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Comienza a desarrollarse en los primeros meses de vida. Winnicott ofrece el punto de partida para la mentalización
al sostener que cuando el bebé mira la cara de su madre se ve a sí mismo.
El cuidador/a regula los estados afectivos del niño intuitivamente mediante su adaptación a las expresiones de
afecto del lactante y de las pequeñas variaciones de ellas a través de su propia expresión mímica. De esta forma
disminuye o aumenta las expresiones emocionales del bebé y su estado afectivo parece debilitarse o reforzarse.
El lactante comprende con el tiempo que las personas que lo cuidan reaccionan ante un propio estado y lo reflejan.
Habitualmente es la madre la que conserva y devuelve "descontaminadas" las emociones negativas que el niño
proyecta en ella, actuando como un «contenedor» de los afectos negativos y facilitando que el niño pueda
simbolizar los afectos.
Por tanto, para el correcto desarrollo de dicha capacidad es necesario que el niño sea representado en la mente de
sus cuidadores en el contexto de un apego seguro desde los inicios de su vida.
Progresivamente, al aumentar y consolidarse la capacidad mentalizadora del sujeto, éste discierne entonces el
carácter meramente representacional de sus pensamientos y de la realidad material.
Bibliografía
• Fonagy, P., Gergely, G., Jurist, E., Target, M. (2002) Affect Regulation, Mentalization, and the
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• Bateman, A, Fonagy, P (2004) Psychotherapy for Borderline Personality Disorder. Mentalization-
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• Winnicott, D (1994). Los procesos de maduración y el ambiente facilitador. Estudios para una teoría
del desarrollo emocional. Barcelona: Editorial Paidós.