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Jaione Cubero-Ibáñez
Universidad de Cádiz
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Victoria Quesada Serra Miguel Ángel Gómez Ruiz Jaione Cubero Ibáñez
Grupo de Investigación EVALfor. Grupo de Investigación EVALfor. Grupo de Investigación EVALfor.
Universidad de Cádiz Universidad de Cádiz Universidad de Cádiz
victoria.quesada@uca.es miguel.gomez@uca.es jaione.cubero@uca.es
Resumen
En esta comunicación presentamos una experiencia de evaluación colaborativa con
estudiantes de primer curso del Grado de Educación Infantil en la asignatura Observación
Sistemática y Análisis de Contextos. La experiencia fue llevada a cabo por el profesorado
responsable de la asignatura en los tres grupos existentes con el fin de potenciar el aprendizaje
del alumnado así como su capacidad de autorregulación. Los docentes consideraron la
experiencia altamente satisfactoria, y resaltaron diferentes aspectos positivos derivada de la
misma como son: mayor aprendizaje, motivación e implicación de los estudiantes, mejora del
clima de clase y mayor comunicación entre profesorado y alumnado.
Introducción
La evaluación colaborativa puede entenderse como aquella valoración del aprendizaje
demostrado por el estudiante que realizan profesorado y estudiantes de forma conjunta
(Gómez, Rodríguez e Ibarra, 2011; López-Pastor y otros, 2007). Se trata por tanto de una
modalidad de evaluación participativa y consensuada en la que se ponen en práctica
estrategias como la argumentación, la reflexión, el diálogo y el criticismo.
Diferentes estudios (Rodríguez y otros, 2012; Quesada, Rodríguez e Ibarra, 2014)
muestran que, de todas las modalidades participativas en evaluación (autoevaluación,
evaluación entre iguales y co-evaluación), la co-evaluación o evaluación colaborativa es la más
desconocida y la menos utilizada en Educación Superior.
Apoyando estas ideas, consideramos que la evaluación colaborativa tiene grandes
posibilidades, especialmente cuando se usa de forma progresiva y conjunta con una evaluación
formativa. Por ello, entendemos que la puesta en práctica de esta modalidad de evaluación
puede favorecer que el alumnado tome las riendas de su propio proceso de enseñanza-
aprendizaje, potenciando el aprendizaje autónomo y la autorregulación.
El diseño de la experiencia
Con el fin de potenciar la autorregulación y el aprendizaje de los y las estudiantes de primer
curso del Grado de Educación Infantil de la Universidad de Cádiz se decidió llevar a cabo una
experiencia de evaluación formativa y colaborativa en la asignatura ‘Observación Sistemática y
análisis de contextos’.
La experiencia fue llevada a cabo por un docente en cada uno de los tres grupos
existentes: grupo A (72 estudiantes), grupo B (61 estudiantes) y grupo C (73 estudiantes).
Antes de realizar la experiencia los tres docentes implicados, planificaron las
actividades que se querían llevar a cabo, así como la forma en la que se podía desarrollar. En
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total se acordó evaluar y valorar de forma dialogada y conjunta con los y las estudiantes 5
tareas de evaluación de la asignatura.
Estas tareas eran de aplicación práctica de los contenidos, se realizaban en equipos de
tres a cinco estudiantes y consistían en:
1) Ideas previas sobre observación sistemática e investigación. Reflexión guiada sobre
la observación de una grabación en una escuela de Educación Infantil.
2) Decisiones de una observación, construcción de un sistema categorial y recogida de
información en un contexto real a través de la observación sistemática.
3) Llevar a cabo una asamblea y análisis del vídeo de la asamblea.
4) Análisis de datos de la tarea 2 y elaboración de conclusiones.
5) Realización de una investigación mediante entrevistas y redacción del informe.
La puesta en práctica
En la presentación de la asignatura se informó a los y las estudiantes de que iban a participar
en la evaluación de las tareas a realizar durante la asignatura, se les explicó la importancia de
que conocieran y entendieran en profundidad cada una de las tareas y de los criterios de
evaluación.
El procedimiento que se siguió en cada tarea fue:
1. Presentación detallada de la tarea en clase. Antes de realizar la tarea se especificaban
claramente los requisitos formales y de contenido de la tarea. Del mismo modo, se
detallaban los criterios de evaluación, ofreciendo ejemplos y definiendo los criterios para
que todos los y las estudiantes pudieran comprender a qué se hacía referencia.
2. Publicación de la tarea y criterios en el Campus Virtual. Con el fin de facilitar la claridad,
la comprensión y la accesibilidad a la información, se publicaron las orientaciones y
criterios de las tareas en el Campus Virtual de la asignatura.
3. Realización de la tarea. En función de la complejidad de la tarea se dedicó una o dos
sesiones prácticas, de una hora y media de duración, para que los y las estudiantes
pudieran trabajar grupalmente en clase, resolver dudas y solicitar retroalimentación a
los docentes. Después de la última sesión práctica de la tarea, los y las estudiantes
disponían de una semana para terminar la tarea y entregarla.
4. Revisión de la tarea. Después de la entrega de la tarea y antes de la siguiente sesión
práctica los y las estudiantes debían revisar su tarea teniendo en cuenta los criterios de
evaluación. Del mismo modo, los tres docentes revisaban y evaluaban la tarea haciendo
las correcciones y comentarios oportunos en el documento. En este momento no se
calificaba.
5. Evaluación consensuada. En la siguiente sesión práctica de la asignatura el o la
docente se sentaba en la mesa con cada equipo de estudiantes y dedicaban unos 10 o
15 minutos para revisar conjuntamente la tarea entregada.
o En un primer momento se enseñaba la tarea entregada con las marcas de
revisión al equipo de estudiantes y se les pedía su opinión y valoración
cualitativa sobre la misma.
o Se instaba al equipo a dar su opinión en relación a la tarea y a su actuación
(¿Cómo valoráis la tarea realizada? ¿estáis satisfechos/as con el resultado?
¿qué creéis que está bien y qué aspectos pueden mejorarse?
o A continuación el equipo daba su opinión y valoración. En este momento era
común que los y las estudiantes justificaran el porqué de la actuación en vez de
centrarse en la valoración de la misma. Los docentes intentaban orientar la
conversación hacia la valoración crítica de la actuación.
o Acto seguido, se llevaba a cabo un diálogo e intercambio de opiniones entre
profesorado y estudiantes sobre el grado de consecución de los criterios de
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Resultados y conclusiones
El y las docentes participantes en la experiencia, consideraron que la práctica de evaluación
colaborativa fue altamente satisfactoria y enriquecedora, indicando que favorece el aprendizaje
autónomo y la autorregulación del alumnado.
Los tres docentes resaltaron los siguientes beneficios o aspectos positivos derivados de
la práctica de evaluación colaborativa:
- Mejora del aprendizaje. A través de la práctica llevada a cabo el alumnado aprendió
detectando sus propios errores, de igual manera, también aprendieron al tomar en
consideración la perspectiva de los docentes sobre la tarea, en las que se dieron a
conocer los aciertos y errores así como las principales formas de corregirlos. Los
docentes participantes consideraron que durante la evaluación colaborativa los y las
estudiantes podían cuestionar dichos errores y, por tanto llegar a una mayor
comprensión del tema.
- Fomento del aprendizaje autónomo y autorregulación del aprendizaje por parte del
alumnado.
“El principal beneficio es el fomento del aprendizaje autónomo (…) también tener
la capacidad de saber si algo está bien o algo está mal, (…) es imprescindible que
sepas si tu trabajo lo estás desarrollando de forma correcta o no” (docente 1)
- Transparencia en el proceso de evaluación y distribución del poder. Como explica el
docente 1,
“otro beneficio es la transparencia en las correcciones (…) estos procesos de
evaluación a veces son algo escondido, y se puede asumir la evaluación como
algo místico, con este tipo de evaluación se hace público” (docente 1)
la evaluación es poder (…)
- Promueve una mayor responsabilidad. Al respecto, la docente 2 añade:
“Hace que el alumnado se vuelva responsable de su propia actuación. Al
principio tienden a justificarse mucho, a medida que avanza el curso ya no lo
hacen. (…). Todos los grupos tienen la capacidad de decidir si repiten o no la
práctica, tienen que gestionar el tiempo y decidir si les merece o no la pena
realizarlo.”
- Alto grado de implicación del alumnado en el desarrollo de las tareas. El hecho de
disponer de un espacio para la reflexión y argumentación, de responder al docente
sobre la actuación llevada a cabo, favoreció que el alumnado se tomara las tareas
más seriamente y, promovió una mejora continua en la calidad (las tareas cada vez
eran más ajustadas a los criterios) de las tareas presentadas y en el aprendizaje del
alumnado.
- Mejora del clima de clase y la confianza mutua. El desarrollo de esta práctica implicó
que el docente en la evaluación de cada tarea hablara con todos los y las
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Referencias bibliográficas
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López Pastor, V.M., Barba Martín, J.J., Monjas Aguado, R., Manrique Arribas, J.C. , Heras
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