . de ju lio de 1974 en P arral, C h ih u ah u a. A rchivo de la P alabra,
IN A H —SEP, P H O /1 /1 5 8 .

79
£1 tem or de m uchos desertores de las filas villistas los lle­
vó a afiliarse a estas organizaciones, con lo que garantizaban
estar arm ados, alternativa que les proporcionaba seguridad.
Los integrantes de la Defensa Social de Parral no se incor­
poraron ni dependieron de la jefatu ra de operaciones mili­
tares; fueron fuerzas civiles de apoyo al ejército para la de­
fensa de la ciudad. Fuerzas m ilitares al m ando de los genera­
les A lfredo Rueda Q uijano y Luis H errera tenían el control
de la población.
En M eoqui la Defensa Social se organizó en 1918 con un
núm ero aproxim ado de cuatrocientos hom bres. Su jefe, A n­
tonio Colom o, hacendado y com erciante de la localidad, la
organizó con el único fin de garantizar protección para sí
m ism o y los habitantes del lugar y de puntos cercanos: San­
ta Cruz de Rosales, Delicias, Labor Nueva, mism os sitios de
donde se allegó la gente, proporcionándoles caballada de su
rancho y la m ayor parte de las armas y el parque. Este cuer­
po de defensa tuvo vida efím era debido á que fueron en­
contrados soldados de las fuerzas del general M urguía roban­
do las siembras del social Arcadio Carrillo; tam bién tropa al
m ando del general Espinosa y Córdova recogieron bestias y
reses de la propiedad de Colom o. Se entabló un tiroteo en­
tre “ sociales” y soldados del ejército, resultando con ello
que M urguía ordenara el desarme de los integrantes de la
m encionada defensa. Sin embargo, un contingente de ciento
cincuenta sociales no fueron desarm ados y pasaron a form ar
parte de las fuerzas del general Favela en la persecución de
villistas.52
H aciendo un análisis del térm ino Defensa Social, pode­
m os decir que implica la unión de un grupo de familias para
preservar su estructura com o grupo, su m odus vivendi, pro­
tegiéndose de las depredaciones propias de una guerra civil,
que com etían las diversas facciones en pugna.
Los ejemplos anteriores dejan claro que las corporaciones
denom inadas Defensas Sociales no sólo fueron organizacio­

52 E x p e d ie n te 3 4 1 —W—C, ram o P resid en tes: O b re g ó n —Calles,


A GN .
A p a rtir de e sta c ita se m e n cio n ará A G N al refe rirse al A rchivo G e­
n eral de la N ación.

80
nes de campesinos para defender sus hogares; en algunos
casos funcionaron com o contingentes arm ados al servicio de
los hacendados tradicionalm ente conocidas com o guardias
blancas; a la vez fueron fuerzas civiles armadas que opera­
rían conjuntam ente con el ejército, a las cuales se les im puso
una serie de obligaciones y sólo se les retribuía periódica­
m ente. La m ultiplicidad de funciones que desem peñaron las
defensas explica que no se crearan com o una organización
vertical, sino que p o r el contrario, la diversidad de intereses
locales propició que fuera desde la base que se organizaran,
aunque con patrocinio estatal. La aceptación de la gente al
incorporars'e a dichas organizaciones obedeció, en el caso de
las clases populares, posiblem ente a que al pertenecer a ellas
ya no estarían fuera de la ley; cansados de una lucha que no
les había retribuido en nada, podrían perm anecer en sus lu­
gares de origen y conservar arm a y caballo, lo que les pro­
porcionaba cierta seguridad; la base social de las defensas la
constituyó la población rural más sedentaria: el cam pesino
que op ta po r regresar a su pueblo a trabajar y defender la
lierra.
Entre 1917 y 1918 se organizaron Defensas Sociales en
gran parte del estado, particularm ente en la región serrana
y centro de Chihuahua. En las poblaciones de Cusihuiriachic,
Cerro Prieto, Nonoava, San Francisco de Boíjas que com ­
prende los pueblos y ranchos de Santa Ana, Guadalupe, Te-
porochic, Sahuariachic, Santa Rosa, Socorrilla, Franco,
Avendaño, y Ojo de Agua, Carichic, Nopávechic, Satevó,
Llanos de San Juan Bautista, Hacienda de Rubio, Hacienda
de El Rayo y H acienda Bustillos. pertenecientes al distrito
Benito Juárez; Los R íos que incluye Santa Isabel, San Miguel"
Cuadalupe, La C oncepción, Babonayaba, L abor de Prieto,
San A ntonio de Chacones, La Joya, San A gustín, La Ciéne­
ga de O rtiz, San Andrés com prendiendo las haciendas y ran­
chos de Chavarría, Zubia, Guadalupe, A rroyo de Félix, San-
doval, Peñones, Beltranes, Santa Rosa, San Bernabé, Sama-
puchic, Santa Elena, San Juan, Pachuchic, Rancho Nuevo,
San Lorenzo, Carretas, Chuvíscar, Santa Rosalía de Cuevas,
liituaca, San Bernardino y Santa M aría de Cuevas pertene­
cientes al distrito Iturbide; Ciudad G uerrero, Temósachic,
Matachic, Pedernales, Santo Tomás, San Isidro, Tom óchic,
81
Tosánachic, San José del Sitio, Basuchil, Las Cruces, San
Pedro Madera, Yepóm era, Baquiachic, Pachivo y Miñaca del
distrito de G uerrero; Ojo Caliente y Julim es en el distrito
('am argo; Balleza y Valle de Olivos en el distrito Hidalgo;
Batopilas y Valle de Allende en los distritos Andrés del Río
y Jim énez respectivam ente; Janos localizada en el distrito
Galeana y las anteriores m encionadas de Nam iquipa y Cru­
ces; Parral, Bachíniva y M eoqui53 (véase m apa).
Cada una de ellas nom braba, al organizarse, un prim ero y
segundo jefes. El prim ero era asimilado con el grado de ma­
y o r para efectos de pago de haberes y control de sus m iem ­
bros. Sin embargo, estos grados no creaban antecedentes m i­
litares (Anexo 1).
Sabemos a través del libro m inutario que envían a la jefa­
tura de operaciones m ilitares en el estado, que la Defensa
Social de Los Llanos de San Juan Bautista, integrada por
trescientos elem entos al m ando de A dalberto Dom ínguez y
Cruz Chacón, prim er y segundo jefes respectivam ente, se
organizó porque:

.E stan d o y a can sad o s de p asar p o r u n sin n ú m e ro d e p ercan ces


o casio n ad o s p o r los h o rro re s de la g u erra, p u es y á n o e ram o s d u e ­
ños. de c o n se rb a r n u e stro s a lim en to s, in terese s y seg u rid ad es en
n u e stra s p e rso n as; y n o e n c o n tra n d o o tro s m ed io s p a ra h a c e m o s
re s p e ta r n o s h e m o s p ro p u e s to á fo rm a r u n a D efensa Social A rm a ­
da, p a ra lo cual p e d im o s a u to riz a c ió n á n u e stro G o b ie rn o la que
n o s fue c o n c e d id a . . . e! d ía 12 de a g o sto de 1917 p re se n te s la
m a y o r p a rte de lo s v ecin o s de este lugar y re u n id o s en la p re sid e n ­
cia m u n icip al se c o n stitu y ó la m en c io n a d a d efen sa en la que nos
co m p ro m e tim o s to d o s los e le m e n to s de d ich a c o rp o ra c ió n a d e­
fe n d e r n u e stro s h o g ares, p erso n as e in terese s y ta m b ié n a y u d a r en
casos n ecesarios a los d em ás “ so cialista s” de los lugares de e sta re ­
gión. Igu alm en te se n o m b ró u n je fe p rim e ro y u n seg u n d o en cada
ra n c h o , ad v irtie n d o q u e las arm as, m u n ic io n e s y d em ás n o s las p ro ­
p o rc io n a re m o s de p o r sí.,54

53 La in fo rm a c ió n p u d o o rg an izarse d esp u és de c o n su lta r el A G N ,


el archivo A IC E y los d istin to s e x p e d ie n te s lo calizad o s en el A D N H ,
así c o m o en el A rchivo de N o ta ría s en C h ih u ah u a. >

54 M em o rán d u m de la D efensa S ocial de L os L lanos de San Ju a n


B au tista desde su o rg an izació n . C h ih u a h u a , 9 de e n ero de 1 9 1 9 . A IC E.

82
Después de revisar y analizar la inform ación contenida en
los archivos podem os afirm ar que los jefes de defensa eran
en su m ayoría exponentes de las capas medias rurales: pe­
queños propietarios, com erciantes, profesionistas o políticos
en su localidad, com o presidentes m unicipales; el puesto de
jefe tam bién recayó en adm inistradores o caporales de ha­
cienda. Percibían un sueldo, no siempre pagado en form a re­
gular, sino más bien com o gratificación po r servicios en cam­
paña que eran proporcionados por el gobierno a través de la
Secretaría de Guerra, o bien, en algunos casos, los integrantes
de la defensa al pertenecer a ella se obligaban a aportar una
cuota con la que se pagaba entre otras cosas el salario del
jefe de la organización; hay ejemplos, los m enos, en que el
puesto de jefe recaía en hacendados; ellos sostenían las fuer­
zas proporcionándoles lo necesario.55 Su incorporación a
las jefaturas obedece al poder que les daba el m ando de fuer­
zas; además de defender sus'intereses, veían en el triunfo la
oportunidad de colm ar ambiciones de poder e incluso enri­
quecim iento.
Estos grupos que llegaron a conform ar un contingente de
diez mil hom bres aproxim adam ente, contrajeron con el
gobierno las obligaciones a continuación enumeradas:

1. Em prender cam paña contra los bandoleros (quienes siem­


pre eran villistas)56 que m erodeaban por su región, m edian­
te tiroteos o escaramuzas, siempre y cuando el contingente
enemigo no fuera superior en núm ero a sus fuerzas.
2. Realizar servicios de exploración en su región, e informal
del m ovim iento de las gavillas (villistas), núm ero de bandole­
ros, lugar al que se dirigían y posibilidad de oponerles resis­
tencia.

55 A IC E.

56 En los p a rtes m ilitares q u e rin d en los je fe s de d efen sa a la je fa ­


tu ra de o p eracio n es, se m e n c io n a : c o m b a te co n fu erzas del cabecilla
A costa, M artín L ópez, el villista Ju a n M urga, re b eld es al m an d o de N i­
colás F e rn á n d e z , del villista R ey n a ld o O rn elas, etc.

83
3. Hacer prisioneros, quedando en libertad de ejecutarlos sin
form ación de causa.57
4. Aprehensión de familiares de bandoleros, usándolos como
rehenes para lograr la sumisión de los rebeldes al gobierno
carrancista.
5. Entregar al cuartel general armas sobrantes recogidas al
enemigo o a particulares que carecieran de autorización para
portarlas. Este arm am ento era usado para armar más “ so­
ciales” o bien para gente reclutada en el ejército.
6. Movilizarse al lugar que les fuese indicado por la jefatura
de operaciones, e incorporarse a la colum na asignada, obede­
ciendo órdenes de la oficialidad del ejército.58
Aquellas personas que no aceptaban movilizarse fuera de
su región o bien que estando en campaña desertaban, se les
recogía arma y caballo y se les daba de baja de la Defensa
Social a la que pertenecían, quedando en “ libertad” de re­
gresar a sus hogares pero privados en lo absoluto de seguir
perteneciendo a estos cuerpos.
7. Los jefes de defensa debían rendir partes militares y nove­
dades ocurridas en la zona de su m ando, a la jefatura de ope­
raciones.
8. Podían tam bién conceder am nistía bajo las condiciones
establecidas po r la jefatura de operaciones, que eran: rendi­
ción incondicional y entrega de arma y caballo.59

57 El je fe de la D efensa S ocial de R u b io aprehendió, a los villistas


R ey n ald o O rnelas, V a le n tín A b itia, y o rd e n ó fu e ran p asad o s p o r las
arm as. Se ap reh e n d ió a u n villista de apellido L arg u ero , co m isio n ad o
p o r A co sta para lev an tar g en te p o r la sierra, p o r lo q u e fue colgado.

58 El je fe de la D efensa Social de Los L lanos de San Ju a n B au tista


salió con 82 sociales a San F ran cisco de B orja, a fin de p re sta r auxilio
en ese p u eb lo que se e n c o n tra b a am en azad o p o r lo s villistas; p o ste rio r­
m e n te se dirigió a C arichic y (fie a h í a C usihuiriachic, en d o n d e se reu ­
niero n co n el general A lfred o R u e d a Q u ijan o , en carg ad o de realizar la
cam p añ a en esa zo n a (A IC E ). k eg resó la D efensa Social de B achíniva
después de quin ce d ía s de p ersecu ció n d el en em ig o , h a b ien d o ac o m p a­
ñ ado al general R u e d a Q u ijano. E stán en c am p a ñ a 60 sociales de la
defensa de C erro P rieto , e tc. (E x p e d ie n te X I/4 8 1 .5 /7 6 , C h ih u ah u a,
1917, A D N H ).

59 Se am n istia ro n e n tre o tro s los siguientes villistas: M anuel de la


R osa, q ue era secretario de Ju a n M urga y q u ien u n año m ás ta rd e ejer-

84
y. Solicitar ante la jefatura de operaciones, pertrechos de
guerra y haberes para pago de la gente, los cuales -como ya
se indicó— no eran siempre regulares y más bien se pagaban
como gratificación po r servicios en campaña o bien por ser­
vicios de vigilancia.60
10. D ebían proporcionar inform ación confidencial de activi­
dades de los villistas.61
I 1. Pasar revista periódicam ente para inform ar del núm ero
de hom bres que las integraban, dotación de cartuchos que
poseían por plaza y bajo las órdenes de qué jefe m ilitaban.62
12. Se sum inistraban en form a irregular pequeñas cantidades
de dinero a los deudos legítim os de “ sociales” que sucum ­
bían en los- com bates contra el villismo. Dado su carácter ci­
vil, carecían de grados efectivos en el ejército, por lo que no
se les podía gestionar pensión alguna.63

c ía la je fa tu ra de la D efensa Social en San A n d rés; Ju liá n P érez, je fe


del e stad o m a y o r de V illa, q uien se rin d e co n su g en te en la h acie n d a
de R u b io ; sería después jefe de la D efensa Social del lug ar; R o drigo M.
Q uevedo y M anuel G u tiérre z , se so m e te n in c o n d ic io n a lm e n te co n sus
h o m b res y se in c o rp o ra n después a las D efensas Sociales; el p rim ero
años después sería g o b e rn a d o r del esta d o (1 9 3 2 —1 9 3 6 ); Jesús C ano
con su g e n te, después je fe de la D efensa Social de San F ran cisco de
liorja, etc é te ra .

60 H ab ía elem en to s d ed ica d o s a realizar servicios de vigilancia to d o


el tie m p o ; re c ib ía n un salario p o r p a rte del g o b iern o o b ien la m ism a
d efen sa se los pagaba. P o r h a c e r servicio de vigilancia n o c tu rn a reci­
bían un peso c in c u e n ta cen ta v o s diarios.

61 Se p ro p o rc io n a b a in fo rm a c ió n com o la sig u ien te: gente de V illa


p reten d e pasar a rm am en to y p a rq u e de P resid io . A dq u isició n de ar­
m am ento y p arq u e p ara villistas en El Paso, T ex as, e tc é te ra .

62 La in fo rm ac ió n fue o b te n id a de p a rte s m ilitares, revistas de ad ­


m inistración del ejército , actas de o rg an izació n de D efensas Sociales;
un ellas se m en cio nan las p o b la c io n e s d o n d e se fu ero n o rg an izan d o ,
los jefes y n ú m ero de in te g ra n te s de la D efensa, ásí c o m o el arm am en ­
to por plaza.

63 E x p ed ien te X I /4 8 1 .5 /7 6 , C h ih u ah u a, 1 9 1 7 , t.lV , ADN1L,

85
El papel de las Defensas Sociales
como fuerzas paramilitares

Durante el período en que Francisco M urguía estuvo encar­


gado de la cam paña m ilitar en Chihuahua, no todas las De­
fensas Sociales m archaron en arm onía ni le dieron com ple­
tam ente su-apoyo, debido a que fueron usadas en form a in­
transigente y en varias ocasiones las tropas del ejército co­
m etieron arbitrariedades en sus personas y propiedades. Al­
gunos sociales se dedicaron a hacer labor de proselitism o
buscando el apoyo de estas organizaciones para el general
Enríquez, de quien esperaban regresara al estado a ocupar la
gubem atura. Tal es el caso del m ayor Miguel J. G utiérrez,
jefe de la Defensa Social de Cerro Prieto, al que responsabili­
zan de las anom alías ocurridas en las Defensas Sociales de la
sierra.1
En tales circunstancias y para som eter a los elem entos di­
sidentes de las expresadas corporaciones, el general M urguía
hizo girar a los jefes de defensa la siguiente circular:

La m a y o r p a rte de lo s Je fes de las D efensas Sociales h acié n d o se eco


del se n tii de in d iv id u o s c a re n te s de to d a id e a y p a trio tism o y que
sólo bu scan co n sus a c to s la satisfa cc ió n de bajas pasio n es aú n a
c o sta de la salud del p a ís, llegaron y a sea p o r su im p re sió n o bien
sirviendo in c o n sc ie n te m e n te a la p o lític a p e rso n a lista d e esto s m is­
m os ind iv id u o s, a la in s u b o rd in a c ió n p o r lo q u e e sta J e f a tu r a G e­

1 M iguel J. G u tiérre z , o rig in ario de C erro P rie to , m aestro ru ral,


p articip ó en la D ivisión d el N o rte , y y a a m n istia d o o rg an izó e n tre los
cam pesinos d el lugar la D efen sa Social de la q u e él fue jefe. E n 1922,
;il darles o rg an izació n legal a e sto s g rupos co m o g u ard ias m u n icip ales,
fue segundo je fe de ellas y en 1923 q u ed ó c o n el m an d o . En 1924
o b tu v o el grado de co ro n e l y en ju n io de 1927 se sublevó en la región
de B ustillos, siendo p erseg u id o p o r las m ism as g u ard ias q u e lo alcan ­
zaron y le d iero n m u e rte en el cerro de G an d arilla, m u n icip io de
( 'usihuiriachic. F ran cisco R. A lm ada. D iccionario . . ., op. cit., p. 2 4 7 ,
e x p ed ie n te X I/4 8 1 .5 /7 6 , C h ih u a h u a , 1917, t. V , A D N H .
n eral de O p era c io n e s se vio en la necesid ad de o b ra r con e n erg ía
co n to d o s aq u ello s in d iv id u o s q u e a p a rta d o s de la sen d a del d eb er,
p re te n d ie ro n co n un a c to subversivo e c h a r p o r tie rra to d a la p e ­
n o sa la b o r llevada a cab o y a c o sta de ta n to s sacrificio s en p ro de la
p acificació n de ese E sta d o , p o ste rio rm e n te e sta m ism a je fa tu ra h a
llegado al co n o c im ie n to d e que si bien es c ie rto q u e alg u n o s Jefes
de D efensas fa lta ro n a sus co m p ro m iso s y o lv id án d o se de la o b li­
gación q u e co n el G o b ie rn o h a b ía n c o n tr a íd o , d e d icá n d o se a h ac e r
p o lític a de in trig a in d ig n as en to d o c o n c e p to de in d iv id u o s que
tie n e n co n cie n cia p le n a d e sus d eb eres, la m a y o r p a rte de esos J e ­
fes d á n d o se c u e n ta d e e sto s m alo s e le m e n to s ap resu rá ro n se a p ro ­
te s ta r su ad h esió n al G o b ie rn o le g ítim a m e n te c o n stitu id o .
E n esta v irtu d esta J e f a tu ra G en eral de O p eracio n es h a re su e lto im ­
p a rtir to d a clase de g a ra n tía s , de ay u d a m a te rial a los b u en o s ele­
m e n to s q u e c o m p o n e n esas D efensas en la in telig en cia de q u e sólo
se p ro c e d e rá al d esarm e d e aq u ello s in d iv id u o s cu y o s a c to s d e m u es­
tre n e v id e n te m e n te q u e c o n s titu y e n u n a a m en a za p ara la S ociedad.
E n ta l v irtu d he a c o rd a d o q u e desde e sta fech a to d a s las D efen sa s
S ocia les to m e n el n o m b re de C uerpos R u ra les q u e serán a p ro b a d o s
co m o a n te s se dijo p o r el G o b ie rn o G en eral y los que llevarán la
d e n o m in a c ió n de los lugares en cu y a ju risd ic c ió n o p e re n e n te n d i­
dos de qu e q u e d a rá n su je to s p o r lo q u e to c a a a cto s del o rd e n m ili­
ta r a la A u to rid a d de e sta J e fa tu ra G eneral de O p eracio n es y en
caso de necesid ad y c u a n d o esto sea in d isp en sab le p o d rá o rd e n a r la
m ovilización d e u n a p a rte de esas fu erzas p a ra au x ilio del E jérc ito
N acional sin q u e p o r e sto se e n tie n d a que u n a vez te rm in a d a la
causa q ue h u b o p a ra su m ovilización n o sean d ev u elto s a su ju ris­
d icción. 2

La decisión de M urguía de cam biar la denom inación de


estas organizaciones de Defensas Sociales por la de Cuerpos
Rurales, evidencia una vieja y larga tradición de disputa del
poder entre m ilitares y políticos civiles. La intención de
M urguía es que dichas fuerzas operen com o tropas
irregulares, regionales, dependientes de la autoridad mi­
litar, operando no sólo dentro de su jurisdicción - o b je ti­
vo por el cual el general Enríquez prom ovió su organiza­
ción: cuerpos de autodefensa de los pueblos—, sino tam ­
bién con la obligación de desplazarse a los lugares que les
fuesen asignados por la jefatu ra de operaciones. Por tanto
E nríquez debía subordinarse al poder del prim ero. Sin
em bargo, el control y m anejo de las Defensas Sociales

2 E x p e d ie n te X I /4 8 1 .5 /7 7 , C h ih u ah u a, 1 9 1 8, A DN H.
enfrentará a ambos generales: M urguía po r su afán de asi­
milarlas como fuerzas param ilitares; E nríquez por usarlas
com o instrum ento político de control, dependientes de
su autoridad.
La inestabilidad en el estado continuaba; los villistas se­
guían en pie de lucha pese a que en ocasiones se transm itían
a Carranza inform aciones com o ésta:

. . .han cesado y a las o p e ra c io n e s fo rm ale s, p u d ie n d o co n sid erarse


ya re a lm e n te te rm in a d a la c a m p a ñ a en c o n tra del villism o, que
está re d u c id a a la c o m p le ta im p o te n c ia y p ró x im a a d esap arecer
ra d ic a lm e n te . U na vez que re c ib a los p e rtre c h o s e fe c tu a ré c o n co ­
lu m n as v o lan tes u n a c o m p le ta c a m p a ñ a de e x te rm in io en c o n tra de
las p a rtid a s q ue q u e d a n .3

Meses después las fuerzas de Villa tom aban las plazas de


Ojinaga, Ciudad Jim énez, y atacaban nuevam ente Parral
(véase Anexo 2).
D urante la cam paña m ilitar contra el villismo em prendida
por M urguía, la gubernatura del estado estuvo en m anos del
general A rnulfo González, quien sustituyó al general Ignacio
E nríquez, el cual había sido llam ado por Carranza a la ciu­
dad de México para hacerse cargo de la Oficialía M ayor de la
Secretaría de Guerra y Marina. D urante su perm anencia en
la capital, Enríquez se m antuvo inform ado de la situación
que prevalecía en Chihuahua; intercam biaba corresponden­
cia con sus sim patizadores, quienes no perdían oportunidad
de hacer cam paña en su favor para lograr que regresara nue­
vam ente al estado, ya que la presencia de M urguía no era
bien recibida por los chihuahuenses, pues sus tropas se ha­
bían dedicado al pillaje. M urguía expresaba el poder del mi­
litar cuya ocupación y saqueo afectaba grandem ente los in­
tereses de particulares; m ientras que E nríquez sintetizaba
las aspiraciones y espectativas de los sectores medios y bur­
guesía en ascenso. En prim er lugar era chihuahuense; ade­
más, desde que ocupó por prim era vez la gubernatura provi­
sional del estado, estableció una política de acercam iento y
alianzas con dichos sectores y los caciques locales, lo que se
tradujo en consenso para su causa.

3 E x p e d ie n te X I /4 8 1 .5 /7 6 , C h ih u a h u a , 1 9 1 7 , t. IV , A DN H.

89
En el lapso de m arzo a octubre de 1917, Enríquez recibe
varias proposiciones de clubes políticos del estado que le
ofrecen trabajar em peñosam ente en su candidatura; además
los tenientes coroneles Félix Delgado y José Com adurán le
aseguran que más de dos mil quinientos individuos integran­
tes de las Defensas Sociales de la sierra están dispuestos a
darle su v o to .4
Enríquez les agradece el apoyo, pero declina el ofreci­
m iento porque

. . .d ad a la situ a c ió n a c tu a l en esa e n tid a d , m is servicios se ría n m ás


efectivos, co n serv an d o m i je ra rq u ía m ilita r y co n sig u ien d o el ir co n
m an d o de fu erzas, estaré en a p titu d de c o la b o ra r de u n a m an e ra
efectiv a a la p a cificació n del e sta d o , de d a r am plias g a ra n tía s a sus
h a b ita n te s , sien d o a la vez el p rim e ro en re s p e ta r y h a c e r q u e se res­
p e te n las disp o sicio n es em an ad as de la a u to rid a d civil. M ien tras q u e
si a c ep to m i c a n d id a tu ra y llego a ser h o n ra d o con el v o to de m is
co n c iu d a d a n o s, m e n u lific a ría c o m o m ilita r y e sta ría su je to a la
p resió n de los je fe s co n m a n d o de fu erzas; q u ien e s p o r desgracia en
su m a y o ría son m u y d eso rd en a d o s . . . N o creo q u e p u e d a , n i d eb a
h a b e r eleccio n es p a ra g o b e rn a d o r de ese e sta d o , m ie n tra s éste n o se
p acifiq u e p o r c o m p le to y se reo rg an ice la a d m in istra c ió n civil en
to d o s los p o b la d o s.5

Al general Salvador Alvarado, amigo personal de Enrí-


luez, le expresa . . .

. . .m i ard ie n te deseo es q u e el señ o r C arran za m e en co m en d ase la


cam p a ñ a en el esta d o de C h ih u ah u a p a ra lo cual n o re q u e riría sino
de u n o s c u a n to s m iles de p eso s y u n o s c u a n to s m illo n es de c a rtu ­
chos p o rq u e h o m b re s y arm as so b ran en aq u e l estad o p a ra h ac e r
u n a p ro n ta , rá p id a y efectiv a p acificació n d el m ism o .6

4 C arta q u e dirige M elchor H errera a Ignacio E n ríq u e z el 27 de


m arzo de 1917, de El P aso, T exas, a la ciu d ad de M éxico, A ICE.

5 C arta q u e dirige Jo sé de la L u z H e rn án d ez, e t al., el 3 0 de agosto


de 1917, de C iudad C am argo a la ciu d ad de M éxico, A IC E.

6 C arta qu e dirige Ignacio E n ríq u e z a Salvador A lvarado, el 30 de


ju lio de 1917, de la ciudad d e M éxico a M érida, Y u c a tá n , A ICE.

90
Sin duda Enríquez cim entaba la viabilidad y solidez de su
proyecto político, en tanto tuviera tam bién el control m ilitar
dél estado, lo que le perm itiría dirigir la cam paña contra el
villismo y a la vez ejercer su autoridad regional a través de
las Defensas Sociales.
Poco después, p o r órdenes de Carranza deja la Oficialía
M ayor y pasa a ocupar la dirección del D epartam ento de Es­
tablecim ientos Fabriles y A provisionam ientos Militares (de
nueva creación), del cual sale para hacerse cargo por segunda
vez de la gubernatura provisional de C hihuahua,7 nom bra­
m iento que le fue conferido tam bién por V enustiano Ca­
rranza. El 4 de julio de 1918 tom a nuevam ente posesión. Es
escoltado po r tropas federales al m ando de M urguía y por
unos mil quinientos hom bres de las Defensas Sociales que lo
acom pañan desde Ciudad Juárez hasta la ciudad de Chihua­
hua.8
La presencia de E nríquez en el gobierno del estado saca a
la luz pública las divergencias existentes con el general Mur­
guía desde tiem po atrás; su antagonismo parecía irreconci­
liable. La pugna entre M urguía y E nríquez se precipita ya
que ambos generales querían tener el control m ilitar del es­
tado; además de que las arbitrariedades que com etían las
fuerzas de M urguía en perjuicio de particulares no fueron
aceptadas por E nríquez, ganando para él el apoyo de am­
plios sectores de la población y sobre todo de los intereses
que representaba.
D urante la cam paña contra los villistas, ambos jefes ha­
brían de actuar en form a independiente. E nríquez inicia la
reorganización de las fuerzas rurales del Estado, las cuales

7 En carta que dirige E n ríq u e z a Jo sé de la L uz H ern án d ez, le m a­


n ifiesta q ue ace p ta rá hacerse cargo del g o b iern o , au n q u e sólo sea p o r
q uin ce d ías, en c u y o tie m p o n ad a p rá c tic o p o d rá h a c e r, p ero salvará al
estad o de m an o s de la reac ció n , y a q u e sabe de la c am p a ñ a q u e están
realizan d o José del R iego, q u ien fu e em p lead o de E n riq u e Creel y
a p o d e ra d o de los m illonario s M a rtín ez del R ío ; co n el p rim ero co n ser­
va relacio n es estrechas. Al o c u p a r la g ü b e rn a tu ía , n u lific a ría la o b ra de
la R evolu ción.

8 In fo rm e d el D e p a rta m e n to de In telig en cia, El P aso, T exas, ju lio


2 de 1918, op. cit., A rchivos N acionales de W ashington.

91
habían sido suprim idas por M urguía e incorporadas al ejér­
cito en la sexta brigada. La popularidad de Enríquez y la
facilidad para el reclutam iento, obedece por un lado a su
influencia social y por otro a su experiencia en la moviliza­
ción de población civil. Por el contrario, las tropas de M ur­
guía se habían dedicado a la im punidad y al saqueo, y el
propio M urguía como jefe de operaciones, a procurar su
enriquecim iento, lo que significaba para la población una
presencia negativa y con los vicios por los cuales el gobierno
com batía a los villistas. Este enfrentam iento vislumbra la
m anera tan diferente de acceder al poder en ambos genera­
les. En E nríquez, la vertiente civil es propuesta para afian­
zar y desarrollar su poder a futuro.
Los norteam ericanos residentes en Chihuahua vieron con
agrado la presencia de E nríquez, de quien esperaban tener
facilidades y protección para sus negociaciones.9 Por esto
ofrecieron ayuda efectiva en la organización de las fuerzas
que serían sostenidas por el gobierno estatal,10 y fueron
reclutados seiscientos hom bres de entre los elem entos de las
Defensas Sociales, quedando bien m ontados y equipados.11
Varios integrantes de las tropas de M urguía solicitaron su
incorporación a las fuerzas rurales estatales. Las diferencias
entre E nríquez y M urguía se agudizaron por el reclutam ien­
to que el prim ero hizo de las Defensas Sociales como una
organización independiente de la jefatura de operaciones, lo
cual, decía M urguía, interfería en sus planes m ilitares de
acabar con los villistas. Estas organizaciones civiles armadas
se convirtieron en un instrum ento de poder político del
gobernador E nríquez, quien abandonando la ciudad de Chi­
huahua y acom pañado de 18 rurales, se dedica a arm ar cam­
pesinos en contra de M urguía, dando con ello pie a un en­
frentam iento entre las fuerzas del ejército y estos campesinos

9 Ibi'dem

10 La T eso rería G en eral del E stad o su m in istró lo n ecesario p ara p a ­


go de h ab eres y d em ás gastos de las fu erzas ru rales d u ra n te los m eses
de o c tu b re y nov iem b re de 1918, A IC E.

11 E x p ed ien te X I /I I I / 2 - 8 7 6 , Ignacio E n ríq u e z , t. IV, ADNC.

92
arm ados al servicio del jefe del estado. Al ser llam ado nue­
vam ente el general E nríquez a la ciudad de México, las fuer­
zas rurales estatales nuevam ente fueron disueltas.12
Tras algún tiem po ambos generales fueron rem ovidos de
sus puestos: M urguía fue sustituido por el general Jesús
Agustín Castro y Enríquez por el ingeniero Andrés O rtiz,
pero la campaña persecutoria al villismo prosiguió. El gober­
nador Ortiz, para estim ular la captura de Villa, ofreció una
fuerte recom pensa para quien lo entregara vivo o m uerto.
Por su parte, el general Villa, ante la hostilidad que las De­
fensas Sociales oponían a sus fuerzas, hizo publicar un
M anifiesto a las Defensas Sociales del Estado de Chihuahua,
en el cam pam ento de la hacienda de Rubio, el 15 de diciem ­
bre de 1918:13
Siem pre de pie, d e fe n d ie n d o con v erd ad ero d e sin te ré s y m u y en
p a rtic u la r lo s d erech o s y lib e rta d e s de las clases h u m ild e s de m i
p a ís, en to d o tiem p o negadas y d e sco n o cid as p o r los tira n o s que
casi siem pre ta m b ié n lo h an g o b e rn a d o , co n b ie n ju s tific a d a triste z a
h e p o d id o ver q u e p a rte de los h a b ita n te s de este e sta d o , c rim in al­
m e n te eng añ ad o s p o r la m ism a casta de o p re so re s de a y e r, h an
p re te n d id o fusionarse o reu n irse en u n o o m ás g ru p o s a rm a d o s p a ra
c o m b a tir en m í esos sagrados p ro p ó s ito s q u e he p erseg u id o y
p ersigo, b u scan d o sobre to d a s las cosas el re in a d o de la ju s tic ia en
n u e stro in fo rtu n a d o suelo, en d o n d e d esg raciad am en te, h a s ta el
d ía , sólo en el m o n o p o lio y el privilegio se h a resu e lto la riq u e z a
p ú b lica, es la L ey la consigna y el cap rich o d e q u ien es g o b ie rn a n y
de q u ien es tie n e n d in ero y so n u n a m e n tira d escarad a esos d e re ch o s
y lib e rta d e s a q u e m e h e re fe rid o .

En la c o m p le ta seguridad de q u e en n o lejan o d ía , OTmo así e stá y a


su ced ien d o , esos g ru p o s en p a rtic u la r, a la p a r q u e to d o s los m ex i­
canos h o n ra d o s y p a trio ta s, h a n de co n v en cerse p o r sí so lo s del
e rro r, en q ue ha q u erid o su m írseles, p re se n ta n d o a p o y o y a y u d a a
u n régim en co rro m p id o , sin p re c e d e n te en n u e stra h isto ria , a h o m ­
bres q ue los u ltra ja n , ro b a n y m a tan sin ra z ó n , p a ra q u ien es n ad a
es el h o n o r ni la p a tria , ten g o re su elto n o h a c e r a ú n c o n tra éllos
cam p añ a alguna enérg icá y decisiva p a ra e x te rm in a rlo s c o m o y a
lo h u b iera conseguido sin gran esfu e rz o , y sólo m e h e lim ita d o á
co m b a tirlo s cu an d o éllos así lo h an q u e rid o , c u a n d o ellos m ism os
m e h an ata c a d o , p ro b á n d o le s desp u és de cad a c o m b a te , en los

12 A ICE.

13 F ed erico C ervantes, op. cit., pp. 5 9 2 —5 9 5 .

93
qu e siem pre la v ic to ria h a estad o de m i p a rte , p u és ja m á s la ju stii u
desam p ara al q u e la tie n e , que m is in te n c io n e s h acia los hijos tic i
E sta d o de C h ih u a h u a, m u y e sp ecialm en te, son las m ejo res, y <1111,1
a ú n en los m o m e n to s m ás d elicad o s, m ás d ifíciles y m ás com pro
m e tid o s p ara éllos, e sto y d isp u esto a darles to d a su e rte de g a ra n tí. 1 .
p a ra sus vidas e in terese s, c o m o d e ello , son te stig o s los m u ch o s j >i 1
sio n ero s q u e h e h ec h o en cada acció n de las lib rad as co n los socialt
y a qu ien es re s u e lta m e n te h e p u esto en a b so lu ta lib e rta d .

E sto no o b sta n te , co n el d erech o q u e la ra z ó n y la ju stic ia , qm


e stá n de m i p a rte , m e c o n c e d e n , creo llegado el in sta n te o p o rtu n o
de llam ar la a te n c ió n de los hijos del E sta d o d e C h ih u ah u a y cu
p a rtic u la r la de los m en cio n a d o s g ru p o s de las D efensas Sociales,
so b re los sigu ien tes c o n c e p to s:

El llam ad o P re sid e n te V en u stia n o Carranza, no p u e d e h a c e r jam ás


la Paz en la R e p ú b lic a y e n tre ta n to eso n o sea, la felicidad del
p u e b lo m ex ic a n o y el p rogreso y e n g ra n d ec im ie n to de la Patria,
serán ig u alm en te, u n a m e n tira .

V en u stia n o Carranza, tra id o r á su causa y a q u ien e s lu c h a ro n con


él en .o tro tie m p o co n fines n o b le s y lev a n ta d o s, h a falseado los
prin cip io s rev o lu c io n ario s p o r los q u e ven im o s lu c h an d o desde
1 9 1 0 , y co n v irtié n d o se en el T iran o y D ésp o ta m a y o r q u e en Mí
xico h a e x istid o , olvida las desgracias, m iserias y necesidades del
P u eb lo , a q u ie n sólo desgarra, m erm a y sangra, p a ra satisfacer sus
am b icio n es sin m ed id a y los cap rich o s de su ed ad .

V en u stia n o Carranza, tra id o r, sin d u d a alguna, a su P atria, así lo


c o n d e n a en la R e p ú b lic a y lejos de ella la o p in ió n , p o n ié n d o lo fue
ra de la ley, h a m en o sca b ad o n u e stro h o n o r n a c io n a l, se h a h o lla d “
p o r su cu lp a n u e stro suelo y se h a u ltra ja d o n u e stra S o b eran ía.

V en u stia n o Carranza, g o b iern a ú n ic a m e n te con su gru p o y p ara su


g ru p o , a q uien h a re p a rtid o y re p a rte h o n o re s y d in e ro que sólo son
del p u eb lo y al p u e b lo le co rre sp o n d en .

D íg an lo , si n o , el d e sc o n te n to general que re in a en el P aís, los mi


llares de fusiles v u elto s c o n tra el n uevo T ira n o , el h a m b re y deses
p era c ió n en los hogares, las in d u strias y m in e ría p aralizad as, los
cam p o s y e rm o s, el grave peligro que u n a vez m ás am en aza nuestra
in d e p e n d e n c ia e in teg rid a d de te rrito rio y e n tre to d as estas terri
bles calam id ad es, a sem ejanza de u n fu e rte b o fe tó n peg ad o en el
ro s tro de la N ación y en el de to d o s los m ex ica n o s de vergüenza, la
vida regalad a de que d isfru ta n C arranza y sus p an iag u a d o s: Alvara-
do en Y u ca tá n , Calles y O b regón en S o n o ra, E sp in o sa M íreles en
C o ahuila, D iéguez en Jalisco , los B receda y los G onzález en el Dis
tr ito F ed era l, e tc ., etc.

94
I!l llam ado G eneral F ran cisco M u rg u ía es en C h ih u a h u a , y seguirá
íló n d o lo q u ien q u ie ra q u e vengá a su ced e rlo , el re p re se n ta n te per-
N o n a l de C arran za y el exclusivo A gen te de su o b ra crim in al, res­
ponsable in m e d ia to de la ru in a y d e so lació n en q u e el E sta d o se e n ­
c u e n tra su m id o y de la sangre q u e se d e rra m a . U tiliz a n d o , elem en ­
tos e x tra ñ o s a él, co n falsas p ro m esas y a b su rd as te o ría s , su la b o r
un la de m atar^ h o m b re s de C h ih u ah u a p a ra ad u eñ arse de sus bienes
y ser co n C arran za y los m ás a d ic to s a C arran za, lo s ú n ic o s h e re d e ­
ros; con ig u ald ad de fin es y co n iguales en g añ o s, es p reciso q u e así
se e n tie n d a , se fo rm a n o h an fo rm a d o , c o m o en o tra s é p o c a s a n á ­
logas, los g ru p o s de las D efensas Sociales, sólo al servicio y en b e n e ­
ficio del T ira n o , y la v erd ad es, q u e en la p re se n te o c a sió n re su lta
m o n stru o so el p ro c e d e r de ta le s g ru p o s, c u a n d o e sto s arm an su
brazo p a ra m atarse h e rm a n o s c o n h e rm a n o s y la b ra r su p ro p ia
desgracia, a y u d a n d o al de fu era y al v erd u g o a afilar el p u ñ a l q u e
á ellos m ism o s asesina.

Iil triste e sp e c tá c u lo que h a n v en id o d a n d o a n te la n a c ió n y espe­


cialm en te an te el E stad o los llam ad o s Jefes M ilitares y Civiles
- c a s o re c ie n te , el p le ito q u e se a n to ja de co m ad re s, c o m o suele
decirse, e n tre E n ríq u e z y M u rg u ía— d eb ie ran de c o n v en c er aú n al
más n iñ o dé la m ala fé de esto s h o m b re s y de q u e m o ra l y m a te ria l­
m ente sólo la m u e rte ag u ard a á los h ijo s de C h ih u a h u a m ien tras
pueda e x is tir el a c tu a l o rd e n de cosas.

¿Q ué es, p u e s, lo q u e d e fie n d e n , a p o y a n y so stie n e n lo s llam ad o s


.sociales e n el E sta d o , q u e a n te las g en eracio n es v en id eras p u e d a
M istificarlos p o r la sangre que se d erra m a p o r su cau sa, los graves
m ales qu e n ó s aq u eja n y los m ás graves aú n q u e n o s p u e d e n so b re­
venir de p ro lo n g arse su a n tip a trió tic a a c titu d ?

Por p rim e ra vez y ú ltim a in v ito , de este m o d o , á esas D efen sas So­
ciales de C h ih u a h u a á la u n ió n d e n tro del m ás p u ro p rin c ip io rev o ­
lu cio n ario , n o á a n i a lre d e d o r, si n o lo q u iere n , n i en m i n o m b re
ta m p o c o , sino a lre d e d o r y en n o m b re de la P a tria , c u y a salud lo ha
m enester y lo reclam a, p a ra c o m b a tir y d e rrib a r la n upva T ira n ía
q ue n o s envilece y n o s d eg rad a; p a ra arro ja r del E sta d o al q u e de
o tro s lugares viene cojido de leva y de las cárceles á a rre b a ta m o s
O fic ia lm e n te n u e stro b ie n e sta r á la vez que n u e stra s riq u e za s para
provecho d e u n o s c u a n to s, y p a ra p ro c u ra r el a d v e n im ien to de un
(¡o b ie m o general y local, fu e rte s y h o n ra d o s , de c a rá c te r m e ram e n ­
te civil, u n g id o s en verdad p o r el v o to del p u e b lo , que n o s d en ga­
ra n tía s á p ro p io s y á e x tra ñ o s y h agan efectivas las p ro m esas rev o ­
lu cionarias de 1 9 1 0 , p o r las q u e ta n to n o s h e m o s sacrificad o .

Tiempo h a b ré de darles p a ra m e d ita r y resolver so b re e sta m i invi­


tació n qu e hago ex ten siv a a to d o s los hijos del E sta d o y a m is d e­
más c o m p a trio ta s. Si m a ñ an a la p re se n te a c titu d de los sociales, á

95
qu ien es m e dirijo , fu e ra la m ism a, el d e b e r m e o b ligará a to m a r la:,
m ed id as q u e fu e ra n del caso p ara an iq u ilar de u n a vez p o r to d a s al
m al ch ih u ah u e n se y al m al m e x ic a n o , a u n c u a n d o p a ra ello m e sen
in d isp en sab le m o v ilizar los E jé rc ito s de q u e m e es dable d isp o n e i
en o tra s p a rte s del p aís.

La h is to ria n o s ju z g a rá fría e im p a rc ia lm e n te y a cad a q u ien exigirá


las resp o n sab ilid a d e s en q u e h u b ie ra in c u rrid o , so b re to d o si poi
m ala fe d e n u e stra p a rte o fa lta ab so lu ta de p a trio tism o y b u e n sen
tid o , d am o s lugar a u n a n u ev a invasión de n u e stro suelo, que a 1 <>
dos n o s d eb e h a c e r te m e r la c o n d u c ta e x tra ñ a y te n e b ro sa de Ca­
rra n z a en lo q u e re sp e c ta , p rin c ip a lm e n te , á su p o lític a in te rn a
cional.

F rancisco Villa

El m anifiesto de Villa (que no escapa al em pleo de un


lenguaje retórico en cierto m om ento) establece sin, embargo
claram ente su posición con respecto a las clases desposeídas.
A través de este docum ento tra ta de concientizar a los cam­
pesinos y gente del pueblo que com ponen las Defensas So­
ciales y quienes generalm ente eran enrolados en las colum
ñas expedicionarias y encargados de ir al frente a com batir ;i
los villistas, y los invita a reflexionar sobre los objetivos por
los que luchan y el uso de que han sido objeto como pobla­
ción civil, enfrentándolos a otros hom bres de su misma clase
A punta que es Carranza el opresor de “ esta clase vilipendia­
da” y que contra él debe ser la lucha. In ten ta hacer cons
cíente al pueblo del papel real que desem peñan las Defensas
Sociales, y po r ello invita a sus integrantes a analizar qué
defienden, apoyan y sostienen, que justifique su participa­
ción. Sin embargo, su llam am iento a las Defensas Sociales
cayó en oídos sordos, no sólo porque m uchos chihuahuen-
ses estaban ya cansados de la guerra, sino porque los dirigen­
tes de las organizaciones se convirtieron en los opositores
más activos de Villa, y por tan to sim patizadores de E nrique/.
Un grupo de “ sociales” detenidos por villistas en un tiro­
teo librado cerca de la hacienda de Rubio, tras ser conduci­
dos ante la presencia de Villa, que se encontraba en la ha­
cienda de San Diego, com entaron:
96
Nos fo rm ó a h í, y n o s echó u n speach, estuvo d ic ié n d o n o s: y o sé
q ue u ste d e s son sociales y está b ie n , p e ro n o salgan acá, d e fie n d a n
sus casas, m u y b ie n , se lo s ten g o m u y a b ien ; p e ro acá n o , acá p o r
qué . . . ah o ra , q u e m al les hago y o a u ste d e s . . . p o r lo q u e yo
¡indo en la R ev o lu ció n y to d o , es p rec isa m e n te q u e el p u e b lo de
M éxico, sea d u e ñ o d e M éx ico , q u e los g ran d es la tifu n d io s sean re ­
p a rtid o s e n tre ios p o b re s q u e n o tie n e n y q u e se d e d ica n al tr a b a ­
jo . . . A h í n o s estu v o h a b la n d o m u c h o y luego d e este M u rg u ía, el
general M u rg u ía es u n . . . d igam os, u n b a n d id o q u e viene de o tra s
partes a ro b a r acá, h a v e n id o a ro b a m o s a q u í to d o lo q u e h a y a q u í
en el e stad o de C h ih u ah u a , lo q u e p ro d u c e ; n o d e b e m o s d e a y u d a r­
lo, d eb e m o s de q u ita rlo . . . estu vo a h í h a b lá n d o n o s . . . y o creo
ro m o u n a m edia h o ra , u n a h o ra , y a n o s d ijo : —B u en o , v áy an ­
se . . .14 (y reg resaro n a su p u e b lo B ach ín iv a).

Al hacerse cargo de las operaciones m ilitares en el N orte,


el general Jesús A gustín Castro procedió a dar a las Defensas
Sociales nuevam ente úna organización param ilitar. Estas
corporaciones dependerían directam ente del ejército y reci-
hii ían su organización por parte de elem entos com isionados
l>.11 ;i ello.
Una nueva etapa en cuanto a organización y finalidades se
vislumbraba para las Defensas Sociales. H abía un nuevo in~
ten tó p o r corporativizarlas, alineándolas a los intereses del
poder central y suprim iendo la diversidad de funciones y
autonom ía local que habían adquirido.
Con fecha 14 de febrero de 1919, el general Castro gira
lina circular a todos los jefes de Defensas Sociales en el esta­
do de C hihuahua, en la cual se determ ina la form a en que
llcberían cooperar con el gobierno.

C o n sid eran d o q ue las ag ru p acio n es a rm ad as q u e se h an v en id o d e ­


n o m in an d o “ D efensas S ociales” , p re s ta n y p u e d e n seguir p re s ta n d o
sus b u en o s oficios p a ra g a ra n tiz a r su h o g a r y sus p ro p io s in tereses,
®8te C u artel G eneral de m i cargo, h a te n id o a b ien d isp o n e r lo
sig uiente:

I ii Las “ D efensas S ociales” en el E sta d o de C h ih u a h u a , d eb erán


c o n tin u a r organ izad as en la m ism a fo rm a q u e lo estab an an te-

14 Op. cit., P H O /1 /1 4 7 .

97
rio rm e n te , p e ro co n las m o d ificacio n es q u e estab lece la pre.si-nh|
circu lar y q u e se e n u m era n en seguida:

2 o E l C u artel G e n e ra r n o m b ra rá Jefes d e p e n d ie n te s directam i mu


del m ism o y a q u ien es señalará zo n a , p recisan d o “ D efenw n",
q u e esta rá n a su s ó rd en es. E sto s Jefes, su b d iv id irán el
e n tre Je fe s su b a lte rn o s del E jército a las ó rd e n e s de los clin I«-»
q u e d a rá n los Jefes de las “ D efen sas” en cad a p u eb lo y a quii-m
se les seguirá re c o n o c ie n d o la asim ilación de M a y o r.15

Fue nom brado por la jefatura de operaciones el gcneial


Silvino M. G arcía,16 jefe de las Defensas Sociales en los ilm
tritos Guerrero, R ayón, Arteaga, Andrés del R ío, Benilo
Juárez, así com o la parte poniente del de Iturbide , siguien
do la línea que m arca la vía férrea del Ferrocarril Central:
esto sería la Prim era Zona. Se le comisionó para logra i l;i
cohesión y arm onía entre los elem entos que integraban la:,
defensas a su cargo; se establece como cuartel general ilc
las mismas la población de San A ntonio de Arenales; y se
le asigna al general G arcía una clave telegráfica que debía
usar para comunicarse con la jefatura de operaciones en I o n

casos que fuese necesario.17


En la m encionada circular se habla de subdividir a las De­
fensas Sociales p o r zonas, pero parece ser que bajo esta orj’.a
nización sólo se creó la Primera Zona, en la región serrana,
por ser el hábitat de las partidas villistas y tam bién porque
la parte sureste del estado estaba controlada po r fuerzas del
ejército al m ando de generales carrancistas.
Se procedió a com isionar a oficiales del ejército que pasa
ron a depender de la Jefatura de las Defensas Sociales, en­
cargándose del control y reorganización de las mismas.
La Prim era Zona se subdividió en jefaturas de sector a caí
go de un jefe e instaladas en lugares clave:

15 C ircular a to d o s los je fes de D efensas Sociales en el E stad o di-


C hihuahua. C u a rtel G en eral, fe b rero 14 de 1 9 1 9 , A IC E.

lb E x p e d ie n te X / I I I - 2 / 1 5 - 8 3 1 , Silvino M. G a rc ía, A DN C.

17 AICE.

98
Ni' u lo r Itu rb id e , corl. S alustio L im a c o n sede en S an ta Isab el; sec­
tor ( ■u errero , co rl. M iguel C o m ad u rá n c o n sede en G u e rre ro ; sec-
•"i R ay ó n , corl. M anuel C ald eró n en B o c o y n a ; se c to r A rteag a, corl.
t »eluvio A . G alin d o en C h in ip as; se c to r A n d rés del R ío , corl. Ni-
lé lo ro B ustillos en T o n ach ic , s e c to r B en ito Ju á re z , tte . c o rl. Prós-
l'i'io E spinosa e n C u sih u iria c h ic 18 (véase m ap a ).

I os jefes de sector debían rendir parte de novedades dia-


fjiimente al cuartel de las Defensas Sociales. Al propio tiem ­
po procedieron a reorganizar las defensas com prendidas en
h distrito.
I )ospués de reunir a los integrantes que form aban cada
liiui de las 'defensas, se daba lectura a la circular de reorgani-
iHulón, indicando las misiones que en lo sucesivo desempe-
n ni.in dichas unidades. Se procedía a pasar revista para sa­
ín i ,il m ando de qué jefe se encontraban, núm ero de oficia-
ion y tropa que las constituían, núm ero exacto de cartuchos
y calibre, caballos y condiciones de éstos. Posteriorm ente se
piiu a lfa a nom brar jefe de defensa, quien debía reunir las
dl(!ii ion tes características:
. . .estar avecin ado en el lugar, ser d e b u e n a c o n d u c ta civil y te n e r
las d o te s de m a n d o su ficien tes a ju ic io d e l je fe de la zo n a , a sí com o
t|in- m an ifiesten su c o n fo rm id a d c u a n d o m e n o s u n se te n ta y cinco
por c ien to de los c iu d ad a n o s q u e e sté n d isp u e sto s a p e rm a n e c e r ar­
m ó lo s en el p u e b lo de q ue se tr a t e .I 9

I' 11 el caso de congregaciones y rancherías, los jefes de es-


!•e. lugares estarían subordinados a los jefes de defensa de
11 .>1>l;iciones. A ellos se les daría “ una asimilación compren-

tlldü entre Sargento Prim ero y C apitán Segundo, según su


impncidad y la im portancia del núm ero de hom bres que co-
11111 nden, a propuesta del Jefe subalterno m ilitar y con apro-

b ic ló n del de la zona en que se encuentren dichas Defen-


Win" .20

IH Ib id e m .

1,1 Op. cit., C ircular . . . fe b re ro 14 de 1 9 1 9 , A IC E.

Ib id e m .

99
La elección de jefe contem pla las características que p au
el control político tradicionalm ente eran requeridas en l is
áreas rurales. El poder depende del núm ero de gente ¡pío
controle; crece el poder conform e se increm ente el n ú m u u
de hom bres bajo su control, pero además es im portante cks
tacar, en este caso, que el poder del jefe regional aumenta en
función de la capacidad que tenga de subordinar a un obje­
tivo más amplio los intereses locales o personales.
Es de particular significación, el contenido de las siguicn
tes cláusulas:

T odos los e le m en to s civiles, inclusive los q u e ten g an asim ilación


m ilitar y qu e c o n stitu y a n las “ D efensas Sociales” ai q u e d a r instíl n (
das éstas, será so lam en te p a ra g aran tizar su h o g ar, sus in tereses y mi
vida, p o r c u y o m o tiv o n o p ercib irán re m u n e ra c ió n alguna peto
tam p o co te n d rá n la o b ligación de p re sta r servicios de arm as fuom
de su región. Las “ D efensas” e n tre sí, te n d rá n el d e b e r im prescim li
ble de p ro te g e r m u tu a m e n te sin q u e sea necesario p a ra el caso, ói
denes especiales y co n m a y o r ra z ó n c u an d o las recib an en tal sen
tid o , pues el c o m an d o que esta circu lar e stab lece, es so lam en te i >. i
ra que de u n a m a n e ra ex p resa fo rm e y sosten g a la c o h esió n enli<
los elem en to s arm ad o s y se u n ifiq u e el m a n d o p a ra el m ejo r éxito
en la p ro te c c ió n q u e las “ D efen sas” se p ro p o n e n , p a ra lo eiuil
c o n ta rá n co n to d o el a p o y o m aterial y m o ra l de las fu erzas depen
d ien tes de e sta je fa tu ra de O p eracio n es.21

En cada una de las poblaciones se procedió a la reorgan i


zación levantando un acta donde quedaran asentados los
nom bres de ios dirigentes electos.22 En la m ayoría de los
casos el lugar de reunión fue la presidencia m unicipal, I"
cual es m uy sintom ático y deja ver la injerencia que tenían
los políticos locales en el m anejo de estas organizaciones
Como Jefatura de armas de Defensas Sociales era asignada
una casa particular.
Los jefes regularm ente eran nom brados entre quienes ya
con anterioridad desem peñaban el cargo; aunque en ciertos
casos, al parecer después de realizar una “votación demoeni

2 5 Ib id e m .

22 Op. cit., A IC E.

100
resultaron electas personas con diferentes característi-
i (is I Cusihuiriachic, por ejem plo, el jefe era el ingeniero
11

m inas E duardo W. E nríquez, sustituido por el señor Jesús


Muría Mendoza, exvillista; en San Andrés, Luis A. García
liic sustituido po r el m ayor Manuel de la Rosa, exvillista.
No todas las Defensas estaban dispuestas a cooperar en la
pwsecución de los villistas. En ocasiones el ánimo de algu­
no:; elem entos decaía, por los hechos que se registraban en­
tro sus com pañeros: la Defensa Social de Satevó, al serata-
rmla por los villistas, no recibió ayuda, m uriendo algunos
nocíales durante la refriega. Como resultado del asalto a la
población de Satevó y el tem or de que fueran sitiadas las
poblaciones de Bachíniva y Nam iquipa, el general Castro
ordenó que se suspendieran los trabajos de reorganización
tic las Defensas y se preparara el ánimo de los sociales en
los lugares donde se pensaba atacaría el enemigo, para que
OKI uviesen dispuestos a cooperar en la campaña. Para tales
efectos el general Silvino M. García gira una circular en los
Siguientes térm inos:
. . .los e x h o rto p ara q ue u n id o s, y a q u e estáis c o n s titu id o s en D e­
fensas Sociales, q u e serán a n o d u d arlo las q ue acab en d efin itiv a­
m ente co n el b a n d o lero V illa y sus c o m p añ e ro s . . . estéis p rev en i­
dos y m e ay u d éis a rec h a z a r los ataq u e s de este p ern icio so elem en-
lo que p o r desgracia agobia to d a v ía al h e rid o p u e b lo ch ih u ah u e n se.
No so lam en te se es p a trio ta m u rie n d o en C arrizal c o n tra lo s invaso­
res del p a ís, ta m b ié n se es p a trio ta y se es h é ro e m u rien d o en de­
fensa de la paz y el o rd e n , c o n tra los m alvados q u e ro b a n , violan
" in cen d ian . E spero de v u estro p a trio tism o m e ten g áis al ta n to de
to d o s los m o v im ien to s q u e observeis en v u estra z o n a a fin de pres-
taro s u n a a y u d a efectiv a y ráp id a.

lista proclam a concluía arengando:


¡C hihuahuenses, no p erm itá is la d esh o n ra de v u estras fam ilias! El
bandido V illa coje p risio n eras a*'vuestras in o c e n te s hijas y' se las
H iparte a sus fo rajid o s, y este h o n o r está p o r e n cim a de to d o s los
Intereses a m o rir pues p o r la h o n ra de n u estra s fam ilias.

¡ Viva el estado d e C hihuahua libre y con h o n o r /23

C ircular y p ro c la m a a los je fe s de d efen sa en San A n to n io de


i' nales; el lo . de m arzo de 1919, A ICE.

101
El lenguaje demagógico y m aniquéo em pleado en la pro­
clama dem uestra que el gobierno carrancista usó todos los
argum entos posibles para desprestigiar al villismo y fortalc
cer el reclutam iento.
M ientras tan to el villismo, carente de un program a escrito
y de un m ovim iento que rebasara el ám bito local, aceptó el
program a em anado de la Alianza Liberal M exicana24 y lo
hizo aprobar p o r sus fuerzas en R ío Florido, de donde que
dó con el nom bre de Plan de R ío Florido. 25 Im portante fue
el hecho de que Villa reconociera que el cam ino al triunfo
dependía de la sustitución de su táctica guerrillera por un
ejército regular con una concepción diferente, com o lo pro
po n ía Felipe Angeles, bajo el nom bre de Ejército Recons
tru c to r Nacional.
A principios de enero de 1919 se reunió Felipe Angele :,
con las fuerzas de Villa en el cam pam ento de Tosesihu.i,
C hihuahua, en donde el C entauro del N orte se en co n tráis
dedicado a la tarea de organizar m ilitarm ente a sus hom bres
para iniciar la cam paña form al.26
En el curso de los prim eros meses de 1919, Villa y Angc
les llevaron a cabo acciones guerrilleras, librando varios com
bates y ocupando ciudades transitoriam ente. Ricardo Michcl
e H ipólito Villa entran en contacto nuevam ente con Eran
cisco V. A ntillón, jefe de la Defensa Social de Namiquipa,
a quien hacen llegar el m anifiesto que Villa dirige a las De­
fensas Sociales de C hihuahua en 1918; o tro dirigido a los
exsoldados de la defensa del lugar, y una carta en la que les

24 L a A lian za L ib eral M exicana fu e fo rm a d a p o r lo s rev o lu c io n a ­


rios d e ste rra d o s q u e p re te n d ía n u n ific a r las faccio n es rev o lu cio n arias
y re sta b le c e r la p az en M éxico. C on sede en N ueva Y o rk , te n ía filiales
en las ciu d ad e s fro n te riz a s im p o rta n te s. A ella p e rte n e c ía n F elipeA n-
geles, A n to n io I. V illarreal, Jo sé Ma. M a y to ren a , M iguel D ía z l o m b a r ­
d o , etc. F e d e ric o C ervantes. F elip e A n g e le s y la R e v o lu c ió n d e 1913,
M éxico,-s/e , 1 9 4 2 , p p . 2 2 5 , .227.

25 Plan d e l río F lo rid o , fo rm u la d o p o r el gen eral A n to n io I. V illa­


rreal; p re te n d ía la u n ific a ció n de to d a s las facciones re v o lu cio n arias,
bajo la b a n d e ra de la C o n stitu c ió n del ‘57; Ib id e m , p. 2 4 7 .

26 F e d e ric o C ervantes. F rancisco V illa . . ., op. cit., p p . 5 8 8 —590.

102
proponen una alianza entre los sociales y las fuerzas villistas.
l,i'N ofrecen toda clase de garantías para que regresen a sus
H ilares las familias que se han alejado y refugiado en la
Nli'ii.i por criminales engaños de sus enemigos.27 Le hacen
HiIht nuevamente el m otivo por el que continúan en pie de
lliclia y que es “ el castigo ju sto para los verdaderos culpables
(Je las desgracias que afligen al país que lo son los carrancis-
las, derribar a ese régimen corrom pido que nos avergüenza y
nos envilece, procurando el advenim iento de un gobierno ge-
RUi llámente popular, fuerte y honrado que nos haga fe­
lices” .2®
fin estos m om entos en que el villismo se encontraba y a en
franca decadencia, era difícil conseguir prosélitos. El gobier­
no se, había encargado de desprestigiarlo atrayendo a los ex-
Vlllistas y a la población civil, enrolándolos en las defensas
...... o fuerzas de choque. Además de que en las Defensas
tle Namiquipa y Bachíniva había gran descontento hacia el
general Castro, a quien culpaban de no haberle dado su justa
Im portancia al m ovim iento que em prendían los sociales con-
tru los villistas. Sabían que Villa con ochocientos hom bres
bien pertrechados se encontraba en el cam pam ento Las
<¡ruces. La Defensa de Namiquipa, y las familias en su totali-
dad habían abandonado el pueblo y perm anecían aún en la
llerra. Por la com unicación de los villistas con el m ayor An-
tlllón tenían la esperanza de que la población no fuera ata-
i ada; sin embargo, estaban preparados para defenderse, pero
era necesaria la ayuda del gobierno.29
L1 18 de abril los villistas tom aron una vez más la ciudad
«1c Parral, que estaba defendida po r fuerzas al m ando del
general M adinabeytia (exjefe del estado m ayor de la Divi­
sión del N orte) y por Defensas Sociales dirigidas por el
Ingeniero Francisco Chávez H olguín, José de la Luz Herrera,
Melit ón Lozoya, José M aría Gutiérrez, “ el C hato” Jurado y

'■’~l E x p e d ie n te X I/I II/5 —8 1 6 9 , F ran cisco V . A n tilló n , A D N C , f. 12.

28 Ib íd e m , f. 12.

■!í) A IC E.

103
otros. “ Todos de familias notables de. a h í” .30 En dicho com ­
bate fue tom ada prisionera la totalidad de la Defensa Social,
a cuyos integrantes se les perdonó la vida, excepto a José de
la Luz H errera y a su hijo Ceferino, quienes fueron fusilados
por considerárseles traidores.
Villa, dueño de la plaza, procedió a im poner préstam os
forzosos a las com pañías m ineras que explotaban los fundos
en esa parte del estado. A bandonaron Parral y a fines de
abril atacaron Ciudad Juárez. La posesión de esta localidad
fronteriza era clave para iniciar la cam paña formal que se
había planeado, y como no pudieron tom arla se replegaron
nuevam ente al sur, rum bo a Durango.
A nte la amenaza de las partidas villistas que habían ata­
cado la población de Santa Isabel y m erodeaban po r la sie­
rra, el general G arcía ordenó a los jefes de defensa en la
región alistar sus fuerzas por si era necesario movilizarlas.
Esta orden debía ser obedecida por los “ sociales” ; se apoya­
ba en la cláusula séptim a de la circular ya referida. Sin em­
bargo, para algunos resultaba difícil acatarla . . . “ al estar
fuera de nuestras casas por algunos días tenem os que ero­
gar gastos que para m í son m uy fuertes, pues soy pobre” .31
M ayor descontento se generó entre los sociales cuando el
general Castro ordenó que se procediera a organizar una co­
lum na de caballería com puesta de mil hom bres (socialistas
de la sierra) que operarían en el estado de Chihuahua bajo
las órdenes del general Silvino García y cuyo objetivo sería
perseguir al bandolero Villa y a sus gavillas. La colum na per­
cibiría haberes á partir del 5 de m ayo, en la siguiente forma:
un peso diario a sociales m ontados y arm ados, dos cincuenta
a oficiales y cuatro pesos a jefes, más cincuenta centavos a
todos para forrajes.
La convocatoria se hizo del conocim iento de todas las De­
fensas, quienes se negaron a form ar parte de la colum na ex­
pedicionaria. A poyados en el contenido de la cláusula quin-

30 Op. c it.y P H O /8 /3 1.

31 A ICE.

104
la de la circular, expresaron los m otivos p o r los que no de­
seaban participar.
En Santa M aría de Cuevas sus m iem bros m anifestaron:

S uplica e sta D efen za, a esa S u p erio rid a d q u e te n g a la v o n d ad de


c o n sid erarla en el sen tid o de q u e p a ra in g resar á esa c o lu m n a de
q u e se h ace re feren c ia , n o e stá la g en te en la p o sib ilid ad de h acerlo
p o r m o tiv o s m u y legales, c o m o és, el e sta r en lo gen eral escasos de
víveres, y esta r e sp era n d o llá, el tra b a jo escencial de e sto s p u e b lo s
co m o es la siem b ra, q u e es el ú n ico e le m e n to q u e ésta reg ió n tien e
de vida, p o r lo que su p licam o s m u y a te n ta m e n te se digne to m a r en
c o n sid eració n las ra z o n e s e x p u e stas, en el c o n c e p to que c o m o a n te s
decim os, e stam o s de a c u e rd o a p re s ta r n u e stro s servicios siem pre
q ue sean n ecesario s, e n n u e stra reg ió n co m o siem pre lo h em o s
b e n id o h a c ie n d o .32

El docum ento está firm ado p o r el jefe de la Defensa Te-


lésforo R odríguez en representación de los que no saben fir­
mar, adem ás de las firmas de catorce sociales.
El jefe de la Defensa de Carretas inform a:

Sólo p o r las circu n sta n cia s d ifíciles p o rq u e atraviesan p a ra el so stén


de v ida, ded icad as c o n sta n te m e n te al ru d o tra b a jo p ara la m a n u te n ­
ción de sus p ro p ia s fam ilias y c o m o se tr a ta de u n a cto v o lu n ta rio
n o les es p o sib le a d m itir las p ro p o sicio n e s a n te s d ich as p a ra fo rm a r
p a rte e n la co lu m n a q u e se p re te n d e o rg a n iz a r.33

La Defensa de Santa Rosalía m anifiesta que por estar


muy próxim a la estación de lluvias, y como la agricultura
dem anda toda la atención y esfuerzos, todos los vecinos se
consagrarían al fom ento del cultivo de los campos con asi­
duidad y constancia, por ser este ram o la fuente de vida y
de riqueza de estos pueblos.34
Tam bién las Defensas de Carichic, San Francisco de Bor-
jas, San Andrés, Los Llanos de San Juan Bautista, Bustillos,

32 Ib id e m .

33 Ib id e m .

34 Ib id e m .

105
Cusihuiriachic, entre otros, m anifiestan su negativa. Sin du­
da el gobierno parecía olvidarse de la situación precaria en
que estaban estos cam pesinos norteños. La inform ación ob­
tenida nos dem uestra que fue el campesino sedentario, tan
pobre com o los rebeldes villistas, el enrolado y movilizado
nuevam ente para suprim ir la oposición ciertam ente popu­
lar. C om prom etidos en una lucha en la que no habían obte­
nido beneficios, su m ejor protesta era negarse a cum plir ór­
denes.
Sin em bargo, ante la respuesta de los sociales de no aban­
donar sus hogares y salir de su región, se ordenó un recluta­
m iento forzoso. La m itad de los elem entos que integraban
cada defensa debía ponerse a las órdenes de la Jefatura de
las Defensas; la otra m itad perm anecería en su localidad para
defender al pueblo y seguir sus labores en el campo. Se pro­
cedería al desarme inm ediato de los que aún así no acatasen
la orden de salir . . . “ trayendo las armas, para arm ar otros
contingentes que están dispuestos a prestar sus servicios y
que carecen de esos elem entos, porque dadas las circunstan­
cias porque atravesamos se considerarán encubridores del
bandolerism o a todos aquellos que no quieran batirlos en la
form a que les ordene este C uartel General y serán castigados
enérgicam ente” .35 No se les dejaba alternativa, ya que las
armas era una garantía de protección en sus pueblos; con
esta m edida se les dejaba a la ofensiva villista y a las depre­
daciones que pudiera com eter la tropa del ejército. Unida a
esta circular, el general García gira la siguiente proclam a a
las Defensas Sociales.

. . .m e h a d a d o v e rd ad era triste z a la a c titu d in d ife re n te y fría que


h an asu m id o las d efen sas sociales en e sta h o ra del peligro co m ú n .
C u an d o pase la c o n fu sió n del m o m e n to y la H isto ria reco ja en sus
anales los h e c h o s de la actu a l R evolución c o n d e n ará con su severo
v e re d ic to , la fa lta de en tu siasm o de los h a b ita n te s arm ad o s del Es­
ta d o de C h ih u ah u a , q u e p u d ien d o a y u d a r a la p acificació n , n o lo

35 C ircular y M anifiesto a los jefes de D efensa Social, 5 de m ay o de


1919, A IC E.

106
h ic ie ro n , d a n d o co n esto u n a p ru e b a p a lp ab le d e su fa lta de p a trio ­
tis m o .36

Y es que las clases populares, cansadas de una guerra sin


destino y de hacer las veces de carne de cañón, lo que de­
seaban era que los dejaran en paz aunque en su misma con­
dición de miseria, que no los obligaran a movilizarse aleján­
dolos de sus núcleos familiares y obligándolos a rom per sus
propios códigos de lealtad, confianza, parentesco. Sin em­
bargo, es esta clase oprim ida la que el gobierno usará, diri­
gida po r elem entos de los sectores m edios que, exterm inan­
do al villismo, buscaban acom odo en la nueva burocracia
gubernam ental.

La g e n te del cam p o q u e fu e la q u e h iz o la R ev o lu c ió n e stá e x a c ta ­


m e n te igual, son m iserables y h a m b ie n to s, siguen p o b re s, siguen p a­
d e cie n d o en ferm ed a d e s, h a m b res y m iserias . . . lo s q u e h a n ganad o
con la R ev o lu ció n , h a n sido los o b re ro s y la b u ro c ra c ia , lo s que
h ic ie ro n la R ev o lu ció n q u e so n los cam p e sin o s, los e n c u e n tra u ste d
en las m ism as c o n d ic io n e s.37

En la form ación de la colum na expedicionaria fueron co­


m isionados los jefes de defensa, quienes debían proceder al
reclutam iento po r leva si era necesario, usando de todos los
m edios para ello; asimismo se les autorizó para que castiga­
ran hasta con la pena de m uerte al que se abstuviera de pres­
tar un servicio que la sociedad exigía,38 se señalaba.
Noventa y dos rancheros de la hacienda Bustillos (intes­
tado Zuloaga) se presentaron para solicitar perm iso para ter­
m inar su siembra; se les negó y fueron incorporados con los
sociales de Nam iquipa, Bachíniva, San Isidro, Guerrero y
Temósachic.
Sesenta y un integrantes de la Defensa Social de Temósa­
chic inform an cóm o se llevó a cabo el reclutam iento:

36 Ib id e m .

37 Op. cit., P H O /1 /4 2 , p. 69.

38 T em ó sach ic, 22 de m a y o de 1 9 1 9 , A1CE.

107
L os je fe s de la d e fen sa E u m elio V arela y Jo sé R a m íre z P rieto e m ­
p ez a ro n a re c lu ta r g en te p o r el sistem a d e levas, a cada ciu d ad a n o
a q u ien les d a b a gana. H u b o p erso n as q u e fu e ro n sacadas de sus
hogares, labriegos que se e n c o n tra b a n en sus tra b a jo s fu ero n to m a
dos d e ja n d o sus h e rra m ie n ta s de tra b a jo . No se re s p e ta ro n ancianos
q u e p o r su ed a d , d e b ie ro n de h ab e r sido dignos de to d a clase de
co n sid eracio n e s . . . F u im o s llevados a u n in m u n d o co rral, cual si
h u b iésem o s p e rd id o n u e stra c o n d ició n de h o m b re s, p u es fu im o s
tr a ta d o s p e o r q u e anim ales. De los q u e su scrib im o s c o m o sesenta y
o c h o civiles fu im o s llevados a caballo y e n tre e sta y San A n to n io
n o s d esertam o s, ta n to p o rq u e n o se n o s d ab an arm as co m o p o r la
in d ig n ació n de ir co n lo s m e n c io n a d o s jefe s. O tro s p erm an ecim o s
o c u lto s y m u ch o s h u im o s a los m o n te s, p a ra lib ra m o s de la leva,
p e ro en lo general to d o este p u e b lo fu e u ltra ja d o co n la única ex
cep ció n de los am igos o fa v o rito s de los je fe s c itad o s. P o r la nocla-
fu im o s c o n d u c id o s p o r fu erza arm ad a a la esta ció n del ferrocarril.
F u im o s llevados a San A n to n io de A ren ales, a d o n d e llegam os al
sig u ien te d ía . A h í se n o s d iero n en m ed io de risas y burlas, arm as
casi in ú tile s y m u n ic io n e s d eficien tes e in su fic ie n te s. El 27 del
m ism o m es fue a tac ad o el p u e b lo de San A n d rés p o r las fuerzas
villistas. F u im o s llevados a la lín e a de fuego. N u estras arm as sólo
n o s sirvieron p ara h ac e r u n a a p a re n te d efen sa p o r su in su fic ie n cia .3-1

De esta m anera, aunque no generalizada, fue form ada la


colum na expedicionaria. A sus integrantes se les proporcio­
nó parque, se les uniform ó y percibieron un salario en forma
regular. F ue esta colum na la que daría origen a las Fuerzas
Auxiliares de Caballería creadas por el general Enríquez en
junio de 1919.
Así las Defensas Sociales en sus respectivas regiones con­
tinuaron la cam paña exterm inadora del villismo. Además de
sus actividades regulares, se ocupaban de la construcción de
fortificaciones, reparación de puentes, etcétera, como si
fueran tropa del ejército.40 La jefatura de operaciones les
rem itía arm am ento y víveres y continuam ente se hacían

39 C arta que e n v ían 72 in te g ra n te s de la D efensa Social de T em ósa-


chic al general Ignacio E n ríq u e z , co n m o tiv o de su n o m b ra m ie n to
c o m o je fe de las D efensas Sociales y F u erzas A u x iliares del e sta d o ; lo
felicitan y se q u ejan de la a c titu d de los je fe s de la D efensa Social José
R a m íre z P rieto y E u m elio V arela, 28 de ju n io de 1919, A IC E.

40 A IC E.

108
prom ociones para que los vecinos de los pueblos se integra-
i.m a estas organizaciones. A los desertores se les enviaba a
la jefatura de las Defensas, así como a los que se les encon-
11 .iba robando o com etiendo arbitrariedades.41

C ontaban las Defensas Sociales con un servicio médico


que daba atención a los heridos en cam paña. Los Jefes de
defensa im partían justicia entre sus agremiados, quienes a
su vez, en sus respectivas poblaciones, tom aban la justicia
n i sus m anos e im ponían el orden “ m uy a su m anera” . Pero
estos cuerpos de autodefensa parecían ser poco eficientes,
ya que las quejas de la población civil, por destrozos que
( ^m etían los villistas en poblaciones y rancherías, se suce­
dían sin interrupción.
Seis meses al frente de la jefatura de operaciones el gene­
ral Castro y la creación de la jefatura de las Defensas Socia­
les con organización param ilitar, no habían logrado el obje-
I ivo del exterm inio del villismo; y es que el general Castro
se dedicó a organizar adm inistrativam ente su División, des­
cuidando la cam paña m ilitar; además, durante su estancia en
Chihuahua fue concesionario de casas de juego en Ciudad
Juárez.

41 Se re m ite a los reo s P o m p o so M árquez, P e d ro y L ean d ro Pala­


cios, que se d ed icab an a ro b a r en o tra s reg io n es a los m ism os sociales.
El socialista Pablo D o m ín g u e z fu e d e te n id o y a q u e era u n sa lte a d o r de
cam inos, A IC E.

109
Las Defensas Sociales, instrumento de poder
gubernamental frente al poder del ejército

Ante el fracaso de las operaciones m ilitares dirigidas por el


general Jesús A gustín Castro contra el villismo, V enustiano
Carranza nom bra para sustituirlo al general Manuel M. Dié-
guez, com andante m ilitar en Chihuahua, el 15 de ju nio de
1919, y ante las constantes peticiones del general Ignacio
Enríquez —que se encontraba en la ciudad de México al
lado de C arranza— para que le otorgara el m ando de fuerzas
en el estado, accede el Prim er Jefe y lo nom bra jefe de las
Defensas Sociales del estado de C hihuahua, así como de las
Fuerzas Auxiliares de Caballería que estaban al m ando del
general Silvino García, debiendo establecer su centro de
operaciones en un p u n to que tuviera conexión ferroviaria
para m antener com unicación con el cuartel general.1
Resulta paradójico que habiéndole otorgado Carranza al
general E nríquez el m ando de fuerzas para acabar con el
núcleo villista, centro de agitación en el N orte, estas fuerzas
hayan sido usadas un año después en contra del propio Ca­
rranza.
Las Defensas Sociales y sobre todo las Fuerzas Auxiliares
de Caballería, reclutadas con elem entos de las propias de­
fensas, pasarían p ronto a ser base de apoyo político de En­
ríquez. Am én de la persecución de Villa y sus fuerzas, de la
captura de Felipe Angeles en 1919, fueron usadas para apo­
yar al obregonism o a través del Plan de Agua Prieta.2 De
estas organizaciones partió el apoyo y éxito que tuvo el ge­
neral Enríquez en su cam paña p o lítica electoral para ocupar
la gubernatura constitucional del estado.

1 E x p e d ie n te X I /I I I /2 —8 7 6 , op. cit., 1 .1 , A D N C.

2 V éase Plan d e A g u a Prieta, ab ril 13 de 1 9 2 0 , en M anuel G onzález


R am írez. P lanes p o lític o s y o tro s d o c u m e n to s, M éxico, F o n d o de C ul­
tu ra E co n ó m ica, 1 9 7 4 , p p . 2 5 1 —2 5 5 .

111
Ignacio Enríquez como jefe de las Defensas Sociales hizo
proclam ar un M anifiesto al Pueblo de Chihuahua, 3 en donde
expresa que a principios del año varias agrupaciones p o líti­
cas le ofrecieron la candidatura para gobernador del estado,
pero que considerando el increm ento que había tom ado el
bandidaje encabezado po r Villa, m anifestó al presidente Ve-
nustiano Carranza su deseo de colaborar en la pacificación
del estado. Prim ero al lado del general Castro y posterior­
m ente al ser nom brado el general Diéguez, fue “ honrado”
con el nom bram iento m encionado. En consecuencia, habién­
dose aplazado las elecciones —ya que prim ero estaba el logro
de la pacificación—, deja la cam paña política para dedicarse
a la m ilitar, donde encauzará todos sus esfuerzos. Invita a
sus conciudadanos a que se agrupen en torno al general Dié­
guez y que pongan sus energías para exterm inar el vandalis­
mo que ha devastado nuestro suelo. Concluye:

. . .a m is p a rtid a rio s les m an ifie sto q u e si sobrevivo d esp u és de estn


cam paña, volveré co n ellos a c o n tin u a r la brega, a le n ta n d o p o r igua­
les p rin cip io s y p o r los m ism os ideales q u e h a sta h o y n o s h a n m a n ­
te n id o id e n tific a d o s y q u e si acaso su c u m b o en la lu c h a , m o riré
c o n te n to de h a b e r o fre n d a d o m i v ida en b ien de este m i qu erid o
e stad o de C h ih u a h u a .4

Ahora con el m ando de fuerzas y perfilándose como fu­


turo gobernador, no fueron pocas las personas y agrupacio­
nes que estuvieron dispuestas a apoyarlo y a cooperar en las
Defensas Sociales o enlistándose en el cuerpo de rurales, ya
que veían la posibilidad de tener cabida en su gobierno. Los
sectores m edios estuvieron dispuestos a cooperar en ambas
tareas. Enríquez recibió m uestras de adhesión ofreciéndole
reorganizar Defensas y posteriorm ente trabajar en pro de su
candidatura.5

3 15 de ju n io de 1 9 19 , A ICE.

4 Ib íd e m .

5 E x p e d ie n te X I /I I I / 2 - 8 7 6 , op. cit., 1.1, A DN C y A IC E.

112
Después del frustrado ataque de Francisco Villa a la ciu­
dad fronteriza de Ciudad Juárez (julio de 1919) y conside-
nmdo el general Enríquez que al replegarse al sur se interna-
i ía en el distrito Galeana, donde aún no se habían organiza­
do Defensas Sociales, m anifiesta al general Diéguez la nece­
sidad de formarlas. Para ello, Enríquez com isionó al capitán
Uafael Sanmiguel, quien m archó a la zona m encionada (véase
mapa); procedió a reunir en la presidencia m unicipal de cada
lui'.ar a los vecinos, dándoles a conocer lo siguiente:

. . .el g o b iern o h a to m a d o u n a re so lu ció n en érg ica en lo que resp ec-


la a la persecu ció n del b an d o lerism o y q u e p o r lo m ism o d esea q u e
los h a b ita n te s de los p o b la d o s d efin an su a c titu d , es d ecir, q u e t o ­
llos los qu e e stén d isp u esto s a ay u d a rlo se ag ru p en arm á n d o se p a ra
d efen d er sus hog ares, vida e in terese s, que es v ergonzoso q u e u n
l'.rupo de villistas p o r el h ech o de q u e tra e n arm as lleguen a lo s p u e ­
blos y c o m e ta n atro p e llo s sin que n ad ie les p o n g a c o to a sus des­
m anes y q ue p ara ev itar esto es de u rg en te necesid ad q u e to d o
m u n d o se a rm e .6

Fueron organizadas las Defensas en Casas Grandes, Ga-


leana, San Buenaventura, Pearson, que incluye: Colonia Ju á ­
rez, Colonia Fernández Leal, Colonia Hernández, Colonia
Di az, Colonia Aldama, Colonia Dublán; Ascensión, Janos,
I lacierda El M arquezote y Hacienda Corralitos (véase el cua­
dro anexo 1) ; se nom bra en cada una de ellas jefes prim ero y
segundo;7 se rem ite la inform ación correspondiente acerca
del número y arm am ento de los integrantes de cada defensa,
y se les aprovisiona de parque. Al mismo tiem po que se o i­
rán izaron estos cuerpos de defensa y se reorganizaron nue­
vamente los ya existentes, Enríquez procedió a form ar una
rolum na com puesta de mil hom bres auxiliares, que perci­
biendo haberes y a sus órdenes se dedicarían a la persecución
del bandidaje, teniendo obligación de prestar sus servicios en

AICE.

7 Se fo rm a ro n las defen sas del d istrito G r'leana, n o m b rá n d o se p ri­


m ero y segundo jefes; de acu e rd o al n ú m e ro de in te g ra n te s q u e la
. (im p o n ían se les e x p e d ía n o m b ra m ie n to y cred en ciales d e id e n tific a -
, lón. M C E .

113
el estado. De su organización un com isionado inform a que
tropezó con serias dificultades debido a que la gente de los
pueblos se quejaba dél reclutam iento anterior, po r el engaño
de que habían sido víctim as ya que al llegar al lugar asigna­
do no les habían pagado sus haberes; además, hubo poca
ayuda en el reclutam iento po r parte de las autoridades m u­
nicipales. El propio E nríquez realiza una gira po r la sierra
con gran éxito: en un mes que lleva al frente de las Defensas
Sociales ha reunido setecientos cincuenta hom bres para en­
trar en la cam paña activa, aclarándose que cum plido su co­
m etido las fuerzas serían licenciadas.
Los sueldos para estas Fuerzas Auxiliares fueron incre­
m entados8 y pagados con regularidad; se les abastecía con
suficientes provisiones. Adem ás se estableció un servicio sa­
nitario com isionado para las Fuerzas Auxiliares, siendo los
m édicos integrantes asimilados tam bién con el grado de
m ayor.
A los deudos de sociales que form aban parte de las Fuer­
zas Auxiliares se les otorgó una pensión correspondiente al
sueldo que percibían en el ejercicio activo; respecto a los
sociales que fallecían en com bate dentro de su región, se dis­
trib u ían a sus deudos pequeñas cantidades com o auxilio pa­
ra satisfacer sus necesidades.
R esulta interesante cóm o E nríquez logra atraer fácilm en­
te a un núcleo de sociales, m ejorando su situación econó­
mica, sueldos elevados y puntualm ente pagados y otorgando
ciertas concesiones; esto quizá a la población rural da la po­
sibilidad de esperar que una vez lograda la paz se lleven a
cabo las reivindicaciones sociales prom etidas por Enríquez.
Los sectores m edios lo apoyan porque ven en él a un defen­
sor de sus intereses, com o ya lo había dem ostrado cuando
ocupó la gubem atura provisional del estado.

8 Los sueld o s era n los sig u ien tes: $ 5 .8 9 m a y o r; $ 4 .8 6 ca p itá n p ri­


m e ro ; $ 4 .2 2 c a p itá n seg u n d o ; $ 3 .5 8 te n ie n te ; $ 3.3 3 s u b te n ie n te ;
$ 2 .2 0 sarg en to p rim e ro ; $ 1.75 sarg en to se g u n d o ; $ 1.50 c a b o ; $ 1.25
so ld a d o ; m ás c in c u e n ta c e n ta v o s d iario s p a ra el so ste n im ie n to de sus
anim ales cu an d o el g o b ie rn o n o les su m in istrara forrajes. El general
E n ríq u e z en su calid ad de je fe , re c ib ía u n salario de $ 1 6 .0 0 diarios.

114
En la cam paña antivillista colaboró —como ya se dijo
antes— el gobernador del estado, ingeniero Andrés Ortiz,
quien m ediante una proclama ofrece una recom pensa de
cincuenta mil pesos a quien o quienes aprehendan a Villa.
En todas las poblaciones de Chihuahua se distribuyeron
proclamas de la recom pensa; esto, así com o el rom pim iento
de Villa con el general Angeles, la m uerte de M artín López
y la falta de parque, provocaron que m uchos villistas conti­
nuaran amnistiándose.
Las Defensas Sociales seguían organizándose en las pobla­
ciones donde no existían, o bien en aquellos lugares donde
habían sido disueltas. La Defensa de Tonachic, distrito An­
drés del Río, form uló al organizarse su propio reglamento,
enviándolo al cuartel general. Son de particular interés los
puntos ocho y nueve del reglam ento, que señalan lo siguiente:

T o d o m iem bro de esta d efen sa tie n e la o b lig ació n de c o n trib u ir, se­
gún sus circu n stan cias p ara el so ste n im ie n to de esta co rp o ra c ió n ,
con la c u o ta que al efe c to se les asignará y cu y o s fo n d o s se inver­
tirán en au x iliar a los m ism os cu a n d o fu ere n ecesario . E stos fo n d o s
ingresarán a la te so re ría de esta d efen sa, en d o n d e p erm a n ec e rá n
h asta darles la inversión c o rre sp o n d ie n te ” .9

Dada la heterogeneidad social y posibilidades económicas


de sus com ponentes, en algunos casos com o éste sus inte­
grantes se obligaban a cooperar para poder pertenecer, lo
que Íes daba derecho a estar arm ados y adquirir m uniciones
librem ente. Algunos sociales estaban dedicados a defender al
pueblo todo el tiem po; hacían servicio de vigilancia y esta­
ban a las órdenes de los jefes de defensa; por ello se les pa­
gaba un sueldo regular.10
Fueron sociales los que persiguieron al general Felipe An­
geles, quien al separarse de Villa definitivam ente, se dirigió
con una pequeña escolta a diversos lugares de la sierra, elu­
diendo la persecución de las Defensas. La traición de un ex-

9 R eglam ento fo rm u la d o p o r la d e fen sa pasiva “ Ignacio C. E n rí-


q u e z ” , bajo cuyas bases q u e d a o rg an izad o T o n a c h ic , d istrito A ndrés
del R ío , d iciem b re 10 de 1919, A IC E.

10 O p. cit., P H O /1 /4 2 .

115
villista, Félix Salas, m iem bro de la Defensa Social de Balleza,
lo puso en m anos de-sus perseguidores para que se le juzgara
po r el delito de rebelión m ilitar en campaña. Felipe Angeles
fue fusilado el 26 de noviem bre de 1919.11
Felipe Angeles y Pancho Villa, que en la División del N or­
te se com plem entaron de m anera excelente :(un táctico y un
estratega, siempre se m anifestaron un profundo cariño y
respeto. Angeles, en su contacto con los campesinos de Mo­
rolos prim ero y en el N orte después, com prendió que “ lo
que guiaba a Pancho Villa en todas sus acciones, aun las más
contradictorias, era un incontenible, inm enso sentim iento
de am or y servicio a las m asas” .12 A él lo había llevado a la
Revolución un sentim iento de justicia; sin embargo, la in­
com patibilidad entre la táctica del m ilitar de carrera y la
audacia del guerrillero fue la causa del distanciam iento, di­
ferencias que respondían a sus orígenes sociales opuestos y
a su concepción sociopolítica.
La m uerte de Angeles representaba para Carranza un peli­
gro m enos, sum ándose a la del líder suriano Em iliano Za­
pata, asesinado en la hacienda de Chinameca el 10 de abril
de 1919.
Por lo que respecta al sector obrero, que había apoyado
al carrancism o en 1915 creando los batallones rojos, tam ­
bién se vio am enazado po r el propio Carranza, quien duran­
te 1916 dictó una serie de disposiciones antiobreras; logró
sin em bargo en 1918, organizar en Saltillo la Confederación
Regional O brera M exicana (CROM), con la cual se fortaleció
el m ovim iento de los trabajadores.13 Por su parte Obregón,
que había adquirido gran popularidad, aprovechó la coyun­
tura y así en 1919 el Partido Laborista lanzaría su candida­
tu ra a la primera! magistratura! del país. Por contra, Carranza
pretende im poner a un civil, Ignacio Bonillas, com o candi­

11 F ed e ric o C ervantes. F rancisco Villa . . ., op. cit., p. 606.

12 A d o lfo G illy , op. cit., p. 3 2 4 .

13 B arry C arr. E l m o v im ie n to obrero y la p o lïtic a en M éxico ,


1 9 1 0 - 1 9 2 9 , M éxico, S e p S ete n ta s (2 5 6 ), 1 9 7 6 , p p . 1 2 9 - 1 3 2 .

116
dato a la presidencia, provocando con ello una alianza de
los sonorenses que culm ina con el Plan de A gua Prieta y el
ulterior asesinato de Carranza en Tlaxcalantongo el 20 de
m ayo de 1920.
Ignacio Enríquez, en el estado de C hihuahua y en su ca­
rácter de jefe de las Defensas Sociales y Fuerzas Auxiliares,
aprovecha la coyuntura y al frente de estas organizaciones se
adhiere a dicho plan y secunda al m ovim iento arm ado. Re­
organizan estas fuerzas com o Defensas Sociales de la sierra
al m ando directo de E nríquez y com o segundo jefe Jesús
A ntonio Almeida, ascendido a teniente coronel.14
Para la organización y sostenim iento de las fuerzas, la te­
sorería general del E stado hizo un préstam o que se incre­
m entó con la aportación de particulares, reuniéndose cin­
cuenta y un mil pesos. A los jefes de defensa se les propor­
cionó dinero para que procedieran al reclutam iento. Reci­
bieron haberes todos los sociales que participaron en el
m ovim iento, increm entándose nuevam ente los sueldos y
pagándoles con to da regularidad; de ahí quizá el éxito de
estas organizaciones en cuanto al núm ero de sus integran­
tes.15
Obregón entró triunfalm ente a la ciudad de México el 8
de m ayo de 1920, y el Congreso designó com o presidente
provisional a don A dolfo de la H uerta, que tom ó posesión el
lo. de julio.
Después del asesinato de Carranza, un periodista nortea­
mericano entrevistó a Francisco Villa en Santa Cruz de R o­
sales, Chihuahua, en relación a la actitud que tom aría ahora
desaparecido el jefe del constitucionalism o; Villa m anifestó:

No veo claro p a ra reso lv erm e a d e sb an d a r a m is h o m b re s en vista


de los cam b io s o c u rrid o s . . . P o r su p u e sto c o n sid e ro q u e el p resen ­
te c u artelazo es u n p aso q u e se h a d ad o en b u e n cam in o . . . C reo
q u e los o b reg o n istas ro m p ie ro n d e fin itiv a m e n te c o n C arran za, pero

14 E x p e d ie n te D /II /1 4 /1 7 6 , Jesú s A. A lm eid a F ie rro , AD,NC.

15 L os sociales p e rc ib ie ro n salario diario de $ 2 .7 0 , u n su b te n ie n te


$ 3 ,6 8 , ca p itá n segu n d o $ 4 .2 2 , ca p itá n p rim e ro $ 5 .1 2 , m a y o r $ 6 .4 0
y jefes de defen sa $ 10 .0 0 , A IC E.
n o esto y ig u alm en te seguro de q u e se e n c u e n tra n en fav o r de los
v erd ad ero s in terese s d el p u e b lo .16

El villismo se encontraba cada vez más m inado, pero pese


a esto no se rendía y su rebelión continuaba. El general En-
ríquez, al frente de sus fuerzas y autorizado por el general
Calles, pactó una entrevista con Villa cuya finalidad era tra­
tar la sumisión de éste al gobierno em anado del Plan de
Agua Prieta. Se llevó a cabo sin éxito en el valle de Allende.
Villa, por tem or a una celada, abandonó el lugar.17 El gene­
ral Enríquez atacó el cam pam ento por la noche encontrán­
dolo desierto. La cam paña prosiguió con Enríquez al m ando
de las fuerzas irregulares y el general Joaquín Amaro como
jefe de las operaciones m ilitares; pero Villa decide replegarse
a la sierra de Palomas y de ahí internarse al estado de Coa-
huila.
Finalm ente Enríquez solicita al general Plutarco Elias
Calles, secretario de Guerra y Marina, licencia para dedicarse
por com pleto a su cam paña electoral en el estado de Chi-
iiuahua.18
Para sustituirlo y recom endado po r el propio Enríquez, es
designado el coronel Jesús A ntonio A lm eida,19 jefe de las
Defensas Sociales y Fuerzas Auxiliares de Caballería en el
estado.
El gobierno de Adolfo de la H uerta, a través de varios co­
misionados, entró en pláticas con Francisco Villa. Las condi­
ciones que el divisionario del N orte im ponía al gobierno pa­
ra amnistiarse eran las siguientes:
1. Entrega de una hacienda en Chihuahua para él y sus hom ­
bres.

16 A dolfo G illy, op. cit., p. 329.

17 F ederico C ervantes, op. cit., p. 6 2 0 .

18 La licencia q u e se le o to rg a será sin goce de su eld o , en la in te li­


gencia de q u e la C om isión M onetaria o cu alq u iera o tra in s titu c ió n le
o to rg a ría u n a su m a igual o su p erio r a la q u e p e rc ib ía en el E jército N a­
cional. E x p ed ie n te 4 0 8 —E —3 , ram o P re s id e n te ^ AGN.

19 E x p ed ien te D /II /1 4 /1 7 6 , op. cit., ADN C.


2. R econocim iento de su grado y derecho de m antener una
escolta arm ada para su protección, pagada p o r el gobierno;
así como garantía y pago de licénciam iento para todos los
hom bres que se am nistiaran con él.
En este m om ento no se llega a ningún acuerdo, ya que el
gobierno consideraba que la rendición de Villa debería ser
incondicional.
M ientras tan to los villistas se dirigen a la plaza de Sabinas,
Coahuila, tom ándola el 26 de julio de 1920. E ntran en plá­
ticas nuevam ente con el gobierno, y el 28 de julio m ediante
los Tratados de Sabinas,20 las fuerzas villistas deponen las
armas al gobierno constituido.
Se suspenden las hostilidades en el estado de Chihuahua;
y las partidas villistas habrían de incorporarse en Tlahuali-
lo, Durango, donde serían licenciadas luego de entregar ar­
mas y pertrechos.
Por vez prim era Francisco Villa retorna a la vida civil y
quizá a la paz y .la tranquilidad que debieron proporcionar­
le el no tener cuentas con la justicia ni estar fuera de la ley.
Sin embargo m uestran al hom bre, en cierta m anera derro­
tado po r el poder p o lítico, que se retira con tan sólo 50 de
sus dorados, sus m ejores com pañeros de cam paña, a experi­
m entar un viejo sueño de las colonias m ilitares.21
Con la sumisión de Villa al gobierno de De la H uerta se
cierra el últim o eslabón de esta etapa, y con ello, consecuen­
tem ente, la desintegración de las Defensas Sociales como
cuerpos param ilitares contra el villismo.
Las Fuerzas Auxiliares de Caballería que se form aron con
elem entos de las Defensas Sociales fueron licenciadas tam ­
bién; se les gratificó con un mes de haberes y sus caballos,
para que los utilizaran en sus labores agrícolas.

20 T ra ta d o s celeb rad o s e n tre F ran cisco V illa y el general E ugenio


M artín ez com o re p re se n ta n te dé la S e c re ta ría de G u e rra, en los cuales
a c e p ta V illa en n o m b re p ro p io y d e sus fu erzas las bases q u e le p ro p u ­
so el ejecutivo p ara d e p o n e r las arm as y re tira rse a la v ida p riv ad a. F ir­
m ado en la plaza de S abinas, C o ah u ila, el 28 d e ju lio de 1920. E x p e ­
d ie n te X I /I I I / 1 - 2 1 0 , F ran cisco V illa, A D N C.

21 M anuel B auche A lcald e, op. cit.

119
¿Cuál fue su destino? ¿Estaba éste im plícito en su gé­
nesis? A nuestro juicio la respuesta es afirmativa: con Obre-
gón en la presidencia de la República e Ignacio E nríquez en
el gobierno de Chihuahua, estas organizaciones, una vez ve­
rificado el hecho de que no representarían más del proyecto
político enriquista, continuaron operando como fuerzas ci­
viles armadas. Se les dio legalidad en 1922 como guardias
municipales.
Epílogo

Llecto Alvaro Obregón presidente constitucional de la Re­


pública e Ignacio E nríquez gobernador del estado de Chi-
Imahua, las organizaciones de civiles arm adas, denom inadas
Defensas Sociales, continuaron operando para la conserva­
ción del orden, aunque esta vez dependiendo directam ente
del poder del gobernador.
Para ello Ignacio E nríquez solicitó al general Plutarco
N ías Calles, secretario de Guerra, revocara la disposición
referente a que los sociales, al ser licenciados, quedaran en
posesión de sus animales, p o r los m otivos siguientes:

. . .en vez de p ro p o rc io n a r los re fe rid o s caballos así c o m o los d e­


m ás e lem en to s facilita d o s p o r esa se c re ta ría a d ich as fu erzas, sean
e n treg ad o s al g o b iern o d el esta d o p a ra que sirvan en la o rg an iza­
ción de la p o lic ía ru ra l q u e se está v ien d o es in d isp en sab le c o n ser­
var d is trib u id a en p e q u e ñ o s g ru p o s en to d o el estad o p a ra la p e r­
secución de m alh ech o re s . . . adem ás p a ra h a c e r d ich o re p a rto de
caballos e n tre las fuerzas au xiliares cesan tes, se p re se n ta la d ificu l­
tad de que son sólo tre sc ie n to s y p ico d e caballos p a ra m il y ta n to s
h o m b re s n o siendo e q u ita tiv o o to rg á rse lo s a q u ien es a c tu a lm e n te
los tie n e n y q ue p rec isa m e n te lo s m ás em p eñ o so s y de m ejo r v o ­
lu n ta d h an u sad o caballos p ro p io s .1

Como se puede observar; Enríquez buscará la m anera de


no disolver estos cuerpos que desde su inicio, aunque disfra­
zados, actuaron com o fuerzas represivas. Así, éstas y la poli­
cía rural, en una nueva etapa estarán al servicio del ejecutivo
del estado.
La actuación del general Obregón en la presidencia de la
República durante el cuatrenio 1920—1924, pone de m ani­
fiesto que fueron los sonorenses quienes finalm ente se im pu­
sieron a nivel nacional, tan to en lo m ilitar com o en lo polí-
l ico. Fue la capa dirigente surgida de la pequeña burguesía

1 E x p e d ie n te X I/I II/2 —8 7 6 , op. cit., t. II, A D N C , p p . 3 0 9 - 3 1 0 .

121
la que en la práctica llevó a cabo sus propósitos sociopolíti-
cos y económ icos.2
En el estado de Chihuahua la gubernatura constitucional
recayó en el general Ignacio C. E nríquez, quien sustituyó al
gobernador provisional Abel S. R odríguez tom ando pose­
sión el 14 de octubre de 1920. La seguridad de su gobierno
se afianza en la existencia de la policía rural, lo que le daba
poder e independencia de los com andantes m ilitares; a este
objetivo es al que prim eram ente da atención.
O btiene de Obregón la autorización para organizar un
cuerpo de caballería con el personal correspondiente a un
regim iento. Los gastos de la corporación, haberes, forrajes y
otros, serían cubiertos por el gobierno federal a través de la
Secretaría de Hacienda. El arm am ento, vestuario, equipo,
caballos y acémilas de dicho cuerpo los proporcionaría la
Secretaría de Guerra a solicitud del propio E nríquez.3
Obregón le da toda la autoridad para el m anejo de la cor­
poración, quedando en libertad de nom brar y remover el
personal Gefes, oficiales y tropa) de dichas fuerzas irregula­
res, actuando de un m odo totalm ente independiente de la
jefatura de operaciones militares del N orte, que estaba al
m ando del general Eugenio M artínez.
Tam bién pasaron a depender directam ente del goberna­
dor las organizaciones de civiles armados, denom inadas De­
fensas Sociales. A sus integrantes se les invitó a perfeccionar
su organización y a continuar cooperando eficazm ente para
la conservación del orden.4
Como estím ulo a estas organizaciones, les fue entregado a
cada uno de sus integrantes, por acuerdo del general Obre­
gón, un diplom a que los acreditaba com o m iem bros de las
Defensas Sociales del estado de Chihuahua, por conducto
del coronel Jesús A ntonio Almeida, jefe de estas organiza­
ciones, con m otivo del centenario de la consum ación de la

2 Jo rg e A lb e rto L o zo y a. E l E jército M exica n o , 2a. ed ., M éxico, El


C olegio de M éxico, 1976 (C ol. J o m a d a s, 6 5 ), p . 52.

3 E x p e d ie n te 8 1 6 - C h - 3 , ra m o P resid en tes, A GN .

4 Ib íd e m ,

122
Independencia. Se les felicitaba por su participación “ desin­
teresada, eficaz y digna de encom io” en el restablecim iento
de' la paz en la R epública.5
Estos diplom as y la ayuda pecuniaria que se im partió
como gratificación p o r adeudo a los sociales y deudos de
quienes sucum bieron en el cum plim iento de su deber, le­
vantó parcialm ente el ánimo de estas corporaciones, quie­
nes ofrecieron seguir colaborando con el gobierno consti­
tu id o .6 Cuando se presentaban dificultades entre jefes de
defensa, y sobre to d o con las fuerzas federales destacamen-
tadas, si era necesario acudía personalm ente Enríquez para
arreglar las diferencias y convencerlos de la necesidad de
colaborar en arm onía para que hicieran una batida eficaz a
los rebeldes enemigos del régimen obregonista y por ende
enriquista.
De la m anera com o se organizó el cuerpo de policía rural,
el propio E nríquez inform ó a Obregón lo siguiente:
La p o lic ía ru ra l la ten g o fo rm a d a d e h o m b re s avezados en la cam ­
p añ a, co n o ced o re s del te rre n o y de los h a b ita n te s de cad a región
del E stad o . . . El p ro c e d im ie n to q u e e sto y siguiendo sobre esta
cuestió n de la P o licía R u ral, es escoger d e cad a reg ió n al in d ivid u o
co n o cid o co m o de m ás em p u je y a g u errid o a q u ie n le d o y n o m b ra ­
m ien to de O ficial, p o n ie n d o a sus ó rd e n e s d iez, q u in ce ó v ein te
h o m b re s a su vez escogidos y a q u ie n es m a n ifie sto los hago re s p o n ­
sables de la altera ció n del o rd e n . E n esta fo rm a m e h e v isto o bliga­
do a te n e r en el R eg im ien to u n n ú m e ro m a y o r de oficiales q u e el
reg la m e n ta rio .7

La policía rural representaba la autoridad de E nríquez en


el campo. Estaba repartida en pequeños grupos de seis a
quince hom bres en puntos distantes del estado com o Guada­
lupe y Calvo, Balleza, Pilar de Conchos. Allende, Cusihuiria-
chic, etc.
El gobierno federal autorizó el presupuesto para el pago
de estas fuerzas a partir del lo . de m ayo de 19?1, pero de­

5 E x p ed ien te X I/I II/5 —8 1 6 9 , F ran cisco V . A n tilló n , A DN C.

6 E x p e d ie n te 6 0 7 - M —6 , ram o P resid en tes, A G N .

7 E x p e d ie n te 2 4 3 —C 5—D , op. cit., A GN .

123

. 3
bido a que no fue enviada la suma acordada, la tesorería del
estado proporcionó treinta y siete mil quinientos noventa
pesos, im porte del pago mensual de dichas fuerzas.8
Las difíciles condiciones económicas del gobierno federal
llevan a Obregón a proponer a E nríquez la supresión de la
policía rural, sugerencia que él declina puesto que, como ya
se dijo, la solidez de su gobierno, entre otros factores, la
fundam entaba en la existencia de estas fuerzas.
La desaparición de los rurales, argum entaba Enríquez:

. . .significaría la im p u n id a d p ara to d o m a lh e c h o r en d esp o b lad o ,


p u es n o h a b rá m ed io s p ara q u e la ju s tic ia los persiga . . . Las g aran ­
tía s ab so lu tas q u e e x iste n en esta e n tid a d desde h a c e cerca de tres
añ o s, es la m e jo r p ru e b a de la eficacia de los ru rale s, y a que este
e sta d o p o r su situ ac ió n geográfica, p o r su e x te n sió n y d esp o b lad o
aú n en tie m p o s de ab so lu ta paz ex istiero n gavillas o rg an izad as de
b a n d o le ro s q u e a d q u irie ro n re n o m b re y h o y n o ex iste u n a sola ga­
villa a pesar del g rande n ú m e ro de m elh e ch o res q u e se re c o n c e n tra ­
ro n en esta e n tid a d d u ra n te la R ev o lu ció n d eb id o a la eficaz p erse­
c u ció n y ex te rm in io que de ellas h a h e c h o la p o lic ía ru r a l.9

Estas fuerzas tam bién sirvieron para dar protección a inte­


reses extranjeros y nacionales. Por ejemplo: el mineral de
Dolores solicitó al gobernador un “ piquete” de rurales para
m antener el orden; igualmente la com pañía de Corralitos en
Casas Grandes, solicita protección, por lo que el general En­
ríquez da orden a los rurales de la región de proteger la cita­
da em presa.10
Las Defensas Sociales adquirieron legalidad en 1922, con­
virtiéndose en Guardias M unicipales.11 “ Estas organizacio-

8 E x p e d ie n te s 2 4 3 - C 5 - P - 1 , 1 2 1 - H - C h - 1 6 , S l ó - C h - 3 , op.
cit, A G N .

9 E x p e d ie n te 8 1 6 - C h —3 , op. cit., A GN .

10 Ib id e m .

11 L a ley de 14 de agosto de 1922 d io o rg an izació n legal a las D e­


fensas Sociales. T o d o s los c iu d ad a n o s h áb iles estab an o b lig ad o s a ser­
vir e n las G u ard ias; éstas se d istrib u y e ro n en 20 reg io n es, 57 je f a tu ­
ras m u n icip ales, 7 0 de sección y 140 de co m isaría. El p e rso n al lo in ­
te g rab an 20 jefe s, 5 1 8 oficiales y 12,072 so ld ad o s.

124
m
nes han cooperado de m anera eficaz para reprim ir en su
cuna cualquier m ovim iento de oposición” .12
Así, la población rural norteña lanzada a la Revolución
con la prom esa de tierras, víctim as de la lucha de facciones,
com o integrantes de las Defensas Sociales y posteriorm ente
de las Guardias M unicipales, verían pocos cambios en su rea­
lidad campesina.
En el aspecto agrario la política de E nríquez, aun cuando
no fue contrarrestada, desem bocó en el reparto de tierras a
un núm ero reducido de campesinos. El sistema de tenencia
de la tierra existente en el porfirism o siguió vigente; los cam­
pesinos continuaron en la misma condición de dependencia
económ ica ante el terraten ien te.13 Aun cuando fueron ex­
pedidas leyes agrarias, constituyéndose la Liga de Com uni­
dades Agrarias, fue m ínim a la dotación y restitución de
ejidos a campesinos. En un inform e al general Obregón so­
bre las actividades agrarias llevadas a cabo en el estado en
1923, el general Enríquez aclara que:
Son falsas las n o tic ia s de q u e se han activ ad o reso lu c io n e s agrarias
de p ro p ie ta rio s e x tra n je ro s, le p ide d e sm ie n ta esos ru m o re s que lo
h acen ap arecer ex cesiv am en te to rp e d a d o el m o m e n to actu a l. Las
p ro p ie d a d e s afe c ta d a s h an sido h a c ie n d a p ro p ie d a d In te rn a tio n a l
L and and Live S to c k C o m p an y en d o ta c ió n V illa L ópez re su e lta en
m arzo del año p asa d o . Al d o ta r tre s p u e b lo s ru m b o O jinaga en n o ­
v iem bre afe c tá ro n se te rre n o s sólo re c la m a d o s p ero sin ju stific a c ió n
p o r el am erican o C harles D avid. En re s titu c ió n ejidos Casas G ran ­
des se a fectó H acien d a C o rralito s. E sta d e b id o a que u n g ru p o de
cam p esin o s a p o y á n d o se en la L e y de Tierras O ciosas to m a ro n p o ­
sesión y cultivan lo s te rre n o s que la c o m p a ñ ía te n ía a b a n d o n a d o s,
con b u e n éx ito p u es h an lev an ta d o de o c h o a diez m il h e c to litro s
de m aíz. D o tació n de C iudad Jim én ez se a fectó p ro p ie d a d de sú b ­
d ito inglés Ju a n W aterson ac o rd a d o p o r g o b e rn a d o r in te rin o ,
ig u alm en te aco rd ó d o ta c ió n B achíniva q u e a fectó te rre n o s p e rte ­
n e c ie n te s al in te s ta d o Z u lo a g a .14

12 E x p e d ie n te 8 1 6 —C h —3, o p .'c it., A G N .

13 H ans W erner T o b le r. “ Las p arad o ja s d el ejérc ito re v o lu cio n ario :


su p ap el social en la re fo rm a agraria m e x ic a n a , 1 9 2 0 - 1 9 3 5 ” , en H is­
toria M exica n a (8 1 ), M éxico, El Colegio de M éxico, ju lio - s e p tie m b r e
de 19 71, p. 49.

14 E x p e d ie n te 8 1 8 —C h —2 6 , op. cit., AGN.

125
Por su parte, el Partido Nacional Agrarista se dirige al
presidente Obregón inform ándole que se han recibido nu­
merosas quejas de los agraristas del estado de Chihuahua de­
bido a la obstrucción sistemática que las fuerzas rurales
sostenidas po r el ejecutivo del estado desarrolla contra los
pueblos que, acogiéndose a la ley del 6 de'enero de 1915 y
a los derechos agrarios reconocidos por la C onstitución, han
solicitado restitución o dotación de ejidos.

Son v e rd a d e ra m e n te in c o n ta b le s los a te n ta d o s de que h an sido


v íctim as los agraristas de C h ih u ah u a y q u e han q u e d a d o im p u n es
p o r la in m o ra lid a d q u e rein a en el g o b iern o de aqu ella e n tid a d . . .
C o n o cien d o q u e d ich as fu erzas son pagadas m ed ian te un subsidio
del g o b iern o fed eral, so licitam o s le sea re tira d a dicha ay u d a federal
y a que aq u el d in ero sirve p re cisam en te para los nuevos tira n u e lo s
y caciq ues de los p u e b lo s .15

La política de E nríquez estaba encam inada a otorgar


ciertas concesiones a ios campesinos; sin embargo, las rei­
vindicaciones se daban m oderadam ente. Eran seguramente
los sectores m edios y una burguesía en ascenso los beneficia­
dos en este proceso de cambio.
D urante la adm inistración de Enríquez se lleva a cabo el
asesinato de Francisco Villa el 20 de julio de 1923 en la
ciudad de Parral. Con su m uerte se cierra el círculo de cau­
dillos populares que se enfrentaron al gobierno en busca de
reivindicaciones sociales.
Obregón, consciente de lo que implicaba m antener a su
grupo en el poder, preparaba la elección de Calles, ignoran­
do el pacto sonorense que debía de llevar a la presidencia a
De la H uerta. Con ello se rom pe la unidad y se inicia la re­
belión delahuertista que peligrosam ente arrastró a tres quin­
tas partes del ejército.
El gobernador E nríquez, que se encontraba en la ciudad
de México tratando de zanjar las dificultades surgidas entre
ambos generales, al iniciarse la rebelión retorna a Chihuahua
y al frente de las fuerzas irregulares: Defensas Sociales y

15 E x p e d ie n te 7 0 1 - C h - 3 , op. cit., AGN.

126
Policía Rural, com bate a los núcleos delahuertistas levanta­
dos en armas. Una vez m ás Enríquez m anipula a estas fuer­
zas.16
Finalm ente tras la derrota de De la H uerta, nuevam ente
licenció a las tropas auxiliares;17 pero las Defensas Sociales,
con la denom inación de Guardias Municipales, continuaron
siendo elem entos indispensables de los gobiernos posteriores,
para ejercer un control sobre la población civil y reprim ir en
su cuna cualquier brote de rebeldía.

16 “ L as D efensas Sociales en el fo n d o son u n a a m e n a z a , p o rq u e


E n ríq u e z en cu a lq u ie r m o m e n to p o d ría lev an tarlas, m u y especial­
m e n te en G u e rre ro , en d o n d e tie n e m u c h o s fam iliares y a eso se debe
m i general se refiere a O bregón q u e en algunos casos se m u e stre al­
tiv o ” . C a rta q ue dirige a O bregón Ju a n Rivas y G. R o m e ro , m arzo
4 de 1923. E x p e d ie n te 3 0 7 —E —1, op. cit., A G N . T a m b ié n se sabe que
h a c o n fe re n c ia d o con alg u n o s je fe s de d efen sa, sim p atiza d o re s de él,
p ro p o rc io n á n d o le s arm as y e x p id ié n d o le s n o m b ra m ie n to s secretos,
m an ife stá n d o le s q u e estén listo s p a ra rec ib ir ó rd e n e s en cu a lq u ie r
m o m e n to . E x p e d ie n te 4 2 8 —R —16, op. cit., A GN .

17 E x p e d ie n te X I /I I I /2 —8 7 6 , Ignacio C. E n ríq u e z , t. II, ADNC.


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E n tre v ista al d o c to r Je sú s L o z o y a S olís, re alizad a p o r B eatriz A rro y o


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