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La Normalización de la Facultad en la recuperación democrática.

GB, agosto 2012.

Cuando me ví en este programa, pensé que yo no era el más apropiado, que había
muchos mejores para hacerlo. ¿y quien otro puede ser? Pensé. Y eso me llevó a la
primera reflexión que quiero compartir con ustedes: no hay uno mejor o peor para
contar esa época, porque no había un líder esclarecido, fue una acción colectiva,
cuya fuerza radicaba precisamente en eso. Todos éramos parecidos, los que recién
empezábamos y los que estaban hace un rato. Se discutía todo el tiempo, la
construcción del hecho político y académico fue conjunta y por eso fue duradera y
trascendió a las personas y un cuarto de siglo después estamos aquí recordándolo.

El segundo aspecto que quiero recordar es que si bien el influjo estudiantil y


concretamente alfonsinista fue importante, la normalización fue una tarea de gente
proveniente de muchos ámbitos políticos, y no excluyente: fue muy valioso el
esfuerzo de las personas que habían estado forzosamente afuera de la Universidad
para reintegrarse, así como el esfuerzo de aquellos que estaban y aceptaron las
reglas del nuevo juego democrático, aun a sabiendas de que estaban en desventaja
con respecto a las convicciones de los estudiantes. Ahora a la distancia se observa
que lo bueno de ese momento fue que no se tiraron docentes por la ventana, sino
que se pusieron reglas de juego claras y los que demostraron su valía académica
entraron o se quedaron para normalizar la Facultad.

El tercer aspecto que quisiera recordar es lo que queríamos en ese momento.


Decíamos claramente en los documentos de esa época que queríamos una
Universidad Nacional, Democrática, Autónoma, Científica y abierta al Pueblo. Y
cada una de estas palabras tenía un significado profundo para nosotros. Era el
programa más estricto de gobierno, era de una sencillez tan extrema como
ambiciosa. Me gustaría repasar que cosas se lograron y cuales están pendientes.
Tomás Maldonado solía hablar del “proyecto inconcluso de la Modernidad” Tal vez
podríamos hablar del “Proyecto inconcluso de la normalización”

Pienso que se avanzó bastante en lo que refiere a Democrática y Autónoma. Con


sus más y sus menos, la democracia interna funciona, y en especial en esta Facultad
es notable el esfuerzo de docentes, alumnos y graduados para mantenerla y
construirla a diario. Y todos los gobiernos posteriores al 83 han mantenido la
autonomía, en un raro caso de política de Estado no muy frecuente en Argentina.

Lo de Nacional diría que tiene un carácter ambiguo, ya que en estos tiempos de


globalización hay que repensar el concepto en sí, tal vez sea una de las tareas más
fuertes y necesarias a futuro. ¿no será necesario cambiar el término por
Latinoamericana? En tiempos en que las fuerzas desenfrenadas del capitalismo
avasallan los Estados-Naciones, tal vez debamos abandonar el concepto de
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“nacional” y recuperar el concepto internacionalista que no solamente es caro a los
revolucionarios de principio de siglo XX sino a las vanguardias artísticas, como la
Bauhaus, de las cuales seguimos siendo herederos

Y me parece que estamos muy en deuda con los conceptos de “científica” y “abierta
al pueblo”.

Lo de científica lo fuimos perdiendo con el anquilosamiento al cual nos arrastró la


mal llamada “carrera docente”. No puede haber ciencia sin superación, sin
confrontación de teorías y sistemas y el retrógrado sistema adoptado con la
consigna de “conquista gremial” significó el estancamiento de camadas enteras de
docentes. También dejamos de apoyar a los docentes más jóvenes, que están a
diario al pie del cañón, trabajando en contacto directo con los alumnos, y que no
poseen incentivos ni aumentos de dedicación ni beneficios académicos a la hora de
concursar.

Lo de “abierta al pueblo” es posiblemente la mayor de las deudas. El ingreso


irrestricto es una quimera nominal, no solamente porque entran solamente aquellos
que pueden costearse sus estudios y que han terminado un secundario al cual no
todos acceden, sino porque las altísimas tasas de deserción en los primeros años
hablan de que existen problemas que debemos atacar sin vacilar.

La dificultad en resolver este tema desde la Universidad me lleva un último punto:


no podremos cumplir el programa democrático abierto con los concursos sino
hacemos algo para cambiar la sociedad. Si bien en estos años la sociedad argentina
avanzó en algunos factores que fueron adoptados por todos, como la bandera de los
derechos humanos y el reconocimiento de las diferentes elecciones sexuales, en
otros aspectos hemos tenido graves retrocesos, como por ejemplo en la intolerancia
hacia el que piensa distinto o, la más grave, en el aumento de la inequidad social
comenzada con la hiperinflación de 1989 y sucesivamente mantenida por el
neoliberalismo de los 90 y por las actuales políticas de gobierno, a pesar de los
discursos. Mientras no resolvamos ese tema, externo a la Universidad, no podremos
cumplir el programa político que se plantearon tal vez con desmesurado optimismo
docentes, graduados y alumnos de todas las tendencias y partidos en 1983.

Este final parece pesimista, pero cambia el tono si recordamos una de las frases más
felices de aquel Manifiesto Liminar de la Reforma de 1918, inspiradora de gran
parte de estos temas: los dolores que quedan son las libertades que faltan.

No estamos para una tonta alegría, ni para una nostalgia ñoña: estamos para un
entusiasmo activo, que transforme esta deuda pendiente en esperanza y acciones
concretas.

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* Normalización como acción colectiva, por eso fue duradera. No había héroes
* Influencia estudiantil alfonsinista importante pero no hegemónica: participación
de todos los sectores que habían sido excluidos en la dictadura
* Universidad Nacional, Democrática, Autónoma, Científica y abierta al Pueblo.
programa más estricto de gobierno, de una sencillez tan extrema como ambiciosa.
Maldonado habla del “proyecto inconcluso de la Modernidad” Tal vez podríamos
hablar del “Proyecto inconcluso de la normalización”
Se avanzó bastante en lo que refiere a Democrática y Autónoma.
La democracia interna funciona,
Autonomía, como política de Estado no muy frecuente en Argentina.
Nacional… ambiguo.
Globalización implica repensar el concepto en sí ¿Latinoamericana?
Internacionalismo caro a los revolucionarios de principio de siglo XX y a las
vanguardias artísticas, como la Bauhaus,
Estamos muy en deuda con los conceptos de “científica” y “abierta al pueblo”.
Lo de científica lo fuimos perdiendo con la mal llamada “carrera docente”.
Dejamos de apoyar a los docentes más jóvenes, que están a diario al pie del cañón,
trabajando en contacto directo con los alumnos, y que no poseen incentivos ni
aumentos de dedicación ni beneficios académicos a la hora de concursar.
“abierta al pueblo” la mayor de las deudas. Ingreso irrestricto es una quimera
nominal: entran los que pasaron el secundario y hay altas tasas de deserción.
Dificultad en resolver este tema desde la Universidad: no podremos cumplir el
programa democrático abierto con la normalización sino hacemos algo para
cambiar la sociedad.
La sociedad argentina avanzó en factores que fueron adoptados por todos,
derechos humanos y el reconocimiento de las diferentes elecciones sexuales,
Retrocedió en
la intolerancia hacia el que piensa distinto; aumento de la inequidad social
(hiperinflación de 1989, neoliberalismo de los 90 y por las actuales políticas)
Mientras no resolvamos ese tema, externo a la Universidad, no podremos cumplir
el programa político planteado entre todos, con optimismo, en 1983.
Pesimista? No, Los dolores que quedan son las libertades que faltan.
No estamos para una tonta alegría, ni para una nostalgia ñoña: estamos para un
entusiasmo activo, que transforme esta deuda pendiente en esperanza y acciones
concretas.
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