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Benedetti fue un escritor y poeta uruguayo integrante de la Generación del '45. Es autor
de libros como son algunos de sus poemas más famosos. Su lenguaje sencillo, para que
sus obras puedan ser accesibles a todo el mundo, además de combinar con su propia
personalidad, tiene defensores y detractores.
ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra.
AY DEL SUEÑO
Ay del sueño
si sobrevivo es ya borrándome
ya desconfiado y permante
y tantas veces me hundo y sueño
muslo a tu muslo
boca a tu boca
nunca sabré quién sos
Ay del sueño
con esta poca alma a destajo
soñar a nado tiernamente
así me llamen permanezco
muslo a tu muslo
boca a tu boca
quiero quedarme en vos
AMOR DE TARDE
y nada más
porque el cielo ya está de nuevo torvo
y sin estrellas
con helicóptero y sin dios
OTRO CIELO
No existe esponja para lavar el cielo
pero aunque pudieras enjabonarlo
y luego echarle baldes y baldes de mar
y colgarlo al sol para que se seque
siempre faltaría el pájaro en silencio
NO LO HARAS EN VANO
Ah no lo harás en vano
se te helará la noche
y la arrogancia y las rodillas
se te helará la sangre
y los crepúsculos y el humo
se te helará el bostezo
y el ademán y la lujuria
se te helará el ritual
y las caricias y los signos
se te helará la luna
y el arbolito y la garganta
se te helarán los labios
y los disfrutes y la vida
FESRICO GARCIA
Este poeta español, miembro de la mítica Generación del 27, es el mayor referente de la
literatura española del siglo XX. También escribió numerosas obras de teatro, género en
el que también se lo considera autoridad e ícono del siglo pasado, destacándose Bodas de
sangre y La casa de Bernarda Alba. Fue asesinado en Granada durante la Guerra Civil
Española por su condición de republicano y homosexual. Entre sus poemas podemos
encontrar
EL DIAMANTE
Cazadores extrahumanos
Están cazando luceros,
Cisnes de plata maciza
En el agua del silencio.
Se agitan en mi recuerdo
Dos palomas campesinas
Y en el horizonte, lejos,
Se hunde el arcaduz del día.
¡Terrible noria del tiempo!
MUERTO DE AMOR
Cirio, candil,
farol y luciérnaga.
La constelación
de la saeta.
Ventanitas de oro
tiemblan,
y en la aurora se mecen
cruces superpuestas.
Cirio, candil,
farol y luciérnaga.
ES VERDAD
¿Quién me compraría a mí
este cintillo que tengo
y esta tristeza de hilo
blanco, para hacer pañuelos?
DE OTRO MODO
La hoguera pone al campo de la tarde,
unas astas de ciervo enfurecido.
Todo el valle se tiende. Por sus lomos,
caracolea el vientecillo.
ENCUENTRO
Ni tú ni yo estamos
en disposición
de encontrarnos.
Tú... por lo que ya sabes.
¡Yo la he querido tanto!
Sigue esa veredita.
En las manos
tengo los agujeros
de los clavos.
¿No ves cómo me estoy
desangrando?
No mires nunca atrás,
vete despacio
y reza como yo
a San Cayetano,
que ni tú ni yo estamos
en disposición
de encontrarnos.
LA LLUVIA
UN CIEGO
AL TRISTE
Ahí está lo que fue: la terca espada
del sajón y su métrica de hierro,
los mares y las islas del destierro
del hijo de Laertes, la dorada
luna del persa y los sin fin jardines
de la filosofía y de la historia,
el oro sepulcral de la memoria
y en la sombra el olor de los jazmines.
Y nada de eso importa. El resignado
ejercicio del verso no te salva
ni las aguas del sueño ni la estrella
que en la arrasada noche olvida el alba.
Una sola mujer es tu cuidado,
igual a las demás, pero que es ella.
UN GATO
EL ENAMORADO
Lunas, marfiles, instrumentos, rosas,
lámparas y la línea de Durero,
las nueve cifras y el cambiante cero,
debo fingir que existen esas cosas.
LAS CAUSAS
Los ponientes y las generaciones.
Los días y ninguno fue el primero.
La frescura del agua en la garganta
de Adán. El ordenado Paraíso.
El ojo descifrando la tiniebla.
El amor de los lobos en el alba.
La palabra. El hexámetro. El espejo.
La Torre de Babel y la soberbia.
La luna que miraban los caldeos.
Las arenas innúmeras del Ganges.
Chuang-Tzu y la mariposa que lo sueña.
Las manzanas de oro de las islas.
Los pasos del errante laberinto.
El infinito lienzo de Penélope.
El tiempo circular de los estoicos.
La moneda en la boca del que ha muerto.
El peso de la espada en la balanza.
Cada gota de agua en la clepsidra.
Las águilas, los fastos, las legiones.
César en la mañana de Farsalia.
La sombra de las cruces en la tierra.
El ajedrez y el álgebra del persa.
Los rastros de las largas migraciones.
La conquista de reinos por la espada.
La brújula incesante. El mar abierto.
El eco del reloj en la memoria.
El rey ajusticiado por el hacha.
El polvo incalculable que fue ejércitos.
La voz del ruiseñor en Dinamarca.
La escrupulosa línea del calígrafo.
El rostro del suicida en el espejo.
El naipe del tahúr. El oro ávido.
Las formas de la nube en el desierto.
Cada arabesco del calidoscopio.
Cada remordimiento y cada lágrima.
Se precisaron todas esas cosas
para que nuestras manos se encontraran.
JOSE HIERRO
José Hierro fue un destacado poeta español nacido en Madrid el 3 de abril del año 1922 y
fallecido en la misma ciudad el 21 de diciembre de 2002. La Guerra Civil ciertamente
repercutió en su vida: cuando tenía 14 años, se vio obligado a abandonar sus estudios
secundarios, y más tarde fue a la cárcel a raíz de su participación de un grupo de ayuda a
los presos por causas políticas. Entre las víctimas de tales sentencias abusivas se
encontraba su padre, por haber accedido a información comprometedora para el gobierno.
Una vez liberado, José no dudó en continuar cultivando sus intereses literarios,
rodeándose de otros intelectuales, que lo influenciaron positivamente y que lo
enriquecieron como artista. Aparte de su labor poética, se especializó desde muy joven en
la crítica de cuadros
ALEGRIA
Llegué por el dolor a la alegría.
Supe por el dolor que el alma existe.
Por el dolor, allá en mi reino triste,
un misterioso sol amanecía.
LUNA
Pandereta de siglos para dormir al hombre
preso en el corazón mudo del universo.
Media manzana de oro para que el niño coma
hasta sentirse eterno.
VIDA
Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo,
supe que todo no era más que nada.
CUMBRE
Firme, bajo mi pie, cierta y segura,
de piedra y música te tengo;
no como entonces, cuando a cada instante
te levantabas de mi sueño.
TREBOL