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TERAPIA COGNITIVA DE

LOS TRASTORNOS DE
PERSONALIDAD

Aaron T. Beck
Arthur Freeman
Y otros

Versión digital: juanchito


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acerca de las historias de estos individuos. Un tratamiento teórico global de la etiología del TPP
también debería explicar la incidencia inusualmente alta de trastornos del "espectro esquizofrénico"
entre los parientes de los individuos con diagnóstico de TPP (Kendler y Gruenberg, 1982) detectada
en algunos estudios. Esos resultados plantean la posibilidad de un factor genético en la etiología del
trastorno, pero aún no se han comprendido los mecanismos a través de los cuales podría
establecerse ese nexo.

ENFOQUES DE TRATAMIENTO
Sobre la base de su modelo de computadora, Colby y sus colaboradores (Colby y otros, 1979)
sostienen que podría ser más eficaz utilizar intervenciones centradas en: (1) cuestionar la creencia
del cliente de que él es inadecuado o insuficiente, (2) limitar el alcance de los acontecimientos
aceptados como prueba de inadecuación, y (3) contrarrestar las atribuciones externas del cliente
acerca de la fuente de su malestar. Estos autores sostienen que cuestionar directamente las
sospechas y manifestaciones es tan ineficaz como difícil, porque incide muy poco en los factores
que producen el trastorno. Debe quedar en claro que lo que ellos dicen se basa exclusivamente en la
simulación con computadora, y no ha sido validado en términos clínicos. Lamentablemente, como
el cliente simulado en el modelo de Colby no satisface los criterios del DSM-III-R para el TPP, no
se ve bien en qué medida la intervención recomendada podría aplicarse a este trastorno.
Turkat y sus colaboradores no han realizado recomendaciones generales sobre el tratamiento del
TPP, pero presentan algunas discusiones detalladas sobre clientes con este trastorno (Turkat, 1985,
1986, 1987; Turkat y Maisto, 1985). Desde luego, el ejemplo que ilustra el tratamiento con más
detalles es el caso, que aparece en Turkat y Maisto (1985), del Señor E. Los problemas de este
cliente fueron conceptualizados como provenientes de su hipersensibilidad a las evaluaciones que
los otros tenían de él, con carencia de las habilidades sociales necesarias para hacerse aceptar por
ellos. Se consideró que ello generaba un ciclo autoalimentado en el que el paciente se preocupaba
por las opiniones de los demás y trataba de obtener aprobación y evitar desaprobación, pero lo hacía
de un modo que suscitaba críticas. En respuesta a esas críticas, el Señor E. se replegaba y rumiaba
sobre el mal trato que presuntamente le deparaban. Sus cogniciones sobre la persecución de que era
objeto fueron vistas como racionalizaciones y rumiaciones en respuesta a sus fracasos recurrentes.
Sobre la base de esta conceptualización, Turkat y Maisto (1985) escogieron intervenciones
centradas en reducir la ansiedad del cliente acerca de la evaluación por parte de otros, y en mejorar
sus habilidades sociales; se consideró que esto era lo más apropiado, y sólo se prestó una atención
limitada al estilo paranoide de pensamiento. Si bien el tratamiento había terminado en el momento
de la publicación, los autores informan que al cabo de siete meses de sesiones terapéuticas dos
veces por semana, se había logrado un considerable progreso.
La concepción del TPP presentada en este capítulo propone un enfoque del tratamiento un tanto
distinto de los propugnados por Colby y Turkat. A primera vista, nuestra conceptualización
parecería proporcionar pocas oportunidades para la intervención eficaz. Un objetivo sería modificar
los supuestos básicos del individuo, puesto que constituyen las bases del trastorno. Pero ¿cómo se
podrían cuestionar eficazmente estos supuestos, cuando la vigilancia y el punto de vista paranoide
del cliente producen constantemente experiencias que los confirman? Si fuera posible lograr que el
cliente relajara su vigilancia y su posición defensiva, esto simplificaría la tarea de modificar sus
supuestos. ¿Cómo puede el terapeuta esperar inducir al cliente a relajar la vigilancia, o a tratar
mejor a los demás, mientras ese cliente esté convencido de que los demás tienen malas intenciones?
Si estos dos ciclos que se autoalimentan constituyeran la totalidad del modelo cognitivo, habría
pocas perspectivas de llegar a una intervención cognitivo-conductual eficaz. Pero el sentido de
propia capacidad del cliente también desempeña un papel importante en el modelo.
La intensa vigilancia y defensividad del paranoide resultan de la creencia de que la posición
defensiva y la vigilancia constantes son necesarias para preservar su seguridad. Si fuera posible
acrecentar el sentimiento de capacidad del cliente para enfrentarse a situaciones problemáticas, al

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