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Oscar Guardiola-Rivera 13 Ene 2015 - 11:00 pm

La crítica y el miedo

Elevar un objeto particular a la dignidad de la cosa, dicen los psicoanalistas, es el fin de toda
estrategia política.

Por: Oscar Guardiola-Rivera

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Pero elevar la pura particularidad del yo a la dignidad de una política pública cosmopolita es,
antes bien, un síntoma de la decadencia del lenguaje político.

El “yo soy...” ha reemplazado al “nosotros somos...” en las consignas políticas en desacuerdo


con un crimen execrable que nos afecta a todos. Pero en vez de significar nuestra solidaridad con
las víctimas y nuestra voluntad de enfrentar con firmeza el mal, esa forma de expresarnos
amenaza con banalizar las primeras y generalizar este último, el mal cometido, y a quienes lo
ejecutan, hombres particulares, al nivel de una abstracción carente de sentido.

Lo primero porque, pese al sentimentalismo y la benevolencia aparentes del “yo soy...”, lo cierto
es que no todos fuimos víctimas. Lo segundo porque el mal que ha ocurrido no es generalizable:
el responsable no es la “religión” en general, ni el “fanatismo”, ni mucho menos el “islamismo”,
última reencarnación del “totalitarismo” tras el nazismo y el comunismo, entonces equivalente a
éstos, ni la supuesta irracionalidad de Oriente —como parece implicar la narrativa usual de los
medios que enfrenta de manera simplista la libertad, alegando que se trata de un valor solamente
occidental o europeo, en contra de los enemigos externos, o internos en el caso de los
musulmanes europeos, bárbaros todos ellos en guerra contra el mundo civilizado.

Devolver la dignidad a las víctimas pasa primero por reconocer su especificidad: el policía
rematado en el suelo durante el ataque a Charlie Hebdo, Ahmed Merabet, era musulmán. Un
empleado musulmán, Lassana, escondió una quincena de rehenes durante el asalto al
supermercado judío Hyper Cacher, y al ser liberado ayudó a la policía para abatir al asaltante.
Las cuatro personas asesinadas por éste eran de origen judío.

La muerte de Merbaet y la acción heroica de Lassana envían un mensaje: ni mezclar los


conceptos, ni banalizar a las víctimas, ni generalizar a los victimarios. Detenerse a pensar, y
ejercer la crítica. Las víctimas de Charlie Hebdo lo fueron no porque sea aceptable ofender a la
cristiandad mas no al islam.

En Colombia, un funcionario ultracatólico adelanta una cruzada personal contra el secularismo


de izquierdas Quizás sea cierto que jamás hemos sido seculares, pero el vacío dejado por la
aniquilación del secularismo de izquierdas en Oriente Medio, los errores de juicio al intervenir
en Irak, Afganistán, Libia y Siria, y el desprecio por la crítica han dado lugar al respeto por la
fuerza y la relajación del miedo que convierte dicho respeto en admiración.

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