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EL CORAZON DEL HOMBRE REGENERADO

1. COMPOSICION DEL ALMA HUMANA


Así como la Biblia asume la existencia de Dios, también prosigue a describir al primer hombre, Adán, como
un alma viviente. (1 Co. 15:45)
(Dt. 6:5; 1 Ts. 5:23) Moisés dijo que tenemos tres partes internas: corazón, alma y fuerza.
Pablo dijo que hay tres partes en cada creyente: espíritu, alma y cuerpo.
Si comparamos esas dos descripciones, sólo una parte concuerda con las dos descripciones; el alma.
Moisés y Pablo no están en desacuerdo el uno con el otro. Ellos están describiendo a una persona desde
perspectivas diferentes.
Consideremos la descripción de algo más fácil. Tratemos de describir a una casa. Asegurémonos que su
descripción incluya la descripción de los materiales de construcción, el plano del piso, y la decoración, los
cuales son todos factores importantes para describir a una casa. ¿Podemos propiamente describir la casa
estando en las afueras de la misma? Lo mismo puede ser dicho de una persona viviente. Una simple
definición con una oración no será suficiente. Un alma viviente tiene tanto material de construcción, plano
de piso y decoración como una casa.
La definición de un alma es esencial para el entendimiento de la instrucción Bíblica. El conocimiento básico
viene de la habilidad de verse dentro de uno mismo. Si no podemos entender lo que hay dentro de
nosotros mismos, ¿cómo podremos ver con conocimiento dentro de otros? Aprendamos a ver en nosotros
mismos y a entender lo que estamos viendo. Entonces podremos ser adeptos en relacionarnos con Dios y
con nuestro prójimo.
De ahí que tengamos tantas descripciones del Alma del hombre en la Escritura, tales como: Corazón,
aliento, entrañas, fuerza, espíritu y mente, entre otras. Es precisamente en la Mente o Alma donde
basaremos este estudio.

2. ALMA O MENTE CRISTIANA


Nuestra mente ha sido manchada por la caída, también nuestras emociones, nuestra voluntad, nuestra
sexualidad. Pero cuando vamos a Jesucristo nuestra mente comienza a ser renovada. El Espíritu Santo nos
abre la mente para que veamos cosas que nunca antes habíamos visto.
Por lo tanto, la mente cristiana no es una mente que está pensando sólo en asuntos religiosos, sino que es
una mente que está pensando aun hasta en las cosas más seculares; pero desde una perspectiva cristiana.
La mente cristiana busca la voluntad de Dios en el hogar y en el trabajo, en nuestra comunidad, en
cuestiones de ética social y de política.
Una mente cristiana es una forma de pensar, es una manera cristiana de mirar todas las cosas, su
perspectiva cristiana ha sido renovada por el Espíritu Santo. Es una mente bíblica, porque está moldeada
por presuposiciones bíblicas.

Los fundamentos del pensar cristiano.


A. La realidad de Dios.
La mente cristiana reconoce a Dios como la realidad suprema dentro y más allá de todo fenómeno.
La realidad del Dios viviente y el hecho de que la Biblia se centre en Dios son indispensables para la mente
humana. La Biblia es un libro hecho por Dios acerca de Él mismo. Hasta se podría decir que es la
autobiografía de Dios. Dios se revela a sí mismo a través de las Escrituras. Se describe como Creador y
Señor, como Redentor, Padre y Juez. Por lo tanto, la mente cristiana es una mente centrada en Dios.
Permítanme ahora pensar en dos implicaciones de esta verdad:

En primer lugar el significado de la sabiduría. La sabiduría es un tema prominente en la Biblia. El Antiguo


Testamento contiene, además de la Ley y los profetas, una tercera sección llamada de literatura sapiencial
que consta de cinco libros: Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés y Cantares.
Estos cinco libros de sabiduría tratan los siguientes temas: ¿Qué significa ser un ser humano? ¿Cómo es
que el sufrimiento, el mal y el amor forman parte de nuestra humanidad?
Eclesiastés, por ejemplo, es muy conocido por su estribillo pesimista: “Vanidad de vanidades, todo es
vanidad” (1:2), o “sin sentido, sin sentido, todo es sin sentido”. Sólo Dios puede convertir la locura humana
en sabiduría. Sin Dios, no hay más que locura y futilidad.
Esta es la tragedia del vacío espiritual del mundo hoy en día y de ahí viene el rechazo del mundo por parte
de la mente cristiana. El mundo como sistema niega la realidad de Dios y, por lo tanto, destruye la
auténtica humanidad. No solamente destrona a Dios, sino que también reduce el potencial del ser humano
a menos de lo que es su potencial. El ser humano sin Dios ya no es humano.

La segunda implicación de la realidad de Dios es la preeminencia de la humildad. La mente cristiana es una


mente centrada en Dios y, por lo tanto, también una mente humilde, debido al carácter teocéntrico de la
Biblia. De acuerdo a la Biblia, nada es tan vulgar como el orgullo y nada tan atractivo y hermoso como la
humildad que nos hace inclinarnos ante el Dios viviente y recordar que Dios es Dios. El orgullo y la locura
van de la mano, y asimismo la humildad y la razón.
En ningún punto choca tan fuerte la mente cristiana con la mente mundana como en esta insistencia en la
humildad. La realidad de Dios le da a la mente cristiana su perspectiva primera y esencial. La mente
cristiana rehúsa honrar cualquier cosa que deshonre a Dios. Aprendamos a evaluarlo todo basándonos en
este criterio: da gloria a Dios, o toma de la gloria de Dios.

Esta es la elección, y explica por qué la sabiduría es el temor de Dios y por qué la humildad es la virtud más
grande.

B. La paradoja del ser humano.


¿Cómo responde la Biblia a la pregunta; Qué es el hombre? ¿Qué significa ser hombre? Enseña por un lado
que el ser humano tiene una dignidad única como criatura hecha a la imagen de Dios, pero por otro lado
enseña que el ser humano también tiene una depravación única como pecador que está bajo el juicio de
Dios. Su dignidad nos da esperanza, pero su depravación pone límites a nuestras expectativas.
De acuerdo a la Biblia el ser humano es una extraña y sorprendente paradoja, porque es capaz de la más
alta nobleza, pero también de las crueldades más bajas. Puede comportarse como Dios, a cuya imagen fue
hecho, pero también puede comportarse como las bestias de las cuales tenía que ser diferente. Somos
nobles pero innobles, sabios pero tontos, racionales e irracionales, morales y al mismo tiempo inmorales, y
esto cada uno de nosotros los sabemos. ¿Por qué?

Porque lo que somos se debe en parte a la creación y en parte a la caída. Hay cosas que debo negar y
repudiar, pero todo lo que soy por la creación y aun por la redención en Cristo no lo niego, sino lo afirmo.
Eso presupone la comprensión de la doctrina bíblica del hombre.
(1 Ts. 1: 9-10). Por un lado, el ser humano debería convertirse a Dios y ponerse a su servicio y al del
prójimo; en consecuencia contará con la ayuda de la presencia y el poder de Dios para cambiar y mejorar
su mundo. Pero por otro lado, no logrará perfeccionar su mundo, porque la maldad humana seguirá
operando y será juzgada y eliminada por el Señor Jesucristo en su venida. Así que, servimos al Dios viviente
haciendo buenas obras y procurando cambiar y mejorar la sociedad, mientras esperamos la perfección y el
juicio final que traerá Jesucristo en su venida.
3. LA IMPORTANCIA DE LA MENTE
El uso correcto de nuestra mente produce tres beneficios.

A. En primer lugar, glorificar a nuestro Creador. Siendo nuestro Creador un Dios racional que nos hizo
seres racionales a su imagen y semejanza, y habiéndonos dado en la naturaleza y en las Escrituras una
revelación racional, espera que usemos nuestra mente para estudiar su revelación. Al estudiar el universo
y leer las Escrituras estamos pensando los pensamientos de Dios como El quiere. Por esto, un uso correcto
de nuestra mente glorifica a nuestro Creador.

B. En segundo lugar, enriquece nuestra vida cristiana. No estoy hablando de la educación, la cultura y el
arte, que enriquecen la calidad de nuestra vida humana; estoy hablando de nuestro discipulado cristiano.
Ningún área del discipulado es posible sin el uso de nuestra mente. Alabar es amar a Dios con todo nuestro
ser, incluso con nuestra mente. La fe es una confianza razonable y otro ejemplo de la manera en que Dios
nos guía.

C. En tercer lugar, fortalece nuestro testimonio evangelizador. Con frecuencia nos preguntamos: ¿Por qué
unos no aceptan a Jesucristo? Podríamos dar muchas razones, pero hay una acerca de la cual no pensamos
lo suficiente: ellos perciben que nuestro evangelio es trivial, no les parece suficientemente amplio como
para relacionarse con la vida real. Tenemos que recordar cómo evangelizaban los apóstoles, de qué forma
razonaban con la gente, y que basándose en las Escrituras muchos fueron persuadidos. De hecho, Pablo
define su ministerio asi (2 Co. 5:11).
Utilizar argumentos en nuestra evangelización no es incompatible con la fe en la obra del Espíritu. El
Espíritu Santo no hace que la gente llegue a Jesucristo a pesar de las evidencias, sino que atrae a las
personas a Cristo por medio de éstas, cuando El abre sus mentes para que las tengan en cuenta. Pablo
puso su confianza en el poder del Espíritu Santo, pero no por eso dejó de pensar y argumentar. El anti-
intelectualismo es algo negativo y destructivo, insulta a nuestro Creador, empobrece nuestra vida cristiana
y debilita nuestro testimonio; el uso adecuado de la mente glorifica a Dios, nos enriquece y fortalece
nuestro testimonio en el mundo.

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