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SECUNDARIA DEL VALLE

DE MACUSPANA
¡Fieles al deber!

ENSAYO

Alumno: Luis Alberto Gil Bocanegra

Materia: EDUCACION EN LA FE

3 “A”
Sección Secundaria

Macuspana, Tabasco 07 de febrero de 2019


LA MINERÍA ANTES DEL SIGLO XVII
Desde los inicios de la civilización las personas han usado piedras, cerámicas y más
tarde metales tomadas de la superficie terrestre para la fabricación de herramientas
y armas. Un claro ejemplo de ello es el sílex de alta calidad encontrado en el norte
de Francia, Hungría y en el sur de Inglaterra, que fue manipulado para crear las
herramientas de sílex. Las primeras minas de dicho mineral se han encontrado en
zonas rodeadas de creta, siendo la más famosa la de Grime's Graves en Inglaterra,
que data desde el Neolítico. Otra de las rocas explotadas por aquel tiempo fue el
esquisto verde, extraída principalmente en el Distrito de los Lagos en el Noroeste
de Inglaterra.
La mina más antigua que se tiene constancia arqueológica es la Cueva del León en
Suazilandia, que de acuerdo a las dataciones por el método del carbono 14, tiene
una edad de 43 000 años. En este lugar, los hombres del Paleolítico excavaban en
busca de hematita con el que probablemente producían pigmentos de color ocre.
De acuerdo a la Comisión Nacional de Confianza de Suazilandia más de 1200
toneladas de hematita, rica en especularita, fueron extraídas de la Cueva del León
durante la era prehistórica.

La minería en la Edad Media se enfocó principalmente en la extracción de cobre,


hierro y otros metales preciosos, los que inicialmente se extraían a través de minas
a cielo abierto —pero de poca profundidad— y que se empleaban para acuñar
monedas. Alrededor del siglo XIV la demanda por armas, armaduras, estribos y
herraduras aumentó en gran medida la extracción de hierro. Por ejemplo, los
caballeros medievales cargaban hasta 45 Kg de hierro sin contar las espadas,
lanzas u otras armas.8 Esta dependencia de hierro con fines militares contribuyó a
aumentar su producción y a crear nuevos procesos de extracción. Sin embargo,
dicha dependencia de metales preciosos provocó que en 1456 ocurriera la crisis de
la plata, debido a que las minas a cielo abierto habían alcanzado su límite de
profundidad y no podían ser drenadas con la tecnología disponible.
Con la llegada de las
civilizaciones griega y
romana, la industria minera
en Europa tuvo un
importante auge. Durante
la Antigua Grecia, una gran
variedad de minerales y
piedras preciosas fueron
extraídas para la
construcción de palacios,
templos y esculturas. Las
minas de plata ubicadas en
Lavrio ayudaron en gran medida al auge económico de Atenas, donde se estima
que trabajaron cerca de 20 000 esclavos. Además, la necesidad de conseguir
minerales ya sea para asuntos bélicos o tecnológicos, permitió que los griegos
explotaran yacimientos de oro y plata al norte de Tracia y cobre, oro y hierro en
Chipre, por ejemplo.6 Otro pueblo griego, los parianos, cumplieron una importante
labor en la extracción del mármol blanco cuando descubrieron ricos yacimientos en
la isla de Tasos en el 680 A.C.7
Buena parte de las técnicas empleadas por los griegos fueron adoptadas en la
Roma Antigua. Sin embargo, la construcción de numerosos acueductos les permitió
que varios minerales fueran explotados a gran escala, ya que el agua podía ser
transportada cientos de kilómetros hasta llegar a las propias canteras. El agua se
usó en diversos propósitos tanto para eliminar sobrecargas y residuos de roca,
llamado minería hidráulica, como para el proceso de conminución y el transporte de
maquinaria simple.
Los romanos emplearon la minería hidráulica para la prospección de vetas, con una
técnica obsoleta llamada hushing. Esta consistía en reunir el agua proveniente de
los acueductos en grandes embalses y tanques, que, al momento de abrir sus
puertas, el enorme caudal se llevaba todas las capas de tierra, dejando al
descubierto la roca madre y con ello la posible veta de algún mineral. Después, la
roca era calentada con fire-setting para luego ser enfriada con chorros de agua,
cuyo choque térmico la terminaba de agrietar. Se conoce que este método fue
empleado por los romanos en las minas de casiterita en Cornualles y en los
depósitos de plomo en los Peninos, ambos ubicados en Gran Bretaña. También
fueron usados en España a mediados del 25 después de Cristo, para explotar
grandes yacimientos de oro aluvial situados principalmente en Las Médulas, donde
siete largos acueductos fueron construidos para aprovechar los ríos locales.
Muchos de los métodos mineros de los antiguos romanos se conservan actualmente
en el Museo Británico y en el Museo Nacional de Gales.
En la mitad del siglo XVI, la necesidad de explotar los depósitos minerales se
extendió desde Europa Central hasta Inglaterra. En la Europa Continental, todos los
depósitos mineros pertenecían a la corona y ese
derecho se mantuvo por cientos de años con firmeza;
pero en Inglaterra solo las minas de oro y plata eran de
propiedad de la corona, por una decisión judicial en
1568 y luego por una ley en 1688. Por lo tanto, cada
inglés cuyos terrenos poseían reservas de algún otro
mineral o de carbón, tenían un fuerte incentivo para
extraer o arrendar dichos depósitos y cobrar regalías a
los trabajadores de la eventual mina. A mediados del
siglo XVII, la capital alemana, inglesa y holandesa
unieron fuerzas para financiar la extracción y refinación
de algunos minerales. Esta unión permitió que cientos
de técnicos alemanes y otros tantos trabajadores
calificados crearan en 1642, una colonia de cerca de
4000 extranjeros en torno a las minas de cobre en Keswick.
La arrastra fue un dispositivo impulsado por animales que servía para pulverizar con
facilidad un mineral.
La energía del agua y la pólvora fue ampliamente usada durante la Europa
Medieval. Por un lado, los molinos de agua fueron empleados para triturar y elevar
el mineral de los piques, y para ventilar las galerías a través de enormes fuelles.
Mientras que la pólvora se utilizaba para la voladura de rocas y tierra, con la idea
de aflojar y revelar las vetas de un mineral. Este proceso era mucho más efectivo y
rápido que el fire-setting, permitiendo la extracción de otros minerales.11 Como
dato, la pólvora se usó por primera vez en la minería en Selmecbánya en el Reino
de Hungría, en 1627.
La adopción de innovaciones agrícolas, como el arado de hierro, y el creciente uso
de metales como material de construcción, fueron una fuerza impulsora para el
crecimiento de la minería del hierro por aquellos años. Además, las nuevas
invenciones como el arrastra, dispositivo que era impulsado por animales y que
utilizaba los mismos principios de la trilla,
permitió pulverizar con mayor facilidad el
mineral recién extraído.
Gran parte de los conocimientos que se
tiene hoy de la minería medieval proviene de
libros, como el De la Pirotechnia de
Vannoccio Biringuccio (1540) y quizás el
más importante De re metallica de Georgius
Agricola (1556), que detallan los diferentes
métodos extractivos realizados en las minas
de Alemania y Sajonia. Uno de los principales
problemas que tuvieron que afrontar los
mineros medievales, y que Agrícola da
bastantes detalles sobre ello, fue la eliminación
del agua de los piques. Como los mineros
cavaron cada vez más profundo con el fin de
encontrar nuevas vetas, las inundaciones por el
agua subterránea eran cada vez más grandes.
Es por ello que la invención de bombas
mecánicas o conducidas por animales, hicieron
que la industria minera se convirtiera en más
eficiente y próspera.
En el continente americano también se han encontrado minas de cobre, cuya
explotación se inició hace cientos de años. Algunas de ellas se han descubierto en
el Lago Superior en América del Norte, donde el desmonte que proviene desde
tiempos coloniales, aún se conserva. Sin embargo y con los posteriores estudios,
se confirmó que los amerindios lo extraían desde hace más de 5000 años con la
que creaban herramientas, puntas de flecha y otros artefactos que de acuerdo a los
científicos estableció una gran red comercial entre los pueblos.18 Cuando los
primeros colonos llegaron a América descubrieron varias minas explotadas de
obsidiana, sílex y otros minerales, que les fue imposible transportarlos a Europa
debido a la complejidad de los terrenos. Además y a medida que avanzaban hacia
el centro de lo que hoy es Canadá, los colonos franceses encontraron yacimientos
de cuarzo en la región de Saskatchewan.
La minería colonial se caracterizó por las grandes explotaciones de oro y plata,
principalmente extraídas de América Central y de América del Sur, que fueron
transportadas hacia España en galeones. Por
otro lado y de acuerdo a varios científicos, la
turquesa fue otro de los minerales cotizados por
los amerindios, cuya explotación comenzó
alrededor del 700 después de Cristo en el
Distrito Minero de Cerrillos en Nuevo México,
donde se estimó que más de 15 000 toneladas
de roca fueron removidas desde el Monte
Chalchihuitl solo con herramientas de piedra,
antes del 1700.
Desde el siglo XIX la minería en los Estados Unidos comenzó a ser más frecuente,
a tal punto que en 1872 se aprobó la Ley General de Minería, cuyo objetivo era
regularizar y fomentar las explotaciones mineras. Las expediciones para encontrar
eventuales yacimientos explotables, se convirtió en un factor importante en la
expansión colonial del oeste de dicho país, que, con la ayuda posterior del
ferrocarril, originaron varios centros mineros que con los años se convirtieron en
ciudades.
LA MINERÍA DESPUÉS DEL SIGLO XVIII
La minería fue la actividad económica que más impulso tuvo en la colonia, pues
cualquiera podía echar a andar una mina, siempre y cuando entregase la quinta
parte de sus ganancias a la corona española. Fue además un incentivo para la
conquista, exploración y colonización de nuevos territorios. Las principales minas
de Nueva España fueron la
de Zacatecas (1546), Pachuca (1552), Fresnillo, Guanajuato (1554) y
finalmente San Luis Potosí (1592). Estas ciudades también recibieron gran cantidad
de pobladores debido a la esperanza de muchos novohispanos por conseguir un
mejor nivel de vida.12
Los mineros eran explotados y cuando
necesitaban comprar productos (Agua,
cuerdas, bombas, entre otros) acudían a la
tienda del patrón, el salario de los mineros
era deplorable y el precio de los productos
era exageradamente alto, por lo cual era
muy raro que un minero no se endeudara.
Cuando alguien que tenía una deuda con
el patrón moría, su deuda era heredada a
sus descendientes.
El beneficio de patio fue descubierto por Bartolomé de Medina en 1554, y su
principal consecuencia fue un incremento en la activación de la minería, pues el
nuevo sistema requería de menos tiempo, menor mano de obra y reducía la
cantidad de trabajadores necesarios para la obra. Sin embargo, la obra de Medina
requería un mayor costo económico (el sistema estaba formado
por sal, pirita de hierro, cobre y mercurio — porque fue la más importante de toda la
Nueva España —), pero el costo fue paliado rápidamente y la minería siguió su
crecimiento.
La minería novohispana enfrentó varios problemas, tales como:
 Escasa mano de obra al verse reducida la población indígena (principal
trabajadora de las minas), durante las epidemias del siglo XVI en el cual se
da una gran cantidad de muertes. Este inconveniente fue solucionado con la
importación de esclavos negros.
 La importación de mercurio fue prohibida y castigada con la pena capital a
partir de 1589, por decreto de Felipe II. La razón dada fue que los ingleses
eran los mayores comerciantes de tal producto y al ser España su enemiga
principal, sus colonias no podían comerciar con la corona británica. La
prohibición alentó el contrabando con piratas ingleses, como Henry Morgan.
 La dureza del trabajo en las minas provocaba enfermedades como artritis
reumatoide en los mineros, lo que muchas veces ocasionó su muerte o cese
en el trabajo. Los estímulos brindados solían ser paupérrimos y los
trabajadores muchas veces ocasionaron revueltas en contra de los
patrones.4
La época dorada de las minas se
alcanzó en el siglo XVII, y su mejor
representante fue la mina de la
Valenciana, ubicada en
Guanajuato y propiedad de
Antonio de Obregón, conde de la
Valenciana. En el plazo
de 1788 a 1808, la mina produjo
30 millones de pesos, cantidad
superior al Producto Interno
Bruto del Virreinato del Perú.
La plata fue el principal producto
de las minas novohispanas, y su
importancia se reflejó en la
proliferación de la orfebrería, que
poco a poco obtuvo gran prestigio
en el mundo entero.
Los aztecas también habían desarrollado esta actividad en una escala menor, lo
que aumentaron los novohispanos. Las Antillasy Filipinas, fueron los principales
mercados de venta de la plata producida en Nueva España. En 1729, al celebrarse
la boda de Fernando de Borbón y Saboya, príncipe de Asturias, con Bárbara de
Braganza, en Badajoz, Extremadura, los presentes otorgados fueron de plata
novohispana.
Por un espejismo que padeció Europa durante mucho tiempo, los metales preciosos
fueron considerados como raíces fundamentales de la riqueza. Si no los hubiese
poseído en abundancia, el descubrimiento del Nuevo Mundo no hubiera
entusiasmado tanto a los pueblos del Viejo Continente. Tras los metales preciosos
vinieron los españoles a México y en su obtención puso luego la Colonia sus
mayores esperanzas, las cuales fueron colmadas por la extraordinaria riqueza de
sus minas argentíferas. Logróse la opulencia, pero con supeditación a un manantial
inestable y corruptor. Las consecuencias de ello han sido padecidas por el país
durante largo tiempo.
Consumada la conquista, los españoles concentraron sus esfuerzos en la
extracción del oro. Utilizando esclavos e indios de encomienda como mano de obra,
explotaron los placeres auríferos conocidos por los naturales. No parece que hayan
sido muy abundantes los frutos de esta primera cosecha, pero gracias a ella
dispusieron de un medio de cambio que les permitió iniciar tratos mercantiles con la
Metrópoli y adquirir ganados, semillas y aperos de labranza para el
aprovechamiento de la tierra. Montada en esa riqueza comenzó a marchar la
economía neohispana, pues el oro atrajo a
quienes lo buscaban indirectamente, es
decir, a los comerciantes, los agricultores y
los artesanos. El período áureo duró hasta
los años iniciales de la cuarta década del
siglo XVI, cuando comenzaron a
beneficiarse las primeras minas de plata
descubiertas en Taxco, que ya en 1532
daban buenos rendimientos. Pequeños
hallazgos posteriores en diversas regiones
de la Nueva España incrementaron la
producción argentífera, hasta que al norte,
Zacatecas reveló sus inmensas
posibilidades.
Puede decirse que desde que fueron
descubiertas sus minas comenzó la gran
aventura de la plata. Los fabulosos relatos,
en parte confirmados por la realidad,
echaron abajo el dique de la sensatez. La "fiebre de la plata" surgió, y ya no la
extinguiría nada ni nadie; en grado más o menos alto, según lo cercano o distante
que se estuviera del sitio de un descubrimiento sensacional, la padecería la Colonia
hasta sus últimos días.
La minería colonial estuvo plenamente cuajada al terminar el siglo XVI. Se
caracterizó por la dispersión de sus focos. Los principales se hallaron en las
provincias norteñas, incrustados en sierras frías y formando constelaciones de
diversa extensión en tomo a tres astros mayores: Zacatecas, Guanajuato y San Luis
Potosí. Aplicado a la mayoría de los minerales, para entonces estaba muy extendido
el sistema de la "amalgamación" en frío, llamado también "procedimiento de patio",
que introdujo Bartolomé de Medina en 1557 y que en el beneficio de la plata daba
mayor rendimiento que el sistema de fundición.
Aunque grande, la producción de plata no adquirió perfiles fabulosos sino hasta el
siglo XVIII. Su ascenso, entonces, fue verdaderamente enorme y constituyó la
causa fundamental de la opulencia alcanzada por la Colonia en sus postrimerías. El
extraordinario aumento de esa producción lo muestra la estadística del oro y la plata
que se labraba anualmente en la Casa de Moneda (la cantidad de oro era
insignificante comparada con la de la plata): en el año de 1700 sólo era de tres
millones trescientos mil pesos; en el de 1750 llegaba ya a trece millones setecientos
mil, y en el de 1804 ascendía nada menos que a veintisiete millones. Tanto subió la
producción argentífera mexicana que en las postrimerías del siglo XVIII era algo
mayor que la de todo el resto de América (veintitrés millones contra veinte) y casi
igualaba a la del resto del mundo, incluyendo a los países del Nuevo Continente
(veintitrés millones contra veinticinco).
La minería formó un organismo muy peculiar regido por normas especiales. Su
célula básica fue el Real de Minas, o sea, el centro urbano en torno al cual se
congregaban varias explotaciones más o menos próximas. Agrupados o
individualmente según su importancia, los Reales de Minas formaron distritos en los
que había una diputación de minería, que tenía como principales cometidos la
defensa de los intereses de los mineros y la aplicación de las ordenanzas propias
de su industria. A fines del siglo XVIII había treinta y siete distritos mineros con otras
tantas diputaciones. En 1783 fueron expedidas unas ordenanzas generales de
minería, que tenían como eje normativo y orgánico tres instituciones: un tribunal, un
banco de avío y un colegio, mediante las cuales se pretendía resolver los problemas
más graves de la minería mexicana: el de la organización, el de la justicia, el del
crédito y el de la técnica. El tribunal y el colegio de minería fueron dos instituciones
modelo en su género.

La minería produjo incalculables beneficios a


la Colonia, a la Metrópoli y a Europa. Los
vestigios de lo que reportó a la Colonia están
aún a la vista: la infinidad de lujosos palacios
y espléndidos templos, los primorosos
muebles traídos de Europa y de China, y
tantas otras manifestaciones de prosperidad
como las enormes haciendas ganaderas y
agricolas. Sin embargo, este halagüeño
cuadro sólo muestra el lado bueno de la
medalla, el cuerno de la abundancia, y recata
el lado malo, las lacras que la minería
produjo. El aventurismo y la especulación de
la peor. índole fue una de ellas, pues en la
minería casi todo estaba sujeto al factor
suerte y constituia un verdadero azar. La
perdición física y moral de los obreros fue
otra, quizá la peor, de esas lacras; la minería
los agotaba pronto y los dejaba desamparados, cuando tullidos o enfermos no
podían ya trabajar, y en los reales mineros anidaba el vicio más rastrero y se
refugiaban los maleantes de toda laya. Los dos aspectos de la abundancia de la
plata, el bueno y el malo, quedan así colocados uno al lado del otro para su
confrontación.
El bueno dejó una espléndida huella material y cultural; el malo, una desgraciada
huella espiritual y moral: el aventurismo y la corrupción, que tararon muy a fondo a
la Colonia. Para España y para Europa hubo también consecuencias beneficiosas
y perjudiciales de la avalancha de metales preciosos procedentes de México y de
otros países de América. Por un lado, esos metales estimularon considerablemente
la industria y el comercio y, a causa de ello, aceleraron el progreso económico y
material de muchos países y su paso a la etapa del capitalismo llamado industrial.
Por el otro lado, produjeron alzas de precios que hicieron descender el nivel de vida
de las clases más débiles. En España este efecto de la abundancia de metales
preciosos se hizo sentir con más fuerza, pues allí la carestía de la vida alcanzó
desorbitados límites, sobre todo en la segunda mitad del siglo XVI.

La economía minera neohispánica


La minería jugó un papel fundamental en el desarrollo de la economía colonial. Los
centros mineros actuaron como generadores de una gran parte de las actividades
agrícolas. Alrededor de los ubicados en el norte del país surgieron numerosas
haciendas que se dedicaban a abastecer las necesidades de los trabajadores
mineros y de las bestias de carga. Una mina en bonanza era al mismo tiempo un
buen centro consumidor. El destino de muchas haciendas se ligó al de las minas
durante una gran parte de la época colonial. Además, la actividad minera y los
impuestos que pagaba constituian la base que sustentaba a todo el aparato
administrativo de la Colonia. La importancia de esta función aumentó al extenderse
progresivamente la burocracia colonial durante el siglo XVII.

El auge minero, que se inició en 1545 con los descubrimientos en Zacatecas y que
alcanzó sus mejores días en el decenio de 1570, se terminó en la primera mitad del
siglo XVII. Entre 1650 y 1750, la minería de la Nueva España pasó por un período
de estancamiento. Durante esos años no pudo competir con la producción del Perú,
por varias razones. En primer lugar, en Nueva España no existieron yacimientos
considerables de azogue. Esto era importante, puesto que el azogue se requería
para beneficiar la plata por el procedimiento de amalgama. Entonces, la importación
del azogue que exigían las minas de Nueva España aumentaba enormemente los
costos de producción. Además, durante esa época muchas de las antiguas vetas
de mineral explotadas desde el siglo XVI comenzaron a agotarse o se hicieron
profundas. Debido a las limitaciones de los conocimientos técnicos de la época, una
veta muy profunda, que llegaba a inundarse con facilidad, no era económicamente
explotable. La baja de la producción minera durante esos años, sumada al descenso
de la población. explica la contracción de la economía colonial durante la segunda
mitad del siglo XVII.

Los centros mineros en explotación durante ese período fueron los mismos que se
trabajaban desde la segunda mitad del siglo XVI. Las minas del sur de la cordillera
volcánica: Tasco, Sultepec, Temascaltepec y Zacualpan continuaron produciendo
plata, aunque en condiciones más difíciles. Los centros del norte: Zacatecas,
Fresnillo, Sombrerete y Catorce, siguieron siendo buenos productores de metales.
Con su actividad lograron mantener una economía dinámica en la región, y
provocaron el surgimiento espectacular de nuevas ciudades mineras como Durango
y Chihuahua.

La vida de los trabajadores en los centros


mineros era muy distinta de la de los peones
en la hacienda o de la de los trabajadores
urbanos del obraje. Los de las minas
conservaron siempre su libertad de
movimiento. Muchos eran indígenas que
habían abandonado sus poblados de origen y
al vivir en los centros mineros evadían las
cargas fiscales que pesaban sobre la
población indígena. En las minas se pagaban
generalmente salarios altos; además, por el
sistema llamado de "buscones", el obrero
podía llegar a tener una categoría de
copartícipe en la explotación de una veta y recibir un pago proporcional a la cantidad
de metal que hubiera extraído. Por esas circunstancias, los centros mineros atraían
a una gran cantidad de trabajadores. Acudían a ellos de las más lejanas regionés
del país con la categoría de permanentes o temporales. Sin embargo, las labores
en las minas eran siempre azarosas, pues las caracterizaba la incertidumbre por la
"bonanza". Esa inestabilidad fomentaba que en ese mundo minero floreciera la
especulación y la estafa.
La gran prosperidad que en el siglo XVIII puso a la Nueva España a la cabeza del
mundo hispano ultramarino, fue obra de la minería debidamente desarrollada y
fomentada por el gobierno.
"Las minas son propias de mi Real Corona -decían las Ordenanzas de Minería-, así
por su naturaleza y origen, como por su reunión dispuesta en la Ley 4a., Tit. 13, Lib.
6°, de la Nueva Recopilación."
Pero el usufructo de ellas estaba al alcance de todos, por denuncia o por algunos
de los otros modos señalados por la ley. Con todo, perdíase ese derecho
desamparando la mina o dejándola llenar de agua, pues en esos casos, cualquiera
podía hacerse dueño de ella.
"Los mineros estaban declarados nobles, no podían ser presos por deudas, ni
tampoco sus dependientes; guardaban carcelería en las mismas minas o haciendas
en que vivían o servían; gozaban otros muchos privilegios y preferencias, y ellos y
sus hijos y descendientes debían ser atendidos en la provisión de empleos políticos,
militares y eclesiásticos de la América, informando al tribunal por conducto del
Virrey, de los méritos contraídos por sus padres. Todas las matérias primas e
ingredientes necesarios para el laborío de las minas y beneficio de los metales,
estaban libres de alcabala: el azogue se repartía por el gobierno en proporción de
la plata que cada uno había sacado, dándoles el de Alemania (Carintia o Idria, de
donde venían 12,000 quintales cada año) por sus costos, el de Almadén por un
precio muy moderado, con un año de plazo para pagarlo, y el de Huancavélica,
Perú, al costo que sacaba... No sólo se alzaron todas las antiguas prohibiciones de
descubrir y trabajar minas de azogue..., que no siendo bastante a impulsar su
beneficio esta absoluta libertad, se mandaron por el gobiemo peritos alemanes que
reconociesen y trabajen las que presentasen mejores esperanzas de buen éxito, en
lo que se gastaron sin fruto por la Real Hacienda grandes sumas."

Sin embargo, los resultados no correspondieron al grandioso plan con que se trató
de impulsar toda la industria metalúrgica.

Formaron los mineros el "Importante Cuerpo de la Minería de la Nueva España "(4


de mayo de 1794), con tribunales que administrasen justicia en los negocios
peculiares de su ramo, con un fondo para fomento de éste (Banco de Avío) y un
Colegio que proveyese a las negociaciones de "sujetos instruidos en toda la doctrina
necesaria para el más acertado laborío de las minas". Las ordenanzas de 22 de
mayo de 1783 "eran un modelo de prudencia e inteligencia y un monumento glorioso
de la sabiduría de D. Joaquín Velázquez de León y del ministerio de D. José de
Gálvez": los tribunales o diputaciones de los reales de minas fueron de gran utilidad,
pero el tribunal general, como administrador de los fondos, causó a la minería grave
y duradero perjuicio, porque habiéndolos invertido pródigamente en gastos ajenos
del fin a que se consignaron, o dilapidándolos los empleados encargados de su
manejo, acabó por una bancarrota de cuatro millones de pesos, dejando a los
mineros sujetos al pago de una contribución permanente para pagar los réditos... y
el Colegio de Minería (Real Seminario de Minería de México, 1792), no impidió que
"escasearan los peritos y técnicos al cabo de cincuenta años de establecido y
haberse erogado en él grandes gastos, como escaseaban antes de su
establecimiento".
De los quinientos reales y realitos de
minas que existían al finalizar el
período virreinal, los más importantes
eran los de Guanajuato, Catorce,
Zacatecas, Real del Monte, Bolaños
Gurisamey, Sombrerete, Tasco,
Batopilas, Zimapán, Fresnillo, Ramos
y Parral. "La Veta Grande Zacatecas,
con su excepcional riqueza, creó uno
de los centros de aprendizaje del
barretero mexicano, hábil y audaz
operario que practicó las
perforaciones de Guanajuato, Tasco y
Pachuca." Con Bartolomé de Medina.
Pachuca aportó al mundo en 1557 el
célebre procedimiento de patio para el
beneficio de la plata, primer invento
de América (aunque la idea se la dio a
Medina un alemán. cuya venida a América prohibió la Casa de Contratación de
Sevilla). Consistió dicho procedimiento en la trituración del mineral y su extensión
en un patio donde se le mezclaba agua. sal común, sulfato de cobre y mercurio.
Para que la mezcla fuera íntima se le apisonaba por medio de mulas adiestradas. y
así se conseguía que la sal y el sulfato de cobre produjeran cloruro cúprico, el cual
atacaba el sulfuro de plata y lo convertía en cloruro de plata, y éste, finalmente.
liberaba la plata que se amalgamaba con el mercurio. Por ebullición (el mercurio
hieve a 357 grados. la plata a 1.955) quedaba aislada la plata. El procedimiento de
patio tenía la ventaja del ahorro de combustible. Con el minero Juan Capellán,
Tasco perfeccionó el método anterior inventando la capellanía, cono metálico que
recogía los vapores del mercurio evitando su pérdida. Por último, Zimapán dio
ocasión al sabio Andrés del Río (1764-1849) para el descubrimiento, hacia 1800, de
un nuevo elemento químico: analizando el plomo pardo de Zimapán, del Río
encontró el Vanadio, al que llamó eritronio. Sefstrom lo redescubrió en 1831.

La mejor mina de la Nueva España fue la de La Valenciana en Guanajuato. cuya


utilidad líquida fue de 3,000,000 L.T. : la producción en metales, de 360,000 marcos:
el mineral fundido y amalgamado, 270,000 quintales; los gastos de pólvora, 400,000
L.T.; y el número de trabajadores, 37,200 (año de 1800, J.R. Benítez). La producción
total de la Nueva España en oro y plata acuñados en México fue, desde 1537 hasta
1821, de 2,151,581,961 pesos (datos oficiales).
Los productos mineros de la América Española en los últimos años del siglo XVIII,
tenían los siguientes valores medios anuales:

Nueva España 23,000,000 pesos

Perú 6,200,000 pesos

Chile 2,000,000 pesos

Buenos Aires 4,000,000 pesos

Nueva Granada 2,900,000 pesos

Todo en el país resultó beneficiado por la minería: el gobierno con las fuertes sumas
que por ese concepto ingresaban al erario; las órdenes religiosas y las instituciones
educativas, artísticas y de beneficencia pública, con las generosas donaciones y los
suntuosos edificios construidos por los propietarios de minas; y la agricultura y la
industria, por el consumo creciente que los mineros hacían de sus productos.

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