Você está na página 1de 2

El presente texto es un informe sobre los textos: “El hombre medieval”, y “Las

cruzadas vistas por los árabes”, los cuales nos hablan acerca del medioevo. El primer
nos habla acerca de los estereotipos y los roles del hombre cristiano medieval, mientras
que el segundo nos lleva a la alta edad media y nos relata, en el periodo de las tres
primeras cruzadas, el ascenso al poder de Nur Al Din, quien logra unificar la Siria
musulmana, y luego de Salah Al Din Yusuf, quien es conocido en occidente como
Saladino.

El primer texto se centra en la Europa cristiana del medioevo, donde se acepta la


existencia universal de un modelo humano. En una sociedad teocrática, sin duda el
modelo de hombre estaba definido por la religión, y el único que quedaba excluido de la
religión era el libertino o librepensador, aquél que negaba a Dios. A veces se trata solo
de una mala lectura de los textos o extrapolaciones nacidas de excesos verbales y, como
es de esperarse, el número de personas de este tipo es insignificante, tanto así que el no
creyente no figura si quiera en el grupo de marginados de la época.
El hombre, para la antropología cristiana medieval es la criatura de Dios. El
sexto día Dios hizo al hombre y le confió explícitamente el dominio sobre la naturaleza:
la flor y la fauna que le proporcionarían su alimento. El hombre medieval tiene la
vocación de ser señor de una naturaleza desconsagrada, la tierra y los animales. El
hombre, por cometer el pecado original, fue expulsado del paraíso y condenado al
sufrimiento, lo que es igual al trabajo manual para hombres y el dolor del parto para las
mujeres. La interpretación del trabajo como condena del Génesis predomina todo el
medioevo y posee dos puntos de vista: Por un lado es visto como maldición y
penitencia, por el otro, un instrumento de rescate y salvación.
Durante la Alta Edad Media (siglos IV y X), predomina una imagen pesimista
del hombre, como débil, vicioso, humillado frente a Dios. En esta época, Job es el
modelo ideal del hombre: aquél que debe aceptar la voluntad de Dios sin buscar otra
justificación aparte del arbitrio divino. Por otro lado, en los siglos XII y XIII tiende a
predominar una visión optimista: reflejo de la imagen divina capaz de continuar en la
tarea de la creación y capaz de salvarse. En esta época el modelo del hombre varía: se
propone el retrato del hombre bajo los rasgos realistas de los poderosos de la tierra y
cuando no es posible, personajes que imponen a las miradas admiración por sus rasgos
individuales.
En compensación, el hombre que sufre ya no es el hombre, sino el mismo Dios:
Jesús, el Dios de la encarnación. Jesús es visto más como el Cristo de la Pasión, de la
flagelación, el ultraje. El hombre es humillado, pero es divino. Además, esta implicado
en una lucha que, a menudo, se escapa a su poder, la que Satanás, el mal, entabla contra
Dios, contra el Bien. Lo que le concierne al hombre es aceptar o rechazar aquella gracia
que lo salvaría y ceder o resistir al pecado que lo condenaría. El hombre es la apuesta de
la batalla en la que se empeñan para su salvación o para su condenación los dos ejércitos
sobrenaturales de ángeles y demonios.
De esta antropología nace la concepción del hombre. La primera de estás es la
del homo viator: el hombre en el camino, que viaja por la tierra y por su vida que son
espacios/tiempo efímeros de su destino, donde camina hacia la vida o la muerta. El
hombre medieval es un peregrino, potencial o simbólico, por esencia, por vocación y en
los siglos XII y XIII, se materializa en la forma extrema del Cruzado. Sin embargo, el
camino puede arrancar al hombre de su estabilidad, lo que es una condición para la
moralidad y la salvación, y puede convertirlo en un errante y un vagabundo.
Una segunda es la del hombre penitente, el hombre condicionado por la
concepción del pecado que le ha sido inculcada y busca en la penitencia el medio para
asegurar la propia salvación. Es un ser complejo. En primer lugar, está constituido por
la unión de dos elementos bien distintos: el alma y el cuerpo. Salvación o condenación
se realizan a través del cuerpo y el alma, o mejor, el alma alcanza su destino mediante el
cuerpo. El cuerpo es la imagen metafórica de la sociedad: El Rey o el Papa es la cabeza
y los artesanos o campesinos son los pies. Además de la dualidad cuerpo y alma, existe
el espíritu, que introduce el sople y abre un inmenso número de significados.
Por otro lado, se distinguen otros tres modelos: oratores, bellatores y
laboratores

Você também pode gostar