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CRECIMIENTO Y DESARROLLO ECONÓMICO EN MÉXICO

Durante más de 20 años, el crecimiento económico en México se ha encontrado en


un promedio próximo al 2% anual, una tasa baja cuando se toma en cuenta el
fenómeno de convergencia económica en el mundo. Largos periodos de bajo
crecimiento, como en el que nos encontramos, se deben a factores estructurales de
la economía que no se han resuelto correctamente, tales como los bajos niveles de
inversión, aprovechamiento educativo, la fortaleza del mercado interno y el cambio
tecnológico en la economía, por mencionar sólo algunos.

Para pensar a futuro sobre el crecimiento económico, además de considerar los


factores mencionados anteriormente, es necesario tomar en cuenta nuevos
fenómenos que enfrentaremos en el futuro próximo y que, dependiendo de la forma
en que elijamos resolverlos, impactarán en las expectativas de crecimiento y, por
tanto, la calidad de vida del mañana. Con este propósito en mente, este texto busca
proponer un pequeño experimento mental sobre qué tanto podría crecer la
economía si ésta continúa a su ritmo actual y se enfrenta a fenómenos como la
desigualdad, el cambio demográfico y la continuación de una política salarial
equivocada. Este experimento no debe ser entendido como una predicción, sino
sólo como un ejercicio de reflexión sobre los problemas del crecimiento.

Mucho se ha escrito sobre por qué la economía mexicana no crece a una tasa
mayor. Economistas como Jaime Ros,2 Flor Hernández Reyes3 y otros tantos han
tratado de explicarlo; sin embargo, la mayoría termina señalando a los sospechosos
más comunes: la baja productividad laboral, el bajo nivel de inversión, la debilidad
del mercado interno y la baja productividad total de los factores.

De entre estos sospechosos, hay un par que resultan muy interesantes: la


productividad laboral y la productividad total de los factores. El primero impacta al
crecimiento conforme crece, como ilustra la siguiente identidad económica:
Donde componente de ecuación es el PIB per cápita, componente de ecuación

es la productividad laboral o la producción por hora trabajada y componente de


ecuación son las horas trabajadas per cápita. Esta expresión nos dice que el
estándar de vida medido como producción per cápita por definición, es igual a la
productividad laboral multiplicada por las horas trabajadas.

Cualquier cosa que disminuya las horas trabajadas o la productividad laboral deberá
reducir el crecimiento, por esta razón resulta intrigante que se culpe a la
productividad laboral por la falta de crecimiento económico, cuando en México la
productividad laboral ha venido en aumento. Un culpable más lógicamente
consistente sería la disminución en las horas trabajadas, producto del aumento del
subempleo y empleo parcial debido a las condiciones precarias del mercado laboral.

El segundo sospechoso y que ofrece una mejor explicación a estos problemas es el


comportamiento de la productividad total de los factores (PTF) en el mismo periodo.
La PTF es un indicador amplio de la innovación y la eficiencia del uso de los factores
de producción en una economía, y en el caso de México tiene un valor promedio
negativo de -2.3% de acuerdo a su medición con el modelo KLEMS.5
Sin embargo, resulta interesante en la descomposición del aporte al crecimiento que
el factor trabajo, a pesar de tener una productividad creciente, tiene una aportación
muy pequeña para explicar el crecimiento con un promedio de 0.28 puntos de
contribución, mientras que el factor capital aporta en promedio 2.42 puntos. El
problema, contrario a lo que algunos analistas suelen apuntar, no es la baja
productividad del trabajo sino su baja remuneración. La baja aportación al
crecimiento por parte del factor trabajo tiene que ver con su baja participación del
ingreso nacional, cerca del 30%, un valor muy por debajo de la normalidad entre
países.

Una vez que hemos revisado algunas hipótesis sobre por qué la economía nacional
no ha crecido de manera más veloz en las últimas décadas, podemos contextualizar
el crecimiento de largo plazo del país y hacer un pequeño experimento mental
propuesto originalmente para Estados Unidos por el economista Robert J. Gordon.6

Algunas de las problemáticas y fenómenos que la economía mexicana puede


enfrentar en el futuro y que pueden afectar su tasa de crecimiento son la alta
desigualdad de ingresos y de riqueza, el costo de las pensiones conforme la
población que hoy se encuentra en edad de trabajar se retire, la baja contribución
de la educación a la participación del factor trabajo en el crecimiento y la debilidad
del mercado interno. Éstos impactan de distinta manera a la tasa de crecimiento,
algunos pueden restar de ella, mientras otros pueden sumarle. Para realizar el
experimento mental debemos hacer un pequeño ejercicio de substracción o adición
e incorporar el efecto de cada uno de los problemas o fenómenos a la tasa promedio
de crecimiento de los últimos veinte años.

La desigualdad, de acuerdo a la OCDE,7 le ha restado 11.3 puntos del PIB en esos


mismos 20 años, lo cual significa un costo de .56 puntos al año. El costo de las
pensiones puede hacer que los mexicanos deban ahorrar más para financiar su
retiro, por lo que dicha disminución en consumo podría restar otros 0.4 puntos al
año. El bono demográfico traerá consigo un incremento en las horas trabajadas y
por lo tanto sumará al crecimiento algo un poco mayor al aporte que tiene el trabajo
hoy en día en la descomposición KLEMS, que por razones de simpleza asumiré en
0.3 puntos, y un incremento en el valor de la educación, que de acuerdo al promedio
de las mismas estimaciones KLEMS es 0.04 puntos.

Por tanto, tal ejercicio de substracción nos lleva a la siguiente cifra: 2%-.56-
.4+.3+.004 = 1.34%. Bajo tales supuestos y asumiendo que el crecimiento potencial
de la economía se mantiene en los mismos niveles que los últimos 20 años, la tasa
de crecimiento del país podría reducirse en 33%. Por si fuera poco, el crecimiento
económico en promedio en el mundo es capturado en un 44%8 por el 5% más alto
de la distribución del ingreso, por lo que el 95% de la población podría experimentar
un crecimiento en promedio de apenas .75%.9
Creciendo a una tasa del 2%, una cantidad se duplica aproximadamente cada 35
años. Con una tasa del .75%, duplicar el estándar de vida requeriría más de 70
años. De continuar creciendo a la tasa de los últimos veinte años, para el fin de siglo
el PIB per cápita en México sería aproximado al actual en Reino Unido, de disminuir
por el efecto negativo de la desigualdad y los otros factores podría terminar siendo
apenas un poco más grande que el de Argentina. La diferencia entre los dos
escenarios al final del siglo XXI en nivel de vida promedio sería de $28 mil 666
dólares.

En este momento vale la pena recalcar que esto no es una predicción, pronosticar
en economía es una tarea cercana a lo imposible, sobre todo en el largo y muy largo
plazo. No existe ninguna garantía de que la economía mexicana continúe atrapada
en su trampa de bajo crecimiento, factores internos y externos pueden hacer que
este número sea mayor o menor. Un ejemplo es el de la India, que pasó más de 30
años creciendo a una tasa del 3% ganándose el apodo de la “tasa de crecimiento
india”10 hasta que dio un brinco hacia tasas elevadas de crecimiento. De igual forma
los supuestos que llevan a una reducción de la tasa hasta .75%, si bien parten de
estimaciones reales, no dejan de ser extrapolaciones que podrían cambiar en un
horizonte amplio de tiempo.

El propósito de tal experimento mental es el de hacernos pensar sobre los factores


que impactan en el crecimiento y sobre si las decisiones que hoy tomamos sobre
nuestra economía son las mejores para hacerle frente a lo que el economista Robert
J. Gordon llama vientos en contra de la economía. De éstos, la desigualdad parece
ser el más importante, no sólo por la reducción de crecimiento que genera y que es
bien documentada en la literatura,11 sino porque el crecimiento es capturado en
gran medida por una parte muy pequeña de la población.

Crecer al 2% como lo hemos venido haciendo es claramente insuficiente y si hemos


de crecer más rápido es necesario que nos alejemos de los mitos que solemos
contarnos sobre por qué esta economía no funciona mejor. Más que pensar en la
productividad, que no deja de ser importante, debemos pensar en las
remuneraciones al trabajo y en incrementar la inversión pública y privada, en
mejorar los niveles educativos y buscar una mayor remuneración al trabajo de las
mujeres. De lo contrario, quizá tendremos que esperar al siglo XXII para tener el
nivel de vida que merecemos.

La historia económica de México que permita


comprender la realidad contemporánea, y
hacer un balance del desarrollo y crecimiento
económico, desde la finalización dela época
de la colonia hasta 2010, siguiendo los
principales programas y las repercusiones de
las estrategias en la evolución del crecimiento
económico del bienestar social.

Los elementos que permiten constatar el progreso económico de un país son el


crecimiento económico el producto Interno bruto (PIB), la generación de empleo y
la distribución favorable de la renta nacional.

En el recorrido de la historia económica se percibe a un México en la época de la


colonia con una economía en serios problemas ahondándose, con la guerra de
independencia, los primeros 50 años no cambiaron sustancialmente esta condición,
y la lucha interna que se formó entre los grupos de poder que querían conservar los
privilegios se olvidaron del bienestar social, motivo del movimiento. México un país
con un gran potencial, por la diversidad de su tierra, clima,etc., fue denominado por
Benito Juárez como el cuerno de la abundancia, sin embargo, la mala dirección,
falta de liderazgo y serios problemas de ética y compromiso con el país llevaron a
hombres y mujeres que han dirigido, a someterlo a una constante crisis, dejando ver
a las nuevas generaciones solo esa opción, a pesar de ello, México aún sigue en
pugna por los grupos de poder, a 200 años esto no ha cambiado la falta de voluntad
y de acuerdos entre los diversos niveles de Gobierno, y los actores políticos que
solo siguen privilegiando a un sector de la población para continuar con la disparidad
en el país, sin una profunda reflexión para proponer un rumbo más seguro y afrontar
los nuevos desafíos previstos en el futuro.
Este ensayo muestra la economía desde la época de la colonia hasta nuestros
tiempos, los programas económicos y los resultados, así como comentarios a
considerar para la implementación del urgente diseño de políticas públicas que
fomenten el desarrollo económico del País. El presente trabajo se basa
principalmente en los ensayos contenidos en la obra que compila la Universidad
Autónoma Metropolitana, por motivos de la conmemoración de las revoluciones
centenarias en 2010, denominada “Pensar en el Futuro de México” el tomo es de
Crecimiento y desarrollo económico de México.

Durante los años de la colonia, la economía de la Nueva España estuvo


subordinada a los intereses de España. Entre 1800 y los últimos años de la década
de 1860 el producto interno bruto (PIB) cayó más del 30%; la estructura de la
producción cambió poco en esos años, el sector minero se recuperó y sobrepasó
su participación en el PIB de 1800, la economía del México independiente era
inferior de la estructura de la economía colonial (Coast worth, 1992). Para resumir
la economía de la Nueva España tenía serios problemas y la guerra de
independencia vino a recrudecerlos, y se fueron generando otros más.

En el México independiente durante sus primeros años no atenuó la desigualdad


que caracterizó a la colonia, el contraste social extremo de opulencia y de miseria
continuó; como sucede constantemente en la historia de México, las luchas las
inician quiénes tienen afán de justicia social, y las terminan quiénes buscan afianzar
y perpetuar el sistema de privilegios. La forma en que se logró la independencia
aseguró la supremacía de los criollos. La insurrección afectó el sistema de
comunicaciones y transportes, asimismo hubo fuga de capitales al exterior y se
redujo el dinero en circulación.

El reconocimiento de la nueva nación independiente tardó en llegar, no hubo


vínculos internacionales que la apoyaran, teniendo consecuencias en el mercado
externo, por su lado el mercado interno demoró en organizarse, el Estado mexicano
no puede enfrentar exitosamente el poderoso y reducido grupo de comerciantes y
hacendados, que impedían la captación de impuestos, por lo tanto no había
recursos para que el gobierno de Iturbide hiciera frente a las enormes
responsabilidades que adquirió; es decir, el Estado Mexicano nació quebrado. Los
primeros gobiernos empezaron actuar en medio de una seria crisis financiera,
además no prestaron atención a la cuestión fiscal y dividieron las fuentes de
tributación, con esta distribución de potestades no fue de extrañar que el recurso
federal no fuera suficiente, sobre todo para mantener al ejército, por lo que se
recurrió al crédito.

Las condiciones crediticias extranjeras fueron muy altas por lo que se tuvo que
recurrir a los sectores más acaudalados del país, a cambio de concesiones y
privilegios. Para las grandes casas comerciales, este fue el principio de una
actividad altamente lucrativa “hacer negocios con el Gobierno”. Actividad que no ha
dejado de estar presente en los 200 años de vida independiente de México, y que
en parte, explica la desigualdad, mientras el ingreso nacional disminuye el de los
prestamistas (agiotistas) crece; esta actuación de los nuevos gobiernos fue
suficiente para beneficiar y enriquecer algunas familias otorgándoles poderes
ilimitados, pero lo más grave fue el vicio de esta práctica que se hizo necesaria.

Con la firme idea de poner en práctica la Constitución, Benito Juárez después de


ser reelecto, forma gobierno y se rodea de un grupo de sobresalientes
colaboradores comprometidos con el programa liberal, como programa sostenían,
el federalismo, la separación y equilibrio de los tres poderes, el voto popular y las
garantías individuales. Asimismo fomentar la subdivisión dela propiedad territorial y
extinguir la herencia prehispánica mediante la transculturización. En esos años
México contó con un reducido grupo de personas, llenos de entusiasmo e
inteligencia armados con las mejores ideas comprometidos con México y dispuestos
a dar todo para que el país progresara. Para ellos México tenía un suelo de los más
fértiles del mundo, un verdadero cuerno de la abundancia. Se necesitaba capital
para aprovechar la riqueza del país.

En los años de 1860 y 1877 la economía inició su recuperación, a 1910 el ritmo de


la economía nacional se aceleró, el crecimiento y la modernidad se sintieron en
varios sectores, apoyados en las exportaciones de la minería, construcción de
ferrocarriles, textiles, henequén y azúcar, a partir de 1895 se diversificaron las
actividades productivas en cerveza, papel, cemento, siderurgia, vidrio etc. las
importaciones de bienes de consumo bajan, creció la inversión extrajera, se avanza
en la creación de un mercado nacional. A pesar de ello, el bienestar alcanzó a muy
pocos, quiénes con grandes extensiones de tierray un abuso de la clase obrera,
amasan riquezas que se quedan en pocas manos, otro fenómeno es la educación
que era privilegio de los burgueses, contribuyendo a abrir más las brechas entre
pobres y ricos, en 1910 más del 80% del total de la población no sabe leer y escribir;
con estas condiciones de ignorancia los indios son presa fácil de las injusticias, de
igual manera que en la colonia, a pesar del transcurso de 100 años.

En la historia económica de México, después del movimiento de independencia


política y hasta la gran depresión del sistema económico capitalista internacional, la
economía del país advirtió un programa sustentado, en lo esencial, en la exportación
de productos primarios. Este programa identificado como “Modelo de crecimiento
hacia afuera”, en donde México experimentó un proceso de orientación productiva
dirigida, básicamente, al mercado externo con la especialización primario
exportadora.

México navegó enel mar internacional solo con la libre influencia del mercado
externo mostrando en consecuencia una pasividad en el ámbito económico interno,
con la perdida de la oportunidad establecer las bases para los tiempos venideros o
para adoptar estrategias que permitieran vincular la producción interna con la
demanda externa de productos primarios, y el establecimiento de enlaces dinámicos
entre la exportación de tales productos y el resto de la actividad económica local.El
modelo en comento lleva a México a una dependencia total del exterior,
convirtiéndose en una endeble economía, por lo tanto la grave crisis internacional
capitalista en la década de 1930, alcanza y sacude a la economía nacional por tener
todas las opciones en una sola estrategia.

Una de las limitantes del “modelo de crecimiento hacia afuera”, fue la fragilidad de
las organizaciones productivas locales, a pesar del intento de integrar al país para
conformar un mercado interno fuerte. Después del movimiento bélico de la
Revolución Mexicana varios indicadores permitieron pronosticar la conducción
futura de la economía por la ruta del impulso a la actividad industrial. Durante el
Gobierno de Cárdenas se realizó una fuerte inversión en obra pública, lo que
permitió el respaldo al crecimiento económico de la nación. Por otra parte es la
segunda guerra mundial lo que influye para que México expanda su economía
interna, lo que permitió vislumbrar la transformación productiva y comercial del país,
ante la insolvencia del “modelo hacia afuera” se dio paso a un nuevo modelo
económico “programa de industrialización por sustitución de Importaciones (ISI)”,
aproximadamente en los últimos años de la década de 1940.

En el programa de la Osuna de las principales características es que el Estado


desempeñó importantes acciones directas e indirectas. De manera directa el Estado
fungió como proveedor de infraestructura básica y como inversionista en actividades
estratégicas en insumos necesarios para dinamizar el avance industrial; mientras
que de manera indirecta, su política económica vino a garantizar una amplia
estructura de protección y estímulo a la industrialización, con el propósito de apoyar
el crecimiento económico del país (Ayala, 2003), seguida de imposición de
aranceles y subsidios y la aplicación creciente de permisos previos a la importación;
esto significó la transformación de una economía predominantemente rural a una
sociedad de carácter urbano.

El programa ISI favoreció el bienestar social, relacionado con la distribución del


ingreso. A partir de 1950 se puede observar que la distribución del ingreso fue a
favor de la clase media. A pesar de los resultados los nuevos tiempos requieren
evolucionar por lo que para 1970 la demanda de importaciones, por parte de la
actividad industrial, rebaso la capacidad de exportación del país, que en
consecuencia presentó desajustes financieros. (Cárdenas, 2003).

Considerando que las principales líneas de la política industrial prácticamente no se


modificaron en la década de 1970, el sector agropecuario, hasta entonces principal
soporte financiero interno del programa, tuvo serias limitaciones para seguir
desempeñando ese papel cuando la mayor importación coincidió con la caída de la
producción y exportación agropecuarias. La respuesta del Gobierno consistió en
aumentar su gasto público que atendió una gama de asuntos. Sin embargo, este
mecanismo elevó el déficit fiscal y el desequilibrio en la balanza de pagos de México.
Ambos desajustes fueron compensados por medio del endeudamiento externo y la
exportación de petróleo, que en consecuencia provocó la crisis de la deuda en
México en los albores de 1980.

Los resultados de la ISI a finales de 1970, no permitieron modificar el proceso


interno de acumulación de capital lo que provocó que la economía mexicana se
topara con fuertes dificultades para mantener la modalidad de su funcionamiento, lo
que constituyó un motivo fundamental para proponer, en la esfera gubernamental,
la reorientación de la economía nacional.La nueva propuesta presenta un Apertura
de mercado y Des-regularización, política totalmente antagónica a la anterior, por lo
que la transición de una economía cerrada con amplia participación del Estado a
una economía abierta con el mercado como regulador central de la actividad
económica, sin considerar un esquema paulatino que preparara esa transformación
y enfocándose únicamente a la conducción oficial de la recomposición económica
de México; para acceder a la industrialización orientada a la exportación. Ante este
nuevo programa el país se encuentra en desventaja, debido a que no es
considerado que la estructura productiva carecía de las condiciones necesarias
para enfrentar con éxito el nuevo ambiente de competencia internacional.

Un proceso de apertura debe ser cimentado, entre otras cosas, sobre las bases del
crecimiento económico y la competitividad sistémica, ante esto, se demuestra que
este tipo de procesos debe de acompañarse de una inversión significativa en
tecnología, ciencia y educación, para promover los aparatos de producción interna,
garantizar la competitividad, y al parecer se les olvido, tomando en cuenta la
referencia presupuestal que se dedica a estos rubros y la falta de seguimiento y
corrupción. (Flores, 2010)

Los cambios influidos por el nuevo programa “Apertura y desregulación (AyD)”


estuvieron orientados a desmantelar el sistema de protección vigente durante la ISI.
Dentro de las reformas emprendidas se destacan las reformas referidas al comercio
exterior, la apertura financiera, los programas de privatización y el proceso de
desregulación de mercado, este conjunto de reformas vinculo al país con el exterior,
abandonando el proyecto de carácter nacional asociado con la sustitución de
importaciones (Guillen, 2007).

Así fue como en la década de los 1980 fue testigo de la manera unilateral con que
se desarrolló el proceso de apertura mediante la reducción de aranceles y la
eliminación en ascenso de los permisos previos de importación. El Gobierno
mexicano con esta nueva corriente modificó la incidencia de la participación del
estado y el mercado en la regulación de la actividad económica, en detrimento de
la participación estatal, un verdadero contraste, dos tipos de políticas económicas
totalmente divergentes, lo anterior significó una transición violenta.

Con este proceso, la economía mexicana se estableció como una de las de mayor
grado de apertura a la economía mundial. La llegada de inversión extranjera es uno
de los resultados del proceso de apertura. Para justificar la desregularización de la
actividad económica interna, el déficit de las finanzas públicas se exhibió como una
razón contundente que acompaño al Estado la decisión de reducir el número de las
llamadas “empresas públicas”, entre 1983 y 2008, el número de empresas
paraestatales bajó de 1155 a 211. Otra razón fue, lo que sustentó en uno de los
objetivos fundamentales de las reformas económicas, de restringir, desde 1980, la
importancia de la participación del Estado en la actividad económica nacional. La
desregulación de mercados confirió más espacios a la inversión privada, nacional y
extranjera. El conjunto de reformas económicas nutrió el proceso de liberalización
en México y generó, al mismo tiempo, la aparición de nuevos actores que, con
frecuencia establecen patrones de comportamiento diferentes al interés nacional.
(Flores 2010, p.75).

Con el afán de controlar algunos factores se optó por la sobrevaluación de la


moneda, como eje central de la conducción económica, el abatimiento de la inflación
se ha gestado al lado del movimiento inseguro dela inversión, exhibiendo obstáculos
que la política económica ha llevado. Se considera entonces, que la estabilidad
macroeconómica es relativa, por ser una estabilidad expuesta a frecuentes
sobresaltos en los órdenes monetarios y de la producción. Los resultados a la fecha
de este nuevo programa de AyD, son ambivalentes y no han logrado contrarrestar
la tendencia de serios problemas económicos que afectan el bienestar social de la
población.

De manera cada vez más evidente, desde la década de los 1990 las grandes
empresas extranjeras ubicadas en México participan muy activamente en los
mercados globales y se alejan del compromiso de contribuir a la modernización e
integración de la planta productiva nacional. Los flujos de inversión extranjera
directa, favorecen infortunadamente, un proceso de desindustrialización de la planta
productiva del país (Falck, 2007), y la mutación productiva no ha promovido el
crecimiento económico local.

La nueva integración regional de la economía, el TLCAN, representa, desde 1994


el principal instrumento de la política comercial del país. La estrategia enfatiza el
ascenso de las exportaciones, pero con mayor dependencia tecnológica externa y
frágiles encadenamientos de la producción local.

La crisis que actualmente vive México y la mayoría de las naciones del mundo, es
que ésta ha rebasado su carácter eminentemente económico y ahora es también
una crisis política y social. México ha estado sumido en la turbulencia política desde
hace varias décadas. Las decisiones más importantes las toman grupos fácticos,
fuera de las estructuras formales de poder. Como ejemplo se refiere al sexenio que
inició en el año 2000, con una gran expectativa “por el gobierno del cambio”, la
alternancia, sin embargo este periodo se caracterizó por continuar con los principios
fundamentales que se siguieron desde Miguel de la Madrid hasta Zedillo 1) Impulso
a la iniciativa privada como el principal promotor del crecimiento económico;
2)continuar con la apertura de la economía del país y establecer nuevos acuerdos
comerciales y buscar, con ello, mayor ingreso de inversión extranjera directa IED y
3) disminuir aún más la participación económica del estado bajo el principio de que
la iniciativa privada es más eficiente que el Estado en las actividades productivas.

Las expectativas que despertó el sexenio de Fox no se reflejo en la economía. El


éxito más publicitado de este Gobierno fue la captación de la Inversión Extranjera
Directa (IED). Por otro lado el último presidente Felipe Calderón ha enfrentado
serias dificultades para gobernar, por lo que los partidos políticos, principalmente el
PRI, han aprovechado la debilidad política para bloquear muchas iniciativas de
reforma. Felipe Calderón inició con un contexto político complicado. Durante el
primer año de su gestión inició con un crecimiento del PIB, que sin embargo se vio
abruptamente afectado en 2008, la economía mundial se descompuso; el epicentro
de la nueva crisis se gestó en Estados Unidos. Los efectos dela crisis se resintieron
durante el primer trimestre de 2009.

En México los procesos electorales muestran que no están cumpliendo su función


de construir gobiernos eficientes, que diseñen políticas, para generar empleos, que
aumenten el ingreso de la población, distribuyan la riqueza, y promuevan el
desarrollo de empresas eficientes y competitivas. La clase política al contrario está
produciendo gobiernos ineficientes, incapaces de crear el marco institucional
adecuado para procesar acuerdos legislativos que transformen las instituciones.
Las instituciones son una parte necesaria para de la organización de los procesos
económicos. México cuenta con instituciones serias pero requiere que éstas tengan
una mejor coordinación, a manera de ejemplo, el Banco de México y la Secretaría
de Hacienda y Crédito Público (SHCP), tal coordinación tiene su origen en la
Presidencia de la República.

Es importante no perder de vista que uno de los elementos para el desarrollo


económico tiene que ver con la tecnología y el conocimiento en las plantas
productivas, México tiene entre sus exportaciones totales solo el 2.94% dedicado a
productos catalogados como sofisticados o de alta tecnología, situación que nos
deja fuera de la competitividad. La mayor competencia en condiciones
desfavorables en materia técnica y financiera que han enfrentado los productores
locales, como resultado de la apertura comercial ah inducido la quiebra o cierre de
muchas pequeñas y medianas empresas; (Villagómez, 2003) por lo que impide a
México insertarse en los eslabonamientos internacionales de valor, a causa de la
poca concentración productiva al interior de la economía nacional. Esto provoca a
su vez un riesgo de la pérdida o destrucción de capacidades tecnológicas.

Aunado a esta desregularización y pérdida de empleo, se manifiestan en la


economía interna, el sector informal en el país un rasgo característico de la
heterogeneidad estructural que afecta tanto a nivel de productividad como el empleo
formal. Sin embargo, la falta de alternativas de desarrollo económico en el México,
presenta a éste sector, como válvula de escape a las presiones sociales y
demográficas.

A manera de conclusión en el recorrido por las diferentes etapas de la historia


económica de México que permitió comprender la realidad contemporánea, y hacer
un balance del desarrollo y crecimiento económico, se puede notar en este análisis
comparativo de la conducción económica de México desde la finalización dela
colonia hasta 2008, a través de la revisión de los diferentes programas que
caracterizaron las épocas y los resultados obtenidos, se revisó desde la apertura
hacia afuera, la intervención del estado en el mercado interno con la instalación de
la industrialización de sustitución de importaciones (ISI) y el contraste de la política
económica con la Desregulación y apertura que está vigente hasta 2012, así como
las consecuencias que indican que en la economía mexicana, la presencia mayor
en el comercio internacional no necesariamente se traducen en crecimiento
económico y bienestar social, por lo que resulta urgente diseñar una nueva
propuesta, que considere modalidades innovadoras que rompan la dinámica
observada. Para alcanzar el crecimiento económico y del bienestar social.

Resulta urgente el impulso de una política económica de consenso, que ponga en


el centro de su estrategia el crecimiento económico, la generación de empleo, y el
mejoramiento de los salarios reales junto al crecimiento del mercado interno. Esto
sólo SE puede lograr con un Gobierno con liderazgo en la conducción de la actividad
económica. Con respecto a esto, vale la pena recalcar que sólo en el sexenio de
Lázaro Cárdenas se adoptó una cierta política para ampliar el ingreso de los
hogares, de ahí en adelante la estrategia se concentró en la protección de las
entidades productivas domésticas.

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