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NORBERT PAWEL RUSZCZYK

EL POLÉMICO PLANTEAMIENTO ESTATÉGICO DEL GENERAL


FRANCISCO FRANCO BAHAMONDE EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
(1936- 1939)

El objetivo del siguiente trabajo es una breve aproximación hacia el prolongado


estado de Guerra Civil en la tierra española explicado desde el punto de vista vinculado
a las estrategias miliares, todo ello procedido por una introducción al desarrollo del
conflicto.

El primer balance al cabo de unos pocos días tras el pronunciamiento militar


estallado el 17 de julio de 1936 es de fracaso de los sublevados, puesto que
consiguieron cumplir con su objetivo de imponerse en toda España, siendo rechazados
en los centros más industrializados del país. Fue en la capital madrileña donde sin que
nadie lo hubiera previsto, comenzó la guerra al enfrentarse el ejército golpista con una
multitud de voluntarios dispuestos a defender la República hablando de un sentimiento
puramente popular. Siguiendo el pensamiento de Viñas Cabañas, un reducido ejército
franquista se enfrentó a la nada puesto que, comparable a la nada era la capacidad
defensiva de la República, naciendo sin embargo la voluntad de resistir, articulándose
los defensores de maneras diversas, sin llegar nunca a concretarse en un sistema militar
totalmente organizado.

El bando republicano era ausente de la mayor parte del ejército, constando sin
embargo de las fuerzas del orden público aisladas en las grandes ciudades. De hecho,
hasta el verano de 1937 no puede hablarse de un ejército republicano, finalmente creado
a base de las Brigadas Internacionales, fruto del trabajo del Partido Comunista. No
obstante, en aquel entonces, la guerra ya estaba decidida. La dificultad que impidió la
operatividad del Ejército Popular fue la carencia de mandos intermedios, puesto que los
escasos militares fieles al régimen fueron catapultados a los altos puestos creándose de
esta manera un vacío intermedio. El establecimiento del mando medio fue improvisado
mediante la creación de cursillos de tres meses en las Escuelas Populares de Guerra,
fundadas el mismo año del estallido del conflicto. De modo que, la defensa republicana
más bien se sustentada en las clases populares. Estas, en algunos de los casos, luchaban
animadas por su ideología, sintiéndose obligados a oponerse al fascismo constando todo
el acontecimiento de unas claras connotaciones internacionales. Sin embargo, el
entusiasmo no gana las batallas. En el campo de batalla faltaban hombres y recursos,
destacando que en Cataluña había más fusiles en la retaguardia que en el frente de
Aragón. Tras la pérdida de Cataluña1 y la consecuente dimisión del presidente

1
La Ofensiva de Cataluña se desempeñó tras la victoria franquista en la Batalla de Ebro (16
de noviembre de 1938), emprendiendo acciones militares en el territorio catalán entre diciembre de
republicano, Manuel Azaña los partidarios de la búsqueda de paz se habían hecho oír
oponiéndose a la presidencia de Negrín, tachándola de ilegítima. El nuevo presidente
convocó a las máximas autoridades militares fieles al régimen republicano, las cuales
concluían en la necesidad de firma de acuerdo con el bando opositor, debido a la
imposibilidad técnica de proclamarse vencedores del conflicto. Pero el general Franco
solamente aceptaba la rendición incondicional del enemigo, por lo que era preciso
continuar la guerra. Desde este momento, ya no habrá más operaciones miliares entre
los frentes opuestos, ya que los únicos conflictos tendrán lugar dentro del bando
republicano, distinguiendo entre tres agrupaciones opuestas dentro del mismo: «los
negrinistas»2 y sus opositores, además de los franquistas, mientras que la flota se
mantenía al margen.

Mientras que el bando republicano luchaba sin orden ni concierto, los rebeldes
iniciaron la guerra con un ejército pequeño pero, perfectamente entrenado. Este último
fue ejemplar en el aspecto básico en toda la guerra, la jerarquía plasmada en la ciega
obediencia al mando superior contando con cerca de 150.000 soldados en un primer
momento.

El día del alzamiento no había en España municiones ni para un día de combate,


estando la tecnología militar todavía al nivel de 1914. Gabriel Cardona define la
situación vivida de la siguiente manera:

Ningún general español había participado en una guerra moderna. El Ejército


español era una institución pobre y anticuada, prácticamente sin carros de combate ni
cañones antiaéreos y cuya aviación volaba en aparatos pesados de modo y
frecuentemente en mal estado.3

Este retraso en la innovación militar española es comparable a un desfase


general del país en diferentes ámbitos entre los cuales: político, económico o cultural.
Ante la ausencia del arsenal necesario en ninguno de los bandos, las operaciones
militares lógicamente iban a desempeñarse con armas ligeras y los anticuados cañones
añadiendo irónicamente Cardona: «Unos y otros podían matarse casi directamente,
como en los conflictos antiguos.»4 Los adversarios carecían de material para poder
llevar a cabo una guerra a gran escala de modo que, sin la implicación exterior las
operaciones se habrían consumido en unos pocos meses. Dentro de este contexto,

1938 y febrero del año siguiente. Finalmente vencieron a un enemigo ya muy agotado, tomando la
ciudad de Barcelona el 26 de enero de 1939.
2
Expresión referente a los seguidores del presidente del Consejo de Ministros de la
República proclamado el 17 de abril de 1937, Juan Negrín López, ante su postura de la necesidad a
toda la costa de continuación de la guerra contra el ejército sublevado. Este mantenía la esperanza de
implicación internacional favorable a la República o, al menos, la posibilidad de una negociación
digna para los defensores. Cabe destacar los intentos de acuerdo promovidos por Negrín recogidos
en sus famosos «trece puntos» siendo rechazados una y otra vez por el líder nacional.
3
Gabriel Cardona, «Historia miliar de una guerra civil. Estrategia y tácticas de la guerra de
España.», Barcelona, Flor del viento, 2006, p. 45.
4
Ibídem, p. 46.
debemos subrayar que una de las dos principales preocupaciones de Franco, junto al
cruzar el Estrecho, era conseguir la ventaja de sus simpatizantes ideológicos los cuales
podrían proporcionarle apoyo militar. Gracias a ello, los rebeldes constaron de una
ventaja que no abandonarían durante toda la ofensiva.

La batalla de Madrid comenzaba cuando las primeras aportaciones extranjeras


de cierta importancia equipaban a las unidades, haciendo posible una guerra moderna.
Las primeras columnas sublevadas marcharon con facilidad, arrollando las desmañadas
resistencias que podían ofrecer los milicianos, a menudo armados solamente de
escopetas de caza. El conflicto se tecnificó al llegar a capital con la llegada de
materiales extranjeros, no obstante jamás perdió el carácter subdesarrollado de los
primeros meses. Incluso cuando la aviación, los carros y las masas artilleras ya se
habían hecho familiares, persistió la costumbre de los asaltos en oleadas, como un
primitivismo ya anticuado.

El Gobierno de la República no logró en los primeros momentos, más que algún


material aéreo francés pagado con las reservas de oro procedentes del Banco Central de
España y una entrega mejicana definida por Cardona como «simbólica». Mientras que
el gobierno británico de corte conservadora, no sólo prohibió cualquier relación
comercial con España republicana, sino que también se opuso a la presencia de los
buques de guerra republicanos que repostaban en Gibraltar. Esto agravó la escasez de
combustible, situación sufragada por el posterior suministro de carburante
estadounidense. La tardía ayuda soviética fue colocada en el hueco que las democracias
que nunca llegaron, permitiendo resistir junto a las Brigadas Internacionales a la España
constitucional.

En la segunda quincena de julio de 1936, mientras que apenas un millar de


extranjeros luchaban en las filas republicanas, los mercenarios marroquíes eran la
verdadera masa de maniobra de los rebeldes. Su presencia permitió cubrir la necesidad
de una infantería capaz de vertebrar las tropas de vanguardia, siendo utilizados como
fuerza de choque durante toda la guerra. Esta fuerza se proclamó por fuerza propia,
como la protagonista de las operaciones más duras.

Franco contó desde un principio con un apoyo incondicional de sus


simpatizantes ideológicos procedentes de Alemania e Italia, junto a Portugal, que según
Cardona fue un «santuario» para el tráfico de material y personal entre las zonas
sublevadas. La continuidad de envíos destinados a las tropas franquistas se contrapone a
la irregularidad del apoyo republicano de la URSS, registrándose la gran oleada de
armamento soviético después de haber podido ser absorbido por el Ejército Popular ya
agónico. Este factor, junto al aislamiento la República tras 1938, debido al bloqueo del
Mediterráneo y el cierre de la frontera por el Gobierno francés fueron los componentes
principales de la victoria del bando nacionalista.

En cuando a los planteamientos estratégicos de la época, estos derriban del


Centro de Altos Estudios Militares de París, tratándose del planteamiento de una guerra
estática, tal y como lo fue la de 1914. Debido a ello, el pensamiento militar francés de la
época fue considerado como el más prestigioso del mundo, a pesar de su evidente
ineptitud desde la época de Napoleón III5 prolongada hasta los tiempos actuales, o al
menos, hasta la Segunda Guerra Mundial. La doctrina soviética no era menos
conservadora, tratándose también de los principios de Clausewitz6, basados en una
estrategia clásica con matices propios estalinistas vinculados a la lucha de clases
sociales. Por su parte, los asesores alemanes e italianos tuvieron poca influencia en la
concepción estratégica durante la Guerra Civil del general Franco. No obstante, sus
criterios fueron decisivos en la guerra del aire, donde pusieron en práctica su poder
tecnológico y los bombardeos estratégicos, aunque solamente como experiencia porque
su idea fundamental fue desarrollar una aviación especialmente dedicada al apoyo de las
operaciones terrestres.

La concepción estratégica giraba en torno a las operaciones terrestres, mientras


que la marina y la aviación tenían papeles auxiliares. Comenzando por una breve
aproximación hacia estos primeros, debemos destacar que los buques se emplearon
principalmente en el la protección de los convoyes, con ocasionales bombardeos y
represalias a las poblaciones costeras, pero sin entablar sistemáticamente batallas contra
la flota enemiga. Como el problema de los abastecimientos, era especialmente grave
para el bando defensor, los nacionales aplicaron sus barcos para el impedimento del
tráfico en las costas del norte, y más tarde del Mediterráneo. Siendo apoyados
frecuentemente por los submarinos legionarios italianos, además de los barcos alemanes
de superficie. Frente a estos, la flota republicana se dedicó principalmente a proteger los
convoyes soviéticos, que atravesaban el Mediterráneo rumbo a la península. En segundo
lugar, la aviación tuvo un mayor papel, siendo un anticipo del cometido que
desarrollaría en la Segunda Guerra Mundial. Las funciones de la fuerza aérea eran bien
entablar el combate abierto propiamente dicho, o bien realizar una serie de intrusiones
en el territorio enemigo para debilitar sus estructuras. En definitiva eran bombardeos de
la retaguardia o ciudades civiles7, una práctica frecuente pasado el 1 de septiembre de

5
Napoleón III Bonaparte fue el emperador del II Imperio Francés comprendido entre los
años 1852-1870, siendo derrotado a raíz de la Guerra franco-prusiana (1870-1871). Tras ello, volvió
a instaurarse la República Francesa, por tercera vez desde 1792.
6
Carl Philipp Gottlieb von Clausewitz (1780-1831) fue un combatiente prusiano de las
guerras napoleónicas, posteriormente convertido en uno de los más influyentes teóricos del arte de la
guerra moderna, tras la redacción de lo que se convertiría en el libro más famoso sobre la guerra
jamás escrito, «De la guerra». En dicha obra fue donde dijo que la guerra es la continuación de la
realidad política con la intrusión de otros medios a lo largo de ocho volúmenes de un análisis sobre
los conflictos armados, desde su planteamiento y motivaciones, hasta su ejecución. Finalmente,
debemos destacar que su pensamiento influyó de forma decisiva en el desarrollo de la ciencia militar
del mundo.
7
Aunque el primer bombardeo aéreo se realizase en 1849 a manos del Imperio austriaco,
este tipo de ataque se popularizó durante la Guerra Civil Española (1936-1939). Los numerosos
bombardeos fueron iniciados por el bando republicano a las ciudades de Zaragoza, Córdoba o
Sevilla durante el verano de 1936. Pese a todo ello, la ofensiva área más recordada en los tiempos
presentes, fue el de la localidad vasca de Guernica el 26 de abril de 1937, a manos de la Legión
Cóndor.
19398. También debemos destacar su labor de exploración vital, debido a los malos
resultados del espionaje, empleándose también para este la caballería. De la misma
manera que en el dominio de los mares, en el aire español apenas había aviones de las
tropas españolas propiamente dichas. Por ello podemos llegar a la conclusión, de que
sin la ayuda extranjera, nada salvo las aves habría volado sobre el cielo ibérico. En este
aspecto, al igual que en la marina dominaban los aliados del bando totalitario, creando
una ventaja sin precedentes sólo ligeramente sombrada por los tardíos apoyos de cazas
rusos.

En cuanto a la maquinaria terrestre, se hizo notable una aparente superioridad


republicana, gracias a los blindados rusos T-26-1 y BT-5 de más de 10.000 kilos
armados de un cañón de 45 milímetros. Estos se enfrentaron al panzerkampfwagen I
alemán de mitad de su peso, junto a un cañón de 20 milímetros y los más débiles aún,
L-3/35 italianos, definidos por Cardona como «juguetes de 3.200 kilos». No obstante,
esta superioridad técnica no puso ser plenamente aprovechada en beneficio republicano,
debido a que su doctrina de empleo, basada nuevamente en la teoría francesa de carros
blindados en servicio de apoyo inmediato a la infantería. En resumen, estos combatían
dispersos en pequeños grupos entre unidades. Se trataba de un continuo error táctico de
los blindados democráticos, que con facilidad quedaron aislados y fueron capturados o
destruidos. No obstante, en defensa del bando republicano, debemos decir que de igual
manera era inadecuado utilizar los carros en masa, debido a la superioridad artillera y
aérea de los franquistas.

En este sentido, España fue un polígono de experiencias, ya que muchos de los


materiales bélicos de la casi inmediata guerra mundial, fueron probados en la tierra
ibérica. Esta idea fue confirmada por el mismo Hermann Göering9 durante los Juicios de
Núremberg, destacando el cambio estratégico alemán de la futura «guerra relámpago»10
ensayada por las tropas italianas en Guadalajara11. Dicha contienda demostró que la
guerra de desgaste estaba anticuada y era excesivamente lenta y costosa, cuestión que

8
Fecha correspondientes a la invasión de la III Reich alemana (1933-1945) a la noble nación
de Polonia mediante un bombardeo inicial de las estructuras estratégicas, seguidos por el ataque a la
ciudad costera de Dánzig. Debido a ello, esta fecha corresponde al inicio de la Guerra Mundial.
9
Hermann Göering (1893-1946) fue un político miembro del Partido Nazi y líder militar
alemán durante la Segunda Guerra Mundial, siendo el último comandante de la unidad de los cazas
de combate. Fue condenado a muerte por los crímenes de guerra, ante lo cual terminó suicidándose.
10
Guerra relámpago o Blitzkrieg en alemán es una técnica militar de un ataque inicial con
bombardeos estratégicos, seguido por una rápida invasión del territorio, basándose en un ataque
sorpresa impidiendo una defensa eficiente del enemigo. Fue una técnica iniciada por Hitler en 1939 a
raíz de la experiencia aportada en España, donde el general Franco se basó en las anticuadas técnicas
propias de la Primera Guerra Mundial.
11
La batalla de Guadalajara comenzada el 8 de marzo de 1937 fue una contienda
exclusivamente italiana de 40.000 hombres derrotados por los defensores republicanos al mando del
general Vicente Rojo. Una cuestión llamativa es que hay indicios para pensar que Franco no lamentó
la derrota de sus aliados, debido a la falta de su implicación, sirviéndose de sus aliados más fieles
para el desgaste del bando defensor.
desgraciadamente ignoró Franco, desperdiciando todas sus ventajas de superioridad de
aviación, material y disciplina que le permitía maniobrar libremente en operaciones
decisivas.

Mientras que la dirección de la guerra era una responsabilidad personal de


Franco, una vez nombrado como «Generalísimo» el 1 de octubre de 1936, los
planeamientos estratégicos del bando republicano empezaron a planearse con la
presidencia de Negrín. Esta última comenzó el 17 de abril de 1937, fecha del inicio de
las grandes estratagemas. No obstante, en aquel momento el poder republicano ya
estaba fragmentado. Los diversos frentes respondían de manera autónoma, como lo
hacían las columnas del frente de Aragón con planteamientos de autodefensa, además
de la marcha hacia el objetivo cuya victoria sería más factible. En un principio, la
República no podía permitirse la figura de un general en jefe, debido a la desconfianza
hacia los militares. Esto se debía a que la mayoría de estos se había sublevado, de modo
que las acciones miliares estaban limitadas al poder político. Dentro de sus mandos
debemos destacar la figura del general Vicente Rojo Lluch, quien planeó las únicas
estrategias de batalla creativas, propias de un alto cargo militar, demostrando una
iniciativa que no tuvo Franco. Sin embargo, dentro del arte de la guerra, la técnica
militar es casi todo, su ejecución. Debido a ello, fueron inservibles los magníficos
planes estratégicos del general Rojo, cuando en el campo de batalla no contó con un
ejército capaz de llevarlos a cabo. Como una consideración final, insistimos en que las
maniobras militares ordenadas por Rojo fueron las de mayor altura de la Guerra Civil,
pero la República era un Estado obligado a sostener una guerra sin ejército. En este
sentido, observamos más bien de maniobras enfocadas para entorpecer los movimientos
del ejército sublevado. Fue una táctica defensiva, puesto que en una batalla la táctica
ofensiva de una tropa que no consta de superioridad, es un suicidio.

Franco ganó la guerra, perdiendo solamente la batalla que a su vez fue la más
significativa, referente a la capital madrileña. No obstante, por ello no fue un general
notable, ni mucho menos, subrayando los informes de uno de sus contemporáneos el
experto corresponsal de Mussolini, Luigi Barzini. El italiano mostró su irritación en el
diario del 29 de agosto de 1938, refiriéndose a Franco de la siguiente manera: «este
hombre o no sabe cómo hacer la guerra o no quiere.»12

El líder nacional jamás desarrolló una maniobra brillante propia de su rango que
acabara con el enemigo, volviéndose a instaurar la paz en España. De hecho, siempre se
mostraba reacio ante delegar las maniobras militares en sus perfectamente formados
para ello generales. La aportación extranjera no fue aceptada por Franco como modelo
organizativo, los italianos y alemanes llegaron encuadrados en sus propias unidades
combatiendo al mando de sus propios jefes. Los sublevados se oponían ante una posible
modificación del tipo de organización al que estaban acostumbrados, tropezando los
consejeros alemanes con grandes obstáculos para utilizar los blindados según sus
criterios.

12
Ibídem, p. 290.
Franco no ahorró ni una gota de sangre y sacrificios a sus tropas, ni siquiera en
el abandono del asalto a Madrid. Todo ello a pesar de que, contó durante toda la
contienda con hombres mejor instruidos, los cuales también constaban de un mejor
equipamiento, pudiendo llevar a cabo una campaña rápida ante un enemigo mucho
menos potente. Por lo cual, la guerra constó de una extraordinaria lentitud, únicamente
el paso del Estrecho y la marcha hacia Madrid se hicieron con audacia y ritmo. Sin
embargo, cuando las tropas de la división sureña o africana estaban a punto de llegar a
la capital por decisión de Franco, se desviaron para liberar el Alcázar de Toledo.
Evidentemente, en una guerra son fundamentales los objetivos simbólicos como los fue
el Alcázar, obteniendo especial carga simbólica la figura del general, pero mayor
simbolismo tenía la capital. Debido a esta política egoísta de Franco solamente para
realzar su nombre Madrid, la democracia contó con un tiempo precioso para su
organización defensiva logrando frenar el avance enemigo en noviembre de 1936. El
golpe militar se convertía en una guerra larga.

Los militares de ambos bandos estaban acostumbrados a un brutal choque de


frente, algo propio de las épocas anteriores. Es una táctica tan resolutiva como
sangrienta, pero el asalto era considerado entonces como la culminación del combate
ofensivo y buscado con tesón, subrayando el valor del soldado. El bando franquista,
constaba de superioridad en prácticamente todos los aspectos, por lo que mediante un
conjunto de maniobras brillantes o simplemente lógicas para otros, la guerra no se
habría prolongado durante casi tres largos años. El líder nacional ordenó varios avances,
perdiendo tiempo durante el cual España estaba agonizando, destacando la toma de
Alcázar de Toledo y la guerra de desgaste aragonesa. Tras haber sido frustrados los
planes de una conquista rápida implicado una gran violencia debido a los inadecuados
movimientos del general Franco, los republicanos tuvieron tiempo suficiente para
organizar una precoz defensa. Ante lo cual el «Generalísimo» persistió en conquistar el
territorio que pertenecía fiel a la República, aunque fuera palmo a palmo. Su táctica se
pareció al movimiento de una vaca en un pasillo, siempre adelante y sin maniobras de
ningún tipo, sin importar los costes inauditos en vidas, material y tiempo. Este último le
importaba menos, porque cuando más se prolongara la guerra, más consolidaría su
poder sobre los generales que le rodeaban. Dentro de este aspecto, es necesario recordar
que el bando sublevado era un conjunto de agrupaciones derechistas unidas por la
misma causa, teniendo con sus oposiciones y discrepancias interiores.

Franco optó por una guerra total mediante el ataque a frentes secundarios de
fácil conquista, como el norte peninsular y Málaga, conquistando ambas faces durante el
año 1937. Durante estas se siguió al pie de la letra el más ortodoxo principio de
Clausewitz, basado en la destrucción del ejército enemigo. Desde entonces, cada
pequeño avance restaba demasiada sangre a un ejército cansado por la guerra que nunca
parecía acabar. Muchos jefes discrepaban de aquella lenta toma del terreno tal y como
lo fue la ocupación de Aragón durante la Batalla de Ebro en 1938, pero la decisión de
Franco era destrozar el ejército republicano y no admitía discusiones.
En último lugar, debemos diferenciar entre las opuestas opiniones sobre la
actitud del general Francisco Franco al mando del ejército sublevado, referente al deseo
de destruir por completo el poder militar enemigo y aceptando solamente su redición
incondicional, lo cual implicaba la destrucción casi completa de España. Una primera
clasificación sobre Franco, es de un general nefasto anclado en las tácticas militares de
los conflictos anteriores, e incapaz de modificar sus estrategias, a pesar de innovaciones
aportadas por sus aliados. Este comportamiento se debería al rechazo de cualquier
riesgo innecesario, cuestión respaldada por Julián Casanova quien describe la posterior
actuación franquista durante la II Guerra Mundial, referente a la condición española de
beligerantes de la siguiente manera: «entrar en la guerra en el momento de la victoria
alemana, a la hora de los últimos tiros»13. Mientras que un segundo grupo de
investigadores busca causas de la táctica franquista en la Guerra Civil Española,
coincidiendo también en que fue un lento holocausto motivado no tanto por la ineptitud
militar del general, sino por una serie de cuestiones a las cuales superponía el final del
estado de guerra. Resulta interesante la propuesta de Pierpaolo Barbieri quien defiende
que la excesiva prolongación del conflicto nacional, se correspondió a la expresa
petición de ello del mismo Hitler, para distraer de esta manera la visión pública de su
contienda militar como preludio de la Segunda Guerra Mundial 14. Finalmente,
establecemos ciertos vínculos entre el deseo del exterminio total del sector más liberal
de España con la trayectoria de la histórica del país. Dentro de este último referente, no
solamente debemos ubicar nuestra mirada hacia la continua inestabilidad política de los
siglos anteriores de una nación en caída libre desde el siglo XVI, sino también los
efectos inmediatamente posteriores referentes al establecimiento de una larga dictadura
personal de Franco. En este sentido podemos destacar la eliminación de todos y cada
uno de sus opositores políticos, para asegurarse cierta estabilidad de su posterior
régimen derechista.

13
Julián Casanova, «El mito de la habilidad de Franco. Hendaya, 75 años después», en
línea,
https://www.infolibre.es/noticias/opinion/2015/10/22/el_mito_habilidad_franco_hendaya_anos_desp
ues_39577_1023.html, (última consulta 25/12/2017).

14
Hitler y Mussolini llevaban años reamándose, proceso ante el cual los despiertos
gobiernos de Polonia y Checoslovaquia ofrecieron su apoyo al referente militar europeo, Francia.
Acción al cual posteriormente se sumarían Yugoslavia y Rumanía. De la misma manera, Negrín
esperaba que su vecino fronterizo comprendiera la amenaza que suponían las maniobras militares
fascistas en los Piernos. No obstante, los franceses ante la evidente amenaza, tanto a su seguridad
nacional, como a la mundial, se mostraron presos de su pánico, sustituyendo nuevamente su bandera
tricolor por una blanca.
BIBLIOGRAFÍA

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Bricall, La guerra civil española. 50 años después, Barcelona Labor, 1985, pp. 199-270.

CARDONA, Gabriel, «Historia miliar de una guerra civil. Estrategia y tácticas de la


guerra de España.», Barcelona, Flor del viento, 2006.

CASANOVA, Julián, « El mito de la habilidad de Franco. Hendaya, 75 años después»,


en línea,
https://www.infolibre.es/noticias/opinion/2015/10/22/el_mito_habilidad_franco_henday
a_anos_despues_39577_1023.html, (última consulta 25/12/2017).

COHNEN, Fernando, «1936-1939: del golpe militar a la rendición de Madrid», Muy


Historia, nº 2016- marzo, pp.51-69.

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REYES, Óscar, «Hitler quería que la Guerra Civil española continuase para distraer a
las democracias», en línea, http://www.larazon.es/cultura/libros/hitler-queria-que-la-
guerra-civil-espanola-continuase-para-distraer-a-las-democracias-FF11276636, (última
consulta 25/12/2017).

REVERTE, Jorge, «La estrategia de la muerte», en línea,


https://elpais.com/diario/2009/03/15/eps/1237102013_850215.html , (última consulta
25/12/2017).

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