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Lección 9: La Sociedad.
Hemos dicho que, en esta edad de transición, el propósito
moral se ha de lograr por medio de dos tareas primordiales: el
crecimiento del individuo tanto intelectual como
espiritualmente, y la contribución a la transformación de la
sociedad.
La sociedad no es simplemente la suma de todos sus miembros
y sus relaciones, como tampoco el ser humano es la suma de las
células del cuerpo y sus interacciones. La integración de las
células hace posible el surgimiento de la conciencia humana, la
cual existe en un plano que sobrepasa los límites del universo
físico. La unión de los individuos en sociedad produce una
civilización cuyos poderes trascienden los que engendraría el
mero ensamblaje de hombres.
Una de las primeras ideas que llegan a nuestra mente cuando
consideramos a la sociedad como algo más que un ensamble de
individuos, es la de las instituciones. Es relativamente fácil ver
que en cada sociedad existen instituciones cuyos objetivos
trascienden los propósitos de las personas que las integran,
colaboran con ellas, trabajan para ellas y hasta las dirigen. Para
que pueda desarrollar las capacidades que le permitan servir a
la humanidad, usted deberá aprender mucho acerca de las
distintas clases de instituciones y entender la historia de cada
una, cómo funciona, cuáles son sus fortaleza y debilidades y en
qué forma deberá evolucionar.
Al tratar de contribuir con la transformación de la sociedad,
usted no solo tendrá que interactuar con individuos e
instituciones; en la sociedad operan fuerzas con las que deberá
lidiar, fuerzas que, o bien se oponen a los cambios que usted
está buscando, o los impulsan.
En la medida que usted vaya desarrollando su poder de
percepción, irá siendo más capaz de identificar las fuerzas
presentes en una situación dada. Así, entonces, cada vez que se
encuentre con empeños orientados a lograr la integración, ya
sea en el campo político, económico o social, observará cómo
es que las fuerzas positivas se generan y comienzan a tener
efecto. Se irá familiarizando con la manera en que las fuerzas de
la justicia, la verdad, la rectitud y el honor funcionan.
Fácilmente identificará las fuerzas que surgen de los sacrificios
que la gente realiza cuando persigue causas nobles. Y, por su
puesto, se volverá muy consciente de la poderosa fuerza de la
unidad: unidad de propósito, de visión, de pensamiento y de
acción.
Lección 10: La Comunidad
Con lo valiosa que es la familia extensa para nuestro
crecimiento, es un espacio demasiado pequeño para que sea la
arena en que se pueda desarrollar toda la gama de
potencialidades humanas. Pero también la sociedad como un
todo, especialmente bajo las tasas actuales de crecimiento – en
tamaño y complejidad – es una unidad demasiado grande para
que la mayoría de nosotros podamos intentar influirla
directamente. Entonces, es en la dinámica de la vida
comunitaria que debemos buscar respuestas a ciertas
preguntas básicas acerca de la organización de la vida colectiva
de la humanidad.
La palabra comunidad se usa para hacer alusión a algunos tipos,
más bien diferentes de organización social. Por miles de años de
años, la aldea ha sido la forma más difundida de organización
social y, en muchos casos, la única forma conocida por el
hombre. Actualmente la mayoría de las aldeas nos presentan la
imagen triste de lo que, a lo sumo, es la sombra débil de una
comunidad.
Con el crecimiento de la vida urbana, los pequeños pueblos y
barrios de las grandes ciudades asumieron algunas de las
funciones de la comunidad, hasta cierto punto con éxito. Sin
embargo, un examen de la situación que se vive actualmente en
la mayoría de los barrios de las grandes ciudades, nos deja con
el sentimiento inquietante de que, de algún modo, la
humanidad está perdiendo un elemento irremplazable de la
organización social; elemento que es absolutamente necesario
si queremos mantener la cohesión de la sociedad como un todo,
y sin el cual los individuos se convierten en víctimas de fuerzas
sociales que escapan a su comprensión.
Para la mayoría de nosotros, el servicio a la humanidad
implicará actividades que serán llevadas a cabo en el contexto
de algún tipo de comunidad.
Lección 11: El aprendizaje
El verdadero servicio requiere de una actitud humilde y sincera
de aprendizaje. Si el aprendizaje no se incorpora a nuestros
esfuerzos para transformar la sociedad, los actos de servicio
que realicemos irán perdiendo poco a poco su efectividad.
Al tomar la decisión de dedicarnos al servicio de la humanidad,
por supuesto que tenemos alguna noción de lo que podemos
hacer y de la manera cómo vamos a llevarlo a cabo. Nuestra
determinación de servir se traduce en acción a medida que
aplicamos a los programas y proyectos que realizamos cualquier
conocimiento o destreza que hayamos adquirido en campos
específicos. Sin embargo, debemos ser conscientes de que, sin
importar qué tanta capacitación y educación hayamos recibido,
lo que desconocemos va a tener mucho más peso que lo que
conocemos. A medida que caminemos por el sendero del
servicio, debemos aprender de cada paso que tomemos: de los
libros y artículos que leamos, de los cursos que estudiemos, de
las interacciones que tengamos con otros, y de la reflexión que
hagamos sobre nuestras propias acciones. Sobre todo,
debemos saber que las personas a quienes deseamos servir
tienen mucho que enseñarnos, pero, desde luego, solo si
estamos dispuestos a escucharlas.
Para servir eficazmente debemos tener mucho cuidado de no
contaminarnos con actitudes de arrogancia o menosprecio por
las visiones de las demás personas a las que consideramos no
educadas y, por lo tanto, como ignorantes. Debemos
emprender nuestros actos de servicio con humildad. La
humildad nos protege del sentimiento de prepotencia que, con
más frecuencia de lo que parece, va acompañado del deseo de
controlar y manipular a los demás. Esta es la base sobre la cual
una verdadera actitud de aprendizaje podrá erigirse.