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La Realidad del Estado

Democrático de Guatemala
El sistema político guatemalteco y su financiamiento

La sociedad guatemalteca es una


sociedad profundamente fraccionada por
múltiples razones que incluyen el étnico,
las diferencias entre la región urbana y la
región rural, las tensiones entre el área
metropolitana y el resto del país, así como
la persistencia de un comportamiento
racista y excluyente de las élites.4 Estos ha
hecho que las coaliciones y acuerdos entre
los distintos grupos sean difíciles de logar,
y que se incentive a la división
contribuyendo a la fragmentacion del
sistema de partidos políticos.4

Los partidos políticos no son los únicos actores dentro del sistema político: los
grupos de poder económico, las organizaciones sociales, las iglesias y las propias
entidades del Estado participan en la disputa y el ejercicio del poder. Asimismo, los
recursos económicos desempeñan un papel importante en el funcionamiento del
sistema, creando así una interrelación entre el sistema político y su financiamiento.5
Desde 1984 el sistema guatemalteco se ha caracterizado por la fluidez del sistema
de partidosa, la volatilidad electoral, la concentración de la oferta electoral en el
centro y la derecha del espectro político, el peso de los poderes fácticos y la
continuidad del statu quo económico y social.5

Las élites empresariales guatemaltecas no han querido articular un proyecto o


partido propio, ya que a través de distintos medios han logrado mantener un
predominio que les permite, hasta cierto punto, bloquear aquellas deciiones que
podrían afectarles e impulsar las que les benefician; e la influencia sobre el
Congreso y el Ejecutivo es determinante el papel que desempeña el finacimaiento
de la política y las campañas electorales ya que como parte de los acuerdos que
posibilitan las donaciones de campaña, algunos grupos empresariales han logrado
colocar como diputados a operadores directos de sus intreses.7

Con esta situación han surgido «partidos franquicia», en el que un grupo de


ciudadanos alrededor de un dirigente cumple los requisitos mínimos para inscribir a
un partido, y en cada elección, se pone a disposición de personas interesadas a
postularse a un cargo público. Ejemplo de estos partidos serían el Ciudadanos
Activos en Formación Electoral (CAFÉ), Partido Libertador Progresista (PLP) y
Movimiento Reformador (MR), entre otros.8 En Guatemala impera la racionalidad
del voto de castigo, pues hasta la fecha ningún partido ha logrado ser reelecto; la
fluidez de la oferta partidaria y la intención ciudadana de cambiar gobernantes son
el origen de esta situación.8

Redes político-económicas ilícitas (RPEI)

Las redes fueron surgiendo con el proceso de democratización pues además de


ratificar la autonomía municipal, la Constitución Política de la República de 1985
estableció una asignación del 8% del presupuesto a las municipalidades, porcentaje
que posteriormente fue aumentado al 10%. Además, hubo procesos de
descentralización -para evitar que el gobierno central beneficiara al área
metropolitana-, estableciento de consejos de desarrollo comunitarios, municipales y
departamentales que influyen en la obra pública, y creación de fondos sociales que
orientaban la inversión pública.9 Como resultado, los diputados distritales se
convirtieron en intermediarios entre el Ejecutivo, los gobiernos municipales y las
estructuras estatales gubernamentales pudiendo de esta forma: (a) movilizar
recursos para obras públicas, (b) influir en el nombramiento de los funcionarios
públicos del departamento -principalmente maestros y empleados de servicio de
salud-, (c) resolver demandas de los alcaldes de su distrito frente al gobierno central,
y (d) en general, atender los problemas del departamento.10

Desafortunadamente, esta forma de intermediación se fue convirtiendo en foco de


corrupción pues surgieron comisiones de los constructores para conseguir obra
pública, creación de empresas de construcción por los diputados o familiares de
éstos -pese a prohibición legal- o bien, los empleos públicos se obtienen por
nepotismo o el pago de parte del salario; además, la interacción con los alcaldes ha
dado origen a la formación de las redes departamentales. Estas son redes que se
construyen en torno a algunos alcaldes y diputados distritales -denominados en
Guatemala como «señores feudales» o «caciques»- permiten articular la política
local con la nacional y son la pieza central para el financiamiento ilícito de la política
que ha posibilitado la continuidad del sistema.11 En las redes confluyen individuos y
grupos de personas que se organizan y cooperan, comunican y que poseen
intereses comunes, pero lo nocivo de las mismas es que llevan a cabo prácticas
políticas y transacciones económicas ilícitas11 tendientes a obtener: (a) poder
indebido sobre el aparato del Estado y el mercado, (b) influencia indebida sobre la
sociedad, y (c) bienestar indebido, producto de la disponibilidad de recursos
acumulados como resultado de actividades lícitas e ilícitas.9
Los medios de comunicación

Guatemala cuenta con seis diarios de circulación nacional; cinco noticiarios


nacionales de televisión abierta y cinco noticiarios nacionales de televisión por
cable, entre ellos Canal Antigua, Guatevision, Azteca Guatemala, Vea Canal y
Albavision por cable; y numerosos noticiarios y programas de opinión por radio tanto
nacionales como locales. Entre los noticiarios de radio más conocidos están
Patrullaje Informativo y Radio Sonora, A Primera Hora de Emisoras Unidas y El
Independiente de Radio Nuevo Mundo. El espectro radiofónico está dominado por
seis corporaciones: Emisoras Unidas de Guatemala, Central de Radios, Grupo
Radial El Tajín, grupo Radios Rumbos, Radio Grupo Allius y Radio Corporación
Nacoinal que concentran, en usufructo, la mayoría de las frecuencias radiales
otorgadas por el Estado.12

En cuanto a la prensa escrita, Prensa Libre y Nuestro Diario -originalmente parte de


la misma corporación pero posteriormente separados- dominan el mercado; los
otros periódicos, Siglo 21, ElPeriódico, Diario La Hora y Al Día tienen una circulación
limitada, mientras que el Diario de Centro América es el Diario Oficial.13

Por su parte, los noticiarios de televisión abierta son Noti7, Telecentro Trece y
Guatevisión y el de cable es Hechos Guatemala, A las 8:45 de Canal Antigua, VEA
CANAL, y El Noticiero de Guatevision por cable. De acuerdo con el artículo 35 de la
Constitución Política de la República, en Guatemala es libre la emisión del
pensamiento.

Ahora bien, la estructura de propiedad de los medios de comunicación tiende a


reproducir la desigualdad social del país, ya que éstos se encuentran fuertemente
concentrados: una docena de familias dominan los medios electrónicos, controlando
todas las emisoras de televisidn y casi todas las de radio, y dos grupos de negocios
constituidos por nueva familias controlan todos los periódicos de la nación y el 99%
de la circulación.14 Los medios más influyentes son, en orden de relevancia: la
televisión, la radio y la prensa escrita. En el caso de la televisión, Guatemala es un
caso excepcional en el que una persona de origen mexicano es propietario de los
cuatro canales privados de VHF existentes; Ángel González no tiene competencia
en VHF pues los canales del Congreso (canal 9) y de la Academia de Lenguas
Mayas (canal 5) tienen una frecuencia asignada pero no transmiten. El caso de
González es resultado de que las concesiones que utiliza son resultado de
decisiones políticas; además es propietario de una de las principales cadenas
radiales del país, lo que le permite no solamente influir en la construcción de las
preferencias políticas, sino que todos los políticos llegar a acuerdos con él para
promover sus candidaturas.12

Los grupos de Emisoras Unidas y de Radio Corporación Nacional tienen fuertes


vínculos con la política: el grupo de Emisoras Unidas posee el canal de cable Canal
Antigua, el diario de circulación gratuita Publinews y la revista semanal Contrapoder.
Uno de sus propiertarios, Érick Archivla, fue -entre enero de 2012 y mayo de 2015
- ministro de Energía y Minas, pero tuvo que renunciar luego de que se iniciaron las
pesquisas de CICIG por el Caso de La Línea.13

A nivel local y departamental han surgido una gran cantidad de empresas de


televisión por cable que poco a poco han adquirido relevancia y tienen un peso
importante en los procesos electorales.

Un sistema democrático es un mecanismo social de toma de decisiones. Existe la


democracia representativa y también la participativa. La primera refiere al sistema
de partidos y elecciones. Con el riesgo de que la representación puede
corromperse, los representantes o clase política se representan a sí mismos, es
decir les importa el cratos (el poder) y no el
demos (el pueblo).

La democracia participativa implica una dinámica más social, no solo de mecánica


electoral sino de participación real de amplios sectores ciudadanos. La sociedad
civil forma parte esencial de la democracia.

Guatemala tiene más de 30 años de democracia formal. Tres décadas desde los
sangrientos gobiernos militares y dos desde del fin del conflicto armado interno.
Llegar a celebrar elecciones generales sin que sean los “generales” los que
impusieran al “elegido” por ellos, es sin duda un gran progreso.

Pero los grandes escándalos de corrupción, que tienen en la cárcel, esperando


juicio, a un expresidente y su ex vicepresidenta y a docenas de expolíticos y
exfuncionarios, muestran lo vulnerable del sistema y las debilidades políticas, éticas
y legales.

La democracia representativa ahora muestra también que hay muchos actores. Por
lo menos en cuanto al número de partidos políticos y de comités cívicos, que
concurren hoy en las urnas por los puestos de presidente, diputados y alcaldías.
Pero no son nuestros partidos políticos unos modelos de democracia. Y las
esperadas reformas electorales no se han consumado plenamente. Resulta
escandaloso ver las actuaciones en pactos de impunidad en el Congreso de esos
partidos. El Ejecutivo y Jimmy a la cabeza tampoco han contribuido, lo contrario, a
una buena gobernanza y las sospechas sobre el presidente, su partido y sus
allegados son comidilla en todos los niveles de la sociedad.

A lo anterior agregamos la incapacidad de comunicación del presidente Morales,


algo estrechamente vinculado con su visión del mundo y a sus modales de ungido
divino, con frases que pasarán a la historia de la retórica estulta como “la corrupción
es normal” o “hay que perseguir el delito y no a las personas”.

En definitiva, la democracia en Guatemala se debate entre la realidad y la utopía.


Entre el sueño y la pesadilla de despertar cada mañana con la inseguridad y la
pobreza tocando las puertas. Porque la democracia debe suministrar resultados. Si
brinda salud, educación, seguridad y empleo, entonces el país se habrá
democratizado. Los principales logros deben ser, sin duda, la disminución de la
pobreza.

Entendemos por pobreza no solo lo económico/material, como la falta de recursos


y empleos o de vivienda, sino también la ausencia de participación, la
discriminación, los obstáculos para influir en las decisiones que a todo nivel
incumben y afectan a los ciudadanos.

Se anhelan cambios y que sucedan pronto. Pero ha faltado visión, sobre todo con
la cuestión social y abunda la improvisación y sobra la demagogia. Lo importante
no debería ser el QUIÉN sino el CÓMO se piensa gobernar. Porque se ha visto
carencia en los programas y en cambio un énfasis en la competencia electorera.
Las sombras del narcotráfico y el crimen organizado resultan terribles.

Los derechos humanos son la base de todo sistema democrático. Aquel gran líder
que fue Manuel Colom Argueta proclamaba la necesidad de “la democracia como
medio y como fin”. La democracia que no se desarrolla muere, se pudre, se
convierte en un ritual y en fachada. Con el resultado de la ingobernabilidad, que
lleva a la violencia y la impunidad. El derecho fundamental es a la vida digna con
salud, educación, seguridad y cultura.

La idea que he sostenido de democracia es la que explica Norberto Bobbio: un


conjunto de reglas procedimentales para elegir a quienes tomarán las decisiones
que interesan al conjunto y la forma en que esas decisiones deben tomarse. Sin
embargo, leyendo unas páginas de la historia de los Estados Unidos mi
entendimiento de la democracia se expandió más allá de su concepto técnico. “La
Revolución y la guerra larga inculcó en aquellos que una vez estuvieron en el fondo
la creencia, puesta en innumerables declaraciones de derechos, que todos los
ciudadanos son igualmente libres e independientes”, explica el libro que ahora me
ocupa.

La democracia moderna va ligada necesariamente a la idea de igualdad de las


personas. Una democracia es honesta sólo cuando no hay distinción de clases
fundada en ley, sin privilegios para los pocos y sin barreras para los muchos.
Necesita que todas las personas, sea cual sea su religión y raza, tengan la misma
oportunidad de acceder a cargos públicos y de elegir a sus representantes. Esta
descripción parece obvia en nuestros días pero la democracia universal ha sido la
excepción en la historia, no la regla. Ni siquiera ha sido una constante en los países
desarrollados con instituciones funcionales. Una mirada a sus antecedentes basta
para descubrir que antes sólo podían votar las personas que poseyeran tierras o
que el voto no era un derecho para las mujeres ni las personas de color.
Pero como sucede con cualquier institución humana, la democracia universal
también ha producido efectos negativos, siendo la hiperinflación de la
administración pública uno de los más latentes. Bobbio nos dice: “Desde el
momento en que el voto fue ampliado a los analfabetos era inevitable que éstos
pidiesen al Estado la creación de escuelas gratuitas y, por tanto, asumir un gasto
que era desconocido para el Estado de las oligarquías tradicionales y de la primera
oligarquía burguesa. Cuando el derecho de votar también fue ampliado a los no
propietarios, a los desposeídos, a aquellos que no tenían otra propiedad más que
su fuerza de trabajo, ello trajo como consecuencia que estos pidiesen al Estado la
protección contra la desocupación y, progresivamente, seguridad social contras las
enfermedades, contra la vejez, previsión a favor de la maternidad, vivienda barata,
etc. De esta manera ha sucedido que el Estado benefactor, el Estado social, ha
sido, guste o no, la respuesta a una demanda proveniente de abajo, a una petición,
en el sentido pleno de la palabra, democrática”.

Entendida la democracia en estos dos sentidos, como procedimiento para la toma


de decisiones y como participación política de todas las personas, cabe hacer un
diagnóstico a la democracia guatemalteca, sobre todo porque estamos en año
electoral. Tenemos una democracia golpeada, pero también hemos logrado
aciertos. Desde que entró en vigencia la actual Constitución han habido varias
transiciones pacíficas y legítimas del poder -¿para qué sirve la democracia en última
instancia si no es para evitar el cambio violento?- con excepción del Serranazo. Las
elecciones son rigurosamente fiscalizadas y los fraudes se han evitado. En
momentos críticos nuestro sistema ha dado signos de vida, como sucedió con la
sociedad y la Corte de Constitucionalidad en el autogolpe del 93 o en el intento de
Ríos Montt de ser candidato presidencial a inicios de los 90, intento que luego
replicó Sandra Torres con el mismo resultado fallido.

Los derechos humanos son la base de todo sistema democrático. Aquel gran líder
que fue Manuel Colom Argueta proclamaba la necesidad de “la democracia como
medio y como fin”. La democracia que no se desarrolla muere, se pudre, se
convierte en ritual y en fachada. Con el resultado de la ingobernabilidad, que lleva
a la violencia y la impunidad. El derecho fundamental es la vida digna con salud,
educación, seguridad y cultura.

Discutir ahora en torno al concepto y contenidos de la democracia parece un tema


trillado. Es un lugar común relatar la etimología del término: demos/pueblo y
cratos/poder. Y repetir que desde Aristóteles el sistema de la democracia ha sido el
más aceptado o en todo caso deseado. Por eso no vamos a remachar conceptos
pero si recordar que la democracia se entiende actualmente, en términos generales,
como un mecanismo social de toma de decisiones y no solo como una “forma de
gobierno”. Con el riesgo de que la representación democrática que ejerce la clase
política pueda corromperse cuando los representantes se representan a sí mismos,
es decir y usando ahora la etimología referida les importa el “cratos” (el poder) y no
el “demos” (el pueblo). De ahí que exista una relación dialéctica y complementaria
entre el plano social y el individual.

El sistema democrático se construye dentro de un marco social e histórico y a la vez


es el objetivo último el ejercicio y goce individual del sistema, en lo que suele
llamarse la condición democrática, que trata de la capacidad de cada ciudadano de
poder optar y decidir. Un ejemplo de déficit democrático es el no poder optar por
vivir en su propio país sino emigrar a los Estados Unidos y correr todos los riesgos
en una decisión motivada por la desesperación, porque en el propio país se carece
de posibilidades de tener una vida con un mínimo de calidad. En Guatemala lo que
se ofrece, y es la realidad de millones de personas, es el llamado “mal vivir”. Es
decir, hay pobreza cuando hay marginación e incapacidad de tomar decisiones. En
otras palabras, corrupción y pobreza son dos caras de la misma moneda. Desde
luego que la pobreza es inversamente proporcional a la democracia: menos pobreza
más democracia.

Hay que diferenciar empero el aspecto representativo de la democracia del


participativo. El primero se refiere al sistema de partidos y elecciones. La
democracia participativa, en cambio, implica una dinámica más social, no solo de
mecánica electoral sino de participación de amplios sectores ciudadanos que
quieren influir en la toma de decisiones e impulsar sus agendas específicas. La
democracia participativa envuelve una dinámica más social, no solo de mecánica
electoral sino de participación real de amplios sectores ciudadanos. La sociedad
civil forma parte esencial de la democracia.

Debe completarse el cuadro resaltando el papel indispensable de los partidos


políticos para que el mecanismo funcione. Los partidos vistos también como canales
entre la sociedad y el poder. Pero en Guatemala los partidos políticos dejan mucho
que desear. Muchas veces han sido canales entre las mafias y el Estado. En
realidad han sido meras máquinas electorales basadas en financiamientos
electorales ilícitos, sin ideología ni programas y cuyas metas son la conquista del
poder para saquear el Estado y aplicar el tráfico de influencias.

El impacto de la corrupción en los niveles de pobreza es un hecho indudable. El


caso de Cooptación del Estado y el de La Línea vinieron a demostrar lo
profundamente corrupto de la clase política la cual construyó en los treinta años que
llevamos de democracia formal, un sistema para la corrupción y desde la corrupción.
Resulta escandaloso ver ahora los pactos de impunidad y corrupción en el
Congreso. La cancelación por corrupción de los partidos Patriota y Lider es una
muestra dramática de la corrupción estructural enquistada en el Estado
guatemalteco. Los diputados elegidos por estos partidos han migrado, como
tránsfugas, a otras agrupaciones y su existencia en el Congreso solo confirma lo
podrido del sistema de esa vieja clase política. Y desde luego hay que mencionar al
Frente de Convergencia Nacional (FCN) que está a punto de ser cancelado por
ilegalidades que pueden llevar a un nuevo pedido de antejuicio contra el presidente
Jimmy Morales por financiamiento ilícito.

Pero lo fundamental del sistema democrático, lo que debe hacer valer la


superioridad de la democracia frente a otros sistemas políticos (dictaduras,
monarquías absolutas, etcétera) son los resultados sociales e individuales, es decir
lo que el sistema democrático logra suministrar para satisfacer las necesidades
sociales de la mayoría de ciudadanos. Si brinda salud, educación, seguridad y
empleo, entonces el país se habrá democratizado. Los principales logros deben ser,
sin duda, la disminución de la pobreza. A la vez que a la democracia le corresponde
conciliar las diferencias (sociales, étnicas, económicas) que pudieran afectar a los
sujetos de una sociedad.

En países con mucha población en estado de pobreza el proceso central de la


acción política democrática es el combate a la pobreza y la superación de las
carencias. Comenzando con las económicas pero no supeditándose a lo
estrictamente material sino incluyendo las posibilidades de educarse, de disfrutar
de cultura y deportes, en definitiva de poder tomar individualmente decisiones
propias acordes a lo que cada ciudadano se propone y desea, es decir la
democracia como ejercicio de la libertad.

Guatemala está hundida en una crisis ya demasiado prolongada causada por la


resistencia de la vieja política a ceder el lugar a políticos decentes y a respetar a la
sociedad civil. El gobierno de Jimmy Morales pareciera el gran coletazo final de esa
clase de corruptos y ladrones ungidos, con el apoyo de la ultraderecha y de un
militarismo también corrupto y autoritario.

Estamos a las puertas de un nuevo proceso electoral. La oferta política es pobre y


en gran medida con muchas dudas en cuanto ética y probidad. Llegaremos a las
elecciones generales con el peor gobierno de la era democrática. Con niveles de
pobreza muy altos. Con miles y miles de migrantes y la crisis consiguiente. Con
violencia, maras y narcotráfico. El país no puede volverse a equivocar, un nuevo
Jimmy sería el jaque mate de la democracia y de la misma nación. La democracia
es esencial pero debe ser purificada, saneada de corruptos y sus pactos. Es hora
ahora para mañana será tarde. La democracia es esencial para el desarrollo social
e individual.

Bibliografía
https://republica.gt/2015/01/23/la-democracia-en-guatemala/
https://elperiodico.com.gt/domingo/2018/07/22/democracia-esencial/
https://elperiodico.com.gt/domingo/2017/11/05/democracia-como-medio-y-como-
fin/
https://es.wikipedia.org/wiki/Proceso_democr%C3%A1tico_de_Guatemala_en_el_
siglo_XXI

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