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Servicio Bíblico Latinoamericano

Semana del 6 al 12 de enero de 2019 – Ciclo C

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Domingo 6 de enero de 2019


Epifanía del Señor

Isaías 60,1-6: La gloria del Señor amanece sobre ti


Salmo 71: Se postrarán ante ti, Señor, todos los reyes de la tierra
Efesios 3,2-3a.5-6: También los gentiles son coherederos
Mateo 2,1-12: Venimos de Oriente para adorar al Rey

L a época en que se escribe esta parte del libro del profeta Isaías
(parte llamada del «Tercer Isaías») corresponde a «la restauración»,
es decir, al regreso (537 aec) a Jerusalén de los israelitas que habían
sido deportados a Babilonia. (Es el tiempo en el que ha sido escrita
la mayor parte de la Biblia). Isaías anima la fe de su pueblo, los
invita a poner nuevamente su fe y su corazón en la fuerza salvífica
de Yahvé, quien traerá la paz y la justicia a su pueblo, con lo que
Jerusalén volverá a ser una ciudad radiante, llena de luz, en donde
la presencia de Dios como rey hará de ella una nación grande, ante
cuya presencia se postrarán todos los pueblos de la tierra. El
profeta manifiesta con esta gran revelación que Dios es quien dará
inicio a una nueva época para Israel, una época donde reinará la luz
de Dios y serán destruidas todas las fuerzas del mal, pues Dios se
hace presente en Israel y ya más nadie podrá hacerle daño.
Esta visión profética posee una comprensión muy reducida de
la acción salvífica de Dios, ya que es asumida como una promesa
que se cumplirá en beneficio única y exclusivamente del pueblo de
Israel y no de toda la tierra. Pablo, a través de la carta a los
Efesios, ampliará esa comprensión, afirmando que la salvación
venida por Dios, a través de Jesús, es para “todos”, judíos y
paganos. El plan de Dios, según Pablo, consiste en formar un solo
pueblo, una sola comunidad creyente, un solo cuerpo, una sola
Iglesia, un organismo vivo capaz de comunicar a toda la creación la
vida y la salvación otorgada por Dios. La carta a los Efesios expresa
que el misterio recibido por Pablo consiste en que la Buena Nueva
de Cristo se hace efectiva también en los paganos, ellos son
coherederos y miembros de ese mismo Cuerpo; esto significa que
Dios se ha querido revelar a toda la humanidad, actúa en todos,
salva a todos, reconcilia a todos sin excepción.
El evangelio que leemos hoy, en la Fiesta de la «Epi-fanía»
[manifestación], confirma este carácter universal de la salvación de
Dios. Mateo expresa, por medio de este relato simbólico, el origen
divino de Jesús y su tarea salvífica como Mesías, como rey de Israel,
heredero del trono de David; para ello el evangelista no duda en
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ubicar con exactitud el lugar donde nació Jesús, Belén, para
decirnos que con su presencia en la historia se estaría dando
cumplimiento a las palabras de los profetas... Por otro lado, el
rechazo de este nacimiento por parte de las autoridades políticas
(Herodes) y religiosas (sumos sacerdotes y escribas) del pueblo
judío y el gozo infinito de los magos, venidos de Oriente, anuncian
desde ya ese carácter universal de la misión de Jesús, la apertura
del Evangelio a los paganos y su destino futuro a la comunidad
cristiana. La Epifanía del Señor es la celebración precisa para
confesar nuestra fe en un Dios que se manifiesta a toda la
humanidad, que se hace presente en todas las culturas (religiones),
que actúa en todos, y que invita a la comunidad creyente a abrir sus
puertas a las necesidades y pluralidades del mundo actual.
En un tiempo como el que vivimos, marcado por la conciencia
del pluralismo religioso, el sentido de lo «misionero» y de la
«universalidad cristiana» han cambiado profundamente. Hasta
ahora, en demasiados casos, lo misionero era sinónimo de
proselitismo, o sea, de un esfuerzo por «convertir» al cristianismo a
los «gentiles» o «paganos». La «universalidad cristiana» era
entendida como la centralidad del cristianismo: éramos la religión
central, la (única) querida por Dios, y por tanto, una religión que era
el destino querido por Dios para toda la raza humana... Todos los
pueblos (universalidad) estaban destinados a abandonar su religión
ancestral y a hacerse cristianos... Tarde o temprano el mundo
llegaría a su destino: ser «un sólo rebaño, con un solo pastor»... (y al
decir esto, los católicos imaginábamos una Iglesia católico-romana
felizmente extendida a todo el mundo, extendida incluso a las demás
confesiones cristianas, que habrían aceptado finalmente al Papa
como pastor supremo y único).
Hoy todo esto está cambiando, aunque muchos cristianos y
cristianas (incluidos no pocos de sus pastores) todavía siguen
anclados y hasta inamovibles en la visión tradicional. Buen día hoy,
la fiesta de la Epifanía, para replantearse estos desafíos y para
reflexionar sobre ellos. No desaprovechemos esta oportunidad para
actualizar también personalmente nuestra visión en estos temas. En
la RELaT (servicioskoinonia.org/relat) hay bastantes materiales para
estudiar el tema, así como para debatirlo en grupos de estudio o de
catequesis (véase por ejemplo los artículos 351, 419, 277, 366, 409,
363...).

En el Nuevo Testamento, además de Juan 7,42, encontramos


referencias a Belén en las narraciones de Mateo 2 y Lucas 2 acerca
del nacimiento del Salvador en la ciudad de David. La tradición de
que el Mesías debía nacer en Belén tiene su base en el texto de
Miqueas 5,2, donde se señala que de Belén Efrata debía salir quien
gobernaría Israel y sería pastor del pueblo. Hoy ya sabemos que
Jesús nació probablemente en Nazaret, y que la afirmación de que
nació en Belén es una afirmación simplemente teológica, no
histórica.
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El término “magos” procede del griego “magoi”, que significa
matemáticos, astrónomos o astrólogos. Estas dos últimas disciplinas
eran una misma en la antigüedad, por lo que con ambas se podía
estudiar el destino de las personas. Es decir, los reyes magos
habrían sido astrónomos o conocedores del cielo. El teólogo y
abogado cartaginés (de Cartago, la actual ciudad de Túnez)
Tertuliano (160-220 d.C.) aseguró que los magos eran reyes y que
procederían de Oriente. En los regalos de los magos a Jesús, los
Padres de la Iglesia ven simbolizadas la realeza (oro), la divinidad
(incienso) y la pasión (mirra) de Cristo.

El evangelio de hoy no es dramatizado en la serie «Un tal


Jesús», de los hnos. López Vigil, pero puede utilizarse el episodio
135, «Fiesta con los pastores». En su página
(https://radialistas.net/135-fiesta-con-los-pastores) pueden recogerse
el guión, un comentario excelente de los autores, y el audio; o puede
buscarse otro episodio semejante si ya se utilizó éste la semana
pasada.
La serie «Otro Dios es posible», de los mismos autores, tiene un
capítulo, el 06, que se titula «¿Ángeles, Reyes y estrellas?», que
puede ser útil para suscitar un diálogo-debate sobre la simbología
mítica de la fiesta de la Epifanía. Su guión y su audio puede
recogerse en https://radialistas.net/6-angeles-reyes-y-estrellas Es
importante consultar la información complementaria que la serie
ofrece al final del guión de la entrevista.

Para la revisión de vida


Dios se da a conocer a todas las gentes; no sólo al pueblo
elegido, sino a todos los pueblos, representados en los Magos
de Oriente. ¿Tengo yo ese mismo sentimiento de universalidad
de Dios, o creo que sólo nosotros conocemos a Dios y estamos
en la verdad? ¿O pensamos tal vez que sólo nuestra religión es
verdadera, que las demás son "falsas"?

Para la reunión de grupo


- El símbolo de la fiesta de la Epifanía (unos magos de
Oriente yendo a adorar a Jesús) es una elaboración teológica
propia (exclusivamente) del “evangelio de la infancia” de
Mateo, escrito en un momento en el que la comunidad cristiana
está tratando de expandirse misioneramente. Es fácil
interpretar la escena de estos magos como “inclusivismo”,
como si “aun la gente buena y religiosa que hay fuera del
cristianismo debiera venir a Jesús”, o como “exclusivismo”,
como si “fuera de Jesús no hubiera salvación”… Hoy, dos
milenios más tarde, con una visión bastante más amplia, y tras
un Concilio Vaticano II que ha dicho las palabras más positivas
y optimistas sobre el valor salvífico de las demás religiones que
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ningún otro concilio de la Iglesia Católica, caben otras
interpretaciones más abiertas. Dialoguemos sobre ello.
- La salvación de Dios ofrecida en Jesús es universal,
como lo es la salvación que Dios causa y ofrece fuera (o antes)
del cristianismo a través de las religiones de los pueblos. Dios
es el mismo a pesar de la multiplicidad de sus nombres o de la
diversidad de las religiones. Por eso los magos adoran a Jesús
sin ser cristianos, y por eso los cristianos podemos participar
de las riquezas religiosas de toda la humanidad. Todo lo que es
de Dios nos pertenece a sus hijos, a todos sus hijos. Por eso
debe haber diálogo y paz entre las religiones… ¿Es ésta una
argumentación correcta?
- La Epifanía de Jesús, su manifestación a toda la
humanidad, significa que hay más de un «Pueblo de Dios», que
no sólo el cristianismo lo es. ¿Seguimos identificando el
«pueblo de Dios» con la Iglesia católica?, ¿con el cristianismo?
¿Son correctas esas identificaciones? ¿Por qué sí o por qué no?
¿Qué pueblos serían «Pueblo de Dios»?
- El Concilio Vaticano II nos ha recordado que la
manifestación de Dios en Jesús no es la única. Dios, como
sabemos, se ha manifestado de muchas maneras también a
otros pueblos (Heb 1,1)... ¿Qué cambios de actitud y hasta de
lenguaje conllevaría aceptar este "recordatorio"? ¿Qué cambios
también implica en los fundamentos de la misión, de la
evangelización a los pueblos no cristianos?
- (Para todo este tema del pluralismo religioso,
recomendamos el libro de J.M. VIGIL, Teología del pluralismo
religioso, Editorial El Almendro, Córdoba, y editorial Abyayala,
Quito, Ecuador 2008. Véase tiempoaxial.org También puede
descargarse de internet).

Para la oración de los fieles


- Para que estemos siempre dispuestos a dar razón de
nuestra fe y de nuestra esperanza a quien nos lo pida.
Roguemos al Señor.
- Para que cada religión esté dispuesta a escuchar a las
demás y a acoger con apertura de corazón lo que el Espíritu
nos manifiesta en las religiones de todos los pueblos.
Roguemos…
- Para que todos los catequistas sepan unir el testimonio
de su propia vida a una buena preparación para ejercer su
ministerio. Roguemos…
- Para que cuantos viven sumidos en la duda, el temor o
la intranquilidad se encuentren con Dios vivo y alcancen la luz
y la paz que buscan y necesitan. Roguemos…
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- Por cuantos buscan un mundo más justo y en paz, para
que encuentren la recompensa a sus trabajos y desvelos.
Roguemos…
- - Para que vivamos de tal modo la fraternidad con
quienes nos rodean, que seamos para todos un verdadero
testimonio de fe y de amor. Roguemos…

Oración comunitaria
* Dios, Padre nuestro: el relato evangélico nos narra que en un
día como este Jesús fue reconocido por unos magos venidos de
Oriente en su búsqueda; haz que quienes te buscan,
encuentren y sigan las estrellas que Tú pones en su camino, y
quienes ya te hemos encontrado podamos contemplar un día,
cara a cara, la gloria de tu rostro. Por Jesucristo.

* Oh Dios, Dios único, «Dios de todos los nombres» con los que
los humanos de todos los tiempos te han buscado. Tú que te has
hecho buscar por todos los pueblos, y a todos ellos también les
has salido al encuentro en su propia vida espiritual, en su
religión, concédenos apertura de corazón para sentir tu
presencia omnímoda en todas las religiones de la tierra. Tú que
vives y das vida, y dialogas con todos los pueblos, por los siglos
de los siglos. Amén.
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Lunes 7 de enero de 2019


Raimundo de Peñafort (1275)

1Jn 3,22–4,6 Examinen si los espíritus vienen de Dios


Salmo 2: Te daré en herencia las naciones
Mt 4,12-17.23-25: Está cerca el Reino de los Cielos

L a carta de san Juan reaviva el tema fundamental de la vida


cristiana: el amor mutuo, como Cristo nos mandó, es decir, amar al
estilo de Cristo. Sabemos bien que amar es la decisión más
importante que la persona adopta en el transcurso de su existencia.
Es un requisito para mantenerse saludable, pero igualmente amar
requiere de higiene y salud, pues sabido es que las relaciones
tóxicas dañan profundamente a las personas. De allí la necesidad de
aprender a amar, de educarnos en el amor y de cumplir el
fundamento de nuestra fe. Entre los pilares que sustentan la salud
mental está la satisfacción de las necesidades básicas, naturales y
sociales. Junto con esto, recomiendan los psicólogos, debemos
cultivar actitudes positivas de autoconfianza y de afirmación en el
medio familiar y social, e igualmente dispensarlas; esto requiere una
buena dosis de autocrítica. Anotemos que la gratitud tiene un lugar
central, lo mismo que el humor. Estos ingredientes son
indispensables para encaminarnos en la ruta de amar, como Cristo
nos ama. ¿Cómo nos preparamos a amar?
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Martes 8 de enero de 2019


Severino (482)

1Jn 4,7-10: Dios es amor


Salmo 71: Que todos los pueblos te sirvan, Señor
Mc 6,34-44: Jesús se revela como profeta

E l amor genera confianza y comunión. Las expresiones de la


carta de Juan dejan ver la profundidad y generosidad del amor de
Dios. Este es el núcleo del evangelio. De allí que nuestra relación
con Dios no se traduzca ni en desconfianza ni temor. Aceptar el
amor de Dios convierte al creyente en alguien amado por pura
gracia, no por mérito suyo. Así es como Dios establece una relación
de gozosa paternidad con nosotros y funda nuestra confianza filial.
Pero quizá lo más propio del amor es generar comunión entre los
que se aman. Vivir conectado con alguien es quizá el afán más
urgente de nuestra sociedad modernizada. Conectarse es una
necesidad que los medios han convertido en una industria lucrativa.
Pero más allá de eso, comunicarse es el requisito para establecer la
comunión entre las personas. Somos seres en relación. La comunión
se expresa primariamente en compartir puntos de vista o bienes y
en disfrutar juntos. Por eso, cabe preguntarnos al inicio del año:
¿Con quién y dónde queremos generar confianza y comunión de
vida?
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Miércoles 9 de enero de 2019


Julián, mártir (303)

1Jn 4,11-18: Dios permanece en nosotros


Salmo 71: Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra
Mc 6,45-52: Lo vieron andar sobre el lago

L a plenitud del amor de Dios en el creyente es la presencia del


Espíritu Santo, quién se distingue por ser una presencia dinámica
que mueve a actuar como Dios actúa: amando. Por el contrario, el
síntoma más claro de que el creyente no está en comunión con Dios
es su falta de amor. El amor cristiano, no es un sentimiento, ni
afección, sino una virtud a la que también llamamos caridad; junto
con la fe y la esperanza, la caridad conforma la vida espiritual del
creyente en comunión progresiva con Dios. La madurez del amor del
creyente es como un desplazamiento del foco de atención desde el
yo individual y ávido de referencia, al tú, en el que se descubren
vínculos unitivos nuevos. Quizá la moción primera para acercarse a
Dios sea el interés por evitar la condenación eterna, o los beneficios
que su relación pudiera reportarle al alma. Estos motivos, legítimos
como son, están todavía centrados en el yo. Y por eso, los santos
hablan de la necesidad de purificarlos. ¿De qué requerimos purificar
nuestro amor?
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Jueves 10 de enero de 2019


Ana de los Ángeles Monteagudo (1686)

1Jn 4,19–5,4: Quien ama a Dios, ama a su hermano


Salmo 71: Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra
Lc 4,14-22a: Hoy se cumple esta Escritura

N uestro amor es reactivo al amor de Dios. Concedemos por la fe


que primero, Dios nos amó, y luego nosotros lo amamos. Él nos vio y
nos amó; nos entregó a su Hijo. Nosotros amamos a Dios sin haberlo
visto. Surge aquí una inconsistencia: ¿Cómo es que amamos a Dios
si no lo hemos visto? Nuestro amor se queda en el terreno de la
especulación, puesto que lo verificable es que no lo obedecemos. De
amarlo lo obedeceríamos amando lo que sí vemos. De Dios hemos
visto su amor desplegado en la entrega de Cristo. Esa entrega por
nosotros significa un mandato de amor: amor al hermano. El amor
es reactivo y verificable. Amar no es una carga. El amor cristiano es
un amor a Dios que pasa necesariamente por el prójimo, que es la
verificación de que el evangelio de Cristo ha encontrado asiento en
el creyente. Esta dimensión del amor no es opcional en el
discipulado. ¿A quién profesamos el amor a Dios? Dios requiere
nombre y apellidos.
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Viernes 11 de enero de 2019


Teodosio (529)

1Jn 5,5-13: El espíritu, el agua y la sangre


Salmo 147: Glorifica al Señor, Jerusalén
Lc 5,12-16: Enseguida le dejó la lepra

L a vida del cristiano se entiende como una batalla contra el


mundo. En este caso, “mundo” es lo contrario a Dios, y se entiende
como una situación humana caótica, regida por la injusticia; ese
medio rodea al cristiano y lo acosa constantemente, por lo que la
guerra es inevitable, pues el pecado es incompatible con Dios; el
creyente mantiene su decisión de fe en un medio adverso. Esto es lo
que transpira la lectura de Juan. La palabra nos entrega el
instrumento para vencer al mundo: la fe en la venida del Hijo en
agua y sangre. Estas expresiones se entienden referidas a lo que
Jesús ha realizado en favor nuestro, certificadas por el Espíritu de
Dios. La humanidad de Jesús es salvífica por lo acontecido en ella y
por ella. Con cierta facilidad la humanidad de Jesús queda diluida en
su divinidad, y esto impide vencer al mundo. La victoria de Dios
sobre la muerte y el pecado es nuestra por la fe en Cristo Jesús.
Esta es la fuerza que hace del cristiano un vencedor.
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Sábado 12 de enero de 2019


Arcadio, mártir (304)

1Jn 5,14-21: Dios nos escuchará


Salmo 149: El Señor ama a su pueblo
Jn 3,22-30: El amigo se alegra con la voz del esposo

L a relación con Dios es la columna que sostiene el concierto de


las relaciones del creyente. En términos de San Juan, Dios es padre,
y nos relacionamos con él en términos de filiación, como era usual
en las familias de la época. Entre las relaciones primarias de la
familia de los hijos de Dios, está la que sostenemos entre los
hermanos. Una línea de la lectura de hoy empuja en esa dirección.
Cuidar del hermano. Un hermano en desgracia socaba el bienestar
familiar. Por eso, es necesaria una preocupación por el bienestar de
la familia entera. La afirmación de la libertad individual en nuestro
medio ha acarreado una despreocupación por el bien colectivo o
común. También lo contrario tiene constatación; se viola el derecho
a la privacidad, en aras a la seguridad nacional, pero también en
grupos y asociaciones religiosas. San Juan alienta no el espionaje
sino la solidaridad fraterna en la oración. ¿Por quién oramos?
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