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Sesboüé (1997), en capítulo uno de su obra, desarrolla el tema que nos concierne de una
manera esquemática y sistemática, en tres apartados que se relacionan y enriquecen entre sí,
desde lo que corresponde a la evolución de la apologética desde el inicio del cristianismo. En
este sentido, el primer apartado (Apología de la fe) el autor nos presentará la evolución del
discurso apologético teniendo en cuenta algunas situaciones particulares (confrontación con
judíos, paganos y herejes) antes y después de Nicea; el segundo apartado (Normas y
metodologías de la demostración de la fe) tratará la metodología del discurso de la fe desde los
primeros testimonios hasta una reflexión (racionalizada) más elaborada y permeada por un
lenguaje helenizado de los siglos IV y V, teniendo en cuenta las diversas confrontaciones
doctrinales que giraban en torno a la Trinidad y a la Cristología; y por último en el tercer
apartado (La autoridad Dogmática de los Concilios) centrará nuestra atención sobre la
autoridad dogmática de los concilios ecuménico que se fueron dando gracias a un gran giro
copernicano mediado por el paso de ser el cristianismo perseguido a ser la religión oficial del
Imperio Romano.
Partiendo de lo anterior, abordemos grosso modo lo propio de cada apartado sin perder
de vista la idea central de lo que corresponde a cada punto. En este orden de ideas, centrándonos
en lo que corresponde a la apología de la fe, tendremos como punto de partida la justificación
de la fe en los siglos II y III, para conectarnos con la justificación de la fe en la Iglesia
constantiniana. En los periodos aquí expuestos, la problemática de a la que se enfrentan los
primeros cristianos gira en torno a un triple debate que implicaba la defensa de la fe, ad extra
en primer lugar, por el debate contra los judíos por un lado y contra los paganos por otro lado,
y ad intra en segundo lugar con el surgimiento de las primeras herejías. En lo que corresponde
a la defensa ad extra, encontramos una serie de debates que contra los primeros (los judíos),
implicaba la justificación de la fe cristiana, demostrando a partir de las Escrituras (A.T.) el
mesianismo de Jesús el Cristo (mesianismo doliente/glorioso), su divinidad y preexistencia, y
su nacimiento virginal; esta ardua labor podemos encontrarla registrada gracias Justino en su
diálogo con un judío llamado Trifón, en otras palabras, las confrontaciones con los judíos
giraban desde un talante propiamente religioso, en el que, desde una justificación desde las
Escrituras, se pretendía la defensa de Jesús entendido como Dios e Hijo de Dios. En el debate
contra los paganos, el recurrir a las Escrituras era un trabajo insuficiente, y que en dichas
confrontaciones nos encontramos frente a un debate que además de lo religioso, se ve permeado
por lo político, por tal motivo, el discurso cristiano tiene que replantearse y darse a conocer
como un lenguaje racional desde el cual se denuncien las calumnias y acusaciones injuriosas
sobre el cristianismo y se muestre la racionalidad del mismo. Destacamos aquí el papel de
Justino y Tertuliano, entre otros personajes, que se convierten en portavoces del cristianismo
frente, es así que Justino presentándose como filósofo a los filósofos apela a la verdad,
mostrando la relación de la filosofía con el cristianismo, mostrando al cristianismo como
verdadera filosofía. Tertuliano, presentándose como abogado ante las autoridades, apela a la
justicia frente a las acusaciones que de los cristianos se hacían. Ahora, en lo que se refiere a la
defensa de la fe ad intra, con las primeras formas de herejía (siendo la principal el gnosticismo)
que desarrollaban equívocos desde una racionalidad extraña en la interpretación de las
Escrituras poniendo en riesgo elementos fundamentales de la fe cristiana; fruto de este
fenómeno surge de la apología el discurso antiherético, desde el cual, partiendo de la razón,
pasando por las Escrituras y llegando a la regla de fe desde una argumentación que es ante todo
dialéctica; como es el caso de Irineo, que atacando con argumentos las cuestiones herpéticas
sale en defensa de la doctrina cristiana. De lo esposado hasta ahora, Sesboüé nos dirá de manera
sintética que:
El debate contra los judíos, lleva a los cristianos a plantear un principio doctrinal
decisivo, el de la unidad y correspondencia entre los dos Testamentos. El debate
con los paganos provocaba una primera reflexión sobre la racionalidad de la fe.
El debate contra los herejes añade a ello la primera formulación de una
metodología de una exposición que pone sobre el tapete las relaciones entre la
Tradición y las Escrituras. (1997. p. 32).
Bibliografía:
Sesboüé, B. (1997). Apología de la fe y discurso cristiano en la época patrística. En B.
Sesboüé y Ch. Theobald (Eds.) Historia de los dogmas (Tomo IV, pp. 19 – 59). Salamanca,
España: Secretariado Trinitario.