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12/13/2016 «Civilizadores del pueblo»: Maestros Primarios y Estado en Lima, 1860 - ca.

1905

Caravelle
Cahiers du monde hispanique et luso-brésilien

106 | 2016 :
Construire l’État, moderniser le pays : Pérou (1821-1930)

«Civilizadores del pueblo»:
Maestros Primarios y Estado en
Lima, 1860 ­ ca. 1905
G. ANTONIO ESPINOZA
p. 61­78

Résumés
Español Français English
A partir del establecimiento de escuelas municipales en la década de 1860, los maestros limeños
construyeron gradualmente una identidad colectiva, con la finalidad de mejorar sus condiciones
laborales e incrementar su prestigio. Superando parcialmente una formación pedagógica diversa, los
maestros afianzaron lazos, se relacionaron con las autoridades, actualizaron sus conocimientos, y se
representaron a sí mismos como especialistas, a través de asociaciones, publicaciones, conferencias,
y otras actividades.

Avec l’établissement des écoles municipales dans la décennie 1860, les instituteurs liméniens ont
construit progressivement une identité collective, dans le but d’améliorer leurs conditions de travail
et d’accroître leur prestige. En organisant une formation pédagogique diversifiée, les instituteurs
créent et renforcent des liens avec les autorités. Grâce à des associations, des publications, des
conférences et autres activités, ils mettent à jour leurs connaissances et se présentent comme des
spécialistes de l’éducation.

With the establishment of municipal schools in the 1860s, Lima’s teachers gradually built a collective
identity to improve their working conditions and to increase their prestige. Partially overcoming
diverse training experiences, teachers strengthened their bonds, interacted with authorities, updated
their knowledge, and represented themselves as specialists, through partnerships, periodicals,
conferences, and other activities.

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Mots­clés : Instituteurs, Écoles, Enseignement primaire, Conférences pédagogiques, Histoire de
l’enseignement
Keywords : Teachers, Schools, Primary education, Pedagogical conferences, History of education
Palabras claves : Preceptores, Escuelas, Educación primaria, Conferencias pedagógicas, Historia
de la educación

Texte intégral

Introducción
1 En junio de 1881, pocos meses después de iniciada la ocupación chilena, se realizó el
funeral del profesor municipal Casimiro Hurtado, recientemente fallecido, en la iglesia
limeña de San Lázaro. La ceremonia contó con la asistencia de maestros y estudiantes de
las escuelas municipales, así como también de miembros del concejo edil, catedráticos
universitarios, y otras personas consideradas «socialmente prominentes». Durante el
funeral, colegas de Hurtado alabaron su dedicación, e instaron a las autoridades a mejorar
las condiciones del trabajo docente. Acisclo Villarán, jefe de la sección municipal de
instrucción, elogió a Hurtado como «… víctima abnegada del deber cumplido, cayó como
los buenos, en el ejercicio mismo de la máxima divina que prescribe enseñar al que no
sabe». Villarán llamó a los maestros municipales los «soldados impertérritos en la
civilización del pueblo, alentándolos a continuar la campaña contra la ignorancia»1.  El
fallecimiento de Hurtado, producido por causas naturales, careció del dramatismo que
tuvo la toma de Lima por el ejército chileno en enero de 1881, a raíz de la cual miles
perdieron la vida. Sin embargo, funcionarios y maestros dieron gran importancia a la
desaparición de Hurtado. Al honrar al educador extinto, los docentes tuvieron la
oportunidad de representarse a sí mismos como una comunidad, elevar su perfil social, y
abogar por mejores condiciones de trabajo.
2 La ceremonia dedicada a Hurtado se inscribe en un período transicional en el desarrollo
de la docencia en Lima. Investigaciones anteriores notaron los proyectos asociativos de los
maestros limeños a partir de principios del siglo XX, pero los docentes empezaron a
construir una identidad colectiva desde la década de 18602. Esta identificación superó
parcialmente una formación pedagógica diversa así como también lazos exclusivamente
familiares3. El proceso se inició con la fundación de las escuelas municipales,
administradas por autoridades ediles y subsidiadas por el Estado, las cuales fueron el
marco institucional a partir del cual los maestros lograron cierta estabilidad. Los docentes
llevaron a cabo sus primeros intentos de asociación precisamente para afrontar las
dificultades económicas y administrativas que las escuelas municipales experimentaban.
Durante el siglo XIX el Estado intentó «profesionalizar» a los maestros varones,
modernizando y homogenizando su preparación a través de las llamadas «escuelas
normales», pero éstas tuvieron una existencia irregular. Los maestros encontraron una vía
alternativa para actualizar sus conocimientos, afianzar lazos entre ellos, y legitimarse
laboralmente en las llamadas «conferencias pedagógicas», inicialmente organizadas por
funcionarios municipales y, más tarde, por las organizaciones docentes. Este tipo de
eventos permitieron que los maestros recibieran formación pedagógica e interactuaran con
sus colegas.4 Más importante aún, mediante conferencias y asociaciones, los profesores se
presentaron públicamente como especialistas del conocimiento pedagógico. Esto les
permitió tratar de influir en las autoridades para mejorar sus circunstancias y, al mismo
tiempo, acrecentar su prestigio.
3 La identidad que los maestros construyeron tuvo similitudes y diferencias con el
temprano movimiento obrero y la emergente clase media urbana. Al igual que las
sociedades de auxilios mutuos novecentistas, las asociaciones docentes buscaron proteger
a sus miembros, representarlos colectivamente, y divulgar sus ideas y actividades
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mediante publicaciones periódicas. De manera similar a los dirigentes mutualistas, los


líderes docentes también se supeditaron a los partidos Civil o Demócrata, o a facciones de
dichas agrupaciones, lo cual impactó su radicalismo5. En contraste con el mutualismo, las
organizaciones docentes enfatizaron no solo los conocimientos prácticos de sus miembros,
sino también el saber teórico que éstos poseían, con la finalidad de presentarlos como
especialistas. Los maestros se distinguían de artesanos y obreros por su nivel de
instrucción, su dedicación a un oficio no manual, y sus maneras burguesas, al igual que los
oficinistas contemporáneos6. Al mismo tiempo, en un contexto de expansión escolar, el
prestigio e influencia de los maestros dependía de su entrega a la educación de los
trabajadores. De hecho, algunos maestros establecieron vínculos más estrechos con los
sectores populares.
4 La temprana identificación de los maestros no puede considerarse estrictamente
«profesional», ya que la preparación docente era heterogénea; los requisitos para la
enseñanza eran limitados, y no siempre se cumplían; los maestros dependían de la
protección de autoridades políticas para obtener beneficios, individual o colectivamente; y
los lazos de parentesco todavía figuraban en la vocación y organización de los maestros.
Sin embargo, es necesario considerar que el propio aparato estatal se hallaba en proceso de
edificación, lo cual explica en parte la dificultad para mantener instituciones de formación
pedagógica estables, y para hacer cumplir las regulaciones relativas a la docencia.
Naturalmente, los maestros no tenían por qué restringir su identificación personal al
aspecto puramente laboral. Asimismo, eran ellos quienes pedían colectivamente que los
nombramientos docentes fueran hechos de acuerdo a mérito, y solicitaban la
centralización administrativa y financiera de las escuelas públicas para fines del siglo XIX.
En referencia a la modernización del conocimiento médico en América Latina, John Fisher
sostiene que los promotores de programas científicos y educativos requerían del apoyo de
individuos prominentes y agrupaciones políticas para poder implementar dichos planes7.
A pesar de ello, dentro de las asociaciones docentes se presentaban posturas políticas
opuestas. En cierta medida, los maestros primarios limeños se invistieron a sí mismos
como profesionales, a través de sus conferencias y asociaciones, aunque no hubieran
asistido a una escuela normal. En este artículo, examino este proceso.

Desarrollando una identidad docente
5 Con la finalidad de organizar mejor la educación pública según el imperativo
civilizatorio de la época y ampliar la instrucción primaria, el Presidente Ramón Castilla
(1845-1851, 1855-1862) promulgó los primeros códigos educativos de alcance nacional en
1850 y 1855, sucesivamente. Estas regulaciones crearon las escuelas municipales,
situándolas bajo la administración de los concejos ediles recientemente reestablecidos. En
principio, los municipios tenían que financiar las escuelas primarias públicas, mientras
que el gobierno nacional les suministraba subsidios regularmente. Entre 1860 y 1869 las
autoridades limeñas establecieron cuatro escuelas masculinas y cuatro femeninas. Los
primeros maestros municipales no eran profesionales en el sentido moderno, si bien
algunos de ellos contaban con larga experiencia docente8. El código de 1855 sólo exigía que
los aspirantes a enseñar demostraran conocimiento de las materias del plan de estudios
primario, así como también de «ideas pedagógicas» no precisadas. Asimismo, tenían que
mostrar buenas costumbres y conducta religiosa adecuada9. 
6 Para políticos e intelectuales, sin embargo, la heterogeneidad de ideas y prácticas
docentes obstaculizaba el avance de la instrucción. No fue sino hasta la década de 1850 que
el gobierno peruano tomó medidas concretas para establecer una Escuela Normal de
Varones de Lima, como institución de educación superior a la elemental y a tiempo
completo. El régimen del Presidente Echenique (1851-1855) contrató al experimentado
educador español Francisco Merino Ballesteros para que se hiciese cargo de la dirección de
la proyectada institución. La demora en abrir la escuela, los crecientes gastos ocasionados,
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y la presunta arrogancia de Merino Ballesteros, originaron que éste pedagogo fuera


ampliamente criticado10.  El segundo gobierno de Castilla despidió a Merino Ballesteros en
1858, y nombró en su reemplazo al maestro catalán Miguel Estorch y Sigués. La escuela
fue finalmente inaugurada a principios de junio de 1859 aunque, desde el inicio, no llegó a
cumplir con las expectativas en términos de matrícula, graduados, formación de maestros
para las escuelas públicas, y modernización de los métodos de enseñanza. Las autoridades
optaron por cerrar la escuela en 1869, cuando comenzó el declive de la economía
guanera11.
7 Políticos e intelectuales reconocían que la docencia primaria no era atractiva para
muchos jóvenes varones, por su limitado prestigio y las condiciones laborales. Los salarios
eran bajos y, con frecuencia, pagados tardíamente por circunstancias políticas o
negligencia. A partir de la década de 1860, algunas autoridades alentaron al gobierno a
crear escuelas normales para mujeres, utilizando argumentos ideológicos y prácticos.
Quienes apoyaban la medida argumentaban que las mujeres necesitaban ser bien
preparadas para su destino como madres, así como también que las maestras se
contentarían con sueldos más bajos que sus colegas varones12. Entre quienes apoyaban la
medida, hubo quienes solicitaron al gobierno que las escuelas normales para mujeres
fueran puestas bajo la administración de una congregación religiosa europea13.  Como
veremos, las dificultades experimentadas por los docentes, así como también la propuesta
de trasladar educadores extranjeros al Perú, alentaron el desarrollo de una identificación
colectiva entre los maestros limeños.
8 Las escuelas normales establecidas en Lima hasta la década de 1870 sólo podían
estimular una identificación limitada entre los educadores.  En su lugar, desde principios
de la década de 1860, las escuelas municipales proporcionaron a los profesores un terreno
más firme para desarrollar una identidad colectiva. En los años previos a la Guerra con
Chile (1879-1883), los maestros de dichas escuelas se organizaron para cuestionar
decisiones administrativas, solicitar mejores salarios, y oponerse a la contratación de
educadores extranjeros. Durante la década de 1870, las conferencias pedagógicas
organizadas por autoridades ediles no solo actualizaron los conocimientos de los maestros,
sino que también brindaron a éstos la oportunidad de fortalecer vínculos entre ellos, así
como elevar su perfil. Después de la Guerra con Chile, los educadores crearon la Sociedad
de Preceptores de Lima (1885). Los miembros de esta asociación promovieron la primera
Asamblea Pedagógica (1889), y contribuyeron a nuevas revistas especializadas en los años
de la posguerra.  Todas estas iniciativas permitieron a los maestros representarse a sí
mismos como especialistas, fortaleciendo aún más su identidad grupal y, en algunos casos,
intensificando sus actividades políticas.
9 A principios de 1863, un grupo de maestros municipales solicitó la abolición del primer
reglamento para sus escuelas. Cuatro de los ocho maestros municipales existentes
entonces (tres hombres y una mujer) cuestionaron la validez de la norma dada por el
alcalde Miguel Pardo, emitida poco antes de que éste culminara su mandato. Los docentes
consideraban que sus escuelas debían ser supervisadas por educadores, antes que por
autoridades ediles. Asimismo, los maestros querían que el máximo de alumnos por aula
fuera cuarenta y no setenta y cinco como fijaba el reglamento, aduciendo que tantos
estudiantes hacían difícil mantener el orden.  Además, los profesores cuestionaron la
prohibición de aceptar estudiantes pensionistas, sosteniendo que la competencia entre
éstos y los becarios alentaba a todos a esforzarse más. Por último, los maestros se quejaron
de la prohibición de convocar reuniones en sus locales, manifestando que se trataba de una
medida en contra de aquellos docentes críticos de la administración municipal saliente.
Los preceptores mencionaron que antes de los últimos comicios, el profesor José Jesús
Ayllón había celebrado una reunión en su escuela con miembros del concejo municipal
electo. Las autoridades municipales mantuvieron la obligación de enseñar hasta setenta y
cinco alumnos por aula, y la prohibición de aceptar pensionistas, al menos en el corto
plazo14.

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10 Naturalmente, el salario fue un asunto conflictivo en la relación entre maestros y
autoridades. Los profesores se quejaban regularmente de que sus sueldos eran bajos, y de
que se les pagaba con atraso. Al abrirse las escuelas municipales de Lima a principios de la
década de 1860, se fijó un salario mensual de 40 pesos a cada maestro, cantidad que fue
considerada insuficiente por algunos docentes. En 1861, un grupo de congresistas
intentaron infructuosamente que el gobierno incrementara dicho sueldo a 50 pesos, tanto
en Lima como en las otras capitales departamentales15.  Al año siguiente, el maestro José
Jesús Ayllón se quejó ante el consejo municipal limeño de que se hallaba impago por
cuatro meses.  Ayllón pidió que se le pagara un peso adicional por cada alumno
matriculado, además de su salario regular, argumentando que ésta era una práctica común
en las escuelas privadas.  Al parecer, el ayuntamiento ignoró esta petición16.  Un año más
tarde, el Ministerio de Instrucción incrementó nominalmente la remuneración mensual de
los maestros primarios en las capitales departamentales a 50 pesos17.  Las autoridades
limeñas no hicieron efectivo el aumento por lo que, a principios de 1864, un grupo de
profesores  pidió al gobierno que les pagara la diferencia acumulada.  Los maestros
intentaron convencer a las autoridades aduciendo que estaban «pasando hambre»18. Dos
meses después, el ayuntamiento incrementó el sueldo mensual de los docentes,
posiblemente en respuesta al reclamo de éstos, pero desconocemos el monto del
aumento19. 
11 A fines de la década de 1860, los maestros percibieron un reto adicional en la posible
contratación de educadores extranjeros para hacerse cargo de las escuelas públicas. En
1867, la Sociedad de Beneficencia de Lima solicitó al Ministerio de Instrucción que invitara
al país a la orden francesa de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. La Beneficencia
sugirió al gobierno que abriera escuelas en Lima y las capitales departamentales, y
colocara estos establecimientos bajo dicha orden. La propuesta fue apoyada por un grupo
de diputados constituyentes, quienes recomendaron que dichos establecimientos
proporcionaran formación pedagógica, aparte de la enseñanza elemental.  Diputados
liberales se opusieron al proyecto aduciendo motivos ideológicos ya que, según ellos, los
clérigos franceses eran fanáticos religiosos que promovían ideas monárquicas. A pesar de
esta oposición, el proyecto fue aprobado por el Congreso20. En última instancia, la
inestabilidad política impidió la ejecución del proyecto bajo el presidente Prado, quien
dimitió a principios de 1868. A pesar de ello, la propuesta surgió nuevamente a fines de
dicho año, durante un debate parlamentario sobre la mano de obra indígena. Para algunos
senadores, la «regeneración» de los indios para que progresaran y disfrutaran de plenos
derechos civiles requería «civilizarlos» a través de la educación en español. Los Hermanos,
sostenían dichos senadores, podrían proporcionar tanto instrucción elemental como
formación docente a estudiantes indios para que éstos educaran a otros indígenas. El
proyecto fue criticado en la prensa por favorecer a educadores extranjeros antes que a
peruanos, entre otros motivos21.
12 Es posible que algunos de los cuestionamientos anónimos a la contratación de los
Hermanos aparecidos en la prensa fueran escritos por maestros. En todo caso, los
docentes tomaron acciones más concretas una vez que el Presidente Balta ordenó la
contratación de dichos clérigos en 1869. Mariano Bolognesi, coronel retirado del ejército y
profesor de música, y José Mayurí, dueño de una escuela capitalina, convocaron a una
reunión de enseñantes locales.  Los organizadores propusieron crear una asociación de
profesores para promover la educación y unir a los maestros en torno a intereses
comunes.  También plantearon que la asociación ofreciera charlas para el «pueblo»22.  Si
bien no está claro cuánto tiempo duró la asociación, tenemos una mejor idea de sus
propuestas a través de un folleto publicado por Bolognesi. Este pidió al gobierno que
incrementara el número y mejorara las condiciones de los maestros.  Recomendó la
creación de escuelas normales eficientes, la introducción de una escala rigurosa de
ascensos, y el pago de salarios justos. En aparente referencia a los Hermanos de las
Escuelas Cristianas, Bolognesi pidió a los políticos que no se dejaran engañar por
«aventureros extranjeros» que ignoraban la geografía, costumbres, y necesidades del país,

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y que tenían ideas contradictorias al sistema republicano23. Ya fuera por la oposición, o por
falta de recursos, los Hermanos no llegaron al Perú hasta principios del siglo XX.
13 El Civilismo trajo consigo nuevas oportunidades y retos para los maestros
limeños. Como alcalde capitalino entre 1869 y 1870, Manuel Pardo trató de convencer a los
docentes a aceptar un mayor número de estudiantes, a cambio de un incremento salarial.
Pardo también contrató docentes auxiliares para las escuelas municipales, dotándolos con
un salario mensual de 25 soles24.    Manuel Marcos Salazar, catedrático universitario y
miembro de la junta municipal, organizó charlas pedagógicas semanales abiertas a todos
los maestros de la ciudad, para mejorar la enseñanza25.  En 1874, bajo otra administración
edil controlada también por el Civilismo, miembros del concejo municipal presentaron un
proyecto de contratación de profesores extranjeros para resolver la presunta falta de
educadores competentes.  Unas semanas más tarde, nueve maestros municipales (siete
profesores y dos profesoras) crearon la Asociación de Institutores de Instrucción Primaria
de Lima.  El objetivo de dicha agrupación era el estudio de todos los aspectos de la
educación primaria, especialmente las ideas pedagógicas y los mejores métodos de
enseñanza. Los miembros de la asociación planeaban organizar una conferencia
pedagógica semanal26. Desafortunadamente, las fuentes disponibles no indican qué grado
de regularidad alcanzó esta asociación.
14 A medida que la economía guanera decayó, la moneda nacional se depreció y los precios
de los bienes de consumo aumentaron.  Los profesores trataron de afrontar la situación
negociando colectivamente con sus empleadores, sin obtener resultados. En mayo de 1875
un grupo de educadores que enseñaba a tiempo parcial en escuelas privadas planeó la
creación de una sociedad de ayuda mutua para los maestros.  Los docentes estaban
descontentos porque los propietarios de establecimientos privados pagaban tan solo de 15
a 20 soles mensuales por clase. A veces, dichos propietarios presionaban a los profesores a
enseñar más de una clase por la misma cantidad. Para los promotores de la entidad, sus
asociados no debían aceptar menos de 30 soles mensuales por clase. También propusieron
que, en caso de que uno de sus miembros fuera contratado por menos de un mes, el
empleador pagara a dicho docente una cantidad prorrateada, y prestara la diferencia a la
sociedad de ayuda mutua27. No hay evidencia de que el proyecto tuviera éxito. En julio de
1876, la saliente administración del Presidente Pardo creó la Escuela Normal de
Preceptoras, encargando su administración a la Congregación de las Hermanas del
Sagrado Corazón. Inicialmente, la escuela atrajo tan solo a un pequeño número de
interesadas en la docencia28. Un año más tarde, los maestros de las escuelas municipales
limeñas y sus asistentes (veinticuatro hombres y diecisiete mujeres) escribieron a la
administración municipal solicitando un aumento salarial.  En favor de su pedido,
mencionaron la depreciación de la moneda y la inflación.  El ayuntamiento rechazó la
petición y, de manera intransigente, sugirió a los educadores que renunciaran si
consideraban inadecuados sus sueldos29. 
15 Con la finalidad de acrecentar su influencia sobre autoridades y empleadores, los
maestros intentaron elevar su perfil y mejorar su prestigio. A principios de la década de
1870, el ayuntamiento organizó charlas pedagógicas para actualizar los conocimientos de
los maestros. Quienes promovieron la creación de asociaciones de docentes en 1869 y
1874, mencionadas líneas arriba, también aludieron a su interés en organizar este tipo de
eventos. Los educadores querían participar de estas conferencias, como presentadores y
oyentes, no solo para renovar sus conocimientos. Un artículo en el Boletín Municipal de
junio de 1881 reconocía que los maestros podían mostrar su pericia mediante las charlas.
Funcionarios municipales admitían que los educadores tenían una oportunidad de ganar
respetabilidad al presentarse como especialistas en su ocupación30.    A pesar de que la
Guerra con Chile fue un período crítico para la población capitalina, también permitió a los
maestros limeños mostrarse como expertos educativos, fomentar el patriotismo, y
vincularse con éste. Las autoridades ediles organizaron un total de catorce conferencias
pedagógicas entre el inicio de la guerra (abril de 1879) y los primeros meses de la
ocupación chilena de la capital (iniciada en enero de 1881). Fue también durante este

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período que los maestros llevaron a cabo el funeral de su colega Casimiro Hurtado,
descrito anteriormente.
16 Las fuentes disponibles no indican si los temas de las conferencias fueron elegidos por
los profesores, las autoridades municipales, o ambos. Podemos especular que tanto unos
como otros coincidieron en que dichos temas eran apropiados. Cinco de las conferencias
estuvieron a cargo de profesores y nueve de profesoras. Cuatro de las charlas dictadas por
maestros se refirieron a asuntos pedagógicos: concepciones acerca de la infancia y su
importancia para la educación; métodos para enseñar a leer y escribir; un método práctico
para enseñar aritmética;  y la enseñanza razonada del cálculo.  Solamente uno de los
profesores varones habló sobre la importancia de fomentar el patriotismo de las clases
bajas.  En el caso de las maestras, el énfasis de sus charlas fue más variado. Solo una
conferencia fue estrictamente pedagógica, planteando la utilidad de combinar los métodos
de enseñanza simultáneo y recíproco. Dos conferencias examinaron diferentes métodos
para enseñar eficazmente el español, considerado fundamental para «civilizar» a las clases
bajas.  Dos maestras disertaron sobre la importancia de la educación religiosa, mientras
que una tercera demostró el método intuitivo mediante una lección de historia sagrada.
Una de las profesoras dio una conferencia sobre la enseñanza de la geografía descriptiva,
vinculándola con el fomento del patriotismo.  Por último, una maestra dio una charla
acerca de la importancia de la educación de la mujer en general, mientras que otra aludió
al valor de enseñar ciencias naturales a las niñas. Los temas de las conferencias
demuestran que los participantes no solo querían actualizar sus conocimientos
pedagógicos, sino que también querían discutir asuntos que consideraban significativos
para la sociedad de su momento tales como la religión, el patriotismo, y el rol social de las
mujeres31. De este modo, los maestros trataron de hacerse más relevantes para las
autoridades y su propio entorno social.

Abogando por mayor profesionalización y
centralización
17 Luego de la Guerra con Chile, los educadores limeños establecieron la Sociedad de
Preceptores, organización duradera, influyente, y vinculada con autoridades políticas y
educativas.  El establecimiento de dicha asociación, activa entre 1885 y 1920, y el papel
crucial que desempeñó en la primera Asamblea Pedagógica del Perú (1889), ilustran el
desarrollo que la identidad colectiva de los maestros había alcanzado para entonces.  Los
docentes utilizaron la Sociedad como medio para presentarse como especialistas,
recomendar políticas educativas, y solicitar mejores condiciones. Los conflictos que
surgieron al interior de la Asamblea Pedagógica muestran que, a pesar de todo, existían
divisiones entre los maestros. Los participantes se pronunciaron a favor de la
profundización de conocimientos pedagógicos; para lograrlo, algunos de ellos
argumentaron en favor del establecimiento de una nueva escuela normal de varones; otros
consideraron que se podía alcanzar el mismo objetivo, al menos temporalmente,
combinando la experiencia, las conferencias pedagógicas, y la lectura. Los educadores que
participaron de la asamblea también abogaron por la centralización administrativa y
financiera de las escuelas primarias. Después de la experiencia de trabajar en escuelas
regidas por autoridades locales y regionales, los maestros primarios esperaban que sus
condiciones de vida y trabajo mejoraran bajo la supervisión directa del gobierno central.
18 Un grupo de educadores limeños fundó la Sociedad de Preceptores en 1885, con los
objetivos de proteger los intereses de sus miembros y de promover la educación
popular.  Los requisitos para pertenecer a la asociación eran ser maestro, mostrar buen
comportamiento, tener el respaldo de un miembro corriente, y pagar el costo de
inscripción y una contribución trimestral. La entidad tuvo cincuenta miembros
fundadores, veinticuatro hombres y veintiséis mujeres. Inicialmente, al menos, la

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asociación no preveía cubrir costos de atención médica o servicios funerarios32. El


principal promotor fue el experimentado educador Juan Bautista Goytizolo, docente desde
la década de 1840. Por muchos años profesor del Colegio de Guadalupe, Goytizolo también
se desempeñó como director interino de la Escuela Normal de Varones, antes de que fuera
cerrada en 1869. Luego de haber sido profesor de Manuel Pardo, Goytizolo se convirtió en
amigo personal del futuro líder del Partido Civil. Durante la presidencia de Pardo (1872-
1876), Goytizolo estuvo a cargo de la elaboración del plan de estudios de las escuelas
municipales, y recibió la dirección de una de ellas33.  La directiva de la Sociedad de
Preceptores también incluía al presbítero y educador Juan F. Durán, y a los preceptores
Severiano Galindo, Armando Filomeno, y Juan de Dios Ramos. Las actividades que la
sociedad planeaba organizar incluían charlas pedagógicas para educadores y el público
interesado, así como también clases nocturnas y dominicales para artesanos y obreros.
19 El apoyo público y privado, incluyendo aquel de sectores del Partido Civil, permitió que
la Sociedad organizara la primera Asamblea Pedagógica del Perú, en 1889. Los objetivos
del evento eran homogenizar la doctrina pedagógica, hacer recomendaciones acerca de las
condiciones de trabajo docente, proponer un currículum más efectivo, y promover la
educación física34.  La dirigencia de la Sociedad admitía que no estaba interesada
exclusivamente en discutir asuntos pedagógicos, sino que también quería influir sobre las
autoridades y la opinión pública, discutiendo temas que afectaban a las circunstancias de
los maestros. Las recomendaciones formuladas en la Asamblea fueron comunicadas a las
autoridades y educadores asistentes, y también resumidas para el público en general en El
Comercio y, en algunos casos, reproducidas en la revista pedagógica El Faro.
20 El maestro Enrique Carrillo, presidente de la Sociedad, fijó la agenda para la asamblea.
Las cuestiones institucionales a debatir incluían la reforma administrativa de la educación
pública, la asignación de fondos confiables para educación primaria, y la mejora de la
situación docente. Entre las cuestiones pedagógicas a considerar estuvieron el currículo
primario, el calendario y horario escolares, la educación indígena, y la higiene escolar35. La
elección de presidente de la asamblea fue polémica debido, al menos en parte, a que
algunos de los candidatos eran personalidades connotadas o educadores universitarios,
mientras que otros eran profesores a nivel escolar. Entre los primeros estaban el
renombrado escritor Ricardo Palma, entonces director de la Biblioteca Nacional; Ricardo
Heredia, decano de la Facultad de Derecho de San Marcos; José Granda, vice-decano en la
misma universidad; y Manuel Santos Pasapera, catedrático de derecho y antiguo inspector
de la Dirección General de Estudios. Entre los segundos se encontraban Pedro Drinot,
director del Colegio de Nuestra Señora de la O; y el propio Enrique Carrillo, quien además
de ser preceptor también se dedicaba al periodismo. La primera votación para la
presidencia resultó en empate entre Pasapera y Carrillo. Paralelamente, Palma fue elegido
como primer vicepresidente, Juan Bautista Goytizolo como segundo vicepresidente, y el
escritor y empresario Ricardo Rossel como secretario. Pasapera ganó una segunda
votación para la presidencia, luego de la cual Palma, Goytizolo, y Rossel renunciaron a sus
cargos. El preceptor Severiano Galindo criticó a Palma y Rossel, señalando que iniciativas
tales como la asamblea debían descartar la preferencia por las «personalidades», y
favorecer más bien a los jóvenes que estuvieran dispuestos a trabajar en bien de los
demás36. Conflictos de este tipo tuvieron un impacto negativo sobre la asamblea,
reduciendo lentamente la asistencia.
21 A pesar de todo, la asamblea fue capaz de aprobar una serie de recomendaciones con
respecto a asuntos institucionales que afectaban a los maestros. Los participantes estaban
convencidos de que era necesario centralizar la educación primaria, dejando su
administración a autoridades especiales y no a los concejos municipales. La asamblea
alentó al gobierno a incrementar los fondos para las escuelas primarias.  Según los
participantes, las escuelas públicas debían recibir dineros provenientes de rentas
nacionales y provinciales, incluyendo un porcentaje del impuesto sobre las
importaciones37.   La asamblea estaba especialmente preocupada por las condiciones de
trabajo de los maestros. Recomendó que la enseñanza pública se convirtiera en una carrera

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oficial, con acceso a aumentos salariales regulares de acuerdo a antigüedad, así como a
pensiones de desempleo y jubilación38.  Los participantes en la asamblea también
manifestaron interés en que el gobierno creara una nueva escuela normal para varones.
Carrillo mencionó el valor de estas instituciones para la formación de educadores
competentes.  Juan Ramos, preceptor y propietario de El Faro, señaló la importancia de
que los maestros adquirieran «conocimientos profesionales», los cuales definió como el
dominio de la «ciencia teórica y práctica» de una ocupación39. Ramos estimó que los
maestros podían incrementar su saber profesional a través de la experiencia, de
conferencias pedagógicas, y de la lectura, hasta que se pudiera establecer una escuela
normal de varones moderna y efectiva40.  
22 Si bien las reformas solicitadas por la Asamblea no fueron introducidas de inmediato,
varias de ellas fueron implementadas durante el primer gobierno de José Pardo (1904-
1908). Pardo centralizó la administración y financiamiento de la educación primaria, e
incrementó la inversión en educación, en parte mediante la confiscación de rentas
controladas previamente por autoridades locales. El número de escuelas públicas y la
cantidad de puestos docentes aumentaron, y se crearon los cargos de inspectores escolares
provinciales y departamentales. Pardo también estableció la Escuela Normal Central de
Varones, institución que alcanzó la estabilidad que sus predecesoras no habían tenido.
Algunos de los graduados de dicha escuela o «normalistas» asumieron gradualmente altas
posiciones dentro de un sistema de educación pública en expansión. En principio, los
normalistas debían tener preferencia para dirigir escuelas primarias de todos los grados,
así como también para ser nombrados inspectores escolares. Dado su mayor y mejor nivel
de preparación, los graduados de la Normal recibieron condiciones económicas más
favorables que aquellos maestros que no habían estudiado en esa institución. En
consecuencia, las relaciones entre normalistas y maestros no graduados de la Normal
fueron ocasionalmente conflictivas41.
23 Algunos maestros limeños de la época se opusieron con determinación al Partido Civil.
El preceptor Félix Núñez del Arco (1862-1923) fue un temprano seguidor de Nicolás de
Piérola, líder del Partido Demócrata. Núñez del Arco tomó parte en la Asamblea
Pedagógica de 1889 como preceptor de la escuela n° 3 del Callao. A principios de la década
de 1890 fue nombrado director de la escuela municipal n°  10 de Lima. Debido a sus
simpatías políticas, su escuela fue allanada por la policía en octubre de 1894, y Núñez del
Arco fue detenido brevemente. Graduado en derecho en 1896, Núñez del Arco fue
nombrado prefecto de Apurímac, por lo cual obtuvo licencia de su puesto de preceptor. En
1899 fue electo senador suplente por el mencionado departamento, y tres años más tarde
fue diputado por Chincha. Participó de la asonada de mayo de 1909, acompañando a los
parientes y seguidores de Piérola que secuestraron al Presidente Leguía en mayo de 1909,
y que intentaron forzar a éste a renunciar, infructuosamente42.
24 Si bien la historiografía ha reconocido que los graduados de la Normal apoyaron
ideologías progresistas como el indigenismo, se ha prestado menos atención a la
radicalización política de maestros que no asistieron a dicha escuela43. Un caso estudiado
recientemente es el del piurano Ramón Espinoza (1866-1914), quien fue miembro
fundador de la Sociedad de Preceptores de Lima. Espinoza participó de la Asamblea
Pedagógica, y estuvo a cargo de la escuela nocturna para artesanos y obreros que la
Sociedad mantenía. Desde al menos 1895, Espinoza estuvo afiliado al Partido Demócrata
liderado por Piérola, y fue elegido diputado titular y suplente alternativamente. El
preceptor desarrolló una cercana relación con los trabajadores, organizando el primer
Congreso Obrero nacional en 1901, el cual recomendó al gobierno que controlara los
precios de las subsistencias. Entre 1911 y 1913, Espinoza fue presidente de la Asamblea de
Sociedades Unidas, una de las dos principales asociaciones de trabajadores de la época. El
educador fue un temprano seguidor del líder populista Guillermo Billinghurst,
participando de las «Jornadas Cívicas» de mayo de 1912. Dicha movilización popular forzó
al congreso a nombrar presidente a Billinghurst, en vez del candidato del Partido Civil. De

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acuerdo con el historiador Luis Torrejón, Espinoza se había hecho parte de un entramado
social denso, que le brindó influencia sobre nuevas formas de lucha colectiva44.

Conclusiones
25 Conforme las autoridades limeñas construyeron un sistema público de educación
primaria, los maestros pudieron desarrollar una identidad colectiva gradualmente. Así
pudieron representarse frente al Estado para tratar de mejorar sus condiciones de trabajo,
y también intentaron mejorar su prestigio social. En la medida en que no existió una
escuela normal masculina estable hasta principios del siglo XX, y que la escuela normal
femenina fundada en 1876 tenía una cobertura limitada, los docentes utilizaron la
Sociedad de Preceptores y las conferencias pedagógicas para investirse a sí mismos como
especialistas educativos. La Asamblea Pedagógica permitió a los docentes expresar sus
opiniones con respecto a la enseñanza primaria, y ratificarse en su rol de expertos. Algunas
de las recomendaciones hechas por la Asamblea fueron implementadas durante la primera
presidencia de José Pardo. Tanto la centralización administrativa y financiera de la
educación primaria, como el establecimiento de una nueva escuela para la formación de
profesores, tuvieron consecuencias que los preceptores no esperaban. Entre ellas
estuvieron mayor dependencia con respecto al partido más influyente sobre el aparato
estatal, en este caso el Civilismo; mayor sujeción al fisco y sus vaivenes; y privilegios
diferenciados para normalistas y maestros convencionales.
26 El desarrollo de una identidad docente común, basada en asociaciones y conferencias,
fue paralelo al surgimiento del movimiento obrero y la emergencia de la clase media
urbana. Se trató de procesos con similitudes y diferencias. En el caso de los maestros, su
identificación colectiva estuvo basada en maneras burguesas, un cierto grado de logro
educativo, y dificultades económicas y aspiraciones sociales similares. El rol de
«civilizadores del pueblo», que las élites les asignaron especialmente a partir de la década
de 1840, les sirvió para realzar su importancia dentro de la sociedad. La expansión del
sistema público de educación primaria les permitió acercarse aún más a artesanos y
obreros, desarrollando relaciones políticas más estrechas con éstos. No obstante que la
dependencia con respecto al Partido Civil pudo limitar el radicalismo de los preceptores a
fines del siglo XIX, a principios del XX la emergencia de la política de masas alentó y sirvió
a la radicalización de algunos de ellos.

Bibliographie

Archivos:
Archivo General de la Nación (AGN)
Archivo Histórico de la Municipalidad de Lima (AHML)

Publicaciones periódicas:
Boletín Municipal (1881)
El Comercio (1857-1909)
El Faro (1890-1891)
El Peruano (1855-1867)
Revista de Lima (1861)

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Fuentes primarias editadas:
Congreso Constituyente Ordinario. 16 de noviembre de 1860 a 25 de mayo de 1861, Lima, s.i., 1861.
Congreso  Constituyente  Extraordinario.  5  de  febrero  de  1863  un  31  de  mayo  de  1863, Lima,
Tipografía del Comercio, s.f.
Congreso Ordinario de 1899. Diario de los Debates de la Honorable Cámara de Senadores. Lima,
Imprenta de El País, 1899.
Congreso Ordinario de 1902. Diario de los Debates de la Honorable Cámara de Diputados, Lima,
Oficina Tipográfica de El Tiempo, 1902.
Diario de los Debates del Congreso Constituyente de 1867. 14 de febrero un 16 de setiembre de 1867,
Lima, s.i., 1867.
Estorch, Miguel, Reglamento interior de la Escuela normal central…, Lima, Imprenta del Gobierno,
1859.
González de la Rosa, Manuel Toribio, Informe  Que  El  Inspector  Especial  de  Todos  los
Establecimientos Departamentales de Instrucción y Beneficencia ... Presenta al Señor Ministro del
Ramo, Lima, Imprenta del Nacional, 1869.
«Memoria en que el Alcalde de la Municipalidad, señor D. Manuel Pardo, da cuenta de los trabajos
de la actual corporación desde su nombramiento por hasta la fecha» (1870), in: Jacinto López,
Manuel Pardo, Lima, Gil SA Editores, 1947, p. 461-504.
Núñez del Arco, Felix, Tesis  escrita  por…  para  graduarse  de  bachiller  en  la  Facultad  de
Jurisprudencia. ¿Tiene,  o  no,  el  Estado  la  facultad  de  exigir  que  los  padres  eduquen  a  sus  hijos?,
Lima, Imprenta del Monitor Popular, 1898.
Reglamento de la Sociedad de Preceptores, Lima, Imprenta de J. Francisco Solís, 1885.

Fuentes secundarias:
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Palgrave - Macmillan, 2013.

Notes
1 Boletín Municipal (BM), vol. 5, 4 de junio, 1881, p. 3-4.
2 Johnston, A., «La Educación y los Maestros en la Formación de la Patria en el Perú, 1885-1930»,
ponencia presentada al V Coloquio de Estudiantes de Historia, Pontificia Universidad Católica del
Perú, 1994.
3 Espinoza, G.  A., «En los márgenes de la ciudad letrada: Los maestros primarios de Lima,
c. 1800 - c. 1860», in: Martínez Boom, A. y Bustamante Vismara, J. M. L. (ed.), Escuela pública y
maestro  en  América  Latina.  Historias  de  un  acontecimiento,  Siglos  XVIII­XIX, Buenos Aires,
Prometeo - Bogotá, Universidad Pedagógica Nacional, p. 259-286.
4 Toloudis, N., «Pedagogical conferences and stillborn professionalism among nineteenth century
instituteurs, 1830-1848», Paedagogica Historica, 46: 5, 2010, p. 591.
5 Temoche Benites, R., Cofradías, gremios, mutuales y sindicatos en el Perú, cap. 3, Lima, Editorial
Escuela Nueva, 1987; Blanchard, P., The  Origins  of  the  Peruvian  Labor  Movement,  1883­1919,
Pittsburgh, University of Pittsburg Press, 1982.
6 Parker, D.  S., The  Idea  of  the  Middle  Class.  White­Collar  Workers  and  Peruvian  Society,  1900­
1950, University Park, Pennsylvania University Press, 1998.
7 Fisher, J., «Introducción», in: Priego, N. y Lozano, S. (ed.), Paradigmas,  culturas  y  saberes.  La
transmisión  del  conocimiento  científico  a  Latinoamérica, Estudios AHILA de Historia
Latinoamericana, n° 4, Madrid, Iberoamericana - Frankfurt am Main, Vervuert, 2007, p. 9.
8  Varios expedientes del Archivo Histórico Municipal de Lima (AHML), Instrucción 1852-1872; EC
XL, 14333, 30 de octubre, 1878, fol. 2.
9 El Peruano (EP), 28: 7, 11 de abril, 1855, p. 26.
10   EC XIX, 5369, 18 de junio, 1857, fol.  3;  EC XIX, 5372, 22 de junio, 1857, fol.  2;  EC  5377, 3 de
julio, 1857, fol. 5; EC XIX, 5395, 16 de julio, 1857, fol. 3; Fuentes, Estadística general, p. 525-530.
11 Fell, E.-M., «  Avatars de la formation des maîtres au Pérou  : l’École Normale de Lima  », in  :
Aymes, J.-R. et al., L’enseignment  primaire  en  Espagne  et  en  Amérique  Latine  du  XVIIIe  siècle  à
nos  jours  –  Politiques  éducatives  et  réalites  scolaires, Tours, UT, 1986, p.  473-485; Estorch, M.,
Reglamento interior de la Escuela normal central…, Lima, Imp. del Gobierno, 1859.
12 García, M., «Escuela Normal», Revista  de  Lima, III: 41, 1861, p.  465; Simeón Tejeda, J.,
«Memoria del Secretario de Estado en el despacho de Justicia, Instrucción pública, Culto y
Beneficencia, presentada al Congreso Constituyente de 1867», EP 52, 15, 28 de febrero, 1867, fol. 81.
13   Toribio González de la Rosa, M.,  Informe  Que  El  Inspector  Especial  de  Todos  los
Establecimientos  Departamentales  de  Instrucción  y  Beneficencia..., Lima, Imprenta del Nacional,
1869, p. 26.
14   «Directores de Colegios Municipales al Alcalde», 19 de marzo, 1863, y «Enrique Mindreau al
alcalde», 18 de junio, 1863, AHML, Instrucción 1852-1872.
15 Congreso Constituyente Ordinario. 16 de noviembre de 1860 a 25 de mayo de 1861, Lima, n.p.,
1861, p. 1014-1017.
16 «Nota de José Jesús Ayllón», 7 de mayo, 1862, AHML, Instrucción 1852-1872.
17 Congreso  Constituyente  Extraordinario.  5  de  febrero  de  1863  un  31  de  mayo  de  1863,  Lima,
Tipografía del Comercio, s.f., p. 304, 314, 339, 340; EC XXV, 7831, 13 de julio de 1863, fol. 2.
18 EC XXVI, 8063, 12 de enero, 1864, fol. 1.
19 EC XXVI, 8129, 8 de marzo, 1864, fol.  2.
20 Diario de los Debates del Congreso Constituyente de 1867. 14 de febrero un 16 de setiembre de
1867, II, Lima, n.p., 1867,  p. 12, 14-25.
21 Congreso  Constituyente  Ordinario.  27  de  julio  de  1868  un  28  de  enero  de  1869, Lima, s.i., s.f.,
p. 409-413; EC XXXI, 10128, 12 de abril, 1869, fol. 3; EC 10132, 16 de abril, 1869, fol. 3; EC 10133, 17
de abril, 1869, fol. 4.
22 EC XXXI, 10126, 10 de abril, 1869, fol.  3; EC XXXI, 10137, 20 de abril, 1869, fol.  3; EC XXXI,
10144, 26 de abril, 1869, fol. 2.
23 Bolognesi, M., Reforma en la Instrucción Primaria, 1869, Lima, s.i., 1869, p. 4-6, 24.

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24 «Presupuesto de las Escuelas municipales para el año 1870», 4 de diciembre de 1869, AHML,
Instrucción 1852-1872; «Memoria en que el Alcalde de la Municipalidad, señor D. Manuel Pardo…»
(1870), in: López, J., Manuel Pardo, Lima, Gil SA Editores, 1947, p. 480.
25 BM V, 3, 21 de mayo, 1881, fol. 1.
26 EC 12027, 7 de julio, 1874, fol. 2; EC 12054, 8 de agosto, 1874, fol. 3.
27 EC 12353, 21 de mayo, 1875, fol. 2.
28  Recavarren Elmore, M. y Lecaros, F., Raíces y Horizonte. Apuntes para una  
historia. Religiosas del Sagrado Corazón. Provincia del Perú, Lima, Full Service Diseño
e Impresiones, 2003.
29 «Solicitud…», 25-26 de julio, 1877, AHML, Instrucción 1877.
30 BM V, 7, 16 de junio, 1881, fol. 1-2.
31 Resúmenes de las conferencias pedagógicas fueron publicados en Boletín Municipal, entre el 16
de junio y el 1ro de octubre de 1881.
32  Reglamento de la Sociedad de Preceptores, Lima, Imprenta de J. Francisco Solís, 1885, p. 3-10.
33 El Faro (EF), I, 20, 16 de agosto, 1890, p. 238-239.
34 EC 16, 368, 22 de diciembre, 1887, fol.  2; EC 16778, 3 de enero, 1889, fol.  2; «Diario de los
Debates de la Asamblea de Instrucción Primaria», 19 de marzo, 1889, AHML, Instrucción 1887-
1889, fol. 1-1v.
35 «Diario de los Debates…», AHML, Instrucción 1887-1889, fol. 14-15.
36 Ibid., fol. 18-18v.
37  «Borradores de los Debates de la Asamblea Pedagógica», AHML, Instrucción
1887-1889, fol. 46-48v.
38 «Borradores…», AHML, Instrucción 1887-1889, fol. 18-43.
39 Según Toloudis, una de las características fundamentales de la labor profesional es la capacidad
de teorizar problemas en abstracto: Toloudis, «Pedagogical Conferences», p. 588.
40 EF II, 33, 1 de marzo, 1891, fol. 97-99.
41 Espinoza, G.  A., Education  and  the  State  in  Modern  Peru.  Primary  Schooling  in  Lima,  1821  ­
c. 1921, cap. 5, New York, Palgrave - Macmillan, 2013.
42 AHML, Instrucción 1887-1889, «Expediente seguido por Felix Núñez del Arco», 19 de octubre,
1894, «Oficio del inspector de instrucción al alcalde», 3 de noviembre, 1894, y «Solicitud de Felix
Núñez del Arco», 8 de enero, 1896, AHML, Instrucción 1893-1915; Núñez del Arco, F., Tesis escrita
por… para graduarse de bachiller en la Facultad de Jurisprudencia…, Lima, Imprenta del Monitor
Popular, 1898; Congreso  Ordinario  de  1899.  Diario  de  los  Debates  de  la  Honorable  Cámara  de
Senadores, Lima, Imprenta de El  País, 1899, p.  133; Congreso  Ordinario  de  1902.  Diario  de  los
Debates de la Honorable Cámara de Diputados, Lima, Oficina Tipográfica de El Tiempo, p. 902, 3;
López Martínez, H., El  Siglo  XX  en  el  Perú  a  través  de  El  Comercio, I, Lima, El Comercio, 1991,
p. 40.
43 Johnston, A., op. cit. En Tarma a principios del siglo XX, el científico Adolfo Vienrich promovió la
educación de los trabajadores con la finalidad de hacer realidad una ciudadanía más inclusiva y una
sociedad más igualitaria. Wilson, F., Citizenship  and  Political  Violence  in  Peru.  An  Andean  Town,
1870s­1970s, cap. 4, New York, Palgrave - Macmillan, 2013.
44 Torrejón Muñoz, L. A., Rebeldes republicanos: la turba urbana de 1912, Lima, Universidad del
Pacífico, 2010, p. 134-139.

Pour citer cet article
Référence papier
G. Antonio Espinoza, « «Civilizadores del pueblo»: Maestros Primarios y Estado en Lima, 1860 ­ ca.
1905 », Caravelle, 106 | 2016, 61­78.

Référence électronique
G. Antonio Espinoza, « «Civilizadores del pueblo»: Maestros Primarios y Estado en Lima, 1860 ­ ca.
1905 », Caravelle [En ligne], 106 | 2016, mis en ligne le 25 juin 2016, consulté le 13 décembre 2016.
URL : http://caravelle.revues.org/1938 ; DOI : 10.4000/caravelle.1938

Auteur
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G. Antonio Espinoza
Virginia Commonwealth University

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International.

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