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“¿Me amas más que a estos?

“Simón hijo de Juan, ¿me amas más que a estos?” (JUAN 21:15).
CANCIONES: 128, 45

¿QUÉ RESPONDERÍA?
¿Cómo mantener el trabajo en el lugar que le corresponde?
¿Qué nos ayudará a mantener las diversiones en su lugar?
¿Cómo combatir eficazmente el materialismo?
SIETE discípulos de Jesús han pasado toda la noche pescando en el mar de Galilea, pero no han atrapado nada. Jesús, que ya ha
resucitado, los observa desde la playa. Les dice que hallarán peces si echan la red al lado derecho de la barca. Ellos obedecen, y se les hace
muy difícil sacar la red “a causa de la multitud de peces” (Juan 21:1-6).
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Después de servirles el desayuno, Jesús se dirige a Simón Pedro y le pregunta: “Simón hijo de Juan, ¿me amas más que a estos?”.
¿A qué se refiere? A Pedro le gusta mucho pescar, así que parece que le pregunta qué es lo que ama de verdad: el negocio de la pesca o a
Jesús y sus enseñanzas. Su respuesta es: “Sí, Señor, tú sabes que te tengo cariño” (Juan 21:15). Pedro demostró que hablaba en serio.
De ahí en adelante, se entregó a la obra de hacer discípulos y fue una columna de la congregación del primer siglo. Así mostró el cariño que
sentía por Cristo.
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¿Qué nos enseña lo que Jesús le dijo a Pedro? Debemos tener cuidado para que nada debilite nuestro amor a Cristo o impida que
pongamos primero el Reino. Jesús conocía bien la presión que ejercen las preocupaciones que hay en este sistema. En la parábola del
sembrador, dijo que algunos aceptarían “la palabra del reino” y progresarían, pero que al final “la inquietud de este sistema de cosas y el
poder engañoso de las riquezas” ahogarían dicha palabra (Mat. 13:19-22; Mar. 4:19). Si no tenemos cuidado, las inquietudes cotidianas
pueden engañar a nuestro corazón para que tomemos las cosas espirituales con más calma. Por eso, Jesús les hizo esta advertencia a sus
discípulos: “Presten atención a sí mismos para que sus corazones nunca lleguen a estar cargados debido a comer con exceso y beber con
exceso, y por las inquietudes de la vida” (Luc. 21:34).
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Igual que hizo Pedro después de este encuentro con Jesús, nosotros demostramos la profundidad de nuestro cariño a Cristo poniendo
en primer lugar la misión que nos ha encomendado. ¿Cómo podemos estar seguros de no dejar de hacerlo? Es necesario que nos
preguntemos de vez en cuando: “¿A qué cosas les tengo verdadero cariño? ¿Qué actividades me hacen más feliz? ¿Las espirituales o las del
mundo?”. Analicemos tres cosas que pueden debilitar nuestro amor a Cristo y a la congregación si no las mantenemos en el lugar que les
corresponde: el empleo, las diversiones y las posesiones.
PONGAMOS EL EMPLEO EN EL LUGAR QUE LE CORRESPONDE
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Pescar no era el pasatiempo de Pedro; era su forma de ganarse la vida. Los cabezas de familia saben que la Biblia les manda cubrir las
necesidades materiales de los suyos (1 Tim. 5:8). Para lograrlo, tienen que trabajar mucho. Pero, además, el empleo suele ser un motivo de
ansiedad en estos últimos días.
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Como la competencia para conservar uno de los pocos empleos disponibles es muy intensa, mucha gente se siente obligada a trabajar
más horas, a veces por menos dinero. Además, se presiona constantemente a los empleados para que aumenten la producción. Eso tiene
graves consecuencias físicas, mentales y emocionales. Quienes no están dispuestos a hacer esos sacrificios por su empresa se arriesgan a
perder el trabajo.
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La lealtad principal del cristiano es hacia Jehová, no hacia su patrono (Luc. 10:27). El trabajo es tan solo un medio para conseguir un fin:
cubrir nuestras necesidades básicas y apoyar la predicación. Pero, si no tenemos cuidado, podría estorbar el servicio que le damos a Dios.
Veamos un caso. Un hermano de Tailandia cuenta: “Reparaba computadoras, un trabajo muy interesante, pero que me ocupaba muchas
horas. Así que no tenía prácticamente tiempo para los asuntos espirituales. Al final me di cuenta de que debía cambiar de trabajo si quería
poner primero el Reino”. ¿Qué hizo?
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Él sigue contando: “Después de hacer planes por más o menos un año, decidí dedicarme a vender helados en la calle. Al principio, me
costó ganar suficiente dinero, y me sentí desanimado. Cuando veía a mis antiguos compañeros, se reían de mí y me preguntaban por qué
creía que vender helados era mejor que arreglar computadoras en un lugar con aire acondicionado. Le pedí a Jehová que me ayudara a
aguantar y alcanzar mi meta de tener más tiempo para actividades espirituales. Las cosas no tardaron en mejorar. Conocía mejor los gustos
de mis clientes y mis helados eran mejores. Al poco tiempo, vendía a diario todo el helado que hacía. La verdad es que ganaba más que
cuando reparaba computadoras. Soy más feliz porque no tengo la presión ni las preocupaciones que tenía antes. Y, lo más importante, me
siento más cerca de Jehová” (lea Mateo 5:3, 6).
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A Jehová le gusta que seamos buenos trabajadores, y trabajar duro produce satisfacción (Prov. 12:14). De todos modos, como
descubrió el hermano mencionado antes, el empleo debe ocupar el lugar que le corresponde. Jesús dijo: “Sigan, pues, buscando primero el
reino y la justicia de Dios, y todas estas otras cosas [las necesidades materiales básicas] les serán añadidas” (Mat. 6:33). Tenemos que
determinar si es equilibrado nuestro modo de ver las actividades espirituales y las que no lo son. Para ello, conviene que nos preguntemos:
“¿Siento que mi empleo es interesante y emocionante mientras que las actividades espirituales me parecen rutinarias o aburridas?”. Meditar
en la respuesta nos ayudará a ver qué es lo que de verdad nos interesa.
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Jesús nos enseñó a mantener en su lugar las cosas espirituales y las actividades cotidianas. En una ocasión, estaba de visita en la
casa de María y Marta, que eran hermanas. Mientras Marta corría de un lado a otro para preparar la comida, María prefirió sentarse a los pies
de Jesús y escucharlo. Marta se quejó de que su hermana no la ayudaba, y Jesús le dijo: “María escogió la buena porción, y no le será
quitada” (Luc. 10:38-42). De esta manera, le enseñó una valiosa lección: tenemos que seguir escogiendo “la buena porción”, dar prioridad a
las cosas espirituales, para que no nos distraigan los asuntos del mundo y demostrar así nuestro amor a Cristo.
CÓMO DEBEMOS VER LAS DIVERSIONES
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Todos necesitamos tiempo para relajarnos y descansar del trabajo y de nuestras muchas ocupaciones. La Palabra de Dios dice: “En
cuanto al hombre, no hay nada mejor que el que coma y en realidad beba y haga que su alma vea el bien a causa de su duro trabajo” (Ecl.
2:24). Jesús reconoció que a veces hay que descansar. Después de una campaña de predicación especialmente intensa, les dijo a sus
discípulos: “Vengan, ustedes mismos, en privado, a un lugar solitario, y descansen un poco” (Mar. 6:31, 32).
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Desde luego, el entretenimiento tiene un papel importante. Sin embargo, existe el peligro de que pasar un buen rato se convierta en lo
principal para nosotros. En el siglo primero, la manera de vivir de muchas personas se resumía con la frase “comamos y bebamos, porque
mañana hemos de morir” (1 Cor. 15:32). Esa misma actitud ante la vida predomina hoy en muchos lugares del mundo. Por ejemplo, hace
años un joven de Europa occidental comenzó a asistir a las reuniones. Pero dejó de hacerlo porque le gustaba mucho divertirse. Con el
tiempo, comprendió que ese interés exagerado solo le había causado problemas y decepciones. Por eso, volvió a estudiar la Biblia y con el
tiempo llegó a ser publicador. Después de bautizarse, dijo: “Lo único que lamento es haber perdido tanto tiempo antes de darme cuenta de
que servir a Jehová te hace mucho más feliz que tratar de aprovechar las diversiones que ofrece el mundo”.
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El propósito del entretenimiento es sentirse mejor y recuperar fuerzas. ¿Cuánto tiempo necesitamos para conseguirlo? Pongamos un
ejemplo. A muchos nos encanta comer postre de vez en cuando, pero sabemos que arruinaríamos nuestra salud si solo comiéramos dulces y
postres. Por eso, normalmente tomamos alimentos nutritivos. Algo parecido pasará si dedicamos demasiado tiempo a las diversiones: nuestra
salud espiritual sufrirá. Lo evitaremos si nos mantenemos muy ocupados con las actividades espirituales. ¿Cómo saber si el tiempo que
dedicamos al entretenimiento es equilibrado? Durante una semana, podemos anotar las horas que pasamos en actividades espirituales, como
asistir a las reuniones, predicar y estudiar solos o con la familia. Luego, comparemos esas horas con las que dedicamos, por ejemplo, a
deportes, pasatiempos, la televisión o los videojuegos. El resultado nos dirá si hace falta que “comamos menos postre” (lea Efesios 5:15, 16).
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Todos tenemos la libertad para escoger el entretenimiento que más nos guste o el que creamos mejor para nuestra familia. No obstante,
siempre debemos tomar en cuenta que lo que elijamos esté de acuerdo con los principios de la Biblia. Las diversiones sanas son un “don de
Dios” (Ecl. 3:12, 13). Por supuesto, no todas las personas escogen lo mismo a la hora de divertirse (Gál. 6:4, 5). Pero, hagamos lo que
hagamos, mantengamos el entretenimiento en el lugar que le corresponde. Jesús dijo: “Donde está tu tesoro, allí también estará tu corazón”
(Mat. 6:21). Así que el amor sincero que sentimos por Jesús resultará en que nuestros pensamientos, conversaciones y acciones giren
principalmente alrededor del Reino, no de los asuntos cotidianos (Filip. 1:9, 10).
LA LUCHA CONTRA EL MATERIALISMO
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Muchas personas están obsesionadas con lo último en cosas como la moda y los aparatos electrónicos. Por eso, los cristianos
necesitamos analizar con frecuencia cuáles son nuestros deseos haciéndonos preguntas como estas: “¿Paso más tiempo mirando o
pensando en los últimos automóviles o modas que en prepararme para las reuniones porque las cosas materiales son más importantes para
mí? ¿Me preocupan tanto los asuntos cotidianos que dedico menos tiempo a orar y leer la Biblia?”. Si descubrimos que el amor por las cosas
materiales es mayor que el que sentimos por Cristo, debemos reflexionar en sus palabras: “Guárdense de toda suerte de codicia” (Luc.
12:15). ¿Por qué dio esta seria advertencia?
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Jesús dijo que “nadie puede servir como esclavo a dos amos” y que no podemos ser esclavos de Dios y de las riquezas. ¿Por qué?
Porque ambos “amos” exigen devoción exclusiva. Quien trata de servir a los dos “odiará al uno y amará al otro, o se apegará al uno y
despreciará al otro”, dijo Jesús (Mat. 6:24). Como somos imperfectos, todos debemos seguir luchando contra “los deseos de nuestra carne”,
entre ellos el materialismo (Efes. 2:3).
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A las personas con mente carnal les cuesta ver con equilibrio las cosas materiales, pues les cuesta darse cuenta de qué cosas son
importantes para Dios (lea 1 Corintios 2:14). Cuando esto ocurre, les resulta más difícil ver la diferencia entre lo bueno y lo malo (Heb. 5:11-
14). Como resultado, algunas desarrollan un deseo desmedido e insaciable por lo material (Ecl. 5:10). Afortunadamente, existe un antídoto
para este problema: tomar con regularidad una dosis de la Palabra de Dios, la Biblia (1 Ped. 2:2). Tal como meditar en las verdades de Dios
fortaleció a Jesús para resistir las tentaciones, seguir los principios de la Biblia nos ayuda a nosotros a luchar contra el materialismo (Mat. 4:8-
10). Cuando lo hacemos, le demostramos a Jesús que lo amamos más que a cualquier cosa material.
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Cuando Jesús le preguntó a Pedro: “¿Me amas más que a estos?”, le recordaba que tenía que poner en primer lugar las cosas
espirituales. El nombre de Pedro significa “Trozo de Roca”, y él le hizo honor a su nombre, ya que mostró cualidades como las de una roca
(Hech. 4:5-20). Nosotros también estamos decididos a seguir teniendo un amor inquebrantable por Cristo y poner en su debido lugar el
empleo, las diversiones y las posesiones. Deseamos que las decisiones que tomemos demuestren que sentimos lo mismo que Pedro, que le
contestó a Jesús: “Señor, tú sabes que te tengo cariño”.
[Nota]
TEMA DE PORTADA | ¿SE INTERESA DIOS POR USTED?
Dios cuida de usted

“Los ojos de [Dios] están sobre los caminos del hombre, y todos sus pasos él ve.” (JOB 34:21)

POR QUÉ DUDAN ALGUNOS: Según un estudio reciente, nuestra galaxia tiene por lo menos cien mil millones de planetas. Como el universo
es tan grande, muchas personas se preguntan: “¿Por qué debería fijarse Dios en las cosas que hacen simples seres humanos en un planeta
tan insignificante?”.
QUÉ ENSEÑA LA BIBLIA: Jehová no nos dio la Biblia y luego se olvidó de nosotros. Él nos garantiza: “Ciertamente [te] daré consejo con mi
ojo sobre ti” (Salmo 32:8).
Pensemos en el ejemplo de Agar, una egipcia que vivió en el siglo XX antes de nuestra era. Ella le faltó al respeto a Sarai, la mujer para la
cual trabajaba, y esta la humilló. Así que huyó al desierto. ¿Se olvidó Dios de ella por haber cometido un error? La Biblia relata que “el ángel
de Jehová la halló” y la animó diciéndole: “Jehová ha oído tu aflicción”. Agar le respondió: “Tú eres un Dios que me ve” (Génesis 16:4-13,
nota).
Dios también lo ve a usted. ¿En qué sentido? Esta ilustración nos ayudará a entenderlo. Una madre cuida con cariño de todos sus hijos,
pero está más pendiente de los pequeños, pues son más vulnerables y necesitan más cuidados. Así mismo, Jehová está más pendiente de
nosotros cuando estamos débiles y somos más vulnerables. Él dice: “En la altura y en el lugar santo es donde resido, también con el
aplastado y de espíritu humilde, para revivificar el espíritu de los de condición humilde y para revivificar el corazón de los que están siendo
aplastados” (Isaías 57:15).
Con todo, puede que se pregunte: “¿Cómo me ve Dios? ¿Se fija solo en mi apariencia, o ve lo que hay en mi corazón y me comprende?”.
[Nota]
TEMA DE PORTADA | ¿SE INTERESA DIOS POR USTED?
Dios lo comprende

“Oh Jehová, tú me has [examinado] completamente, y me conoces.” (SALMO 139:1)

POR QUÉ DUDAN ALGUNOS: Muchas personas creen que Dios ve a los seres humanos como simples pecadores que no merecen su
atención. Kendra, quien padecía depresión, se sentía culpable porque no podía cumplir al pie de la letra las normas de Dios. “Por eso dejé de
orar”, recuerda ella.
QUÉ ENSEÑA LA BIBLIA: Jehová ve más allá de nuestros errores y nos comprende a la perfección. “Él mismo conoce bien la formación de
nosotros —dice la Biblia—, y se acuerda de que somos polvo.” Debido a ello, no nos da lo que realmente merecemos por nuestros pecados;
se compadece de nosotros y nos perdona si nos arrepentimos (Salmo 103:10, 14).
Pensemos en el caso del rey David, mencionado en el primer artículo. Él le dijo a Dios: “Tus ojos vieron hasta mi embrión, y en tu libro
todas sus partes estaban escritas”. Y añadió: “[Examíname] completamente, oh Dios, y conoce mi corazón” (Salmo 139:16, 23). Aunque había
cometido errores —algunos muy graves—, David estaba convencido de que Jehová vería su corazón arrepentido.
Puede estar seguro de que Jehová lo comprende mejor que nadie. La Biblia declara: “El simple hombre ve lo que aparece a los ojos; pero
en cuanto a Jehová, él ve lo que es el corazón” (1 Samuel 16:7). Él sabe por qué somos como somos. Sabe cómo nos han marcado la
genética, la crianza, el entorno y nuestra personalidad. También ve y valora los esfuerzos que usted hace por ser mejor persona, aunque
cometa errores.
Ahora bien, ¿cómo usa Dios ese conocimiento que tiene de usted para consolarlo?
TEMA DE PORTADA | ¿SE INTERESA DIOS POR USTED?
Dios lo consuela

“Dios, que consuela a los abatidos, nos consoló.” (2 CORINTIOS 7:6)

POR QUÉ DUDAN ALGUNOS: Hay quienes buscan consuelo desesperadamente, pero piensan que es egoísta pedirle a Dios que los ayude
a enfrentarse a los problemas. Una mujer llamada Raquel comenta: “Cuando pienso en la cantidad de personas que hay en el mundo y en los
problemas tan graves que tienen, los míos parecen insignificantes y eso me impide pedirle ayuda a Dios”.
QUÉ ENSEÑA LA BIBLIA: Dios ya ha hecho algo extraordinario a fin de ayudar y consolar a la gente. Todos hemos nacido con una
“enfermedad crónica”: el pecado. Por eso es que no podemos cumplir a la perfección con las normas divinas. Sin embargo, Dios “nos amó a
nosotros y envió a su Hijo [Jesucristo] como sacrificio propiciatorio por nuestros pecados” (1 Juan 4:10). Por medio del sacrificio de Jesús,
Dios nos ofrece el perdón de los pecados, una conciencia limpia y vida eterna en un nuevo mundo lleno de paz. Ahora bien, ¿es ese sacrificio
una muestra del interés de Dios por la humanidad en general, o también por usted en particular?
Veamos el ejemplo del apóstol Pablo. Él estaba tan conmovido por el sacrificio de Jesús que escribió: “El Hijo de Dios [...] me amó y se
entregó por mí” (Gálatas 2:20). Aunque Jesús murió antes de que Pablo se hiciera cristiano, Pablo veía ese sacrificio como un regalo que Dios
le había hecho a él.
El sacrificio de Jesús también es un regalo que Dios le ha hecho a usted para demostrarle lo mucho que lo valora. Este regalo puede
darle “consuelo eterno y buena esperanza” y hacerlo firme “en todo buen hecho y buena palabra” (2 Tesalonicenses 2:16, 17).
Sin embargo, Jesús dio su vida hace casi dos mil años. ¿Cómo sabemos que Dios sigue interesándose por nosotros hoy?
[Nota]
TEMA DE PORTADA | ¿SE INTERESA DIOS POR USTED?
Dios quiere que se acerque a él

“Nadie puede venir a mí a menos que el Padre, que me envió, lo atraiga.” (JUAN 6:44)

POR QUÉ DUDAN ALGUNOS: Mucha gente tiene fe en Dios, pero cree que está muy lejos. Christina, una mujer de Irlanda que iba a la
iglesia todas las semanas, comenta: “Sabía que Dios creó todas las cosas, pero no lo conocía. Nunca me sentí cerca de él”.
QUÉ ENSEÑA LA BIBLIA: Tal vez nos sintamos lejos de Dios, pero él nunca nos abandona. Jesús ilustró la manera en la que Dios nos cuida
con las siguientes palabras: “Si cierto hombre llega a tener cien ovejas y una de ellas se descarría, ¿no dejará las noventa y nueve sobre las
montañas y emprenderá una búsqueda por la que anda descarriada?”. ¿Qué quiere decir esto? Jesús lo explicó: “No es cosa deseable a mi
Padre que está en el cielo el que uno de estos pequeños perezca” (Mateo 18:12-14).
Dios valora a cada uno de esos “pequeños”. ¿Cómo busca a la oveja que “anda descarriada”? Según el texto citado en la introducción de
este artículo, atrayéndola hacia él.
Dios toma la iniciativa y atrae a las personas sinceras. En el siglo primero envió a un cristiano llamado Felipe a alcanzar el carruaje de un
oficial etíope y a explicarle el significado de la profecía que estaba leyendo (Hechos 8:26-39). En otra ocasión, dirigió al apóstol Pedro hasta la
casa de un oficial romano llamado Cornelio, quien había estado orando y esforzándose por servir a Dios (Hechos 10:1-48). Dios también guió
al apóstol Pablo y a sus compañeros hasta un río a las afueras de la ciudad de Filipos. Allí conocieron a una adoradora de Dios llamada Lidia
a quien “Jehová le abrió el corazón ampliamente para que prestara atención” (Hechos 16:9-15).
En cada caso, Jehová mismo se aseguró de que las personas que estaban buscándolo tuvieran la oportunidad de conocerlo. Y en la
actualidad, ¿quiénes llegan a las casas de las personas o se acercan a ellas en las calles para hablarles de Dios? Los testigos de Jehová.
Pregúntese: “¿Estará valiéndose Dios de ellos para atraerme?”. Pídale a Dios que le ayude a aceptar su invitación de acercarse a él.
[Nota]
ACÉRQUESE A DIOS
¿De veras se interesa Dios por nosotros?

“Probablemente mi mayor problema es la sensación de que no valgo nada.” Así se expresó una mujer a la que le parecía que Jehová
nunca encontraría razones para interesarse por ella. ¿Alguna vez se ha sentido usted de esa manera? En ese caso, tal vez se pregunte: “¿De
veras se interesa Dios por mí?”. La respuesta es sí, y la prueba está en las palabras de Jesús. (Lea Juan 6:44.)
Nadie conoce mejor la personalidad y la voluntad de Jehová que Jesús (Lucas 10:22). ¿Qué dijo él sobre este tema? “Nadie puede venir
a mí a menos que el Padre, que me envió, lo atraiga.” En efecto, la única manera de llegar a ser discípulo de Jesús —y, por tanto, siervo de
nuestro Padre celestial— es que Jehová mismo nos atraiga (2 Tesalonicenses 2:13). Si logramos comprender estas palabras, nos
convenceremos más allá de toda duda de que Dios se interesa por cada uno de nosotros.
¿Qué significa exactamente la idea de que Dios nos atraiga? El verbo griego que corresponde al español “atraer” también puede referirse
a la acción de arrastrar una red con peces (Juan 21:6, 11). ¿Quiere decir eso que Jehová nos arrastra contra nuestra voluntad, que nos obliga
a servirle? De ningún modo. Él nos dio libertad de elección; no fuerza nuestro corazón (Deuteronomio 30:19, 20). En palabras de un
comentarista bíblico: “El corazón del hombre solo se abre por dentro, no se puede abrir desde fuera”. Jehová va buscando entre los miles de
millones de habitantes del planeta a alguien que esté dispuesto a abrirle el corazón (1 Crónicas 28:9). Y una vez que lo encuentra, actúa de
una manera realmente conmovedora.
Cuando descubre un corazón dispuesto, Jehová lo llama y lo atrae dulcemente hacia él (Hechos 13:48). ¿Cómo lo hace? Mediante el
mensaje de las buenas nuevas, que le habla directamente a la persona, y mediante el espíritu santo, que la ayuda a comprender la verdad de
la Biblia y a ponerla por obra (1 Corintios 2:11, 12). Sin el apoyo de Dios, jamás podríamos llegar a ser siervos suyos ni discípulos de su Hijo.
Entonces, ¿qué nos enseñan sobre Jehová las palabras de Jesús que encontramos en Juan 6:44? Que él atrae a las personas cuando ve
algo bueno en su corazón y que se interesa por cada una de ellas. Captar esta hermosa verdad fue un gran alivio para la mujer mencionada al
inicio. Ella comenta: “Servir a Jehová es el mayor honor que uno podría tener. Si él me eligió para que fuera su sierva, debo ser importante
para él”. Esperamos que esa verdad también lo mueva a usted a abrirle a Dios las puertas de su corazón.

Lectura bíblica recomendada para este mes:


Dios se interesa por usted

MARY, una cristiana de casi 50 años, ha sufrido mucho en la vida. Su matrimonio terminó en divorcio hace más de una década, cuando
su marido cometió adulterio. Desde entonces ella ha luchado para cumplir con sus obligaciones de madre de cuatro hijos. No ha vuelto a
casarse, y a veces la soledad parece insoportable. Se pregunta: ‘¿Significa esto que Dios no se interesa por mí ni por mis hijos, que no tienen
padre?’.
Sea que usted haya sufrido esa misma adversidad o no, seguramente se conduele de los sentimientos de Mary. Todos hemos atravesado
circunstancias difíciles, y tal vez nos hayamos preguntado cuándo y cómo obrará Jehová en favor nuestro. Algunas de esas experiencias son
el resultado directo de nuestra adhesión a las leyes de Dios. (Mateo 10:16-18; Hechos 5:29.) Otras surgen como consecuencia de que somos
humanos imperfectos que vivimos en un mundo gobernado por Satanás. (1 Juan 5:19.) El apóstol Pablo escribió: “Toda la creación sigue
gimiendo juntamente y estando en dolor”. (Romanos 8:22.)
Ahora bien, el que usted afronte una prueba severa no significa que Jehová lo haya abandonado o que no se interese en su bienestar.
¿Cómo puede estar seguro? ¿Qué prueba hay de que Dios se interesa por usted?
Un ejemplo de la antigüedad
La Biblia suministra prueba clara de que Jehová se interesa por nosotros individualmente. Examinemos el caso de David. Jehová mostró
interés personal en este joven pastor, pues vio que era “un hombre agradable a su corazón”. (1 Samuel 13:14.) Más tarde, durante el reinado
de David, Jehová le prometió: “Resultaré estar contigo adondequiera que en efecto vayas”. (2 Samuel 7:9.)
¿Quiere decir esto que David llevó una vida de ensoñación, sin problemas? No; él atravesó pruebas severas antes de su reinado y
durante este. Antes de ascender al trono, el asesino rey Saúl lo persiguió sin tregua por varios años. Durante ese período de su vida, David
escribió: “Mi alma está en medio de leones [...], aun los hijos de los hombres, cuyos dientes son lanzas y flechas”. (Salmo 57:4.)
Sin embargo, durante ese tiempo de adversidad, David estaba convencido de que Jehová se interesaba por él. “Tú mismo has dado
informe de que yo soy fugitivo”, dijo en oración a Jehová. Para David era como si Jehová hubiera documentado aquella terrible experiencia.
Luego añadió: “Pon mis lágrimas, sí, en tu odre. ¿No están en tu libro?”. (Salmo 56:8.) Mediante esta analogía, David expresó su confianza en
que Jehová no solo estaba al tanto de la situación, sino también del impacto emocional que esta le causó.
Poco antes de morir, David escribió por experiencia personal: “Por Jehová los mismísimos pasos de un hombre físicamente capacitado
han sido preparados, y en su camino Él se deleita. Aunque caiga, no será arrojado abajo, porque Jehová está sosteniendo su mano”. (Salmo
37:23, 24.) Usted también puede confiar en que Jehová ve y valora su aguante, incluso si sus pruebas son constantes. Pablo escribió: “Dios
no es injusto para olvidar la obra de ustedes y el amor que mostraron para con su nombre, por el hecho de que han servido a los santos y
continúan sirviendo”. (Hebreos 6:10.)
Además, Jehová puede obrar en favor de usted dándole fuerzas para aguantar cualquier obstáculo. “Son muchas las calamidades del
justo —dijo David—, pero de todas ellas lo libra Jehová.” (Salmo 34:19.) La Biblia nos dice que los ojos de Jehová “están discurriendo por
toda la tierra para mostrar su fuerza a favor de aquellos cuyo corazón es completo para con él”. (2 Crónicas 16:9.)
Jehová lo ha atraído a usted
Las siguientes palabras de Jesús suministran otra prueba de que Jehová se interesa por cada uno de nosotros: “Nadie puede venir a mí a
menos que el Padre, que me envió, lo atraiga”. (Juan 6:44.) Sí, Jehová ayuda a las personas individualmente a aprovechar los beneficios del
sacrificio de Cristo. ¿Cómo? En gran parte, mediante la predicación del Reino. Esta obra no solo sirve de “testimonio a todas las naciones”,
sino que el mensaje llega a las personas individualmente. El que usted escuche el mensaje de las buenas nuevas y responda a él demuestra
que Jehová se interesa por usted. (Mateo 24:14.)
Mediante el espíritu santo, Jehová atrae a las personas a su Hijo y a la esperanza de la vida eterna. El espíritu santo permite que cada
persona entienda las verdades espirituales y se rija por ellas pese a sus limitaciones o imperfecciones inherentes. En realidad, nadie puede
entender los propósitos divinos sin la ayuda del espíritu de Dios. (1 Corintios 2:11, 12.) Como escribió Pablo a los tesalonicenses, “la fe no es
posesión de todos”. (2 Tesalonicenses 3:2.) Jehová da su espíritu únicamente a los que están dispuestos a que él los atraiga.
Jehová atrae a las personas porque las ama individualmente y quiere que se salven. Esta es una prueba concreta de que se interesa en
cada uno de nosotros. Jesús dijo: “No es cosa deseable a mi Padre que está en el cielo el que uno de estos pequeños perezca”. (Mateo
18:14.) Sí, cada persona es importante a los ojos de Dios; por eso Pablo escribió: “Él pagará a cada uno conforme a sus obras”. (Romanos
2:6.) Y el apóstol Pedro dijo: “Dios no es parcial, sino que, en toda nación, [toda persona] que le teme y obra justicia le es acept[a]”. (Hechos
10:34, 35.)
Los milagros de Jesús
El interés personal de Dios en los seres humanos se demostró de forma conmovedora mediante los milagros que efectuó su Hijo, Jesús.
Tales curaciones se realizaron con profunda compasión. (Marcos 1:40, 41.) Como Jesús “no puede hacer ni una sola cosa por su propia
iniciativa, sino únicamente lo que ve hacer al Padre”, su compasión refleja una imagen enternecedora del interés de Jehová por cada uno de
sus siervos. (Juan 5:19.)
Examinemos el relato de uno de los milagros que efectuó Jesús, recogido en Marcos 7:31-37. En esta ocasión Jesús curó a un sordo que
tenía un impedimento del habla. La Biblia relata que Jesús “se [llevó al hombre] aparte de la muchedumbre, en privado”. Luego, “con una
mirada al cielo suspiró profundamente y le dijo: ‘Éffatha’, esto es: ‘Sé abierto’”.
¿Por qué alejó Jesús al hombre de la muchedumbre? Pues bien, es posible que un sordo que casi no puede hablar se sienta cohibido
cuando se convierte en el centro de atención. Quizás Jesús se percató de su incomodidad y por eso decidió curarlo en privado. “Todo el relato
—observa un escriturario— muestra de manera muy gráfica que Jesús no consideró al hombre meramente como un caso; lo considero como
un individuo. El hombre tenía una necesidad especial y un problema especial, y con la más tierna consideración Jesús lo trató en una forma
que respetaba sus sentimientos, y de una manera que él podía entender.”
Este relato muestra que Jesús se interesaba por las personas. Y tenga la seguridad de que siente el mismo interés por usted. Es verdad
que su muerte en sacrificio fue una expresión de su amor a toda la humanidad redimible; no obstante, puede considerarlo como un acto a
favor de usted personalmente, como lo hizo con Pablo, que escribió: “El Hijo de Dios [...] me amó y se entregó por mí”. (Gálatas 2:20.) Y dado
que Jesús dijo que ‘el que lo ha visto a él ha visto al Padre también’, podemos estar seguros de que Jehová se interesa de la misma manera
por cada uno de sus siervos. (Juan 14:9.)
Jehová llega a ser un Remunerador
Adquirir conocimiento de Dios implica conocer cada aspecto de su personalidad que revela la Biblia. El mismo nombre Jehová significa
“Él Hace que Llegue a Ser”, lo que da a entender que puede llegar a ser lo que escoja a fin de realizar su voluntad. A través de la historia, él
ha asumido varios papeles, como Creador, Padre, Señor Soberano, Pastor, Jehová de los ejércitos, Oidor de la oración, Juez, Magnífico
Instructor y Recomprador.
Para comprender el significado completo del nombre de Dios, es preciso conocerlo también en su papel de Remunerador. Pablo escribió:
“Sin fe es imposible serle de buen agrado, porque el que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que llega a ser remunerador de los
que le buscan solícitamente”. (Hebreos 11:6.)
Jehová ha prometido vida eterna en una Tierra paradisíaca a los que hoy día deciden servirle de todo corazón. Anhelar el cumplimiento de
esa magnífica promesa no es egoísmo, como tampoco es presunción imaginarnos viviendo allí. Moisés “miraba atentamente hacia el pago del
galardón”. (Hebreos 11:26.) Pablo también ansiaba el cumplimiento de la promesa de Dios con respecto a los cristianos ungidos fieles.
Escribió: “Prosigo hacia la meta para el premio de la llamada hacia arriba por Dios mediante Cristo Jesús”. (Filipenses 3:14.)
Usted también puede esperar con anhelo el galardón que Jehová promete a los que aguantan. Esperar ese galardón es una parte
integrante de su conocimiento acerca de Dios y su aguante en el servicio al Altísimo. De modo que medite a diario sobre las bendiciones que
Jehová tiene reservadas para usted. Mary, mencionada al principio, se ha esforzado muchísimo por hacerlo. “Hace poco, por primera vez en
mi vida —dice ella— acepté que el sacrificio redentor de Jesús tiene que ver conmigo. Empiezo a sentir que Jehová se interesa por mí como
persona. He sido cristiana durante más de veinte años, pero solo comencé a creerlo de verdad hace poco.”
Mediante el estudio de la Biblia y la meditación sincera en ella, Mary y muchos miles de personas más están aprendiendo que Jehová se
interesa por su pueblo, no solo como grupo, sino también en los individuos que lo forman. El apóstol Pedro estaba tan convencido de ello que
escribió: “[Echen] sobre [Dios] toda su inquietud, porque él se interesa por ustedes”. (1 Pedro 5:7.) Tenga la seguridad de que Dios se interesa
por usted.
[Notas]
Un odre es un recipiente hecho de piel de animal, que se utiliza para guardar algunas sustancias, como agua, aceite, leche, vino, mantequilla
y queso. Su tamaño y forma variaban mucho en la antigüedad. Algunos eran bolsos de cuero y otros tenían el cuello angosto y se
cerraban con un tapón.
Véanse Jueces 11:27; Salmo 23:1; 65:2; 73:28; 89:26; Isaías 8:13; 30:20; 40:28; 41:14; véase también la Traducción del Nuevo Mundo de las
Santas Escrituras (con referencias), apéndice 1J, página 1567, editada por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.
[Recuadro de la página 6]

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