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Los Medios de Comunicación Masivos: El

tratamiento de la (Des) Información


Una herramienta del Sistema Capitalista.

Alexia Muñoz M.
Catalina Soto C.
Katherine Villar L.
Teoría de la Comunicación
Bibliotecología
Facultad de Ciencias Sociales
Se entiende de manera formal por “Medio de Comunicación Masivo” o “Mass
Media” al vehículo tecnológico cuyo objetivo es dirigir un determinado mensaje hacia
una (amplia) colectividad, salvando las fronteras espacio temporales que a ésta
dividen. Este está propiciado por el alto impacto socioeconómico, tecnológico y
cultural originado por la industrialización y, al mismo tiempo, la imponencia del
sistema económico del capitalismo moderno; monopolización de la producción e
intercambio de bienes y prestaciones de servicios. De esta manera, el individuo
corriente (que no posee bienes de producción) se ve obligado a intercambiar trabajo
físico o mental por la obtención de capital, un bien que le permitirá subsistir en un
medio asentado sobre las bases del consumismo. Así, se llega a la finalidad
otorgada a la información, desde el sistema capitalista, como herramienta de
dominación sobre las masas, idea que será desarrollada a continuación.

Los medios de comunicación se sirven de soportes tales como la televisión,


la radio, el internet, prensa y literatura escrita. Su finalidad es informar, educar y
recrear a través de la elaboración de enunciados sencillos que, a su vez, permiten
una ágil asimilación por parte de la audiencia. Es justo en este momento que, al
repasar una vez más la función de los Medios de Comunicación Masivos, se hace
posible vislumbrar con mayor claridad la existencia de un problema; el supuesto de
que estos medios tendrían el propósito de entregar información objetiva a su
audiencia, asociación entre conceptos cuya disparidad, lamentablemente, no se
hace evidente.

En primer lugar, para lograr comprender y asentar la bases desde las cuales
se origina este problema, es necesario aclarar la definición correspondiente del
concepto de información, y tal como la RAE (2017) lo puntualiza, no se trata de otra
cosa que “los conocimientos comunicados o adquiridos”. Entonces, ¿dónde se
fundamenta el conflicto? ¿Por qué razón se necesitaría asociar la información,
entendida como materia u objeto, con la objetividad? Teniendo en cuenta a priori
que la objetividad es la calidad del objeto en sí mismo (lo que le es sólo relativo a él)
y que no está influido por sentimiento o creencia que modifique su estructura.
Al momento de comprender que la información no es otra cosa que “un
conocimiento cualquiera”, se entiende que el ejercicio mismo de la razón de los
individuos al acceder y adquirir dicho conocimiento gatilla su percepción,
valorización, y por tanto la influencia de su sentir y creencias en el acto del acceso a
la información. En otras palabras, se torna evidente que la información carece de
calidad objetiva, pues es una apreciación a partir de la cual el individuo puede
acercarse al conocimiento (comprendiendo este como la forma de percibir la
realidad del individuo, subjetiva y variable, causada por la influencia de múltiples
factores que delimitan y modifican la visión de su Verdad). Así mismo, se reconoce
que el acceso a una Verdad Absoluta es imposible, y que por tanto la información es
para el individuo, en esencia, sólo una entre infinitas maneras de reconocer y
pensar el mundo.

Es en este punto donde entra en juego la cualidad comunicativa del individuo,


a través de la cual la información, materia prima del acto comunicativo, se
manifesta; transporta la materia prima como si de un vehículo se tratase, dándola a
conocer al mundo. Traduciéndose en el esquema comunicativo realizado por los
Medios de Comunicación Masivos: la distribución de un determinado mensaje,
elaborado por los Medios que desempeñan el rol de emisor, a través de un canal,
materializado en los soportes anteriormente mencionados (radio, televisión, internet,
prensa y literatura) dirigidos hacia un receptor: la masa, concepto que se abordará
tras el necesario desarrollo y la comprensión básica de dicho esquema
comunicativo.

Tras este breve análisis cabría cuestionarse: ¿Es posible atribuir a la


distribución de información que realizan estos Medios de Comunicación Masivos la
calidad de veras? A estas alturas la respuesta debería parecer obvia. No obstante,
aún queda la cuestión de por qué es tan evidente, dado que las masas (la audiencia
de estos medios) continúan sin vislumbrar claramente este panorama. Para
contestar, se han de tener en cuenta las herramientas varias utilizadas por este
medio para la propagación masiva de la información.

Entre sus recursos discursivos se encuentra la invisibilización u omisión de


información determinante y pertinente; el tratamiento del lenguaje como la praxis
comunicativa donde se prioriza el uso exclusivo de determinadas unidades léxicas,
cuya carga semántica aporta cualidades propias de la apreciación subjetiva de un
individuo, añadiendo valor a un hecho descriptivo, y por tanto modificando la
semántica de la realidad misma. No por nada Chomsky y Ramonet (2002) resaltan
la labor de la información (o el encubrimiento de esta) como un factor determinante
en el nivel democrático: el flujo de poderes que se alimenta constantemente de las
opiniones públicas según lo que consumen como veras.

También se cuenta la utilización de voces pasivas en la construcción de


enunciados determinantes (anuncios publicitarios, titulares de prensa en periódico y
televisión), teniendo por finalidad restar responsabilidad y participación a hechos
perpetrados por entidades u organizaciones, para invisibilizar prácticas corruptas.

Así, contribuyen a modelar e influir la captación de la información por parte


sus receptores, lo que se traduce en una alteración y reformulación del mensaje, y
una práctica intencionalmente sugestiva. Resultaría de forma inevitable una
captación del mensaje deficiente por parte del receptor, sin embargo, el papel que
éste juega en el hecho comunicativo es activo, denotando su participación en el
proceso de adquisición de información. De la misma manera en la que el emisor
elabora su mensaje influenciado por su realidad y contexto particular, el receptor
tiene la facultad de captar, filtrar, sopesar, y descartar la multiplicidad de mensajes
emitidos por los Medios de Comunicación Masivos. Aun así, se limita sólo al análisis
del esquema de la comunicación consecuente a los Mass Media.

Es necesario también tener en cuenta la perspectiva de construcción del


receptor. Las escuelas de Birmingham y los Estudios Latinoamericanos permiten
comprender al individuo receptor como sujeto activo que se apropia de la cultura
popular a través de un arraigo identitario firme. Esto le permite hacer uso de su
ejercicio de la razón y abordar los mensajes generados por los medios de
comunicación desde una perspectiva crítica que sólo el progreso social e intelectual
relativo a su contexto le permite realizar.

Se evidencia notoriamente que la participación del destinatario receptor del


esquema perteneciente a los Mass Media es diametralmente opuesta al que estas
escuelas conciben. Es más, ésta encuadra más adecuadamente en el perfil
impulsado por la Escuela de Frankfurt, que reconoce al individuo como una partícula
componente de la “masa”, que surge como resultado del desnivel entre el contexto
histórico y el individuo; el sistema lo fuerza a llevar un acelerado ritmo de vida que le
imposibilita de evolucionar individual y colectivamente, lo que tendría como
consecuencia su estancamiento entre la sabiduría y la ignorancia. De esta manera
se encontraría atrapado en una utopía de percibirse como un individuo sabio, pues
no contaría con la facultad ni de visualizarse, ni asumirse ignorante como realmente
lo es a consecuencia del tratamiento de la información que los Medios de
Comunicación Masivos hacen del discurso. Así, se condiciona la realidad que éste
percibe, perpetuando así el estado de barbaridad en el que se encuentra.

Se podría entonces aseverar que el rol que desempeña la masa receptora,


colectividad irracional e indisciplinada, realiza simple y llanamente lo que su
denominación indica: el acto de recibir. Este individuo no cuestiona, no critica, no
sopesa ni mucho menos reflexiona en torno a los relativos de la información
entregada, dista de involucrarse emocionalmente con las demandas de diversos
grupos sociales. Chomsky y Ramonet (2002) añaden al respecto la función
adoctrinadora ejercida por las Mass Media, enfatizando su labor unificadora,
utilizando no sólo los medios de consumo como objetivo, sino que también el miedo
y las amenazas exteriores (como lo es el caso estadounidense) que deben ser
evitadas.

De esta manera, al tener atrofiada la capacidad de ejercitar su razón, el


individuo está incapacitado para generar empatía por sus pares, generando una
cadena de aislamiento: refugiándose en la tecnología y transformándose en la
última pequeña pieza en gran maquinaria del sistema capitalista: un ser desechable,
incapaz de realizar acto alguno de oposición. Todo consecuencia de su contexto, su
entorno social, el sistema económico al que pertenece; una red globalizada y
hegemónica que se le impone y lo reformula según las necesidades de las
actualizaciones contemporáneas.

En torno a dicha estructura, se tiene por evidente que la subjetividad aplicada


en el acto comunicativo de enunciación informativa representa a una de las tantas
herramientas de persuasión y manipulación, utilizadas para la perpetuación y
prevalencia del sistema neoliberal. ¿Por qué? Puesto que a través de este, se
transmite la perspectiva de realidad propia de la clase social dominante; la
burguesía moderna, una visión de mundo estructurada en torno al funcionamiento
mecánico del sistema económico mercantil que se impone al pueblo a través de los
medios. El receptor está imposibilitado de mostrar oposición alguna debido al
paradigma en que fue y es adoctrinado, que no le permite tomar acción ni cuestionar
el privilegio social, político y económico de las clases sociales dominantes. Marx y
Engels (2010) amplían al respecto:
La moderna sociedad burguesa que ha salido de entre las ruinas de la
sociedad feudal, no ha abolido las contradicciones de clase. Únicamente ha
sustituido las viejas clases, las viejas condiciones de opresión, las viejas
formas de lucha por otras nuevas [...] nuestra época, la época de la
burguesía, se distingue sin embargo, por haber simplificado las
contradicciones de clase. Toda la sociedad va dividiéndose, cada vez más,
en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases que se enfrentan
directamente: la burguesía y el proletariado (pág. 46).

Los propietarios, los acumuladores de capital y medios de producción; estos


son los seres conscientes que se mueven entre las sombras del anonimato,
justificando su existencia en la mantención de los Medios de Comunicación
Masivos, representados y materializados en instituciones y organizaciones
aparentemente ajenas a su influencia ideológica. Son los efectivos poseedores del
capital relativo a la sociedad del conocimiento: la información y, por ende, los
medios de producción que la distribuyen.

De esta manera, teniendo asumido ya que existe un sistema conformado por


relaciones sociales y económicas basadas en la producción monopolizada y
hegemónica del capital material y cultural, se infiere que el rol desempeñado por el
receptor, no es sino otro que la acción pasiva de absorber información y nada más.
El sistema moldea su estructura sociocultural, utilizando los Medios de
Comunicación Masivos (entre otros) al tratar la información como utensilio de
manipulación funcionalista.
Así, el esquema comunicativo, desarrollado en torno a este destinatario
transculturado a consecuencia de la globalización, encuadra a la perfección -y muy
paradójicamente -con el esquema comunicativo desarrollado por el lingüista y
fonólogo Roman Jakobson. Si bien, como formalista ruso desarrolló teorías
comunicativas que se mueven en el campo de las formas mismas, alejándose de los
aspectos sociales, su teoría de la información en aspectos estructurales podría
servir de ilustración al modelo de comunicación unidireccional y lineal que tiene
lugar en el esquema comunicativo entre los Medios de Comunicación Masivos
(Emisor) y el público al que se le distribuye la información tratada (Receptor / Masa).

De esta manera, el mensaje es elaborado, tratado, y enunciado, para luego


ser dirigido a través de un canal, en éste caso a través de los antes mencionados
soportes, para arribar luego a su destinatario, que no tendría la oportunidad de
explicar una respuesta al emisor, dado que la comunicación es impersonal. Por
tanto no existe reciprocidad, al no contar con los medios para refutar y cuestionar
dicho mensaje, pues se trata de un individuo acrítico.

Finalmente, al tomar en consideración la subjetividad de los mensajes


distribuidos (información utilizada como herramienta de propagación de la
desinformación, cumpliendo con el objetivo del sistema neoliberal de embobar y, por
tanto, apaciguar a las masas), se moldea semánticamente el concepto de Medio de
Comunicación Masivo o Mass Media. Este se moldea y cobra una nueva
denominación de acuerdo a su finalidad real: la extirpación y completa abolición del
término “comunicación” por el de “distribución”, ya que, en práctica, los Medios de
Comunicación no comunican, limitándose a la distribución de material informativo
debido a su unidireccionalidad.

De esta forma, los medios de distribución masivos, al propar información


“tratada”, hacia un publicado también “tratado”, ambas bajo ideologías neoliberales,
es del todo pertinente considerar dicha información o conocimiento, desde una
primera instancia de acercamiento, como dudosa o, llanamente, falaz, utilizada
como instrumento de manipulación.
La información se torna una herramienta utilizada en múltiples disciplinas
(política, social, cultural, educativa, etc.) de la cual el sistema capitalista se sirve
para mantener la condicionante sobre las masas. Utilizando disciplinas como la
psicología (lenguaje simbólico), la lingüística (signo), se efectúa un cambio de
consciencia perpetua. De este modo, los poderosos se aseguran de seguir donde y
como están, y se imponen a la masa; la uniformización a través del tratamiento de la
información según los dueños del paradigma, y la distribución lineal de dicha
información.
BIBLIOGRAFÍA

Chomsky, N. & Ramonet, I. (2002). Cómo nos venden la moto (15va. ed.).
Barcelona: Icaria.

Jakobson, R. (1985). Ensayos de lingüística general (1ra. ed.). Barcelona: Planeta


DeAgostini

Marx, C., & Engels, F. (2010). El manifiesto comunista (1ra. ed.). Madrid: Akal.

Real Academia Española [RAE]. (2017). Información. Edición Tricentenario. Rae.es.


Recuperado de: http://dle.rae.es/?id=LXrOqrN

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