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DEL MÉTODO FREUDIANO ANTE TODA COSA1 FREUDIANA

Jean Allouch

Siempre hay, hubo y habrá múltiples palabras para referirse a eso que habría trazado Freud de tal manera
que la cosa freudiana encontrará allí su estatus. Dichas palabras no son equivalentes ni implican las mismas
consecuencias.

Algunas tuvieron su hora de gloria, luego desaparecieron del uso. Las metáforas se gastan o se revelan
inconvenientes. Otras parecen definitivamente implantadas (Por ejemplo, Lacan no atentará contra el
nombre de “Psicoanálisis” pero no considerará la realidad psíquica freudiana como una referencia
obligada).

Pero ¿lo que denota cada una de esas palabras tiene el mismo sentido? ¿no experimentan ambos un
cambio previo a los contragolpes (posiblemente indirectos) de las modificaciones o innovaciones teóricas
posteriores a sus promociones?

Otros términos son admitidos aquí y recusados o simplemente inutilizados allá.

Finalmente, otros vienen a primer plano, luego se alejan del todo sin ser nunca explícitamente excluidos,
más tarde regresan otra vez. Uno de ellos es el método.

Dice Allouch que no lo califiquemos prematuramente llamándolo “freudiano” o “psicoanalítico” o


inclinémonos a llamarlo “freudiano” sin ignorar en modo alguno los prejuicios que una calificación de este
tipo puede arrastrar o lo que puede haber de leyenda en ella.

El discurso del método en Freud, nos permitirá conformar que el discurso freudiano vale en efecto como
un discurso del método.

EL DISCURSO DEL MÉTODO EN SIGMUND FREUD

¿Por qué el discurso de Freud vale como discurso del método?

El discurso de Sigmund Freud fue el de un método promovido por él. Hay algo del acontecimiento en esto.
Freud presenta explícitamente su trayectoria como la de un nuevo método y puesto que las palabras
“trayectoria” y “método” nos remiten al término “camino” (odos) en principio podría verse en esto un
pleonasmo (redundancia), si no estuviera comprobado que todo recorrido por un camino no se produce
necesariamente de manera metódica. Hay historia del método. Este nuevo método se caracteriza en el
texto freudiano como “método de interpretación” y tiene como mayor referencia y realización la
Traumdeutung. Sin embargo, Freud utiliza algunas veces el término “método psicoanalítico”, opuesto a
otros métodos como “método anátomo-clínico”, “método de Breuer”, “método hipnótico”, “método de
Bernheim”, método catártico. 2

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Página 59. Dylan Evans (diccionario)
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Ayelén Nazareth Molina
LA HISTÉRICA, DADORA DE UNA LECCIÓN DEL MÉTODO

¿Por qué dice Freud que es la histérica dadora de un método?

Breuer creó un método aceptando tratar los síntomas de Berta Pappenheim (su paciente histérica) de la
manera en que ésta le sugería. Es decir, Breuer optó por interrogar a su paciente a partir de una “palabra-
clave” “palabra raíz” (“palabra-picadura”) que le remite después de haberla recibido de ella. En Lacan, se
hablará de relaciones entre un significante-amo, un S1 y un conjunto de otros significantes, en la medida en
que el significante-amo, los alcanza, los suscita3 así como una picadura puede provocar una inflamación.

La invención del método también reposa también sobre la comprobación en Berta de la existencia de dos
“estados de conciencia absolutamente separados”, estados en los que la conciencia normal alterna con
momentos intempestivamente llamados de “ausencia”, ya que se trata de una presencia en otro lado.
Breuer, al llegar la noche, cuando el estado de ausencia era dominante, devolviéndole la pelota, le lanzaba
esa palabra-picadura. Una vez liberado su relato, Berta se encontraba con que salía de su “ausencia”
mientras que su afasia desaparecía temporalmente. Breuer pronto se dio cuenta de que debía interrogar
de este modo uno a uno los síntomas de Berta, ya que estos se evanescían cuando le era referido el relato
de la escena en la que se habían originado. Breuer aceptó así poner en práctica en relación a Bertha la
lección de método que recibió de ella. Esa invención fue la de un método en que el método primó sobre la
doctrina. 4

MÉTODO Y TÉCNICA

Distinga método y técnica. Piense algún ejemplo en alguna disciplina.

El método no es una técnica. Diferentes técnicas de descubrimiento de fenómenos lesivos dependen del
método anátomo-clínico, pero no se confunden con él. EJ: supongamos que la resonancia magnética
tornara caduca la radiografía de rayos, la sustitución de esta técnica no implicará atentar contra el método
anátomo-clínico.

Método y técnica necesitaban tanto más ser precisamente distinguidos cuanto que históricamente esta
distinción misma fue constitutiva de la noción moderna de método: en Grecia, el método siempre fue
concebido como un arte, techné, y esta identificación no será desanudada hasta el Renacimiento, o sea, el
momento inaugural en que el método se vuelve científico.

Allouch se pregunta si por qué a pesar de Freud para quien éste no era el caso, se privilegian en el análisis
los problemas llamados técnicos a expensas de los problemas metodológicos. Y esta pregunta aun más
difícil de responder si se tiene en cuenta que cubrir las cuestiones metodológicas con consideraciones
técnicas tiene por efecto volver insolubles ciertos problemas planteados, mientras que distinguir método y
técnica ofrece la ventaja de hacer factible la innovación técnica con sólo mantener la práctica anclada en el
mismo método. 5

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Causar, promover o provocar.
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Ayelén Nazareth Molina
MÉTODO, PRÁCTICA Y CAMPO

Lacan no reivindicó para sí mismo ni para aquellos que suscribieron su enseñanza el monopolio del
ejercicio del psicoanálisis. Al contrario, permanentemente reconoció que en otros lugares, incluso allí
donde nada de su enseñanza se había proyectado, incluso allí donde otros han hecho escuela se trataba
realmente de psicoanálisis: “una práctica no necesita estar esclarecida para operar (…)”.

Sólo el método puede definir la práctica como “una”. En efecto, una práctica “no necesita estar
esclarecida para operar”…por el hecho de que es metódica. Se advierte aquí que debe haber una cierta
relación entre método freudiano y campo freudiano. 6

MÉTODO Y LOCURA

Freud no limita el uso que hace de la palabra método a la manera según la cual, a su parecer, el médico
debe proceder. El señala que la defensa es un método, al igual que la búsqueda y la obtención de
satisfacción o que el chiste. Hay un método freudiano porque hay un método en la locura. Shakespeare lo
sostenía y a Freud le gustaba citarlo: “Though this be madness, yet there us method in´t. (“Aunque sea
locura, sin embargo, hay método en ella”). 7

¿Qué dice Allouch acerca del método en el objeto y del método desde el cual el analista aborda a un
paciente?

Allouch dice que hay una disparidad entre el método propio al objeto y el método que el analista elige para
su abordaje por el hecho de que uno no se somete a ninguno de los dos, no se limita a permitir fundar el
segundo sobre el primero, sino que también es generadora de una tensión muy particular. Un indicador de
esto es que Freud no pudo asentar el proyecto que albergaba en 1908, el de escribir un Allgemeine
Methodik der Psychoanalyse (“Metodología general del psicoanálisis”) y sólo nos dejó unos pocos papeles
sobre la técnica. Sin embargo, él introdujo ese método y hubo quienes lo retomaron y los hay actualmente,
cada uno a su manera. 8

PARADOJA DEL MÉTODO EN FREUD9

Formule las paradojas del método freudiano.

Freud recomienda abordar cada nuevo caso como si fuera el primero, es decir, que recomienda dejar de
lado todo el saber adquirido en los casos precedentemente tratados, a fin de que ese nuevo psicoanálisis
que se entabla sea efectivamente uno: “(…) el psicoanálisis es una práctica subordinada por vocación a los
más particular del sujeto, y Freud pone en ello el acento hasta el punto de decir que la ciencia analítica
debe volver a ponerse en tela de juicio (…)” (Lacan)

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Esta perspicaz observación alude a la cualidad oximorónica (El oxímoron (del griego ὀξύμωρον, oxymoron, en latín contradictio
in terminis), dentro de las figuras literarias en retórica, es una figura lógica que consiste en usar dos conceptos de significado
opuesto en una sola expresión,1 que genera un tercer concepto. Dado que el sentido literal de oxímoron es opuesto, ‘absurdo’
(por ejemplo, «un instante eterno»), se fuerza al lector o al interlocutor a comprender el sentido metafórico (en este caso: un
instante que, por la intensidad de lo vivido durante su transcurso, hace perder la noción del tiempo).que se halla en esos breves
poemas excéntricos llamados limericks, la cualidad que surge cuando una lógica es aplicada a la falta de sentido
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Ayelén Nazareth Molina
Sin embargo, para quien ponga en práctica el método freudiano, ese aspecto metodológico aísla, como dos
“hogueras” diferentes, dos lugares donde pueden originarse nuevos enunciados y formularse en su
actualidad los problemas que el análisis plantea.

-Está el texto de Freud, creador del método que muy especialmente hizo escuela en tanto dio testimonio
de una experiencia inaugural, crucial y considerada como paradigmática (una hoguera). Pero, también está
eso que puede ser recogido de la puesta en práctica de su método, eso que llamamos la práctica analítica
(otra hoguera). Estas dos hogueras no tienen el mismo estatus, los modos de producción, de puesta a
prueba y de aceptación o rechazo de los enunciados no son los mismos, el argumento de autoridad
aparentemente no interviene, ni tampoco el modo de constitución del saber en tanto capaz de hacer lugar
común. Esta disparidad verdaderamente descuartizante fue querida por Freud.

Así, cada uno de los practicantes del psicoanálisis se encuentra puesto por Freud en posición de tener que
decidir permanentemente en lo que se refiere a saber si lo que recibe como verdad procedente de una u
otra hoguera, resulta compatible o no con el saber establecido, tanto de manera interior a cada una de
ellas como también en la confrontación de sus enunciados respectivos. El principio freudiano radical es el
de mantenerlas diferenciadas. Con esto podemos decir que Freud inscribe en su método un aspecto que, al
aplicarse, es capaz de recusar a cada instante los resultados. Hay en el método freudiano así especificado
un punto casi suicida.

-Otro ejemplo de paradoja del método freudiano es el hecho de que los mismos elementos constitutivos
del método son un saber, en todo caso, un saber hacer. Es decir, algunos de los elementos que definen el
método forman parte ellos mismos de ese saber adquirido que, por otro lado, la aplicación del método
debe rechazar.

La Traumdeutung será una ayuda decisiva pero a condición expresa de haber sabido no convertirla en un
estándar.

Se pregunta Allouch si ¿Tuvo razón Freud en reivindicar el haber creado un nuevo método? Y responde que
sí pero un sí que va más allá. Y así nos deslizamos de este modo de un discurso del método en Freud hacia
un discurso del método freudiano.

DISCURSO DEL MÉTODO FREUDIANO10

Ese discurso del método freudiano recorre, huella a huella, el itinerario a lo largo del cual se constituyó,
desde Platón y Maquiavelo hasta Descartes, un discurso y una puesta en práctica del método. Y, de este
modo, se pone de manifiesto también que el discurso del método freudiano merece ser reconocido como
tal.

MÉTODO Y AZAR11

Describa la relación método-azar y compare con Maquiavelo.

El gran gesto por el cual Freud constituye y a la vez signa el carácter metodológico de su discurso fue un
gesto de exclusión. Lo que se tratar de excluir es el azar: “que no exista nada pequeño, nada arbitrario ni
fortuito en las expresiones psíquicas (…) se trata de un determinismo que no tolera ninguna excepción”
(Freud)
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La exclusión del azar por parte de Freud habrá jugado su papel constitutivo en el método freudiano como
lo jugó ya en el método en cuanto tal. En efecto, el método no podría adquirir su plena función en la
interrogación filosófica (es decir, ética, práctica y terapéutica) en tanto que se piense que las acciones de
los dioses y de los hombres, como asimismo los eventos cósmicos permanecen en gran medida
dependientes del azar. Aristóteles no acuerda exactamente los mismos sentidos que Demócrito a los
conceptos de tyché y de automaton, pero en los dos autores el azar es reconocido como determinante en
alto grado de los asuntos humanos o del espíritu, el cosmos o la naturaleza. Los latinos terminaron por
identificar a la tyché con su fortuna. La fortuna es cambiante y cuando se imagina la propia vida,
dependiendo de ella, la idea de dirigirla de una forma metódica no tiene ningún sentido.

Ante el cuestionamiento de si era la virtú o la fortuna la responsable del éxito de Roma, la fortuna fue
elegida por el cristianismo, al imponer la idea de que aquello que visto por el hombre aparecía como
librado al azar de la buena o mala fortuna correspondía a la Providencia divina, regulada a la perfección
aún cuando la criatura nada pueda saber de ella. Fue necesario que se pusiera en cuestión a la Providencia
para que la Fortuna (cubierta bajo aquella) fuera también rechazada y que se abriera paso a una pregunta
de base sobre la orientación de la acción humana. Entonces, se podrá advertir cuánto conviene apelar al
método.

Lacan no tuvo al respecto la misma posición que Freud cuando Freud teoriza. La suya no es simplemente
menos dura o menos radicar; no excluye al azar. Que haya azar en tal encuentro amoroso no le parece
inadmisible. Llegará incluso a proponer una formalización para dar cuenta de que una ley de un orden
diverso al estadístico puede nacer de jugadas simbólicas estrictamente libradas al azar.

¿Qué pasó de Freud a Lacan para que el psicoanálisis haya podido así acceder a una posición diferente
respecto del azar? Así como habíamos notado a propósito del método en Freud, ciertos signos de una
dificultad en su puesta a plano, también encontramos en él un indicio semejante a propósito del azar. La
diferencia acogida que Lacan reserva al azar parece ser en este punto el indicio con el que podría
formularse una solución

Maquiavelo toma en consideración ejemplos históricos a los efectos de que su príncipe pueda extraer las
lecciones del pasado, regular su acción presente de acuerdo a ellas y así acceder a la virtú, a la obtención
de fines deseados. Escribe sobre la fortuna que su poder arrasa con todos los humanos y su dominación
nunca es sin violencia, a menos que una virtú superior la domine. Es decir, que pone a la virtú por encima
de la fortuna. El gesto de exclusión de Maquiavelo que desplaza la fortuna en provecho de la virtú, resulta
del mismo temple que el de Freud cuando niega que el sueño deba ser considerado como una mera
secreción librada al azar del funcionamiento de las células nerviosas, según lo cual la tentativa de leer en él
una realización del deseo sería insensata. Freud corta radicalmente con esa perspectiva así como
Maquiavelo rompe la cadena que ligaba entre sí a Dios, la Providencia, la Fortuna y el hombre.

MÉTODO Y CASO12

Describa la relación método-caso y compare con el método histórico.

El método pone en marcha un tipo de cuestionamiento “por ejemplos y comparaciones”. Maquiavelo


toma en consideración ejemplos históricos a los efectos de que su príncipe pueda extraer las lecciones del
pasado, regular su acción presente de acuerdo a ellas y así acceder a la virtú, a la obtención de fines

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Ayelén Nazareth Molina
deseados. Escribe sobre la fortuna que su poder arrasa con todos los humanos y su dominación nunca es
sin violencia, a menos que una virtú superior la domine. Es decir, que pone a la virtú por encima de la
fortuna.

En lo que respecta al valor del “caso histórico”, la resonancia del discurso de Maquiavelo con el de Freud,
sobre todo en su primera época es patente. Así como Maquiavelo pone en circulación casos históricos,
entre Breuer, Fliess y Freud los casos no dejan de circular. En Maquiavelo y en Freud constituyen los
logares elegidos para debates teóricos y fuente de enseñanzas. Lacan tomo nota del estatus del caso en
Freud, a punto tal de situar allí el descubrimiento de Freud: (…) en la reconstitución completa de la historia
del sujeto está el elemento esencial, constitutivo, estructural, del progreso analítico. Creo haberles
demostrado que Freud era partidario de esto, que para él, siempre se trataba de la aprehensión de un caso
singular y esto es lo que valorizó el análisis, cada uno de sus cinco grandes psicoanálisis lo demuestra, es
eso lo que resulta verdaderamente lo esencia, su progreso, su descubrimiento, en la manera de tomar un
caso en su singularidad.

Semejante regulación por el caso implica dos puntos: Por un lado, un tomar distancia del saber sabido: en
la medida en que se cree saber, no hay lección alguna a recibir de los casos históricos. Por otro lado, y
concomitantemente, la promoción de los casos que los presenta como capaces de enseñar implica la idea
de que son portadores de una verdad escondida que se trata de descifrar.

Como lo será el de Descartes y también el de Freud, el método maquiaveliano es deductivo y no


inductivo. Esto resulta, tanto en Maquiavelo como en Freud, directamente de la función concedida a los
casos históricos. La invención doctrinal permanece de punta a punta un asunto personal y es en calidad
de tal que ella se planteará.

Hay allí un aspecto capital en el que se capta vivamente cómo la determinación de un método apela a la de
un campo. Maquiavelo no puede implantar su método más que limitado a su campo de aplicación: “(…)
todo aquello que se puede decir que existe está hecho de lo uno y de lo múltiple y contiene en sí mismo,
originalmente asociado, el límite y la finitud. No es necesario, puesto que todas las cosas están así
ordenadas, formular siempre, en cualquier conjunto de que se trate y buscar en cada caso una formula
única-se la encontrará allí, en efecto, presente (…) He ahí pues, lo decía, lo que los dioses han transmitido
como método de investigación, de descubrimiento y de enseñanza” (Platón citado por Desan)

MÉTODO Y FORMALIZACIÓN13

¿Qué dice Allouch acerca de la relación método-formalización?

Allouch para abordar este aspecto se pregunta: ¿Qué es, pues, lo que hace que los casos distinguidos no se
presenten en el discurso metodológico como una pura diversidad de la cual ninguna enseñanza podría ser
extraída?

El conflicto entre pluralidad de métodos y método universal no ha dejado de estar presente en la


problematización de un discurso de EL método; lo reencontramos en la práctica analítica donde, dada la
delimitación del campo, en el interior de esa limitación el método permanece universal: sea lo que fuere lo
que se le presente, el psicoanalista no tiene otro tratamiento posible más que la aplicación de su método.

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Ayelén Nazareth Molina
Es preciso hablar del tema de la dialéctica de Pierre de La Ramée de “formalización” ya que la construyó a
través de sucesivas dicotomías. La dialéctica se divide en invención y juicio, el juicio en enunciación,
silogismo y método, el método en “método de naturaleza” y “método de prudencia”. Conclusión
estrictamente metodologista, en la que además se lee universalidad “es absolutamente imposible erigir
bien un arte por otra vía”. Con la intención de situar los diversos elementos de su método en relación unos
con otros, de la Ramée llega a una fórmula que merece el nombre de cadena borromea. Él describe su
método como una larga cadena de oro, tal como la imaginó Homero, de la cual los eslabones fuesen esos
grados así dependientes unos de otros y encadenados todos tan precisamente unidos que nada se pueda
quitar sin romper el orden y la continuidad del todo. Esta preocupación por formalizar, este horizonte de
cientificidad, son los componentes esenciales del método. También es una cierta relación con la clínica lo
que está puesto aquí en discusión, ya que la formalización lejos de ser antinómica a la singularidad del
caso, representa más bien el punto extremo.

La relación entre los casos no procede de una pura comparación puesto que revela que, al menos
parcialmente, su multiplicidad se deja ordenar en una gramática, que los casos se declinan, que tienen,
entonces, elementos en común, que nos presentan un aire de familia. Desde entonces, una formalización
se presenta tanto más susceptible de ser escrita cuanto que los recortes formales resultan estar ya aislados
en tal o cual familia de casos.

Freud inventa un método de recepción, de tratamiento y de investigación de lo que se hallaba catalogado


como enfermedad mental. En él, el paradigma es el caso. El aspecto epidémico de la transmisión del
psicoanálisis no está tanto ligado a la doctrina freudiana considerada como una red de tesis, como al estilo
de Freud, a un cierto cariz “literario” e incluso “novelesco” en relación a su modo de dar cuenta de los
casos. Esto lo testimonia un analista al recordar que en ocasión de su primera intervención en el curso del
primer congreso internacional de psicoanálisis, Freud prefirió hablar de un caso durante ocho horas y sin
notas) en vez de dar a conocer el estado de su doctrina. Nada más efectivo para que se entendiera que su
método era el caso, no recibido ni definido de cualquier manera sino de una en particular que lo introducía
como monografía clínica profundizada. Que Freud haya sido conducido a partir de ese abordaje del caso tal
como lo manifestó al asentar por escrito algunos matemas (el del Proyecto; las cáscaras de cebolla en
Estudios sobre la histeria; el esquema del capítulo VII de la Traumdeutung e incluso el del huevo escrito en
El yo y el ello) no tiene nada de contradictorio. Pero su metapsicología no facilita el “formalismo
correspondiente”, y no solamente entre los lacanianos, será necesario decidirse a admitir que, sin
embargo, con Freud el método no cesa de significarse en el abordaje del caso.

A todo esto, Freud volvió a hacer el recorrido instaurador del discurso del método hasta Maquiavelo y de la
Ramée, con quienes comparte la característica poco lograda de la formalización. En él, el paradigma del
método es el caso histórico, como en Maquiavelo. Esto implica la delimitación de un campo que Lacan
calificará de freudiano. Inscribiéndose en dicho campo, Lacan tomará el relevo, desembocando en
Descartes por haber seguido el impulso dado por Freud a su discurso del método. La subjetivación del
método irá a la par de la introducción en el método freudiano de un paradigma, si no matemático, al
menos susceptible de ser matematizado.

Ayelén Nazareth Molina


MONTAIGNE, LUEGO DESCARTES; EL YO, LUEGO EL SUJETO

El alcance del caso histórico en Freud excede su función de paradigma del método. El abordaje freudiano
del caso, por no cesar de persistir en la singularidad del caso, por fundarse en la literalidad de lo que el
caso le presenta, especialmente a título de síntoma y en su referencia al relato equivale a un interdicto
referido a la traducción del síntoma, destaca en acto que el método es un “ejercicio subjetivo”. Sin
embargo, en Freud no se encuentra una teoría explícita del sujeto. 14

Lacan encuentra el camino freudiano especialmente en esta recepción literal del caso. Puede considerarse
que Lacan aquí y en este (no siempre) “prolonga” a Freud. Así cierra el isomorfismo que asocia el discurso
del método en Freud al discurso del método que después Platón y a través de los avatares brevemente
subsumidos aquí bajo los nombres de Maquiavelo y de de La Ramée encuentra su realización en Descartes
vía Montaigne. La subjetivación del método se produce en dos tiempos que se llaman Montaigne y
Descartes respectivamente.

Montaigne: el, primero momento de la subjetivación del método

Hasta Montaigne, el discurso metodológico no es el del sujeto sino el del hombre universal.

El rechazo. Su “yo no soy filósofo” al que por fin se resigna, evoca también claramente el rechazo
cartesiano del saber recibido. En Montaigne hay también duda decisiva que, sin embargo, no sabrá
convertir en punto de apoyo de una certeza subjetiva y, que, por lo tanto, permanecerá indefinida. El
rechazo dela ciencia es también el rechazo de un verdad presentada como objetiva. El paso que aquí
separa a Montaigne de Maquiavelo o de de La Ramée es categórico. La verdad deviene “veracidad
personal” y sólo lo será si es aceptada por el otro. El arte del escrito deviene método y el método descubre
el lenguaje como “la única base de toda verdad”: “La palabra es mitad de quien la dice y mitad de quien la
escucha”. De este modo, Montaigne puede leer a los Antiguos e imitarnos en sus relatos buscándose a sí
mismo. Su yo se regula por el otro, en interacción con el otro.

Lacan supo tomar nota de la importancia de Montaigne en lo que llamó “ese momento inaugural de la
aparición, del surgimiento del término que se llama sujeto”: “Montaigne, en cierto mood, es verdaderamente aquel
que se centró, no en torno a un escepticismo, sino en torno a un momento vivo, este aphanisis del sujeto. Y es en esto en lo que
es fecundo, en ser guía eterno que permanece y va más allá de todo aquello que pudo representar como momento definitorio
de un giro histórico, pero no estaba allí el escepticismo”.

Respecto de esta posición subjetiva presentificada, inaugurada por Montaigne, la intervención de


Descartes será doble: elevará la duda haciendo de ella la palanca para el acceso a una certeza subjetiva.
Llegado a este punto, no será necesario, más allá del pasaje al acto del Cógito, persistir en recusar todo
saber universal para situarlo como propio de un sujeto.

El cierre del circuito cartesiano del discurso del método: resonancias freudianas

Descartes reúne en un haz el conjunto de rasgos constitutivos del discurso del método, el discurso del
método freudiano precisamente:

Sobre el rechazo del azar: “(…) es tan necesario mantenerse fuera del imperio de la fortuna (…)

14
“Por la literalidad a la envoltura formal del síntoma, que es la verdadera huella clínica por la que nos inclinamos (…)” Página
58.
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Sobre la dependencia de la verdad respecto del método: “Para introducirse en la búsqueda de la verdad
de las cosas, no se puede prescindir de un método”.

Sobre el historicismo: “Emplee el resto de mi juventud en viajar dentro de mí mismo o bien por el gran
libro del mundo, en ver las cortes y los ejércitos, en frecuentar a la gente de diverso humor y condición, en
recoger distintas experiencias, en probarme a mí mismo”.

Sobre el carácter eminentemente personal del camino y del hecho de que la historia del método es una
historia singular: “Mi propósito no es enseñar aquí (discurso) el método que cada uno debe seguir para
conducir correctamente su razón, sino solamente destacar de qué manera ha procurado conducir la mía”.

Sobre el constructivismo y su carácter literal: “El método (…) muy a menudo, no es otra cosa que la
observación escrupulosa de un orden, ya sea que exista en la cosa misma o que lo hay introducido
ingeniosamente el pensamiento: por ejemplo, si queremos leer una escritura escondida bajo caracteres
desconocidos, no vemos orden alguno manifestarse claramente, pero, sin embargo, forjamos uno.

Así, los dos primeros paseos del recorrido de Lacan (teoría del yo, teoría del sujeto) corresponde a los dos
últimos pasos de la puesta en marcha de un discurso del método (ésos que llevan por nombre Montaigne y
Descartes). En esto, se pone de manifiesto que Lacan toma el relevo del discurso freudiano del método.

Ese sujeto, tal como Lacan es llevado a definirlo, no es parecido al sujeto del Cogito. No hay, pues,
simplemente paralelismo sino convergencia, encuentro. Que ese discurso del método (que aquí debe
distinguirse del discurso de Freud) constituye realmente el discurso del método en sentido muy preciso de
“constituir”, lo inaugura.

LA FUNCIÓN DE SECRETARIO

El método se inventa poniéndose en práctica a propósito de un caso. El hacer saber del método es también
en principio el de un caso. De Anna O y de Aimée, no se habrá sabido en principio más que aquello que
quisieron decirnos sus secretarios.

Lacan, a diferencia de Freud, no se remitió de la misma manera a un caso de su experiencia sino que
permaneció más bien con la boca cerrada en relación a quienes psicoanalizaba. La boca cerrada constituye
uno de los modos más importantes de la realización de una función secretario: “la obligación de silenciao
que os incumbe” (escribe un secretario a otro: Buonacorsi a Maquiavelo). Freud, por otro lado, llegó a
recomendar al psicoanalista no lanzarse en semejante aventura más que cuando el análisis estuviera
terminado, pero ¿cómo saber que ha terminado cuando una inclinación a hablar en quien habría estado en
el lugar del psicoanalista hace, por lo pronto, cuestionable la verdad de ese saber?

Tomar nota de la incidencia de la función secretario en el análisis exige en principio que se vaya captando
hasta qué punto cada psicoanálisis efectivo tiene poco que ver con un a puertas cerradas.

Hay un vínculo estrecho entre el público de cada análisis y la función secretario definida como
determinando la oportunidad o la inoportunidad del decir, pues en el análisis no se trata tanto de decir o
no decir al psicoanalista como de llevar eso que, del decir no dicho, no cesa de no poder ser dicho, eso que
se llama síntoma, al lugar de aquel público que es también el lugar donde ese decir lo será efectivamente.
Lo que signa que él habrá tomado nota de su síntoma dando testimonio de que ese decir no era llevado a
su lugar.

Ayelén Nazareth Molina


A ese respecto, Freud inventa su noción inaugural del defensa. ¿Cómo tratará el decir en suspenso al cual
el síntoma remite? No sugiriendo al sujeto decir allí donde él creí poder no decir (el abandono de la
hipnosis es por lo tanto crucial para la puesta en práctica de un nuevo método) sino, al contrario,
tomándolo al pie de la letra en su abstención: proponiéndole la regla llamad de la asociación libre, lo
descarga de su responsabilidad en tanto sujeto de la enunciación. Y el psicoanalista carga sobre sí esa
responsabilidad. Es más bien para hacer jugar, en el lugar mismo, de ese hacerse cargo, la función
secretario que, aprovechándose del enredo producido por la asociación libre puede hacer que se presente
de otra manera la distribución de lo que está para ser dicho y de lo que debe ser localizado sobre “la
couche”15. Decididamente hay que saber callar. Con esta hazaña, el sujeto deviene secretario de sí mismo y
el análisis encuentra su límite.

Bibliografía: ALLOUCH, J. (1993) “Freud y después Lacan”. Paris. Editorial


Edelp.

15
Están interesantes los dos párrafos siguientes a esto. Página 68.
Ayelén Nazareth Molina

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