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“Esta región de América fue bautizada como Latina por lo que la helenidad y la latinidad
representan para el Mediterráneo y los pueblos que allí se encontraron. La integración de América
recuerda una y otra vez a Grecia por lo hecho en esa nación, por integrar hombres y pueblos
libres; se recuerda a Corinto y Atenas pero situados en el escenario de un amplio continente
rodeado por océanos que les unen con el resto de los continentes, Asia, África y Europa. Los
hombres de esta región desean por ello afirmar la peculiar identidad que les liga con el universo
en su ineludible diversidad.
Allí están también las palabras de José Martí que luchó por hacer lo que Bolívar había dejado
sin hacer; completar la integración de la región y partir de ella para establecer su relación con el
resto del mundo. ¿Cómo había que educar a los hombres de ésta que José Martí llama “Nuestra
América”? “La historia de América —escribe—, de los incas para acá, ha de enseñarse al dedillo,
aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no
es nuestra”. En esta región del mundo la integración se hace no en el mar, sino en la tierra. “En
esta región —dice Martí— no hay odio de razas, porque no hay razas. El alma emana igual y
eterna, de los cuerpos diversos en forma y color”.
José Vasconcelos, el filósofo y educador mexicano que motivó mi conocimiento de Grecia,
consideró la cultura y la filosofía griega como parte de otras cuantas en el mundo. Como en
América existió una cultura y una historia que es propia de los hombres de la región, el
Mediterráneo fue el lazo de unión de los hombres y culturas que formaban el mundo: Europa,
Asia y África, pero no las integró. Más al norte de Europa, al otro lado de sus montañas, más allá
de los pueblos del Mediterráneo, otros hombres, con culturas menos dispuestas a la integración y
al mestizaje, con su expansión habían impedido una integración como la impedían en la América
del Norte. Para Vasconcelos la lucha entre la Europa mediterránea y la báltica, la latina y la
sajona, se había dado ya en el mismo continente europeo, y se prolongaría en América. La lucha
entre una Europa excluyente había dado origen a la América sajona; la otra incluyente, la
mediterránea, había dado origen a la América Latina. Vasconcelos amplía el sueño, la utopía de
Bolívar, en su idea de raza cósmica. “En la América española —escribe— ya no repetirá la
naturaleza uno de sus ensayos parciales, ya no será la raza de un solo color, de rasgos particulares,
la que salga de la olvidada Atlántida, no será la futura ni una quinta ni una sexta raza, destinada
a prevalecer sobre sus antecesores; lo que allí va a salir es la raza definitiva, la raza síntesis o raza
integral, hecha del genio y con la sangre de todos los pueblos y, por lo mismo, más capaz de
verdadera fraternidad y de visión realmente universal”.
Raza de razas, raza cósmica. En la conciencia de Vasconcelos, como en la de Martí y Bolívar,
está siempre la imagen de Grecia, su cultura y su filosofía como instrumento integrador y no
excluyente. Se recuerda a Alejandro de Macedonia helenizando, esto es incluyendo, integrando,
sumando y no restando. Una Grecia que se supera a sí misma reconociendo en otros a semejantes
por su misma diversidad. Una extraordinaria ecumene que debe ser realizada como punto de
partida para su plenitud en un continente en donde la historia hizo encontrarse a hombres de razas
y culturas distintas; pero no tan distintas que no sean expresión de lo propiamente humano.”
Los puntos que quedan se dan a la presentación del trabajo según las normas dadas.