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Introducción
En la novela realista predominan la descripción minuciosa para hacer llegar al lector todo lo que se refiere al
ambiente y los antecedentes de los personajes, y el diálogo, vivo, coloquial, mediante el cual cada
personaje se define. Se emplea una prosa sobria, cuidada, siempre adaptada a la índole de los personajes.
En el realismo mágico se incorpora lo maravilloso a la visión de la realidad, convirtiéndola en fantasía sin
deformarla. En la literatura, el efecto mágico se logra mediante la yuxtaposición de escenas y detalles de
gran realismo con situaciones fantásticas.
En la obra de Juan Rulfo, la combinación de los dos planos, el real y el fantástico, es admirablemente
manejada. El rigor en la elaboración de su obra y la consistencia del contenido y del estilo, supone una
transformación de la narrativa realista de su época. La fama del autor se explica por la visión mágica de la
realidad en su verdad desolada y sin esperanza.
Utilizando algunas técnicas del surrealismo, Rulfo diluye los límites entre la realidad y la irrealidad y
proyecta un ámbito en que el tiempo no transcurre.
En buena parte de su obra se manifiesta una interpretación del proceso histórico de la realidad
de México. El mundo de Rulfo es el medio rural del México agotado por la Revolución y por la
Guerra Cristera. Para el autor, la autenticidad geográfica y el costumbrismo son condiciones
necesarias. En los destinos de los coterráneos presentados por el autor, se reflejan los problemas
generales del campesinado de todo el país.
La originalidad de Rulfo radica en que supo adentrarse en el ser mexicano desde lo particular
para recrear arquetipos universales. Rulfo se concentra en el hombre criollo y mestizo del sur de
Jalisco, desde su propia tradición para desenmascarar las distintas formas que toma la opresión y
la manera en que los seres se defienden de ella.1
El llano en llamas
La acción de los cuentos de El llano en llamas se desarrolla en los límites de la parte sureste de Jalisco,
desde el Lago de Chapala hasta la frontera con los estados de Colima y Michoacán. El tiempo de la acción
también está limitado aproximadamente a cuatro décadas, desde la revolución de 1910 hasta comienzos de
los año cincuenta. Esta es la tierra en la que creció el escritor; ésta es la época en que se formó su
conciencia, ésta es la vida que conoce desde dentro.
El llano en llamas presenta un mundo rural violento y desesperanzado, presidido por el hambre, la
soledad y la muerte. Los conflictos sociales y cotidianos de sus cuentos no son nuevos.
En este texto la aportación de Rulfo radica en su capacidad para penetrar en el mundo interior del
campesino mexicano con profundidad, descubrió este mundo y lo hizo presente en la literatura, la
introspección y puntos de vista personales; monólogos interiores y flujo de la conciencia, subjetivismo. En
este relato sobre la vida de su región está presente el México campesino, infortunado, que se mantiene en
la periferia del progreso histórico, que aún espera la solución de sus problemas.
Un conocimiento profundo de todo lo que escribió Rulfo –adquirido, sentido y vivido profundamente– es lo
primero que se percibe al leer El llano en llamas. Esto es lo que permite al autor seleccionar
2
inequívocamente las peculiaridades más características que dan la imagen del todo.
Visión trágica la de Rulfo, que nos muestra aspectos terribles de la existencia; visión humanista, que nos
muestra los modos por los cuales se defiende el destino de la persona humana y el sentido de su existencia;
visión crítica, que nos muestra las flaquezas del ser y su fuerza desafiante ante la opresión y la muerte. 2
La obra rulfiana trasciende lo estrictamente social y desemboca en temas de amplio alcance humano. El
fenómeno social representado en todo su carácter concreto, adquiere en su obra un sentido figurado, casi
simbólico.
Contar y por regla general, por boca de los propios protagonistas, es lo que hace Rulfo en su obra, no
describe ni muestra. La narración es llevada por uno de los personajes desde el principio hasta el final. O la
forma de narración en la que predomina el habla ajena. Pero el habla ajena es el habla campesina, parca y
a su vez detallada, por momentos difícil, y es, precisamente, en esta dificultad donde se encuentra la
expresividad poco común. Las voces humanas, reproducidas con toda su riqueza de entonación, forman el
tejido artístico del cuento, en el cual sólo por momentos se insertan las observaciones lacónicas del autor.
Así, desaparece la visión de los personajes desde arriba y desde afuera, para privilegiar la visión desde
adentro, el discurso individual de personajes marginados cuyo lenguaje subvierte categorías y
convencionalismos establecidos.4
La palabra sonora o silenciosa, pero siempre viva, es el recurso fundamental y en la mayoría de los casos
el único medio de caracterización de los personajes. Rulfo sabe aprovechar las posibilidades que brinda
este recurso, con lo cual logra crear imágenes de extraordinario realismo. Diríase que palpables, de la
gente, partiendo casi exclusivamente de lo que hablan estos hombres y mujeres y de lo que piensan y cómo
piensan. En esencia los personajes de los cuentos de Rulfo reflexionan sobre la acción, en alta voz y en
monólogos interiores, Cada uno es una personalidad irrepetible.
Rulfo consigue descripciones por entero eficaces y sobrias a base de suprimir casi
completamente el adjetivo... Con líneas más que con colores, como en ciertos cuadros de Orozco,
en que prevalece el trazado sobre los elementos cromáticos... La prosa de Rulfo resulta popular –ya
lo dijimos– porque repite, más que el léxico de nuestro pueblo, la sintaxis del mismo, que es al fin y
al cabo la expresión de una manera de pensar... Con tratarse en todos los cuentos de personajes
campesinos, Rulfo no amontona palabras folklóricas, y apenas si utiliza algunas, no folklóricas sino
de usos familiar... Rulfo tiene una tendencia pocas veces abandonada hacia los temas dolorosos...
En esto de los asuntos dramáticos, en que aparecen pasiones y acciones desenfrenadas, recuerda
un poco Rulfo a Mariano Azuela...5
Rulfo, por lo general, de inmediato y sin explicaciones preliminares, incorpora al lector al flujo de los
pensamientos de sus personajes y lo obliga a escuchar sus conversaciones. Precisamente en los
monólogos y diálogos se descubren las relaciones de los protagonistas con el mundo que los rodea y entre
ellos mismos, y se presenta el cuadro de los acontecimientos que tuvieron o están teniendo lugar. Pero
estos sucesos interesan al autor, sólo en la medida en que los mismos se reflejan en la conciencia de los
seres humanos.
Entre los recursos narrativos de Rulfo se encuentran el diálogo, el monólogo interior, con la asimilación y
profundización del lenguaje local; la dislocación y la simultaneidad de planos temporales.
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Rulfo encontró la forma justa para mostrar el imaginario cultural de una comunidad rural al
eliminar al narrador omnisciente y darles a los personajes vida y lengua propias. Así narrador y
personaje se convierten en una sola identidad, se confunden; y al confundirse se crea un lenguaje
literario nuevo que finge ser lenguaje hablado, y que establece como valiosas las experiencias y la
visión del que habla.6
Notas
1. Klahn, Norma. "La ficción de Juan Rulfo: Nuevas formas del decir", en: Fell, C.: Juan Rulfo. Toda la Obra
(Vol. 17). México, 1992. [Col. Archivos]. pp. 426.
2. Ibídem. pp. 427.
3. Gerald, Martin. "Vista Panorámica", en: Fell, C.: Juan Rulfo. Toda la Obra (Vol. 17). México, 1992. [Col.
Archivos]. pp. 479.
4. Klahn, Norma. "La ficción de Juan Rulfo: Nuevas formas del decir", en: Fell, C.: Juan Rulfo. Toda la Obra
(Vol. 17). México, 1992. [Col. Archivos]. pp. 427.
5. Francisco Zendejas, citado por Gerald, Martin: "Vista Panorámica", en: Fell, C.: Juan Rulfo. Toda la Obra
(Vol. 17). México, 1992. [Col. Archivos]. pp. 479.
6. Klahn, Norma. "La ficción de Juan Rulfo: Nuevas formas del decir", en: Fell, C.: Juan Rulfo. Toda la Obra
(Vol. 17). México, 1992. [Col. Archivos]. pp. 427.
7. Francisco Zendejas, citado por Gerald, Martin: "Vista Panorámica", en: Fell, C.: Juan Rulfo. Toda la Obra
(Vol. 17). México, 1992. [Col. Archivos]. pp. 479.
Bibliografía
DÍAZ-PLAJA, G. y Monterde, F. Historia de la Literatura Española e Historia de la Literatura Mexicana,
Porrúa. México, 1986.
FELL, C. Juan Rulfo. Toda la Obra. (Vol. 17). México, 1992. [Col. Archivos].
GONZÁLEZ Peña, C. Historia de la Literatura Mexicana. Ed. Porrúa. México, 1990.
MILLAN, M. C. Literatura Mexicana. Ed. Esfinge. México, 1978.
RULFO, J. El llano en llamas. Ed. FCE. México, 1989.
TORRES Montalvo, H. A. Literatura Hispano Mexicana. Ed. Herrero. México, 1975.
Fuente: http://www.latarea.com.mx/articu/articu16/villase16.htm