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Bulmer Thomas

Cap 3: el sector exportador y la economía mundial 1850- 1914.


A mediados del siglo XIX el crecimiento de la economía mundial y la expansión del comercio internacional constituyen el
trasfondo de todo análisis sobre la política y el desarrollo económico de América Latina. En todo el subcontinente se
pensaba, que la mejor esperanza de un rápido avance económico se basaba en una integración más directa a la economía
mundial por medio de la exportación de productos y la importación de capitales, algunos países favorecían también la
inmigración europea.

No podía darse por sentado un desarrollo de las exportaciones de productos en presencia de un estímulo externo
favorable. Del lado de la oferta los obstáculos seguían siendo considerables y la debilidad política de muchos de los estados
nacientes constituía una gran desventaja. Los estados carecían de un consenso político para aplicar con éxito un conjunto
de medidas político-económicas coherentes. (plantea que no hay estabilidad política por diferentes motivos)

El autor sostiene que los episodios de historia imperialista fueron a la vez causa y efecto de la debilidad y la inestabilidad
política en América Latina. (habla de diversas intervenciones de las potencias extranjeras).

La estabilidad política también se vio amenazada, por cierto número de disputas territoriales entre estados
latinoamericanos, que en algunos casos llegaron a poner en peligro la supervivencia misma de un país. El ejemplo más
trágico fue la guerra de la triple alianza (1865- 1870), que lanzó a Paraguay a un conflicto con Argentina, Brasil y Uruguay.
Al final se permitió que Paraguay, derrotado sobreviviera como país independiente, sólo tras haber perdido algunos de
sus territorios y la mayor parte de sus varones adultos.

También Bolivia padeció por su debilidad militar, durante la guerra del pacífico (1879- 1883) unió sus fuerzas con Perú
contra Chile, pero la derrota le hizo perder su litoral en el pacífico y una franja del desierto rica en nitratos.

La omnipresente amenaza de disputas territoriales en el siglo XIX obligó a los gobiernos a mantener ejércitos que no sólo
eran una sangría para sus escasos recursos fiscales, sino que también anulaban los esfuerzos por establecer instituciones
políticas sólidas, gobernadas por civiles. Al estallar la primera guerra mundial sólo algunos países (argentina, Colombia,
costa rica, chile y uruguay) se habían acercado a establecer un sistema político representativo, aun en estas republicas las
instituciones distaban de ser perfectas. Pequeñas elites, con intereses terratenientes, seguían ejerciendo una fuerza
política y económica predominante en toda la región.

En el siglo previo a la primera guerra la opción en América latina era entre la anarquía, el gobierno oligárquico o la
dictadura. Esta última podía ofrecer alguna estabilidad como por ejemplo en México con Porfirio Díaz, pero nunca se basó
en un consenso general y por lo tanto solo reflejó los intereses de un grupo limitado.

Durante el período entre mediados de siglo XIX y la primera guerra (1850-1914) las cuestiones claves del debate público
no eran tanto económicas como políticas: liberalismo contra conservadurismo, centralismo contra federalismo, las
relaciones entre la iglesia y el estado, positivismo y organización social, cuestiones raciales, la naturaleza de la
constitución, etc. Las cuestiones económicas que han ocupado tan importante lugar en el debate público posterior
(segunda parte del siglo XX) no habían significado tanta controversia a mediados del siglo XIX. Se había resuelto la
cuestión del libre comercio, se consideraba aceptable un cierto grado de protección para la actividad interna y en general
se alentaban la inversión y la inmigración extranjera.

Lo que plantea el autor es que el centro del debate en 1850 son las cuestiones políticas, debido a la inestabilidad política.
Las cuestiones económicas están bien establecidas no hay tanta controversia, no se pone en discusión el modelo de
acumulación.

Sin embargo, había algunas problemáticas en cuanto a la aplicación de políticas económicas. Los gobiernos sabían que
hacer para promover la exportación de productos primarios: se consideraba que los principales ingredientes eran
impuestos modestos a la exportación, inversiones públicas en infraestructura social y promoción de la inversión
extranjera. Pero no se analizaba demasiado cómo se transformaría el desarrollo exportador al resto de la economía.
La política económica se preocupaba ante todo de las necesidades del sector exportador, y su repercusión sobre el resto
de la economía seguía siendo incierta. La opinión dominante subrayaba la necesidad de ampliar el sector exportador,
basándose en el supuesto de que, el aumento de las exportaciones incrementaría el desarrollo de la productividad y el
cambio estructural de toda la economía. Se decía que un buen desempeño de las exportaciones era la clave del éxito,
siempre que el sector de las exportaciones se expandiera, el resto de la economía se las arreglaría. Optimismo.

Es necesario considerar la lógica del modelo de crecimiento basado en las exportaciones y la expansión de la economía
mundial, que dio impulso al desarrollo. También deberemos analizar cómo y porqué la respuesta del sector exportador
a este estímulo no fue la misma en toda América Latina. Estos son los dos temas principales del capítulo.

La demanda mundial y el modelo de crecimiento guiado por la exportación.

Podemos considerar que la economía real consistía en dos partes: un sector exportador y un sector no exportador.

Debemos analizar el crecimiento de la demanda mundial. Al llegar la segunda mitad del siglo XIX la revolución industrial
había creado cuatro potencias económicas mundiales (Gran Bretaña, Francia, Alemania y Estados Unidos), el crecimiento
había generado una demanda de importaciones. Juntas sumaban casi el 60 % de las exportaciones e importaciones
mundiales y desempeñaban un papel predominante en el comercio exterior de América Latina.

La lógica del modelo guiado por las exportaciones requirió una diversificación de los mercados (y de los productos), en
favor de los países recién industrializados de Europa. Por lo tanto, este modelo tenía que ser dinámico. Había que
introducir nuevos productos y encontrar nuevos mercados. En esas circunstancias sólo sería posible lograr una
considerable elevación de los niveles de vida si el dinamismo del sector exportador se reflejaba también en un aumento
de la productividad de la mano de obra en el sector no exportador. Donde la productividad del sector no exportador
permaneció igual, o hasta se redujo (caso de México), la naturaleza de la economía mundial hizo difícil pensar que las
exportaciones pudiesen alcanzar las tasas de crecimiento necesarias para sostener el aumento a largo plazo del ingreso
real per capita, aun con una diversificación geográfica y de bienes.

La peor situación era aquella en la cual las exportaciones se concentraban en un solo producto y un solo mercado, y en el
que la productividad del sector no exportador no era afectada por un aumento de las exportaciones. En tales
circunstancias era casi seguro que fracasara el crecimiento guiado por las exportaciones. Tales casos se vieron con
frecuencia en América latina, aun durante la llamada edad de oro del crecimiento guiado por las exportaciones.

El desempeño de las exportaciones:

Entre 1850 y 1914 presenció el surgimiento de nuevos productos de exportación en toda américa latina como respuesta
a las demandas creadas por la revolución industrial. Los patrones coloniales de las exportaciones basados principalmente
en metales preciosos, terminaron de eclipsarse. Los metales preciosos en algunos casos siguieron siendo importantes
como en Perú y México, pero no sobrepasaba el 50 % de las ganancias de exportación. La reducción de su importancia en
el caso de México tenía que ver también por el descubrimiento de yacimientos petroleros en el golfo de México a
comienzos del siglo XX. El eclipse del patrón de exportaciones coloniales no significó la decadencia de la minería, surgieron
nuevos productos minerales que adquirieron importancia, el cobre en Perú, en Bolivia el estaño, en chile el nitrato.

En el resto de América latina las nuevas exportaciones que llegaron a dominar los ingresos fueron de origen agrícola, en
Brasil y Perú el caucho, la lana en Uruguay y argentina. Otras como el henequén en México. El ingreso creciente de Europa
y América del norte creó también una demanda de productos suntuarios tropicales, como el café, el cacao y los plátanos,
se elevó la demanda de los productos de las selvas tropicales como el estracto de quebracho y el bálsamo peruano con
fines medicinales o como materias primas industriales.

La introducción de nuevos productos no necesariamente condujo a la diversificación de las exportaciones. Por el contrario,
el aumento de exportaciones nuevas a menudo coincidió con el eclipse de los productos tradicionales, por lo que la
concentración de exportaciones siguió siendo muy alta.
Ningún país que exportara productos primarios podía tener la esperanza de librarse de los efectos de una depresión
mundial, pero las altas tasas de concentración los volvieron muy vulnerables a los ciclos de mercados de los diversos
productos.

Pocos y espaciados fueron los ejemplos de una buena diversificación de los productos de exportación. La más exitosa fue
la de Argentina. La introducción de nuevos productos no eclipsó a los antiguos, y argentina simplemente amplió la gama
de sus exportaciones. En 1913 recibía divisas por una impresionante variedad de productos cerealeros y ganaderos.

El crecimiento de las exportaciones era crucial para el triunfo del modelo. La evolución de la economía mundial ofreció
una gran oportunidad a los exportadores de productos primarios despúes de 1850, que debió ser aprovechada en una
etapa anterior. Sin embargo esa oportunidad no habría de perdurar, después de la primera guerra.

Los ciclos de exportación.

Sólo en relativamente pocos casos las exportaciones se estancaron entre 1850 y la primera guerra. Casi todas las naciones
experimentaron periodos de auge, que luego fueron parcial o totalmente anulado por depresiones. Esta vulnerabilidad a
los ciclos económicos se encuentra en la raíz misma del mal desempeño de las exportaciones durante la edad de oro.

Perú representa el caso extremo de una caída de las importaciones tras un período de auge. La depresión peruana del
periodo 1870-1890 se debió al desplome de las exportaciones de guano como resultado del agotamiento de una riqueza
casi no renovable y a la pérdida de depósitos de nitrato. Por eso esta depresión no puede atribuirse a los ciclos comerciales
de la economía mundial. Se debió ante todo a la derrota y la pérdida de territorios en la guerra del pacífico. Otros ejemplos
son México, Hoduras y Haití. Pese a esto en Perú y México sería erróneo atribuir el desempeño de las exportaciones a las
condiciones militares o políticas. Porque por ejemplo cuando entre 1890 y 1913 la estabilidad política en América era la
regla, las exportaciones de muchos países eran insatisfactorias.

En ciertos casos en que el clima y la tierra desempeñaron un papel de particular importancia se podría atribuir el escaso
crecimiento de las exportaciones al agotamiento de tierras apropiadas para cultivos de exportación, tras muchas décadas
de expansión. Es el caso de Venezuela, Haití, el Salvador, Guatemala, Costa rica.

Los ciclos económicos de depresión comercial también intervinieron en la reducción de los ingresos por exportaciones,
las naciones con exportaciones geográficamente diversificadas lograron compensar la depresión de un mercado mediante
el aumento de las exportaciones a otros, lo cual no sirvió de mucho a los que vendían el grueso de sus exportaciones en
un mercado único.

El patrón de comercio exterior:

A mediados del siglo XIX el principal mercado para las exportaciones seguía siendo Gran Bretaña. En 1913 el principal
mercado de exportación era EE.UU.

La pérdida del predominio de Gran Bretaña reflejó el cambio en la composición de los artículos de importación. Al principio
se concentró en manufacturas de textiles. Al reducirse la importancia de estos tendió a menguar la importancia de GB.

Cap IV: El desarrollo guiado por la exportación, el lado de la oferta


El aumento de las exportaciones fue condición necesaria, pero no suficiente, para un buen desarrollo guiado por las
exportaciones. Sólo un pequeño grupo de países satisficieron esta condición básica. En general el problema no fue la falta
de demanda, mucho más importantes fueron las limitaciones a la expansión de la oferta de exportaciones. Los países con
rápido desarrollo de las exportaciones han solido superar esos obstáculos por el lado de la oferta, mientras que los de
lento crecimiento fueron incapaces de resolver los problemas.

La expansión de las exportaciones fuese rápida o lenta, podía producir uno de tres modelos guiados por ellas: el aditivo,
el destructivo o el transformativo.
Aditivo: el sector de las exportaciones se injertaba en la estructura existente de producción, con muy pocos cambios para
la economía no exportadora. Se atraían recursos del sector al exportador, sin reducir la producción en otras áreas, y el
factor productividad en la economía no exportadora no se veía afectado por el crecimiento de aquel. Un ejemplo de este
modelo es la economía platanera de Honduras, la tierra tenía un costo de oportunidad cero, el capital era extranjero y la
mano de obra era aportada por inmigrantes de las Antillas y del salvador. La repercusión sobre el resto de la economía
fue insignificante.

Destructivo: la expansión de las nuevas exportaciones se logró atrayendo recursos de actividades existentes en el resto
de la economía, bien del propio sector exportador o de la economía no exportadora. Un ejemplo del primero es Bolivia y
su expansión de la minería de estaño, en el que la tierra, la mano de obra y el capital se tomaron, en gran parte, de recursos
antes dedicados a exportaciones de plata. Ejemplo del segundo es Puerto Rico, se desviaron recursos antes dedicados a
la producción agrícola para el mercado interno. El modelo implicó una desviación de recursos hacia factores de
rendimiento más altos (principalmente capital y tierra), aunque la mayor parte de la economía no exportadora no se vio
afectada.

Transformativo: el sector exportador se expandió de tal manera que la productividad de la economía no exportadora se
vio afectada. Los recursos atraídos al sector exportador en este modelo llegaran con un costo de oportunidad de no cero
(como en el destructivo), pero fue considerable el impacto sobre los mercados del factor de producto de toda la economía.
La expansión de la carne y los cereales en Argentina constituye el mejor ejemplo de un modelo transformativo de
crecimiento basado en las exportaciones, en el período anterior a la primera guerra mundial.

En la mayoría de los países el desarrollo basado en las exportaciones presentó elementos de los tres modelos. Desde el
punto de vista del desarrollo económico latinoamericano el modelo transformativo fue muy superior a los otros dos, e
inequivocadamente positivo.

Que el modelo de desarrollo fuese alguno de los tres, dependió hasta cierto grado de la lotería de bienes. Por ejemplo, la
industria de exportación de carnes incluyó procesos separados (pasturas, cercados, engorde, matanza y empaque), que
no se lo puso organizar con éxito sin transformar muchas ramas de la economía no exportadora. En contraste la economía
de plátano de honduras, fueron posibles a partir de enclaves física y económicamente separados del resto de la economía.

Resulta apropiado empezar por un análisis de los mercados de mano de obra, tierras y capital en América latina antes de
la primera guerra mundial.

El mercado laboral:

el desarrollo basado en las exportaciones se logró en un entorno de expansión demográfica. El crecimiento natural de la
población fue alto de acuerdo con las normas internacionales durante todo el periodo que estamos considerando, pero
todos los patrones del sector exportador se quejaban de la escasez de mano de obra. El sector exportador tuvo que traer
su mano de obra por medio de migración interna o internacional.

En el caso de la migración interna, durante el siglo XIX la población fue abrumadoramente rural, por ello el sector tuvo
que atraer mano de obra de las actividades rurales, sobre todo agrícolas. Se supone que ofrecía mayores salarios reales
debido a su alta demanda, pero muchas veces se distorsionaba por medio de las tiendas a rayas donde el asalariado
establecía una relación de dependencia, y los patrones se negaban usualmente a aumentar los salarios. La coerción (rasgo
pronunciado en el mercado laboral) seguía vigente desde la colonia.

Las reformas liberales tenían por objeto reducir la escasez de mano de obra a que se enfrentaban los patrones. La
apropiación de tierras comunales pertenecientes a poblados indígenas introdujeron la propiedad privada en el sector de
subsistencia de la economía, y se adoptaron (y adaptaron) leyes contra la vagancia, tratando de obligar a quienes no tenían
propiedades a ofrecer su fuerza de trabajo al sector capitalista de la economía. Sin embargo, ante la falta de salarios reales
más altos, sólo la coerción pudo hacer que los patrones contaran con mano de obra adecuada.

En cuanto a la emigración internacional antes de la primera guerra fueron e dos clases, selectiva y masiva. La primera no
significó un mercado libre de trabajo, es decir, se importaron obreros para labores específicas. El caso más extremo de
migración selectiva es el de tráfico de esclavos. Este comercio suprimido en Brasil en 1850 y en cuba 1860, se destinaba a
compensar la baja tasa de crecimiento de población esclava, impidiendo así que aumentara el costo de adquisición de los
mismos.

La migración masiva entrañaba el riesgo de que los migrantes no trabajaran en las áreas en que había escasez de mano
de obra, que trajeran consigo ideas sociales o religiosas peligrosas, y que no se fueran en épocas de depresión.

La combinación de crecimiento demográfico natural, inmigración interna, selectiva y masiva alivió el problema, pero no
lo resolvió. Persistía la escasez de mano de obra lo que contribuyó al lento desarrollo de las exportaciones. La base del
problema era la renuencia de los patrones a valerse de los salarios para organizar el mercado.

En un esfuerzo por garantizarse una fuerza laboral adecuada sin necesidad de aumentar sus salarios reales, muchos
terratenientes difundieron la práctica de dar a los trabajadores acceso a la tierra a cambio de su trabajo. Estos campesinos
conocidos como inquilinos en chile huasipungueros, colonos o yanaconas en andes y peones acasillados en México, a
menudo se encontraban fuera de la economía monetaria, pues se les pagaba en especie y no en efectivo. O se le daba
crédito a cambio de labores futuras. La deuda no siempre quedaba cancelada con la muerte del deudor, podía pasar a sus
hijos, por lo que se conoce a este sistema como servidumbre por deuda.

La tierra:

La expansión de las exportaciones agrícolas requería nuevo acceso a tierras. El acceso a la tierra tenía dos problemas en
América Latina, primero los inadecuados transportes hicieron que vastas extensiones de tierra virtualmente inaccesibles
hasta la llegada de los ferrocarriles-, y aun entonces en muchas naciones había zonas físicamente aisladas, que no se
incorporaron hasta que se estableció una extensa red ferroviaria ene l siglo XX. En segundo lugar, se había perpetuado del
sistema de tenencia de la tierra heredado de España y Portugal, que concentraba la propiedad de la misma.

El aumento de las tierras en manos privadas se debió a muchas causas. En algunos países fue resultado de la conquista,
por ejemplo, las guerras contra indígenas que incrementaron el patrimonio nacional y representaron una oportunidad
para que el estado recompensara a sus partidarios. El método más habitual fue la venta o concesión de antiguas tierras
de la corona. La posesión de esta tierra pública en manos del estado dio un poderoso instrumento para alcanzar muchas
y diversas metas. Lo mismo puede decirse de la enajenación de los ejidos o tierras comunales, la introducción aquí de la
propiedad privada en pueblos donde la tierra era colectiva, en beneficio de los terratenientes. La expropiación de las
tierras de la iglesia, fue otra oportunidad para disminuir la concentración de la propiedad, aunque la expropiación
contribuyó a la expansión de la propiedad en manos de los terratenientes.

Se justificaba la restricción del acceso a la propiedad de la tierra, por que los campesinos poseyeran tierra significaba que
tendrían pocos incentivos para buscar otros empleos y la escasez de mano de obra era vista como un obstáculo importante
al desarrollo económico en general y a la promoción de las exportaciones en particular.

La agricultura en general y la de exportación en particular siguieron dominadas por las grandes haciendas. La ampliación
de las fronteras y la incorporación de nuevas tierras, la venta de las mismas y la enajenación de tierras comunales,
reforzaron al patrón tradicional de tenencia de la tierra heredado de la colonia. Ni siquiera la venta de grandes fincas en
un mercado de tierra impidió la concentración en unas pocas manos.

Los mercados de capital:

El éxito del modelo de crecimiento requería inyección de capital al sector exportador. Inversiones como en transportes,
infraestructuras públicas, puertos, comunicaciones y alojamientos. El capital físico consistía en máquinas, herramientas,
repuestos, obras de construcción, mejoras de la tierra, ganado, árboles, etc. También requería inversiones en capital
humano, una de las más importante fue la de esclavos, pero a fines de siglo se refería más a los costos de preparación,
educación e importación de mano de obra calificada.
Para muchos empresarios también era importante el capital de trabajo. Estos tres tipos de capital físico, de trabajo y
humano requerían financiamiento, por lo cual la primera prueba de eficiencia del mercado de capitales era la canalización
de recursos de prestamistas potenciales a prestatarios potenciales.

Una forma de acceso al capital era a través de instituciones financieras, como bancos comerciales. Otra forma era a través
de canales informales, como el capital traído e invertido por los inmigrantes.

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