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CAPITULO 3

AMERICA LATINA, LOS ESTADOS UNIDOS Y LAS POTENCIAS EUROPEAS, 1830-1930

Rivalidades anglo norteamericana después de la independencia

En 1830, tras obtener la independencia, las naciones latinoamericanas se encontraron en un


mundo de rivalidades internacionales, Gran Bretaña desempeño un papel significativo en el
papel político y económico hasta el siglo 20, mostrando especial interés por Brasil, la región del
Rio de la Plata, Chile, América Central y México.

Entre 1830 y 1890 intervinieron muchas veces empleando fuerza militar, y tenían por objetivo
mantener la influencia ayudando a países latinoamericanos amigos y proteger a sus propios
ciudadanos cuando eran maltratados por gobiernos de la región. (Un ejemplo es el dictador
argentino Juan Manuel de Rosas que fue la causa principal de estas intervenciones).

Según la costumbre internacional del siglo 19, las grandes potencias tenían que ser capaces de
proteger la vida y la hacienda de sus ciudadanos en el extranjero, así como de hacer que se
cumplieran las normas de comportamiento que se consideraban civilizadas.

Las pretensiones financieras de ciudadanos extranjeros provocaron varias intervenciones, en


abril de 1838, los franceses bloquearon el puerto de Veracruz, episodio que se le llamo la guerra
de los pasteles, más seria fue la intervención de Francia, Gran Bretaña y España en 1861 con el
objeto de cobrar unos 80 millones de pesos en concepto de deudas y reclamaciones, Napoleón
III ambicionaba algo más que cobrar las deudas, y Gran Bretaña y España se retiraron de las
operaciones cundo el monarca francés desembarco tropas y nombro a Maximiliano de Austria
emperador de México.

Pero la victoria del norte en la guerra de secesión norteamericana, convenció a Napoleón que
reestablecer el imperio francés en América era un riesgo demasiado grande, y así Maximiliano
acabo ante un piquete de fusilamiento y la emperatriz Carlota, en el manicomio.

Durante esta guerra, España intento reafirmar su papel imperial, en 1861 se hizo con el control
de Santo Domingo, donde permanece hasta 1865.Los españoles liberaban una guerra naval con
Chile, que se había unido a su rival, Perú y más adelante a Ecuador y Bolivia, para formar un
frente común contra el antiguo enemigo.

Los estados unidos se vieron envueltos gradualmente en las rivalidades internacionales, al


menos, durante muchos años preocupados sobre todo por el papel de Europa en la región. En
el momento de la independencia, el objetivo de los Estados Unidos era impedir que se
restaurase el antiguo orden colonial de mercantilismo económico y autoritarismo político.

A fin de alcanzar ese objetivo, albergaba la esperanza de negociar con las nuevas republicas
tratados que se basaran en “los amplios y liberales principios de independencia, igualdad de
trata y reciprocidad”.

La doctrina Monroe fue una declaración de esperanzas futuras más que un plan de actuación
directo, la participación norteamericana en los asuntos de América Latina se vio frenada por el
temor a una guerra con Gran Bretaña o Francia.

La rivalidad entre estas en México se encendió a mediados del 1840, en donde agentes
británicos actuaban en Texas, y alentaban a los tejanos a no unirse a Norteamérica, igual el
gobierno tejano acabo aceptando la anexión a los EE UU y entonces estallos la guerra con
México.

Al concluir la guerra entre os Estados Unidos y México (1846-1848), el Caribe se convirtió una
zona de enfrentamientos con los ingleses. En 1839 un agente de la corona británica se había
apoderado de la isla Roatán y en 1843 el gobierno de gran Bretaña había reestablecido el
protectorado sobre los indios misquitos en la costa oriental de Nicaragua y Honduras.

El gobierno britano repudio esto, pero el escándalo que el mismo produjo en los Estados Unidos
motivo que se generen negociaciones. El tratado Clayton-Bulwer, que se firmó en 1850, disponía
que ninguna de las dos partes ocupara, colonizara o ejerciera el dominio sobre parte alguna de
América Central.

Al principio, no resolvió nada, y en 1852 el gobierno británico fusiono Roatán y las Islas
adyacentes a la colonia de la Isla de Bahía, y los norteamericanos protestaron este accionar
como traición, y después empezaron a correr rumores de guerra. Los ánimos se enfriaron y en
1846 se firmó otro tratado por el que los ingleses accedían a renunciar al protectorado sobre los
indios mesquito y a ceder las islas de Bahía a Honduras, así estos renunciaron a sus pretensiones.

El presidente Buchanam (1857-1861) creía que los Estados Unidos debía cumplir una función
policial en América Central y el Caribe para tener la seguridad de que el desorden no amenazaría
a los ciudadanos extranjeros ni a las rutas que cruzaban América Central, o sea, los estados
unidos debían encargarse de esta tarea porqué, de no hacerlo, intervendrían las potencias
europeas.

Durante la segunda mitad del siglo XIX, varios estados latinoamericanos pidieron protección a
los Estados Unidos. La mayoría de estos países no solo miraba hacia Europa en busca de
mercados, sino que también esperaban recibir de ella financiamiento gubernamental y capital
para los proyectos de desarrollo económico. Una época de gran inversión fue de 1860, con el
mayor parte de capital procedente de Gran Bretaña, Francia y Alemania, los franceses invertían
en ferrocarriles, así como en bienes raíces, la banca, la minería y las manufacturas, a los
alemanes les interesaban más los barcos hipotecarios y las plantaciones. El capital europeo
dominaría hasta bien entrado el siglo 20.

Los Estados Unidos y América Latina a finales del siglo XIX.

Durante 1880 y 1890, la competencia imperial entre las principales potencias europeas aumento
mucho. La competencia por el control de los territorios, los recursos y los mercados del mundo
había entrado en su última etapa, hubo una intensificación de la rivalidad comercial incluso en
las regiones no coloniales, los líderes nacionales hacían todos los esfuerzos posibles para
mejorar la posición comercial de su país.

La economía de los estados unidos tenía un importante componente de comercio exterior, el


comercio se consideraba parte importantísima de interés de la nación, estos estaban cada vez
más convencidos de que su comercio de exportación se veía amenazado por el nuevo orden
imperial.

Así, el país parecía quedarse rezagado incluso en lo que consideraba su propio patio de atrás, y
su ansiedad fue en aumento cuando los norteamericanos se pararon a pensar en la decadencia
de su anterior floreciente marina mercante. Ciudadanos y líderes políticos estadounidenses
empezaron a ver con claridad que la nación tendría que reorientar su política exterior para
ponerse a la altura de las nuevas condiciones que dominaban en el mundo.
James Blaine creía que en el hemisferio occidental las relaciones pacíficas, la mediación en
conflictos, la reducción de la influencia europea y el incremento del comercio de exportación
norteamericano eran factores que iban ligados los uno a los otros de forma difícil, el primer
esfuerzo fue convocar una conferencia interamericana, y fracaso debido a que el gobierno
estadounidense interpretara un papel más activo, esta conferencia se llevó a cabo en
Washington en 1889.

Los delegados latinoamericanos tuvieron que soportar los rigores de las excursiones en tren por
a zonas industriales de los Estados Unidos, visitando 41 ciudades, vieron fábricas y
demostraciones de la destreza tecnológica de los norteamericanos. Estas excursiones y la
conferencia tenían por objeto estimular las naciones latinoamericanas a buscar el liderazgo
económico y político en los Estados Unidos en vez de en Europa.

La conferencia volvió a reunirse en 1889, y Blaine introdujo medidas encaminadas a crear una
unión aduanera del hemisferio y disponer una fórmula de arbitraje para la resolución de disputas
entre naciones. Argentina encabezo los esfuerzos contrarios a la primera propuesta, y Chile, que
había hecho importantes conquistas territoriales en la guerra del Pacifico, puso trabas a la
segunda.

La visión de Blaine fracaso debido al mito de que en el hemisferio existía el potencial y de que el
liderazgo norteamericano podía convertir ese potencial en una realidad. Los sucesores de Blaine
probarían suerte en diversos programas que pretendían crear un sistema que resolviera la
mayoría de los problemas, si no todos, de las relaciones interamericanas.

La conferencia interamericana de 1889, en la que se les negó a los Estados Unidos el papel de
líder electivo, debido a la creencia de que estos debían interpretar un papel más importante en
América Latina, así como de adquirir más prestigio, fue una de las causas de la crisis con Chile
(1891-1892) y Gran Bretaña (1895).

La crisis chilena nació de un incidente en Valparaíso en 1891, cuando 120 marineros del navío
de guerra norteamericana fueron atacados al bajar a tierra, dos de ellos murieron y la policía
chilena participo en las agresiones. El régimen chileno era hostil a los Estados Unidos a causa del
apoyo diplomático que los norteamericanos prestaran al anterior gobierno.

La fiebre bélica se encendió en los Estados Unidos mientras el cuerpo de uno de los marinos se
encontraba expuesto en el Independence Hall de Filadelfia. Chile presento excusas aceptables y
pagaron indemnización por los muertos y heridos (los chilenos miraban cada vez más hacia
Alemania en busca de ayuda militar y económica).

Europa, Los Estados Unidos y América Latina antes de la primera guerra mundial

Estados Unidos no era el único país que mostraba un creciente interés por América Latina a
comienzos de este siglo. La Alemania imperial también empezaba a actuar allí no solo en el
terreno económico, sino también en el demográfico y el militar. En 1900 ya eran más de 350.000
los alemanes que habían emigrado al sur de Brasil, a la vez otros 120.000 Vivian en Chile.

Alemania debía desempeñar un papel importante en el hemisferio occidental. Consideraba a


Cuba un Estado Europeo, pero fracaso en sus esfuerzos por reunir en torno a él la oposición
europea a los Estados Unidos durante la guerra entre estos y España.
La presencia militar alemana en América Latina era cada vez más visible. Oficiales del ejército
alemán comenzaron a instruir al ejército chileno en 1896 y en 1900.La misión militar alemana
ya había fundado la academia de guerra de Chile.

En 1903 el almirantazgo alemán preparo el plan de operaciones III, que era un plan de
contingencias para una guerra con los Estados Unidos en el hemisferio occidental. El plan preveía
la ocupación de Puerto Rico por un ejército de 12.000 a 15.000 hombres (el numero aumento
entre 1903 y 1906) y la utilización de bases en la isla para llevar a cabo una ofensiva naval contra
los Estados Unidos.

Continuaron las ambiciones alemanas en el hemisferio y los norteamericanos empezaron a


temer que partes del mismo fueran controladas por los europeos. Así pues, la rivalidad entre
Alemania y los Estado Unidos era un factor importante que contribuyo al aumento del papel de
los Estados Unidos en la región del caribe y América Central.

La crisis venezolana en 1902 dio un nuevo estímulo a la rivalidad entre Alemania y los Estados
Unidos y convenció a Roosevelt, y a otras personas, de que los estados unidos tenían que
extender su poderío más allá de Cuba y Puerto Rico.

Durante el año 1901-1902, Roosevelt había tomado diversas medidas para fortalecer la posición
norteamericana en el caribe. Además de reunir una flota en Culebra y trasferir la isla al
Ministerio de Marina, había intentado comprar las islas Vírgenes de Dinamarca, enviado una
expedición secreta a explotar la costa venezolana en busca de posibles puntos de desembarco
y mandado un enviado naval a ayudar a los venezolanos para prepararse para una invasión.

Bajo la dirección conservadora de Root, la oposición interior y la frustración de la propia misión


civilizadora, Roosevelt llego a aceptar que había limitaciones en las medidas que podían
imponerse a la esfera de interés de los Estados Unidos.

En la cuarta conferencia internacional de Estados Americanos, que se celebró en Buenos Aires


(1910) se formó la unión Panamericana como organismo permanente, cuyo presidente, también
permanente, era el secretario de Estado de los Estados Unidos. La posición de dominio que los
Estados Unidos ocupaban en la organización era clara, pero la unión tenía poco poder real.

Mientras tanto, a partir de 1898, un volumen creciente de capital norteamericano había salido
hacia el sur.

Los Estados Unidos y América Latina 1913-1921

En 1913, Thomas Wilson paso a ocupar el puesto de presidente de los Estados Unidos. Su
administración estaba profundamente arraigada en la visión calvinista y secularizada de la
nación redentora, que tenía una misión y un destino especial. Empujadas por este espíritu, varias
figuras clave de la nueva administración intentaron poner en funcionamiento un plan para la
vigilancia cooperativa de las regiones atrasadas del mundo.

La revolución mexicana resulto un quebradero de cabeza perpetuo para la administración


Wilson. La violencia de la lucha afectaba directamente a los norteamericanos que residían en
México y desbordaba continuamente la frontera con los estados Unidos. Algunas de las
incursiones en el otro lado de la frontera se llevaban a cabo en nombre del Plan de San Diego,
que pedía un levantamiento de las minorías raciales de los Estados Unidos, al que seguiría la
separación de California, Colorado, Arizona y Nueva México.
La administración Wilson había intentado primeramente influir en los asuntos mexicanos en
contra de Vitoriano Huerta, quien, apoyado en parte por el anterior embajador norteamericano,
había depuesto a Francisco Madero, el apóstol de la democracia y padre de la revolución. Tras
la derrota de Huerta, Wilson intento imponer una formula conciliadora entre los jefes
revolucionarios en guerra y, finalmente dio su apoyo a Venustiano Carranza. La medida provoco
la incursión de Pancho Villa contra la ciudad de Columbus, en Nuevo México, en 1916.

Por si las relaciones entre los Estados Unidos y México no eran ya bastante agitadas a causa de
la violencia y las intrigas extranjeras, el asunto del trato y el estatuto de las propiedades
extranjeras vino a aumentar la irritación. Los elementos nacionalistas-reformistas que había
entre los líderes revolucionarios exigían la reforma agraria y algún tipo de control nacional de
las inversiones extranjeras, especialmente en la industria del petróleo.

Al amparo de la nueva Constitución, la Revolución mexicana se convirtió en el primer


movimiento nacional que realmente supuso una serie de amenazas para las inversiones
extranjeras y para los mismísimos principios jurídicos en que se basaban tales inversiones. El
gobierno de los Estados Unidos reconocía el derecho de expropiación, siempre y cuando se
pagara una compensación puntual, suficiente y efectiva.

El petróleo era un elemento cada vez más importante para las marinas de guerra y mercante,
así como para la fuerza y la calefacción doméstica. Ello significaba que el asunto del control del
petróleo iba más allá de la protección de las inversiones porque ahora era esencial para las
operaciones de las naciones industriales y sus marinas.

Esta política continua, aunque los ingleses creían que la administración Wilson era demasiado
blanda con México. El petróleo, sin embargo, continúo mandando durante toda la revolución,
gracias en parte a que el campo de Tampico era controlado por el intendente general Manuel
Peláez, que a su vez era apoyado en armas y dinero por las compañías petroleras y
norteamericanas.

Los esfuerzos específicos del gobierno por fomentar estos cambios tuvieron poco éxito. Aunque
los Estados Unidos presionaron para que se liquidaran los intereses alemanes en las naciones
que declararon la guerra a Alemania, solo se expropiaron algunas plantaciones de plátanos en
Guatemala y alguna propiedad en Haití.

Los Estados Unidos obtuvieron solo un éxito limitado a sus intentos de movilizar el apoyo de los
países Latinoamericanos en la guerra contra Alemania. Brasil declaro la guerra, pero las otras
siete naciones que imitaron su ejemplo eran estados del Caribe o América Central, Bolivia,
Ecuador, Perú y Uruguay rompieron las relaciones diplomáticas con Alemania. Argentina, Chile,
Colombia, México, Paraguay, El Salvador y Venezuela se declararon neutrales.

AGÜERO, Ivan.

REYNOSO, Milton.

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