Fragmentos para una antropología

Edgar Morin

Es todo aquello que intenta explicar qué deberíamos tratar de explicar.

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Marx había visto que las ​cosas sociales eran energía humana petrificada, por lo tanto,
recíprocamente, que las energías eran cosas sociales en vías de constitución o de desintegración. esto se
convierte en un problema central de la historia sociológica: mostrar de qué manera la energía se
convierte en cosa (​masa en sentido físico, ​institución ​en el sentido sociológico), de qué manera la masa se
convierte en energía; la Historia es el polo energético, la Sociología el polo estructural de la nueva y
verdadera ciencia: la antropología genética.

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La psicología y la economía se ignoran mutuamente en tanto disciplinas universitarias: sin

embargo, son los dos aspectos energéticos de la antropología.

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En el Manuscrito económico-filosófico de Marx se encuentran las cases de una teoría restringida de

la relatividad, es decir, de la relatividad recíproca entre el hombre y la naturaleza, la historia natural y la
historia humana (“la historia misma es… la transformación de la naturaleza en hombre. Las ciencias
naturales comprenderán la ciencia del hombre tal como la ciencia del hombre comprenderá las ciencias
de la naturaleza…” ​etcétera)​ , de la relatividad recíproca individuo-sociedad, ​masa social-energía
histórica.

Para llegar a una concepción generalizada de la relatividad hace falta:

a. relativizar el devenir mismo: el Tiempo;

b. relativizar lo real mismo; - Marx; Einstein inconcluso.

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En la actualidad, la antropología no puede prescindir de una reflexión sobre:

1. el principio einsteniano de la relatividad;
2. el principio de la indeterminación de Heisenberg;
3. el descubrimiento de la “antimateria” después del antielectrón (1932) hasta el antineutrón
(1956);
4. la cibernética, la teoría de la información;
5. la química biológica;
6. el concepto de realidad.

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Todo lo que concierne al hombre nos revela, al mismo tiempo, al hombre en movimiento y al
hombre en permanencia. El hombre diverso y el hombre uno.
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El misterio de la interioridad del hombre se revela en sus obras, en sus mitos, en sus proyectos.
Buscar lo interior en lo exterior.

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La conciencia vuelve a encontrar al genio inconciente; el genio inconciente aflora en la conciencia.

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La realidad no es ni lo real, ni lo imaginario, sino su afirmación y negación mutuas.

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Lo real está ubicado como en un ​sandwich ​entre dos productos imaginarios: el recuerdo y la
imaginación.

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Habría que demostrar que hay menos materialidad en lo real de lo que parece, y más realidad en lo
imaginario de lo que uno cree, y, mediante esta aproximación, intentar estudiar su objeto común: la
realidad humana.

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No son los sueños los que diferencian al sueño de la vigilia. Se sueña tanto o más aún en pleno día.
Pero durante la vida diurna los sueños se integran en la actividad práctica. Su carácter fantasmagórico se
ordena en el seno de lo real: por lo tanto, nuestra personalidad está estructurada de manera
semiimaginaria; nuestra religión, nuestra fe, nuestros valores son proyecciones que hemos vivido en la
práctica; el Estado, a Patria, no existen de manera sensible sino que se manifiestan de manera sensible.
NUestras ideas son fantasmas, pero suprimamos los fantasmas y lo que desaparece es lo real.
Digámoslo de otra forma: “El universo no es real más que cuando está cargado de valor” (J. Gabel).

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Necesitamos a nuestras ideas, tal como los primitivos necesitaban a sus fantasmas, necesitamos
nuestra personalidad como los primitivos necesitaban sus “dobles”. Siempre necesitamos una cierta
medida de magia para poder vivir como hombres.

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Lo real no es tanto un hecho como una idea cosificada. Esta idea cosificada polariza nuestras
experiencias. Pero algunos (como Ulrich en ​El Hombre Sin Atributos de Musil) convierten, por el
contrario, a la experiencia de lo irreal en realidad. ¿Quién de nosotros no lo ha experimentado? También
hay que agregar que lo irreal es una cosificación en el vacío. Solamente una dialéctica superior nos
permitirá superar la alternativa de lo real y lo irreal.

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La cosificación de lo real es uno de los fundamentos de nuestra civilización del siglo XX. Es una
muestra significativa de la magia moderna. Podemos reducir esta cosificación pero no podemos abolirla:
no podemos vivir prescindiendo realmente de la idea de lo real. La cosificación forma parte constitutiva
de la experiencia humana en tanto experiencia de lo real. Hay un núcleo mágico que no podríamos
destruir sin destruir la razón misma.

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La vida es el resultado de los juegos del ácido desoxiribonucleico. ¿Quizá no sea más que el aspecto
novelesco del ser físico-químico, su estética, su aventura, su espectáculo?

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La antimateria cumple la función de hipótesis de un anticosmos, que está estructurado por el

nuestro y que lo estructura; la relación entre el cosmos y el anticosmos conforma un “universo” bicéfalo,
como las figuras de los juegos de naipes. La complementariedad entre lo real y lo imaginario nos revela la
antropología, ¿es de una naturaleza radicalmente distinta, o no?

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Vivimos en una época triste para las ciencias humanas; el hombre da vuelta en círculos. Lo que
debemos lamentar no es ni la matematización, ni la estadística, sino la atrofia del espíritu de hipótesis.
Las hipótesis se arrastran, exánimes.
Pero analicemos la investigación en el campo de las ciencias físicas: allí la ciencia es poesía,
descosifica lo real, ofrece, bajo la forma de hipótesis, los sueños más fantásticos, desarrolla las mayores
audacias del espíritu, se precipita hacia lo imposible.

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Los prudentes nos advierten que no debemos generalizar las nociones que han elaborado los
especialistas. ¿Pero no debemos tratar de hacer salir las ideas de su engarce, de hacerlas circular,
desplegarlas en los horizontes de la reflexión? Jamás debemos renunciar a elaborar una
antropocosmología a partir de los fragmentos dispersos del conocimiento.

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Estamos aplicando al hombre moderno las nociones elaboradas a partir del hombre primitivo1.
Pero lo que se puede y debe reconocer en el hombre moderno, bajo determinados aspectos, por supuesto,
es el conjunto de las estructuras y procesos llamados mágicos. De ese modo se reencontrarían algunos de
los grandes temas del psicoanálisis, ciencia de las cavernas del alma.

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La mayoría de nuestros estados de conciencia son estado de semisimulación, de semiposesión.

Actuamos una comedia sincera y, al mismo tiempo, hay fuerzas que nos controlan y escapan a nuestro

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Desde el punto de vista del mito se ha dado un gran paso adelante.
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dominio. En la mayor parte de las ocasiones la sinceridad y la mentira, la convicción y la duda, la
honestidad y la falsedad, no se pueden aislar de manera absoluta como si se tratara de cuerpos puros.
“Hay algo en mí que no soy yo y que me incita a hacer algo”, dice el poseso. Estamos todos
imantados, limadura extraña, y los Grandes Amantes invisibles nos enloquecen, nos agitan, nos
paralizan.
Aplicar a nuestras experiencias (los filósofos y los poetas ya lo han hecho) la afirmación de Lupasco
acerca de la microfísica: “Nada es de una actualidad fundamental… pero tampoco se puede afirmar que
algo sea pura virtualidad, por irreal.”

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El devenir es el pasaje de lo virtual a lo actual, de lo actual a lo virtual, una onda eléctrica atraviesa
el infinito y hace brotar miles de chispas.

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Necesitamos conceptos polarizantes que diseñen las líneas de fuerz y no conceptos especializantes
que circunscriban un campo. Conceptos que pongan en juego las relaciones y no que aislen las esencias.
Conceptos que reúnan a los contrarios no que disimulen la contradicción.

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Los mitos aparecen con el hombre y lo acompañan a lo largo de su vida. Sin duda la situación del
hombre, una contradicción entre la afirmación del individuo y las exigencias de la especie, de la muerte,
de la sociedad, han engendrado los mitos necesarios para poder seguir viviendo. El hombre vive rodeado
por fantasmas. La magia es algo inseparable de la vida afectiva y racional. Si la neurosis es un testimonio
de la adaptación imaginaria que responde a una profunda inadaptación, todo nos indica que el hombre es
estructuralmente neurótico, y que lo que la patología denomina neurosis y psicosis son neurosis y
psicosis secundarias, ramificaciones de la gran neurosis primaria.

Ya que no existe un modelo, hay un tipo de hombre que sería mi ideal. Su equilibrio se modifica, se
destruye y se reforma en el campo de batalla de las contradicciones2. No quiere expulsar lo negativo del
mundo, sino participar de sus energías. No quiere destruir lo positivo, sino ofrecer resistencia a la
petrificación. No quiere ni huir de lo real ni aceptarlo, quisiera que lo real se transformara y quizá tenga
esperanzas de que algún día será transformado. Se esfuerza por hacer que en él la lucha de los contrarios
sea algo creativo.
Para él, tragedia y comedia, epopeya y farsa están indisolublemente unidas en cada instante.
Se sabe enfermo, singular, pero lo que resiente es la miseria universal y no la soledad. La soledad es
la jaqueca del mundo burgués.
Este hombre no odia a nada ni a nadie. Sus dos pasiones son el amor y la curiosidad. Su curiosidad
es una energía sin fronteras. sus amores no se excluyen ni se estorban mutuamente.
Este hombre adulto es, a la vez, muy anciano, niño y adolescente. Está en proceso de formación. Se
obstina por buscar lo que está más allá.

​ 18, 1960. Traducción de María Teresa La Valle]

[Publicado originalmente en la revista ​Arguments #

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No quiere abandonar el dominio de las contradicciones.
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