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Nuestra nación ha sido poblada por pioneros, y tiene por lo tanto más energía, más espíritu de empresa,
más poder expansivo que :t¡). mnguna otra. Theodore Roosevelt, 1901
La reconciliación entre hermanos enemistados, lo hemos visto, no fue ni fácil ni automática. Sin
em~argo, la crónica de la posguerra, salvo el "desgraciado" paréntesis de la Reconstrucción, se centra en
la "gran nación" que se consolidó "de mar brillante a mar brillante", como rezaba una canción popular
de finales del siglo x1x. Su economía crecía a un ritmo casi alucinante. La conquista de la frontera por
audaces pioneros se describía, lo hemos visto, como una experiencia particularmente estadounidense:
el Oeste era el lugar en donde se forjaban la democracia y la identidad "americana". Esta última era tan
poderosa que transformó a los millones de inmigrantes que hicieron de "América" un "crisol" (melting
pot) de nacionalidades y culturas. Al calor de las oportunidades y de una contagiosa ética del trabajo
desaparecieron las diferencias de origen, raza y clase. Por otra parte, se trata de un periodo bisagra
durante el cual la posición de Estados Unidos en el escenario internacional cambió profundamente. Para
fines del periodo la energía que desde la fundación de la nación había impulsado la formación de un
imperio continental se desbordó allende las fronteras. Estados Unidos se convirtió en la potencia
hegemónica en el hemisferio occidental,
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EL GIGANTE INDUSTRIAL
Desde 'el siglo xvm la economía estadounidense se caracterizó por su dinamismo. El crecimiento
demográfico, el comercio y la expansión territorial intensificaron esta energía a lo largo de la primera
mitad del siglo XIX. Después de la Guerra Civil, al destrabarse la parálisis legislativa que había
obstaculizado el movimiento hacia el Oeste, se amplió la frontera agrícola: se cµltivaron más y mejores
tierras, se mecanizó la producción y se revolucionaron el transporte y la comercialización de los
productos de la tierra. La productividad del campo creció de manera exponencial: la producción de maíz,
por ejemplo, se duplicó entre 1865 y 1876. Estados Unidos se convirtió en el primer productor agrícola
del mundo. Sin embargo, la agricultura, que en 1839 representaba el 70% de la producción total del
país, para principios del siglo xx se había reducido a poco más del 30%. Estas cifras resumen lo que fue
quizá la transformación más trascendental y portentosa del periodo: a la par de los profundos cambios
que se daban en el campo, Estados Unidos se convirtió en la potencia industrial más importante del
mundo. Si en 1865 importaba una fracción importante de su capital y mano de obra, para vísperas de la
primera Guerra Mundial su producción manufacturera -casi 36% de la producción mundialrebasaba la
de Alemania y Gran Bretaña juntas (15. 7% y 14%, respectivamente).
tercambio de papel que se llevaba a cabo en la Lonja rebasaba con mucho aquellas transacciones que
tenían que ver con la recepción y entrega de cargamentos de maíz, trigo o sorgo. Los cereales, uno de
los productos básicos más antiguos, importantes y conocidos de la humanidad, se convertían en una
abstracción financiera, en una unidad de valor y en objeto de especulación, parte del "mundo simbólico
del capital". Pasó algo similar con la carne. Antes de 1870 dominaba el mercado el puerco -que se
prestaba más que la res a ser salado o ahumado-, proveniente de plantas empacadoras que no
funcionaban sino en inverno, cuando podía preservarse la carne. El ganado vacuno tenía que
transportarse, vivo, a las ciudades de la costa Este, lo cual era complicado y costoso. A partir de la
década de 1880 se hizo posible transportar a los animales, destazados en cortes estándar, en vagones
refrigerados. El precio accesible de la "carne preparada, estilo Chicago" permitió que llegara a casi todas
las mesas estadounidenses. La res, el puerco y el pollo se transformaron entonces de mercancía
perecedera en alimento cotidiano, además de unidad de medida y objeto de venta de "futuros". El
rastro de Chicago se convirtió en el espacio emblemático de la "segunda ciudad" americana: cubría 100
acres y era capaz de acoger al mismo tiempo 21 000 cabezas de res, 75 000 puercos, 22 000 ovejas y 200
caballos. Para alojar, alimentar y entretener a los vaqueros y comerciantes que lo visitaban tenía hotel,
restaurant, cantina y peluquería. A la sombra del rastro crecieron todo tipo de industrias relacionadas,
que aprovechaban cada parte del animal, desde las salchichas alemanas de Osear Mayer hasta fábricas
de margarina, cepillos y pegamento. Frente a la gran diversidad de actividades que se desarrollaron en
torno a la industria de la carne se impuso la centralización de las tareas administrativas. Cuatro
compañías controlaban el 90% de la producción, procesaban más de un millón de puercos al año y parte
importante de la res que se consumía en todo el país. La más básica de las actividades humanas,
alimentarse, se había convertido en un negocio gigantesco, complejo, sofisticado y tecnificado.