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FUNDACIÓN UNIVERSITARIA CLARETIANA FUCLA

PORTAFOLIO No.1

“IGLESIA, GUERRAS CIVILES Y PARTIDOS POLÍTICOS: TRES PROBLEMAS


CENTRALES DE LA HISTORIA DE COLOMBIA EN EL SIGLO XIX”

REALIZADO POR: GABRIEL MOLINA VIDES C.C.8.764.233

PRESENTADO AL TUTOR:

CARLOS MARIO OSORIO AGUDELO

CURSO:

HISTORIA DE COLOMBIA SIGLOS XIX Y XX

Medellín, julio 31 de 2014


“IGLESIA, GUERRAS CIVILES Y PARTIDOS POLÍTICOS: TRES PROBLEMAS
CENTRALES DE LA HISTORIA DE COLOMBIAEN EL SIGLO XIX”

La configuración actual de Colombia se dio durante el siglo XIX, que fue un siglo de
muchos problemas, contradicciones, enfrentamientos de tipos ideológicos, político,
social, económicos, militar y religiosos; por eso, es necesario que a partir los
aportes de éste análisis se pueda contextualizar el escenario de nuestro país en el
siglo XIX y comprender como incidió en la situación actual del mismo.

La problemática inicial a desarrollar es el de concebir concepto de Nación y la


formación de éste en las élites criollas del siglo XIX, a partir de lo cual se desarrollan
una serie de temáticas de carácter económico, social, político que giran en torno a
coyunturas de tipo religioso y étnico-racial, lo que hace muy interesante este
análisis.

No se pretende hacer un recuento sistemático de hechos y datos históricos del siglo


XIX, Sino tratar de articular una reflexión en cuanto a los problemas planteados en
él título, tomando como referentes, algunas situaciones del respectivo momento
histórico.

La sociedad, economía y educación colombiana en el siglo de la consolidación


nacional presenta diversas etapas, problemas, intereses de los grupos sociales,
etc., que van a determinar la dinámica histórica de Colombia.

En la Colombia de la segunda mitad del siglo XIX, la progresiva constitución de un


Estado-nación va acompañada de un creciente fenómeno de referencia a las
naciones de Europa occidental, que se afirman como fuentes esenciales de
inspiración del debate público. La obra política de la Independencia y de los
primeros decenios de la República había dejado incompleta la labor de construcción
del Estado-nación, y los ejemplos tomados de las experiencias europeas iban a
asumir un papel considerable en el conflictivo debate sobre las modalidades de esa
construcción nacional. En el XIX se produjeron alrededor de 70 guerras civiles como
consecuencia al vacío de poder que se produjo después del triunfo de la Guerra de
Independencia. Nueve de las guerras civiles tuvieron un carácter verdaderamente
nacional.

En el siglo XIX se fortaleció en Hispanoamérica el nacionalismo regionalista como


una constante histórica en la consolidación de los Estados. En el área de la Gran
Colombia, después de su desintegración definitiva en 1830, surgieron los Estados
Nacionales de Nueva Granada, Venezuela y Ecuador.

En la Consolidación Nacional de Colombia en el siglo XIX hubo diversas tendencias


político-administrativas, que hicieron prevalecer en unas etapas el Centralismo
Político y en otras el Federalismo.

Desde el siglo XVIII se fueron delineando en Colombia, y en general en


Hispanoamérica, dos mentalidades: la tradicionalista y la liberal. Estas determinaron
las actitudes, ideas y sentimientos de los grupos que formaron los dos partidos
políticos más importantes de Colombia desde el siglo XIX: El Partido Conservador
y el Partido Liberal.

En la Primera República o Patria Boba se enfrentaron centralistas con sus


planteamientos para la organización político-administrativa de la Nueva Granada.
Después de la Independencia se presentaron partidos personalistas o caudillistas,
alrededor de las divergencias entre Bolívar y Santander; fueron los bolivarianos y
los santandereanos quienes se enfrentaron en los últimos años de la Gran
Colombia. En la Nueva Granada, se formaron dos grupos parlamentarios: los
ministeriales o casacas y los antiministeriales o liberales.

PARTIDOS POLÍTICOS

Los partidos políticos Conservador y Liberal surgieron propiamente en los mediados


del siglo XIX, cuando la situación de la nación presentaba muchos problemas
sociales, y en diversos lugares del país se fundaban las "sociedades democráticas",
con la participación decisiva de los artesanos. En el siglo XIX, el Liberalismo planteó
su interés en aumentar y difundir al máximo el bienestar humano, e inculcar en las
gentes un gran respeto por la libertad de los ciudadanos. Los Liberales defendieron
la separación entre la Iglesia y el Estado, defendieron las libertades de religión,
expresión e imprenta; y en general, las garantías para el cumplimiento de los
derechos humanos.

Los conservadores colombianos consideran que los cambios en la sociedad se


presentaron por reformas y evolución, no en forma de anquilosamiento estático, sino
de empuje vital, conservando las permanencias que llevan al progreso de la
sociedad, eliminando las contingencias que se oponen al desarrollo y absorbiendo
los cambios fundamentales en las ideas y nuevas estructuras que llevan al progreso
y bienestar de la colectividad. Como consecuencia del caudillismo y del
gamonalismo en el siglo XIX, los partidos políticos se formaron alrededor de los
jefes y de los grupos políticos, que tenían gran influencia en los días de elecciones.
Estas eran frecuentes; en efecto, Colombia figura entre los países que más
elecciones realizó en el siglo XIX en Hispanoamérica. Los partidos políticos en el
siglo XIX presentan tendencias al fraccionamiento en pequeños subgrupos,
alrededor de los intereses de los caudillos nacionales o regionales. A finales del
siglo XIX, el hombre colombiano nacía vinculado por tradición familiar a uno de los
partidos políticos: al conservador o al liberal, circunstancia que llevó a la
ideologización política de los colombianos. El fanatismo se recrudeció en los años
de transición entre los siglos XIX y XX, cuando los colombianos se enfrentaron en
la Guerra de los Mil Días, que fue el enfrentamiento de dos repúblicas políticas la
conservadora y la liberal y de dos estilos de vida y de pensamiento, que aún hoy
día, a pesar de la presencia de terceros partido, se siente su fuerza.

LA IGLESIA
Durante el siglo XIX y hasta la mitad del siglo XX la Iglesia se alineó con el Partido
Conservador para enfrentarse y resistir a las intenciones modernizantes del partido
liberal. A mediados del XIX, desde el púlpito los clérigos hicieron política en contra
del partido liberal al poder y de los cambios que quería implementar en torno a la
laicización del Estado, la reducción de los derechos de la Iglesia, la reforma
educativa y la implementación del matrimonio civil y el divorcio. Así, desde inicios
de la república “el problema religioso se convirtió en la frontera política entre
liberales y conservadores” y la educación y la familia se establecieron como
ámbitos de la vida social monopolizados por la Iglesia. Con el ascenso al poder de
los conservadores en la Regeneración, la Iglesia participó activamente en la
redacción de la Constitución de 1886. En ella quedaron claros los vínculos entre la
Iglesia y el Estado, que serían reforzados con la firma del Concordato entre
Colombia y el Vaticano en 1887. Durante este periodo la Iglesia se erigió como el
elemento de cohesión nacional, con el Dios católico como “fuente de toda
autoridad” –tal como dice el preámbulo de la Constitución-. La Constitución y el
Concordato eliminaron el matrimonio civil y el divorcio, devolvieron el control de la
educación a la Iglesia y, en conclusión, reversaron “todas las medidas anticlericales
y las leyes consideradas contrarias con la moral católica”. Aunque la constitución
de 1991 aminoró los poderes de la Iglesia, aun evidenciamos su poder en muchas
situaciones de orden político, social y económico.

GUERRAS CIVILES DURANTE EL SIGLO XIX


Las guerras civiles desarrolladas en la época del siglo XIX no fueron solo
enfrentamientos cruentos y violentos que dejaron a su paso destrucción; las guerras
también influyeron esferas de la vida social, estuvieron relacionadas con los
contextos sociopolíticos regionales, locales y nacionales y motivadas con las
relaciones de poder y dominio; esto quiere decir que sus dramáticas y sus
gramáticas se desplegaron hacia sectores, actividades y territorios que en principio
no tenían relación con el conflicto armado, pero que terminaban articulándose con
él. Si las guerras civiles no se encasillaron en lo estrictamente militar, lo que nos
hace pensar que tenían un innegable perfil político, que constituían una manera de
hacer política y de entender la política, cuyo referente era el Estado, pero que lo
trascendían, proyectándose toda la hostilidad manifiesta en el conjunto de la
sociedad. Las guerras civiles eran, ante todo guerras entre ciudadanos; [guerras
públicas, por el control efectivo del territorio, por el orden justo, por la generalización
y ampliación de las figuras de la modernidad política: el ciudadano y el soberano;
luchas cruentas y violentas por el control de los grandes monopolios estatales: el de
la violencia legítima, el de los impuestos, el del control administrativo y el de la
definición moral y cultural del cuerpo político sobre el que debía descansar la
legitimidad buscada.

Si las guerras civiles del siglo XIX no eran guerras mudas; por el contrario, eran
también guerras con palabras, con relatos y narraciones; con lenguajes políticos, o
en otros términos, guerras acompañadas de retóricas, poéticas dirigidas a públicos
diversos con el propósito de convencerlos o conmoverlos para que actuasen en
consecuencia, podríamos decir que era un estilo de vida, hasta tal punto que
surgieron las industrias para la guerra, uniformes, armamento, medios de
transporte, etc., muchos se beneficiaron de ellas.
Lo que sería necesario afirmar es que las iniciativas políticas para evitar, suspender
o terminar la guerra, fueron tan abundantes y tan plurales como las batallas, las
tomas de poblaciones o los encuentros armados en los caminos; que acompañados
con los lenguajes políticos de "los agravios", "la sangre derramada", "la tiranía" y "la
conspiración", surgieron también las expresiones del "perdón y el olvido", "la
clemencia" y "la reconciliación" y que si bien Colombia puede mirarse como un país
en guerra permanente, también sería preciso recordar que es quizá el país de
América Latina con una más larga y más continua experiencia de negociación,
acuerdos políticos, discursos pacifistas e instrumentos jurídicos para la superación
de los conflictos armados. Y en la actualidad se siguen presentando, pero todos
estos problemas del siglo XIX aún inciden en nuestro país y podrán seguir por
muchos años, mientras no logremos conseguir la unidad por medio de la verdadera
identidad nacional.

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