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La lectura de todos los buenos libros es como una conversación con las

mentes más brillantes de los últimos siglos.


René Descartes. Rules for the Direction of the Mind

Tan ciega es la curiosidad por la cual son poseı́dos los mortales, que
frecuentemente conducen sus mentes a lo largo de rutas inexploradas,
sin razón alguna para esperar éxito, sino simplemente estar dispuestos
a arriesgar el experimento de encontrar si la verdad que buscan está
ahı́.
René Descartes. Rules for the Direction of the Mind: IV
Lectura

Descartes y el métodos de coordenadas


6
6.1. El álgebra y el método analı́tico
En las dos primeras lecturas advertimos que en la matemática griega, la aritmética y
la geometrı́a existı́an como disciplinas separadas, cada una con sus propios objetos,
métodos y procedimientos operativos. En las lecturas cuarta y quinta, vimos que el
álgebra emerge en el ambiente árabe y luego se desarrolla con la teorı́a de ecuacio-
nes de la escuela italiana del siglo XVI. A medida que el álgebra va evolucionando,
se logra ampliar el campo de las operaciones aritméticas básicas a otros objetos
diferentes de los números. Recordemos que si bien Euclides define las operaciones
de suma y producto para los números, no hace lo propio para las magnitudes. La
única operación clara en la geometrı́a euclidiana es la suma de segmentos; no exis-
te una definición para el producto en el sentido de operación que satisfaga la ley
clausurativa.
Si aceptamos que el álgebra constituye una disciplina en la cual se generaliza las
operaciones de la aritmética, y que, en términos globales, estudia las propiedades
de las operaciones binarias definidas en un conjunto cualquiera de objetos, como lo
anotamos en la cuarta lectura, entonces en los Elementos de Euclides no hay álgebra.
Obviamente, eso no nos impide aplicar un análisis algebraico a las operaciones sobre
magnitudes y sobre los números, establecidas por Euclides.
Si bien René Descartes (1596-1650) no inventó el álgebra, la dotó de unos ci-
mientos más sólidos y la utilizó, en toda su extensión, para fundamentar aquello

186
6.1 El álgebra y el método analı́tico

que desde finales del siglo XIX reconocemos como geometrı́a analı́tica. Descartes
aplicó a la geometrı́a los métodos y resultados del álgebra; convirtió los problemas
geométricos en problemas algebraicos.
Los términos análisis y sı́ntesis habı́an sido acuñados por Aristóteles en sus
Analı́ticos primeros y Analı́ticos Posteriores. En el comienzo del libro VII de Cole-
cción Matemática, Pappus advierte que estos métodos han sido utilizados por Eu-
clides, Arquı́medes, Apolonio y Aristeo el Viejo. En seguida incorpora la siguiente
definición:

El análisis es el camino que parte de la cuestión que se busca, supo-


niéndola conocida, para llegar, por medio de las consecuencias que se
deduzcan, a la sı́ntesis de lo que se dio por conocido. Suponiendo ob-
tenido, en efecto, lo que se busca, se considera lo que se deriva de ello
y lo que le precede hasta que, volviendo sobre los pasos dados, se llega
a una cuestión que ya se conoce o pertenece al orden de los principios;
y este camino se llama análisis porque es una inversión de la solución,
mientras que en la sı́ntesis, por el contrario, suponiendo la cuestión, final-
mente, conocida por el análisis, disponiendo sus consecuencias y causas
en su orden natural y enlazando unas y otras, se llega a construir lo que
buscamos; y este método es la sı́ntesis.1

En su trabajo In Artem Analyticem Isagoge, François Vieta (1540-1603) señala el


análisis como un procedimiento, inventado por Platón, para llegar a la verdad en ma-
temáticas: se empieza asumiendo lo que se desea probar. Con base en ello se procede
deductivamente y se obtienen enunciados conocidos; a partir de estos enunciados
se deduce lo que inicialmente fue admitido. Vieta señala que la sı́ntesis consiste en
partir de las hipótesis (lo asumido), para llegar, por deducción, al enunciado que se
quiere probar. Es evidente que los Elementos constituyen un ejemplo tı́pico de un
sistema sintético: para demostrar cada proposición geométrica, se parte de lo que
es admitido (postulados, axiomas u otras proposiciones previamente probadas), se
procede por deducción y se llega a lo inicialmente requerido. El método analı́tico
aparece claramente dilucidado en la Geometrı́a de Descartes:

Ası́, si se quiere resolver algún problema, debe de antemano considerarse


como ya hecho, y dar nombre a todas las lı́neas que parecen necesarias
para construirlo, tanto a las que son desconocidas como a las otras. 2

No hay evidencia de que Descartes se hubiese basado en los trabajos de Vieta para
desarrollar sus investigaciones. El mismo Descartes afirma que conoció la Logı́stica
Speciosa de Vieta mientras estuvo en Francia, sin haber encontrado nada útil en
ella.
1
[Pappus 1970], p. 991.
2
[Descartes 1947], p. 53.

187
Descartes y el métodos de coordenadas

En el método de Vieta los problemas geométricos se resuelven de acuerdo a


tres etapas sucesivas: “etapa zetética”, “etapa porı́stica” y “etapa exegética”. En la
primera etapa se transforma el problema dado en una ecuación, la cual se resuelva
de acuerdo a los procedimientos establecidos. Se trata de un procedimiento analı́tico.
En la segunda etapa, se verifican las conclusiones de la etapa “zetetica”. En la última
etapa se exhibe la magnitud geométrica obtenida, probando que es la solución. En
la etapa exegética se obra de manera sintética.
Entre 1621 y 1629, Pierre de Fermat (1607-1665) se impuso la tarea de reconstruir
los Lugares planos de Apolonio con base en la Colección Matemática de Pappus.
Esto lo incentivó a establecer su propia manera de enfrentar los problemas de lugares
geométricos. En su breve ensayo Ad locos planos et solidos isagoge de 1636, emplean-
do la notación de Vieta, Fermat desarrolla los principios generales de la geometrı́a
analı́tica.
Indudablemente en Vieta, como también en Fermat, ya se encuentran los ele-
mentos primigenios del método analı́tico. Sin embargo, correspondió a Descartes
esclarecerlo completamente, y tomar conciencia de que se trataba de una nueva
manera de hacer matemáticas.
Hay que tener en cuenta que el término “análisis” no sólo corresponde al apelativo
de un método para conocer y demostrar, sino que concierne a una rama de las
matemáticas que se fue desarrollando durante los siglos XVII y XVIII, alcanzando su
autonomı́a en el siglo XIX. En este sentido podemos identificar dos tipos de Análisis:
el especioso y el infinitesimal. El análisis especioso se desarrolló principalmente en la
lı́nea francesa con Vieta, Fermat y Descartes; consistı́a en cálculos sobre sı́mbolos o
especies que representaban magnitudes o números. En el fondo consiste en un cálculo
algebraico y por esta razón se designaba bajo el apelativo de análisis algebraico. En
el análisis infinitesimal se toma el “analizar” como un “diseccionar” el todo en las
partes que lo constituyen y luego recomponerlo a partir de esas mismas partes. El
adjetivo infinitesimal da cuenta de la descomposición en infinitas partes, y cada parte
corresponde a una cantidad infinitamente pequeña, a un indivisible o a un diferencial
en sentido moderno. Las matemáticas de los siglos XVII y XIX se desarrollaron
en relación con la evolución del análisis infinitesimal, como lo describiremos en la
séptima y octava lectura.

6.2. Las raı́ces mágicas del programa Cartesiano


Descartes nació el 31 de marzo de 1596 en La Haye, ciudad de la provincia de
Turena (Francia) y falleció en Estocolmo el 11 de febrero de 1650.
Desde muy temprano Descartes tuvo una vida intelectual frenética. Cursó el
bachillerato en el afamado centro jesuita de La Flèche, donde recibió formación
en lenguas clásicas (latı́n y griego), matemáticas, filosofı́a aristotélica y literatura.
Estudió, con una dedicación frenética, cuanto enseñaban las escuelas clásicas y no

188
6.2 Las raı́ces mágicas del programa Cartesiano

clásicas. Viajó a Alemania y se relacionó con la cofradı́a de los hermanos Rosa Cruz,
famosos por poseer una sabidurı́a especial que les permitı́a conocer la totalidad
del mundo. Estudió historia natural, astronomı́a y las matemáticas de Euclides,
Arquı́medes, Apolonio y Diofanto. Buscaba el saber en las ciencias convencionales
y en las ocultas. Deseaba el saber universal. A veces iba a tientas, sin rumbo fijo,
viajando sin brújula. Buscó en las tradiciones hermético-cabalı́sticas de Cornelius
Agrippa e interrogó la obra del monje español Raimundo Lulio, tal vez la figura más
prominente de la Edad Media, quien quiso crear una ciencia universal, cuyo tronco
común lo constituı́a la matemática.
Dice que tuvo la visión de una “ciencia nueva y admirable” el 10 de noviembre
de 1619, a través de tres sueños en una noche febril. Visión que fue complementada
en otro sueño, al año siguiente por la misma fecha. Precisamente, el 11 de noviem-
bre de 1620 escribı́a: “este dı́a he comenzado a comprender los fundamentos de un
descubrimiento digno de admiración”. Tenı́a entonces 23 años. En 1623 se establece
en Francia, con algunas permanencias en Italia, especı́ficamente Roma y Floren-
cia, donde posiblemente conoció a Galileo. En Parı́s, estableció amistad con selectos
hombres de ciencia como el astrónomo Jean Baptiste Morin, los matemáticos Claude
Mydorge, Marin Mersenne, Ville-bressieux y Hardy, con el óptico Ferrier y con el
cardenal Brulle, hombre de la iglesia y amante del saber.
En 1628 se traslada a Holanda, buscando el ambiente propicio para escribir sus
pensamientos y teorı́as como le recomendarı́an sus amigos.3
A estas alturas no sólo le preocupa la filosofı́a y la matemática en sı́ misma,
sino también la óptica, y la relación entre la geometrı́a y los principios básicos para
la construcción de los lentes. Se conoce como uno de sus perı́odos más productivos
intelectualmente y se supone que fue durante estos años cuando escribió sus trata-
dos: El mundo, Reglas para la dirección del espı́ritu y algunas de las Meditaciones
metafı́sicas.
Parece que en 1631 solucionó el problema de Pappus, que le fuera propuesto
por Golius, su profesor de matemáticas en la Universidad de Leyden, cuando fuera
alumno de ese establecimiento, donde también era profesor van Schooten, uno de
sus más insignes traductores y comentadores. A través de ellos conoció a Huygens,
quien gozaba de gran prestigio en los cı́rculos intelectuales. Precisamente la primera
referencia conocida sobre la publicación de sus obras se encuentra en una carta a
Huygens, escrita en octubre de 1635.
Posteriormente, en 1636, le escribe una carta a Mersenne en la cual le informa
que pretende establecer una ciencia universal que proporcione el más alto grado de
3
Al respecto, en una carta a Mersenne comentarı́a en 1938: “Para hablar entre nosotros, no hay
nada que sea más contrario a mis gustos que el ambiente de Parı́s, a causa de una infinidad de
diversiones que son inevitables; y mientras me sea permitido vivir a mi modo, permaneceré siempre
en el campo, en cualquier paı́s en que no pueda ser importunado por visitas de los vecinos, como lo
hago aquı́ ahora en un rincón del Norte de Holanda; es esta sola razón lo que me ha hecho preferir
este paı́s al mı́o; y ya estoy ahora tan acostumbrado a él que no tengo ningún deseo en dejarlo”.

189
Descartes y el métodos de coordenadas

perfección. Le dice que en este tratado expondrá los fundamentos de su Método. A


través de él piensa dar cuenta, entre otras, de la Dióptrica, los Meteoros y la Geo-
metrı́a, usando un procedimiento general para resolver todos los problemas que no
han sido resueltos aún. Finalmente, en 1637, después de haber obtenido el imprima-
tur, sale a la luz pública una emisión de 3.000 ejemplares en dos ediciones, bajo el
tı́tulo de:

Discurso del Método


Para conducir bien la razón, y buscar la verdad en las ciencias.
Además, La Dióptrica, los Meteoros y La Geometrı́a;
que son ensayos de este método

Filosóficamente, Descartes es considerado el fundador de la modernidad. Como dice


Hegel:

René Descartes es un héroe del pensamiento, que aborda de nuevo la


empresa desde el principio y reconstruye la filosofı́a desde los mismos
cimientos puestos ahora de nuevo al descubierto al cabo de mil años.4

Pese a lo anterior, no podemos desconocer al Descartes inmerso en un ambiente,


que si bien busca nuevas formas explicativas, aún mantiene vı́nculos estrechos con
el paradigma renacentista hermético y mágico-animista. Sabemos que aunque su fi-
losofı́a constituye una reacción en contra de esas concepciones amparadas bajo un
manto mágico-naturalista, muchos de sus planteamientos emergen de sus indagacio-
nes e interpretaciones en las cuales participa el Descartes cientı́fico y el Descartes
hermético. Por lo menos sus investigaciones algebraicas guardan estrecha relación
con sus estudios de las artes lógico-cabalı́sticas del médico y filósofo alemán Cornelius
Agrippa (1486-1535), quien concebı́a el mundo como un todo orgánico controlado
por un espı́ritu universal. En esta tradición se buscaba encontrar los arcanos del
universo a través de una codificación y decodificación numérica del alfabeto hebreo.
Para tal fin se hace uso de una técnica antigua mediante la cual se busca establecer
vı́nculos entre el objeto y su nombre. Entre estas técnicas se destaca la gematrı́a, que
consiste en identificar resultados aritméticos y geométricos mediante palabras, las
cuales se consiguen con base en cálculos y diagramas geométricos. El resultado más
sorprendente de esta técnica lo constituye el cálculo del radio de la circunferencia,
en el cual se sintetizan, a la vez, el concepto natural de medida y número; de esta
forma la longitud, el área y el volumen toman un carácter universal a partir de una
unidad inicial, que constituye un arquetipo. Se empieza a establecer un puente entre
aritmética y geometrı́a.
Sin embargo, el acercamiento de Descartes al mundo hermético no lo ubica del
mismo lado del hombre renacentista; su búsqueda tiene por objeto constituir un
4
[Hegel 1955].

190
6.3 El Método cartesiano

método que le permita dar cuenta del saber universal. Ası́, el 29 de abril de 1619, le
escribı́a a su amigo Isaac Beeckman respecto a cierta conversación con un erudito con
quien pudo discutir sobre el Ars Magna de Lulio y que, según Descartes “se jactaba
de poder disertar sobre cualquier tema. Pero era un hombre que habı́a sacado toda su
ciencia de los libros, ası́ que la tenı́a más en los labios que en la cabeza. Sin embargo,
le interrogué con mucho interés sobre el libro de Lulio, pero hubo de convenir que
ni en ése, ni en el de Agrippa, estaban reveladas las claves para llegar a los secretos
de aquel arte”.5 Después de unos febriles años juveniles de búsqueda incesante e
infructuosa por bibliotecas y sabios, se vuelve sobre sı́ mismo como bien lo expresa
algunos años después en el Discurso del Método:

Por ello, tan pronto mi edad me permitió salir del dominio de mis pre-
ceptores, abandoné completamente el estudio de las letras, y resuelto a
no buscar otra ciencia que la que pudiera hallar en mı́ mismo, o bien en
el gran libro del mundo, empleé el resto de mi juventud en viajar.

6.3. El Método cartesiano


Entre 1625 y 1629, Descartes empieza a combinar los saberes que anidaban dis-
persos en su cabeza: geométricos, fı́sicos, algebraicos y también los herméticos. Lo
destacable es que Descartes no se queda naufragando en la búsqueda de las claves
en el mundo mágico o enclaustrado en el universo matemático, sino que intenta la
construcción de un sistema filosófico que constituya un método, una fundamenta-
ción metafı́sica para el nuevo saber cientı́fico. En este sentido, Descartes construye
la primera filosofı́a moderna.
Su libro Reglas para la dirección del espı́ritu,6 publicado en 1629, constituye el
primer paso fundamental en la perspectiva de la búsqueda de un método el cual
deberá ser matemático y universal (mathesis universalis). Precisamente, en el regla
IV, Descartes dará su definición de método:

Ası́ pues, entiendo por método reglas ciertas y fáciles, mediante las cuales
el que las observe exactamente no tomará nunca nada falso por verda-
dero, y, no empleando inútilmente ningún esfuerzo de la mente, sino
aumentando siempre gradualmente su ciencia, llegará al conocimiento
verdadero de todo aquello de que es capaz.7
5
[Descartes 1947], p. 20.
6
Del latı́n Regulae ad directionem ingenii. El libro, como lo expresa el mismo Descartes en la
regla XII, deberı́a constar de 36 reglas divididas en tres grupos. El primer grupo, formado por doce,
corresponderı́a a cuestiones generales. El segundo grupo estarı́a dedicada a la matemática, y en el
último grupo, también de doce, tratarı́a aspectos de la fı́sica. La obra no fue terminada y sólo consta
de 21 reglas.
7
[Descartes 1989], p. 79.

191
Descartes y el métodos de coordenadas

Para Descartes, su nuevo sistema filosófico se antepone al viejo sistema metafı́si-


co y lógico heredado de Aristóteles y los escolásticos. En primer lugar, critica la
consideración aristotélica de que la actividad intelectual legı́tima queda establecida
por la operación mental que conduce de lo particular a lo general. En segundo lugar,
considera muy limitada la silogı́stica, por tratarse sólo de un medio para exponer la
verdad, cuando el problema principal del conocimiento es precisamente descubrirla.
En el Discurso del método, Descartes concluye que la eficiencia de un método no
se puede medir por la cantidad de reglas, pues se corre el riesgo de caer en un modelo
retórico intrascendente, como la silogı́stica aristotélica. En esta dirección, llega a la
conclusión que deben ser las siguientes cuatro reglas las que deben tomarse como
base.

Regla de la evidencia: “Nunca escoger nada como verdadero, si antes no se


conoce que lo es con evidencia; por lo tanto evitar con cuidado la precipitación
y la prevención; y no abarcar en mis juicios nada que esté más allá de lo que se
presentaba ante mi inteligencia de una manera tan clara y distinta que excluı́a
cualquier posibilidad de duda”.

Regla del análisis: “Dividir todo problema, sometido a estudio, en tantas par-
tes menores como sea posible y necesario para resolverlo mejor”.

Regla de sı́ntesis: “La tercera regla es la de conducir con orden mis pensamien-
tos, comenzando por los objetos más simples y fáciles de conocer, para ascender poco
a poco, como a través de escalafones, hasta el conocimiento de los más complejos;
suponiendo que hay un orden, ası́ mismo, entre aquellos cuyos objetos no proceden
naturalmente a los objetos de otros”.

Regla de enumeración y revisión: “La última regla es la de efectuar, en


todas partes, enumeraciones tan complejas y revisiones tan generales que se esté
seguro de no haber omitido nada”.

La propuesta de Descartes utiliza como base estas reglas para ejercer la crı́tica,
reduciendo lo complejo a lo simple y visualizando como se articulan los enunciados en
una cadena deductiva sin perder el todo. Las reglas constituyen una protección con-
tra las nociones aproximadas o fantasiosas. La directriz de las indagaciones proviene
del paradigma hipotético-deductivo de la matemática.
La Geometrı́a constituye una aplicación concreta del método cartesiano. Desde
el libro I, Descartes instaura los pasos esenciales que le posibilitan resolver, según
él, cualquier problema geométrico. De esta forma aquello que designamos con el
adjetivo de “método cartesiano” corresponde a una metodologı́a muy particular, un
proceso que sigue tres pasos fundamentales:

1. Suponer que el problema está resuelto.

192
6.4 Contenido y método de la Geometrı́a

2. Interpretar el problema algebraicamente; esto es, trasladarlo al lenguaje de las


ecuaciones y resolverlo con los métodos propios del álgebra.

3. Verificar que la solución satisface los requerimientos del problema.

6.4. Contenido y método de la Geometrı́a


Como lo hemos expuesto en la primera lectura, la base fundamental de los Ele-
mentos corresponde a la filosofı́a aristotélica. Euclides retoma de Aristóteles los
principios ontológicos necesarios que le permiten constituir sus objetos matemáti-
cos. En este sentido, la Metafı́sica de Aristóteles puede tomarse como un prólogo
indispensable para entender los Elementos. La Geometrı́a también responde a unos
principios filosóficos referenciales, sólo que en este caso no hay que buscarlos por
fuera del autor sino en su propio programa filosófico. Para entender a cabalidad la
propuesta inmersa en la geometrı́a analı́tica es indispensable analizar el horizonte
conceptual que moviliza el pensamiento cartesiano; de hecho el Discurso del Método
constituye el prólogo de La Dióptrica, Los Meteoros y La Geometrı́a.
Aunque retoma los problemas que no habı́an podido ser resueltos en la geometrı́a
euclidiana, la geometrı́a cartesiana no sigue sus directrices metodológicas. Cómo lo
explica el mismo Descartes en el Discurso del Método, se trata de combinar las
ventajas de la geometrı́a con la del álgebra, dejando de lado las limitaciones de
cada una de ellas. Para Descartes, la geometrı́a restringe la imaginación al apoyarse
demasiado en las figuras, mientras que el álgebra no es más que una disciplina
confusa que atiborra la mente con un exagerado número de reglas.
La Geometrı́a está conformada por tres libros. La edición prı́ncipe constaba de
120 páginas y 30 figuras diferentes.
El libro primero trata sobre los problemas que pueden resolverse sólo con cı́rculos
y lı́neas rectas. En los primeros capı́tulos generaliza las operaciones de multiplicación,
división y extracción de raı́ces para magnitudes; para ello se basa en la teorı́a de
proporciones y en la teorı́a de números; pero, a diferencia de Euclides, Descartes
introduce una unidad referencial.
A continuación explica su método de planteo de ecuaciones, el cual lo aplica
para solucionar el problema de Pappus; precisamente en este problema incorpora las
coordenadas en su estado primitivo.
En el libro segundo aborda el estudio de las lı́neas curvas. Al igual que los anti-
guos, divide los problemas en planos, sólidos y lineales, cuya distinción se da según
el proceso de construcción; en los primeros se utiliza sólo rectas y cı́rculos; en los
segundos es necesario usar alguna sección cónica, y en los últimos se necesitan al-
gunas lı́neas más complicadas, entre las cuales se cuentan las llamadas mecánicas,
las cuales, según él, no es necesario discriminarlas de las geométricas una vez que
se demuestra que para determinar las propiedades de las curvas basta conocer las
relaciones entre los puntos de la curva con los de lı́neas rectas.

193
Descartes y el métodos de coordenadas

El libro tercero lo dedica a los problemas sólidos y supersólidos, los cuales le llevan
a plantearse la solución de ecuaciones. De esta forma aborda la solución de dos de
los problemas clásicos de la antigüedad griega como los son la trisección del ángulo
y la duplicación del cubo, teorizando fundamentalmente respecto a la solución de
ecuaciones de tercer grado. Al final, Descartes plantea el teorema fundamental del
álgebra el cual considera verdadero sin demostración alguna.
Muchos de los procedimientos y sı́mbolos actuales fueron incorporados por Des-
cartes. Ası́, para la suma y la resta utiliza + y −. Descartes considera las primeras
letras del alfabeto para constantes y las últimas para las variables, teniendo en cuenta
que representan, en general, segmentos. Además incorpora la notación exponencial
an para designar la multiplicación del segmento a, n veces.

6.5. Descartes y la aritmética de segmentos


Descartes inicia el libro primero de La Geometrı́a planteando que dos magnitudes
lineales, al igual que dos números, se pueden no sólo sumar y restar sino multiplicar,
dividir y extraer raı́z cuadrada. Recordemos que los conceptos de número y magnitud
eran dicotómicos en la matemática griega. Si bien los números se pueden ubicar
dentro de un “cuerpo numérico”, es decir, existen operaciones binarias de suma y
producto que satisfacen determinadas propiedades como la conmutativa, asociativa,
etc., no sucede ası́ con las magnitudes geométricas, especı́ficamente con las lineales,
para las cuales no tiene sentido el producto. En este contexto si a y b son segmentos,
el producto a.b representaba, para Vieta y sus predecesores, el área de rectángulo
de lados a y b.
Para nosotros, el producto a.b no reviste mayor dificultad pues al identificar las
magnitudes con los números no tenemos ningún problema en adaptarle, a cada área,
un número determinado que es su medida. Los primeros pasos en esta dirección se
los debemos a Descartes al definir el producto de segmentos como una operación
cerrada.
Analicemos como Descartes, en el libro I de La Geometrı́a, establece las opera-
ciones entre segmentos, soslayando, de paso, la distancia teórica entre los números
y las magnitudes, establecida en los Elementos de Euclides.
En primer lugar, Descartes se ve en la necesidad de introducir una magnitud que
llamará la unidad y según sus palabras le sirve para “relacionarla lo más posible con
los números y que ordinariamente puede ser tomada a discreción...”.
Para multiplicar dos segmentos BD y BC primero se establece un segmento uni-
dad AB y se busca un segmento EB, que es la cuarta proporcional de los segmentos
AB, BC y DB, como se consigna en la figura 6.1, en la cual se han colocado en la
misma lı́nea AB y DB, y en otra lı́nea el segmento BC. Uniendo los puntos A y C,
se traza DE, paralela a CA.
De acuerdo a la figura 6.1 tenemos que:

194
6.5 Descartes y la aritmética de segmentos

E
C

A
D

Figura 6.1. Producto de segmentos

AB BC
=
BD BE

Por lo tanto BE es el producto de BD y BC.


Tenemos aquı́ algunas cuestiones profundas que no debemos dejar de lado. En
primer lugar, Descartes está extendiendo una propiedad numérica al campo de las
magnitudes, referente a la interpretación de las proporciones. Sabemos que si AB,
BC, BD y BE representaran números, la anterior proporción darı́a lugar a la igual-
dad AB × BE = BC × BD
Por otro lado, Descartes toma el producto AB ×BE igual a BE, dado que AB es
la unidad. Pero esta es una propiedad estructural muy profunda que hace referencia
al carácter neutro de la unidad en el producto entre números.
Para la división de segmentos, Descartes sigue el siguiente proceso: Si se quiere
dividir BD entre BC, únase el segmento D con C y luego trácese AE paralela a
DC, como se observa en la figura 6.2
Por lo tanto,

BD BC
= .
BA BE

Entonces BE es el resultado de dividir BD entre BC.


La otra operación que define Descartes es la radicación: Sea el segmento AB.
Se construye el segmento AH, que es la suma de AB y la lı́nea unidad BH. A
continuación se traza la semicircunferencia AIH, cuyo diámetro es AH y radio AF,
como se obsera en la figura 6.3
Resulta que BI es media proporcional entre AB y BH, por lo tanto:

AB BI
= ,
BI BH

195
Descartes y el métodos de coordenadas

D
E

A
C

Figura 6.2. División de segmentos

F
A B H

Figura 6.3. Raı́z cuadrada de segmentos

que en la recién inaugurada simbologı́a de Descartes se podrı́a expresar como:



BI = AB.
Es necesario insistir que no podemos identificar la unidad cartesiana en el sentido
de la definición griega, desde la cual un número era visto como una colección de
unidades. Aquı́ no se trata de identificar un segmento como un múltiplo de la unidad.
Estamos aún muy lejos de llegar a esa simbiosis entre número y magnitud. Descartes
introduce esta unidad con el único sentido de dotar a los segmentos de las mismas
operaciones de la aritmética, es decir para poder operar con las magnitudes de igual
manera como se hace con los números.
Otro aspecto, igualmente importante, es el hecho de entender que las constru-
cciones geométricas anteriores no eran extrañas a la matemática griega, más con-
cretamente corresponden a la teorı́a de proporciones de los libros V y VII de los
Elementos. Esto significa que si los griegos no llegaron a resolver el problema de
multiplicar o dividir dos segmentos dados o extraerle la raı́z cuadrada a un segmen-

196
6.5 Descartes y la aritmética de segmentos

to no se debió a un problema de imposibilidad teórica, sino más bien a un problema


de fondo de tipo netamente conceptual. Sabemos que en la Grecia antigua, un abis-
mo profundo separaba la aritmética de la geometrı́a; la existencia de las magnitudes
inconmensurables no permitı́a visualizar los objetos geométricos en el mismo sentido
que los aritméticos.
Un hecho que amerita un análisis pormenorizado tiene que ver con el papel que
jugó la inserción del lenguaje simbólico y la introducción de cierto tipo de coorde-
nadas, homologadas hoy con lo que reconocemos como coordenadas cartesianas, que
en realidad distan mucho de las usadas por Descartes. En el libro I, luego de haber
presentado las definiciones de las operaciones entre segmentos, Descartes establece
la importancia del uso de una simbologı́a apropiada: “Pero frecuentemente no es
necesario trazar de esta forma tales lı́neas sobre el papel, siendo suficiente designar
cada una de ellas por una letra. Ası́, para sumar la lı́nea BD con CD, llamo a la una
a y a la otra b y escribo a + b”.8
De esta manera, cuando va a operar con lı́neas no es necesario realizar la gráfica
pues se puede maniobrar con las letras como se opera con los números. Esto es muy
importante, pues las lı́neas ya no se tratan como “objetos gráficos”, sino que se
pueden trabajar como se hace con los números:
a *
a + b, a × b, , a2 + b2
b
Recordemos que para los griegos, las únicas operaciones entre segmentos que da-
ban como resultado segmentos eran la suma y la resta. La incorporación de la nueva
representación simbólica, incorporada por Descartes, no sólo permite economı́a de
pensamiento, sino que obedece a una nueva concepción de número. De esta manera,
el producto correspondı́a a una lı́nea c. Es necesario aclarar que ni para los griegos
ni para Descartes, la representación de una lı́nea a través del sı́mbolo a significaba
“a veces” la unidad, era sencillamente la manera de denotar una lı́nea.
Para Descartes era claro que las operaciones entre magnitudes debı́an respetar la
homogeneidad. Cuando esto no sucedı́a se sobrentendı́a que estaban multiplicadas o
divididas tantas veces era necesario por la unidad:

Ası́, si ha de extraerse la raı́z cúbica de aabb − b, debemos consider


que la cantidad aabb está dividida por la unidad y la cantidad b está
multiplicada dos veces por la misma unidad.9

Esta declaración de Descartes nos muestra que todavı́a no se ha desprendido del


referente geométrico en el sentido de que la homogeneidad es un principio básico de
la operatividad: no se puede sumar magnitudes superficiales con magnitudes lineales;
pero Descartes elude esta dificultad suponiendo que multiplicando o dividiendo por
8
[Descartes 1994], p. 391.
9
[Descartes 1994], p. 392

197
Descartes y el métodos de coordenadas

la unidad, tantas veces como fuese necesario, se logra el equilibrio. Sólo hasta que
exista una fusión entre número y magnitud, nos podemos olvidar totalmente del
referente geométrico.

6.6. Descartes y la Resolución de las Ecuaciones de Se-


gundo Grado
Recordemos que Euclides resolvı́a lo que reconocemos hoy como problemas alge-
braicos a través de la geometrı́a. Resolver, por ejemplo, la ecuación x2 = a × b, a y
b magnitudes lineales, consistı́a en encontrar un cuadrado con área equivalente a la
del rectángulo con lados denotados por a y b. Hay que tener en cuenta que en este
momento la resolución de esta ecuación no reviste mayor dificultad incluso para los
estudiantes del bachillerato; se tratarı́a sencillamente de un problema de extracción
de raı́z cuadrada al producto a.b sin que intervenga para nada el referente geométri-
co. Es importante no dejar de lado estos aspectos, pues constantemente olvidamos
que el rigor de las teorı́as matemáticas no es algo absoluto sino que guarda el espı́ritu
de cada época. Los contextos tienen profunda incidencia en los cánones de rigor y
no funcionan en todas las latitudes temporales y espaciales de igual modo.
En términos generales, y en todo caso haciendo traducciones convenientes, en la
proporción áurea (II.11), Euclides resuelve la ecuación,

a(a − x) = x2 .

Igualmente, las proposiciones II.5 y II.6 de los Elementos, pueden interpretarse


como soluciones de la ecuación,

ax ± x2 = b2 ,

la cual corresponde a la ecuación más general que podemos entrever en la matemáti-


ca euclidiana. Adelantos mayores en este aspecto los encontramos en las árabes e
hindúes, como lo vimos en lecciones anteriores.
Recordemos que los algebristas italianos llegaron más allá al encontrar algoritmos
para las ecuaciones de tercer grado. Estos métodos de solución aparecen sistemati-
zados por Cardano en su libro Ars Magna.
Descartes llega a la resolución de ecuaciones a través de los problemas geométri-
cos, los cuales clasifica en planos, sólidos y lineales. Los problemas planos se refieren
especı́ficamente a los problemas de la geometrı́a euclidiana, problemas que se pueden
resolver como intersecciones de cı́rculos y rectas. Los sólidos se refieren a problemas
que se resuelven a través de las cónicas y los lineales aquellos en los que se requieren
curvas más compuestas.

198
6.6 Descartes y la Resolución de las Ecuaciones de Segundo Grado

La manera como Descartes da solución a estos problemas corresponde a uno de


los ejemplos más categóricos de aplicación del método analı́tico.
Vamos a analizar la forma en que este matemático resuelve la ecuación general de
segundo grado. Aquı́ debemos decir que esta ecuación, según Descartes, pertenece
a la rama de los problemas planos que se pueden resolver con los instrumentos
euclidianos de regla y compás. O más estrictamente los problemas que se pueden
encontrar con intersecciones de cı́rculos y rectas. Luego veremos que las ecuaciones
de tercer grado no se pueden resolver como intersecciones de rectas y cı́rculos sino
como intersecciones de cı́rculos y parábolas; es decir, ya no pertenecen al ámbito
de la geometrı́a euclidiana. En este sentido Descartes extiende la noción de compás
euclidiano a la de su “compás generalizado” del que hablaremos mas adelante.
La ecuación de segundo grado la podemos expresar en su forma más general
como x2 ± ax ± b = 0, donde a y b son cantidades lineales. La primera ecuación que
resuelve es x2 = ±ax + b2 .
Para ello se sigue el siguiente proceso: se traza la circunferencia de centro O y
radio a/2. Por el punto T se traza la tangente TR, tal que T R y se une el punto
R con el centro O y se prolonga, de tal suerte que corte a la circunferencia en el
punto P. De esta forma se obtiene el triángulo rectángulo T OR de lados a/2 y b
(ver figura 6.4).

a
Q
2

T b R

Figura 6.4. Solución geométrica a dos ecuaciones cuadráticas

Llamando P R = x, se tiene que RQ = x − a. Apliando el Teorema de Pitágoras


al triángulo rectángulo T OR, se tendrá:
% a &2 % a &2
x− = + b2 . (6.1)
2 2

Realizando las operaciones se obtiene:


, -2 , -2
x2 − ax + a2 = a2 + b2 ,

199
Descartes y el métodos de coordenadas

es decir, x2 − ax = b2 .

Entonces, la solución de la ecuación x2 − ax = b2 , de acuerdo a la ecuación 6.1,


se puede expresar como:
, -
x = 12 a+ raı́z cuadrada de 14 aa + bb .

Si ahora, en lugar de x = P R tomamos x = QR, tenemos:


% a &2 % a &2
x+ = + b2 . (6.2)
2 2

Realizando las operaciones, se obtiene la ecuación x2 + ax = b2 , lo cual significa,


de acuerdo a la ecuación 6.2, que la solución será:
,1 -
x = −12 a+ raı́z cuadrada de 4 aa + bb .

De esta forma, hasta aquı́, Descartes ha resuelto las ecuaciones que tienen las
formas: x2 ± ax − b2 = 0, que siempre tienen solución.
Enseguida Descartes resuelve la ecuación de la forma:

x2 ± ax + bb = 0 (6.3)
Sea la figura 6.5,

a M
2 Q

L b P

Figura 6.5. Ecuación cudrática con una solución

donde LP es b, LN = 12 a y además, supongamos que 12 a ≥ b.


Si se toma P Q = x, se tiene,

M Q = b, N M = 12 a − x

200
6.7 El problema de Pappus y el planteamiento de ecuaciones

Como el triángulo N M Q es rectángulo se tiene que:

,1 -2 , -2
2a − x + b2 = 12 a
1 2 2 2 1 2
4 a − ax + x + b = 4 a ,

que da lugar a la ecuacion:

x2 − ax + b2 = 0,

cuya solución se puede expresar como:


,1 -
x = 21 a − raı́z cuadrada de 4 aa − bb

Si se toma P R = x, y se sigue el mismo proceso, se llega a la conclusión de que


la solución de la ecuación x2 + ax + b2 = 0 es:
,1 -
x = 12 a + raı́z cuadrada de 4 aa − bb .

Y luego dice Descartes, “si el cı́rculo que tiene su centro en N y pasa por el punto
L no toca ni corta la lı́nea P QR, no hay ninguna raı́z de la ecuación, de manera que
pueda asegurarse que la construcción del problema propuesto es imposible”.
Descartes aquı́ se esta refiriendo al caso en que la ecuación tenga una raı́z ima-
ginaria, lo que evidentemente en este contexto implica que no tiene representación
geométrica. En el libro III de la Geometrı́a, Descartes se referirá a estas “cantidades”
como imaginarias. Wallis algunos años después asignará a estos “entes” extraños una
representación geométrica. Estos son los inicios de lo que más adelante se formalizará
como números complejos.

6.7. El problema de Pappus y el planteamiento de ecua-


ciones
Descartes utiliza el “problema de Pappus”,10 para demostrar la potencia del
método algebraico. Empieza llamando la atención en el hecho de que se trata de un
ejercicio geométrico que habı́a doblegado a Euclides, Apolonio y, en su versión más
general, al mismo Pappus. Después de presentar la versión de Pappus, Descartes
pone de presente la perspectiva purista de los antiguos, que les impedı́a combinar
los métodos de la aritmética con los de la geometrı́a, lo cual constituyó el mayor
obstáculo en la perspectiva de dar una respuesta general al problema en considera-
ción. La versión cartesiana del “problema de Pappus” es la siguiente:
10
En la cuarta lectura observamos que Pappus fue un alejandrino tardı́o que planteó uno de los
problemas más famosos de la antigüedad, reconocido como el problema de Pappus.

201
Descartes y el métodos de coordenadas

en consideración corresponde a una curva continua, Descartes está asumiendo, de


manera implı́cita aunque inconsciente, la existencia de un número real positivo para
cada longitud. Sin embargo la idea del conjunto de los números reales como un con-
tinuo sólo fue establecida en el siglo XIX con los desarrollos de Cantor y Dedekind,
como lo estudiaremos en la décima lectura.

6.8. El sistema coordenado cartesiano


La base de la geometrı́a analı́tica, tal como la entendemos hoy, se fundamen-
ta en la existencia de un sistema de coordenadas cartesianas rectangulares. Estas
coordenadas permiten expresar en lenguaje algebraico conceptos geométricos y, a la
inversa, permite trasladar ecuaciones algebraicas a un contexto geométrico.
Uno de tales sistemas divide al plano euclidiano en cuatro subplanos y permite
localizar cualquier punto del mismo mediante un par de números reales. Examinemos
más de cerca uno de tales sistemas de coordenadas cartesianas. En la identificación
de cada punto del plano con un par ordenado (x, y) de números reales que provienen
de la proyección ortogonal en cada uno de los ejes x y y respectivamente, se está
asumiendo, en primer lugar, que la recta está hecha de puntos, y que cada punto se
identifica con un número real. En segundo lugar, se presume que el plano también
está formado por puntos y cada punto se identifica con una pareja de números reales.
En este sentido, el fundamento de un sistema de coordenadas radica en el hecho de
que asume el continuo geométrico como hecho de puntos; esto es algo que no debemos
olvidar si deseamos ir al fondo en el significado y valor matemático de los sistemas
de coordenadas.
Una de las principales utilidades de un sistema de coordenadas es que permite
ubicar, de manera precisa, los objetos y las partes de los objetos respecto a un
sistema de referencia fijo. En los Elementos, por ejemplo, no existe uno de tales
sistemas referenciales porque Euclides trabaja sobre cada figura como un todo.
Los sistemas de coordenadas modernos sintetizan las propiedades más impor-
tantes del continuo geométrico y permiten refundir la dualidad número-magnitud.
Se establece ası́ un encuentro entre el continuo geométrico y el continuo aritmético.
Este es un aspecto que se detallará con más profundidad en la novena lección.
El uso de sistemas referenciales data de la antigüedad griega. Apolonio, en su
tratado Secciones Cónicas, utiliza algunos procedimientos similares a los de la geo-
metrı́a analı́tica. En particular utiliza coordenadas rectangulares formadas por el
diámetro de una circunferencia y la tangente trazada desde uno de los extremos.
Como anotamos en la lectura anterior, en el siglo XIV, Nicolás Oresme estableció
modelos geométricos en los cuales relacionaba las posiciones de los puntos con dos
lı́neas fijas, emulando las representaciones de los geógrafos que utilizaban la longitud
y la latitud como referencias.
Mención especial ameritan los desarrollos de Vieta y Fermat; sin embargo, históri-

206
6.9 Clasificación de las curvas en Descartes

camente, reconocemos a Descartes como el iniciador de un método que se tornará


paradigmático en matemáticas. El “método de las coordenadas” se convirtió en el
modelo matemático por excelencia. Tan sólo a principios del siglo XX, con los espa-
cios topológicos, surge una manera de hacer matemáticas sin el uso de coordenadas.
Si tenemos en cuenta lo expuesto al principio, el sistema de coordenadas incor-
porado por Descartes guarda diferencias con el sistema actual.
Para Descartes todas las curvas geométricas no están referidas a un sistema úni-
co, sino que existe un sistema de coordenadas intrı́nseco a cada curva geométri-
ca. Sin embargo, si bien Descartes establece designaciones literales, tales como
x, y, a, b, c, . . ., para los segmentos geométricos, cada una de esas cantidades no es
un número sino que todas ellas son magnitudes geométricas. Por esto no podemos
adjudicarle a Descartes un sistema de coordenadas con eje positivo y negativo; las
relaciones que se establecen allı́ son relaciones entre cantidades geométricas en el
sentido euclidiano y por tanto no tiene sentido lo negativo. Las letras denotadas co-
mo x y y no son las coordenadas del punto C, sino que ellas representan cantidades
geométricas. Evidentemente el punto A que nosotros reconocerı́amos como el punto
(0, 0) no tendrı́a ningún sentido. Esto marca una diferencia fundamental con nuestro
sistema de coordenadas, Descartes no establece una fusión entre número, puntos de
la recta y magnitudes geométricas; él opera con las magnitudes geométricas de la
misma manera que se opera con los números, pero son cosas diferentes.

6.9. Clasificación de las curvas en Descartes


En la primera parte del libro II: De la naturaleza de las lı́neas curvas, Descartes
comienza por recordar la clasificación que hicieron los antiguos griegos de las curvas
geométricas. Los problemas “planos” se referı́an a los lugares engendrados por rectas
y cı́rculos. Los “sólidos” tenı́an que ver con los lugares geométricos formados por las
secciones cónicas, y finalmente los “lineales”, que estaban constituidos por curvas
que no eran ni rectas ni cı́rculos ni secciones cónicas; eran las curvas que los antiguos
llamaban mecánicas, como la espiral y la cuadratriz.15
La cuadratriz o trisectriz se genera por un movimiento compuesto: supongamos
en la figura 6.9, AB un segmento que gira en el sentido de las agujas del reloj, dejando
fijo A, con una velocidad constante, hasta ocupar la posición AD. Al mismo tiempo
BC se mueve hacia abajo manteniéndose paralela a sı́ misma y con una velocidad
constante hasta alcanzar la posición AD. Los puntos de intersección de estos dos
segmentos, en sus diferentes posiciones, generan la cuadratriz. En nuestro caso, los
puntos B, H, I, Q pertenecerı́an a la cuadratriz.
En la primera parte del libro II, presenta las categorı́as de curvas y las relaciona
con aquellas aceptadas por los antiguos griegos; en este sentido Descartes expresa:
15
[Descartes 1996], p. 410.

207
Descartes y el métodos de coordenadas

B C

H
B′ C′
I

A Q D

Figura 6.9. La cuadratriz

... considerando la geometrı́a como una ciencia que enseña generalmente


a conocer las medidas de todos los cuerpos, no deben excluirse las lı́neas
por compuestas que sean, mientras pueda imaginárselas descritas por un
movimiento continuo, o por varios que se suceden y en que los últimos
están enteramente regidos por los que el preceden; pues por este medio
se puede siempre tener un conocimiento exacto de su medida.

En este sentido, Descartes no sólo aceptaba las curvas construidas con regla y
compás, sino también aquellas construidas a partir de un cierto aparato articulado
que le permitiera expresarlas a través de una ecuación. Este no era el caso de la
cuadratriz, y por esta razón hace parte de las curvas mecánicas.16
Los aspectos anteriores nos permiten entender el significado que asigna Descartes
a la geometrı́a, y nos ubica en el tipo de generalizaciones, con respecto al universo
de las curvas, que tiene en mente. Al acoger geométricamente aquellas curvas que
admiten una ecuación algebraica, Descartes supera la exigencia de constructibilidad
de los antiguos como criterio de existencia. Más adelante, Leibniz irá más allá al
clasificar las curvas en algebraicas y trascendentes, eliminando el requerimiento de
amarrar las curvas a ecuaciones algebraicas.
En la segunda parte del libro II: Sobre la clasificación de todas las curvas en
géneros y sobre la relación de sus puntos con los de las rectas,17 Descartes postula
que todas las curvas que denomina geométricas tienen alguna relación con los puntos
de una lı́nea recta, la cual se puede expresar en términos de una ecuación.
Para explicar su método, Descartes presenta el siguiente caso de una curva que
16
Como estas curvas son generadas por dos movimientos independientes que no tienen entre sı́
relación, no hay manera de que se puedan medir exactamente.
17
[Descartes 1996], p. 414

208
6.9 Clasificación de las curvas en Descartes

se forma a través de la combinación de dos movimientos interrelacionados.

Como si quisiera saber de qué género es la lı́nea EC que imagino descrita


por la intersección de la regla GL y la pieza CN KL, cuyo lado KN está
prolongado indefinidamente hacia C, y que moviéndose sobre el plano, en
lı́nea recta -es decir de tal manera que su lado KL se encuentre siempre
aplicado sobre alguna región de la lı́nea BA prolongada de uno y otro
lado- hace mover circularmente la regla GL alrededor del punto G, por
estar ella vinculada de tal manera que pasa siempre por el punto L.18

Enunciemos en nuestros términos el procedimiento seguido por Descartes toman-


do como referencia la figura 6.10.

N L
C B
y

G A

Figura 6.10. Aplicación del método de las coordenadas

Las rectas referenciales que elige son AB y AG. Como siempre, Descartes asume
que el problema está resuelto y escoge un punto arbitrario C en la curva a la que
desea encontrarle la ecuación. Tomando A como el origen referencial, comienza a
denominar las cantidades conocidas y desconocidas con letras: las letras x y y para las
cantidades indeterminadas y las primeras letras a, b, c, para las cantidades conocidas
o dadas. La cantidad AB la denomina y y CB, donde CB es perpendicular a AB la
denomina x.
Continuemos con la prueba. Descartes ahora comienza a establecer relaciones
entre las cantidades conocidas y desconocidas: como los triángulos KLN y KBC
son semejantes, se establece la siguiente proporción:
LN CB c y
= o, =
LK BK b BK
Por tanto
' (
b
BK = y
c
18
[Descartes 1996], p. 414.

209
Descartes y el métodos de coordenadas

De otro lado,
' ( ' (
b b
BL = BK − b = y−b y AL = x + y−b
c c

También tenemos la siguiente relación:

CB GA
= por ser LCB y LGA triángulos semejantes.
LB LA
La anterior relación la podemos escribir como:
y a
' ( = ' ( ,
b b
y−b x+ y−b
c c

de la cual se extrae la ecuación cuadrática:


%c&
y 2 = ay − xy − ac + cy,
b
ecuación que Descartes reconoce como la ecuación de una hipérbola.

6.10. Teorı́a de ecuaciones de Descartes


En el libro III de la Geometrı́a, Sobre la construcción de problemas sólidos y su-
persólidos, encontramos una teorı́a general de ecuaciones en el marco del proceso
resolutivo de algunos problemas geométricos.
Descartes empieza estableciendo su definición de ecuación:

Una ecuación está integrada por varios términos, alguno de ellos conocido
y algunos de ellos desconocido, siendo unos iguales a los otros o, más
bien, considerados conjuntamente, son iguales a cero; digo tal, pues lo
más conveniente serı́a considerarlos de este modo.19

A continuación plantea el teorema fundamental del álgebra expresando que toda


ecuación tiene tantas raı́ces como la dimensión de la cantidad desconocida. Aunque
en principio no precisa la naturaleza de las raı́ces, admite raı́ces reales y complejas. A
las raı́ces positivas las denomina “raı́ces verdaderas”, a las negativas “raı́ces falsas”.
Descartes no establece ningún proceso demostrativo del teorema fundamental
del álgebra, sino que se limita a mostrar que se cumple en el caso de la ecuación
x3 − 9x2 + 26x − 24 = 0, la cual, al tener x tres dimensiones, tiene las tres raı́ces: 2,
3 y 4.
19
[Descartes 1996], p. 461.

210
6.10 Teorı́a de ecuaciones de Descartes

En seguida, Descartes establece algunas propiedades relativas al número de raı́ces


positivas y negativas de acuerdo a los cambios de signo; también establece un pro-
cedimiento para transformar los coeficientes de una ecuación, de tal manera que se
obtenga una ecuación mucho más simple que la original. Para este caso toma como
ejemplo la ecuación:
√ 26 8
x3 − 3x2 +
x − √ = 0. (6.5)
27 27 3

Haciendo el cambio de variable y = 3x, obtiene:

26 8
y 3 − 3y 2 + y − = 0. (6.6)
9 9
Si se hace ahora el cambio de variable z = 3y, y multiplicando por 9, se obtiene
la siguiente ecuación con coeficientes enteros:

z 3 − 9y 2 + 26y − 24 = 0, (6.7)
Descartes muestra que la ecuación cúbica general se puede reducir a uno de los
siguientes tres casos:

(1) z 3 = −pz + q

(2) z 3 = pz + q

(3) z 3 = pz − q

En la lectura anterior mostramos que en Ars Magna, Cardano habı́a dado un


procedimiento para hallar la solución de estos tres casos. Para el caso (1), la solución
es de la forma:
0/ 0/
3
% p &3 % q &2 q 3
% p &3 % q &2 q
z= + + + + − . (6.8)
3 2 2 3 2 2

Para el caso (2), Cardano establece la fórmula:


0/ 0 /% &
3
% q & 2 % p & 3 q 3 q q 2 % p &3
z= − + + − − , (6.9)
2 2 2 2 2 3

con la condición de que,


% p &3 % q &2
< . (6.10)
3 2

211
Descartes y el métodos de coordenadas

Las soluciones del caso (3), z 2 = pz − q, corresponden a las del caso (2), z 2 =
pz + q, sólo que con signos opuestos. Esto es, si z es solución de (2) entonces −z es
solución de (3).
Descartes observa dos aspectos muy importantes en el proceso de solución de la
ecuación cúbica:

1. Las soluciones consignadas antes presuponen el cálculo de raı́ces cúbicas para


magnitudes lineales.
% p &3 % q &2
2. Para el caso (2), la condición < no hace posible encontrar las
3 2
soluciones de la fórmula establecida. Pero esta ecuación tiene al menos una
solución real. ¿Cómo hallar esta solución?

Descartes soluciona el primer problema al resolver la ecuación general: z 3 = a2 q.


Para ello muestra que las soluciones corresponden al corte entre un cı́rculo y una
parábola, de acuerdo a la construcción presentada en la figura. 6.11

E
C

F L

Figura 6.11. Cálculo de la raı́z cúbica

El segmento AL corresponde al eje de la parábola; designándolo como el eje


z2
coordenado y su ecuación será y = . Se toma AC = 12 a, EC se traza perpendicular
a
a AC y EC = 12 q. El punto E corresponde al centro del cı́rculo de radio EA. De
este modo, F L = z. Se deja como ejercicio realizar la comprobación.
El segundo aspecto planteado lo resuelve Descartes en el marco de la solución
del problema de la trisección del ángulo.

212
6.11 Descartes y la solución de la trisección del ángulo

6.11. Descartes y la solución de la trisección del ángulo


Para solucionar el problema de la trisección del ángulo, Descartes sigue el si-
guiente proceso. En la figura 6.12, sea el ángulo NOP que se desea trisecar. Se traza
el arco NP, de una circunferencia unitaria.
Se supone que el problema está resuelto llamando z a la cuerda buscada (la cual
corresponderı́a a la tercera parte del ángulo) y a la cuerda dada por el problema.

z Q

O
M T

Figura 6.12. Ecuación de la trisección del triángulo

El problema entonces, consiste en hallar z en función del valor dado q. Puesto


que el triángulo ONQ es semejante al triángulo NRQ, se tiene que QR = z 2 .
Como el triángulo ORM es semejante al triángulo OQT, se tiene que,

OQ QT 1 z
= , es decir, 2
= ,
QR RM 1−z RM
de donde, RM = z(1 − z 2 ) = z − z 3 . Como los triángulos NRQ y TMP son isósceles,
entonces NR=MP=z y por lo tanto,

N P = N R + RM + M P = z + z − z 3 + z o lo que es lo mismo z 3 = 3z − q.

Como en el caso anterior, Descartes soluciona el problema recurriendo parábolas,


cı́rculos y lı́neas: sea la parábola AFG, como se muestra la figura 6.13, dada por la
ecuación y = z 2 , en el caso de tomar el eje y como el eje de la parábola y los valores
z corresponden a la distancia de cada punto de la parábola a este eje.
Tomando AC = 1/2 y CD = p/2, se traza DE = q/2 por el punto D, perpen-
dicular al eje de la parábola. Con radio EA y centro en E se traza la circunferencia
AFC. Las raı́ces de la ecuación están dadas por las lı́neas perpendiculares al eje de la

213
Descartes y el métodos de coordenadas

A
1
2
C

p
2

E q D
2

L
F M

Figura 6.13. Solución de la ecuación cúbica de la trisección del ángulo

parábola y que se trazan desde éste hasta los puntos de intersección de la circunfe-
rencia con la parábola. Tenemos que la circunferencia intercepta a la parábola en el
vértice y, al menos, la cortará una vez más de acuerdo a la construcción. Las raı́ces
tendrán el mismo signo que q cuando estén del mismo lado del eje que el segmento
DE y las otras tendrán signo contrario. Veamos que los segmentos construidos de
acuerdo al proceso anterior satisfacen la ecuación en consideración.
Demostremos que FL cumple con las condiciones: como el triángulo EAD es
rectángulo entonces,
% q &2 ' (2
2 2 2 1+p
EA = ED + AD = + (6.11)
2 2
Tomando F L = z, se tiene que AL = z 2 .
Trazando y teniendo en cuenta que el triángulo FEM es rectángulo se tiene,
' (
2
%
2 q &2 2
2 1+p 2
FE = FM + ME = z − + z − . (6.12)
2 2
Dado que F E = EA, de 6.11 y 6.12 se obtiene,
' ( ' (
% q &2 2 1 + p 2 % q &2 p+1 2
z− + z − = + , (6.13)
2 2 2 2
que nos permite obtener la ecuación inicial.

6.12. Seguimiento Lectura 6


1. Obtenga la ecuación cartesiana de la cuadratriz.

214

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