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Para continuar con el trabajo se hará un análisis de las notas de campo donde se
expondrán algunas violencias institucionales que repercuten e inciden en el actuar de
los y las estudiantes, con esto quiero decir, que pese a que el trabajo este enfocado
principalmente en el estudio o identificación de la construcción de la/s identidad/es
juvenil/es en el espacio escolar, también quedarán en evidencia la reproducción e
imitación de las violencias como forma natural de relacionarse con el entorno social,
en este caso en específico, como esta naturalidad se despliega en el espacio educativo.
Y se concluirá con algunas ideas y propuestas que hagan frente a algunos de los
aspectos generales sobre lo investigado, que tengan coherencia con la cultura escolar
y la/s identidad/es juvenil/es del Liceo Cervantes.
Antecedentes generales del Liceo
Siendo las 13:30, se encuentran saliendo de clase los y las estudiantes de la jornada de
la mañana y entrando las de la tarde.
Hay cerca de 40 estudiantes en el hall central, se repite casi con exactitud las
dinámicas del día anterior, grupos de jóvenes esperando sus turnos para jugar
ping-pong. A diferencia que en esta ocasión el encargado de convivencia
escolar sale del baño con un estudiante que es sorprendido fumando
marihuana en el baño, se dirige a “entregarlo” a la inspectora general.
El estudiante que tiene los ojos rojos, se niega y dice “sale pa’ lla, no hay mano”,
intenta negarse a dar la cara e intenta retirarse, sin embargo, las autoridades
insisten en que afronte la situación y que le citaran el apoderado.
Mientras doy vueltas por el liceo en los pasillos donde están las salas, se ve un
chiquillo con cara de afligido buscando en los basureros, observando detrás de
unos estantes que parecen nuevos, entra y sale de dos salas en dos
oportunidades. Le pregunto que busca, y responde “Me escondieron la mochila.
Estos envaraos’ culiaos, es segundo día que me la hacen”, se aleja buscando la
mochila en otras salas y se va hacia el hall central.
Antes de que los estudiantes ingresen a sus salas, la profesora de educación
física se dirige junto a un “estudiante X” hacia el hall central donde se
encuentra el encargado de convivencia escolar. La profesora muestra el
evidente estado mojado del uniforme escolar del estudiante X y ambos retan al
estudiante, prontamente aparecen dos chicas más que se introducen en la
discusión que se estaba generando, una de ellas se encuentra igual de mojada
que el estudiante X, y se va sin terminar la discusión. La profesora la llama en
reiteradas ocasiones, sin embargo, ella se retira de todos modos en dirección al
patio 2.
Respecto al estudiante 1 es advertido “te cambias ropa o te vas suspendido,
tienes esa opción”, el estudiante no responde nada y se va al baño.
Tres minutos después la misma profesora de educación física se encuentra
discutiendo con otra estudiante, pero esta vez a solas y en una posición mucho
más cercana corporalmente.
Cuando son cerca de las 3:00 un profesor se encuentra parado en la puerta de
la sala y sus estudiantes conversando fuera de la sala. Y se genera la siguiente
discusión:
- Inspectora: “¿Y? ¿a qué hora van a entrar los chicos a su clase? ¿Les hace
clases o no?”
-Profesor: “Lo mismo me pregunto yo, cuando USTED hará que los estudiantes
entren a la sala”
- Inspectora: “Ese no es mi trabajo, ellos saben que tienen que entrar a clases”
- El profesor en un tono bastante molesto responde: “No puede depositar la
responsabilidad de entrar a clases en menores de edad, y me gustaría saber
entonces cuál es su trabajo en este colegio si no es controlar y mantener a los
estudiantes en la sala. Si le molesta realizar su trabajo tendré que conversar
con la inspectora Juana (inspectora general de la mañana que ese día se
encontraba cubriendo un reemplazo).
-La inspectora con una postura “chora” con la mano en la cintura responde:
“Anda po’ si queri te acompaño”
Mientras esta discusión se llevaba a cabo los y las estudiantes se encontraban
expectantes a lo que sucedía, se mostraban sorprendidos, pero al mismo
tiempo hacían sonidos como “UUUH!!”, “Y QUÉ DICE EL OTRO”, “YA, PEGALE EL
CHARCHAZO LUEGO WUM”, lo que causaba aún más tensión entre la
funcionaria y el docente del liceo.
Los estudiantes entran a la sala, la inspectora se fue a supervisar al patio y el
profesor se dirigió a hablar con la inspectora general.
Análisis de la información
Como mencionaba en los aspectos generales del liceo, el universo estudiantil que
constituye parte de la comunidad del Liceo Cervantes, proviene en su mayoría de los
sectores populares no sólo chilena, sino que también extranjera. En este contexto es
importante entender que, la autoridad simbólica tradicional expresada en sus núcleos
familiares podría verse distorsionados frente a posibles variantes propias y
características de las clases populares, como la degradación de la familia tradicional,
la ausencia de una figura paterno-filial, etc.
Durante el primer y segundo día de observación logré evidenciar dos aspectos que
deja en evidencia distintos tipos de violencias que se generan en distintas direcciones,
por un lado, violencia relacionada con el lenguaje que utilizan los/las estudiantes
entre ellos/as, y en segundo lugar la violencia que viene desde el sujeto adulto que
tiene un rol de autoridad en el espacio escolar que se ejerce contra los y las
estudiantes, e incluso entre ellos/as mismos como docentes y funcionarios/as.
Podemos ver inspectoras que traspasan el límite de lo verbal, y por ejemplo, cuando
quita de las manos de forma agresiva las paletas de ping-pong para que los y las
estudiantes hagan ingreso inmediato a las salas de clases, incluso sabiendo que esto
no sería inmediato. El habitus de mantener al estudiante dentro de la sala es parte de
la cultura hegemónica que se reproduce en la estructura social y en la escuela,
normaliza e intenta acostumbrar al trabajo en espacios reducidos, encerrados, etc.
Por otro lado, se presenta la violencia mediante el lenguaje que ejercen los y las
estudiantes entre sí, en este sentido podemos ver que la violencia también es una
acción legitima desde la institucionalidad, los estudiantes ven en su día a día como
docentes y funcionarios tienen malos tratos entre ellos/as, dan cuenta de las
enemistades que existen entre los y las docentes, en este sentido pueden naturalizar
con facilidad aquello que no debiese ser natural en un espacio educativo que apuesta
por una convivencia sana libre de todas las violencias, “Bordieu insiste en el hecho de
que toda acción pedagógica es al mismo tiempo imposición de una cultura arbitraria”
(Duschatzky, 2008), en este sentido, podemos afirmar que la cultura que se trasmite y
naturaliza es una cultura autoritaria y desesperanzadora frente a los y las estudiantes.
En conclusión:
¿La escuela reproduce en sus relaciones sociales la violencia que dice rechazar?
Probablemente suponen que los y las estudiantes no dan cuenta que se les
estigmatiza, se les etiqueta en categorías que nos disminuye. Les quitan su calidad de
sujetos/as pensantes que dan cuenta de lo evidente del espacio educativo donde
pasan mayor parte de su tiempo.