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Contenido

I. Historia .............................................................................................................................................3
II. Definición .........................................................................................................................................7
III. Factores biológicos, psicológicos y sociales ...................................................................................8

IV. Nosología Diagnóstica .....................................................................................................................9

V. Tratamiento…………………………..........................…………………….…………………….12

VI. Caso Clínico……………...….......………………………………………………………………..16

VII. Bibliografía………………………………………………………………………………………17
I. Historia del Trastorno Obsesivo Compulsivo

El trastorno obsesivo-compulsivo es un síndrome intrigante y, a menudo, debilitante que se


caracteriza por dos fenómenos distintos: obsesiones y compulsiones.

Se ha considerado como el trastorno de ansiedad más grave, y es que esta gravedad obedece,
principalmente a su complejidad, ya que a menudo se presenta asociado a otros cuadros clínicos,
como la depresión, en suma a la tradicional dificultad que su tratamiento ha tenido (Pareja, 2001).

El conocimiento de esta sintomatología característica tiene una larga historia, por ejemplo, en la
Edad Media eran consideradas como indicadores de posesión demoníaca, por el contenido
frecuentemente sexual o blasfemo, y tratadas, por esta razón, con exorcismos o torturas, incluyendo
la hoguera (Balan, 2012).

Aunque los fenómenos obsesivos fueron advertidos antes de los tiempos modernos, fue en 1799
cuando Wartburg empleó el término “Obsesión”, señalando el comienzo de una nueva
concepción del TOC. Berrios (1989 en Tallis, 1999) describe dos avances importantes que se
produjeron durante el siglo XIX. En primer lugar, las obsesiones fueron reconocidas como
cualitativamente diferentes de las ilusiones (en lo que respecta a la presencia del insight) y en
consecuencia, las enfermedades obsesivas fueron excluidas de la ‘locura’. En segundo lugar, las
compulsiones fueron reconocidas como cualitativamente diferentes de las ‘impulsiones’, una
clase amplia de conductas paroxísticas e irresistibles. El segundo proceso de diferenciación fue
considerablemente más largo que el primero (Tallis, 1999).

En 1838 Esquirol, lo situó en las locuras parciales o monomanías y los alienistas franceses lo
ubicaron en el plano de las locuras (Balan, 2012). La gran aportación esquiroliana a la psiquiatría
decimonónica fue la formulación del concepto de "monomanía", cuadro clínico que define como
un delirio que se limita a un único objeto a un grupo pequeño de ellos con excitación y
predominio de una pasión alegre o expansiva. Se trata, en definitiva de un "delirio parcial" con
predominio de una "idea fija" que se hace dueña de la mente del paciente.

A partir de 1860, las teorías orgánicas de las enfermedades obsesivas se basaron en multitud de
anormalidades físicas; entre éstas estaban la disfunción del sistema nervioso autónomo,
problemas con respecto al suministro sanguíneo cortical y la patología cerebroespinal. Las teorías

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psicológicas por otra parte, implicaban la incapacitación volitiva, emocional o intelectual.
Además de proponer la teoría ‘intelectual’ del TOC, Westphal fue también el primer psiquiatra
que empleó el término ‘compulsión’ para describir las conductas compulsivas; sin embargo, a
partir de 1900 fue la teoría emocional del TOC la que mayor aceptación recibió, pues en esa
época era habitual describir casi cualquier trastorno mental en términos de dolencias
emocionales. Tras mucho debate, el TOC fue considerado como ejemplo de una clase de neurosis
de reciente formación (Tallis, 1999).

En 1866 Morel define como “delirio emotivo” al grupo de nuevas neurosis (la obsesiva, la
melancólica y la neurasténica) cuya base es la angustia, fobias y obsesiones ansiosas. Este se
encuentra protegido por una obstinación y fijación en la idea que nos conduce a las enfermedades
de tipo hipocondríaco o histéricas (Conejo, 2002).

En la segunda mitad del siglo XIX, las descripciones clínicas más perceptivas del TOC fueron
ofrecidas por Legrand du Saulle. Señalaba que los problemas obsesivos se asociaban con
frecuencia con la depresión y otras condiciones que en la actualidad se corresponderían con la
etiqueta de trastornos de ansiedad. Reconocía que el TOC podía surgir durante la infancia, podía
tener unos orígenes insidiosos y un curso fluctuante y que los síntomas podían modificarse con el
paso de tiempo. Además, sugería que el TOC afectaba con una mayor probabilidad a los
individuos pertenecientes a clases sociales altas y especialmente a aquellos con ciertas
características de personalidad.

Con respecto a los síntomas, Legrand du Saulle describe pensamientos irresistibles, engendrando
elevados niveles de ansiedad. Este estado emocional, sugería, estaba causalmente relacionado con
la aparición de la conducta ritualista. Observó que los casos graves podían conllevar la
imposibilidad de salir de casa y que el TOC podía asociarse con los intentos de suicidio. Además,
sugería que la depresión u otras condiciones pueden ser la razón de una admisión hospitalaria. La
mayoría de estas observaciones, si no todas, han sido defendidas en mayor o menor grado en la
investigación dirigida durante los últimos años (Tallis, 1999).

Los trabajos sobre el TOC se consolidaron y refinaron a comienzos del siguiente siglo con el
trabajo de Janet (1903 en Tallis, 1999) Les Obsessions et la Psychaesthenie. Para Janet, la
enfermedad obsesiva evolucionaba a lo largo de tres estadios. El primero fue descrito como el
‘estado psicasténico’, que se corresponde estrechamente con el moderno concepto de Trastorno

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de Personalidad Obsesivo Compulsiva (TPOC). Se caracteriza por los sentimientos de no estar
completo, la duda, una sensación interna de imperfección, la necesidad de uniformidad y orden,
la pedantería, una gama restringida de experiencia emocional, el exceso de limpieza, el escaso
control del pensamiento y la tendencia a coleccionar cosas. El segundo estadio se caracteriza por
las ‘agitaciones forzadas’. Éstas pueden adoptar las formas de los rituales de orden y simetría, la
comprobación compulsiva y/o las rumiaciones. Estas ‘agitaciones’ son funcionales, en la medida
en que compensan la falta de certeza en el núcleo del estado psicasténico. De este modo, Janet
subrayó una psicopatología subyacente común que unificaba a un grupo heterogéneo. Los tics
eran también típicos de este segundo estadio; sin embargo, las descripciones clínicas de Janet
recuerdan más a rituales de evitación del dolor que a las anormalidades neurológicas. El tercer y
último estadio de la enfermedad era el de las ‘obsesiones y compulsiones’. Estos términos sólo se
usaban para describir los pensamientos y los impulsos que eran evocados con mucha facilidad y
que llegaban a dominar la vida del paciente. Las obsesiones estaban típicamente vinculadas con
temas de blasfemia, violencia y sexo y los esfuerzos por resistirse a los impulsos aumentaban la
ansiedad.

La distinción que estableció Janet entre el ‘estado psicasténico’ y las ‘obsesiones y compulsiones’
se vio reflejada cinco años más tarde en los textos de Freud que también distinguía el ‘carácter
anal erótico’ de la neurosis obsesivo-compulsiva.

Freud analizó un caso emblemático de un paciente que presentaba un cuadro que él llamó de
«neurosis obsesiva», denominado El hombre de las ratas. En este caso se veía que
sus compulsiones y obsesiones tenían elementos que se repetían a nivel inconsciente desde la
homofonía de palabras o de situaciones relacionadas a la historia familiar del individuo. En el
famoso caso de Freud publicado como A propósito de un caso de neurosis obsesiva se encuentra
el análisis y la solución de una serie de síntomas obsesivos de carácter grave.

En la época de su fundación, la posición del psicoanálisis frente a las patologías neuróticas en


general y a la neurosis obsesiva en particular constituyó una innovación importante. La teoría
freudiana instaló por primera vez el supuesto básico de la «causalidad psíquica» del conflicto
inconsciente, en donde el sujeto, en este caso neurótico obsesivo, genera síntomas como
satisfacciones sustitutivas a los deseos reprimidos.

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El yo del neurótico queda avasallado por el conflicto inconsciente entre los mandatos y las
reglamentaciones superyoicas y los deseos inconscientes provenientes del ello. De esta forma, las
mociones de deseo inconsciente solo pueden aflorar mediante formaciones de compromiso, que
son las que se expresan en los síntomas obsesivos.

La idea de que los individuos con TOC tienen tipos de personalidad obsesiva premórbida es un
legado de Freud y Janet, aunque veían la progresión como inevitable.

A mitad del siglo XX se clasificó como trastorno de ansiedad (DSM-I) y dentro de los trastornos
neuróticos secundarios a situaciones estresantes (CIE-10).

En cuanto a la aparición del TOC en el DSM-I (1952) Se habla del trastorno como Reacción
obsesiva compulsiva y se define como una reacción en la que se asocia la ansiedad con la
persistencia de ideas o pensamientos indeseados y de impulsos repetitivos para realizar actos que
pueden ser considerados insanos o mórbidos por el paciente. El paciente mismo puede considerar
sus ideas y comportamiento como irrazonable, pero sin embargo se ve obligado a llevar a cabo
sus rituales. También se menciona que el diagnóstico especificará la expresión sintomática de
tales reacciones, como tocar, contar, ceremoniales, lavarse las manos o pensamientos recurrentes
(acompañado a menudo por una compulsión a la acción repetitiva). Esta categoría incluye
muchos casos anteriormente clasificados como "Psicastenia".
En el DSM-II (1968), se le denomina Neurosis obsesiva compulsiva y se define como un
trastorno que se caracteriza por la intrusión persistente de indeseados pensamientos, impulsos o
acciones que el paciente no puede detener. Estos pensamientos pueden consistir en palabras
sueltas o ideas, rumiaciones o trenes
de pensamiento a menudo percibido por el paciente como absurdo. Las acciones varían de
movimientos simples a rituales complejos como repetidos lavados de manos. La ansiedad y la
angustia a menudo están presentes cuando ya sea que al paciente se le impida completar su ritual
compulsivo o si él se encuentra preocupado por no poder controlarlo él mismo.
En el DSM-III (1980), los criterios diagnósticos establecen que los rasgos esenciales del trastorno
son la presencia de obsesiones o compulsiones recurrentes, incluyendo los criterios básicos
definicionales. Se puntualizan algunos aspectos como: (1) las compulsiones se resisten, por lo
menos, inicialmente; (2) por lo general, se reconoce la falta de sentido de la conducta, aunque
esta puede no cumplirse en los niños; (3) se plantea la necesidad de que el malestar que produce

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el trastorno sea significativo; y (4) finalmente se señala que no deben estar producidas por otra
alteración mental.

El DSM-III-R (1987), utiliza criterios muy similares al anterior, sin embargo, como aspectos
diferenciales que se introducen en esta edición se destaca lo siguiente: (1) acentúa en mayor
medida la importancia de la gravedad; (2) que las obsesiones se experimenten, al menos
inicialmente, como sin sentido; (3) las compulsiones se efectúan como respuesta a una obsesión;
y (4) a lo largo de la enfermedad y tras fracasos repetidos de resistir las compulsiones, la persona
puede abandonarse totalmente a ellas y no experimentar más el deseo de resistirse.

Y por su parte, en el DSM-IV (1994) se sigue subrayando la importancia de la gravedad y se


indica que las obsesiones no deben ser preocupaciones excesivas acerca de problemas reales.
Ahora bien, a diferencia de lo que ocurría en la versión anterior: (1) no se indica nada respecto a
que en casos de larga evolución la persona puede haberse abandonado totalmente y ya no
experimentar más el deseo de resistirse; (2) por primera vez se definen las compulsiones como
conductas repetitivas o acciones mentales; (3) se puntualiza también que, si está presente algún
otro trastorno del Eje I, el contenido de la obsesión o de la compulsión n debe circunscribirse al
mismo y que el trastorno no debe estar causado directamente por alguna sustancia o por una
condición médica general; (4) se considera necesario especificar si el trastorno es del Tipo Pobre
Insight, esto es, si durante la mayor parte del tiempo, la persona no reconoce que las obsesiones y
compulsiones resultan excesivas o irrazonables.

II. Definición

1.- Según el DSM-V:

Se caracteriza por la presencia de obsesiones y/o compulsiones. Las obsesiones son


pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que se experimentan como
intrusivos y no deseados, mientras que las compulsiones son conductas repetitivas o actos
mentales que un individuo se siente impulsado a realizar en respuesta a una obsesión o de
acuerdo con reglas que deben aplicarse rígidamente.

2.- Según el CIE-10:


Es la presencia de pensamientos obsesivos o actos compulsivos recurrentes. Los pensamientos
obsesivos son ideas, imágenes o impulsos que irrumpen una y otra vez en la mente del paciente

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de forma estereotipada. Casi siempre son molestos y el paciente a menudo intenta, sin éxito,
resistirse a ellos. No obstante, el individuo los reconoce como pensamientos propios, incluso
aunque sean involuntarios y con frecuencia repugnantes. Los actos compulsivos o rituales son
comportamientos estereotipados que se repiten una y otra vez. No son por sí mismos placenteros,
ni tampoco llevan a completar tareas útiles de por sí. Su función es prevenir algún hecho
objetivamente improbable, que suele referirse a recibir algún daño de alguien o que el paciente se
lo pueda producir a otros. Normalmente, el paciente reconoce este comportamiento como carente
de sentido o de eficacia y realiza intentos repetidos para resistirse a ellos, si opone resistencia a
los actos compulsivos, la ansiedad empeora.

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III. Factores Biopsicosociales

Factores biológicos Factores psicológicos Factores sociales


 Factores genéticos  Estado de ánimo  Estilos educativos
 Heredabilidad de una deprimido (Bados, 2005). familiares con excesivo
predisposición general a  Creencias rígidas sobre el énfasis en la
las enfermedades daño, la responsabilidad, responsabilidad y el
neuróticas (Tallis, la naturaleza e perfeccionismo (Bados,
1999). implicaciones de los 2005).
 En el ámbito pensamientos intrusos.  Haber tenido modelos en
neuroquímico, se (Bados, 2005). la infancia con
produce una alteración  Sentido exagerado de la características obsesivo-
en los niveles de responsabilidad y compulsivas o similares
serotonina, exagerada importancia de (Bados, 2005).
especialmente en la controlar los propios  Formación religiosa que
corteza orbitofrontal, el pensamientos (Bados, considera que hay que
córtex cingulado 2005). controlar lo que uno
anterior, los ganglios  Procesos cognitivos piensa y que es tan
basales y el tálamo. deteriorados (Bados, pecaminoso pensar en
(Perpiñá, García, 2005). algo malo como hacerlo
Canalda-Sahli & Boget-  Estrés emocional (Tallis, (Bados, 2005).
Llucia, 2002). 1999).  Formación moral rígida
 Anomalías volumétricas  Rasgos de personalidad con una diferenciación
en la corteza prefrontal (Perfeccionismo, inflexible entre lo que
ventral y en las regiones introversión, timidez, está bien y está mal
estriatales, en el sentido temperamento ansioso). (Bados, 2005).
de un aumento del
tamaño del cingulado
anterior y una
disminución del

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estriado. (Perpiñá,
2002).
 Acompañamiento por
otras psicopatologías
como depresión y
ansiedad
 Alteraciones en
sustancias como la
serotonina

IV. Nosología Diagnóstica


 DSM-V

A. Presencia de obsesiones, compulsiones o ambas: Las obsesiones se definen por (1) y (2):

1. Pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que se experimentan, en


algún momento durante el trastorno, como intrusas o no deseadas, y que en la mayoría de
los sujetos causan ansiedad o malestar importante.
2. El sujeto intenta ignorar o suprimir estos pensamientos, impulsos o imágenes, o
neutralizarlos con algún otro pensamiento o acto (es decir, realizando una compulsión).

Las compulsiones se definen por (1) y (2):

1. Comportamientos (p. ej., lavarse las manos, ordenar, comprobar las cosas) o actos
mentales (p. ej., rezar, contar, repetir palabras en silencio) repetitivos que el sujeto realiza
como respuesta a una obsesión o de acuerdo con reglas que ha de aplicar de manera
rígida.
2. El objetivo de los comportamientos o actos mentales es prevenir o disminuir la ansiedad o
el malestar, o evitar algún suceso o situación temida; sin embargo, estos comportamientos
o actos mentales no están conectados de una manera realista con los destinados a
neutralizar o prevenir, o bien resultan claramente excesivos.

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Nota: Los niños de corta edad pueden no ser capaces de articular los objetivos de estos
comportamientos o actos mentales.

B. Las obsesiones o compulsiones requieren mucho tiempo (p. ej., ocupan más de una hora
diaria) o causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas
importantes del funcionamiento.

C. Los síntomas obsesivo-compulsivos no se pueden atribuir a los efectos fisiológicos de una


sustancia (p. ej., una droga, un medicamento) o a otra afección médica.

D. La alteración no se explica mejor por los síntomas de otro trastorno mental (p. ej.,
preocupaciones excesivas, como en el trastorno de ansiedad generalizada; preocupación por el
aspecto, como en el trastorno dismórfico corporal; dificultad de deshacerse o renunciar a las
posesiones, como en el trastorno de acumulación; arrancarse el pelo, como en la tricotilomanía
[trastorno de arrancarse el pelo]; rascarse la piel, como en el trastorno de excoriación [rascarse la
piel]; estereotipias, como en el trastorno de movimientos estereotipados; comportamiento
alimentario ritualizado, como en los trastornos de la conducta alimentaria; problemas con
sustancias o con el juego, como en los trastornos relacionados con sustancias y trastornos
adictivos; preocupación por padecer una enfermedad, como en el trastorno de ansiedad por
enfermedad; impulsos o fantasías sexuales, como en los trastornos parafílicos; impulsos, como en
los trastornos disruptivos, del control de los impulsos y de la conducta; rumiaciones de culpa,
como en el trastorno de depresión mayor; inserción de pensamientos o delirios, como en la
esquizofrenia y otros trastornos psicóticos; o patrones de comportamiento repetitivo, como en los
trastornos del espectro autista).

Especificar si:

Con introspección buena o aceptable: El sujeto reconoce que las creencias del trastorno
obsesivo-compulsivo son claramente o probablemente no ciertas, o que pueden ser ciertas o no.

Con poca introspección: El sujeto piensa que las creencias del trastorno obsesivo-compulsivo son
probablemente ciertas.

Con ausencia de introspección/con creencias delirantes: El sujeto está completamente


convencido de que las creencias del trastorno obsesivo-compulsivo son ciertas.

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Especificar si:

El sujeto tiene una historia reciente o antigua de un trastorno de tics.

 CIE-10 (1992)

F.42 Presencia de pensamientos obsesivos o actos compulsivos recurrentes.

Obsesiones: Ideas, impulsos o imágenes mentales que irrumpen una y otra vez en la actividad
mental del individuo, de una forma estereotipada. Suelen ser siempre desagradables (porque su
contenido es violento u obsceno, o simplemente porque son percibidos como carentes de sentido)
y el que los padece suele intentar por lo general sin éxito, resistirse a ellos. Son percibidos como
pensamientos propios, a pesar de que son involuntarios y a menudo repulsivos.

Actos o rituales compulsivos: Conductas estereotipadas que se repiten una y otra vez. No son por
sí mismos placenteros, ni dan lugar a actividades útiles por sí mismas. Para el individuo tienen la
función de prevenir que tenga lugar algún hecho objetivamente improbable. Suele tratarse de
rituales para conjurar el que uno mismo reciba daño de alguien, o se lo pueda producir a otros. A
menudo, aunque no siempre, esta conducta es reconocida por el sujeto como carente de sentido o
eficacia, y hace reiterados intentos para resistirse a ella.

Pautas para el diagnostico

Los síntomas obsesivos deben tener las características siguientes:

(1) Ser reconocidos como pensamientos o impulsos propios


(2) Presentarse una resistencia ineficaz a por lo menos uno de los pensamientos o actos,
aunque estén presentes otros a los que el sujeto ya no se resista
(3) La idea o la realización del acto no deben ser en si mismas placenteras (el simple alivio de
la tensión o la ansiedad no debe considerarse como placentero en este sentido)
(4) Los pensamientos, imágenes o impulsos deben ser reiterados y molestos.

F42.0 Con predominio de pensamientos o rumiaciones obsesivos

Pueden tomar la forma de ideas, imágenes mentales o impulsos a actuar. Su contenido es muy
variable, pero se acompañan casi siempre de malestar subjetivo.

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F42.1 Con predominio de actos compulsivos (rituales obsesivos)

La mayoría de actos compulsivos se relaciona con la limpieza, con comprobaciones repetidas


para asegurarse de que se ha evitado una situación potencialmente peligrosa, o con la pulcritud y
el orden. Los rituales compulsivos pueden ocupar muchas horas de cada día y suelen
acompañarse a veces de una marcada incapacidad de decisión y de un enlentecimiento.

F42.2 Con mezcla de pensamientos y actos obsesivos

Esta subcategoría debe ser usada cuando ambos (obsesiones y actos compulsivos) son igualmente
intensos, como es frecuente, aunque es útil especificar sólo uno cuando destaca con claridad, ya
que pensamientos y actos pueden responder a tratamientos diferentes.

F42.8 Otros trastornos obsesivo-compulsivos

F42.9 Trastorno obsesivo-compulsivo sin especificación.

V. Tratamiento

El abordaje terapéutico del TOC ha sido tradicionalmente problemático. (Vallejo, 2001) no hace
mucho tiempo, el trastorno obsesivo-compulsivo se consideraba resistente a las terapias
convencionales, sin embargo, durante la década de 1980 se renovó el optimismo después de que
se introdujeran modalidades nuevas y más eficaces de terapia conductual y de farmacoterapia,
sometidas a ensayos rigurosos (Stein & Hollander, 2010). A continuación, se mencionaran
algunos de estos métodos de tratamiento:

 Farmacoterapia: La base del tratamiento farmacológico es la administración de un inhibidor


de recaptación de serotonina (IRS)como lo son la clomipramina, sin embargo, el uso de este
presenta frecuentemente efectos secundarios como sequedad de la boca, estreñimiento,
aument de peso, nausea, temblores, anorgasmia, crisis convulsivas, etc. La sobredosis de este
medicamento puede causar la muerte. Sin embargo, la clomipramina ha demostrado su
eficacia en la reducción de la sintomatología obsesivo-compulsiva en diversos trabajos
(Vallejo, 2001).
Pese a ello se han realizado pruebas con una generación más reciente de antidepresivos, los
inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS): fluvoxamina, paroxetina,

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sertralina, fluoxetina y citalopram. En general estos medicamentos se toleran bien, sus efectos
secundarios más comunes consisten en nauseas, somnolencias, insomnio, temblor y
disfunción sexual. Los problemas graves de toxicidad son mínimos y el riesgo, en caso de
sobredosificación, pequeño (Stein & Hollander, 2010).
 Modalidades biológicas no farmacológicas: Entre estos tratamientos cabe citar la terapia
electroconvulsiva, la neurocirugía, la privación del sueño, la fototerapia y la estimulación
magnética transcraneal repetida (EMTr) (Stein & Hollander, 2010).
 Tratamiento psicoanalítico. El abordaje psicoanalítico es una de las opciones que existen para
tratar el TOC. Para esta clase de terapia, el énfasis está puesto en indagar el origen de las ideas
obsesivas y las repeticiones compulsivas por medio de las asociaciones propias del paciente,
para luego interpretar los mecanismos psíquicos inconscientes que están involucrados en la
formación de los síntomas, las ideas obsesivas y las repeticiones compulsivas.
Según lo afirma la Asociación Estadounidense de Psiquiatría el tratamiento psicoanalítico no
demuestra eficacia en el tratamiento del trastorno obsesivo compulsivo, alegando además la
existencia de una falta de evidencia por parte de la terapia psicodinámica o el psicoanálisis, lo
que la lleva a no considerarla efectiva para tratar el TOC.
Sin embargo, existen casos de tratamiento exitoso de la neurosis obsesiva con terapia
psicoanalítica.
 Terapia Conductual: El tratamiento conductual implica casi invariablemente dos
componentes. Se anima al individuo a participar en las situaciones temidas a ejecutar las
actividades que evocan la ansiedad, mientras que trata de alejarse de las actividades
compulsivas que emplea habitualmente como medio para reducir la ansiedad. En ausencia de
los rituales de reducción de ansiedad, se fuerza al individuo a experimentar y tolerar la
incomodidad, que característicamente sigue un curso de intensidad creciente y decreciente. La
repetición de este procedimiento genera la habituación a la respuesta de ansiedad.
Constituye un tratamiento eficaz del trastorno obsesivo-compulsivo. La exposición in vivo y
la prevención del ritual representan elementos esenciales de la terapia de conducta y las
mejoras obtenidas con el tratamiento breve suelen mantenerse durante años.
Una de las técnicas más usadas en terapia conductual es la exposición y prevención de la
respuesta (EPR). Esta modalidad de tratamiento es efectiva en un 60% a 70% de los pacientes
con TOC. Pero, la EPR con terapia cognitiva aplicada intensamente, de 3 a 6 veces por

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semana, rinde el mejor resultado. El tratamiento usualmente consiste en sesiones de 90
minutos, durante las cuales los pacientes son expuestos a sus miedos y después se evita que
desarrollen sus compulsiones. (Yaryura-Tobias, J.; Neziroglu, F.; Pérez Rivera, R. & Borda
T. 2002).
El modelado participativo, en el cual el paciente imita al terapeuta, se sigue recomendando
como uno de los elementos claves de la terapia conductual, particularmente con pacientes que
presentan que presentan temores de contagio.
Existen algunos factores que requieren consideración en la aplicación de las estrategias de
tratamiento conductual, sin embargo, el procedimiento seleccionado dependerá en gran
medida de la voluntad del paciente o de su capacidad para tolerar la ansiedad extrema, ya que
algunas técnicas que pueden ser útiles son la desensibilización sistemática y la inundación.
- Terapia conductual para las obsesiones: Se ha desarrollado una amplia gama de técnicas
basadas en los principios conductuales para el tratamiento de los fenómenos obsesivos
encubiertos. El más establecido de éstos es el ‘bloqueo del pensamiento’, un
procedimiento mediante el cual la cognición indeseada es concluida mediante una orden
dada por el terapeuta, por ejemplo “¡Alto!”, que puede ir acompañado de otro estímulo
auditivo como una palmada sonora. El procedimiento puede ser repetido, y eventualmente
se puede sugerir a los pacientes que sean ellos quienes se den a sí mismos la orden. Tras
múltiples repeticiones, la orden puede darse de modo subvocal y puede verse reforzada
por el uso de una goma colocada en la muñeca que se tensa y se suelta contra la muñeca.
La terapia conductual, sola o combinada con IRS potentes, ofrece una oportunidad de
mejoría considerable de las obsesiones, compulsiones, rituales y malestar complejos del
trastorno obsesivo-compulsivo (Stein & Hollander, 2010).
 Terapia cognitiva: El tratamiento conlleva normalmente la identificación de pensamientos
inexactos (o un estilo de pensamiento en particular), y la demostración de los vínculos entre
el pensamiento, el afecto, y/o la conducta. Se anima a los pacientes a retar sus pensamientos
inapropiados y a sustituirlos por ejemplos más precisos. Las técnicas cognitivas se emplean
para fomentar la motivación y para facilitar la implicación en los ejercicios de exposición y
prevención de respuesta.
Una técnica utilizada consiste en la modificación de la valoración anormal de riesgo. Ésta
implica la comparación de las estimaciones probables de las catástrofes temidas con las

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estimaciones basadas en el análisis de las secuencias de sucesos que conducen a las
catástrofes temidas. La sobreestimación de las consecuencias del riesgo puede modificarse
mediante los ejercicios habituales de exposición y prevención de respuesta, presentadas en
forma de experimentos conductuales. La eficacia de la técnica se maximiza aportando a los
pacientes un marco correctivo dentro del cual examinar la validez de sus evaluaciones de
riesgo, lo cual puede estar acompañado de una reducción concomitante de la ansiedad.

 Otros métodos: Los libros de autoayuda resultan útiles para algunos pacientes, ya sea como
un acompañamiento durante el proceso de psicoterapia o tomando un papel más importante,
ya que algunos libros incluyen un plan estructurado para realizar la terapia de conducta.
Otro método es el uso del BT STEPS, un programa informático amplio de terapia de conducta
y autoayuda para los pacientes, ya que se basa en la tecnología de los contestadores
interactivos con el fin de que el paciente por medio de llamadas pueda evaluar su trastorno y
diseñar su propio programa de autoayuda basado en la exposición y prevención del ritual; ya
que el programa ofrece apoyo y control se han obtenido resultados iniciales alentadores (Stein
& Hollander, 2010).

VI. Caso Clínico

David Beckham

David Robert Joseph Beckham es un exfutbolista inglés nacido el 2 de mayo de 1975 en Londres,
Hijo de David Edward Alan "Ted" Beckham, un empleado de una fábrica de material de cocina,
y su esposa Sandra Georgina West, una peluquera de origen judío. Su carrera profesional cubrió
algo más de veinte años (1992-2013). Asimismo, es una celebridad más allá del ámbito
deportivo, con una lucrativa actividad publicitaria que sigue hoy en día.

Beckham desarrolló los primeros once años de su carrera deportiva en el Manchester United,
donde hizo su debut con el primer equipo en 1992, con 17 años. Con el United, Beckham ganó
la Premier League en seis ocasiones, la FA Cup en dos ocasiones, y la UEFA Champions
League en 1999. Luego pasó a ser parte del Real Madrid, donde ganó la Liga en su última
temporada con el club, formando parte de la Era Galáctica del Real Madrid. En julio de 2007
Beckham firmó un contrato de cinco años con el club de la Major League Soccer, Los Angeles

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Galaxy. Mientras fue un jugador del Galaxy, pasó dos años cedido en Italia con el Milan,
en 2009 y 2010. Se retiró del fútbol en el París Saint-Germain de la Ligue 1 de Francia en el
año 2013.

Destacó por su capacidad goleadora en Inglaterra y sus tiros libres, los cuales poseen un efecto
conocido como endiablado. Además, fue considerado por muchos como el mejor lanzador de
tiros libres del mundo debido a su gran precisión de tiro y potencia.

En el fútbol internacional, Beckham hizo su debut con la Selección de fútbol de Inglaterra el 1 de


septiembre de 1996, a la edad de 21 años. Fue capitán durante seis años y jugó un total de 58
veces. Hizo 115 apariciones en su carrera, apareció en tres de Copa Mundial de la FIFA (1998,
2002 y 2006) y dos del Campeonato de Europa de la UEFA torneos (2000 y 2004).

Beckham ha sido dos veces subcampeón de Jugador Mundial de la FIFA, y en 2004 fue
nombrado como uno de los 125 mejores futbolistas vivos como parte del FIFA 100. En 2004, era
el futbolista mejor pagado del mundo, si se tiene en cuenta el salario y ofertas publicitarias. Al
unirse a la MLS en 2007 se le dio el salario más alto para un jugador en la historia de la liga de
EE. UU., de 6,5 millones de dólares por año.

Está casado desde 1999 con Victoria Beckham, una de las integrantes del grupo musical Spice
Girls; a raíz de este matrimonio su imagen pública trascendió el ámbito deportivo, convirtiéndose
en una estrella publicitaria y un referente en el mundo de la moda. La pareja tiene cuatro hijos y
en 2009, su riqueza conjunta se cifraba en 125 millones de libras.

El Exfutbolista reveló en el 2017 que padece el trastorno obsesivo compulsivo y que, aunque no
es grave, puede llegar a ser irritante, ya que este desorden compulsivo-obsesivo lo obliga a poner
los objetos en línea recta o agruparlos por pares.

Otra conducta es una obsesión con ordenar las cosas en números pares, por ejemplo, si hay un
número impar de botellas de refresco en la nevera, él suele sacar alguna para conservar el número
par. Así como el hecho de que tiene tres neveras en su casa; una para los alimentos en general,
otra para verduras y ensaladas y una tercera para bebidas.

También comentaba que cuando va a un hotel, lo primero que hace es desaparecer todos los papeles
y libros que haya de por medio metiéndolos en un cajón, ya que todo tiene que estar perfecto y
ordenado, de lo contrario no puede descansar en su habitación.

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También a veces usa trajes blancos para que hagan juego con sus muebles, ya que le gusta mucho
ese color por ser sinónimo de limpieza. Otra conducta que tiene es que compra cada dos semanas
cuarenta pares de calcetines iguales y que insiste en ordenar sus camisas por colores.

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