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Trastorno de
Personalidad Antisocial:
causas, síntomas y
tratamiento
Este trastorno de personalidad se caracteriza por
las conductas impulsivas y la ruptura de normas.
por Oscar Castillero Mimenza

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La mayor parte de la gente utiliza la palabra antisocial para


referirse a las personas a las que les cuesta, no les
gusta o no parece gustarles relacionarse. Básicamente
se emplea como sinónimo de persona retraída y selectiva.

Sin embargo, en psicología el término antisocial se emplea


para designar algo completamente diferente, un tipo de
trastorno conocido como trastorno de personalidad
antisocial que tiende a vincularse a comportamientos
contrarios a las normas sociales e incluso a las leyes,
ignorando los derechos ajenos en favor de los propios.

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no puedes perderte"

Los trastornos de la personalidad

A lo largo de nuestro desarrollo, los seres humanos vamos


construyendo poco a poco nuestra identidad. Durante la
infancia, la adolescencia y la juventud probamos y adquirimos
valores, creencias, ideologías o incluso apariencias que
permiten que finalmente acabemos encontrando quiénes
somos, formando un yo que querríamos ser y configurando un
modo de ver, pensar y actuar en el mundo. Este patrón
continuado y relativamente estable de forma de ser es lo
que denominamos personalidad.

Sin embargo, en muchos casos la personalidad que se


configura a lo largo del ciclo vital resulta extremadamente
desadaptativa, siendo un elemento muy inflexible y continuo
que causa sufrimiento a la persona y le dificulta su
integración en la vida social, laboral y personal.

El estudio de estos patrones desadaptativos de


comportamiento, que se pasan a considerar trastornos de la
personalidad debido al elevado nivel de desadaptación y
malestar que provocan en sí mismos o en el entorno, ha
generado diferentes categorías según los patrones de
pensamiento, emoción y comportamiento que tengan quienes
lo padecen.

Generalmente se dividen en tres grandes grupos o clústeres,


compartiendo entre sí varias características en común. Dentro
del cluster A se encuentran patrones comportamentales
considerados excéntricos y los trastornos que formarían
parte de él serían el trastorno paranoide, esquizoide y
esquizotípico.

En el clúster C se agrupan los trastornos de la personalidad


que incluyen comportamientos temerosos y
ansiosos como en el caso del trastorno por evitación, por
dependencia y obsesivo-compulsivo de la personalidad.

El cluster B agrupa trastornos caracterizados por la


presencia de dramatismo, emotividad y/o inestabilidad.
Entre ellos encontramos los trastornos de la personalidad
límite, el narcisista, el histriónico o el que hoy nos ocupa, el
trastorno antisocial de la personalidad.

 Artículo relacionado: "Los 10 tipos de Trastornos de


Personalidad"
Trastorno de personalidad
antisocial

El trastorno de la personalidad antisocial es un patrón de


comportamiento caracterizado por la inatención y
violación de los derechos ajenos en favor de los
propios, que aparece antes de los quince años de edad. Este
desprecio puede manifestarse a partir de conductas de
diverso tipo, incluyendo comportamientos criminales penados
por ley.

A nivel de personalidad se observa que quienes presentan


este trastorno suelen tener un bajo nivel de amabilidad y
de responsabilidad, cosa que de manera conjunta facilita
que se metan en disputas con otros individuos y con el
sistema.

Por lo general, estas personas son ambiciosas e


independientes; se trata de individuos con poca tolerancia a
la frustración, poca sensibilidad a los sentimientos de los
demás y un muy elevado nivel de impulsividad. Actúan
sin pensar en las consecuencias de sus actos tanto para ellos
mismos como para los demás.

Al igual que ocurre con los psicópatas, muchos de ellos son


personas extravertidas y tienen un considerable encanto y
facilidad de relación, pero solo a nivel superficial. Tienden a
poseer características narcisistas, considerando su bienestar
por encima del del resto, y es frecuente que usen el engaño y
la manipulación para conseguir sus objetivos.

Estas personas tienen un estilo de vida inestable, debido a


que tienen grandes para hacer planes de futuro y considerar
las repercusiones de sus acciones. Es por ello que en general
son irresponsables y les cuesta hacerse cargo de aquello que
suponga un compromiso, cosa que junto con el resto de
características antes mencionadas provoca que las personas
con trastorno de la personalidad antisocial presenten graves
problemas de adecuación a la sociedad teniendo dificultades
a nivel personal, laboral y social.

Todo ello provoca que sea frecuente que padezcan problemas


depresivos, tensionales y adicciones a diferentes sustancias o
actividades. Si bien este trastorno facilita la realización de
conductas criminales, es necesario tener en cuenta que
esto no implica que todos los criminales sean
antisociales ni que todos los antisociales sean
criminales.

Posibles causas

Como ocurre con el resto de trastornos de personalidad,


establecer las causas del trastorno de personalidad antisocial
es un proceso complejo que requiere tener en cuenta una
gran variedad de variables, habida cuenta de que la
personalidad es un elemento que se va construyendo de
forma continua a lo largo del desarrollo.

Si bien no se conocen sus causas concretas, se han


establecido una gran variedad de hipótesis más o
menos aceptadas.

1. Hipótesis biológicas
Los estudios llevados a cabo con gemelos y individuos
adoptados muestran la presencia de un cierto componente
genético, transmitiendo algunas características de
personalidad que pueden provocar que se acabe
generando el trastorno.

Las características de este trastorno hacen pensar en


problemas de activación frontal y prefrontal, las áreas que
regulan la inhibición de los impulsos y rigen procesos como la
planificación y la previsión de resultados.

En personas con trastorno de personalidad antisocial se ha


detectado además que se da una activación menor de lo
habitual en la amígdala. Teniendo en cuenta que este área
del sistema límbico rige las respuestas aversivas como el
miedo, elemento que conduce a la evaluación negativa de
una situación y por tanto permite inhibir un impulso, ello
podría conducir a la dificultad para frenar la
conducta de la cual hacen gala las personas con este tipo de
personalidad.

2. Hipótesis psicosociales

A un nivel más psicosocial, resulta frecuente que quienes


padecen trastorno de personalidad antisocial tienden a haber
vivido una infancia en que han tenido modelos parentales
poco eficaces, en entornos conflictivos o excesivamente
permisivos.

Es común que tengan padres que les son hostiles, abusen de


ellos o los maltraten. Así, con estos tipos de modelos pueden
terminar asumiendo que ejercer su voluntad está por
encima de otras consideraciones, cosa que replicarán en
la adultez.

También se han encontrado casos en el extremo opuesto: con


padres ausentes o excesivamente permisivos los niños
terminan aprendiendo a que siempre pueden hacer su
voluntad, y que reaccionan de forma vengativa ante el cese o
amenaza a que ello acabe.

Otro elemento a tener en cuenta es que el trastorno antisocial


de la personalidad puede venir antecedido por otro tipo
de trastorno conductual en la infancia: el trastorno
disocial. Si bien no ocurre en todos los casos, haber tenido
un trastorno disocial en la infancia multiplica el riesgo de que
de adulto el individuo termine desarrollando el trastorno
antisocial.

Algunos autores consideran que el problema de base es


enlentecimiento del desarrollo cognitivo, que impide que sean
poco capaces de ponerse en el rol de otras personas y ver el
mundo desde perspectivas diferentes a la suya.

Tratamientos aplicados

El tratamiento de los trastornos de personalidad en


general es complicado, ya que se trata de configuraciones
que incluyen comportamientos y modos de ver y actuar que
se han ido adquiriendo y reforzando a lo largo de toda la vida.
Además, las personas suelen considerar que es su forma de
ser, de modo que no suelen querer cambiarla a menos que
perciban que les provocan un malestar excesivo.
En el caso del trastorno de personalidad antisocial, los
tratamientos suelen tener una complicación más, y es que el
tratamiento suele venir impuesto o bien por los seres
cercanos o bien por vía judicial tras cometer un delito. Así, el
sujeto en cuestión no suele mostrarse cooperativo al verlo
como una imposición externa, no aceptando en general la
necesidad de tratamiento.

En terapia, el manejo de estos casos exige que se le plantee


al paciente no solo lo que se pretende conseguir y cómo
hacerlo, sino especialmente hacerle consciente de la
necesidad de cambio y las ventajas y desventajas que éste le
supondría en su vida.

En la medida de lo posible el terapeuta ha de ser capaz de


hacerse ver como alguien respetable y cercano que no
pretende imponer su autoridad, evitando una posible
resistencia por parte del paciente y facilitando el
establecimiento de una buena relación terapéutica.

El paso por la psicoterapia

Es frecuente la aplicación de terapia


cognitiva (concretamente la terapia cognitiva breve con
orientación dialéctica, basada en la terapia dialéctica de
Linehan), en las que se emplean sesiones de entrenamiento
en las cuales se tratan habilidades de consciencia, de
efectividad interpersonal, de regulación emocional y de
tolerancia a la frustración.

Se busca en un primer momento despertar el interés por


las consecuencias a largo plazo del tratamiento y hacer
comprender cómo afecta en los demás la propia conducta
para luego intentar aumentar el interés en el bienestar de los
demás, También terapias comunitarias y en grupo parecen
resultar de cierta ayuda.

Otros elementos útiles pasan por hacer narrar al paciente su


historia vital, pues esto puede ayudar en gran medida a
ayudarle a observar los sucesos que le han acontecido de
forma distinta y a reflexionar sobre su vida. El trabajo en la
capacidad de empatía, si bien complicado para este tipo de
pacientes, puede ser incrementado mediante ejercicios
como la inversión de roles.

También resulta de ayuda la psicoeducación al entorno


cercano del sujeto, de cara a ayudar a establecer límites en el
comportamiento y de tener mayor capacidad de
afrontamiento de la situación.

¿Tratamientos farmacológicos?

A nivel farmacológico no hay un tratamiento específico


para el trastorno de personalidad antisocial. Esto es
debido, entre otras cosas, a que los patrones conductuales
asociados a esta condición están tan instauradas en el día a
día de la persona que un acercamiento basado en el
reduccionismo de actuar sobre ciertos circuitos cerebrales so
llega a abarcar toda la magnitud de este fenómeno. fin de
cuentas, parte del trastorno está también en el modo en el
que la persona establece relaciones con los demás, y estas
refuerzan este tipo de comportamientos poco adaptativos a
causa de sus expectativas.
Sin embargo puede ayudar administrar sustancias que
mantengan estable el estado de ánimo, como
algunos antidepresivos (es frecuente el uso de ISRS). Por
supuesto, esto no soluciona el problema en su totalidad, sino
que puede ser un complemento.

A pesar de ello se ha de procurar tener en cuenta que este


tipo de trastorno se asocia con cierta frecuencia al consumo
de sustancias psicoactivas, no siendo rara la aparición de
adicciones.

Referencias bibliográficas:

 American Psychiatric Association. (2013). Manual


diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Quinta
edición. DSM-V. Masson, Barcelona.

 Davidson, K.M. & Tyrer, P. (1996). Cognitive therapy for


antisocial and borderline personality disorders. Single case
study series. British Journal of Clinical Psychology, 35 (3), 413-
429.

 Quiroga, E. & Errasti, J. (2001). Tratamientos psicológicos


eficaces para los trastornos de personalidad. Psicothema, Vol.
13, nº 3, pp. 393-406. Universidad de Almería y Universidad
de Oviedo.

 Santos, J.L. ; García, L.I. ; Calderón, M.A. ; Sanz, L.J.; de


los Ríos, P.; Izquierdo, S.; Román, P.; Hernangómez, L.; Navas,
E.; Ladrón, A y Álvarez-Cienfuegos, L. (2012). Psicología
Clínica. Manual CEDE de Preparación PIR, 02. CEDE. Madrid.

https://psicologiaymente.com/psicologia/conducta-antisocial
Conducta antisocial: qué
es, factores de riesgo y
trastornos asociados
Este concepto psicológico se utiliza para englobar
comportamientos que dañan a los otros.
por Isabel Rovira Salvador

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La violencia física es una consecuencia frecuente de la conducta


antisocial. Francisco de Goya: Duelo a garrotazos

Las conductas que llevamos a cabo de manera individual


como miembro de una sociedad, pueden servir tanto para
preservar y mantener la convivencia como para perturbarla, o
alterar el clima y la armonía de esta. Es decir, existen
conductas prosociales y, también, conductas antisociales.
A lo largo de este artículo revisaremos la concepción y
características de las conductas antisociales, así como las
factores de riesgo y los diagnósticos que se le asocian.

 Artículo relacionado: "Los 11 tipos de violencia (y las


distintas clases de agresión)"

¿Qué es la conducta antisocial?

Por conducta antisocial entendemos al conjunto


de comportamientos, prácticas o actuaciones que
tienen como objetivo la perturbación del orden social o
la agresión a este. De la misma manera, todos aquellos
discursos que fomentan este tipo de actos, también son
considerados como parte de las conductas antisociales.

Tradicionalmente, estos actos y comportamientos han sido


categorizados como transgresiones, abusos, infracciones
o delitos juzgados y sancionados tanto por la ley, como
por la sociedad en general.

Las personas con conducta antisocial pueden establecer el


foco de su actuación tanto en espacios o propiedades ajenas,
mediante actos de vandalismo, robos o atracos, como con la
intención de perjudicar otras personas mediante agresiones,
ataques y ofensas, así como abusos y acoso.

 Quizás te interese: "Trastorno de Personalidad Antisocial:


causas, síntomas y tratamiento"
¿Cuáles son sus principales
características?

El principal problema que existe ante la necesidad de


establecer qué puede ser considerado una conducta antisocial
y qué no, ya que la definición de conducta antisocial como
toda aquella conducta o comportamiento que viole las
normas sociales o los derechos de las personasengloba
una cantidad demasiado grande y variedad de actos.

Por ejemplo, no lo mismo juzgar como conducta antisocial un


atraco, que una pintada en una pared, que una manifestación
en contra de alguna ley o situación injusta. Sin embargo todas
ellas están orientadas a alterar el orden establecido.

El hecho de que exista tanta flexibilidad en cuanto a la


interpretación de ciertos comportamientos como conductas
antisociales supone un problema en la sociedad actual.
Además, existe la percepción de que en los últimos años el
número de conductas antisociales ha aumentado
considerablemente, puede ser que como respuesta a los
cambios y fenómenos sociales y económicos vividos.

Además, hay que tener en cuenta en cada cultura o


sociedad puede determinar una serie de pautas o
normas establecidas que regulen de manera aproximada qué
conductas son consideradas como una agresión u ataque a la
sociedad y cuáles no.

No obstante, existen una serie de factores que pueden


resultar útiles a la hora de evaluar y distinguir una actuación
como antisocial:
 Evaluación de la severidad de los actos.

 Evaluación de la actuación en cuanto a alejamiento de


las pautas establecidas socialmente.

 Contexto sociocultural en el se lleva a cabo.

Teniendo en cuenta estos factores, podemos determinar que,


por el momento, no existen criterios objetivos y claros que
sirvan como guía para evaluar y calificar la conducta
antisocial, así como para determinar de manera exacta qué
actos deben de quedar apartados de esta etiqueta.

A pesar de esto, podemos establecer que las conductas


antisociales son aquellos actos que infringen las reglas o
normas sociales que regulan la convivencia, siempre y cuando
estas presenten un grado de severidad superior al de todas
aquellas conductas que se lleven a cabo en el día a día de las
personas.

¿Qué los causa o qué factores de


riesgo existen?

Otro de los terrenos que investigan algunas disciplinas como


la sociología, la psicología, la criminología o incluso la
legislación, son tanto las causas como los factores de
riesgo que pueden predisponer a la población en general a
efectuar cualquier tipo de conducta antisocial.

Aunque no se conocen las causas exactas por las que una


persona puede desarrollar una conducta antisocial, existen
una serie de factores de riesgo que pueden aumentar la
probabilidad de desarrollar una conducta antisocial.
Estos factores se dividen en factores individuales, familiares y
de contexto.

1. Factores individuales

Elementos como el temperamento o la personalidad, así


como la impulsividad y los problemas de atención o la
dificultad para adaptarse a los cambios pueden ser factores
de riesgo básicos para el desarrollo de conductas antisociales.

Igualmente, la falta de habilidades para resolver problemas,


un bajo ajuste escolar o social y una carencia de habilidades
sociocognitivas, dificultan que la persona encuentre
alternativas eficaces y satisfactorias en la resolución de
conflictos más allá de las conductas antisociales.

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síntomas y características"

2. Factores familiares

El ambiente familiar así como los estilos de crianza son


esenciales a la hora de favorecer la aparición o desarrollo de
conductas antisociales. Experiencias como la separación de
los padres, los cambios de hogar o vivencias de situaciones
más extremas de abuso o violencia doméstica pueden resultar
desencadenantes para estas conductas.

Además, estilos de crianza inadecuados como los estilos


muy permisivos o autoritarios también pueden ejercer un
fuerte efecto en ellas.
3. Factores ambientales

El contexto sociocultural, la influencia de los medios de


comunicación, de la escuela, los grupos de iguales o
algunas instituciones, agrupaciones o asociaciones también
pueden favorecer o alentar las reacciones agresivas, violentas
o coléricas de algunas personas.

Diagnósticos asociados

Aunque estas conductas no tienen porqué darse como


consecuencia o en asociación con alguna patología
psicológica o trastorno. Existen una serie de diagnósticos en
los que aparecen este tipo de conductas de manera reiterada.

1. Trastorno antisocial de la personalidad

Según los criterios del Manual diagnóstico y estadístico de los


trastornos mentales (DSM-IV), el trastorno antisocial de la
personalidad se define por la aparición de un patrón de
conducta que revela un desprecio general de las normas
y los derechos de los demás.

Los principales síntomas o señales de este diagnóstico


incluyen la infracción de las normas, el engaño y la
manipulación como los principales rasgos distintivos de este
trastorno. Así como la impulsividad, la falta de
remordimientos o la despreocupación por la seguridad ajena.
Para que pueda realizarse dicho diagnóstico, la persona debe
de tener más de 18 años, de lo contrario se considera como
trastorno disocial de la personalidad.

2. Trastorno disocial de la personalidad

En este segundo caso, los comportamientos son


prácticamente iguales que los del trastorno antisocial de la
personalidad, pero con la diferencia de que se manifiestan en
una edad más temprana, concretamente en la etapa
infantil o durante la adolescencia.

Estos comportamientos categorizados como antisociales


deben darse de manera recurrente y ser cualitativamente
mucho más graves que las conductas típicas de rebeldía que
se esperan a dicha edad

https://psicologiaymente.com/personalidad/diferencias-
personalidad-antisocial-asocial

Diferencias entre la
personalidad antisocial y la
personalidad asocial
Estos tipos de patrones de comportamiento
pueden ser confundidos. Te contamos cómo
distinguirlos.
por Alex Figueroba


Aunque la personalidad antisocial y la asocial se


confunden con frecuencia en el lenguaje común, lo
cierto es que se trata de dos formas de ser muy distintas: la
primera es considerada patológica ya que se asocia con
perjuicios a otras personas (comportamientos antisociales),
mientras que la asocialidad se refiere a la falta de interés por
la interacción.

En este artículo describiremos de forma detallada en qué


consisten y en qué se diferencian la personalidad
antisocial y la disocial. Para ello nos basaremos
principalmente en los criterios diagnósticos del manual
psicológico DSM-IV, así como en aportaciones de otros
expertos.

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extravertidas, introvertidas y tímidas"

¿Qué es la personalidad antisocial?

La personalidad antisocial se considera un tipo de trastorno


psicológico crónico. El DSM-IV lo recoge como “Trastorno
antisocial de la personalidad” dentro de la categoría
“Trastornos de la personalidad”; en el caso de la CIE 10 está
incluido entre los “Trastornos específicos de la personalidad”.

El trastorno antisocial de la personalidad se caracteriza por


comportamientos recurrentes que implican el desprecio y/o
la violación de los derechos del resto de personas.
Según el DSM-IV deben cumplirse al menos 3 de los
siguientes criterios diagnósticos:

 Incumplimiento repetido de las leyes que puede llevar a


detenciones.

 Mentiras y comportamientos deshonestos con el objetivo


de obtener beneficios o placer.

 Impulsividad y falta de planificación del futuro.

 Irritabilidad y agresividad que se manifiestan en


agresiones físicas y/o verbales.

 Falta de preocupación por la seguridad propia y/o la de


los demás.

 Irresponsabilidad mantenida; por ejemplo, incapacidad


de cumplir con las obligaciones económicas y laborales.

 Ausencia de remordimientos con respecto a los


comportamientos dañinos.

Para poder diagnosticar el trastorno antisocial de la


personalidad es necesario que la persona tenga al
menos 18 años, así como que algunos de los criterios
descritos hayan estado presentes desde los 15 años o con
anterioridad.
 Artículo relacionado: "Trastorno de Personalidad Antisocial:
causas, síntomas y tratamiento"

El trastorno disocial como manifestación


temprana

Antes de la mayoría de edad los comportamientos


antisociales persistentes se clasifican con la etiqueta
“Trastorno disocial”, que el DSM-IV incluye en la categoría
“Trastornos por déficit de atención y comportamiento
perturbador”, a su vez uno de los apartados de la
macrocategoría “Trastornos de inicio en la infancia, la
niñez o la adolescencia”.

Los criterios diagnósticos del trastorno disocial también se


focalizan en la violación de los derechos de otras personas. En
particular los criterios se categorizan en cuatro bloques:
agresión a personas y animales (crueldad física, robo a mano
armada, etc.), destrucción de la propiedad (p. e. provocar
incendios), fraudulencia o robo y violaciones graves de
normas.

El trastorno disocial es considerado el precursor del


trastorno antisocial, más grave ya que se produce en
etapas más avanzadas del desarrollo. Cuanto más temprano
aparezcan los síntomas (“Trastorno disocial de inicio en la
infancia”), más probable es que resulten graves y que se
mantengan al llegar a la edad adulta como trastorno
antisocial de la personalidad.

Definiendo la asocialidad
El término “asocial” se utiliza para describir a las personas
que no sienten interés por la interacción social o bien
que prefieren estar solas. Se trata de una característica no
patológica propia sobre todo de las personas muy
introvertidas, si bien en la sociedad actual, dominada por las
personalidades extrovertidas, suele ser vista como
problemática.

Hans Eysenck propuso que el grado de extraversión de las


personas depende de la actividad del sistema nervioso
central, concretamente del sistema activador reticular
ascendente (SARA). Las personas extrovertidas tienen un
nivel de activación bajo, por lo que requieren mucha
estimulación externa; lo opuesto sucede con las introvertidas.

En este sentido, parece probable que muchas personas


calificadas como asociales sean simplemente muy
introvertidas, hasta el punto de que la estimulación externa,
incluyendo la de tipo social, llegue a resultarles más o menos
desagradable. Los factores ambientales también pueden
influir en el desarrollo de este tipo de personalidad, por otra
parte.

Al no ser una patología los manuales diagnósticos no recogen


ningún “trastorno asocial de la personalidad”, como sí sucede
con el antisocial. No obstante, algunos trastornos psicológicos
se relacionan claramente con la falta de interés social y con la
ausencia de placer en la interacción con otras personas.

 Quizás te interese: "Las 4 diferencias entre la timidez y la


fobia social"
Trastornos psicológicos relacionados

Existen varios trastornos de personalidad recogidos en


el DSM-IV que se caracterizan de forma notable por la
asocialidad. En particular el trastorno esquizoide de la
personalidad se define como un patrón de conducta en que
predominan la tendencia al aislamiento, la frialdad emocional,
la apatía y la falta de interés por las relaciones sociales.

El trastorno esquizotípico también se relaciona con la


asocialidad, aunque en este caso la falta de contacto social se
debe más a la ansiedad social (que no disminuye con la
familiaridad) y a los comportamientos extravagantes. En la
esquizofrenia, que guarda relación con este trastorno y el
anterior, pueden darse signos asociales similares.

Las personas con trastorno de personalidad por


evitación, por otra parte, querrían relacionarse más pero se
ven superados por la ansiedad y por el miedo a hacer el
ridículo. El trastorno evitativo es considerado una
manifestación extrema de la fobia social (o ansiedad social),
en la que también se pueden presentar conductas asociales.

 Artículo relacionado: "Trastorno de Personalidad por


Evitación: ¿timidez extrema?"

¿En qué se diferencian?

Ciertamente existen pocas similitudes entre estos dos tipos


de personalidad; la frecuente confusión entre la antisocialidad
y la asocialidad se debe fundamentalmente al parecido
superficial entre las dos palabras, más que al hecho de
que compartan características.

En concreto, habitualmente se utiliza la palabra “antisocial”


para describir conductas asociales, es decir, relacionadas con
la falta de interés por las relaciones sociales. Sin embargo, el
concepto de la personalidad antisocial hace referencia a las
acciones contra la sociedad y quienes la componen, no al
rechazo pasivo de la interacción social.

El prefijo “anti-” significa “opuesto a”, “contra” o “que


previene”; así, de forma literal las personas antisociales son
aquellas que se oponen a las normas sociales y/o que actúan
contra los demás. En cambio el prefijo “a-” indica negación o
ausencia (podríamos traducirlo como “sin”), de modo que la
asocialidad sería la falta de interacción social.

En cualquier caso, y dado que se trata de dos dimensiones de


personalidad distintas, la antisocialidad y la asocialidad no
tienen por qué excluirse una a la otra. De hecho, es
relativamente habitual que las personas con trastorno
antisocial sientan cierto grado de rechazo a la interacción
social, de un modo que podríamos calificar como misántropo.

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