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Al venir aquí hoy, no tengo una agenda secreta. Lucho por mi futuro.
Soy solo una niña y no tengo todas las soluciones, pero quiero que se
den cuenta: ustedes tampoco las tienen.
No saben como arreglar los agujeros en nuestra capa de ozono.
No saben como devolver a los salmones a aguas no contaminadas.
No saben como resucitar un animal extinto.
Y no pueden recuperar los bosques que antes crecían donde ahora
hay desiertos.
Aún soy solo una niña, y sé que todos somos parte de una familia
formada por cinco billones de miembros, de hecho por treinta
millones de especies, y todos compartimos el mismo aire, agua y
tierra.
¿Entonces por qué salen fuera y se dedican a hacer las cosas que nos
dicen que no hagamos?
Ustedes, adultos, dicen que nos quieren. Os desafío: por favor, haced
que vuestras acciones reflejen vuestras palabras.
Gracias.
Carta del Jefe Piel Roja de Seattle, como respuesta a la petición de compra de sus
tierras, que le hizo el presidente de los Estados Unidos en 1854.
Creo con sinceridad que estamos en una especie de paraíso, sino es que en el paraíso
mismo. Paraíso único en el universo conocido y probablemente también en el tiempo,
ya que no hay nada más seguro que el aquí y el ahora.
Creo que los problemas que tenemos son generados en gran parte por nosotros mismos.
Hemos avanzado mucho en conocimiento técnico pero emocionalmente todavía somos
cavernícolas: antes nos matábamos a pedradas y ahora nos matamos con bombas
atómicas. Por algo se ha dicho que la historia es poco más que grandes crímenes y
grandes errores y que la historia es una pesadilla de la que quiero despertar.
Decía Gandhi que el mundo tiene lo suficiente para satisfacer las necesidades de todos
pero no lo suficiente para satisfacer la ambición de uno solo.
Es obvio por tanto que estamos ante una grave crisis y que lo que está en juego es la
supervivencia misma de nuestra especie. Es cada vez más urgente cambiar de rumbo a
nivel global y obviamente a nivel individual: necesitamos ser más solidarios;
sustentables en nuestro modo de vida; y respetuosos de la diversidad biológica, religiosa
y cultural que al fin de cuentas es lo que nos enriquece y hace interesante nuestra
experiencia.
Tenemos sin embargo algo que hasta hace algunos años no existía: información
relevante y comunicaciones accesibles.
Con estos recursos podemos organizarnos, restaurar el daño que hemos hecho y
rectificar el rumbo para asegurar una sociedad más humana.
____
Como este arroz ya se coció, te felicito y expreso mis mejores deseos, así como
mi reconocimiento y admiración por tu exitoso desempeño en tus actividades públicas y
privadas.
Me parece muy buena la definición de que la historia es poco más que grandes
crímenes y grandes errores. Creo que ese algo más es lo que hemos avanzado en
cuanto a respeto y promoción de la vida en general, y solidaridad en particular; y en
el cuidado de nuestro planeta, paraíso tal vez único en el universo. Mi deseo es que
seas parte importante de “ese algo más”.
Aprovecho para pasarte algo concreto que me parece importante en este sentido:
es una breve introducción (Anexo 1) –que también le envié por fax a Pedro Luis- de los
excelentes resultados obtenidos gracias al buen gobierno y a la visión correcta de largo
plazo en Curitiba, Brasil; ciudad de condiciones similares o más adversas a las nuestras;
experiencia que podría aprovecharse y adaptarse a nuestras circunstancias. También te
hago llegar copia del libro de donde obtuve estas referencias.
1.- Un bosque urbano en cada una de las principales ciudades del Estado. Algunas
razones:
-Otra opción de sano esparcimiento y recreación para una sociedad cada vez más
necesitada del mismo y de áreas verdes;
-Contribuir a la sustentabilidad y belleza de estas ciudades;
-Apoyar un cambio cultural en dirección del aprecio y cuidado de la naturaleza.
-Fomentar una sociedad más participativa ya que la idea es entregar el área a la
ciudadanía para que desarrolle el trabajo de reforestación.
-Promover el deporte.
Anexo I
Curitiba es una ciudad al sureste de Brasil, con una población equivalente a Houston o
Filadelfia. Comparte con cientos de ciudades de similar tamaño una peligrosa combinación de
escasez de recursos, más una población en crecimiento explosivo. La población metropolitana
de Curitiba creció de 300,000 hab. en 1950 a 2.1 millones en 1990, cuando el 42% de los
habitantes era menor a los 18 años. Se espera un crecimiento de un millón de residentes para el
año 2020.
Como especie hemos perdido gran parte de nuestra sensibilidad, y en una actitud
de soberbia y discriminación seguimos perturbando irreversiblemente el entorno
natural del que somos parte.
Imaginemos nuestro planeta visto desde el espacio exterior: una entidad hermosa,
con hielo fundente y fuego interno, apacible, vivificante, dinámico, imprevisible, de
cuyo tejido emergimos en compañía de millones de especies. Éste es nuestro hogar,
un frágil refugio que debemos valorar y proteger. Es la Madre Tierra que no puede
esperar más para recibir ayuda.
La Tierra es un planeta único, que ha sostenido vida desde hace mil millones de
años. Todo lo que los humanos necesitamos para sobrevivir, como nuestros
alimentos y viviendas, provienen de la naturaleza. ¡No somos los únicos que usamos
estos recursos!. Compartimos la Tierra con miles de millones de otras criaturas
vivientes que también necesitan de los recursos naturales para sobrevivir. A
medida que la población humana aumenta, podríamos agotar ciertos recursos,
necesarios para nuestra sobrevivencia y la de otras criaturas vivientes. Podemos
ayudar a la Tierra, y proteger a la naturaleza manteniéndola limpia.
Para contextualizar el momento que nos encontramos viviendo, debemos
reflexionar sobre las alternativas para desarrollar una relación mas armónica con
nuestro planeta, por esto, se debe realizar la lectura de un texto orientador y
motivador referido principalmente a definir acuerdos para lograr un desarrollo
sustentable de las sociedades, como es La Carta de La Tierra.
Carta de La Tierra
Preámbulo
Estamos en un momento crítico de la historia de la Tierra, en el cual la humanidad
debe elegir su futuro. A medida que el mundo se vuelve cada vez más
interdependiente y frágil, el futuro depara, a la vez, grandes riesgos y grandes
promesas. Para seguir adelante, debemos reconocer que en medio de la magnífica
diversidad de culturas y formas de vida, somos una sola familia humana y una sola
comunidad terrestre con un destino común. Debemos unirnos para crear una
sociedad global sostenible fundada en el respeto hacia la naturaleza, los derechos
humanos universales, la justicia económica y una cultura de paz. En torno a este fin,
es imperativo que nosotros, los pueblos de la Tierra, declaremos nuestra
responsabilidad unos hacia otros, hacia la gran comunidad de la vida y hacia las
generaciones futuras.
La Situación Global
Los patrones dominantes de producción y consumo están causando devastación
ambiental, agotamiento de recursos y una extinción masiva de especies. Las
comunidades están siendo destruidas. Los beneficios del desarrollo no se
comparten equitativamente y la brecha entre ricos y pobres se está ensanchando.
La injusticia, la pobreza, la ignorancia y los conflictos violentos se manifiestan por
doquier y son la causa de grandes sufrimientos. Un aumento sin precedentes de la
población humana ha sobrecargado los sistemas ecológicos y sociales. Los
fundamentos de la seguridad global están siendo amenazados. Estas tendencias son
peligrosas, pero no inevitables.
Responsabilidad Universal
Para llevar a cabo estas aspiraciones, debemos tomar la decisión de vivir de
acuerdo con un sentido de responsabilidad universal, identificándonos con toda la
comunidad terrestre, al igual que con nuestras comunidades locales. Somos
ciudadanos de diferentes naciones y de un solo mundo al mismo tiempo, en donde
los ámbitos local y global, se encuentran estrechamente vinculados.
'¿Crisis? ¿De qué crisis me hablan? ¿Estrés? ¿Qué estrés? Estrés es estar muerto a 6000
metros de altura sin agua ni comida', enfatizó.
Recordó un diálogo fundamental que tuvo con su padre, que le dijo: 'Mirá para adelante,
andá tras esa chica que te gustaba, tené una vida, trabajá. Yo cometí el error de no
decirle a tu madre tantas cosas por estar tan ocupado'.
Y cerró, determinado: 'Las empresas son importantes, el trabajo lo es, pero lo
verdaderamente valioso está en casa después de trabajar: la familia. No se olviden de
quien tienen al lado, porque no saben lo que va a pasar mañana.'
Una interminable ovación lo despidió de pie.
Barak Obama
Discurso de toma de posesión. Enero 09
Compatriotas:
Me encuentro hoy aquí con humildad ante la tarea que enfrentamos, agradecido por la
confianza que me ha sido otorgada, consciente de los sacrificios de nuestros
antepasados. Agradezco al presidente Bush su servicio a nuestra nación, así como la
generosidad y cooperación que ha demostrado a lo largo de esta transición.
Ya son 44 los norteamericanos que han hecho el juramento presidencial. Estas palabras
han sido pronunciadas durante mareas de prosperidad y aguas tranquilas de la paz. Y, sin
embargo, a veces el juramento se hace en medio de nubarrones y furiosas tormentas. En
estos momentos, Estados Unidos se ha mantenido no sólo por la pericia o visión de los
altos cargos, sino porque nosotros, el pueblo, hemos permanecido fieles a los ideales de
nuestros antecesores y a nuestros documentos fundacionales.
Así ha sido. Y así debe ser con esta generación de norteamericanos.
Que estamos en medio de una crisis es algo muy asumido. Nuestra nación está en guerra
frente a una red de gran alcance de violencia y odio. Nuestra economía está gravemente
debilitada, como consecuencia de la codicia y la irresponsabilidad de algunos, pero
también por el fracaso colectivo a la hora de tomar decisiones difíciles y de preparar a la
nación para una nueva era.
Se han perdido casas y empleos y se han cerrado empresas. Nuestro sistema de salud es
caro; nuestras escuelas han fallado a demasiados; y cada día aporta nuevas pruebas de
que la manera en que utilizamos la energía refuerzan a nuestros adversarios y amenazan
a nuestro planeta.
Estos son los indicadores de una crisis, según los datos y las estadísticas. Menos
tangible pero no menos profunda es la pérdida de confianza en nuestro país - un temor
persistente de que el declive de Estados Unidos es inevitable y de que la próxima
generación debe reducir sus expectativas.
Hoy os digo que los desafíos a los que nos enfrentamos son reales. Son graves y son
muchos. No los enfrentaremos fácilmente o en un corto periodo de tiempo. Pero Estados
Unidos debe saber que les haremos frente.
Hoy nos reunimos porque hemos elegido la esperanza sobre el temor, la unidad de
propósitos sobre el conflicto y la discordia. Hoy hemos venido a proclamar el fin de las
quejas mezquinas y las falsas promesas, de las recriminaciones y los dogmas caducos
que durante demasiado tiempo han estrangulado a nuestra política.
Seguimos siendo una nación joven, pero, según las palabras de las Escrituras, ha llegado
el momento de dejar de lado los infantilismos. Ha llegado el momento de reafirmar
nuestro espíritu de firmeza: de elegir nuestra mejor historia; de llevar hacia adelante ese
valioso don, esa noble idea que ha pasado de generación en generación: la promesa
divina de que todos son iguales, todos son libres y todos merecen la oportunidad de
alcanzar la felicidad plena.
Al reafirmar la grandeza de nuestra nación, somos conscientes de que la grandeza nunca
es un regalo. Debe ganarse. Nuestro camino nunca ha sido de atajos o de conformarse
con menos. No ha sido un camino para los pusilánimes, para los que prefieren el ocio al
trabajo o buscan sólo los placeres de la riqueza y la fama. Más bien, han sido los que
han asumido riesgos, los que actúan, los que hacen cosas -algunos de ellos reconocidos,
pero más a menudo hombres y mujeres desconocidos en su labor, los que nos han
llevado hacia adelante por el largo, escarpado camino hacia la prosperidad y la libertad.
Por nosotros se llevaron sus pocas posesiones materiales y viajaron a través de los
océanos en busca de una nueva vida.
Por nosotros trabajaron en condiciones infrahumanas y se establecieron en el oeste;
soportaron el látigo y araron la dura tierra.
Por nosotros lucharon y murieron en lugares como Concord y Gettysburg, Normandía y
Khe Sahn.
Una y otra vez estos hombres y mujeres lucharon y se sacrificaron y trabajaron hasta
tener llagas en las manos para que pudiéramos tener una vida mejor. Veían a Estados
Unidos más grande que la suma de nuestras ambiciones individuales, más grande que
todas las diferencias de origen, riqueza o facción.
Este es el viaje que continuamos hoy. Seguimos siendo la nación más próspera y
poderosa de la Tierra. Nuestros trabajadores no son menos productivos que cuando
empezó esta crisis. Nuestras mentes no son menos inventivas, nuestros bienes y
servicios no son menos necesarios que la semana pasada, el mes pasado o el año pasado.
Nuestra capacidad no ha disminuido. Pero el tiempo del inmovilismo, de la protección
de intereses limitados y de aplazar las decisiones desagradables, ese tiempo
seguramente ha pasado. A partir de hoy, debemos levantarnos, sacudirnos el polvo y
volver a empezar la tarea de rehacer Estados Unidos.
Porque allí donde miremos, hay trabajo que hacer. El estado de la economía requiere
una acción audaz y rápida y actuaremos no sólo para crear nuevos empleos sino para
levantar nuevos cimientos para el crecimiento. Construiremos carreteras y puentes, las
redes eléctricas y las líneas digitales que alimentan nuestro comercio y nos mantienen
unidos. Pondremos a la ciencia en el lugar donde se merece y aprovecharemos las
maravillas de la tecnología para aumentar la calidad de la sanidad y reducir su coste.
Utilizaremos el sol, el viento y la tierra para alimentar a nuestros automóviles y hacer
funcionar nuestras fábricas. Y transformaremos nuestras escuelas y universidades para
hacer frente a las necesidades de una nueva era.
Todo esto podemos hacerlo. Y todo esto lo haremos.
Algunos cuestionan la amplitud de nuestras ambiciones y sugieren que nuestro sistema
no puede tolerar demasiados grandes planes. Sus memorias son cortas. Porque han
olvidado lo que este país ya ha hecho; lo que hombres y mujeres libres pueden lograr
cuando la imaginación se une al interés común y la necesidad a la valentía.
Lo que no entienden los cínicos es que el terreno que pisan ha cambiado y que los
argumentos políticos estériles que nos han consumido durante demasiado tiempo ya no
sirven.
La pregunta que nos hacemos hoy no es si nuestro gobierno es demasiado grande o
pequeño, sino si funciona -ya sea para ayudar a las familias a encontrar trabajos con un
sueldo decente, cuidados que pueden pagar y una jubilación digna. Allí donde la
respuesta es sí, seguiremos avanzando y allí donde la respuesta es no, pondremos fin a
los programas. Y a los que manejamos el dinero público se nos pedirán cuentas para
gastar con sabiduría, cambiar los malos hábitos y hacer nuestro trabajo a la luz del día,
porque sólo entonces podremos restablecer la confianza vital entre un pueblo y su
gobierno.
La cuestión para nosotros tampoco es si el mercado es una fuerza del bien o del mal. Su
poder para generar riqueza y expandir la libertad no tiene rival, pero esta crisis nos ha
recordado a todos que sin vigilancia, el mercado puede descontrolarse y que una nación
no puede prosperar durante mucho tiempo si favorece sólo a los ricos. El éxito de
nuestra economía siempre ha dependido no sólo del tamaño de nuestro Producto
Nacional Bruto, sino del alcance de nuestra prosperidad, de nuestra habilidad de ofrecer
oportunidades a todos los que lo deseen, no por caridad sino porque es la vía más segura
hacia el bien común.
En cuanto a nuestra defensa común, rechazamos como falsa la elección entre nuestra
seguridad y nuestros ideales. Nuestros padres fundadores, enfrentados a peligros que
apenas podemos imaginar, redactaron una carta para garantizar el imperio de la ley y los
derechos humanos, una carta que se ha expandido con la sangre de generaciones. Esos
ideales aún alumbran el mundo y no renunciaremos a ellos por conveniencia. Y a los
otros pueblos y gobiernos que nos observan hoy, desde las grandes capitales al pequeño
pueblo donde nació mi padre: sabed que América es la amiga de cada nación y cada
hombre, mujer y niño que persigue un futuro de paz y dignidad y de que estamos listos
a asumir el liderazgo una vez más.
Recordad que generaciones anteriores se enfrentaron al fascismo y al comunismo no
sólo con misiles y tanques, sino con sólidas alianzas y firmes convicciones.
Comprendieron que nuestro poder solo no puede protegernos ni nos da derecho a hacer
lo que nos place. Sabían por contra que nuestro poder crece a través de su uso prudente,
de que la seguridad emana de la justicia de nuestra causa, la fuerza de nuestro ejemplo y
las cualidades de la templanza, la humildad y la contención.
Somos los guardianes de este patrimonio. Guiados de nuevo por estos principios,
podemos hacer frente a esas nuevas amenazas que exigen aún mayor esfuerzo - incluso
mayor cooperación y entendimiento entre las naciones. Comenzaremos a dejar Irak, de
manera responsable, a su pueblo, y forjar una paz ganada con dificultad en Afganistán.
Con viejos amigos y antiguos contrincantes, trabajaremos sin descanso para reducir la
amenaza nuclear y hacer retroceder el fantasma de un planeta que se calienta. No vamos
a pedir perdón por nuestro estilo de vida, ni vamos a vacilar en su defensa, y para
aquellos que pretenden lograr su fines mediante el fomento del terror y de las matanzas
de inocentes, les decimos desde ahora que nuestro espíritu es más fuerte y no se lo
puede romper; no podéis perdurar más que nosotros, y os venceremos.
Porque sabemos que nuestra herencia multiétnica es una fortaleza, no una debilidad.
Somos una nación de cristianos y musulmanes, judíos y e hindúes - y de no creyentes.
Estamos formados por todas las lenguas y culturas, procedentes de cada rincón de esta
Tierra; debido a que hemos probado el mal trago de la guerra civil y la segregación, y
resurgido más fuertes y más unidos de ese negro capítulo, no podemos evitar creer que
los viejos odios se desvanecerán algún día, que las lineas divisorias entre tribus pronto
se disolverán; que mientras el mundo se empequeñece, nuestra humanidad común se
revelará; y América tiene que desempeñar su papel en el alumbramiento de una nueva
era de paz.
Al mundo musulmán, buscamos un nuevo camino adelante, basado en el interés mutuo
y el respeto mutuo. A aquellos líderes en distintas partes del mundo que pretenden
sembrar el conflicto, o culpar a Occidente de los males de sus sociedades - sepáis que
vuestros pueblos os juzgarán por lo que que podesis construir, no por lo que destruyais.
A aquellos que se aferran al poder mediante la corrupción y el engaño y la represión de
la disidencia, teneis que saber que estáis en el lado equivocado de la Historia; pero os
tenderemos la mano si estáis dispuestos a abrir el puño.
A los pueblos de las naciones más pobres, nos comprometemos a colaborar con vosotros
para que vuestras granjas florezcan y dejar que fluyan aguas limpias; dar de comer a los
cuerpos desnutridos y alimentar las mentes hambrientas. Y a aquellas naciones que,
como la nuestra, gozan de relativa abundancia, les decimos que no nos podemos
permitir más la indiferencia ante el sufrimiento fuera de nuestras fronteras, ni podemos
consumir los recursos del mundo sin tomar en cuenta las consecuencias. Porque el
mundo ha cambiado, y nosotros tenemos que cambiar con él.
Al contemplar la ruta que se despliega ante nosotros, recordamos con humilde
agradecimiento aquellos estadounidenses valientes quienes, en este mismo momento,
patrullan desiertos lejanos y montañas distantes. Tienen algo que decirnos, al igual que
los héroes caídos que yacen en (el cementerio nacional de) Arlington susurran desde los
tiempos lejanos. Les rendimos homenaje no sólo porque son los guardianes de nuestra
libertad, sino también porque encarnan el espíritu de servicio; la voluntad de encontrar
sentido en algo más grande que ellos mismos. Sin embargo, en este momento -un
momento que definirá una generación- es precisamente este espíritu el que tiene que
instalarse en todos nosotros.
Por mucho que el gobierno pueda y deba hacer, en última instancia esta nación depende
de la fe y la decisión del pueblo estadounidense. Es la bondad de acoger a un extraño
cuando se rompen los diques, la abnegación de los trabajadores que prefieren recortar
sus horarios antes que ver a un amigo perder su puesto de trabajo, lo que nos hace
superar nuestros momentos más oscuros. Es la valentía del bombero al subir una
escalera llena de humo, pero también la voluntad del progenitor de cuidar a un niño, lo
que al final decide nuestra suerte.
Nuestros desafíos podrán ser nuevos. Las herramientas con que los hacemos frente
podrán ser nuevas. Pero esos valores sobre los que depende nuestro éxito - el trabajo
duro y la honestidad, la valentía y el juego limpio, la tolerancia y la curiosidad, la
lealtad y el patriotismo - esas cosas son viejas. Esas cosas son verdaderas. Han sido la
fuerza silenciosa detrás de nuestro progreso durante toda nuestra historia. Lo que se
exige, por tanto, es el regreso a esas verdades. Lo que se nos pide ahora es una nueva
era de responsabilidad - un reconocimiento, por parte de cada estadounidense, de que
tenemos deberes para con nosotros, nuestra nación, y el mundo, deberes que no
admitimos a regañadientes, sino que acogemos con alegría, firmes en el conocimiento
de que no hay nada tan gratificante para el espíritu, tan representativo de nuestro
carácter que entregarlo todo en una tarea difícil.
Este es el precio y la promesa de la ciudadanía.
Esta es la fuente de nuestra confianza - el saber que Dios nos llama a dar forma a un
destino incierto.
Este es el significado de nuestra libertad y de nuestro credo - por lo que hombres y
mujeres y niños de todas las razas y de todas las fes pueden unirse en una celebración a
lo largo y ancho de esta magnífica explanada, por lo que un hombre cuyo padre, hace
menos de 60 años, no habría sido servido en un restaurante ahora está ante vosotros para
prestar el juramento más sagrado.
Así que, señalemos este día haciendo memoria de quiénes somos y de lo largo que ha
sido el camino recorrido. En el año del nacimiento de América, en uno de los más fríos
meses, una reducida banda de patriotas se juntaba ante las menguantes fogatas en las
orillas de un río helado. La capital se había abandonado. El enemigo avanzaba. La nieve
estaba manchada de sangre. En un momento en que el desenlace de nuestra revolución
estaba más en duda, el padre de nuestra nación mandó que se leyeran al pueblo estas
palabras:
“Que se cuente al mundo del futuro que en las profundidades del invierno, cuando nada
salvo la esperanza y la virtud podían sobrevivir … la urbe y el país, alarmados ante un
peligro común, salieron a su paso.”
América. Ante nuestros peligros comunes, en este invierno de nuestras privaciones,
recordemos esas palabras eternas. Con esperanza y virtud, sorteemos nuevamente las
corrientes heladas, y aguantemos las tormentas que nos caigan encima. Que los hijos de
nuestros hijos digan que cuando fuimos puestos a prueba nos negamos que permitir que
este viaje terminase, no dimos la vuelta para retroceder, y con la vista puesta en el
horizonte y la gracia de Dios encima de nosotros, llevamos aquel gran regalo de la
libertad y lo entregamos a salvo a las generaciones venideras.
Gracias, que Dios os bendiga, que Diós bendiga a América.
MANIFIESTO RUSSELL-EINSTEIN
Casi todos, quienes son políticamente conscientes tienen fuertes sentimientos sobre uno
o más de estos temas; pero quisiéramos que ustedes, si pueden, dejen de lado esos
sentimientos y se consideren a sí mismos solamente como miembros de una especie
biológica que ha tenido una historia destacada, y cuya desaparición no desea ninguno de
nosotros.
Trataremos de no decir ni una sola palabra que pudiera aludir a un grupo mas que a otro.
Sin duda que en una guerra con bombas-H las ciudades serían arrasadas. Pero este sería
uno de los menores desastres que habría que enfrentar. Si todos en Londres, Nueva
York y Moscú fueran exterminados, el mundo podría, en el curso de unos pocos siglos,
recuperarse de la explosión. Pero sabemos, especialmente desde la prueba de Bikini,
que las bombas nucleares pueden gradualmente dispersar destrucción sobre un área
mucho mayor que la prevista.
Está comprobado con gran autoridad que actualmente puede construirse una bomba con
una potencia 2500 veces superior a la que destruyó Hiroshima. Tal bomba, si explotara
cerca del suelo o bajo el agua, enviaría partículas radiactivas a las capas superiores del
aire. Estas caerían gradualmente alcanzando la superficie de la tierra en forma de lluvia
o polvo letales. Fue ése el polvo que afectó a los pescadores japoneses y a sus capturas
de pescado.
Nadie sabe cuán ampliamente esas partículas radiactivas podrían diseminarse, pero las
mejores autoridades expresan unánimemente que una guerra con bombas-H podría
posiblemente poner fin a la raza humana. Se teme que si varias bombas-H fueran
usadas habría una muerte universal, repentina solo para una minoría, pero para la
mayoría continuaría una lenta tortura de enfermedad y desintegración.
Muchas advertencias han sido publicadas por eminentes hombres de ciencia y por
autoridades en estrategia militar. Ninguna de ellas dirá que los peores resultados son
seguros. Lo que ellas sí dicen es que estos resultados son posibles, y nadie puede estar
seguro de que no sucederán. Nosotros no hemos encontrado que las visiones de los
expertos en este tema dependan en algún grado de sus ideas políticas o prejuicios. Ellas
dependen solamente, hasta donde nuestros investigadores han revelado, de la intensidad
del conocimiento específico de cada experto en particular. Hemos descubierto que los
hombres que más saben son los más sombríos.
Aunque un acuerdo de renunciar a las armas nucleares como parte de una reducción
general de armamentos no representaría una solución definitiva, serviría a importantes
propósitos.
Primero: cualquier acuerdo entre Este y Oeste será para bien, dado que tenderá a reducir
la tensión.
Segundo: la abolición de las armas termonucleares, si cada parte ha comprendido que la
otra lo ha hecho sinceramente, disminuiría el temor de un ataque sorpresivo del tipo de
Pearl Harbour, lo que en la actualidad mantiene a ambas partes en estado de aprensión
nerviosa.
Deberíamos, por lo tanto, dar la bienvenida a tal acuerdo, aunque sea solamente como
un primer paso.
Está ante nosotros, si lo elegimos, progreso continuo en felicidad, conocimiento y
sabiduría.
¿Elegiremos la muerte, por lo contrario, por no poder olvidar nuestras disputas?
Hacemos este llamado como seres humanos: Recuerden su condición humana y olviden
lo demás. Si pueden hacerlo el camino permanece abierto hacia un nuevo Paraíso; si no
pueden, está frente a ustedes el riesgo de la muerte universal.
Resolución
Invitamos a este Congreso, y a través de los científicos del mundo al público en general,
a suscribir la presente resolución:
En vista del hecho de que en cualquier futura guerra mundial las armas nucleares serán
sin duda empleadas, y que esas armas nucleares amenazan la continuidad de la
existencia del ser humano, urgimos a los Gobiernos del mundo a tomar conciencia, y a
reconocer públicamente, que sus propósitos no pueden alcanzarse por medio de una
guerra mundial, y los instamos, en consecuencia, a encontrar medios pacíficos para la
solución de todo conflicto o disputa entre ellos.
Max Born, Perry W. Bridgman, Albert Einstein, Leopold Infeld, Frederic Joliot-Curie,
Herman J. Muller, Linus Pauling, Cecil F. Powell, Joseph Rotblat, Bertrand Russell,
Hideki Yukawa
SÍ, LO ACEPTO
5. Acepto que congelemos o tiremos diariamente toneladas de comida para que los
índices bursátiles no se derrumben, en vez de ofrecer esa comida a los necesitados y de
permitirle a algunos centenares de miles de personas, no morir de hambre cada año.
6. Acepto que sea ilegal poner fin a mi propia vida, rápidamente; en cambio tolero que
se me mate lentamente, inhalando o ingiriendo substancias tóxicas autorizadas por los
gobiernos. El Sistema dice que mi vida no es mía; dice que es de ellos y que sólo ellos
deciden qué debo hacer con mi vida.
7. Acepto que se haga la guerra (por cualquier motivo y a cualquier costo) para así hacer
reinar la paz, aunque veamos que la paz nunca se haya logrado.
8. Acepto que en nombre de la paz, el primer gasto de los Estados sea el gasto de
defensa. También acepto que los conflictos sean creados artificialmente para
deshacernos del enorme stock de armas y así permitirle a la economía mundial, seguir
avanzando.
9. Acepto el amplio dominio del petróleo en nuestra economía, aunque sea una energía
muy costosa, sucia y contaminante; y estoy totalmente de acuerdo en impedir todo
intento de sustituir al petróleo. Y aunque se desvelara que hemos descubierto un medio
gratuito e ilimitado de producir energía, es evidente que lo gratuito sería nuestra
perdición.
10. Acepto que se condene el asesinato de otro ser humano, salvo que los gobiernos
decreten que ese ser humano es un enemigo y que me alienten a matarlo. Por ello,
acepto gustoso la muerte de todos mis enemigos.
12. Además acepto toda clase de división posible (política e ideológica) con tal que esas
divisiones me permitan focalizar mi cólera hacia los enemigos designados por los
gobiernos, cuando se agiten sus retratos ante mis ojos.
13. Acepto que el poder de fabricar la opinión pública, antes ostentado por las
religiones, esté hoy en manos de hombres de negocios no elegidos democráticamente,
quienes con su dinero son totalmente libres de controlar los Estados, porque estoy
convencido del buen uso que harán con ese poder.
14. Acepto que la idea de “la felicidad” se reduzca a la comodidad; acepto que “el
amor” se reduzca al sexo; y acepto que “la libertad” se reduzca a la satisfacción de
todos los deseos, porque esto es lo que me repite la publicidad cada día. Es simple:
cuanto más infeliz soy, más consumo. Y así cumplo mi papel contribuyendo siempre al
sano y buen funcionamiento de nuestra economía.
15. Acepto que el valor de una persona sea siempre proporcional a su cuenta bancaria;
que se aprecie su utilidad en función de su productividad y no de sus cualidades; y que
sea excluido del sistema si no produce lo suficiente.
17. Acepto que se destierre de la sociedad a las personas mayores cuya experiencia y
sabiduría podría sernos útil, pues, como somos la civilización más evolucionada del
planeta (y sin duda del universo) no necesitamos ni de esa experiencia ni de esa
sabiduría. Por ello, todos los ancianos sobran.
18. Acepto que se me muestren las noticias más negativas y aterradoras del mundo
todos los días, para que así yo pueda apreciar hasta qué punto nuestra situación es
normal y cuánta suerte tengo de vivir en Occidente. Sé que mantener el miedo en
nuestros espíritus es realmente beneficioso para todos nosotros.
19. Acepto que los industriales, militares y jefes de Estado celebren reuniones
regularmente para que, sin consultarnos, tomen decisiones que comprometen el porvenir
de la vida, la salud y el bienestar del planeta y de todos nosotros.
22. Acepto que los bancos internacionales presten dinero a los países que quieren más
armas para combatir, y que así ellos elijan a los que harán la guerra y a los que no. Soy
consciente de que es mejor financiar a los dos bandos en conflicto para así estar seguros
de ganar dinero y prolongar los conflictos el mayor tiempo posible, con el fin de poder
arrebatarles totalmente sus recursos si no pueden devolver los préstamos recibidos.
23. Acepto que las multinacionales se abstengan de aplicar los progresos sociales de
Occidente en los países desfavorecidos, pues que ya es una suerte para ellos que los
hagamos trabajar. Prefiero que se utilicen las leyes vigentes en esos países pobres para
hacer trabajar a los niños en condiciones inhumanas, miserables y precarias. En nombre
de los derechos humanos y los del ciudadano, no debemos ejercer injerencia en los
asuntos privados de esos países pobres.
26. Acepto la idea de que existen sólo dos posibilidades en la naturaleza, a saber: cazar
o ser cazado, y si estamos dotados de una conciencia y de un lenguaje, ciertamente no
es para escapar de esa dualidad, sino para justificar por qué actuamos de ese modo tan
idiota e irracional.
28. Acepto, sin discutir, y considero como verdades todas las teorías científicas
propuestas para la explicación de los misterios de nuestros orígenes. Y acepto que la
naturaleza dedicó millones de años para crear a un ser humano cuyo único pasatiempo
histórico es la destrucción de su propia especie, en unos instantes.
29. Acepto la búsqueda desesperada del beneficio propio como fin supremo de la
Humanidad y la acumulación de riqueza como la máxima realización de toda la vida
humana. De esta manera la vida es 100% plena.
30. Acepto la destrucción de los bosques, la casi desaparición de los peces en los ríos y
de la vida en nuestros océanos. Acepto la extinción de las especies animales y el
aumento de la polución industrial y de la dispersión de venenos químicos y de
elementos radiactivos en la naturaleza, como algo necesario y natural.
32. Acepto la presente guerra económica que actúa con rigor sobre el planeta, aunque
siento que nos está llevando hacia una catástrofe sin precedentes.
33. Acepto esta situación y todas las del sistema actual, porque creo y supongo que no
puedo hacer nada para cambiarla o mejorarla. El sistema está bien.
34. Acepto ser tratado, a diario, en todas mis actividades, como ganado porque todos los
demás lo aceptan y porque definitivamente pienso que las mayorías deciden y lo hacen
con enorme sabiduría y razón.
35. Acepto el sistema sin plantear ninguna objeción. Acepto además, cerrar los ojos ante
todo esto y no formular ninguna oposición verdadera, porque estoy demasiado ocupado
con mi subsistencia y con el resto de mis preocupaciones.
Incluso acepto defender a muerte este Nuevo Contrato Social si cualquier persona me lo
pide o si alguien lo ataca.
Líderes políticos del mundo: Sé que todos ustedes sólo actúan por mi bien, por el de
todos, y por el del sistema. Por eso les doy las gracias.
Osho fue un espíritu rebelde e independiente, retando todas las tradiciones religiosas,
sociales y políticas, e insistiendo en experimentar la verdad por sí mismo, en vez de
acumular conocimientos y creencias dadas por otros.
A la edad de veintiún años, el 21 de marzo de 1953, Osho alcanzó la iluminación.
Hablando de si mismo dice: "Ya no estoy buscando nada. La existencia me ha abierto
todas sus puertas. Ni siquiera puedo decir que pertenezco a la existencia, porque soy
parte de ella. ... Cuando una flor florece, yo florezco con ella. Cuando el sol sale, yo
salgo con él. Mi cuerpo es parte de la naturaleza, mi ser es parte del todo. No soy una
entidad separada"..........
Estos don los 10 mandamientos de Osho, son muy intensos si se llevan a la
practica...pero no se pierde nada con intentarlo, además de recibir un regalo de la vida,
el ser libres y mas felices.....
• No obedezcas ningún mandato a no ser que sea un mandato desde tu ser interno, de tu
Interior
• No hay otro Dios que la vida misma. Está en todo. El es Todo, Está en ti, eres Tú
• La Verdad está dentro de ti. No la busques en otra parte
• El Amor es una plegaria. Es una bendición. Es todo, es Amor. No busques, aquello que
es , es. Párate y mira
• El vacío es la puerta abierta hacia la Verdad. El vacío es el medio, el destino, el
camino, el logro, el final si es que existe. Mientras mas ahondes mas vacío será
• Recuerda: la vida es aquí y ahora. Lo demás es ilusión. No lo olvides. No existe el
pasado, nada podrá hacerse para cambiarlo, El pasado no volverá, no existe el futuro, el
futuro cuando venga será el presente. Todo lo que hagas solo lo haces Aquí, Ahora
• Vive, totalmente despierto. Aquí, Ahora. Vive muy intensamente lleno de Amor y Risa
• No nades, flota, relájate, no luches contra la corriente. Si puedes ayudar, ayuda, pero si
no puedes, no sufras. Recuerda. No impongas tu evolución
• Muere a cada instante para que puedas nacer de nuevo a cada instante. Morir es el
desapego de lo externo. El apego nace con el deseo, mas tienes, mas quieres. El deseo es
un ente insaciable, cuidado con él
• La meditación es la puerta al Eterno Infinito. Al Yo interior, a la Verdad de Dios, es el
camino al Ser Supremo, al Amor. Dios es Amor
Muy pocos quieren reconocerlo; muy pocos quieren ocuparse del origen de esta
amenaza: la humanidad puede desaparecer en este siglo por el consumismo, la violencia
y la depredación que se exacerba en todo el mundo; puede desaparecer por los peligros
inherentes a las modernas tecnologías, por el calentamiento global y por la
globalización del desastre ecológico.
La modernidad se encuentra afectada por una enfermedad terminal, pero, antes de morir
se torna más peligrosa y destructiva. Los años por venir serán decisivos para la
supervivencia de la humanidad; antes de diez años pueden aparecer los primeros
colapsos mundiales; puede aumentar la violencia en grado nunca visto en la historia.
Vivimos un ambiente cada día más enrarecido.
La situación es de tal manera peligrosa que necesitamos hacer un alto en todo lo que
hacemos, frenar nuestras actividades habituales y hacer una prolongada meditación en
torno a los desechos tóxicos, a las contaminaciones del aire, al envenenamiento de los
mares, ríos, lagos, humedales, a la degradación de los suelos, a la muerte de los bosques
y selvas, a la desaparición del agua limpia, al desastre climático, a la miseria,
inseguridad y militarismo creciente, al desquiciamiento de la sociedad y de la persona
humana, a la destrucción de las culturas milenarias y a la desarticulación de los valores
en la sociedad moderna: debemos desentrañar como llegamos a este desastre y como
podemos salir de él.
Extractado del texto presentado por Miguel Valencia Mulkay en el FSM Un cambio
profundo para evitar la extinción
Cuenta Jorge Valdano que un amigo del escritor Eduardo Galeano estaba impartiendo
una conferencia en una universidad norteamericana. Terminada la exposición, un
estudiante preguntó qué era la utopía.
El amigo de Galeano lo explicó con una metáfora: 'La utopía es como el horizonte, uno
se acerca diez metros y él se aleja diez metros; avanzamos otros cien metros y él se aleja
otros cien metros; volvemos a caminar mil metros y el horizonte siempre está a la
misma distancia, ahora mil metros...
' El estudiante, con el sentido pragmático que caracteriza a los norteamericanos y que es
tan bueno para algunas cosas, le dijo: '...Pero, entonces, la utopía no sirve para nada' Y
el amigo de Galeano cerró la metáfora: '¿Cómo no?, sirve para caminar'.
Efectivamente, sirve para caminar. Los sueños, las visiones, las fantasías, sirven para
caminar, ¿hacia donde? Si es rumbo al sueño mejor, pero si no lo es al menos nos
moveremos de nuestro sitio.
Nuestra visión deberá incluso contar con eventualidades o descalabros, si llegan éstos
serán también parte de nuestro sueño, por lo tanto nos seguiremos moviendo hacia
nuestra meta, hacia nuestra visión específica con visión periférica.
Pensar sentado es difícil, corriendo es todavía más difícil, pero no tanto cuando se tiene
una visión por compañera. Es difícil pensar y crear futuro sin una visión, sin una meta,
sin un destino justificado a través de los medios.
Cuando uno sube a un taxi y el taxista pregunta, '¿a dónde lo llevo?' uno no puede
simplemente decir: 'no sé, usted conduzca y haber que pasa'.
Nadie encuentra el éxito sin sentir la pasión de crear futuro. Se empieza con un viaje a
la imaginación, con fantasía pura, construyendo el sueño y el anhelo convertido en
motivación, emoción y satisfacción. De inicio se trata de un paraíso lejano.
A falta de visión imaginada, a falta de destino final, nos dejaremos llevar por
acontecimientos que ni siquiera se encontraban en nuestra mente y tal vez sea muy
factible que, si no estamos preparados, ese sueño desaparezca y caigamos.
El líder ve el final del camino, sabe perfectamente a donde va, evita que los
acontecimientos lo lleven, y al contrario, él mismo construye los acontecimientos y
prefiere su visión como transporte.
El líder visualiza el fin incluso antes de imaginar los medios, sin embargo éstos siempre
deben de ser justificados por sus principios y valores humanos y éticos. Es un templo
sin ladrillos aún, pero completamente terminado.
El líder inicia su visión como el niño que sueña con ser bombero o astronauta, y tendrá
que ser muy valiente, ya que existirán malhechores que se burlen de sus horizontes por
lo que tendrá que enfrentar al miedo de sentirse iluso.
El miedo no habita en la casa del líder, si toca a la puerta, habrá que abrirle y despedirlo
lo más pronto posible. El niño fantasea y nadie lo tacha de soñador. Al adulto sus
fantasías le avergüenzan, como si soñar fuera una regresión infantil, y de pronto y sin
darnos cuenta, la vida nos va merendando hasta que nos pide que nos rindamos ante
ella.
El líder requiere dosis altas de capacidad para soñar los detalles de su visión. Cuando se
visualizan los propios sueños y los vamos construyendo a placer, nos encontramos en
ese preciso momento construyéndonos a nosotros mismos.
Es ahí donde inicia la magia.
En cada uno de nosotros hay un ser vivo, sensible y racional, que dispone de múltiples
opciones...".
"...qué significa esto, creo que significa la obligación moral de fomentar en nosotros y
en nuestros hijos la capacidad de oponernos a que un sinfín de cosas parezcan
normales. Cotidianas y aceptables en el entorno, tanto natural como social. Significa
por ejemplo la capacidad de sentir honda compasión por un niño que sufre en un país
remoto; o experimentar auténtica indignación cuando los gobiernos y las instituciones
no logran solventar los conflictos internacionales por medios pacíficos; o manifestar
mayor respeto hacia los maestros, en especial hacia aquellos que enseñan en las aldeas
de los países más pobres, hombres y mujeres que trabajan en condiciones muy difíciles
y realizan ingentes sacrificios en aras del porvenir.
Hemos de aplicar el criterio de los saberes adquiridos al debate social de nuestra época
y no limitarnos a contemplar los acontecimientos pasivamente, sin tratar de influir en su
curso
Federico Mayor
Ex-Director General de UNESCO
Denise Dresser
LOS QUE MUEVEN A MEXICO
Alguna vez, el periodista Julio Scherer García le pidió a Ernesto Zedillo que le hablara
de su amor por México. Le sugirió que hablara del arte, de la geografía, de la historia
del país. De sus montañas y sus valles y sus volcanes y sus héroes y sus tardes soleadas.
El ex-presidente no supo qué contestar. Hoy es probable que muchos mexicanos
tampoco sepan cómo hacerlo. Hoy el pesimismo recorre al país e infecta a quienes
entran en contacto a él. México vive obsesionado con el fracaso. Con la victimización.
Con todo lo que pudo ser pero no fue. Con lo perdido, lo olvidado, lo maltratado. Con la
crónica de catástrofes; de corruptelas; de personajes demasiado pequeños para el país
que habitan.
Pero lo que nos congrega aquí hoy sugiere lo contrario. Por cada tache que se le pueda
colocar a este país, existe una paloma. Más de 50 palomas.. Frente a todos los motivos
para cerrar los ojos están todos los motivos para abrirlos. Frente a las razones para
perder la fe en México estan todas las razones para recuperarla. La determinación de
Lorena Ochoa. La pluma de Carlos Fuentes. La inteligencia de Mario Molina. El
profesionalismo de Carlos Loret de Mola. El talento de Salma Hayek. La chispa de
Diego Luna.. La visión empresarial de María Asunción Aramburuzavala. La
imaginación de Angeles Mastretta. El humor de Carlos Monsivaís. La tenacidad de
Alejandra de Cima. La sencillez de Gael García Bernal. Las canciones de Julieta
Venegas. El espíritu democrático de Margarita Zavala. La creatividad de Julieta Fierro.
La forma en la cual Alondra de la Parra conduce una orquesta o Rafael Márquez mete
un gol o Cristina Pacheco hace una entrevista.. La labor filantrópica de Alfredo Harp
Helu. El periodismo implacable de Miguel Angel Granados Chapa. La arquitectura de
Teodoro González de Leon.. La voz de Ximena Sariñana. Los huipiles de Beatriz
Paredes.
Cada persona tendrá su propia lista, su propio pedazo del país colgado del corazón. Una
lista larga, rica, colorida, voluptuosa, fragante.. Una lista que debe comenzar con las
palabras de la chef Marta Ortiz Chapa: "Siempre me gusto ser mexicana". Una lista con
la cual contener el pesimismo; un antídoto ante la apatía; una vacuna contra la
desilusión. Una lista de lo mejor de México. Una lista para despertarse en las mañanas.
Una lista para pelear contra lo que Susan Sontag llamó "la complicidad con el desastre".
Una lista como la compilada por la revista "Quien" hoy pero que en mi propio caso va
más allá de ello para incluir todo lo que yo amo de mi país. Los murales de Diego
Rivera. Las enchiladas suizas de Sanborns. Las mariposas en Michoacán. El cine de
Alfonso Cuarón. El valor de Emilio Alvarez Icaza. Los huevos rancheros y los
chilaquiles con pollo. El mole negro de Oaxaca. Los libros de Elena Poniatowska. La
decencia de Germán Dehesa. Los tacos al pastor con salsa y cilantro. El mar en Punta
Mita. La poesía de Efraín Huerta. El Espacio Escultórico al amanecer. Cualquier
Zócalo, cualquier domingo.
Y más allá de este recinto y este reconocimiento a cincuenta personas, habría que
aprovechar la ocasión para pensar un momento en todos aquellos que también mueven a
México. Sus habitantes. Ese país habitado por millones de hombres y mujeres
mexicanas que se levantan al alba a prender la estufa, a preparar el desayuno, a remojar
el arroz, a planchar los pantalones, a terminar la trenza, a correr detrás del camion, a
trabajar donde puedan y donde les paguen por hacerlo. El país de muchas mujeres y
hombres que duermen poco porque cargan con mucho.
Para acompañarlos les pido que piensen por un momento en las siguientes preguntas. Y
si ustedes vivieran y mantuvieran a sus familias con 3,000 pesos al mes? Y si les tomara
mas de dos horas y tres formas diferentes de transporte público llegar a su trabajo? Y si
al regresar a casa, despues de un largo día, su esposo las golpeara? Y si, aunque ustedes
contaran su caso cientos de veces, prevaleciera el silencio? Y si su hija o su madre o su
hermana fuera violada en la calle o cerca de un cuartel del Ejército? Y si en el
Ministerio Público le dijeran que ella se lo buscó o que lo ocurrido no es un crimen? Y
si resultara embarazada y la despidieran por ello? Y si hubiera complicaciones y no
pudiera pagarle al médico? Y si ustedes estuvieran condenadas a la precariedad
cotidiana como tantas más?
Para muchas mujeres en México esas preguntas no son hipotéticas sino reales. No
representan lo que podría ocurrir sino lo que ocurre. En México, ser mujer entraña tener
sólo 7 años de escolaridad promedio. En México ser mujer y trabajar en una
maquiladora significa estar en peligro de muerte. En México, ser mujer implica el 30
por ciento de probabilidad de tener un hijo antes de los 20 años. En México todavía
entraña luchar por el derecho a serlo.
Allí estan para quien las quiera ver: señales claras de un statu quo que es insostenible;
síntomas de problemas profundos, históricos, estructurales. A lo largo del sur del país y
a lo ancho de sus zonas más pobres. En cada institución disfuncional y en cada
funcionario insensible que la encabeza. En cada decisión arbitraria por parte de alguien
que ejerce el poder y en cada mexicana que padece sus consecuencias.
De allí que se vuelva imperativo celebrar a aquellos que están en la lista de quienes
mueven a México, y al mismo tiempo reflexionar en lo mucho que falta por hacer.
Pensar en un México menos cupular y más ciudadano. Menos elitista y más
democrático. Menos interesado en retener las oportunidades insólitas que tienen algunos
y más interesado en crearlas para otros. De lo que se trata, en esencia, es de cambiar la
forma geométrica del país. Pasar del triángulo al rombo. Crear una amplia clase media
poblada por personas con voz, con derechos, con oportunidades para generar riqueza y
acumularla. Crear mexicanos, emprendedores, educados, competitivos, meritocráticos
porque el país les permite serlo. Crear un sistema económico que promueva la
movilidad social en vez de permitir la perpetuacion de obstaculos que la inhiben.
Y vivir todos los días con esa lista de lo mejor y lo posible para así pelear contra la
lógica enraizada del "por lo menos": "por lo menos hay paz social; "por lo menos" la
pobreza extrema ha disminuido un poco; "Por lo menos no ocupamos el último lugar en
las evaluaciones PISA de educación". "Por lo menos en el sexenio pasado sólo se
robaron un Jeef Rojo y una Hummer". Hoy, la lógica compartida del "por lo menos"
equivale a una defensa de la mediocridad. Equivale a una apología del statu quo que
beneficia a pocos y perjudica a muchos. México solo será un país mejor cuando sus
habitantes dejen de pensar en términos relativos y empiecen a exigir en términos
absolutos. Cuando se conviertan en profetas armados con una visión de lo que podría
ser. Cuando empuñen lo que Martin Luther King llamó "coraje moral". Cuando
vociferen que los bonos sexenales y la rapacidad de los sindicatos y la educación
atorada y el desempleo constante y la inseguridad lacerante son realidades que ningún
mexicano está dispuesto a aceptar. Porque si nadie alza la vara, el país seguirá viviendo
- aplastado - debajo de ella. Porque si sólo 50 personas exigen que las cosas cambien,
nunca lo harán. Porque si los mexicanos siguen habitando el laberinto de la
conformidad, sera muy difícil sacudir al país desde allí.
Quienes pueblan esta lista saben que hay tanto por hacer; tanto por cambiar; tantos sitios
donde amontonar el optimismo. El optimismo de la voluntad frente al pesimismo de la
inteligencia. El optimismo perpetuo que se convierte en multiplicador.
El optimismo que debe llevar espero - a cada uno de los presentes - a hacer una
declaración de fe, como la frase que acuñó Rosario Castellanos. Una filosofía personal
para ver y andar, vivir y cambiar, participar y no sólo presenciar.
Una filosofía para compartir la terca esperanza de quien habla hoy y acompaña a los
premiados. La convicción inquebrantable de mejorar a México. De restañar a la
República. De volver a México un país de ciudadanos. Un lugar poblado por personas
conscientes de sus derechos y dispuestos a contribuir para defenderlos. Dispuestos a
llevar a cabo pequeñas acciones que produzcan grandes cambios. Dispuestos a sacrificar
su zona de seguridad personal para que otros la compartan.
Yo creo que ser de clase media en un país con cuarenta millones de pobres es ser
privilegiado. Y los privilegiados tienen la obligación de regresar algo al país que les ha
permitido obtener esa posición. Porque para qué sirve la experiencia, el conocimiento,
el talento, si no se usa para hacer de México un lugar más justo? Para qué sirve el
ascenso social si hay que pararse sobre las espaldas de otros para conseguirlo? Para qué
sirve la educación si no se ayuda a los demás a obtenerla? Para qué sirve la riqueza si
hay que erigir cercas electrificadas cada vez más altas para defenderla? Para qué sirve
ser habitante de un país si no se asume la responsabilidad compartida de asegurar vidas
dignas allí? Yo creo en la obligación ciudadana de vivir en la indignación permanente:
criticando, denunciando, proponiendo, sacudiendo. Porque los buenos gobiernos se
construyen a base de buenos ciudadanos y sólo los inconformes lo son.
Yo creo que muchos de los miembros de esta lista logran hacer cosas extraordinarias.
Aquellos que hacen más que pararse en fila y en silencio. Individuos que pelean por los
derechos de quienes ni siquiera saben que los tienen. Alejandro Martí, denunciando a
los policías cómplices y acorralando a los políticos que los protegen. Carmen Aristegui,
lidereando la oposición contra la impunidad y concientizando al país sobre sus efectos.
Guillermo Ortiz, peleando por la competencia y denunciando los costos que el país ha
pagado al obstaculizarla. María Elena Morera, sacudiendo a una sociedad altergada y
ayudándola a discernir el papel que debería desempenar. Miguel Angel Granados
Chapa, defendiendo-con su columna -- la humanidad esencial de quienes la han perdido
y ayudándolos a recuperarla. Ellos y tantos más, héroes y heroínas de todos los días.
Ombudsmans cotidianos.
Yo creo que mientras existan individuos como muchos de los que hoy celebramos -
encendidos, comprometidos, preocupados - el contagio continuará, poco a poco, y a
empujones como todo lo que vale la pena. El monólogo de los líderes se convertirá en el
coro de la población. La exasperación de los ciudadanos construirá cercos en torno a los
políticos. Yo creo que un día - no tan lejano, quizás - habrá un diputado que suba a la
tribuna y exija algo a nombre de la gente que lo ha elegido. En lugar de mirar con quién
se codea en el poder, mirará a quienes lo llevaron allí. Y México será otro país, otro.
Yo creo que eso es posible, pero sólo ocurrirá cuando la fe los mexicanos aplaudidos
por la revista "Quien" se vuelva la convicción de muchos. Cuando la crítica fácil se
traduzca en la participación transformadora. Cuando la creencia en el cambio se
concretice en acciones diarias para asegurarlo. Cuando más mexicanos memoricen las
palabras de mi amigo - el empresario y filántropo -- Manuel Arango: "El que no sepa
qué hacer por México que se ponga a saltar en un solo pie y algo se le ocurrirá". Cuando
saltando juntos logremos, de verdad, mover mejor a México.
Carta del Hijo de Pablo Escobar Gaviria
Hijo del mas importante narco colombiano cuenta su vida. Sebastián Marroquín
reflexiona sobre lo que vivió al lado de su padre, Pablo Escobar Gaviria; “siento una
profunda amargura de que México esté repitiendo casi literalmente esta historia”, dice.
El hijo del narcotraficante colombiano decidió tomar un camino diferente al de su padre.
"El primer coche bomba de Colombia explotó en mi casa", recuerda Sebastián.
Por ello busqué una reconciliación y un perdón público ante los hijos de las víctimas
más prominentes de mi padre, Rodrigo Lara Bonilla y Luis Carlos Galán. Un ministro
de Justicia que se atrevió a denunciar públicamente la infiltración del narcotráfico en la
vida política de Colombia, y un líder reformista seguro ganador de las elecciones
presidenciales de 1990.
Además de ellos pido aún hoy perdón a cada uno de los 44 millones de colombianos
víctimas de la violencia generada por mi padre. Es una larga lista, que tristemente no
excluye a nadie: policías, jueces, políticos, periodistas, narcotraficantes y cientos de
inocentes transeúntes que ni siquiera osaron enfrentarlo, pero que estuvieron en el lugar
y el momento incorrecto cuando explotaban sus bombas indiscriminadamente.
Como su familia, no nos fue ajena esa violencia ni logramos escapar de ella. El primer
coche bomba de la historia de Colombia explotó en mi hogar un 13 de enero de 1988 a
las 05:13 horas. Allí nos encontrábamos con mi madre Victoria Eugenia, quien tenía 28
años, mi hermanita Manuela, con escasos meses de edad, todavía no tenía ni siquiera la
posibilidad de declararse inocente por no saber hablar aún. Yo tenía 11 años. Mi padre
tenía para entonces un enorme poder económico y militar. Cuando vio la foto de la cuna
donde dormía su hija durante la explosión que destruyó los vidrios de todas las
viviendas de Medellín en un kilómetro a la redonda, enloqueció de violencia y
respondió con ferocidad. Una sola bomba contra su familia lo hizo ordenar la explosión
de más de 200 bombas por todo el país hasta casi lograr la claudicación de todos los
poderes del Estado frente al poder del narcotráfico. Estábamos todos ciegos y aturdidos
en ese ambiente hostil.
Aprendí que la vida es un búmeran, que los actos violentos generan una violencia cada
vez mayor y desenfrenada, llevándonos hacia una espiral inconmensurable de maldad
que luego es imposible detener, salvo por nuestra propia e íntima voluntad. Así corren
aún hoy en Colombia ríos de sangre que tiñen de odio, maldad, tristeza y desazón a la
sociedad. Solemos olvidar la historia, y por ello es que siempre se repite, pues
insultamos así el precioso legado de las experiencias de la vida. Colombia ya era
violenta antes del nacimiento de Pablo Emilio Escobar Gaviria.
La carta más difícil que escribí en mi vida fue para los hijos de aquellos líderes que
prometían rescatar el país y que murieron junto a la esperanza de muchos. Allí les dije a
sus hijos en la misiva enviada a principios de 2008 que “… Comprendo que nací en un
ambiente fértil para la violencia, pero el legado de nacer en un ambiente tan hostil no
podría ser otro distinto al de la búsqueda de la paz. No quiero repetir la historia”.
Recordé que “mi padre con su violencia obligó a muchas familias a exiliarse,
principalmente a las suyas, ignorando que con ello se estaba también gestando
subrepticiamente el exilio de sus seres más queridos”. Quiero tener un hijo, pero no le
dejaré por ello un testamento de violencia.
Tengo el honor de estar casado con una mujer mexicana, que tiene un coraje que haría
palidecer a cualquier guerrero, parafraseando a Gandhi. Ella me ha enseñado mucho
sobre esas lindas y sabias tierras. Me ha acompañado en los más pétreos caminos. Es mi
gran amor y así también lo es México para mí. Adoro las rancheras y me atrae el tequila.
Pero me entristece ver lo que estoy observando desde el lejano Buenos Aires, pues se
parece mucho a la primera parte del documental "Pecados de mi padre".
Siento una profunda amargura de que México esté repitiendo casi literalmente esta
historia, aquella de la que tanto me cuesta aún hoy hacerme cargo.
Siento que la película que hoy están viviendo mis compadres mexicanos, es la misma
que yo viví en Colombia exactamente en 1984, a mis siete años de edad, cuando mi
padre decidió por cuenta propia mandar a asesinar al entonces ministro de Justicia
Rodrigo Lara Bonilla (Q.E.P.D.).
De ahí en más, mi país vivió una violencia sin precedentes. Ese día mi familia se
desmembró para siempre, mi padre pasó luego toda su vida en la clandestinidad, el
hogar por él construido no existió más. Por eso me decidí a participar en este
documental y a romper el silencio sepulcral que mantuve 16 años después de su muerte,
porque he vivido en carne propia el horror de una violencia sin par que no quiero para
Colombia, para México ni para ninguna nación del planeta. Fui testigo, al igual que mi
país, de una guerra sin cuartel del narcotráfico contra el poder del Estado que no ganó
nadie, pues sólo quedamos como mudos testigos los miles de huérfanos y viudas de
todas las esferas de la sociedad. La violencia no discrimina.
Comprendí que aun en las más segregadas familias –como la nuestra– hay padres, hijos,
hermanas, abuelos, etc. Ahí también hay sentimientos por encima de lo machos que
pretendamos ser ante otros en la vida. Veo en mi esposa a diario el fiel reflejo del tesón
del pueblo mexicano. Respeto la dignidad de cada persona y no distingo entre uniformes
o nacionalidades, sólo veo a ciudadanos de la raza humana y a nadie más. Sólo veo a
hombres con su voluntad de sobrevivir en un ambiente donde las oportunidades son
escasas y donde el hambre abunda, así como los deseos de brindarle la mínima dignidad
a nuestros seres más queridos. Algunos están dispuestos a matar para no vivir en la
indigencia, pero no puede haber excusa válida para generar violencia hacia nuestros
hermanos a costa de nuestras necesidades o ambiciones personales.
En nuestra vasta familia latinoamericana solemos heredar las virtudes y los pecados de
nuestros padres, y es bajo esta excusa que vivimos por décadas enfrascados en unos
círculos de violencia y venganzas generacionales que se repiten incesantemente. Yo no
fui ajeno a esto, de hecho, al enterarme de la muerte de mi padre, a mis 16 años, caí en
esos círculos y armado de ira e intenso dolor amenacé públicamente con matar a quienes
habían dado muerte a mi padre.
Sin embargo, ahora agradezco a Dios que 10 minutos después me hizo reflexionar y
transformar el odio para no perpetuar este aparente estilo de vida que –les aseguro– es
más de sufrimientos y de persecuciones que de placer.
Un ejemplo? Un día la policía dispuso, sin saberlo, un control rutinario en alguna calle
de la ciudad justo frente a la casa donde yo me escondía con mi padre. Ese control
policial comenzó un domingo y duró siete días frente a nuestro escondite. Se nos
terminaron los víveres y estábamos solos pero rodeados de millones de dólares.
Aguantamos hambre mientras comprendí que el dinero del narcotráfico no servía para
nada si no te podías comprar siquiera una libra de arroz con él.
Intervención del Candidato a Presidente del Uruguay, PEPE MUJICA, ante los
Intelectuales de Uruguay!!
Mújica tomó posesión en Uruguay el día 1º de marzo de 2010. Viene del Frente Amplio,
una agrupación de la izquierda de ese país que gobierna desde 2005. Tabaré Vázquez,
también del Frente Amplio, es quien le entregó el poder a Mújica. Ese discurso lo
pronunció Mújica en abril del año pasado buscando unificar al país ante las reñidas
elecciones que le llevaron al poder.
Mújica aprendió a conciliar por el camino duro. Estuvo en prisión un total de casi 15
años. Ahí se convenció que por la vía de las armas no lograría nada, y se convirtió en
político.
INTELIGENCIA DISTRIBUIDA
Si un día llenamos estadios de gente formada va a ser porque afuera, en la sociedad, hay
cientos de miles de uruguayos que han cultivado su capacidad de pensar.
La inteligencia que le rinde a un país es la inteligencia distribuida.
Es la que no está sólo guardada en los laboratorios o las universidades, sino la que anda
por la calle.
La inteligencia que se usa para sembrar, para tornear, para manejar un autoelevador o
para programar una computadora.
Para cocinar, para atender bien a un turista, es la misma inteligencia.
Unos subirán más escalones que otros, pero es la misma escalera.
Y los peldaños de abajo son los mismos para la física nuclear que para el manejo de un
campo. Para todo se precisa la misma mirada curiosa, hambrienta de conocimiento y
muy inconformista.
Se termina sabiendo, porque antes supimos estar incómodos por no saber.
Aprendemos porque tenemos picazón y eso se adquiere por contagio cultural, casi
cuando abrimos los ojos al mundo.
Sueño con un país en el que los padres le muestren el pasto a los hijos chicos y le digan:
“¿Sabés qué es eso?, es una planta procesadora de la energía del sol y de los minerales
de la tierra”.
O que les muestren el cielo estrellado y hagan piecito en ese espectáculo para hacerlos
pensar en los cuerpos celestes, en la velocidad de la luz y en la transmisión de las ondas.
Y no se preocupen, que esos uruguayos chicos igual van a seguir jugando al fútbol. Sólo
que, en una de esas, mientras ven picar la pelota puedan pensar a la vez en la elasticidad
de los materiales que la hacen rebotar.
CAPACIDAD DE INTERROGARSE
Había un dicho: “No le des pescado a un niño, enséñale a pescar”.
Hoy deberíamos decir: “No le des un dato al niño, enséñale a pensar”.
Tal como vamos, los depósitos de conocimiento no van a estar más dentro de nuestras
cabezas, sino ahí afuera, disponibles para buscarlos por Internet.
Ahí va a estar toda la información, todos los datos, todo lo que ya se sabe.
En otras palabras, van a estar todas las respuestas.
Lo que no van a estar son todas las preguntas.
En la capacidad de interrogarse va a estar la cosa.
En la capacidad de formular preguntas fecundas, que disparen nuevos esfuerzos de
investigación y aprendizaje.
Y eso está allá abajo, marcado casi en el hueso de nuestra cabeza, tan hondo que casi no
tenemos conciencia. Simplemente aprendemos a mirar el mundo con un signo de
interrogación, y esa se vuelve la manera natural de mirar el mundo.
Se adquiere temprano y nos acompaña toda la vida.
Y sobre todo, queridos amigos, se contagia.
En todos los tiempos, han sido ustedes, los que se dedican a la actividad intelectual, los
encargados de desparramar la semilla.
O para decirlo con palabras que nos son muy queridas: ustedes han sido los encargados
de encender la admirable alarma.
Por favor, vayan y contagien.
¡No perdonen a nadie!
Necesitamos un tipo de cultura que se propague en el aire, entre en los hogares, se cuele
en las cocinas y esté hasta en el cuarto de baño.
Cuando se consigue eso, se ganó el partido casi para siempre. Porque se quiebra la
ignorancia esencial que hace débiles a muchos, una generación tras otra.
EL CONOCIMIENTO ES PLACER
Necesitamos masificar la inteligencia, primero que nada para hacernos productores más
potentes. Y eso es casi una cuestión de supervivencia.
Pero en esta vida, no se trata sólo de producir: también hay que disfrutar.
Ustedes saben mejor que nadie que en el conocimiento y la cultura no sólo hay esfuerzo
sino también placer.
Dicen que la gente que trota por la rambla, llega un punto en el que entra en una especie
de éxtasis donde ya no existe el cansancio y sólo queda el placer.
Creo que con el conocimiento y la cultura pasa lo mismo. Llega un punto donde
estudiar, o investigar, o aprender, ya no es un esfuerzo y es puro disfrute.
¡Qué bueno sería que estos manjares estuvieran a disposición de mucha gente!
Qué bueno sería, si en la canasta de la calidad de la vida que el Uruguay puede ofrecer
a su gente, hubiera una buena cantidad de consumos intelectuales.
No porque sea elegante sino porque es placentero.
Porque se disfruta, con la misma intensidad con la que se puede disfrutar un plato de
tallarines.
¡No hay una lista obligatoria de las cosas que nos hacen felices!
Algunos pueden pensar que el mundo ideal es un lugar repleto de shopping centers.
En ese mundo la gente es feliz porque todos pueden salir llenos de bolsas de ropa nueva
y de cajas de electrodomésticos…
No tengo nada contra esa visión, sólo digo que no es la única posible.
Digo que también podemos pensar en un país donde la gente elige arreglar las cosas en
lugar de tirarlas, elige un auto chico en lugar de un auto grande, elige abrigarse en lugar
de subir la calefacción.
Despilfarrar no es lo que hacen las sociedades más maduras. Vayan a Holanda y vean
las ciudades repletas de bicicletas. Allí se van a dar cuenta de que el consumismo no es
la elección de la verdadera aristocracia de la humanidad. Es la elección de los noveleros
y los frívolos.
Los holandeses andan en bicicleta, las usan para ir a trabajar pero también para ir a los
conciertos o a los parques. Porque han llegado a un nivel en el que su felicidad cotidiana
se alimenta tanto de consumos materiales como intelectuales.
Así que amigos, vayan y contagien el placer por el conocimiento.
En paralelo, mi modesta contribución va a ser tratar de que los uruguayos anden de
bicicleteada en bicicleteada…
INCONFORMISMO
Les pedía antes que contagien la mirada curiosa del mundo, que está en el ADN del
trabajo intelectual.
Y ahora agrando el pedido y les ruego que contagien inconformismo.
Estoy convencido que este país necesita una nueva epidemia de inconformismo como la
que los intelectuales generaron décadas atrás.
En el Uruguay, los que estamos en el espacio político de la izquierda somos hijos o
sobrinos de aquel semanario Marcha del gran Carlos Quijano.
Aquella generación de intelectuales se había impuesto a sí misma la tarea de ser la
conciencia crítica de la nación. Anduvieron con alfileres en la mano pinchando globos y
desinflando mitos.
Sobre todo el mito del Uruguay multicampeón.
Campeón de la cultura, de la educación, del desarrollo social y de la democracia.
¡Qué íbamos a ser campeones de nada! Y menos en esos años, en las décadas de los
cincuenta y sesenta, donde el único récord que supimos conseguir fue el del país de
Latinoamérica que menos creció en veinte años.
Sólo nos superó Haití en ese ranking.
Esos intelectuales ayudaron a demoler aquel Uruguay de la siesta conformista.
Con todos sus defectos, preferimos esta etapa, donde estamos más humildes y ubicados
en la real estatura que tenemos en el mundo.
Pero tenemos que recuperar aquel inconformismo y tratar de metérselo debajo de la piel
al Uruguay entero.
Antes les decía que la inteligencia que le sirve a un país es la inteligencia distribuida.
Ahora les digo que el inconformismo que le sirve a un país es el inconformismo
distribuido.
El que ha invadido la vida de todos los días y nos empuja a preguntarnos si lo que estoy
haciendo no se puede hacer mejor.
El inconformismo está en la naturaleza misma del trabajo que ustedes hacen.
Se precisa que se nos haga a todos una segunda naturaleza.
Una cultura del inconformismo es la que no nos deja parar hasta conseguir más kilos
por hectárea de trigo o más litros por vaca lechera.
Todo, absolutamente todo, se puede hacer hoy un poco mejor que ayer.
Desde tender la cama de un hotel a matrizar un circuito integrado.
Necesitamos una epidemia de inconformismo. Y eso también es cultural, eso también se
irradia desde el centro intelectual de la sociedad a su periferia.
Es el inconformismo el que ha ganado el respeto a pequeñas sociedades y a lo que
hacen.
Ahí andan los suizos, cuatro gatos locos como nosotros, que se dan el lujo de andar por
ahí vendiendo calidad suiza o precisión suiza.
Yo diría que lo que de verdad venden es inteligencia e inconformismo suizos, ese que
tienen desparramado por toda la sociedad.
LA EDUCACION ES EL CAMINO
Y amigos, el puente entre este hoy y ese mañana que queremos tiene un nombre y se
llama educación.
Y mire que es un puente largo y difícil de cruzar.
Porque una cosa es la retórica de la educación y otra cosa es que nos decidamos a hacer
los sacrificios que implica lanzar un gran esfuerzo educativo y sostenerlo en el tiempo.
Las inversiones en educación son de rendimiento lento, no le lucen a ningún gobierno,
movilizan resistencias y obligan a postergar otras demandas.
Pero hay que hacerlo.
Se lo debemos a nuestros hijos y nietos.
Y hay que hacerlo ahora, cuando todavía está fresco el milagro tecnológico de Internet
y se abren oportunidades nunca vistas de acceso al conocimiento.
Yo me crié con la radio, vi nacer la televisión, después la televisión en colores, después
las transmisiones por satélite. Después resultó que en mi televisor aparecían cuarenta
canales, incluidos los que trasmitían en directo desde Estados Unidos, España e Italia.
Después los celulares y después la computadora, que al principio sólo servía para
procesar números.
Cada una de esas veces, me quedé con la boca abierta.
Pero ahora con Internet se me agotó la capacidad de sorpresa.
Me siento como aquellos humanos que vieron una rueda por primera vez.
O como los que vieron el fuego por primera vez.
Uno siente que le tocó en suerte vivir un hito en la historia.
Se están abriendo las puertas de todas las bibliotecas y de todos los museos; van a estar
a disposición, todas las revistas científicas y todos los libros del mundo. Y
probablemente todas las películas y todas las músicas del mundo. Es abrumador.
Por eso necesitamos que todos los uruguayos y sobre todo los uruguayitos sepan nadar
en ese torrente.
Hay que subirse a esa corriente y navegar en ella como pez en el agua.
Lo conseguiremos si está sólida esa matriz intelectual de la que hablábamos antes.
Si nuestros chiquilines saben razonar en orden y saben hacerse las preguntas que valen
la pena.
Es como una carrera en dos pistas, allá arriba en el mundo el océano de información,
acá abajo preparándonos para la navegación trasatlántica.
Escuelas de tiempo completo, facultades en el interior, enseñanza terciaria masificada.
Y probablemente, inglés desde el preescolar en la enseñanza pública.
Porque el inglés no es el idioma que hablan los yanquis, es el idioma con el que los
chinos se entienden con el mundo.
No podemos estar afuera. No podemos dejar afuera a nuestros chiquilines.
Esas son las herramientas que nos habilitan a interactuar con la explosión universal del
conocimiento.
Este mundo nuevo no nos simplifica la vida, nos la complica.
Nos obliga a ir más lejos y más hondo en la educación.
No hay tarea más grande delante de nosotros.