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Libro undécimo

¿Que es pues el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que
me lo pregunta no lo sé. Lo que sí digo son vacilación es que sé que si nada pasase no
habría tiempo pasado; y si nada sucediese, no habría tiempo futuro, y si nada existiese, no
habría tiempo presente. Pero aquellos dos tiempos, pretérito y futuro, ¿cómo pueden ser, si
el pretérito ya no es él y el futuro no es? Y en cuanto al presente, si fuese siempre presente
y no pasase a ser pretérito ya no sería tiempo, sino eternidad. Si, pues, el presente, para
ser tiempo es necesario que pase a ser pretérito ¿cómo decimos que existe éste, cuya causa
o razón de ser está en dejar de ser, de tal modo que no podemos decir con verdad que
existe el tiempo sino en cuanto tiende a no ser?

Claramente se ve la temática de este libro, hablamos del tiempo, y San Agustín hace
algunas aportaciones interesantes, que seria interesante tratar, el tiempo es un tema muy
frecuente en el estudio filosófico, pues solo el hombre parece percatarse de su existencia, ya
desde antes que Agustín había pensadores que se cuestionaban por el tiempo, por ejemplo
los griegos ya tenían cuatro consideraciones acerca del tiempo:
 Aion: que se refería a una duración de tiempo no especifica, algo así como una
duración eterna. Los presocráticos decían que era el inicio y el fin un atributo que
tenía la vida, pero esta tenía un inicio y un fin.
 Cronos: este se refiere al tiempo numéricamente medido, contado y contenido, con
una realidad básica, es lineal y va aumentando, en un antes a un después. Para
Platón el tiempo es la forma material del devenir, el tiempo comenzó a existir con la
creación, creado para que los entes murieran, creado por el demiurgo.
 Kairos: que es un istante genial y especial, cualidad del tiempo, puede ser en
cualquier instante.
 Eniatos: periodo cíclico, por eso no todas las realidades tienen el mismo periodo. El
pasaje de la naturaleza es cíclico, y se puede ver en las estaciones del año, en el
movimiento de sistema solar y las estrellas.

También encontramos el tiempo Psíquico-sensorial que es la sucesión que psíquica o
sensorial hace el hombre del pasado y futuro, lo hace el hombre y su conciencia, lo
enumera, lo lleva. Para algunos científicos, el oído es el que se percata del tiempo, por
medio de la sensación y del ritmo.

Esta el tiempo físico, se percata en el pasaje de la naturaleza y el movimiento de los


entes, el pasado, presente y futuro, pero de estos el presente es lo que más pasa, en este
sentido lo que más importa es el futuro.

Para Aristóteles en el tiempo es el numero o medida del movimiento y del reposo,


según un antes y un después. Así el tiempo de los entes es numerado. Lo medimos con
números pero para poder cronometrarlo, pero el movimiento es constante y uniforme
para poder contenerlo en circular y no rectilíneo. Dice Aristóteles: “nosotros medimos
el tiempo, no solo por el tiempo, también por el movimiento, el movimiento determina
al tiempo, también por el recorrido.

Mediante el tiempo psíquico se conoce el físico mediante la numeración den


intelecto con numero, llevando a descubrir el antes o después. El movimiento de todos
los entes viene del intelecto divino y lo los hombres gracias a las facultades, lo
captamos. El movimiento se da en una realidad espacio-temporal.

El tiempo por lo tanto, aunque posee una conexión con el movimiento, no reside ni
en las cosas en movimiento, sino en el alma. Más exactamente: en la medidad en que se
encuetra vinculado de forma estructural a la memoria, la intuición y la espera,
pertenece al alma, y es de modo predominante un extensión del alma, una extensión
que se da entre memoria intuición y espera: ¿de qué manera siminuye o se consuma el
futuro que aun no existe, o crece el pasado que ya no es más, s no es porque el alma
que el la causa del hecho existen tres estados? Y es verdad que el alma espera, atiende
y recuerda: de modo aquello que espera a través de lo que es objeto de su atención,
pasa a convertirse en materia de su recuerdo. Ahora nadie niega que el futuro aún no
existe. A pesar de ello, en el alma existe la expectativa de un futuro. Y nadie negará que
el pasado ya no es. No obstante, sigue existiendo en el alma el recuerdo del pasado. Y
tampoco niega nadie que el presente carece de extensión, por lo que su transcurrir no
es más que un punto. A pesar de ello, dura la atención, a través de la cual lo que será
presente se apresura a dirigirse hacia el ser ausente. En consecuencia, no es largo el
tiempo futuro que no existe aún, sino que el futuro largo es la larga espera del futuro. Y
tampoco es largo el pasado que no existe, sino que el largo pasado es largo recuero del
pasado1.

1 Historia de la filosofíía antigua. p. 395.

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