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LA EXPERIENCIA REFORMISTA EN ARGENTINA.

*Lic. Claudia Cao.

En 1918, la llama de la Reforma se encendió en Córdoba. No fue casual que el conflicto se desatara en la provincia
mediterránea y en la vetusta Casa de Trejo y Sanabria.

Fundada en 1613, la Universidad de Córdoba era para la primera década de este siglo una institución con fuertes
rasgos endogámicos y tradicionales.

En un contexto, nacional e internacional, de cambios rotundos ( la guerra europea de 1914, la revolución rusa de
1917 y en el orden nacional, el advenimiento del radicalismo al poder ), la Universidad cordobesa permanecía
detenida en el tiempo.

El impacto inmigratorio alentado desde el propio Estado nacional desde mediados del siglo XIX, había modificado la
fisonomía social y política argentina. La matrícula universitaria no había permanecido ajena a dichos cambios. El
reclamo por una universidad abierta, democrática, participativa y de rigor intelectual expresaba la tensión existente
entre una estructura académico – colonial perimida y las demandas de un estudiantado que se asumía como
expresión prototípica de la modernidad, la libertad y la transformación social.

“Córdoba llenó el imaginario político – intelectual de la joven generación latinoamericana e inauguró el ciclo heroico
de la reforma universitaria, el mismo que se cerró en los ´70 en medio del control militar de las universidades y la
apertura de la enseñanza superior a las dinámicas del mercado.

Ciclo heroico de la Reforma, puesto que ésta es concebida en el espíritu de Córdoba como una verdadera epopeya
emancipatoria, capaz de cambiar no sólo a la universidad sino además y conjuntamente el destino de la generación
que la emprende y el horizonte político – espiritual de la sociedad que aquella se dispone a alterar”. ( Brunner J:
1990 ).

Entre los principios rectores que dieron identidad nacional y proyección latinoamericana al movimiento reformista
se encuentran:

Participación estudiantil en el gobierno de la Universidad.

Participación de graduados en el gobierno de la Universidad.

Asistencia libre.

Docencia libre.

Periodicidad de la cátedra.

Publicidad de los actos universitarios.

Extensión universitaria.

Ayuda social a los estudiantes.

Sistema diferencial para la organización de los estudiantes

Orientación social de la Universidad.

( Primer Congreso Nacional de Estudiantes Universitarios. 1918 ).


El fermento reformista modificó paulatinamente las matrices institucionales de las universidades locales y
americanas. Sus postulados se expandieron con vocaciòn antiimperialista y latinoamericana. Sin embargo, hacia
1950 puede tan sólo calcularse un total de 75 universidades en la región y 266 mil estudiantes.

Por países la matrícula se repartía así:

PAISES

MATRICULA EDUC. SUPERIOR.

TASA BRUTA ESCOLAR.SUPERIOR.

Argentina

82.531

5.2%

Brasil

51.100

1.0%

Cuba

20.971

4.2%

México

35.240

1.5%

Perú

16.082

2.4%

Chile

9.528

1.7%

Uruguay

11.722

1.7%

Según Scherz, los rasgos determinantes de la Universidad profesional en el lapso de tiempo que se extiende desde el
estallido reformista ( 1918 ) hasta la mitad del presente siglo ( 1950 ) son los siguientes:

“Una concepción predominantemente laica, pragmática y estatista, que debe encargarse de formar ciudadanos y
administradores. ( ... ). Se organiza en facultades.

( ... ). La cátedra es habitualmente su núcleo básico de docencia. ( ... ). La educación es gratuita. Las carreras se
prolongan durante períodos que fluctúan entre 3 y 5 años.
( ... ). Las carreras tienen carácter lectivo y el docente goza de libertad de cátedra. Un importante atributo que las
Universidades tienen es la autonomía. El Estado les reconoce derechos y fueros y las financia”. ( Scherz L: 1970).

Este panorama se modificó paulatinamente en el lapso de tiempo que se extiende entre los años 1950 – 1980.
Acompañando la consolidación del así llamado Estado Social, los países de la región expandieron sus sistemas
educativos universitarios ampliando la composición matricular y el cuerpo profesional docente.

Si desde principios de siglo y hasta 1950 podían contabilizarse en América Latina un total de 75 universidades, entre
ese último año y 1980 la educación superior universitaria se multiplicó en la región por más de 4 veces hasta
alcanzar al final de dicha década un total de 330 establecimientos. Con respecto a la tasa bruta de escolarización
para los mismos años fue de 6.3% en 1970, de 11.7% en 1975, de 13.5% en 1980 y de 16.6% en 1985. ( Brunner J:
1990 y Tedesco JC: 1987 ).

En Argentina, la llamada Universidad reformista encontró su punto de quiebre durante el transcurso del año 1930.
Producido el Golpe Militar que derrocó al presidente constitucional Hipólito Irigoyen, las Universidades nacionales
fueron en su conjunto intervenidas. El clima de represión y oscurantismo derivó en un crecimiento moderado de la
matrícula universitaria y la participación semilegal del estudiantado.

En 1939 se fundó la Universidad Nacional de Cuyo, caracterizada por el clima conservador de la época.

El acceso del Peronismo al poder ( 1946 – 1955 ) favoreció el surgimiento al interior del sistema educativo
universitario de los primeros rasgos de educación superior masificada.

La política universitaria que prevaleció desde 1943 justificó intervenciones y cesantías masivas. Fue la Ley 13.031
sancionada en el año 1947 la que organizó la universidad peronista derogando el marco jurídico de la ley Avellaneda
de fines de siglo XIX y los postulados de autonomía y co – gobierno surgidos al calor de la Reforma Universitaria de
1918.

Su articulado confería al Poder Ejecutivo amplias facultades en la designación de las autoridades. El Rector era
nombrado por el Poder Ejecutivo Nacional que también elegía a los profesores titulares en función de una terna
elevada por la Universidad previo concurso de méritos, aptitudes técnicas, títulos, antecedentes y trabajos. La
representación estudiantil se limitaba a un delegado sin voto que integraba los Consejos Directivos tras ser
designado en un sorteo entre los 10 mejores promedios.

Entre los años 1947 y 1955 y como contracara de este proyecto de intervención estatal, la matrícula universitaria se
triplicó. ( Gagliano y Cao: 1995 ).

El Golpe de Estado de 1955 ( tercero en la historia institucional del país, que contó con apoyo de círculos
intelectuales y académicos contrarios al destituido peronismo ) devolvió la autonomía a las Casas de Altos Estudios
así como también produjo, una depuración del cuerpo de profesores correspondientes a la administración
justicialista previa.

Junto con las medidas de política económico – financiera internacional de vasto impacto en los años sucesivos como
la incorporación al FMI y al Banco Mundial, la instalación del Plan Prebisch en el plano económico interno con fuerte
énfasis en la libertad de mercado y en la desarticulación de los mecanismos de intervención estatal, la así llamada
Revolución Libertadora actualizó la vigencia de la Ley Avellaneda a través del Decreto Nº 6403/ 55 derogando los
postulados de la Ley peronista anteriormente mencionada ( Ley Nº 13.031 ).

Básicamente el Decreto retornaba a los principios consagrados por el movimiento reformista de 1918. Su artículo
28º facultaba a la iniciativa privada para crear universidades libres, reservándose el Estado el reconocimiento de los
títulos habilitantes.

Tres años más tarde, durante la gestión presidencial del Dr. Arturo Frondizi ( 1958 – 1962 ), la Ley Nº 14. 557
consagraba los principios rectores del Decreto antes aludido en el contexto de una enardecida protesta social que
daba cuenta de la gravedad de la ruptura con la tradición secular de un sistema universitario nacional que tuvo en
ese año la fecha inaugural de su desarticulación. Se rompía por primera vez, en 150 años de historia institucional
argentina, el monopolio del Estado en materia de educación superior ( Cano D: 1985 ).

También se fundaron en el período anterior a 1958 dos nuevas Universidades nacionales: la Universidad Nacional del
Sur con sede en Bahía Blanca y la del Nordeste que abarca las Provincias de Corrientes, Chaco, Formosa y Misiones.

A su vez entre 1958 y 1962 fueron reconocidas por el gobierno desarrollista de Arturo Frondizi las siguientes
instituciones de educación superior privadas:

Universidad Católica Argentina.

Universidad del Salvador.

Universidad Católica de Santa Fe.

Instituto Tecnológico de Buenos Aires.

Universidad del Museo Social Argentino.

Sin mayores cambios durante la administración radical del Dr. Arturo Illia ( 1963 – 1966 ), el año 1966 reabrió un
nuevo ciclo de polarización político – ideológica de la sociedad argentina al amparo de la Doctrina de la Seguridad
Nacional bajo los gobiernos de facto de la llamada Revolución Argentina. ( Juan Carlos Onganía: 1966 – 1970;
Roberto M Levingston: 1970 – 1971 y Alejandro A Lanusse: 1971 – 1973 ).

La necesidad de instaurar cambios integrales en todos los ámbitos de la realidad nacional se reflejó en la promoción
de un proyecto de Ley Orgánica de Educación ( 1968 ) resistida en su conjunto por la sociedad civil y la docencia
nacional y alentada por los Ministros Mariano Astigueta, Dardo Pérez Gillou y Gustavo Malek. El rechazo al proyecto
de Ley Orgánica de Educación debe inscribirse en el proceso de repudio que en los sectores de la docencia y el
estudiantado universitario desencadenó la violenta intervención de la tropa de infantería en los claustros
universitarios un mes después de haberse perpetrado el Golpe de Estado. ( Davini C: 1998 ).

La Universidad pública sufrió el más virulento ataque ideológico desde el poder estatal en el cuerpo físico de
docentes y alumnos. El exilio político de planteles completos de profesores, la desestructuración de equipos de
investigación, la polarización ideológica inducida desde el poder a los efectos de la despolitización de los claustros,
externalizando el conflicto a la sociedad civil tiene por fecha el 29 de julio de 1966.

El sistema universitario argentino se organizó sobre las bases institucionales inspiradas en políticas que tendían a la
pérdida de principalidad de la Universidad estatal. La Ley Orgánica de las Universidades Nacionales Nº 17.245 / 67, la
Ley de Enseñanza Privada Universitaria Nº 17.604/ 67 y la Ley Nº 17. 778/ 68 se inspiraron en esa tendencia.

La primera Ley prohibía toda forma de propaganda, proselitismo, agitación o adoctrinamiento de carácter político (
Art. 10º ), siendo la representación estudiantil meramente formal pues no tenían voto en las decisiones de una
Universidad con la autonomía restringida a lo estrictamente académico.

Un nuevo proyecto de diversificación de las Universidades nacionales ( Plan Taquini ) propició la creación de cinco
nuevas, respondiendo a necesidades regionales, creación de títulos intermedios y / o promoción de disciplinas
académicas. Fueron creadas así, la Universidad Nacional de Rosario ( Santa Fe. 1968 ); la Universidad de Río Cuarto (
Córdoba. 1971 ); la Universidad Nacional del Comahue ( Río Negro. 1971 ) y un año más tarde las de Salta,
Catamarca, Luján y Lomas de Zamora ( 1972 ).

El período constitucional 1973 –1976 se manifestó desde el punto de vista de la historia universitaria como
extraordinariamente contradictorio. Pueden distinguirse claramente dos estilos de gestión educativa, la del Ministro
Jorge Taiana hasta agosto de 1974 y la de Oscar Ivanissevich hasta el 24 de marzo de 1976.

La Universidad de Buenos Aires – denominada Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires ( UNPBA 1973 – 1974
), intentó revertir en dicho período todas las cuestiones no resueltas del reformismo liberal. Desde las cátedras
universitarias se modificaron los planes y programas de las materias con el objeto de vincular estrechamente la
Universidad al proyecto económico, político y cultural. Se desarrollaron micro – experiencias comunitarias vinculadas
específicamente a los sectores marginales y populares. La Universidad participó en el Programa Nacional de
Alfabetización fomentando la vinculación entre docentes, estudiantes y trabajadores.

El carácter popular que adquirió la Universidad de 1973 tuvo como base la supresión de las restricciones al ingreso.

La necesidad de poner una valla de contención a estas propuestas, definidas como ¨caos a superar¨, determinaron la
salida del Ministro Taiana, su reemplazo por Oscar Ivanissevich y al frente del rectorado de la Universidad de Buenos
Aires, la ominosa figura del Dr. Alberto Ottalagano.

En el terreno abonado por la última gestión educativa peronista ( Ivanissevich – Ottalagano ), la Dictadura Militar
desplegó su arsenal de horror, destrucción y muerte.

La política universitaria se encaminó a desestructurar el sistema consolidado en la etapa anterior. El plan de


eliminación de las Universidades del interior, se materializó en el cierre de la Universidad de Luján ( Pcia. de Buenos
Aires ). La política de ingreso a la Universidad estuvo limitada por exámenes y cupos que contribuyeron a elitizar sin
jerarquizar académicamente los claustros universitarios.

El retorno a la vida democrática encontró al sistema universitario argentino en crisis. La magnitud de la privatización
de la educación superior argentina quedó reflejada en los siguientes datos: en 1983, del total de la educación
superior del país, el 43 % de los establecimientos, el 24 % del alumnado y el 38 % de los docentes dependían del
sector privado.

A comienzos de 1984, existían en la República Argentina, 49 universidades reconocidas como tales por la legislación
vigente. De ellas 26 eran universidades nacionales, una universidad provincial y 22 privadas. ( Cano D: 1985 ).

NEOLIBERALISMO Y EDUCACION SUPERIOR.

Algunas pistas para entrar en tema.

La crisis económica internacional de mediados de la década de 1970 dio lugar a críticas profundas en torno a un
modelo o tipo particular de funcionamiento del Estado capitalista que se extendió con matices peculiares según las
regiones, entre los años 1930 - 1970 y al que denominaremos Estado de Bienestar o Estado Social.

El liberalismo hoy hegemónico se caracteriza por ser un discurso político – económico que confiere al mercado un
papel determinante en la formación, la organización y la evolución de las relaciones sociales.

Según Friedrich Hayek, todo lo que se opone a la regulación de la vida social por el libre intercambio en el mercado
debe considerarse nocivo. Este liberalismo rechaza toda idea de contrato social, sosteniendo que el papel del Estado
debería limitarse exclusivamente a eliminar todo lo que perturbe el orden espontáneo del mercado.

Siguiendo esta línea discursiva es posible reconocer un impacto regresivo respecto al papel que el Estado estaría
jugando en la región en torno a cuestiones tales como la salud o la educación. Los sistema educativos
latinoamericanos no estarían cumpliendo con el mandato original asignado durante el siglo pasado: la contribución a
la construcción de una sociedad democrática con movilidad social ascendente.

El Estado de Bienestar Social suponía un compromiso no sólo en la formación del ciudadano sino en la formación de
una cultura política donde la escuela y la Universidad tenían un papel preponderante.

La tendencia político - económica que progresivamente viene instalándose en América Latina desde mediados de los
años setenta y que se ha agudizado en la última década del siglo XX, ha modificado el rol que históricamente le fue
asignado al Estado Nacional en torno a la problemática educativa. Se redefine el imaginario político – cultural
democrático que en nuestro país establecieron / promovieron los liberales hacia 1880 a través del proyecto de la
escolarización gratuita y obligatoria.
En lo estrictamente político pedagógico, el Estado liberal argentino de fines de siglo XIX, asumió de manera
prioritaria y relevante la función educadora. Educar implicó para la elite finisecular, la construcción y organización de
un sistema de instrucción pública, centralizado, estatal, laico, coeducativo, gratuito y obligatorio. En síntesis, educar
para distribuir poder cultural y disciplinar integrando.

Más de medio siglo después, el Peronismo ( 1946 – 1955 ) extendió el sistema educativo liberal incorporando a
sujetos populares diversos que habían quedado ¨afuera¨ de los cánones de la escolarización / homogeneización
liberal. Material y simbólicamente se produjo una profunda democratización social del sistema educativo.

Hasta 1990 y aún con matices políticos de muy distinto orden, la educación pública se referenció como uno de los
pilares constitutivos de la existencia de la Nación. Sin embargo, el proyecto educativo implementado en esa década,
pretendió deshacer al Estado de su responsabilidad bajo la suposición neoliberal de la existencia de un mercado
capaz de regular la distribución de la educación y la cultura.

El impacto de esas decisiones pueden también rastrearse en la educación superior universitaria. Nos abocaremos a
ello.

La expansión cuantitativa del sistema universitario argentino.

Al calor del proceso reformista iniciado en la Provincia de Córdoba en 1918, la República Argentina fue sin dudas el
primer país de América Latina que atravesó un proceso de ampliación / democratización del acceso a los estudios
superiores.

Entre los años 1949 – 1966 no sólo se expandió el sistema universitario público ( Córdoba, Buenos Aires, La Plata,
Tucumán, Litoral, Cuyo, Sur, Nordeste y UTN ) sino que se promovió la educación privada a través del Decreto 6403 /
55 que las autorizaba a expedir títulos con habilitación profesional. Entre 1958 – 1964 se crearon 20 universidades
privadas y 3 más hasta 1968. La segunda oleada expansiva de la educación privada se dará a partir de 1990 en que se
autorizan nuevas aperturas. A modo de ejemplo mencionamos:

Universidad Maimónides ( 1990. Capital Federal ).

Universidad San Andrés ( 1990. Victoria. Pcia de Buenos Aires ).

Universidad Adventista del Plata ( 1990. Entre Ríos ).

Universidad Blas Pascal ( 1990. Córdoba ).

Universidad Austral ( 1990. Capital Federal y Rosario ).

Universidad Torcuato Di Tella ( 1990. Capital Federal ).

Universidad de Palermo ( 1990. Capital Federal ).

Universidad de las Fraternidades y Agrupaciones Santo Tomás de Aquino ( 1991. Mar del Plata ).

Universidad Champagnat ( 1991. Mendoza ).

Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales ( 1991. Capital Federal ).

Instituto Universitario de Ciencias de la Salud. Fundación Barceló. ( 1992. Capital ).

Instituto Universitario de Ciencias Biomédicas. Fundación Favoloro ( 1992. Capital ).

Universidad del Centro Educativo Latinoamericano ( 1992. Rosario ).

Universidad del Cine ( 1993. Capital Federal ).


Universidad Hebrea – Argentina Bar Ilán ( 1994. Capital Federal ).

Universidad Atlántica Argentina ( 1994 Villa Gesell ).

Universidad Cuenca del Plata ( 1994. Corrientes ).

Universidad de Flores ( 1994. Capital ).

Universidad del Congreso ( 1994. Mendoza ).Instituto Universitario de Macroeconomía ( 1995. Capital Federal ).

Universidad Empresarial Siglo XXI ( 1995 Córdoba ).

( Extraído de Paviglianitti N: 1996 ).

Según la misma autora, actualmente se otorgan en la República Argentina alrededor de 1100 títulos universitarios.
Entre 1950 y 1986 se sextuplicó el número de estudiantes, pasando de 98 mil a 707 mil. Los períodos de mayor
crecimiento se corresponden con las siguientes fechas: 1958 a 1964; 1970 a 1976; 1984 a 1986. ( Paviglianitti N:
1996 ).

LA EDUCACION SUPERIOR EN LA DECADA DEL 90.

La Ley de Educación Superior.

La última década del siglo XX ha sido extremadamente fructífera en lo que respecta a la legislación del sistema
educativo argentino .

A comienzos del año 1992, el Congreso de la Nación sancionó la Ley Nº 24049 conocida también como Ley de
Transferencia por medio de la cual el Estado Federal ¨descentralizaba¨ el sistema educativo, transfiriendo a las
Provincias y a la ex Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, las escuelas de enseñanza media ( en todas sus
modalidades ), los Institutos de Formación Docente y el subsistema educativo privado.

En abril de 1993, el Poder Legislativo aprobó la controvertida Ley Nº 24195 o Ley Federal de Educación a pesar del
virulento rechazo expresado por parte de la Sociedad Civil y del Magisterio Nacional.

Nuevamente, en el mes de julio de 1995, el Congreso Nacional dio vida a la Ley de Educación Superior ( Nº 24521 )
cuya propuesta abordaremos a continuación.

En este marco de innovaciones jurídicas importantes debe inscribirse la creación de la Secretaría de Políticas
Universitarias en reemplazo de la Dirección Nacional de Asuntos Universitarios mediante el Decreto 506 / 93. En èl
se establecìan funciones especìficas que debìa cumplir la recientemente creada Secretarìa:

Establecer la política educativa para la educación superior.

Supervisar el cumplimiento de la legislación del área.

Realizar el seguimiento y evaluación del sector universitario.

La Ley de Educación Superior sancionada el 20 de julio de 1995 y publicada el 10 de agosto del mismo año ( BO Nº
28204 ) tiene por objeto, regular el funcionamiento de la Educación Superior argentina tanto pública como privada;
es decir, incluye a la vez, a las instituciones educativas universitaria y no universitarias

( Institutos Técnicos y de Formación Docente ) como asì también al sistema universitario privado, el cual a pesar de
tener características y régimen de funcionamiento distinto, resulto incorporado en la normativa.
La Ley consta de 5 Títulos y 88 artículos a saber:

Título I. Disposiciones Preliminares. ( artículos 1 y 2 ).

Título II. De la Educación Superior.

Título III. De la Educación Superior No Universitaria.

Título IV. De la Educación Superior Universitaria.

Título V. Disposiciones Complementarias y Transitorias.

Sin lugar a dudas, los artìculos màs controvertidos de la citada ley son aquellos en los que se habilita la posibilidad
del arancelamiento asì como una injerencia "desmedida" del Poder Ejecutivo Nacional avasallando la històrica
autonomìa universitaria lograda a partir de los sucesos reformistas de 1918.

Cabe destacar que frente a un escenario político – pedagógico definido en términos de escasez en la asignación de
los recursos, la política educativa que se desprende de los enunciados de la Ley 24521/95 pone “en remate“ algunos
postulados del reformismo universitario y del liberalismo pedagógico decimonónico: el principio de autonomía (
condicionado ahora por el ahogo financiero ), la gratuidad de la enseñanza superior y el principio de la universalidad
en el acceso a los estudios superiores ( Igualdad de Oportunidades y Posibilidades ). Obviamente, todos ellos se
conculcan a partir de una línea discursiva en donde el principio de equidad se instala como el nuevo paradigma
reparador / democratizador al interior del sistema educativo nacional.

El principio de Gratuidad y Equidad en la Universidad Publica. La Opacidad del Nuevo Contrato.

Desde la Reforma Constitucional de 1994, pasando por los textos legales de la Ley Federal de Educación y la Ley de
Educación Superior, el principio de gratuidad de la enseñanza ha sido “complementado” con el de equidad. Ya no se
asegura la prestación gratuita del servicio sino que esta aparece condicionada por el criterio de equidad.

A diferencia de los liberales que durante el siglo pasado defendieron la gratuidad de la enseñanza pùblica como
principio rector en la democratización del acceso al conocimiento, los neoliberales de hoy, condicionan seriamente
el futuro pedagógico de las próximas generaciones al “atar”, “moderar”, “opacar” el principio de la gratuidad de la
enseñanza con el de equidad.

Entendemos que la solidaridad pedagógica y social debe alentarse desde la configuración de un Estado que asuma
de manera indelegable su responsabilidad en la organización y financiamiento del sistema educativo en su conjunto.

Conviene recordar aquí, las declaraciones que hiciera el ex Ministro de Educación y Cultura, Jorge Rodriguez al diario
Pàgina 12,en plena Convención Constituyente, cuando se debatieron los principios de autarquía, autonomía y
gratuidad para la educación superior:

“ Nosotros queremos que en la Constitución figure, al igual que en la Ley Federal, el principio de gratuidad y equidad
de la enseñanza. La gratuidad debe garantizarse para los niveles preescolar, primario, secundario y la formación
docente. No para los alumnos que van a la Universidad y provienen de los sectores de mayores recursos”. ( 1994 ).

¿ Què sentido común esta siendo producido y discursivamente legitimado para dar lugar a que ciertas políticas que
promueven mayor desigualdad aparezcan como legìtimas ?
Asistimos a un proceso de fuerte deterioro de algunos compromisos fuertes que el Estado Nacional privilegiò
respecto de la construcción de una ciudadanìa democràtica. Hay una pèrdida de sentido de algunas categorìas
claves, fundantes de la igualdad democràtica y de la democratizaciòn en el acceso al saber. En el marco de los
avatares vinculados a la educaciòn superior posterior a la sanciòn de la Ley 24521/95, equidad podrìa estar
significando : arancelamiento, ingreso restricto, cupo, certificado nacional de aptitudes bàsicas, etc ( Cftar Secretarìa
de Polìticas Universitaria: 1994 y 1997 ).

Compartimos con Michael Apple que:

“ Vivimos en un tiempo en que los grupos conservadores han comprendido que para ganar en el Estado deben ganar
en la sociedad civil. Así se desarrolla una compleja política del sentido común, en el cual los grupos dominantes están
tratando de redefinir lo que la educación puede y debe hacer asi como lo que realmente queremos decir cuando
hablemos de democracia, igualdad y bien común”. ( Apple M: 1997 ).

Para nosotros el acceso a la educación ( en cualquiera de sus niveles y modalidades ), es un derecho; un derecho
social que debe ser garantizado por el Estado. Un Estado que a la vez asuma tareas de diagnòstico de las necesidades
económico – sociales y tareas de planificación de las estrategias adecuadas para llevarlas a cabo.

Cabe resaltar que quienes acceden a cursar estudios de grado y posgrado, en el marco de la educaciòn superior, han
atravesado “cruentas “ barreras limitacionistas. Sin temor a equivocarnos, podrìamos sostener que el trànsito por el
sistema educativo en Argentina puede ser definido como una carrera de obstáculos.

Hay un alto porcentaje de población económicamente activa de 15 años y màs que ya no asiste a la escuela. En el
Censo de 1980, la finalización de la escuela primaria marcaba una diferenciaciòn significativa entre los estratos
sociales.

A partir de los datos del Censo de 1991, María Teresa Sirvent señala:

“ Los últimos datos censales nos muestran entonces que en la población de 15 años y mas que ya hoy no asiste a la
escuela, un 59,6% solo alcanzo el nivel primario de educación; de ellos, solo la mitad aproximadamente en forma
completa. Un 29% llega al secundario, pero mas de la mitad se queda a mitad de camino abandonando el nivel
medio entre primero y segundo año. ( ... ). Los datos del Censo mostraban claramente que la clase obrera estaba
prácticamente excluida del nivel medio y superior de la educación formal”. ( Sirvent M: 1996 ).

¿ Què hacer entonces con aquellos que, después de atravesar distintas dificultades se promueven hacia los estudios
superiores?.

¿ Es legìtimo apelar al arancelamiento del nivel universitario, como probable alternativa de financiamiento (
sosteniendo que promoverà mayor equidad al interior del sistema educativo ) cuando la mayor fractura / pèrdida de
alumnado se verifica en los niveles previos de la educación formal?.

¿ El legìtimo apelar al cupo, al ingreso restricto, al certificado nacional de aptitudes bàsicas como presupuesto para
el logro de un equidad efectiva ?

El discurso político – pedagógico hegemónico sostiene que la educación universitaria gratuita perjudica el
financiamiento del resto de los niveles del sistema educativo. Por ello, desde la apelación al sentido común, la
propuesta es: arancelar, restringir el ingreso, etc.

Desde esta lógica instrumental, el discurso de la equidad o del arancelamiento se presenta como una alternativa
exclusivamente técnica ( redistribuir recursos escasos ) cuando en realidad està ocultando su naturaleza
profundamente política.
El discurso de la equidad reduce el compromiso de responsabilidad pùblica / estatal al plano estrictamente familiar o
individual, silenciando de hecho que la gratuidad y la calidad de un bien social – como es en este caso la educación –
están estrechamente ligadas a las desigualdades de clase, de gènero y de raza. Por eso, la emancipación político –
pedagógica se juega a la vez en el campo económico – social.

Cabe recordar que, las limitaciones al ingreso universitario reconocen larga data en la historia educativa argentina.
Razones de índole económico – social, o màs cercano a nuestros días, la obturación autoritaria, todas ellas
determinaron un escenario de selectividad que la joven democracia cuestionò en sus cimientos.

Investigaciones recientes reconocen en el perìodo 1983 – 1986 una explosión matricular sin precedentes en la
educación universitaria nacional.

Frente a esta democratización cuantitativa, las universidades continuaron sosteniendo metodologías de enseñanza y
organizaciones curriculares tradicionales.

El desfasaje entre los acelerados cambios culturales y tecnológicos y el “modus vivendi” del locus universitario,
también encontró en el discurso / diagnòstico de la Nueva Derecha Pedagógica, una resolución por la vía de la
limitación.

Cabe recordar que los conceptos estelares de calidad y equidad se han constituido en el eje en torno del cual se han
promovido - y aùn siguen hacièndolo - los debates y las transformaciones educativas de las últimas dècadas.

Se polarizan las estrategias político – pedagógicas ( cantidad vs calidad ), configurándose un discurso a favor de la
calidad educativa como sinónimo de excelencia y èsta, como consecuencia necesaria del retroceso matricular.

En este sentido, el proyecto de transformación económico – social implementado desde hace ya màs de una década
no puede ser comprendido fuera de este marco. En estos tiempos de “democracias abismales” resulta
extremadamente importante prestar atención al proceso de creación y recreación de las categorías que se utilizan
para analizar / definir, lo político, lo social y lo educativo.

Pensemos en algunas categorías que han sido desvirtuadas de su contenido democrático por el discurso pedagógico
hegemónico: Calidad _ Reforma _ Descentralización _ Igualdad _ Gratuidad. También Evaluación.

Insistimos en que los significados de algunos conceptos no pueden quedar a merced de una definición
exclusivamente técnica. La lucha por redefinir desde el campo democrático ( político ) algunos de estos enunciados (
llenarlos de otros sentidos), es una tarea imprescindible en la apuesta por la construcción de otro /s futuros posibles.

Asistimos a un nuevo escenario històrico en la definiciòn de polìticas para el sector. El cambio de rector en la
Universidad de Buenos Aires seguramente alentarà nuevos modelos de gestiòn asì como la posibilidad de resolver
cuestiones pendientes. Si la tendencia se encamina hacia la restricciòn, tranquilamente podrìan reflotarse viejas
ideas como la del arancelamiento, el certificado de aptitudes, el ingreso restricto.

Si por el contrario, aceptamos el desafìo de proponer un proyecto abarcativo, pluralista, democratizador,


alentaremos la participaciòn creativa de todos aquellos que "hacen" la vida universitaria a travès del debate amplio,
actualizado, que privilegie lo pedagògico - acadèmico por encima de la mera contabilizaciòn de recursos econòmico-
financieros.

Nuestra apuesta se orienta al fortalecimiento de la escuela media y de la educaciòn superior no universitaria como
alternativas reales en la diversificaciòn de la oferta educativa con calidad.

Es legìtima la existencia de una poblaciòn escolar egresada de la escuela media que presiona por el acceso a la
educaciòn superior ; forma parte si se quiere de un proceso mayor de democratizaciòn en el acceso al conocimiento.
Sin embargo, el sistema universitario parece no poder procesar la heterogeneidad de actores que año tras año
acceden al circuito, asì como la oferta, la conformaciòn de una propuesta curricular que interpele desde el respeto a
la diversidad de los ingresantes. Por otra parte hay que pensar que la polìtica universitaria tambièn debe abarcar
reflexiones en torno a la distribuciòn del gasto en una sociedad atravesada por la polarizaciòn y desafiliaciòn social.

Hay que insistir hasta el cansancio en que la educaciòn superior debe constituirse en un àmbito de excelencia, pero
excelencia no significa necesariamente rescatar propuestas sectarias o discriminatorias.
A Modo de Cierre Provisorio.

Hemos intentado recorrer la historia universitaria argentina recuperando sus mejores tradiciones democráticas.
También nos propusimos analizar el impacto del proyecto económico – social hegemónico en el campo de la
educación superior.

Creemos que solo es posible dimensionar el embate neoliberal en la educación, si a la vez reconocemos los procesos
de privatización y ajuste educacional que se están implementando tanto en nuestro país como en otros de América
Latina en un contexto màs amplio, el de las dinámicas de reestructuración política, económica, social y cultural del
capitalismo finisecular.

Entendemos a la educación como un espacio donde se disputan significados y a la vez donde se construye
hegemonía. Por ello, abordar críticamente algunas posibles tendencias de polìtica universitaria donde se definen
estrategias político – pedagógicas para el próximo milenio reconoce un sentido de resistencia. Frente a la tentativa
neoliberal de despolitizar lo pedagógico reduciéndolo a una cuestión meramente técnica, sostenemos por el
contrario, el carácter eminentemente político de la educación ( en especial de la educación superior ) y la necesidad
de interpretar el campo pedagógico como un campo de lucha democratica y de emancipación socio – cultural.

Frente a un proyecto de dualizaciòn social y a la vez pedagógica, nos oponemos al discurso retórico de la calidad (
que termina siendo calidad para unos pocos y educación empobrecida para las mayorías populares ) así como al
deterioro laboral / salarial de nuestros docentes y el abandono de la educación publica, gratuita y universal,
herramienta básica en el proceso de humanizaciòn de nuestras sociedades.

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