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Libro noveno

Allí solos conversábamos dulcísimamente; y olvidando las cosas pasadas, ocupados en lo


por venir, nos preguntábamos los dos, delante de la verdad presente, que eres tú, cuál sería
la vida eterna de los santos, que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el corazón del hombre
concibió. Abríamos anhelosos la boca de nuestro corazón hacia aquellos raudales
soberanos de tu fuente -de la fuente de la vida que esta en ti- para que, rociados según
nuestra capacidad nos formásemos de algún modo la idea de algo tan grande.

Esta realidad a la que se enfrente San Agustín es muy interesante, pues ya ha


comprendido un poco más acerca de las realidades espirituales, que no son captadas por los
sentidos, mas bien son asimiladas por el intelecto en un proceso de abstracción, pero que de
alguna manera están presentes, pues es ahí a donde los santos llegan el día en que dejan su
cuerpo. También se ve con mas claridad la importancia de saber que la vida es como un
precioso regalo, algo que no se lo a dado el mismo, sino que le es participado. Esta realidad
nos indica precisamente que al encontrarnos que el ser común esta llamado a regresar al ser
intensivo.

El ser común esta dotado de una gran capacidad para volver al ser intensivo, y cada
uno de los que lo logren serán completamente plenos, dependiendo de lo que cada ser
tenga, de las cualidades con que se ha dotado. Dependiendo que tanto se conozca a sí
mismo el hombre podrá ir desvelando de a poco la verdad, sin que como ya lo hemos dicho
antes se adueñe de ella. San Agustín percibe que hay algo más que lo que se ve y se palpa,
habla de una realidad espiritual, en la cual los hombres están inmersos, que dentro de esta
realidad no se puede concebir pues como no solamente es material se puede indagar y
llegar a un conocimiento racional sobre esa realidad espiritual.
Esto sin duda a veces cuesta trabajo, pero San Agustín lo hace de una manera
increíble, viéndose limitado se beneficia pues sabiéndose limitado ve la gran oportunidad
de que los santos ya estén disfrutando de una gran premio. Este premio es la vida eterna.

Estar en presencia del SER, y ahí cada uno según su esencia, será feliz, unos sea
menor o mayor, pero siempre será dando todo y recibiendo todo y por toda la eternidad,
siendo la fuente de la vida, no deberá estar sujeto a la corrupción o al tiempo y espacio, por
es contrario el SER no es vitalidad, es la vida, no algo bueno, es la bondad, por esa razón
los santos están gozando de la plenitud . No es fácil visualizar esta situación, pero gracias a
las capacidades que se tiene de alguna manera se han dado avances en esta increíble odisea
por descubrir lo que esta en el horizonte, lo que tanto preocupa al hombre, acerca de su
trascendencia.
Libro décimo

Pero ¿y qué es entonces? Pregunté a la tierra y me dijo: “No soy yo”; y todas las cosas
que hay en ella me confesaron lo mismo. Pregunté al mar y a los abismo y a los reptiles de
alma viva, y me respondieron: “No somos tu Dios; búscale sobre nosotros” Interrogué a
las auras que respiramos, y el aire todo, con sus moradores, me dijo: “Engáñase
Anaxímenes: yo no soy tu Dios” Pregunté al cielo, al sol, a la luna y a las estrellas.
“Tampoco somos nosotros el Dios que buscas”, me respondieron.

Esta es una realidad constante en el hombre, pues siempre se esta preguntando por
la realidad en la que vive, por cuestionarse por lo que experimenta y vive, preguntarse por
lo que le da fundamento a todo lo existente. De ésta maneta San Agustín va teniendo un
método muy claro para llegar al fundamento, tiene el método de la inducción, que permite
iniciar de lo particular a lo universal.

Esto se ve mas claro cuando por medio de la naturaleza, del cosmos, hace un estudio
que lo lleva a descubrir que toda la creación tiene un fundamento, creada tan
armoniosamente el creador debe tener una gran perfección. Pero este método tiene que ser
bien llevado para que de cosas muy concretas se llegue a encontrar una realidad universal,
de alguna manera ya antes los antiguos naturalistas empezaron a buscar la causa de lo que
los rodeaba, y como en el caso de Anaxímenes, decía que todo lo que se ve es por el aire,
pero le faltaba mucho, claro que no es lo que genera todo, pero ese estudio que hizo, fue
base para que otros llegaran y siguieran este trabajo.

Dije entonces a todas las cosas que están fuera de las puertas de mi carne:
“decidme algo de mi Dios, ya que vosotros no los sois; decidme algo de él”. Y exclamaron
todas con grave voz: “ el nos ha creado”.
De esta manera se muy claro que este estudio inductivo lo lleva a encontrar la causa
creadora de todo lo existente, no era que la creación hablara directamente, sino que a través
de la armonía y perfección que encierra se demuestra el pensamiento PERFECTO del
CREADOR, hoy día pareciera que la gente ya no se pregunta por el fundamento de lo todo
lo que existe, será porque ya se ha perdido la capacidad de asombro, y sumando la gran
cantidad de distractores tecnológicos, ya no se pregunta por lo mas sublime.

Falta regresar a los principios de los naturalistas, falta regresar al método inductivo,
pero esto no se lograra si no se les atiende con caridad a las personas que nos rodean,
incluso, seguir cultivando los que ya tengan cierta noción del tema, para que esto siga
enriqueciendo a uno mismo, pero sin olvidar de los demás. Si se logra esto, se estará
superando la realidad material y corporal que en estos tiempos se presentan con mucha
fuerza, y abrirse a lo que no se ve, a lo que esta oculto y se necesita develar, a lo
trascendente y espiritual, encontrando el fundamento de todo lo existente.

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