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PENA DE MUERTE EN EL PERÚ

JAMIR FRAY MAMANI PERCCA

Resumen: La pena de muerte consiste en el castigo de quitarle la vida a un reo, esto en


consecuencia a un acto que va en contra de la sociedad. El Perú en la actualidad está
sufriendo una crisis socio-cultural, pues las multitudes piden a gritos que se aplique de
nuevo la pena de muerte en nuestro país, al parecer la mayoría cree que es la mejor opción,
y más para aquellos sujetos que cometen horribles crímenes (violación a menores de edad,
asesinato con arma blanca, etc.) Actualmente se ha convertido en tendencia hablar al
respecto de esta temática tan controversial. La pena de muerte ha existido desde las
primeras civilizaciones, hasta la época moderna de nuestro país, y hace muy pocos años
fue destituida del código penal.

Palabras clave: Pena capital, Pacto de San José, Jurídico.

SUMARIO: I.- INTRODUCCIÓN. II.- PENA DE MUERTE III.- DECLARACIONES


CIENTIFICAS. 1.- ISAAC ERHLICH, 2.- GARY BECKER, 3.- GORDON TULLOCK.
IV.- ENFOQUE JURIDICO. 1.- RENATA BREGAGLIO, 2.- PEDRO ANGULO, 3.- RAUL
CANELO. V.- CONCLUSIONES. IV. BIBLIOGRAFÍA.

I.- INTRODUCCIÓN.-

Una de las consecuencias, quizás la más perniciosa, de la justificada ola de


indignación que ha despertado la grotesca cantidad de denuncias de violación sexual en
nuestro país ha sido que muchas voces se han alzado a favor de la implementación de la
pena de muerte como una solución radical al problema. Hay estudios académicos que
demuestran si la pena de muerte es beneficiosa o no en el Perú, en este artículo se llevara
a cabo un proceso de investigación al respecto e este tema, revisando declaraciones de
una gran conglomerado de profesionales que aportan bastante a la investigación de dicho
tema, en cada uno de sus enfoques (científico, jurídico, social) trataremos de responder
algunas preguntas que surgen en el planteamiento de este problemático debate: por un
lado, ¿la pena de muerte disuade a los potenciales violadores? ¿Tiene el Perú la capacidad
de aplicar la pena capital con solvencia dentro de su propio sistema justicia? Con el único
objetivo de demostrar si la pena de muerte en el Perú es viable o no.

I.- PENA DE MUERTE

La pena de muerte es definida como la sanción jurídica capital, la más rigurosa de


todas, consistente en quitar la vida a un condenado mediante los procedimientos y órganos
de ejecución establecidos por el ordenamiento jurídico que la instituye.

Los fundamentos de los retencioncitas para mantener vigente a la pena de muerte es que
la misma posee un alto valor disuasivo, una gran fuerza preventiva, resulta indispensable
y útil para que la sociedad se defienda de los delincuentes, es menos costosa que la cadena
perpetua

La pena capital o pena de muerte ha existido desde tiempos remotos. En Roma el delito
de traición a la patria era castigado con la pena capital; asimismo en la Ley de las XII
Tablas se reglamentó esta pena, hasta el punto de llegar a ser la pena imperante e incluso
en nuestro país se aplicó desde la época pre colombina.

La forma de ejecutar este tipo de pena eran de las más variadas, de acuerdo a la costumbre
de los pueblos que la aplicaban habían, entre otras, la crucifixión (Jesucristo), lapidación,
el garrote, la hoguera (Juana de Arco), el descuartizamiento (Túpac Amaru II), etc.

II.- DECLARACIONES CIENTÍFICAS.-

Los estudios más serios al respecto concluyen que la conducta de los criminales se
ve sujeta a una serie de estímulos que afectan su decisión de actuar y la posibilidad futura
de que sean sancionados con la muerte de manera cierta los aleja de la acción criminal.
Aquí una lista de entrevistas hecha por diarios peruanos a algunos de los principales
expertos en el mundo en el análisis de este tema.

1.-ISAAC ERHLICH

El doctor Isaac Erhlich es un reputado investigador en temas de ley y economía, crimen


y justicia, publicidad, longevidad, fertilidad, capital humano y salud, entre otros. Es uno
de los 100 economistas más citados del planeta. Erhlich, de la Universidad de Búfalo,
reportó sus hallazgos en el American Economic Review de 1975: por cada pena de muerte
ejecutada se evitaron ocho muertes de personas inocentes. Juzgue usted.

-Correo: ¿La pena de muerte es disuasiva? Tenemos un gran debate aquí porque el
gobierno quiere reimplantarla y los opositores aducen que es vana, que no disuade...

-Isaac Erhlich: Mire, mi posición es la de un científico. Soy neutral al analizar la data. No


estoy a favor ni en contra al aproximarme al tema, sino sólo un científico que acopia
números, los sistematiza, los analiza y llega a conclusiones. Bueno, si he llegado a la
conclusión, remarco que sobre sólida estadística, que la pena de muerte es efectivamente
disuasiva. Quisiera hacer notar que hallo que la mayoría de opiniones de los abolicionistas
son ideológicas, emotivas, no basadas en data analizada de manera rigurosa. Tampoco
mucho de esa postura está actualizada y muchos de sus estudios se quedaron en los 60.
Yo ya desde mediados de los 70 he probado, con números, que sí es disuasiva. Y de
manera científica, no porque sea partidario u opositor. No es por ideología como trabajo,
quiero resaltar por favor.

Otro problema que hallo es la falta de sistematización en los estudios abolicionistas.


Cogen la data y la acomodan a sus creencias. Eso no es científico. Y además dan
argumentos totalmente subjetivos, como que pareciese que se esté ejecutando en la calle.
No. Se hace en sitios acondicionados y cerrados y se trata de que sea lo menos dolorosa
posible. Justo la editorial Edward Elgar Publishing Ltda acaba de publicar en EE.UU. y
el Reino Unido los tres tomos de mi obra The Economics of Crime. En el último tomo
usted podrá hallar toda la sustentación científica de por qué la pena de muerte
efectivamente prueba ser disuasiva. Como todo en economía, el individuo responde a
determinados estímulos y desincentivos, aun los criminales, que pueden ser algo distinto
al resto, pero no ajenos al género humano. No quiero sonar pedante, pero creo que no
tengo ninguna falla en mis estudios. Sí disuade. También pueden ver por internet mis
publicaciones al respecto en American Economic Review (http://www.aeaweb.org/aer/)
y en el Journal of Political Economy (http://www.journals.uchicago.edu/JPE/).
Recomiendo especialmente "The Deterrent Effect of Capital Punishment-A Question of
Life and Death" (American Economic Review. Junio, 1975) y "Capital Punishment and
Deterrence: Some Further Thoughts and Additional Evidence" (Journal of Political
Economy. Agosto, 1977).
2.- GARY BECKER

El Comité de Oslo justificó la entrega del Premio Nobel de Economía 1992 a Gary Becker
(U. de Chicago) por haber extendido "la microeconomía al comportamiento humano y su
interactuación". En uno de los párrafos de su artículo "La moralidad de la pena capital",
Becker señala que "la mayoría de las personas, y los asesinos en particular, temen a la
muerte, sobre todo cuando llega con prontitud y una certidumbre considerable después de
que se comete un asesinato". En las siguientes líneas reproducimos su posición: Correo
(C): ¿Por qué está usted a favor de la pena de muerte? Gary Becker (GB): Porque, y sólo
porque, creo que sí puede detener algunos crímenes.

C: ¿La pena de muerte es disuasiva? ¿Existe la suficiente data estadística para probarlo?
GB: La evidencia está allí, pero no es completamente sólida porque es complicado
encontrar la suficiente variación en el uso de la pena capital. Incluso en los EE.UU. es
usada en poca cantidad (N: Pareciese que el Premio Nobel se refiriese a la pena capital
más que a la data al decir lo último).

C: ¿Los probables errores judiciales no le hacen dudar de su posición? GB: Por supuesto
que ese es un punto, pero se toman tantas precauciones en EE.UU. que es difícil que se
ejecute a alguien que no es culpable. De hecho, no existe un solo caso bien documentado
de ejecución errónea en los años recientes, a pesar de que existen casos de erróneos de
condenas con la pena capital como el castigo declarado. Pero existen innumerables
apelaciones que eliminan los errores.

C: El gobierno peruano está debatiendo, con mucha aprobación en las encuestas,


reintroducir la pena de muerte para violación y muerte de infantes. Cree que sería correcto
que el Perú adopte la pena capital como castigo? GB: Sí, pero sólo para asesinato
premeditado.

3.- GORDON TULLOCK

Gordon Tullock es abogado de la Universidad de Chicago y es padre de la influyente


escuela económica llamada Public Choice, junto al Premio Nobel (1976) de Economía
James Buchanan. Es conocido porque abordó a fondo el tema criminal y su disuasión,
bajo términos de estímulos y en una óptica economicista en su ya clásico Does
punishment deter crime? (1974). Aquí la entrevista: Correo (C): Está usted personalmente
a favor de la pena de muerte.
Gordon Tullock (GT): No al 100% (dubitativo). Parcialmente. Es cada vez más rara en el
mundo.

C: ¿Digamos un 70% a favor, 30% en contra.

GT: Sí, sí podríamos ponerlo así.

C: ¿La pena de muerte es disuasiva? GT: Sí, es disuasiva. Sí. Lo que pasa es que ya en
EE.UU. se dan muy pocas ejecuciones hoy en día como para demostrar plenamente su
efectiva capacidad disuasoria. Pero solamente la usaría en casos muy específicos (aquí
evitó, a pesar de nuestra insistencia, en pronunciarse sobre su aplicación a violadores de
menores. Parece además que no oye bien).

C: Reformulemos la pregunta. ¿O sea que piensa como el Premio Nobel Gary Becker,
que sólo debe aplicarse para casos muy puntuales, como asesinato premeditado.

GT: Sí, algo así.

III.- ENFOQUE JURÍDICO

1.- RENATA BREGAGLIO

Coordinadora académica y de investigaciones del IDEHPUCP (Instituto de


democracia y derechos humanos de la Pontificia Universidad Católica del Perú) hizo
algunas precisiones jurídicas del tema.

En el Perú, hoy por hoy, no es posible sancionar los asesinatos o violaciones con pena de
muerte, porque el Estado ratificó en julio de 1978 un tratado internacional que así se lo
impide.

Este documento es la llamada Convención Americana sobre Derechos Humanos (también


conocida como Pacto de San José) donde hay dos artículos clave. Un primer punto es que
la Convención impide a los países extender la pena de muerte para delitos que no
estuvieran ya contemplados con anterioridad en sus territorios.

Un segundo punto es que el tratado señala que ningún país puede interpretar la
Convención para limitar la libertad de sus ciudadanos.
Cuando el Perú ratificó el tratado, estaba vigente la pena de muerte para los delitos de
“traición a la patria en caso de guerra exterior”, “homicidio calificado” y otros supuestos.
Sin embargo, la Constitución de 1979 solo mantuvo la pena de muerte por “traición a la
patria” y eliminó los demás.

El asesinato y la violación son delitos que nunca estuvieron bajo el supuesto de la pena
capital, por lo que su aplicación está prohibida hoy en día.

2.- PEDRO ANGULO

Decano del Ilustre Colegio de abogados del Perú.

-Nuestra posición es jurídica, en el sentido que la pena de muerte no podría darse. El Perú
ha firmado el tratado de Costa Rica y eso impide que nosotros podamos darla, faltaría que
el Perú denuncie el tratado y se aparte. Finalmente se podría dar. Es también una cuestión
de voluntad política que evaluaría el Congreso con el Poder Ejecutivo, proceso que
duraría más de dos años, donde está en juego la imagen del Perú y también la fortaleza
de la corte de Costa Rica, que se debilita si los países miembros van denunciando y se
apartan. No debe hacerse un peliculón, se tiene que hablar en términos de seriedad.
Implicaría, por ejemplo, necesariamente una opinión de embajadores que acudan a la
discusión. Ellos son los que conocen las consecuencias en términos de Derecho
Internacional. Son los principales involucrados.

3.- RAÚL CANELO

Abogado por la Pontificia Universidad Católica del Perú, ha sido asesor de diversas
Comisiones del Congreso de la República y miembro de la Comisión Redactora del
Código Procesal Civil vigente y del Código de los Niños y Adolescentes. Hace énfasis en
presentar los argumentos a favor de la pena de muerte, y uno por uno va desglosando sus
inconveniencias para con el estado peruano.

Toda persona que quiera opinar al respecto debería saber que una vez que hemos suscrito
al Pacto de San José de Costa Rica, no podemos desentendernos de la disposición que
prohíbe la inclusión de la pena de muerte. Claro está, salvo que el Perú renuncie o se
sustraiga a vivir en una comunidad jurídica internacional. No podemos cambiar nuestra
Constitución para favorecer lineamientos que no se corresponden con los derechos
humanos.
La crítica se ha asentado y con razón, importantes sectores del foro se mostraron
contrarios a lo que se ha denominado “populismo jurídico”, al punto que el propio
presidente de la República, Pedro Pablo Kuczynski, tuvo que enmendar la plana a su
ministro.

Con la aplicación de las penas lo que se busca es: 1. Sancionar al infractor, que
fácilmente lo podemos entender como una retribución del daño que este ha infligido
a otras personas. 2. Con el anterior punto se pretende lograr que el sancionado
aprenda de sus errores y, de esta manera, logre su reinserción a la sociedad y
finalmente, mediante la sanción o la amenaza latente de castigo. Se busca también,
3. Intimidar a potenciales delincuentes futuros.

A nivel general, las argumentaciones a favor de la pena de muerte se basan principalmente


en el primer y el tercer objetivo: en primer lugar, se considera que el daño hecho es tan
grande que la única retribución justa consistiría en terminar con la vida del delincuente
(en caso de violación a niñas o algún otro crimen con efectos irreparables). Además, se
argumenta que la pena capital (o sea la pena de muerte) disuadiría a otras personas con
las mismas intenciones. Es decir, se configuraría inhibitoria para aquellos potenciales
delincuentes que pretendan cometer un delito.

Este primer argumento es problemático, pues nos daría a entender que la vida de una
persona, en este caso la víctima, vale la vida del victimario (ley de talión, en la que una
afectación es compensada con otra idéntica). Siguiendo dicha lógica, en el caso de
violación, la pena capital se vería excesiva, por lo que por el principio de ‘‘reciprocidad’’
de la pena se vería evidentemente desproporcionado.

Lo dicho nos conduce al absurdo, pues la justicia se vería obligada a cometer los delitos
que ella misma prohíbe por inhumanos. Categóricamente consideramos que alcanzar la
justicia no implica de ninguna manera hacer lo mismo, retribuir un daño con otro daño,
más bien se trata de castigar recortando la libertad del delincuente con mesura, respetando
ciertos parámetros básicos que demuestran que la justicia no se rebaja al mismo nivel de
la fechoría y sobre todo que somos personas civilizadas, pues la venganza física o de
sangre no se corresponde con los tiempos actuales.

De este modo, entendemos que un auténtico castigo justo respetaría el derecho a la vida
y la integridad física y psicológica del delincuente. En las cárceles, el condenado no puede
ser torturado ni aislado eternamente de otras personas, por más atroz que haya sido su
delito, pues si lo que se busca es su reinserción a la sociedad; aislarlo y tratarlo
inhumanamente no es el camino correcto. Lamentablemente, estas condiciones no están
dadas en las cárceles superpobladas del Perú, donde los delincuentes más poderosos
deciden sobre los derechos del resto.

Además en el Perú, lamentablemente, es poco probable que un delincuente que haya


cumplido su pena esté en todas sus capacidades para reinsertarse a la sociedad. Resulta,
pues, por lo menos igual de importante hablar sobre las necesarias reformas en el sistema
penitenciario, tema obviado por completo durante los gobiernos anteriores que solo se
han concentrado en medidas efectistas y demagógicas.

El segundo argumento (la pena de muerte ahuyentará a posibles futuros delincuentes) no


es tan cierto, en realidad, puesto que aún no existen estudios verdaderamente científicos
que demuestren que efectivamente en países con pena de muerte, el índice de asesinatos
se hubiese reducido a partir de su aplicación. Solo a modo de ejemplo, Estado Unidos que
es uno de los países en donde aún se permite la pena de muerte, continúa siendo uno de
los países con mayor delincuencia en el mundo y por supuesto, con mayor número de
reclusos en el mundo. Su número de presos por cada cien mil habitantes es de 716 y
teniendo un total de 2,29 millones de encarcelados representa casi el 10 por ciento de la
población reclusa mundial, situada en 22,96 millones, según el Centro Internacional para
Estudios de Prisiones. Eso, cuando los habitantes de Estados Unidos representan el 4,5
de los de todo el planeta. La cantidad de reclusos en el país ha aumentado un 75% en los
últimos 30 años, mientras que su población total ha crecido un 28% en el mismo periodo.

Otro argumento importante en contra de la pena de muerte es la imperfección humana.


Todos los seres humanos, incluyendo a la prensa, los jueces y testigos, están sujetos a
cometer errores. Por lo tanto, siempre existe la posibilidad de que una persona inocente
sea condenada a muerte, lo cual es un hecho irreversible. Aunque sólo haya un inocente
entre cien culpables: Esa muerte no se podría justificar. En vista de esta posibilidad, la
pena privativa de libertad resulta preferible, pues esta no es irreversible. En ese sentido,
castigar a los violadores de menores a cadena perpetua sin beneficio penitenciario sería
una posible alternativa a la pena de muerte. Puesto que, como hemos visto, no hay ningún
estudio que diga que esta condena pueda disuadir al delincuente. Peor aún, quien defienda
tales posiciones retrógradas, hablan con ignorancia supina, tal como lo hizo, Enrique
Mendoza, ministro de Justicia y Derechos Humanos del Perú.
En cuanto a su regulación, para comenzar, según el artículo 140 de la Constitución
Política del Perú de 1993, únicamente se permite la aplicación de la pena de muerte por
el delito de traición a la patria y solo en caso de que nuestro país se encuentre en guerra.

Es importante recordar que en el Perú se ha dejado de aplicar la pena de muerte desde que
entró en vigencia la Constitución de 1979. En el texto aprobado en 1993 se amplió su
aplicación única (para casos de traición a la patria en caso de guerra) al delito de
terrorismo, pero nunca llegó a reglamentarse ni mucho menos a ejecutarse. A nivel
internacional, es inviable porque Perú firmó el Pacto de San José o Convención
Americana de Derechos Humanos de 1969, que finalmente se aprobaría en 1978.
Renunciar a los tratados internacionales a los que nos hemos adherido implicaría llegar a
tener tal vez la condición de una paria en relación al respeto a los derechos humanos.

Por lo dicho, queda claro que la evolución del derecho internacional ha seguido, primero,
una tendencia de afirmación del derecho a la vida, y después, una tendencia claramente
abolicionista en el mundo, todo lo cual haría aún más imposible una supuesta aplicación
de la pena de muerte en el Perú.

El otro punto en discusión es el de correr la responsabilidad penal también a los menores


de 18 años y mayores de 16. Como sabemos, en el Perú y en cualquier parte del mundo
la responsabilidad penal se aplica únicamente a los mayores de edad. Incluso para los que
tiene entre 18 y 21 años de edad existe una responsabilidad restringida contemplada en el
artículo 22 del Código Penal peruano.

Algunos países como Argentina o Ecuador han considerado que basta con tener 16 años
para obtener el derecho ciudadano al voto, pero nadie, en ninguna parte del mundo han
prescrito que, en caso de delitos graves, basta con tener 16 años para hacerse imputable a
penas mayores. Pero ello es una realidad totalmente distinta a la que defiende el ministro.
Una cosa es otorgar derechos, otra muy distinta, castigar. Por ello, suponemos que lo que
tal vez está pretendiendo el ministro es frenar, con tales medidas –bastante exageradas y
absurdas–, la ola de sicariato y violaciones que existe actualmente y que se cree está
incrementando.

Debemos recordar entonces que, el Código de Niños y Adolescentes de 1992, en cuanto


al tratamiento a los niños y adolescentes cambia rotundamente, pues con el Código de
1962 ante un menor que infringía la norma penal, por ejemplo robar, el Estado tenía un
rol tuitivo, por lo que lo enviaba a una correccional. Lo mismo ocurría al menor que
asesinaba o violaba. Además no había reglas de juego, plazos, ni proceso alguno, pues en
palabras sencillas, estos quedaban a disposición del juez. Era un Código claramente
despectivo (el de 1962), puesto que el menor era tratado como un objeto de protección.
El Código de Niños y Adolescentes como dijimos, cambió eso. Ahora el menor (niño o
adolescente) era un sujeto de derechos y obligaciones. Y uno de esos derechos es
justamente el debido proceso. Tomándose lo mejor de la Convención sobre los Derechos
del Niño, las Reglas mínimas de las Naciones Unidas para la administración de la justicia
de menores (conocidas como las Reglas de Beijing), etc.; ahora es también sujeto con
responsabilidad penal, pero restringida. Se le podía demandar, pero con un proceso. El
adolescente no puede ser procesado ni condenado como un mayor de edad, es imposible
castigar a ambos de la misma manera, pues ello no solo no está permitido a nivel interno,
sino que es reprochable a nivel internacional, por ello el gobierno de Honduras ha sido
sancionado por la Corte de San José.

Es sabido que la Convención de los Derechos del Niño y UNICEF, que es el organismos
de las Naciones Unidas encargado de interpretar las normas sobre la Convención, han
sido claros en manifestar que los Estados parte, que son la gran mayoría de los estados
del mundo, no pueden juzgar a los adolescentes menores de 18 años como adultos. Esto
es, los que tienen entre los 16 y 18, puede ser objeto de sanción, pero con las limitaciones
correspondientes a su condición. La forma de combatir el delito no funciona enviando a
eliminar personas, sino estaríamos retrocediendo en el tiempo. Por lo que escuchamos
decir a nuestro propio ministro, no está de más recordar que el Estado no busca la
venganza con el derecho penal.

Más que endurecer las penas, lo ideal es hacer efectivas las que ya existen. Las condenas
privativas de libertad tienen como objetivo el reformar al delincuente. Sin embargo, los
psicópatas no se regeneran y pueden llegar a inducir a otros a cometer crímenes, ello
agravado por los problemas ya mencionados, como el hacinamiento y los tratos crueles e
inhumanos que muchos viven a diario. La cadena perpetua podría ser una alternativa a la
pena de muerte, otra alternativa podría ser la aplicación de medidas como la castración
química –en los casos de violaciones–, que viene siendo aplicada exitosamente en países
occidentales como Francia, en donde los crímenes de violación han tenido una drástica
caída en torno al 70%.
IV.- PRINCIPIOS QUE RESPALDAN LA IMPROCEDENCIA DE LA PENA
DE MUERTE EN EL PERÚ.-

No solo se trata de planteamientos teóricos que pueden o no proceder, se trata de


evidencias que ponen al estado peruano en una situación de acatamiento ante las supra
normas jurídicas existentes, y más importante aún, principios morales, éticos y naturales.

 La Convención Americana sobre Derechos Humanos (también llamada Pacto de


San José de Costa Rica) fue suscrita, tras la Conferencia Especializada
Interamericana de Derechos Humanos, el 22 de noviembre de 1969 en la ciudad
de San José en Costa Rica y entró en vigencia el 18 de julio de 1978. Es una de
las bases del sistema interamericano de promoción y protección de los derechos
humanos.
 Constitución Política del Perú, Título I, Capítulo I, Art. 2°.- Toda persona tiene
derecho a: la vida, a su identidad, a su integridad moral, psíquica y física y a su
libre desarrollo y bienestar. El concebido es sujeto de derecho en todo cuanto le
favorece.

Y sin en caso se presentara el argumento de recurrir a un referéndum para legalizar la


pena de muerte, la constitución aclara:

 Constitución Política del Perú, Título I, Capitulo III, Art. 32°.- (…) no pueden
someterse a referéndum la supresión o la disminución de los derechos
fundamentales de la persona, ni las normas de carácter tributario y presupuestal,
ni los tratados internacionales en vigor.
 Código Penal del Perú, Título Preliminar: principios generales, Artículo IX.-
Fines de la Pena y Medidas de Seguridad.- La pena tiene función preventiva,
protectora y resocializadora. Las medidas de seguridad persiguen fines de
curación, tutela y rehabilitación.
V.- CONCLUSIONES.-

A lo largo de la investigación se ha desarrollado la importancia de este debate que


actualmente se suscita en el Perú, como resultado de la investigación se afirma que la
pena de muerte en el Perú es prácticamente imposible, pues las limitaciones jurídicas,
sociales, económicas, no lo permiten, esto no quiere decir que las limitaciones no guardan
relación con el bien del país, al contrario, estas limitaciones buscan el mejor desarrollo
del estado peruano.

Además en un Estado democrático y constitucional como el Perú afirmaciones de pena


de muerte radicalistas no tienen asidero, por el respeto irrestricto a la vida. No solamente
son razones jurídicas las que no permiten ampliar la pena de muerte a otros delitos, sino
que hay razones de fondo para no aceptarla. Es inútil, excesiva e irreversible.

Finalmente, el reto es, una vez más, fortalecer la educación. Diversos estudios demuestran
que el delincuente se desarrolla en la adolescencia temprana, aproximadamente a partir
de los 12 años. Entonces, para evitar la delincuencia hay que trabajar con los niños desde
las escuelas. La adolescencia, una etapa caracterizada por la rebeldía o el cuestionamiento
del mundo, también es fácilmente seducible por retos de cualquier índole, por ello los
adolescentes que se inician en el mundo de la delincuencia a corta edad, ven a esta como
un desafío a superar. Ahora cabe la pregunta es: ¿se trata solamente de optimizar aquella
educación impartida en la familia o la escuela? La respuesta parece obvia: no, pues un
papel crucial, esencial, sin el cual todo lo demás sería banal, es el rol de los medios de
comunicación y las redes en el siglo del Internet.

Este debate debe ser concluido, recurriendo a algunos de los argumentos presentados, y
más importante aún mencionar que no se debe confundir hechos jurídicos y
fundamentales de la sociedad, con sentimentalismos (venganza), pues si se habla de
aplicar la ley de talión, estaríamos rebajando la importancia que tiene el derecho en un
estado de Derecho.
VI.- BIBLIOGRAFIA.-

O. ISLAS DE GONZÁLEZ MARISCAL, “La pena de muerte en el derecho comparado”,


Scielo México, vol.44, no.131, 2011. Disponible en
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0041-
86332011000200019. Consulta: 20 de noviembre de 2017.

R. CANELO RABALAN, “Consideraciones sobre la pena de muerte en el Peru”,


Legis.Pe, 2017. Disponible en http://legis.pe/consideraciones-pena-muerte-peru/#_ftn2.
Consulta: 18 de Noviembre de 2017.

R. BREGAGLIO, “¿Es posible aplicar la pena de muerte en el Peru?”, IDEHPUCP, 2014.


Disponible en http://idehpucp.pucp.edu.pe/opinion/coordinadora-academica-del-
idehpucp-hace-precisiones-sobre-aplicacion-de-pena-de-muerte-en-el-peru/. Consulta:
18 de Noviembre de 2017.

P. VILCACHAHUA, “Opinión del colegio de abogados de Lima sobre la pena de


muerte”, Peru21, 2017. Disponible en https://peru21.pe/pena-muerte-opinion-colegio-
abogados-lima-polemica-propuesta-382326. Consulta: 15 de Noviembre de 2017

R. CONTRERAS, “Aportes al debate de la pena de muerte”, Correo, 2017. Disponible


en https://diariocorreo.pe/politica-y-economia/aportes-al-debate-de-la-pena-de-muerte-
191075/. Consulta: 15 de Noviembre de 2017.

M. GARRIDO LECCA, “¿Estamos dispuestos a darle al Estado peruano la prerrogativa


de matar? Porque hablamos del mismo Estado que es incapaz de usar las leyes que ya
tiene para tutelar los derechos que -en teoría- ya defiende.”, Altavoz, 2017. Disponible en
http://altavoz.pe/2017/10/30/28800/no-a-la-pena-de-muerte-por-mijael-garrido-lecca.
Consulta: 10 de Noviembre de 2017.

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