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I.- INTRODUCCIÓN.-
Los fundamentos de los retencioncitas para mantener vigente a la pena de muerte es que
la misma posee un alto valor disuasivo, una gran fuerza preventiva, resulta indispensable
y útil para que la sociedad se defienda de los delincuentes, es menos costosa que la cadena
perpetua
La pena capital o pena de muerte ha existido desde tiempos remotos. En Roma el delito
de traición a la patria era castigado con la pena capital; asimismo en la Ley de las XII
Tablas se reglamentó esta pena, hasta el punto de llegar a ser la pena imperante e incluso
en nuestro país se aplicó desde la época pre colombina.
La forma de ejecutar este tipo de pena eran de las más variadas, de acuerdo a la costumbre
de los pueblos que la aplicaban habían, entre otras, la crucifixión (Jesucristo), lapidación,
el garrote, la hoguera (Juana de Arco), el descuartizamiento (Túpac Amaru II), etc.
Los estudios más serios al respecto concluyen que la conducta de los criminales se
ve sujeta a una serie de estímulos que afectan su decisión de actuar y la posibilidad futura
de que sean sancionados con la muerte de manera cierta los aleja de la acción criminal.
Aquí una lista de entrevistas hecha por diarios peruanos a algunos de los principales
expertos en el mundo en el análisis de este tema.
1.-ISAAC ERHLICH
-Correo: ¿La pena de muerte es disuasiva? Tenemos un gran debate aquí porque el
gobierno quiere reimplantarla y los opositores aducen que es vana, que no disuade...
El Comité de Oslo justificó la entrega del Premio Nobel de Economía 1992 a Gary Becker
(U. de Chicago) por haber extendido "la microeconomía al comportamiento humano y su
interactuación". En uno de los párrafos de su artículo "La moralidad de la pena capital",
Becker señala que "la mayoría de las personas, y los asesinos en particular, temen a la
muerte, sobre todo cuando llega con prontitud y una certidumbre considerable después de
que se comete un asesinato". En las siguientes líneas reproducimos su posición: Correo
(C): ¿Por qué está usted a favor de la pena de muerte? Gary Becker (GB): Porque, y sólo
porque, creo que sí puede detener algunos crímenes.
C: ¿La pena de muerte es disuasiva? ¿Existe la suficiente data estadística para probarlo?
GB: La evidencia está allí, pero no es completamente sólida porque es complicado
encontrar la suficiente variación en el uso de la pena capital. Incluso en los EE.UU. es
usada en poca cantidad (N: Pareciese que el Premio Nobel se refiriese a la pena capital
más que a la data al decir lo último).
C: ¿Los probables errores judiciales no le hacen dudar de su posición? GB: Por supuesto
que ese es un punto, pero se toman tantas precauciones en EE.UU. que es difícil que se
ejecute a alguien que no es culpable. De hecho, no existe un solo caso bien documentado
de ejecución errónea en los años recientes, a pesar de que existen casos de erróneos de
condenas con la pena capital como el castigo declarado. Pero existen innumerables
apelaciones que eliminan los errores.
C: ¿La pena de muerte es disuasiva? GT: Sí, es disuasiva. Sí. Lo que pasa es que ya en
EE.UU. se dan muy pocas ejecuciones hoy en día como para demostrar plenamente su
efectiva capacidad disuasoria. Pero solamente la usaría en casos muy específicos (aquí
evitó, a pesar de nuestra insistencia, en pronunciarse sobre su aplicación a violadores de
menores. Parece además que no oye bien).
C: Reformulemos la pregunta. ¿O sea que piensa como el Premio Nobel Gary Becker,
que sólo debe aplicarse para casos muy puntuales, como asesinato premeditado.
En el Perú, hoy por hoy, no es posible sancionar los asesinatos o violaciones con pena de
muerte, porque el Estado ratificó en julio de 1978 un tratado internacional que así se lo
impide.
Un segundo punto es que el tratado señala que ningún país puede interpretar la
Convención para limitar la libertad de sus ciudadanos.
Cuando el Perú ratificó el tratado, estaba vigente la pena de muerte para los delitos de
“traición a la patria en caso de guerra exterior”, “homicidio calificado” y otros supuestos.
Sin embargo, la Constitución de 1979 solo mantuvo la pena de muerte por “traición a la
patria” y eliminó los demás.
El asesinato y la violación son delitos que nunca estuvieron bajo el supuesto de la pena
capital, por lo que su aplicación está prohibida hoy en día.
-Nuestra posición es jurídica, en el sentido que la pena de muerte no podría darse. El Perú
ha firmado el tratado de Costa Rica y eso impide que nosotros podamos darla, faltaría que
el Perú denuncie el tratado y se aparte. Finalmente se podría dar. Es también una cuestión
de voluntad política que evaluaría el Congreso con el Poder Ejecutivo, proceso que
duraría más de dos años, donde está en juego la imagen del Perú y también la fortaleza
de la corte de Costa Rica, que se debilita si los países miembros van denunciando y se
apartan. No debe hacerse un peliculón, se tiene que hablar en términos de seriedad.
Implicaría, por ejemplo, necesariamente una opinión de embajadores que acudan a la
discusión. Ellos son los que conocen las consecuencias en términos de Derecho
Internacional. Son los principales involucrados.
Abogado por la Pontificia Universidad Católica del Perú, ha sido asesor de diversas
Comisiones del Congreso de la República y miembro de la Comisión Redactora del
Código Procesal Civil vigente y del Código de los Niños y Adolescentes. Hace énfasis en
presentar los argumentos a favor de la pena de muerte, y uno por uno va desglosando sus
inconveniencias para con el estado peruano.
Toda persona que quiera opinar al respecto debería saber que una vez que hemos suscrito
al Pacto de San José de Costa Rica, no podemos desentendernos de la disposición que
prohíbe la inclusión de la pena de muerte. Claro está, salvo que el Perú renuncie o se
sustraiga a vivir en una comunidad jurídica internacional. No podemos cambiar nuestra
Constitución para favorecer lineamientos que no se corresponden con los derechos
humanos.
La crítica se ha asentado y con razón, importantes sectores del foro se mostraron
contrarios a lo que se ha denominado “populismo jurídico”, al punto que el propio
presidente de la República, Pedro Pablo Kuczynski, tuvo que enmendar la plana a su
ministro.
Con la aplicación de las penas lo que se busca es: 1. Sancionar al infractor, que
fácilmente lo podemos entender como una retribución del daño que este ha infligido
a otras personas. 2. Con el anterior punto se pretende lograr que el sancionado
aprenda de sus errores y, de esta manera, logre su reinserción a la sociedad y
finalmente, mediante la sanción o la amenaza latente de castigo. Se busca también,
3. Intimidar a potenciales delincuentes futuros.
Este primer argumento es problemático, pues nos daría a entender que la vida de una
persona, en este caso la víctima, vale la vida del victimario (ley de talión, en la que una
afectación es compensada con otra idéntica). Siguiendo dicha lógica, en el caso de
violación, la pena capital se vería excesiva, por lo que por el principio de ‘‘reciprocidad’’
de la pena se vería evidentemente desproporcionado.
Lo dicho nos conduce al absurdo, pues la justicia se vería obligada a cometer los delitos
que ella misma prohíbe por inhumanos. Categóricamente consideramos que alcanzar la
justicia no implica de ninguna manera hacer lo mismo, retribuir un daño con otro daño,
más bien se trata de castigar recortando la libertad del delincuente con mesura, respetando
ciertos parámetros básicos que demuestran que la justicia no se rebaja al mismo nivel de
la fechoría y sobre todo que somos personas civilizadas, pues la venganza física o de
sangre no se corresponde con los tiempos actuales.
De este modo, entendemos que un auténtico castigo justo respetaría el derecho a la vida
y la integridad física y psicológica del delincuente. En las cárceles, el condenado no puede
ser torturado ni aislado eternamente de otras personas, por más atroz que haya sido su
delito, pues si lo que se busca es su reinserción a la sociedad; aislarlo y tratarlo
inhumanamente no es el camino correcto. Lamentablemente, estas condiciones no están
dadas en las cárceles superpobladas del Perú, donde los delincuentes más poderosos
deciden sobre los derechos del resto.
Es importante recordar que en el Perú se ha dejado de aplicar la pena de muerte desde que
entró en vigencia la Constitución de 1979. En el texto aprobado en 1993 se amplió su
aplicación única (para casos de traición a la patria en caso de guerra) al delito de
terrorismo, pero nunca llegó a reglamentarse ni mucho menos a ejecutarse. A nivel
internacional, es inviable porque Perú firmó el Pacto de San José o Convención
Americana de Derechos Humanos de 1969, que finalmente se aprobaría en 1978.
Renunciar a los tratados internacionales a los que nos hemos adherido implicaría llegar a
tener tal vez la condición de una paria en relación al respeto a los derechos humanos.
Por lo dicho, queda claro que la evolución del derecho internacional ha seguido, primero,
una tendencia de afirmación del derecho a la vida, y después, una tendencia claramente
abolicionista en el mundo, todo lo cual haría aún más imposible una supuesta aplicación
de la pena de muerte en el Perú.
Algunos países como Argentina o Ecuador han considerado que basta con tener 16 años
para obtener el derecho ciudadano al voto, pero nadie, en ninguna parte del mundo han
prescrito que, en caso de delitos graves, basta con tener 16 años para hacerse imputable a
penas mayores. Pero ello es una realidad totalmente distinta a la que defiende el ministro.
Una cosa es otorgar derechos, otra muy distinta, castigar. Por ello, suponemos que lo que
tal vez está pretendiendo el ministro es frenar, con tales medidas –bastante exageradas y
absurdas–, la ola de sicariato y violaciones que existe actualmente y que se cree está
incrementando.
Es sabido que la Convención de los Derechos del Niño y UNICEF, que es el organismos
de las Naciones Unidas encargado de interpretar las normas sobre la Convención, han
sido claros en manifestar que los Estados parte, que son la gran mayoría de los estados
del mundo, no pueden juzgar a los adolescentes menores de 18 años como adultos. Esto
es, los que tienen entre los 16 y 18, puede ser objeto de sanción, pero con las limitaciones
correspondientes a su condición. La forma de combatir el delito no funciona enviando a
eliminar personas, sino estaríamos retrocediendo en el tiempo. Por lo que escuchamos
decir a nuestro propio ministro, no está de más recordar que el Estado no busca la
venganza con el derecho penal.
Más que endurecer las penas, lo ideal es hacer efectivas las que ya existen. Las condenas
privativas de libertad tienen como objetivo el reformar al delincuente. Sin embargo, los
psicópatas no se regeneran y pueden llegar a inducir a otros a cometer crímenes, ello
agravado por los problemas ya mencionados, como el hacinamiento y los tratos crueles e
inhumanos que muchos viven a diario. La cadena perpetua podría ser una alternativa a la
pena de muerte, otra alternativa podría ser la aplicación de medidas como la castración
química –en los casos de violaciones–, que viene siendo aplicada exitosamente en países
occidentales como Francia, en donde los crímenes de violación han tenido una drástica
caída en torno al 70%.
IV.- PRINCIPIOS QUE RESPALDAN LA IMPROCEDENCIA DE LA PENA
DE MUERTE EN EL PERÚ.-
Constitución Política del Perú, Título I, Capitulo III, Art. 32°.- (…) no pueden
someterse a referéndum la supresión o la disminución de los derechos
fundamentales de la persona, ni las normas de carácter tributario y presupuestal,
ni los tratados internacionales en vigor.
Código Penal del Perú, Título Preliminar: principios generales, Artículo IX.-
Fines de la Pena y Medidas de Seguridad.- La pena tiene función preventiva,
protectora y resocializadora. Las medidas de seguridad persiguen fines de
curación, tutela y rehabilitación.
V.- CONCLUSIONES.-
Finalmente, el reto es, una vez más, fortalecer la educación. Diversos estudios demuestran
que el delincuente se desarrolla en la adolescencia temprana, aproximadamente a partir
de los 12 años. Entonces, para evitar la delincuencia hay que trabajar con los niños desde
las escuelas. La adolescencia, una etapa caracterizada por la rebeldía o el cuestionamiento
del mundo, también es fácilmente seducible por retos de cualquier índole, por ello los
adolescentes que se inician en el mundo de la delincuencia a corta edad, ven a esta como
un desafío a superar. Ahora cabe la pregunta es: ¿se trata solamente de optimizar aquella
educación impartida en la familia o la escuela? La respuesta parece obvia: no, pues un
papel crucial, esencial, sin el cual todo lo demás sería banal, es el rol de los medios de
comunicación y las redes en el siglo del Internet.
Este debate debe ser concluido, recurriendo a algunos de los argumentos presentados, y
más importante aún mencionar que no se debe confundir hechos jurídicos y
fundamentales de la sociedad, con sentimentalismos (venganza), pues si se habla de
aplicar la ley de talión, estaríamos rebajando la importancia que tiene el derecho en un
estado de Derecho.
VI.- BIBLIOGRAFIA.-