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Asimismo, la investigación de obras del mundo antiguo provoca la aparición
de una serie de dificultades entorno a la legitimidad y, sobretodo, la veracidad
de los relatos que se han hallado. En el caso puntual del autor analizado, se
aprecia que el rol fundamental de Aristóteles a lo largo de su vida fue el de
filosofar. La actividad filosófica, en tanto disciplina rigurosa y especulativa que
reflexiona y problematiza constantemente sobre la realidad, carece de la
cientificidad que exigen los análisis historiográficos. De igual manera, en el
capítulo estudiado de Política se ve como autor parafrasea a colegas del
ámbito filosófico como Sócrates y Platón. Sin embargo, en esta crítica
problematizadora aparece una disyuntiva: las proposiciones tentativas
esbozadas por el autor son contrastadas con la realidad fáctica.
Constantemente Aristóteles da cuenta de cierta evidencia empírica (del pasado
histórico) que prueben sus argumentaciones. La siguiente cita evidencia esta
cuestión: “(…) muchas veces, sin darnos cuenta, ocurre una gran
transformación de las leyes por descuidar detalles sin importancia; como en
Ambracia, donde pequeña era la renta exigida (…)”. 1Esta dificultad ilustra con
precisión la complejidad epistemológica que surge del examen que se le hace a
la obra de este autor.
1
ARISOTETELES: Política, Ed.Altaya, p.191
2
AA.VV: La nueva historia, Ed. Mensajero, p. 53
2
humanos que se expresaban en relaciones de amo-esclavo. Su influencia ha
alcanzado la filosofía moderna, por ejemplo, la relación dialéctica entre el amo-
esclavo en el pensamiento hegeliano. Esta asimetría entre los seres humanos
se expresa en el ámbito político cuya primera forma de organización la
constituye la familia, como expresión organizacional en pos del bien común y
generalizado. Justamente, la organización política, según Aristóteles, remite a
un fin anhelado que es el alcanzar el bien común. Para alcanzar este proceso,
luego del gregarismo familiar, le sigue: “El primer resultado comunitario de
varias familias unidas no ya por las necesidades cotidianas, es la aldea” 3 A
esta perspectiva evolutiva, le sigue la conformación de la polis. Con suma
claridad, Aristóteles expresa: “La comunidad perfecta de varias aldeas es la
polis, que tiene (…) el más alto grado de autarquía: se forma para vivir y existe
para vivir bien”4 Esta conformación estructural no sería posible sin las
facultades racionales del hombre, entendido como un animal político. En este
panorama, quien no se ajusta al paradigma social de la polis es considerado
inferior. Toda esta estructuración se da en un plano natural y, es por ello que
Aristóteles lo justifica y naturaliza. Indeleble en el pensamiento occidental ha
quedado fijada esta cuestión: cuando las disciplinas socioantropológicas
analizan pueblos nómades de Asia, África, Oceanía o algunos lados de
América del Sur, usualmente tienden a etiquetar a estos pueblos como
“primitivos” debido a su falta de organización política o, mejor dicho, la
ausencia de una organización política que se asemeje al Estado Nación de
Occidente. Esto da cuenta de la escisión entre sociedades producto de la
actividad política. Sin dudas, esto genera otro problema de investigación ya que
niega la posibilidad de realizar un análisis más minucioso de aquellos pueblos
orientales considerados “inferiores”. El hecho de que quede naturalizada una
asimetría entre los distintos grupos humanos y que ciencias, como la
antropología (especialmente la evolutiva del siglo XIX), hayan contribuido a
esto ejemplifica una forma de negar la condición humana del otro, y caer en
una postura facilista que se resiste a indagar sobre las características de estos
3
ARISTOTELES: Politica, Ed. Mensajero, p.134
4
(Op.Cit.p.137)
3
pueblos. Esta resistencia al estudio minucioso de las estructuras sociopolíticas
de algunos de estos pueblos debido a su condición de inferioridad descansa en
un sustrato filosófico aristotélico, además de postura como el evolucionismo y
el darwinismo social. Este problema acota las posibilidades investigativas de la
ciencia actual ya que genera un prejuicio.
Antes de continuar con el análisis del material del autor griego, vale la pena
aclarar parte de su vocabulario político. Como se mencionaba previamente, el
filósofo escindía entre formas puras e impuras del gobierno. Entre las primeras
se halla la aristocracia, entendida como el “gobierno de los mejores”, donde
una minoría privilegiada e intelectual gobierna en función del bienestar general.
La problemática que surge en este planteo es el reflexionar sobre quiénes son
“los mejores”. Se entiende por los “mejores”, o áristoi, a las clases más
elevadas de la sociedad, de buena familia y educación, además de poseer una
riqueza moral e intelectual superior a la de la sociedad en general. Aristóteles,
en su planteo dicotómico, establece que la deformación (la degeneración) de
esta praxis política es la oligarquía, “(…), es decir aquella forma de gobierno
que Aristóteles considera como una desviación de la aristocracia, porque en la
oligarquía los pocos gobiernan en el interés de los ricos y no de la comunidad,
como ocurre justamente en la aristocracia (…)”. 5 Es palpable la influencia del
pensamiento aristotélico en la actualidad debido a que el término “oligarquía”
es frecuentemente utilizado de forma peyorativa. El nacimiento de esta
cuestión fue gestada por el filósofo ateniense que distinguía a los oligarcas
como un grupo cerrado, privilegiado y elitista que buscan mantenerse en el
poder y satisfacer sus deseos de privilegio.
5
BOBBIO, Norberto, MATTEUCCI, Nicola, PASQUINO, Gianfranco: Diccionario de
política, Siglo veintiuno editores, p.83
4
Justamente, el espíritu democrático está teñido de un ideal de igualdad y de
participación colectiva en la construcción del poder. La demagogia se gesta en
el ámbito democrático cuando:
6
(Op.Cit.p440)
7
(Op.Cit.p.496)
5
Retomando el análisis del capítulo V de Política, se mencionaba que la
crítica que se le hace al planteo aristotélico es su radiografía política basada en
dicotomías de sistemas antitéticos. La posibilidad de realizar un análisis bipolar
de los hechos empíricos no resulta una garantía epistemológica fiable y
estable. Por el contrario, supone un cierto extremismo que ignora la
multiplicidad de coyunturas que se pierden cuando se estudian fenómenos
sociales a partir de planteos disyuntivos. Se mencionaba también que, a pesar
de que el autor posee una clara reflexión filosófica sobre sus asuntos, otorga
evidencia empírica a sus afirmaciones. Esto da cuenta de cierta pretensión,
dicho de alguna manera, “científica”. Esto ilustra una difícil complejidad porque
también puede llevar a pecar en una mirada presentista. Esto significa que se
puede caer en una falacia que conste de analizar los hechos del pasado a
través de los valores que rigen al presente. Esto puede desencadenar
prejuicios y lecturas algo distorsionadas. De igual manera, como enumeran
autores adentrados en el tema (como Finley), las problemáticas metodológicas
entorno al estudio de la historia antigua también aparecen en Aristóteles. A
pesar de que el autor brinda claras referencias fácticas a sucesos del pasado,
debe tenerse en cuenta cuánto de esas referencias que le llegaron al autor son
verdaderas. Todo esto da como resultado que la problemática de investigación
histórica que plantea el análisis de la fuente aristotélica no sólo tiene que ver
con su mirada dicotómica de la política, sino que también de la veracidad
empírica de sus referencias y de su abordaje de la realidad siendo que, a pesar
de gestar un pensamiento racional, obviamente que los criterios de cientificidad
de la Grecia Clasica (si es que pueden llamarse científicos) son incompatibles
con los del mundo occidental del siglo XXI.
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uno de los pilares que rigen su capítulo V de su obra culmine es el elemento
del cambio histórico y político. El filósofo advierte “(…) los cambios se originan
de dos maneras: unas veces, en contra del sistema, para implementar otro en
lugar del establecido (…) otras veces, no es en contra del sistema establecido,
sino que prefieren el mismo status” 8 El factor del cambio responde a
coyunturas diversas y eclécticas. Se hallan entre ellas, algunas de tipo más
humanas (el engreimiento, el afán de lucro y el honor). Estas son de más difícil
análisis y produce un problema específico: la (gran) complejidad de estudiar un
cambio estructural solamente a partir de un factor humano basado en meros
defectos de un individuo. Surge, de esta manera, no solo una problemática,
sino que también un impedimento: ¿Cómo se puede estudiar los cambios en
los sistemas políticos a partir de vicios personales de los individuos? ¿Cómo se
comprueba empíricamente ello? ¿Cómo se indaga, si se quiere, en la
psicología de los individuos del pasado? Estas preguntas abiertas que deja el
planteo aristotélico vertebran un claro problema de investigación. Sin embargo,
el autor también da cuenta de causas de cambio que registran evidencia
fáctica. Por ejemplo:
7
Revolución Francesa provocó un quiebre en la historia de Occidente al ponerle
fin a un orden absolutista, monárquico y todavía con tintes feudales, para dar
inicio a lo que en el siglo XIX sería la adopción de un sistema de Estados
Nación, organizados en un manto capitalista. El 14 de julio de 1789, se ve
claramente cómo una revuelta social (reaccionaria ante el aumento de los
precios de los alimentos, la falta de escucha en los Estados Generales y la
Asamblea Nacional) culmina con la toma de la prisión de la Bastilla, dando
comienzo a un (lento) proceso de cambio de las estructuras sociopolíticas.
Aristóteles precisa que parte de los cambios que pueden sufrir tanto la
democracia como la oligarquía se basa en: en el caso de la primera (como se
mencionó anteriormente), la transformación en un régimen demagógico
(valiéndose del uso de la retórica y el discurso); en el caso de la segunda
puede adoptar varias formas en tanto se puede apreciar agitaciones de la
oligarquía con la masa popular coaccionada, o entre los propios oligarcas.
Asimismo, el mecanismo de cambio se puede resolver a través de la paz o de
la guerra. En el caso del primero, si el cambio se plantea por un conflicto de
intereses entre grupos, aparece una suerte de mediador, un magistrado
mediador. En el caso del segundo, la guerra es el instrumento de resolución de
un conflicto entre la oligarquía y la masa popular debido a la desconfianza
mutua. Los primeros optan por contratar soldados para ponerle fin a las
posibles insurrecciones. Aristóteles también resalta una cuestión mencionada
previamente: la dicotomía entre aristocracia-oligarquía, siendo esta última una
deformación de la primera.
8
hecho que debe ser problematizado. Por ejemplo, la distribución desigual de la
riqueza, según el autor, debe ser medida en pos de evitar el crecimiento
ilimitado de un grupo sobre otros y que esto puede llegar a producir una
revuelta y, en consecuencia, un cambio de régimen. Lo que se problematiza es
que la distribución desigual de la riqueza y de la monopolización de
propiedades y bienes, en realidad, es un hecho constantemente en la historia
del mundo occidental y, justamente, los regímenes políticos no han perseguido
la necesidad de “medir” la distribución, sino que han utilizado otros
instrumentos (en muchos casos violentos, en otros casos más latentes, como lo
puede ser la perpetuación del analfabetismo y la necesidad de una masa social
ignorante y amorfa) para coercionar a la sociedad en general y evitar
cuestionamientos a la asimetría presente, dicho en terminología marxista, en
las clases sociales.
10
(Op.Cit.p.208)
9
necesidad de “virtud y justicia” en el régimen y, a su vez, cuestiona accionares
de tipo demagógico y tiránico, ¿No es una incoherencia plantear que un buen
tirano o demagogo debe ser virtuoso y justo? ¿No es un oxímoron criticar un
régimen político, tildarlo de “degenerado”, y a su vez enumerar condiciones
necesarias para desempeñar un cargo allí, condiciones basadas en valores
como el amor al régimen, la virtud y la justicia?
11
(Op.Cit.p.211)
10
investigador de un análisis más profundo, complejo y veraz. De todos modos, el
autor entiende a la tiranía como una forma impura de la monarquía, ya que
aunque ambas cuenten con regímenes unipersonales y centralizados, las
formas de relacionarse con el poder, sus metas en sus cargos y las
condiciones intrínsecas de la manera en la que llegan, se sostienen y
monopolizan el poder, son antagónicas. Tanto la monarquía como la tiranía son
dos formas de regímenes políticos por lo tanto están dispuestos al cambio y a
la caída. El tema del cambio en la monarquía es complejo debido a que en la
historia de Grecia, la conformación de las polis monárquicas, representan un
hecho puesto en duda por muchos historiadores. Varios de ellos refutan la tesis
de un origen monárquico de las polis (rechazando la idea de Teseo como
unificador de la polis, vertebrándose como primer rey, debido a su carácter
mítico). Otros reconocen la existencia de un periodo monárquico en la polis,
aunque resaltan su corta vida. Estas nociones no son delineadas por el autor
clásico y eso dificulta un análisis riguroso de su material teórico. En el caso de
la tiranía, esta nace, como se mencionó anteriormente, en contextos de
cambio. Se implementa un régimen despótico que puede caer de dos maneras:
“(…) desde afuera: si hay algún régimen contrario más poderoso. (…). Desde
su propio seno también de una sola forma: cuando sus miembros entran en
discordia.” 12 La caída por factores duales en la tiranía no es igual que en la
monarquía. Esta última no suele caer por factores exógenos, en cambio, cae
por motivos internos: “una por las discordias entre los miembros de la realeza;
y otra forma, porque pretenden administrarla más tiránicamente (…)” 13
Uno, que los súbditos piensen poco (pues contra nadie puede conspirar el
pusilánime); en segundo lugar, que desconfíen unos de otros; y en tercer
12
(Op.Cit.p.216)
13
(Op.Cit.p.217)
11
lugar, la imposibilidad de actuar (pues nadie se lanza lo imposible, de tal
forma que una tiranía no cae si falta la fuerza)14
14
(Op.Cit.p.220)
12
el poder, la violencia utilizada para consolidarse en el mismo, el gobierno
unipersonal y centralizado, etc.
13