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Segundo diálogo entre Boaz y los segadores: 2,15-16

Entretanto Boaz ha dado nuevas órdenes a sus criados. La primera es


terminante: Rut podrá espigar aun entre las gavillas. Algo totalmente
insólito, pero, como es el amo, nadie se opondrá a ello. Normalmente si alguna
espigadora traspasaba los límites permitidos: el campo segado o rastrojo y
limpio de haces, los segadores o el capataz las expulsaba del lugar,
no muy amistosamente. A Rut, sin embargo, no la molestéis, dice Boaz (cf. v.
9). En v. 16 Boaz, además, insinúa a los segadores algo más extraordinario
aún: que dejen caer al suelo deliberadamente algunas espigas, para que
ella las recoja. Lo que equivale a hacerle un regalo. Es lógico que Boaz a
continuación ordene a los segadores: No la reprendáis,4.
Rut debería saber que tenía permiso para espigar entre las gavillas; de
lo contrario ella no se hubiera atrevido a traspasar los límites permitidos a
las espigadoras.

Todo esto es mucho más de lo que Rut se podía imaginar cuando salió
de su casa en busca de un campo donde poder espigar. Está viendo con sus
propios ojos cómo se cum ple la petición de Boaz al Señor: «Que tu
recompensa sea abundante de parte del Señor de Israel» (2,12).

Diálogo entre Noemí y Rut ya en casa: 2,17-23

Esta última perícopa, en su conjunto, sirve de conclusión natural al día


de trabajo de Rut. Por la mañana Rut sale de casa para espigar (2,3); por
la tarde vuelve a casa con lo espigado (2,17-18). Antes de salir de casa las
dos mujeres mantienen un corto diálogo (2,2); a la vuelta del campo
Noemí y Rut dialogan de nuevo en casa sobre lo ocurrido en el campo (2,19-
22).

2,17-23. El segundo cuadro o episodio (2,1-23) llega a su fin. Es el momento de


recogerse en casa y de hacer una especie de evaluación de la jornada. Esta ha
sido muy rentable en el trabajo y rica en acontecimientos. Al
final se mantiene el suspense. El futuro parece prometedor, como lo son
los graneros llenos de trigo y de cebada de la reciente cosecha’5

A la caída de la tarde Rut amontonó todo lo que había espigado (las


espigas sin los tallos) y lo vareó. Esta operación es normal entre las
espigadoras; equivale a la de la trilla en la era y es necesaria para poder
separar
el grano de la paja. La separación definitiva del grano se consigue aventando la
mies vareada, es decir, dejando caer suavemente las almorzadas de
mies machacada, para que el viento se lleve la paja liviana y el grano caiga
limpio sobre el suelo o sobre una lona o manta. El texto no dice nada de
aventar, sólo habla de varear; pero se debe suponer, puesto que
inmediatamente da la medida del grano: alrededor de un efá de cebada. ¿A
qué equivale un efá? Los expertos dan equivalencias muy diferentes: entre los
40 y
los 20 litros ’b. Aun quedándonos con la medida inferior, los 22 litros, la
cantidad de cebada recogida por Rut en un solo día es extraordinariam ente
grande. Una buena espigadora en una jornada normal no supera
los diez litros. Pero es que la jornada de Rut no ha sido normal, ya que ha
podido espigar entre los haces, y hasta se ha encontrado con manojitos
sueltos que ella ha atribuido a la buena suerte. El lector sabe muy bien cuál
ha sido el origen: la bienquerencia de Boaz hacia Rut.

El efá es una medida para sólidos, probablemente de origen egipcio;


normalmente tiene la misma capacidad que el bat para líquidos (cf. Ez
45,11).

Una vez que Rut recogió la cebada, limpia de paja, en su talega o saco,
se lo cargó y se volvió al pueblo. La carga -alrededor de un efá- la llevaría Rut
sobre la cabeza, sobre las caderas, o alternándose. ¡Que distinto el cuadro
de la m mañana al de la tarde! Por la mañana temprano la joven Rut sale del
pueblo con rumbo desconocido en busca de un campo donde poder espigar un
poco de cebada, para satisfacer las necesidades más elementales
de su suegra y de ella misma. Al caer de la tarde vuelve Rut con una carga
pesada, pero con pie firme, seguro; el rostro cansado, pero radiante, porque su
corazón está alegre, rebosa agradecimiento hacia el Señor, su Dios,
que la ha protegido de todos los peligros, y hacia Boaz, ese hombre de
buen corazón, a cuyo campo ha tenido la inmensa suerte de acercarse
para espigar.

Al llegar a casa su suegra vio lo que había espigado. Noemí se quedaría


asombrada por la cantidad tan grande; no era para menos. El narrador nos
adelanta lo que, seguramente, vino después: Rut dio a Noemí lo que le había
sobrado de la comida. Noemí estaba preocupada por ella y por su nuera; pero
es la nuera la que empieza a solucionar los problemas. Por lo pronto ahí
tiene Noemí comida para hoy: lo que Rut en el campo había apartado de
lo que sobró (cf. v. 14), y también para mañana y pasado mañana: «alrededor
de un efá de cebada». No es mal augurio este comienzo. El Señor ha
guiado hasta ahora los pasos de las dos mujeres solitarias; seguro que los
guiará en el futuro que se anuncia esperanzador.

19. Noemí se había quedado en casa, como correspondía a una persona


mayor. Con toda seguridad había estado muy preocupada durante todo
el día por la suerte que podría correr su nuera. Al fin tenía ante sí a su
brava nuera con una cantidad de cebada, increíblemente grande. Noemí
estaba maravillada de lo que veía y deseosísima de saber de los labios de
Rut cuanto le había sucedido. Por esto su pregunta surge con toda
espontaneidad: ¿Dónde has espigado hoy y con quién has trabajado ?
¿En qué campo has estado? ¿A quién pertenecía? Por la cantidad tan
extraordinaria de cebada que había traído, deducía acertadamente lo bien que
se había portado con Rut el dueño del campo. Noemí manifiesta su
agradecimiento, pidiendo para él, quienquiera que sea, la bendición del Señor:
¡Bendito el que se ha interesado por ti! El diálogo entre las dos mujeres se
desarrolla con fluidez: Rut contó a su suegra con quién había trabajado. En las
palabras de Rut hay un tono alegre e ingenuo; ella se acordaba muy bien del
nombre del dueño del campo en el que había trabajado: su nombre es Boaz.
¿Cómo supo Rut que se llamaba Boaz? ¿Quién se lo había dicho? ¿Una de las
criadas, algún segador, el capataz, Boaz mismo? Por la forma en que habla
Rut y por la respuesta de Noemí en v. 20 se desprende que Rut no sabía nada
del parentesco de Boaz, lo que se corresponde con su manera de actuar en
el campo.

20. En v. 19 Noemí pide la bendición del Señor para un hombre indeterminado;


en v. 20 ya sabe que este hombre es Boaz y repite su petición:

Que el Señor le bendiga. Sin embargo, la atención de Noemí se centra en el


Señor, «que no retira su bondad». El autor sabe, como todo israelita, que
él es «Dios compasivo y clemente, paciente, misericordioso y fiel, que conserva
la misericordia hasta la milésima generación» (Ex 34,6-7; cf. Sal
86,15; 145,8-9; Joel 2,13). El Señor se apiada de los vivos y de los muertos: Al
hablar así, Noemí se está refiriendo a su círculo familiar; los vivos son ella
misma y Rut, únicos supervivientes de la familia, que, aunque han saboreado
las amarguras de la vida, ahora experimentan la dulzura de la bondad
del Señor que las protege. Los muertos son el m arido y los hijos de Noemí.
Ellos participan también de la misericordia del Señor, porque sus nombres
van unidos a los de Noemí y Rut. Parece que el autor está pensando ya en
el futuro matrimonio entre Rut y Boaz; sólo así tienen sentido pleno y
satisfactorio las palabras de Noemí y se entiende m ejor que Dios se apiade de
los muertos. Y añadió Noemí: Ese hombre es pariente nuestro: Por primera vez
habla Noemí de su pariente Boaz; el lector tiene noticias de él desde antes de
que Rut saliera a espigar”. Como sabemos por 2,1 el parentesco de Boaz viene
por parte del m arido de Noemí, Elimélec; por esto Noemí recuerda que
Boaz es uno de nuestros parientes-protectores, «es uno de nuestros goeles».
La traducción da el sentido de lo que entendemos por un goel. Las
circunstancias determinarán cómo tiene que responder en concreto Boaz por
Noemí y Rut: si con la recuperación del patrim onio familiar o con algo más. En
Rut 3-4 serán despejadas todas la dudas’8. 21. Rut comunica además a Noemí
el consejo que Boaz le dio: Unete a mis criados hasta que acaben toda mi
siega. Si comparamos este verso con 2,8 advertimos dos variantes notables.
En 2,8 Boaz habla de las criadas: «Unete a mis criadas»; en 2,21 de los
criados. Creemos que el masculino criados es genérico y abarca
indiscriminadamente a criados y criadas” . 2,21 completa, además, lo dicho en
2,8 con el com plemento hasta que acaben toda mi siega. Más que adición se
puede hablar de explicación, ya que Boaz había pedido a Rut que no se fuera a
espigar a ningún otro campo y que no se alejara del grupo fuera donde fuera
(cf. 2,8-9). 22. Noemí aprueba otra vez el plan de trabajo de Rut (cf. 2,2), y
aconseja prudentemente a su nuera, como si fuera su propia hija: Es mejor, hija
mía, que vayas con sus criadas. Noemí sabe que en el campo de siega hay
criados y criadas. Si Rut se une a las criadas de Boaz, como el mismo Boaz le
había pedido (cf. 2,8), está garantizada la seguridad de la joven Rut en todos
los sentidos. Si Rut tuviera que ir de campo en campo, tendría que sufrir quién
sabe cuántas molestias y superar muchos peligros. 23. Termina el episodio
segundo con un breve resumen del resto de la actividad de Rut en estilo
narrativo. Rut se unió al grupo de las criadas de Boaz, siguiendo los consejos
de Boaz (2,8) y de Noemí (2,22).

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