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El trastorno Desintegrativo infantil es también conocido como síndrome de Hedller y

psicosis desintegrativa.

Se ha relacionado con diversas alteraciones neurológicas, entre ellas encefalitis,


epilepsia, esclerosis, pero en la mayoría de los casos no son perceptibles alteraciones
cerebrales orgánicas.

Se establece sobre la base de síntomas que se ajustan a una edad característica de


aparición, cuadro clínico y curso.

Representa el 6 % de los TGD, por tanto es un trastorno infrecuente

Se caracteriza por una marcada regresión en varias áreas. Luego de un periodo de


desarrollo normal, comienza un deterioro en las funciones intelectuales, sociales y
lingüística, perdiendo capacidades adquiridas. Tiene un inicio que varia entre el año y
los 9 años, pero en la mayoría se produce a los 3 o 9 años.

Es decir, por lo menos 2 años posteriores de nacimiento, se manifiesta la comunicaron


verbal y no verbal, el juego y los comportamientos relacionados con la limpieza. Luego
se produce una pérdida clínicamente significativa de habilidades antes de lo 10 años de
esas áreas:

Se producen alteraciones:

Puede ser insidioso a lo largo de varios meses o relativamente abrupto, y producir la


disminución de las capacidades en días o semanas.

En algunos casos el niño se muestra inquieto, hiperactivo y ansioso por la pérdida de


las funciones. Muestra temor durante el periodo de perdida del habla, por lo tanto, el
niño es conciente de las alteraciones. Se percibe una inestabilidad emocional extrema e
inexplicable y no se descarta que esto se acompañe de fenómenos semejantes a las
alucinaciones y delirios de la esquizofrenia infantil.

Puede iniciarse con síntomas conductuales, como ansiedad, ira o rabietas, pero en
general la pérdida de funciones se hace extremadamente generalizada y grave, y lleva a
un síndrome que es sintomáticamente similar al trastorno autista, excepto que el retraso
mental (típicamente, de rango moderado a profundo) tiende a ser más frecuente y
pronunciado.

Con el tiempo, el deterioro se hace estable, y aunque algunas capacidades pueden


recuperarse es en un grado muy limitado. Las anomalías del habla se vuelven más
notable en el inicio de la enfermedad y es progresiva. El discurso pronto desaparece por
completo. Al igual, el deterioro intelectual progresa muy rápidamente, convirtiéndose
en una demencia total. Físicamente, el niño se desarrolla normalmente y no muestra
síntomas de ninguna enfermedad orgánica.

Lamentablemente, el pronóstico para este trastorno es limitado. Es probable que la


pérdida de funcionamiento sea permanente; sin embargo, los comportamientos pueden
ser modificados, hasta cierto grado
Aproximadamente el 20% recupera la habilidad de hablar construyendo frases, pero sus
habilidades de comunicación seguirán deterioradas.
La mayoría de los adultos son completamente dependientes y requieren cuidado
institucional. Algunos de ellos tienen una vida corta.

Tratamiento

No existe una cura permanente para las CDD. Los niños afectados se enfrentan
discapacidades permanentes en determinadas zonas y requieren atención a largo
plazo. Tratamiento de CDD implica tanto la terapia conductual y medicamentos

Terapia de comportamiento: Su objetivo es enseñar al niño a aprender de nuevo, el


cuidado personal y social los conocimientos lingüísticos. Los programas destinados a
este respecto el uso de un sistema de recompensas para reforzar los comportamientos
deseables y desalentar la conducta problemática.

Medicamentos: No hay medicamentos disponibles para tratar directamente CDD.


Antipsicóticos se utilizan medicamentos para tratar problemas de conducta severos
como la agresividad y el comportamiento de patrones
repetitivos. Anticonvulsivos medicamentos se utilizan para controlar las convulsiones .

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