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En Lacan la noción de sujeto va teniendo varios sentidos a lo largo de su obra.

En “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano” (1960), al volvérsele
evidente que algo del goce no puede ser reducido por el significante, es que amplía su concepción
de sujeto de la palabra para reformularla hacia el sujeto de la discontinuidad, visible en el corte de
la cadena significante. Lo que Lacan llamara el sujeto en la discontinuidad, es lo que se presenta
como falta de un significante, o de significante en menos. La discontinuidad de la cadena
significante es el sujeto mismo, y la intervención del analista, es lo que permite extraer al sujeto de
ser representado por el significante. En si mismo el sujeto es el borramiento del significante, un
trazo que incluye lo que no hay, equivalente a un conjunto vacío, lo irreductible.

Lacan nota que es precisamente allí, en esos cortes, donde se juega tanto la estructura del
inconsciente como la estructura del sujeto. “El corte de la cadena significante es el único que
verifica la estructura del sujeto como discontinuidad en lo Real” (p. 771). Siendo el sujeto de
naturaleza simbólica, es necesario un articulador que posibilite su anudamiento a lo Real. Ese
articulador es la intervención del analista. El discurso del sujeto de la palabra- falso discurso-
comienza a vaciarse de palabra; es en los huecos del sentido, entre un significante y otro, y en las
formaciones del inconsciente, donde el analista encuentra la via para dicha articulación y producir
una nueva significación.

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