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APUNTES PARA HABLAR DE JESÚS A LOS CHICOS DEL NIVEL INICIAL.

1) LA EDUCACIÓN EN LA FE EN EL NIVEL INICIAL.

1.1) PRIMEROS AÑOS DE VIDA Y EXPERIENCIA DE FE.

Cada momento en la vida de un niño/a cobra importancia; cada etapa en su desarrollo demanda nuestra
atención; cada nivel desde lo institucional, necesita ser potenciado.
Nos detenemos en el Nivel Inicial tratando de subrayar su especificidad sin dejar de lado, o
apartarnos, de lo que supone la globalidad de un planteo evangelizador.
Es en esta etapa donde están en juego los rasgos principales de la personalidad que el niño desarrollará
a lo largo de su vida. Es en estos primeros años donde podemos visualizar un índice alto en el ritmo de
desarrollo, y es precisamente el momento más oportuno para descubrir la experiencia de Fe intrínsecamente
ligada a la experiencia de vida.
La Fe no es algo que se agrega o se superpone. Es esencial descubrirla como “regalo” gratuito de Dios.
Buscamos lograr que todo aquello que forma parte de lo cotidiano en la vida del niño, se vuelva nuevo y adquiera
trascendencia, vivido como regalo de Dios.
De esta forma, estamos contextualizando la experiencia de Fe, haciendo que sea expresión significativa
para el niño y el grupo.
Buscamos potenciar los componentes ergodinámicos del sujeto: la autoestima, confianza, autonomía,
iniciativa; como el desarrollo de componentes relacionales: la solidaridad, la creatividad colectiva, la
elaboración grupal.
Aquí confluyen dos elementos fundamentales: por un lado, el sentir el amor de Dios que nos crea “únicos
e irrepetibles”, queridos por El desde el principio.
Como segundo elemento destacamos la dimensión comunitaria, que nos abre a lo vincular, experiencia
esencial en la socialización del niño en Nivel Inicial.
Nos encontramos en el nudo de dos relaciones: la del hijo/a desde la filiación, confianza y protección; y
la de hermano que nos posibilita abrirnos “al otro” y al “nosotros”.

1.2) LO RELACIONAL EN EL NIÑO.

Toda influencia, toda relación vivida, las imágenes percibidas y el testimonio de los referentes,
conforman un cúmulo que permanece en este “ser en formación”. Estas experiencias positivas o no, de algún
modo dan soporte a la Fe adulta.
Todo ser atraviesa diferentes etapas, cada uno con su originalidad y su razón de ser. Ninguna de estas
etapas puede darse en plenitud sino se vive en relación con la que antecede y en proyección a la que ya se está
gestando.
En este desarrollo armónico está en juego la elaboración de los conflictos y frustraciones que llevan a
lograr la madurez adecuada en cada etapa.

1.3) APERTURA A LO TRASCENDENTE: PRIMEROS PASOS.

La apertura a lo trascendente está muy relacionada a las experiencias afectivas que el niño vive en su
entorno.
Toda expresión de fe de los adultos que él ama, causará impacto en la vida del niño y muchas veces será
asumida como propia.
La profunda identificación que vive el niño/a con sus padres o sus referentes inmediatos hace que, como
por ósmosis, reciba los valores de donde provienen estas expresiones.
La educación en la fe se sustenta en la propuesta curricular generando espacios para vivenciar los
valores evangélicos, facilitándole paulatinamente los medios para tomar una posición frente a ellos, para que
una vez que sea capaz de discernir, realice su opción.
En esta etapa es imprescindible que el niño/a descubra la importancia de determinados valores, por la
armonía que ellos significan para su vida y la felicidad que proporcionan a él y a su entorno. El testimonio y la
vivencia de los valores que buscamos trabajar con el grupo, por parte de los adultos involucrados, es exigencia
prioritaria: se trata de compartir la experiencia de fe.

2) CARACTERÍSTICAS DEL NIÑO/A DE NIVEL INICIAL.

2.1) LAZOS AFECTIVOS.

El período entre los 3 y 5 años está caracterizado por la necesidad de autoafirmación del niño, desde el
egocentrismo propio de los 3 años, a la etapa del desarrollo de vínculos logrando una mayor socialización hacia
los 5 años.
En esta etapa existe un fuerte lazo afectivo que une al niño/a a la familia desde las diversas situaciones
de conformación del hogar. De su comunicación y relaciones con el ambiente, en particular con la familia, va a
depender el equilibrio y la evolución de su afectividad. Esta va a estar determinada ya, antes de su primer año
de vida, de la pareja gestante, de la experiencia madre-hijo, del destete, de la incorporación de la figura
paterna y de otros significativos que construyen el objeto afectivo permanente.
Esta historia de vínculos que va teniendo el niño en cada etapa de su desarrollo, resurge en el ámbito
del colegio en la relación con sus maestras, maestros y sus pares.

2.2) COLEGIO: ÁMBITO DE SOCIALIZACIÓN.

El colegio como ámbito proporciona oportunidades para profundizar y abrir al niño a la socialización a
través de la interacción con grupos y a las relaciones que establece con los adultos referentes. La familia como
eje social en la vida del niño/a tiene que tener un espacio, tiene que sentirse integrada a la propuesta
evangelizadora, siendo así co-educadora en el proceso evangelizador.
No podemos seguir manejando la concepción por la cual se entendía al chico como un adulto en
miniatura, o manejar el argumento que estamos trabajando por el adulto del mañana. Buscamos hacer plena la
vida del niño hoy, reconociendo la etapa que está viviendo, acompañando su evolución psicosocial.
La propuesta de abordaje debe contemplar las necesidades e intereses de cada etapa, no descuidando
una visión integrada y global del desarrollo.

2.3) EXPERIENCIAS PREVIAS EN LA ETAPA INICIAL.

Consideramos, desde la catequesis, dos cosas:

 Por un lado, los contenidos posibles de ser integrados, desde una propuesta protagónica.
 Por otro lado, la motivación e interés que el chico y el grupo van viviendo a lo largo del itinerario
catequístico, desarrollando así su experiencia de fe.

No podemos pensar que el niño/a es su experiencia de fe viene “sin nada”, o que todo lo que trae no es
válido o está distorsionado, sino que todo esto comprende “las experiencias previas” que dan sustento al
proceso de fe, y que deberían integrarse y/o elaborarse dentro del propio proceso. Esta actitud de
conocimiento y respeto de parte del catequista está íntimamente relacionada al desarrollo afectivo del niño/a,
y condiciona el crecimiento en la fe. Esta propuesta parte del nivel de desarrollo del niño/a, pero no para
acomodarse a él, sino para estimularlo en su crecimiento, potencializando así la integración Fe-Vida, el
encuentro con un Jesús cercano que se hará visible en el día a día, transfiriéndolo en gestos, actitudes y
compromisos concretos.
2.4) VALORES Y ESTILO DE VIDA.

Abordamos el marco axiológico descubriendo y viviendo en cada encuentro los valores esenciales a la
vida. Los valores no se enseñan ni se aprenden, se crea el espacio y se suscitan las oportunidades para vivirlos e
integrarlos como estilos de vida. Estos valores no se introducen al grupo como “satélites”, sino que surgen
desde las propias búsquedas y necesidades, contextualizando así la propuesta.
De esta forma damos respuesta al principio de inculturación de la catequesis, descubriendo desde los
valores, la esencia del evangelio.
Inculturación entendida en el Nivel Inicial, es poder penetrar en el microclima de esta etapa, las
características psicológicas de la edad, la conformación del grupo y el proceso de socialización que viven, sus
centros de interés y sus experiencias básicas significativas.

2.5) CARACTERÍSTICAS DEL NIÑO/A DE 4 AÑOS.

Cuatro años en algunas de nuestras instituciones es el primer contacto que se establece, y por ende la
primera experiencia fuerte de socialización. Si nos situamos en un Colegio con sala de 3 años, esta primera
etapa de integración al mundo escolar ya se ha comenzado a darse. De todos modos, aún así, no deja de ser una
instancia muy fuerte para el desarrollo psicosocial del niño.
El niño/a de 4 años logra tener más independencia, hace intentos solo, reclama hacer las cosas por él
mismo y disfruta mucho al lograrlo. En estos intentos, muchas veces en los grupos, se genera una seudo-
competencia, propia de la necesidad de lucir los logros que va obteniendo cada uno en su proceso personal.
En general, son chicos bulliciosos, ávidos de participar, compartir sus vivencias, sus fantasías, sus ideas
u opiniones. En esta necesidad de compartir, progresivamente van logrando el orden necesario, que supone el
respeto, el escucharse, generando así un clima de convivencia adecuado.
En cuanto a la dinámica de la sala, podemos esperar de forma procesual, mayor protagonismo,
participación, espontaneidad en sus expresiones orales y plásticas.
Establecen mayor apertura en lo social, muchas veces logrando organizarse en la mesa de trabajo, o en
rincones, compartiendo también los materiales. Les gusta mucho trabajar en la modalidad de talleres, donde
existan varias propuestas de actividades, y ellos mismos puedan seleccionar en cuál de ellas participar.
En las propuestas lúdicas, logran organizarse, comprender “reglas” de juego, y participar con mucha
energía.
En cuanto a la experiencia de fe, se motivan frente al descubrimiento de Jesús que se vuelve presencia
cercana y vivencia cotidiana.
El hecho de lograr una planificación conjunta con el abordaje curricular, da a la propuesta unidad, y nos
acerca desde la experiencia, al presupuesto de integración. El contacto con el entorno, el universo inmediato, el
descubrimiento de cada elemento de la naturaleza, hace que el encuentro con Jesús se vuelva visible y
disfrutado por todos.

2.6) CARACTERÍSTICAS DEL NIÑO/A DE 5 AÑOS.

En los chicos de 5 años se percibe una notable evolución en cuanto a la socialización, se integran
fácilmente a sus pares, tienen conciencia de grupo y sentido de pertenencia a él. En los espacios recreativos, se
organizan y se establecen acuerdos a la hora de realizar actividades lúdicas. Gustan de las propuestas
colectivas y se gratifican en los trabajos cooperativos, logrando también tener mayor conciencia de la “realidad
Colegio”.
Son muy creativos, producen tanto en lo plástico como en el trabajo oral, a partir de elaboraciones
propias o acordadas por el grupo.
Se puede proponerles a los chicos/as la elaboración de cuentos, producciones en secuencia de dibujos,
mensajes acordados y consensuados por el grupo, etc.
Necesitan ser protagonistas, no sólo se contentan con participar, sino que buscan ser hacedores de su
propio proceso de búsqueda. Les gusta investigar, tomar parte en las actividades propuestas, hacer
experiencias de los contenidos planteados.
Continuamente plantean interrogantes que operan como elementos motivadores en el grupo y enriquecen
la propuesta de trabajo.
Dentro de la participación, buscan ponerse en movimiento frente a lo que se les plantea, deberían
contar con diversos materiales e incluso actividades propuestas en talleres, que les permita optar según sus
intereses y trabajar interactivamente. Esto enriquece también la propuesta grupal, creando la unidad en la
búsqueda, desde la diversidad de cada taller, provocando la participación de todos.
Logran una mayor autonomía, que les permite tener a los referentes adultos, como “soporte” básico,
superando cada vez más la dependencia con los mismos.
La autonomía es uno de los valores a desarrollar, ya que en 5 años es fundamental que se establezcan
ciertos parámetros imprescindibles para lograr una adecuada articulación con la etapa de primaria.
Otra característica importante es que todo encuentro suscita un compromiso, los niños/as lo reciben
como propuesta o invitación personal, y también en muchas ocasiones será asumido por todo el grupo, acordando
la forma de expresarlo.
El acento en lo celebrativo-festivo está dando respuesta a otra característica propia de la edad:
necesidad de una forma diferente lo que fue descubierto por el grupo. El encuentro con Jesús ya de por sí es
fiesta, y surge casi en forma espontánea el deseo de celebrarlo.

3) PROPUESTA INTEGRADORA.

Una propuesta integradora nos exige abordarla desde:

3.1) CONCEPTO DE EDUCACIÓN INTEGRAL.

Partimos del presupuesto que el niño/a es un ser no compartimentado. Es todo él que se va


desarrollando. Lo afectivo, lo social, la interacción con sus pares, sus vínculos, sus procesos cognitivos son un
“todo” integrado en la intensa dinámica de la vida.
El niño/a vive esta experiencia de crecimiento desde y hacia su Yo y las relaciones con los iguales y los
adultos referentes la enriquecen.
La espiritualidad también es parte de este proceso integral; es en esta etapa donde se cimenta el modo
de relacionarse con Dios y la manera de situarse frente a El. El integrar la experiencia de fe al devenir de la
vida, al paso a paso de lo cotidiano, al mundo de sus intereses permite reconocer la presencia de Dios en la
misma vida, logrando así la síntesis FE-VIDA.

3.2) UNIDAD EN EL DESARROLLO DE LOS ITINERARIOS CATEQUÉTICOS.

La planificación de itinerarios supone una visión de conjunto que va a dar unidad y progresión desde una
concepción cíclica del proceso, que abarca desde la catequesis inicial culminando con la etapa escolar y
proyectándose en el futuro.
Esto supone unidad en los contenidos a trabajar, visualizando un hilo conductor que va pautando la
globalidad de la propuesta. Unidad en las opciones metodológicas que se adecuan a cada una de las etapas, pero
que todas ellas responderán a una orientación pedagógica integradora. Unidad en la persona del catequista que
debería favorecer la articulación entre el nivel inicial y los primeros años de primaria conformando un ciclo
integrador.

3.3) LO CURRICULAR Y LA CATEQUESIS: TRABAJO INTERDISCIPLINARIO.

El trabajo interdisciplinario supone abrirnos a la aventura de creer que es posible trabajar en equipo y
creer también que de esta forma los logros a alcanzar son más plenos.
Sin duda que la planificación individual, donde no tengo paralelos que introduzcan ideas, que planteen
otras visiones, incluso que discrepen, es mucho más sencilla pero al mismo tiempo nos va empobreciendo.
Sabemos que para lograr efectivizar una propuesta integral es necesario sentarse juntos, y pensar
proyectos comunes. Desde aquí se gesta la interdisciplina, que supone una coordinación dinámica sin poder
llegar a decir “lo logramos”, sino que diariamente existe una nueva ocasión para integrarnos en una única
propuesta de trabajo.

3.4) LA CATEQUESIS Y LAS EXPERIENCIAS VITALES.

Siendo la propia experiencia del niño/a “contenido” esencial de la catequesis, nos exige estar atentos a
lo personal y a lo que forma parte de la vivencia grupal, es decir de los vínculos que conforman la socialización
del grupo.
Existen experiencias que hacen a cada grupo y que por haber nacido en el calor de la cotidianidad se
vuelven sustentos significativos.
Desde estas experiencias significativas, sentimos “latir” al Dios de la Vida, quien se integra de manera
vital al crecimiento personal y del grupo.
Desde aquí se desprende que la experiencia de fe surge desde el corazón de las experiencias vitales,
despertando en ellas un sentido más pleno, más profundo, de trascendencia.

4) SELECCIÓN DE CONTENIDOS

4.1) ¿QUÉ ANUNCIAMOS?

En el Nivel Inicial podríamos decir que existe un sólo anuncio que surge del encuentro con Jesús, el Hijo
de Dios, que se va a ir descubriendo desde el propio ser del niño y su entorno. Esta presencia se vuelve cercana
desde cada una de las experiencias que el niño/a y el grupo viven cada día; Es Jesús que se vuelve encontradizo
en la realidad del niño/a, en su mundo, y hace que este mundo de lo cotidiano se vuelva trascendente.

4.2) PROXIMIDAD DE DIOS.

Descubrimos a Jesús desde una relación interpersonal que supone al niño en su etapa de egocentrismo.
A medida que se va desarrollando el proceso, va adquiriendo apertura a lo social o comunitario.
Esta revelación de Dios es necesariamente interpersonal, no trata de enseñar una doctrina, sino de
suscitar el encuentro con dios que se manifiesta revelándonos su amor. Es Dios que vive entre nosotros,
irrumpe en nuestra vida y en nuestra historia.

4.3) HACER EXPERIENCIA DE DIOS.

Desde su especificidad, la catequesis inicial tendría algunas acentuaciones fundamentales que pasamos
a desarrollar:

 Entender la fe como un DON y como tal, el catequista acompaña al niño y al grupo a DEVELAR esta
presencia en su vida. En este sentido, tenemos que entender que esta etapa está marcada por hacer
experiencia de Dios. Esto es una exigencia específica del Nivel Inicial, no sólo de la catequesis, sino
de toda la propuesta pedagógica que abarca al niño en esta etapa.

 La segunda acentuación supone suscitar un ENCUENTRO con Dios Vivo. El encuentro es una
experiencia, y por lo tanto única; es por eso que esta experiencia se vive desde lo personal y se
enriquece en la interacción del grupo. Para vivir este encuentro es necesario entrar en relación. Me
encuentro con Alguien, Alguien que nos quiere y logra deslumbrarnos. Desde aquí surge una dinámica
de atracción, los dos nos buscamos y en esta búsqueda surge el encuentro. Este encuentro es
abrazo sacramental, se da sin demasiadas fundamentaciones, sin verificaciones ni certezas, se da
en la confianza y la alegría de vivir esta presencia cercana. Decían los discípulos de Emaús: “cómo no
nos dimos cuenta, caminaba con nosotros, nuestro corazón ardía por su presencia”. De esto se trata,
de hacer visible al invisible, de reconocerlo al caminar y sentir que arde nuestro corazón.

 La tercera acentuación pondría nuestra mirada en el PROCESO. Un proceso que en esta etapa
genera clima, suscita interés, abre el corazón, provoca respuesta. Este proceso catequético no se
vive en forma independiente: está integrado al abordaje global, desde lo curricular. Este proceso
está pautado por un ritmo que el propio grupo va estableciendo. Muchas veces a la hora de evaluar,
nos preguntamos o nos preguntan ¿con qué se quedan estos niños/as?

 Muchas veces, a la hora de evaluar, nos preguntamos o nos preguntan ¿con qué se quedan estos
chicos/as? Nosotros, realizando una evaluación cualitativa, nos preguntaríamos: ¿qué experiencias
fuertes vivieron, que construyeron juntos, como expresan su fe? Seguramente llegaríamos a la
conclusión que “se quedaron” con la experiencia de PROXIMIDAD de Jesús y de su encuentro, la
experiencia de abrazo, la experiencia de hermandad, filiación y confianza, la experiencia de
comunión y compromiso. Se quedaron con lo más importante: “lo reconocieron en el camino porque
les hablaba de todo lo que habían hecho y vivido”.

4.4) PROCESO GLOBALIZADOR.

Este encuentro se va dando en forma progresiva, no se trata de vivir un proceso sumativo sino
enriquecedor. Vamos desde un primer deslumbramiento que provoca admiración, pasando por un reconocimiento
de esta presencia de Dios y logramos una actitud de agradecimiento que provoca también el compromiso.

El gran desafío apunta a traspasar el umbral de la admiración o el agradecimiento pasivo para


conformar una conciencia ecológica. Esto supone hacerse cargo del cuidado, el respeto y la defensa de todo lo
creado, logrando vivir una dinámica de co-creación con el Dios de la Vida.
No nos atrevemos a decir que este gran objetivo se logra en esta etapa, lo que sí afirmamos es que esta
actitud de contemplación y responsabilidad tendría que estar presente desde el inicio. El proceso continúa y
este objetivo se irá visualizando en gestos concretos.

Este contenido no se desdice con la búsqueda de una catequesis cristocéntrica, supone el testimonio de
un catequista con su fe centrada en Jesús.

Buscamos suscitar un acercamiento a la persona de Jesús, desde la experiencia de la Navidad. La


presentación de las figuras parentales, María y José, la experiencia de familia en Nazaret, la sencillez del
nacimiento en Belén, forman parte de este contenido explícito. Y pretende ser una primera aproximación al
misterio de la encarnación.

Creemos que en esta etapa es de vital importancia entrar en relación con la experiencia de Belén, todo
lo que rodea al nacimiento es cercano a la vida del niño/a. Esto debería ser vivido y gozado desde la intimidad
del grupo, llegando a ser una invitación a cada una de las familias en sus diversas configuraciones.

Creemos, finalmente, que todo este proceso estaría facilitando la integración Fe-Vida- Cultura que una
escuela en clave pastoral trata de proponer como meta.
5) ACENTUACIONES METODOLÓGICAS.

5.1) OPCIÓN PEDAGÓGICA

Nos tenemos que situar en una opción, que más allá de una metodología determinada, apunta a una
orientación pedagógica. Se trata de crear el espacio para que el niño/a en interacción con el grupo viva la
experiencia que se desea trabajar, se plantee cuestiones en torno a ella y logre descubrir la experiencia de
Dios en la propia experiencia de lo cotidiano.

Nuestra propuesta tiende a plantear situaciones, motivar vivencias, favorecer la creación de climas de
trabajo que lleven a que el propio grupo desarrolle su búsqueda desde la participación y protagonismo de cada
uno de sus miembros, conjugados en un sentir común. De esta forma el propio grupo va construyendo su
compromiso de fe desde lo que va descubriendo, enriqueciendo así los objetivos planteados. Esto supone de
parte de los catequistas una postura abierta y respetuosa de las búsquedas y ritmos de trabajo que el grupo va
realizando.

El poner el acento en la interacción grupal no se contrapone a la atención personal de cada uno de los
miembros del grupo conformado por diversas historias, características, e intereses que hacen de cada uno un
ser único y original.

5.2) DESARROLLO METODOLÓGICO

En cuanto al desarrollo metodológico de cada encuentro, podríamos situarnos en cuatro momentos que
están íntimamente enlazados en un abordaje global. Nos referimos a la:

+ Motivación.
+ Anuncio Global.
+ Oración.
+ Actividad.

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